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Pontificia Universidad Javeriana

Preseminario Séneca
Carolina Macías Toro
24 de octubre de 2018

LA IRA COMO POSIBILITADORA DE LA BARBARIE

Sobre la ira es uno de los más extensos diálogos de Séneca (es el único que consta de tres
libros) dirigido hacia su hermano Novato1, en el cual trata de responder a su inquietud con respecto
a cómo puede suavizarse la ira ya que esta le atemoriza más que cualquier otra pasión. En la
presente relatoría trataré algunos aspectos de los tres libros centrándome en lo que consideré de
gran importancia (o que simplemente fue de gusto personal) tratando de llevar a cabo una reflexión
sobre la ira y sus implicaciones.
En principio, Séneca busca definir la ira para así poder llegar a una mejor comprensión de
esta y a su vez se remite a cómo algunos sabios hablaban al respecto. Séneca se refiere a la ira
como: "Toda excitación y movimiento, capaz de hacer enloquecer por el ansia inhumana de dolor
(...)" (Séneca, Sobre la ira, I; 1.1). También se refiere a Horacio y su definición de esta como:
"Una locura de corta duración". Partiendo de esto, Séneca afirma que aquellos a quienes domina
la ira no están cuerdos y que esto se puede observar en su aspecto debido a que la ira a la vez que
nubla la razón altera al cuerpo 2. La ira es manifiesta, se da a conocer a los demás en las
repercusiones que tiene sobre el cuerpo y a medida que esta se acrecienta se hace más visible (a
diferencia de otras pasiones, pues, esta destaca). Esto no solo se da en los hombres sino también
en los animales.

1
Marco Anneo Novato o -más adelante- Marco Junio Galión (al ser adoptado por Junio Galión) se le dirige también
el diálogo Sobre la felicidad.
2
"Son indicios seguros de locura el rostro soberbio y amenazador, la expresión sombría, el aspecto torvo, el paso
apresurado, las manos inquietas, la color cambiada, los suspiros frecuentes y hondos (...)" (Séneca, Sobre la ira, I;
1.3).
A continuación, Séneca se centra en los efectos de la ira y da a entender el porqué es una
pasión extremadamente perjudicadora3. La ira parece ser una pasión que nos sobrepasa y nos lleva
a actuar de manera extrema, nos impulsa a la venganza usando la violencia como mecanismo y en
última instancia no solo afecta de manera directa a las víctimas sino al victimario mismo.
Además, Séneca hace un énfasis importante con respecto a los gladiadores de su época y
sus espectadores, llamando la atención en cuanto a que el pueblo se encoleriza de manera inicua
con respecto a los gladiadores y que incluso llegan a considerar una injusticia el que no mueran
contentos, es decir, el pueblo no se escandaliza ante este tipo de violencia sino al contrario, es
considerado un espectáculo digno de contemplación4. Es aquí cuando Séneca distingue entre ira y
a modo de ira, esta última siendo la limitación a encolerizarse sin causa y sin injuria que resulta
en un engaño5; no se sabe lo que se siente ni lo que se quiere y aún así se actúa.
Por otro lado, es necesario recalcar la diferencia entre ira e iracundia, hay distintas
manifestaciones de la ira y grados de la misma 6, la iracundia es la sobre exaltación de la ira o el
estado de permanencia de esta, es decir, es un estado que va más allá de la ira 7. Del mismo modo,
Séneca se refiere a la ferocidad en la cual no se actúa en busca de venganza sino con ansia de
placer en el sufrimiento del otro8; se arroja toda relación con lo humano, toda empatía y se
transforma en una cruda barbaridad. Este tipo de actos son inaceptables, especialmente si hablamos
de virtud ya que esta al igual que mira favorablemente las buenas acciones debe rechazar las
acciones inaceptables. Aunque esto no ocurre del todo, se suele indignar con quienes cometen los
crímenes y no por el vicio en sí9, Séneca sostiene que para ser jueces justos de cualquier hecho,

3
Ninguna catástrofe ha significado más para el género humano. Verás matanzas, venenos, acusaciones mutuas de
reos, destrucción de ciudades, ruina de pueblos enteros, cabezas de hombres importantes puestas a pública subasta,
antorchas lanzadas contra los edificios (...)" (Séneca, De ira, I; 2.1).
4
"Piensa que se le desprecia, y con su expresión, gestos, enardecimiento se transforma de espectador en enemigo"
(Séneca, De ira, I; 2.4).
5
"Resultan engañados cuando se simulan golpes, se calman con las lágrimas fingidas de quienes les suplican perdón,
y el falso dolor se elimina con una falsa venganza" (Séneca, De ira, I; 2.5).
6
Hay manifestaciones de ira que se quedan en gritos, iras no menos duraderas que frecuentes, otras crueles en sus
actos, parcas en palabras, (...) otras son profundas y serias, volcadas sobre sí mismas; hay otras mil manifestaciones
de un mal múltiple" (Séneca, De ira, I; 4.3).
7
"El colérico puede no ser iracundo, el iracundo puede, en ocasiones, no estar colérico" (Séneca, De ira, I; 4.1).
8
"No hace daño por haber recibido una ofensa, sino que está dispuesto a recibirla con tal de hacer daño, y no va tras
los golpes y las heridas con vistas a vengarse, sino con vistas a disfrutar" (Séneca, De ira, II; 5.2).
9
"Tenemos ante la vista los vicios ajenos, los nuestros a la espalda" (Séneca, De ira, II; 28.8).

2
hay que partir de que ninguno de nosotros está sin culpa y hay que reconocer los errores del otro
de la misma manera que hay que reconocer los errores propios.
Asimismo, Séneca se dedica a analizar si la ira va acorde con la naturaleza y llega a la
conclusión de que no hay nada más contrario al hombre, puesto que implica la destrucción del
mismo y por su propia mano 10. Incluso, trata de ignorantes a aquellos que la asignan como mejor
y más cuidada obra, pues, no se trata de aniquilarnos sino ayudarnos11. La ira trae a la luz las peores
facultades del hombre contra sí mismo (porque todos estamos en la capacidad de hacernos daño)
y pienso que no hay nada peor que el ansia de destruirnos, de acabarnos los unos a los otros. Lo
anterior va en contra de las consideraciones éticas y lo que implica vivir en comunidad, partiendo
de esto surge la siguiente cuestión: ¿qué sentido tiene acabarnos? La respuesta de saciar el ansia
de venganza no es lo mínimamente suficiente a comparación de las consecuencias que trae a cabo
la violencia.
Ahora bien, es importante poner en cuestión el castigo, Séneca considera que este sí es
necesario en algunos casos pero sin ira, es decir, castigar racionalmente 12; se trata de ayudar a
mejorar y así corregir lo degradado por el vicio. Esta forma de castigo implica ir desde lo físico
hasta lo espiritual por el grado de importancia que hay en ambos y su relación inherente. Teniendo
en cuenta lo anterior, Séneca se muestra en desacuerdo con la manera de castigo de su tiempo,
pues, se supone que el político y el dirigente deben tener como fin lo honroso y lo justo; de hacer
odiosos los vicios y valiosas las virtudes; poder recriminar y aconsejar para así recurrir en última
instancia -únicamente en caso necesario- al castigo y no abusar de él13. Empero, esto no ocurre
debido a que se le quita la vida a los condenados en medio del deshonor y del escarnio con el fin
de ponerlo manifiesto y beneficiar al Estado14. Séneca difiere aquí de la idea de que la naturaleza
del hombre esté propensa al castigo dado a su relación con la ira. Además, considera que no se

10
"El hombre ha nacido para ayudar al hombre, la ira para aniquilarlo; éste quiere reunirse, aquélla separarse; éste
beneficiar, aquélla perjudicar; éste acudir incluso en ayuda de los desconocidos, aquélla atacar incluso a los seres más
queridos (...)" (Séneca, De ira, I; 5.2).
11
"La vida humana está basada en la bondad y en la concordia y no se ve obligada a pactar y ayudarse mutuamente
gracias al terror, sino al amor mutuo" (Séneca, De ira, I; 5.3).
12
"No se trata de dañar, sino de curar bajo la apariencia de daño" (Séneca, De ira, I; 6.1).
13
"Atribuya la pena máxima a los máximos crímenes, para que no muera nadie más que aquél que al morir se beneficia
con la muerte" (Séneca, De ira, I; 6.3).
14
"Para que sirvan a todos de testimonio y el Estado, al menos, se beneficie de la muerte de quienes no quisieron ser
útiles a nadie" (Séneca, De ira, I; 6.4).

3
puede castigar o hacer daño a un hombre por lo que hizo sino por lo que hará15; el pasado no se
puede remediar pero sí se puede tratar de corregir y evitar que suceda el mismo error (o errores
nuevos) en el futuro.
Por otra parte, viene la discusión de si eliminar la ira o mantenerla y controlarla. Hay
algunos que sostienen que puede ser útil ya que eleva al espíritu y lo estimula (útil para un soldado
en guerra) y después de apartar lo que no se necesitó, reducirla a su justo medio. Séneca se muestra
en desacuerdo y plantea que es más práctico y mejor para el hombre eliminar por completo la ira 16,
sumado a esto, es posible que nos sobrepase y se salga de control, impidiendo un retroceso del
impulso para poder moderarla. Hay que rechazar la ira desde su primer acceso inmediatamente y
esforzarnos por no caer en ella debido a que si empieza a controlarnos es muy difícil volver a la
normalidad. Todavía cabe señalar que Séneca sostiene que la ira o bien es mala o bien no es
necesaria partiendo de que algunos sostienen que no se dejan dictar por esta, si esto es así y no
hacen nada es evidente que no es necesaria. Con respecto a la razón, si es más débil que la ira no
podrá ponerle mesura, significando que las personas estarán sujetas a dejarse consumir por la ira;
en cambio, si la razón es más fuerte y por su propia cuenta puede conseguir sus fines, no debe
echar de menos -o en absoluto- algo más débil. Así mismo, si la ira fuese un bien no se desearía
quitarle algunas facultades, al contrario, se desearía incrementarla puesto que sería mejor en tanto
mayor sea pero esto no es beneficioso17.
No obstante, hay dos aspectos que en lo personal me parecen muy problemáticos y son el
hecho de encolerizarse por las injusticias que sufren los seres queridos (o más cercanos) y la
polémica de si la ira se da espontáneamente o si se da con plena consciencia por nuestra parte.
Considero que es casi que inevitable -si es que no es imposible- sentir cólera cuando algo injusto
le ocurre a un ser querido. Séneca considera que esto es signo de un espíritu débil 18 pero añade
algo con lo que sí estoy de acuerdo19; hay que ser crítico y luchar por lo que es justo y no por el
dolor que se siente o las ansias de venganza. Reitero, creo que es inevitable sentir cólera, sin

15
"Nunca el castigo hará referencia al pasado, sino al futuro" (Séneca, De ira, II; 30.8).
16
"Es más fácil prescindir de lo pernicioso que gobernarlo y más fácil no admitirlo que imponer normas a lo admitido"
(Séneca, De ira, I; 7.2).
17
No es útil que se incremente; por tanto, tampoco es que lo exista" (Séneca, De ira, I; 13.2).
18
"Encolerizarse por los suyos no es propio de un espíritu piadoso sino débil" (Séneca, De ira, I; 12.5).
19
"Bello y digno es salir en defensa de padres, hijos, amigos, ciudadanos, llevados del deber, con plena voluntad,
juicio y reflexión, no guiados por el impulso y la rabia" (Séneca, De ira, I; 12.5).

4
embargo, lo importante es no dejarse consumir por esta y especialmente no actuar o tomar
decisiones mientras se esté en ese estado. En cuanto al segundo aspecto, Séneca expone que la ira
se da cuando la aprueba el espíritu 20. Al nuestra voluntad interferir para aceptar la ira nos estamos
conformando con esta y sus afectaciones en nosotros, por consiguiente, está en nuestras manos
aceptarla o negarla. Pero esto no es tan sencillo, considero que sí se puede hacer aunque esto
requeriría de una práctica intensa y una gimnasia constante para poder tomar control y ser racional
en el momento en el que llega la ira desde su primer acceso; es cuestión de preparar al espíritu para
no percibir la cólera o bien, poder dominarla. El sabio sabrá dominar la ira y mantener la calma 21.
Además, hay otro aspecto importante, este siendo la tristeza ya que toda ira terminará en
esta22. La tristeza nos consumirá después de habernos consumido la cólera, o bien porque hemos
hecho algo de lo que no estamos orgullos y nos arrepentimos o bien porque hemos fracasado en
querer evitar o hacer algo. La tristeza podría tomarse entonces como la consecuencia de un acto
reflexivo después de algo que ha sido muy abrumador y con muchas afectaciones para nosotros
mismos y para el resto como lo es la ira. En este punto, Séneca hace una crítica a una concepción
del sabio partiendo de la afirmación de que es propio de este encolerizarse contra los errores,
debido a que si se acepta esto entonces el sabio tendrá que encolerizarse a menudo, incluso, nunca
dejará de encolerizarse ya que su estado de ánimo estaría sujeto a la maldad ajena (a todos los
crímenes). Lo anterior implica que el sabio sea irascible, pero en su espíritu no tendría que haber
cabida para esto23. Esto también me parece problemático si se cae en extremos, estoy de acuerdo
con Séneca en cuanto a que no debemos encolerizarnos por los errores y así, con que el sabio no
deba encolerizarse todo el tiempo ya que enloquecería (este sería un extremo). No obstante, no
estoy de acuerdo con que se llegue a caer en un estado de conformidad, es decir, adaptarse a las
injusticias y -en ese sentido- aceptarlas (este sería otro extremo). Creo que al ver injusticias
debemos tomarlas a consideración, examinarlas y tratar de hacer algo al respecto; porque no solo
se trata de identificar cuándo o por qué sucede algo sino tratar de mejorar. Séneca también atribuye

20
"No es propio de un impulso que se motiva sin intervención de nuestra voluntad" (Séneca, De ira, II; 1.4).
21
"El espíritu elevado, siempre en calma y colocado en una situación de tranquilidad, dominando desde arriba todos
los factores que dan origen a la ira, es modesto, digno de respeto, armonioso; nada de esto encontrarás en el
encolerizado" (Séneca, De ira, III; 6.1).
22
"La tristeza es compañera de la cólera y toda ira va a parar en ella" (Séneca, De ira, II; 6.2).
23
"Si el sabio debe encolerizarse ante las acciones vergonzosas, exaltarse y entristecerse por los crímenes, no hay
cosa más penosa que un sabio, pues toda su vida se la pasará en medio de la cólera y de la tristeza" (Séneca, De ira,
II; 7.1).

5
esta actitud como algo propio del sabio 24. De igual manera, considera que nadie nace sabio, se
hace y es nuestra condición por nacimiento equivocarnos aunque no por esto debemos rechazar
los errores, al contrario, debemos amarlos 25.
Dicho esto, Séneca sostiene que es mejor curar una ofensa en vez de vengarla debido a que
la venganza toma mucho tiempo, hace que la cólera dure más e implica enfrentar el vicio con el
vicio. En lo personal, nunca he estado de acuerdo con la ley del Talión (ojo por ojo, diente por
diente), es justamente combatir el vicio con el vicio. Haciendo un análogo de esto frente a la ira y
como esta conlleva a la violencia sería combatir la violencia con más violencia (o en sentido simple
la ira con ira). Pongo en cuestión que así se solucione la violencia, la ira o cualquier otro vicio. Es
más, me atrevo a decir que no solo lo incrementa sino lo empeora. En este caso, Séneca le da un
gran énfasis al tiempo ya que afirma que es el mejor remedio contra la ira. La ira se disipa conforme
va transcurriendo el tiempo. Ergo, no hay que exaltarnos ni buscar ningún tipo de venganza o algún
mecanismo violento, pues, no hay ira que perdure.
Por último, Séneca pone como objetivo procurar la paz al espíritu para que nos mantenga
saludables y dar satisfacción a la consciencia. Propone extirpar la ira de raíz, rechazarla del todo
para así poder purificar la mente. La ira no sirve para ningún bien, solo lleva a odiarnos o
violentarnos y es imperativo desligarnos de ella. Considero una ironía que siendo el hombre como
es de frágil se establezca como destructor o que el auge de la razón se de para la destrucción propia.
Séneca al finalizar el tercer libro hace un llamado a la humanidad, a nuestras acciones y
afectaciones en los otros26. La ira nos ha dañado, violentado e incluso deshumanizado. Se ha
llegado al punto en que la violencia ha sido normalizada, donde no se escandaliza por algo tan
barbárico como lo es la guerra. Hoy en día, algo tan simple como dialogar con el otro, tomar a
consideración sus puntos de vista y hacer valer las diferencias de manera digna resulta casi
imposible, se ha llegado a maltratar y hasta a asesinar al otro debido a la polarización. La violencia
es muda; se ha perdido el poder de la palabra y esta pérdida tiene una repercusión a nivel de la
misma humanidad como lo dijo Hannah Arendt en su prólogo de La Condición Humana:

24
"De modo que el sabio, sereno y justo con los defectos, no enemigo sino corrector de los que cometen la falta,
avanza cada día con esta intención (...)" (Séneca, De ira, II; 10.7).
25
"Entre los restantes inconvenientes de la condición de mortal hay que incluir la ofuscación de la meta y, no sólo la
imposibilidad de no equivocarse, sino el amor a las equivocaciones" (Séneca, De ira, II; 10.1).
26
"Mientras seguimos respirando, mientras estamos entre los hombres, respetemos a la humanidad, no constituyamos
un temor o un peligro para nadie, despreciemos los daños, las injurias, los insultos, las puntadas, y soportemos con
generosidad los inconvenientes" (Séneca, De ira, III; 43.5).

6
"Cualquier cosa que el hombr e ha ga, sepa o experimente sólo tiene sentido en el
grado en que pueda expresarlo (...) los hombr es en plural, o sea, los que viven, se
mueven y actúan en este mundo, sólo exper imentan el significado debido a que se
hablan y se sienten unos a otros a sí mismos" (Ar endt, 2005, pág 32).

No debemos separarnos ni acudir a la violencia, debemos tratar de entendernos y superar


las dificultades en comunidad. No deberíamos tolerar vivir en un mundo donde la barbarie se da
en el día a día y peor aún, es aceptada y normalizada.

Bibliografía

Séneca, L.A. (1994). Diálogos. Barcelona: Altaya.


Arendt, H. (2005). La condición humana. Barcelona: Paidós.

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