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Oración Inicial:
- Jesús crucificado, postrados a tus pies te ofrecemos las "Lágrimas y Sangre" de aquella que te
acompañó con tierno amor y compasión en tu via-crucis. Concédenos la gracia, Oh buen Maestro
de tomar a pecho las enseñanzas contenidas en las "Lágrimas y Sangre" de tu Santísima Madre,
para cumplir tu voluntad de tal manera que un día seamos dignos de alabarte y glorificarte por
toda la eternidad, Amén.
- Oh Jesús mío, mira las Lágrimas y Sangre de aquella que te tenía el amor más grande en la tierra
y te ama con el amor más fervoroso en el cielo.
- Oh Jesús escucha nuestros ruegos por las Lágrimas y Sangre de tu Santísima Madre.
Al finalizar el Rosario se dice tres veces: " Oh Jesús mío, mira las Lágrimas y Sangre de aquella que
te tenía el amor más grande en la tierra y te ama con el amor más fervoroso en el cielo."
Oración Final:
Oh! María, Madre al Amor, de los Dolores y de Misericordia, te suplicamos reúne tus ruegos con
los nuestros para que Jesús, a quien nos dirigimos en el nombre tus "Lágrimas Y Sangre" maternas,
escuche nuestras súplicas concediéndonos con las gracias que te pedimos la corona de la vida
eterna, Amén.
Tus Lágrimas y Sangre Oh! Madre Dolorosa, destruya el reino del infierno.
Por tu Divina mansedumbre, Oh misericordioso Jesús, guarda al mundo de los horrores
amenazantes.
Plegaria a María Rosa Mística
Virgen Inmaculada, Rosa Mística, en honor de tu Divino Hijo nos postramos delante de ti,
implorando la misericordia de Dios. No por nuestros méritos, sino por la bondad de tu corazón
maternal concédenos ayuda y gracia con la seguridad de escucharnos.
Dios te salve...
Rosa Mística, Madre de Jesús, Reina del Santo Rosario y Madre de la Iglesia - del Cuerpo Místico
de Cristo - Te pedimos concedas al mundo, rasgado por la discordia, la unidad y la paz y todas
aquellas gracias que puedan cambiar los corazones de todos tus hijos.
Dios te salve...
Rosa Mística, Reina de los Apóstoles, haz que, alrededor de los altares eucarísticos, surjan
muchas vocaciones sacerdotales y religiosas para difundir con la santidad de su vida y con el celo
apostólico el Reino de tu Hijo Jesús por todo el mundo. Derrama sobre nosotros tus gracias
celestiales.
Dios te salve...
Dios te salve, Reina... Rosa Mística, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros!
MISTERIOS PARA EL REZO DE LA CORONILLA DE LAS LAGRIMAS Y SANGRE DE
MARÍA ROSA MÍSTICA
MISTERIOS DE LAS SIETE ALEGRÍAS O GOZOS DE MARÍA:
Las siete alegrías o gozos se rezan lunes y jueves (y sábado de
mañana)
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir
precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo
al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de
muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te
acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que
sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio
3° misterio: Cuando buscó por tres días a su hijo que se había quedado
en el Templo de Jerusalén, luego de la visita en tiempo de Pascua.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste
al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le
habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu
cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los
méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos
caminos
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste
al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas,
llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era
creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan
grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz,
después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo
verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del
mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente;
en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la
frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería
el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande;
sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del
pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del
mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser
humildes como Él lo fue
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste
al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu
amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos
vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento
cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en
aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del
mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que
podamos recibir los frutos de la redención
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste
al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si
la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del
gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino
también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en
tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían
muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima
de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los
méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo
7° misterio: Cuando contempló el cuerpo de su Divino Hijo acostado en
el Sepulcro
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste
al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el
universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último
momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance
de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta
que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la
suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la
muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros
pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y corredentora, le acompañaste
en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción;
te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo,
concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te
pedimos.
Dios te salve, María, Hija de Dios Padre; Dios te salve, María, Madre de
Dios Hijo; Dios te salve María, Esposa del Espíritu Santo. Dios te Salve
María, Templo y Sagrario de la Santísima Trinidad, no permitáis,
Señora, que ningún cristiano viva ni muera en pecado mortal ni
venial. Te amo y venero, oh María Santísima, Templo y Sagrario de la
Santísima Trinidad. Tú eres la Hija de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo
y la Esposa de Dios Espíritu Santo. Nadie como tú ha penetrado en el
inefable misterio del Dios que es Uno en esencia y Trino en Personas.
Nadie como tú ha amado a la Santísima Trinidad, ni nadie ha sido tan
amado como tú por el Dios Uno y Trino. Por ello te pedimos:
- que seamos dignos hijos del Padre,
- que seamos uno con el Hijo,
- que seamos santificados por el Espíritu Santo,
- que adoremos a un solo Dios en la Trinidad Santísima y a la Trinidad
en la unidad,
- que amemos con todo nuestro corazón, con todo nuestros ser, con
todas nuestras fuerzas al Dios Uno y Trino,
- y que todo cuanto hagamos de pensamiento, palabra y obra sea para
la mayor gloria y alabanza del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.
Oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que uno solo
de cuantos han acudido a tu protección e implorado tu ayuda ha sido
desamparado por ti. Animado con esta confianza yo también acudo a
ti, Madre, Virgen de las vírgenes, me postro a tus pies pidiéndote,
Madre de Jesucristo, que no desoigas mis súplicas, antes bien dígnate
escucharlas y atenderlas benignamente. Amén.
Reina del paraíso y Madre del santo amor, ya que eres la criatura más amable, la más amada
de Dios, y quien más le ha amado, acepta que te ame también un pecador, el más ingrato y
desdichado del mundo. Viéndome, gracias a ti, libre del infierno, y tan favorecido por ti sin
merecerlo, me he prendado de tu bondad, y en ti he puesto toda mi esperanza. Señora mía, te
amo, y quisiera amarte, más de lo que te han amado los santos de ti más enamorados.
Quisiera, si en mí estuviese, hacer conocer a todos los que te ignoran, cuán digna eres de ser
amada, para que todos te amasen y venerasen. Quisiera morir por tu amor, por defender tu
virginidad, tu dignidad de Madre de Dios, tu Inmaculada Concepción, si por defender estos
privilegios, fuera preciso dar la vida. Amada Madre mía, recibe mis afectos, y no permitas
que un siervo que te ama, vaya a ser enemigo del Dios que tanto quieres. Así fui yo que ofendí
a mi Señor. Pero entonces, María, no te amaba, y poco me importaba ser amado de ti. Pero
ahora, nada deseo tanto, después de la gracia de Dios, que amarte y ser por ti amado. Sé, mi
Señora, la más agradecida y benigna, que no desdeñas amar a quien te ama, a la vez que no te
dejas ganar en el amor. Quiero amarte en el paraíso. Allí, a tu lado, conoceré de veras, cuán
amable eres, y cuánto has hecho por salvarme; por eso te amaré con más fervor, y mi amor
será eterno, sin temor de dejar nunca de quererte. María, yo confío salvarme por tu medio.
Ruega a Jesús por mí. Yo nada más anhelo, tú eres mi esperanza. Por eso te cantaré siempre:
“María, esperanza mía, tú me tienes que salvar”. Amé.
NOTA: Las meditaciones pueden ser cambiadas por otras más cortas.
ORACIÓN DE SANACIÓN.
En el libro del Eclesiástico 38,9 dice: "Hijo, en tu enfermedad, no seas negligente, sino que acude
al Señor que él te sanará."
Volvamos la mirada a Dios, tanto el enfermo como los que oran, postrémonos humildemente ante
el Señor y reconozcámoslo como Señor. Invoquemos el poder de las llagas y de la Sangre de Jesús.
Por los méritos que El nos ganó con el dolor de sus heridas. Recordemos como nos lo dice la
Palabra: Por sus llagas hemos sido sanados. (1 P 2,24).
También recordemos darle gracias al Señor por lo que ha hecho en nuestras vidas creyendo que
Dios está obrando con poder en nosotros y que él nos está sanando.
Oremos
Padre Santo, en el Nombre de Jesucristo y con la intercesión de la Santísima Virgen María, de los
santos ángeles, de los santos, de la Madre María de San José te presentamos a los enfermos en el
alma, en la mente, en el cuerpo y en el espíritu y te pedimos para todos ellos y también para
nosotros que nos sanes. Todo lo pedimos de acuerdo a tu Santo Voluntad Padre Santo, en el
Nombre de Jesús, por los méritos de su Divina Infancia, por su Sangre Preciosa, por sus santas
llagas, por su Resurrección que todo sea para tu gloria. Creemos en tu poder y te pedimos, oh
buen Jesús que la tuerza del Espíritu Santo sea liberada ahora y que todos seamos curados.
En el Nombre de Jesús y con la intercesión de María, Rosa Mística, de los santos ángeles, de los
santos y benditas ánimas del purgatorio, te pedimos Padre Santo que nos sanes de toda herida
profunda en nuestros corazones, de todo resentimiento y rechazo; de toda carencia de amor, de
depresión y de soledad, sánanos de toda carencia afectiva. Sánanos de toda frustración, fracaso,
complejo y trauma, de odios, de divisiones, de envidia, de hipocresía, de ira, rabia, (especialmente
de...). Llena Señor en nosotros cualquier vacío que pudiera existir con tu presencia santa y danos
tu llenura. Danos tu libertad y tu amor. Danos tu paz.
En el Nombre de Jesús y con la intercesión de nuestra Madre Celestial María, Madre de la Iglesia,
de los santos ángeles y santos del cielo, te pedimos Padre Santo que nos sanes de cualquier vicio
que pudiéramos tener (especialmente de...), sánanos de todo miedo, temor, nerviosismo,
angustia, ansiedad, e inseguridad, del orgullo y de toda soberbia. Sánanos de depresión, psicosis,
obsesiones, de toda inestabilidad emocional y mental, decepción, desengaño, amargura, de
rebeldía, de toda idolatría y superstición, de toda enfermedad mental, y de cualquier falta de
perdón.
En el Nombre de Jesús y con la intercesión de la Santísima Virgen María, de los santos ángeles, de
los santos y benditas ánimas del purgatorio, Padre Santo te pedimos que nos liberes de toda
atadura genética dañosa proveniente de nuestros antepasados. En el nombre de Jesucristo te
pedimos que cortes Padre Santo en este momento cualquier atadura de pecado transmitida por
nuestros antepasados, así como cualquier maldición heredada.
En el Nombre de Jesús y con la intercesión de la Santísima. Virgen María, de los santos ángeles, de
los santos y benditas ánimas del purgatorio, te pedimos Padre Santo que nos sanes físicamente de
toda enfermedad conocida o desconocida, de toda enfermedad curable o incurable. Sánanos
especialmente de cáncer, de toda enfermedad glandular, de obesidad, de anorexia, asma, artritis,
artrosis, hígado, páncreas, vesícula, vaso, enfermedades circulatorias, de la sangre, de la presión
arterial, de enfermedades en la piel, de alergias, de enfermedades respiratorias, de enfermedades
estomacales, de nervios, de ansiedad, de stress, de anemia, de sida, y especialmente de...
Gracias Padre Santo por escuchar nuestras plegarias, sabemos que Tú estás actuando con tu poder
y que todo lo puedes. Señor, en Ti confiamos y en Ti esperamos. Te damos gracias por todo lo que
has hecho, por lo que estás haciendo y por lo que seguirás haciendo en nuestras vidas. Amén.
Oración a la Madre de Dios por el Ofrecimiento de la Preciosísima Sangre de
Jesús
Rosa Mística, Madre de la Iglesia, Virgen Santa e Inmaculada, Madre de Dios y Madre nuestra, yo
te ruego, ofrezcas Tú a tu Hijo Divino desfigurado de llagas y sangre, su Preciosísima Sangre al
Eterno Padre para mayor honor y adoración de la Majestad Divina, para acción de gracias por
todas las gracias y beneficios recibidos, para la expiación de mis pecados y los de todo el mundo,
para la conversión de los pecadores, para la conversión mía y enmienda, para alejar todos los
pecados graves en este día, para la conservación de la fe en nuestros países, para el retorno y
conservación de la juventud en la fe y moral, para salvar a los moribundos, por el Padre Santo,
obispos y sacerdotes, por las necesidades de la Iglesia, por los perseguidos por la fe, por mí
mismo: para aumentar la fe, esperanza y caridad, para aumentar la gracia y los siete dones del
Espíritu Santo, para aumentar la humildad, paciencia, resignación a la voluntad de Dios, para
conseguir una muerte santa, para ayuda y consuelo de los afligidos, enfermos e inocentemente
atormentados en la tierra, para el consuelo y por la liberación de los oprimidos por el demonio, y
por la liberación de las almas del purgatorio, para mayor gozo de los ángeles y santos.
Bendita sea la Preciosísima Sangre de Jesús ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.
Reina Rosa Mística del mundo, Reina del Universo, nuestra Madre, en Ti y por Ti bendecimos el
misterio admirable de la Sangre de Jesús, el potencial más grande de Reconciliación.
Aureolada por el misterio de la Inmaculada Concepción has colaborado con la victoria brillante de
la Sangre de Jesús en nuestra redención, y estando al lado de Jesús, el Redentor, te ha hecho
Corredentora y Madre de todos los hombres. Por el triunfo de tu Corazón Inmaculado, Dios te ha
elegido como Mediadora de todas las gracias.
Oh Santísima Virgen María, Madre, exaltada a un puesto tan alto, te saludamos como Señora y
Reina de la preciosísima Sangre de Jesús: rocía nuestras almas con la Preciosísima Sangre de
Jesucristo, que da de beber a las almas, para vencer las asechanzas del demonio y andar siempre
con celo santo el camino de la virtud. Escribe con la Sangre del Cordero nuestros nombres en el
libro de la vida, para que un día después de haber sido devotos de la Preciosísima Sangre de
Jesucristo podamos glorificaría en la gloria eterna. Amén.
Oración a María, Rosa Mística
Oh María, Rosa Mística, Madre de Jesús y también Madre nuestra! Tú eres nuestra esperanza,
nuestra fortaleza y nuestro consuelo. Danos desde el cielo tu maternal bendición en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Rosa Mística, Inmaculada Virgen, Madre de la gracia, en honor de tu Divino Hijo, nos postramos
ante Ti, para implorar la misericordia de Dios. No por nuestros méritos, sino por la bondad de tu
Corazón maternal, pedimos ayuda y gracias, con la seguridad de ser escuchados. Avemaría…
Rosa Mística, Madre de Jesús, Reina del Santo Rosario y Madre de la Iglesia, Cuerpo Místico de
Jesucristo. Te pedimos para el mundo destrozado por las discordias, el don de la unión, de la paz y
de todas las gracias que pueden convertir los corazones de tantos hijos tuyos. Avemaría…
Rosa Mística, Madre de los apóstoles, haz florecer alrededor de los altares eucarísticos, numerosas
vocaciones sacerdotales y religiosas, que con la santidad de su vida y el celo ardiente por las
almas, puedan extender el Reino de tu Hijo Jesús por todo el mundo. Derrama, Oh Madre sobre
nosotros tus dones celestiales.