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El voto de los peruanos en el exterior y

la creación de la circunscripción
electoral especial 2021
Opinión de Manuel Rodríguez Cuadros, ex Canciller del Perú

Se trata ahora de complementar el derecho al sufragio con el derecho a la


representación propia, a través de la creación de un distrito electoral para
los peruanos que viven en el exterior. De poner sus derechos políticos en
igualdad jurídica con quienes habitan en el territorio nacional.

Las crisis de la corrupción y de la COVID-19 constituyen


desafíos para la capacidad de resiliencia y respuesta del Estado
y los ciudadanos para defender y consolidar la democracia. Las
reformas políticas no se deben detener. Más allá de los avances
parciales que ya se han aprobado, hay cuestiones esenciales
pendientes como prohibir que personas jurídicas nacionales o extranjeras financien a los
partidos o movimientos políticos - como se hace en Chile-y eliminar el voto preferencial.

Pero hay otra reforma aún no valorada en su dimensión real, que hace a la naturaleza
inclusiva de la democracia y el sistema político. La representación de las comunidades
peruanas en el exterior en el Congreso de la República.

El principio de representación de la población en los órganos políticos de gobierno es el


componente esencial de la vida democrática. No existe democracia sin órganos de
representación popular elegidos por el sufragio universal. El derecho a elegir y ser elegido
es un derecho humano esencial.
Conforme a la Constitución, todos los peruanos y peruanas tienen derecho a la igualdad
ante la ley. A participar en forma individual o asociada en la vida política, a ejercer los
derechos a elegir y ser elegido. De estos derechos no puede ser excluido nadie por el
hecho de fijar su domicilio fuera del territorio nacional. El texto constitucional no admite
esta discriminación. La regulación de los derechos políticos no puede estar dirigida a
restringir su ejercicio, sino a asegurarlo sin discriminación de ninguna naturaleza.

En el mundo viven más de tres millones de peruanos y peruanas en el exterior (según


cifras del INEI al 2017 ya eran 3'089,1239). El Perú no ha sido históricamente una sociedad

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de emigración. Desde inicios de la República fue más bien un Estado que estimuló la
inmigración. Es la historia de la inserción de corrientes migratorias procedentes del
África, el Asia y Europa que contribuyeron a la pluralidad cultural y étnica de la sociedad
peruana.

Recién, hace muy poco, desde mediados de la década de los ochenta, el Perú se convierte
en una sociedad de emigración. En tres décadas se produjo un desborde del éxodo de
peruanos hacia el exterior. Según datos censales, en 1980 vivían en Estados Unidos 55,496
peruanos, hoy superan el millón. En 1991 los peruanos en Buenos Aires eran 15,939. En
solo una década se duplicó esa cifra. El Estado peruano no estuvo preparado para una
transformación de esta naturaleza.

Los servicios consulares, concentrados desde 1821 en las relaciones económicas y


comerciales, se encontraron abruptamente frente a cientos de miles de ciudadanos
peruanos en situación migratoria regular o irregular, que demandaban al Estado políticas
inclusivas de atención y protección.

Hasta la década de los noventa los consulados se auto-percibían como instancias de


autoridad, asociadas a responsabilidades casi exclusivamente económicas y
comerciales. Con un distanciamiento hacia los migrantes propio de una relación
autoritaria entre gobernante y gobernado. Era la imagen del cónsul prefecto. Como
describe Ulla D. Berg (Contemporary Nation Building and the Political Economy of
Emigration in Perú), esta estructura entró en contradicción con las demandas de las
oleadas de migrantes. Solo a partir del 2003 se produce una reforma profunda en la
concepción de la relación del Estado con los peruanos en el exterior. Se pasó del
paradigma del cónsul perfecto al del cónsul servidor público.

Se puso en el centro del vínculo de las comunidades en el exterior con el Estado un


enfoque de derechos. La reforma que adopté -ejercía el cargo de canciller en ese entonces-
estableció siete políticas esenciales: reforma y mejora cualitativa de los servicios
consulares; protección legal; asistencia humanitaria; revinculación económica y
productiva de las comunidades con el Perú; revinculación de las identidades nacionales
y culturales, un enfoque descentralizado; inserción productiva, legal y respetuosa de los
derechos humanos de los peruanos en las sociedades de recepción y promoción del
ejercicio de la ciudadanía y la participación en la vida política. Estas políticas continúan
siendo los referentes de los vínculos del Estado con los nacionales en el exterior, con
avances y retrocesos, aciertos y errores. Pero han tenido la virtud de crear las condiciones
para una vasta movilización de las organizaciones de los peruanos en el exterior.
Contribuyó a empoderar sus derechos. Y entre ellos el derecho a elegir y ser elegido.

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De este espacio de la sociedad civil surgieron la demanda y el activismo institucional para
pedir al congreso y a los sucesivos gobiernos la creación del distrito electoral del Quinto
Suyo. Desde el 2001, decenas de organizaciones en Nueva York, Nueva Jersey, Miami,
Los Ángeles, San Francisco, Denver, París, Barcelona, Madrid, Buenos Aires, Santiago
(especialmente la Federación Mundial de Instituciones Peruanas - FEMIP, liderada por el
ingeniero Julio Salazar) vienen movilizándose a favor de esta justa reivindicación.

A este activismo contribuyó desde mucho antes el hecho de que la Constitución de 1979
reconociera el derecho al sufragio electoral de los peruanos en el exterior. También la
práctica acumulada de su activa participación en todos los procesos electorales
posteriores.

Se trata ahora de complementar el derecho al sufragio con el derecho a la representación


propia, a través de la creación de un distrito electoral para los peruanos que viven en el
exterior.

De poner sus derechos políticos en igualdad jurídica con quienes habitan en el territorio
nacional. Las modalidades específicas de la representación las debe debatir y decidir el
congreso y llegar a una fórmula de consenso, que no debería ser menor a la elección de
dos congresistas por el nuevo distrito electoral. Puede ayudar a la labor del congreso una
mirada comparada a la legislación ya existente en países como Italia, Portugal,
Colombia o Ecuador.

Desde la perspectiva de la cohesión social, sería una decisión que fortalecería el nosotros
de la vida política peruana. Y, evidentemente, el perfeccionamiento del régimen de
derechos políticos que reconoce la Constitución.

Las comunidades peruanas en el exterior son el principal difusor de la identidad y la


cultura peruana en el mundo. El retorno temporal de los migrantes para el reencuentro
con su localidad de origen y sus familias constituye un rubro muy importante de los
ingresos por turismo. Y las remesas a sus familiares, más de tres mil millones de dólares
al año, son sin duda el principal programa de lucha contra la pobreza en el país y de
mejora de los ingresos de los emergentes estratos bajos no pobres de la población.

Esta reforma debe hacerse de inmediato. Con miras a las elecciones generales del 2021.
Ha sido respaldada durante la última campaña electoral por la mayoría de las fuerzas
políticas representadas hoy en el Congreso. La coherencia y la consecuencia en las
conductas políticas deberían asegurar su aprobación por consenso o por una muy amplia
mayoría. (Fuente: RPP - Perú)

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