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elaboración de un libro
ilustrado
Alberto Albarrán
En este artículo quiero describir cómo ha sido el proceso de trabajo que he
seguido para ilustrar y diseñar un libro ilustrado. Lo redactaré todo a modo de
memoria final y os explicaré los pasos que he ido dando para ilustrar y diseñar este
libro. Seguramente otra persona lo haría de distinta manera, igual que yo mismo lo
haría diferente si fuese un proyecto distinto (de ahí que lo titule «Un» proceso, y
no «El» proceso).
Punto de partida
El libro fue una propuesta que nos hizo Fuencisla Valverde, de la Librería
Diagonal de Segovia, a Alberto Martín Tapia (NiñoCactus) y a mi para que nos
pusiéramos a trabajar juntos en lo que quisiéramos. Le apetecía mucho editarnos
un libro juntos, recogimos el guante y nos pusimos manos a la obra. Reconozco
que nos costó hacer un hueco en nuestras apretadas agendas para ponernos a
ello pero visto el resultado no hay duda de que mereció la pena.
Yo ya había trabajado con Fuencisla en otra publicación en la que ilustraba
a Ignacio Sanz en «25 retahílas para echar a suertes» pero esta vez iba a ser
distinto. Conocía a Alberto (NiñoCactus) desde hacía tiempo. Es un excelente
narrador y un escritor reconocido que ha publicado varios relatos y cuentos en
distintas editoriales nacionales y me hacía mucha ilusión hacer algo juntos. Los
dos Albertos, ya véis.
Fuencisla, como editora, dejó todo en nuestras manos. Nos propuso el tamaño de
la publicación, nada más. Ella se fiaba de nosotros. Yo me fiaba de Alberto así que
al final, sin quererlo, le dejamos a él la iniciativa y nos presentó una propuesta muy
divertida, ideal para lo que quería Fuencisla.
La historia que cuenta el libro
Os cuento un poco de qué trata el contenido para que podáis seguir este relato. La
protagonista es la señora Buenaventura, que nos la presenta Alberto como la
mujer más precavida del mundo que, por determinadas circunstancias que ya
conoceréis, va siempre provista de todo tipo de objetos… por si acaso.
El relato está estructurado según pequeñas historias que van ocurriendo a lo largo
de doce meses del año de manera que cada capítulo pertenece a un mes.
Comienza en abril y finaliza en marzo. Termina con un epílogo final que debemos
guardarnos de cotillear antes de leer el libro. No destripa nada pero es mejor.
Los capítulos no serán muy extensos. Prácticamente cada mes, salvo alguna
excepción, ocupa una doble página de manera que el ritmo de seguimiento del
libro es muy ligero y estable, algo que ayuda mucho a llevarnos a las distintas
historias a lo largo de todo el relato.
Primeras pruebas de diseño
Lo primero que hay que hacer es formatear el texto, es decir, eliminar dobles
espacios, unificar espaciados, eliminar tabulaciones… No he tenido que corregir
casi nada porque Alberto me ha pasado el texto perfecto. Así da gusto. Lo
siguiente es distribuirlo por las páginas para ver la extensión que puede tener el
libro. Hasta que no se hace esto no se sabe cuántas páginas va a tener el libro.
Distribuyo texto y voy viendo cuánto hueco hay disponible para las ilustraciones.
Abro paréntesis: sobre este software de edición para libros publiqué ya hace
mucho un breve manual sobre sus funciones básicas que podéis seguir en «Breve
introducción a la maquetación con Adobe InDesign». Cierro paréntesis.
Comienzo a pensar en los tamaños de las tipografías que vamos a utilizar y
establezco las jerarquías entre ellas. No es conveniente usar demasiadas. Usaré
una familia tipográfica del grupo de las llamadas romanas o con serifas, que es la
más adecuada para este tipo de trabajos. Es legible, que es de lo que se trata y no
tiene ninguna característica especial que haga que el lector se distraiga. Yo creo
que cuanto más pase desapercibida la letra (en cuanto a diseño), mejor, ya que el
objetivo principal es que el lector se meta en la historia y se olvide de que hay algo
diseñado.
Había que definir, en un primer momento, el tamaño del texto general y después
cómo iban a ser los títulos de los capítulos, los folios, el índice, etc.
Para decidir el tipo de letra, sobre todo el tamaño del texto, es imprescindible
imprimir y verlo en papel. No se debe evaluar un tamaño de letra en la pantalla del
ordenador. Una vez que elijo un tamaño de texto que considero válido, cómodo de
leer, maqueto rápidamente el resto de capítulos porque necesitamos saber la
extensión del libro.
Más adelante, cuando muestre las primeras pruebas a Fuencisla y a Alberto vamos
a decidir que la letra debe ser algo más grande, con lo que teníamos que resolver
varias cuestiones. Ahora habrá capítulos que necesiten más espacio si se
mantiene el mismo texto. Decidimos que ampliábamos cuatro páginas más, que
algunas ilustraciones iban a ir más pequeñas, que íbamos a reducir los márgenes y
que algunos de los textos iban a ser visitados por las tijeras. Nos quedó bien. Nos
quedó mejor.
A la hora de diseñar me resulta muy cómodo poder ver cómo funcionan juntas
cada una de esas partes y si alguna pieza debe ser más grande que otra, por
ejemplo. Por otro lado este sistema me permite aplicar colores de manera más
controlada o personalizada, me permitirá también más facilidad para modificarlos
si después fuera necesario… Me parece que es muy importante, además de cómo
se diseñan los personajes, planificarlo de manera que se puedan realizar
correcciones o modificaciones de manera eficiente y que un simple cambio de
color o tamaño no implique volver a hacer una ilustración de nuevo (sobre todo si
no tenemos mucho tiempo o si los cambios no están presupuestados).
Antes de pensar qué escenas voy a ilustrar diseño primero a todos los personajes
que van a salir en la historia, así me será después muy fácil adaptarlos a cualquier
situación en función de lo que se esté contando en la historia. Es como preparar
primero a los actores y después sacarlos a escena. Por ejemplo, una vez diseñado
a la señora Buenaventura, si quiero que en un momento dado esté andando y en
otra quieta no tengo más que modificar aquellos elementos que sean necesarios
(piernas, brazos…). Por otro lado, si más adelante tuviera que modificar algo del
personaje me sería muy fácil hacerlo. Por ejemplo, en algunos capítulos el cartero
lleva gorra y en otros no. Al estar diseñado «por partes» quitarlo y ponerlo será
muy rápido.
Aunque el diseño del personaje tal cual está aquí arriba no me disgusta, he querido
dar un toque más cálido y voy a aplicar un sombreado a lápiz de grafito que
incorporaré al diseño digital de manera que se rompa un poco la frialdad de la
técnica digital de colores planos con algo tan gestual, tan gráfico y tan bonito
como el grafito.
Cuando tengo diseñada una ilustración con Illustrator la imprimo (solo las líneas)
y la pongo sobre la mesa de luz bajo un papel normal que será sobre el que realice
los sombreados, de manera que la ilustración en color va por un lado, y el lápiz va
por otro. Ya lo juntaremos luego todo.