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¿Encuentran relación entre inversión en innovación y crecimiento de PBI con

respecto a los países que aplican o invierten en programas de innovación?


El crecimiento económico y las respuestas a las preguntas de por qué crecen los
países y por qué unos crecen más que otros han estado en el corazón de la ciencia
económica desde sus inicios como disciplina académica.
Clásicamente, se ha asociado el bienestar con el crecimiento económico, el cual se
mide mediante el PIB (Producto Interno Bruto). Así, el aumento del PIB per cápita
debería conllevar mejorar el bienestar de una población. En su enfoque clásico, el
crecimiento económico se basa en la cantidad de capital fijo y el trabajo disponibles.
Sin embargo, a medida que los conocimientos en materia económica han ido
avanzando, se ha evidenciado que otros factores son también causa del crecimiento
del PIB (OCDE 2016a).
Una teoría sostiene que existen otras variables que se suman a la acumulación de
capital físico (y al trabajo) y que explican el crecimiento económico; en particular,
hacen énfasis en el rol de la innovación tecnológica, las cuales son exógenas a los
factores de producción.
Al observar periodos largos de tiempo, llama la atención que países que cuentan
con pocos recursos naturales disponibles, sobrepoblados y que estuvieron
completamente destruidos en los años 1940 y 1950, como es el caso de Japón o de
Corea del Sur, estén hoy en día, dentro de las economías más desarrolladas del
mundo y con una repartición bastante 13 homogénea de la renta, ofreciendo a su
población el gozar de un alto estándar de vida, el cual se refleja por un IDH alto. A
la vez, nos extraña que países de Latinoamérica, los cuales disponen de recursos
naturales abundantes, de una mano de obra calificada, del acceso a mercados
internacionales, cuenten con unos niveles de desigualdad en la repartición de la
renta de los más altos del mundo.
El PIB requiere de varios factores que funcionan de forma simultánea para que se
logre dicho crecimiento económico. Según Sala-i-Marti (2000), éstos son: - El capital
físico (infraestructura, maquinaria) - El capital humano (cantidad de trabajadores,
intensidad de trabajo, capacidad de producir…) - La tecnología disponible y los
métodos de producción aplicados (conocimiento) - El entorno institucionalidad
(eficiencia del gobierno y de la administración, fuerza de las instituciones, grado de
corrupción)
Al mediano y largo plazo, las innovaciones terminan generando más riqueza de la
que la se ha destruido y el balance termina siendo positivo, dando lugar finalmente
a la generación de crecimiento económico (Schumpeter, 1934).
Claramente, el progreso tecnológico genera riqueza para algunos, quienes gravitan
alrededor de la innovación, pero también destruye riqueza de quienes producen y
comercializan los bienes que poco a poco pasan a ser obsoletos. La nueva teoría
del crecimiento económico En los años 1980, Romer (1987) se basa en los entornos
de competencia imperfecta para construir modelos en los cuales se explica que la
inversión en I+D de las empresas genera progreso tecnológico de forma endógena
y no por medio de aportes externos. Es decir que el crecimiento genera progreso
tecnológico y que el progreso tecnológico genera a su vez crecimiento económico.

Plantea un modelo de “crecimiento endógeno”, que se basa en la inversión en el


capital humano, que permite oponerse a los rendimientos decrecientes de la
acumulación de capital. En concreto, este modelo se basa en tres premisas: - El
cambio tecnológico es central para el crecimiento económico - El cambio
tecnológico ocurre por las acciones voluntarias de personas que responden a
incentivos del mercado, por lo tanto, es endógeno al sistema económico. - La
tecnología tiene un costo fijo, sin embargo, una vez creada, su empleo no significa
un costo adicional.
“La innovación es fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Por eso es esencial el seguimiento de la inversión en I+D en conocimiento,
tecnología y pensamiento, que impulsa la innovación en los países”, afirmó Silvia
Montoya, Directora del Instituto de Estadística de la UNESCO.
Los cinco primeros en la clasificación, en términos de gasto absoluto en I+D,
son grandes potencias económicas: Estados Unidos, China, Japón, Alemania y la
República de Corea. Pero la clasificación cambia drásticamente cuando se aplican
los datos que se usarán para dar seguimiento a la consecución del ODS 9, que
miden el gasto en I+D como porcentaje del PIB: la República de Corea ocupa
entonces el primer lugar, seguida de Israel, Japón, Finlandia y Suecia.
Durante algún tiempo las regiones han venido fijando sus propios objetivos de gasto
en este sector: el más conocido es el de la Unión Europea (UE) que se ha propuesto
aumentar la inversión global en I+D hasta el 3% del PIB de aquí a 2020.
China alcanza actualmente un asombroso promedio de 18,3% de crecimiento anual
del gasto en I+D, en comparación con la media del 1,4% de los demás países de
ingresos medios-altos, según los datos del Instituto.
Gasto en investigación y desarrollo (% del PIB):

Linkografía:

 http://repositorio.uchile.cl/bitstream/handle/2250/147087/El_rol_de_la_innovaci%C3%B
3n_en_la_generaci%C3%B3n_de_crecimiento_y_desarrollo_econ%C3%B3mico_en_la_OC

DE.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-41192/DT101%20-
%20Innovaci%C3%B3n%20y%20Crecimiento%20Econ%C3%B3mico.pdf

 http://www.unesco.org/new/es/media-services/single-
view/news/how_much_do_countries_invest_in_rd_new_unesco_data_tool_re/

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