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Historia 3ro

La Revolución Francesa – Primera etapa: La Asamblea Nacional

Para realizar las actividades se debe realizar la lectura del Capítulo III del libro Historia social del
mundo occidental de Susana Bianchi, de la página 120 a la página 125.

1) Describir el contexto previo a la Revolución, a partir del análisis de los siguientes documentos,
teniendo en cuenta: división y composición de la sociedad, forma de gobierno, actividades
económicas, etc.

“Es sólo en mi persona donde reside el poder


soberano, cuyo carácter propio es el espíritu
de consejo, de justicia y de razón; es a mí a
quien deben mis cortesanos su existencia y su
autoridad; sólo a mí pertenece el poder
legislativo sin dependencia y división; el
orden público emana de mí, y los derechos y
los intereses de la Nación, de los que se suele
hacer un cuerpo separado del Monarca, están
unidos necesariamente al mío y no descansan
más que en mis manos”.

Fragmentos del discurso de Luis XVI, 1766

“En la segunda mitad del


siglo XVIII se estaban
consolidando cambios muy
importantes en algunos
países que afectarían el
desarrollo de todo el mundo.
Europa Occidental estaba
atravesando las últimas
fases de (…) la transición del
“feudalismo” hacia el
“capitalismo”. (…) hacia
fines del siglo XVIII Francia
todavía estaba dominada
por relaciones feudales
aunque las relaciones
capitalistas ya tenían un
importante desarrollo.”
Ianni, Valeria. La
Revolución Francesa,
2013.

2) Imaginá que sos un burgués que vive en París en los albores del proceso revolucionario. Escribí un
texto explicando cuáles fueron los factores que produjeron el estallido revolucionario.

3) Explicar las características de la Primera Etapa de la Revolución teniendo en cuenta:

 Actores sociales protagonistas y sus intereses.


 Acciones realizadas que institucionalizaron la Revolución.
 Cambios y permanencias en relación a la situación anterior.

4) El lema de la Revolución es “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. ¿Qué significa el mismo en el


contexto en el que se proclamó?
5) Leer la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano promulgados a fines de agosto de
1789.

Declaració n de los derechos del hombre y del ciudadano (26 de agosto de 1789)

Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea nacional, considerando


que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las ú nicas
causas de las calamidades pú blicas y de la corrupció n de los gobiernos, han resuelto
exponer, en una declaració n solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del
hombre, a fin de que esta declaració n, constantemente presente para todos los
miembros del cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; a fin de
que los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse a cada
instante con la finalidad de toda institució n política, sean má s respetados y para que las
reclamaciones de los ciudadanos, en adelante fundadas en principios simples e
indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la Constitució n y de
la felicidad de todos.

En consecuencia, la Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser Supremo y bajo sus auspicios, los
siguientes derechos del hombre y del ciudadano:

Artículo primero.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales só lo
pueden fundarse en la utilidad comú n.

Artículo 2.- La finalidad de toda asociació n política es la conservació n de los derechos naturales e
imprescriptibles del hombre. Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la
opresió n.

Artículo 3.- El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nació n. Ningú n cuerpo, ningú n individuo,
pueden ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella.

Artículo 4.- La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro: por eso, el ejercicio de los
derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los que garantizan a los demá s miembros de la
sociedad el goce de estos mismos derechos. Tales límites só lo pueden ser determinados por la ley.

Artículo 5.- La ley só lo tiene derecho a prohibir los actos perjudiciales para la sociedad. Nada que no esté
prohibido por la ley puede ser impedido, y nadie puede ser constreñ ido a hacer algo que ésta no ordene.

Artículo 6.- La ley es la expresió n de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a contribuir a su
elaboració n, personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos, ya sea que proteja
o que sancione. Como todos los ciudadanos son iguales ante ella, todos son igualmente admisibles en toda
dignidad, cargo o empleo pú blicos, segú n sus capacidades y sin otra distinció n que la de sus virtudes y sus
talentos.

Artículo 7.- Ningú n hombre puede ser acusado, arrestado o detenido, como no sea en los casos determinados por
la ley y con arreglo a las formas que ésta ha prescrito. Quienes soliciten, cursen, ejecuten o hagan ejecutar
ó rdenes arbitrarias deberá n ser castigados; pero todo ciudadano convocado o aprehendido en virtud de la ley
debe obedecer de inmediato; es culpable si opone resistencia.

Artículo 8.- La ley só lo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias, y nadie puede ser castigado
sino en virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito, y aplicada legalmente.

Artículo 9.- Puesto que todo hombre se presume inocente mientras no sea declarado culpable, si se juzga
indispensable detenerlo, todo rigor que no sea necesario para apoderarse de su persona debe ser severamente
reprimido por la ley.
Artículo 10.- Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a condició n de que su
manifestació n no perturbe el orden pú blico establecido por la ley.

Artículo 11.- La libre comunicació n de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos má s preciosos del
hombre; en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, a trueque de responder
del abuso de esta libertad en los casos determinados por la ley.

Artículo 12.- La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza pú blica; por lo tanto,
esta fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no para el provecho particular de aquellos a quienes ha
sido encomendada.

Artículo 13.- Para el mantenimiento de la fuerza pú blica y para los gastos de administració n, resulta
indispensable una contribució n comú n; ésta debe repartirse equitativamente entre los ciudadanos,
proporcionalmente a su capacidad.

Artículo 14.- Los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o a través de sus representantes, la
necesidad de la contribució n pú blica, de aceptarla libremente, de vigilar su empleo y de determinar su prorrata,
su base, su recaudació n y su duració n.

a) ¿Cuáles son los principios fundamentales que aparecen en ella?


b) ¿A qué sector social va a favorecer? ¿Por qué?
c) Los derechos que se establecen en la Declaración, ¿Están en concordancia con el lema de la
Revolución? ¿Por qué?

6) En plena Revolución Francesa, Olympe de Gouges hace pública la Declaración de los Derechos de la
Mujer y de la Ciudadana, en réplica a la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano.

Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadanía, 1791 Olympe de Gouges

I - La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales só lo pueden estar
fundadas en la utilidad comú n.
II - El objetivo de toda asociació n política es la conservació n de los derechos naturales e imprescriptibles de la
Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la
opresió n.
III - El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nació n que no es má s que la reunió n de la Mujer y
el Hombre: ningú n cuerpo, ningú n individuo, puede ejercer autoridad que no emane de ellos.
IV - La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los
derechos naturales de la mujer só lo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos límites
deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razó n.
V - Las leyes de la naturaleza y de la razó n prohíben todas las acciones perjudiciales para la Sociedad: todo lo que
no esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser impedido y nadie puede ser obligado a hacer
lo que ellas no ordenan.
VI - La ley debe ser la expresió n de la voluntad general; todas las Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en
su formació n personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos; todas las
ciudadanas y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben ser igualmente admisibles a todas las
dignidades, puestos y empleos pú blicos, segú n sus capacidades y sin má s distinció n que la de sus virtudes y sus
talentos.
VII - Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida y encarcelada en los casos determinados por la
Ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa.
VIII - La Ley só lo debe establecer penas estrictas y evidentemente necesarias y nadie puede ser castigado má s
que en virtud de una Ley establecida y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada a las mujeres.
IX - Sobre toda mujer que haya sido declarada culpable caerá todo el rigor de la Ley.
X - Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales; si la mujer tiene el derecho de subir al
cadalso, debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el
orden pú blico establecido por la Ley.
XI - La libre comunicació n de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos má s preciosos de la
mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con relació n a los hijos. Toda ciudadana
puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece, sin que un prejuicio bá rbaro la fuerce a
disimular la verdad; con la salvedad de responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la
Ley.
XII - La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana implica una utilidad mayor; esta garantía debe ser
instituida para ventaja de todos y no para utilidad particular de aquellas a quienes es confiada.
XIII - Para el mantenimiento de la fuerza pú blica y para los gastos de administració n, las contribuciones de la
mujer y del hombre son las mismas; ella participa en todas las prestaciones personales, en todas las tareas
penosas, por lo tanto, debe participar en la distribució n de los puestos, empleos, cargos, dignidades y otras
actividades.
XIV - Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o por medio de sus
representantes, la necesidad de la contribució n pú blica. Las Ciudadanas ú nicamente pueden aprobarla si se
admite un reparto igual, no só lo en la fortuna sino también en la administració n pú blica, y si determinan la cuota,
la base tributaria, la recaudació n y la duració n del impuesto.
XV - La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la contribució n, tiene el derecho de pedir
cuentas de su administració n a todo agente pú blico.
XVI - Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separació n de los poderes
determinada, no tiene constitució n; la constitució n es nula si la mayoría de los individuos que componen la
Nació n no ha cooperado en su redacció n.

¿Por qué la redacta? ¿Qué se reclama en ella? ¿Qué cuestiones se complementaban a la Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano?

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