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El verdadero significado de la Semana

Santa
La Semana Santa es mucho más que descansar, pasear y muchas cosas mas. Es
el momento en el que los cristianos recordamos la pasión, muerte y resurrección
de Jesús, nuestro Señor y Salvador.

La Semana Santa debe ser una de reflexión, recogimiento espiritual y gratitud a


Dios. Gracias al sacrificio de Jesús en la cruz tenemos perdón para nuestros
pecados y la salvación de nuestras almas. Jesús tomó nuestro lugar en la cruz y
sufrió el castigo que nos correspondía a cada uno de nosotros. ¡Y lo hizo todo por
amor!

(...) gracias a sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos perdidos, como
ovejas; cada uno seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él la
iniquidad de todos nosotros. Maltratado y humillado, ni siquiera abrió su boca;
como cordero, fue llevado al matadero; como oveja, enmudeció ante su
trasquilador; y ni siquiera abrió su boca.
(Isaías 53:5b-7)

¿Por qué murió Jesús?


Jesús murió en nuestro lugar para que podamos tener el perdón de nuestros
pecados y la vida eterna. No hay nada que nosotros, los seres humanos, podamos
hacer para borrar nuestra maldad y asegurarnos la salvación.

En la antigüedad, el pueblo de Israel fue librado de la muerte y de la esclavitud en


Egipto gracias a la sangre de un cordero macho sin defecto (Éxodo 12: 5 al 7). Así
mismo, Dios proveyó en Jesús el Cordero perfecto que quita el pecado del mundo
(Juan 1:29, 36).

Gracias al sacrificio de Jesús somos libres del poder de la muerte y del pecado.
No necesitamos hacer más sacrificios o conseguir intermediarios. Podemos acudir
directamente a Dios para recibir su amor, su perdón y la vida eterna.

Los acontecimientos más importantes de la


semana:
La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo
de Resurrección. Veamos algunos de los eventos más importantes que nos
relatan los Evangelios sobre la última semana de Jesús en la tierra.
La entrada triunfal
Jesús entra en Jerusalén, junto a sus discípulos, sentado en un pollino. Una
multitud le recibe aclamándole y tendiendo sus mantos o ramas de los árboles en
el camino, gritando ¡Hosanna al Hijo de David!

Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás gritaba: —¡Hosanna al
Hijo de David!
—¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Hosanna en las alturas!
Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. —¿Quién es este? —
preguntaban.
—Este es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea —contestaba la gente.
(Mateo 21:9-11)

Relato bíblico: Mateo 21:1-11; Marcos 11:1-11; Lucas 19:28-44; Juan 12:12-19

Cumplimiento de profecía en Zacarías 9:9.

Jesús celebra la Pascua, la última cena, con sus discípulos


Jesús sabía que se acercaba el momento de su muerte y anhelaba celebrar la
Pascua con sus discípulos y amigos. Dio instrucciones precisas a Pedro y a Juan
para que encontraran y prepararan el lugar donde la celebrarían.

Una vez allí, Jesús les anunció que uno de ellos le traicionaría. Aun sabiendo esto,
Jesús continuó la cena con sus discípulos, aquellos con los que había vivido,
llorado y reído durante sus tres años de ministerio. Partió el pan y compartió la
copa de vino con ellos por última vez aquí en la tierra. Fue en ese momento que
se instituyó la Santa Cena o la Cena del Señor en memoria de Jesús y su
sacrificio en la cruz.

Luego tomó la copa, dio gracias y dijo: —Tomen esto y repártanlo entre ustedes.
Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios.
También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: —
Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí.
(Lucas 22:17-19)

Relato bíblico: Mateo 26:17-30; Marcos 14:12-26; Lucas 22:7-23

Jesús lava los pies a sus discípulos


Este relato solo aparece en el Evangelio de Juan, pero sabemos que ocurrió
durante la última cena de Jesús con sus discípulos, mientras celebraban la
Pascua. Jesús se levantó y echó agua en una vasija. Comenzó a lavar los pies de
sus discípulos y a secarlos con su toalla.
¿Por qué lo hizo? Para darnos ejemplo de humildad y enseñarnos cómo debemos
servirnos los unos a los otros. La propia muerte de Jesús fue un acto de amor y de
humildad. Él estuvo dispuesto a dar su vida y a humillarse para que nosotros
podamos recibir la vida eterna.

Relato bíblico: Juan 13:1-17

Jesús en Getsemaní
Jesús necesitaba prepararse para su hora más difícil y se dirigió a un jardín con
sus discípulos para orar. Una vez allí, pidió a Pedro, Juan y Jacobo que le
acompañaran mientras oraba al Padre por fortaleza para lo que debía enfrentar.

Sin embargo, sus discípulos sucumbieron ante el cansancio y en lugar de orar e


interceder por él, se durmieron. Pero Dios Padre no le abandonó: envió un ángel
para fortalecerlo en ese momento de angustia.

Entonces se separó de ellos a una buena distancia, se arrodilló y empezó a orar:


«Padre, si quieres, no me hagas beber este trago amargo; pero no se cumpla mi
voluntad, sino la tuya». Entonces se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo.
Pero, como estaba angustiado, se puso a orar con más fervor, y su sudor era como
gotas de sangre que caían a tierra.
Cuando terminó de orar y volvió a los discípulos, los encontró dormidos, agotados
por la tristeza. «¿Por qué están durmiendo? —les exhortó—. Levántense y oren para
que no caigan en tentación».
(Lucas 22:41-46)

Relato bíblico: Mateo 26:36-45; Marcos 14:32-42; Lucas 22:39-47; Juan 18:1

Traición y arresto de Jesús; negación de Pedro


Además de su arresto junto a todo el maltrato y la humillación que conllevaba,
Jesús tuvo que soportar la traición de Judas y la negación de Pedro. Aunque sabía
de antemano lo que iba a suceder, el dolor causado por sus dos discípulos y
amigos debe haber sido muy fuerte.

De todas formas, Jesús se mantuvo firme y continuó en obediencia para que


se cumpliera el plan de Dios para la salvación del mundo. Jesús sabía que
tenía frente a él las horas más difíciles de su vida, pero su amor a Dios Padre y a
cada uno de nosotros fue aun más grande.

Jesús soportó valientemente y en silencio toda la humillación, los azotes, las


burlas, los escupitajos y todo el horror además del abuso físico y emocional que
sufrió durante su arresto y su crucifixión. Lo hizo por amor y lo hizo por cada uno
de nosotros.
Relato bíblico: Mateo 26:46-75; Marcos 14:43-50; Lucas 22:47-62; Juan 18:1-18

Cumplimiento de profecía sobre la traición: Salmo 41:9

La crucifixión de Jesús
La muerte en la cruz era una muy vergonzosa y dolorosa, se utilizaba contra los
peores ladrones y malhechores. La muerte no ocurría de forma inmediata, la
persona pasaba por horas de angustia e inmenso dolor.

Además del dolor intenso y de la humillación por su desnudez Jesús tuvo que
soportar las burlas casi constantes por parte de los que observaban o pasaban
cerca de él. Sin embargo, él no se echó atrás. Soportó la cruz para vencer el
poder de la muerte al resucitar y para darnos acceso a la vida eterna. ¡Así de
grande es su amor por toda la humanidad!

Relato bíblico: Mateo 27:27-50; Marcos 15:16-38; Lucas 23:33-47; Juan 19:16-37

Cumplimiento de profecías en Isaías 53; Salmo 22:6-8, 16-18; Salmo 69:21;


Zacarías 12:10.

Mira estos detalles sorprendentes sobre la crucifixión de Jesús y recibe ánimo.

La resurrección de Jesús

El primer día de la semana, a los tres días de la muerte del Señor Jesús, algunas
mujeres se dirigieron al sepulcro pues querían ungir su cuerpo. Al llegar allí, vieron
que la piedra que sellaba el sepulcro había sido removida, y un ángel les dio la
noticia sobre la resurrección de Jesús.

¡Jesús resucitó! La muerte no pudo vencerle. Tal como el salmista y el mismo


Jesús habían profetizado, la muerte no pudo retenerle por siempre. Él resucitó,
está vivo, y en él tenemos paz y propósito. ¡Vivamos para él!

Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a


puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos,
los saludó. —¡La paz sea con ustedes!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se
alegraron. —¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a
mí, así yo los envío a ustedes.
(Juan 20:19-21)

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