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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN LABORAL

Magistrada ponente: ISAURA VARGAS DIAZ

Radicación No. 24770

Acta No. 18

Bogotá D.C., ocho (8) de marzo de dos mil

seis (2006).

Resuelve la Corte los recursos de casación

interpuestos contra la sentencia proferida por el Tribunal Superior

del Distrito Judicial de Bogotá, el 31 de marzo de 2004,

complementada el 1º de junio siguiente, en el proceso que MIGUEL

ANGEL MARTINEZ MARTINEZ promovió contra LA CAJA DE CREDITO

AGRARIO, INDUSTRIAL Y MINERO –EN LIQUIDACION- y LA

NACION-MINISTERIO DE AGRICULTURA Y DESARROLLO RURAL.

I. ANTECEDENTES

En lo que atañe al recurso, es suficiente decir que

MIGUEL ANGEL MARTINEZ MARTINEZ formuló demanda ordinaria


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laboral para que los demandados fueran condenados, solidariamente,

a pagarle la indemnización convencional por despido sin justa causa o,

en subsidio, la bonificación de que trataba el artículo 9º del Decreto

1065 de 1999 o, en defecto de las anteriores, los salarios faltantes

para cumplir el plazo presuntivo, la pensión convencional de

jubilación, la deducción de la liquidación definitiva de salarios y

prestaciones sociales y la indemnización por mora en el pago de las

anteriores y por no habérsele dado la orden para el examen médico

de retiro o, en su lugar, la indexación o revaluación monetaria de

dichas sumas.

Fundamentó las anteriores pretensiones en que el

contrato de trabajo que le ató a la CAJA DE CREDITO AGRARIO,

INDUSTRIAL Y MINERO –EN LIQUIDACION-, desde el 4 de junio de

1998 y en virtud del cual últimamente se desempeñó como ‘Director V’

en la oficina de Piedecuesta (Santander) con un salario mensual

promedio de $1’572.977,22, ésta lo terminó el 28 de junio de 1999

unilateralmente sin previo aviso y sin justa causa, y sin que le hubiera

pagado la indemnización ni la bonificación a que alude en sus

pretensiones, así como la pensión convencional de jubilación, amén

de no haberle ordenado el examen médico de retiro. Agregó en aquel


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escrito que inicialmente ofreció acogerse al plan de retiro voluntario

ofrecido por su empleadora y como no fue citado a la conciliación que

finiquitaría su situación laboral, retractó su voluntad por escrito del 21

de julio de 1999, que ratificó el 8 de noviembre del mismo año; y que

los Decretos 1064 y 1065 de 1999 fueron declarados inexequibles

desde su promulgación, por la Corte Constitucional mediante

sentencia C-918 de 1999.

Al contestar, aun cuando la Caja Agraria aceptó la

existencia de la relación laboral alegada, el cargo y remuneración que

el demandante adujo, afirmó que la terminó “con justa causa,

contenida en el artículo 15 del Decreto 1064 de 1999 todo ello con

ocasión de la disolución y liquidación que disponía el citado decreto; y

aunque tal norma fue declarada inexequible, las actuaciones surtidas

bajo su vigencia, se encuentran consolidadas, en tanto amparadas por

la presunción de constitucionalidad” (folio 30). Adicionalmente, “que

no se le ha pagado ni consignado indemnización, por cuanto el

despido fue realizado con base en una justa causa legal” (folio 31);

que el actor no tiene derecho a la pensión convencional de jubilación

sino a la legal, porque “debía solicitar el reconocimiento de la pensión

hasta el año siguiente a la fecha de la firma de la convención (...),


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pero no lo hizo, no elevó solicitud” (folio 32); y que aun cuando éste

se retractó del acogimiento al plan de retiro voluntario que a sus

trabajadores ofreció, ello resultó inane dado que, “no cumplía con los

presupuesto fijados en el Plan B ...” (folio 33) y “su situación laboral

no se acomodaba a las hipótesis previstas en los planes” (ibídem).

Propuso las excepciones de ‘inexistencia de las obligaciones

demandadas’, ‘cobro de lo no debido’, ‘falta de título y justa causa’,

‘compensación’, ‘buena fe’, ‘prescripción’ y ‘las innominadas de que

trata el artículo 306 del Procedimiento Civil’ (folios 34 a 37). La otra

demandada desconoció los hechos de la demanda, así como tener

relación laboral alguna con el demandante o solidaridad con la primera

demandada. Por su parte, propuso las excepciones de ‘inexistencia de

causa’ e ‘inexistencia de obligación’ (folio 25),

El Juzgado Dieciocho Laboral del Circuito de Bogotá,

por sentencia de 26 de septiembre de 2001, condenó a la Caja de

Crédito Agrario, Industrial y Minero --en liquidación-- a pagar al

demandante la suma de $84’426.930,00, por concepto de

“indemnización convencional por despido injustificado” (folio 317), y la

suma de $52.432,57, “por cada día de mora en el pago de la

indemnización por despido injustificado adeudada el actor, contados


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desde el día 8 de noviembre de 1.999 y hasta cuando se efectúe su

correspondiente pago” (ibídem); declaró no probadas las excepciones

que ésta planteó, la absolvió de las restantes pretensiones y le impuso

costas. Declaró no probada la solidaridad con LA NACION-

MINISTERIO DE AGRICULTURA Y DESARROLLO RURAL, a quien

absolvió de las pretensiones de la demanda.

II. SENTENCIA DEL TRIBUNAL

La alzada se surtió por apelación tanto de la

demandada Caja Agraria como del demandante y terminó con la

sentencia acusada en casación, mediante la cual el Tribunal revocó

la condena impuesta por su inferior “por concepto de indemnización

moratoria” (folio 421); ordenó pagar “la indexación de la condena

impuesta en primera instancia y confirmada en esta Corporación por

concepto de indemnización por terminación unilateral del contrato”

(ibídem), la cual posteriormente concretó en la suma de

$119’027.430,00 (folio 430); declaró probada la excepción de

“petición antes de tiempo respecto de la pensión de jubilación

prevista en el art. 41 inciso 1º de la convención colectiva de trabajo

suscrita para los años de 1998-1999” (folios 421 a 422); confirmó las
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demás determinaciones y dispuso que no había lugar a costas en

esa instancia.

Para ello, y en lo que interesa al recurso el

Tribunal, una vez dio por probada la existencia de la relación laboral

alegada en la demanda, la remuneración y cargo del actor y, con

fundamento en “el acervo probatorio allegado al plenario” (folio

415), que el vínculo laboral “feneció por decisión unilateral de la

CAJA AGRARIA de conformidad con lo dispuesto en el Decreto 1065

de 1999 en el cual se dispuso la supresión del cargo desempeñado

por el actor” (ibídem), aseveró que como esa disposición fue

declarada inexequible por sentencia 918 de 18 de septiembre de

1999 por la Corte Constitucional, “el Decreto 1065 nunca nació a la

vida jurídica razón por la cual el despido del actor deviene ilegal

como quiera que la supresión del cargo no está contemplada como

justa causa para dar por terminado el contrato de trabajo de los

trabajadores oficiales de conformidad con lo preceptuado en los

artículos 48 y 49 del Decreto 2127 de 1945” (ibídem). En su apoyó

transcribió los apartes que consideró pertinentes de una sentencia

de la Corte de 22 de noviembre de 2002.


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La condena al pago de la indemnización por

despido sin justa causa la encontró procedente “al no haberse

acreditado por la demandada el pago” (folio 416), pero la de la

indemnización moratoria no, por cuanto “la CAJA AGRARIA actuó de

buena fe ya que lo hizo bajo el convencimiento de que el Decreto

1065 que sirvió de fundamento para la terminación del contrato de

trabajo del actor, se encontraba vigente” (ibídem).

III. EL RECURSO DEL DEMANDANTE

En la demanda con la cual MIGUEL ANGEL

MARTINEZ MARTINEZ formula el recurso (folios 10 a 18 cuaderno

2), que fue replicada (folios 38 a 43 y 52 a 55), el recurrente

pretende que la Corte case de la sentencia del Tribunal “sus

numerales primero y segundo” (folio 9 cuaderno 2), esto es, en

cuanto revocó la condena al pago de la indemnización moratoria y

ordenó pagar “la indexación de la condena impuesta en primera

instancia y confirmada en esta Corporación por concepto de

indemnización por terminación unilateral del contrato” (folio 421), la

cual posteriormente concretó en la suma de $119’027.430,00 (folio

430), para que, en sede de instancia, confirme “el numeral cuarto


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de la sentencia de primera instancia (folio 9 cuaderno 2), es decir, la

condena al pago de la suma de $52.432,57, “por cada día de mora en

el pago de la indemnización por despido injustificado adeudada el

actor, contados desde el día 8 de noviembre de 1.999 y hasta cuando

se efectúe su correspondiente pago” (folio 317).

Con ese particular propósito acusa la sentencia por

aplicar indebidamente los artículos 1º del Decreto 797 de 1949 y 55

del Código Sustantivo del Trabajo, “en relación” (folio 10 cuaderno

2), con los artículos 13, 19, 467 y 468 del Código Sustantivo del

Trabajo; 51, 60, 61 y 145 del Código Procesal del Trabajo y de la

Seguridad Social; 47, 48 y 51 del Decreto 2127 de 1945; 70, 175,

177 y 197 del Código de Procedimiento Civil; 243 de la Constitución

Política; 45 de la Ley 270 de 1996 y la “sentencia C-918/99”

(ibídem).

La violación de la ley la atribuye a los que

singulariza como errores de hecho, así:

“1.- Dar por demostrado no estándolo, que el documento


obrante a folio 144 a 153 (el inexistente decreto 1065/99)
disponía que a los trabajadores de la Caja de Crédito
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Agrario, Industrial y Minero en Liquidación a quienes se le


suprimiesen los cargos con motivo de esa liquidación, no
tenía que pagárseles es bonificación (art. 9 de ese
inexistente decreto) que devino hacia el pasado (sentencia
C-918/99) en indemnización convencional por despido sin
justa causa, y no dar por demostrado estándolo que a esos
trabajadores despedidos por esa razón, sí se les debía
pagar esa bonificación que devino en la mentada
indemnización.
“2.- Dar por demostrado no estándolo que la demandada-
opositora no pagó al actor demandante en este recurso la
mencionada bonificación que devino hacia el pasado en
indemnización convencional por despido sin justa causa
“....bajo el convencimiento de que el Decreto 1065 que
sirvió de fundamento legal para la terminación del contrato
del actor se encontraba vigente”. Y no dar por demostrado
estándolo que la demandada-opositora no pagó al actor la
mencionada bonificación que devino hacia el pasado en
indemnización convencional por despido sin justa causa, sin
justificación alguna y porque “el actor se negó a ser
beneficiario del plan de retiro voluntario”.
“3.- No dar por demostrado estándolo que a los
trabajadores a quienes se le suprimiese el cargo (art. 15 del
inexistente decreto 1064 de 1999) con motivo de la Caja de
Crédito Agrario, Industrial y Minero en liquidación se les
debía pagar la mentada bonificación (art. 9º del inexistente
decreto 1065 de 1999) la cual devino hacia el pasado en
indemnización convencional por despido sin justa causa.
“4.- Dar por demostrado no estándolo que la demandada-
opositora obró de buena fe al no pagar la bonificación que
devino hacia el pasado en indemnización convencional por
despido sin justa causa, y no dar por demostrado estándolo
que la demandada-opositora procedió de mala fe al no
pagar al actor la mencionada bonificación que devino hacia
el pasado en indemnización convencional por despido sin
justa causa” (folio 11 cuaderno 2).

Indica como erróneamente apreciada la

contestación de la demanda (folios 30 a 39), “a.- el inexistente

decreto 1065 de 1999 (Fol.. 144 a 153)” y “b.- el documento

contenido a fol. 287-288)” (folio 12 cuaderno 2); y como dejados de


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apreciar “el documento auténtico contenido a folios 79 a 88

(inexistente decreto 1064 de 1999 en su artículo 15)” (ibídem), el

llamado ‘Plan de Retiro Voluntario’ cuya copia obra a folios 160 a

162 y el poder otorgado por la demandada para su representación

en el proceso (folio 40).

En el alegato con el que cree demostrar el cargo

para empezar afirma, de una parte, que como los decretos que

ordenaron la liquidación de la entidad demandada fueron declarados

por la Corte Constitucional inexequibles desde su promulgación, es

por lo que endereza el ataque por la vía de los yerros probatorios,

dado, “el documento contentivo de esas disposiciones es un mero

documento y como tal un fallo de segunda instancia fundamentado

en él, sólo puede ser atacado por la vía indirecta, vale decir, como

documento” (folio 10 cuaderno 2); y, de otro, que en el recurso

extraordinario las sentencias de inexequibilidad “no son prueba sino

norma o derecho objetivo de alcance nacional” (folio 11 cuaderno

2).

Según el recurrente, como el Tribunal condenó al

pago de la indemnización por despido sin justa causa al advertir que


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la razón aducida por la empresa de supresión del cargo con

fundamento en un decreto que fue declarado inexequible era ilegal;

y no impuso la de la indemnización moratoria por entender que de

todas maneras para ese momento la disposición estaba vigente

siendo razonable que la empleadora creyera que actuaba conforme

derecho, incurrió en los desaciertos que le atribuye, pues, en su

entender, la bonificación de que trataba la normatividad inexequible,

que en sus palabras “devino en indemnización” (folio 14 cuaderno

2), se causaba “en cualquiera de estas situaciones: a) existiese o no

el mentado decreto inexistente y que acá se ataca como documento,

y b) así el despido hubiese sido por justa causa o sin justa causa”

(ibídem). Ello, por cuanto de la lectura de las misivas que envió a su

empleadora (folios 160 a 162 y 287 a 288), como del poder que ésta

otorgó a su abogado para que la representara en el proceso (folio

40) y de la contestación de la demanda (folio 31), “habría concluido

que el no pago de esos valores al demandante recurrente fue un

mecanismo de presión y de retaliación en su contra por no haberse

acogido a ese plan” (ibídem).

Para el recurrente, de la lectura de la bonificación

prevista en el inexequible Decreto 1065 de 1999, artículo 9º, inciso


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tercero, (folios 144 a 153), que ordenó la disolución y liquidación de

la entidad demandada; como de la lectura de la causal de

terminación de los contratos de trabajo introducida en el artículo 15

del inexequible Decreto 1614 de 1999 (folios 79 a 88 vto.), debió el

juzgador concluir que “por efecto de la inexequibilidad ex tunc de

esos decretos devino hacia el pasado en indemnización convencional

por despido sin justa causa” (folio 16 cuaderno 2), resultando así

“de abierta mala fe” (folio 14 cuaderno 2) la actitud de la

demandada.

Sostiene que de haberse apreciado correctamente

la contestación de la demanda, el poder otorgado al abogado por la

demandada y las misivas mediante las cuales desistió y ratificó su

desistimiento al plan de retiro voluntario ofrecido por aquélla (folios

160 a 162, 287 a 288, 31 y 40), el juez de la alzada debió inferir que

tenía derecho a la bonificación prevista en el inexequible Decreto

1065 de 1999 (folios 144 a153), “ya hubiese sido despedido por

justa causa (art. 9 inexistente decreto 1065 de 1999 en relación con

el artículo 15 del inexistente decreto 1065 de 1999 –sic--) o sin justa

causa, o lo que es más por “negarse a ser beneficiario del plan de


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retiro voluntario”. Es decir, que en todos los eventos tenía aquel

derecho” (folio 17 cuaderno 2).

Concluye que la demandada “obró con notoria

mala fe al no pagar la bonificación transformada retroactivamente

en indemnización por efecto de inexequibilidad ex tunc, ya que tenía

que pagarla en todos los eventos” (ibídem). Además, que sin que

esté haciendo un ataque por vía directa, “en nada incide que lo

adeudado se transforme de bonificación en indemnización, no sólo

como consecuencia del efecto ex tunc de la declaratoria de

inexequibilidad mencionada, sino por su cuantía igual y el deber de

pagarlo, como ya se dijo, se predicaba en todos los eventos

planteados” (ibídem).

La opositora reprocha al cargo haberse dirigido por

la vía de los yerros probatorios cuando quiera que se discute la

aplicación de una norma que aun cuando de carácter reglamentario

era de alcance nacional; no citar en la proposición jurídica el

precepto sustancial que consagra la indemnización moratoria

perseguida; y plantear disconformidades de orden jurídico con el

fallo y no las probatorias que le corresponden al cargo. En cuanto al


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fondo del ataque, agrega, que el Tribunal no dio por establecido el

derecho a la bonificación que discute, amén de que su pretensión se

dirigió a una bonificación convencional y no a la que aquí refiere, es

decir, una que fue de carácter legal en su momento, con lo cual

inaceptablemente altera su petitum; y que ni de las comunicaciones

del recurrente relacionadas con su desistimiento del plan de retiro

voluntario, ni de la contestación a la demanda, se desprende la mala

fe que éste afirma.

IV. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

Asiste entera razón a la réplica en los dislates que

le endilga al cargo, los cuales lo hacen inestimable, como pasa a

verse.

En primer lugar, porque no es cierto que la pérdida

de la vigencia de una norma jurídica por razón de su inexequibilidad

conduzca a tener que ‘apreciarla’ como si se tratara de otro medio

de prueba del proceso, dado que, como es sabido, la existencia de la

ley se presume de conocimiento del juzgador, a menos que la

invocada norma no tenga alcance nacional o que haga parte de la


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legislación extranjera, evento en el cual, paladinamente establece el

artículo 188 del Código de Procedimiento Civil, aplicable a los juicios

del trabajo por la remisión de que trata el artículo 145 del Código

Procesal Laboral y de la Seguridad Social, ‘se aducirá al proceso en

copia auténtica de oficio o a solicitud de parte’ . De suerte que, la

discusión sobre una norma jurídica en el recurso de casación, que ha

sido derogada, subrogada o declarada inexequible, es decir, que de

alguna de las maneras previstas por el derecho salió del mundo

jurídico, pero de la cual se pretende derivar algún derecho, lo cual

debe advertirse ocurre ordinariamente en materia laboral por la

potísima razón de que de conformidad con lo preceptuado por el

numeral 1) del artículo 16 del Código Sustantivo del Trabajo, ‘las

normas sobre trabajo, por ser de orden público, producen efecto

general e inmediato, por lo cual se aplican también a los contratos

que estén vigentes o en curso en el momento en que dichas

normas empiecen a regir’, sólo es posible abordarla por la vía

directa de violación de la ley. Con más razón aún, cuando quiera que

lo que se persigue es hacerle producir efectos jurídicos en el caso

concreto, como clarísimo resulta es lo que se pretende aquí por el

recurrente.
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En segundo lugar, y no obstante que de acuerdo a lo

anotado en los antecedentes no es posible entender confusión alguna

en el recurrente para formular su ataque por la vía de los yerros

probatorios, porque a más de explícito fue expreso al anunciar su

criterio al respecto, situación que por sí sola da al traste con el único

cargo que endereza contra el fallo del Tribunal, resulta que, de otra

parte, pretende en el alcance de la impugnación que la Corte, de la

sentencia del Tribunal case “sus numerales primero y segundo” (folio

9 cuaderno 2), esto es, en cuanto revocó la condena al pago de la

indemnización moratoria y ordenó pagar “la indexación de la

condena impuesta en primera instancia y confirmada en esta

Corporación por concepto de indemnización por terminación

unilateral del contrato” (folio 421), la cual posteriormente concretó

en la suma de $119’027.430,00 (folio 430), para que, en sede de

instancia, confirme “el numeral cuarto de la sentencia de primera

instancia (folio 9 cuaderno 2), es decir, la condena al pago de la

suma de $52.432,57, “por cada día de mora en el pago de la

indemnización por despido injustificado adeudada el actor, contados

desde el día 8 de noviembre de 1.999 y hasta cuando se efectúe su

correspondiente pago” (folio 317), con lo cual, no solamente cambia el

petitum de la demanda inicial, como atinadamente lo resalta la réplica,


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pues es indiscutible que la indemnización moratoria le fue concedida

por el juzgador al encontrar probada la terminación unilateral del

contrato de trabajo sin justa causa por la empleadora y, por ende,

plausible la indemnización a que condenó, que fue su pretensión

principal, y por eso no estaba obligado a entrar al estudio de la

bonificación de que trataba el artículo 9º del Decreto 1065 de 1999,

que como se recordará se elevó en la demandada inicial pero como

pretensión ‘subsidiaria’ --folio 5-- de la anterior, por manera que, la

indemnización moratoria decretada por el juzgado a quo, que aquí

persigue, y que revocó el Tribunal, no tendría ya sustento, por no

haber condena a la mentada bonificación que le diera origen, que es

la que el recurso sí discute, habida consideración que no se ordenó

por el juzgado a quo, ni lo hizo el Tribunal, ni se formula como

pretensión en el petitum de la demanda de casación.

Y, por otro lado, pretende la revocatoria de la

condena al pago de la indemnización por despido sin justa causa que

ordenó el juzgado a quo y concretó el Tribunal, luego de establecer el

valor de su indexación, pero que se mantenga la condena a la

indemnización moratoria por su no pago, que como se insiste fue la

razón por la cual la impuso el juzgado de primer grado, incurriendo en


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un verdadero contrasentido, pues, salta a la vista, no es posible

mantener la condena consecuencial – la indemnización moratoria-- si

aquella de la cual se deriva –indemnización convencional por despido

injusto-- resulta derruida por solicitud de su propio beneficiario. Lo

desatinado del pedimento releva a la Corte de mayor comentario.

Fuera de lo dicho, edifica el recurrente todo el

andamiaje de su argumentación sobre premisas jurídicas que no

fueron establecidas por el juzgador y que, además, no pueden ser

discutidas en el recurso extraordinario sino por la vía de los yerros

jurídicos, esto es, por un sendero totalmente diferente al que se

escogió por el censor: de una parte, que la bonificación prevista en el

Decreto 1065 de 1999, por los efectos ‘ex tunc’ de la sentencia de

inexequibilidad de la Corte Constitucional C-918 de 1999, “devino

hacia el pasado en indemnización convencional por despido sin justa

causa”; y de otra, que se tenía “derecho” a ese bonificación --a pesar

de que la rotula ‘por despido sin justa causa’-- existiese o no el

aludido decreto o el despido se hubiere producido por justa causa o

sin justa causa, es decir, “que en todos los eventos tenía aquel

derecho”. En suma, invocando el recurrente la pluricitada bonificación

prevista en el Decreto 1065 de 1999, para establecer si por los efectos


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de la sentencia de inexequibilidad se tornaba ésta en una

‘indemnización’, que según el recurrente sería de carácter

‘convencional’ y por despido ‘sin justa causa’; como si se generaba

con prescindencia de la causa del despido y aún, del decreto que la

contempló, requiere de razonamientos jurídicos en un todo extraños a

la vía de los yerros probatorios.

Al respecto, no huelga recordar que la bonificación a

que se refería el inciso tercero del artículo 9º del Decreto, había

previsto, conforme al Parágrafo 1º del mismo, que a que quienes se

desvinculara por razón de la disolución y liquidación de la entidad y

tuvieran causado el derecho a una pensión, “no se les reconocerán ni

pagarán las bonificaciones a que se refiere el presente artículo” (folio

147); y que el juez de la alzada, haciendo eco de lo advertido por el

del conocimiento, declaró probada de oficio la excepción de “petición

antes de tiempo respecto de la pensión de jubilación prevista en el

art. 41 inciso 1º de la convención colectiva de trabajo suscrita para

los años de 1998-1999” (folios 421 a 422), esto es, a la que se tiene

derecho “al llegar” (folio 193) a la edad de 55 años, si se hubieren

prestado 20 años de servicio a la entidad, y si el trabajador se retira

o es retirado del servicio sin haber cumplido la mentada edad.


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Aun cuando lo dicho dispensa a la Corte del mínimo

estudio de fondo del cargo, por no ser posible en el recurso

extraordinario suplir la posición de la parte sin desmedro del derecho

de defensa de su contradictor, es lo cierto que, como lo destaca la

replicante, y sin que haya que apuntalarse uno a uno, ninguno de los

medios de convicción y piezas procesales que cita el recurrente como

dejados de apreciar o erróneamente apreciados objetivamente

demuestran que: 1º) el hoy recurrente tenía derecho a la

‘bonificación’ de que trataba el artículo 9º del Decreto 1065 de 1999;

y “2º ) como la demandada no se la pagó, actuó con ‘notoria mala fe’,

por tanto, debía responder por la indemnización moratoria

contemplada en el artículo 1º del Decreto 797 de 1949, como si la

dicha bonificación se tratara de una ‘indemnización’ causada y no

pagada.

En consecuencia, se desestima el cargo.

V. EL RECURSO DE LA DEMANDADA
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La CAJA DE CREDITO AGRARIO, INDUSTRIAL Y

MIENRO, en liquidación, pretende en su demanda (folios 1 a 36

cuaderno 2) que fue replicada (folios 41 a 61 cuaderno 2), que la

Corte case la sentencia del Tribunal en cuanto la condenó a pagar la

indemnización por despido sin justa causa, indexada, y, en instancia,

revoque la condena impuesta en tal sentido por el juez de primer

grado.

Para tal efecto, le formula un cargo que llama ‘cargo

primero’ (folio 33 cuaderno 2), en el que la acusa de aplicar

indebidamente los artículos 6º y 467 del Código Sustantivo del

Trabajo; 11 de la Ley 6ª de 1945; 51 del Decreto 2127 de 1945; 8º de

la Ley 153 de 1887; 16 de la Ley 446 de 1998, “en relación con los

artículos 1502, 1602 y 1618 del Código Civil” (ibídem).

La violación de la ley la atribuye a los siguientes

errores de hecho manifiestos:

“1. No dar por demostrado, estándolo, que al momento de


entrar en liquidación obligatoria mi procurada, el demandante
se había acogido al Plan de Retiro Voluntario ‘B’.
“2. No dar por demostrado, estándolo, que mi prohijada le
pagó al demandante el auxilio por retiro voluntario.
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“3. Dar por demostrado, sin estarlo, que la relación laboral


que existió entre las partes terminó de manera unilateral y sin

justa causa por parte de la demandada” (ibídem).

Tales yerros probatorios, afirma, fueron

consecuencia de la apreciación errónea de la liquidación definitiva del

auxilio de cesantía (folios 49 y 170); y de la falta de apreciación de la

solicitud de acogimiento al plan de retiro voluntario (folio 289), el

desistimiento al mismo (folio 160) y su ratificación (folio 162).

Para su demostración asevera que “no se discute

que en la contestación de la demanda se afirmó una justa causa de

terminación del contrato” (folio 34 cuaderno 2), pero sí que por haber

manifestado en un principio el trabajador que se acogía al plan de

retiro voluntario que ella ofreció, “concurrieron la voluntad del

trabajador y de la demandada de dar por terminado por mutuo

acuerdo el vínculo laboral” (ibídem). Ello, por cuanto la documental de

folio 289 del expediente expresa esa manifestación de 19 de mayo de

1999, “fecha en la cual expiraba el término para ello” (ibídem).


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Corte Suprema de Justicia

Para la recurrente, el desistimiento del trabajador al

entado plan de retiro voluntario fue “extemporáneo” (folio 35

cuaderno 2), pues se realizó el 22 de julio de 1999 y se ratificó el 8 de

noviembre siguiente, “cuando ya se había terminado el contrato de

trabajo” (ibídem), y ya se había elaborado por ella la liquidación

definitiva de prestaciones sociales --folio 170--, cubriendo el término

de trabajo, que fue “del 4 de junio de 1968 al 27 de junio de 1999

(fls. 289 y 170)” (ibídem).

Aduce que tal aserto se encuentra corroborado con

la firma que impusiera el trabajador en la dicha liquidación –folios 49 y

170--, hecho que, por incluir el auxilio de retiro voluntario, “impide la

conclusión del tribunal de que la Caja Agraria despidió sin justa causa

al demandante” (ibídem).

Refuerza su dicho con la afirmación de como en la

misma liquidación que se pagó al demandante se incluyó además el

auxilio por pensión de jubilación, “el cual se encontraba establecido

en el Plan ‘B’ de retiro voluntario (fl. 165)” (ibídem), “es evidente, por

tanto, que la voluntad del demandante fue acogerse al plan de retiro

voluntario, y así lo entendió mi prohijada al efectuar el pago del


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24 Expediente 24770

Corte Suprema de Justicia

mencionado auxilio, contra el cual el actor no manifestó reparo

alguno” (folios 35 a 36 cuaderno 2).

El opositor, por su lado, confuta el cargo con la

alegación de que la recurrente incurre en un medio nuevo en

casación, por cuanto en las instancias no adujo que la terminación del

vínculo contractual se produjo de común acuerdo, como ahora lo

predica y lo cual, de acogerse, rompería los principios de congruencia

y consonancia de la sentencia. En apoyo de su dicho pone de relieve

las expresiones de la contestación de la demanda y del escrito del

recurso de apelación, en las que la recurrente refirió la terminación

unilateral del contrato de trabajo como acto unilateral suyo. Además,

censura al cargo no discutir todos los medios de prueba que

condujeron al juzgador a su conclusión, entre otros, la declaración de

confesa de la demandada respecto de las preguntas décima y décima

segunda del interrogatorio de parte que su representante legal

absolvió –folios 275 y 276--, el documento que contiene el plan de

retiro voluntario en el cual se señalaba que el contrato de trabajo se

terminaría en audiencia de conciliación y que no se realizó –folios 163

a 167-- y la hoja de vida del trabajador –folio 280--.


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Corte Suprema de Justicia

Por último, sostiene que el acogimiento al plan de

retiro voluntario no podía producir efectos de terminación del contrato

de trabajo, porque no se cumplieron las etapas que a tal hecho

conducían, por lo que tampoco incurrió el juzgador en lo que es un

verdadero error de hecho manifiesto en la casación del trabajo.

VI. CONSIDERACIONES DE LA CORTE

Como se anotó en los antecedentes, el Tribunal,

una vez dio por probada la existencia de la relación laboral alegada

en la demanda, la remuneración y cargo del actor y, con

fundamento en “el acervo probatorio allegado al plenario” (folio

415), que el vínculo laboral “feneció por decisión unilateral de la

CAJA AGRARIA de conformidad con lo dispuesto en el Decreto 1065

de 1999 en el cual se dispuso la supresión del cargo desempeñado

por el actor” (ibídem), aseveró que como esa disposición fue

declarada inexequible por sentencia 918 de 18 de septiembre de

1999 por la Corte Constitucional, “el Decreto 1065 nunca nació a la

vida jurídica razón por la cual el despido del actor deviene ilegal

como quiera que la supresión del cargo no está contemplada como

justa causa para dar por terminado el contrato de trabajo de los


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Corte Suprema de Justicia

trabajadores oficiales de conformidad con lo preceptuado en los

artículos 48 y 49 del Decreto 2127 de 1945” (ibídem). En su apoyó

transcribió los apartes que consideró pertinentes de una sentencia

de la Corte de 22 de noviembre de 2002.

De las anteriores inequívocas expresiones sólo es

dable concluir que la conclusión del Tribunal sobre lo unilateral del

rompimiento de la relación laboral que ató a las partes por cuenta de

la demandada no lo obtuvo del estudio de uno o de algunos de los

medios de prueba aportados al proceso, sino, cuestión diferente, del

estudio y valoración de “el acervo probatorio allegado al plenario”

(folio 415), de modo que, al haber restringido la recurrente la

demostración de su ataque al análisis, apenas, de la liquidación

definitiva del auxilio de cesantía, la solicitud de acogimiento al plan de

retiro voluntario, el desistimiento al mismo y su ratificación, deja por

fuera el restante material probatorio que, por virtud de la expresión

resaltada, debe entender la Corte le sirvió de estribo al juzgador para

concluir que el demandante fue despedido en forma unilateral y sin

justa causa por su empleadora. Tal circunstancia, de por sí, mantiene

incólume las conclusiones probatorias del juzgador, puesto que, de

llegar a demostrarse los yerros de apreciación de los medios de


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Corte Suprema de Justicia

prueba escogidos en el ataque, de todos modos, la sentencia se

sostendría sobre los que no fueron atacados pro la recurrente y que

debieron serlo por hacer parte del soporte de la misma.

Tiene toda razón el opositor, entonces, cuando

enrostra al cargo eludir el estudio de todos los medios de convicción

del proceso que sirvieron de basamento a la conclusión del juzgador y,

particularmente, en los que se apoyó para inferir que el trabajador fue

despedido unilateralmente y sin justa causa y que, al comenzar el

ataque acepta expresamente la recurrente, al consignar que no

discute que en la contestación de la demanda “se afirmó una justa

causa de terminación del contrato” (folio 34 cuaderno 2), hecho que

también incontestablemente muestran los restantes medios de prueba

que cita el opositor.

Lo dicho sería suficiente para no aceptar la censura

en cuanto al aspecto atacado por la recurrente, y sin que se requiera

hacer más observaciones de orden técnico a los yerros probatorios

endilgados al fallo. No obstante, conviene reiterar que en tema de los

juicios del trabajo, por la facultad de que gozan los jueces de


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Corte Suprema de Justicia

instrucción, prevista en el artículo 61 del Código Procesal del Trabajo y

de la Seguridad Social, éstos no están atados a una tarifa legal de

prueba, por lo que pueden forman libremente su convencimiento

sujetándose a cualquiera de las pruebas del proceso, salvo que la ley,

para establecer un hecho, exija una determinada solemnidad ad

sustantiam actus, caso en el cual no podrán admitir prueba por otro

medio, cosa que, sin reparo alguno, no es la que sucede en tema de

la terminación del contrato de trabajo.

Pero si sencillamente, y por mera claridad, se

entrara al estudio de los medios de convicción a que alude la

recurrente, bastaría decir que en verdad, como lo reseña el opositor, y

con total independencia de la oportunidad en que el trabajador

manifestó su acogimiento al plan de retiro voluntario que la

empleadora ofreció a sus trabajadores, y aún, de la del desistimiento y

ratificación al mismo al citado plan, luce incontrastable que la

demandante había reglado los términos en que se daría la terminación

de los contratos de trabajo de sus trabajadores cuando se acogieran

al plan de retiro voluntario, imponiendo que para tal efecto, la solicitud

debería tener un visto bueno de cada vicepresidente (folio 166) y que,


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Corte Suprema de Justicia

“en todos los casos, los trabajadores suscribirán con la Caja Agraria

un acuerdo conciliatorio ante la jurisdicción laboral par al terminación

del contrato de trabajo para la terminación del contrato de trabajo por

mutuo consentimiento” (folio 167), resultando de tal contundencia el

hecho de que tal procedimiento no se cumplió con el demandante,

que en momento alguno del proceso la demandada lo alegó.

No es más lo que debe decirse para, como ocurrió

con el ataque del demandante, desestimar el cargo de la demandada.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de

Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia en nombre

de la República de Colombia y por autoridad de la ley, NO CASA la

sentencia dictada el 31 de marzo de 2004 por la Sala Laboral del

Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en el proceso que

MIGUEL ANGEL MARTINEZ MARTINEZ promovió contra LA CAJA DE

CREDITO AGRARIO, INDUSTRIAL Y MINERO –EN LIQUIDACION- y

el BANCO AGRARIO DE COLOMBIA S.A.


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Corte Suprema de Justicia

Sin costas en el recurso.

Cópiese, notifíquese, publíquese y devuélvase al

Tribunal de origen.

ISAURA VARGAS DIAZ

GUSTAVO JOSE GNECCO MENDOZA CARLOS ISAAC NADER

EDUARDO LOPEZ VILLEGAS LUIS JAVIER OSORIO LOPEZ

FRANCISCO JAVIER RICAURTE GOMEZ CAMILO TARQUINO GALLEGO


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Corte Suprema de Justicia

MARIA ISMENIA GARCIA MENDOZA

Secretaria

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