Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
A los dos días de recibir la noticia, Jesús, que ya sabe que Lázaro ha muerto, les
dice a sus apóstoles: “Vamos otra vez a Judea”. Sorprendidos, ellos le contestan:
“Hace poco procuraban apedrearte los de Judea, ¿y vas allá otra vez?”. “Nuestro
amigo Lázaro está descansando —les explica Jesús—, pero yo me voy allá para
despertarlo del sueño.”
Uno de los apóstoles, Tomás, les dice a los otros: ‘Vamos nosotros también,
aunque nos cueste la vida’. Saben que los enemigos de Jesús intentarán matarlo
nuevamente, y puede que a ellos también. Pero a pesar de todo deciden
acompañarlo. Después de dos días de viaje llegan a la ciudad donde vivía Lázaro,
que estaba a tres kilómetros (unas dos millas) de Jerusalén (Juan 11:7-18).
¿Sabes por qué Jesús no quiso llegar antes?... Verás, Jesús ya había resucitado
anteriormente a varias personas, pero estas llevaban muertas pocas horas cuando
él las trajo de vuelta a la vida (Lucas 7:11-17, 22; 8:49-56). Sin embargo, cuando
Jesús llega, Lázaro lleva cuatro días en la tumba. Así que nadie puede negar que
Lázaro está realmente muerto.
Pues bien, cuando Marta se entera de que Jesús está llegando a la ciudad, sale
corriendo a encontrarse con él. “Señor —le dice—, si hubieras estado aquí mi
hermano no habría muerto.” Jesús la tranquiliza con la siguiente promesa: “Tu
hermano se levantará”. Marta regresa a su casa y le dice en privado a su
hermana, María: “El Maestro está presente, y te llama”.
Los vecinos y amigos que estaban allí ven salir a María y, pensando que va a la
tumba de su hermano, la siguen. Pero ella va a encontrarse con Jesús. Cuando él
ve a María y a todos los que la acompaña llorando, también se pone a llorar.
Enseguida, se dirigen todos a la tumba y, al encontrarla cerrada con una gran
piedra, Jesús ordena: “Quiten la piedra”. Pero Marta dice: ‘Señor, ya debe oler
mal, porque hace cuatro días que murió’.
Sin embargo, la gente obedece a Jesús y quita la piedra. Entonces, él ora a Dios y
le agradece que le dé poder para resucitar a Lázaro. Luego, grita con voz fuerte:
“¡Lázaro, sal!”. ¿Qué pasa a continuación? Que Lázaro sale de la tumba. Como
tiene “los pies y las manos atados con envolturas”, Jesús dice: “Desátenlo y
déjenlo ir” (Juan 11:19-44).
¿Comprendes ahora por qué Jesús decidió esperar un poco antes de ir a ayudar a
su amigo?... Porque así podría demostrar mejor el poder de su Padre, Jehová.
Y así fue: Jesús supo elegir bien el momento y, como resultado, muchos se
hicieron creyentes (Juan 11:45).
Unos cuantos minutos después, Jesús llevó “una compañía de soldados, y alguaciles de
los principales sacerdotes y de los fariseos”, que venían “con linternas y antorchas, y con
armas” (Juan 18:3). Jesús les preguntó a quien buscaban, y ellos “Le respondieron: A
Jesús nazareno” (Juan 18:5). Jesús literalmente les dijo: “Yo soy”. Cuando Jesús dijo: “Yo
soy”, que es el nombre de Dios (Éxodo 3:14), ellos “retrocedieron, y cayeron a tierra”
(Juan 18:6). Entonces parece que hubo una riña y:
“Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote,
y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco” (Juan 18:10).
Eso nos lleva al hombre llamado Malco, al cual Pedro le cortó la oreja con una espada.
Este incidente fue importante lo suficiente para que todos los escritores del Nuevo
Testamento lo registraran (Mateo 26:51; Marcos 14:47; Lucas 22:50; Juan 18:10). Todos
los escritores de los cuatro Evangelios nos dicen que Malco era un siervo del Sumo
Sacerdote, Caifás. Pero solo Juan dice su nombre, y solamente Juan nombra a Pedro
como el Discípulo que le cortó la oreja. Varios comentaristas modernos asumen que
Mateo, Marcos y Lucas dejan fuera el nombre de Pedro porque la identidad de Pedro
podría haberlo puesto en riesgo, si su nombre hubiera sido dado. Pero Pedro ya estaba
en mucho riesgo, ¡así que dudo que esa fuera la razón! A mí me parece que las
respuestas a esas preguntas nos son desconocidas, y es mejor decir que el Espíritu
Santo dejó que Juan, el último escritor del Evangelio, nos diera el nombre de Pedro – tal
como el nombre de Malco. Pero solo Lucas nos dijo que Jesús sanó la oreja cortada de
Malco. Lucas dijo:
“Y uno de ellos hirió a un siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Entonces
respondiendo Jesús, dijo: Basta ya; dejad. Y tocando su oreja, le sanó” (Lucas 22:50-51).
Malco era “un siervo del sumo sacerdote” (Lucas 22:50). Eso explica por qué estaba al
frente de la guardia que vino a arrestar a Jesús. Malco era el representante personal del
Sumo Sacerdote, y estaba al frente de los guardias, probablemente guiándolos, tras
Judas. Esto explica por qué Pedro lo atacó, ya que estaba enfrente de los demás.
Entonces Jesús “tocando su oreja, le sanó” (Lucas 22:51). El Dr. Lenski dijo:
Este es un milagro notable, el ultimo milagro que Jesús hizo...[parece] que la oreja le fue
cortada y colgaba por una tira de piel ya que el que Jesús la tocara la restauró
perfectamente (traducción de R. C. H. Lenski, D.D., The Interpretation of St. Luke’s
Gospel, Augsburg Publishing House, reimpreso 1961, p. 1082; nota de Lucas 22:51).
“Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha
dado, ¿no la he de beber?” (Juan 18:11).
“La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Juan 18:11). El Dr. McGee dijo:
“Esta es la copa del juicio que El cargó por nosotros en la Cruz...no pensemos que el
Salvador [fue a la Cruz] sin querer. Hebreos 12:2 dice: ‘...el cual por el gozo puesto
delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de
Dios”’ (traducción de J. Vernon McGee, Th.D., Thru the Bible, Thomas Nelson Publishers,
1983, tomo IV, p. 485; nota de Juan 18:11).
Nunca olvides que este era Jesús, el Dios-hombre. Los guardias cayeron cuando Él dijo:
“Yo soy” por Su poder. Por Su poder, Él sanó la oreja cortada de Su enemigo Malco. Este
es Jesús el Mesías, quien le dijo a Pedro que metiera su espada en la vaina, y dijo:
“¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce
legiones de ángeles?” (Mateo 26:53).
Él podía haber llamado miles de ángeles para salvarlo a Él de ser crucificado, pero Él fue
a la Cruz voluntariamente, a pagar la pena completa por tu pecado.
Las manos de Jesús ataron en el Huerto donde Él oró,
Lo avergonzaron por las calles.
Escupieron al Salvador, Él puro y sin pecado,
Dieron voces “¡Crucifícale!”
Pudo llamar a diez mil ángeles
A destruir el mundo, y librarlo a Él.
Pudo llamar a diez mil ángeles,
Pero murió a solas, por ti y por mí.
(Traducción libre de “Ten Thousand Angels” por Ray Overholt, 1959).
Jesús fue a la Cruz voluntariamente, “como cordero...al matadero” (Isaías 53:7) a pagar el
precio de nuestro pecado y a salvarnos del juicio de Dios.
Pero nuestro sermón esta noche se enfoca en este hombre Malco, quien era una persona
importante, siervo del Sumo Sacerdote, Caifás – este hombre a quien Pedro le cortó la
oreja con su espada – éste que fue la ultima persona a quien Jesús sanó antes de Su
crucifixión. ¿Es importante? No, él no era importante según la Cristiandad. Pero se habla
de él en los cuatro Evangelios, se nombra en el Evangelio de Juan, y hasta una segunda
vez en el Evangelio de Juan como “el [siervo] del sumo sacerdote...a quien Pedro había
cortado la oreja” (Juan 18:26).
Malco es mencionado cinco veces en los cuatro Evangelios. Eso es todo lo que oímos de
él en las Escrituras. Nunca leemos nada más de él – solo que Pedro le cortó la oreja, y
que Jesús lo sanó – ¡nada más! Por lo tanto, no se menciona en ninguna tradición
antigua. Ahora, yo no le pongo mucho valor a las tradiciones antiguas. Pero, si se hubiese
vuelto Cristiano después, hubiera aunque sea una mención de ello en alguna tradición
oscura. Pero no hay nada – nada más de él en la Biblia – nada más de él en la tradición
antigua. Él es el último hombre a quien Jesús sanó antes de Su crucifixión, ¡pero no se
dice una palabra más de él! ¿Qué nos dice eso? Creo que la razón es obvia. Él nunca fue
convertido. Él nunca se hizo Cristiano. Creo que la conclusión es obvia – y varios
comentadores han llegado a la misma conclusión.
¿Por qué menciona la Escritura que él fue sanado? Creo que cada palabra de la Escritura
es por inspiración – y creo que toda palabra de la Escritura es dada por una razón. El
Apóstol Pablo dijo:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia” (II Timoteo 3:16).
Creyendo que II Timoteo 3:16 es verdad, ¿qué aprendemos que es “útil” del saneamiento
de Malco? ¿No es obvia la respuesta? El Dr. Lenski dijo: “¿Qué impresión le dio ese
milagro [a Malco]? No oímos de ninguna” (ibíd., p. 1083; nota sobre Lucas 22:51). Estoy
convencido de que esa es la respuesta. Esta es la lección que aprendemos del sanar de
Malco – Jesús puede hacer un milagro en una persona sin que tenga un efecto en su
vida. Una persona puede experimentar un milagro físico y quedarse perdida – sin ser
convertida – jamás salva. ¿No es esa la lección que aprendemos del saneamiento de
Malco? ¡No puedo pensar en ninguna otra razón por la que el Espíritu de Dios registrara
este milagro en las Santas Escrituras! Dios puede hacer un milagro en tu vida sin que
seas salvo. Esa es una lección importante para nosotros en estos días cuando el ser
sanado y los milagros son tan importantes.
Déjame terminar este sermón contándote una historia. Es perfectamente cierta, y la dejo
tal como es. Solo daré los hechos exactos, como ocurrieron.
Una noche ya muy tarde recibí una llamada telefónica. Una persona que yo conocía
desde niño estaba muriendo. De hecho, me dijeron que los doctores le daban solamente
como una hora de vida. Me pidieron que fuera a orar para que fuera sanado. Llovía muy
recio, y él estaba en un hospital lejano, así que le pedí a Dr. Cagan que fuera conmigo.
Finalmente llegamos al hospital. La familia nos dijo que él moriría en cualquier minuto. El
Dr. Cagan y yo entramos al cuarto. Yo puse mi mano sobre él y oré que Dios lo sanara.
Eso fue todo. Luego nos fuimos a casa. Yo esperaba que él muriera esa noche. La
siguiente mañana me sorprendió oír que sobrevivió la noche. ¡Me sorprendió todavía más
saber que unos cuantos días después fue dado de alta, y fue a casa! Su familia dijo que
era un milagro. Los doctores dijeron que era un milagro. El hombre mismo dijo que era un
milagro.
Ahora, la razón que casi murió fue por alcoholismo. Su hígado ya no trabajaba. Pero de
algún modo Dios lo sanó. ¡Por eso estuve muy sorprendido al darme cuenta de que
regresó a la bebida un par de semanas después!
Seguro, un par de meses después recibí otra llamada de noche. Me dijeron que moría
otra vez. Esta vez los doctores no le daban esperanza alguna. Pero la familia me rogó que
fuera. Otra vez el Dr. Cagan y yo fuimos al hospital lejano. Fuimos a su cuarto y casi no
podía hablar. Pero me dijo que si Dios lo sanaba otra vez, él vendría a nuestra iglesia y
“sería salvo”. De nuevo, puse mi mano sobre él y oré para que fuera sanado. Otra vez, un
milagro aconteció. ¡Los doctores se sorprendieron! Pronto fue dado de alta. Unas
semanas después cumplió sus promesas a medias. Un Domingo en la mañana él entró
por la puerta de nuestra iglesia. Se sentó con su esposa al frente mientras yo predicaba.
Nunca alzó los ojos para verme una sola vez durante el sermón. Al cierre del servicio di
una invitación para que aquellos que quisieran hablar conmigo sobre la salvación alzaran
la mano. Este hombre no alzó su mano. Después del servicio hablé con él en privado y le
rogué que confiara en Jesús. El me dijo: “Tengo que pensar sobre eso un poco más”.
Para acortar la historia, él regresó a la bebida. Unos cuantos meses después murió por
eso. Me llamaron para que condujera su funeral, lo cual hice. Pero no pude dar una
palabra de consuelo o esperanza. Solamente pude predicar un simple sermón del
Evangelio y decir la bendición. Siempre lo recordaré. Era mi amigo de niño. Había sido
sanado dos veces por un milagro. Pero nunca se arrepintió, y nunca fue convertido. El
resistió a Jesús hasta el fin.
¿Cuál es el punto? El punto entero de este sermón es simple – que puedes recibir un
milagro y no ser salvo. Puedes tener respuestas a la oración y no ser salvo. Puedes ser
bendecido por Dios y nunca ser convertido. Ese fue el caso de Malco en la Biblia, y el
caso de mi pobre amigo perdido, que amaba al alcohol tanto que no quiso confiar en
Jesús. ¿Qué era la que tanto amaba Malco que no confió en el Salvador que lo había
sanado? No podemos decir. La Biblia guarda silencio. Pero podemos estar seguros de
que había algo en la vida de Malco que él temía perder – ¡así que perdió su alma! Jesús
dijo:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O
qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).
¿Qué es lo que te detiene a ti confiar en Jesús? Jesús murió en la Cruz para pagar por tu
pecado. Él derramó Su Sangre preciosa para limpiarte de todo tu pecado. Él resucitó de
los muertos para darte vida. ¿Qué es lo que te detiene de venir a Jesús para recibir esos
grandes beneficios eternos? Te suplico que te vuelvas de tus pecados y vengas
directamente a Él, porque Jesús dijo:
“Al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
El milagro más grande de todos es la salvación de tu alma. Cuando Dios te atraiga a
Jesús, y tú confíes en Él, ¡el milagro más grande de todos ocurrirá en tu alma! ¡Serás
nacido de nuevo por Su misericordia y gracia! John W. Peterson lo dijo bien:
Tomó un milagro poner las estrellas sin par,
Tomó un milagro darle al mundo un lugar;
Mas cuando mi alma salvó, y a mí me limpió,
¡Tomó un milagro de gracia y amor!
Quiero que ustedes que están todavía perdidos vengan y se sienten en las dos primeras
filas mientras el resto suben a comer. Ven aquí y hablaremos contigo acerca de confiar en
Jesús.
La resurrección de Jesús