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Reviewed Work(s): La imaginación como libertad: acerca de La casa de los espíritus de Isabel
Allende by
Review by: Rolf Eberenz
Source: Iberoamericana (1977-2000), 8. Jahrg., No. 2/3 (22/23) (1984), pp. 102-109
Published by: Iberoamericana Editorial Vervuert
Stable URL: https://www.jstor.org/stable/41670908
Accessed: 20-05-2020 19:12 UTC

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Rezensionen El libro es, por lo menos en parte, la
biografía de un hombre que gracias a su
trabajo y a la coyuntura económica llega
La imaginación como libertad: a triunfar en la vida; la prosperidad de sus
acerca de La casa de los espíritus fincas, unas acertadas operaciones finan-
de Isabel Allende
cieras y la consagración por la política lo
1. Lasaga convierten en el clásico patriarca. A la
sombra de este tronco prepotente brotan
Los críticos se han hecho lenguas del las vidas de sus familiares y allegados;
elemental placer que proporciona la varias generaciones se someten o intentan
lectura de la ya célebre novela de Isabel rebelarse contra los designios omnímodos
Allende. Aunque algunos escritores del de Esteban Trueba, cada vez más sumido
boom hispanoamericano nos habían acos- en la soledad del poder3. Todos procuran
tumbrado otra vez a seguir con la impa- romper de alguna forma el cerco de hierro
ciencia de antaño el hilo del relato, a en que los apresan las convenciones, los
dejarnos cautivar por peripecias y perso- ritos y los fastos de su clase. Todos ellos
najes insólitos, la publicación de La casa se van dando cuenta de que fuera del
suntuoso encanto de la casa de la esquina
de los espíritus fue un auténtico aconte-
cimiento1 . Utilizando un módulo argu- impera una realidad bastante más contra-
mentai de cierta tradición2, la autora dictoria donde oleadas de campesinos en
inserta la trayectoria de una familia de paro hacen desbordar la capital en inter-
varias generaciones en el contexto de la minables aglomeraciones de conventillos.
Sobre el trasfondo de las crecientes
historia contemporánea de Chile. La
dialéctica entre el microcosmos familiar tensiones sociales, la victoria del Frente
y la realidad social se plasma en todosPopular y el cuartelazo de Pinochet se
esos desconcertantes personajes noveles- desmorona al mismo tiempo el mundo
cos, amos despóticos, trabajadores opri-de Esteban Trueba, quien se aisla comple-
tamente de su familia.
midos, señoras dedicadas al espiritismo y
.al activismo político, segundones deEs finalmente su nieta, doble víctima del
empresas disparatadas y aventureros euro-naufragio general - ya que sufre las con-
peos. Distintos ambientes, como los secuencias de la dictadura militar y en
barrios residenciales de la parte alta de particular la venganza del policía Esteban
Santiago, al lado de las barriadas obreras, García - la que se compadece de Trueba
el norte minero y el sur agrícola del país, ahora decrépito y arrepentido. Sobre
componen el espacio social y geográfico Alba, embarazada no se sabe si de su
de la novela. compañero de lucha Miguel o de su tortu-
Como lo había hecho García Márquez en rador, se ha volcado toda la violencia que
había sembrado Esteban Trueba. En ella
Cien años de soledad , Isabel Allende
enhebra una secuencia de episodios se cumple y se cierra todo un ciclo
paradigmáticos y de cuadros caracteriza- histórico; la desaparición del patriarca
dos con certeras pinceladas en los que no elimina los entredichos de una época y
abre la vía a otro ciclo.
sobra ni una palabra. Lo anecdótico, lo
elíptico incluso, prestan al relato una
cierta austeridad y condensan el tempo 2. Las mujeres: la luminosidad de unos
narrativo. Pero lo que más se impone al nombres
lector es el increíble arte fabulatorio de
la autora, su sarcasmo cáustico y, por La figura impresionante de Esteban Trueba
supuesto, el fondo político de la obra.prevalece, pues, en la superficie de la

102 Iberoamericana 2/3, 1984

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novela. Los trechos en que él mismo, en donde incluso el ayuno cuaresmal se con-
primera persona, rememora con intención vierte en un banquete de ,, suaves pasteles
apologética los hechos de su vida, depen- de hojaldre, sabrosos guisos de verdura,
den de la instancia narrativa mejor defini- esponjosas tortillas y grandes quesos"
da. Las partes restantes del texto pertene- (p. 10). El que haya ricos y pobres es
cen a un narrador omnisciente más o aceptado como hecho incuestionable,
menos mediatizado por los famosos aunque Nivea y sus amigas, bien arropadas
„cuadernos de anotar la vida" de Clara en sus abrigos de piel, hacen sus visitas
que su nieta Alba repasa y transcribe en filantrópicas a las fábricas y poblaciones
el epílogo; el libro termina con las palabras obreras. Al mismo capítulo pertenece su
iniciales de los cuadernos, las mismas que pintoresca militancia de sufragista que la
abren la novela4. lleva a encadenarse públicamente en las
Pero más interesantes que el personaje rejas del Congreso. Tales rasgos, más
adusto, intratable, de Trueba son sin duda cómicos que eficientes, no alteran en
las mujeres que se escalonan en cuatro absoluto un orden que probablemente ni
generaciones a lo largo de su longevidad la misma señora del Valle pone en tela de
de patriarca. Cada una se enfrenta con los juicio. Donde sí se manifiesta su talante
problemas específicos de la época y de su de mujer resuelta es cuando manda cortar
circunstancia personal. Ahora bien, para sin contemplaciones el álamo en cuya
todas existe un denominador común, la ascensión habían probado su hombría
todos los varones de la familia. La aboli-
supremacía masculina y los imperativos
del orden social. Hay que reconocer ción de este rito de iniciación, temido
que la perspectiva femenina, ese modo por su peligrosidad, es un acto simbólico
peculiar de percibir el mundo real y el que prefigura todo un modelo de conduc-
ta.
invisible, es uno de los grandes logros de
este libro. Un tema que se desarrolla am- El envenenamiento de su hija Rosa en
pliamente y que nos parece esencial para circunstancias poco claras, pero relacio-
la configuración del sentido de la obra es nadas con las ambiciones políticas del
el progresivo acercamiento de las mujeres padre, viene a anunciar el término de la
a la realidad, esa lenta toma de conciencia época mítica. La irrupción de la violencia
que se produce al filo de un proceso de en el tranquilo mundo burgués es también
desmitificación de la propia clase, de su un momento clave en la vida de la pequeña
modo de vida, de su ética social. Nivea, Clara, hermana de la fallecida.
Clara, Blanca y Alba, linaje de hembras Clara, la segunda de nuestro linaje feme-
extraordinarias, descubren en el fluir nino, pasa sus primeros años en un am-
manso y aparentemente sin zozobras de biente familiar donde cierta falta de
la vida unas corrientes subterráneasautoridad paterna - Severo del Valle
insospechadas. Sus nombres, con su parece estar absorbido por una serie de
obstinada referencia a lo luminoso, empresas poco afortunadas - permite
encierran un evidente simbolismo y un
una vida espontánea, atenta a las voces de
programa de actuación: todas ellas los vivos y los muertos. Clara se cría
consiguen mantenerse sorprendentemente „en un mundo de historias asombrosas,
incontaminadas del ambiente material en
de silencios tranquilos, donde el
que viven.
tiempo no se marcaba con relojes ni
La primera, Nivea, vive en lo que se calendarios y donde los objetos
podría llamar la época mítica. En un tenían vida propia, los aparecidos se
principio, nada perturba la paz del hogar sentaban en la mesa y hablaban con
en que reina un discreto refinamiento y los humanos, el pasado y el futuro

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eran parte de la misma cosa y la reali- remedio que casarse con un hombre de su
dad del presente era un caleidoscopio clase, darle hijos y desempeñar un papel
de espejos desordenados donde todo decorativo a su lado, Clara decide aceptar
podía ocurrir." (p. 78). el juego, pero sin entregar la parcela
mínima de su ser que no pertenece sino
La muchacha se acostumbra, pues, a a ella. En estas circunstancias, la memoria
captar las señales de lo imperceptible, a viene a ser un arma defensiva de primera
desentrañar la lógica oculta de los acon-importancia: tal es la función de los
tecimientos, a entender lo aparentemente„cuadernos de anotar la vida" que la
absurdo. Afina sus dotes de vidente, para
joven empieza a llenar ahora. ¿Por qué
presagiar, entre muchas otras cosas, la no se llaman simplemente „diarios ín-
muerte de Rosa, una estafa de que será timos"? - Creemos que el término con
víctima su padre y su propio casamiento su connotación coloquial o infantil
con Esteban Trueba. Se entretiene
apunta a la humanidad sin pretensiones
desplazando por telecinesis el salero desobre
Clara. De la misma forma que más
la mesa, sin que ello sorprenda a nadie
tarde de
recibe con indiferencia los regalos
la familia.
deslumbrantes de su marido, del mismo
En esta etapa ya el doble fondo modo que en la edad madura viste „túni-
de las
cosas se le presenta en el personajecas de lino crudo que parecían batas de
fabu-
loco" y
loso del tío Marcos, ,, enfant terrible" calcetines largos (p. 250), conoce
de
aquí en
la familia que de vez en cuando entra la medida de su persona: el diarie)
no le un
la casona como un huracán, dejando sirve para ponerse en evidencia,
sino para dejar constancia de la vida, del
rastro de recuerdos exóticos y de proyec-
tos descabellados. Por otra parte, acontecer
Nivea cotidiano. Se trata de registrar
minuciosamente los pormenores insigni-
no pierde ocasión, en las largas conversa-
ficantes, los sucesos triviales, puesto que
ciones con su hija, de contarle episodios
se parecen a los espejos desordenados del
cómicos que echan por tierra la respeta-
pasaje es
bilidad burguesa de la familia. La niña antes citado por la virtud de revelar
el sentido
finalmente arrancada de la infancia porsecreto de las cosas.
la muerte de Rosa: sobre todo el alu-
Clara es ciertamente el personaje más
cinante espectáculo de la autopsia que se
describe- con una crudeza teñida de profundo de lo que consideramos la se-
gunda época de la novela. El auge de una
surrealismo y al que la pequeña Clara
nueva clase dirigente de industriales y
asiste por una ventanilla5 , le produce
grandes propietarios coincide con el
serios trastornos psíquicos. Enmudece,
paulatino hundimiento de los valores
sin que la familia y. los médicos sepan
tradicionales. Las fortunas amasadas
determinar las causas. El lector se percata
como por arte de magia entre las dos
de que sé trata de una especie de exilio
guerras mundiales se invierten en un lujo
interior, del que no saldrá, en el fondo,
descarado que contrasta con la miseria de
durante el resto de su yida, aun cuando
las masas. Al principio, Clara acepta su
más adelante recupera el habla. -
nueva situación de casada con la pasividad
El muro infranqueable que Clara alza de una
en sonámbula, dejándose mimar
torno a sus * pensamientos es de como una una criatura por su cuñada Férula6 .
Pero una vez nacida su primera hija, Blan-
necesidad vital; ya qué no tiene vocación
ca, y mientras la familia pasa el verano en
de solitaria, ^se conforma con seguir, dentro
las Tres
de unos límites precisos, el camino que le Marías, se pone a trabajar en la
traza la sociedad ;-consciente "de queenseñanza
una y en la asistencia médica.
señorita de su condición no tiene más Renovando las actividades feministas de

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Nívea, pronuncia ante las atónitas cam- entre las aventuras fantásticas de sus
pesinas unos inflamados discursos sobre lecturas y las conversaciones con el viejo
los derechos de la mujer. Pero la incom- Pedro García, depositario de la antigua
.prensión dei público y la cólera de Esteban sabiduría indígena. La relación amorosa
la hacen desistir, al parecer definitivamen- que nace por encima de la barrera social,
te, de estas tentativas políticas. Como su la denuncia de las escapadas nocturnas
madre, llevará a los pobres regalos y con- de Blanca por el afeminado intruso Jean
suelos, aunque, contrariamente a Nívea, de Satigny y la violenta reacción de
no se engaña sobre la significación de Trueba, contrariado en su autoridad
estos gestos. „Esto sirve para tranquilizar- inapelable, provocan un cataclismo fami-
nos la conciencia, hija. Pero no ayuda a liar que anticipa en cierto modo el desas-
los pobres. No necesitan caridad, sino tre nacional. De momento, sin embargo,
justicia", dirá a Blanca (p. 124). Blanca cede a las presiones y se resigna a
casarse con el aventurero francés, ya que
Pronto llegarán a la casa de la esquina las
Trueba se empeña en no dejar sin apellido
tres hermanas Mora, especie de moiras
a la criatura que ella espera de Pedro
espiritistas que se presentan con sus Tercero.
barajas adivinatorias y sus juegos cabalís-
ticos, para dar a la vida de Clara el rumbo A pesar de esta aparente claudicación,
que ya se había anunciado en su primera Blanca continúa fiel a la memoria de
infancia. Se repliega otra vez en su reducto Pedro, a quien cree muerto. Después de
interior, presidiendo una tertulia esotéri- separarse de su marido, regresa a la casa
ca, en que se consulta a los espíritus con de la esquina, donde inicia una existencia
la mesa de tres patas. Por mucho tiempo apagada y austera, dedicada a las faenas
se reunirán en sus habitaciones los ,, amigos domésticas y a su taller de cerámica. Si
rosacruces, los espiritistas, los teósofos, Clara se había refugiado en el diálogo con
los acupunturistas, los telépatas, los los espíritus, Blanca consigue sobrevivir
fabricantes de lluvia, los adventistas del gracias a su amor ideal, que triunfará
séptimo día, los artistas necesitados o finalmente cuando unos veinte años
caídos en desgracia" (p. 188). Mientras después, en plena dictadura militar, ella
que Esteban Trueba da a sus hijos una y Pedro huyen al Canadá.
educación británica, Clara propugna la
Y llegamos a Alba, la cuarta del linaje y
difusión del esperanto.
la que desafía con mayor tesón a la socie-
Sobre Blanca, representante de la tercera dad patriarcal. Se ve favorecida por la
generación, empiezan a descargarse las vejez de Esteban Trueba, que mantiene
tensiones acumuladas en los años de con su nieta una relación mucho menos
prosperidad. Es la primera mujer de la
conflictiva que con Clara y Blanca. La
dinastía que no renuncia al amor, educación
a la de Alba es probablemente la
libre elección del compañero, aunque
más libre e imaginativa que jamás había
éste no pertenezca a su clase. Su amistad
tenido muchacha en esta familia. Escucha
con el hijo del administrador de las Tres
de boca de su madre reinterpretaciones
Marías, Pedro Tercero García, iniciada en
feministas de conocidos cuentos popula-
la primera infancia, es para ella una im-
res, como los de „un príncipe que durmió
portante fuente de imaginación: Blancacien años, de doncellas que peleaban
aporta los libros mágicos del baúl cuerpo
de a cuerpo con los dragones, de un
Marcos y el muchacho sus conocimientoslobo perdido en el bosque a quien una
de la naturaleza y de ciertos misterios
niña destripó sin razón alguna" (p. 269).
fisiológicos tabuizados en la familia Al principio no va a la escuela, pues según
Trueba. Los niños pasan así varios veranos las palabras de Clara, „alguien tan favore-

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cida por los astros como ella, no necesitaba hermano Esteban, no sale de él en toda su
más que saber leer y escribir, y esto podía vida. Pesa sobre ella una educación
aprenderlo en la casa" (p. 238). Efectiva- religiosa que inculca a la mujer la abne-
mente, Alba lee a los cinco años el gación completa y la obligación de cons-
tantes prácticas devocionales. Férula
periódico, a los seis los libros mágicos del
baúl de su tío bisabuelo Marcos y un poco asimila estos principios contra sus impul-
más tarde los tratados de medicina del sos más íntimos: se sacrifica asistiendo
primero a su madre enferma y luego a
tío Jaime. Le permiten pintar las paredes
Clara,
de su cuarto con animales fantásticos y para rezar en los últimos años de
su vida
jugar en el sótano con los desechos de la el rosario a los obreros de un
historia familiar. El otro hermano de su suburbio; pero al mismo tiempo alimenta
un odio mortal contra la servidumbre de
madre, Nicolás, hombre de ideas delirantes
como su antepasado Marcos, monta una su condición femenina. „Me habría
gustado nacer hombre, para poder irme
academia de flamenco y regresa de un
viaje a la India convertido en gurú ilumi-también", dice a Esteban cuando éste se
nado. Todo ello le deja entrever un mundomarcha a las Tres Marías (p. 47). Tampoco
maravilloso y lleno de alicientes. puede permitirse las extravagancias de
Clara, y así todos la conocen como una
Al paso que el viejo Trueba cambia su
mujer sin imaginación. Pero después de
agresividad por una gran ternura hacia lamorir descubren su cadáver ataviado de
nieta, ésta puede desarrollarse en un
ambiente de libertad. En la universidad reina austríaca, en medio de una fantástica
mezcolanza de vestidos de gala, pelucas
participa en las luchas estudiantiles y vive
y frascos de cosméticos.
en unión libre con un joven revoluciona-
rio. Luego de producirse el golpe de estado
de Pinochet, sufre las torturas y violacio- 3. Una nueva vertiente del realismo
nes del policía Esteban García. Se acuerda mágico
entonces de Clara y de su método de
sobreponerse a las dificultades mediante La imaginación no llega a triunfar, ni
el ejercicio de la memoria. El recuerdo de tampoco la libertad. Sin embargo, las
la abuela le sugiere la idea de „escribir descendientes de Nívea, pese a sus des-
con el pensamiento, sin lápiz ni papel, fallecimientos, dan ejemplo de un notable
para tener la mente ocupada" (p. 362). valor. Recordemos, de paso, que la incli-
Si el torturador se venga en ella de la nación a la originalidad se manifiesta
humillación a la que Esteban Trueba también en algunos hombres de la familia:
sometió su estirpe desde el día en que Marcos del Valle, que intenta ganar los
violó a Pancha García, Alba resulta la favores de una prima con sus conciertos
víctima expiatoria de toda una época de de organillo y se eleva en aviones de
arbitrariedades personificadas en su abue- fabricación casera, y Nicolás Trueba, que
lo. Pero la novela termina sin odio, ya pasa de la producción de emparedados de
que Alba emprende junto con él la tarea pollo a la meditación budista, ensayan
de recuperar el pasado, de conjurar con la también la rebelión contra las normas
letra los demonios familiares.
establecidas, pero al menos el segundo no
No podemos terminar este capítulo sin pasa de ser una figura caricaturesca. De
una referencia a Férula, que opera como otra talla humana es el personaje monacal
antítesis de las figuras femeninas estudia- de Jaime Trueba, que reparte sus activi-
das hasta aquí. Procede de un ámbito dades entre la tarea de médico en un triste
social diferente - la pequeña burguesía hospital de suburbio y las lecturas en su
túnel de libros.
empobrecida - y, contrariamente a su

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El tema de la fantasía nos lleva inevitable- hemos comentado los personajes de
mente a abordar la cuestión del realismo
Marcos del Valle y Nicolás Trueba, que
mágico. La comparación sobre todo conpractican en su quehacer diario esta
Cien años de soledad se impone aquí porfusión de elementos contradictorios. Se
el peso de los parelelismos de fondo y de puede observar también en el estrambótico
forma7, aunque el objetivo de este estudio Jean de Satigny, traficante de „aletas de
nos impide tratarlos detenidamente. Tam- tiburón para afrodisíacos, ginseng para
bién la discusión, siquiera en forma detodos los males, figuras talladas por los
reseña, sobre el estatuto epistemológicoesquimales, pirañas embalsamadas del
del realismo mágico rabasaría ampliamen-Amazonas y chinchillas para hacer abrigos
te el marco de nuestro trabajo. Nos de señora" (p. 166). Igualmente grotescos
atenemos, por tanto, a la definición, son los internos del colegio británico que
aún relativamente reciente, de C. Arm- siguen cantando en inglés y jugando al
bruster, quien aplica el término al conjunto cricket, mientras afuera la ciudad se hunde
de la nueva literatura latinoamericana, bajo los embates del terremoto. No hace
reuniendo bajo este rótulo tanto el falta apuntar el ejemplo de García Már-
telurismo mítico de raíces indígenas y quez, quien utiliza este procedimiento
africanas (,,lo real maravilloso" de A. con su conocido virtuosismo; se encuen-
Carpentier) como las creaciones fantásticas
tran en nuestra novela incluso algunos
de tradición europea del Cono Sur (J.L. ecos del tropicalismo caribeño9. Pero, en
Borges y J. Cortázar, por ejemplo)8. conjunto, Isabel Allende hace de él un
Pensamos que La casa de los espíritus uso mucho más moderado.
representa algo así como una síntesis de
las dos tendencias mencionadas. Otra corriente, aunque más bien secun-
daria, se manifiesta en el saber ancestral,
Lo maravilloso está sin duda presente en
de ascendencia indígena, del viejo Pedro
la obra de I. Allende, pero aparece recor-
García, capaz de acabar con la plaga de
tado a la medida de una sociedad urbana
hormigas o de componer mejor que un
de Chile que se sitúa mentalmente en los médico de carrera los huesos de Esteban
antípodas de Macondo. Mientras que enTrueba, fracturados durante el terremoto.
la Colombia de García Márquez, igual que Y la tercera está 'directamente relacionada
en la Guatemala de Asturias o en las
con el mundo femenino al que nos hemos
Antillas de Carpentier, los fenómenos
referido en el segundo capítulo. Se trata
suprarreales forman parte de la devida
una serie de fenómenos realmente
cotidiana, Esteban Trueba y sus congéne-
sobrenaturales desde el punto de vista del
res se caracterizan por una cosmovisión
pensamiento occidental, que se producen
extremadamente racionalista.
de manera sumamente significativa du-
Por otra parte, el espíritu práctico de esta rante la primera etapa de la narración, la
gente empeñada en acopiar dinero y que hemos llamado mítica: la hermosura
poder, con su admiración por la eficiencia atemorizadora de Rosa la bella, con su
anglosajona, contrasta con algunas co- cabello verde marino y sus ojos amarillos
rrientes que, pese o quizá a causa de su (que no deja de recordar a Remedios la
marginalidad, pugnan por salir a la super- bella de Cien años de soledad ), el olor de
ficie. En primer lugar debe mencionarse rosas que anuncia a la Nana la muerte de
un especial enfoque narrativo de lo ab- la muchacha, las facultades telepáticas de
surdo, el choque de aspectos heteróclitos Clara, el extraño perro Barrabás que para
de la realidad, la coincidencia de objetos horror de los convidados a la boda de la
dispares en una sola imagen que prestan joven aparece en el salón con un cuchillo
a ciertas escenas una gran comicidad. Ya en el lomo, desangrándose tranquilamente

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a sus pies, o la cabeza de Nivea, seccionada Canseco (La advertencia, El aire y los
en un accidente automovilístico y descu- recuerdos , Los poderosos omnímodos ) o el
ciclo nordestino del brasileño J. Uns do
bierta por Clara a gran distancia de donde
ocurrió el hecho. Todos estos sucesos oRego (Menino de engenho, Doidinho,
Bangué, O moleque Ricardo, Usina), recor-
al menos su comprensión, quedan reser- damos como saga familiar propiamente
vados al sexo femenino. Empiezan a esca-dicha O tempo e o vento del también brasi-
sear después de casarse Clara, pero vuelvenleño E. Verissimo. Sin embargo, el antece-
dente directo de nuestra novela es innegable-
a producirse, sintomáticamente, en la vejez
mente Cien años de soledad de García Már-
de Trueba, cuando en Alba nace otra niñaquez; en ambas obras se da cabida en un
de cabellos verdes, destinada a iniciar un solo volumen a una narración que abarca
nuevo ciclo histórico. . cuatro o más generaciones y un lapso crono-
lógico de aproximadamente un siglo, sin que
Como se ve, el elemento mágico dista de este acortamiento menoscabe en absoluto la
ser omnipresente; se manifiesta en unos plenitud del universo novelesco.
leves toques, a menudo cargados de 3 El tema de la soledad aparece explícitamente
en la maldición profética de Férula: ,, ¡Siem-
humorismo, y su función consiste en pre estarás solo, se te encogerá el alma y el
demoler sin estridencias el positivismo cuerpo y te morirás como un perro! " (p.
au tosu fidente de la sociedad oficial. Es 121) y se repite en varias ocasiones.
en cierta manera un realismo mágico 4 Estos cuadernos presentan una clara analogía
funcional con los papeles de Melquíades en
domesticado, que se filtra tenazmente Cien años de soledad: se mencionan varias
por las paredes de la certidumbre racio- veces, a lo largo de la narración, pero no se
nalista. Porque, si bien se mira, hay a lo nos revela su contenido hasta que en el
largo de la novela una serie de accidentes desenlace final el último representante de la
y siniestros de creciente gravedad (las familia llega a leerlos, descubriendo en ellos
el sentido de su drama.
muertes violentas de Rosa y de sus padres,
5 Es interesante notar que más tarde el niño
la plaga de las hormigas, el terremoto) que Miguel presenciará, escondido en un armario,
anuncian el cataclismo final y deberían otro misterio esencial de la vida, el naci-
resquebrajar el optimismo monolítico de miento de Alba.
Trueba. Es ciertamente uno de los grandes6 Se repite casi textualmente la detenida
ceremonia del baño de Clara, dirigida primero
aciertos del libro el que este hombre por la Nana (p. 78) y ahora por Férula (p.
endurecido por el éxito de sus empresas 91).
reconoce finalmente sus errores. Como el 7 Además de la ya mencionada estructura
coronel Aureliano Buendía, Fernanda del argumentai - la saga familiar sobre un
trasfondo histórico -, constatamos que
Carpio y algunos otros personajes de Cien Esteban Trueba vive también casi un siglo
años de soledad que, según la feliz expre- de soledad (en realidad va revisando las
sión de G.D. Carrillo, „suben al nivel etapas de su vida desde la edad de noventa
humano" luego de la „experiencia de la años). En cambio, mientras que la figura
tristeza y la nostalgia"10, Trueba busca en patriarcal de Trueba cubre con su existencia
sus últimos días la reconciliación con los el tiempo de varias generaciones femeninas,
en la novela colombiana ocurre lo contrario:
muertos que había ultrajado cuando el doble matriarcado de Ursula Iguarán,
vivían a su lado. mantenedora del tabú del incesto, y de Pilar
Ternera, iniciadora sexual de los Buendía,
preside toda la novela (véase C. Arnau, El
Notas mundo mítico de Gabriel García Márquez,
Barcelona 1975, p. 88). Otra analpgía
interesante encontramos en la insistente
1 Utilizamos, para este trabajo, la edición
Plaza & Janés (Barcelona 3 1983). repetición de ciertos antropónimos; es del
dominio común que en García Márquez los
2 Aparte de los ciclos novelísticos emparenta-
dos con el roman fleuve de R. Martin du nombres de Aureliano y José Arcádio
Gard y J. Romains, como por ejemplo la i operan como cifras del destino y hemos
señalado el simbolismo de los nombres
trilogía ecuatoriana de A. Pareja Diez I

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femeninos en la presente novela, pero culas un producto perfecto, la matan por
podríamos añadir los tres Pedro García, amor cuando anuncia su intención de
que llevan en su nombre y apellido, tan
corrientes como poco diferenciados, una
hacer una nueva película que de ninguna
marca de fatalidad social. forma podrá alcanzar esa perfección. Por
8 C. Armbruster, Das Werk Alejo Carpentiers. su parte la Glenda Jackson real, que
Chronik der „ Wunderbaren Wirklichkeit Cortázar conoció y admiró en el teatro
Frankfurt/M. 1982, p. 24-29.
de Londres, acaba de hacer una película
9 Pensamos, por ejemplo, en Antonieta, la
prima de Marcos, a quien su marido diplo- mediocre, que para más confusión se
mático lleva ,,a vivir a un país tropical cuyo titula Hopscotch , o traducido, Rayuela.
nombre nadie pudo recordar, pero que Si Cortázar mató simbólicamente a su
sugería negritud, bananas y palmeras" (p. Glenda en el cuento, ella en esta película
18) o en Getúlio Armando quien, después
de estafar a Severo del Valle, „andaba por el
hace lo mismo-aunque en un simulacro-
Caribe, convertido en hombre rico, con un con su amante, el autor de la mencionada
serrallo de negras culonas y un barco propio novela inglesa Rayuela. Pero aún no
para tomar el sol" (p. 74). terminan las extrañas coincidencias: las
10 G.D. Carrillo, La narrativa de Gabriel García
dos Glendas son jóvenes y bellas mientras
Márquez ( ensdyos de interpretación), Madrid
1975, p. 39-60.
que el asesino (el Cortázar del cuento)-
asesinado (en la película) es un escritor
Rolf Eberenz (Basel) viejo.
Este ,, viejo", reconozcámoslo con encan-
to, no ha perdido la facultad de estre-
mecerse ante lo azoroso de la vida, aún
Julio Cortázar: Deshoras. Madrid: Alfa- buscando a su Maga, ya no en la misma
guara 1983, 173 S. ciudad (París), sino a través de los conti-
nentes (Europa y América).
En este su último libro de cuentos (si
prescindimos del texto en colaboración En el segundo de los ocho cuentos,
con su mujer, Los autonautas de la cos- titulado significativamente Fin de etapa ,
mopista) el recién desaparecido Cortázar la experiencia inquietante se realiza hasta
vuelve de nuevo, y con la misma fuerza lo irreversible. El lector acompaña a la
evocadora de siempre, a los temas que le protagonista Diana, „perdida" (tema de
obsesionaron toda su vida: la búsqueda Duke Ellington) en la canícula del medio-
del hombre, el terror ante lo aparente- día, a un museo laberíntico de un pueblo
mente cotidiano, la política, la recupera- sin nombre. Fascinada por el cuadro
ción del pasado . . . principal de la exposición encuentra la
muerte ante esta obra de arte, extraña-
El „horror" lo expresa en el cuento
Botella al mar , ,, carta abierta" a Glenda mente realista, que retrata a una mujer
muerta en una silla al lado de una mesa.
Jackson, la conocida actriz de cine. El
Al final Diana se ha convertido en el
autor-narrador experimenta un „ambiguo
horror" ante la acumulación de incidentes objeto artístico del cuadro contemplado
por el lector. Una perfecta narración de
del azar: él, hombre que se esconde bajo
sus máscaras de escritor, escribió un una „catarsis, que culmina en un sacrifi-
cuento sobre ella (o su avatar Glenda cio lustrai", tal como el propio Cortázar
lo exige en el cuento anterior, Botella al
Garson), mujer que actúa bajo numerosas
mar (p. 18).
máscaras. En aquel relato, titulado
Queremos tanto a Glenda , los admirad- También el cuento La escuela de noche
ores de la actriz que han conseguido a se inspira en el terror. Pero esta vez se
base de cortes y alteraciones de sus pelí- ambienta en el mundo político: una

Iberoamericana 2/3, 1984 109

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