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19/10/2017 Sistema integral de aseguramiento y auditoría tributaria, SIAAT

ARTÍCULO O LIBRO

CONTENIDO: El modelo SIAAT es una propuesta metodológica desarrollada por el autor con base en la
teoría general de sistemas. Integra elementos del enfoque sistémico de auditoría, para lograr la evaluación
de riesgos tributarios a partir del conocimiento del entorno económico, jurídico y características propias de
un negocio. La metodología sugiere el análisis holístico e integral de los tributos y la evaluación de los
grupos empresariales en su conjunto. El documento contiene las experiencias del autor derivadas de la
academia, la práctica profesional y sus escritos.Palabras clave:Sistema integral de aseguramiento y
auditoría tributaria Teoría general de sistemas Auditoría tributaria Certificación Dictamen Fraude
tributario Riesgo general tributario Planeación tributaria.

AUTOR: Gabriel Vásquez Tristancho


PAÍS DE ORIGEN: COLOMBIA
TEMAS GENÉRICOS: CONTABLE
REVISTA INTERNACIONAL LEGIS DE CONTABILIDAD Y AUDITORÍA N°: 38, abr.-jun./2009, págs. 155 a 208

Sistema integral de aseguramiento y auditoría tributaria, SIAAT


Revista N° 38 Abr.-Jun. 2009
Gabriel Vásquez Tristancho (*)
(Colombia)
Contador Público UNAB
Magister Economía Pontificia Universidad Javeriana
Especialista en Revisoría Fiscal y Auditoría Externa
Ex presidente del Instituto Nacional de Contadores Públicos
Socio Business & Taxes Corporation S.A.
Socio de Impuestos Baker Tilly Colombia
1. Conceptos básicos de auditoría tributaria
1.1. Auditoría vs. asesoría
Es muy común que algunos clientes contraten auditoría tributaria para elaborar y no para auditar las
declaraciones de impuestos. El concepto de auditoría universalmente reconocido se asocia con la
responsabilidad frente a terceros y ante el mismo cliente por la investigación ordenada y técnica de
las prácticas de impuestos que este realiza. El enfoque de aseguramiento dado por los estándares
internacionales de auditoría adicionalmente determinan que debe existir una relación entre tres
partes: el auditor, el responsable de la información y un presunto usuario.
Es saludable entonces aclarar nuestra responsabilidad por el trabajo, que de ninguna manera
incluye la elaboración de las declaraciones tributarias. No quiere esto decir que no se puedan
suministrar herramientas como software y manuales de instrucción para facilitar el trabajo de
revisión por parte del equipo de auditoría.
1.2. Normas de auditoría generalmente aceptadas vs. estándares internacionales de auditoría
y aseguramiento
El marco conceptual de la auditoría está cambiando y se convierte cada vez más en un trabajo
independiente en las relaciones con el cliente, eliminando la posibilidad de otorgar otros trabajos
que puedan restar objetividad e independencia. También se sugiere una orientación metodológica
hacia la detección de fraudes basados en la teoría del riesgo, aplicación que presentaremos
adelante en el caso de Colombia (estándar internacional de auditoría 240).
A su vez, IAASB incluye un marco conceptual como contexto para el trabajo del auditor: las normas
relacionadas con el aseguramiento. Estos trabajos implican cumplir con los requerimientos técnicos

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necesarios por parte del equipo de auditoría, para otorgar un nivel alto de seguridad.
La estructura de los estándares internacionales de auditoría se observa en el siguiente gráfico,
tomado de IAASB (2008) Handbook part I Compilation, p. 131:

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Los estándares de auditoría exigibles para los compromisos de aseguramiento con alto nivel de
seguridad (2008), en adición al código de ética, estándar de aseguramiento y estándar sobre
calidad del trabajo, son:
230 Audit Documentation (Redrafted).
240 The Auditor’s Responsibilities Relating to Fraud in an Audit of Financial Statements (Redrafted).
260 Communication with Those Charged with Governance (Revised and Redrafted).
300 Planning an Audit of Financial Statements (Re-drafted).
315 Identifying and Assessing the Risks of Material Misstatement Through Understanding the Entity
and Its Environment (Redrafted).
330 The Auditor’s Responses to Assessed Risks (Redrafted).
540 Auditing Accounting Estimates, Including Fair Value Accounting Estimates, and Related
Disclosures (Revised and Redrafted).
600 Special Considerations—Audits of Group Financial Statements (Including the Work of
Component Auditors) (Revised and Redrafted).
720 The Auditor’s Responsibility in Relation to Other Information in Documents Containing Audited
Financial Statements (Redrafted).
En el caso de Colombia, existe una desactualización del marco referencial de la auditoría y el
aseguramiento, y lo más grave, el estatuto tributario expresamente estipula la aplicación de
sanciones a los contadores por no sujetarse a las “normas de auditoría generalmente aceptadas”,
exigidas igualmente por la Ley 43 de 1990, código de ética y del ejercicio profesional de nuestro
país.
A pesar de las ambigüedades sobre los estándares de aseguramiento y auditoría aplicables en
Colombia, el trabajo propuesto seguirá en forma ordenada dichos estándares, con el fin de
garantizarle un trabajo técnico y eficiente al cliente y a los terceros interesados en la auditoría
tributaria, a través de la metodología expuesta en el modelo denominado Sistema Integral de
Aseguramiento y Auditoría Tributaria (SIAAT).
1.3. Guías éticas de IFAC. Ejercicio en el ámbito fiscal
El actual código de ética de IFAC eliminó las antiguas referencias sobre el ejercicio en el ámbito
fiscal (1999), por considerar que dichas prácticas deben estar involucradas dentro de los principios
generales del aseguramiento, tanto de la parte A (aplicación general del código de ética), como de
las restantes partes B (contador profesional en la práctica pública) y C (contadores profesionales en
los negocios).
Frente al tópico de la independencia y de los posibles conflictos en un compromiso de
aseguramiento, el código de ética en materia de la práctica de impuestos trae la siguiente
consideración como situación específica del marco conceptual:
“290.180 En muchas jurisdicciones, a la firma se le puede pedir proporcionar servicios de
impuestos a un cliente de auditoría de estados financieros. Dichos servicios en el área de
impuestos abarcan una amplia gama de actividades, incluyendo la conformidad, planeamiento,
emisión formal de una opinión y la ayuda en la resolución de conflictos en materia de impuestos.
Tales trabajos no se ven generalmente para crear amenazas a la independencia” (IAASB (2008)
Handbook Part I compilation, p. 88, traducción no autorizada).
Dentro del marco del aseguramiento solo existe auditoría cuando hay un alto nivel de seguridad y
cuando el objeto del trabajo, en este caso una declaración tributaria, está conforme, en todos los
asuntos materiales, con criterios adecuados e identificados (parámetros establecidos en las normas
de impuestos).
En otras palabras, en el aseguramiento en materia de aplicaciones en lo fiscal, deberá cumplir con
todos los requisitos establecidos en los estándares internacionales de auditoría emitidos por IAASB,
incluido el de ética.
Aunque en el caso de Colombia no existe claridad en cuanto a la clase de trabajo a realizar por
parte del auditor independiente (si fuere comparable, por lo menos en la responsabilidad fiscal, por

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analogía al revisor fiscal), consideramos conveniente analizar a continuación los pronunciamientos


que sobre este tema emitió el Consejo Técnico de la Contaduría Pública en el año 2008.
1.4. Fraude y error en las declaraciones tributarias. Estándar internacional de auditoría 240.
Aplicación al caso de Colombia
La relación lógica entre los conceptos de SISTEMA CONTABLE - ESTADOS FINANCIEROS -
DECLARACIONES TRIBUTARIAS nos lleva a concluir que cualquier violación que se haga en los
sistemas contables conduce necesariamente, o bien a unos estados financieros fraudulentos, o
bien a unas declaraciones tributarias fraudulentas. Lo anterior significa que antes de buscar fraudes
en las declaraciones tributarias debemos primero evaluar los sistemas contables aplicados por la
empresa, que sirvieron de soporte para la elaboración de las mismas.
El estándar internacional de auditoría 240 establece los parámetros de responsabilidad del auditor
de estados financieros relacionados con el fraude y el error. De allí se derivan las acciones básicas
de auditoría que se deben tener presentes para detectar los dos tipos importantes de fraude: i) la
divulgación de información financiera fraudulenta y ii) la desapropiación o malversación de activos.
A los dos tipos anteriores en el campo fiscal se ha agregado un tercero: el relacionado con la
evasión y elusión tributaria.
No es difícil asociar un trabajo con otro, es decir, el de fraude de estados financieros o
desapropiación de activos con el de evasión y elusión en materia fiscal. Si un auditor detecta
fraudes y errores en los sistemas contables, ya tiene el camino preparado para encontrar las
posibles inconsistencias fiscales. A continuación presentamos algunos elementos que el estándar
internacional de auditoría 240 propone para detectarlos en los estados financieros, los cuales, a su
vez, han sido incorporados en el trabajo de auditoría tributaria y/o actividades de fiscalización del
Gobierno.
Papel del auditor y diferencia entre error y fraude
El auditor es responsable por la detección de fraudes y errores. Esto cambia sustancialmente el
enfoque de auditoría, toda vez que este trabajo no es ya algo circunstancial (sobre fraudes), sino
todo lo contrario: una actividad que debe asumir dentro de su rol diario. Por tanto, el experto en
auditoría debe mantener una actitud de escepticismo profesional, donde pueda reconocer la
posibilidad de que exista una representación errónea en los estados financieros debido al fraude, y,
consecuencialmente, la posibilidad de evasión y elusión tributaria.
En desarrollo de esta responsabilidad, el auditor debe identificar y determinar los riesgos de las
partidas erróneas de los estados financieros debido al fraude; y para esos riesgos, evaluar el
diseño de controles para la entidad, incluyendo actividades relevantes de control. Una vez
diseñados, es necesario verificar si se han puesto en ejecución.
Según el estándar 240, el término “error” se refiere a equivocaciones no intencionales en las
declaraciones tributarias, incluyendo la omisión de una cantidad o una revelación.
A su vez, el término “fraude” se refiere a un acto intencional por parte de uno o más individuos de la
administración, altos mandos, empleados, o terceras partes, que implique el uso de engaño para
obtener una ventaja injusta o ilegal.
El fraude que involucra a uno o más miembros de la administración es conocido como “fraude de la
gerencia”. El fraude que implica solo a empleados de la entidad es conocido como “fraude de
empleado”. En cualquiera de los dos casos puede haber colusión con terceras partes fuera de la
entidad. Por experiencia, en más del 90% de situaciones de fraude, la alta dirección resulta
involucrada directa o indirectamente. Otra cosa es la habilidad para involucrar subalternos, como
las técnicas utilizadas por los narcotraficantes: las denominadas “mulas” o los testaferros.
Engaño de la autoridad tributaria y técnicas utilizadas
Normalmente, las acciones fraudulentas incluyen manipulación, falsificación, omisión, interpretación
errada de regulación contable y/o fiscal y, la más evidente, cuando es la gerencia general la que no
permite activar y desarrollar controles internos o peor aún, manipula o compromete los organismos
internos y externos de control con prácticas criminales.
Los auditores financieros y, por extensión, los especialistas en fiscalización tienen como evidencia
fuerte de presencia de fraudes la existencia de sistemas contables con permanentes atrasos,
rotación injustificada del personal de contabilidad y auditoría, informes paralelos a juntas directivas
diferentes de los datos emitidos por el sistema contable, baja inversión en capacitación y/o
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tecnología de los sistemas de información, bajo nivel educativo de funcionarios del área financiera,
entre otros.
Las acciones fraudulentas casi siempre llevan de por medio alguna justificación forzada, con
aparente lógica de negocios. Por ejemplo: “si pagamos todo el IVA nos vamos a quebrar y
dejaremos sin puesto a todos los empleados”, cuando la realidad económica del IVA es que lo
pagan los clientes y lo disfrazado es un “robo” al contribuyente que pagó de buena fe dicho tributo.
Cuando las reglas contables y/o fiscales son irracionalmente utilizadas también dejan una evidencia
clara de engaño. Si pretendemos capitalizar un gasto, diferir un ingreso o no reconocer alguna
transacción, todo ello sin justificación técnica aparente, lo obvio es que dichas acciones conduzcan
finalmente a fraudes en contra, bien sea de accionistas, o bien de acreedores o del mismo Estado.
Alguna vez, una empresa muy importante pretendía dar un discurso de teoría contable, para
explicar por qué era necesario registrar como un cargo diferido el 90% de los salarios de la alta
dirección, como si el 10% fuera el trabajo de corto plazo, cuando en realidad con ello lo que
buscaba era disfrazar pérdidas de operación que finalmente condujeron a la quiebra del negocio.
En estos casos, el fraude se puede dar usando técnicas tales como:
• Registro de entradas ficticias en el sistema contable, particularmente al final del periodo fiscal, con
el fin de manipular los resultados del ejercicio para alcanzar objetivos fraudulentos, que incluyen
evasión tributaria.
• Inclusión de pasivos inexistentes o reemplazo de pasivos al final del periodo fiscal; omisión de
activos.
• Medición inadecuada de algunos rubros de los estados financieros, mediante alzas que alteran su
presentación razonable.
• Omitir o reconocer, en los estados financieros, información de periodos anteriores de los
acontecimientos y de las transacciones que han ocurrido durante el periodo de divulgación.
• Encubrir o no divulgar hechos que podrían afectar las cantidades registradas en los estados
financieros, para alcanzar las utilidades y metas previstas, que deterioran y erosionan bases
fiscales.
Circunstancias que indican la posibilidad de fraude en la documentación o evidencia
En materia de auditoría tributaria, los procedimientos más sencillos son los utilizados para detectar
una organización con dobles contabilidades. Son tan numerosas las inconsistencias o rastros que
se dejan en el sistema contable, que no resulta difícil detectar una situación de evasión. A su vez,
las transacciones comerciales tienen controles tributarios implementados por la DIAN, tales como
información reportada en XML por los mismos contribuyentes, retenciones en la fuente, facturación,
RUT, exigencia de inventarios permanentes —entre los más destacados—, sin contar con
evidencias o rastros de terceros relacionados con la compañía, como por ejemplo las cuentas
bancarias de los propietarios, de los empleados de confianza y hasta del personal de servicios
varios.
Entre las evidencias que señala el estándar de auditoría 240 como relevantes y que son indicios de
fraude, están las siguientes:
• Documentos extraviados o que parecen haber sido alterados. Algunos más atrevidos hasta
incendian las instalaciones de la empresa. Por ello, cuando se hacen denuncios de pérdidas de
documentos o de libros de contabilidad, deben ser sustentados con alta credibilidad las pruebas
relacionadas con los actos criminales, debido a que aquellos no son actos propios de la
delincuencia común.
• No disponibilidad de los documentos y en su reemplazo el hallazgo de otros, como fotocopias o
documentos tramitados electrónicamente, cuando se espera que estos existan en su forma original.
Los delincuentes siempre logran confundir con documentos aparentemente idóneos, y se requiere
de personal con un entrenamiento superior para detectar títulos valores, contratos o facturas que
han sido falsificados.
• Cambios inusuales en los auxiliares de balance o cambios importantes en las tendencias de los
estados financieros, por ejemplo, las cuentas por cobrar que tienen crecimiento más rápido que las
cuentas de los ingresos. Para detectar estas inconsistencias se utilizan modelos estadísticos
basados en cálculos de dispersión de variables, tales como desviación estándar, asimetrías,
curtosis, promedio, entre otros. En algunas situaciones de alta complejidad se pueden utilizar
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técnicas econométricas aplicadas a variables de la contabilidad para detectar fracturas entre los
rubros de los estados financieros.
• Respuestas inconsistentes, vagas o inverosímiles de la gerencia o de los empleados, presentadas
en las investigaciones o procedimientos analíticos son de las evidencias más comunes
relacionadas con los fraudes. Al poco tiempo se olvidan los pasos claves del ilícito y se dan
explicaciones que no son coherentes con los actos o documentos objeto de violación o cada
empleado intenta encubrir su parte, dejando al descubierto a los demás partícipes.
• Discrepancias inusuales entre los expedientes (registros contables) de la entidad con las
respuestas de confirmaciones de terceros, y en su caso con las declaraciones tributarias. Al no
permitir un alto funcionario del Estado el cruce de información de la cuenta corriente de la
contabilidad oficial con los registros de algunas compañías, entró inmediatamente bajo sospecha, y
lo que se descubrió por parte de la fiscalía fue nada más ni nada menos que uno de los robos más
altos de impuestos conocidos en Colombia. Esta experiencia nos revela que los ilícitos no tienen un
solo origen.
• Cantidades cuantiosas registradas como abonos y otros ajustes en las cuentas por cobrar. Se
trata de alterar los registros de las cuentas que son objeto de jineteo. Este fraude implica que exista
colusión entre personal de contabilidad, ventas y tesorería. Las segregaciones de funciones, el
personal de cartera que nunca sale de vacaciones o los vendedores que siempre tienen
comportamientos atípicos en los reportes de recaudo y ventas son algunos de los temas a revisar.
• En concordancia con el punto anterior, las diferencias explicadas inadecuadamente entre los
auxiliares de cuentas por cobrar y la cuenta de control o entre las cuentas confirmadas
directamente con el cliente y el auxiliar de cuentas por cobrar. También, cuando no existen las
conciliaciones periódicas, mínimo cada mes, entre los subsistemas que tienen relación con
tesorería: cartera, bancos, despachos de mercancía.
• Extravío o inexistencia de cheques que fueron cancelados y que a su vez son ordinariamente
devueltos con el extracto bancario. Al delincuente no le interesa que se descubra quién cobra
realmente los cheques que son objeto de movimientos ilícitos. En estos casos, por lo general hay
colusión entre personal de la compañía y de las entidades financieras.
• Faltantes de inventarios o de activos físicos de magnitud significativa. No tienen explicación válida
y es uno de los rubros más utilizados en los casos de elusión y evasión de impuestos, como se
señala adelante.
• Evidencia electrónica extraviada o desaparecida, o inconsistente con las prácticas y políticas de la
entidad. El delincuente intenta borrar evidencias. Igual que ocurre con los documentos físicos,
también desaparecen los archivos virtuales de respaldo.
En línea con la evaporación de archivos electrónicos está la inhabilidad para reproducir evidencia
del año en curso mediante sistemas desarrollados y programas. Para encubrir las áreas objeto del
fraude, cambian sin ninguna justificación ni autorización las actividades de auditoría con diferentes
pruebas e implementaciones.
• Partidas significativas que se encuentran inexplicablemente en conciliación y/o que por largos
periodos no tienen justificación. Son muy comunes los fraudes que están a la vista en partidas
conciliatorias, que sin ninguna excusa se mantienen periodo tras periodo. Luego de dos o tres
años, se castigan contra resultados por falta de documentación o algunos timadores más hábiles
los mimetizan como parte del saneamiento contable.
Áreas utilizadas en fraudes tributarios con mayor frecuencia
Sin disponer de una estadística que surja de una investigación formal, pero a través del
seguimiento de conceptos de la autoridad tributaria con ocasión de controversias en la aplicación
de normas y de doctrinas del Consejo de Estado, Sección Cuarta, observamos como áreas de
mayor frecuencia en errores, fraudes y aplicación de sanciones las siguientes:
• Ingresos: detectado el fraude mediante análisis de movimientos bancarios, omisos, facturación no
autorizada, gastos con tarjetas de crédito y/o transacciones en moneda extranjera, por encima del
nivel de ingresos declarados, entre otras metodologías.
• Inventarios: detectado el fraude por seguimiento de márgenes brutos por referencias, salidas de
inventarios (diferentes de faltantes) sin registro del correspondiente ingreso por ventas, cruce con
proveedores, seguimiento de gastos de envío de mercancía no facturada, entre otras metodologías.
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• Pasivos inexistentes: detectados por análisis de flujos de tesorería, movimientos de caja por fuera
del sistema financiero, gastos inexistentes o ficticios (contratos de reparaciones que nunca se
cancelan al contratista), transacciones o movimientos de mercancías entre empresas de un grupo
económico sin facturación, registro de pasivos financieros extraordinarios al final del periodo que
son cancelados al inicio del siguiente, entre otras metodologías.
• Activos omitidos: detectados por cruces con testaferros o personas directa o indirectamente
relacionadas con la compañía, cuentas encubiertas en compañías de un mismo grupo económico,
sub facturación de precios, permutas, trueques o compensaciones o, la más sencilla, arqueo de
efectivo en la compañía de manera inesperada, mediante el procedimiento de registro por parte de
funcionarios de fiscalización y su cruce con los movimientos bancarios y contables de la compañía.
1.5. Ejercicio profesional del revisor fiscal en el campo tributario. Orientación profesional del
Consejo Técnico de la Contaduría Pública (junio del 2008)
El Consejo Técnico de la Contaduría Pública (CTCP), el 21 de junio del 2008, emitió la orientación
profesional sobre el “Ejercicio profesional de la revisoría fiscal” en Colombia. Este documento,
extenso en apariencia, recopila de manera sistemática, en 26 capítulos, los elementos
estructurales, conceptuales, normativos y operativos de esta “institución” de origen legal, que por
ministerio de la ley vigila integralmente los entes económicos, dando fe pública de sus actuaciones.
Algunas posiciones, interpretaciones y aplicaciones que no están amparadas por el marco legal
vigente pueden ser extensivas y por tanto objeto de discusión. De hecho, las orientaciones de este
organismo técnico de la profesión no tienen fuerza vinculante, y en consecuencia constituyen un
referente teórico y de praxis que puede ser controvertido cuando se exija de manera taxativa.
Principios versus funciones en la parte tributaria
Desligar el marco conceptual —incluida su naturaleza y principios— de la praxis no es técnico. De
ahí que si la revisoría fiscal en materia tributaria se propone desde el control de fiscalización, lo cual
de suyo es un error, debería cumplir para su desarrollo con los supuestos principios de
permanencia, integralidad, oportunidad, función preventiva, independencia y objetividad, fe pública,
actuación racional, cobertura general y, finalmente, el cumplimiento de las normas de la profesión
contable.
Si estas supuestas premisas se deben aplicar, entonces, en materia tributaria, las funciones
descritas en la orientación profesional no serían coherentes, porque se limitan en responsabilidad
objetiva al campo de las certificaciones, firma de declaraciones tributarias, firma con salvedades,
abstención de firma y responsabilidad por las cifras incluidas en las declaraciones.
Incluso el documento, de manera incisiva, casi marcada, hace referencia a la prueba contable
documental, lo cual deja al ejercicio de fiscalización en el nivel de teneduría de libros, eliminando
con sutil estilo todo lo concerniente a validar en el campo de la regulación contable fiscal, la
problemática de reconocimiento, medición y presentación de la información que constituye la base
de imposición.
La orientación profesional, basada en la exposición de la normatividad vigente y en las sentencias
del honorable Consejo de Estado sobre las pruebas en materia contable, observa que “en
conclusión, se hace necesario, en atención a los derroteros legales y jurisprudenciales, que los
revisores fiscales, al emitir certificaciones, se ciñan a los libros de contabilidad y refieran en ellas,
los asientos contables, comprobantes internos o externos, libros principales o auxiliares, que
respaldan su certificación”.
Aunque existen problemas en la prueba documental, considerada por el legislador tributario como
teneduría de libros en nuestra opinión, el problema de fondo consiste en confundir los trabajos de
aseguramiento con los de certificación y responsabilidad en la elaboración de las declaraciones
tributarias.
Ahora bien, la incoherencia interna entre el supuesto enfoque de fiscalización y las actividades
descritas en materia de revisoría fiscal propuestas por la orientación profesional son tan solo una
parte de la inexactitud de la responsabilidad impuesta y la metodología descrita.
De fondo, para el revisor fiscal en materia tributaria no hay posibilidad física de cumplir con todos
los supuestos principios. Imagínese por un momento las retenciones por varios conceptos
tributarios que están obligadas a realizar electrónicamente las entidades del sistema financiero, las
24 horas, en cualquier lugar del país y, en ocasiones, del mundo. Cualquier propuesta en materia
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de aseguramiento, diferente de lograr un nivel alto de seguridad, quedaría por fuera del alcance
profesional independiente.
Ahora bien, si existiera un revisor fiscal electrónico (que no es posible), el costo de cubrir los
trabajos en tan solo un área, la tributaria, y sin límites en la responsabilidad profesional
independiente, además de absurdo, va en contravía contra cualquier presupuesto que pueda pagar
un empresario normal. En otras palabras, la relación costo/beneficio no existiría y tendría de suyo
una inequidad que no reflejaría ni una función real del Estado ni una mejora en los niveles de
recaudación tributaria.
Certificar y dictaminar son dos cosas diferentes
Certificar es propio del ejercicio profesional sin independencia mental, lo cual es abiertamente
contradictorio con los principios que inspiran la revisoría fiscal. Sin embargo, esta es una falencia
del legislador tributario, al no diferenciar entre el ejercicio profesional independiente del privado. Lo
que le interesa es la figura del contador público, al determinar en varios artículos que se exige la
firma de este profesional, vinculado o no laboralmente a la empresa (p. ej., E.T., arts. 298-1, 325,
596, entre otros).
No se trata de

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