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Mauricio Nieto
Edición electrónica
URL: http://journals.openedition.org/acrh/7899
DOI: 10.4000/acrh.7899
ISSN: 1760-7914
Editor
Centre de recherches historiques - EHESS
Referencia electrónica
Mauricio Nieto, « La comprensión europea del mundo: Eurocentrismo y ciencia ibérica en el Atlántico
del siglo XVI », L’Atelier du Centre de recherches historiques [En ligne], 17 | 2017, mis en ligne le 02 juin
2017, consulté le 02 mai 2019. URL : http://journals.openedition.org/acrh/7899 ; DOI : 10.4000/
acrh.7899
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La comprensión europea del mundo: Eurocentrismo y ciencia ibérica en el Atlán... 1
Mauricio Nieto
como el centro de una cultura con aspiraciones de universalidad. Para una larga tradición
historiográfica que se inicia con los cronistas del siglo XVI y diarios de los exploradores
del Nuevo Mundo, los descubrimientos, en particular los geográficos, se han presentado
como mecanismos de apropiación en los cuales los descubridores reclaman derechos de
posesión y dominio sobre los lugares y los pueblos descubiertos.3 La noción de
descubrimiento asume un proceso unidireccional y asimétrico en el cual los lugares no
europeos y sus poblaciones aborígenes son reducidas a un objeto cuya realidad depende
de un logro europeo. América, por ejemplo, parece entrar en la historia solo cuando
Europa reconoce el nuevo continente como una cuarta parte del mundo en los inicios del
siglo XVI. De esta manera, las narrativas del descubrimiento constituyen celebraciones de
poder de los seres humanos sobre la naturaleza contribuyendo a la idealización de las
prácticas científicas a través de las cuales el mundo cristiano reclama control y dominio
sobre el mundo.
2 No es el propósito de este texto hacer una presentación exhaustiva de la compleja
historiografía de la conquista europea del Nuevo Mundo, pero no sobra recordar algunos
conceptos claves. Como alternativa a esta percepción unidireccional del descubrimiento
de América, y con el ánimo de ofrecer una visión simétrica en la que se reconozcan tanto
las voces europeas como las de los nativos americanos se ha querido hablar del encuentro
de dos mundos. Esta es una idea atractiva y objeto de un creciente interés en historia
cultural. Como lo señala Peter Burke, no hay realmente culturas puras y aisladas y las
fronteras culturales son siempre difusas y móviles.4 En particular la historia de los
imperios del Atlántico Ibérico es la historia de encuentros, de interacción cultural, y la
idea de culturas híbridas o mestizas es una realidad de la historia del mundo Atlántico.
Recientes debates historiográficos tratan de combatir el aislamiento de las historias
nacionales o regionales y cada vez son más los defensores de «historias conectadas»,
historias del mundo atlántico o historias del mundo como un todo tomando distancia con
la tradicional historiografía centrada en Europa.5
3 La idea de «encuentro» sin embargo, supone la posibilidad de una narración simétrica en
la cual las distintas culturas involucradas son comparables de manera equilibrada. Desde
los primeros cronistas a la antropología, o de la historia más reciente, se pueden ver
esfuerzos por reconstruir la mirada del «otro» o la «voz de los vencidos», por hacer
visible, por ejemplo, la forma en que los caribes percibieron a Colón, los aztecas a Cortés,
o los Incas a Pizarro, o los esfuerzos por explicar cosmologías extrañas y otras formas de
conocimiento. Esta anhelada simetría presenta serias dificultades metodológicas e
historiográficas ya que las voces y puntos de vista nativos, en la mayoría de los casos, sólo
son posibles de reconstruir a través de narraciones o interpretaciones, o si se quiere de-
construcciones, de las narrativas europeas. La buena voluntad de hacer visible al
«subalterno» muchas veces se confunde con ingenuidad y con nuevas formas de encubrir
al otro por quien se quiere hablar. La pretensión del historiador o etnógrafo modernos o
posmodernos de ser legítimos voceros de los habitantes nativos del continente
americano, desde los cronistas del siglo XVI a la etnografía del siglo XXI está llena de
dificultades sin superar.6 En ese orden de ideas, es justo reconocer que este texto es sobre
el dominio europeo, y por lo mismo nuestro interés no es la celebración del
eurocentrismo, pero tampoco su negación. El intento de escapar a una explicación
eurocéntrica de la historia y la necesidad de hacer visibles otras voces, no puede ocultar
la importancia de las prácticas técnicas y los conocimientos científicos que hicieron
posible la conquista europea de buena parte del planeta.
4 De cualquier manera, las consecuencias históricas del proceso que queremos investigar
están lejos de ser equilibradas y el propósito de la presente investigación es contribuir a
un mejor entendimiento de la emergencia de un orden mundial con una asimetría
patente, cuyo centro fue la Europa cristiana.
5 Los esfuerzos de neutralidad y simetría pueden parecer poco realistas, y para algunos más
acertado buscar una narración que, sin ambigüedades, denuncie el horror de la conquista.
Desde Fray Bartolomé de las Casas hasta algunos historiadores del siglo XXI, el objetivo de
la narración histórica ha sido mostrar la brutalidad de la conquista europea de América y
se han preferido expresiones como la de invasión europea,7 para así denunciar el carácter
violento de la incursión de los cristianos en el continente americano y abandonar
cualquier tinte de celebración heroica de la conquista. Tzvetan Todorov denuncia sin
matices la conquista de América como «el mayor genocidio de la historia humana» y no
tiene problema en aceptar y defender, con buenas razones, su interés moralista por
encima del de un historiador.8 Abundante evidencia justifica dicha denuncia, pero la
simple acusación no parece tampoco suficiente. La descripción del abuso debe ser una
lección para el futuro y resulta necesaria para la sana reconstrucción de la memoria de los
pueblos nativos de América, y la de sus conquistadores, pero deja sin explicar el «éxito»
de la Europa cristiana y poco nos enseña sobre las prácticas culturales que hicieron
posible y mostraron como legítima la soberanía europea tanto en América como en buena
parte del mundo.
6 Otros autores han preferido hablar de construcción o invención de América. 9 Este tipo de
análisis permite superar algunas de las deficiencias de la tradicional visión de
descubrimiento de objetos a-históricos, pero nos conduce a otro problema, a saber,
reducir la realidad de América a una mera «fabricación social» y a una creación europea,
dejando poco espacio para entender el papel de la geografía, naturaleza y los pueblos
americanos hasta el punto de casi negar su existencia y su realidad antes de la llegada de
los europeos. Tal y como se quiere mostrar más adelante, la naturaleza, la población y la
geografía del Nuevo Mundo hacen parte activa y definitiva en esta historia. Además, los
conceptos de invención o construcción conservan las tradicionales dicotomías entre Europa
y los «otros»; entre cultura y naturaleza y entre el Sujeto (en este caso el Sujeto europeo)
y el objeto (América). Dichas categorías y diferenciaciones, si bien son fundamentales
para nuestras nociones de la ciencia y el mundo modernos, no pueden ser el punto de
partida del análisis histórico, sino por el contrario, deben ser explicadas históricamente.
El presente trabajo es un intento por contribuir a la comprensión de la emergencia del
Sujeto europeo moderno.
7 Más que un evento puntual de «descubrimiento», lo que ocurrió en el Atlántico del siglo
XVI debe ser explicado como un proceso extendido de apropiación en el cual el Nuevo
Mundo fue gradualmente incorporado a la cultura europea, un proceso a través del cual
Europa se transforma y construye su propia identidad. La auto-percepción de Europa
como marco de referencia universal y la construcción de un lenguaje común europeo para
comprender el mundo fue posible en la medida en que el mundo cristiano enfrentó algo
distinto y creó mecanismos que le permitieron transformar lo extraño, ajeno y lejano en
algo familiar y propio.10
8 En este orden de ideas, quisiera proponer, en adelante, que la idea de comprensión puede
ser útil para entender la conquista del Nuevo Mundo como un problema epistemológico y
a su vez político, donde conocimiento y apropiación son inseparables.
construyó un nuevo orden mundial en el cual la Europa cristiana proclamó dominio sobre
buena parte del planeta. La historia de los conocimientos y técnicas que hicieron posible
la expansión de la Europa cristiana debe reconocer tanto los aportes lusitanos16 como la
incorporación de conocimientos árabes,17 pero nuestro propósito no es una historia
exhaustiva de la conquista europea de ultramar y nos ocuparemos del caso particular de
España y su empresa de exploración y conquista del Nuevo Mundo.
trabajo de los cosmógrafos españoles del siglo XVI tiene un sentido práctico y un claro
propósito de servir a la Corona de los Habsburgo.
18 La historia de la reglamentación de la administración colonial se combina de manera
indisoluble con la historia de la ciencia. El registro minucioso de datos, basado en la
confiabilidad de los hechos observados, que requirió el desarrollo de la náutica, la
cartografía o la historia natural no es muy distinto del que realiza un funcionario de la
corona entrenado para registrar en un lenguaje legal eventos o transacciones.
19 La Casa de Contratación, como hemos mencionado, cumplió diversas funciones, pero
esencialmente fue un lugar de registro, un centro para recopilar y acumular información.
Llevar «registro» es una tarea de escritura, es la producción de textos, listas, tablas,
mapas o crónicas. En la Casa se suman diversos esfuerzos por formalizar las prácticas de
escritura y estandarizar la representación visual del mundo natural. De esta manera, la
Casa de Contratación opera como un «centro de cálculo»,20 el cual requiere de la
obtención y construcción de artefactos, y de la formalización de oficios técnicos para
garantizar la optimización y la buena administración del comercio y la expansión
imperial.21
20 Así pues, los temas de orden burocrático, comercial, jurídico, náutico, cartográfico, de
historia moral e historia natural, deben ser entendidos como elementos de una misma
empresa política, científica y religiosa. La monarquía, podemos argumentar, fue una
organización técnica y científica, y la ciencia y la tecnología un asunto de gobierno al
servicio tanto del rey como de Dios.
21 Si bien está por fuera del alcance de este ensayo y nos ocuparemos del tema de manera
superficial, es necesario tener presente que el gran proceso de expansión imperial no
puede ser explicado sin reconocer la importancia de la dimensión religiosa. Todas las
obras científicas españolas del siglo XVI, los manuales de navegación, los tratados
cosmológicos, las historias naturales y morales, y las obras de los cronistas, son explícitos
en señalar su sentido político de servicio al imperio, al igual que su sentido religioso de
servicio a Dios. La exploración y la conquista ibérica del Atlántico fue una misión religiosa
de expansión de la fe cristiana y de la autoridad de la Iglesia católica. Las empresas
imperiales de los Habsburgo son entendidas por los monarcas y por los miembros del
clero, pilotos, cronistas, conquistadores, marinos, como una misión espiritual. A pesar de
que el tema está presente de manera permanente y patente en los testimonios del siglo
XVI, los historiadores suelen o bien pasar por alto el tema o referirse a lo religioso como
un medio retórico al servicio de causas históricas más concretas como son, para algunos,
el comercio o la política, lo cual es un anacronismo que no tiene justificación.
22 En la dedicatoria al monarca español de su Historia General de las Indias López de Gómara
comenta:
Quiso Dios descubrir las Indias en vuestro tiempo y a vuestros vasallos, para que los
convirtiésedes a su santa ley […] tomasteis por letra Plus Ultra, dando a entender el
señorío del Nuevo Mundo.
Para los cristianos del siglo XVI la emancipación humana tiene límites, dado que siempre
estará subordinada al poder y a la sabiduría divina. La soberbia humana es entonces un
gran pecado en varias referencias bíblicas, pero la posibilidad misma de conocer el orden
de la creación y el derecho a su dominio tienen una justificación teológica. Citando las
palabras del Rey Salomón, López de Gómara nos recuerda:
Dios creó el mundo por causa del hombre, y se lo entregó en su poder, y lo puso
debajo los pies, y, como dice Esdras los que moran en la tierra pueden entender lo
que hay en ella; así que, pues Dios puso el mundo en nuestra disputa y nos hizo
capaces y merecedores de lo poderlo entender, y nos dio inclinación voluntaria y
natural de saber, no perdamos nuestros privilegios y mercedes. 22
23 Esta fue una concepción muy poderosa a lo largo del Renacimiento, la tradición
hermética, la magia, el arte y la ciencia tendrán siempre un supuesto central; el mundo se
puede conocer porque obedece a una creación racional. En ese sentido, Dios puede ser
alabado y conocido a través de su palabra, pero también por su obra,23 y la conquista
humana del mundo natural responde a un orden divino.
Figura 1: Carta Universal en que se contiene todo lo que del mundo se ha descubierto hasta ahora.
Hizola Diego Ribero cosmógrafo de su majestad: Año de 1529, Sevilla. La cual se divide en dos partes
conforme a la capitulación que hicieron los católicos Reyes de España y el rey Don Juan de Portugal
en Tordesillas: Año de 1494, Sevilla, 1529. Biblioteca Vaticana de Roma, copia Museo Naval de
Madrid.
27 La capacidad para elaborar mapas del mundo entero implicó la articulación de teorías
cosmográficas, sofisticadas técnicas de navegación, mejores naves e instrumentos
calibrados como astrolabios, ballestillas, agujas de marear, relojes de arena; y todo este
empeño constituye un episodio clave para entender la historia de la ciencia moderna. 25
Sin embargo, la conquista del Nuevo Mundo no termina en el mar, ni en la representación
cartográfica de nuevas rutas oceánicas y nuevos continentes; el arribo a las islas o a las
costas de tierra firme en las Indias occidentales es el comienzo de un reto mayor. De la
soledad del mar y el confinamiento de las naves, los viajeros ahora se enfrentan con
tierras de extensión insospechada y a una naturaleza exuberante, bella y hostil al mismo
tiempo.
28 A pesar de la evidente riqueza natural del Nuevo Mundo, los europeos desconocen las
virtudes y peligros de la naturaleza americana. El explorador necesita de nuevos
conocimientos para sobrevivir, pero tiene una misión que es aún más difícil: llevar a
Europa las riquezas del Nuevo Mundo. En América los cristianos se encuentran con una
parte de la Creación de la cual no existían testimonios y con una naturaleza cuyo dominio
requirió de una intensa labor. Para el control del Nuevo Mundo desde Europa es ahora
necesario no solamente el registro y el acopio sistematizado de las rutas de acceso o el
contorno de las costas continentales, sino también el reconocimiento de cada uno de los
objetos que componen el mundo natural; los ríos, las montañas, las poblaciones y sus
pobladores, las fuentes de minerales valiosos, las plantas y los animales.
29 Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia general y natural de las Indias describe con
claridad el desafío que implica para los europeos la extensa y variada naturaleza
americana:
¿Cuál ingenio moral sabrá comprender tanta diversidad de lagunas, de hábitos, de
costumbres de los hombres destas Indias? ¿Tanta variedad de animales, así
domésticos como salvajes y fieros? ¿Tanta multitud innarrable de árboles, copiosos
de diversos géneros de frutas, y otros estériles, así de aquellos que los indios
cultivan, como de los que la Natura, de su propio oficio produce sin ayuda de manos
mortales? ¿Cuántas plantas y hierbas útiles y provechosas para el hombre?
¿Cuántas otras innumerables que a él no le son conocidas, y con tantas diferencias
de rosas e flores e olorosa fragancia? ¿Tanta diversidad de aves de rapiña y de otras
raleas? ¿Tantas montañas altísimas y fértiles, e otras tan diferenciadas e bravas?
¿Cuántas vegas e campiñas dispuestas para la agricultura, y con muy apropiadas
riberas? ¿Cuántos montes más admirables y espantosos que Etna o Mongibel, y
Vulcano y Estrongol; y los unos y los otros debajo de vuestra monarquía? 26
30 De manera similar, en la presentación al rey de su Historia General de las Indias, López de
Gómara, justifica el apelativo de «Nuevo Mundo» para las Indias Occidentales por la
novedad de una naturaleza desconocida para los europeos:
[…] y no tanto le dicen nuevo por ser nuevamente hallado, cuanto por ser
grandísimo y casi tan grande como el viejo, que contiene a Europa, África y Asia.
También se puede llamar nuevo por ser todas sus cosas diferentísimas de las del
nuestro.27
31 Dicha novedad implicó desafíos científicos y filosóficos, pero también religiosos. El Nuevo
Mundo y sus criaturas deben hacer parte de la Creación y la más importante fuente de
verdad en la Europa cristiana del siglo XVI, las Sagradas Escrituras, en una primera
instancia, parece no ofrecer ninguna explicación de esta nueva realidad.
32 Los animales y las plantas del Nuevo Mundo no encajan con el conocimiento personal de
los viajeros, tampoco con las autoridades de la Antigüedad ni con las narraciones bíblicas
y desde la perspectiva europea no tienen nombres. La Biblia enseña que Adán había
nombrado a todos los animales de acuerdo con su naturaleza, y estas criaturas al parecer
sin nombre tenían que ser bautizadas e incorporadas dentro del orden cristiano de la
creación. ¿Cómo describirlo de manera convincente para que los europeos puedan tener
una idea fiel de un mundo desconocido? ¿Cómo hacer de estas criaturas nunca antes
vistas parte de la obra de un único Creador? ¿Cómo llevar todo este Nuevo Mundo a
España? O en los términos que aquí proponemos, ¿cómo fue posible la comprensión
europea del Nuevo Mundo?
33 Un camino obvio es la comparación con referentes familiares. De ahí que muchas de las
descripciones de criaturas americanas fueran presentadas como híbridos y combinaciones
de animales o plantas conocidas, como rompecabezas hechos con piezas de criaturas
familiares.28 El primer medio para establecer lazos es el uso de la analogía y la
comparación; así lo desconocido cede su extrañeza y aparece en un marco de referencia
conocido que hace posible nombrar y clasificar. La zarigüeya, para Pedro Mártir de
Anglería, tiene cara de zorra, cola de mono, orejas de murciélago, manos de hombre, pies
de mona;29 Alvar Núñez Cabeza de Vaca se refiere a los pecaríes como cerdos salvajes y al
jaguar como un tigre;30 en la Patagonia, Pigaffeta describe los pingüinos como gansos,
algo más tarde Urdaneta los llamó «pato sin alas»;31 Pedro Cieza de León describe las
llamas como animales con la forma de camellos del tamaño de un burro pequeño, 32 el oso
hormiguero o el oso perezoso son nombres y referencias familiares para nombrar
criaturas extrañas. La piña aparece como un híbrido entre la piña (fruto del pino) y la
planta de la alcachofa y sus propiedades siempre son comparables a las de los frutos
conocidos:
El cual nombre de piñas le pusieron los cristianos, porque lo parescen en alguna
manera, puesto que éstas son más hermosas e no tienen aquella robustocidad de las
piñas de piñones de Castilla; porque aquéllas son de madera o cuasi, y estas otras se
cortan a cuchillo, como un melón, o tajadas redondas mejor, quitándoles primero
aquella cáscara, que esta a manera de unas escamas relevadas que las hacen parecer
piñas. Pero no se abren ni dividen por aquellas junturas de las escamas, como las de
los piñones […] Y aun en mi parecer, mas propio nombre sería decirla alcarchofa,
habiendo respecto al cardo e espinos en que nasce, aunque parece más piña que
alcarchofa. Verdad que no se parte totaliter de ser alcarchofa […] su sabor más
puntual […] es al melocotón e huele, juntamente, como durazno e membrillo; mas
ese sabor tiene la piña mezclando con una mixtion de moscatel, e por lo tanto, es de
mejor sabor que los melocotones.33
34 Un elemento central en el proceso de comprensión y domesticación es el acto de nombrar,
como el bautismo, es una forma de crear un vínculo, una unión, con lo extraño, pero
además, dar un nombre o re-nombrar las cosas es una manera de eliminar la ambigüedad
y la diversidad de los nombres locales. De modo similar a como ocurre con los lugares
geográficos y las poblaciones, en historia natural es también necesario que las cosas
tengan un solo nombre. Como lo explica Oviedo: «...y como los indios tienen muchas y
diversas lenguas, así por diversos nombres las nombran».34 Aunque el nombre de piña no
es del todo adecuado es muy preferible al desorden y la confusión que generan los
múltiples nombres locales. Dar nombres es entonces una forma de apropiación y
traducción. Nombres europeos como «piña», «armadillo», «tigre», «perico ligero», «ave
mosca», «tominejo», «oso hormiguero», etc., hacen de lo desconocido parte de un mundo
familiar.35
35 La tarea de llevar a Europa las riquezas del Nuevo Mundo supone el transporte
trasatlántico de numerosos productos. Algunos de ellos se pueden transportar con
relativa facilidad como pueden ser el oro, la plata y muchas otras mercancías que no
sufren ni se deterioran al retirarlas de su lugar de origen, pero la apropiación de los seres
vivos, las plantas y los animales requiere de técnicas sofisticadas de representación y una
enorme cantidad de trabajo y organización. Con algunas excepciones, las plantas y los
animales no sobreviven al viaje ni se adaptan fácilmente a los climas europeos, de manera
que su dominio tuvo lugar de manera virtual. Es decir que por medio de textos e imágenes
Europa proclama su dominio sobre la vasta naturaleza del mundo.
36 Refiriéndose a la piña, Oviedo escribe:
Algunas se han llevado a España e muy pocas llegan allá. E ya que lleguen no pueden
ser perfectas ni buenas, porque las han de cortar verdes e sazonarse en la mar, y
desa forma pierden el crédito […] Yo las he probado a llevar, e por no se haber
acertado la navegación, e tardar muchos días, se me perdieron e pudrieron todas e
probé a llevar los cogollos e también se perdieron.36
37 La manera más eficiente de tenerla y dársela a conocer a los europeos es en palabras e
imágenes. Sobre las ventajas de la pintura en historia natural, Oviedo comenta: «
[…] los ojos son mucha parte de la información destas cosas, e ya que las mismas no
se pueden ver ni palpar, mucha ayuda es a la pluma la imagen dellas. 37
Figure 2: Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias, [1535], Madrid, Atlas,
1959. Piña.
nothing to other cultures or times […] Yet, despite its uniqueness, modern science
was not created exnihilo. Rather, its subsumed the medieval learning of both West
and East "like rivers flowing into the ocean of modern science". 41
Los historiadores de la ciencia moderna debemos tener en cuenta no solamente la
incorporación de tradiciones orientales, sino también la expansión cristiana y la
conquista ibérica del Nuevo Mundo en los siglos XVI y XVII, que en un contexto muy
distinto al de las culturas de Oriente, también implicó el encuentro de Europa con
sociedades complejas y saberes que tuvieron un notable impacto en la cultura europea.
44 Si bien el estudio de culturas subalternas tiene ya una larga tradición historiográfica, 42 la
apropiación europea y los usos del conocimiento nativo de América es un campo de
investigación fascinante, con sugestivos ejemplos y un largo camino por recorrer. 43 La
idea de comprensión que hemos querido describir en este ensayo debe incluir entonces un
proceso de traducción y apropiación no solo de objetos naturales sino de conocimientos.
La producción de conocimiento en nuevas tierras no es el simple resultado de una
relación directa entre el explorador y la naturaleza, y solo es posible en el contexto de
tradiciones culturales en las que relaciones complejas entre la naturaleza y la sociedad ya
existen. Es absurdo asumir que los exploradores europeos viajaron a través de un
continente americano vacío y hallaron minas de oro por accidente, descubrieron tabaco y
coca, probaron plantas y adivinaron sus posibles usos; es un error imaginar una relación
entre el explorador, el naturalista, el botánico o el zoólogo y una naturaleza pura
desconectada de las culturas y de las experiencias de las poblaciones no europeas. Al
contrario, el único método de conocimiento de las virtudes médicas de las plantas, el
reconocimiento de animales extraños, conquistar una geografía desconocida o conocer a
la población, era aprender de los nativos. Así, para poder entender la naturaleza de la
ciencia europea en otras partes del globo, es necesario explicar las dinámicas que
operaban entre el conocimiento europeo y los saberes de los habitantes de los lugares
conquistados. Es urgente que prestemos atención a la apropiación, traducción y
comprensión; no solo de la naturaleza sino, también, del conocimiento de otros.
45 Las tradiciones nativas americanas jugaron un papel determinante en la construcción de
la ciencia europea que en el temprano período moderno se distanció de las autoridades
clásicas. En primera instancia, el conocimiento de otros, caracterizado como mera
superstición o creencia, fue una clara forma de distinción que hizo posible una nueva
auto-percepción Europea y la afirmación de un conocimiento más racional y legítimo. 44
Además, incluso aunque parezca paradójico, este conocimiento nativo —descrito como
irracional— fue, con frecuencia, incorporado como parte de las crónicas y de las
descripciones del Nuevo Mundo. Así, el proceso de construcción de Sujetos que se
presentaban a sí mismos como portavoces genuinos del orden natural no puede ser
explicado sin prestar atención a los procesos de traducción y apropiación del
conocimiento de otros. Como Michel Callon sostiene:
To translate is to displace, but to translate is also to express in one’s own language
what others say and want, why they act in the way they do and how they associate
with each other: it is to establish oneself as a spokesman. At the end of the process,
if it is successful, only voices speaking in unison will be heard. 45
Debemos entonces estudiar las formas en las que las tradiciones no occidentales y el
conocimiento acerca de la naturaleza de los habitantes de los territorios de América
fueron incorporados dentro de los marcos de referencia cristianos que negaban este
carácter local y lo declaraban ‘universal’. Este conocimiento, una vez expresado en otra
lengua, bajo códigos que eran familiares para los europeos letrados, fueron presentados
como descubrimientos y posesiones europeas.46 Este proceso nos ayuda a entender cómo
la vasta tarea del conocimiento era construida y acumulada como la propiedad de unos
pocos, y cómo las tradiciones de los otros eran silenciadas y su autoridad invalidada.
46 Una mirada rápida de los escritos sobre la naturaleza americana del siglo XVI47 muestra el
papel central que jugarían los conocimientos nativos. Es su Historia Natural de Nueva
España, Francisco Hernández compiló descripciones de cerca de tres mil plantas y más de
trescientos animales. Algunas de ellas, como el maíz, el tomate, el cacao, el tabaco, la
coca, la papa y muchas otras plantas americanas, contribuyeron a transformar la cultura
occidental y la historia del mundo moderno. El trabajo de Francisco Hernández introduce
la riqueza natural de Nueva España a Europa y, al mismo tiempo, puso en evidencia la
complejidad de las culturas americanas. Hernández no es el único naturalista ibérico que
funda sus tratados de historia natural sobre saberes nativos.48 Bernardino de Sahagún o
Gonzalo Fernández de Oviedo y muchos otros que les siguieron en su intento de reconocer
las virtudes de la naturaleza americana son muestra de procesos de traducción de
prácticas locales.
47 Los trabajos del médico sevillano Nicolás Monardes hacen evidente el proceso de
traducción y apropiación de saberes nativos dentro de la medicina y la farmacia española.
Monardes nunca visitó el Nuevo Mundo, pero como ningún otro supo aprovechar la
información que llegaba de las Indias:
Allende destas riquezas tan grandes, nos embian nuestras Indias Occidentales,
muchos arboles, plantas, yerbas, raizes, zumos, gomas, frutos, simientes, licores,
piedras que tienen grandes virtudes medicinales, en las que se han hallado y hallan
muy grandes efectos que exceden mucho en valor y precio […]. 49
Su lugar de trabajo fue la agitada Sevilla, un lugar privilegiado y con obvias ventajas para
los viajeros y para los mismos exploradores del Nuevo Mundo:
Y como en esta ciudad de Sevilla, que es puerto y escala de todas las Indias
Occidentales, sepamos dellas más que en otra parte de toda España, por venir todas
las cosas primero a ella, con mejor relación, y con mayor experiencia se saben […]. 50
48 En su obra se hace referencia a más de sesenta plantas y algunos animales con virtudes
medicinales que provienen de lugares como Nueva España, las islas del Caribe o Perú;
aunque, además, es evidente que tuvo acceso a productos naturales de cuyos usos
también se conocía en Oriente; en efecto, algunas de las plantas útiles que llegaron de las
Indias Occidentales eran aparentemente idénticas a otras que habían sido traídas de
Oriente. Así, por ejemplo, la canela y la pimienta americanas consiguieron suplir las
virtudes de sus similares orientales, mientras que el jengibre, otra especie de origen
oriental, fue cultivado con éxito en América, según señala Monardes.
49 El médico sevillano se encontraba entonces en el sitio justo, porque quizá La historia
medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales no podría haberse escrito en
un lugar diferente a Sevilla. Monardes tuvo a su favor la autoridad que le otorgaba su
práctica como médico activo en una urbe europea, y muchas veces recurrió a sus propias
experiencias para certificar las propiedades de algunos de los remedios americanos. No
obstante, la principal fuente de información en la que se sustentaban la gran mayoría de
sus remedios era en el uso original que de estas plantas o substancias habían hecho los
nativos del Nuevo Mundo. Sobre una goma o resina llamada por los indios Tacamahaca,
escribió:
Y así mismo quita qualquier dolor causado de humores frios o ventosos, enesto lo
usan los indios muy común y muy familiarmente. Y para estos mismos efectos lo
han usado los españoles.51
En Instauratio Magna, de Francis Bacon, Londres, 1620. Bacon eligió como frontispicio de su
Instauratio Magna (Londres, 1620) la imagen de un barco que regresa de los confines del Mediterráneo
y cruza las columnas de Hércules sobre el estrecho de Gibraltar, representación que evoca la
superación de los límites del mundo conocido de la Europa medieval.
54 En un clásico estudio sobre la ciencia del Renacimiento, W.P.D. Wightman sugiere que si
hay alguna característica que permite definir el Renacimiento es por un cambio en la
relación del hombre con el cosmos.60 A lo largo de su obra son llamativos los ejemplos
sobre arte, magia y ciencia en donde aparece una y otra vez esta idea rectora del
Renacimiento: «men can do all things if they will»61 Sin embargo en esta, como en la
mayoría de las más influyentes historias de la ciencia moderna, España y Portugal son
ignoradas de manera inexplicable.
55 Ya hemos sugerido que la apropiación —comprensión— del Nuevo Mundo debe ser
entendida en términos de la capacidad europea de incorporar lo extraño dentro de un
marco de referencia único y familiar, y hemos ofrecido algunos ejemplos que pueden
ilustrar cómo se construye dicho marco de referencia en el que se pueda incorporar el
Nuevo Mundo. Esto únicamente es posible en la medida en que la información que
proviene de nuevas experiencias de muchos viajeros del Nuevo Mundo se pueda sumar,
combinar y articular en una sola y coherente representación del mundo. La
administración de amplios territorios a distancia es una tarea más plausible cuando se
tiene un mapa o una relación de recursos ordenada. Esto es una forma de crear vínculos
de domesticar lo extraño.
56 El conjunto de prácticas que conformaron la exploración ibérica del Atlántico; la
navegación, la cartografía, la historia natural, la medicina y la traducción de los
conocimientos de las culturas americanas convergen en un problema histórico mayor,
que es la consolidación de un imperio cristiano de pretensiones globales y la
conformación de un nuevo orden mundial centrado en la Europa cristiana.
57 Así como los grandes imperios ibéricos del siglo XVI fueron una gran empresa científica;
de igual manera la ciencia moderna puede ser entendida como una empresa comercial y
política en cuya historia la exploración ibérica del Atlántico jugó un papel definitivo. 62
58 El mundo, tal y como lo entendieron los europeos, fue objeto de notables
transformaciones en la llamada era de los descubrimientos, el orbis terrarum, la morada de
la especie humana dejó de ser la misma, es decir que es un momento en el cual podemos
hablar de la construcción de un Nuevo Mundo, no como un nuevo trozo de tierra, sino
como una nueva cosmología que también trae consigo la emergencia de una cada vez más
poderosa Europa cristiana.63
NOTAS
1. Algunas reflexiones críticas sobre la idea del «descubrimiento de América» se encuentran in
Edmundo O´GORMAN, La Invención de América, México, Fondo de Cultura Económica, 1985 y in José
RABASA, Inventing América: Spanish Historiography and the Formation of Eurocentrism, Norman,
University of Oklahoma Press, 1993.
2. Augustine BRANNINGAN, The Social Basis of Scientific Discoveries, Cambridge, Cambridge University
Press, 1981.
3. Un claro e influyente ejemplo de la narración del descubrimiento está en Martin
WALDSEEMÜLLER , The Cosmographiae Introductio of Martin Waldseemuller [1507] in facsimile, followed by
the Four Voyages of Amerigo Vespucchi, with their translation into English, Charles George Herbermann
(ed.), New York, United States Catholic Historical Society, 1907.
4. Peter BURKE, Formas de Historia Cultural, Madrid, Alianza editorial, 2006. Los trabajos de Carlo
Ginzburg son también un precedente historiográfico ineludible para oberservar las dinámicas
culturales incluso en escalas locales, como la de la relación dialéctica entre lo erudito o escolar y
lo vernacular en el caso de los saberes locales. Carlo GINZBURG, El Queso y los gusanos. El cosmos
según un molinero del siglo XVI, Barcelona, Península, 2001.
5. Romain BERTRAND, L´Histoire à parts égales. Récits d´une rencontre, Orient-Occident ( XXVIe-XVIIe siècle),
Paris, Le Seuil, 2011; Serge GRUZINSKI, “Passeurs y élites ‘católicas’ en las Cuatro Partes del Mundo.
Los inicios ibéricos de la mundialización (1580-1640)”, in Scarlett O’Phelan Godoy y Carmen
Salazar-Soler (eds.), Passeurs, mediadores culturales y agentes de la primera globalización en el mundo
Ibérico, Siglos XVI-XIX, Lima, Pontificia Universidad Católica de Perú/Instituto Riva-Agüero/
Instituto Francés de Estudios Andinos, 2005, p. 13-29. Para el caso particular del tema que trata
este texto, ver: Jorge CAÑIZARES-ESGUERRA and Erik R. SEEMAN , The Atlantic in Global History,
1500-2000, Upper Saddle River, New Jersey, Pearson Prentice Hall, 2007.
6. Sobre las dificultades de escribir una historia no eurocéntrica y sobre la problemática del
reconocimiento de esas voces, para algunos «subalternas», ver por ejemplo: Gayatri CHAKRAVORTY
SPIVAK, “Can the Subaltern Speak? ”, in Cary Nelson and Larry Grossberg (eds.), Marxism and the
Interpretation of Culture, Chicago, University of Illinois Press, 1988, p. 271-313 and Arif DIRLIK,
“History without a center? Reflections on Eurocentrism”, in Eckhardt Fuchs and Benedikt
Stuchtey (eds.), Across Cultural Borders. Historiography in global perspective, Boston, Lanham,
Rowman & Littlefield, 2002, p. 247-284.
7. Marcelo CARMAGNANI, El otro occidente. América Latina desde la invasión europea hasta la
globalización, México, Fondo de Cultura Económica, Fideicomiso Historia de las Américas, Serie
Ensayos, México, 2004 p. 35 et suivantes.
8. Tzvetan TODOROV, La Conquista de América, el problema del otro, Flora Botton Burlá (trad.), México,
Siglo XXI Editores, 1989, p. 14.
9. Edmundo O’GORMAN , La Invención de América, México, Fondo de Cultura Económica, 1985 y en
José RABASA, Inventing América: Spanish Historiography and the Formation of Eurocentrism, Norman,
University of Oklahoma Press, 1993.
10. Klaus A VOGEL, “European Expansion and Self-Definition” in Katherine Park and Loraine
Daston (eds.), The Cambridge History of Science, vol. 3: Early Modern Science, Cambridge, Cambridge
University Press, 2006, p. 118.
11. Ver por ejemplo, Martin HEIDEGGER, El Ser y el Tiempo, México, Fondo de Cultura Económica,
1983, p. 163 y Hans-Georg GADAMER , Verdad y Método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica,
Salamanca, Sígueme, 1992, p. 121.
12. Arif DIRLIK, “History without a center? Reflections on Eurocentrism”, in Eckhardt Fuchs and
Benedikt Stuchtey (eds.), Across Cultural Borders. Historiography in Global Perspective, Boston,
Lanham, Rowman & Littlefield, 2002, p. 247-284.
13. Lucien FEBVRE, Europa: la genesis de una civilización, Barcelona, Crítica, 2001.
14. Una buena síntesis de la problemática sobre el nacimiento de la ciencia moderna es el libro de
Steve SHAPIN, La Revolución científica. Una interpretación alternativa, Barcelona, Paidós, 1996.
15. Fernand BRAUDEL, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, 4 a ed., México,
Fondo de CulturaEconómica, 1997, p. 399.
16. Palmira FONTES DA COSTA y Henrique LEITAO, “Portuguese Imperial Science, 1450-1800: A
Historiographical Review”, in Daniela Bleichmar (ed.), Science in the Spanish and Portuguese Empires,
1500-1800, Stanford, Stanford University Press, 2009. Fábio PESTANA RAMOS, Por mares nunca dantes
navegados. A aventura dos descobrimentos, Sao Paulo, Contexto, 2008.
17. John H. PARRY, Europa y las expansiones del mundo 1415-1715, María Teresa Fernández (trad.)
Fondo de Cultura Economica, 2014. [Primera edición Londres, 1949, Europe and a Wider World].
18. Un amplio estudio sobre la Casa de Contratacitiles en Ernesto SCHÄFER, El Consejo Real y
Supremo de las indias. Historia y organización del Consejo y de la Casa de la Contratación de las Indias. La
labor del Consejo de Indias en la administración colonial (2 vols.), Madrid, Junta de Castilla y León/
Marcial Pons Historia, 2003. Especialmente útil el trabajo de José PULIDO RUBIO, El Piloto mayor de la
Casa de la Contratación de Sevilla, pilotos mayores del siglo XVI. (Datos biográficos), Sevilla,
Tip. Zarzuela, 1923.
19. Algunos de los más importantes tratados de náutica ibéricos del siglo XVI son: Martín
FERNÁNDEZ DE ENCISO , Suma de geographia, Sevilla, Jacobo Cronberger, 1519; Alonso DE CHAVES, Quatri
Partitu en Cosmographia pratica y por otro nombre llamado Espejo de Navegantes (manuscrito,
1518-1538); Francisco FALERO, Tratado del Esphera y del arte de marear, Sevilla, 1535; Pedro NUNES,
Tratado da Sphera, Lisboa, 1537. Pedro DE MEDINA , Arte de Navegar, Valladolid, 1545; Johannes DE
SACROBOSCO , Tratado de la Sphera (traducción al castellano de Jerónimo Chaves), Sevilla, 1545;
Jerónimo CHAVES, Repertorio de los tiempos, Sevilla, 1548; Martín CORTÉS, Breve Compendio de la Sphera
y de la arte de navegar, Sevilla, 1551; Pedro DE MEDINA , Regimiento de navegación, Sevilla, 1563; Juan
de ESCALANTE DE MENDOZA , Itinerario de Navegación de los mares y tierras occidentales, Sevilla, 1575;
Rodrigo ZAMORANO , Compendio de la arte de navegar, Sevilla, 1581; Diego García DE PALACIO ,
Instrucción Náutica, México, 1587; Baltasar VELLERINO DE VILLALOBOS, Luz de navegantes (Manuscrito),
1592; Bernardo DE VARGAS MACHUCA , Milicia y Descripción de las Indias, Madrid, Pedro Madrigal,
1599, y Andrés GARCÍA DE CÉSPEDES, Regimiento de Navegación, Madrid, Juan de la Cuesta, 1606.
20. La noción de centro de cálculo fue introducida en la sociología de la ciencia por Bruno Latour
refiriéndose a emplazamientos o lugares en los cuales se acumula información y se produce
conocimiento, ver Bruno LATOUR, Ciencia en Acción: cómo seguir a los científicos e ingenieros a través de
la sociedad, Barcelona, Editorial Labor, 1992.
21. Entre los análisis más recientes podemos destacar el de Antonio BARRERA , Experiencing Nature.
The Spanish American Empire and the Early Scientific Revolution, Austin, University of Texas, 2006;
Maria M. PORTUONDO, Secret Science. Spanish Cartography and the New World, Chicago, University of
Chicago Press, 2009.
22. Francisco LÓPEZ DE GÓMARA, Historia General de las Indias [1552], modernización del textoantiguo
por Pilar Guibelalde, con unas notas prologales de Emiliano M. Aguilera (ed.), Barcelona, Iberia
(Obras maestras), 1965.
23. Sobre la tradición hermética en el Renacimiento ver: Frances A. YATES, Giordano Bruno and the
Hermetic Tradition, Chicago, The University of Chicago Press, 1964.
24. Una completa y detallada historia del Padrón Real está en Antonio SÁNCHEZ, La Espada, la cruz y
el Padrón Real: soberanía, fe y representación cartográfica en el mundo ibérico bajo la Monarquía
Hispánica, 1503-1598, Madrid, CSIC, 2013.
25. La historia de la cartografía española del siglo XVI ha sido estudiada con suficiente detalle,
algunos ejemplos son: Ricardo CEREZO MARTÍNEZ , La Cartografía náutica española en los siglos XIV, XV y
XVI, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994; María Luisa MARTÍN-MERÁS,
Cartografía marítima hispana. La imagen de América, Madrid, Lunwerg, 1993; Alison SANDMAN ,
“Spanish Nautical Cartography in the Renaissance”, in David Woodward, History of Cartography.
Cartography in the European Renaissance, Volume 3, Chicago/London, University of Chicago Press,
2007, p. 1095-1142. El fascinante proyecto del Padrón Real es analizado en este dossier por
Antonio Sánchez, nos limitaremos entonces a algunas reflexiones generales para centrarnos más
en el estudio del mundo natural en el interior de los continentes.
26. Gonzalo FERNÁNDEZ DE OVIEDO , Historia General y Natural de las Indias (1535), 5 vols, Madrid, Atlas,
1959, p. 8.
27. Francisco LÓPEZ DE GÓMARA , Historia General de las Indias [1552], Pilar Guibelalde y Emiliano
Aguilera (ed.), Barcelona, Iberia, 1965. A Don Carlos, Emperador de Romanos, Rey de España, Señor de
las Indias y Nuevo Mundo, p. 5.
28. Miguel de ASÚA et Roger FRENCH, A New World of Animals. Early Modern Europeans on the Creatures
of Iberian America, Aldershot, U.K., Ashgate, 2005, p. 14.
29. Pedro MÁRTIR DE ANGLERÍA , Décadas del Nuevo Mundo [1530], Valladolid, Maxtor, 2012, Década
primera, cap. IX, p. 78
30. Citado por Asúa y French, p. 33.
31. Citado por Asúa y French, p. 22.
José PARDO TOMÁS, Oviedo, Monardes, Hernández: El tesoro natural de América. Colonialismo y ciencia en
el siglo XVI, Madrid, Nivola Libros y Ediciones, 2002.
48. Francisco HERNÁNDEZ, Historia Natural de Nueva España (1571-1576), México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1959.
49. Nicolás MONARDES, La Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que
sirven en Medicina (1565-1574), Madrid, facsímil de la edición de Sevilla 1850. Ministerio de Sanidad
y Consumo, 1989, fol. I, p. 92.
50. Ibíd., f. II, p. 93.
51. Ibíd., f. III, p. 96.
52. El mal de Bubas, o también llamado «mal francés», se refiere a las llagas causadas por una
enfermedad de transmisión sexual, muy seguramente la sífilis, que Monardes consideró que
había llegado a Europa de las Indias.
53. Nicolás MONARDES, La historia medicinal de las…, op. cit., p. 109.
54. Ibíd.
55. Ibíd.
56. Un amplio análisis del uso imperial de estas imágenes se encuentra en Paolo VIGNOLO , «Más
allá de las columnas de Hércules: un emblema de la modernidad temprana», in Max S. Hearing, y
Amanda Pérez (ed.), Historia Cultural desde Colombia. Categorías y debates, Bogotá, Universidad de los
Andes, Universidad Nacional y Universidad Javeriana, 2012, p. 139-164.
57. Sobre estas dos imágenes ver comentarios de Jorge CAÑIZARES-ESGUERRA, «The Colonial Iberian
Roots of the Scientific Revolution», in Nature, Empire and Nation. Explorations of the History of Science
in the Iberian World, Stanford, Stanford University Press, 2006, p. 14-45.
58. Francis BACON, Novum Organum, 1979, Barcelona, Editorial Fontanella, p. 39.
59. Francis BACON, Novum Organum, quoted by Vogel, p. 839.
60. William P. D. WIGHTMAN, Science and the Renaissance (2 vols), Edinburgh/New York, Oliver and
Boyd/Hafner Publishing Co, 1962 (Aberdeen University studies, n o 143-144). «If there is any
characteristic by which the Renaissance can be recognized it is […] in the changing conception of
Man's relation to the cosmos», p. 16.
61. Ibíd, p. 18. Wightman recuerda est as palabras de Leon Battista Alberti.
62. Una larga tradición historiográfica ha narrado el nacimiento de la ciencia moderna
desconociendo el papel de los ibéricos católicos del siglo XVI; sin embargo ya existe una creciente
literatura que ha hecho evidente la necesidad reconocer la importancia de España y Portugal en
la historia de la ciencia. Fuera de España autores como Antonio Barrera, Jorge Cañizares-
Esguerra, María Portuondo, Alison Sandman, entre otros, han contribuido a reparar ese silencio.
63. José RABASA, Inventing América: Spanish Historiography and the Formation of Eurocentrism ,
Norman, University of Oklahoma Press, 1993.
RESÚMENES
Este artículo se ocupa de la historia de la ciencia ibérica en el Atlántico del siglo XVI y su relación
con la construcción de un orden mundial eurocéntrico. El autor propone que la idea de
comprensión, entendida como una forma de apropiación y como un proceso de autoconstrucción,
puede ayudar a explicar el carácter político de la ciencia y su papel en la conformación de
imperios globales modernos. El artículo argumenta que las prácticas científicas involucradas en
This article deals with the history of scientific practices in the 16th century Iberian Atlantic and
explains the relation of such practices with the emergence of a Eurocentric world order. The
author argues that the idea of comprehension, understood as a form of appropriation and as a
process of self-construction, can be helpful to explain the political character of science and its
role in the configuration of global empires. The text shows that the scientific and technological
practices involved in the European exploration of new seas and lands in the early modern period,
allowed the emergence of a new European self-perception as the legitimate world master
ÍNDICE
Keywords: eurocentrism, Atlantic world, comprehension, appropriation, historiography, Iberian
science
Mots-clés: eurocentrime, Atlantique, compréhension, apropriation, historiographie, science
ibérique
AUTOR
MAURICIO NIETO
http://historia.uniandes.edu.co/index.php/profesores/mauricio-nieto
Mauricio Nieto Olarte es doctor en Historia de las Ciencias de la Universidad de Londres. En la
actualidad es Profesor Titular del Departamento de Historia Universidad de los Andes. Su mayor
interés de investigación son las relaciones entre ciencia e imperio en el contexto de la
exploración europea del Nuevo Mundo.
Sus publicaciones más relevantes son: Remedios para el imperio: historia natural y la apropiación del
nuevo mundo, ICANH, 2000; Orden Natural y Orden Social: ciencia y política en el Semanario del Nuevo
Reyno de Granada, CSIC, Madrid, 2007 y Las máquinas del imperio y el reino de Dios: Reflexiones sobre
tecnología y religión en el mundo atlántico del siglo XVI, Universidad de los Andes, 2013.
E-mail: mnieto@uniandes.edu.co
Mauricio Nieto Olarte, Ph.D. in History of Science University of London. He is professor of History
of science at the University of los Andes, Bogotá, Colombia. His main research interest is the
relation between science and empire in the context of European exploration of the New World.
His most relevant publications are: Remedios para el imperio: historia natural y la apropiación del
nuevo mundo, ICANH, 2000; Orden Natural y Orden Social: ciencia y política en el Semanario del Nuevo
Reyno de Granada, CSIC, Madrid, 2007 y Las máquinas del imperio y el reino de Dios: Reflexiones sobre
tecnología y religión en el mundo atlántico del siglo XVI, Universidad de los Andes, 2013.
E-mail: mnieto [at] uniandes [point] edu [point] co