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No podía conciliar el sueño. Era extraño, usualmente termino agotado, me agotan tantos planes
que hago para evitar que se descubra todo este teatro. Tenía los ojos cerrados y estaba realmente
cansado, pero no podía conciliar el sueño. Cambiaba de posición en la cama, pensando que quizás
me incomodaba el brazo mal doblado, o la posición forzada del cuello. Di otra vuelta en la cama y
roce sin querer la pierna desnuda de Daniela, adolescente semi desnuda que logró engañarme
diciendo que cumpliría 18 años en escasos 3 meses y no sus reales 16. Pensé que despertaría, me
besaría y haríamos el amor por segunda vez, como había pasado un par de veces, un par de
ocasiones, pero en otra cama. Pero se separó de mi y siguió durmiendo. El insomnio para mí es
algo que experimento a menudo, suelo presumir que duermo escasas horas al mes y un día lo
dedico exclusivamente a recuperarme, como si 24hrs ininterrumpidas de sueño y deshidratación
no me fuesen a pasar factura algún día, miro mi reloj y son las 3:35, afortunadamente la hora del
diablo ya ha pasado, pienso, como si esas cosas tuvieran horario, si no hubiese quemado esa
libreta, tantas historias ahora tendrían sentido.
Perpetua... esta noche lo es ciertamente, y más en este estado tan quietecito que me he
impuesto, Daniela dio media vuelta. Le molestaban las sábanas, empapadas de sudor. Aun así,
dormía tan serenamente que ya ni siquiera los pequeños movimientos de sus pechos al respirar
eran perceptibles. De pronto, sentí ganas de acariciarla. Tosí un par de veces, para ver si se
despertaba. Pero ella no abriría los ojos, aunque la casa se viniera abajo. La situación se volvió
comiquísima, dispuesto en mi papel, estire las piernas y los brazos empujándola un poco, ella se
inquietó, pero siguió dormida. Y yo desde hace una hora sin moverme ni un poco, para no alertarla
ni un poco.
Despertarla pues, se convirtió en mi único pensamiento. Cerré mis dedos sobre su hombro
redondo, carnoso, y deslicé hacia abajo la sabana que cubría su piel húmeda y suave. Apoyé los
labios sobre su cuello, aspiré el perfume tenue de su pelo e hice un poco de presión con los
dientes, dio un saltito, se volteo de manera instintiva hacia mí y me abrazó, nuestros cuerpos
quedaron un momento en contacto, inmóviles, mi jugada ya estaba decidida, y había movido ya
mis piezas, era momento de esperar su turno, al fin ella onduló sus caderas para indicar que esta
vez si se había despertado…