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Auto n.° 251.

CORDOBA, 1/10/2019.
Y VISTOS: Los autos caratulados “COLEGIO PROFESIONAL DE CORREDORES PUBLICOS
INMOBILIARIOS DE LA PROVINCIA DE CORDOBA C/ COLEGIO PROFESIONAL DE MARTILLEROS Y
CORREDORES PÚBLICOS DE LA PROVINCIA DE CORDOBA - ORDINARIO – OTROS. EXPTE. N°
6797727”, con fecha de ingreso en esta Cámara el 8 de febrero de 2019, procedentes del
Juzgado de Primera Instancia Civil y Comercial de Segunda Nominación de la ciudad de
Córdoba, por haber deducido el actor y la demandada recurso de apelación en contra del Auto
N° 538, del 29 de agosto de 2018, y su Auto de aclaratoria N° 623, del 24 de septiembre de
2018, los que respectivamente, resolvieron: “…I) Acoger la excepción de incompetencia de
jurisdicción interpuesta por el Colegio Profesional de Martilleros y Corredores Públicos de la
Provincia de Córdoba, y en consecuencia, declararme incompetente para seguir entendiendo
en autos, y remitir el presente juicio, a la Cámara Contencioso Administrativo que por turno
corresponda, por ser la competente en razón de la materia, para entender en autos. II) Costas
al actor vencido, a cuyo fin se regulan provisoriamente los honorarios profesionales de los
Dres. Alfonso Buteler y Miguel A. Ortiz Moran, en la suma de pesos dos mil novecientos
ochenta y dos con 88 ctvos. ($ 2.982,88) en conjunto y proporción de ley. Protocolícese,
hágase saber y dese copia. (Fdo.:) ALMEIDA, German JUEZ/A DE 1RA. INSTANCIA”; y “…I)
Rechazar la excepción de incompetencia de jurisdicción planteada por del demandado,
declarando que es la Justicia Provincial y no la Federal, la competente para entender en autos.
II) Acoger la excepción de incompetencia de jurisdicción interpuesta por el Colegio Profesional
de Martilleros y Corredores Públicos de la Provincia de Córdoba, y en consecuencia,
declararme incompetente para seguir entendiendo en autos, y remitir el presente juicio, a la
Cámara Contencioso Administrativo que por turno corresponda, por ser la competente en
razón de la materia, para entender en autos. III) Costas al actor vencido, a cuyo fin se regulan
provisoriamente los honorarios profesionales de los Dres. Alfonso Buteler y Miguel A. Ortiz
Moran, en la suma de pesos dos mil novecientos ochenta y dos con 88 ctvos. ($ 2.982,88) en
conjunto y proporción de ley”. Protocolícese, hágase saber y dese copia. (Fdo.:) ALMEIDA,
Germán JUEZ DE 1RA. INSTANCIA”; y por haber interpuesto –también- el demandado recurso
de apelación en contra del Auto N° 537, del 29 de agosto de 2018, por el que se resolvió: “…I)
Rechazar el recurso de reposición interpuesto por el demandado, y en consecuencia, mantener
la medida cautelar ordenada por decreto del 18/12/2017, con costas al demandado vencido
(art. 130 y 133 del CPC). II) Regular provisoriamente los honorarios profesionales de los Dres.
Ignacio Sabaini Zapata y Mariano Briña, en la cantidad de pesos dos mil novecientos ochenta y
dos con 88 ctvos. ($ 2.982,88), en conjunto y proporción de ley. Protocolícese, hágase saber y
dese copia. (Fdo.:) ALMEIDA, Germán JUEZ DE 1RA. INSTANCIA”.
Y CONSIDERANDO:
I.- En contra del Auto N° 538 y su Auto de aclaratoria N° 623, cuyas partes resolutivas han sido
transcriptas precedentemente, la actora (fs. 440 y 524) y la demandada (fs. 520), interpusieron
recurso de apelación, los que fueron concedidos a fojas 422 y 535, respectivamente. Del
mismo modo, la accionada promovió apelación en contra del Auto N° 537 (f. 441), concedido a
fojas 422.
Radicados en esta sede e impreso el trámite de ley al recurso de la actora, la recurrente
expresó sus agravios (fs. 556/565 vta.); los que fueron contestados por la demandada (fs.
569/577 vta.), solicitando el rechazo del recurso.
Sustanciado el recurso de apelación de la demandada en contra del Auto N° 538, la
impugnante expresó sus agravios a fojas 612/618 vta. y la recurrida los contestó a fojas
659/672, esta última instando su denegación.
Otorgado el trámite al recurso de apelación de la demandada en contra del Auto N° 537, ésta
evacuó el traslado del art. 371 a fojas 674/682 vta. La actora contestó los agravios a fojas
705/713 vta., requiriendo el rechazo de la apelación.
Finalmente, el Ministerio Público Fiscal dictaminó en sentido de hacer lugar al recurso de
apelación interpuesto por la actora, sosteniendo la competencia civil de la cuestión debatida; y
rechazar el recurso de apelación de la demandada, manteniendo la competencia provincial de
aquélla.
Dictado y firme el decreto de autos, quedaron los citados recursos en estado de ser resueltos.
II.- Introduciéndonos al tratamiento de las cuestiones sometidas a decisión de este Tribunal,
cabe ponderar:
II. 1.- Litis recursiva
II. 1. a.- En cuanto interesa al recurso, cabe precisar que el Tribunal de primera instancia,
mediante Auto N° 537, del 29/08/2018, mantuvo la medida cautelar trabada en autos, por la
cual se ordenó al Colegio de Martilleros de la Provincia de Córdoba que en todas
declaraciones, informaciones, publicaciones y demás formas de comunicación por medio que
fuere, sin perjuicio de lo que pudiere manifestar en ellas, debe aclarar que, en la Provincia de
Córdoba, el corretaje inmobiliario se encuentra regido por las disposiciones de la ley 9445, en
función de las cuales todos aquellos que requieran ejercer la profesión de corredor público
inmobiliario en la provincia de Córdoba deben inscribirse en la Matrícula del Colegio
Profesional de Corredores Públicos Inmobiliarios que crea dicha ley.
Para así decidir, consideró –principalmente- que la verosimilitud del derecho se encontraba en
la propia ley 9445, dictada hace más de una década, que expresamente regula el corretaje
inmobiliario en la provincia de Córdoba y que ha sido declarada constitucional; y que no
implica el análisis de normas relativas a las comunicaciones.
II. 1. b.- Por su parte, mediante Auto N° 537, del 29/08/2018, el Tribunal de primer grado se
declaró incompetente para entender en las presentes actuaciones y remitió las actuaciones a
la Cámara Contenciosa Adminstrativa, por considerarla competente en la materia.
Para decir en tal sentido, ponderó que las partes intervinientes en la causa son personas
públicas no estatales, pero que están sujetos a un régimen de derecho público en razón de las
funciones que desempeñan, por lo que se encuentran especialmente contemplados por el art.
1 del Código de Procedimiento Contencioso Administrativo, ya que son entes dotados de
potestad pública; que las normas involucradas son de derecho público (ley N° 9445, 7191, ley
nacional N° 20266, 25.028, entre otra; y que los Colegios Profesionales, ejercen función
administrativa, por lo que dictan actos administrativos, como otorgar matrículas profesionales.
II. 2. a.- La parte actora se alza en contra de la resolución recurrida por entender que la
cuestión debatida es de competencia contencioso administrativa, cuyo disenso admite el
siguiente compendio.
En primer lugar, señala la incorrecta aplicación del derecho, la falta de fundamentación, la
errónea percepción y valoración de la cuestión objeto de controversia. En tal sentido,
argumenta que en el caso de autos no hay actuación administrativa previa, ni acto
administrativo expreso o presunto que pueda ser motivo de impugnación o cuestionamiento
en sede contencioso administrativa. Que mediante la presente acción procura el cese de la
conducta antijurídica del demandado respecto a los profesionales que ejercen el corretaje
inmobiliario, los matriculados de la accionada y la sociedad en su conjunto. Sostiene que el
acto administrativo constituye un requisito procesal esencial para acceder a la instancia
jurisdiccional. Postula que se promovió una acción preventiva de daños derivada del
incumplimiento institucionalizado del orden jurídico establecido por la ley 9.445 y la
interpretación jurisprudencial. Aduce que el Tribunal de primera instancia elucubró las
defensas que podría realizar el Colegio de Martilleros, soslayando que el Tribunal Superior de
Justicia de Córdoba ya se pronunció por la constitucionalidad de la ley 9.445. Manifiesta que
no existe factor de atribución de competencia contencioso administrativa, ni en razón de la
materia, ni en razón del sujeto, toda vez que no se vulnera un derecho subjetivo de carácter
administrativo, ni se afecta un interés legítimo establecido o reconocido con anterioridad a
favor del demandante. Arguye que la presente acción no procura fijar las competencias que
tienen los colegios profesionales, desde que se encuentran determinadas por las leyes 7.191 y
9.445. Invoca que la competencia ordinaria de los tribunales de la Ciudad de Córdoba del fuero
civil y comercial ha sido ratificada por tres tribunales de primera instancia, al abocarse al
conocimiento de la presente causa.
En segundo orden, puntualiza que la resolución atacada es arbitraria, contradictoria y carente
de fundamentación. A tal efecto, esgrime se queja por la afirmación del Tribunal de grado
acerca de que subsiste el conflicto entre los Colegios Profesionales de Corredores Públicos
Inmobiliarios y el Colegio de Martilleros y Corredores Públicos, ya que la cuestión ha sido
resuelta por el Tribunal de casación de Córdoba, mediante pronunciamiento que se encuentra
firme. Cita jurisprudencia en apoyo a su postura.
En tercer lugar, aduce que el Tribunal de primera la instancia establece la normativa aplicable
de manera arbitraria. Arguye que para resolver el presente caso no corresponde determinar la
validez y alcance de la ley 9.445, ya que tal extremo ha sido resuelto por el Tribunal Superior
de Justicia de Córdoba. Refiere que corresponde aplicar las normas de derecho privado que
regulan la acción preventiva de daños. Señala que la presente acción no discute los alcances
del régimen jurídico vigente en la materia ni un conflicto de competencias entre dos
autoridades que ejercitan cometidos públicos, cuestión que ha sido resuelta por el Tribunal
Superior de Justicia local y Tribunales inferiores.
Finalmente, cuestiona el error en el tratamiento de la excepción planteada y critica el criterio
de imposición de costas por las razones que aduce.
Introduce la cuestión federal y hace reserva del recurso extraordinario federal.
II. 2. b.- A su turno, la parte demandada recurre el Auto N° 538, en cuanto rechazó la
excepción de incompetencia a razón de la Justicia federal, con fundamento es las razones que
se sintetizan seguidamente.
Primeramente, argumenta que el actor confunde en su demanda la matriculación y la
incumbencia o competencia profesional, destacando que la primera es competencia local (art.
29 de la ley 24.521 y art. 37 de la Constitución Provincial) y la segunda del fuero federal (art. 43
de la ley 24.521). Precisa que en el caso de las carreras que no son de interés público resulta
competencia de las universidades (art. 42 de la ley 24.521). Cita la Resolución 26/07/2018 del
Ministerio de Educación de la Nación. Pone sobre relieve el reciente pronunciamiento del
Juzgado Federal N° 2 de fecha 22/03/2019, en los autos “Colegio de Profesional de Martilleros
y Corredores de la Provincia de Córdoba y otros c/ Estado Nacional y otro. Acción meramente
declarativa de derecho. Ordinario. Expte. 93010/2018”, en virtud del cual se admitió
formalmente una acción colectiva tendiente al reconocimiento y diferenciación de
incumbencias y competencias profesionales entre quienes poseen el título de martillero
corredor público y corredores públicos inmobiliarios de la Provincia de Córdoba. Advierte
sobre el eventual dictado de sentencias contradictorias. Refiere que la cuestión sobre la
determinación de las competencias profesionales de los que detentan el título único de
martillero corredor público corresponde a la Justicia federal.
En su segundo término, se queja por cuanto que la resolución habría omitido considerar que se
encuentran involucrados datos correspondientes a redes interjurisdiccionales. En tal sentido,
señala que el Tribunal de primera instancia omite que una de las pretensiones es que se
obligue a la parte a difundir en su página web, redes sociales y a través de correos electrónicos
a sus matriculados. Postula que si la actora procura conocer, modificar, actualizar, suprimir
información vinculada con su parte que reside en redes interjurisdiccionales (internet, redes
sociales, etc.), resulta competencia federal por tratarse de comercio interjurisdiccional (art. 75
inc. 13 CN). Afirma que se verifica el recaudo de interconexión en redes nacionales (art. 36 inc.
b y 44 de la ley 25.356), destacando que se encuentra involucrada información de una red
internacional –internet- a la luz de la jurisprudencia de la Corte Suprema.
Seguidamente, aduce que el Tribunal de grado viola el principio de congruencia, pues omite
pronunciarse sobre el planteo de competencia federal por estar comprometida información
existente en internet. En esta línea, argumenta que una de las pretensiones es que la
demandada sea compelida a difundir en su página web, redes sociales y a través de correos
electrónicos dirigidos a sus matriculados y periódicos de tirada provincial que los profesionales
matriculados del Colegio de Martilleros no pueden ejercer válidamente las actividades propias
del corretaje público inmobiliario. Esgrime que los tribunales provinciales resultan
incompetentes para interferir en las comunicaciones que se realicen por vía de internet e
incidir en los datos que allí existen, conforme normativa federal (art. 1° de la ley 26.032 y los
arts. 2° y 3° de la ley de Telecomunicaciones) y la jurisprudencia de la Corte Suprema en la
materia.
En su cuarto agravio, invoca falta de fundamentación y violación al principio de congruencia,
toda vez que el Tribunal de grado omite explicar por qué motivo no resultan de aplicación las
leyes federales.
Introduce la cuestión federal y hace reserva del recurso extraordinario federal.
II. 2 c.- Finalmente la demandada apela el Auto N° 537, por cuanto mantiene la medida
cautelar trabada en autos, por las razones que se sintetizan a continuación.
Comienza señalando la confusión de la cautelar con el fondo de la causa. Cita jurisprudencia en
apoyo de su postura.
En segundo lugar, aduce la inexistencia de verosimilitud en el derecho, conforme el incorrecto
encuadramiento de la ley 9.445. En esta senda, precisa que la ley 9.445 regula la actividad de
aquellos profesionales que detentan el título de Corredor Público Inmobiliario, mientras que la
ley 7.191 reglamenta la actividad de los poseedores de título único de Martillero Corredor
Público. Indica que los poseedores de ambos títulos se encuentran habilitados para
intermediar en el tráfico de bienes inmuebles. Agrega que se trata de dos carreras distintas, y
que las competencias o incumbencias profesionales surgen del título universitario y no de la
ley de colegiación. Suma a sus argumentos que martillero corredor público es un título único,
precisando que de un título único no se derivan dos profesiones. Destaca que debe existir una
correlación entre carrera, título y colegiación, citando jurisprudencia en apoyo de su postura.
Afirma que, tal como surge de la propia ley 9.445 el Colegio Público Inmobiliario, sólo puede
matricular profesionales con el título de Corredor Público Inmobiliario. Expone que, con
arreglo a la ley 24.521, de cada una de las carreras (Martillero, por un lado, y Corredor Público
Inmobiliario, por el otro), se deriva un título profesional y el deber de colegiación única en la
institución respectiva correspondiente, tal como surge del Decreto nacional N° 2293/1992.
Seguidamente, refiere a la falta de concurrencia de la verosimilitud en el derecho y la
inexistencia de sentencias firmes. Sostiene que las acciones a las que hace referencia el
Tribunal de grado se vinculan con la creación del Colegio Profesional de Corredores Públicos
Inmobiliarios, pero no a los alcances de las incumbencias profesionales. Señala que no existe
fallo alguno firme y válido que disponga que un martillero corredor público no pueda ejercer
todas las incumbencias propias de su título universitario según ley 24.521. Manifiesta que el
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba todavía no se pronunció sobre la cuestión aquí
debatida.
En cuarto término, invoca una censura previa y la violación a la libertad de expresión. Cita
normativa y jurisprudencia que entiende pertinente.
Asimismo, arguye la inexistencia de peligro en la demora, desde que la cautelar que aquí se
pretende ha sido formulada después de diez años de haberse dictado la ley 9.445.
En su sexto agravio, esgrime que el Tribunal de grado resulta contradictorio, toda vez que, por
un lado, se declara incompetente, lo cual implica el archivo de las actuaciones y, por el otro,
concede una medida cautelar sin límite temporal, violentando el derecho y garantía
constitucional de libertad de expresión y sin ingresar al análisis del fondo del asunto y en
violación al derecho de defensa.
Introduce la cuestión federal y hace reserva del recurso extraordinario federal.
III.- La cuestión sometida a decisión.
Tal como ha quedado trabada la litis recursiva, los puntos que han sido sometidos a decisión
de este Tribunal radican en: 1) si la causa es de competencia federal o provincial; 2) si la causa
es de competencia civil o contencioso administrativa; 3) si corresponde mantener la medida
cautelar por la que se ordenó al Colegio Profesional de Martilleros y Corredores Públicos que
en todas declaraciones, informaciones, publicaciones y demás formas de comunicación que
hiciere, por medio que fuere, el deber aclarar que en la Provincia de Córdoba el corretaje
inmobiliario se encuentra regido por las disposiciones de la ley 9445, en función de las cuales
todos aquellos que requieran ejercer la profesión de corredor público inmobiliario, en la
provincia de Córdoba, deben inscribirse en la Matrícula del Colegio Profesional de Corredores
Públicos Inmobiliarios que crea dicha ley.
IV.- La solución del caso traído a resolver.
IV. 1.- Recurso de la demandada relativo a la competencia federal.
IV. 1. a.- En este primer punto, adelanto mi opinión coincidente con el Ministerio Público Fiscal
en cuanto a que el recurso no debe prosperar, debiéndose confirmar el rechazo de la
excepción de incompetencia y, en consecuencia, determinar que es la competencia provincial
la que rige para la presente causa.
Arribo a tal conclusión, pues conforme establece el art. 5 del CPCC la competencia se
determina por la naturaleza de las pretensiones deducidas en la demanda y no por las
defensas opuestas por el demandado.
De allí que para la determinación de la competencia corresponde atender de modo principal a
la exposición de los hechos que el actor hace en su presentación inicial y, en la medida que se
adecue a ellos, al derecho que invoca como fundamento de la pretensión (Fallos: 308:229;
311:172; 313:971; 339:1663).
Por su parte, cabe precisar que la génesis de la competencia federal radica en las normas
constitucionales. El art. 121 de la CN consagra la reserva que formulan las Provincias respecto
de todos aquellos poderes que no han sido confiados a la Nación; y los art. 116 y 117 ib.
establecen las hipótesis que corresponden a dicha esfera jurisdiccional.
Así es que la competencia federal importa la aptitud o facultad reconocida a los órganos que
integran el Poder Judicial de la Nación para administrar justicia en los casos, sobre las personas
y en los lugares específicamente determinados por la Constitución Nacional (cfr. PALACIO,
Lino, Derecho Procesal Civil, Vol. II -Sujetos del Proceso, Abeledo Perrot, Bs. As., 1969, p. 463;
HARO, Ricardo, La competencia Federal, Depalma, Bs. As., 1989, p. 16).
La competencia de la Justicia Federal se halla acotada a los casos especiales
contemplados en la legislación y asume carácter excepcional. Siendo tal competencia limitada
y de excepción, su interpretación y aplicación será siempre de carácter restrictivo, y en caso de
duda, deberá estarse, por principio, a favor de la justicia provincial (cfr. T. S. J., Sala Civ. y Com.,
“Boero, Carlos Horacio y otros c/ Finochietti, Paulo y otros - Ordinario - Daños y perjuicios –
Recurso de casación - Expte. Nº 417629”).
En cuanto a la competencia federal por razón de la materia, debe mediar una relación
directa e inmediata entre las pretensiones jurídicas y el plexo jurídico federal, de modo tal que
la decisión del pleito depende principal y primordialmente de la interpretación y aplicación de
la norma federal (cfr. HARO, Ricardo,Competencia Federal, Lexis Nexis, Buenos Aires, 2006, p.
106).
IV. 1. b.-En el caso de autos, conforme surge del escrito de demanda (fs. 1/13), el
Colegio Profesional de Corredores Públicos Inmobiliarios de la Provincia de Córdoba
promuevió acción preventiva de daños (art. 1710 y 1711 y concordantes del Código Civil y
Comercial de la Nación), en contra del Colegio Profesional de Martilleros y Corredores Públicos
de la Provincia de Córdoba.
En tal dirección, en el apartado III, “OBJETO – PRETENSIÓN”, solicitó: 1) Que el Colegio
de Martilleros se abstenga de otorgar matrículas que, expresa o implícitamente, supongan
habilitación en el ejercicio de las funciones, derechos y obligaciones propios del corretaje
público inmobiliario (intermediación en operaciones de bienes inmuebles), enunciadas en los
arts. 14, 15 y 16 de la Ley 9.445. 2) Que el Colegio de Martilleros establezca un mecanismo
idóneo para que, al momento de otorgar matrículas profesionales, se consigne expresamente
que la misma no habilita al ejercicio del corretaje público inmobiliario (intermediación en
operaciones de bienes inmuebles), enunciadas en los arts. 14, 15 y 16 de la Ley 9.445. 3) Que
el Colegio de Martilleros proceda a informar de manera oportuna, adecuada y veraz, tanto a la
sociedad en general, como a los profesionales corredores públicos en particular, que la ley
provincial 9.445 se encuentra plenamente vigente, y en virtud de la misma, no es incumbencia
profesional de los matriculados en el Colegio de Martilleros ejercer el corretaje inmobiliario,
atento ser facultad exclusiva de los profesionales matriculados en el Colegio Profesional de
Corredores Público Inmobiliarios, creado por la ley provincial 9.445.
Para ello solicitó que se ordene a la entidad demandada: 1) que proceda a difundir, como
mínimo, en su página web, redes sociales y a través de e-mails dirigidos a sus matriculados y
periódicos de tirada provincial en las que haya realizado publicaciones en detrimento al actor y
la Ley 9.445, que los profesionales matriculados en dicho Colegio de Martilleros no pueden
ejercer válidamente las actividades propias del corretaje inmobiliario (intermediación de
bienes inmuebles), enunciadas en los arts. 14, 15 y 16 de la ley 9.445 y; 2) se abstenga de
efectuar declaraciones públicas, tanto en medios de prensa, redes sociales, en su propia
página web y/o por cualquier otra vía, indicando o sugiriendo que los profesionales
matriculados en dicho Colegio de Martilleros pueden ejercer válidamente el corretaje público
inmobiliario (intermediación de bienes inmuebles).
De la lectura del apartado V, “HECHOS QUE MOTIVAN LA PRESENTE ACCIÓN”, surge que la
actora indica que, a pesar del dictado de la ley 9.445 y la jurisprudencia en torno a su validez,
el Colegio de Martilleros no sólo continúa otorgando matrículas (identificadas como “02” y/o
“04” y/o “08”), sino que también afirma que los profesionales que cuentan con las mismas se
encuentran “habilitados para ejercer todo tipo de corretaje público, incluido el corretaje
inmobiliario”.
No niega que la entidad demandada posea competencia legal para otorgar matrículas, pero en
base al texto de la ley 9.445, doctrina y jurisprudencias unánimes, las referidas matrículas “02
y/o 04 y/o 08”, otorgadas por el Colegio de Martilleros, no habilitan al ejercicio del corretaje
público inmobiliario.
Sin perjuicio de ello, indica que el Colegio de Martilleros continúa afirmando lo contrario en
desmedro del orden jurídico vigente en la materia, tal como surge de los siguientes hechos y
circunstancias: 1) publicación sistemática de información falsa respecto de las incumbencias
profesionales de los matriculados en el Colegio de Martilleros; 2) intercambio de
comunicaciones extrajudiciales fehacientes donde el Colegio de Martilleros desconoce la
vigencia de la Ley 9.445; 3) existencia de numerosas inmobiliarias en la Provincia de Córdoba
que son operadas por profesionales con matrícula 02 y/o 04 y/o 08 otorgadas por el Colegio de
Martilleros, incluso otorgadas con posterioridad a la vigencia de la Ley 9.445.
En el acápite VII) “PROCEDENCIA DE LA TUTELA PREVENTIVA”, precisa que, conforme lo
relatado a lo largo de la demanda, el Colegio de Martilleros, deliberada y sistemáticamente,
realiza un ejercicio abusivo de los derechos que le otorga la Ley 7.191, en desmedro de la
vigencia de la ley 9.445, todo lo cual tiene entidad para desencadenar daños a la sociedad en
su conjunto (como potenciales clientes en operaciones inmobiliarias) a los corredores públicos
profesionales (como sector afectado en el ejercicio libre y legítimo de la profesión) y al Colegio
Profesional de Corredores Públicos Inmobiliarios (como ente público no estatal encargado de
defender la actividad profesional y otorgar y controlar la matrícula habilitante –art. 27 de la ley
9.445).
IV. 1. c.- Conforme a las premisas sentadas, concuerdo con el Ministerio Público Fiscal en
cuanto a que la presente causa pertenece a la competencia provincial, toda vez que la actora
promovió una acción preventiva de daños, en los términos de los arts. 1710 y concordantes del
Código Civil y Comercial de la Nación.
Examinada la demanda no se advierte que se persiga la determinación de las incumbencias
profesionales de quienes detentan el título único de Martillero - Corredor Público, razón por la
cual tal extremo no puede sustentar la competencia federal.
El control de la matrícula profesional es una facultad conservada por las provincias (art. 121 de
la CN), quienes pueden delegarla a los colegios profesionales (cfr. SESÍN, Domingo Juan-
CHIACCHIERA CASTRO, Paulina R., Los colegios profesionales. Rubinzal- Culzoni, Santa Fe,
2012, p. 45). Este último es el caso de la provincia de Córdoba, conforme surge del art. 37 de la
Constitución provincial, lo que ciñe la competencia provincial en el caso de marras.
El reclamo no encuentra sustento directo e indirecto en normativa federal, presupuesto
requerido a los fines de la configuración de la competencia federal por razón de la materia,
sino que por el contrario, se asienta, principalmente, en la órbita del derecho común (art. 75
inc. 12 de la Constitución Nacional), cuyo conocimiento corresponde a la justicia provincial.
Finalmente, la circunstancia que la actora procure que se difunda información relativa a la ley
9.445 o que cese la difusión de determinadas manifestaciones por vía de internet, redes
sociales y correos electrónicos, en nada permite encuadrar la pretensión en los términos de los
arts. 36, inc. b, y 44 de la ley 25.326 sobre “Protección de los Datos Personales”, ni por tanto se
justifica la intervención del fuero federal. Es que la sola circunstancia que se esté ante una
actividad desplegada en la red de internet no define la competencia federal, sino que lo que la
determina es la naturaleza de la cuestión planteada, la interjuridicidad del daño en su caso y el
interés en juego. En el caso, como se perfila del escrito de demanda, la pretensión del actor
estriba en una acción preventiva de daño con motivos de hechos regidos por normas
provinciales.
IV. 1. d.- De lo expuesto se deduce que corresponde rechazar el recurso de apelación
interpuesto la parte demandada en contra del Auto N° 538, del 29 de agosto de 2018, y su
Auto de aclaratoria N° 623, del 24 de septiembre de 2018; y, en consecuencia, confirmarlos en
todo lo que fue motivo de agravio.
IV. 2. e.- Las costas deben ser impuestas a la demandada recurrente (art. 130 del CPCC).
IV. 2. f.- Los honorarios profesionales deben ser regulados conforme con lo dispuesto por los
arts. 26, 31, 32, 36, 39, 40, 83 y concordantes de la Ley 9459.
Consecuentemente, los honorarios de los Dres. C. Mariano Briña y Nicolás A. Bergesio se
regulan, en conjunto y proporción de ley, en el minimo minimorum establecido para esta
instancia recursiva, es decir, ocho (8) jus. Dicha regulación se fundamenta en la inexistencia de
base regulatoria conocible del incidente que motivó el recurso, la imposibilidad de su
determinación, en virtud del estado de la causa, y lo dispuesto por el art. 26 de la ley 9459 (cfr.
T. S. J., Sala Civ. y Com., in re “Ortiz de Zarate Federico c/ Automóvil Club Argentino -Angel
Gómez s/ Medidas preparatorias de juicio ordinario- Recurso de casación” (Expte. letra “o” n°
4/01, A. I. N° 63., del 25/04/2002).
No corresponde regular honorarios profesionales a los Dres. Miguel Ángel Ortíz Morán y
Alfonso Buteler, conforme lo establecido por el art. 26 de la ley 9459.
IV. 2.- Recurso de la actora relativo a la competencia contencioso administrativo.
IV. 2. a.- Ponderando lo dispuesto por el art. 5 del CPCC en cuanto al parámetro de
determinación de la competencia y la naturaleza de la pretensión de la actora, ambos
elementos descriptos en el punto precedente, cabe recordar que el fuero contencioso
administrativo es típicamente revisor de lo actuado por la administración, sea que la función
administrativa la ejerza el Poder Ejecutivo, el Legislativo o el Judicial.
Son condiciones indispensable para que proceda la competencia contencioso- adminsitrativo
que: 1) Exista un acto administrativo susceptible de ser revisado en sede judicial, es decir, que
cause estado en tanto haya sido dictado por autoridad administrativa con facultades para
decidir en última instancia. Se requiere que se ataque un acto administrativo, conforme el art.
1 de la ley N° 7182 (cfr. T. S. J., Sala Cont. Adm., in re “Quevedo, Miguel Ángel c/ Provincia de
Córdoba. Contencioso Administrativo. Plena jurisdicción. Recurso de apelación”, Sent. N° 1, del
17/02/1998). 2) El objeto de la pretensión quede amparado, exclusivamente, pro normas y
principios del Derecho Administrativo, conforme art. 2 de la ley N° 7182 (cfr. T. S. J., Sala Cont.
Adm., in re “Almagro, Adriana c/ Municipalidad de Córdoba. Plena jurisdicción. Recurso de
casación”, Sent. N° 158, del 15/08/2003).
En el caso de autos, la pretensión se dirige en contra de un Colegio Profesional por sus
actuaciones en el ejercicio de sus funciones.
De allí que, en orden a dilucidar la cuestión, cabe recordar que –conforme el art. 37 de la
Const. Pcial.- la Provincia puede conferir el gobierno de las profesiones y el control de su
ejercicio a las entidades que se organicen con el concurso de todos los profesionales de la
actividad, en forma democrática y pluralista conforme a las bases y condiciones que establece
la Legislatura. Tienen a su cargo la defensa y promoción de sus intereses específicos y gozan de
las atribuciones que la ley estime necesarias para el desempeño de sus funciones, con arreglo
a los principios de leal colaboración mutua y subordinación al bien común, sin perjuicio de la
jurisdicción de los poderes del Estado.
La razón determinante de establecimiento de estos entes públicos se halla en los intereses
comunes de los asociados, cuya satisfacción y defensa persiguen. En virtud de la relación estos
intereses con el interés público, El Estado acuerda a los asociados la personalidad jurídica
pública descargando en ella el ejercicio de atribuciones que de otra manera él habría tenido
que desarrollar (cfr. SESÍN, Domingo Juan- ABAD HERNANDO, Jesús L., “Régimen Jurídico
Público de los Colegios Profesionales”, Semanario Jurídico, Edición Especial, Año 2007, ps.
82/85).
Se deduce de ello que los Colegios Profesionales constituyen personas jurídicas públicas no
estatales y, en ciertos casos, en ejercicio de las funciones encomendadas por la Constitución
Provincial ejercen función administrativa (cfr. ibídem, ps. 82/85; SESÍN- CHIACCHIERA CASTRO,
ob. cit., p. 9).
No obstante, tal circunstancia no resulta suficiente para señalar que corresponda la
competencia contencioso administrativo para entender la presente causa pues, conforme la
regla del art. 178 de la Const. Pcial., la actuación del Estado, los Municipios y demás personas
jurídicas públicas en el ejercicio de función administrativa, quedan sometidos al control judicial
de acuerdo con lo que determine la ley de la materia y sin otro requisito que el interesado
haya agotado la vía administrativa.
A la postre, si bien se entiende que la pretensión de la actora se dirige en contra de una
persona jurídica pública no estatal que, en ciertos supuestos, ejercen función administrativa, la
pretensión no tiene por objeto revocar un acto administrativo que habilite la competencia
especializada.
En su lugar, la naturaleza de la pretensión, que es lo que interesa al momento de determinar la
competencia (art. 5 del CPCC), es civil. Se advierte luego de un minucioso examen del escrito
de la demanda que lo que el actor pretende es una acción preventiva de daños, regulado por
el Derecho Privado –no el Derecho Público-, precisamente, por el Código Civil y Comercial de la
Nación (art. 1710).
Mediante la acción preventiva de daños se consagra el deber general de actuar para evitar
causar a las personas y a las cosas un daño no justificado, es decir de adoptar las conductas
positivas o de abstención conducentes para impedir su producción o agravamiento. Ello así en
la medida que esa conducta dependa de la persona y en base a los dos parámetros: la buena fe
y la razonabilidad, lo que implica analizar las circunstancias de cada caso. El inciso a del art.
1710, sienta la regla y el inciso b, proporciona las pautas para su evaluación, teniendo en
cuenta que existe un derecho general a no actuar y que únicamente cuando se configure un
abuso de ese derecho puede haber responsabilidad por omisión (cfr. GALDÓS, Jorge Mario,
comentario al art. 1710, en LORENZETTI Ricardo Luis (Director), Código Civil y Comercial de la
Nación Comentado, t. VIII, Rubilzal- Culzoni, Santa Fe, 2015).
Esta es la doctrina sentada por el Tribunal Superior de Justicia local al establecer que “…no son
susceptibles de conocimiento por parte de los Tribunales contencioso administrativos las
controversias que se atribuyan al fuero civil, aunque estén relacionadas con la actividad de la
administración pública…” (T. S. J., Sala Sala Cont. Administ. de Cba., in re “El Potrerillo de
Larreta Country Club SA c/ Provincia de Córdoba Plena jurisdicción Recurso de apelación”,
Sent. n.º 51, 04/07/2013).
IV. 2. b.- Por lo expuesto, corresponde hacer lugar al recurso de apelación interpuesto la parte
actora en contra del Auto N° 538, del 29 de agosto de 2018, y su Auto de aclaratoria N° 623,
del 24 de septiembre de 2018; y, en su mérito revocarlo en cuanto admite la excepción de
incompetencia y remite las actuaciones a la Cámara en lo Contencioso Administrativo, y
resolver –en su lugar- que deberá seguir entendiendo el Juzgado en lo Civil y Comercial de
Segunda Nominación de la ciudad de Córdoba.
IV. 2. c.- Las costas deben ser impuestas a la demandada recurrida (art. 130 del CPCC).
IV. 2. d.- Los honorarios profesionales deben ser regulados conforme con lo dispuesto por los
arts. 26, 31, 32, 36, 39, 40, 83 y concordantes de la Ley 9459.
Consecuentemente, los honorarios de los Dres. C. Mariano Briña y Nicolás A. Bergesio se
regulan, en conjunto y proporción de ley, en el mínimo legal establecido para esta instancia
recursiva, ocho (8) jus. Dicha regulación se fundamenta en la inexistencia de base regulatoria
conocible del incidente que motivó el recurso, la imposibilidad de su determinación, en virtud
del estado de la causa, y lo dispuesto por el art. 26 de la ley 9459 (cfr. T. S. J., Sala Civ. y Com.,
in re “Ortiz de Zarate Federico c/ Automóvil Club Argentino -Angel Gómez s/ Medidas
preparatorias de juicio ordinario- Recurso de casación” (Expte. letra “o” n° 4/01, A. I. N° 63.,
del 25/04/2002).
No corresponde regular honorarios profesionales a los Dres. Miguel Ángel Ortíz Morán y
Alfonso Buteler, conforme lo establecido por el art. 26 de la ley 9459.
IV. 3.- Recurso de la demandada relativo a la medida cautelar.
En orden a dilucidar la cuestión, cabe precisar que los requisitos necesarios para la
procedencia de la medida cautelar se configuran en: 1) verosimilitud del derecho invocado; 2)
peligro en la demora; 3) la cautela no pudiere obtenerse por medio de otra medida
precautoria y 4) contracautela (art. 483 y c.c. CPCC).
Conforme ha señalado en reiteradas oportunidades el Tribunal Superior de Justicia de la
Provincia, el razonamiento relativo a la concurrencia de tales recaudos no debe someterse a
un rigorismo tal que las haga inadmisibles en la práctica (T. S. J., Sala Civ. y Com., in re
“Dómina, Esteban c/ Municipalidad de Córdoba. Acción declarativa de inconstitucionalidad”, A.
I. N° 33, del 09/08/2013); y en tal orden de ideas el tribunal debe valorar que la finalidad del
instituto cautelar es la conservación durante el juicio del statu quo (C. S. J. N., Fallos: 265:236),
de modo de preservar adecuadamente la garantía constitucional que se dice vulnerada,
enderezando la cuestión con el propósito de evitar situaciones de muy dificultosa o imposible
reparación ulterior (C. S. J. N., Fallos: 326:3456).
Así, en cuanto al requisito de la verisimilitud del derecho enseña Martínez Botos, que teniendo
las medidas precautorias por finalidad asegurar el resultado de la sentencia luego de la
sustanciación del proceso, al que se encuentran instrumentalmente unida, es que el
fundamento del objeto precautorio no depende de un conocimiento exhaustivo y profundo de
la materia controvertida en el proceso principal, sino de un conocimiento próximo dirigido a
lograr una decisión de mera probabilidad respecto de la existencia del derecho discutido en el
proceso. Expresando dicho autor que “Para obtener el pronunciamiento de una resolución que
estime favorablemente una pretensión cautelar, ... resulta suficiente la comprobación de la
apariencia o verosimilitud del derecho invocado por el actor (tradicionalmente denominado
fumus bonis iuris), de modo tal que, según un cálculo de probabilidades, sea posible anticipar
que en el proceso principal se declarará la certeza del derecho.” (Medidas Cautelares, Ed.
Universidad, p. 45). Por su parte Ferrer Martínez enseña que no se requiere la plena y
terminante prueba del derecho que fundamenta la petición, sino la probabilidad de que éste
exista, no se exige certeza jurídica. El temor de ver frustrado el derecho, es suficiente interés
para que rápidamente se las otorguen.
Relativo al requisito de peligro en la demora conceptualmente lo constituye el peligro probable
de que la tutela jurídica que eventualmente ampare la sentencia, no pueda hacerse efectiva en
razón del transcurso del tiempo y los efectos de la misma resulten inoperantes. Así, se ha
dicho que“…es presupuesto de toda medida precautoria, además de la verosimilitud del
derecho, el peligro en la demora. La primera debe entenderse como la posibilidad de que el
derecho exista y el segundo como la posibilidad de la frustración de los derechos del
pretendiente, que pueda darse como consecuencia del dictado de pronunciamientos
inoficiosos o de imposible cumplimiento (LL, t. 1986-E, pág. 70)”. En este caso es más que
evidente pues si la vacancia que denuncia el actor se cubriera, su derecho se tornaría
absolutamente ilusorio.
Lacontracautelaes la caución que debe dar la parte solicitante para
responder a los daños y perjuicios ocasionados por la medida en caso no poseer del derecho
invocado en la demanda. Más que un requisito de admisibilidad, está dada para el
cumplimiento de la medida cautelar y se funda en el principio de igualdad procesal.
Ello, sin perjuicio, que durante la tramitación del proceso se acredite
una variación de las condiciones que amerite una decisión diferente. La doctrina, coincidiendo
con estos conceptos, ha precisado que “Las medidas cautelares crean un estado jurídico
provisional susceptible de revisión y modificación en cualquier etapa del juicio, al variar los
presupuestos determinantes de la traba, o al aportarse nuevos elementos de juicio que
señalen la improcedencia del mantenimiento de la medida” (PODETTI, Ramiro J.,Tratado de las
medidas cautelares, Ediar, Buenos Aires, 1949-1956, p. 23).
De las consideración expuestas y de los términos de la demanda, se erige la verosimilitud del
derecho invocado por la actora, a fin de solicitar la medida cautelar trabada en autos, pues el
texto del art. 58 de la ley 9445, a prima facie, resulta categórico en cuanto dispone la
derogación de las disposiciones de la ley Nº 7191, que se opongan a la aquella normativa.
En igual línea de pensamiento, valoro la jurisprudencia dictada en torno a la cuestión litigiosa.
Las diversas resoluciones dictadas en procesos donde intervinieron las mismas partes y sobre
cuestiones íntimamente vinculadas a la materia de litigio sientan la probabilidad que requiere
la medida, principalmente, los fallos T. S. J. de Córdoba, Sala Electoral, de Comp. Originaria y
Asuntos Institucionales, in re “Colegio Profesional de Martilleros y Corredores Públicos de la
Provincia de Córdoba c/ Provincia de Córdoba - Amparo - Recurso directo” (expte. letra “C”, nº
20, iniciado el trece de noviembre de dos mil doce), A. I. N° 31, del 08/08/2013; ibídem,
“Colegio Profesional de Martilleros y Corredores Públicos de la Provincia de Córdoba c/
Provincia de Córdoba - Amparo - Recurso directo” (expte. letra “C”, nº 28, iniciado el
diecinueve de noviembre de dos mil diez), A. I. 32, del 08/08/2013. En esta senda, el Tribunal
Superior de Justicia ha entendido que no cabe cuestionar la razonabilidad de la ley 9445 en
cuanto crea el Colegio de Corredores Inmobiliarios de la Provincia de Córdoba, puesto que se
presenta como un medio idóneo y proporcionando para delegar en un ente especialmente
conformado a tal fin, el gobierno y control de la matrícula de la actividad de corretaje
inmobiliario (cfr. T. S. J. de Córdoba, Sala Electoral, de Comp. Originaria y Asuntos
Institucionales, in re “Colegio Profesional de Martilleros y Corredores Públicos de la Provincia
de Córdoba c/ Provincia de Córdoba - Amparo - Recurso directo” (expte. letra “C”, nº 20,
iniciado el trece de noviembre de dos mil doce), A. I. N° 31, del 08/08/2013).
No existe obstáculo alguno para el dictado de la cautelar en la identidad que pueda existir
entre el objeto de la medida y el de la pretensión. Lo dirimente a la cuestión es que la primera
resulte idónea a fin de asegurar el cumplimiento de la sentencia, existiendo verosimilitud en el
derecho en que se funda la pretensión, el peligro en la demora y la contracautela.
En este punto cabe precisar que constituye un viejo axioma –hoy, inadmisible- que las medidas
cautelares no pueden coincidir con el objeto mediato de la pretensión, solución defendida por
la doctrina especializada (cfr. CARBONE, Carlos Alberto, “Revisión de los presupuestos de la
teoría cautelar y su repercusión en el nuevo concepto de los procesos subcautelares e infra o
minidiferenciados”, en PEYRANO, Jorge W. (dir.), Medidas Cautelares, t. I, Rubinzal – Culzoni,
2010, p. 143). Es que con la medida trabada en autos estamos ante el proceso cautelar, en el
que lo urgente es la tutela de las personas o bienes involucrados directa o indirectamente en
el proceso antes de que la sentencia se alcance, de modo que esta pueda sobrevenir
materialmente o llegue cuando todavía resulta de interés para el justiciable.
Aun así, en rigor, no concebimos a la pretensión o acción cautelar como la misma acción o
pretensión de fondo deducida en el proceso, no sólo porque no necesariamente se verifica la
presencia de la segunda en el proceso principal, sino porque aquélla, si bien apunta a la tutela
de otro derecho, no se confunde con éste ni por su objeto ni por su causa. El “derecho” a
solicitar la cautelar trabada a fojas 181/182 no “es” ni se identifica con el derecho a obtener,
por caso, el objeto de la pretensión del Colegio Profesional de Corredores Públicos
Inmobiliarios de la Provincia de Córdoba (fs. 1/13 vta.), por más que aquél dependa del
segundo. Es que del hecho de que pueda mediar identidad sustancial entre la materia de la
pretensión cautelar y la pretensión de fondo, no se sigue que no exista esa autonomía en el
contexto descripto, desde que una y otra pretensión no son jurídicamente idénticas, ya que
difieren en la causa y, cuanto menos, en la extensión de su objeto mediato. En el primer caso,
la causa de la pretensión cautelar reside o supone la acreditación de hechos que demuestren
simplemente un grado aceptable de verosimilitud del derecho invocado por el Colegio
Profesional de Corredores Públicos Inmobiliarios y el peligro en la demora a partir de un
conocimiento “superficial”, y aspiran a una anticipación, en términos generales, que autorice a
obtener una tutela provisional de los bienes o personas involucrados en el proceso, más allá de
que en ciertas hipótesis la ley directamente presuponga uno u otro presupuesto. En cambio,
en la pretensión de fondo de la actora, la causa apunta más bien a la demostración de la
existencia o certeza plena del derecho debatido, sea que para ello se comprenda o aprehenda
exhaustivamente a toda la relación jurídica, o, como sucede en el proceso de ejecución, a un
fragmento o parcela de la misma; y al reconocimiento definitivo del derecho en y para ese
proceso (cosa juzgada formal) o para éste y cualquier otro (cosa juzgada material), (cfr.
KIELMANOVICH, Jorge L. “Tutela urgente y cautelar”, La Ley online 0003/007428). En
definitiva, la pretensión cautelar es distinta de la pretensión o petición que se actúa en el
proceso. La anticipación de la tutela, aun cuando medie coincidencia entre el objeto de ésta
con el de la pretensión de fondo en la medida que ella no se agote definitivamente en sí
misma, no la priva a aquélla de su calidad de cautelar en el sentido de encontrarse puesta,
como enseña Calamandrei al servicio de la ulterior actividad jurisdiccional que deberá
restablecer de un modo definitivo la observancia del derecho (cfr. CALAMANDREI, Derecho
Procesal, t. I, p. 158, citado en Loc. cit.).
Por su parte, resulta carente de fuerza recursiva el argumento sobre la inexistencia de
jurisprudencia pasada a autoridad de cosa juzgada que disponga que un martillero corredor
público no pueda ejercer todas las incumbencias propias cuando, encontrándonos en un
Estado de Derecho, existe una ley que expresamente se sanciona privativa de tal regulación, la
ley 9.445, norma especial y posterior, que deroga parcialmente a su predecesora, la ley
general 9171. Contrariamente, lo dirimente sería la existencia de jurisprudencia que declarase
la inconstitucionalidad de dicha primera norma, lo que no es del caso, tras haber el Tribunal
Superior de Justicia declarado su constitucionalidad, toda vez que las normas rigen para el caso
hasta tanto se declare su inconstitucionalidad.
Idéntica suerte merece el razonamiento del recurrente en cuanto a que la medida cautelar de
autos importa una censura previa y la violación a la libertad de expresión. Es que, si bien toda
cautelar conlleva la restricción de un derecho contra de quien se traba, la razonabilidad y
equidad de su imposición es previamente juzgada por el Tribunal. En el caso, ponderadas los
impedimentos que implican la medida conforme a la pretensión de la actora y, principalmente,
su verosimilitud y el peligro que la demora de la resolución, no se advierte atisbo de
exorbitancia que justifique su revocación.
Asimismo, resulta inocuo el argumento de la apelante en cuanto a que la inexistencia de
peligro en la demora se advierte del tiempo pasado desde el dictado de la ley 9445 (10 años, a
ese entonces). Dicho lapso no erradica la razonable posibilidad de que eventuales corredores
se matriculen bajo a la ley 9171, Colegio Profesional de Martilleros Públicos, con la falsa idea
de poder así ejercer debidamente el corretaje inmobiliarios y, en su caso, vean legítimamente
frustrados las contraprestaciones a sus labores, en dicho contexto.
Finalmente, no le asiste razón al recurrente en cuanto a que la resolución impugnada es
contradictoria, toda vez que, por un lado, se declara incompetente, lo cual implica el archivo
de las actuaciones y, por el otro, concede una medida cautelar sin límite temporal. Es que en
virtud del principio lógico de no contradicción, una resolución judicial no puede afirmar y
negar, al mismo tiempo y una misma relación, algo sobre un mismo sujeto u objeto. Para su
configuración, resulta requisito sine qua non que exista identidad del hecho o el principio
jurídico respecto del cual se predican simultáneamente la negación y la afirmación. De allí, que
sólo existe violación al principio de no contradicción cuando es una misma premisa fáctica o
jurídica la que está siendo refutada y aceptada (cfr. FERNÁNDEZ, Raúl, Impugnaciones
ordinarias y extraordinarias en el CPCC de Córdoba, ed. Alverioni, Córdoba, 2006, p. 379; T. S.
J., Sala Penal, in re “Rodríguez, Raúl Daniel Alejandro p.a.a. Robo calificada reiterado”, del
16/9/1998, Foro de Córdoba, n.° 49, p. 292). En el caso que nos convoca, no existe la identidad
del hecho o principio jurídico que es negado y afirmado simultáneamente. Es que la
declaración de incompetencia no reúne dicha identidad con la potestad de conceder medidas
cautelares. Lejos de ello, es la propia ley procesal la que admite dicha facultad (art. 7, inc. 4,
del CPCC), norma plenamente aplicable y cuya constitucionalidad no ha sido cuestionada por la
interesada.
IV. 3. b.- De lo expuesto se deduce que corresponde rechazar el recurso de apelación
interpuesto la parte demandada en contra del Auto N° 537, del 29 de agosto de 2018 y, en
consecuencia, confirmarlo en todo lo que fue motivo de agravio.
IV. 3. c.- Las costas deben ser impuestas a la demandada recurrente (art. 130 del CPCC).
IV. 3. d.- Los honorarios profesionales deben ser regulados conforme con lo dispuesto por los
arts. 26, 31, 32, 36, 39, 40, 83 y concordantes de la Ley 9459.
Consecuentemente, los honorarios de los Dres. C. Mariano Briña y Nicolás A. Bergesio se
regulan, en conjunto y proporción de ley, en el minimo minimorum establecido para esta
instancia recursiva, es decir, ocho (8) jus. Dicha regulación se fundamenta en la inexistencia de
base regulatoria conocible del incidente que motivó el recurso, la imposibilidad de su
determinación, en virtud del estado de la causa, y lo dispuesto por el art. 26 de la ley 9459 (cfr.
T. S. J., Sala Civ. y Com., in re “Ortiz de Zarate Federico c/ Automóvil Club Argentino -Angel
Gómez s/ Medidas preparatorias de juicio ordinario- Recurso de casación” (Expte. letra “o” n°
4/01, A. I. N° 63., del 25/04/2002).
No corresponde regular honorarios profesionales a los Dres. Miguel Ángel Ortíz Morán y
Alfonso Buteler, conforme lo establecido por el art. 26 de la ley 9459.
SE RESUELVE:
I. 1. Hacer lugar al recurso de apelación interpuesto la parte actora en contra del Auto N° 538,
del 29 de agosto de 2018, y su Auto de aclaratoria N° 623, del 24 de septiembre de 2018; y, en
su mérito, revocarlos en cuanto admiten la excepción de incompetencia y remite las
actuaciones a la Cámara en lo Contencioso Administrativo, y resolver –en su lugar- que deberá
seguir entendiendo el Juzgado en lo Civil y Comercial de Segunda Nominación de la ciudad de
Córdoba. II. 2. Imponer las costas a la demandada recurrida. II. 3.- Regular los honorarios
profesionales los Dres. C. Mariano Briña y Nicolás A. Bergesio, en conjunto y proporción de ley,
en ocho (8) jus. No corresponde regular honorarios profesionales a los Dres. Miguel Ángel Ortíz
Morán y Alfonso Buteler, conforme lo establecido por el art. 26 de la ley 9459.
II. 1. Rechazar el recurso de apelación interpuesto la parte demandada en contra del Auto N°
538, del 29 de agosto de 2018, y su Auto de aclaratoria N° 623, del 24 de septiembre de 2018;
y, en consecuencia, confirmarlos en todo lo que fue motivo de agravio. II. 2.- Imponer las
costas a la demandada recurrente (art. 130 del CPCC). II. 3.- Regular los honorarios
profesionales de los Dres. C. Mariano Briña y Nicolás A. Bergesio, en conjunto y proporción de
ley, en ocho (8) jus. No corresponde regular honorarios profesionales a los Dres. Miguel Ángel
Ortíz Morán y Alfonso Buteler, conforme lo establecido por el art. 26 de la ley 9459.
III. 1.- Rechazar el recurso de apelación interpuesto la parte demandada en contra del Auto N°
537, del 29 de agosto de 2018 y, en consecuencia, confirmarlos en todo lo que fue motivo de
agravio. III. 2.- Imponer las costas a la demandada recurrente. III. 3. Regular los honorarios
profesionales de los Dres. C. Mariano Briña y Nicolás A. Bergesio, en conjunto y proporción de
ley, en ocho (8) jus. No corresponde regular honorarios profesionales a los Dres. Miguel Ángel
Ortíz Morán y Alfonso Buteler, conforme lo establecido por el art. 26 de la ley 9459.

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