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a. Funciones económicas:
- Unidad de medida o valor: permite apreciar el valor de todos los bienes patrimoniales e
inclusive, de ciertos aspectos económicos de la propia actividad humana
- Instrumento de cambio: como consecuencia directa de lo anterior el dinero actúa como
como un instrumento de cambio que permite a quien lo dispone, adquirir otros bienes y
servicios idóneos para satisfacer sus necesidades. Esta función de cambio es primordial y
definitoria de la figura que nos ocupa: el dinero no cuenta por lo que es en sí mismo, sino
por la posibilidad que confiere de adquirir otros bienes.
- Instrumento de ahorro: el dinero no sólo es útil como unidad de cuenta sino también
como instrumento de ahorro, que posibilita la reserva de valores, a través de la
conservación de lo ganado y no gastado.
- Instrumento de acumulación de riquezas: actúa como instrumento que permite la
conservación y acumulación de riquezas y su proyección temporal. Esta función permite
que pueda ser usado como un medio de pagos diferidos
- Factor que influye en forma determinante en la producción, en el empleo y en los
precios: desde una perspectiva macroeconómica, se señala que generalmente el Estado
puede hacer uso de su control de la oferta monetaria para estimular el crecimiento de la
economía, cuando ésta cae, o para frenarla cuando los precios comienzan a subir
(Keynes, Samuelson). Ello repercute necesariamente en todos los niveles de producción,
de empleo y de precios. Esta función se acota sensiblemente en sistemas que consagran
regímenes de convertibilidad, donde la expansión monetaria aparece rígidamente
limitada por el propio esquema económico y normativo.
b. Funciones jurídicas
El dinero constituye un instrumento de pago porque es siempre apto para solventar las
obligaciones que lo tienen por objeto, inclusive por vía de equivalente (daños y perjuicios). El
propio Estado exige su aceptación con dicho alcance.
2. CLASES DE MONEDA
a. MONEDA METÁLICA: de contenido intrínseco, acuñada en metales nobles como el oro y la
plata, cuyo valor está ligado al metal que ella representa. Esta moneda tuvo enorme
relevancia a lo largo de la historia, pero su importancia ha ido decreciendo totalmente en
una economía moderna. Es utilizada como reserva monetaria que respalda los billetes
circulantes.
Sin embargo, esta función también tiende a diluirse, ya que es más rentable afianzar ese
circulante mediante divisas que permitan mayor rentabilidad que el oro y la plata
inmovilizadas. En nuestro país encontramos al argentino oro, moneda metálica, de cuenta
creada por la ley 1130 del año 1881, luego modificada por la ley 1354 del año
1884.
b. MONEDA DE PAPEL: es un billete que emite el Estado cuando éste garantiza al portador una
cierta cantidad de oro, plata o divisas. Este tipo de moneda es propia de un esquema de
convertibilidad monetaria, pues el Estado se obliga a entregar el canje, al portador de cada
billete que así lo requiera, determinada cantidad de metal precioso o de divisas, según los
casos. Tiene curso legal pero no forzoso. El actual peso argentino constituye una muestra de
esta moneda.
c. PAPEL MONEDA: se trata también de billetes que emite el Estado, pero, a diferencia del
supuesto anterior, estos carecen de respaldo metálico o en divisas y no son susceptibles de
conversión alguna. El valor de esta moneda fiduciaria depende de la confianza que merezca
en la comunidad el Estado emisor, que es quien le otorga curso legal y forzoso. Este tipo de
moneda es el que de manera universal prevalece en nuestro tiempo.
Las obligaciones de dar dinero (u obligaciones pecuniarias) son aquellas que tienen por objeto la
entrega de cierta cantidad de moneda, de dar una suma de dinero.
Son obligaciones pecuniarias aquellas cuyo objeto es la entre de dinero, el que desde el hontanar
jurídico es definido como una cosa mueble, fungible, divisible y consumible, que sirve como medio de
pago de las obligaciones, pero además como instrumento de cambio y como medida de valor de
cosas y servicios. Debido al carácter arquetípicamente fungible del dinero, el cumplimiento de tales
obligaciones no puede jamás hacerse imposible por pérdida de la cosa debida.
El CCyC en el art 765, 1º parte, establece que constituye obligación de dar dinero si el deudor
debe cierta cantidad de moneda determinada o determinable, al momento de la constitución
de la obligación.
Art. 619.* [Si la obligación del deudor fuese de entregar una suma de determinada especie o calidad
de moneda, cumple la obligación dando la especie designada, el día de su vencimiento.] (Texto según
ley 23.928.)
La anterior redacción del art. 619 había previsto la posibilidad de existencia de más de una moneda
de curso legal, lo que ocurrían antes de 1991, y por ejemplo si la obligación era facultativa, el deudor
podía elegir la moneda. En principio se debía cumplir con la especie pactada. La ley de convertibilidad
modificó eso. El deudor debe cumplir exactamente con la moneda pactada y el acreedor está
obligado a recibirla.
Es moneda sin curso legal. Fueron previstas en el art. 617 CC (actual art 765 CCyC)
Antes de la ley de convertibilidad, el art. 617 estipulaba que, si se había pactado en moneda que no
era de curso legal, la obligación debía considerarse como de dar cantidades de cosas. La doctrina al
respecto no fue unánime.
La ley 23928 modificó el art. 617 terminó por dar la razón a los que consideraban estas obligaciones
como de dar sumas de dinero.
- Art 765 (2º parte)
- Si por el acto por el que se ha constituido la obligación, se estipuló dar moneda que no
sea de curso legal en la República, la obligación debe considerarse como de dar
cantidades de cosas y el deudor puede liberarse dando el equivalente en moneda de
curso legal.
La ley 23928 de “convertibilidad” declaró nulas a todas estas cláusulas, prohibiendo la actualización
monetaria por indexación de precios, variación de costos, etc. Quedaba la obligación como de dar
sumas de dinero.
El cambio fue pues radical, dado que con esta modificación, la moneda extranjera, que no era
"dinero" en nuestro país desde que carece de curso legal, debia sin embargo ser tratada como si
fuese dinero nacional, siempre que las partes la hubiesen incorporado voluntariamente en sus
contratos. Ello implica, ante todo, que se legitimó plenamente el uso de la moneda extranjera en
todos los contratos, aun en los "internos" que se celebran y deben ser cumplidos dentro del país, y
en segundo lugar quedó derogada la admitida regla de cumplimiento por equivalente en moneda
nacional, reafirmándose en esta materia el principio de "identidad" del pago, atento a que según los
citados nuevos textos legales del artículo en comentario y del 619, también las obligaciones en
moneda extranjera deben cumplirse "dando la especie designada" en la cantidad debida.
La ley 23.928, de 1991, dictada con la finalidad de lograr una moneda estable y terminar con la
inflación en el país, impuso un cambio sustancial en el régimen monetario imperante hasta entonces,
pues dispuso: "la convertibilidad del austral con el dólar a partir del 1º de abril de 1991, a una
relación de diez mil australes (A 10.000) por cada dólar, para la venta..."; a pesar de que nuestra
moneda siguió siendo de "papel", aun cuando la masa monetaria en circulación debía representar la
cantidad de reservas disponibles del Banco Central en divisas extranjeras y oro. Pudiendo decirse
entonces que existió una moneda representativa de un valor dólar y no ya simplemente una
fiduciaria.
Con la ley 25.561, sigue siendo válida y posible la contratación de nuevas obligaciones en moneda
extranjera, atento a que conforme al artículo 5o de aquélla continúa en vigencia el texto del artículo
617, según la redacción que le diera el artículo 11 de la ley 23.928; máxime teniendo en cuenta que
únicamente fueron pesificadas las deudas en moneda extranjera ya existentes con anterioridad al
momento de comenzar a regir la ley 25.561.
De tal forma, hoy se puede recurrir perfectamente a monedas de otros países, en todas las nuevas
contrataciones celebradas o a celebrarse después de haber entrado en vigor la mencionada ley
25.561.
Finalmente, la ley 25.561 y sus modificatorias, juntamente con el decreto 214/2002 y demás normas
complementarias, dispusieron la transformación a pesos de todas las obligaciones de dar sumas de
dinero expresadas en moneda extranjera, en general a la relación cambiaría de un peso por cada
dólar estadounidense o su equivalente en otra moneda extranjera, salvo en el caso de los depósitos
en moneda extranjera existentes en el sistema financiero, los cuales se convirtieron a pesos a razón
de $ 1,40 por cada dólar. De forma tal que suprimida la "convertibilidad" de nuestro peso, nuestra
moneda ha vuelto a ser, lisa y llanamente, de "papel".
5. NOMINALISMO Y VALORISMO.
Si la obligación era pagar cien pesos, pero la moneda ha perdido valor, debe recalcularse el valor de
esos cien pesos al momento del pago y ese será el monto a pagar. (ej. $168, si la inflación ha sido del
68% entre la constitución y la extinción de la obligación. El principio valorista rigió de hecho en
nuestro país entre 1975 y 1991, por imperio de las elaboraciones jurisprudenciales que receptaron la
indexación dineraria, a partir de leading cases como “Vieytes de Fernandez, Juana, suc. c/ Provincia
de Buenos Aires” dictado por la Corte Suprema el 23/9/76.
6: Art 765: CCyC .-Concepto. La obligación es de dar dinero si el deudor debe cierta cantidad de
moneda, determinada o determinable, al momento de constitución de la obligación. Si por el acto
por el que se ha constituido la obligación, se estipuló dar moneda que no sea de curso legal en la
República, la obligación debe considerarse como de dar cantidades de cosas y el deudor puede
liberarse dando el equivalente en moneda de curso legal.
ARTICULO 766: CCyC .-Obligación del deudor. El deudor debe entregar la cantidad correspondiente
de la especie designada.
ARTICULO 772: CCyC .-Cuantificación de un valor. Si la deuda consiste en cierto valor, el monto
resultante debe referirse al valor real al momento que corresponda tomar en cuenta para la
evaluación de la deuda. Puede ser expresada en una moneda sin curso legal que sea usada
habitualmente en el tráfico. Una vez que el valor es cuantificado en dinero se aplican las
disposiciones de esta Sección.
El CCyC no define los intereses, aunque el art 2225 los equipara a los frutos, como sinónimos. En
esto, es coincidente con los arts 2424 y 2330 del código de Vélez.
Se ha definido a los intereses como “el aumento paulatino que experimenta una deuda de dinero, en
razón de su importe y del tiempo transcurrido PRORRATA TEMPORIS. No brota integro en un
momento dado, sino que germina y se acumula continuadamente a través del tiempo.
Los intereses son los frutos civiles del capital y, por lo tanto, son de carácter accesorio. El interés es la
renta del capital o la remuneración que percibe el acreedor por la indisponibilidad temporaria del
capital. En la economía capitalista, el dinero engendra dinero.
Desde el punto de vista económico-jurídico el interés es el precio que paga una persona por la
disposición temporal de un capital ajeno. Generalmente el interés se calcula por periodo y de
acuerdo a cierta tasa (x % anual o mensual)
En materia civil el pago de intereses debe ser pactado expresamente o surgir de una disposición
legal, en esto se diferencia de lo que ocurre en materia mercantil, todas las deudas dinerarias
devengan intereses, dada la presunción de onerosidad de las obligaciones comerciales.
*según LLambias: los aumentos paulatinos que experimentan las deudas de dinero en razón de su
importe y del tiempo transcurrido (prorrata temporis). No brotan íntegros en un momento dado,
sino que se germinan y se acumulan continuadamente a través del tiempo.
Constituyen el precio que se debe pagar por gozar temporalmente de un capital ajeno. Con este
interés el deudor retribuye el uso del dinero ajeno. En síntesis, son los que resultan la
contraprestación o precio que se debe pagar por el uso del capital ajeno. Los mismos deben ser
pactados entre las partes, caso contrario no se devengan intereses. El art 767 CCyC establece
“Intereses Compensatorios. La obligación puede llevar intereses y son válidos lo que se han
convenido entre el deudor y el acreedor, como también la tasa fijada para su liquidación. Si no fue
acordada por las partes ni por las leyes, ni resulta de los usos, la tasa de interés compensatorio
puede ser fijada por los jueces” ...
Son aquellos que el deudor debe pagar en concepto de indemnización por la mora o atraso en el
pago de una obligación, por el perjuicio sufrido por el acreedor de ducho retardo en el cumplimiento
de la obligación. Desempeña una función de castigo.
Este tipo de intereses se devengan aun cuando no han sido convenidos debido a su fuerza legal, salvo
que las partes estipulen lo contrario. Pueden tener también como fuente a la convención de las
partes.
El art 768 CCyC establece que se deben intereses moratorios desde la mora y cuya tasa se determina
por tres supuestos:
- En subsidio, por tasas que se fijen según las reglamentaciones del Banco Central.
Estos intereses solo tienen origen convencional y los mismos corren cuando estando pactados el
deudor incurre en mora.
El interés punitorio es cualitativamente y cuantitativamente algo más que un mero interés moratorio
pactado. La idea de interés punitorio se asocia a la existencia de una pena privada, de una sanción a
través de la imposición de intereses agravados, con virtualidad suficiente para compeler al deudor a
cumplir la obligación y para escarmentarlo en caso de que no ajuste su conducta a lo debido. La
aplicación de estos intereses punitorios no requiere, como regla, de un factor de atribución
específico: proceden mediando dolo o culpa y en los casos de mora objetiva, con un factor objetivo
de atribución.
También tienen un carácter punitorio legal los llamados intereses sancionatorios, que castigan, que
castigan la inconducta procesal maliciosa, solo que en ellos se exige para su explicación que el
deudor dilate el procedimiento judicial mediante una inconducta procesal maliciosa. Se requiere, de
tal modo, un particular elemento subjetivo quedando la graduación en manos de los jueces, dentro
de las pautas que indican la normativa aplicable.
ARTICULO 769.-Intereses punitorios. Los intereses punitorios convencionales se rigen por las normas
que regulan la cláusula penal.
Acumulación de los intereses compensatorios y moratorios. Ningún obstáculo existe para que
puedan acumularse los intereses compensatorios y moratorios pues ambos responden a causas
distintas. La doctrina es pacífica en tal sentido.
Por regla general, el acreedor está obligado a agravar la situación del deudor: debe abstenerse de
todo comportamiento que conduzca a hacer más onerosa la obligación de éste. Con mayor razón, no
puede impedir ni menos hacer imposible la realización de la prestación. Su deber es facilitar la
liberación del deudor.
La realización del pago exige, según la naturaleza de ciertas obligaciones, la expresa cooperación del
acreedor, y éste no puede negarse a prestarla. Algunos autores, remarcando la importancia de la
colaboración del acreedor en la realización del pago, han llegado a sostener que éste es un
verdadero contrato
3. ANATOCISMO.
El principio general adoptado por nuestro derecho es el de que el anatocismo no está prohibido,
pero si restringido.
En el art 623 del Código de Vélez original establecía: “no se deben intereses de los intereses, sino por
obligación posterior, convenida entre el deudor y el acreedor, que autorice la acumulación de ellos al
capital, o cuando liquidada la deuda judicialmente con los intereses, el juez mandase pagar la suma
que resultare y el deudor fuese moroso en hacerlo”.
El principio general que sentaba la norma es que no se deben intereses de los intereses, pero
seguidamente establecían las dos situaciones de excepción en el que procedía el anatocismo:
El art 623 del mismo Código fue reformado por la ley 23.928, a partir de la cual la redacción del
artículo fue: “No se deben intereses de los intereses, sino por convención expresa que autorice su
acumulación al capital con la periodicidad que acuerden las partes; o cuando liquidada la deuda
judicialmente con los intereses, el juez mandase pagar la suma que resultare y el deudor fuese
moroso en hacerlo. Serán válidos los acuerdos de capitalización de intereses que se basen en la
evolución periódica de la tasa de interés de plaza”.
La obligación de intereses se extingue por cualquiera de las vías previstas por el ordenamiento
jurídico. Dado que, tratándose de intereses compensatorios dicha obligación tiene carácter
accesorio, tratándose de intereses futuros, todavía no devengados, también puede operar su
extinción por vía de consecuencia: extinguida por cualquier causa la obligación principal (capital), la
accesoria sigue igual suerte. Es una aplicación de los principios generales.
Dispone el art. 624 del CC: “el recibo del capital por el acreedor sin reserva alguna sobre los
intereses, extingue la obligación del deudor respecto de ellos”. La ley establece una lógica presunción
de extinción de intereses derivada del otorgamiento sin reservas de un recibo por capital. Tal
solución guarda armonía con las reglas aplicables en materia de imputación de pagos, que
prescriben, adeudándose capital e intereses, que el deudor no puede imputar sin consentimiento del
acreedor al monto pagado al principal. (art 776). Y que “El pago hecho por cuenta de capital e
intereses, se imputará primero a los intereses, a no ser que el acreedor diese recibo por cuenta del
capital” (art 777). La norma comprende aparentemente a los intereses compensatorios, moratorios y
punitorios. Sin embargo, sólo se justifica razonablemente respecto de los primeros. Por lo tanto, si el
acreedor otorga recibo por capital, sin formular reserva alguna sobre los intereses, la ley presume la
extinción de los mismos. El silencio del acreedor permite inferir que fueron extinguidos con
anterioridad.
Conviene señalar que el término “recibo” utilizado por el art 624 del CC debe ser entendido como
acción y efecto de recibir, y que la reserva de dicho artículo debe ser coetánea o simultánea con tal
acción de recibir.
Si las leyes de procedimiento no previeren sanciones para el caso de inconducta procesal maliciosa
del deudor tendiente a dilatar el cumplimiento de la obligación de sumas de dinero o que deba
resolverse en el pago de dinero, los jueces podrán imponer como sanción la obligación accesoria de
pago de intereses que, unidos a los compensatorios y moratorios, podrán llegar hasta dos veces y
media la tasa de los bancos oficiales en operaciones de descuentos ordinarios. (Párrafo incorporado
por art. 1° de la Ley N° 17.711 B.O. 26/4/1968. Vigencia: a partir del 1° de julio de 1968.)
3.OBLIGACIONES DE HACER
1. CONCEPTO: Es aquella cuyo programa de prestación consiste en la realización de un hecho o de un
servicio. Ella se traduce en un compromiso positivo de energías de trabajo, sean físicas o morales,
orientado a satisfacer el interés del acreedor (VON THUR, BUSSO, LLAMBÍAS)
Si el resultado de la actividad del deudor consiste en una cosa, para su entrega se aplican las reglas
de las obligaciones de dar cosas ciertas para constituir derechos reales.
ARTICULO 776.-Incorporación de terceros. La prestación puede ser ejecutada por persona distinta del
deudor, a no ser que, de la convención de la naturaleza de la obligación o de las circunstancias
resulte que éste fue elegido por sus cualidades para realizarla personalmente.
De un lado, compete al caso del cumplimiento normal de la obligación de hacer, donde se habilita así
el cumplimiento por terceros, cuando no se tratare de obligaciones intuitu personae. Se admite así
que la prestación pueda ser satisfecha por el propio deudor o por otras personas por él designadas,
con la excepción mencionada.
La regla es especialmente relevante en cuanto a la posibilidad de cumplimiento por dependientes
suyos y, en tal sentido, luce coherente con la consagración del principio de equiparación (art. 732
CCyCN), por el cual se admite la actuación de auxiliares en representación de sus comitentes,
igualándose las consecuencias del incumplimiento de uno y otro.
De otro lado, el art. 776CCyCN anticipa la posibilidad de procurar el cumplimiento por un tercero
ante la mora del deudor. Este supuesto constituye una de las alternativas previstas para la ejecución
forzada, referida además en el art. 777 CCyCN..
Ahora bien, la ejecución por otro no puede significar una mayor onerosidad para el deudor, cuando
el acreedor obtuviese el cumplimiento de una prestación sustancialmente diferente. Tampoco
impedirá la indemnización del daño moratorio.
EJECUCIÓN FORZADA
En materia de obligaciones de hacer existe un principio de acuerdo al cual la ejecución forzada del
hecho debido tiene por límite el empleo de la violencia contra la persona del deudor.
El nuevo Código Civil no se pronuncia sobre el límite de la violencia física al tratar el cumplimiento
específico de estas obligaciones, siendo que éste puede alcanzarse mediante medidas indirectas que
no importan agredir la persona del deudor. Así las cosas, puede interpretarse que este modo de
ejecución forzada de la obligación podrá consistir en la aplicación de condenaciones conminatorias
Ya en el antiguo derecho francés se afirmaba que nadie puede ser obligado a prestar su hecho. Vélez
Sarsfield, inspirado en autores como Marcadé, habría optado por un sistema de acuerdo al cual debía
distinguirse entre obligaciones cuyo objeto podía ser separado del deudor y obligaciones en las que
ello resultaba imposible: en el primer supuesto, el uso de la fuerza pública para lograr el
cumplimiento se admitía, no así en el segundo, pues ello implicaría emplear la violencia personal,
afectando la dignidad del obligado. Así, por ejemplo, podría llevarse adelante la ejecución forzada,
aplicándose distintos medios para que una industria proceda al ensamble de una partida de
heladeras (ej., mediante sanciones pecuniarias, subcontrataciones, etc.), no así para que un escritor
termine de redactar el guión de una película.
El Código originario, en su art. 629 disponía: "Si el deudor no quisiere o no pudiere ejecutar el hecho,
el acreedor puede exigirle la ejecución forzada, a no ser que fuese necesaria violencia contra la
persona del deudor...".
4. OBLIGACIONES DE NO HACER
Art 778: Obligación de no hacer. Es aquella que tiene por objeto una abstención del deudor o tolerar
una actividad ajena. Su incumplimiento imputable permite reclamar la destrucción física de lo hecho,
y los daños y perjuicios"
Según la norma, y teniendo en cuenta además el régimen aplicable a las obligaciones de hacer, que,
por su naturaleza común, se impone por lo general a las obligaciones bajo estudio, cabe interpretar:
- Tiempo y modo: la abstención deberá mantenerse por el tiempo y con los alcances que surjan de la
voluntad de las partes o bien de la índole de la obligación.
- Mora: en este supuesto no corresponde la interpelación en caso alguno, pues se incurre en mora —
o en su caso, se incumple definitivamente la obligación—, con la sola prestación del servicio o
realización del hecho que no debió llevarse a cabo.
- Incumplimiento imputable: si el resultado del incumplimiento se hubiere materializado en un bien
físico, el acreedor puede reclamar su destrucción, con más los daños y perjuicios sufridos (art. 778
CC). Entendemos que en principio el reclamo deberá dirigirse al propio deudor o bien reclamarse por
vía judicial. La necesidad de ejercer algún tipo de violencia sobre la persona del deudor o de sacrificar
un valor muy superior al interés del acreedor en la destrucción, justificará la negativa. En ese caso, el
acreedor tendrá derecho a la reparación de los daños sufridos.
Por lo demás, la regla descripta podrá habilitar el reclamo del cese de una actividad contraria al
deber de abstención. Así, por ejemplo, podrá el acreedor exigir que el concesionario no continúe
comercializando mercaderías fuera de los límites geográficos autorizados (conf. art. 1505 CCyCN).
ARTICULO 320.-Obligados. Excepciones. Están obligadas a llevar contabilidad todas las personas
jurídicas privadas y quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una
empresa o establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios. Cualquier otra persona
puede llevar contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus registros o la rubricación de
los libros, como se establece en esta misma Sección.
Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluidas de las obligaciones previstas en
esta Sección las personas humanas que desarrollan profesiones liberales o actividades agropecuarias
y conexas no ejecutadas u organizadas en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades
dirigidas a la transformación o a la enajenación de productos agropecuarios cuando están
comprendidas en el ejercicio normal de tales actividades. También pueden ser eximidas de llevar
contabilidad las actividades que, por el volumen de su giro, resulta inconveniente sujetar a tales
deberes según determine cada jurisdicción local.
ARTICULO 321.-Modo de llevar la contabilidad. La contabilidad debe ser llevada sobre una base
uniforme de la que resulte un cuadro verídico de las actividades y de los actos que deben registrarse,
de modo que se permita la individualización de las operaciones y las correspondientes cuentas
acreedoras y deudoras. Los asientos deben respaldarse con la documentación respectiva, todo lo
cual debe archivarse en forma metódica y que permita su localización y consulta.
ARTICULO 325.-Forma de llevar los registros. Los libros y registros contables deben ser llevados en
forma cronológica, actualizada, sin alteración alguna que no haya sido debidamente salvada.
También deben llevarse en idioma y moneda nacional.
Deben permitir determinar al cierre de cada ejercicio económico anual la situación patrimonial, su
evolución y sus resultados.
Los libros y registros del artículo 322 deben permanecer en el domicilio de su titular.
ARTICULO 326.-Estados contables. Al cierre del ejercicio quien lleva contabilidad obligada o
voluntaria debe confeccionar sus estados contables, que comprenden como mínimo un estado de
situación patrimonial y un estado de resultados que deben asentarse en el registro de inventarios y
balances.
ARTICULO 327.-Diario. En el Diario se deben registrar todas las operaciones relativas a la actividad de
la persona que tienen efecto sobre el patrimonio, individualmente o en registros resumidos que
cubran períodos de duración no superiores al mes. Estos resúmenes deben surgir de anotaciones
detalladas practicadas en subdiarios, los que deben ser llevados en las formas y condiciones
establecidas en los artículos 323, 324 y 325.
El registro o Libro Caja y todo otro diario auxiliar que forma parte del sistema de registraciones
contables integra el Diario y deben cumplirse las formalidades establecidas para el mismo.
ARTICULO 328.-Conservación. Excepto que leyes especiales establezcan plazos superiores, deben
conservarse por diez años:
a) los libros, contándose el plazo desde el último asiento;
b) los demás registros, desde la fecha de la última anotación practicada sobre los mismos;
c) los instrumentos respaldatorios, desde su fecha.
Los herederos deben conservar los libros del causante y, en su caso, exhibirlos en la forma prevista
en el artículo 331, hasta que se cumplan los plazos indicados anteriormente.
ARTICULO 329.-Actos sujetos a autorización. El titular puede, previa autorización del Registro Público
de su domicilio:
a) sustituir uno o más libros, excepto el de Inventarios y Balances, o alguna de sus formalidades, por
la utilización de ordenadores u otros medios mecánicos, magnéticos o electrónicos que permitan la
individualización de las operaciones y de las correspondientes cuentas deudoras y acreedoras y su
posterior verificación;
b) conservar la documentación en microfilm, discos ópticos u otros medios aptos para ese fin.
La petición que se formule al Registro Público debe contener una adecuada descripción del sistema,
con dictamen técnico de Contador Público e indicación de los antecedentes de su utilización. Una vez
aprobado, el pedido de autorización y la respectiva resolución del organismo de contralor, deben
transcribirse en el libro de Inventarios y Balances.
La autorización sólo se debe otorgar si los medios alternativos son equivalentes, en cuanto a
inviolabilidad, verosimilitud y completitud, a los sistemas cuyo reemplazo se solicita.
La contabilidad, obligada o voluntaria, prueba en favor de quien la lleva, cuando en litigio contra otro
sujeto que tiene contabilidad, obligada o voluntaria, éste no presenta registros contrarios
incorporados en una contabilidad regular.
Sin embargo, el juez tiene en tal caso la facultad de apreciar esa prueba, y de exigir, si lo considera
necesario, otra supletoria.
Cuando resulta prueba contradictoria de los registros de las partes que litigan, y unos y otros se
hallan con todas las formalidades necesarias y sin vicio alguno, el juez debe prescindir de este medio
de prueba y proceder por los méritos de las demás probanzas que se presentan.
Si se trata de litigio contra quien no está obligado a llevar contabilidad, ni la lleva voluntariamente,
ésta sólo sirve como principio de prueba de acuerdo con las circunstancias del caso.
La prueba sobre la contabilidad debe realizarse en el lugar previsto en el artículo 325, aun cuando
esté fuera de la competencia territorial del juez que la ordena.
La exhibición general de registros o libros contables sólo puede decretarse a instancia de parte en los
juicios de sucesión, todo tipo de comunión, contrato asociativo o sociedad, administración por
cuenta ajena y en caso de liquidación, concurso o quiebra. Fuera de estos casos únicamente puede
requerirse la exhibición de registros o libros en cuanto tenga relación con la cuestión controvertida
de que se trata, así como para establecer si el sistema contable del obligado cumple con las formas y
condiciones establecidas en los artículos 323, 324 y 325.