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Hebreos 12:2 HACIA DONDE ESTA NUESTRO ENFOQUE

Puestos los ojos en Jesús, este puestos me esta hablando de lugar, (hacia que
terreno están mirando nuestros ojos) no dice puesto el ojo en Jesús, son dos y no se
puede tener uno echando un vistazo para el mundo y el otro en Jesús.

El motivo por el que Jesús nos habla del ojo; es porque el ojo es el que nos da el
enfoque, también nos habla de dirección; y nos muestra nuestra ubicación.

En este versículo Dios quiere dirigir o gobernar nuestra atención, y encausar nuestra
vida hacia el; y ganar nuestro interés. La iglesia pasaba por un momento de dificultad y
muchos querían apartar sus ojos de Jesús.

La palabra puestos los ojos significa atención no fragmentada o dividida,


también se nos amonesta a apartar la mirada de todas las distracciones, con el
fin de contemplar el propósito de Dios para nuestras vidas. En Hebreos 12.2 es
poner los ojos en Jesús y no en ningún otro.

El que corre no debe mirar hacia otros competidores, sino mantener su vista fija en
meta.

La vida cristiana implica trabajo arduo. Requiere poner a un lado todo lo que ponga en
peligro nuestra relación con Dios, correr con paciencia y hacer frente al pecado en el
poder del Espíritu Santo.

Para vivir con eficiencia esta vida, debemos fijar nuestros ojos en Jesucristo. Nos
Balancearemos si apartamos la mirada de Él y si nos miramos a nosotros mismos o
contemplamos las circunstancias que nos rodean.

El apóstol Pedro mientras mantuvo sus ojos en Jesús no se hundió, mateo 14:30 dice
pero al ver el fuerte viento tuvo miedo; el vendaval fue la causa de su pánico. Pero
todo esto sucedió cuando quito los ojos de Jesús.

Debemos correr para participar en la carrera de Cristo, no en la nuestra, y siempre


debemos fijar nuestra mirada en Él.

Lo más importante para correr bien esta carrera es tener los ojos fijos en Jesús a quien el
autor sagrado describe como pionero y perfeccionador de la fe.
1pedro.2:21
Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros,
dejándonos ejemplo, para que persigáis sus pisadas o sigáis su rastro.

No podemos perder de vista a Jesús. Estas palabras son el secreto del resuello y la
fuerza cuando la carrera se pone difícil y el camino se torna espinoso. Necesitamos
apartar los ojos de nosotros mismos, de otras personas, de las circunstancias y ponerlos
en Jesús solamente.
La práctica de sacar los ojos a los enemigos derrotados era común en oriente; los
vencedores solían sacarle los ojos a los enemigos que vencían y eran sometidos a sus
pies (Jue 16.21; 2 R. 25:7)

Sansón no fue capaz de mantener o conservar sus ojos puestos en el que lo había
llamado

Nos asombra ver a este nazareo durmiendo sobre las rodillas de una mujer perversa,
siniestra, pero esto es lo que ocurre cuando la gente decide seguir su propio camino y
rechazar el consejo de sus seres queridos y del Señor.

Tres veces Dalila sedujo a Sansón, y tres veces él le mintió.

Y En todas el enemigo lo embistió lo agredió, de modo que debería haberse dado cuenta
de que corría peligro. Pero, léase Proverbios 7.21–27 para ver por qué Sansón se
sometió.

Prov.7:21Lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras,


Le obligó con la zalamería de sus labios.
22
Al punto se marchó tras ella,
Como va el buey al degolladero,
Y como el necio a las prisiones para ser castigado;
23
Como el ave que se apresura a la red,
Y no sabe que es contra su vida,
Hasta que la saeta traspasa su corazón.

Lo hizo dormir sobre sus rodillas. Así es como arruina Satanás a muchos, acunando o
arrullando suavemente a los hombres para que se duerman, haciéndoles sentir bien
seguros en medio de sus vicios, y robándoles después la fuerza y el honor para
llevárselos cautivos a su derecho.

La poca preocupación que el sintió por la perdida de su cabellera, pensó que podía
escapar como en ocasiones anteriores, la gran tragedia de perder la comunión con
Dios

¡Dormía cuando debía estar despierto! Recuérdese la advertencia que Cristo le dio a
Pedro en Mateo 26.40–41.

Nótese que cada mentira que Sansón dijo en realidad le llevó más cerca de la verdad.
¡Cuán peligroso es jugar con el pecado!

Un chico que sufre una quemadura, teme al fuego y huye de él, pero sansón, a pesar de
ser un hombre de fuerza extraordinaria, carece hasta de la prudencia de un niño
pequeño.

Porque a pesar de haberse visto en tantos apuros por su inclinación por las mujeres, no
escarmienta, sino que lo tenemos de nuevo prendido en la misma trampa; y esta vez no
va tener escapatoria.
El resto de la historia muestra el trágico fin del creyente que no le permite a Dios
controlar su vida. A partir del versículo 20 Sansón no hace sino perder.

Pierde su consagración nazarea; porque ya estaba mal delante de Dios desde mucho
antes. Luego pierde su fuerza, pero lo ignora o desconoce hasta que se desploma y cae
prisionero. (Como esta hno bien; pero bien mal).

¡Qué inútil es tratar de servir al jefe cuando se está fuera de su voluntad! Lo siguiente
que Sansón pierde es la luz, tan pronto como los filisteos le echaron mano lo primero
que hicieron fue sacarle los ojos. Pierde su libertad, porque le ataron con grillos de
bronce y lo destinaron en la cárcel a moler: a dar vueltas y más vueltas como un
esclavo. ¡Pobre sansón como has caído! ¡Como esta tu honor por el suelo!

Pierde su utilidad para el Señor, porque acaba moliendo trigo en lugar de librar las
batallas de Dios. Alguien ha dicho que el versículo 21 es un cuadro de los resultados del
pecado que ciegan, atan y trituran; todo eso empezó cuando Sansón menospreció o tuvo
en poco los consejos de su padre y las bendiciones de Dios.

Puestos los ojos en Jesús y no en los obstáculos que encontremos en nuestro camino.
Cuando nos detenemos a considerarlos, nos asombran, nos impresionan, nos confunden
y nos agobian.

Puestos los ojos en Jesús y no en nuestros problemas. Puestos los ojos en Jesús y no
en la sinceridad de nuestras intenciones, ni en la fuerza de nuestras resoluciones.
Cuantas veces las intenciones más excelentes han concluido en las caídas más
humillantes.

Busquemos nuestra fuerza, no en nuestras intenciones sino en el amor de Jesucristo, no


en nuestra audacia sino en sus promesas. Puestos los ojos en Jesús no en nuestras
debilidades.

Puestos los ojos en Jesús y no en la medida de santidad que hemos logrado, puestos
los ojos en Jesús y no en nuestras indecisiones, mientras más contemplemos nuestras
dudas, mas grandes nos parecerán, y pronto devoraran nuestra fe, nuestras fuerzas y
nuestro gozo.

Pero si dirigimos nuestros ojos hacia el señor Jesús; hacia aquel que es la verdad,
nuestras dudas se desvanecerán a la luz de su presencia.

Hechos 7:55Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la
gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios.

Colosenses 3:2. Poned la mira en las cosas de arriba, y no en las de la tierra.


No andar con nuestros ojos desorientados.

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