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9.
1. El deporte como fenómeno social
10. Una constante entre los teóricos de nuestro tiempo es representar al deporte
entre dos grandes líneas divergentes o dimensiones de carácter dicotómico
(deporte como rendimiento frente al deporte ocio o de tiempo libre) que
condicionadas por diferentes motivantes y exigencias están llamadas a tener
funciones y papeles distintos en nuestra sociedad actual. Ambas manifestaciones
nacen de una misma necesidad de realización humana, son requeridos por
demandas sociales diferentes y toman dispares direcciones. Esta constitución
bipolar del deporte es un hecho ampliamente reconocido; ambos polos
constituyen dos realidades distintas que consecuentemente requieren de
aproximaciones y métodos diferentes (García Ferrando, 1991; De Andrés y
Aznar, 1996).
11. El deporte de tiempo libre, se identifica con el ser humano en una conducta
especificada en la práctica activa, poniendo el acento en la forma recreacional en
que se practica, relacionándose con parámetros tales como: la ocupación activa
del ocio, la salud, la realización personal. El deporte competición y de
espectáculo se desarrolla hacia la vertiente programada, espectacular en torno a
parámetros tales como: rendimiento resultado, campeonismo, racionalidad
económica, profesionalización, deporte de éxito, de retransmisiones, campañas
publicitarias, política.
12. Cabe precisar el lugar que debe ocupar el deporte de alto nivel frente al
deporte para todos; ambas concepciones del deporte coexisten actualmente
reforzándose mutuamente. El deporte de competición desde su compleja y
creciente organización federativa proporciona espectáculo, contribuyendo a
popularizar y mantener el interés el interés por éste; mientras la gran masa de
practicantes del deporte popular tiende a reforzar el papel protagonista del
mismo en las sociedades (De Andrés y Aznar, 1996).
13.
2. Actividad física y salud. Educación y promoción
15. Existen cada vez mayores evidencias de las relaciones entre la actividad física
y la salud (Fentem, Bassey y Turnbull, 1998; Bouchard, Shephard, Stephens,
Sutton y McPherson, 1990), hasta el punto de considerar la propia inactividad
como un factor de riesgo para las enfermedades modernas (Powell, Thompson,
Caspersen y Kendrick, 1987; Tittel e Israel, 1991).
16. Sin embargo, los modelos conceptuales o paradigmas con los que se explican
estas relaciones están siendo objeto de continuas revisiones y transformaciones.
En la actualidad nos encontramos con dos importantes paradigmas que orientan
la investigación y las estrategias de promoción (Cureton, 1987; Bouchard y cols,
1990) y que denominan Devis y Peiró (1993): a) el paradigma centrado en la
condición física, y b) el paradigma orientado a la actividad física. Estos dos
paradigmas son herederos de las dos posiciones del debate sostenido por
profesionales de la medicina y del ejercicio físico: a) los que defienden el valor
de un programa aeróbico de condición física, y b) los que sugieren que la salud
puede mantenerse con un programa de actividad física sin alcanzar las metas de
la condición física (Devis y Peiró, 1993). .
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2.2. La escuela y la educación física en la promoción de la actividad física y
la salud de la infancia y la juventud
18. En el ámbito de la educación física escolar, la salud apareció como un tema de
especial interés en las orientaciones que el Ministerio de Educación presentó
para los programas de la asignatura en las enseñanzas medias (B.O.E., 18
septiembre 1987) y, más recientemente, en los distintos Currículos de Primaria y
Secundaria a que ha dado lugar la actual reforma del sistema educativo (Devis y
Peiró, 1993).
19. Mientras la importancia de la actividad física parece ser evidente para los
adultos, el papel de la misma en la infancia y la juventud se apoya,
fundamentalmente, en la hipótesis de que su participación en actividades físicas
aumentará la probabilidad de seguir participando en tales actividades cuando
sean adultos (Pate y Blair, 1978; Shephard, 1984; Simons - Morton y cols.,
1987). Otros consideran que la disminución de factores de riesgo, como la
inactividad, es una consideración importante en sí misma para los niños y niñas
porque los niveles en los factores de riesgo de esta población predicen niveles de
riesgo en adultos jóvenes (Sallis y McKenzie, 1991; Devis y Peiró, 1993)
21. La principal razón es que la escuela es el único lugar donde todos los niños/as,
independientemente de su proeza atlética, tienen la oportunidad de participar en
actividades físicas (Devis y Peiró, 1993).
22. Sin embargo, debido al limitado tiempo de que dispone esta asignatura dentro
del currículum escolar, la consecución de este objetivo se ve dificultada. De ahí
que deba plantearse un trabajo conjunto entre la familia y la comunidad, y
buscar estrategias que involucren al profesorado y al alumnado, y a padres e
hijos y compañeros (Harris, 1989; Fox, 1991).
23.
3. Psicología de la salud
24. En los últimos años asistimos a un resurgir de las relaciones entre la actividad
física y la salud, debido a la creciente preocupación que han despertado los
temas relacionados con la salud en la sociedad española de nuestros días. En ello
ha jugado un papel fundamental el incremento de las enfermedades
cardiovasculares, el apoyo que ha recibido la medicina preventiva y la extensión
de un concepto más abierto y dinámico de la salud que se ha orientado a la
promoción de ambientes y estilos de vida saludables (Devis y Peiró, 1993).
26. A principios de esa década se detecta en Estados Unidos que la falta de
ejercicio está involucrada, junto con otros hábitos malsanos, en la génesis de
siete de las diez principales causas de muerte en ese país (Rodríguez Marín,
1991). A partir de ese momento, comienzan a estudiarse sistemática y
profundamente las relaciones del ejercicio no sólo con los trastornos que
podríamos llamar de tipo médico, como las enfermedades cardiovasculares, la
obesidad o el cáncer, sino también con los de carácter más psicológico, como la
ansiedad, el estrés o la depresión. En este contexto, podemos hablar del ejercicio
como un aspecto más de la Psicología de la Salud, pues se presupone, y así
parecen corroborarlo muchos estudios (Plante y Rodin, 1990; Biddle y Mutrie,
1991; Willis y Campbell, 1992) que el ejercicio produce efectos saludables, bien
previniendo la aparición de trastornos de salud, bien facilitando el tratamiento de
los mismos (Blasco, 1997).
Una adecuada alimentación debe incluir todos los grupos de alimentos a lo largo del día
y en sus proporciones adecuadas.
Según el círculo de la alimentación de Costa Rica, los alimentos se dividen por grupos
según sus características y nutrientes:
El primero de ellos es el grupo más grande que son los carbohidratos: éstos son
la base primordial de nuestra alimentación ya que son los que proveen más energía y su
utilización por parte del organismo es más rápida, entre ellos se encuentran los cereales
como el arroz, trigo, centeno, cebada, avena, las leguminosas como: frijoles, lentejas,
garbanzos, arvejas, harinas como panes, tortillas, galletas, y verduras harinosas como
papa, ayote sazón, tiquizque, yuca, entre otros.
El segundo grupo son los vegetales y las frutas, estos alimentos son ricos en
vitaminas y nutrientes, además de que aportan bastante cantidad de agua y fibra
indispensable para el adecuado funcionamiento del intestino. Se encuentran las naranjas,
limones, mandarinas, bananos, peras, manzanas, uvas, papaya, sandía, mora, melocotón,
mango, entre otras, además de los vegetales como: lechuga, tomate, repollo, zanahoria,
ayote tierno, remolacha, rábano, brócoli, berenjena.
El tercer grupo involucra los productos de origen animal, éstos son importantes
porque contienen proteínas importantes para el mantenimiento de los músculos del
cuerpo, además de vitaminas y minerales, sin embargo, contienen grasa en especial la
saturada por lo tanto su consumo debe ser controlado, se dividen a su vez en lácteos y
quesos, huevos, carnes como la de res, cerdo, pollo, pescado.
El último grupo que constituye el circulo de alimentos son las grasas y azúcares,
su consumo debe ser controlada pues aportan bastante cantidad de calorías en pequeñas
porciones, sin embargo, existen las grasas saludables como las que se encuentran en el
aguacate, aceite de oliva y semillas como las almendras. Dentro de este grupo se
encuentran los aceites (soya, canola, maíz, girasol, oliva), mantecas y margarinas,
mantequillas, natillas (debe ser un consumo moderado ya que tienen gran cantidad de
grasa saturada y colesterol). Por su parte los azúcares como: el azúcar de mesa, confites,
chupas tienen calorías vacías, es decir solo apartan gran cantidad de calorías y ningún
tipo de nutriente que ayude a nuestro organismo, por tanto, su consumo debe ser
limitado.
Características[editar]
La nutrición es la ciencia que estudia los procesos fisiológicos y metabólicos que
ocurren en el organismo con la ingesta de alimentos.
Muchas enfermedades comunes y sus síntomas frecuentemente pueden ser prevenidas o
aliviadas con una determinada alimentación; por esto, la ciencia de la nutrición intenta
entender cuáles son los aspectos dietéticos específicos que influyen en la salud.
El propósito de la ciencia de la nutrición es explicar la respuesta metabólica y
fisiológica del cuerpo ante la dieta. Con los avances en biología
molecular, bioquímica y genética, la ciencia de la nutrición se enfoca en el estudio del
metabolismo, investigando la relación entre la dieta y la salud desde el punto de vista de
los procesos bioquímicos. El cuerpo humano está hecho de compuestos químicos tales
como agua, aminoácidos (proteínas), ácidos grasos (lípidos), ácidos
nucleicos (DAN/ARNA) e hidrosilicatos (por ejemplo azúcares y fibra).
Una alimentación adecuada es la que cubre:
Cuando una persona busca un objetivo a medio-largo plazo, como puede ser perder
peso, obtener un mejor rendimiento, se convierte en diana de productos y
procedimientos milagro para “ayudar” a conseguir sus metas. La nutrición es uno de
estos aspectos. Bien llevada puede ser una ayuda imprescindible para el deportista, pero
si nos dejamos influenciar mal o la ignoramos podemos pagarlo caro.
En esta entrada vamos a repasar algunos de los aspectos fundamentales sobre la
nutrición deportiva, en especial el papel de los distintos nutrientes en una disciplina muy
amplia y que intentaré resumir en unas pinceladas para tener un conocimiento básico.
Energía:
Los requerimientos extra nutricionales que requiere una persona que realiza actividad
física se deben a su mayor gasto energético y actividad de sus fibras musculares. Por
tanto, como nuestro cuerpo gasta mayor energía, debemos consumir un mayor número
de calorías.
El gasto energético es dependiente de la actividad, de la persona que lo hace (su
composición corporal, estado nutricional, edad, sexo…) la intensidad y las
características del ejercicio.
Es importante evaluar de una manera correcta nuestro gasto para poder adecuar nuestra
ingesta calórica a nuestras necesidades.
Hidratos de carbono:
Son el combustible principal para la obtención de energía. Los hidratos de carbono, y su
constituyente principal (la glucosa) nos proporcionan energía de rápida utilización, que
nos permite mantener durante un mayor tiempo la actividad a realizar.
Además de tener glucosa en sangre (glucemia) tenemos depósitos de glucosa en los
músculos, y en el hígado (que es capaz de suministrar glucosa a otros tejidos y órganos).
Esta glucosa, se encuentra almacenada en gránulos de glucógeno (varias glucosas
juntas).
Es imprescindible para la práctica deportiva tener nuestras reservas de glucógeno a un
buen nivel, es lo que coloquialmente se traduciría a “tener las pilas cargas”. Esto es
importante considerarlo en algunas prácticas que se han hecho famosas como correr en
ayunas, pauta que no es recomendable en personas no entrenadas para perder peso.
Hay que intentar aportar en la dieta los hidratos de carbono con alimentos que nos
proporcionen una absorción lenta o acompañada de fibra, como legumbres, cereales
integrales, frutas, verduras… y no abusar de sus formas simples (de rápida absorción)
como los dulces, bollerías, pastas y azúcar.
Proteínas:
Son los “ladrillos” de nuestros músculos, al hacer una mayor uso del tejido muscular
necesitamos reponer aquellas que desgastamos para renovar y mantener un metabolismo
muscular adecuado.
Es importante considerar que la actividad física estimula la fabricación de tejido
muscular, por lo que nos ayuda a incorporar las proteínas de la dieta a nuestro tejido
muscular.
¡Atención! Es importante tener en cuenta que nuestro cuerpo no transforma toda la
proteína ingerida en músculo, tiene un nivel de síntesis máximo, y no porque
consumamos más proteínas crearemos más músculo. Esta es una creencia muy mal
transmitida y frecuente en los gimnasios, donde se abusa del consumo de huevos o de
batidos proteicos.
Nuestra dieta occidentalizada es suficientemente rica en proteínas como para ingerir
más, no es necesario consumir todavía más salvo prescripción individual.
Lípidos:
La cantidad de glucógeno que podemos almacenar en el cuerpo es limitada, en cambio,
podemos almacenar gran cantidad de lípidos (grasa). A diferencia de los hidratos, la
energía de la grasa se libera lentamente y no se nos agota, por lo que siempre estamos
obteniendo energía de nuestras reservas de grasa.
Al contrario de lo que se cree, una persona deportista no debe hacer una dieta baja en
grasa; no se debe tomar menos cantidad, pero en ocasiones al necesitar más cantidad de
hidratos de carbono (por el gasto energético) y más cantidad de proteína (por el
recambio del músculo) esta fracción se ve reducida respecto a las otras.
Es importante controlar nuestro peso y nuestro tejido graso si queremos con el deporte
mejorar nuestro rendimiento o perder peso. Siempre dentro de unos márgenes
saludables y con ayuda de un profesional.
La grasa ingerida debe proceder sobre todo de fuente de aceites monoinsaturados, eso
quiere decir que nuestro principal lípido en alimentación debe ser el aceite de oliva.
Vitaminas y Minerales:
Al realizar más ejercicio, necesitamos más energía, muchas vitaminas realizan su
función en las rutas metabólicas de obtención de energía, o como antioxidantes. Lo
mismo pasa con los minerales, aquellos que intervienen en el metabolismo energético o
en la sudoración se necesitan en mayor medida. A pesar de ello, como tenemos que
consumir más alimentos, si se hace de forma equilibrada estas vitaminas y minerales se
ingieren con esos alimentos extra.
No es necesario recurrir a suplementos ni complementos, es más probable que nos
causen problemas por exceso de vitaminas a solucionarnos un problemas carencial.
Conclusión:
En definitiva, la dieta que debemos llevar si realizamos actividad física no tienen nada
de “mágico” ni de especial, no es necesario salvo casos excepcionales recurrir a
productos especiales ni complementos/suplementos. Estas pautas no hacen que ninguna
empresa gane dinero a nuestra costa, por eso no están claras y bien extendidas.
En definitiva, una alimentación equilibrada, variada pero con una mayor ingesta
energética acorde a nuestra actividad física, que nos garantice que las vitaminas y
minerales extra que tomamos están incluídos en ella
Una persona que practica actividad física de manera habitual tiene unos requerimientos
nutricionales mayores en la mayoría de los nutrientes, ya que necesita disponer de más
energía.
Las actividades físicas intensas suponen grandes demandas físicas y la persona muy
activa necesita un alto aporte de nutrientes que permita cubrir el gran gasto de energía
que se produce a nivel muscular.
La persona que practique una actividad física de resistencia debe incluir en su dieta
ácido ascórbico (proveniente del azúcar), sales minerales, mucho líquido y productos
con glucosa fácilmente asimilables.
Para lograr el máximo rendimiento físico, es conveniente que la dieta sea variada y que
se ajuste a las necesidades calóricas de la actividad física realizada.
Hidratos de carbono: han de ser los nutrientes que la persona ingiera en mayor
cantidad, sobre un 50-60% de las calorías totales. Si se trabaja musculación, nunca
deben bajar del 55%.
Grasas: la cantidad a ingerir es similar a la de una persona que no haga ejercicio
físico y estará en torno al 25-30% de las calorías diarias.
Proteínas: en las actividades de fuerza se recomienda un consumo de entre 1,5 y
1,7 gramos por día por cada kilo de peso, lo que supone un 10-15% de las calorías
consumidas.
Vitaminas y minerales: una dieta variada y adecuada es suficiente para
asegurar un consumo suficiente de estas sustancias, no siendo necesario recurrir a
suplementos salvo consejo médico.
Agua: con el ejercicio físico se pierde bastante agua, entre 1,5 y 3 litros cada dos
horas. Se necesita compensar esta pérdida para mantener el rendimiento físico. Lo que
se aconseja es:
o Entre 15 y 30 minutos antes de empezar a hacer la actividad física, beber
en torno a medio litro de agua.
o Durante la realización de la actividad, beber cada 15-30 minutos agua o
una bebida isotónica (ayuda a recuperar minerales), sin esperar a tener sed.
o Al acabar, rehidratarse bebiendo agua, zumos… El líquido perdido tarda
en reponerse entre 12 y 24 horas.
También es importante tener en cuenta la actividad física que se realiza. Según las
características de la misma, las capacidades implicadas en ella serán diferentes y, en
consecuencia, los requerimientos nutricionales también. Por ejemplo, las actividades de
fuerza demandan una mayor cantidad de proteínas que los de resistencia.
Según Fran W. Dick (Principios del entrenamiento deportivo, 1993), los nutrientes
básicos de una persona activa según la actividad serían:
Además, aunque son legales, estas sustancias pueden causar efectos secundarios y sólo
deben ser utilizadas bajo supervisión médica, pues en muchos casos los problemas
surgen cuando se abusa de ellas o cuando no se utilizan adecuadamente (por ejemplo, si
se reemplazan por una alimentación adecuada).