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MÉXICO
INGENIERÍA EN TELEMÁTICA
CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE MÉXICO
NOMBRE DEL ALUMNO: Iván Eduardo Gómez Romero
MATRÍCULA: ES1822035243
NOMBRE DEL PROFESOR: Lic. Yenyfer Alejandra
Fuentes Hernández
ACTIVIDAD. Autorreflexiones de la Unidad 3
FECHA DE ENTREGA: 8 de junio de 2019
Miguel de la Madrid (1982-1988)
Toda vez que estas medidas no dieron los resultados apetecidos, López Portillo
hubo de decretar la moratoria en el pago de la deuda externa. Cuando la transferencia
del mando a de la Madrid, el país se encontraba ya en recesión económica, la inflación
rozaba el 100% anual, la deuda externa, la mayoría a corto plazo, alcanzaba los
87.000 millones de dólares y el sistema financiero estaba al borde de la quiebra por la
caída de los ingresos de exportación y la fuga de capitales.
Los sacrificios económicos encajados en 1983 y 1984 por los mexicanos, que
sufrieron una considerable pérdida de poder adquisitivo, no fueron suficientes para
conjurar las repercusiones negativas de un año tan infausto como 1985. El pago de la
siempre atosigadora deuda externa obligó al Estado a hacer fuertes emisiones de
moneda que generaron desconfianza en el peso y por lo tanto inflación, mientras que
la continuación de las penurias financieras situó al PIRE en la picota. El deterioro se
vio acelerado por la tendencia bajista de las cotizaciones internacionales del petróleo,
la debilidad también de los mercados de las materias primas no petroleras que México
exportaba, y la carrera alcista del dólar.
Con vistas a los comicios de 1988, el Gobierno Federal aprobó una serie de
reformas institucionales y electorales por las que la Cámara de Diputados del
Congreso fue aumentada de los 400 a los 500 miembros, y la cuota de elegibilidad por
el sistema proporcional de 100 escaños a 200. También, se introdujo la llamada
"cláusula de gobernabilidad", según la cual al partido que obtuviera la mayoría relativa
de diputados elegidos por el sistema mayoritario y al menos el 35% del voto nacional
se le asignaban automáticamente los escaños necesarios para alcanzar la mayoría
absoluta. Una y otra reformas reforzaron las posibilidades electorales tanto del PRI
como de los partidos minoritarios.
Uno de los cinco hijos tenidos por los señores Raúl Salinas Lozano, destacado
economista y servidor gubernamental, que fungiera de secretario (ministro) de
Industria y Comercio en el sexenio presidencial de Adolfo López Mateos (1958-1964),
y de la maestra Margarita de Gortari Carvajal, recibió las formaciones primaria,
secundaria y preuniversitaria en los colegios capitalinos Abraham Lincoln, Héroes de
Chapultepec y San Ildefonso, respectivamente. Posteriormente estudió en la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por la que, siguiendo los pasos
de su padre, se licenció en Economía en 1970 con una memoria titulada Agricultura,
industrialización y empleo: el caso mexicano, y en la Universidad estadounidense de
Harvard, por la que obtuvo sendas maestrías en Administración Pública (1973) y
Economía Política (1976), así como el doctorado en Economía Política y Gobierno
(1978). Mientras enriquecía su currículum lectivo trabajó de profesor auxiliar de
Estadística en la UNAM y a partir de 1976 enseñó las asignaturas de Finanzas
Públicas y Política Fiscal en el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos
(CEMLA) y en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Deportista
consumado y practicante de la hípica, el joven obtuvo la medalla de plata en los VI
Juegos Panamericanos celebrados en Cali, Colombia, en agosto de 1971, como
integrante del equipo de equitación mexicano.
Pero los logros en las luchas contra la inflación y el déficit de las finanzas
públicas (en 1992 el salinismo puso fin a este endémico descubierto por la vía de
emitir deuda pública y obtuvo un espectacular superávit del 3,4%) se cobraron grandes
sacrificios de la población, sobre todo la disminución sistemática del poder adquisitivo
de las clases medias y bajas. Para compensar los bajos salarios, la reforma del ejido y
la supresión de multitud de intervenciones proteccionistas y asistenciales, el Estado
puso en marcha el Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), que, financiado con
el producto de las privatizaciones, invirtió 18.000 millones de dólares en
infraestructuras de comunicaciones, servicios sociales, vivienda subvencionada, becas
de estudios y otras ayudas, si bien la oposición no dejó de observar en tal programa la
última campaña de proselitismo y clientelismo del PRI, que afrontaba preocupado las
próximas citas electorales. Otro capítulo en el que el Gobierno Federal tuvo
actuaciones señaladas fue el medioambiental, con medidas contra la contaminación
atmosférica y la degradación urbana en la megalópolis del DF.
Cuando tomó posesión del cargo, Salinas, de una manera implícita, y más
tarde, explícitamente, poniendo como ejemplo la malograda experiencia de Mijaíl
Gorbachov en la URSS, precisó que la reforma política, aunque insoslayable, no iba a
efectuarse de manera simultánea y con el mismo énfasis que la reforma económica,
una prelación de la perestroika sobre la glasnost que en medios periodísticos vino a
denominarse la "salinistroika".
El PRI perdió su primer gobierno estatal, en Baja California Norte y a manos del
PAN, el 2 de julio de 1989, pero las elecciones legislativas del 18 de agosto de 1991
otorgaron un gran triunfo al partido del presidente, que sacó el 61,5% de los votos y
320 diputados de la Cámara baja; el PAN ganó sólo el 17,7% y el Partido de la
Revolución Democrática (PRD) fundado por Cárdenas, contra todo pronóstico, se
hundió al 8,2%. Estas fueron las primeras elecciones celebradas bajo el COFIPE y,
aunque registraron consistentes denuncias de fraude, fueron sin duda las más
transparentes nunca celebradas en el país. En el potente resurgimiento electoral del
PRI tuvo mucho que ver la, en líneas generales, buena prensa de que entonces
gozaba Salinas. Sin embargo, el otrora omnipotente vástago de la Revolución se
adentraba en su última década en la cima.
El tapado de Salinas fue, para desolación de los jefes priístas hostiles a ceder
espacios de poder a la oposición (y, por consiguiente, a perder prebendas y
privilegios), un asesor y protegido desde antiguo, Luis Donaldo Colosio Murrieta, el
joven y muy popular ex presidente del partido y ahora mismo secretario de Desarrollo
Social y responsable del Pronasol, identificado como el principal rostro de la izquierda
del PRI. La designación de Colosio se produjo el 28 de noviembre de 1993, y algo
antes, a finales de marzo, Salinas obtuvo de la XVI Asamblea Nacional del partido,
reunida en Aguascalientes en una atmósfera de intenso debate, la inclusión del
concepto de liberalismo social en el sustrato ideológico de la sexagenaria formación.
En 1992 se tenía la sensación de que Salinas iba a quedar en los anales como
un gran estadista autor de reformas clave, con unos altos niveles de aceptación
popular y que despidió su mandato con unos datos económicos faustos. Esta
percepción comenzó a evaporarse en 1993 y más aceleradamente en el año electoral
de 1994. El 24 de mayo de 1993, el asesinato en un aparatoso tiroteo entre
narcotraficantes del arzobispo de Guadalajara, cardenal Juan Jesús Posada Ocampo,
muy querido por el pueblo por sus valientes y enérgicas denuncias de la corrupción
política y la impunidad con que actuaban las bandas del crimen organizado en el
estado de Jalisco, prologó una cadena de magnicidios que turbó a la sociedad y que
centró la atención.
En las elecciones del 21 de agosto de 1994, Zedillo, sin sorpresas, se hizo con
la victoria por delante de Diego Fernández de Cevallos, del conservador Partido
Acción Nacional (PAN), y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, del centroizquierdista
Partido de la Revolución Democrática (PRD, formado por escindidos del PRI), quien ya
lo había intentado en julio de 1988, cuando se enfrentó y, posiblemente también,
superó en votos a Salinas, salvo porque la tristemente célebre caída del sistema
truncó de manera fraudulenta la que habría podido ser la primera alternancia política
desde el final de la Revolución. Aunque el 50,2% de votos sacado ahora por Zedillo
era el más bajo porcentaje registrado por un candidato priísta en los 65 años de vida
del partido, los comicios registraron una participación también excepcional, del 77,7%,
casi 20 puntos más que en 1988.
El sistema financiero volvió a estabilizarse, pero 1995 lo cerró México con una
recesión económica del -6,9% del PIB y una tasa de inflación del 52%. Además, la
restauración del orden financiero condujo a la destrucción o la subcontratación de
millones de puestos de trabajo, a una pérdida masiva de poder adquisitivo de la
población y al crecimiento de las rentas más elevadas. Con un 40% de la población
por debajo del umbral de la pobreza y al menos otro 25% en sus límites, México
acentuó su condición como uno de los países con más desigualdades sociales de
América Latina. Claro que el presidente, combinando deseos de solvencia y prurito
nacionalista, dispuso lo necesario para lograr la rápida y completa amortización del
préstamo de emergencia: el último tramo, intereses incluidos, fue reembolsado el 15
de enero de 1997, tres años antes del plazo establecido.
Así, por un lado, Zedillo alentó el buen entendimiento con Estados Unidos, país
socio dentro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y que
concentraba él solo las tres cuartas partes de todas las transacciones comerciales de
México. En 1998 el 76% de las exportaciones y el 70% de las importaciones
mexicanas tuvieron a Estados Unidos como destino y origen; su valor sumó los
187.000 millones de dólares, cifra que suponía un incremento del 120% con respecto a
1993, el año previo a la entrada en vigor del TLCAN. La tendencia siguió creciendo
con rapidez hasta el final del sexenio zedillista, sobre todo en las exportaciones,
consolidando a México, colocado ya por delante de Japón y China, como el segundo
socio comercial de Estados Unidos después de Canadá. Los bajos costes salariales
de México propiciaban fuertes inversiones empresariales de los socios del norte,
fundamentalmente en el sector de las maquiladoras o empresas de ensamblaje de
productos destinados a la exportación, pero los críticos de la integración comercial
apuntaron los riesgos que entrañaría para la economía nacional una recesión en
Estados Unidos.
De cara a las elecciones generales del año 2000, que se anticipaban como las
más trascendentes en la historia reciente de México, el 4 de marzo de 1999, en el 70º
aniversario de la fundación del partido, Zedillo anunció un proceso de primarias en el
PRI para la designación del candidato a la Presidencia. La elección interna ponía fin al
histórico dedazo, la designación inapelable por el presidente saliente del aspirante a
sucederle. A continuación, el 30 de abril, el Consejo Político Nacional (CPN) del PRI
eligió por sufragio secreto a José Antonio González Fernández y a Dulce María Sauri
Riancho presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y secretaria general del
partido, respectivamente. Sus mandatos estaban limitados en el tiempo, siendo su
único cometido, y no baladí, organizar el inédito proceso de primarias. González,
identificado como uno de los dignatarios más próximos a Zedillo, a quien venía
asistiendo como secretario de Trabajo y Previsión Social, se había quedado como el
único candidato a presidir la máxima instancia ejecutiva del partido después de que los
demás aspirantes, con Rodolfo Echeverría Ruiz a la cabeza, se retiraran alegando
falta de equidad en el proceso de selección.
El resultado fue rápidamente reconocido por Zedillo, que llamó a una transición
ordenada y ofreció su colaboración al presidente electo, con el que se reunió a las
pocas horas de conocerse el desenlace electoral. Las felicitaciones internacionales se
dirigieron a Fox, pero también a Zedillo, por haber hecho posible un proceso electoral
transparente y libre de los habituales episodios de fraude institucional. En opinión del
ex presidente estadounidense Jimmy Carter, observador in situ, las elecciones habían
sido "casi perfectas".
Ahora mismo, la situación económica que legaba Zedillo no podía ser más
disímil de la que había heredado seis años atrás: 2000 cerró con un crecimiento del
PIB del 7%, tasa que duplicaba la registrada el año anterior, y una inflación del 9,5%,
el índice más bajo de todo el sexenio. El peso estaba estabilizado con respecto al
dólar, BANXICO había aumentado sus reservas monetarias y el descenso de los
ingresos petroleros debido a los bajos precios del barril de crudo había sido
compensado en parte con el relanzamiento de las exportaciones no petroleras. A
modo de balance, durante el mandato de Zedillo la economía mexicana había crecido
un promedio del 3,4% anual, la inflación media anual había sido el 23% y, dato muy
revelador sobre el grado de apertura e integración global de la economía, el comercio
exterior había pasado de representar el 12% del PIB a comienzos de 1994 al 42% a
finales de 2000.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Miguel de la Madrid: el camino recto, Producción general Diana Roldán, México: Clío,
libros y videos, 1998.
ENRÍQUEZ, Federico, “En Chalco, el sueño terminó con Pronasol”, en Época, No 361,
4 de mayo de 1998.
Carlos Salinas de Gortari: el hombre que quiso ser rey, Producción general Diana
Roldán, Realizador Eva López Sánchez, México: Clío, libros y videos, 1998.