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Juicio de Lesividad.

La inseguridad jurídica institucionalizada

Por: Juan Antonio Aguilar Cervantes


14 de mayo del 2019

El juicio contencioso administrativo tiene como regla general, que el


demandante o actor es el contribuyente o gobernado. Sin embargo,
existe como excepción el supuesto en el que la autoridad puede actuar
como parte actora, caso en el cual estaremos en presencia del juicio
de lesividad.

En efecto, las autoridades de la Administración Pública Federal


(anteriormente solo operaba para autoridades fiscales), tendrán acción
para controvertir una resolución administrativa favorable a un
particular, cuando estime que es contraria a la ley, mediante demanda
que interpongan ante el Tribunal Federal de Justicia Administrativa.
Esto tiene por objeto, nulificar o modificar una resolución favorable
emitida a favor de un particular, sea persona física o moral, por
violentar el interés público.

El origen del juicio de lesividad proviene de: autorizaciones, solicitudes


de confirmación de criterios, solicitudes de devolución y resoluciones
recaídas a los RECURSOS DE REVOCACIÓN, que interpongan los
particulares.
Ahora bien, a diferencia de los gobernados, que contamos con 30 días
hábiles para interponer la demanda de nulidad una vez que surte
efectos la notificación de la resolución determinante, la autoridad
cuenta con un plazo de 5 años.

Pero más allá de esta diferencia, lo cuestionable de esta institución


radica en dos temas fundamentales, a saber:

Las resoluciones favorables de los gobernados constituyen


derechos adquiridos, no simples expectativas de derechos. De ahí lo
grave, que exista la posibilidad que puedan anularse o modificarse.

Los efectos de las sentencias del TFJA, en caso de nulificar o


modificar total o parcialmente la resolución favorable combatida, serán
retroactivos (hasta por 5 años). La nulificación o modificación de esa
resolución, podrá acarrear actualizaciones, recargos y multas.

Sin duda alguna, lo anterior constituye la violación más latente al


derecho fundamental de seguridad jurídica, ya que se les perjudica en
demasía a los gobernados, siendo la propia Administración Pública,
quien, debido a un error o ineficacia, emitió la resolución favorable.

Entendemos que esta figura encuentra su origen en la existencia de


funcionarios corruptos o ineptos, que emiten una resolución favorable
a un contribuyente sin que tenga derecho, ya sea porque no era una
situación real y concreta o porque estuviera emitida por una autoridad
incompetente, etc., así posteriormente, ante la salida del cargo del
funcionario corrupto, quien ocupe dicho cargo, pretenda revocarla. Sin
embargo, nos parece desafortunada esta medida, ya que estamos en
presencia de una legislación por castigo o por excepción, siendo lo
más lógico que se castigue a ese funcionario y/o contribuyente
corrupto, con otros medios que nuestra legislación contempla.

El hecho de que se pueda modificar una resolución recaída a un


recurso de revocación es gravísimo, porque se puede presentar el
caso en el que la propia autoridad resuelva a favor del contribuyente y
posteriormente modifique su parecer, sin que exista cosa juzgada.

Ahora bien, existe un tema peligroso en relación a las solicitudes de


devolución, toda vez que el propio artículo 22 del Código Fiscal de la
Federación, menciona que una devolución no constituye una
resolución favorable. En principio, una autoridad no tendría que acudir
al juicio de lesividad para revocar una devolución efectuada a un
contribuyente, sino que lo puede hacer de manera unilateral.

Por estas razones, estimo que dicha figura debería desaparecer, en


aras de dotar de mayor certeza jurídica a los contribuyentes, que no
obstante, teniendo una resolución favorable, también tienen una
contingencia por un término de 5 años, en caso de que la autoridad
interponga un juicio de lesividad.
1 Atendiendo al contenido del criterio 1ª IV/2008, de rubro “JUICIO
DE LESIVIDAD. EL ARTÍCULO 36 DEL CÓDIGO FISCAL DE LA
FEDERACIÓN, AL PREVER SU PROCEDENCIA CONTRA LAS
RESOLUCIONES ADMINISTRATIVAS DE CARÁCTER INDIVIDUAL
FAVORABLES A UN PARTICULAR, NO ATENTA CONTRA LA
INSTITUCIÓN DE LA COSA JUZGADA”.

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