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Hernández Álvarez Saúl

Arte y poder
31-05-2018

La imagen ética

Todo lo que nos rodea se vuelve parte de


nosotros, se nos infiltra en la sensación de la
carne y de la vida…
—Fernando Pessoa
El pintor surrealista belga René Magritte pinta en 1928 una de las obras más
famosas de su repertorio El falso espejo. La obra de Magriette puede resumirse a
una descripción simplista: simplemente es el cuadro que retrata un ojo. Sin
embargo la pintura y el titulo mismo de ella tiene una función un poco más
compleja; la pintura efectivamente contiene el retrato de un ojo, pero también tiene
el reflejo de un cielo y unas nubes, el iris del propio ojo sirve, en este sentido, al
pintor como un lienzo que permite expresar dentro la imagen del cielo y de las
nubes que el propio retrato está viendo. La idea de El falso espejo retrata no sólo el
ojo que es objeto del cuadro, sino que pone en evidencia una problemática aún más
compleja: ¿cómo percibimos de manera interior y exterior la realidad?

La cuestión que Magiette coloca dentro de su pintura trasciende a una


pregunta gnoseológica y epistemológica que ha sido planteada a lo largo de la
historia de la filosofía, y más aún la cuestión también tiene un sentido respecto de
lo que concebimos como real a través de lo que nosotros mismos observamos. Es
innegable el hecho de que en la actualidad las cuestiones humanas se mueven más
por una perspectiva visual que por algún otro tipo de sensación; la imagen se ha
vuelto el bunker efectivo del movimiento pasional de las personas, no sólo por el
carácter propagandístico que la imagen adquiere, y ha adquirido, sino porque la
imagen tiene la capacidad de brindar o de suministrar, en cierta medida, dosis de
realidad concreta, ya sea de manera histórica o en tiempo real.

Las elucubraciones respecto de este tema son variadas, sin embargo, una de
las más importantes es la de Patón, ya que en el pasaje del libro VII de la República
explicita, e inaugura, la cuestión de la teoría de las formas, misma que sirve de
pretexto epistemológico para atacar a los artistas miméticos, que desde su
perspectiva solamente imitan las cosas, y su creación queda alejada, en tres

1
posiciones, de la verdad.1 La cuestión se vuelve un poco más compleja en realidad;
detrás del embate platónico encontramos también la cuestión de la sensibilidad y,
en esa misma beta, la cuestión de la dirección moral y política.

Detrás de esta perspectiva platónica podemos encontrar, entonces, la


capacidad política que reside en la epistemología y en las formas de observar el
mundo en perspectivas de verdad. En un sentido estricto la cuestión se establece en
el efecto del soberano, y de la soberanía. Platón, observaba, dentro de la mimesis
un peligro respecto de la educación y del comportamiento de los ciudadanos, de las
diversas partes que conforman a la ciudad. El peligro se remite a la sensibilidad de
los mismos y a las cuestiones que podían producir dentro del carácter de los
ciudadanos, especialmente respecto de las ideas violentas que tiene el arte
mimético —específicamente la tragedia y la comedia—2.

La sensibilidad, en el sentido platónico, entonces contrapone lo que es falso


respecto de lo que es verdadero, siempre en un sentido estricto de la epistemología,
sin embargo, también pone en evidencia que el rasgo de la mimesis, respecto de los
sentidos, y posteriores sensaciones, tienen un alcance empirista, pues como señala
Aristóteles: "De esta manera está en el poder del hombre hacer uso de su mente
cuando él quiera, pero no está en su mano experimentar la sensación, porque para
ello es esencial la presencia del objeto sensible" 3

De esta manera nos encontramos con que la imagen, o cualquier forma


mimética —y aún más las fotografías— se constituyen como la presencia de algo
sensible. La Fotografía, específicamente, se refiere a algo explícitamente referido en
cierto momento, siempre real, aunque pueda ser construido. Pero la importancia
de ello se refiere a que puede ser un móvil y de la conducta desde la gama pasional,
como la indignación, el horror, el odio, el amor o la empatía.

La cuestión la podemos trasladar al problema de la fotografía como Judith


Butler plantea, respecto del posicionamiento de Susan Sontang, y es que la
fotografía se puede observar desde la perspectiva que la propia Butler define

1
Platón, República, Gredos, Madrid, 20014, p. 321.
2
Ibídem, p. 84.
3
Aristóteles, Acerca del Alma, Gredos, Madrid, 2014, p. 340.

2
respecto de su posicionamiento; Ese posicionamiento lo podemos dividir en dos: 1)
la cuestión se refiere a la utilidad que tiene la imagen en el espacio público y 2) el
grado de relevancia y verdad que puede alcanzar una imagen, y el Hecho que
retrata, al momento de publicitarse.4

Y es que el señalamiento, respecto del primer punto, se refiere a ¿cómo son


usadas las imágenes, especialmente las fotografías, en el espacio público?, la autora
de Marcos de guerra afirma la idea de que la imagen ha perdido su capacidad de
movilizar las pasiones públicas y encausarlas a movilizaciones políticas; es decir,
Butler a apoya a Sontang al decir que la imagen se supedita el hecho de la
interpretación exterior, aislada, verbal y subjetiva de las imágenes, pero también
agrega que, las constituye como parte de la prueba que reafirma la eventualidad de
los hechos concretos.

Las variaciones de esto último, sin embargo, son al mismo tiempo una
cuestión que no sólo se mueve en la esfera de lo ético, sino que también, se
encuentran circundantes al espacio de lo político, la imagen, al mismo tiempo que
puede lograr articular y provocar las pasiones públicas en rechazo de ciertas o
cuales decisiones soberanas también puede resultar como un factor de dirección de
estás pasiones respecto de los intereses, o simplemente llevar a la banalización la
cuestión misma de la imagen. Es por ello que Butler prefiere, más bien una
cuestión en la que la imagen sea un atributo mezclado con la racionalidad crítica de
la misma, frente a los hechos y como parte constitutiva del marco [frame] que
compone la narrativa y la interpretación: “La fotografía no es meramente una
imagen visual en espera de integración; ella misma está interpretando de manera
activa, a veces incluso de manera coercitiva.”5

La coerción completa la idea de la soberanía, desde la idea platónica


presentada al inicio del texto, se encuentra una preocupación que respalda la idea
de lo que se puede y no se puede ver, la censura, sin embargo la cuestión aterrizada
en la idea del grado de relevancia que adquiere una imagen se establece en relación
a la imagen como una cuestión de dominio. La imagen no sólo se compone como la

4
Butler, Judith, Marcos de Guerra: Las vidas lloradas, Paidós, España, 2010, pp. 96-105.
5
Ibídem, p. 106

3
provocadora de las pasiones humanas, en un sentido positivo respecto de la
indignación o la empatía, sino que también funcionan como una forma de ejercer
poder y dominio, de manera demagógica y publicitaria.

La cuestión de la repetición, de la relevancia, que adquiere una imagen se


realza en el uso que puede tener la imagen en los medios de comunicación, en las
narrativas que se construyen y buscan establecerse homogéneos en el espacio
público. La relevancia de la imagen es que da más importancia al marco que se
construye de manera vertical; es decir que, la propuesta de Sontang también es una
posibilidad, la imagen puede restarle importancia a los hechos y crear, al mismo
tiempo una idea ficticia del Hecho mismo.

Aquí la cuestión hay que dirigirla al sentido publicitario y demagógico, y es


que a partir de ahí se entiende mejor la banalización de la imagen en su sentido
ético y de la precariedad de la vida. Pongamos el énfasis en las dos definiciones que
Mbembe realiza sobre la soberanía:

La primera se concentra en la cualidad extrema de la soberanía, es decir:

“la expresión ultima [que] reside ampliamente en el poder y la capacidad


de decidir quién puede y quien debe morir […] La soberanía consiste en
ejercer un control sobre la mortalidad y definir la vida como el
despliegue y la manifestación del poder.”6
Esta definición pone su énfasis en la cualidad que tiene el Estado como ente
soberano de realizar una decisión que provoca, hasta la última instancia, la idea de
la vida, desde su principio hasta su final. Sin embargo, también pone énfasis en una
cuestión intrínseca del propio Estado, es decir, la cuestión de la modernidad y de
sus iguales.

El autor africano resalta la cuestión que tiene un Estado como institución


Moderna, como un ente totalizador del cual dimanan todos los Derechos y todos los
privilegios que los países modernos, avanzados y civilizados así como la cuestión
de cómo han logrado instituir, en razón de lo que toca a la naturaleza humana,

6
Achille Mbembe, Necropolítica seguido de Sobre el gobierno privado indirecto, Melusina, España, 2011,
pp. 19-20.

4
dicho de otra manera, la existencia de una visión que desemboca de una postura
ontológica y antropológica del hombre y de la sociedad.

En su segunda acepción de soberanía el Estado y su soberanía colocan el


énfasis inclusive en lo externo, por ello, la precariedad se resalta dentro del
dominio de las zonas en cuyo espacio se expresan las excepciones de las normas. 7
Esta cuestión resulta importante para este ensayo porque justamente aquí se define
la idea del marco; el Estado, y sus instituciones, así como los medios de
8
comunicación tornan y construyen, compilan , la imagen presentada para
establecer y determinar lo que se muestra para dirigir las pasiones públicas. La idea
anterior se refiere no sólo a los fenómenos interiores, como el caso que de la
revolución francesa y el terror, sino que también tiene alcances en diferentes
expresiones del pathos social:

[…] la relación entre la modernidad y el terror provienen de fuentes múltiples.


Algunos son identificables en las prácticas políticas del Antiguo régimen.
Desde esta perspectiva resulta crucial la tensión entre la pasión del público
por la sangre de justicia y la venganza.9
La imagen sustenta entonces otro vericueto, este es el del uso público de las
pasiones ya no como una expresión critica de lo que se mira. La violencia y el uso
de las pasiones entonces suele alcanzar lo concreto e ideológico. En este sentido, el
uso de la imagen se encauza en la conformación de narrativas lingüísticas que se
dan desde la imposición de un universo de sentido (violencia simbólica), pero
también se establece como una forma explícita de los valores económicos y
políticos que diferencian tanto a lo moderno como a lo que escapa de ello.

Volvamos al Falso espejo de René Magritte y a la crítica platónica de la


imagen, la cuestión ya no sólo encierra una idea epistemológica de la percepción de
la realidad. El ojo de la pintura del surrealista se encuentra ya no sólo enfrentado a
ello, sino que también se encuentra dirigido por los marcos que muestran y dejan
de mostrar la imagen. La visión de las imágenes se encuentra también referida a la
dirección de las pasiones públicas, en un ámbito ético y político. Es más, la cuestión
7
Sobre el concepto de la soberanía en cuanto al territorio y el concepto de la colonia vid, Ibídem, pp. 40-45.
8
Vid Farrocki, Harun, desconfiar de las imágenes, caja negra, Buenos Aires, 2015, pp. 141-142.
9
Achille Mbembe, Op. Cit. p.26

5
hermética del platonismo respecto de la imagen sigue vigente, es por ello que la
apuesta respecto de ello debe de ser como señala Butler “no se trata de invocar la
hiperreflexión, sino de considerar qué formas de poder social y estatal se hallan
incorporadas al marco […]”.10

Es, entonces, una cuestión de apertura, de análisis y discriminación de las


imágenes para sustentar las cuestiones que se presentan. La idea de la imagen es
una forma que articula los discursos y en ello también reside la posibilidad de
realizar una interpretación consistente de los Hechos, desde una perspectiva ética y
política.

Bibliografía:

 Achille Mbembe, Necropolítica seguido de Sobre el gobierno privado


indirecto, Melusina, España, 2011.
 Aristóteles, Acerca del Alma, Gredos, Madrid, 2014.
 Butler, Judith, Marcos de Guerra: Las vidas lloradas, Paidós, España, 2010
 Farrocki, Harun, desconfiar de las imágenes, caja negra, Buenos Aires,
2015.
 Platón, República, Gredos, Madrid, 2014.
 Žižek, Slavoj, sobre la violencia, Paidós, Buenos Aires, 2009.

10
Butler, Judith, Op. Cit. p.106.

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