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Kasper, «Grundlinien eíner Theologie del' Geschí- crisis de la idea de historia universal, es actualmen-
chte», TheolQuartalSchri/i, 144 (1964), 129·169. te objeto de activa reflexión teológica. Me he ocu-
16. Sobre todo en De ¿'lntegral'ion-Aspects a'WM pado de ello en EscatologÚl I, op. cii., p. 137-163.
Théologie de L'Histoire, Brujas, Desclée de Brouwer, 18. Puede consultarse sobre el tema a W. Pannen-
1970, por ejemplo, p. 185. berg, «The Doctrine of Creation and Modern Scien-
17. Cómo podría fundarse en la fe cristiana una ce" Zygon, 23 (1988), 3-21 Y a R.J. Russell, «Contín-
esperanza de alcance universal. en el contexto de gency in Physícsand Cosmology-, ibtd. 23-43.
Se exponen dos modalidades de reconstruc- sible desde las actuales experiencias narrati-
ción estética de la historia, entretejidas con los vas como experiencias históricas. Su prolon-
avatares de un programa romántico para el gación (no realizada aquí) mostraría algunos
que la libertad sólo es posible en la belleza y la límites de las estéticas contemporáneas de la
tarea del Arte consiste en la edificación de una resistencia, los supuestos de esos discursos
nueva sociedad ético-política. El diálogo entre históricos, así como el ethos que subyace a la
ambos autores, de talantes tan diversos, es po- vacilante pérdida de la nonnatividad ética.
naturaleza y el espíritu. Nunca en sacri- cualquier caso se trata de una unidad es-
ficar el individuo a un ideal, ni siquie- tética, distinta a los procesos de unifica-
ra el de la dignidad humana, pues nin- ción violentos que van a conocer otras
guna teoria del progreso justifica la formas de idealismo. En «El programa
destrucción y' la miseria del presente sistemático más antiguo del idealismo
por la construcción de un futuro mejor. alemán» se precisa: «Estoy ahora con-
O como dice en una de sus frases inspi- vencido de que el acto supremo de la ra-
radas, que no se debe sacrificar al hom- zón, al abarcar todas las ideas, es un acto
bre por respeto a la dignidad del hom- estético, y que la verdad y la bondad se
bre. En definitiva, que el carácter regu- ven hermanadas sólo en la belleza»? Ese
lativo del ideal de la humanidad no acto estético consiste en una tarea de
debe convertirse en sustitutivo del indi- sensibilización que transforma las ideas
viduo. en ideas estéticas, es decir, mitológicas,
Su propuesta del «impulso de juego» creando una mitología de la razón, una
como detención de «el tiempo en el nueva forma de religión sensible que uni-
tiempo» rompe con el esquema histori- rá al pueblo y a la filosofía, racionalizan-
cista de un progreso cuantitativo y cua- do lo irracional, en la realización de la
litativo, y también con el «árido concep- libertad. La necesidad de construir esa
to del deber» kantiano que le haría posi- nueva mitología se pone también de ma-
ble. Su objeto es crear una «figura viva» nifiesto en SchIegel, rejuveneciendo la
tlebende Gestalt), es decir, la belleza. antigua, pero remediando sus ingenuas
Pero una belleza que, para que sea viva, insuficiencias con la máxima artíficíosí-
es necesario que incorpore lo sensible, dad del espíritu en la naturaleza: crear la
el goce, la gracia, la apariencia, o, bre- belleza en el caos haciendo que surja un
vemente (yen una anticipación del mundo armónico.' Los múltiples juegos
proustismo de Benjamín), que incluya del arte no son sino la mímesis de los
la felicidad y, más aún, que engendre infinitos juegos del mundo, por lo que
un «sentido deportivo» de la vida (Orte- toda belleza es alegoría, Novalis en Los
ga), opuesto al estrecho de trabajo. El discipulos en Sais cifra la actividad del
poeta precisamente en la instauración de
«alma bella» de Schiller es aquella cuya
ese juego del mundo por el que el hom-
moralidad no está en la acción, sino en
bre está en su casa y se siente hombre en
el ser, en un particular ethos, que es el
la hospitalidad del hogar. El cuerpo nos
instinto de la moralidad en la belleza. Y
introduce en una comunidad de natura-
de este modo es moral porque es verda-
leza en la que todo es cuerpo y espíritu,
deramente libre, porque no sacrifica
tiene una historia, una historia natural,
primero a la naturaleza sensible para
que es la contada en el relato poético.
obligarla después a participar en el goce
insensato de su derrota. La educación
estética en Schiller consiste en forjar * * *
una nobleza de carácter que no haga
necesario tomar decisiones sublimes. El programa estético romántico aquí
Este programa romántico schilleriano sucintamente descrito se resume en una
tiene diversas modulaciones epocales. El propuesta basada en una convicción ge-
ideal de la belleza es una construcción de neracional: la belleza nos hará libres.
la razón que un:ifica los opuestos frag- Implica una determinada concepción
mentados y enfrentados por el discurso emancípatoria de la belleza y de la li-
del entendimiento y la reflexión. Pero en bertad fruto de la revisión de los ideales
un acto de resistencia. Para ello acude cíedad weimaríana, entre las luchas fra-
Weiss a algo que se esconde siempre tricidas de los partidos y el ascenso irre-
detrás de la historia de los hechos vivi- sistible del nazismo. La situación históri-
dos, a la protohistoria. De lo visible, en ca en que se plantea este problema es la
esta época, que es de la información y de Alemania tras la llegada al poder de
la propaganda, a lo invisible, a su sus- los nazis, y posteriormente la Guerra Ci-
trato intemporaL Dar cuenta del presen- vil española Toda la obra tiene un últi-
te significa reescribir la historia, revisar mo objetivo: tratar de aclararse, explicar,
los milos, instaurar tradiciones creando dar razón de un fracaso. Y no hay una
una nueva mitología. Enfocadas así, el respuesta, sino varias, que como diversas
contraste entre estas dos obras, aparen- imágenes se van fundiendo y se separan
temente tan dispares, constituye una ge- en el caleidoscopio de la perplejidad. Es
nealogía del presente en el que conviven preciso para el autor reescribir la historia
desde la tensionalidad del programa ro- de esa época, y ello constituye un acto de
mántico: la experiencia histórica se ha resistencia, pero por la misma razón que
convertido en experiencia narrativa. hay que reescribir el mito de Hércules.
Weis muestra las contradicciones que Su historia es paralela a la de los héroes
desgarran a los hijos de los trabajadores socialistas y comunistas: en las luchas
cuando, después de constatar el fracaso fratricidas de los oprimidos ya no se dis-
de la lucha paterna en la acción directa, tingue por parte de los actores quién es
quieren acceder a la cultura para com- el héroe y quién es el traidor, porque to-
prender lo que pasa, recuperar su identi- das son historias de fracaso. En ese senti-
dad y transfonnarla en un instrumento do se percibe un contraste entre los plan-
de lucha política. La cultura es un bien teamientos teóricos de los hijos sobre el
del que han sido despojados, pero que trabajador y la cultura, y el sufrimiento
han contribuido a crear, y al que se les de los padres que no entienden cómo
impide el acceso como una forma más pudo venirse todo abajo cuando ellos te-
de dominación. La contradicción se pone nían el poder; cómo los obreros que an-
de manifiesto y se hace insostenible tes desfilaron bajo la bandera roja son
cuando, tras muchos sacrificios, se logra ahora los mismos que lo hacen bajo la
adquirir esa cultura, y el arte y la belleza cruz garnada. Los análisis vuelven una y
pierden su inocencia abstracta y neutral otra vez sobre lo mismo en un ritmo mo-
revelándose como partícipes y cómplices nocorde, sólo roto de vez en cuando por
de la injusticia que se quiere combatir. los gritos de triunfo del nuevo orden. La
En la posesión de esa cultura el trabaja- primera parte del volumen es una refle-
dor se siente más desposeído que nunca, xión asfixiante y torturada (no hay pun-
incapaz de reconocerse en la identidad tos y aparte) en espadas cerrados, que
que se le ofrece y que le convierte en aje- por iguales son simultáneos, y que se re-
no a sí mismo y a sus compañeros. fleja también en la discontinuidad de
Aquella cultura que le salva de la aliena- tiempos hechos contemporáneos. El es-
ción lo hace al precio de convertirle en pacio del trabajador es el mismo, repro-
otro, irreconocible para sí mismo e incó- ducido sin aura en los innumerables ta-
modo y sospechoso para los demás. Lo bucos en que sobrevive y muere; su tiem-
que iba a permitirle un arraigo le instala po es un presente indefinido lentamente
en la inhospitalidad del desarraigo. erosionado por el gusano de la duda.
La reflexión de Weiss torna corno pun- Su óptica del trabajador está-inserta
to de referencia las convulsiones de la so- en la lucha de las clases sociales. Pero
ese contexto se revelará cada vez más ayudar a crear esa nueva sensibilidad en
estrecho desde el momento en que el la que el trabajador hablará desde sí
protagonista ha accedido a la cultura, lo mismo, y no como ahora sobre él, por
que le convierte en un ser inevitable- medio de un lenguaje prestado. Porque,
mente escindido: la capacidad de ver, afirma Jünger, el problema reside en
de distancia, paralizará su capacidad de que el trabajador se ha visto siempre (así
acción y le hará critico respecto a la de se lo han hecho ver) como la contrafigu-
los otros. El programa romántico de la ra del burgués. Este es el fondo de la
realización de la libertad por medio de dialéctica de la lucha de clases. Y de ese
la belleza se ve traicionado tanto en su modo nunca ha podio reconocerse a sí
desarrollo teórico, como en la salida vo- mismo ni cuando pretendía llegar, ni
luntarista de la acción que todo lo asu- cuando parece que llegaba a conquistar
me y disculpa. Sólo queda la inte- las promesas encerradas en los ideales
riorización del mismo bajo la forma de de la burguesía. Por eso, constata Jün-
la narratividad, de la reescritura, que ger, el trabajador ha sido siempre una
asume lúcidamente su precariedad y marioneta del burgués. porque sus me-
transitoriedad frente a lo real que discu- tas le hacían creer que eran las mismas.
rre por otros cauces. La nueva figura La posibilidad de que el trabajador vea
del trabajador saldrá de las cenizas del su propia figura sólo tendrá lugar cuando
héroe romántico, pero ya no tiene nada cobre conciencia de que la sociedad bur-
que ver con la antigua lucha de clases. guesa es una sociedad condenada a
muerte, de que su época ha pasado ya,
2. La cultura del burgués y la cultura de que él es la nueva figura emergente,
del trabajador que no tiene nada que ver con la ante-
rior. Ya no se siente, se piensa y actúa
La obra de Jünger está escrita en la vo- con los valores fundamentales que acuñó
rágine de los acontecimientos sobre los la burguesía: el programa moderno y ro-
que reflexiona Weiss, y sin embargo, en mántico, dirá Jünger nietzscheanamente,
las dos hay un elemento de distancia ha muerto porque ha dejado de ser ope-
que las hace contemporáneas: el llama- rativo, de ser un valor para la vida. Lo
do elemento posmodemo. La primera se que ha caído, porque se ha vaciado de
instala en él desde sus comienzos, en la sentido, son los dos pilares de la ideolo-
segunda es la conclusión que da origen gía burguesa: la libertad y la seguridad.
a la redacdóndellibro. La distancia que Una libertad afirmada como valor supre-
introduce Jünger es la propia de las esté- mo en el primado de la razón práctica
ticas fenomenológicas: se trata de hacer idealista, pero cuya paradoja consiste en
visible algo que está ya ahí, pero de lo la falta del verdadero sentido activo en el
que no se ha cobrado conciencia, se tra- individuo, paralizado por una ética de la
ta de hacer visible la figura del trabaja- liberación concebida como autorrepre-
dor. desfigurada y soterrada en los análi- sión o huida romántica. En cualquier
sis económicos. éticos, filosóficos y cul- caso, la libertad ha sido sentida desde el
turales, es decir en la teoría. Sólo en una dolor y el sufrimiento, desde la inadapta-
nueva sensibilidad, desde la estética, se ción al mundo, más que desde su realiza-
podrá acceder a ella. Con este plantea- ción transformadora, Jünger constata,
miento, el libro resulta necesariamente pues, un desfase inicial entre la teoría y
híbrido y transitorio por su mismo in- la praxis burguesa. De ahí que la forma
tento transitivo, ya que su objetivo es de actuación preferida del burgués haya
sido, no la lucha que rompe con un esta- inoperante para su mejor realización. Por
do de cosas y quiere instaurar uno nue- ello, al burgués le resulta particularmente
vo, sino el contrato, la negación, obra querida la figura del anarquista, símbolo
maestra suya. La sombra de los teóricos de la catástrofe útil, o también la masa
burgueses de la revolución, pero negado- en una sociedad democrática, donde es
res de la forma en que ésta se produce, objeto de recuento, trato y cambalache
constituye el fondo de las acusaciones de por los partidos. En definitiva, que la pa-
Jünger, Nunca han querido realmente la labra radical es una palabra burguesa; el
guerra, que es el único acontecimiento concepto de libertad es el resultado del
radical que pone a prueba a los hombres, cambio de las relaciones responsables
los fragua, y los transforma Por eso el por las relaciones contractuales; el mode-
burgués ha vencido en todas, sin distin- lo de sociedad burguesa es la ilustrada
ción de campos, utilizando como ariete y cosmopolita, donde los errores se atribu-
muñeco al soldado y al trabajador. Les yen a fallos de pensamiento, de la teoría,
ha imbuido de unos ideales heroicos en que siempre pueden ser corregidos a lo
los que no creía, para convertirlos en fal- largo del tiempo con más ilustración, in-
sos protagonistas de unas acciones que formación, moralización, comunicación,
no eran las suyas, y el engaño se ha lleva- diálogo y tratados.
do todavía más lejos en el mito románti- La confusión ha estado garantizada
co de la revolución que devora a sus hi- por el análisis ampliamente extendido de
jos. La Gran Guerra ha hermanado en que el mismo surgimiento del burgués en
sus tumbas a las dos figuras inconscien- la modernidad va unido a la idea de tra-
tes de una nueva era: el Soldado Desco- bajo. Pero no a la del trabajador, observa
nocido y el Trabajador anónimo sacrifi- Jünger, por lo que éste se ha convertido
cado al Capital. en un muñeco movido por el burgués,
Incapaz del verdadero progreso me- estando vestido con un ropaje ideológico
diante del cambio, el burgués lo concibe que le han hecho creer que era suyo, que
como la rutina dentro de la continuidad. él se pertenecía y sus movimientos tam-
Aunque para mantenerla necesite de la bién. De este modo, cuando el trabajador
ficción de Ia ruptura, de la afírmacíón ra- creía tener conciencia de sí, se engañaba
dícal de la libertad individual. Hay una respecto a esa autoconciencia, pues era a
correlación en el análisis de Jünger con través de otros (sus propios líderes), a
el Iampedusiano: «todo tiene que cam- través de otro (contra el burgués). El
biar para que todo siga igual». Porque la ideal racional y ético del mundo ha coin-
sociedad burguesa se renueva precisa- cido con una utopía económica del mun-
mente en los ataques aparentes contra sí do, común a explotadores y explotados, y
misma propiciados o asumidos por ella la lucha de clases se ha revelado como
misma. Esta estrategia es consecuencia un concepto burgués de la fase burgue-
de lo que Jünger denomina su compo- sa del trabajador, propia de finales del si-
nente «femenino» que se revela en la glo XIX, el siglo por excelencia del triunfo
constante asimilación de los opuestos, en de la burguesía.
la «insociable sociabilidad humana» de En los dos autores el arte es el medio
Kant, por ejemplo. Cualquier reclama- elegido para hacer visible la nueva figura
ción es tanto más asimilada cuanto más del trabajador en y más allá de un pre-
radicalmente se presenta, es decir, como sente contradictorio. En ambos la forma
ejercicio de la libertad individual, aca- que toma es el discurso estético de la hís-
bando sujeta a sus leyes y convertida en tona. Se parte de la convicción de que ha
sido falseada impidiéndole adquirir su de sí misma del que han sido despojados
autoconciencia. En los dos se escribe otros. Si es cierto que la obra de arte
desde la frustración de los engañados y abre al hombre su mundo histórico en
de los vencidos, pero con la óptica de los forma de destino (tesis sustentada tam-
vencedores. Una figura debe ocupar (por- bién por Heidegger), los hijos de los tra-
que ya ha ocupado sin saberlo) el lugar bajadores que contemplan los restos del
de la otra. Pero esta reescritura de la his- friso del Altar a Zeus de Pérgamo en Ber-
toria sobre un texto que ya ha sido escrí- lín no pueden por menos de experimen-
to se revela como tarea imposible, por- tar sentimientos contrapuestos. Poseedo-
que los datos, estén o no falseados, son res de una cultura, y en ese sentido no
los únicos que hay. El dilema en que se «pobres de experiencias», sienten como
debate la opción representa el momento entendidos, especialistas, incluso posmo-
critico de la historiografía del siglo xx: o demos, la alegría melancólica de la ruina
rellenar las lagunas con nuevos datos re- en el fragmento: «Fragmentos quebradi-
creando el pasado o creándolo de nuevo. zos aún conservaban su expresión con
En esta última opción se :inserta el dis- todo detalle permitiendo adivinar su tota-
curso estético de la historia. Su punto de lidad». Por un momento, la ficción ilus-
partida es la constatación de la imposibi- trada y romántica de la obra de arte se
lidad de expresar la nueva figura toman- les representa como un valor libre que
do como modelo las producciones del pertenece a todos los. que allí han entra-
arte burgués. Su punto final, hasta ahora, do. Pero, hijos de los padres que hicieron
la creación del pasado en una nueva mi- la revolución proletaria, pobres de sus-
tología. tento, la inmediata cercanía les hace to-
Los dos autores coinciden en la pre- davía más patente la distancia. Allídonde
sentación de la forma en que nos es ac- antes percibían la armonía en la discor-
cesible hoy ese arte: el museo y la repro- dia, la lucha entre los dioses y los titanes,
ducción. En las míseras viviendas de los del bien y el mal, ennoblecida por el arte,
trabajadores, dice Weiss, cuelgan sujetas de modo que el patetismo de la acción
con chinchetas estampas de obras famo- quedaba subsumido en la elegancia del
sas; aquí la belleza es el adorno necesario gesto, ahora, sólo perciben la crueldad de
sobre un fundo agrietado para crear la unos gestos, la gracia en los movimientos
breve ilusión de que no estamos en un que subraya todavía más el sufrimiento
cubil. El día de fiesta pueden contem- del zarpazo, una situación que reproduce
plarse los originales en el museo. El mu- la suya y que se resiste a ser embellecida.
seo es de todos, pero ¿de quién es, y qué La escena mitológica que allí se repre-
es 10 que hay en el museo? Este es el sentaba traducía una historia y conme-
modo :inmediato en que podemos plan- moraba una victoria: la de los aristócra-
teamos hoy la otra cuestión, la del ser, tas, de los plebeyos descendientes de Ale-
desde su origen y cercanía, de la ohm de jandro Magno, de los diadocos, sobre el
arte. El modo de acceso une ya dos te- pueblo revuelto y por una vez coalígado,
mas para la consideración, el de la iden- Era también una producción de artistas
tidad y la propiedad, el de qué es propia- salidos del pueblo para crear una obra
mente la obra de arte y su posesión. El inmortal contra él. Aunque eso no era del
museo es la mano anónima que recoge todo exacto, ya que carecían de esa con-
los despojos de otras ruinas. En él la ciencia, aislados en su producción, some-
obra de arte ya no es tal al perder su tidos de buen grado a situaciones de me-
tiempo y espacio propios. Es un despojo cenazgo, que les colocaban fuera del
hablan por boca de los padres en la obra, En una primera fase, pues, la tarea de
aquéllos por las inquietudes de los hijos. ilustración se entiende como recepción
Como resumen de las reflexiones anterio- de un cúmulo de conocimientos y s610
res, el origen social de la obra de arte después se puede plantear un sentido
desde la perspectiva de la lucha de clases crítico hacia ellos. En ese sentido, pien-
lleva a plantear la pregunta límite: si pue- san que meter al trabajador el sentido
de haber belleza en la crueldad y si se crítico, cuando no tiene nada que criti-
puede apreciar la belleza en tiempos de car, es nuevamente una falacia de do-
crueldad La madre de uno de ellos, tra- minio. Porque, históricamente, la osadía
bajadora fuera y dentro de casa, «L...] te- en el conocimiento ha sido siempre pa-
nía que preguntarse si la carga de sufri- trimonio de los señores, apoyados por
mientos con que se pagaba el surgimien- los primeros filósofos, y de este modo
to de la obra de arte no debía de confe- podían aventurarse por nuevos países y
rirle a ésta algo de repulsivo en todos los no temer a los mitos, patrimonio de los
tiempos», para concluir que «[...] en pobres, junto al temor a los dioses.
aquello que es cruel en esencia no puede El problema no estaría, pues, en los
estar contcnida la belleza». medios mismos sino en su capacidad
El planteamiento teórico de los hijos para ser utilizados en la lucha política. Y
quiere ir más allá de la esfera de los sen- surge, no tanto en aquellos que trabajo-
timientos concretos y vuelve a considerar samente han accedido a ellos, sino por la
la obra de arte como un bien cultural al reacción de aquellos a los que se quiere
que en principio no afecta su origen res- transmitir. Hay textos dramáticos en los
pecto a la forma y el contenido. Si los que Weiss describe brillantemente esta
bienes culturales tienen su origen en la situación. Los que están agobiados por el
crueldad y en el espolio, es preciso recu- trabajo no saben cómo reaccionar a lo
perarlos, despojándolos de los privilegios que se les ofrece, aunque sea con la me-
de clase, de forma de posesión, para jor intención, y siempre se lleva más el
transformarlos en elemento de lucha po- maestro que el imposible aprendiz. Es
lítica. Son bienes de los que han sido este, el distanciamiento respecto a su
desposeídos, y a los que se les sigue impi- propia clase, la no posible comunicabili-
diendo el acceso. El trabajador no quíe- dad de ese lenguaje, lo que acaba siendo
re sino recuperar lo que es suyo. Por eso más preocupante. Por ello, piensan que
la actitud de conquista y reivindicación "todo tiene que ser creado de nuevo»,
debe tener un sentido acrítico. En este Se plantea, pues, un problema que les
contexto no pueden estar de acuerdo con coloca en la tópica situación dialéctica: el
determinadas tendencias de la época que conocimiento puede tener un carácter li-
proponen la destrucción del arte, porque berador, pero mientras no vayan liberán-
es nuevamente la actitud de aquellos que dose de su situación no podrán acceder a
poseen ya y se pueden permitir esos lu- ese conocimiento. De este modo, las
jos. El nihilismo como historia de la de- cuestiones teóricas sobre el origen pasan
cadencia supone algo que para esa clase a un segundo plano. Y se introduce un
resulta inconcebible: que alguna vez se elemento crítico que quiere hacer el pa-
ha sido aristócrata de la cultura y de los pel de mediación; realizada la apropia-
valores. Textos como los de Kafka refle- ción de los bienes culturales viene la ta-
jan el malestár de una burguesía de la rea de recreación de los mismos, para
cultura, y por eso les son totalmente aje- poder hacerlos comunicables y utilizarlos
nos. como instrumento de la lucha política.
192 r
ISEGORIA 4 (1991)
NOTAS Y DISCUSIONES
milarla al Leviatán, pero al igual que en posiciones del lenguaje, y para la que no
los antiguos ciclos, con la esperanza de sirven ya ni los enfoques científicos, éti-
que a una fase de destrucción siga otra cos o estéticos. De la misma manera que
de quietud y de construcción. Su figura -insistirá luego Jünger-, lo expuesto,
es el guerrero, su medio de actuación la por esa ausencia de connotaciones, no es
guerra, pero no una guerra defensiva, una teoría en la que pueda ver la antici-
como la burguesa, sino de ataque, por- pación de determinados acontecimientos
que ya no se trata de que otra clase so- sociales, políticos o nacionalistas. Lo pro-
cial tome el poder (el trabajador no es pio de la figura del trabajador es que
una clase social), sino de que una figu- «es», y en ese ser, en el dejar que se
ra, la única en este siglo, se imponga muestre, se instaura la estética fenome-
cobrando conciencia' de sí misma lle- nológica. Pero resulta llamativa la refe-
nando todo el espacio de poder. rencia que hace a la tarea del profeta
Todo gira, pues, en torno a la «figura» como modelo apropiado para llevar a
(Gestalt), el cómo puede verse hoy esa fi- cabo este cometido. Los profetas profeti-
gura. La dificultad no está sólo en la ten- zan el futuro presente, es decir. que pri-
tación de verla como contrafigura del mero tiene que arder la llama para que
burgués, y por tanto en entender esa luego llegue la revelación. No obstante, la
«imposición" en términos de «posición» referencia de Jünger no deja de ser sinto-
burguesa: es decir, de entrar en discursos mática, por el antecedente kantiano que
de legitimación y de fundamentación, evoca. Ciertamente la historia profética
cuando lo que se impone se sitúa ya au- remite a la protohistoria, pero en Kant la
tomáticamente más allá de ello. La difi- imagen tenía no sólo W1 elemento de adi-
cultad estriba también en que, según vinación, sino también de causalidad: los
Jünger, todavía nos movemos inevitable- profetas de Israel podían adivinar el futu-
mente en el lenguaje de esa sociedad ro porque ellos eran los causantes de las
burguesa en extinción. Y eso hace que el desgracias que profetizaban al pueblo. El
nuevo lenguaje simbólico que se inaugu- diagnóstico de la decadencia se convierte
ra esté teñido necesariamente de ambi- así en una contribución a la destrucción.
güedad. En definitiva, como dice Jünger, Algo, por otra parte, muy nietzschea-
el escenario de este mundo es compara- no, ya que éste nos previene acerca de
ble al que resulta de las catástrofes cós- los críticos incansables de la decadencia
micas y su correlato simbólico es el de que en su madurez desengañada se con-
las imágenes desgarradas. Estamos en el vierten en fervorosos partidarios de la
entreacto de una obra de teatro: el telón misma.
ha caído y en la oscuridad se produce un La figura del Trabajador es la encarna-
movimiento confuso y agitado en que se ción de lo elemental, y no es casual que
prepara un nuevo escenario y tienen que para Jünger haya comenzado a hacerse
aparecer nuevos papeles y también nue- visible en todo su temible poderío preci-
vos actores. De ahí precisamente la difi- samente en aquel acontecimiento del si-
cultad de «ver» en esa confusión en la glo xx en que han comenzado a mostrar-
que emerge la figura. Porque ésta es un se esas fuerzas desatadas de lo elemental:
todo, que no puede ser recompuesto en la Gran Guerra. A partir de entonces
la suma de partes o desde ellas, sino visto nada de 10 que sucede en el presente
desde la totalidad. Es la dificultad de un puede ser interpretado en términos de
ver que esté situado más allá del valor actualidad o de Historia. Es preciso acu-
que se insinúa en todos los juicios y pro- dir al ámbito de la protohistoria, del que
sólo nos da una muestra el mito; a esa ser captada en y por las partes, que en
historia originaria que se realiza en el cuanto tales no existen, pues lo genuino
tiempo, pero que se sustrae a él, de la de ella, su grandeza, consiste en ser una
misma forma que se hurta a los indivi- totalidad actuante. No hay, pues, lugar a
duos, pues ellos no son los sujetos. Por una ética, porque no existe ni la liber-
eso Jünger se siente incómodo en las po- tad del ser ni la libertad de la acción. La
sibles referencias culturales que hagan vi- autonegaci6n schopenhaueriana resulta
sible la Figura, tanto si se trata del super- aquí también ilusoria
hombre de Nietzsche, como de la Idea Esa «inocencia silvestre» del trabaja-
platónica o la mónada leibniziana. Lo dor lleva a Jünger a situar el trabajo en
más próximo a ella serían los nombres un contexto distinto de la tradición ju-
que designan los «protofenómenos» deo-cristiana, de la maldición bíblica.
como la «Urpílanze» de Goethe, donde se Aquí tiene el carácter de un castigo por el
mezclan libertad y necesidad en grado atrevimiento de un saber, es decir, por la
sumo. Ese es uno de los núcleos del dis- osadía de un querer poder ser más. El
curso estético de la historia, de una «ha- castigo le hace penoso y le reduce a un
tánica de 10 elemental», de una «botánica medio cada vez más especializado para
teológica», en el que es maestro Jünger, y lograr la supervivencia. Con ello, el hom-
que recorre toda su obra. bre no sólo se siente desarraigado de su
En este contexto, y su correlato spen- origen divino, sino opuesto también a la
gleriano de la historia, se inserta su ca- naturaleza, condenado a una labor de ex-
racterización del trabajador como el plotación que le convertirá en el paso del
«animal que trabaja», Lo que significa tiempo a él mismo en explotado. Por el
una revisión del punto de vista aristotéli- contrario, el trabajo, tal como lo concibe
co, del «animal racional», en la medida Jünger «[...] es el tempo de los puños, de
en que es así traducido, traicionado y se- los pensamientos y del corazón; trabajo
guido por la modernidad. Pero esa revi- es la vida de día y de noche; trabajo es la
sión va todavía más lejos: esa «planta ori- ciencia, el amor, el arte, la fe, el culto, la
ginaria» (por seguir con la expresión de guerra; trabajo es la vibración del átomo
Goethe), a la que se asemeja la figura del y trabajo es la fuerza que mueve las es-
trabajador está dotada de una «wildere trellas y los sistemas solares»," En la «era
Unschuld», de una inocencia silvestre o del trabajador», el trabajo lo abarca todo,
salvaje. Esto significa una espontaneidad y todos son trabajadores por el mismo
distinta del concepto tradicional de liber- hecho de ser. No es ya la forma en que la
tad unido a la ética y que tiene un carác- naturaleza cobra conciencia en el hom-
ter represivo de lo sensible. Es una es- bre, sino en la que respira.
pontaneidad que proviene de la necesi- El «animal que trabaja» ya no es el
dad del ser que encama. Es decir, de la «animal racional». Este es el verdadero
espontaneidad de lo elemental. Se en- rostro revolucionario de la nueva figura.
cuentra un antecedente de ello en la filo- y significa que el hombre ya no es la me-
sofía de Schopenhauer: una voluntad cie- dida de todas las cosas. Pata Jünger el
ga de existencia que subyace en su iden- conservador hoy no es aquel que quiere
tidad a todos los seres y que sólo es cap- mantener un orden determinado, sino el
tada cuando se intuye en una conciencia que quiere reestablecer la imagen del
cambiada que «eso eres tú'>, que «víctima hombre como medida de todas las cosas.
y verdugo son lo mismo». Del mismo En eso se asemeja al revolucionario. Y
modo la figura del trabajador no puede por eso todas las revoluciones acaban
fuerza configura tanto los ámbitos mayo- Pero. ahora, nos encontramos en esa
res como menores de la vida. La técnica fase intermedia en la que todavía no se
no es un poder neutral que pueda ser uti- habla ese nuevo lenguaje. El mundo,
lizado en mayor o menor grado. en fun- sus ciudades, muestran una abigarrada
ción de unos u otros determinados valo- y confusa policromía magmática. Están
res. Al oponerse a ella, dice Jünger, tanto corroídas por una insaciable fiebre e in-
la Iglesia. como el caballero, el tejedor, el quietud constructora y destructora. To-
chino... ya intuían que arrastraba algo dos coinciden en que han aparecido
más, que suponía un cambio radical de nuevas realidades. pero se intenta com-
vida. Ella ha acabado definitivamente prender lo que está sucediendo en clave
con la distinción romántica entre ciudad idealista y romántica. Jünger se pregun-
y campo, con la posibilidad de una rela- ta cómo es posible en una época en la
ción mimética ingenua entre el hombre y que suceden cosas de importancia tan
la naturaleza. llamativa, y que todavía están por de-
Pero si se acepta y se impone el len- lante se las recubra con un barniz del
guaje de la técnica, entonces, a la fase idealismo más desvaído y de romanti-
de destrucción y de planificación (en la cismo en infusión. La respuesta que da
que estamos ahora) sucederá la de orga- es que no se sabe hacer nada mejor.
nización. La constancia del cambio en- El paisaje de la tierra cobra así la for-
gendrará en su perfección quietud, y la ma ambigua del taller y el museo. Este
movilización total quedará disuelta. Es último representa uno de los últimos oa-
la utopía expuesta en sus grandes nove- sis de la seguridad burguesa. Responde a
las, en la que el hombre es capaz de un afán de fetichismo que carece de fuer-
combinar la posesión de los más sofisti- za creadora, ya que se orienta cotidiana-
cados medios técnicos con el disfrute de mente por la reproducción. sin participar
sí mismo y de la naturaleza. Hablar el de lo originario. En definitiva, afirma
lenguaje de la técnica significa contri- Jünger, nuestros padres podían ocuparse
buir a buscar esa nueva representación con lo que creían que tenía un valor en
de la vida en la que el trabajo, lejos de sí: el arte Y el conocimiento autónomos.
la maldición bíblica, ya no puede ser Pero ahora ha desaparecido esa autono-
visto bajo la óptica del castigo y el sufri- mía, y sólo cabe ocuparse con lo que
miento. El término de este cambio será afecta a la totalidad. Por todo ello, con-
la «espiritualización de la tierra». la cluye. el trabajador no debe participar en
construcción de un «Estado mundial», lo que ahora se entiende por arte. Debe
el paso de la figura del trabajador del buscar, más bien, el lenguaje de los sím-
poder planetario al orden planetario bolos en quietud en el que habla intuiti-
que cerrará la época de los Estados en vamente la pura existencia. Esa forma de
lucha. Será un «estado» en el que pue- existencia originaria que se expresa en lo
dan coexistir otros Estados, pero supon- primario con rasgos de gran compleji-
drá una reacomodación de un mapa en dad: en los moluscos. los insectos, los mi-
el que ahora predomina lo político. dife- nerales. En ellos se manifiesta una forma
renciándose de lo etnográfico y lo físico. de vida en la que confluye el tiempo de la
Final optimista, que corresponde a la historia y de la protohistoria.
segunda fase del nihilismo, productor En esa confluencia de tiempos tiene
de realidades nuevas. Porque, como ob- lugar la reconstrucción estética de la
serva Jünger, la técnica es 10 único que historia del trabajador en Jünger. Se si-
se sustrae a la lógica de la decadencia. túa fuera de los límites de una explica-
ción histórica que tenga en cuenta la mo: el mismo sentimiento que en Alema-
mediación social, económica, cultural o nia: la revolución devora a sus hijos; el
histórica desde el punto de vista empíri- presentimiento de una derrota anunciada
co. En Weiss lo que el arte tiene de con- allí donde momentáneamente toman el
tradictorio proviene de su origen social. poder los obreros, a causa de las disen-
y esa es la razón por la que es rechaza- siones internas, el bajo nivel de instruc-
do por Jünger, como un ejemplo más. ción, la utilización siempre por poderes
ya sea del trabajador o del burgués, de superiores a ellos.
que refleja los intereses de este último La necesidad es introyectada pero
apoyados en la ignorancia de su propia como derrota. y en esa medida se con-
condición por aquél. Pero si no sale de vierte en un nuevo elemento estético. La
estas contradicciones la obra de arte co- revolución siempre devora a sus hijos, los
rre el peligro de disolverse, de anularse. trabajadores, afirma Weiss. Pero falta el
El personaje central de Weiss llega a la análisis pertinente, tal corno encontra-
conclusión de que la única manera de mos en Jünger: que nunca fueron ni su-
superarlas es convirtiendo la belleza en jeto ni objeto de la misma. Entonces, y
acción.' Este es el sentido de su venida ante ese fracaso, se plantea el autor de
a España, en cuyas vísperas tienen lugar otra manera la estética de la resistencia:
las reflexiones precedentes. contar las cosas tal como sucedieron. dar
El paralelismo con el planteamiento otra visión de la historia. Ya no es actor,
jungeriano es patente. Se trataría de. la o lo es de otra manera, como narrador.
realización del paradigma romántico en En cualquier caso, la decisión está toma-
su primera fase schilleriana, pero con el da, y en virtud de ella se decide también
ejemplo de Byron que no se cita expresa- a tragar en el más puro sentido de la pa-
mente: salvemos a Grecia, salvemos a Es- labra: la retirada de Rusia, la ínsolidarí-
paña. La realidad es otra, y la guerra le dad de Francia, las alabanzas a los fascis-
introduce en una dinámica que ya no es tas en la prensa internacional, los guiños
la del individuo. No es enviado al frente de las potencias a un Franco ya vence-
sino a retaguardia, a una unidad médica, dor. Todo ello corno ayuda a una Rusia
donde percibe las miserias de la guerra, asediada por esas alianzas que se prepa-
al igual que antes había percibido la de- ran en su contra; la necesidad de sacrifi-
rrota de sus padres: la insuficiencia de car a la República al nuevo orden inter-
medios, los heridos arrojados como des- nacional. En suma: resistir, sí, pero desde
pojos, el pensar lejos de la acción que la táctica de un nuevo frente contra el
transtoma a los hombres de acción, y fascismo en la próxima conflagración
que les hace caer en las mismas dudas, mundial. Lo que no evita la mala con-
las mismas disidencias que trajeron de ciencia: «Pensar en ello podía ser una
sus países; la dificil integración en las autoílusíón y equivalía a una traición a
Brigadas Internacionales entre individua- nuestros principios básicos».
lismo y mando; las buenas intenciones Esta voluntad de reescribir la historia
que degeneran en la anarquía ínoperatí- conlleva una revisión y reescritura, a su
va. Porque todos vienen buscando algo, vez, de la mitología que la soporta; for-
pero huyendo de algo. Nuevamente, la ma parte de la tarea de autoaclaración,
complejidad, el no saber lo que está pa- de autoconciencia, que es en definitiva
sando, el sentimiento de utilización por en lo que consiste. Por ello, uno de los
parte de los que sólo tenían la idea de hilos del tejido de la obra de Weiss es la
contener y vencer al enemigo, el fascis- reflexión sobre el papel cambiante que
NOTAS
1. Schiller, F.: Über die asthesische Erziehung des Weiss, P.: Die Asthetik des Widerstands, Fráncfort,
Menschen in einer Reme van Briejen. Samtliche Wer- 1988. Hay una traducción del primer volumen por
ke, vol. V, Munich, Hanser, pp. 571-573; trad. Ma- J. Adsuard Ortega, Barcelona, Versal, 1987,
nuel García Morente, Madrid, Espasa, 1968, pp. 13 5. Trad. cít., pp. 69-70.
Y 15. 6. .Allí donde el pensamiento retrocede a la his-
2. Traducido en Hegel, G.W.F.: Escritos de toria y al mito como a un medio suave o a nichos
juventud, Rípalda, r.M. (ed.), Madrid, FeE, 197$, semi oscuros, es que no se ha emancipado suficien-
p. 220. Citar esta traducción no significa decidir temente. En las crisis se conjura a los héroes, se
sobre la autoría compartida y discutida del frag- muestran las reliquias, pero ya no viene ninguna
mento. respuesta de allí. (Der Arbeiter (Adnoten), op, cit.,
3. «Pues éste es el comienzo de toda poesía, abo- p.354).
lir el funcionamiento y las leyes de la razón que 7. «En la política, el arte de lo posible, no hay
piensa razonablemente, y trasladamos de nuevo a lugar para el sentimentalismo, y también en el arte
la bella confusión de la fantasía, al caos original de de lo imposible, que abarca nuestras emociones,
la naturaleza humana, para el que hasta ahora no nuestra personal percepción de las formas y nues-
he conocido símbolo más hermoso que el abigarra- tro sentido poético, todo tiene que ser puesto bajo
do hervidero de los dioses antiguos» (Schlegel, F., el signo de la necesidad. La belleza es acción. En
Rede über die Mythologie. Traducción de Amaldo J. las grandes hazañas descubrimos la armonía.
en Fragmentos para una teorta romántica del arte, Nuestro paradigma es Esquilo, el dramaturgo que
Madrid, 'reenos, 1987, p. 203). también se armó de los pies a la cabeza para mar-
4. Jünger, E.: Der Arbeiter, en Sdmdiche Werke. char al campo de batalla. Así el drama, la literatu-
vol. 8, Stuttgart, Klett-Cotta, 1981. Hay traducción ra, quedaron unidos para siempre a la autosupera-
de A. Sánchez Pascual, Barcelona, Tusquets, 1990. ción» (trad. cit., pp. 316·317).
La ética mostrada
CARLOS GÓMEZ SÁNCHEZ
UNED, Madrid
Se ha repetido muchas veces, desde que sobre cada uno hayan actuado
Wittgenstein, que la ética es más para como catalizadores de su vida moral, si
ser mostrada, que no para ser dicha. En repasamos ésta no nos será dificil des-
realidad, el valor que los ejemplos tienen cubrir el valor persuasivo que determi-
en la vida moral, había sido ya adverti- nadas vidas ejemplares han ejercido so-
do desde Aristóteles. Buena parte de sus bre cada uno de nosotros. Al parecer
Éticas constituye una impresionante Wittgenstein -cuya propia vida tiene
descripción de tipos o modelos que en- mucho de ejemplar- cuando trataba de
carnarían diversas virtudes -o vicios-, moral gustaba de comentar algunos
por más que hoy estemos muy lejos de «ejemplos» que hicieran reflexionar y
compartir sus valoraciones y algunas de tuvieran la fuerza persuasiva de la que
ellas -precisamente las que Aristóteles la ética, si se quiere aproximar a la zona
colocó en la cima de la vida moral- de sentimientos cálidos, que para ella
nos puedan parecer, por decirlo con reclama Aranguren, ha de verse acorn-
MacIntyre, «aterradoras». Independien- pañada, Modelos y ejemplos que tienen
temente del contenido de las imágenes tanto más valor, cuanto menos ímpeca-