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EXTENSIÓN CONTEMPLATIVA INTERNACIONAL

Oración Centrante Uno 2019


La Práctica de la Hospitalidad
Semana 3, envío 1

“No se olviden de practicar la hospitalidad, pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron
ángeles.” (Hebreos 13: 2)

La Hospitalidad de Abraham

El Señor se le apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, cuando Abraham estaba sentado a la
entrada de su carpa, a la hora más calurosa del día. Abraham alzó la vista y vio a tres hombres de pie
cerca de él. Al verlos, corrió desde la entrada de la carpa a saludarlos. Inclinándose hasta el suelo, dijo:
“Mi Señor, si este servidor suyo cuenta con su favor, le ruego que no me pase de largo. Haré que les
traigan un poco de agua para que ustedes se laven los pies y luego podrán descansar bajo el árbol. Ya
que han pasado por donde está su servidor, déjenme traerles algo de comer para que se sientan mejor
antes de seguir su camino. “Está bien—respondieron ellos—hazlo así.” Abraham fue rápidamente a la
carpa donde estaba Sara y le dijo: “¡Date prisa! Toma unos veinte kilos de harina fina, amásalos y haz
unos panes.” Después Abraham fue corriendo a dónde estaba el ganado, eligió un ternero bueno y tierno
y se lo dio a su sirviente, quien a toda prisa se puso a prepararlo. Luego les sirvió requesón y leche con el
ternero que estaba preparado. Mientras comían, Abraham se quedó de pie junto a ellos, debajo del
árbol. Entonces ellos le preguntaron: “¿Dónde está Sara, tu esposa?” “Allí en la carpa,” les respondió.
“Dentro de un año volveré a verte—dijo uno de ellos—y, para entonces, tu esposa Sara tendrá un hijo.”
(Génesis 18: 1-10)

La visita de los tres huéspedes divinos al asentamiento de Abraham es uno de los relatos fundamentales
acerca de la hospitalidad en el Antiguo Testamento. Los invitamos a acercarse a este texto en espíritu de
oración y a darle la bienvenida a lo que el Espíritu desee transmitirles. Reflexionemos ahora acerca de
algunos aspectos de esta historia bíblica:
1. En primer lugar, la visita de los tres extranjeros es interpretada como una teofanía, como una
manifestación directa de la presencia de Dios. No se trata simplemente de tres hombres que
pasan de largo. “El Señor se le apareció a Abraham” en ese encuentro de su vida ordinaria y
Abraham está alerta, receptivo y descubre a Dios allí.
2. El encuentro no ocurre en un momento especialmente propicio. No tiene lugar en la frescura de
la tarde, sino “a la hora más calurosa del día.” El Señor se nos puede acercar en cualquier
momento, por inconveniente que pueda ser según nuestros planes humanos. Ese día, Abraham
no pudo dormir la siesta.
3. Los forasteros no se dirigen a Abraham ni le solicitan favor alguno. Por el contrario, es Abraham
quien sale corriendo a su encuentro. Para él, ofrecerles hospitalidad es un privilegio, no un
molesto deber.
4. Cuando ofrecemos hospitalidad o servicio en nuestro contexto cultural, es frecuente que se
establezcan entre anfitrión y huésped relaciones asimétricas de poder, en las que el anfitrión
ocupa una posición superior (es quien tiene y da) y el huésped un puesto subordinado (es quien
carece y recibe). No ocurre así en la hospitalidad bíblica judeocristiana. En ésta ocurre una
inversión de valores y los lazos asimétricos se vuelven al revés, con el huésped ocupando la
posición de privilegio y el anfitrión la de servidor.
5. Jesús reafirma en su vida y su enseñanza el ejemplo de Abraham. Gracias a la hospitalidad de
éste, los tres misteriosos visitantes pudieron lavarse los pies tras un largo camino. El libro del
Génesis añade que Abraham se inclinó hasta el suelo ante ellos. Ese gesto nos recuerda a Jesús
inclinándose ante sus discípulos para lavarles los pies.

Abraham no esperaba recompensa alguna por hacer lo que creía ser, simplemente, su deber y su
privilegio. Pero recibió su recompensa (¡y de qué forma!) con el anuncio del próximo nacimiento de
Isaac. La tradición ha considerado a esos misteriosos visitantes como Dios mismo (las tres personas
de la Santísima Trinidad) o como ángeles portadores del mensaje del Señor. Por eso la Epístola a los
Hebreos nos aconseja, como en el acápite de este envío: “No se olviden de practicar la hospitalidad
pues gracias a ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.” ¿Cuántos ángeles no se habrán
acercado a nosotros en nuestro camino? ¿Los hemos reconocido?

Para practicar:
1. Practica la lectio divina con el pasaje del Génesis que encabeza este envío. ¿Qué te dice? ¿qué te
cuestiona? ¿a qué te llama?
2. Visio Divina. Observa, con los ojos del corazón, el ícono que aquí acompañamos y que
representa la visita de los tres “ángeles” a Abraham y Sara. Permite que la imagen te penetre.

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