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GILBERT DURAND

LAS ESTRUCTURAS
ANTROPOLOGICAS
DE LO
IMAGINARIO
Introduccifln a la orquetipolog-a general

Versión castellana
de
Mauno Anutño

taurus
oginaire' (Introdaction
Título origina l: I'es structares,,
4t
O 1979, BoRDAS, París.
ISBN : 2-04-008001-t '

Sócn,rr¡s: Por tanto, acerca de las mismes cosas que uno


ignora, ¿puede tener en sí opiniones verdaderas?
M¡ruóN: Parece evidente que sí.
Sócn,rr¡s: En estos momentos, las opiniones verdaderas
han brotado en él como un sueño...

Pt.ttóN, Menón, 8) c.

Reducir la imaginación a esclavitud, aunque se rrare de lo


que burdamente se llama la felicidad, es sustraerse de todo
cuanto h"y, en el fondo de sí mismo, de justicia suprema.
Sólo la imaginación me da cuenra de lo que puede ser, y eso
basta par^ levantar un poco la terrible prohibición. Basta para
que me abandone a ella sin temo r a enge,ñarme .. .

A. Bn¡roN, Manifeste du Suréalisme.

O 1981, TAURUS EDICIONES, S. A.


Pr'rncipe de Vergara, 81-1.o - M¡'oruo-6
- ISBN z 84-306-1202'5
Depósito Legal: M . 33 -91t'L982

PNNTED IN 'tP'{/N
INTRODUCCIÓN

Una antropcllogia entendida en el sentido más amplio; es


decir, un conocimiento del hombre que asocie diversos méto-
dos y diversas disciplinas, y que nos revele un día los secretos
resortes que mueve n a este huésped, prese nte sin habe r sido
invitado a nuestros debates: el espíritu humano...

Cl. LÉvl-SrnAUSS, Antltropo/ogie structurA/e,


p. 91.

Aunque el documento escapa con demasiada frecuencia a


la historia, no puede escapar a la clasificación.

A. Lnnol-GouRHAN , L'bomme et /a matiDre,


p. 18.

Lns IMÁcENES DE ucuATRo cuARToso

. El pensamie hto occidental , - y especialme nte la filosofía francesa,


tiene por tradición constante devaluar ontológicamente la imagen y
psicológicamente la función de imagin ación <(maestra de error y de fal-
sedad>. Con justo motivo se ha señalado' que el vasto movimiento de
ideas que , desde Sócrates y a través del agustinismo ,, la escolástica, el
carteslantsmo y el siglo de las luces, de semboca en la reflexión de
Brunschvicg, de Lévy-Bruhl, de Lagneau, de Alain o de Valéry, riene
por consecuencra poner en cuarentena todo lo que considera como va-
caciones de la razón. Para Brunschvicg, toda imaginación sea
-¡aunque
platónica!- eS upecado contra el espíritu>r. Para Alain, más roleranre

t Gusoons, Mythe et nzétapltysique, p,174.


2 BRuNscHVIcc, Héritage de nzots, báitage d'idées, p. 98.

r7
I

dos mitos son ideas en estado naciente> y lo imaginario es la infancia


de la concien cias . de ser cosas...>>8. Se trata de preguntarse ahora si Z'Imaginaire de Sartre
Podía esperarse que la psicolo ha mantenido las promesas críticas de L'Irnagination,
<.loca de la casa)>. Nada de eso. S Para evitar ucosific ar> la imagen, Sartre preconiza el método feno-
gos clásicos confunden la image menológico, g.r. ofrece la vent aia de_no _d.i a: del fe nómeno
ción, que ehriquece el esp-ritu imaginario más que intenciones purificadas de^pa:ecer toda ilusión de inma-
ne ncia e. El caricter de la que reve la la.descripción fenomenoló-
más que copias de las cosas objeti .imagen
ción es reducida, por los clásicos , e Slca,.es que es una conciencia, y por consiguiente eS, como toda con-
Ia sensación, y que se denomina imagen remanente o consecutiva. So- ciencia, ante todo trascendente'n. El segundo carácter de laimagen que
bre esta concepción de un iml,gingrio-devaluado es sobre lo que florece diferencia la imaginación de ottos modos de la conciencia, es que el
el asociacionismo t, esfuerzo loable desde luego para explicai lrs cone- objeto imaginado viene dado inmediatamente por lo que es, mientras
xiones imaginativas, pero que comete el erroráe ieducir'laimaginaci1n que.el saber perceptivg se forma lentamente_ por aproximaciones y acer-
camie ntos sucesivos. Sólo el cubo imaginado tie ne de entrada seis ca-
a u|. puzz/e estático, romo; la image n a una mezcla muy .qúíuoca ?
-y
medio camino entre la solidez de la-sensaci6n y la purerá aé la idea. ras. Por tanto, la observación de semeiante objeto por la imaginación
6
Bergson dio el primero de los golpes decisivos al asociacionismo ahon-
no me enseña nada, y en última instancia no es más que una ..cuasi-
observaciónr> ' '. De ahí resulta al punto un tercer caricteÍ t'; la concien-
dando dimensiones nuevas en el continuanz, de la concien cia. Sin em-
bargo, Bergsg.n !o liberó cgmpletamente la imagen del papel subalter- cia imaginante ..plantea su objeto como una nada,r; el uno ser>> sería la
no que la obligaba ocupar la psicologia clásica. Porque, én'él,la imagi- categoria de la imagen, lo cual explica su caricter último, es decir, su
nación se resuelve en memoria, €o una especie de iontador de la .*"ir- espontan'eidadtr; la imaeinación traga el obstáculo que es la opacidad
tencia,_ que se estrope? e n e I de
laboriosa de lo real percibido, y la vacuidad total de la conciencia co-
e gulariza por la
atención percept-iva a.la vida. A rresponde a vna total espontaneidad. Es 1 p9r tanto, a una especie de
que no se pue-
de confundir lo imaginado y lo nirvana intelectual a lo que llega el análisis de lo imaginario, que no es
la memoria co-
lorea la imaginación de residuos a posteriori, no es menos cierto que más que un conocimiento desengañado, una upobreza esencialu.
existe una esencia propia de lo imaginario que diferencia el pensamién- En los capítulos siguientes, Sartre uatari de hacet un censo comple-
t9 d9l P.oe-ta.del pensamiento del cronista ó del memoralista.H^y una to de la ufamilia de la imagen)>'o; no podrá impedir que esta última sea
considerada como un pariente pobre mental, ni que las tres partes fina-
facultad de lo posible que es necesrio estudiar por medios distintós a la les de su obra rt, en las que por otra parte abandona el método feno-
introspección- bergsoniana, siempre sospechosa de regresión. No insisti-
me nológico, DO estén sobreente ndidas por el /eia motiu de la udegrada-
mos más en la sólid a crítjca que Sartre diri teoÍ.ta,
clásica de la imagen miniatura y contra la ción> de I saber que representa la image n. A la pluma del psicólogo
de la vuelven sin cesar epítetos y apelaciones degradantes t6 l7 imagen es una
imagen recuerdo 7, reprochando ? ambas ar>> la
imagen y romper con ello el dinamismo de la conciencia alienando su .rsombra de objeto>) o también <<no es siquiera un mundo de lo irreal>;
función principal, que es más conocer que ser: ..Indudablemente se la imagen no es más que un ..objeto fantasmarr, ,,sin consecuenciarr; to-
han reempl azado las pesadas piedras de Taine por ligeras brumas vivas das las cualidades de la imaginación son sólo ..nada,r; los objetos imagi-
que se transforman sin cesar. Pero no por e llo ésas brumas han cesado narios son ..turbiosrr; uvida ficticia, estereodpada, aminorada, escolá"óticd,
que en la mayoria de las gentes no es más que un remedio püa salir

8 Cfr. SrRtRr, op. cit., p.6g.


e Cfr. S,rRrR¡, op. cit., p. 146, y L'Imoginaire, p. t4.
lo Cfr. S,tntR¡, L'lmaginaire, p. 16.
rr Cfr. S¡nrpl, op. cit., p. 20. Aquí está la noción de otrabajo> cara a Alain, que va
a distinguir Io <real> perceptivo de la pereza o de la infancia de las imágenes. Cfr. Ara¡NI,
Prélininoires, pp. 47 -49, 90-9L
t2 Cfr. SnnrRE, op . cit. , p . 23 .
rt Cfr. SanrRE, op. cit., p. 27.
14 Cfr. SnnrRE, op. cit,, pp. 30 y ss.
It Cfr. SnnrRE, op. cit,, pp. 76 y ss.
16 Op. cit., pp. 82,85, 91, li7, 138, r7r, L74, 17t,181, lgi, lg6, L97,190, 2og,
214, 231.

18
rg
-l

d.lpaso,eSloqyeprecisamentedeseaunesquizofrénico...>>|7. cteta, a no ser por una <<experiencia privilegiada, cuyo secreto encubre
nalmente, esa upobreza ese ncial> constituye la imagen y se manifiesra la sedicente fenomenología psicológica, nos parece contradictorio . Ca-
especialmente en el sueño <,que también se parece ll ,tíor en el spino- be preguntarse , pues, por qué Íazones Sartre ha marrado hasta tal pun-
zismon'*, y la imagen se encuentra asi.,*restm de errorrr, como entte to la imagen e n sus dos volúmenes consagrados a. la imaginación.
los metaflrsicos clásicos. Es más, el papel de laimagen en lavidapsíqui- ^En principio, y en nuestra opinión, por una incapacidad del autor
ca queda rebaiado al de una posesión cuasi deráoní^ca, ,o-^ndó la del ensayo sobre Baudelaire para captar el papel de la obra de arte y de
nada una especie de consistencia ,rmágica> por el carácrer <imperioso e
su sopofte imagin ario. El mismo arte sartriano oscila constantemente
infantil)> re la imagen que_ se impone con obstinación al penrr^i.rr-
.de entre el juego hábil e insignificante de la comedia de bulevar y la pesa-
to. Por último, y dg un modo absolutamente paradliico, eo su conclu- da ten tativa de reintegración total de lo real, eo la que se encuentra un
sión Sartre parece desmentir súbitamente el dualismb, que cuidadosa- hipernaturalismo lo Zola acomp añado de una filosofía al estido de
mente se había molestado en establecer a lo largo de doscientas treinta ^
Paul Bourget 2i. lamás es considerado el aÍte como una manifestación
páginas, e ntre espontaneidad imagin aria y esflerzo de conocimiento
original de una función psicoso cial, iamás la imagen o la obra de arte
verdadero, y vuelve a
llna especie de monismo del cogito. Lejos de ex- es captada en su sentido pleno, sino siempre tenida por mensaje de
tÍa.er las conclusiones lógicas de la negatividad constiiutiva d. la ima-
irrealidad. De ahí el carácter a menudo inauténtico de la obra noveles-
gen, s€ limita a confundir en un aniquilamiento gen eral la afirmaci1n
c .y teatral de Sartre, que tan pronto es un brillante pastic/te del teatro
perceptiva o conce ptual de I mundo, ásí como las fantasías jrrealizanres
burgués o de la novela ame ricana, coino sale pesadamente de los maÍ-
de. la imagin aci6n Precisamente p9r el proceso general de aniquila-
cos estéticos p^ra abordar las interminables riberas de la pedante des-
mre nto se reconcilian conciencia de- lo.real-y conciencia de lo irreai y la
cripción fgnomenológ ica. Por último, también la estétici sartriana es
obra concluye con esta trivial conclusión' u.rt, conciencia libre...'á,r.
una <(cuaslestética>>'o y no hay que sorprenderse de que un autor cerra-
supera lo real a cada instante, ¿qué es, en efecto, sino simple-.rrr. l"
do a tal punto a la poética hay a maÍrado hasta ese punto la esencia de
conciencia tal como se revela a si misma en el cogito?r>2l. Ért, afhma-
la imagen.
ción. va seguida de un post scriptum muy discuTible consrir"iá" pot
'e Pero, sobre todo, eo nuestra opinión Sartre ha marrado la imagina-
consideraciones estéticas, en el que Sartre cha mano de la tesis dé la
ción por haber querido limitarse a una- aplicación restringida del méto-
irrealidad del arte y el tema del resentimienro conrra la poesia. Elauror
do fenomenológico, reducido por el solipsismo psicológico. En efecto,
de !'lmaginaire se acuerda de que ha sido detractor^ de Baudelaire parece paradíiico haber intentado el estudio del fenómeno de imagi-
igual que de Camus y de Faulkneir, .
nación sin dignarse consultar el patrimonio imaginario de la humani-
El mérito que nadie puede negarle a Sartre es el de haber hecho un
dad que constituye n la poesia y la morfologia de las religiones. La obra
esfuerzo. por describir el funciottrmi..tto específico de la imagin ación y
p.or distinguirla
que Sartre consagra a L'Imaginaire podría titularse perfectamente
en las doscientas primeras pág"inas de l;
-al menos
obra- de I comportamie nto perce ptivo o mnésico. Pero á rñ.dida que
<Conciencia-de-la-imagen-en-)ean-Paul-Sattte)>. Por este psicologismo
tun estrecho como parcial, Sartre peca contra la fenomenol ogia. Porque
prgg{9.san los capítulos, la imaggnJ el papel de la imaginación prr...n
una fenome nología de lo imagin ario debe, ante todo, prestarse con
volatilizarse y desembocar, en definitiva, en una totri devalur.iO.r de
complacencia a las imágenes y ..seguir al poeta hasta la extremidad de
lo imaginario, devaluacjón que no corresponde en modo alguná al pa-
sus imágenes sin reducir iamis ese extremismo que es el fenómeno mis-
pel efectivo 9.ue iuega la imagen en el .á-po le las motiuíciones
óri- mo del impulso poético r>25 . En nuestra opinión, Sartre ha confundido
cológicas.y culturales. Finalmé.rte ,la critica que Sartre dirigia a las
io-
siciones clásicas en L'lrrzagmahon, al reprocharles .,destru ,í l^ imag[nu
reducción fenomenológica con restricción psicoló gica debido al com-
promiso con una estrecha y timorata situación dada, y por faltar, debi-
y uhacer una teoría de la imaginaci6n sin imágenes)>, se vuelve contia el
autor de L'lmaginyle._ Afirmar, en efecto , ál mismo tiempo que do a ello, a esa modestia sist emitica que Bachelard exige con motivo
lmag€n es una realidad.psjeui5a cierta>
..la del fenomenólogo2í. Para poder uvivir directamente las imágnes> es
y que la
tmagen nün.r^puede
ser alcanzada por una uinducción>22 de ios^hechos de"experienci^ .on-
2t Cfr. J. L^run¡Nt,, Paul et Jean-Paul, en Table ronde (febrero 1950); cfr. asimismo
t7 lacritica que H. Bonnet hace de la estética utilitaria y semiolígice de J.P. Sartre en Ro-
l8 rnon et poésie, pp . 238 y ss.
rg 24 Es decir, subordinale obra, de arte a un (compromiso, utilitario que está muy ale-
20
op. cit., pp . 30, 40, 46, 49. jado de ella, repudia las concepciones del arte por el arte e incluso la génesis del erte e
2l partir de sus fuentes anffopológicas: la religión y la megie.
22
S¡lrn¡ ,, Baudelaire y Situations, I. 2t Bacurr¡,no, Poátique de l'hpace, p. 198.
26 Op, cit., p. 8.

20 2l
preciso además que la imaginación sea lo bastante humilde p^ra dig- to. En resumen, las posiciones asociacionistas, bergsonianas o sartrianas
narse llenarse de imágnes. Porque si uno se niega a esta primordial hu- tendían igualmente en sentidos diferentes a .rn *onismo de la con-
mildad, a este originario abandono al fenómeno de las imágenes, ia- ciencia psicoló gica del que lp imagin ario no er^ más que una ilustra-
más podrá realizarse or falta de elemento inductor- ese ((eco)> que ción dialéctica.' Monismo mecanicista, metafórico o aniquilador, poco
-p
es el inicio mismo de todo paso fenomenológicoz7. En Sartre, una psi- importa: la imaginación, bien haya sido reducida a la percepción debi-
cología introspectiva domina ripidamente sobre la disciplina fenome- litada, al recuerdo de la memoria o, por el contrario , a la..conciencia-
nológica, sobre la voluntad de someter a la ((experiencia de la concien- de> e n general, no se distinguía de las vacilaciones sartria-
cia', el patrimonio imagin ario de la humanidad. Muy .rápidamente la nas- de la corriente homogénea de -? lospesar
fenómenos de conciencia. Por
conciencta, que no es más que <(resonancia> tautológica, se agota y, el conttario, la Denkpsicología, prolongando el cartesianismo, se vale
desde la página sete nta y se is, Sartre 28 abandona deliberadame nte la resueltamente del dualismo de )ames del que a veces dio pruebas
fenomenología para, entregarse hipotéticas construcciones explicati- Bergson-lo que separa la.,corriente de -y conciencia,r, €S decir, la con-
vas. En realidad, incluso, sólo las ^ treinta primeras páginas de la obra ciencia únicamente válida, del polípe ro superficial de las imáge nes. Pa-
utilizan la descripción fenomenológica, y las cuarenta y seis siguientes radoia., decimos, porque el <(pensamiento sin imágeneS>), caro a la
sólo están constituidas por variaciones sobre el mismo tema descriptivo Denkpsicologia, parece acercarse más morfológicamente a las relaciones
de la ufamilia de la imagen'. formales de las uimáge nes-ideasu del asociacionismo que las riqu ez^s
Nos parece que el fracaso sartriano par^ describir un modelo psico- flotantes de la corriente de conciencia. No obstante , lo que ^ Bradley I'
lógico de la imaginación no es más que el caso límite de la búsqueda descubre , aproximadamente por la misma época que fames, es la pri-
general de cierta psicología bastarda de postulados fenomenológicos y macía de los elementos transitivos del lenguaje y del pensamiento so-
varada en una perspectiva metafísica preconcebida. Por este motivo he- bre los elementos sustantivos y estáticos, mientras que \Wundt 12 distin-
mos reservado la critica de las posiciones de la Denkpsicol ogia, posicio- gue de la percepción productora de imágenes la apercepción de un
nes que sin .embargo son anteriores a la tesis sartriana,. pero que en <sentido>> intelectual. Pero es, sobre todo con Bre ntano y con Husserl 13
nuestra opinión ponen en eviden cia, e n un caso más matizado, en una cuando la actividad del espíritu va oponerse radicalm'ente a los u.o.]
observación más limítrofe, las causas profundas de la devaluación radi- tenidosr> imaginarios y sensoriales. la^ uinte nción)> o acto inte lectual de I
cal que Sartre hace sufrir a lo imaginario. Desde luego, existen diferen- espíritu, es decir, el sentido organizador de estados o de colecciones de
cias profundas entre la Denkpsicol ogia y la psicolo gia de Sartre. Mien- estados de concie n cia,, es afirmada como ttascendente a esos estados
tras que en Sartre, en efecto, lo imaginario no es descrito en definitiva mismos. Y Sartre, como hemos visto, oo se ha perdido la lección de es-
más que como ejemplo significativo de la vacuidad esencial de la con- ta trascendencia constitutiva de la conciencia. Desde ese momento, los
ciencia humana, en otros pe nsadores me nos directame nte obsesionados psicólogos de la Denkpsicología aceptan, como Sartre , la dicotomía
por la metafísica encontramos una minimizaciln semejante de la ima- metafisica c Ía a los clásicos entre conciencia formal y residuo psicológi-
ginación, pero esta vez e n provecho de un pensamiento que se que rria co y <(materialu del pensamiento . Paralelamente a estas conclusiones
válido, purificado de la polución de las imágenes2e. En esta perspectiva que de nuevo separaban la actividad lógica de lo psicológico, los psicó-
h^y un tetorno a la cosificación de la imagen denunciada por Sartre. logos de la Escuela de rü(/ürtzburg que verifican ..sobre el terreno de la
Mientras que en éste y sus predecesores asociacionistas y bergsonianos, introspección experimental el antipsicologismo de Husserl,> 3a llegaban a
lo imaginario era en el fondo el símbolo de todo pensamiento: prototi- nociones .psicológicas muy próximas a la de <.intenciónu, tales como
po de las relaciones mecánicas en los asociacionistas o de la totalidad <(conctencla de reglzs)), ..tensiones de concienciarr, <(actittrdes de concien-
mnésica de la conciencia en Bergson, prototipo ejemplar del aniquila- ciarr, pensalnientos puros de imágenes y constitutivos del concepto. Por
miento en Sartre; por el contrario, en los pensadores a los que ahora ser el concepto un use ntido> que la imagen y la palabra pueden simple -
aludimos no hry minimización de la imaginación más que con el sólo mente evocar, pero que preexiste tanto a una como a oua, la imagen
fin de privile giar, por antítesis, los elementos formales del pensamien- no es más que un <.impedimento)> para el proceso ideativo.

27 Op. cit., p. 30 Cfr.


7 .
JauEs, Précis de Psycbologie, pp. 206, 2lO, 2L4. Cfr. B¡ncsoN, Essai, pp. 6,
28 S,tnmr, L'Imaginaire, pp. 76, 30, 46. g, 69, 127.
29 Cfr. ButtI.eR, Tatsacben und Probleme za einer Psltcbologie des Dená,aorgange, tr Cfr. B,TcHELARD, Pinciples of Logic, I, pp. l0 y ss.
I, p. 32I, en Arcb. Ges, Psycbo., 1907, p. 321, y Btrnrouo, La Pensée d.laprés les re-
f. 12 Cfr. VuNDT, Übe, AusfraSe, p. 8t.
cherches expérinentales de Watt, Messer, Bübler, pp. 6t y ss.; cfr. BIN¡T, Etade expéri- i1 Cfr. BnrNraNo, Psycltologie, pp. L7 , 27, 38. Cfr. HussERL, Idées.,., pp. 53, 64,
mentale de I'intelligence, p.3O9; cfr. BINET, cla Pensée sans imagesn (Rea. p/til, 1903, I, 75 y ss.
p. 138). )4 S¡,nrRE, I.'Imaginatio4, p. 74.

22 23
En estas teorías intelectualistas, lo que sorprende ante todo es e I más que ser un s capital observar q
equívoco de la conce pción de la imagen, estrechamente empirista y guaje la elección cante porque este
tanto más empirista cuanto que se la quiere desacreditar a fin de sepa- trano, oo ocurre terreno de la ima
ÍaÍ de ella un pensamiento puramente lógico. Lo que luego salta a la la imagen degrad ada que se la pueda conce bir-
vista es el equívoco de las fórmulas y de las nociones empleadas ((to- -por
sí misma de ür s..tiido que no ha de ser buscado fuera de la significa-
mando a la letra esta expresión de pensamiento sin imágenes,> que ho- ción imagin aria. Finalmehte , es el sentido figurado el único significati-
nestamente no puede significar, según escribe Pradinesrt, <<más que vo, no srendo e I sedicente sentido propio más que un caso particular y
un pensamie nto no hecho de imáge nes, se ha querido que el pensa- mezquino de la vasta corriente semántica que drena las etimologías.
miento no fuera siqu iera acompañado de imágenes. . . lo que conducía De ílri el necesario regreso, más allá ( e la pseudofenomenología sar-
a buscat un pensamiento incapaz de ejercerse...)>. La Escuela de \íürt- triana, a Ltna. fenomenologia ingenua, preparada por un largo desinte-
zburg, como la Denkpsicol ogia, postula un pensamiento sin imáge nes rés cient-rfico 40. El analogon que constituye la imagen no es iarnás un
sólo porque la imagen es reducida de nuevo a un doblete remanente signo arbhrariamente escogido, pero siempre está intrínsecamente
de la sensaciót y porque entonces es lógico que tales imágenes no aira- mótivado, es decir, es siempre s'rmbolo. Finalmente, dado que han
dan nada al sentido de las nociones abstractas. marrado la definición de lalmagen como s'rmbolo, las teorías citadas
at. Y
Pero, sobre todo , la critica general que puede hacerse de las teorías anteriormenre han dejado evapoiatse la eftcacia de lo imaginario
reseñadas hasta ahora, es que todas ellas minim izan la imaginación, aunque .Sartre ve perfectamente que h"y. una diferencia entre el signo
bien pervirtiendo su obieto, como en Bergson, donde se resuelve en re- convenctgnal, (oo posicional, y que no uda su objetorr42, y Ia imagen, se
siduo mnésico, bien depreciando la imagen como un vulgar doblete equivoca al no ver en la imagen más que una degradación del saber,
sensorial q..re pre par a e I camino al nihilismo psicológico del im agi- más que una presentación de un cuasiobieto , y al remitirla de este mo-
^s't
nario sartriano. La psicología general, aunque sea tímidamente feno- do a fa insigtifiart ciaas
'*****"'*F=€6<
menol1gica, esteriltza la fecundidad del fenómeno imaginario recha- Otros pii.Ologos se han dado cuenta afortunadamente del siguiente
zándolo pura y simplement€, o también reduciéndolo a un torpe esbo- hecho capital' que en el símbolo constitutivo de la imagen \lV homo-
zo conceptual. Ahora bie n, e n este punto es donde , con Bache lard, geneidad del significante y del significado en el seno de un dinamismo
h^y que reivind icar para el filósofo el derecho <<r un estudio sistemático y que por ello la imagen difiere totalmente de lo arbitra-
de la representaciónr> r(' sin exclusiva alguna. Dicho en otros términos, y .'Piadiñ.r, pese a algünas testricciones, observa y^ qü. el
a pesar de su etimol og'ra hegeliana, la fe nomenol ogia psicoló gica siem- no tiene otro contenido más que el orden de las imáge-
pre ha separado el número significado del fenómeno significante, con- ertad no se resuelve en una cadena rota, una cadena rota
fundiendo la mayor pafte de las veces el papel de la imagen mental representa sin embargo la libertad, es el símbolo decir, una hor-
con los signos del lenguaje tal como los define la escuela saussuritnatT. mbna del sentido- de la libertad44.lungat, -es
siguiendo al psicoanálisis,
El gran malentendido de la psicología de la imaginación es, por últi- ve perfecramente asimismo que todo pensamiento descansa sobre imá-
mo, entte los sucesores de Husserl e incluso de Bergson, haber confun- cionales,,
dido, a través del vocabulario mal elaborado del asociacionismo, la consagra
imagen con la palabra. Sartre ", que sin embargo habia tenido cuidado observa-
de oponer el signo escrito.,oficina del subjefeu y el <(retrato,, de Pedro, simbóli-
llega poco a poco, e o capítulos de títulos ambiguos , a. malcasar la ima- co y del sentido conceptual, afirmando con ello la unid ad y la solid ari-
g.en
:on la familia semiológica. Por último ,-p^Ía Sartre la imagen no es dad de todas las formas de la representación. Expone que la imagen
siquiera, como para Husserlle, un <(rellenado)> necesario del signo arbi- iuega un papel
-
de significante diferenciado <más que el indicio, puesto
trario, oo es más que un signo degradado . La geneal ogia de la ufamilia qu; éste eitá sepaiado del objeto percibido, pero menos que el
de la imagen> no es más que la historia de una turbia bastardía. [,o
contrario del se ntido propio, el sentido figurado, no puede entonces 40 B¡,cuELARD, I^a Poétique de l'espace, p. 3.
4L S,rnrn¡ (op, cit., pp. L48-t49) ve bien que la imagen es s'rmbolo, pero s-rmbolo de-
35 PnnolNe s, Traité de Psycbol., II, 2, p. 162. valuado, ,(insuficiente,, y que debe ser superado por el concePto.
36 B¡.cH¡rnRD,, La Pbilosopltie du non, p. 75. 42 S¡,nrne, op. cit,, pp . 37-39.
,7 Cfr. F. or S¡,ussuRE' Cours de linguistique générale, p. 100. 4t S¡,RTRE, op. cit,, p. 175.
38 S,tnrn¡, Imaginaire, p. 3t. 44 Pn¡,orN¡s, Traité, lI, 2, pp. 47 , 160 y ss.
3e Citado por SllRtn¡, op. cit,, p. 46; cfr. Logisclte Unters,, t. II, cap. I; t. III, 4t Cfr. JuNc, Types psycltol,, pp. 310 y ss.
cap. I. 46 Cfr. PLtcET, La forotation du symbole, pp. L72-179, pp. 227 y ss.

24 2'
)

signo, pues.ro no en que se sitúa


-como
confirma la psicologia genétic a- el lengua-
srgno motlva
47, ie del niño. La evolución al plano delocutorio, €s decir, a la expresión
mismos lle centrada en las percepciones y las cosas, es mucho más tardia. Es este
nificante y el plano locutorio, plano del símbolo mismo, el que asegura cierta uni-
sociar el esquema de las relaciones versalidad en las intenciones del lenguaie de una especie dada y el que
.
pens-ar-niento 48
hace descansar su concepción ge- sitúa la estructuración simbólica en la raiz de todo pensamiento . La
neral del simb e dos intuiciones que haremos nues_ psicología patológica de Minkowski t2 llega incluso a invertir el esque-
ffas; la imagin ma dásico y sartriano del empobrecimiento del pensamiento por la ima-
gen y, uniendo la concepción de los grandes románticos alemanes t3 y
del surrealismo contemporáneos to (que nosotros haremos nuestra en el
curso de esta exposición), considera el paso de la vida mental del niño,
o del primitivo al uadulto-centrismo> tt, como un estrecbarniento, como
psíquica enrera porque <.las leyes de un rechazo progresivo del sentido de las metáfotas. Es este <sentido' de
por ser la representación metaf1rica la
todo es me r af6rico, ((en el nivel de ,ryjiíi2"-6ifri-

..coherencia,, entre el
. )ras se igualanu. Desde luego, esta ¿,"H:JtHi;
,sentidg y
símbolo-no quiere decir .oñfrrión,
e-l los arquetipos fundamentales de la
porque esta cohere ncia puede afirmarse en .rna dialéct ica. La unidad
del pensamiento y de sui e*presiones simbólicas se presenra como una

LoS SÍMBOLOS Y SUS MOTIVACIONES

Esta semántica de las imágenes entraña sin embargo una segunda


consecuencia. En efecto , al adoptar semeiante posición se invierten los
hábitos corrientes de la psicolo gia clásica, eu€ consistian, bie n en calcar
pefte nece al dominio de la semi ologia, sino que es incumbencia
de una la imaginación sobre e I desarrollo descriptivo de todo pensamiento,
semántica especial, es decir, que posee más d'. .r. sentido arúficalrnen- bien en estudiar la imaginació n a través de la óptica del pensamiento
te d?d9, pero cuenta con un pode r esencial y esponráneo de reso- rectificado, del pensamiento lógico. Ahora bien, recha zar para lo ima-
5').
nancia ginario el primer principio saussuriano de lo arbitrario del signo entraña
importanre de esta defioición del símbolo el rechazo del segundo sentido, eue es el de la <,linealidad del signi-
es nológica co-mo ontoto,gña, t.l-li"in¡fisftro ficante>> 16. Al no ser ya de naturaleza lingüística el símbolo, no se des-
so audiovisual. Es lo que el gram áti:to rt pare- arrolla en una sola dimensión. Las motivaciones que ordenan los sím-
ce define la ,rfactividadu como el caráctir co- bolos ya no forman,-_por tanto, oo rólg largas cadenas de Íazones, sino
mún de todas las formas de expresa ni siqu iera ucaden . La explicación lineal del tipo deducción lógica o
píritu del sujeto hablante es Iá sed ^rr17
reaccio nar sobre el espíritu de otro
t2 Cfr. Mn¡KowsKI, Vers ane coslnologie, P. 82.
cuando ha tomado un valor factiv ,t Cfr. HSRDER, S. lY, VIII, p. 189; [ov,rus, Scbif,, III, pp. 15,143,147; VoN
lo imagina Scnun¡nr,, SymboliÉ,, p. 24.
que une a t4 Cfr, ÁquÉ, Pbltos. da Sunéalism€, p. 173; Bn¡roN, Point du four, p.250.
uel plano 5t El neologismo es de Pl^rcrr, op. cit., P. 158.
,6 F. or SaÚssunl, op, cit., p. tO¡ . Ye eñ la semántic1 li-ngüGtica la noción de (en-
crucijada, establecida por BErtN-MTI.trRoN (en Lo réforn9 de la Connaissance, PP. 10-1t,
P. 10. 42,49 y ss.) no implici la sucesión lineal del sentido de las palab¡as, sino la convergencia
-9; cfr. Pbilo. da non, pp. 7 r-76; poétiqae en red {e las significaciones.
,t iden, pl 103. Reemplazaremos este término de ncadenan P9r el de qconstelación
9l l, p. 10. simbólican. Fsia terminologn nos viene sugerida tanto por el término de npaqueteD que
p.6. I¡roi-Gourham utiliza pará caracterize¡ la acumulación iconográfica de s'rmbolos, como
pp.69,73. por el término de <enjambren de imágenes que Soustelle innova p^ra significar el espesor

26 27
estudio de las motivaciones simbóli- imaginación literaria. Tan pronto escogen como norma clasificadora un
lasificación sartriana ts de los diversos orden de motivación cosmológico y astral, e n el que están las grandes
ene a los caracteres lógicos y su- secuencias de las estaciones, de los me te oros y de los astros que sirve n
ivaciones ima ginarias , Do ie.o- de inductores ala fabulación, como son los elementos de unaksica pri-
remenre bautizadas de intenciones mitiva y sumaria los que, por sus cualidades sensoriales, polarizan los
de inexistencia,r. Cediendo una yez campos de fuerza en el continuanz homogéneo de lo imaginario. Por
más a lo que podría llamarse la ilusión semiol 6gica, Samre refiere último, también se puede suponer que los datos sociológicos del micro-
las
clases grupo
odel proporcionan marcos primordiales a los símbolos, ya sea que la imagi-
que la nación estrictamente motivada, tanto por la lengua como por las fun-
encontrar un método comprensivo , ciones sociales, se mode le sobre estas matrices sociológicas, o bien que
vado Renan to g.t9 la motiva ci6n no rcnia la rectitud de las relaciones genes raciales intervengan bastante misteriosamente para estructurar los
<(necesariasrr, ni el azaÍosas. La coniuntos simbólicos que distribuyen tanto las mentalidades imagina-
motivación forma ecirse asi, de rias como los rituales religiosos, ya sea incluso que, con un matiz evo-
determinación; co . ? Ios sijnos lucionista, se intente establecer una ierarquia de las grandes formas
4:l lenguaie y que ya presentan <(comF (,r eas en varias simbólicas y de restaurar la unidad en el dualismo bergsoniano de Les
dimensionesrr. En la conclusión de esti libro veremos que esre catác- deux rourr)r, o ya sea, por último, con el psicoanálisir, qu. se trate de
uespacial,r, del mundó simbólico es encont rar' una síntesis motivante entre las pulsiones de una libido e n
ás que de método y nos pregun- evolución y las presiones inhibidoras del microgrupo familiar. Son estas
esterilidad de la explicación li- diferentes clasificaciones de las motivaciones simbólicas las que hemos
en los impulsos intuitivos de la de criticar antes de establecer un método firme .

La mayoria de los analistas de las motivaciones simbólicas, que son


La clasificación de los grandes símbolos de la imaginación bajo cate- los historiadores de la re ligión, se han de tenido e n una clasificación de
gorías motivantes distintas presenra, eo efecto, debiáo incluro los símbolos según su parentesco más o menos nítido con una de las
la no
linearidad Y 3l semantismo de las imágenes, grandes dificultades. " Si se grandes epifanías cosmológicas. Así es como Krappe63 subdivide los mi-
parte de oɡ.tot bien d.fi"iJor
Ior lár -rró, de la lógica urensiliar,
como hacian las clásicas ..claves de los sueños ,162,, uno seiuel u tápiár-
tos y los símbolos en dos grupos: los símbolos celestes y los símbolos te-
rrestres. Cinco de los primeros capítulos de su Genese des mytbes están
mente , debido a la rnasividad de las motivaciones, eo una consagrados al cielo, al sol , ala luna, a los.,dos grandes lumbreras)> y a
confusión
inextricable. Más serias nos parecen las tentatiuas de r.fritir los símbo- las estrellas, mientras que los seis últimos capítulos se ocupan de los
los según los grandes centroi d. intr rés de un pensamifnro, mitos atmosféricos ,, acuiticos, ctónicos, catacl-smicos y, por último, de
desde lue-
la historia humana y de su simbolismo. Eliade 6a, en su notable Traité
d'bistoire des religions, sigue aproximadamente el mismo plan de se-
paración de hierofanías, peto con más profundidad consigue inte-
grar los mitos y los s-rmbolos cataclísmicos, volcánicos y atmosféricos
en catego rias más generales; lo cual nos vale amplios capítulos consa-
grados a los ritos y símbolos uranios, al sol , ala luna y ala <mística lu-
nar)>, a las aguas, a las cratofanías y ala tierra. Pero a partir del séptimo
capítulo 6t, e I pensamie nto del mitólogo parece interesarse de repente
por los catacteres funcionales de las hierofanías y los estudios de los
símbolos agrarios se pola rizan en torno a las funciones de fecundidad,
de los ritos de re novación y de los cultos de la fertilidad, que insensi-

63 Kn¡pp¡, Genése des nzytltes; cfr. índice de materias, pp. 287 y ss.
9: 9f: l"fr", .
pp 387 y ss. 64 Mrnc¡a Euno¡ , Traité d'ltistoire des religions; cfr. indi.. dá materias, pp. i32
62 Cfr' la Sy.rnboliá dár Trtiurne de VoN ScHun¡nr, pp. g-10, y Arepu,, Les réaes el y slgulentes.
leur interprétaiion. 6t Éulor, op. cit., p. 2rl.

28 2g
blemente conducen, eo los últimos capítulos, a meditar sobre el Gran
tido que las aguas compuestas y profundas, el agua tranqujla significa
Tiempo y los mitos del Eterno Retorns(t(t. Se ve , pues,.que estas c.lasifi- lo contrario del agua violenta. De ello resulta que la clasificación ele-
caclones, que pre te nden estar inspiradas en normas de adaptación al
menral no parece que haga aparecer los motivos últimos que resolve-
mundo obietivo, tanto sideral como telúrico y meteorológico, parecen rlan las ambivalencias. Reconocer explícitamente que <,las imágenes
más hermosas son menutffi-toS.f.o-qW'"dg.,eiiibirraltitCiáu"tt,' ¿no es, en
orientar irresistiblemente a consideraciones menos objetivas: en sus úl- ^ 'fiá¿;o de semejante clasificación? Si la
üftiñiá"iiistáiíciá,"'cónfé5át' él
timos capítulos, Eliade lleva insensiblemente el problema de las moti-
clasificación por elemr ntos es inadecuada, por otro lado es insuficiente,
vaciones en el plano de la asimilación de las imágenes al drama de una
como hemos tratado de demostÍar en otra parte;r, porque la percep-
duración íntim a y lo separa del positivismo obje tivo de los primeros ca-
pítulos, mientras que Krappe ('7 termina bastante confusamente su libro ción humana es ric¿ en tonalidades elementales mucho más numerosas
con consideraciones sobre muy ..diversas)> cosmogonias y ..mitos de ori-
que las consideradas por la física aristotélica . Para la se nsorialidad, el
hie lo y la nieve no se resuelven en a,gua,, el fuego es distinto de la luz,
gen,> que implícitamente le remiten también a una motivación psicoló-
gica de las imágenes por la apercepción completamente subjetiva del
el barro no es la roca o el cristal. Sólo en la obra capital ., L'Air et le son-
tiempo. g€s, Bachelard entrevé la revolución copernicana que consistirá en
''''' Bachelatd6s, en nuesffa opinión, se ciñe más de cerca al problema ábandonar las intimaciones objetivas, que inican la uayectoria simbóli-
Ji
c2, para no ocuparse más que del movimiento de esta trayectoria mis-
i ¿endose cuenta de ent rada de que la asimilación subietiva juega un pa- ma. No por ello deja de ser cierto que los tres hermosos libros consa-
i p.l importante en el encadenamiento de los símbolos y de sus motiva- grados por Bachel ard a los cuatro elementos presentan, por el principio
mismo adoptado en la clasificación, cierta fluctuación, cierta sinuosidad
en el análiiis de las motivaciones simbólicas: paradójicamente parece
que el epistemólogo y el teórico del no cartesianismo se niega a pene-
trar en la compleiidad de motivos y se repliega en una poética perezosa
tras el bastión precientífico del aristotelismo.
En lugar de buscar ejes de referencia perceptivos o cósmicos a las ca-
rcgorias simbólicas, se pueden descubrir sus motivaciones sociológicas e
de axiomas clasificadores a los estudios poéticos, tan finos, del episte-
inéluso filológicas. Es lo que Dumézil-i y Piganiol-'han intentado im-
mólogo, porque estos <(cuatro elementos son las hormonas de la imagi-
plícitamenre, haciendo hincapié el uno sobre el caricter funcional y social
nación
de las morivaciones del ritual, de los mitos y de la terminologia incluso,
ción de las motivaciones simbólicas es, por su simetría, demasiado ra-
cional, demasiado objetivamente nazonable para calcar exactamente los
y el orro sobre la diferencia entre las mentalidades y los simbolismos
que se derivan del estatuto histórico y político de ocupante o de ocu-
caprichos de la loca de la casa. Con un instinto psicológico muy seguro
pado . La idea central de la tesis duméziliana es que lot sistemas de
rompe, pues, esa simetria cuaternaria escribiendo cinco libros, dos de
representaciones míticas y la expresión lingüística que los señalan de-
los cuales están dedicados a los aspectos antitéticos del elemento terres-
penden en las sociedades indoeuropeas de una tripartición funcional.
tte. Se da cuenta de que la materia terrestre es ambigua, tanto blandu-
Entre los indoeuropeos serla la subdivisión e n tres castas o en tres esta-
ra de gleba como dureza de roca, porque ..incita tanto a la in-
-dice- que,
troversión com o a la extraversión> 70 Nosoüos añadiremos con esta
mentos: sacerdotal, guerrero, productor, la que nuclearía todo el siste-
ma de las representaciones y motivaria tanto el simbolismo laico como
el religioso. Pero además de que esta tripartición no es absolutamente
estable y admite, por ejemplo, cierta confusión entre la soberania má-
gicorreligiosa por un lado, y la reale za guerrera por otro, como Duzémil
-6,
admite por los demás el filólogo no ha explicado en nuestra opinión
sí mismo: porque e I agua clara no tiene completamente e I mismo sen-
las razones profundas de la tripartición de las castas mismas. Esta tri-
66 Op. cit,, pp; 312-333. 72 B,rcH¡rano, Ten'e et aolonté, p. 10; cfr. p. L26.
67 KRAppE, op. cit., pp . ztt,,2g7, 329. 73 Cfr. G. DunrNn, oPsychanalyse de la neige>, en Mercure de kAnce,I, VII , L9t3,
6e Cfr. B^acHEraRD, L'Air et les songes; Psycbanalyse
fto; L'fua et les réaes; La páginas 611 y ss.
Tene et les réaeries du repos; b Tene et les réaedes di la lonté. 74 Cfr. DuMEnL, L'Héritage indo-earopáen d Rorne.
69 BIcHEIARD, L'Air et les songes, p. 19. 7t Cfr. Prc^NIoL, Essai sar les origines de Rone.
70 B¡,cH¡raRD, Tene et réaedes de la uo/ontá, p. 76 Cfr. D,rr'rÉztL, ks Dieax des Germains, pp. 36-t9.
7r Cfr. B¡,cHELARD, fua et réaes, pp. LZ6, Zlt. 9.
3t
30
partición y las funciones a ellas vinculadas nos parecen tan secund arias fica decididamente t0, en un perfil evolucionista, la mentalidad simbó-
en la motivación simbólica como las proyecciones naturalistas sobre ob- lica que progresa del esbozo de la <.Diosa madre,, a la realización del
ie tos o eleme ntos celestes y terrestres , tal como acabamos de criticarlos. uDios padre ,r. Además de que esta jerarqu ización nos parece mancilla-
Si Dumé211, por ejemplo, observa acertadamente la curiosísima convet- da en su raiz por la devaluación racionalista de lo imagin ario que he -
gencia de mitos y leyendas del mundo indoeuropeo relativos al tuerto y mos denunciado más arriba, oo podemos aceptar esta valorac ión a prio-
al manco, percibe mal, e o la perspectiva puramente socioló gica, cuál ri de un sistema simbólico en detrimento del otro, valorizaciln moriva-
pueda ser la relación entre estas dolencias, su simbolismo, y las tres da por preocupaciones apologéticas poco compatibles con un estudiio
funciones sociales fundamentales 77. científico de los hechos. Y sobre todo, cualquier postulado evolucionis-
En cuanto a Piganiol, apela a la motivación histórica e n auxilio de ta y especialmente progresista pafa explica r la relación de sistemas sim-
la sociologia. Observa con qué facilidad los mitos, costumbres y símbo- bólicos .procede, en nuestra opinión, tautológicamenre: los esquemas
los se ordenan en el mundo mediterráneo bajo dos rúbricas sociológi- progresistas son susceptibles, como demostraremos 8', de una motiva-
cas: mientras que ciertas poblaciones pastoriles o ciertas capas étnicas ción simbólica.
elevan altares, rinden un culto al fuego macho , al sol, al páiaro o al En nuestra opinión, todas estas clasificaciones pecan de un positi-
cielo 78, otros, por el contrario, llevan una vida sedentaúa de labradores, vismo obietivo que trata de motivar los símbolos únicamenre con ayv-
se contentan con piedras untadas de sangre a guisa de altar, invocan da de datos extrínsecos a la conciencia imaginante y esrán obsesiona-
divinidades femeninas y telúricas. Esta segregación de las menta- dos, eo el fondo, por una explicación utensiliar de la semántica imagi-
^lidades de base se debería a la supervivencia de las poblaciones indíge- naria. Fenómenos astrales y meteorológicos, ..elementos)> de una buráa
nas ((asiánicas)> sometidas por los invasores indoeuropeos. Pero el estu- física de primera instancia, funciones sociales, instituciones de etnias
pendo estudio de Piganiol, como e I de Dumézil, no explica e I origen diferentes, fases históricas y presiones de la historia, todas esras explica-
de la sensibilizaciín de las conciencias a dos modos de simbolismo di- ciones g,re, eo rigor, pueden legitimar al o cual adaptación del com-
ferentes y , sobre todo, oo legitima las numerosas anastomosis que portamiento, de la percepción y de las técnicas, oo explican ese poder
han podido formarse entre las dos mentalidades. fundamental de los símbolos que es el de unirse, más allá de lal con-
Przyluski, en su estudio La Grande DéesseTe'uata de dar cuenta de tradicciones naturales, de los elementos inconciliables, de los tabica-
estas dos series de fabulaciones mediante un evolucionismo de la con- mientos sociales y las segregaciones de los períodos de la histo ria. Parece
ciencia humana muy cercano del contenido implícitamente en la tesis entonces que h^y que buscar las categorías motivantes de los s-rmbo-
de Piganiol. El simbolismo de la imaginación religiosa evolucionaria los en los comportamientos e lementales del psiquismo humano, reser-
normalmente de las motivaciones que gravitan en torno al culto de la vando para más adelante el ajuste de ese comportamiento a los comple -
genitrix y de la fecundidad, a las motivaciones más elevadas que hacen mentos directos de obieto o incluso a los juegos semiológicos.
figurar la contemplación de un Dios padre. Sería me diante un progreso En esa búsqueda de motivaciones parece haberse detenido el psi-
a través de tres estados de la espiritualidad y de la sociedad como ha- coanálisis, dando deliberadame nte la espalda a las explicaciones dema-
bria llegado el hombre a una concepción monoteísta más o menos ex- siado racionales y lineales de la psicologia clásica o fenomenol6gica. No
purgada de la frondosidad de las imágenes .H^y en la obra de Przyluski perderemos el tiempo, por ser de sobra conocidos, con los postulados
una perspectiva de valores bastante cercana a la defendida por Bergson de la psicolo gía de Freud t', pana quien el símbolo está motivado por el
en Les deux soarces; un conjunto simbólico es devaluado en relación LVstpriVzip qye genéticamente se desarrolla a lo. largo de las localiza-
a.otro, aquí el ginecocentrismo imaginario en relación al androcen- ciones ierarquizadas de arriba abaio del eje digestivo, luego se fiia en el
trismo, como lo estaba en Bergson la religión cerrada, fabuladora, nivel urinario y, por último, eo el genital. En nuesrro itinerario halla-
mitoló gica, e n relación a la apertura del misticismo de purado de los remos la importancia que Freud concede a las morivaciones de la libido
cristianos. Pero mientras que Bergson no cedia más que por razones ? través de las fijaciones orales, anales, sexuales. No obstante, hemos
axiológicas a la subordinación de lo cerrado a lo abierto , Przyluski uni- de hacer nuestra la critica que Piaget dirige al mecanismo mismo de la
fijaciín, es decir , al proceso más o me nos trauma tizante del rechazo .
77 Soustelle ha mostrado perfectamente, a propósito de los atributos del Oeste entre
los antiguos mexicanos, la interacción de los elementos geográficos y sociales y de la ins- 80 Cf¡. op, cit., p. I59.
piración puramente mítica. Cfr. SousrrIrn, LA Pensée cosmo/og, des anc, Mexicains, 8r Cfr. infra,
p. 6j.
pp . i06, i'tl y ss.

78 PrcaNroL, op, cit., p. L40.


82 Cfr. Fn¡uD, I¿ Science des réaes, pp. lI3 y ss.; Trois essais sur la sexualité, pp. S0
y ss. Cfr. D,tLBtEz, I^a méthode psycbanalytiqae et la doctine freudienne, I, p. l4l; l,
79 Cfr. hzyLUSKr , La Grande Déesse, pp. 22 y ss. y p. 204.
PP. 197 Y ss.

j2
33
Porque es evidente que el simbolismo supera con mucho, €o su rique- estructuras o la génesis del simbolismo, pecan demasiado frecuente-
zt, el angosto sector de lo rechazado y no se reduce a los objetos con- mente de una secreta estrechez metafísica: unas, queriendo reducir el
vertidos en tabú por la censura 83. El psicoanálisis de be liberarse de la proceso motivador a un sistema de elementos exteriores a la conciencia
obsesión del rechazo, porque existe, como puede comprobarse en la ex- y exclusivos de las pulsiones; otras, ateniéndose exclusivamente a las
periencia de los sueños provocados, todo un simbolismo independiente pulsiones o, lo que es peor, al mecanismo reductor de la censura y a su
del rechazo. producto: el rechazo. Es decir, que implícitamente se vuelve a un es-
funto a la eflorescencia simbólica motivada por el principio del pla- quema explicativo y lineal e n el que se describe y se cuenta la epop ccya
cer, Adlersa úata de hacer hincapié en un principio de poder, motiva- de los indoeuropeos o las metamorfosis de la libido, caye ndo nueva-
ción de todo un vasto sector simbólico que se form arla gracias al meca- mente en ese vicio fundamental de la psicolo gia general que denu nciá-
nismo de sobrecompensación que borra gradualmente los sentimientos bamos y que consiste en creer que la explicación da cuenta completa de
de inferioridad experimentados durante la infancia. Veremos que esta un fenómeno que por naturaleza se libra de las notmas de la semio-
nueva aportación, a condición de no dar muestras de imperialismo, logia.
puede asimilarse parcialmente a otras motivaciones compensatorias de Parece que para estudiar in concreto el simbolismo imaginario h^y
la imbecilidad de la infancia. Por último, Iung 8t nos muestra cómo la que adentrarse resueltamente por la via de la antropología 88, dando a
libido se complica y metamorfosea baio la influencia de motivaciones esta paltbra su pleno sentido actual decir: coniunto de ciencias
ancestrales. Porque, ante todo, cualquier pensamiento simbólico es to- -essin tener exclusivas a
q.ue estudian la especie bomo .saQienr-
ma de conciencia de los grandes símbolos hereditarios, especie de <.ger-
.pnol y
sin optar por una ontología psicológica que no es más que espiritualis-
men)) psicológico, objeto de la pa/eopsicología, Desde luego, puede mo camuflado, o una ontología culturalista que por regla general no es
criticarse de entrada la apelación hecha a una doctrina de la herencia más que una miscara para la actitud sociologista: ambas actitudes se
psíquica que no está nada bien establecida, pero, sobre todo, al con- resuelven, en última instancia, en un intelectualismo semiológico . Para
junto del psicoanálisis se le puede hacer el reproche de imperialismo estudiar las motivaciones simbólicas y uatar de dar una clasificación es-
unitario y de simplificación extrema de las motivaciones: en Freud, los tructural de los símbolos, que rríamos rechazar a un tie mpo e I proyecto
símbolos se clasifican demasiado fácilmente según el esquema de la bi- caro los psicólogos fenomenologistas y los rechazos o intimaciones
sexualidad humana, y en Adler según el esquema de la agresividad. ^
sociófugast" caras a los sociólogos y a los psicoanalistas. Quisiéramos so-
Hay ahi, como ha visto Piaget86, uo imperialismo del rechazo que re- bre todo liberarnos definitivamente de la querella que periódicamente
suelve siempre el contenido imagin ario en una tentativa vergonzosa de alza a unos contra otros')0 culturalistas y psicólogos , y uatar de aplaczr,
engañar la censura. Dicho en otros términos, según los psicoanalistas, situándonos en un punto de vista antropológico pare- el que ..nada hu-
la imaginación es resultado de un conflicto entte las pulsiones y su re- mano debe ser ajeno)>, una polémica nefasta a base de susceptibilidades
chazo social, mientras que la mayotia de las veces, por el cont rario, e fl ontológicas, que en nuestra opinión mutila dos puntos de vista me to-
su impulso mismo aparece como resultante de un acuerdo entre los de- dológicos igualmente fructíferos y legítimos mientras se acantonen en
seos y los objetos del ambiente social y natural. Lejos de ser un produc- la convención metodológica . Para el
to del rechazo, veremos en el curso de este estudio que la imaginación mente en lo que llamaremos el traye
es, en cambio, origen de una liberación. Las imáge nes no valen por las sante intercarnbio que existe en el
raíces libidinosas que ocultan, sino por las flores poéticas y míticas que pulsiones subJetiaas y asimiladoras y
revelan. Como dice muy bie n Bachel aÍd87 , <<paÍa el psicoanalista , la nan de/ medio cósmico y social, Esta
imagen poética tiene siempre un contexto. Al interpretar la imagen, la queda los problemas de ante rioridad ontológica, puesto que postulare-
traduce a otto lenguaje distinto al logos poético. Nunca puede decirse, mos de una vez por todas que h^y génesis recíprocaet que oscila del
con motivo más justo, lo de traduttore, traditore>>.
En resumen, podría escribirse que todas las motivaciones, tanto so- 88 Cfr. LÉvr-SrnAuss, Antr/top. structurale, pp. 9L,, 3I9 . Cfr. Gusoonr , op, cit. ,

ciológicas como psicoanalíticas, propuestas para, hacer comprender las pp. L96,202: cPara llegar al hombre, hay que pasar por la mediación de una psicolog'ny
de una cultura.n
8e Neologismo utilizado por HruSE, en Élérnents de psycbol, sociale, pp . 3-5.
83 Cfr. Pl^rcET, I¿ Formation du symbole, p. 2Or. 90 Cfr. Articles de Lac,rcHE y de Fru¡oMANN, en Bull. de psycltol,,I, X, 10 de no-
84 Cfr. Aor¡n, Connaissance de I'ltomme, p. 33; cfr. H. ORcrsR, A. Adler et son
viernbre de 1916, pp. L2,24; cifr. idea muy cercana a la nuestra en Pl.rcnr (Epistérnolo-
er¿ure, pp. 88, 151 y ss. gie génátique, I, p. lt) que exige una estrecha colaboración enüe los métodos psicogené-
8t Cfr. JuNc, Métamorpltoses et symboles de la libido, pp. b y ss., 41.
86 Cfr. Pr¡,c¡T, op. cit,, pp . L96, 2!3.
ticos y los métodos so-ciogenéticos.
er Cfr. Pr,rcnr (Epistémologie génétique, I, p. 36) define la noción de génesis recí-
87 B.rcH¡r¡,no, Poétique de l'espace, p. 7, cfr. pp. 12-L3. proca por cel equilibrio móvilD y (p.37) por la <reversibilidadn.

34 3'
gesto pulsional al entorno material y social, y viceversa. En este interva- Kardiner r00 inscribe en las nociones de ..primariedadu y de <(secundarte-
lo, en esta marcha reversible debe instalarse, eo nuestra opinión, la in- dadr, poniendo límites al más allá y más aci de la personalidad de ba-
Se , el hecho por el que el individuo y sus pulsiones, aunque reciben
una huella normativa del medio ambiente, comunican a su vez, en un
't
efecto <(secundariou, modificaciones profundas al ambiente material y a
las instituciones. Y Bastide '0', al término de un minucioso estudio so-
bre las relaciones de la libido y de I medio social, concluye demostrando
ieto,, al mediq objetivo. En el cúrso de nuestro estudio veremos cuán el papel piloto que juega la sociedad en función de la libido . La pul-
i iustifióada está la tesis del gran psicólogo: no que el pensamiento sim- sión individual tiene siempre un ..lecho,, social e n el que discurr e fácil-
bólico sea anárquica asimilación, sino siempre asimilación que e n cierta mente o, por el contrario, contra el que se empecina contra obstáculos,
forma se acuerda de las actitudes acomodadoras y que, si .,ap aÍta toda aunque .,el sistema proyectivo de la libido no es una mera creación del
acomodación actual' excluyendo con ello ..la conciencia del yo y la to- individuo, una mitologia petsonaln. En ese encuentro es donde se for-
ma de conciencia de los mecanismos asimiladoresr>')r, flo olvida sin em- man estos ((complejos de cultura)> "" qt'r. van a relevar los cornplejos psi-
bargo las intimidaciones')4 acomodadoras que en cierta forma le dan su coanalíticos. De este modo, el trayecto anffopológico puede paftir
contenido semántico . Parafraseando la ecuación de Lewin et puede de- indistintamente de la cultura o de la natu ralezapsicoló gica, estando con-
cirse q o de los impel4tiyos biopsí- tenido lo esencial de Ia representación entre estos dos límites rever-
quicos ese producto el que nosotros sibles.
hemos ópológico, porque la reversibilidad Seme j'ante posición antropológica, que no quiere ignorar nada de
de los términos es lo propio tanto del producto como del trayectoeí. las motivaciones sociópetas o siciófugas del simbolismo y que dirigirá la
Esta teoria del trayecto antropológico se encuentra implícitamente búsqueda ade más hacia e I psicoanálisis, las instituciones rituales, el
contenida en el libro'L'air et /es songes, de Bachelarde7, así como en las simbolismo religioso, la poesía, la mitologia, la iconografla o la psico-
reflexiones de Bastide sobre las relaciones de la sociología con el psico- logia patoló gica, implica una me tod olog'ra que vamos a elaborar segui-
,' análisis')8. Para Bachelard, los ejes de las intenciones fundamentales de damente.
: la imaginación son los trayectos de los gestos principales del animal hu-
' mano hacia su contorno natural, prolongado directamente por las insti-
\. tuciones primitivas tanto tecnolégicas iomo sociales del ltomo faber. MÉrooo DE coNVERGENCTA y psrcolocrsMo METoDoLocrco
Pero este ilayecto es reversible: porque el medio de los elementos es re-
velador de la actitud adoptada ante la dureza,lafluidez o el ardor. Po- Para delimitar los grandes ejes de estos trayectos antropológicos que
dria decirse que todo gesto apela a su materia y busca su herramienta, constituy os, nos hemos inclinado método
I que toda materia extraída (es decir, absffalda del entotno cósmico, no totalmen totalmente relativisra I
-,y. cia, qüe"''
importa qué utensilio o no importa qué herramienta) es el vestigio de tiéitdé''á consrelaciones de im,áge nes más
un gesto fenecido . La imaginación de un movimiento reclama-la imagi- o menos constantes y que parecen estructuradas por cierto isomorfismo
nación de una materia, dice Bachelard: uA la descripción puramente ci- "dg. lot símbolos convergentes. ¡o ggerie ndo rendir sacrificio á lís'pro*
nemática de un movimiento. . . h^y que unir sie mpre la conside ración concepciones metafisicas, estamos obligados a partir de una investiga-
dinámica de la materia uabaiada por el movimientor>')'). Esta génesis re- ción pragmática que no habría que confundir con el método anallgico.
cíproca del gesto y del entorno, del que el símbolo es el foco, ha sido La analogia procede por reconocimiento de similitud entre relaciones
puesta de relieve perfectamente por la psicología social americana:
92 Cfr. PracET, Formation du syrnbole,
P. 2Lg.
93 Cfr. PncET, op. cit,, p. 219.
e4 Terminología tomada de H¡usn (op. cit., p. 1) que distingue enrre los imperativos
biopsicológicos de las intimaciones sociales.
et cfr. LrrurrtN, Principles of Topologicol Psycltology, p. 5. t00 Qf¡. K,rnolN¡n, Tbe indiaidudl,.,, pp. 34,,96,48r.
e6 Cfr. Pltc¡t, Epistárnologie, I, p. 37. Cfr. DÚn,rÑo, Les Trois niaeaux de forma- ror Cfr. B,rsrIDE, op, cit., p. 278.
tion du symbolisnze. toz BacHEr¡,RD, Eaax et réues, p. 26.
97 BacHrl¡, no , op , cit, , p. 300. r0l Cfr. PncEr, Epistémologie génét., I, p. 25.
e8 Cfr. BnsrrDE, Sociologie et psycbanalyse, pp.207, 208. r04 Cfr. nociones de homologia,y de contemporaneidad en Sp¡Ncren, Déc/in de l'Oc-
99 B¡,cunra RD , op , cit. , p. 300. cident, I, p. 119; cfr. asimismo LÉvl-SrnAUSS, Ant/trop. struct., P. 98.

36 37
mi fg . bien,del ,tipo: z{ es a B lo que S2, tienen un ritual sacrificial y ven el culto invadido por una pulula-
A' hí se caráctet de semantiCidád que ción de ídolos. . .,> Pero es sobre todo el psicoanálisis literario el que nos
est o hace que la convergencia juege permite .esbozaÍ vn estudio cuantitativo y cuasi estadístico t08 de lo que
más sobre la materialidad de elementos semejantes que sobre una sim- Baudouin rOe llama el .,isomorfismo)) o también la <polarización>> de-las
ple sintaxis . La homologia es equivalencia morfológica, o mejor estruc- imágenes. En la poesía hugoliana, por ejemplo, aparece la polarización
tural, más que equivalencia funcional. Si se quiere una metáfora para constante de siete categorías de imágenes que , por su convergencia, pa-
hacer compre nde r esta difere n cia, diremos que la analogia puede com- recen definir una estructura de imaginación. Dia. clarid ad,, ázur , ralo,
pararse al arte musical de la fuga, mientras que la converge ncia debe visión, grandeza, pureza son isomorfos y son el sujeto de transfoÍm"-
ser comparada al de la variacióin temática. Veremos que los símbolos ciones bien definidas: dia puede dar, por ejemplo, <,luzr> o también
constelan pjlgue s.o,nde;arrptlos de un mismo <iluminar)>,y por ahí vincularse a la claridad que se modulará en ((res-
., que són vatLacLones ,obt. ,rt ttquelipo. Es éste plandorr, .,llamar>, *limpanzD, mientras que azuÍ dará <.blancor>, <(auro-
\ 'entrever Bergson "'t, eo un artículo de La Pensée fzD,.,rubiorr, y rayo remitirá a <,solr>, <(astfo)> <<estrella>>, la visión atraeri
i pr..o nizaba paÍ^ I escritor tilósofo la se lección
e de imágenes <<tan dis- uel oio, y la grandeza se disversificará en un riquísimo vocabulario: .,al-
;i pares cuanto sea posibleu, a fin, según decía, de que no se-detenga uno to)), <<cenit>>, ..delante >, <<subif>>, ..levant ?f>), .,inmenso)), <cima>, .,cielorr,
ii .. el signo, de que uel signo eche al signo>> hasta la significaci6n, y de <<ffente>>, <,Diosr>, etc., mientras que la pureza se metamorfoea en <<án-
, 1q.r. las me táforas <(se acumule n intelectualmente para no dejar lugar gelr, Baudouinll0 va incluso más lejos y se relaciona con los hermosos
t
iTá: que ala intuición de lo realu. No obstante , a través de esta dispari- trabajos de P. Guirau.lttt esbozando una estad-stica de imágenes y
dad semiol6gica, Be rgson se daba cue nta de que era necesano conservar subrayando la frecuencia de diversas polarizaciones: por ejemplo, d¿
un isomorfismo semántico cuando recomendaba hacer que las ímáge- 736 imágenes, 238 tienen que ver con ta diatectica luz-iinieblas , lz con
nes <(exigen todas de nuestto espíritu, pese a sus diferencias de aspecto, las dos direcciones verticales, veintisiete de ellas con <grande> y pe-
la misma especie de atención y, en cierta forma, el mismo grado de queño; en resumen, dice Baudouin, 337 imágenes upolarizadasrr-de
tensión...)), detinie ndo de este modo verdaderos conjuntos simbólicos. 7 36,, cosa que más o me nos da la mitad de las imágenes. Desde luego,
Son estos con juntos, estas conste laciones donde van a converger las en el presente trab ajo, dada la dispersión antropológica de los materia-
imágenes e n torno a núcle os organizadores que la arquetipolo gia anuo- les, no se uataba de utilizar una estricta estad-sticar12. Nos hemos ateni-
pológica debe ingeniarse en descubrir a través de todas las rñanifesta- do a un simple acercamiento que permita hacer emerger, por un méto-
ciones humanas de la imaginación. Por otro lado, esta convergencia ha do que podría tacharse de microcomparativorrr, de lás series, los con-
sido perfectamente puesta de relieve por la experimentación. Experi- 108 Decimos cuasi estad'stico; en efecto, como ha establecido Lévi-Strauss, la
mentando despiertos sobre los sueños, Desoille r"t' observa la <.cohesión bús-
queda antropol6gica y especialmente la investigación estructuralista sólo tiene que ver se-
psíquica,, de ciertas imágenes que en las ensoñaciones tienen tendencia cundariamente con las matemáticas cuantitativas. Los smodelos mecánicos>, enlos que se
a anastomosarse en constelaciones. Por eiemplo, los esquemas ascensio- estudian las conexiones estructurales sobre un caso particular o incluso singular, prévale-
nales van acompañados siempre de símbolos luminosos, de símbolos cen sobre los <,modelos estad'sticos>. Cfr. L¡vl-SrnAUSS, Antltropologie, pp. 3Lr-3L7.
Cfr . infru, P . 194, nuestro estudio sobre la antlfrasis con el ejemplo singulai áel icono ci-
tales como la aureola o e I oio. Ef psicólogo ha quedadp sorprendido nocéfalo de San Cristóbal.
por el caráctet de rigor y de uniieriáliAád'de imáge nes vinculadas a loS to9 BruDouIN, Psycban, de V, Hugo, p.202. Lo hemos escrito en un prefacio, más
esquemas de la dsq-Cniíón ó det descen.sóy, por comparación, hd encon- valdría decir <isótopo>.
rrailo las mismas convergencias simbólicas en la obra de Dante. Asimis- llo g¡gDorN, op, cit,, p. 2I0.
I Cfr, p. GurnAUD, Langage et uersification d'apris /'euure de P, Valéry
ffio, Piganiel rtt' opone lai constelaciones rituales <pastorilesu a las cons- du uocabulaire du Symbolisme, 3 fascículos consagrados a Apollinaire, Mallarmé y Ya-
e Index
telaciones <.agrícolasu: <.Los nómadas tie nde n hacia un monoteísmo, léry.Ctt, L¡nol-GouRHAN (<Répartition et groupemenr des animaux dans I'Art pariétal
adoran el espacio azulado, su organi zaciín patriarcal les dicta el culto paléolithiqueu, en Ball, Soc. prébistorique frangais€, t. LV, fascículo 9, p. 5lt) que utili-
de Dios padre..., por el contrario los agricultores rinden culto ala dio- z? un estricto método estadístico de convergencia para el estudio de las figuras y de los
símbolos grabados y pintados en las paredes de las Cavernas. Llega a una repartición bina-
10, Además es Bergson quien se convierte en promotor del nombre mismo de este ria de los signos iconográficos centrada en grandes <arquetiposn (cfr. ola fonction des sig-
método cuando escribe : uEstás imágenes diversas, tomadas de órdenes de cosas muy di- nes dans les grands sanctuaires paléolithiques>, en Bull. Soc. préltist, frang,, t. LV,
ferenres, podrán, por la convergencia de su acción,.dirigir la conciencia en el punto pre- n.ot t-6, p. 318)
ciso dondt hay cierta intuición a captar...> (Pensée et Mouuant, P. 210); cfr. asimismo tr2 ido,r, <intermediario, de la investigación antropológica que
método de búsqueda de los <grupos de afinidades, tecomendado por STTNGLER, Le Dé- no ma en <número medio>, a igual distancia de los grandes núme-
clin de I'Occident, l,p. 59. ros de singularidad el solipsismo introspectivo, cfr.- LÉvl-SrRauss,
106 Cfr. DesorLLE, kploration de l'affectiuité, p.74. op. cit., p. 3t0. Cfr. P. SonoKN, Social and cultural Dynamics.
r07 Plc.,rNloL, op.cit., p. I40; cfr. asimismoJuNc, Psyc/tol, und Religion, p.9. rr3 Cfr. G. DuruÉzr, Héitage indo-européen, pp . jl-32.

38 39
juntos de imágelgs, y.nos hemos dado cuenta rápidamenre de que esras un desarrollo más <<rizado>> sobre sí mismo, lo que ofrece facilidades
convergencias evidenciaban los dos aspectos del método comparativo: su metodológicas que no tienen las posiciones culturalistas. La preceden-
aspecto estático t14 y su aspecto cinemático, es decir, que las ionstelacio- cia de los imperativos biopsicológicos sobre las intirnaciones sociales
nes se orga nizaban al mismo tiempo en torno a imáge ne s de gestos, de sólo será afumada aquí, por tanto, por sus comodidades metodológi-
e.squemas ttansitivos e igualmente en torno a puntó ¿. .orrá.rsación cas. Más simple , el punto de partida psicológico es asimismo más gene-
simbólicos,-de objetos piiuilegiados donde van a cristalizar los símbolos. ral. Es lo que ha visto perfectamente el etnólogo Lévi-Straussrr* cuando
Es ahí precisamente donde aparece una de las dificultades de la in- constata que la psicologia de cualquier niño constituye un ..fondo uni-
vestigación antropológica . Para exponer los resultados y describir esras versal infinitamente más rico que aque I de que dispon e cada sociedad
constelaciones, uno se ve llevado a utilizar obli gatoriamenre el discur- particularrr. Cada niño uaporta al nacet, y bajo la forma de estructuras
so. Ahora bien, el discurso tiene un hilo, uo vector que va a añadirse a me ntales esb ozadas, la integridad de los medios de que la humanidad
los sentidos de las intuiciones primeras. Metodológicamenre se ve obli- dispone desde toda la eternidad para definir sus re laciones con e I mun-
gado a reintroducir lo que se había preocupado de eliminar ontoló gica- do...r. El medio cultural puede, por tanto, aparecer a lavez como una
mente: a saber, uo sentido progresivo de la descripción, ufl sentido complicación, pero sobre todo como una especificación de ciertos esbo-
que está obligado a escoger un punto de partida bien en el esquema zos psicológicos de la infancia, y el etnólogo encuentra la expresión fe-
psicológico, bien en el objeto cultural. Pero, cuidado: si metodológica- liz cuando califica al niño de usocial polimorfou. Polim orfia e n la que-de
mente uno se ve forzado a comenzar por un comienzo, de hecho esto las coacciones y las ce nsutas culturalel van a se leccio nar las formas
no implica absolutamente que ese comienzo metodológico y lógico sea acción y de pensamiento adecuadas tal o cual género de vida. De
antológicame nte primero. Conse rvaremos, pues, esta firme voluntad donde resulta que desde el punto de ^vista metodológico se puede ha-
de ,,psicoanálisis obietivo,> rrt qr'r. nos prohibirá confundir el hilo de blar de imperativos naturales, mie ntras que nos conte ntamos con el
nuestro discurso o de nuestra descripción con el hilo de la ontogénesis y término uintimación,> para caracte rizar lo socialrr". Aquí, como por lo
de la filogénesis de los símbolos. Y si escoge mos de liberadamenre un demás en otras pattes, la nece sidad es de orde n cronológico y no de or-
punto de partida metodológico upsicologista,>, oo es en modo alguno den ontológico.
par^ sacrific arlo a un psicologismo ontológico. Simple me nte nos ha pa- Es en el dominio psicológico donde va a ser preciso descubrir los
recido más cómodo paftir del psiquismo para descender hacia lo cultu- grandes eies de una clasificación satisfactoria, es decir, c^paz de inte-
ral, siendo esta comodidad más que la usimplicidad, preconizada por grar todas las constelaciones que encontremos e n el camino. Queda por
Descartes. Ante todo nos prece que se trata de una simple comodidad saber en qué sectot de la psicología h^y que buscar estas <metáforas
gramatical: es más ficil ir del sujeto sea un sujeto pensan- axiomáticas,>r20. Bachelard ha tenido la intuición de que estas metáfo-
-¡aunque
te!- a los complementos directos de objeto, luego a los complemenros ras son las indicativas del movimiento. Y vue lve a me nudo sobre esta
indirectos. El cogito reviste un alcance metodológico ejemplar simple- teoría que supera y anula la simple clasificación sustancialista de las
mente porque es un modelo de buen sentido gramatical. El cogito obras que ha consagrado a las imágenes. En L'EAu et /es réues a propó-
el idealismo o incluso el psicologismo que implic a- sólo tiene valor -y sito de E. Poe , en La Tene et /es réueries du repos, Bachelard precisa
real si se considera como método de acción mental y no como modelo que ..los símbolos no deben ser juzgados desde el punto de vista de la
constitutivo de lo real. Es Kant quien completa adecuadamenre a Des- forma. .., sino de su fuerza, y concluye valorizando al máximo la ima-
cartes y no Hegel. El culturalismo que pafte de un pluralismo empíri- gen literaria <.más viva que cualquier diseño>> porque trasciende la for-
co "(', es decir, del compleio, y es siempre más difíbil como método que ma y porque es <(movimiento sin materi L>>121 . Esta forma cinemática de
el psicologismo. El psicologismo e I psicoanálisis, según el propio reconsiderar el esquema clasificador de los símbolos es confirm ada por
Friedmann- tr7 presentan siempre-yun punto de partida más sencillo y numerosos psicólogos . Para algunos r22 la <.constancia de los arquetipos>
rr4 Cfr. G. DuuÉztL,, op, cit,, pp. 36,,41. Contrariamenre a LÉvl-SrnAUSS, (op, cit., no es la de un punto en el espacio imaginario, sino la de una udirec-
p. 3I7), Pensamos que el método comparativo no es exclusivo de los procedimientos
<mecánicos> de una tipología o de una a(uetipología estructural. Desde llego, el descu- rr8 LÉvt-Srnauss,, Sttuctures é/érnentaires de la parenté, pp. 120-122.
brimiento se hace sobre un caso estudiado z fondo, pero la prueba puede ha.erse me- ttq Cfr. Hrusr, op. cit,, p. 5.
diante la convergencia comparativa, cuyo modelo ejemplar cohstituyC el caso privilegia- Lzo BAcu¡r¡,no,, Air et songes, p. 18.
do. Es esta combinación de los dos métodcs, estructural y compararivo, lo que hemos L2L B¡,cH¡raRD, Eaa et réues, p. 16I; Tene et repos, p. 60. Cfr.la, noción de udecora-
querido entender en el término de umicro-comparatrvo)). do mítico> tal como nosotros la utilizamos en nuestro estudio Le décor mytiqae de /a
llt B¡,cg¡r¡,no, Form. esprit scient., p.239. Cbartreuse de Parme.
r16 Cfr. PlncET, Epist., génét,, I, p . Zr. r22 Cfr. B¡,uoouIN, Da l'instinct d l'esprit, p. 197; cfr. pp. 60,,63.
l17 G. FnleoMAN, .,Psychanalyse et sociolegieu, en Diogéne, n. o
Cfr. PRADINE,
14. Traité de psycbol,,11,2, p. 5, y Plnc¡t, Forrnat, du syrnb., p. L97.

40 4t
ades dinámicas> son las ((caregorías todos los dg¡pás.reflejos cuando, por ejemplo, se alza verticalmente el
do Desoiller23 quien parece relacio- cuerpo del niáo. Según Betchereu, estaría vinculada a la sensibilidad
motrices)) con los modos de repre- estática clásicamente localizada en los canales semicirculares. Lue go se
rando incluso que esta cinemática ha mostradorlr que estos reflejos posturales eran comportamientos su-
simbólica es dinámicamente medible , puesto que .ñ lor acos mentales prasegmentarios vinculados al sistema extrapiramidal; por último,
de imaginación de I movimie nto h"y uñ" diferéncia del orden del 1t al gunos de estos reflejos de endere zamiento son refleios óptirnos relacio- "l-
20 por 100 con el metabolismo del reposo mental. Son, pues, esras nados con la integridad de las áreas visuales del córtex. Desde luego,
<imágenes motrices,, lo qrle po-defos tomar como punro de p"rtiáa psi- nuestra intención no es dejar pasar así estas dominantes fisiológicas a.
cológico de una clasificación de los símbolos. quéda por rr'b.r en qué título de dominantes de la representación simbólica, y Piaget r12 tiene
dominio de la motricidad encontraremos esas urietáfoias de baserr, .r", raz6n al pretender que el recién nacido o el niño <(no saca ninguna in-
grandes <<categorías vitales'r2'r de la representación. tuición generalizada, de las actitudes posrurales primordiales, pero el
Es a la reflexología betcheveriana lzs la que tomaremos prestado el psicólogo genético reconoce no obstante que la vgruicalidad^.'y'1a", hqri-
^
principio de nuestra clasificación y la noción á. ug.sros dominanres>>r2(,. son percibid{ pg.t..l-niño ..de forma privile giadarr. Poco nos
Sólo la reflexologia presenta, en nuestra opinióá, una posibilidad Von¡?.lidad
,Ce importa que sea una vefticalidad ufísica,r e intuitiva que se percibe, más
estrndiar este .,sistema funcional, que es el aparato n.ruioro del recién bien que una clara idea de la verticalidad matemitica... Porque es la
nacido y el particular el cerebro, <Jese viejo iñstrumenro adaptado a fi- topolo gia de la verticalidad lo que entra aqui en iuego más que sus ca-
nes bien determinados)) r 27 . La reflexo logia del recién nacidb pone en racterísticas geométricas. Puede decirse que en tal dominante refleja
evidencia, a nuestro parecer,la tra-r se acumulan el analogon afectivo y el analogon cinestésico de la
-étodológica sobre la qüe la ex-
periencia de la vida, los traumatismos fisiológ-icos y psicológicos le
,
adaptación positiva o ne gativa al medio, vie ne ñ a ad'oÍr., ,.rr--otivos
imagenr3l.
La s*e.gunda, dominante aparece todavía con más nitidez: dominante
y especificar el upolimorfismo,, de nu_qrieió-A"Sue en los recién nacidos se manifiesta por los refleios de
"
fancia. Las udominanres reflejasu r"iói6ñi;i;irT'y de orientación correspondiente de li cabeza. Estos re-
escuelar2s debían estudiar de for flejos son provocados bien por estímulos externos, bien por el hambre.
los más primitivos conjunros senso En el perro ya había observado Oukhtomsky I 14 una dominante digesti-
mas de ..acomodaciones> más origi y?, especialmente en el acto de deglución y en el acto de defecación,
según la te oría de Piager r2'), debíá que tie ne por resultado concen tÍar .,las excitaciones procedentes de
tensión en los procesos de asimilaci fuentes leianas y suprimir la capacidad de los demás centros de tespon-
estudiar los refleios primordiales, Betcherev'-rn, zprovechando los traba- der a las excitaciones directasr. Como en el caso exterior, todas las reac-
ios.y la terminologia de Oukhtomsky, descubre áos <dominantesr> en el ciones extrañas al reflejo dominante se encuenffan retardadas o inhibi-
recién nacido humano. das. A estas dos dominantes pueden asociarse re acciones audiovisuales
La primeta es una dominante de oposición> gge.copr"dena o inhibe que Betcherev estudia. Si luego estos órganos sensoriales pueden a su
,?2, por condicionamiento, convertirse e n dominantes, oo es menos
cierto, como observa Kostyleff 'it, que la nutrición y la posición <(son
reacciones innatas de carácter dominante)>. La dominante actúa siempre
con cierto imperialismo, puede ser considerada y^ como un principio
de organización, como una estructura sensorimotriz.
En cuanto a vna tercera dominante natural, no ha sido estudia da a
decir verdad más que en el animal adulto y macho por ]. M. Oufland136
en su artículo: <.IJne dominante naturelle che z la grenouille mále dans

r3L
t. II, pp.43r-43r.
r32
p. 447.
tt3
Cfr. infru., pp . 338 y ss.
134
L3'
r36
u Reflexologaii (Betcherev), pp. 80 y ss. Cfr. Kosry-
LEFF,

42 43
puede decir que numerosos juegos y ejercicios de la infancia presentan
un carácter rítmico, ecolálico o estereotipado, que no sería más que
una prefiguración coreogriftca en cierta forma del ejercicio de la sexua-
lidad. En este sentido , habria un inte resante estudio a hacer sobre el
onanismo infantil, preejercicio directo, según ]ung, de la sexualidad
a la falta de informaciones en este te- pl9nata2. Es más, si adoptapos el análisis freudiano de
)>. Pese .los desplaza-
humano, podemos tecordar, sin embargo, de mientos genéticos de la libido, constatamos gue, er su origeo,-esta rít-
nd el cariéter cíclico e interiormente motivado mrca sexual está vinculada la rítmica de la succión y que h"y una
anastomosis muy posible entre ^ la dominante sexual latente en la infan-
cia y los ritmos digestivos de la succiónrar. Chupar de la teta sería tam-
bién un preejercicio del coito. Veremos que esta relación genética de
fenómenos sensorimotores elementales se encuentra en el nivel de los
grandes símbolos: los símbolos de I üag:miento que tienen a menudo
prolongaciones sexuales .
En cuanto a la relación entre esta motricidad primaria y al parecer
inconsciente y la represe ntación, no plantea más dificultades para la
psicolo gia contempo ránea. Desde L922 , Delmas y Boll t44 habían obser-
vado e I cdrácter normativo , para e I conte nido global de la psique, de
las grandes propiedades biológicas primordiales, tales como la nutri-
ción , la generación y la motilidad, y Pieron escribía en el Nouueau
t1ai1é de Psycltologie t4t que el .,cuepo entero colabo Í^ la constitución
^ en la raiz de
de la imagenu, y-las..rfuerzas constituyentes)>, que él sitúa
la organi zaciín de las representaciones nos parece muy ce rcanas a las
udominantes reflejss)), Piagetra6 pone de manifiesto <(que se puede se -
guir de una forma continua el paso de la asimilación y de la acomoda-
ción sensori mouiz. . . a la asimilación y a la acomodación mental que
caracte rizan los inicios de la representaciónrr, no siendo la representa-
ción especialmente el símbolo- más que una imitación interiori-
zada,-yy no manifestándose los fenómenos de imitación, sino a. partir
del primer mes, sistem iticamente al me nos a paftir del sexto en que la
imitación del cuerpo propio se convierte en regla constante . Por últi-
mo, oo sólo Max t47 ha puesto de relieve la vinculación de la motricidad
de los músculos del lengua je y del pensamiento, sino que \Tyczoikows-
ki.t48 y |akobson t¿q hal mostrado, mediante métodos mecánicos o eléc-
tricos, que una motricidad periférica extendida a numerosos sistemas
musculares estaba en estrecha relación con la representación. Sin pre-

r42 Cfr. JuNc, Libido, p. 137.


t41 Cfr. asimismo el artículo de P. Grnuam, oMusique et psychandyseu, en Rea.
froog, de psycbanalyse, 1928.
t44 Cfr. Dnuas y Borr,, La personnalité lturnaine, p. 81.
L)7 B¡cH¡n¡v, Genera/ Principles, pp. 118, 119. r4t Duu.as, Noua. Traité de Psyc/tol., ll, p. 38.
138 Moncax , op. cit.,lI, pp. tr3, t60. Cfr. EsrrnuRRCK, History of Human Maria- t46 PI¡,GET, Format. syn., p. L77.
ge, I, cap . 2, y Hav¡rocr Eus, Sexual Periodicity, l. t47 Cfr. MAx, <,An experimental Study of the Motor Theory of Conciousness>, en
r3e Op, cit,, pp . 562, t6i. .lour, corn, psyclt,, 1935, pp. 409-486. Cfr. asimismo la noción de oreflejo semántico> en
tao Qf¡. op. cit,, pp . i66-570. A. KonzvBSKI, Science and Sanity, pp. 19,54-18.
r41 Cfr. GRoos, r48 Cfr. \üvczorKo\ísKl, art. en Psych, Reu., o.o 20,p.448.
.leux des anirnat¿x, pp. 30r-31i'. Cfr. GRI¡,ur¡ , ./eux dogons, pp. t49 Cfr.JaxoBsoN , ?ft.en Americ.Joarn. psycb., o.J 44,p. 677.
r23, r4g, 2r2.

44 4,
tender mediar entre los partidarios de una teorla puramente central y del suieto y su medio don de arraig?n de una forma tan imperativa las
los de una teoria ampliamente periférica del mecanismo de la simboli- grandes imágenes en la represe.tt"iiótr y las lastra con suerre suficiente
zación, adoptemos como hipótesis de trabajo que existe una estrecha para perperuarlas.
concomitancia enffe los gestos del cuerpo, los centros nerviosos y las re- En esta investi gación cultural nos inspiraremos frecuenreme nre e n
presentaciones simbólicas. los hermosos. trabaios de Leroi-Gourhan'5', oo sólo po.q,r. nuesrra
bús-
En resumen, podemos decir que admitimos las ffes dominantes re- quei? coincide con algurnas grandes clasifica.iones teinolóIi."rl ,ino
fleias, .,eslabones intermedios entte los reflejos simples y los reflejos también p.ofguq el tecnólogg
fu dado a su estudio un car áctér pruden-
asociados), como matrices sensorimotrices rt0 en las que las reptesenta- temente ahistórico: la historia de las representaciones simbólicas, .o-o
ciones van a integrarse de forma natu ral, con may_or motivo si algunos la de las herramientas, es demasiado-fágmentaria p^i^ que pueda
ser-
esquemas perceptivos vlenen a enmarcaf y asimilarse a los esquemas virse uno de ella sin cierta temeridad. trí"r, <(aunqúe el documenro
es-
mototes primitivos, si las dominant€s posrural.es, de. tragumie nto o rit- ?pa con frecuencia a la historia, no puede escapa i a laclasificación,,r:i.
mlcos se encuentran en concordancia con los datos de ciertas experien- Por otro lado, así como Leori-Gourhan equilibü los materiales técnicos
cias pe rceptivas. A este nivel, los grandes símbolos van a formatse me- mediante ..fue rzas>>, así nosotros hemos dé equilibrar los objeto,
,i-bO-
licos
diante una doble motivación que va a darle ese aspecto imperativo de Pol la oscura motivación de los movimi..rto, dominrÁt., que he-
sobredeterminación tan característico . mos definido. No obstante, y contrariamente a ciertas necesidades
de
la teoría tecnoló gica, agyí_no concederemos jamás una prelaci óD la
materia sobre la fuer za
.'i4. Porque nada es más maleable que una mate-
"
INTIUNCIONES ANTROPOLÓGICAS, PLAN Y VoCABULARIo ri.a.imaginada cuando las fue rias reflexológicas y las p,rtriones tenden-
ciales siguen siendo más o menos consranres. Léroi-dourh p^]i.,-..,
En el entorno tecnológico humano es donde vamos a buscar un efecto, de una clasificación material muy próxim q;. ^n
hemos criti-
I
acuerdo entre los reflejos dominantes y su prolongación o confirmación ^l^esbozo de clasifi-
cado en Bachelard'tt. Se puede incluso'.rr.o.rtrar^ un
cultural. En términos pavlovianos, cabría decir que el entorno humano cación elemental en el tecnólogo: al ser
es el primer condicionamiento de las dominantes sensorimotrices, o en tierra, marerial de percusiones, lügar de ges
términos piagetianos que el medio humano es el lugar de la proyección tar , model an>>, ser la segund a la áel fue-go
^y
de los esquemas de imitación. Si como Lévi-Straussltr quiere, lo que lentar, cocer, fundir, secár, deformaf , la íer
corresponde a la n^tvraleza y tiene por criterios la universalidad y la es- con las técnicas del desleimienro, de la fuente
pontaneidad, está separado de lo que pertenece ala cultura, dominio último, el cuafto elemento es el aire q".;;;;
de la.pafticularidad, de la relatividad y de la coacción, no es menos ne- pronto el tecnglogort7 enuncia una gr^i ley que corrige el materialismo
cesario que haya un acuerdo entre la naturalezay la cultura, so pena de rígido qug deiaba presentir esta clalifica.ibn elemenül: uSi la materia
ver al contenido cultura no ser uiuido iamás.La culrura válida, es decir, manda inflexiblemente sobre la técnica, dos materiales tomados
de dos
aquella que motiva la reflexión y la ensoñación humana, es por tanto cuerpos diferent:s, pero con las mismas^propiedades físicas
generales,
la que, mediante una espjcie de finalidad, provoca el proyecto tendrán inevitablemente la misma manufáctu'ra. r> Esto es reconocer que
-natural
proporc.ionado_por-lo: refleior do1ninantes que ocupan.el papel de tu- la materia es actu^d? por detrás de los caraceres conceptual., q,r.;&-
tor instintivo. Desde luego los reflejos humanos, que pierden como los la la clasificación aristbtéüca, es confesa r la import ancia del gesio.
grandes simios ((esa nitidez y esa precisiónr> que se encuentra en la ma- el cobr e y Ja coÍtez^ tienen por instrumenro co nún de manüfr.t ura la
Í ,i
yoria de los mam'tferos, son capaces de un condicionamiento cultural mauiz y el percutor, si el hilo de cáñamo, de rota o de hierro se rrara
amplísimo y variadísimo. No es menos cierto que este condicionamien- por.procedimientos idénticos es, al parecer, porque la inici ativa
técniia
to debe estar orientado, al menos en líneas generales, por la finalidad vuelve al gesto, gesto que no se pt.ó..rpa de las lategorías de un mare-
misma del reflejo dominante, so pena de provocaÍ una, crisis neurótica
de inadaptación. Por tanto, se exige un minimurn de conveniencia en- rr2 cfr. L¡nor-GounHAN, L'Homme et la matiére y Miliea et tecbnique.
tre la dominante reflej a y el entorno cultural. Lejos de ser una censura rr3 L'Hornme et la rnatiére, p. 18. Cf¡. LÉvl-Srniuss, Ántbropo,l.'itract., pp.
240..
y un rechazo los que motivan la imagen y dan su vigo r al símbolo, px- 271.
rt4 Cfr. EserN,ts, Les oigines de la tec/tno/ogir,
rece por el contrario que es en un acuerdo enffe las pulsiones refleias pp. L3, 14.
::l C\. supra, pp. 30 y ss.
r'6
?p. cit,, p, 18. LÉvr-Srn^uss, habla con mucha razón de
Cfr. Lrnot-GóunnrrÑ,
r10 p¡¡6rr habla de qmatrices de asimilaciónr, Forrn. symb. cbez enfant, p. L77. uinestabilidad lógica de un objéto
Itr Cfr. LÉvl-Srnauss, op. cit., pp. 8, 9, 10. tJ7 L'Hornme et Ia matiére, pp.-"nirf".turadon, ,i;.-Io pensáe ioorigr, p. tgg.
16l y ss.

46 47
rialismo compleramenre intelectual fundado sobre afinidades aparen- mienta t6t, diremos que cada gesto apela a la vez a Ltna materi a y a una
res. Los obieios no son finalmente, como anota el tecnólogo "tt más técnica, suscita un material imaginario,y si no una herramienta, al me-
que complejos de tendencias, redes de gestos. Una vasiia no es más g.te nos un utensilio. Así es como el primer gesto , la dominante postural,
la mat erialtzación de la te nde ncia gene ral a conte net los fluidos, sobre exige materias luminosas, visuales y técnicas de separación, de purifica-
la que vienen a converger las tend?ncias secundarias del modelado de ción, cuyos frecuentes símbolos son las armas, las flechas, las espadas.
la aicilla o de I corte de-la made ra o de la cortez^: .,Se tiene algo así co- El segundo gg:lo,-vinculado al descenso digestivo, apela a las materias
mo una red de tendencias secundarias que cubren numerosos obietos al de la profundidad: el agv o !^ tierra cavernosa suscitan los utensilios
parricularizar las tendencias generales.,, Por eiemplo, llt tendencias a continentes, las copas y los cofres, e inclina a las ensoñaciones técnicas
<(contener)>, a ..flotarrr, a ..cubrirr, 1 articulatizadas por las técnicas del de la bebida o del alime nto. Por último, los gestos rítmicos, cuyo mo-
rraramiento de la cortez^ dan el vaso , la barca o el techo. Si este vaso delo natural realizado es la sexualidad, se proyectan sobre los ritmos es-
de cort ez^ esrá cosido, implica inme diatamente otra separación posible tacionales y su coft:jo astral anexionándose todos los sustitutos técnicos
de tendencias: coser para contener da el vaso de corteza, mientras que del ciclo: tanto la rueda como e I torno, tanto la mante quera como el en-
coser p^fa vestir da ei vestido de pieles, coser para a\giar,.la casa de ta- cendedor, sobredeterminan cualquier frotamiento tecnológico median-
blas cosidas'1". Esta udoble entrada)> que proponen los obietos concre- te e I ritmo sexual en última instancia. Nuestra clasificación tripartita
ros oro rga,,por ranro, una gran libertad a la interpretación.tecnológica concue rda, por tanto, entre otras, con una clasificación tecnoló gica que
de los,rt.nrilios. Este carácter de polivalencia de interpretación se acen- discierne los útiles percutientes y contundentes por un lado, y los con-
tuará más en las tras Los objetos simbólicos, más tinentes y recipientes vinculados las técnicas de la excavación por
aún que los utensil sino que constituye.n redes ^
otro; por último, las grandes prolongaciones técnicas de esa herramien-
dondé varias domin e en el árbol: por eiemplo, ta tan valiosa que es la rueda: tanto los medios de transporte como las
puede ser, como veremo5 rrr0, símbolo a la vez del ciclo estacional, y industrias del textil o del fuego.
iambién de la ascensión vertical; la serpie nte está sobre determinada Asimismo, a ese entotno tecnológico inmediato se puede re inte grar
por el rragamiento, el ouroboros, y los temas resurreccionales de la re- lo que Piaget trri ll2¡¡a los <(esquemas afectivosr> y que no son nada más
novación,-del renacimiento: el oro es a la vez color celeste y solar, pero que las relaciones, caras a los psicoanalistas, del individuo y de su me-
también quintaese ncia oculta, te soro de la ietirnidad. Mucho más: dio humano primordial. Como una especie de herramie nta, en efecto,
constataremos que el obieto simból es como aparecen el padre y la madre en el universo infantil, oo sólo
sione s de se ntido, o al menos a r como herramientas con una tonalidad afectiva propia según su función
procesos de doble negación: co psicofisiológica, sino también herramientas rodeadas a, su vez de un
do., la barca-cofre que e ncie rra cortejo de utensilios secundarios: en todas las culturas, el niño pasa n -
duras que se convierte en maestro atador, etc Bta compleiidt_d básica, turalmente del seno materno a los diferentes recipientes que durante el
esra complicación del objeto simbólico, justifica nuestro método que es destete sirven de sustitutos del seno. Asimismo, si el padre aparece la
partir de los grandes gestos reflexológicos para desembrollar las redes y mayoria de las veces como obstáculo ac.aparador de la herramienta
ios nudot quá constitry.n las fijaciones y las proyecciones sobre los ob- nutricia que es la madre, es venerado al mismo tiempo como una mani-
i""i*'i:;'?;:X.'JT:JJ;:;;. nos vienen dados por ra renexo togia
festación envidiada del poder, cuyos atributos son las armas, los instru-
mentos de caza y de pesca. Nos encontramos, pues, con que es econó-
desarrollan y- orientañ la representación simbólica hacia materias de mico integrar las motivaciones del medio familiar en las motivaciones
predilección que no tie nen más que leiana relación con una clasifica- tecnológicas. Piaget ha tenido cuidado de subrayar, por otra parte, eue
iiO.t ya demaiiado racionalizada en cuatto o cinco elementol. Y según estos <(esquemas afectivos> se salían de la demarcación de simples es-
la eclación que establece Leroi-Gourhan: Fuerza + materia -- herra- quemas personales y constituian ya especies de categor'!as cognitivas.
uEs evidente el psicólogo-tuo qr'r. el inconsciente afectivo, es
-escribe
decir, el aspecto afectivo de la actividad de los esquemas asimiladores,
rt8 Op.cit.,p.3lo. ,
tte Cfr. op. cit., pp. 340 y ss. nada tiene de privilegiado desde el punto de vista inconsciente: sólo el
160 Cfr. infra, pp.
-J2-l v ss. halo místico que rode a la intimidad de la person a ha podido engañar a
16l LÉvr-Srnnu'sd ha insistido en el carácter no sustantivo y uepitético, de los grandes
axiomas de clasificación del pensamiento ..sa , PP: 76-79), Pero nos
parece que va demasiado leJos en su prude uando es-cribe.que uel 162 f¡¡gl-GounH lN, op. cit,, pp. 33r, 332.
^principió
de una clasificación no se postula s los cualificativos son 163 Cfr. op. cit., pp. 8g,9j, 100. Cfr. Pl.rc¡r , Fornz. symb., p. 222.
priori clasificables. 164 Pl.ac¡t, op. cit,, p. 223.
a

48 49
los psicólogos a este respecto., Sin ir hasta esa toma de posición contra guerrer?, es Ia segunda dominante reflexológica la que integra la ter-
el psicoanálisis y sus motivaciones personalistas, reconocemos sin em-
{
cera función nurricia que establec
bargo que los personajes parentales se deian clasificar singularmente en tición sociológica y simbólica caÍ
los dos primeros grupos de símbolos definidos por los refleios posrura- cerca de las biparticiones habitual
les y digestivos. El enderezamiento, el equilibrio posrural irá acompa-
ñado la mayoria de las veces de un simbolismo del padre con todos los
armónicos , tanto edípicos como adlerianos, Que puede compo rtaÍ , últimas dominanres refleias. Co-
mientras que la mujer y la madre se verin anexionar por el simbolismo no es nada contradictoria con la
digestivo con sus armónicas hedonísticas. Sea como fuere , la clasifica- interpreración funcionalr>. Tampo-
ción que nosotros proponemos tiene el privilegio de inte gra;r, junto a la
tecnolo g1a, la clasificación sexual y parental que los psicoanalistas dan I como la concibe Piganiolrr,s, per-
la mayori^ de las veces a los símboioi. mit a del dominio del rí-botismo in-
Todavía aparece una notable concordancia entre las tres catego Í'tas doe . . o constatado por .t trirroriador en las
simbólicas definidas por la reflexología y las tripartición y bipartición costumbres y los hábitos romanos, ^ de la historia
.le ."-
funcionales tal como las consideran Piganiol y Dumézil. Es preciso en- si todos los pueblos se abre con el Abel y del labrador
tendernos bien, porque podrían acusarnos de extrapolar considerable- caín,>r('e. plir princiiio en rór .li-
me nte conclusiones sociológicas que no se aplican, eo esos dos autores, nos, en e enr . Tnbaios tan diver-
más que a los indoeuropeos o incluso nadamis que a los romanos, pero sos como iganiol resaltan siempre esra funda-
si las ües funciones dumézilianas o las dos estradficaciones funcio na- mental b Przyluski ., ya lo hemós observado 17 r

les de la Roma antigua, según Piganiol, no se encuentran netamente s5 lp ingenia pa? encontrar un_ paso Lvolutiío de un término al otro
en offas culturas, es simplemente porque sociológicamente están más de iustificar.a.si la. supremacia d¿ Abel sobre por
i
Cain último, .o-o
depejadas. ¿No reconoce explícitamente Dumezilt6' que es potque laS veremos, la bipartición y I? tripa-rtición coinciden con la repartición
del
civilizaciones indoeuropeas han sabido discernir y reforzx la triparti- espacio sagrado tal como Sousielle la ha descubierro enrre los
ción funcional, por lo que han alcanzado una supremacia y un incoYn- mexicanosrT2: aspecto polémico y guerrero de las divinidades del -riI"ot
Ntrte
parable equilibrio sociológico? ¿No puede concebirse que el triunfo y del.Sur; aspecto vencedor del sol"naciente, del ¡it.; rtf..ro misterio-
temporal de las civilizaciones indoeuropeas, y de Occidente en particu- so e involutivo del Oeste; p-ol ú or y sintético del
lar, sea debida en gran parte ala adecuación armoniosa, eo los grandes Centro del espacio , abarcan bien los reflejos ¿oini_
períodos de la historia, enffe las funciones sociales y los imperativos nantes: polémica y sarsarz son, e tural, iávol".iOn
biopsicológicos? La diferenciación de las funciones y luego, en el seno tiva;. por último, el Cenrro pa-
de esas funciones mismas, la discrimin ación de poderes bien definidos, quilibrio de los contrarios.
como, por eiemplo, el ejecutivo, el legislativo y el judicial en el seno establecer el principio de nuesrro
de la función real, ¿no serían la señal de un acuerdo óptimo entre las notables convergencias de la refle-
aspiraciones biopsicológicas y las intimaciones sociales ? Si nos permiti- xologia, d.e la. tecn ologra y de la sociolo gia, se funáari a la vez sobre
mos extrapolar la tripartición dumez iliana, es porque nos parece que una amplia biparticióñ entre dos,, Regírien¿s del simbolismo-,- .f - l"o
converge en numerosos puntos con la repartición psicotecnológica que diumo, ef orro nocturao, y sobre h lripardción reflexofOgl.r. H;;;,
hemos tomado como base de uabaio. Es más, esta converge ncia nos optadci por biparti.iéí de esta clasific ación empírica de las conver-
permitirá dar cuenta de ciertas relaciones entre ritos y símbolos de las "tt1
qengia¡ arquetípicas por dos razones: en primer lugar, como acabamos
diferentes funciones, relaciones que han permanecido misteriosas e de indicar, porque este doble plan a la ie biparti"to y tripartito 1.ro .,
inexplicads en Du mézilt66.
Hay que señalar, sin embargo, que la tripartición reflexológica no 167 Op. cit., p. lgl.
recubre término I término la tripartición duméz iliana: el primer grupo 168 Cfr. PlcANIoL, o.p. ci(.,p.93. Cfr. e_n Ar,uN, en préliminaires, pp.g6y ss., 100
de dominante postural subsume, como veremos, las dos primeras fun- y ss' , 132 y ss., una división bastante parecida enrre las <religi;.;
á;-í^'i^,wi^tl*"'y-i^
ciones sociológicas que son la reale za baio sus dos formas y la función <religiones de la ciudadr.
169 Plc¡,r.¡loL, op. cit.,
p. 3Lg,
t7o Qf¡. op, cit., pp.
r6t G. DuuÉ2l1, Indo_Europ., pp. 40-47.
liz-lz¿.
r7t Cfr. saplrt, p. j2.
t66 f,f¡. op , cit, , p . 3r9 . t72 cfr. SousrtrrF, op. c '., pp . 67 y s.; cfr. infra, p. 3g4.

t0 tt
contradictorio y abarca admirabl En efecto, nume rosos autores han observado con razón la extrema-
tropológicas a las que han llega da confusión que reina e n la riquísima teminologia de lo imaginario:
como Dumé zil, Leroi-Gourhan, signos , imágenes, símbolos, alegorías, arquetipos , slténzas, esquemas,
ilustraciones, reptesentaciones esquem íticas, diagramas y sinepsias son
términos empleados indiferentemente por los analistas de lo imagina-
rio. Tanto Sartre como Dumas o Iung'71 consagran muchas páginas a
precisat su vocabulario. Es lo que nosotros vamos a inte ntar por nuestra
parte , ayudados en ello por e I esbozo de clasificación y de metod ologia
que acabamos de establecer. Sólo nos quedaremos con el rninimurn es-
tricto de términos aptos para esclarecer los análisis que vamos a em-
n Occidente pre nde r.
bie n, es tradicional e

cansa sobre los datos mismos de la Ante todo, dejaremos de lado todo lo que no tiene que ver más
que con la pura semiologia. Cuando utilicemos la palabra usigno>, oo
será sino en un sentido muy general y sin querer darle su sentido preci-
so.de algoritmo arbitrario, d;señal contingent. de un significado. Asi-
nante postura!, por.¡us jpPli mlsmo, oo utlhzaremos el término..emblemarr, que en el fondo no es
bién por sus' imPlicaclones más que un signo, y aunque Dumas r71 admite que los emblemas pue-
Diumo, concierne la dom den Llegai ala vida simbólica, nosotros negaremos este punto de vista y
^ mostratemos, pot ejemplo, que el emblema crístico no se transforma
en símbolo de la cruz, sino que se produce lo inverso. Deiaremos asi-
mismo de lado la alegoria, <<símbolo enfriador, como observa Hegelttt,
ticios y digestivos, la sociología se mántica desech ada en semiol ogia y que sólo tiene un valor de signo

las técnicas del ciclo, del calen- conve ncional y académico.


textil, los símbolos naturales o Por e I contrario, he mos adoptado el término genérico de uschéme>>
s dramas asttobiológicos. [<esquemauJ que hemos tomado prestado de Sartñ, Burloud y Revault
Estas dos partes d,e análisis en que h.emos agrupa4g., ttgún el méto- d'Allonnes, que lo han recibido de la terminologia kantian^t76. El es-
do de .orru.ti.r.i", las grandes cónstelaciones simbólicas, constituyen quema es una generalización dinámica y afectiva de la imagen, -c..gnsti-
to, Jo, prim a-baio y se rán seguidos por.un terce - luye la factividad y la no sustantividad general de lo imaginario. El e5-
ro en el que filosóficamente la motivación gene- quema está emparentado con lo que Piaget, siguiendo a Silberert77
ral de I simb ahl habremos de - d'.no-ina el usímbolo funcional, y .on lo fiue naihelardrT8 llama usím]
ontoló gica, tanto b-olo motor>. Ei ha.e la unión, no ya como quería Kant, entre li iÁa-
será lícito consta- ge n y e I concepto, sino entre los gestos inconscie ntes de la se nsorimo-
uestra investigación, cuál es la con- tricidad, entre las dominantes reflejas y las representaciones. Son esros
esquemas los que forman el esqueleto dinámico, el cañamazo funcio-
nal de la imaginación . La diferencia que existe entre los gestos reflexo-
lógicos que hemos descrito y los esquemas es que estos últimos no son
desarrollo de este estudio sólo ha si
una concepción simbólica de la
ción que postula el semantismo
que , agruPando Positivame nte las
ello sus se tttidos múltiples, lo que
rr.
sentido supremo de la función sim-
o sobre la metafísica de la imagina-
estudio, nos que da sin e mbargo dar,
el
a la 1uz de lo que acabamos de establecer, alguñas precisiones sobre
vocabulario que Pensamos emplear,

t2 t3
solamente engramas teóricos, sino trayectos encarnados en representa- tema de razones lleve en sí sus propios fantasmas. Como dice Iung, <las
ciones concreás precisas; de este modo, al gesto postural corresPonden imágenes que sirven de base a las teorías cient-rficas se mantienen en los
dos esq.uemas: el de la vert icalización ascendente y el de la división mismos l-rmites... (que aquellas que inspiran cuentos y leyendas)rrttt.
tanto visual como manual; al gqsto del tt?gam es- Subrayaremos por nuestra parte la importancia esencial de los arqueti-
guéry d_gl desgns? y del acuriücamiento en la pos qu.e constitlyen- el pun¡g d: unión entre lo imaginario y los proce-
frase de Sartte r7e, el esquema aparece como el los sos racronrales. Baudouin rsrr [¿ insistido sobre esta relación, demostran-
textos y las pulsiones inconscientes. do que habla. do: conexiones posibles entte l"l imágenes y l.og pensa-
Los gestos diferenciados en es mientos: una horizontal, eue agrupa varias imágenes en una idea; otÍa
con el entorno natural y social, vertical, en la que una imagen suscita varias ideas. Según Baudouin r87
como Iung los ha definido r8o. Los a el concepto estaría constituido por una especie de inducción arquetípi-
caciones de los esquernas. Iung t ca.. No obstante, el lenguaje de este psicoanalista está mal fijado, con-
Burckhardt y de heiho el sinónimo de uimagen primordialu, de <<engÍa' fundiendo menudo arquetipos y esquemas o arquetipos y simples
símbolos. Por^ offa parte, contrariamente a sus afumaciones, h^y una
ma>, de <imagen original,r, de <prototipo>ttt. Iung4 pu-esto perfecta-
menre en evid-encia él caúcrer de trayecto antropológico de los arqueti- gran estabilidad de arquetipos. Así es como a los esquemas de la ascen-
pos cuando escribe : <rLa imagen primordiql debe estar en relación irre- sión corresponden inmutablemente los arquetipos de la cima, del jefe,
iutablemenre con ciertos procesos perceptibles de la naturaleza que se de la luminaria, mientras que los esquemas diairéticos se sustandfican
producen sin cesar y son siempre activos,. pero por gqa pafte es astmls- en constantes arquetípicos , tales como la espada, el ritual bautismal,
etcétera; él esquema del descenso dari el arquetipo de lo hueco, de la
-o indudable qu. s. refiere támbién a ciertas condiciones interiores de
noche, del uGuilliver)>, etc., y el esquema del acurrucamiento provoca-
la vida del espíritu y de la vida en general...)> Este arquetipo,-interme-
dio enrre los ésquemas subietivos y-las imágenes proporcionadas por el
enrorno percepttvo sería, <para hablar el leng.uaie de Kant, como el
nóumeno de ia imagen qu¿ la intuición percibe...>>r82. Desde luego,
Iung insiste sobre todo en-el caricter colectivo e innato de las imágenes
prirñordiales, pero sin entrat en esta metafisica de los orígenes y sin ad- no se ve qué otta significación imagin aria podría dársele, mienffas que
irerirnos a la cieencia en usedimentos mnésicos> acumulados en el curso la serpiente no es más que el símbolo del ciclo, símbolo muy polivalen-
de la filogénesis, podemos hacer nuestra una observación capital del te como vefemos.
psicoanalista que ve en estos sus Es que , eo efecto, /os arquetipos se uincu/an a irnágenes rnay dife-
renciadas por /as culturas y en /as, qae ann a irnbricarse
tipos del estadio prelim iner , la .aarios esque-
primar la imagen ., la idea no sería rnas. Uno se e ncuentta entonces en presencia del símbolo en sentido
del arquetipo imaginaúo, eD un estricto, símbolos que reviste n tanta más import ancia cuanto que son
dado. Lo que explica a la vez que ricos en sentidos diferentes. Es, como ha visto Sartr€ttt, una forma in-
racional, está mucho más some tid ferior por ser singular del esquema. Singularidad que se resuelve lama-
ción racional que influyen fuertem yoria de las veces en la de un uobieto sensiblerr, una <.ilustración> con-
le procura expresiones conformes creta tanto del arquetipo como del esquema teq. Mientras que el arqueri-
estaría dado, pot tanto, ante rent Po está en la vía de la idea y de la sustantificación, el s-rmbolo está sim-
representativo, r.r motivo arquetípico; el lo qug explica asimismo que plemente e n la v'ta del sustantivo, del hombre, e incluso a veces del
el^racionalismo y los pasos pragmáticos de las ciencias iamás se liberen nombre propio: para un griego, el s'rmbolo de la Belleza es el Dor-foro
complemmente del halo imagiñario, y que todo racionalismo, todo sis- de Policleto. De este compromiso concreto, de este acercamiento se-
miológico, el símbolo hereda una fragilidad exttema. Mienffas que el
179 StRtRE, op. cit., p. L37.
r80 Cfr. JuNc, Types psycb,, PP. 387, 454 y ss. Pare nosoffos, por el contrario, los te)
grandes sustantivos no son más que_ secundarios en relación a los esquemas nverbalesn. JUNG, op.cit,, pp. 310-311.
186 Cfr. B,ruooulN, Da l'instinct d l'esprit, p. 191.
Ófr. C. DunaND, Les Trois niaeaux de formation da Symbolisme, r87 Cfr. op, cit,, pp. 197,200.
t8l JUNG, op. cit., p. 310.
r82 Op. cit., p . 41 I . r88 Cfr. San"rr&., op. cit,, p. L44.
I$ Op. cit., p. 416. r89 Cfr. DuMAs, Traité, IV, p. 261. Cfr. noción de nsinternaD, en R. [rrr.¡g, De la
r84 Op, cit,, p.450 neture des symbo/es, pp. 17 , 38.

t4 5'
7-_
esquema ascensional y el arquetipo <iel cielo permanecen inmutables, detención, una cierta fidelidad, un cierto estatismo ret. La€stntclu.{a,
el simbolo que los desmarca s,e transforma de escala en flecha volante , por el contrario, implica cierto dinamismo transformador. Lo sustanii-
en avión supersónico o en campeón de saltoreO. Puede decirse incluso vo de estructura, unido a epítetos de sufijos tomados en préstamo a la
que al perdér su polivalencia, al despoiarse de ella, el símbolo tiende a etimologia de la palabra .,forma.>> y que , afalta de otra cosa meior, uti-
deve nii e n simple signo, tiende a emigrar de I semantismo al semiolo- lizaremos metafóricamente,,g.ignifi
gismo: el arquetipo de la rueda da el simbolismo de la cryl qye, a su mer--lg- gaL,, qu.e esta.g- gfotrnas>-son
vez, se convierte en simple signo de la. cruz tal como es utilízado en la p
suma o en la multiplicación, simple sigla o simple algoritmo perdido s>>
,cl
entre los signos arbitrarios de los alfabetos.
En la piolongación de los esquemas, de los arquetipos y de los sim- transformables, para modificar el campo imaginario. En sggu-ndoJu-
ples símbolos pue de rete nerse el mito. No tomatemos este término en g4{-r-por acerc?rnos en este punto más a Radcliffe-Brown que a. Lévi-
ia acepción reitringida que le dan los etnólogos, que no hace n de él Straussre6, estos umodelosrr. no son-cuaq.gi-tativos, sino.:t{$qfnáticos; las
más q.r. el envés represehtativo de un acto ritual rer. Nosotros entende- estructuras tanto como los síntomas médiiós son'mtidéiói qü3 p.t-it.r,
remos por qito un 11st9m1 dinámico de símbolos, de-arquetipo-E y-d9. el diagnóstico tanto como la terapéutica. Su aspecto matemitico es se-
esquemas,'sistema dinámico que, bajo el impulso de un esqu€-ma,- cundario en relación a su agrupación en síndromes, por eso-es^t-ai- es-
tiende a componerse e n re lato. El mito es ya un esbozo de raci onaliza- tructuras se".d.eac""tlb.Sn ggmo modelos etiológicgs más que forryu-larse al-
ción, puesto que utiliza e I hilo de I discurso, en e I que los símbolos se Estas
gebraicamente-.- e estructuras vecinas definen lo
resuelven en palabras y los arquetipos en ideas. El mito explicita un es- que nosotros llamare n de lg imaginario.' Volueremos
quema o un grupo de esquemas. Así como el arquetipo promovía la más adelante sobre e litativa de las estructuras semán-
idea y e I símbolo e ngend raba el nombre , puede decirse que el mito ticasreT. Por ahora, contentémonos con definir una estructura como una
"",. promueve la doctrina religiosa, el sistema filosófico, como bien ha visto foqm4 transformable , que juega el papel de protdóóio -otivador p^ra
Bréhie r te2, el relato histórico y legendario. Es lo que ense ña de forma toda una agrupación de imágenes y susceptible a su vezde agrupación
notable la obra de Platón en la que el pensamiento racional parece en una esu,rrctuta .más general- que nosottos. llamareme! !égimen,
constantemente despertarse de un sueño mítico y en ocasiones lamen- Al no ser estos regímenes agrupacionales rígidas de formas inmuta-
' tarlo. Ade más, constataremos que la organi zaciln dinámica del mito bles, nos plantearemos por último la cuestión de saber si están a su vez
corresponde a menudo a la organizaci1n estática que hemos denomina- motivados por el coniunto de rasgos caracterológicos o tipológicos del
do <(constelación de imágenes>>. El método de convergencia pone en individuo, o incluso cuál es la relación que une sus transformaciones a
, evidencia el mismo isomorfismo e n la constelación y en el mito. las presiones históricas y sociales. Una vez reconocida su relativa auto-
\ Por último, este isomorfismo de los esquemas, ¿. los arquetipos y nomía porque todo tiene un límite relativo en la compleii-
, h. los símbolos en el seno de los sistemar'-íti.ot o de consielacio.t.i dad de -relativa
las ciencias del hombre-, nos quedará por esbozar, fundándo-
,. ,bstáticas nos llevari a cons tatar la existencia de ciertos protocolos nor- nos en la realidad arquetípica de estos regímenes y de sus estructuras,
imativos de las representaciones imaginarias, bien definidas y relativa- una filosofía de lo imaginario que se interrogue sobre la forma común
imente estables, agrupadas en torno a esquemas originales y que noso- que integra estos regímenes heterogéneos y sobre la significación fun-
t'
ffos de nominaremos estructuras. Desde luego, este último es muy am- cional de esta forma de la irnaginación y del coniunto de las estructuras
biguo y flotante en la lengua francesate). No obstante, pensamos con y de los regímenes que subsume.
'' Lévi-strauss que, a condición de ser precisado, puede añadir a la no-
1,, ción de uforma> concebida bien como residuo empírico de primera ins-
,rn rancia, bien como abstracción semiol1gica y estereotipadate{ que resul-
ta de un proceso inductivo. La forma se define como una especie de
r95 Cfr. E. Sounl¡,u , Pensée uiaante et perfection
t9o Qf¡. BnuoourN, op. cit., p. 200. forme/le, p. 27 3. <<Mante ner esta for-
me a todo riesgo, a todo azaÍ, es en adelante el acto fundamental de esta vida: su norn-
Igrcfr. VnN o¡n l¡ruu/, Hornrne primitif et religion, p. L20, y G't-rsooup, op. cit., bre es también Fidelidad...u Sobre la diferencia entre estructura y función, cfr. B¡RGSoN,
p. 24. Cfr. infra, pp. 317 y ss. Les deuxsources, pp. 111y 112; Lncnorj,, Fonction de l'Irnagination, pp. 11,12.
rez cfr 196 Cfr. R¡,ocurr¡-Bno\vN, On Social Structure, pp. 4, 6, 10; cfr. LÉvl-SrnAUSS,
rgt por rma inruitiva> y <principio op. cit. , p. 33)
.

organizado . L8, 24. re7 Cfr. infra, p. 341 .


Le4 cfr

,6 t7
LIBRO PRIMERO

EL REGIMEN DIURNO DE LA IMAGEN


, Semánticamente hablando, puede decirse que no hay luz sin tinie-
blas mientras gue.lo contrario no es cierto: la noche tiene una existen-
rca
, i:
,^ , de la imagen se define,

ffffii','lÍlll'x; fl';
abordado el estudio profundo de los poetas de la luz. Con Baudouin'
ya habíamos observado la doble polarización de las imágenes hugolia-
nas en torn o a la antítesis"lür:tinieb'lás':""ÁSiiti'isrño, Rougémorit 2 se las
ingeni x p^ra encontrar el dualismo' de las metáforas de la noche y del
día entre los trovadores, los poetas místicos del sufismo, la novela bre-
tona de la que Tristan et Iso/de es una ilustración y, por último, en la
poesía mística de San Juan de la Cruz. Según Rougemont, este dualis-
mo de inspiración cátara estructuraría toda la literatura de Occidente,
irremediablemente platónica. Asimismo, Guiraud 3 pone de manifiesto
de forma excelente la importancia de las dos palabras-clave más fre-
cuentes en Yaléry: <(puro>> y <.sombrarr, que constituyen <<el sustentador
de la decoración poética>. Semánticamente estos dos términos <(se opo-
ne n y forman los. dos polos dgl universo valéryano:
. -se
r y no s_e r. . .
ausencta y presencia... orden y desorden.r> Y Guiraud observa esa fuer-
za de polarización que poseen estas imáge nes axiomáticas: en torno de
la palabra upuro> gravitan .,cielor>, <(oro)>, .,día>, ,.solrr, <.luzu, .,granderr,
<(lnmenso>), .,divinorr, ..dutorr, .,doradorr.. . , mientras que junto a ..la
sombra> están <(amor)>, <(secreto)>, <<sueño>>, uprofundorr, <<misteriosorr,
<,solor>, <.tristeu, ..pálidor, <<pesador, <<lento>>... El fonético opone incluso

I Cfr. B.,tuooutN, Psychanalyse de V. Hugo, p. 202. Cfr. supra, p. 33.


2 Cfr. D. o¡ RoucEMoNT, L'amour et l'Occident, pp. 34,88, I-t7. Cfr. BÉorcn,
J.
Le Rornan de Tristan et Iseut.
I P. GUTRAUD, op. cit., p. 163.

6r
las sonoridades de estos dos términos: (<u>>, o bien uir>, €s la más aguda PRIMERA PAR]T
de las vocales, mientras que <(on)> es la más grave. Al obligarle el ins-
tinto fonético del poeta a buscar por predilección estos dos sonidos r, LOS ROSTROS DEL TIEMPO
confirm a la vocación de las imágenes. Es por tanto completamente na-
tural que los capítulos consagrados al Régimen Diurno de la imaggn _se
dividan en dos grandes partei la primeta se ntido del
^nttté,ticai:
título será dado por la convergencia
-cuyo
se m ántica misma- está consagra-

da al fondo de las tinieblas sobre las que se perfila el resplandor victo-


rioso de la luz; el segundo manifiesta la reconquist a antitética y me tó-
dica de las valoracione s negativas de la prime ra.

Tiempo de labios de lima, en rostros sucesivos te aguzas, re


e nfebreces. . .

R. CH,rn, A une sérénité crispée.

I. LOS SÍMBOLOS TERIOMORFoS

De primera inte nción, el simbolismo animal parece ser muy vago


por estar Cemasiado extendido. Parece que puede remitir a valori zacio-
nes tanto negativas con los reptiles, las tatas, las aves nocturnas, como
positivas con la paloma, el cordero y, €o geneiál, toó animales domésti-
cos. No obstante, pese a esta dificultad, toda arqueripología debe
abrirse con un Bestiario y come nzar con una reflexión-sobrl la universa-
lidad y la trivididad del Bestiario.
En efecto, de todas las imágenes son las imágenes animales las más
frecuentes y comunes. Puede decirse que nadanós es más familiar, des-
de la infancia,.que las reptes€ntaciones animales. Incluso en el pequeño
ciudadano occidental, oso de pelu:he , gato con botas, Mickelr, Babar
vienen a vehicular extrañamente el mensaje teriomorfo . La mitad de
los títulos de libros pare- la infancia están consagrados al animal r. En
los sueños infantiles referidos por Piaget', de una treintena de observa-
ciones más o menos nítidas, nueve se refieren a sueños con animales.
Es notable además que los niños no hayan visto nunca la mayoÍ1a de
los animales con que sueñan, ni los modelos de las imágenes con que

4 Cfr. P. Grun^auo, I^angage et aersification d'aprés /'euure p.


I De 60 libros de la colección infantil qles petits livres d'orn, ediciones <Cocorico>
de P. Valéry, 86.
(París), 26 llevan el nombre de un animal; en la colección <Albums rosesD, 28 de 10, etc.
Cfr. RncHARD, J,xonsoN y VnRTH, <Language and Synesthesian, en Word, V, n.o 2, 2 Pl,rcm,
1949, pp . 226 y ss.; cfr. LEvl-SrnAUSS, <Lengage et parenté>, eo Ant/trop. stract,, Ii fgrmatign da symbole cltez l'enfant, p. 188; cfr. Marie BoN.rpinr¡,
pp. 106 y ss. Psycltanolyse et antbropologie, p. I74.

62 6i
juegan. Asimismo se comprueba grr..existe giv falu' que la se rpiente comparte con la semilla, la ascensión y el vuelo que el
i
losa de costumbres animaies que la observac odrá sino píiaro comparte con la flecha. Este ejemplo nos permite ver una difi-
n embargo, p^t^ nuestra imag
I
t lamandra cultad esencial de la arquetipolo gia: el enm arañarctiento de las motiva-
1

al fue go", el'zorro a la astucia continúa ciones, que provoca siempre una polivale ncia semán tica en e I nive I de I
biólogó, el pelícano se abre el coraz6n, la ciga:r^ nos objeto simbólico. Bochner y HalpernT observan justamente que en la
"gracioso interpretación de I test de Rorschach, el tipo del animal escogido es tan
as e I ratoncillo nos repugna. Es de cir , esta
significativo como la e lección de la animalidad como tema general: las
orientación teriomorf" ?e la imagin aci6n forma
tr ,:?ii,:;f"*tl interpretaciones son diferentes cuando se trata de la elección de anima-
se incluso quela ima- les agresivos que reflejan <(sentimientos poderosos de bestialidad y de
. Lo que desencadena agresión>> o, por el contrario, cuando se trata de animales domésticos.
éditos, sino las confir- En este capítulo consagrado a los símbolos teriomorfos, se tÍata, por
maciones aproximadas de leyendas animales. Algunos.pueblos pfiTi-
tanto, de buscar el sentido de lo abstracto espontáneo que representa el
arquetipo animal en general y no de dejatse arrastrar por tal o cual im-
rivosr, los k.rrr,ris de Austrália, por eiemplo, saben distinguir nítida-
plicación particular.
mente entre el arquetipo imaginario y 9l anim
Hay que liberarse ante todo de las explicaciones empiristas que ge-
cia cinegética. Lláman iiak ? este último, rn
neralmente son dadas como motivos por la zoolatria y por la imagina-
nombr.?. mu|-iiaA, ..animales notablesu, a lo
ción teriom orfa. Esas explicaciones tÍatan de hacer derivar estos últimos
de los cuentos y leyendas. El animal se prese
pensamlentos, como un abstracto e.Spontáneo,
de rituales e n que los humanos ocupan e I pape I de animales. Como
observa Krappe t, eso es lo mismo que empezar la casa por el tejado. El
lación simbólica: de este modo testimoniala universalidad y laplurali-
la men- animismo se vuelve naturalmente hacia el símbolo animado, es decir,
dad ,ce su presen cia ta ro en una conciencia civilizada como en
ha demostrado claramente el arcaísmo y hacia el animal. De este modo, el hombre se inclina ala animalización
i"tiar¿ primitiua. La etnologia

la universalidad de los sím6olos teriomorfos que se en el de su pensamiento y por esta asimilación se realiza un intercambio
-manifiestan
constante e ntre los sentimie ntos humanos y la animación de I animal.
roremlsmo o sus supervivencias religiosas teriocéfalas - La lingüística
.oÁp, rad,aí ha obse rvado, asimis-o, hace tie mpo, que la re partición No obstante, la explicación de Krappe sigue siendo muy vaga, conten-
lo ani- tándose con jugar con la etimologia de la palabra animal.
dc los susranrivos se hace primitivamente segú I las categorías de
I

y lo inanimado. E;náhuatl, en algoñquino, eo las leguas draví- Más precisa pre tende ser la explicación psicoan alitica desarrollada
i
-^do por J.rng e en Métamorpltoses et- symboles de la libido. El Sll¡Trbolo ani-
dicas e incluso en las
mal .ssría. la-figura de Ia libido sefüál: Indistintamente, uElpáiaro' el
ros se gún esas cate
s
ne
pez, Ir tgjpr_ente.Gran-enue. los antiguos símbolos fáligo.sr, escribe Jung.
lenguas indoeuroPeas
anim Añddé-á esta enumeración el contenido casi completo del bestiario: to-
-a'áo y géneros
'más ro, chivo, morueco, jabali, asno y caballo. Los hieródulos que se prosti-
se ría muiho tardla. El Be stiario parece , p
la mentalidad colectiva como en el ensueño tuían a chivos, y el Leviatin o el behemoth del Libro de Job,.,atributo
do fálico del creador,r, serían prueba de esta sexualización de la teriomor-
ind de pregunrarnos * q"¿ esquema general es
fia'0. La Esfinge constituye el resumen de todos estos símbolos sexua-
pro rque tipo te riomorfo y sys variaciones.
le s, ..animal terrible, de rivado de la madre ,) rr , y vinculada al destino
eclsat este punto: además de su significación ar-
ral. I animal es susce ptible de e incestuoso de Edipo. Jung vuelve a trazar la gene alogia del monstruo,
que típ ica y gene e
hijo de Echidna, a su vez serpentiforme e hija de Gea,la madre uni-
por caractetá ptttic-ulares que no se vinculan dire
ve rsal. El animal e n general y la Esfinge e n particular se rían <(una masa
Por ejemplo, la s, rpiente y .l páiaro, cuyas
^dad.
¿, de libido incestuosa,r r2.
les estudiaremos más adelanre no son, por asi decir, animales
más
quq Esta tesis nos parece a un tiempo demasiado vagaen cuanto alaela-
que ." r.j"nár-i.tt, ancia; 19 que en e llos frima son las cualidad-es
no son proprame nre animales: e I sepultamie nto y e I cambio de pie I
7 Bocs¡NER y H,uprRN, Application cliniqae du test de Rorscltaclt, pp. 62 y ss.
8 KR¡ppE, op. cit., p. 36.
I
e
JuNc, op. cit.,p.26; cfr. Bnsno¡, op, cit,, p.46.
Cfr. Knnppr, op. cit., p. 17. ro
4 JUNG , op. cit., 173; cfr.Job,XXXX, 10.
Cfr. L. Ao¡tl , Le Genre dans /es Ciaerses /angues' rr JuNc, op. cit., p.205.
t Cfr. BRE6L, art. en Mém, soc, /inguist., París, t. Vll , p. 341. t2 Op. cit., p. 174; cfr. P. Gnlru x-, Dictt),onnaire de mytbologie.
6 Cfr. infra, pp. l2l Y ss', 301 1'ss'

64 6t
boración de su material, demasiado precisa y demasiado limitada en sencia formal o mate rial. El pescador de truchas sabe muy bien que só-
cuanro a su interpretación. Demasiado vaga porque Iung recoge sin or- lo sus gestos demasiado bruicos parece rán insólitos al pez. El f.rt de
de n, y sin análisis isomórfico o funcional, los datos diversos de su enor- Rorschachta confirma este parentesco en el psiquismo humano entre el
me cultura , mezclando animales re ales con monstruos compue stos, sin animal y su movimiento. Generalmente, los porcentajes de respuestas
tener en cuenta importantes bifurcaciones funcionales como las que animales y de respuestas cinestésicas son inversamente proporcionales,
inspiran el simbolismo del pájato o de la serpiente . Pero paralelamente compensándose unas con otras: el animal no es más que el residuo
a elta confusión , la interpretación queda demasiado limitada por el muerto y estereotipado de la atención al movimiento vital. Cuanto más
pansexualismo que vie ne a restringir aú,n una observación clínica única- alto es el porcentaie de respuestas animales, más viejo es el pensamien-
mente localizada en la personalidad de I europeo contemporáneo. Sin to, mis rígido, más convencional o más invadido por un humor depresi-
embargo, no se tiene derecho a extrapolar ni en el tiempo ni en el es- vo. La gran proporción de respuestas animales es el signo de un blo-
pacio la libido incestuosa. Ilegitimidad de la extrapolación 9tt .-l. espa- queo de la ansiedad. Pero sobre todo, cuando las respuestas cinestésicas
cro porque el compleio <<es una formación social, relativa a. las diversas se acumulan con las de animales, tenemos la indicación de una inva-
civi[izaciones, a los diversos medios sociales en e I interior de una misma sión de la psique por los apetitos más gastados, accidente normal e n el
civilización,r'r. El complejo es fenómeno de cultura al que legítima- niño, pero que en el adulto es sinónimo de inadaptación y de regresión
mente no se debe aplicar la fórmula explicativa más que en el seno de a. las
.pulsiones más arcaicas. La aparición de la animalidad en la con-
una civilización dada. Ilegitimidad asimismo de la extrapolación en el ciencia es, por tanto, síntoma de una depresión de la persona hasta los
tiempo, puesto que la libido incestuosa no es más que una experiencia umbrales de la ansiedad. Ahora nos quedan por distinguir diversas es-
relativamente tardia: el propio Freud ha demostrado que esta libido no pecificacibnes dinámicas del esquema de lo animado.
I se fiia, sino después de numerosas metamorfosis digestivas del princi- Una de las primitivas manifestaciones de le animal izaci1n es el
pio de placer. Es por mnto necesario vincular la imaginación terioforma fourmi//ement fbormigueol, uimagen fugaz pero primera".ll- No aten- [,"
h
a una capa ontogenética -4 primitiva gue e I Edipo y, sobre todo, a damos'por la etimologia francesa de la pilabra ni el trabrio de las hor- \,
j
una motivación más universalizable. La imaginación teriomorfa supera rnigas [fourmisJ que emparenm la imagen de esta últimas con la de la
con mucho tanto en el espacio como e n la ontogénesis ,, la era. de la cri- serpiente fouisseur (cavadora). No conservemos del horqigtlgo.más -que
sis edíp ica y la zona de la burguesía vienesa de la belle époque . Desde el esquema de la agitasigg, del pululamiento . Dalir6 ha vinculado di-
luego, el Edipo, que vie ne a introducirse en las constelaciones terio- rectemente en num--eió;il offies.ét'troirnigueo de la hormiga al pulula-
morfas preexistentes, puede reforzu y orientar perfectamente estas miento de la lawa. Es este movirniento anárquico el que, de enrrada,
imágenes hacia significaciones tendenciosas , y al término de estos capi- revela la animalidad a la imagin aci6n y rodea de un aura peyo rativa la
tulos consagrados a los Rostros de/ tiempo subrayaremos las implicacio- multipliciclad que se agita. Es a este esquema peyorativo al que esrá
nes libidinosas y sexuales que oculta la constelación que agrupa, al lado vinculado el sustantivo del verbo pulular, la lar.vatT . Pua la conciencia
del simbolismo teriomorfo, los símbolos de la caída y del pecado. No común, todo insecto y todo parásito es lawa. Schelegel coincide con
es menos cierto que el sentido primero de la imagen teriomorfa es más Hugo18 cuando ve en el saltamontes un conjunto pululante y pernicio-
primitivo y más universal que la estrecha especificación freudiana de la so. Tema que Hugo no hace sino tomar prestado del Apocalipsis, don-
libido. Es este sentido primitivo el que trata.mos de descrifrar, al tratar de saltamontes y ranas antiguas plagas de Egipto!- se turna-
de descubrir, contrariamente a lun[, los imperativos dinámicos de se- -¡esas
ban par^ simbolizar el mal, dirigidas por Abaddón <.el exterminadorn,
meiante forma. el ángel del abismore. Asimismo, el gusano es una imagen terror-rfica,
muy frecuente en Hugo, en la que Baudouin quiere ver un monstruo
fálico complementario del monstruo feminoide q.ue es la araña. La ser-
piente, cuando sólo es considerada como movimiento serpenteante, es
Lo abstracto espontáneo de I animal, tal como se presenta a la ima- decir, como fugaz dinamismo, irnplica también una ..discursividad>> re-
ginación sin sus derivaciones y sus especializaciones secund arias, está
constituido por un verdadero esquema: el esquema de lo animado. t4 Cfr. BocHTERJ HnrpERN,
Parael niño pequeño, como pala el animal mismo, la inquietud es pro- ?p.cit., pp. 60 y ss.;cfr. RonscHncH., Psycltodiagnostic,
páginas 36,38; cfr._BoHM,op..cit., I, p.r!r; cfi. pr.rc¡r, Fornzat. syrnb, pp. 3z7s y ss.
vocada por el movimiento rápido e indisciplinado. Todo animal salva- It B^tcH¡r-¡,RD, La Tene et /es réaeñes du repos, pp . ,6,60.
tG Cfr. Film de Dnri-Buñu¡r, [Jn chien
ie, pájaro, pez o insecto, es más sensible al movimiento que aIa pre- 17 B¡cH¡rnRD, op. cit., p. 77.
oidoto)j .fr. cuadro: El gran Masturbador.
18 Scsrrc¡r, Philo. de la uiq, r. I, p. cfr. B¡,uoourN, Z. Hugo, p. L41
rl R. B.rsrtor, Sociol. et psycban, p. VIII, cfr. pp. 38, 191 , L94,207,278. re Cfr. LaNGToN, Démonologie, p.216;
2gG;
Apoc.,IX,3 y7; XVI,"l].'
66 67
pugnante que está unida ala de los pequeños mam'tferos rápidos, rato- que constituye el núcleo mismo de lo que el psicoanalista denomina el
nes y ratas2o. <(complejo de Mazeppa>. Es la cabalgada fúnebre o infernal la que es-
Esta repugn ancia primitiva ante la agitaci1n se racionaliza ante la tructura moralmente la huida y le da ese tono catastrófico que se e n-
variante del esquema'de la animación que constituye del, cuentra tanto en Hugo como en Byron o en Goethe. El caballo es iso-
caos. Como observa Bachelard, ((oo hry fn la literatúra id':' morfo de las tinieblas y de I infierno:
mévil. .. y en el siglo xvtl se ve la palabra cbaos [caos] ta-
bot [traqueteo],>2r. El infierno es imaginado siempre por la iconografía Son /o.¡ negros caba//os de /a cnffera de /a 56v2[ys26
como lugar caótico y agitado; lo testimonian tanto el fresco de la Capi-
lla sixtina como las representaciones infernales de ferónimo Bosco o la
Dulle Griet de Breughel. En el Bosco, además, la imaginación va ala
par con la me tamorfosis animal. El esquema de la animación acelerada . ^ Los.poetas no hacen más que recuperar el .gran símbolo de I caballo
que es la agitación hormigueante, pululante o ca6tica, parece ser una infernal tal como aparece en rnnumerables mitos y levendas 27, e o rela-
proyección asimiladora de la angustia ante el cambio, no haciendo la ción bie n con constelaciones acuáticas, bien con el trueoo, bien con los
adaptación animal en la huida más que comprensar un cambio brusco infiernos antes de ser anexado por los mitos solares. Pero estas cuatro
por otro cambio brusco. Ahora bien, el cambio y la adaptación o asimi- constelaciones, incluso la solar, son solidarias de un mismo tema afecti-
lación qug él motiva es la primera experiencia de I tiempo. .Las primeras vo: e I terror ante la fuga de I tie mpo simbol izada por el cambio y por el
experiencias dolorosas de la infancia son experiencias del cambio: ya ruido.
sea el nacimiento, o las bruscas manipulaciones de la comadrona y lue-
Examinemos primero el semantismo tan importante del caballo ctó-
go de la madre , o más tarde el deste te. Estos cambios convergen hacia nico. Es la montura de Hades y de Poseidón. Este último, en forma de
la formación de un engrama repulsivo en el niño de pecho. Puede de- semental, se acerca a Gaia la Tierra Madre, Demeter Erinnys, y engen-
cirse que el cambio está sobredeterminado peyorativamente tanto por dra a las Erinnias, dos pupilos demonios de la muerte. En otta lectura
el <,complejo de Rank> como por el ttaumatismo del destete, que vie- de la, leye nda es e I miembro viril de Urano, cortado por Cronos el
nen a corroborar esta primera manifestación del temot que Betcherev, Tiempo, el que procrea dos demonios hipomorfos2s. Y vemos perfilar-
igual que Maria Montessori 22, han puesto de manifiesto en las reaccio- se detrás del semental infernal una significación sexual y terro rlfica a la
nes reflejas del recién nacido sometido a bruscas manipulaciones. vez. El s'rmbolo parece multiplicarse a placer en la leyenda: es en un
Con esta valoración negativa del movimiento brusco hry que rela- abismo consagrado a las Erinnias donde desapatece Erion, el caballo de
cionar el tema del Mal en Víctor Hugo que Baudouin " -r'ry justamen- Adrasto. Asimismo Brimo2e, la diosa feraiana de la muerte, eS repre-
te denomina el <rZwung>>, la violencia que se manifiesta igualmente en sentada en las monedas montada sobte un caballo. Otras culturas rela-
la huida rápida, eo la persecución fatal, eo la errancia ciega de Cain cionan de forma mis explícitaaitn el caballo, el Mal y la Muerte. En el
perseguido, de Napoleón vencido o de leanYaliean, el eterno fugitivo. Apoca/ipsis, la muerte cabalga el caballo macilento 30; Ahrimán, como
los diablos irlandeses, napta a sus víctimas a lomos de caballos; entre los
Esta imagen reviste una catacterística obsesiva en el poeta. Según el
psicoanalista2a existiÍ1a una raiz edípica en ese fantasma, que se mani- griegos modernos, como e n Esquilo , la muerte tiene por montura un
fiesta en los poemas célebres de La Conscience, Le Petit roi de Ga/ice y corcel negro3r. El folklore y las tradiciones populares germánicas y an-
L.'Aig/e du clsque. Desde luego, una educación edípica viene como glosajonas han conservado esta significación nefasta y mac bra del ca-
siempre a refo Ízar tales esquemas; pero no es menos cierto que este es- ballo: soñar con un caballo es signo de muerte próxim a32 .
quema de la huida ante el Destino tiene raíces más arcaicas que el te- Hay que examinar más de cerca ese demonio hipomorfo alemin,, la
mor de I padre . Baudouin 2t tiene raz6n al re lacionar este tema de la nzabrt, cuya etimolog'ra es comparada por Krappe lr con el paleoeslavo
errancia, del judío etrante o del maldito, con el simbolismo del caballo 26Huco, Légende des siéc/e.r, <L'Aigle du casque)>.
27 Cfr. Mnrrex, <.Das Pferd im Totenglauben, Qaltr. deutscb. Arcbeo. Inst., t.
20 B¡,cH¡rano, op. cit., p.270. )O(lX, l9l4), pp. 181 y ss. Queremos subrayar que no se trata más que de un símbolo.
2t BncH¡rnRD,, op. cit., p.270; Cfr. P. Rlccun, Finitude 28 Cfr . op. cit,, p. 201.
et culpabilité, ll, I^a symbo-
2e Cfr.. op., cit., p. I97;.cfr. P. GRIu,t, DictionnAire, artículo <.Erinnyes,r. Esras últi-
lique du rnal, pp. 167 y ss.
22 B¡rcu¡nEv,, op. cit., pp. 221 y ss. Cfr. Kosrymll, op. cit., p. 72, MoNr¡ssoRr, mas son aslrnrsmo comparadas a <(perras> que persiguen a los mortales.
Jo Apoc. , VI, 8.
L'Enfant, pp. 17 , 22, 30.
2t B.ruoourN, op. cit,, pp. 198-199. lr Mnrr¡Nr, op. cit., p. 126; cfr. Esqulro, Agamenón, V, 1660.
24 Cft. op. cit., p. 101. 32 Cfr. Kn,rppE, Genése des Mytbes, p. 228.
2t Cfr. op. cit., p. 113; cfr. Jur.rc, Libido, p. 183. 3J Op. cit,, p.229.

68 69
rnorrt; la bruja, con el antiguo ruso rnora; el espectro, con el polaco almas . La parihuela moftuoria es llamada en la Edad Media .,caba-
nzora y con el chec o rnorn, Que no son otra cosa que nuestra pesadilla. llo de San Miguelu; el ataúd se dice en persa <caballo de madera,r, y
Por último, puede relacionarse con la misma etimología el mors, rnor- P. M. Schuhl, según Ch. Picarda0, hace interesantísimas observaciones
tis latioo, el antiguo irlandés rnarah que significa muerte , epidemi^, y' sobre el caballo cenotafio en la antigüedad clásica. Observemos que en el
el litua no rnaras que quiere decir peste. Krappe i4 llega incluso a expli- Apocalipsir el caballo de la muerte presenta un notable isomorfismo
car por eufemizaci1n el acercamiento etimológico con las seductotas con el león y l_as fauces del dragón. En efecto, los caballos de los ánge-
<hijas de Maf?>), personificaciones indias del desastre y del mal. Pero es les exterminadores tienen cabezas <(como cabezas de león, y su poáer
Iung 3t sobre todo quien insiste en el carácter hipomorfo de cauc/te-nzar reside <(en su boca y en su cola, ésta semejante a una serpieni. y provis-
[pesadillal y d, los súcubos nocturnos. Motivala etimologia de cauclte- ta de una cabeza, y con ella es con la que causan el dañó...rr1r.-Vemos,
rnar por ca/care latino en francés da la expresión cocber /a pou/e, pues, cómo se esbo za baio el esquema de lo animado el arque ripo del
-quey pisotear- y con el antiguo alto alemin
es decir, a la vez copular Ogro que estudiaremos inmediatamente. Pero ahora, e*aminemos to-
rnaltra que significa semental y que viene a confundirse con la imagen davia las constelaciones simbólicas que gravitan en rorno del simbolis-
de la muerte en el radical ario FnAr, morir. El psicoanalista anota de mo hipomorfo.
pasada que la palabra francesa nzére está muy cercana a la raiz en cues- Pese a las apariencias, el caballo solar se deja asimilar fácilmente al
tión 16, sugiriendo con ello que la madre es el primer utensilio que ca- caballo ctónico. Como constataremos a propósito de I signo zodiacal del
balga el niño, y asimismo que la madre y la vinculación a la madre león, e I sol no es un arque tipo estable y las intimaciones climáticas
pueden revestir un aspecto terror'fico. Una vez más añadíremos que el pueden.darle a menudo un neto acento peyorativo. En los países tropi-
sentido psicoanalítico y sexual de la cabalgada aparece perfectalnente en cales, el sbl y sq corteio de hambre y de sequía es nefasia. El Suiya
la constél ación hipom orfa, pero que viene simplemente a sobredeter- védico ¡:, el sol destructor, está representado por un corcel. Los mflii-
minar el sentido más general que es el de vehículo violento, de corcel ples caballos solares de la tradición europea conservan más o menos
cuyas zancadas superan las posibilidades. humanas y que Cocteau, con eufemizado el caricter temible del Surya védico. Leucipo es un caballo
un instinto muy seguro, sabrá modernizar su película Orpbée- blanco, antiguo dios solar, y los rodios sacrifican caballos a Helios{r.
transformándolo en motocicletas mensajeras -en del Destino. Freyr, el dios solar escandinavo, se ve consagrar los caballos; su sustitu-
Krappe 17 añade además la etimol ogía en cuestión una observa- to cristiano, San Esteban, es asimismo protector de estos animales. .de Jo-
ción que abstrae el símbolo^de toda sugerencia caballera: en suizo- sías hace desaparecer los caballos consagrados al sol por los reyes
alemán nzore es una injuria que quiere decir cerda , f f?aura en bohemio r{. Pe ro no es al sol en tanto que luminaria celesre como
Judá se vincula
es la especie nocturna de mariposa que significativamente nosotros en el simbolismo hipomorfo, sino al sol considerado como temible movi-
francés denominamos uEsfinge de la calaveta>>. En todos los casos se tÍa,- miento temporal. Esta motivación por e I itinerario es lo que explica la
ta,, por tanto., del esquema muy general de animación doblada de an- indiferente relación del caballo con el sol o la luna: las diosas iunares
gustia ante el cambio, ta partida.sin-lelol1ro _y la muette. Estas signifi- los
cacrones vrenen a polarizatse en la divinidad psicopompa y guardiana or-
de los infiernos Hécate, diosa de la hlna negra y de las tinie blas, fuer- de
temente hipomorfa, súcubo y pesadilla ala que Hesíodo38 hace patro- d-Aranyaáaas, en el que el caballo
na de los jinetes, dueña de la locura, del sonambulismo, de los sueños el !a imagen misma del tiempo, siendo el año el cuerpo del caballo. el
y especialmente de la Empusa, fantasma de la angustia nocturna. Más cjeJo espalda, la aurora su cabeza. Pero en esra figuiación hipomorfa
su_
tarde , Hécate será confundida en el panteón griego con Artemis, la del zodiaco se introduce una posible valorización fositiva, con mayor
<diosa de los petros)). Continuando en el mismo campo de polarización raz6n cuanto que en los países templados el sol estará vinculado a Fe bo
negariva, Jungre une las Valkirias, mujeres centauros que raptan las y perderá poco a poco los sombríos valores negativos que lo animaban.

t4 op, cit,, p.229. 40 P' M' ScHuHL, I¿ Fab.ulation platonictenne, p.75; cfr. Ch. plc.rRD, <Le cénota-
It JUNG, Libido, pp.242 y ss.
phe de Midéar, en Reu, pltilolog., trlll,,-ip. 1,4t-3r4.
16 Cfr. op, cit,, p.224. 4t Op., IX, I7 -lg.
,7 KRAPpE, op. cit., p.251. 42 fr. el.S9l guerrero uitzilopochit de los antiguos mexicanos,
,8 Cirado por JuNc, op. cit., p. 349. Cfr. P. GRItu.at, op, cit., artículo qHécate>. sousr
4,
64. El sur"es lümado .uithr-p.;;ii.il'i. r., espinas>.
cElla se apare cla a los magos y a las brujas... bajo la forma de diferentes animales, ju- P' 8t'
mento, perra, loba, etc.D 44
)e Cfr. JUNG, op. cit,, p. 272. 4t I, l.

70 71
nos, lleva el tridente hecho primitivamente con los dientes del mons-
truo (pronto subrayaremos este isomorfismo entre esquema de la ani-
mación y arquetipo de las fauces dentadas).Es el dios <.salvaie, descon-
tento, pérfido)>14. Es asimismo el dios de los terermotos, el que les da
un aspecto infernal. El correlativo celta del Poseidón griego es <Nech-
tan)>, demonio que frecuenta las fuentes, pariente etimológico del
Neptuno latino tt.
Por fin, último avataÍ, el caballo se ve vinculado al fenómeno me-
teorológico del trueno. Y Pegaso, hiio de Poseidón, demonio del agua,
lleva los rayos de )úpiter t6. Quizá haya que ver en este isomorfismo
una confusión, en el seno del esquema de la animaciln rápida, con la
fulgurancia del relámp Es lo que Iung deia entender a propósito
^go.
de los Centauros, divinidades del viento rápido, y añadir, como un
freudiaoo, udel viento furioso muieriegor>17. Por otra parre , Salomón
Reinach ts ha mostrado que el rey mítico Tíndaro es un antiguo dios ca-
ballero y que su nombre se confunde con el vocablo onomatopéyico del
trueno , tundere. Es por tanto bajo el aspecto de un caballo ruidoso y
espant adiz.o como el folklore, así como el mito, imagina el trueno. Es
lo que significa la creencia popular que pretende que, cuando truena,
<<el Diablo está herrando su caballo>>le. A propósito del grito animal,
e ncontratemos este aspecto ruidoso de la teriom orfta. El galope del ca-

ballo es isomorfo del rugido leonino, del mugido de la mar tanto como
del de los bóvidos.
ü Antes de pas ar a, este doble te bovino del caballo indoeuropeo, reca-
pitulemos la convergencia del semantismo hipomorfo. Hemos descu-
;l
bierto una notable concordancia con nuestro propio análisis en el her-
moso uabajo de Dontenville sobre La Mytltologie frangaise^o. Este
I
último circunscribe bien las significaciones complemenrarias que adopta
el s-rmbolo hipomorfoi primero, un aspecto terror'fico monstruoso, cual el
il
del caballo de la metopa de Selinonte que se lanza desde el cuello cor-
il tado de la Gorgona; luego inte rviene toda uña serie de valorizaciones
negativas. El <Caballo blanco,r, el caballo sagrado de los germanos que
I
en nuestros días es confundido en la baia Sajonia con el uschimmel
It
Reiteru, símbolo de la catástrofe marina, que se manifiesta por la inun-
dación y la ruptura de los diques, pariente próximo de la pérfida uye-
gra blancau del Pas-de-Calais, del <.Buen Caballo,, de Celles-sur-Plaine
áel .,Cheval Malet,, vendeano, o de ese ..Cheval Gauvin, del Jura qu;

46 Cfr. PlcANroL, op. cit., p. 108' nora 6. 54


Cfr. ijunDE, op. cit,, p. I82.
4i Cfr. infra, p. L27 . Cfr. SousrELLE , op. cit., pp. 6t-66. ,5 Cfr. Kn,reyr, op, cit., pp. 20r-206. Cfr. P. Gruu ¡r, Dictionnaire, artículo <Poséi-
48 El sol bienechor es el Apolo hiperbóreo que parece haber sido impuesto a las cul- don,r. Este último es el padre del caballo Pegaso y del caballo Areión.
turas subtropicales y tropicales por los invasores indoeuropeos. ,6 Cfr. Kn.tppE, op. cit., p. t69.
49 Cfr. SÉ¡rLLor, Folálore de France, Il' pp. 10-12. t7 JUNG, Libido, p. Z69.Sobre la ,.celeritasrr, cfr. G. DutttÉztL, Mitra-Varuna, pp. 19
t0 Cfr. WoLF, Deutsclte Mtircben, pp. 311, 580. y ss.
tr Cfr. Kn.rwn, Op. cit,, p. 204. t8 Cfr.
S. R¡lNacu, Cu/tes, Mythes, Religions, V, p . 124.
t2 Cfr. SÉsrLLor, op, cit., II, p. 207. ,e Cfr. Jur.rc, Libido, p. 267, y HoRtcto, Oda, 34-37, <(tonantes equos>.
60 DoNretwrcrr, Mytb.
53 Cfr. ÉunDE, op, cit,, p. 181. frang., p. 154.

72 73
ahoga en el Louer'r a los transeúntes que se demotan. En tercer lugar, tación de los valores hipomorfos contrariamente alateoriahistó-
Dontenville discierne el aspecto astral de la <.Gran Yegua,, o del <Ba- -que en el sentido positivo- está
rica de Dontenville es una ttansmutación
yart>> folklórico que se despla za de Este a Oeste en saltos prodigiosos: simbolizada por el cambio de color de BayaÍt66, naturalmente blanco,
mito solar cristianizado baio la forma del caballo de San Martín o de pero teñido de bayo por las necesidades de I caso. Vemos, pues, asomar
San Gildas, cuyos cascos se han grabado por casi todas partes en Fran- en la leyenda de los Quatre fils Ayrnon el proceso de eufemizeci1n que
cia. De estas huellas nacen las fuentes y el isomorfismo del astro y del subrayábamos a propósito del caballo solar y que volveremos a encon-
agua se e ncuentra constituido: el caballo es a la vez curso solar y curso ú^r a lo largo del curso de este estudio. El caballo pérfido, espantadi-
fluvial. Por último, y éste es el punto de concordancia más interesante zo , se transforma en una montura dom ada y dócil, uncido al carro del
('2
para nuestro estudio, Dontenville observa una inversión dialéctica del héroe victorioso. Es que ante el vencedor, como ante el tiempo, no hay
papel de Bayart, semejante ala eufemizaci1n del caballo solar que noso- -ír que una sola actitud posible. De¡de lueg9,.se puede.resistir y he-
tros hemos discernido. Por una especie de ant-rfrasis sentimental, el ca- roicamente hipostasiar los peligros y los maleficios que el invasor o el
ballo Bayart, demonio maléfico de las aguas, e s invocado para el paso tiempo hacen sufrir al vencido. Se puede también colaborar. Y la his-
de los ríos. Dontenville r't 17 de este fenómeno una explicación históri- toria, leios de ser un imperativo, oo es más que una intimación ante la
ca y cultural: el invasor germánico, iinete y nómada, que introduce el que la elección y la libertad son siempre posibles.
culto al caballo mientras el celta vencido habría considerado al caballo Nos hemos detenido en este ejemplo dado por el folklore par^ rnos-
del vencedor como un demonio maléfico y portador de muerte: las dos trar la notable convergen cia antropoló gica de nuestro estudio con la del
valoraciones subsisten luego juntas. Sin refutar el papel de estas inti- historiador de la mitologia francesa, pero también para subrayar la ex-
maciones históricas, vamos a ver y confirmatemos más ade lante que trema complejidad, sin cesar amenazada de polivalencias antitéticas,
juegan un papel inverso del que ha presentido Dontenville en la inver- que reina a nivel del s'rmbolo stricto sensu, del s'rmbolo dispuesto a pa-
,
sión de los valores simbólicos, y que hry que buscar motivaciones más sar, como decíamor67, del plano semántico al de la pura semiologia.
imperativas, y en el dominio psicológico, a estas actitudes axiológicas y Nos queda por completar el simbolismo del caballo examinando el
semánticas tan contradictorias. Pronto encontraremos, a propósito de I simbolismo corolario de los bóvidos y de otros animales domésticos.
Héroe atador y del Héroe cortador, idénticos procesos de transforma- Los símbolos bovinos aparecen como dobletes precarios de la ima-
ci6n6a. A partir de este momentor, hagamos hincapié en las etapas de gen del
esta transformación y señalemos que el uCaballo hadau, ((engendrado llo.
- ---d
La
por el dragón>> de la novela caballeresca Renaud de Montauban es pri- anrmal
{
sionero del monstruo y no es conquistado sino en reñida lucha por el Si, en p
héroe Maugis, que usa p^r^ e llo al principio procedimie ntos mágicos y como este último símbolo astral, pero es más indiferenternente solaro
luego un combate singular. Conseguida la victoria, Maugis <<rorr'-rpe las ls'ggr*qlre este último. No solamñü;¿"¿ñüérifra" áióiel lunares de
cadenas de Bayzrt)> y este último, domado, se convierte en la fiel mon- forma taurina bien caracterizados, como Osiris, o Sin, el Gran Dios me-
tura del buen caballero, montura benéfica que volará en socorro de los sopotámico, sino también las diosas lunares taurocéfalas llevan entre
<,Cuatro hijos Aymón>> así como de los Siete Caballeros. Esta ttansmu- sus cuernos la imagen del sol 70. Los cuernos de los bóvidos son el sím-
bolo directo de los ucuernos> de la luna creciente, morfología semántica
6r Cfr. DoNTENVTTTF , op. cit,, pp. lt6-Lr7. que se refuerza por su isomorfismo con la guadaña o la hoz del Tiempo
62 Cfr. DoNTENIVILIE,op, cit,, pp. 158, cfr. p. 163. En contextos folklóricos amerin- Cronos, instrumento de mutilación, símbolo de la mutilación de la lu-
dios, americanos y efricanos, donde el aspecto teriomorfo es valorado muy negativamen- na que es el creciente, el <<cuarto>> de luna. Como el león, el toro
te, S. C.otuHaln¡-SvrvnlN (ks Contes baüiens) rastrea también la insólitava,lorización po-
sitiva del caballo (II,pp. Ir9-212). El caballo Domangage del cuento haitiano parece ser 66 Cfr. DoNTEIwIIIF , op. cit,, p. 165.
el tipo del caballo benéfico, tan pronto sabio consejero como medio mágico de locomo- 67 Cfr. suprd, p. 48.
ción y que permite a la hermosa Gamariseel y a su hermano Dianacoué supera¡ todas las 68 Cfr. R. Lowtr, Manuel d'antltrop, culturelle, pp.tr-r6. No obstante, parece que
emboscadas. Pese a esta eufemizaci6n de Domanga,ge, este último conserva sin embairgo desde la época paleolítica, el caballo y los bóvidos (buey, bisonte) eran utilizados correla-
los caracteres meteorológicos tradicionales del caballo mítico demonio de la tormenta: tivamente en la iconografia de las cavernas; es más, Leroi-Gourhan ha mostrado estad-rsti-
oDianacoué, a lo largo del camino de la ruta, vecíebe el vientre del caballo que tragaba camente que en los acomplamientos de animales en las paredes de las cavernas, <el cabe-
viento p"ta reemplazar sus entrañasr; cfr. op. cit,, p. 172. llo es, por excelencia, el elemento complementario de los acomplamientos porque reúne
63 Cfr. DoNTENVIIIF , op. cit., ll, p. 116.
siete de los doce temas de acomplamiento> (<Repartition et groupement des animaux
64 Cfr. infra, p . 144.
dans I'aft pariétal paléolithique>), en Bull. soc. prebist, fraog., t. LV, fasc. 9, p. ,L7.
6, Cfr. Renaud de Montauban, edit. F. Castets, 1906. Cfr. DoNrruvLLE, op. cit., 69 Cfr. el chino nghenr, la tierra.
pp. 162-163. 70 Cfr. KRAPPE, op, cit., p. 86.

74 7'
I

Nandin 7r es el monstruo de Shiva o de Kali Durga, es decir, de la fase y otfo, y la


destructora del tiempo. A través del simbolismo teriomorfo, el astro huida del ii:'
;;'-5sl o luna- no es tomado más que como símbolo del tiempo; el gustia e st la
'tli
, Surya védico; el fu]-\[-eg¡o, es también llamado <(toro>> como en Asur el muerte, la guerÍa, la inundación, la fuga de los astros y de los días, el
i"'
f

dios Toro es hijo del sol, así como Freyr, el Gran Dios de los escandina- grüñido del trüeno y del huracán. . . Su vector eseniial és e I esquema de
i:'-- ,vos 72. [a' enimación . Caballo y toro no son más que símbolos, culturalme nte
I Las significaciones acuiticas son las mismas para, el toro que para
el caballo: el toro de las aguas existe en Escocia, en Ale mania igual que soprendentes, que remite n a la alerta y a la fuga d.J animal humano
en los Países Bálticos. Aquelao, dios del río, tiene una forma taurinaTt; ante lo animado en general. Es"lo"que explica que estos símbolos sean
Poseidón conserva la form a asiinica de I toro, y bajo este aspecto es co- fácilrnente"intercambiables y que puedan siempre , en el Bestiario, dar-
mo se manifiesta a Fedra en la tragedia de Eurípides o de Racine 74. Por se sustitutos culturales o geográficos. Krappetn observa que los astros
ahi es por donde h^y que explicar el carácter cornudo de numerosos diremos el curso temporal de los astros- adoptan numero-
-nosotros
sas formas animales: perro, morueco, jabali, mienrras que Eliade tt
ríos: el Tíber de Virgilio, como el Eridan o el Océano griego tie nen ca-
bezaraurina. Monstiuo de las aguas furiosas, el toro tiene quizi la mis- observa que Vereth fagn4 el Ind ra iranio, aparece en Zararusrra indistin-
ma etimología que nuestra TarascaT'. Tarascón da, en efecto, Tarusco tamente bajo forma de semental, de toro, de chivo o de iaball. En últi-
en Strabón y Tanrscus en Ptolomeo. <El toro, efl su tipology, se rela- ma instancia se puede comprobar con Langton t' que la creencia univer-
ciona quizi con (la pal abra) tar (que signiftca toca en preindoeuropeo) sal en las potencias maléficas está unida a la valorización negativa del
de Tariscón...; por lo demás, en Bretafia, eo La Hague, en Tunigon, simbolismo animal. El especialista de la demonologia constata que nu-
etcétera, el monitruo es un toro completamente neutro salido de la ro- merosos démonios son esp-ritus desencadenados de animales, espec ial-
I
ca.r> Y DontenvilleT6 subraya con ello el isomorfismo ctónico-acuático mente de animales temidos por el hombre, o incluso de criaturas hí-
del símbolo raurino. En cuanto al toro t7 del trueno , nada es más uni- bridas, mezclas de parte de animales reales. En el Antiguo Testamen-
versal que su simbolismo: desde la actual Ausualia ala antigüedad fe- to se pueden encontrat muchas hue llas de esta de monología
nicia o-védica se encuentra siempre al toro vinculado al desencadena- teriom orfa.$ . La demon ologia semítica nos da todas la variedades de
miento atmosférico. Como el <bull roaret)) de los australianos, cuyo la teriomorfia. En primer lugar los Se'irirn o demonios velludos, co-
mugido es el del hurrcán en furia. Predravidianos y dravidianos honran mo en las creencias babilónicas, árabes y hebraicas que vez más
al tóro del rayo e Indra por los Vedas tt el <(toro de la tie- -una
nos encontramos con las ambivalencias señaladas por Dontenville 84-
rI -llamado
rra>>- es, con sus auxiliares los Maruts, el poseedor de Yaira, el rayo. fueron objeto de adoración entre los asirios, los fenicios e incluso los
Todas las culturas peleorientales simbolizan el poder meteorológico y hebreos. El sentido corriente de la pa,labra sa'ir (plural) st'irim es,
destructivo por el toro. Los sobrenombres sumerios de Enlil significan: según Langtoo 8r, boue y etimológicamente el uvelludo>. Azazel, el
;
<,Señor de lós vientos y del huracánr>, .,Amo del huracánr>, <Dios del gran chivo de la gran tradición cabalística, era- el iefe de los Se'irinz86.
I
cuerno>>, cuya paredra es Ningalla <rLa Gran Vacar>. El dios Min, proto- Forman el cortejo de estos demonios velludos los Ciyyim, <,los ladrado-
tipo del Ammon egipcio, es calificado de toro y posee el rayo como res, los gritadores)>, que frecuentan el desierto; luego los Oc/tin, .,los
atributo, su paredra es lavaca Hator; por último, Zeus tonante rilpta a aulladores)>, que pueden emparentarse con Ahu, el chacal asirio, o
Europa, se une a Antíope y tratr- de violar Deméter baio la forma de también con los búhos. Veremos que los avestruces, los chacales y los
un tofo fogoso 7e. ^ lobos son las otras encarnaciones semíticas de los espíritus nefastos, pe-
Constatamos, pues, el estrecho parentesco del simbolismo taurino ro estos animales nos llevan a examinar otÍa implicación de los símbo-
con el simbolismo ecuestre. Es siempre una angustia lo que motiva uno los teriomorfos que vienen a valorizar más aú,n en un gesto negativo el
80
7r Cfr. H. Zlrrlrrl¡n, Mytbes et symboles dans l'art et la ciuilisation de l'Inde, P. 71; 4R^lrrr, op. cit,, p. 87.
8r Éu.ro¡, Traité, p. 84.
cfr. KnaPPE,, op, cit., p. 82. 82 L¡,NcroN, op. cit., p. 229.
72 Cfr. Kn.rppq, op, cit., p. 87.
83 Isa'al XIII, 21, y XX)ilV,
73 Cfr. P. Gruu.,ri, op. cil, <Podía revestir la forma que le placla: tan pronto la de un 14.
84 Cfr. supzd, p. 66.
toro como la de un dragón. > 8t L¡,NcroN, op. cit., p. t0.
74 Cfr. Kn,rppl, op, cit., p.20L.
75 Cfr. DoNTErwrrrF, op, cit,, p. l3r. Cfr. L. DuuoNT, La Tarosque, p. 101. 86 Sobre Azazel y el Chivo emisario, cfr. L^rNGToN, op. cit., pp.
J3 y ss. Se puede
76 Dovr¡rwytr, op. cit., p. 138. encontrar la misma teriornorfia demoníaca en la mitologiade los iñáios Aimara y i<i..r",
77 Cfr. Éu,ron, Traité, pp. s1-88. Rig Vedo, 11,34-2; VII ,59-9. que también tienen un demonio caballo y vampiro, ..Kicirirr, un demonio gato, un dia-
78 At, Veda, XII, l, 6. blo cornudo <Ancacu>, un diablo acuático, etc. Cfr. MÉrn,rux, uContribution au folklore
79 Cfr. ÉuaDE, op. cit., p. 88. andin>, enJoum. Soc. Arnérican., XXYI, 1934, pp.72-7r.

76 77
I

esquema de la animación terror-rfi ca y sus símbolos , y L obstaculizar el


mente edípicas rechazamos, querrian ver el origen de la música primi-
camino hacia la eufcmizaci1n.
tiva, tan próxima del ruido <concreto>, en la imitación del mugido del an-
tepasado totémico e2. Bastide ei observa que todos los héroes músicos
(Marsias, Orfeo, Dionisos y Osiris) mueten la mayoria de las veces des-
garrados por el diente de las fieras. En la iniciación mitriitica pueden
Como escribe Bachel aÍd87, tomando prestado su vocabulario a los encontrarse rituale s de mugido, y esta iniciación es conmemorativa de
alquimisras, asistimos al deslizarniento del esquema teriomorfo hacia un sacrificio ea . Bachelard et muestra cómo el grito inhumano está vincu-
un simbolismo (<mordicante>. El pululamiento anirquico se transforma88 lado ala..bocar> de las cavernas, a la uboca de sombran de la tierra, alas
en agresividad, e n sadismo dentario. Qurzá sea su caricter adleriano voces <(cavernosas)> incapaces de pronun ciar vocales suaves. Por último,
el qrle hace las imágenes animales y los mitos de lucha animal tan fa- en la exploración e*perimental del sueño, se encuentran suietos aterto-
miliares al niño, compensando así progresivamente sus legítimos senti- rizados por los gritos de setes semianimales que aúllan, sumidos en uoz¡
mientos de inferioridád. A menudo, eo efecto, en el sueño o la enso- charca fangos ae6 . Por tanto, es en las fauces animales donde vienen a I
naclon t-tutil, el animal devorador se metamorfosea en iusticiero.
= ' -t < ^ lnl¿ concenttarse todos los fantasmas terror'rficos de la animalidad : agitación, r
Pero la mayor parte del tiempo, la animalidad, üas haber sido el sím- manducación agresiva, gruñidos y rugidos siniestros. No h^y que extra-
bolo de la agitációr y del cambio, endosa de forma mis simple el srln- ñarse , pot tanto, si en el Bestiario de la imaginación ciertos ani-
bolismo de la agresividad, de la crueldad. Nuestra química cient'fica males mejor dotados de agresividad son evocados más frecuentemente
ha conservado desde su infancia alquímica el verbo <<atacaÍ>>. Bache- que otros . La lista de demonios semíticos que habíamos esbo zado al fi-
lard 8e escribe una página muy pertinente sobre el Bestiario alquímico, nal del párrafo anterior se prolonga, por ejemplo, con la evocación de
lmostrando como una química de la hostilidad, pululante de lobos y de los Benot/t Ya'ana/t, <.las hijas de la glotoneria>>, que paralos árabes no
,'1.o.., devoradores, existe paralelamente a la dulce qu'rmica de la afi' serían más que los avestruces, cuyo estómago ha conservado en Occi-
nidad y de las <,Bodas Químicas)>. Por transferencia, son las fauces las dente incluso una sólida reputación; los Setenta traducen más clásica-
que llegan a simb olizar toda la animalidad, que se convierte en el ar- mente por ..sirenas,re7. Luego vienen los lyym, los lobos, palabra salida,
quetipo devorador de los símbolos que vatnos a examlnar. Notemos según Langtoo e8, de una raiz que significa .,aullar> a las que se unen
bi..t in carácter ese ncial de esre simbolismo: se trata exclusivamente de naturalmente los Tannim, los chacales.
las facuces armadas de dientes acerados, dispuestas aladrar y a morder, Para la imaginación occidental, el lobo es el animal feroz por exce-
y no de la simple boca tragadora -y ya lo vere- lencia. Temor de toda la Antigüedad y de la Edad Media, viene perió-
impos- e0 es la exacta inversión del El esquema pe- dicamente en los tiempos modernos a encatnarse en una bestia cual-
yorativo de la animación se ve refo or el traumatis- quiera del Gévaudan, y en las columnas de nuestros diarios constituye
mo de la dentición, que coincide c compensadoras el compañero mítico e inve rnal de las serpientes de los mares estivales.
de la infancia. Por lo tanto, son unas fauces terribles, sádicas y devasta' El lobo es, todavia en el siglo xx, un símbolo infantil de miedo pini-
lo
floras da epifanía de la animalidad. Un_poe ta co, de amenaza, de castigo. El <.Gran Lobo Malvado,, viene a relevar al
inspirad natural e I arqueti,po .del oglo - Cronos inquietante Ysengrin. En un pensamiento más evolucionado, el lobo
a expresión figurad a ,rla mordedura del se asimila a los dioses del'tránsito y a los genios infernales. Igual que el
$uando Mormolykéee de los griegos del que el vestido de Hades, hecho de una
Itiempou
piel de lobo, es una supervivencia'00, como también lo es la piel de lo-
Tiempo de labios de lima, en rostros sucesivos, tú te aguzas, te enfebreces.
92 Cfr. art. P. G¡nr'rAIN y P. BucNARDIN, en Rea.
franc. psyc/tan., 1928, L934.
93 Basrron, op. cit,, p. ,7.
I
Podría servir de transición entre el esquema de la animación y la e4 Cfr.
Jur.r c, Libido, p. 90.
ll voracidad sádica, el grito animal, mugido que las fauces armadas vie- e, BacHernRo, Réa. repos., pp . 194-195.
,l nen a sobredete rmi iar. Los psicoanalistas, cuyas conclusiones estricta- 96 Cfr. D¡sorrrF, op. cit., p. 94.
I 97 Micltée, I,8.
98 L¿NcroN, op . cit,, p. t 1 .
87 B¡,cHrl-nRD, La tene et les réaeries du repos, p. 62. 99 Cfr. GRlu¡l, op, cit,, artículos <Moroo), <<Mormolycé>: <La loba Mormolice es co-
88 Cfr. AoLER,, op. cit,, cfr. pp. 52. L50,163,176. Cfr. Madeleine GANZ, I^a Psj¡cbo'
mo Mormo, un demonio femenino con el que se amenazaba a los niños. Se la acusaba de
logie d'A, Adler et le déueloppement de l'enfant, morder a los niños malos... y de dejarles cojos. Pasaba por ser la nodriza de Aque-
89 BncHELARD , op. cit., pp. 62-63.
ronte...>
eo Cfr, infra, p. lg6. r00 Cfr. Kn¡.ppn, op, cit., p. 226; cfr. O. Gnupp¡, Giecltiscbe Mltbolog., p. 769.
9r R. CH,rn, A une sérénité crispée,
l'
79
78
F
I

bo que se poire el demonio de Temese o el dios ctónico galo que César de leo, de s/ei, ..desgafÍaÍ> se
indentifica al Dis Patertot tomano. Para los antiguos Etruscos, el dios -que
del antiguo alemán- roz. Vinculado
de la Muerte tiene orejas de lobo. Mry significativa del isomorfismo
que examinamos ahora es la consagración romana del lobo, de dic ada al
' dios Mars gradinus, al Marte ..agitado,, que corre , o también a Ares, la
viole ncia destructora cercana a la de los Maruts, compañeros de
Rudra r')2. En la tradición nórdica, los lobos simbolizan la muerte cós-
mica; son devoradores de astros. En los Eddas, son dos lobos, Skcill y
Hali, hijos de una giganta, y asimismo el lobo Fenrir, quienes persi-
guen al sol y a la luna. Al fin del mundo Fenrir devorará el sol, mien-
tras que otto lobo, Managamr, hará otro tanto con la luna. Esta creen- de Visoúrrtoo, es decir, el sol medi-
dor del tiempo - La r{12 de la palabra sinba no deja ,Ce tener relación,
cta re aparece tanto en Asia septe ntrional, donde los Yakutos explican
por oúa parte con la luna sin, reloj y calendario por excelencja.
las fases lunares por la voracidad de un oso o de un lobo devorador, co- ' ni l.O"
es, por tanto, uo animal también terrible,.-p"ientado
mo en nuestras campiñas francesas donde se dice indiferentemente que tr0
con el Cronos
astral. Kr"ppe señala numerosas leyend"r, trrrto entre los Hons como
un perro <raúlla a la luna,, o bien ,raúlla a la muerte)>. En efecto, el do- entre los Boiquimanos-, en las que el'sol más o menos leonino
blete más o menos doméstico del lobo es el perro, asimismo símbolo devora a
la luna; otras veces es la diviniáad del rayo la que se enrr eg^
del tránsito. Lo atestigua el panteón egipcior0r tan rico en figuras cino- a esa caf-
nicería. En la Croacia cristitna, es San EÍias q.ri..."Áff."J p"p.i¿.
morfas: Anubis, el gran dios psicopompo, es llamado Impu,.,el que
comedor d'e luna. Los eclipses son casi univerül-..rr. .á.rri¿et¿ts
tiene la forma de un perro salvajeu, y en Cinópolis es venerado como co-
mo destrucciones pgr mordedura del astro solar o lunar. Los mexicanos
dios de los infiernos. En Licópolis es al chacal Upuahut a quie n corre -
precolombinos emple-alan la expresión tonatiult qiali-y metztt;
ponde ese papel, mie ntras que Ke nthame ntiu tiene también el aspecto
o sea: <.devoración> del sol y d¿ la luna. Las mismas treencias fiito,
i. en-
de un perro salvaje. Anubis nos remite al Cerbero grecoindio. Los pe-
cuenüan entre los Caribes y los moros; y entre los indios Tupí ., .r.
rros simbolizan igualmente aHécate r0l, la luna negra, la luna ,,devora- l"-
guar el animal devorador, mientras p^rá los chinos .s i.di?.r-eni.Á.i,.
dar, a veces representada, como Cerbero, bajo la forma de un perro tri-
un perro, un sapo o.rq
céfalo. Por último, desde el estricto punto de vista de la psicologia, {r.a8ón; entre los Nagas de Assam es un tigre y
entre los persas es el diablo mismo quien ,."..rrega a ese funesto
I
Marie Bonaparte r"5 ha mostrado en su autoanálisis la relación estrecha fes-
que existe e ntre la muerte este caso la madre mue Íta- y el lobo
ctónico asociado al temblor -en de tierra y, finalmente , a Anubis. Esta ufo-
bia de Anubis,r, más explícita que el temor del gra.n Lobo Malvado,
I
aterrorizl la infancia de la psicoanalistas, uniéndose , durante el análi-
lir, por un notable isomorfismo, al esque ma de la caida e n e I ma{ .y a
la sangre . Hry, pues, una conve rgencia muy nítida e ntre e I mordisco
de los cánidos y e I te mor al tie mpo destructor. Cronos aparece aquí con
f,
rl melo y paradóiicamente lunarrr2. Vamos a encontrar dentro de
el rostro de Anubis, del monstruo que devora el tiempo humano o ata- breves
Instantes este color moral del desastre. Obseryg-mgs, por ahora,
i'
ca incluso a los astros medidores de I tiempo.
ta <<oscura claridadu del sol negro, ya esré asimilada'a'yisn,i el
q"..r-
El león, y a veces el tigre y e I jaguar, cumple en las civilizaciones León o a
tropicales y ecuatoriales aproximadamente la misma función que el
iqae de la langue greque.
r0r Cfr. GnlMAL, op-. ci1., artículo <Dis Pater>: <El Padre de la
Riquezas es un dios del
mundo subterráneo... desde muy pronro identificado con Plutón...,, ^
. irfro, p. 289.
ro2 Cr. Kn.reyn, op. cit., p. 173.
r0l Cfr. GoRCE y MoRTI¡n_, His-t. génér. des religions, I, p. 218. ntaban la
Sobre el dios (perroD Tlaltecu-
de los antiguos mexicanos, <,Xolotl>, qr. gule las almas hacia los infiernos, cfr. Sotisr¡r-
sangre de
LE, op. cit., p. ,4.
r04 Cfr. H,{RDING, Mystéres de /a las aguas
fernme, p.228; cfr. GRlrvr¡t, op. cit., artículo <Hé-
cate >>.
da, l, 1115-t,y II, 3g-l-6.
rot M. BoNnpARTE, Psycb. antbr., p. y Tcltoaang Tsea, CXLIil, p. 3g3.
96.

80 8l
Savitri, eS denominada pasaaita-niuegana/t, uel que hace enffar y salirrr, mutiladoras, <<criter de mil dientes, boca abierta de abismo...> y el sa-
es decir, el gran cambio, el tiempo ttt. dismo del inquisidor hará del qaernadero el doblete terresrre á. este
Este animal que devora el sol, este sol devorador y tenebroso nos infiern o t2t .
parece pariente muy próximo del Cronos griego, s'tmbolo de la inestabi- Terror anre el cambio
lidad del tiempo destructor, prototipo de todos los ogros del folklore cen ser los dos primeros t
europeo. Macrobio nos dice de Cronos que es el Deus leontocepbalu.r1r4. animal. Estos dos remas
En zona céltica, asicomo entre los Amerindios o los Filisteos, el sol ctó- particularmente, en nuestra opinión
nico pasa por anffop6fagott'. Dontenville ha analizado las característi- americanos, amerindios, europeos y
cas de nuesffo ogro occidental, doblete folklórico del diablo. Orco cot- haire-Sylvain "n, y consagradoJal matrimonio nefasto de un ser humano
so o bien Ourgon de los Cevennes, <.alto como un mástil de navío, con con un ser sobrenatu nl. En un centenar de casos, el ser sobrenatural
fauces armadas de trozos afilados de toca...))116, Okkerlo de los herma- nefasto es un animal o un ogro. En cinco casos solamente, este animal
nos Grimm, Orcón del Morbihan, Ougernón del antiguo Beaucaire frente un-p áiaro, mienttas que e n 13 casos el pájaro es un me nsajero bené-
9s
a Tarascon, todos estos avatates son la epifanía multiforme del gran arr- fico. En 21 casos, el demonio es un reptil: cobra, pitón, culebr^ o boa,
quetipo del ogro que h^y que asimilar, según el folklorista, el Orcus y eh 28 casos un monstruo ogresco: ogro, duendel trasgo, bruia o mu-
subterráneo, al occidente uagador del solrr7. Este ogro sería la valotiza- n los 45caso adopta general_
ción negativa, ((negra)> como acabamos de ver por el Savitri védico y Ho e una bestia iena, toro, etc. ;
chino, de Gargan-Gargant(ta, el sol céltico. Sería el sentido activo de ballo parece del caballo Ba_
engullir, de comer, el padre de todas las Gorgonas habitantes de las oc- rfia etá integrada en cuentos y mitos
cidentales Górgadas rr8. Subrayando el isomorfismo existente enffe el la salvación es parricularmenre níti-
arquetipo devorador y el tema de las tinieblas, Dontenville escribe de orfo triunfe , o que sus arrimañas se
modo excelente: <.Tenemos la noche, la noche de la tierra y de la tum- de la aventura remporal y peligrosa
ba en Orcus y en el ogro...>rre. A menudo es bajo este aspecto ogresco permanece subyacente a todos estos cuentos en los que el simboñsmo
como la diosa Kali se representa: trag^ndo glotonamente las entrañas teriomorfo es tan aparente. El animal es, por tanto,'lo que pulula, lo
de su vlctima o también antrop1fagly bebiendo la sangre incluso en un qqg-.hgy€ y lo que no se puede coger, pero también es el que i.uor", .t
cráneo r20, sus dientes son ganchos horribles . Le iconografla europea, es- ne en Durero al Caballero y a la
pecialmente la medieval, es rica en representaciones de estas ufauces pared.de su comedor, un aúoz
del infietno)> engullendo a los condenados, y que todavia resplandecen muy tnstructivo poner de mani-
en E/ sueño de Fe/ipe II del Greco. En cuanto a los poetas, muchos son ernas del ,tzwaog> y de la cruel-
sensibles al satanismo canibálico . Para asegurarse de ello, oo h^y más Desastres de /a gaeffa, el pintor.,,
que tecorrer el hermoso estudio que Bachelard consagra a Lautréa- is iconográfrcg_d. la bestialidad, :,

montr2r. Hugo no escapa tampoco a la obsesionante imagen del mal de cronos como de Thánatos. vamos a ver super- .
devorador. Baudouin r22 se complace en recoger los modvos canibálicos tostro teriomorfo del tiempo, la máscaÍa tenebro- i
en la obra del poeta, motivos encarnados por el personaje de Torque- tir, en las constelaciones estudiadas hásta ahora, i
. ' *n,
mada. El analista subraya que los complejos de mutilación están vincu- las alusiones a la negrura del sol y de sus devastaciones ,
lados en Hugo a los temas del abismo, de las fauces y de la cloaca. Tor-
quemada, acosado por el infierno, pinta este último como unas fauces
il. Los SÍMBoLoS NICToMoRFoS
rD Cfr. Rig Veda, l,248, y Br, Upanisltad, l, 3-1.
rr4 Citado porJuNc, Libido, p. 270.
rrt Kupp¡, op. cit., p. r32.
. El poeta alemán
isomorfismo
Tieck t26 nos ofrece un hermoso ejemplo de esre
r16 pg¡TEIwIrrF, op. cit., p. lL7.
negativo de los símbolos animales, de las tinieblas y del
I 17 Cfr. op, cit. p. L29 .
,
rr8 Op, cit,, pp . II9-L20. r23 cfr. HucuET, Métapbores et comparaisons dans
Ire op, cit, , p. L26. /'eua
r20 Cfr. Zurru¡n, op, cit., p. 202 y figula 68, p. L77: <Kali dévorante>, p.204. r24 s haitienr, vol. I, pp . 248 y ss.
tzr BlcH¡r,rno, L¿utréomont, pp. 10, 20,27 y ss. T2'
r22 B,ruooulN, Z. Hugo, p. 71. 126 Cftado por BÉcuw, Le réue cbez les romantiques allernands, ll,p. 140.
82 83
ruido: ..Tuve la impresión de que mi habitación era llevada conmigo a
un espacio inmenso, negro, terrorífico, todos mis pensamientos choca-
ban..., ufla alta barrera se desmoronó ruidosamente. Ante mí vi enton-
ces una llanura desierta hasta perderse de vista; las riendas se me
escapaton de las manos, los caballos arrasüaron mi coche en una loca
carÍeÍa, sentí mis cabellos erizarse sobre mi cabeza y yo me precipité au-
llando en mi habitación...> Hermoso espécimen de pesadilla en la que el
ambiente terrorífico parece motivado por ese arquetipo tan importan-
te , por ese abstracto espont áneo tan ne gativamente valorizado e n e I
hombre y que constituyen las !-in:sblas.
Los prióaiagnostica¿Oteé qüülthzan el Rorschach conocen bien el
<.choque negro>) provocado por la presentación de la plancha IV: <.Per-
turbación repentina de los procesos racionales,r "t q.r. produce una im-
presión disfórica general. El sujeto se siente ,.abrumado,) pot la negrura
de la plancha y no puede sino repetir: .,la oscuridad es mi impresión
dominante ... y una especie de tristezar>t28; la disminución depresiva de
las inte rpretaciones acomp añ'a este sentimiento de abatimiento.
Rorschacht2e atribuye estas respuestas uchoque negro' al tipo depresivo,
indolente y estereotipado. Oberholzertro, que ha estudiado la universa-
ll lidad del choque negro y su constancia, incluso entre los primitivos de
Insulindia, le atribuye el valor sintom ático muy gene ral de uangustia
de la angustia>>. Habría que ver aqul la esencia pura del fenómeno de
angustia. Bohm t3t añade que este choque al negro provoca experimen-
talmente una ..angustia en miniatura)>. Esta angustia estaría fundada
psicológicame nte e n e I miedo infantil a lo negro, símbolo de un temor
fundame ntal del riesgo natural, acompañado de un se ntimie nto de Yuga, ..la edad de las tinieblas)). y Éliade consrata que <.el tiempo es
culpabilidad . La valorización negativa de lo negro signific aria, según ncgro porque es irracional, despiadadorrtat. Por eso-mismo la noche
il t
d
'I Mohrrr2, pecado, angustia, rebeldía y iuicio. En las experiencias del está sactahzada. La Nyvtnz helénica, como la N6tt escandinava, arras-
t tradas en un. caffo por corceles sombríos, no son vanas alegorías, sino
sueño despierto se observa incluso que los paisajes nocturnos son carac-
I

I I
Í
+¡ terísticos de los estados de de presión. Es interesante señalar que un temibles realidades míticas.
.h.g.qyg al negro se produce igualmente en las de De-
.experiencias
soillet3s: una <,imagen más sombriar>, un <(personaje vestido de negro)),
u.n <punto negro> emergen súbitamente en la serenidad de las ensoña-
crones asce ncionales, formando un verdadero contrapunto te nebroso y
provocando un choque emotivo que puede ir hasta la crisis nerviosa tr4.
I' Estas experiencias diversas verifican el buen fundamento de la expre-
sión popular: <(tener ideas negras)>, siendo siempre la visión tenebrosa
L3' os'
I

rt6 P' 76'


li
r27 Bouu, Traitá, I, p. 168; cfr. BocHNER y HernrN, op. V, 973-974. Yéase asimismo Esr,rcto, Tlteb. lV, 2g2, y
I
cit., pp. gl y ss. MaNru Sara, fol. 8 a.
I 128 Bocn¡.¡¡n y HarrEN, cop, cit., p.
rl
i 94. t37 Cfr. Kn¡ppl, op, cit,, p. L6l.
129 RoRscH^cH, op, cit., p. 20.
I
t3o Qi¡¿do por BosM, op. cit., I, P. 169.
r1r BoHu, op, cit., p. 170.
r32 Peter MoHn, eo Psycbiatrie und Rorscbac/t'sc/ten Forrndeut, Versucb, piei'
nas 123-133 .
r3J D¡sonr¡,, op. cit,, pp.72,, l jg.
r34 D¡sonr¡, op, cit,, p-. 159.
t{t B¡.cH¡raxo, Réa. repos, p.76; cfr. p. 175.
84 t44 Citado por M. DAVy, op-. cit., p. tó0.

8t
les, mientras que el poet a loé Bousquet apostrofa a la noche <.viviente y al otro. El ogro, como el diablo, es a menudo de pelo negro, o de bar-
voraz>>. ¿No llama el sentido común popular ala hora popular,la hora ba profundamente oscurarti. Es sobre todo notable constataÍ que esta
del ulubicán>? Nosotros mismos hemos mostrado cómo a la negrurat45 <(negruta>> del mal es admitida por las poblaciones de piel negra: más
están vinculadas la agitación,la impurez^y el ruido. El tema del mugi- adelante volveremos sobre el hecho de que el Gran Dios bienhechor de
do, de I grito, de la <,boca de sombra> es isomorfo de las tienieblas, y los Bambara, Faro, tiene <(una cabeza de muier blancz)), mientras que
Bachelard t46 cita a Lautrence para- quien uel oído puede oír más profun- e I mal Mousso Koroni usimboliza todo lo que se opone a la luz: oscuri-

damente de lo que pueden ver los ojos>.La oreja es entonces el sentido dad, noche, bruj eriar, tla . A la lista de los réprobos podemos añadir a,
de la noche. Durante ües páginas, Bachelard r47 nos muesffa que la os- los ujesuitzs)>, de quienes Rosenberg'tt hacia la encatnaci6n cristiana
curidad es amplificadora del ruido, eue es reso nancia. Las tinieblas de del espíritu del mal. El anticlericalismo popular se inspira asimismo en
la caverna iétf;néñ ei--sí mTémts ;í g-ñido del oso y el aliento de los Francia en el odio al <,cuerpor> y al <(oscurantismo>>. El teatro occidental
monstruos. Es más, las tinieblas son el espacio mismo de toda dinami- viste siempre de negro a los personajes reprobados o antipáticos: Tartu-
zaciln paroxística, de toda agitación. La negrura es <,la actividadr> fo, Basile, Bartolo, así como Mefistófe le s o Alcestes. La ferocidad de
misma, y toda una infinidad de movimientos se desencadena por Ia Otelo se une a la perfidia de Basile. Son e stos e le me ntos engramáticos
ilimitación de las tinieblas, en las que el esp'uitu busca ciegamente el los que explican en gra,n parte el éxito insensato de la apol ogia racista
nigrana, nigrius nigroras. del Sigfrido blanco, gigante y rubio, vencedor del mal y de los hom-
De esta solidez de las relaciones isomórficas resulta que la negrura bres negros.
siempre es valorada negativamente. El diablo es casi siempre negro u Por último, como las tinieblas entrañan la ceguera, vamos a encon- 1

oculta alguna negrura. El antisemitismo quizá no tenga más fuente traÍ o,_-40á,E o menos refqrz-ado.actr--los.símbolos
I

que esta hostilidad natutal hacia los tipos étnicos pardos. <.Los negros d€-l La simbólica cristiana
I

nos "d;;-i;güiil.d:¿I',;trg".
liémo dialéctico de la Iglesia enfre ntada a la
I

en América asumen también una función semejante de fiiación de la


agresión de los pueblos huéspedes Otto Fenichel- r4e ss¡¡o en- ciega Sinagoga, representada siempre con los ojos vendadosttf, tanto
-dice
tre nosoffos los zíngaros, los bohemios. . . con raz6n o sin ella se les car- en la fachada de Notre-Dame de París como en el Rubens El Triunfo
ga toda suerte de fechorías. )> H^y que relacio naÍ con estas observaciones de /a lg/esia del Museo del Prado. E. Huguett'7, que se ha complacido
el hecho de que Hitler confundía en su odio y su desprecio al judío y a en catalogar las imágenes del chirlo y de la mutilación e n Víctor Hugo,
los pueblos ((negroidesu. Añadiremos que as'r se explica en Europa el observa cuán frecuente es la mutilación ocular o la ceguera. Como la
odio inmemorial al moro, que en nuestros días se manifiesta por la se- notable conste lación que se encuentra en el poema Dieu.' <.Sin ojos, sin
gregación espont inea de los norteafricanos residentes en Francia 110. pies, sin voz, mordido y desgarrado
Dontenvillettt ha observado la asimilación constante de los paganos y son las descripciones de la f acressarde , de las casas de la corte , las que
los impíos a los <.Sarracenos)> por la opinión pública cristi an4 f €sto en unen el epíteto <(tuerto)> a los epítetos uherpético, arrugadorr. Se consta-
lugares donde el estandarte del profeta no ha ondead o iamás. Lo testi- ta además que numerosas valoraciones negativas son añadidas espo ntá-
monian puertas y totres sarracenas de la comarca de Gex y de las dos neamente por la conciencia popula r a calificativos tal como ((tuerto)) o
Saboyas. El Moro se conviette en una especie de diablo, de coco, tanto ,.ciegorr. El sentido moral viene a duplicar semánticamente el sentido
en la figuras grotescas que adornan las iglesias de Esp aña como en An- propio. Por esta raz6n en las leyendas, como en las e nsoñaciones de la
ior'r, donde el ugigante Maury se agazap^ en una roca junto a Angers y imaginación, el inconsciente es representado siempre bajo un aspecto
acecha a los bateleros que bogan por el Maine para tragarlos con sus .t.enebroso, turbio o ciegor;s. Desde el Eros-Cupido de los ojos venda-
barcosr,ttt. Y por ello vemos que no hay mucha distancia de ese Maury dos, precursor de nuestros modernos libido, hasta ese.,Viejo Reyr> que

r$ Cfr. G. Dun¡,No, artículo en Mercare de FrAnce, agosto 1953.


146 BACHELARD, op, cit., p. 194.
rti Cfr. Barba Azul. Es muy significativo que en el tema mítico del Cónyuge animal
t'47 Cfr. B,TcHELARD, op. cit., pp.27 y ss. o de demonio disfrazado que antlize S. Coun¡¡n¡-SvrvAIN (op, cit., II, pp.122, 125), el
r48 B¡.cu¡rapo, op. personaje nefasto adopte indistintamente los rasgos teriomorfos o los de Barba Azul:
cit,, p. 27.
t49 Conferencia dada en Praga en 1947, citada por M. Bo¡,¡apARTE, Mytbes de guene, príncipe turco (en la baja Bretaña) o moro (Portugal).
r54 G. DI¡r¡RIEN, Religion des Bambara, pp. 39-40.
- rto Cfr. Htrt¡R, Mein Karnpf, I, cap.
p. L41. II. rtl Cfr. A. Ros¡NsERG, Le mytbe du XX' siicle, pp. 20, 43,47.
Cfr. BauDourN ,, Triomplte du héros, p. 230 <.Los musulmanes son a los cristia- 1t6 Cfr. M. D^rvY, op,cit., p. 168.
nos lo que Troya es a los griegos, lo que el temible abismo del inconsciente es a la con- t57 Cfr. E. Huctrcr, Métapb, et cornparaisons dans /'euare de V. Hugo, I, cap. V,
ciencia clara.,
Itr op. cit., p.206.
p.216.
DoNTTENVILLE, rt8 Cfr. Ch. B,tuDoutN, I¿ découaerte de la personne, pp. 10, 16,24.
rrz DoNr¡lwtrl.:q, op. cit,, p.209.

86 87
constela el folklore de todos los países, pasando por el tan célebre y te- que perpetúa la tradición pictórica desde Van Eyck t63 7 Picasso, así co-
rrible Edipo, la parte profunda de la conciencia se encarna en el perso- mo la tradición lite raria desde Ovidio a \íilde o a Cocteau. Un hermo-
naje ciego de la leyenda. Leiarte ha subrayado con justicia la triparti- so eiemplo de isomorfismo de la mutilación y del espeio nos es propor-
ción psicológica de los personajes de la Gítá. Al lado del cochero y del cionado por la mitología del tenebroso dios mexicano Tezcatlipo cat64 .
combatiente, está ese famoso <Rey ciegor, Dhritaráshtra, símbolo del El nombre del dios significa espeio (tezcatl) que echa humo (popoca):
inconsciente, al que la conciencia claray ágil, el narrador lúcido y clari- es decir, espeio hecho con la obsidiana volcánica, espeio que mira el
vidente adjudica el combate de Arjuna. Este personaje borado de la destino del mundo. No tiene más que una sola pierna y un solo pie,
con todos los <viejos reyes> modestos los otros han sido devorados por la tierra (este dios es asimilado a la
memoria de nuestros cuentos: en Z¿ Osa mayor, cuya <<cola>> desaparece bajo el horizonte durante una parte
et el del Copete, en Cenicienta igual del año). Pero este simbolismo del espeio nos aleia suavemente de
arnos la ambivalencia que enmarca la aquel del viejo rey ciego para introducir una nueva variación nictofor-
uy cercana aún de la majestad y del ma: el agua,? rl -ilno tiernpg qqe bebida, fue ql prlmer gspeio dur-
-.rl; poder, es sin embargo la caducidad, la ceguera, la impotencia, incluso miente.)^"sombiip*.
. la locura, lo que aquí prevalece, y la que, a ojos del Rágimen Diurwo
*:i de la imagen, tiñe el inconsciente.de un rnatiz degradado, lo asimila-a-
, -u¡r4 q-o_n-qfe4cia cúda. Calda como el Rey Lear que ha perdido el poder
porque ha perdido la ¡tz6n. La ceguera, como la caducidad, es una Este símbolo de I hostil, de I agua negra, es a todas luces el que
I ir-{gl1g_e."lga. Y es este .arguetioo del rey ciego el que, meior puede captar ^gua
la fragilidad de las clasificaciones simbólicas que
i nte , aóóliáb¿ a los pensadores racionalistas cuyas interpre- desean limitarse a referencias puramente objetivas. El propio Bache-
taciones de la imaginación nosotros hemos criticado. Los términos sar- lard, en su notable análisis abandona su principio elemental de clasifi-
ffianos mismos, <turbia>, uloca>, <degradadu, <pobreD, <fantasmar, ve- cación no era más que pretexto- pura hacer valer axiomas clasi-
hiculaban con ellos ese tono peyorativo del que siempre está teñida la -que
ficadores más subjetivos. Al lado del reír del agu4 del a.gua clara y io-
ceguera que se enfrenta a la clarividenciar6r. Pero en nuestros cuentos vial de las fontanas, sabe hacer sitio a una inquietante <estinfalizaciln,
de hadas, mucho más que en los austeros racionalistas, la ambivalencia del agu^t(t5. Este complejo, ¿se ha formado al contacto de la técnica de
subsiste: el viejo rey está siempre dispuesto a transigir con el joven hé- la embarcaciín motturaria, o bien el miedo al agua tiene un origen ar-
I roe de luz, príncipe encantador que se casa con lahija del regio ancia- qu.eológico bien determinado,-que procede del tiempo en que nuesrros
i
I
no. Si el caráctet de caducidad y de ceguera es la mayor parte del tiempo primitivos antepasados asociaban los cenagales de los pantanos 7 la
valorada negativamente, la veremos sin embargo eufemizarse y rea-
I
sombra funesta de los bosques ? uEl hombre, que no puede prescindir
parecer con la solarización benéfica de las imágenes. Odín en su omni- del agua, se ve contrariado inmediatamente ; la inundación, tan nefas-
potencla permanece tuerto como palz dejar presentir un misterioso pa- ta, es todavia accide ntal, pero e I ce na gal y e I pantano son permanenres
sado, poco claro, ¡error'rficg, propedéutico de la soberanía. Los poetas y crecientes)> r('6. Por ahora, sin responder a estas cuestiones y sin optar
vienen una vez más a confirmar el psicoanálisis de las leyendas, todos por esas hipótesis, contentémonos con analizar e I aspecto tenebroso del
han sido sensibles a este aspecto nocturno, ciego e inquietante que re- agua. Bache lard, utilizando el he rmoso estudio de Marie Bon apartr- ha
viste el forro inconsciente del alma. Mefistófeles, el confidente tene- mostrado perfectamente que el nzare tenebrum habia tenido su poera
broso y el consejero sombrío, es el prototipo de un abundante linaje de desesperado en Edgar Poe167. El color <<de tinta>> se encuentra relaciona-
estos <extranjeros vestidos de negroo y que se nos parecen (como un do e n este poe ta a un agua mottuo ria, completamente empap ada de
hermano>. los terrotes de la noche, preñada de todo el folklore del miedo que he-
De la sombra que ha perdido Peter Schlemihl, al rey o al soberano mos estudiado hastaaqul. Como dice Bachelard, en Poe el agua es <(su-
de que nos hablan René Char o Henri Michaux162, todos son sensibles a perlativamente mortuo ria>>, es doble te sustancial de las tinie blas, es la
la vertiente íntima, tenebrosa y a veces satánica, de la person?, a esa
<tra-nqlucide¿ aiege" g\lg.s.rnbgli¡A e_l.e-s_p-(ig,instrumento d.
l:iqyq.¿-*
rt9 LEt^, Contes de
fáes, pp. 13-14,4
160 LEIA, op. cit., p. 67.
16r Cft. s*pra, p. l).
162 Cfr. ALo¡sERr voN Cs¡ulsso, Peter
Scblemitlil; R. Crnn, A *xe sérénité crisp6e,
y H. MrcHaux, Mon rci qae.

88 8g
,i,.ab
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I
..j!.\

a
q
¡1.
<(sustancia simbólica de la muerte> r(rtt. El agva se convlerte incluso en tig' palmípedo y a v.Tes alado, se conserva con ÍaÍa constancia desde su
una directa invitación a morir: de estinfálica que era, se <<ofelizarr. Va- primera representación iconog ráfica en Noves, e o la baia Durance. El
*..1I|
rLd
1. mos a de tenernos algo en las difere ntes resonancia s fantísticas de esta recuerdo del Dragón céltico está muy vulgarizado, es muy ten^z: Taras-

tl\
gran e pifanla de la muerte. cón, Provins, Troyes, Poitiers, Reims, Metz , Mons, Constance, Lyon y
r6u. El
La primera cualidad del agua sombría es su carácter heracliteo París tienen sus héroes sauróctonos y sus procesiones conmemorativas.
#-r1
b
agua sombría es ..devenir hídrico,r. El agua que corre es amarga invita- Las gárgolas de nuestras catedrales perpetúan la imagen de esta voraci-
i; ltl
I .fun al viaje sin re torno : iamás se baña uno dos veces en el mismo Íio, dad acuática. Nada es más común que la relación entre el arquetipo
y los riachue los no re montan nunca hacia su fuente. El agua que corre saurio y los símbolos vampíricos o devoradores. Todas las relacionesrTT
es la figura de lo irrevocable . Bache lard insiste en este carácter <.fatal>> legendarias describen con horror las exigencias alimenticias del Drag6n:
del agia en el poeta americanorT0. El agua es epifania de la desgracia en Burdeos, el monstruo devora una virgen por d1a, lo mismo que en
del tiémpo, es clepsidra definitiva. Este devenir está cargado de tetror, Tarascón y en Poitiers. Esta ferocidad acuática y devoradora v^ a popu-
es la expresión misma del terrotrTr. El pintor Dalí ha encontrado ade- larizarse en todos los Bestiarios medievales bajo la fórmula del fabuloso
más, er un cuadro célebrer72, esa intuición de la licuefacción temporal coquatrix e innumerables cocadrilles y cocodri/les [cocodrilos] d. nues-
representando relojes ublancos)> y fluyentes como el agua. El agJ.a noc- tros campos. Este Dragón, ¿no es la horrorosa EchidnatTs de nuestra
rurna, como permitían presentirlo las afinidades isomorfas con el caba- mitologia clásica, media pafte serpiente, media parte páiaro palmípedo
llo o el roro, eS,por tanto, el tiempo. Es el elemento mineral que se y muier? Echidna, madre de todos los horrores monsttuosos: Quimera,,
anima con la mayor facilidad. Por eso es constitutiva de ese universal Esfinge, Gorgona, Escila, Cerbeto, León de Nemea; en ell-a Jyng",
arque tipo , a la vez te riomorfo y acuático que es el Dragónt7). quiere encarnar que se acopló con su hijo el Perro de Gerión
La intuición del poeta sabe unir el monsttuo universal con la muer- para dar a luz a-puesto
la Esfinge- una ((masa de libido incestuosa)> y hacer
re e n e I espantoso La caída de /a casa Us/tert7a. El Dragón parece resu- por ello incluso el prototipo de la Gran Prostituta apocaliptica. Porque
mir sombélicamente todos los aspectos del régimen nocturno de la en el Apoca/ipsis, el Drag6n está vinculado a la Pecadora, I recuerda a
imagen que hemos considerado hasta ahora: monstruo antediluviano, los rahab, Leviatán, Behemot y diversos monstruos acuáticos del Anti-
bestia del trueno, furor del agua, sembrador de la muette ,es, como ha guo Testamentorso. Es ante todo el <Monstruo que está en el mar)> , la
r7t. El folklorista estu-
observado Dontenville , una ..creación del miedo)> <Bestia de la fuga rápidarr, la <.Bestia que sube del mar)>r8r. Sin decir
dia minuciosamente las epifanías del monsttuo a través de la toponi' nada por adelantado sobre las feminizaciones psicoanalíticas del Mons-
mia céltica. El Dragón tiene <<uo nombre genérico común a muchos truo de las aguas mortuorias, contentémonos io.r subrayar la evidencia
pueblos, dracs del Delfinado y del Cantal , Draclte y Drake ger_mánico, que se deriva del método de convergencia. Parece que, psicológicamente
lyurm o Varm que recuerda el hormigueo de nuestro KI)en).[gusano] hablando, el Dtagín existe como llevado por los esquemas y los arque-
o de nuesrro ouernzine, [miseria (parásito)J. Sin contat los antiguos Ge- tipos de la bestia, de la noche y del a,gua combinadas. Nudo donde
rión y Gorgona, nuestraTarasca, toro acuático, y el Máchecroüte [M1s' convetgen y se mezclan la animalidad vermídea y pululante, la voraci-
ticacorterrll nombre es todo un programa- qge frecuenta los dad feroz, el estrépito de las aguas y del rayo, así como el aspecto visco-
-cuyo
remolinos de La Guillotiére en Lyon o La Coulobre oculta en la Fonta' So, escamoso y te nebroso del <<agua espesa)> . La imaginación parece
na de Vauclu5s r-(r. La morfologla del monstruo, la de un Gigante sau- construir el arquetipo del Dragln o de la Esfinge a partir de terrores
I' fragmentarios, de repugnancias., de pavores, de. lepulsiones tan instin-
168 B,¡6¡¡ELARD, op. cit,_, pp.6r,7t-76, 122. Sobre el pantano, lacloaca
en Spitrclcr. tivas como experimentadaS y, finalme nte , erguirlo espantoso, más re al
cfr. B,ruDouIN , Le Triomplte du béros, p. 2ll. que el río misffio, fuente imaginaria de todos los terrores de las tinie-
I 169 BAcHELARD, op. cit.,p.79. Fragmento
68, Heráclito, citado.
lr l7o B,¡6¡¡ELARD, op, cit., p.66.
rl r77 Cfr. DoNTENVILLE, op. cit,, pp. t45-153; cfr. Gn¡,NET, Danses et légendes de /a
17r B.rcHnnRD, op, cit., pp. l4O-144.
t, r72 Cfr. S. D¡rÍ , Los relojes blandos Cbine ancienne, ll, p. l)4.
r73 Cfr. Éu.t'on, Traité, p. 183; KRAppE, op, cit.,
r78 Cfr. GnlMAr, op, cit,, a¡tículo <Echidna>. La lección escita del mito de la <mujer-
I
p. 330; cfr. Gn^rN¡r , Pensée c/tinoi- serpiente) es un hermoso ejemplo de eufemización, como Melusina es la antepasada epó-
se, pp . L35 , 316-317 .
r74 E. Po¡, Historias extraordinaias. nima de los Lusignan. Escitas, hijo de Echidna, es el antepasado de los escitas.
JuNG,, Libido, p. 174; cfr. Brnc¡n o¡ XlvR¡y, Traditions tératologiqaes, pp. 60
r7e
17, DoNrsrwrrlF, op. cit., pp . I34 y ss. Cfr. F. o'Ayztc, <Iconographie du Dragonr
(Rerue d'art Cbrétien, 1864), pp. y ss., 122 y ss.
7 t-95, t69-194, 333-361; cfr. L. D-nr,roNT, op. cit., pí- t80 Apoc,, XII, 7-9; Isaías, LI, 9; Salmos, LXXXX, 10;
grnas L90 y ss., 209 y ss. Job, ,
XXVI 12-13, IV, I;
, Ezeqaie,/, XXIX, 2, XXXXII,7, etc. Sobre la relación del Dragón y de la femineidad
,
176 DoNrg¡¡vrr r F op cit. , p. L43 . Cfr. DuuoNr , op. cit, , pp. L55 y ss., 164 K. Spittler, cfi. B.ruooutN, I¿ tnornpbe du héros, pp. 207 y ss.
en
y ss., L97 . r8r Cft, Isaías, XXVII, I y Apoc., XXIII, l.

90 9l
sueña con ahogarse en un <baño de trenzas de Annie>>r87. Podríamos
añadir que es la misma composición la que inspiran las trenzas de Me -
blas y de las aguas. El arquetipo vie ne a resumi, y clarificar los se man- lisenda o la de La Mucltacba de los cabellos de lino, pero también los
tismos fragme ntarios de todos los símbolos secundarios. múltiples Refleios en el agua que pueblan la obra del canror de La
Nos detendremos asimismo algunos instantes en un aspecto secun- Mer, Bachelard, en una perspectiva dinámica, subraya que no es la for-
dario del agua nocturna, y que puede iugar el papel de motivación su- ma de la cabellera lo que suscita la imagen del agua fluyente, sino su
baltern a: /as /ágirnas. Ligrimas que puede n introducir indirectamente movimiento. Desde el momento en que ondula, la cabellera entrañala
el tema del ahogamiento, como lo señala perfectamente la boutade de imagen acuática,, y viceversa.Hay, pues, una reciprocidad en este iso-
Laertes en Hamlet: ..No tienes sino demasiada agu4 pobre Ofelia, por morfismo, cuya bisagra forma el verbo .,ondularrr._La*g¡d-a_es__la anjma-
eso yo me prohíbo llorar...,rt8'. El agua estaría vinculada a las lágrimas ción -tntirna d;l agul- Es también la figura del ieroglffi;gip¿io más ah-
por un carácter íntimo, una y otras serían .,la materia de la desespera- tiguo, eue se encuentra asimismo en los casos neolíticosr88. Además,
ciónr> r8l. Es en este contexto de tristeza, cuyo signo psicológico son las anotemos de pasada y sin tomarlo demasiado en serio, que la noción
lágrimas, donde se imaginan ríos y estanques infernales. El sombrío de onda en las ciencias físicas, cuyo signo es la ondulación sinusoide, se
Stix o el Aquerón son moradas de tristeza, la mo rada de la sombras de apoya en la ecuación de la frecuencia y viene a recordarnos que es ram-
pesadilla. Baudouinl84, analizando dos sueños de niñas relativos al bién el tiempo el que regenta las ondulaciones en el laboratorio . La on-
ahogamiento, observa que están acompañados de un se ntimiento de da del físico no es más que una metifora trigonomét rica. Asimismo en
algo incompleto que se manifiesta por imágenes de mutilación: el de la cabellera esti figlda al tiempo, a ese riempo irre-
<(complejo de Ofeliau va acompañado de un <(complejo de Osiris> o ..de il pasado rsí ¿No ténemos en Occidenre ..r^.rosas
Orfeou. En la imaginación ensoñadora de la niñita, la muñeca es rota, ares que hacen con los bucles de la cabellera talismanes
descuartizada antes de ser precipitada en el de la pesadilla. Y la
^gua
niñita adivina el isomorfismo del Dragón devorador cuando pregunta:
u¿Qué es lo que pasa cuando uno se ahoga? ¿Se queda uno entero?>
Cerbero es, como vemos, el vecino inmediato de Cocito y de I Stix, y el
<(campo de los llantos>> está contiguo al río de la muerte. Es lo que apa-
rece muchas veces en Hugo , para quien el interior de la mar, donde
numerosos héroes terminan sus días mediante un brutal ahogamiento obstante es más difícil dar cuenta de forma directa de la fem inización
los de Les Traaai//eurs de la mer y de L'Homnze qui rit-, se de la cabellera, porque sólo en Occidente la cabellera es patrimonio del
-como con el abismo por excelencia: <,colmena de Hidrasr>, uanálogo
confunde sexo femenino re2.
de la nocher>, Koceano flox>t, donde los bocetos de vida, las larvas ((se Sin embargo, antes de adentratnos por la via de la verdadera expli-
i dedican a las feroces ocupaciones de la sombra cación, es decir, del isomorfismo que une por los menstruos la onda
I Otra imagen frecuente, y mucho más importante en la cons- con su símbolo piloso por un lado. y con 11 feminidad por otro, hemos
' telación del agua negra, €s la cabellera. Esta última va a inclinar insen- de detenernos en una convergencia secund aria en la que vamos a en-
, siblemente los símbolos negativos que estudiamos hacia una feminiza- contrarnos con el espeio sobredeterminado por la onda y la cabellef?te3 -,,

ción lanad4 feminizaciln que se verá reforzada definitivamente por Porque el espejo no sólo es procedimiento de redoblamiento de las
ese agua femenina y nefasta por excelencia: la sangre menstrual. A pro- imágenes. del yo, y p9r. tanto s-rmbolo del doblete tenebroso de la con-
pósito del ucomplejo de Ofeliau, Bachelard186 insiste en la cabellera flo- ciencia, sino que también está vinculado a la coqu eteria. Al parecer, el
'-tante que poco a poco contaminala imagen del agua.Lacrin de los ca- agua constituye el espejo originario. Lo que nos sorprende tanto como
ballos de Poseidón no está lejos de los cabellos de Ofelia. A Bachelard no
le cuesta mucho mostrarnos la vivacidad del símbolo ondulante en los
autores del siglo XVIII, como en Balzac, D'Annunzio o Poe: este último
187
188

r82 189

r8l aes' P' 89' 190

s cor*r
184

el ogro
,13 o!,llif: ::'::,'n3tr3i:1ffi'"f i:if""J
19r
192
193
18t Cfr. BauooulN, V. Hugo, p. I47; cfr.
Trauail/eurs de lA nzer,I, cap. VI.
t86 B,¡6¡1E[ARD, Eau et réuis, p. f f a
93

92
I

el simbolismo lunar en las imágenes que Bachelard '')a pone _de mani- Lo que constituye la irremediable feminidad de I agua es que la li-
fiesto en foachim Gasquet o en ¡.rles Laforgue, es que el refleio en el quidez. es e I elemento mismo de los menstruos. Puede decirse .qle el
agu^ va acompañado del complejo de Ofelia. Ivfirarse es ya un poco arquetipo del elemento acuático y nefasto es la sangre rnenstrua/. Es lo
oT.[26. y párticipar en la vida de las sombras. La etnografia viene que confirma la frecuente relación, aunque parezca- insólita al princi-
una vez Áai la poesía: entre los Bambara, el cuerpo del pio, del agua y de la luna. Éliade r()- explica este constante isomorfismo,
doble femenino, ^.onfirrttrr
el dya, es uli sombra sobre el suelo o la imagen en el por bio debido a que las aguas están sometidas al fluio. lunar; por
aguz.>>. Para remediar-el vuelo siempre nefasto de su sombra, el bamba- otro,"qdebido a que por ser germinativas se relacionan con el gran sím-
,íh^recurrido al espejo acuático,..se mira en el a,gua de una calabaza, bolo agrario.que es la luna. No nol ocuparemos más que de la primera
y luego cuando la imagen es nítida la revuelve movie ndo e I recipiente, afimación: las aguas están vinculadas a la lu¡a porque su arquetipp es
io qí. envía al dya bá¡o la protección de Faro (el dios benéfico),r'ut. menstrual; en cuanto al papel fecundante tanto de las aguas como de
Ahóra bien ,la cabellera esrá vinculada al espeio en toda la iconografia Iá'lüñá-;-ñb es más gue un efecto secundario de esta motivación primor-
del utocado> de diosas o de simples mortales. El espejo es, eo numero- dial . La mayor parte de las mitologías confunden las aguas y la luna en
sos pintores, elemento líquido e i-nquietante. De ahi la frecuencia en la misma divinidad, tanto los iroqueses y los mexicanos como los babi-
Occidente del rema de Susana y lof aiefos en el que la cabellera des- lonios o en el Ardvisüra Anáhita haniles. Los maoríes y los esquima-
uenzada se une al refleio glauco del a.gua,:-.como en Rembrandt, qu9 les, así como los antiguos celtas, conocen las relaciones que existen en-
repitió cuarro veces ese mouvo, y como én Tintoretto, donde se allan el tre la luna y los movimientos marinos. El Rig Veda afirma esta solidari-
,dorrro femeniflo, la carne , la preciosa cabellera, el espeio y la onda. dad entre la luna y las aguas r')". Pero pensamos que el historiador de
Este tema nos remite a dos mitós de la los que las religiones200 se equivoca al no buscar a este isomorfismo otra expli-
nos detendremos un instante porque su la fuer' cación que la cosmol6gica corriente. Porque vamos ver que baf o el
^
za de las imágenes míticas engend rada los es- simbolismo lunar convergen dos temas que van a sobredeterminarse re-
quemas y de los arquetiPos. cíprocamente, inclinando este simbolismo entero hacia un aspecto ne-
plícito: es el de Narciso, her fasto que no siempre conserva . La luna está unida indisofublemente a
la compañera de Diana, y al la muérte y alafehinidad, y es por la feminidad por la que se vinculq
frir la metamorfosis mortal del esp al sirnboüsno acuático. \
Acteón donde vienen cristaliza En efecto, tendremos ocasión de volver ampliame nte sobre este I
i dispersos de la feminidad ^ nocrur na y temible. Acteón sorprende el aseo tema20r: la luna aparece como la gran epifania dramática del tiempo.
I, de ia diosa que , sueltos los cabello!, se baña y se-mira e1 l1 aguas pro' Mientras que el sol permanece semejante a si mismo, salvo durante Ía-
,'fundas de uqa grxw¿susada por los clamores de las Ninfas, Artemis, ros eclipses, y que no se ausenta más que un corto lapso de tiempo del
tl" diosa lunar, meramorfosea a Acteón en animal, eo ciervo, Y, dueña paisaie. humano,la luna es un astro que crece , que mengua, que des-
de los perros , lanza la trailla al encarne. Acteón es desped azado, lacera' aparece, uo astro caprichosg que parece some tido a la temporalid ad y a
do, y sus restos dispersos s s la muerte. Como subraya Eliade2o2, gracias a la luna y a las lunaciones
Sombras que frecuentan las s se mide el tiempo: la raiz indoaria más antigua que se refiere al astro
elementos simbólicos de la ' noctutño, ffi€, que da el sánscrito nzal el avéstico rna/t, el rnená gltico,
Nada falta en él: teriomorfia en s el mene griego y el mensis latino, quiere asimismo decir medir. Por es-
matización ta asimilación con el destino, la ..luna negra)> está conside rada-l a mayor
strofe. Nos parte del tiempo como e I primer muerto. Durante tres noches se borra
a la muier y desapatece del cielo,y los folklores imaginan que entonces está engu-
de la Lore- llida por el monstruo203. Por esta raz6n isomorfa, numerosas divinida-
lei, viene a sustituir con su femin r atribuido
hasta aquí al anim al raPaz . r97 cfr. B,IcHELARD, L'fuu et /es réues, p. 1ll.
198 I48; p^r^ los mexicanos la luna es hija de Tlaloc, el Dios
cit., p. 26 y ss.
r94 Cfr. B,TcHELARD, fua et réaes, pp. 120-121.
rgt DrcmnuN, op. cit., p. ,9.
196 Cfr. P. Gnlu¡.r, Diciionnaire, artículos <Narcisse>, qActeónp. El tema del odoble>

subyace en toda la leyenda de Acteón: el centauro Chirón modela una estatua a imagen
de Acteón para consolar a los perros desesperados por haber devorado a su arno. 151; KRApp¡, op. cit., p. L66; HanorNG op. cit,, p.t7.

94 9'
des lunaes son ctónicas y funerarias. Tal sería el caso de Perséfone; de
Hermes y de Dionysos. En Anatolia, el dios lunar Men es también el
de la muerte, y lo mismo el legendario Kotschei, el inmortal y maligno
genio del folklore ruso. la luna es consid erada a menudo como el país
de los muertos, tanto entre los polinesios Tokalav, entre los iranios o
los griegos, como en la opinión popular de Occidente en la época de
Dante 20a. Más notable es aún desde el punto de vista de la convetgen-
cia isomorfa esta creencia de los habitantes de las Cótes-du-Nord, se-
gún la cual la cara invisible de la luna oculta unas fauces enormes que
sirven pura aspirar toda la sangre veftida en la tierra. Esta luna antropó-
faga no.es rara en el folklore euroqeo20t. Nada hay más temible para el
campesino contemporáneo que la famosa .,lu na roiar> o <<luna quemadau
más ardiente que el sol devorador de los trópicos. Lugar de la muerte,
signo del tiempo, es por tanto normal ver atribuir ala luna,y especial-
mente ala luna negra, uo poder maléfico. Esta maligna influencia está
censada en el folklore hindú, griego, armenio, igual que entre los in-
dios del Brasil. El Eaanlio de San Mateo utiliza e I verb o séléniaszestltai
<<eStzr lunático>> cuando alude a una posesión dem oniaca206. pu¡a los sa-
moyedos y los dayak, la luna es el principio del mal y de la peste, en la
India se la de nomina <,Nirrtiu, la rui na2o7. Casi siempre la catástrofe lu-
nar es diluvial 20n. Si a. menudo es un animal lunar Í?na, por
ejemplo- el que degurgita las aguas del diluvio, es-una porque el terna
mortal de la luna está estrechamente vinculado a la feminidad.
Porque el isomorfismo de la luna y de las aguas es al mismo tiempo
una feminizaciln El término medio lo constituye el ciclo menstrual. )

La luna está vinculada los menstruos, es lo que enseña el folklore i


universal 20e. En Francia, ^los menstruos se llaman ..el momento de la lu- ;,
na>>, y entre los maoríes la menstruación es la ..enfermedad lunarrr. Muy ',

a menudo, las diosas lunares (Diana, Artemis, Hécate , Anaitis o Freyja).i


tienen atribuciones ginecológicas.. Los indios de Am ética del Norte di-
cen de la luna menguante que tiene ((sus reglasr, . <<Para el hombre pri-
mitivo Harding- 2r0, el sincronismo entre el ritmo mensual
-observa
de la mujer y el ciclo de la luna debía parecer la prueba evidente de ;

que existía un vínculo misterioso entre ellas.>> Este isomorfismo de la'


lilna y de los menstruos se manifiesta en numerosas leyendas que hacen 'i
de la luna o de un animal lunar el primer marido de todas las mujeres;
entre los esquimales, las jóvenes vírgenes no miran nunca ala luna por
miedo a quedar encinta, y en Bretaña las muchachas hacen lo mismo

204 2tl p.274.


205 2t2
206 2t3
207 2t4
208 2rt
209 S. Ic,rno , I-a Fernrne pendant la période 2r6
truelle, 2t7
2r0 citi, p. 63; cfr. Knappu, op. cit., p. 108. 2r8
L7 6.
2tg

96
97
tipo colectivo símbolo del destino, y que Baudouin relaciona muy iur- que uq iuego de palabras: en Le Titan, en Euiradnus, en Notre-Dame
ciosamente con la Lilith-Isis de La Fin de Sotan, Es ella la que declara: de París, donde Claude Frollo compara la lucha del hombre contra el
<.Ananké soy yo)>, ella es la vampiro, el alma negra del mundo, el alma destino con la de una mosca cogida en la tela, eo La Fin de Satán don-
del mundo y de la muefte. <.En la filosofía de Hugo, la Fatalidad viene de sólo se evocala antítesis de la mosca, el poeta apela al pequeño ani-
a coincidir con el Mal, con la materiar>2zo. Y Baudouin subraya el siste- mal amenazador, que condensa todas las fuerzas maléficas. La araña se
ma etimológico <,matet-mauiz-materiarr. Antes de volver a estas ((aguas convierte incluso en el prototipo sobre el que se forman personaies an-
madres> que son los menstruos, tenemos que considerar todavia las tropomorfos: en Les Misérab/es es tan pronto lavert quien juega el pa-
manifestaciones teriomorfas de la vampiresa, de la mujer fatal. pel de araña policíaca, como la gargotte de la Thénardier, <<tela donde
En primer lugar, podemos constartar con los lingüistaszzt que la repar- Cosette estaba cogida y temblaba.. .>>221, de la que la Thénardier , la
tición de los sustantivos en género animado e inanimado, tal como madrastra, €s lz clave simbólica. La araña reaparece en Masfener, en
existe en ciertas lenguas primitivas, es reemplazada en ottas lenguas Les Demiers fours d'un condarnné y en L'Homrne qui rit, donde la
por una repartición de género ándrico y género metándrico. Este últi- imagen emerge explícitamente de su contexto psicoanalítico cuando
mo género comprende las cosas inanimadas, los animales de ambos se- Gwynplaine percibe en el <(centro de la tela una cosa formidable, una
xos y las mujeres. La feminidad lingüísticamente, entre los caribes y los mujer desnuda...11226. Desde luego nosotros no daremos a este símbolo
iroqueses, es rechazadaal lado de la animalidad, semánticamente es con- la interpretación narcisita que le átribuye el psicoanalist a para quien ..la
natural al animal222 . Asimismo, la mitología femini za monstruos terio- araña amena zadora en el centro de su tela es además un excelente sím-
morfos tales como la Esfinge y las Sirenas. No es inútil observar que bolo de la introversión y del narcisismo, esa absorción del ser por su
Ulises se hace atar al mástil de su navío para escapar a un tiempo del propio centro
lazo fatal de las sirenas, de Caribdis, y de las mandíbulas armadas de clásica 228 paÍa la cual la arala <(representa el símbolo de la madre arisca
una triple hilera de dientes del dragón Escila. Estos símbolos son el as- que ha conseguido aprisionar al niño en las mallas de su red,r. El psi-
pecto negativo extremo de la fatalidad más o menos inquietante que coanalista relaciona iuiciosamente est a imagen donde domina <,el vien-
personifican, por lo demás, Circe, Calipso o Nausicaa. Circe,la maga, tre fríou y las ((patas velludas)> sugerencia horrible del órgano femenino,
a medio camino entre las sirenas y la encantadora Nausicaa, Circe la de con su complemento masculino, el gusano, eue desde siempre ha esta-
los hermosos cabellos, maestra de los cantos, de los lobos y de los leo- do relacionado también con la decadencia de la caÍne22e. Hermoso
nes, lno introduce a Ulises en los infiernos, y no le permite contemplar ejemplo de sobredeterminación ontogenética de un símbolo de la mi-
ala madre muerta, Anticlea? La Odisea2z, entera es una epopeya de la soginia, que, como esperamos demostrar, pzrece descansar sobre bases
victoria sobre los peligros tanto de las olas como de la feminidad. En filogenéticas más amplias. Baudouin observa asimismo que el rerror
Víctor Hugo es un animal negativamente sobredeterminado por estar edípico de la fuga ante.el pad{e y la auacción incestuosa por la madre
oculto en ló negro,feroz,ágil, Que ataasus presas con un lazo mortal, y vtenen a converger en el símbol o arácnido: <Aspecto doble de una mis-
que juegael papel de la vampiresa: la araña, Este ani ma fatalidad> 210. La araña que entra en composición con el gusano de
tór Hugo, que llega incluso a dibuiarlo2z{.Desde lu la hidra, <.especie de gusano resplandeciente,, a menudo isomorfo del
nético juega un papel en esta elección del s'rmbolo elemento femenino por excelencia,r, el Mar. Es en la /tidra gigante de
tiene una sonoridad cercana a ananáé. Pero el tema vuelve con tanta Les Trauailleurs de la rner, el pulpo, símbolo directo de la fatalidad del
constan cia a la imaginación del poeta que hay que ver en ello algo más océano donde la totopoderosidad nefasta y feminoide se manifiesta 23r.

22, Citado por BluDourN, V. Hago, p. 138.


22r Cfr. D^IMouRETTE, Des mots i la pensée, I,306 y 308, pp. 36t-367, y BauooulN,, 226 Qi¡ldo por BeuoourN, op. cit-., p. L37 .

k Triomplte du béros, pp. 208 y ss. LnRot-GoururaN (<Répartition et groupement des ,


227 S¡gDourN, op. cit., p. L37.
animaux dans I'art pariéta,l paléol. >; op. cit., p. ,2L) observa que <63 representacioneg 228 Cfr. RÁNK, Traamatisme de la naissance, pp.
30 y ss. Entre los antiguos mexica-
femeninas de 89, o sea, más de los 213, están asociadas a figuras animales. De 46 casos de '
nos la arañe es el animal emblema del dios del Infitrno áel Norte Mictlanrelcutli, el que
asociación, en 32 apuece el cabdlo y en 27 el bisonte; <Ia agrupación normal, represco- lleva sobre su espalda el <Sol negro>, patrón del dla <perro>, quinto señor de la noche.
tada por los_ 213 de los casos, es-por tanto la_siguiente : figuraciones femeninas-caballo, fi-
; Cfr. SoUSTEIIF, op. cit;, pp. ?r.V ss. Cfr. infra, p.106. Cfr. el imporrante papel qué jue-
guraciones femeninas-bisonte , figuraciones femeninas de bisonte y caballo...>. gal^ <Muier-aÍ?f?>,, abuela de los gemelos de la guerra en la miiología Hbpi. Cfr. DoN
222 Cfr. la concepción tenaz de la inferioridad del sexo femenino en todos los dualis.,, Taray¡svt,, Soleil Hopi, Apéndice A, pp. 425 y ss.
mos: pitagórico, plaiónico, valentiano y gnóstico, elkasaíta, etc. Cfr. Simone PÉrn¡ugvr, i 229 Cfr. Poema de Huco, La cbauue-souris, Ce que dit la
boucbe d'ornbre, La rose de
k Dualisrne cltez Platon, les Gnostiques et les Manichéens, p.207, nota 101. I'infante; cfr. asimismo, BAUDELAIRE, Les Flears da Mal, LXXIII, XXX, erc.
223 Cfr. BauDourN, Le Timplte du béros, pp. 36-50. zto Cfr . BauoourN, op. cit. , p . 142.
224 BnuooulN, Z. Hugo, p. 137: cfr. R. EscHou¡x, Víctor Hugo artiste, p.64. 23r Cfr. BauDourN, op. cit., p. I43.

98 99
La escena del combare con el pulpo es el episodio central de esta nove- atadurasr>23'. Por ahora no nos ocupamos más que del sentido funda-
la, y )ules Verne volverá a toma quetí- me ntal, que es negativo, del lazo f
de las divinidades atadoras. Éliade
pica en Vingt mil/e lieues sous como concluye que entre los Yama y Nirti, las dos divinidades védicas de la
io dem,r.rrti la impresionante s agLla' muerte, estos..atributos de atador son no sólo importantes, sino consti-
do en la transcripciOn cinema tográ e ' Por tutivos>>, mientras que Varuna sólo accidentalmente es un dios atador.
sus rentáculos, el pulpo es el animal atador por excelencia. Se-vq que el Asimismo Urtra, el demonio, es aquel que encadena tanto ? los hom-
mismo isomorfir^o órt. a uavés de los símbolos de Escila, de las sire- bres como los elementos: <,Los lazos, las cuerdas, los nudos caracte rizan
nas, de la arala o del pulpo2r2. Y el simbolismo de la cabeller? parece a las divinidades de la muerte)> 2'1ti. Este esquema de la atadura es uni-
u..i, a refor zar la imagen^ de la feminidad fatal y terioqorfa . La cabe - versal y se encuentra entre los iranios , paÍa quienes Ahriman es el ata-
llera no está vincula da"al agua por femenina, sino feminizada por.i.Io- dor nefasto, entte los australianos y los chinos, para los cuales son, res-
fisiológico es la sangre menstrual. Pe- pectivamente , la demonia A¡anda o el demonio Pauhi quienes ocu-
Itifo sobreáetermi naÍ subrepticiamente la pan esta función. Entre los germanos , para quienes el sistema ritual de
7o to
cabel al mismo tiempo signo microcósmico ejecución es la horca, las diosas funerarias halan de los muertos con una
de la hiio narural que sirve par^ trenzar los cuerda 2re. Por último , le Biblia abunda en alusiones diversas a las <<ata-
primeros lazos. duras de la muerterr'40. rt1i^¿rzu establece además una importante co-
de los rrelación etimol6gica entre <<atan>> y ..embruiarrr: en turco-táraro bog,
ruecas bog,significa atadura y brujería, como en latin fascinum, el maleficio,
anción es próxi^.o palieqte de fascia, eI lazo. En sánscrito yuÁli, qye significa
del si- uncir, quiere decir también upoder mágico>, de donde deriva precisa-
glo XVIII: mente el <<Yoga>>. Más tarde veremos que ataduras y procedimientos
mágicos pueden ser captados, anexados por los poderes benéficos, do-
Pon /a espada en la rnano, I Yo en mi raeca tando así el simbolismo del lazo de cierta ambivalencia. Esta ambiva-
y nos batiremos en duelo sobre la hierba... lencia, e o el camino de la eufe mización, es más especialmente lunar:
las divinidadqs lunares son a la vez factores y dueños tanto de la muer-
son su testimonio. Pero no nos detendremos por ahora m4l que en _el i te como de los castigos 2a2. Tal es el sentido de un hermoso himno de
;;;d.;;-á;i hitado: el 4it?, qu.e 9s e.l primei vínculo artificiál P" ? 'i Ishtar citado por Harding: la diosa es dueña de la catástrofe, ella ata- o
'O¿lio, el hilo es ya símbolo del destino human 0214. Como en el corl- desata el hilo del mal, el hilo del destino. Pero esta ambivalencia cícli-
rexro micéni.o, Éliade2rt relaciona muy aceftadamente el hilo con el la-, :' ca, esta elevación del lazo simbólico a una potencia rral cuadradou de lo
berinto, coniunto metafísico ritual qu; contiene la idea de dificultad, imaginario, nos hace anticiparnos a las eufemizaciones de los símbolos
á. p.ligro ¿. mueme.- El lazo es la imaq.t directa de las oatafurasl terroríficos. Por ahora, contentémonos con el aspecto primero del vín-
i-ioril.r, de la condición humana ligada a la conciencia del tiempo culo y del simbolismo de primera instancia. Este simbolismo es pura-
i ; f" Áaldición de la muerre. tutql a qeludo en la práctica d.l t_l:i: mente negativo: el ltzo es la potencia márgica y nefasta de la araña, del
ffit;i; .i r..rtazo de la ascensibn, de la elevaciln, €s represeltada pulpo y también de la mui er fa:'al y mágicazar. Nos queda por exami-
por una constel aciÍnnotabl e: <Lazos negros que L:anal sujeto Por de.trás
ír^rii"brjo" zt6,l?zos que pueden ser. réempla1ados Poj el enlazamien' j
to de un animal, y po; supuesto p r la arafla. Más adelante volveremos
a examinrr {;róbi.-", ranto Dumézil como ^ Éliade, de la "t1 i
^
lízací1n anrir¿;icamenre valo rizada del oatadoru y del ucortador d.'i
y Euaoe , Imoges et Symboles, p. I33.
de
212!,,¡¡¡o Escila, muier cuyo bajo vientre está armado con seis mandíbulas L34,138.
Hidra, son amplificaciones mltolÓgrcas del pulpo. Lrr' Gruu,[
Pulpo. cfr. r'tKrMAL op.
c cit.,
como la Hidra;;;¡íifi.".íottes'mitológicas
a

:illd; .Hyá;.de Lerñeo. Todos e;ros monstruos són dragones plurales. XVIII, 6; CXVI, 3-4; Oseas, VII , L2i Ezequiel,
2n Cfr. infra, PP . 306 Y ss. 16.
2t4 odisea, vII, 198.
,ot éf':l;^;;:í;;ses et Symboles, p. 149. Cfr. P. RrccuR,op, cit., p. t44,el
' de oservo-arbitrior.
cepto
216 Cfr. DESOTITF op. cit., p. 161.

100
de la muerte lunar, es el símbolo perfecto del agu a, negra. En la mayor I cios tenebrosos, porque, como observa Bachelard2sr: <.la sangre no es ja-
parte de los pueblos, la sangre menstrual, )¿ luego cualquier otra san- más felizrr. Y si la <.luna roiiza, es tan nefasta2t2 es porque la luna <tie-
gre , es tabú. El Leuítico2'14 nos enseña que la sangre del flujo femenino i le . su.s reglas> y porque las heladas que resultan de ellá son <.la sangre
es impura y prescribe mrnuclosamente la conducta que debe seguirse del cielo>. Esta valorizaciln excesivamente negativa de la sangre sería
durante el periodo menstrual. Entre los Bambara, la sangre menstrual incluso, si se presta crédito a la célebre anécdota referida por láme.srir,
es el testimonio de la impureza de la Bruja-Madre primitiva Mousso- un arquetipo colectivo, filogenéticamente inscrito en el contexto somá-
Koroni y de la infecundidad momentánea de las mujeres. Es ula prohi- tico de la emoción, y se manife staria espont áneamenre ante toda toma
bición principal de las potencias sobrenaturales creadoras y protectoras de conciencia clara. Sin prejuzgar este origen cuasirreflejo del temor de
de la vida,>2at. El principio del mal, el wAnzo, ha penetrado en la san- la sangre , contentémonos con concluir en el isomorfismo estrecho que
gre del género humano por una circuncisión original hecha por los' une la sangre como agua sombría la feminidad y al tiempo <(mens-
dientes de la ogresa Mousso-Koroni. De ahi la necesidad recíproca de trualr>. ^
un sacrificio sangriento, excisión o circuncisión, a fin de libe rar al nino Í La imaginaciín, gracias a esta constelaciln, y? a encaminarse insen-
de su utanzo24('. Es de observar que este tabú imperialista tiene un ca- siblemente por el concepto de /a rnancba sangrienta y de la mancilla
rácter más ginecológico que sexual: no sólo en la mayoria de los pue- hacia el m^tiz mora.l de la falta que precipi tará. como veremos en el
blos las relaciones sexuales están prohibidas en periodo de reglas, sino ,
apartado siguiente, el arquetipo dé la caidi. Przyluski2,4 ha establecido
que también está prohibido permanecet en el entorno de una muier i notablemente la correlación lingüística que podía existir enrre Kali o
con las reglas. En las épocas menstruales se aísla a las mujeres en cho- I Kala, divinidad de la muerte , y Kála por un lado, que significa <<tiem-
zas, y la muier no. debe tocar siquiera el alimento .que absorbe. po, destirro>, Aá/ah,a por otra parte , derivado de Kála y que significa
Fn, <(manchado, mancillado, tanto en lo físico como en lo morál . La misma
nuestros días aún, los campesinos europeos no permiten a una mujer
<indispuesta>> tocat la mantequilla,la leche, el vino o la carne , por mie- familia de palabras Sánscritas da además Aaláa, suciedad , falta. pecado
-
y
i

do a que estos alimentos se vue lvan impropios p"ra e I consumo. Prohi- ka/usa, sucio, impuro, turbio. Además , kali significa la ..mala
el lado del dado que no tiene ningún punto. Así es como la
I

biciones semejantes pueden verse en la Bib/ia, eo las leyes de Manú o suerte)>,


en el Ta/mud247. Este tabú es esencial, y Harding2as nota que el térmi.3 rulz prearia kal, negro, oscuro, se devana filológicamente en sus com-
no polinesio tabú o tapú está empare ntado con tapa, que significa puestos nictomorfos. Por una vez concuerdan semiologia y semantis-
<(menstruos)>. El famoso lYaÁan de los Dakota significa asimismo <<rnu: I mo , uazando en resumen la constelación que une las tinieblas a la san-
ier indispuesta)) y el Sabbat babilonio tendría asimismo un origen gre tal como acabamos de describirla. La diosa Kali es representada ves-
menstrual. El sabb4¡21e eta respetado durante las reglas de la diosa lu-',! tida de_roio, llevando en sus labios un cráneo lleno de sangre, de pie
nar Ishtar, ..€l sabbat no era observado al principio más que una vez al' en una barca que navega sobre un mar de sangre, udivinidad sanguiña-
mes, luego en cada parte del ciclo lunarrr, y sabattu significaria umal', ria cuyos templos se parecen hoy a los mataderos>)zr:. ¡l psicoanálisis se
día de Ishtarrr. En todas estas prácticas se hace más hincapié en el suce. hace eco de la sem ántica religiosa cuando Marie Bonaparte 2t6 escribe :
so ginecológico que en una..falta> sexual, significación que sólo será1, <¿Cuántas veces no he gemido bajo esa pesadilla en que la mar, eterno
dada por el esquema de la caida. La sangre mensttual es simplemente símbolo materno, me fascinaba para, engullirme é incorporarme a
el agua nefasta y la feminidad inquietante que h"y que evitar o exorci. i ella... y en qye la gota salada del agua que me llenaba la boca era qui-
sar por todos los medios. Asimismo, eo el poetaE. Poe, el agua mateü zi el recuerdo inconsciente , imborrablé de la sangre insulsa y súcia
n^ y mortuaria no es nada sino sangre. El propio Poe escribe: <<Y est¿ que , durante mi hemoptisis , habia estado a" punto de costaime la
palabra sangre, esta palabra supreffiz, esta palabra reina siempre tan ri', vida... ?> Finalmente, otto ejemplo de este isomorfismo de los arqueti-
ca de misterio, de sufrimiento y de tetror, esa sílaba vag4 pesada y he.
ladarr2to. Es este isomorfismo terror'fico, de dominante feminoide, e
, Eou et réues, p. 89.
que define la poética de la sangre , poética del drama y de los malefi p. 96, y HmorNG op. cit,, p. 63.
istP. 200; cfr. artículos del cMind) (1SS4), oLe théorie de l'Émotion¡.
244 ¡sui¡¡6o, XV, Lg-33. Grande déesse, p. 195; cfr. P. RrcctJR, op, cit., p. 39, Le sinbolisme
24, Drcr¡ru¡N, op. cit., p. 6r. de
2tt Pnzvrusu; o.p. ci1,, p.. 196; cfr. Ztuupl: op. cit., p.2o2.Habr'nque esrudiar asi-
246 DTETERTEN op. cit., p. 64; cft. infra, p. 160.
mismo el demonio hembra de los semitas
247 Cfr. HmorNG, op. cit., pp. 64-66. ülith,i.ryo no*bre viene de fa niz c1úlahn,
248 ff¡¡prNc, op, cit., p. 70. la noche, descrito en la literatuta rabínica como portadora de una larga cabellera. Cfr'.
L.rNcroN, o¿. cit., pp. t6, 82.
24e op. cit., p.72. 2t6 M. BoN,rp,r,nrr, Psy clt. antbr., p.
210 pg¡, Aaentures de Gordon Pyrn, p. 47; cfr. M. Bot¡¡l,tntr, Ed. Poe, p. 418. 99.

t02 103
pos y símbolos tenebrosos encarnados por la mujer nefasta nos es pro- aida apafece incluso como la quin-
porcionado por el mito de la Kali de los Bambara: Mousso-Koroni <la a de las tinieblas, y Bachelard 26t tie-
viejecita,>. <Ella simboliza Germaine Dieterlen- z:z todo lo catamorfo una metáfora realmente
-escribe
que se opone a laluz: oscuridad, noche, bruj eria. Es también la ima- axiomitica. Además constataremos que esta metáfora es solidaria de los
gen de la rebelión, del desorder, y de la impurezal> Y vemos en ella la símbolos de las tinieblas y de la agitación. Incluso si se rechaza la reali-
mancha, la mancilla convertirse en caida y en falta, asegurando asi la dad de uno se
vinculación con los símbolos catamorfos que pronto vamos a estudiar. ve oblig e el re-
Mujer de vida desordenada y agitada, no ha podido conservar la pureza cién nac rápido
gue procedia de Pemba I que le confe riala rrcabeza blanca)>. Ella es la de posic del en-
impureza y la infidelidad que traiciona al demiurgo Pemba y udejando
de cooperar en la obra de creación, comienza a pefturbarlarr2tt. Expul-
sada por el creador, se convierte en furia , y la violencia sanguinaria de
sus actos determina en ella la aparición de los primeros me nsttuos. El
Bambara reúne menstruos, sadismo dentario y locura nefasta en una
atractiva f1rmula: ..la sangre salió de Mousso-Koroni en el momento en
que ella circuncidó con las uñas y los dientesr> 2ie. Desde entonces man-
cha cuanto toca e introduce el mal en el universo, es decir, el sufri-
miento y la muefte. Se la representa baio los rasgos de una bruja de- abajorr264.'De este modo lado del tiempo vivido.
mente, vieja vestida de harapos, calzados los pies con sandalias desca- Son los primetos cambios idos que suscitan y forti-
baladas <(que corre por los campos y simulala locurarr. fican el engrama del vér , eo ciertas poblaciones
Los símbolos nictomorfos están animados, pues, e o lo más recóndi- donde el pafto debe ser ritualmente caida del recién nacido sobre el
to, por e I esquema heracliteano del ?gua, que huye, o del agua cuya suelo, se forma en la imaginación del nino un refuerzo del traumaris-
profundidad, por su negrura misma, se nos escapa, el refleio que du- mo de Rank, siendo asociado ipso facto el nacimiento a una caidaze;. pl
plica la imagen como la sombra duplica el cuerpo. Este no es sueño despierto pone también en evidencia el arcaísmo y la constancia
finalmente más que la sangre , el misterio de la sangre ^gtra.negra
que huye en las d.l esquema de la caida en el inconsciente humano: las regresiones psí-
venas o escapa con la vida por la heri da260 cuyo aspecto menstrual viene quicas se acompañan frecuentemente de imágenes brutales de la caida,
a sobredeterminar todavla la valoración temporal. La sangre es temible calda valorizada negativamente como pesadilla que desemboca a me-
a la vez porque es due ña de la vida y de la muerte, pero también por- nudo en la visión de escenas infernales. La negativa de la ascensión
que e n su feminidad es el. primer reloj humano, el. primer signo huma- adopta la apariencia de la pesadez o de la gravedad de atracción negra,
no correlativo del drama lunar. Ahora vamos a asistir a una nueva so- y el paciente de Desoille266 declara: <,He conservado gruesos zapatos ne-
bredeterminación de la temporalidad sangrienta y noctu rnr- por el gran gros en los pies, esto es lo que me entorpece.> El engrama de la caida
e c sangre femenina y ginecotégi- es reforzado, en efecto, desde la primera infancia, por la prueba de
.ttne con sus dos valoriza- la grauedad que el niño experimenta durante el penoso aprendizaje de la
: X u.nl marcha. Esta última no es nada más que una cáida corréctamente utili-
zada como soporte de la manera de estar erguidly, por tanto, el fraca-
so es sancionado con caídas reales, con choques, con heridas ligeras que
agraval .l caricter peyorativo de la dominante refleja. Para el bípedo
III. LOS SÍMBOLOS CATAMORFOS
veftical que nosotros somos, el sentido de la caida y de la gr"uld"d
irnagin aria de td' árigustia .lumana ante'-la-
Lg orclonada, en nuestra opinión, por las i 261 B¡,cu¡r¡,RD, Z'air et les songes, pp. 10t, 110-111, l2O.
262 Cfr. B¡IcHEREV, op. cit., p.72 y M. MoNr¡ssoRr, L'Enfant, pp.20-22.
26i Moxr¡ss ott , op, cit, , p . 2l .
2t7 Dnr¡nr¡N, op. cit., p. 16; cfr. p. 39. 264 B.rcH¡rnRD, op. cit., p. 108.
218 p¡Ba¡RLEN, op. cit., p. 18. 26t Cfr. Éuao¡, Traité, p. 218. Para los antiguos mexicanos, nacer es descender del
2t9 DIETERLEN, op. cit,, p. 18, nora 1.
cielo. Cfr. Sousrsrr¡ , La Pensée cosmologique des anciens Mexicains, p. 11; cfr. DoN
260 Sobre la herida s-rmbolo de la desarmon-ta, cfr. JuNc , Les Types psycbologiques, Tarry¡vsvA, op, cit,, p. 2.
p. 79,y Libido, pp . 277, 278, 283. 266 D¡solru , Exploration, p. 152.

104 l0t
de ver en la tradición griega, es lo que asimismo puede percibirse en la
tradición iudia: la caida de Adán se repite en la caida de los ángeles
malvados. El Libro de Henocb2Tr nos cuenta cómo los ángeles, <.seduci-
dos por las hijas de los hombresrr, descienden a la tierra, Se unen con
sus seductoras y engendran enotmes gigantes. Estos ángeles rebeldes
son mandados por Azazel y Semi azas. Rafael, por orden de Dios, casti - '

ga a los tránsfugas, los aplasta bio pesadas rocas antes de precipitarlos


¡.u zos. l¡l analizar tanto en Bal zac como en Alexandre Dumas lo que él abismo de fuego. tiu l9l
I
denomina el ((compleio de Anteo,>, compleio definido por el malestar por prorc.tipo,-se epido:
se ve a Ahrimán r^ por
1
verriginoso que .reá el aleiamiento de un punto de ap.gyo e-stable y te- 1

rresrle, Barcñelard confirma las observaciones de Desoille sobre el fenó- haber intentado asaltar los cielos, y su calda hacer un precipicio que
meno del vértigo. Tanto pare- uno como pana el otroz(), el inconsciente habitará en el futuro el Príncipe de las Tinieblas. Como bien han su- í

parece se nsibi íizado, de y funcionalme nte, .para recibir el brayado los etnólogos27t, este esquema de la caida no es nada más que
ihoqrr. producido por la"nt.-ano-
imagen de una tribial ascensión en un alto el tema del tiempo nefasto y mortal, moralizado en forma de castigo.
edifrcio. T"nto parr-uno como para el otro, el vértigo es imagen inhibi- Se introduce en el contexto físico de la caida una moralizaciín e inclu-
dora de toda aice nsión, un blóqueo psíquico y moral que se traduce
-violentos. so una psicopatología de la caida: en ciertas apocalipsis apócrifas, la
por fenómenos psicofisiológicos El vértigo es una llamada ca=tda es confundida con la .gosesión> por el mal . La calda se convierte
brutal de nuestra humanidad y prese nta condición terresffe. entonces én el emblema de los pecados de fornicación, de celos, de có-
ros y leyendaiha..n hincapié en-el aspecto catastrófi- lera, de idolatrla y de asesinato276. Pero esta moralizaciín se desarrolla
vertigo, de la gravedad o iel fplastamiento. Es Ícaro sobre un fondo temporal: el segundo árbol del jardín del Edén, cuya
ado pár el sol al que ha querido acercarse demasiado, caida será determinada por el consumo del fruto, no es el del conoci-
miento como pretenden lecturas recie ntes, sino el de la muerte. La ri-
:, T.'"'":i3' i,,3,; ;?'Í"T : J "J;fi Tl,:rui:x : validad entre la serpiente, animal lunar, y el hombre, parece reducirse
cosa>tto; es Tántalo quien, después de haber osado hacer devorat la car- en numerosas leyendas a la rivalidad de un elemento inmortal, regene-
ne de su hiio Pelops a las divinidades del Olimpo, es engullido en el rado , capaz de cambiar de piel, y del hombre caído de su inmortalidad
Tirtaro. Es Faetón, friio del sol, quien por haber usurpado las prerroga- primordial. El método comparativo nos muestta que el papel de roba-
tivas parernas, es fulminado por Zeus, luego precipitado contra la dura dor de inmortalidad lo tiene asimismo la serpiente en la epop eya babi-
tierraj son lxión, Belerofonte y muchos otios los que terminan sus días lónica de Gilgamesb, o en una leyenda, parásita de la de Prometeo,
en la catástrofe de la caida. Con cierto matiz, es Atlas, aplastado eter' ,,1
I del compilador Elien 277. En numerosos mitos, es la luna, o un animal
namenre por el fardo rerrestre, héroe de la lucha pgr la verticalidad2Tr. I.

!
lunar, quien engaña al primer hombre y ttueca el pecado y la caida por
Un her-óro isomorfismo catamorfo nos es proporcionado por la mito'
ltl

I la inmortalidad del hombre primordial. Tanto entre los caribes como


logia del antiguo México. Mictlantecutli, el dios del infierno del Norte ,.Sg)z*B"ihliar)a'-M+reFtc,€s'Gl.resultadu !n&*+s""^/.\ ' "

(Iriictlán), .r Il"-ado Tzontemoc, <el que cae primeto con la cabezil>, En numerosas tradiciones, a este tamorfo se une
io¡¡o el sol poniente, el sol negro. MiCtlanteculli está acompañado de otra consecuencia que confirma el carácter antagónico de la luna nefas-
sus animales^ familiares: la lech uza y la araña, es el patrón del dia <pe- ta y las aspiraciones humanas y que amena za con hacedo zozobrar (co-
rro> de la semana así como del día <muerte)>. El Norte. morada de los ) en una interpret-A.Sl-o,."9_pu-
infiernos y sede del sol <.caído,>, es asimismo el país negro ,la-región del menstru6'3ütI ""á' meriudo
frio, del infiern o2i2. EsK.-i.ema'dg.. arece como el signo del "ffiáíar. Se desemboca
cestigp y se v9 mUlfiplicadO",,g{l- u-lra d, es lo que acabamos

267 Cfr. B.TcHELARD, I^a Tene et /es réueñes de /a uolonté, Pp. 3t0, 400.
268 !¡6HELARD, op. cit,, p. 3r2. 27t Henoch, VI, I; VII,2; IX, II; cfr. Apoc., IX, 1.
269 B¡cHELARD, op. cit., pp. )44-346; DssotLLE, op, cit., p. 113. 274 f¡¡6ToN op. cit., p. 2L7.
270 Cfr. D¡L, k-Symbollsme dans la mythologie grecqae, PP.64y ss.y M. BoN,TPAR' 275 Cfr. KnaPPE, op. cit., p. 287 .
TE, Psyclt,, p. 99. 276 Cfr. L¡,NcroN, op. cit., pp. 144, L47.
27L Cfr. B¡cHELARD, pp. .tól-366. 277 Citado por Knanyn, op. cit., pp. 288-290.
272 Cfr. SousrELLE, L¿-Pensée cosmologiqae dqs anciens Mexicains, pp. ,t-62- 278 Cfr. V¿,N Grmpp, Mytb., p.79; KR,tpp¡, op. cit., p.204.

106 r07
brías y La mujer, de impura que eÍa por la sangre -mens-
dS_ la.^Se--qgl*q,.
responsable del pecado original. En la Bibliaz:",,
-.rÉd./-^€^.L4

t"ff;IG"loñui.rte?n
aunque
-su la serpiente no provoque directamente la menstruación,.oo. por
ello interve nción de ja de provocar consecuencias ginecológicas:
uMultiplicaré los sufrimientos de tu embarazo, parirás con dolor.u
Otras tiadiciones 280 son mas explícitas: entre los algonquinos, igual que
enrre los indios, las mujeres tienen las reglas para expiar una falta. Esta
femini zación de la calda moral se encuentra de nuevo en las tradiciones
tanro amerindias como pe rsas, esquimales, rodesianas o melanesias,
nutre igualmente el mito-griego de Pandora. Pero h?y.que insistir e n el
conrrasentido sexual que puede resultar de esta femini zaciln de la ca'r'
da. Krappe, siguiendó a Baule y aFrazeÍ281 , no hace de esta sexualiza-
ción más que una lectura tardla debida a un teólogo moralista. En
efecto, como hemos observado propósito de la feminidad lunar y
^
mensrrual, [a simb olización feminoide de la caida sólo primitivame nte
parece escogida por Íazones de fisiologia ginecológica y n-o p9r razones
sexuales. Eñ cieitas culturas hubo un desplazamiento del fenómeno
mensrrual hacia consideraciones de moral sexual. Se ha sustituido e I co-
nocimienro de la muerte y la toma de concie ncia de la angustia tempo-
ral, como catástrofe fundamental, pot el problema más anodino del
((conocimiento del bien y de I mal> que poco a poco se ha sexu alizado mos y, lej'os de set siempre la¡ pelona, las divinidades mortícolas se
burdamente. Esta inflexión hacia la sexualidad ha sido introducida e n transforman en hermosas y sedúctoras ióvenes: hiias de Mara, seducto-
una época relativamente reciente, baio la influencia de una corriente ras y danzarinas, hermosa Calipso.de la leyenda de Ulises, hadas de le-
ascética pesimista que parece venir de la India y haberse esparcido en yendas nórdicas, hermoso Ravana del Rarnayana286. Ahora bien, esta
gran parre de Oriehte Próximo antes de llegar a Occidente. Se mani- eufemizaciln del tiempo mortal, este esbozo de ant-rfrasis, ¿no sería
ñesta-en el orfismo, en los escritos milesios, por último en el platonis- uno de los elementos que sobredeterminan la trivializaciln de la calda,
mo. La Iglesia no habia hecho más que heredar, a uavés de San Aggt- una motivación de su sexuali zaci6n? Hay ahí un movimíento inverso al
rín, la fo6ia sexual de los gnósticos yde los maniqueos2tr2. Esta modifi- que ha estudiado Rougemont a propósito de la leyenda de Tristán2g7 .
cación es una triviali zaci6n- del esquema de la caida original El arnabarn anzare, la doctrina del puro amor, se funde bien sobre un
-que
en un rema moral. y carnal ilustra sobradamente la doble valencia de nu- amor fati e incluso sobre un <(amor de la muefte>i pero por una conta-
merosos temas pslco analiticos que son a la vez .,sub> conscientes y a la minación recíproca se esboza en él la eufemización de Ia muerte que
vez indicativos de un usobre> consciente, que es un esbozo metafórico nos dirige hacia offo régimen totalmente distinto de la representación
de grandes concepciones filosóficas. Es probable, por eiemplo, que el imaginaria que el que ahora estudiamos: la eufemización del Destino,
emblema cosmológico de la serpiente, cuyas ricas significaciones estu- por el erotismo, es ya tentativa tl menos verbal de dominio de los peli-
diaremos a su debido tiempo 2tt, vinculado por su simbolismo cíclico a gros del tiempo y de la muerte , está ya en el camino de una inversión
la luna y a los menstruos , haya sido triviali zado por su forma oblo nga radical de los valores de la imagen. Como sugiere profundamente la
tradición cristiana, si por el sexo femenino se ha introducido el mal en
el mundo, es que la muier dene poder sobre el mal y puede aplast^Í a
279 Gén., III, 16. la se rpiente. Dentro de pocas páginas volveremos a ver la profu ndiza-
ción de esta inversión de los valores; por ahora nos contentaremos con
. subrayar que los sistemas de irnágenes que dan amplio espacio al es-

284
28t
Nvnop,
286

28, Cfr . infra, pp. 3o l y ss.


287

108 l0g
tentación, como observa Bachelard z'tt,la palabra abismo no es un nom-
bre de objeto, es un uadjetivo psíquico>; nosotros añadiremos incluso
qye es un verbo moral. Y el abismo corre el riesgo de componer arm6-
nicas e mpedocleas y como e n Baader mudarse en tentación, ((en llama-
da del abismo>>2el. En Baader, la caida no es solamente destino, sino
que se exte rio riza y devie ne carnal. El vientre es el microcosmos eufe-
mizado del abismo.
Bachel^rl2,; cita además un pasaje del lYilliam Sltahespeare de Víc-
tor Hugo en el que el vientre está considerado en general como <<el
odre de los vicios,r. El psicoanálisis 2e6 del poeta viene a .onfirmar el pa-
pel negativo que juega en Hugo la cavidad, vientre o cloaca. Es la fa-
mosa cloaca de la novela Les Misérab/es, vientre de la ciudad donde
cristalizan las imágenes de la repugnancia 2ei y del espanto, upólipo te-
que la glotonería se encuen- nebroso, tottuoso. . . de donde derivan las pestes. . . , fauces de dragón
el emblema en regresión de soplando el infie rno sobre los hombres,, 2es . La Corte de los Milagros, en
mordiendo la man zana descubrimos Notre-Dame de París, eS la cloaca de la capital, de igual modo que en
los del animal devorador, peto tam- los Traaai/leurs la corte infecta y pululante de la |acressarde . En toda la
iendo en cuenta la relación freudia- obra de Hugo, los bajos fondos morales apelan al simbolismo de la
tre digestivo. No sólo es esto el asce- cloaca, de la inmundicia y las imáge nes digestivas y anales. El labe -
y vegetariano . La masticación de la rinto, siguiendo el isomorfismo^ teriomorfo de las imágenes negativas,
a ala idea de pecado, o al menos de tiene tendencia a animarse convirtiéndose en dragón o en .,escolopen-
prohibicign . La
\,,y?
prohibición menstrual dra de quince pies de largor. El intestino, esa cloaca viviente, se une a
segutda, po.oi versículos ón relativa la imagen del Dragón mítico y devorador en un capítulo de Les Miséra-
',,al .oát.t-o de la sangfe: <.P en la san- bles que se titula <.L'intestin de Léviathan>, lugar del pecado, odre de
.grerr 2e0. Es la ruprura áe esta proh: ..
t-" segunda los vicios, <<^par^to digestivo de Babiloniau. L'Honznze qui rit vuelve a
láatástrofe bíblici, el diluvio2ei. En el Bundeltesb2e2, sexualidad y mas- tomar el isomorfismo anal del abismo; en esa novela, la cloaca es des-
ticación de la carne se unen en un curioso mito: Ahrimán, el Mal, es el I
I'
crita como un <<tubo tortuoso)), y el novelista, muy consciente de los te-
cocinero del rey Zohak y seduce a la primera pareia humuna haciéndo-
t'
mas imaginarios que le impulsan, obserya: ..todas las entrañas son tor-
les comer carne. De rhi nace la costumbre de la caza y paralelamente el tuosas)). Por último, si pasamos de la novela a la poesia'ee, veremos el
uso de la ropa, porque el primer hombre y la primera muier cubren su rio infe rnal, símbolo elevado a la segunda potencia del agua negra y
desnudez con lJ piel de los animales mueftos. El vegetarianismo se en- nefasta, asimilado <<a la cloaca Estigia donde llueve la eterna inmun-
cuenüa unido alacastidad: es la matanza del animal lo que hace cono- diciau.
cer al hombre simbolizada Pol El olfato emp areiado a la cenestesia viene a refo rzzr el carácter ne-
la carne. bien
-Yi:*P.^Y-e-:,,
carne $e.Xuali eI $iañ'fdbú fasto de las imágenes del-,i¡rtestino lab cri-
-de I" iiñgt. ,,t lo tempo ra! V.Io cafhet'se be Bachel aÍd-"300 es la Los
'vüelven irnOnimbs. Hay'"un deslizamiento de lo especulativo a lo mo- "tñffiffii
inconvenientes carnales effin yr *' et' nte
ral. La caida se traRsforma en apelación del abismo moral, el vértigo en de la fal:.a Vienen entonces a la imagin aci6n todos los epítetos desa-
288 Cfr. S. PÉrn¡rrlrNT, op. cit., p. 20r.
zs') Cfr. FnEUo, Jenseits des Lastprinzips, Pp. 4t y ss. 29t B¡,cu¡rnxD, La Tene et les réaeies de la uo/onté, p. j'r2.
294 Citado por BacHELARD, op. cit., p.
29o f,sui¡., XVII, 10- 1 1. 353.
29, B¡,cnunno, Réu. repos, p. 168.
296 Cfr. B,ruDourN, V, Hago, p.73.
297 il., p. 2t3: <La cloaca literaria es creación de la repugnan-
C
cia.> poi V. Hugo, en R. Escnourn, V. Hugo artisti, p 76.
2')B op, cit., p. 93.
299 V. HuGo, <Dieu>, Le aautour,
300 BncH¡mno, Réu. repos. p. 63. Cfr. fuu et réaes, p. 77.

It0 lll
ancestralmente el río rojo que animaba ala masa de todas aquellas bes-
gradablemente olorosos : ttsofoc tias acosadas)>. Este vientre ensangrentado e interiorizado es también
este somorfismo de la repugna vientre digestivo, porque esta carne es <(carne de carnice riar> y recuerda
la, imagen intestinal que nos entrega su contenido: <,IJn largo río de fi-
letes de buey y de verduras mal cocidas coÍr1a. . . )> Ahí se encuentra el
simbolismo carnal completo, centrado en el tubo digestivo, que remite
hacia significaciones anales que no escapan al poeta: <.Es tu tubo di-
tanto, ufl microcosmos de I abi gestivo el que hace comunicar tu boca, de la que estás orgulloso, y tu
tura, es tainbién indicativo de ano., d:l que sie ntes vergüe n??, horadando a través de tu cuerpo_ una
moral: la de la abstinencia Y la zania sinuosa y viscosa.r> En última instanci^, y desde luego secundaria-
, Desde una PersPectiva freud mente, eo estas imágenes puede leerse el simbolismo de la intimid ad y
i dos fases en el éstadio de fiiacií de la casa como hace Bachelardso6, pero nos parece que , ante todo, es el
i' succión al ffag miento labial, la
.y color sombrío de los grandes arquetipos del miedo el que prevalece so-
-,se mastlca. Nosotros insistiremos bre el lado <mullido,, de la aventura interior, pese a la eufemizaciín
'bión negativa del vientre digestiv
carnal y intimismo corporal. En efecto, aunque e I tubo digestivo sea
al estadio más evolucionado que el eje del^ldesarrollo del principio de placer, es asimismo, en nosotros,
og- yr n.-^or r.rggli{" qug el traumatismo del creci-
a:i;"ñgr* +.1
rrrlenro d.rrt^rio, türrmatismo inelídible, áolorolo y más brutal que e I la reducción microcósmica del Tártaro tenebroso y de los meandros in-
fernales, es' el abismo eufémico y concre tizado . La boca dentada, el
,destete ,-r.fo, zaba h ;.g"riuiq"a
de b masticaciln Por otro lado', al
ano, el sexo femenino, sobre cargados de significaciones nefastas por los
i;p;;;;;; en mitologir--t"?to rizaciln. negativa de la carne como un fe- üaumatismos que diversifcan en el curso de la ontogénesis el sadis-
moral, es
nómeno tardío, ,oJáido por un esbozó de racionalizaciln mo -r07 en sus tres variedades, son, desde luego, las puertas de este labe-
j;;;;i-q* ,.r'la masticación ia de I vientre
rinto infernal reducido que constituyen la interioridad tenebrosa y san-
Bachelard confirma
lái*irl-;. d..t"r" '' apovándose
grante del cuerpo.
en )ung, q.re el <<tÍag r\ esgracil'>)o2
Por tanto, nosostros sólo
rativas, con el tragamien-
i , en la que las fauces den-
Como resumen y conclusión de los capítulos que acabamos de rer-
* 2 refor.zar el temor del abismo, reset- minar, podemos decir que un isomorfismo continuo reúne toda una se-
vando p^famás tarde las imágenes positivamente valorizadasr'r. No só-
rie de imágenes dispersas a primera vista, pero cuya constelaci6n permi-
lo el vientre nefasto está armado i. unas fauces amena zadoras, sino te inducir ug-régimen n0ultifams-dqJa,A*g.3stia ante el tiempo. He- lf
y por es-
q". él mismo es también laberinto estrecho,_gargalta difícil, las dulzuras de mos visto sucesivamente al tiempo ponerse él*iósiié-"t"dtiórrroifo y la
tas armónicas es por lo que se difáeñcia de
agresividad del ogro, aparec eÍ a, la vez como lo animadb*hrquierzinre y
la succión o del limple trag"toi.nto. Tal es e I infierno de los amantes
"ng,rr,iadas
lo devo¡adsr-rcrrorífico ; símbolos de la animalidatl' qüe-'férñitéñ'bien el y''
concebido Por \ü. Blake , ((t
aspecto irrevocablemepte fug7z, bjgn a la negatividad- insariable del
meandros roa. Bachelard cita, destino y de la muefte. Lá angüstia ante el devenir nos ha parecido lue-
Leiris lo1 que resume en su intui go omorfas., corteio de símbolos baio
malización , la caida, el tertor
Duranre una pesadili" q,.r. tiene por esquema el descenso,
rece hollar..animales heridos, de i.ttgt. muy
e.l poeta pa-

ban la trama de un mullido tapi ,. . ."rn el ihterior de mis


¡oi?,y.cuyas tripas forma-
venas circula
;f
vida cuya epifania es mortal,
i:'fifl;á',?'i;ff,::"r:,'"iffftT;
eo el flujo
r.Iten-sÍJual, con la mueftg- mens nivel hemos
constatado que la femintzaaln stituía el es-
10r L^NcroN, op. cit., p. cfr. asimismo el nombr_e judío del. invierno, gebin'
176; bozo de una eufemizaci1n qúe iba a iugar plenamente cuando el tercer
non, *.fu"tt. d. iot detritusl. cfr. DucH¡SNE y Gunr¡vrN,, orrnadz et Altrirnan' p. 8-3'
i esquema terrorífico, 9l,dg la SqÁl, se reducí a al -igjgSosmos de la cai-
,02 B.rCsEr.a,.o, Réa, repos, p.2i9; cfr. JúNC, L'ltornme la decouaerte de son áme,
p.
^ 344; cfr. infra, P. 191 Y ss'
301 Cfr. iifra, Libro, II, prirnera pane, I 306 Cfr. BncHELARD , op. cit., p.128.
loa 6¡t. B,rcn¡rARD, Réu . repos, p . 240 . 307 Cfr. M. BoNapARTE, Cbronos, Eros, Tltanoto.r, p. 130.
lot M. L¡lnl S, Aurora, p. 9., citadó por BncHELARD , op. cit., p' 126'

rt2 rt3
SEGUNDA PARTE

EL CETRO Y LA ESPADA

¡No pierdas, oh Partha, la virilidad del luchador y del hé-


roe! Es indigno de ti. ¡Deshazte de esa cobardiat ¡En pie, o
Parantapa!...

Bbagauad-Gita, I, 3
A los esquem as, a los arquetipos, ? los s-rmbolos valorados neg ativa-
mente y a los rostros imaginarios del tiempo podría oponérseles punto

LLLA.I, f.LPrLJLrIL4r tJrr PLrr6rLr, JrrlrW\rrr¿,4.L rjlr¿t a,Lr6r¡JLr4 LJ y4,, rrrLrJrd,rlLL Lr


dominio del cogito, dominarlos. Toda epifanla de un peligro en la re-
presentación lo minimiza. Con mayor motivo, toda epifanía simbólica.
Imagin ar el tiempo bajo su aspectos tenebroso, es ya someterlo 7 una
posibilidad de exorcismo mediante las imágenes de la luz. La imagina- i
ción LtÍae el tiempo al tetreno en que puede vencetlo con toda facili- |
dad. Y mientras proyec ta la hipérbole espantosa de los monstruos de la
muerte, eo secreto a.guza las armas que derribaron alDrag6n. La /tipér-
bole negatiua no es más qae un pretexto de antítesis, Esto es lo que de-
ia uansparentar tanto la imaginación de un Víctor Hugo como la de un
Descartes r.
Tres grandes temas, con las interferencias a que nos tiene acostum-
brados el estudio de los pasos imaginarios, no sólo constituyen en nues-
üa. opinión los homólogos antitéticos de los rostros del tiempo, sino

308 6¡r. infra, pp. 207 y ss.


I Cfr. infra, pp. 398 y ss.

n4 llt
oue además estab raeda-denario constituyen /os puntos cardinales de/ espacio arquetipo
\
: .l . . I
d€ - una'- aetl
-\agn;,*"Por razones de simetría con los tres capítulos de los Ros tros del
¡t
-_ut-lcro'
i el arouetioo de la
? v- tiempo habrlamos podido añadir la <,antorcha luminariar> a los dos s-rm-
a t so :i bolos taróticos que hemos escogido. Pero los temas de la verticalización
f u¡ . ttr+^.*o +r -':ly' F^ T^-:.:- -p*-;''L='={'--- -- soberana, de laluz y de la <espada de justicia, erguida son tan isomor-
,ly*'::l:-^r\tr,
osturales: vett fos que nos ha parecido indiferente sacrificar uno en el título, con
i::ffi;r,i;lN riesgo de dejar de lado una rigurosa simetÍ'ta. En efecto ,, la luz nos ha
L,,\'rrr'L¡sv ""át.rttles, parecido, bajo su forma simbílica. de lo dorado y de lo llameante, uo
'":P9-{lT.r*d:P,-.,.?I-.!'?'Ii.F-.,:*'g".P-9.'q.9.'Ilal.4::*:#f}fb¡Estosgestos
.l .. ,r.."'.

son teacclo[ét ¿nái*"


:, \:..,::r¡rrrv\y-.

m,,'ilñ; cuyos
,f

simple atributo natural del cetro y de la espada. Pronto vetemos que


PrinciPio,-no tazo al- r,;+Lñ Á'
todos estos símbolos se constelan en totno a la noción de Potenci^' y
que la verticalidad del cetro , la agresividad eficiente de la espada son
remas son, por otÍ^#::H:'J.ttfr:;'bles.9. fü.ag,,.
ros anterio- los garantes arquetípicos de la omnipotencia benéfica. Cetro y espada
re s . p re c i s am e n r e porque sn ?!Jrt é^ticos - de Ia .cor¡f¡¿siéfi-"" g.g"qlpq{3 lq-q"
o .
son los símbolos culturales de esta doble operación po r la que la psique
to*g.tr.f"i-ó de septtlgli"t, más primitiva se anexa el poder , la virilidad del Destino, separa de
sitúan {.C,{"éii" érr9 **.*l*gaú6n'
el cámino dé"los procedimientos
iil* :rllairo prerracronal está ya en ella la taidora feminidad, al reeditar por cuenta propia la castración de
habituales de raz6n, de las dbminantes visuales -dominantes de la
la Cronos castra a su vez al Destino, se apropia mágicamente de lafuerza,
,..rrorialidad más intelectual- que se unen cada vez más estrechamen- abandonando al mismo tiempo, vencidos y ridículos, los despojos tem-
re a las dominanres motrices. A partir del segundo mes, en
el niño la porales y mbrales. ¿No es ése el sentido profundo del mito de Zeus que
uir""i rJq"iere a todas llces el carácte r de una dominante : es a su ve z saca e I trofeo de I poder del cuerpo de Cronos, como éste lo ha-
reacció"
El sue-
uno de los primerós reflejos asociados a la dominante posrural2. bía robado a LJrano, y restablece de este modo, mediante esa purifica-
muestra gye el esque-? de la elevación
áo ¿.rpi.r,[;, ñ;i" ladá, nos ción del poder , la realeza uraniana? 8.
y del la luz son_compleme ntarios, lo cual confirma
la intuición de Bachelard cuando declara: <.Es misma operación
"rq.riiió"'uir.r"t.de del
.spitit,,t humano la que nos a luz
I. Los SÍMBoLoS ASCENSIoNALES
convergencia isomorfa de los vamo
tanto, ii.r, establecida Pafr- e hori
El esq+¡emadg-la-glgygcii"S-y*l-gl.sígnhglails$Kdrzan¿€s son por ex -
á.lt-ita una estru
/ de Y-de r
'.rrá celencia <(metáforas axiomáticas,>, son ellas las que ((comprometen> más
ía1,, visión de un ..m ndo de
-defin
cuya degenera- que cualquiera otra Bachelard- el psiquismo enteto. u¿No es
dominado for el mecanismo menral de la separación' acaso toda -dicev.e¡ticalizgsién?,>". Para confirmar
yaloración..,una, la impor-
ción es la SPaltung bleuleriana' tancia axiomática del vector vertical, el filósofo de los e lementos r0 se
los ües temas
Si hem-ás .r.oiiao como título general .para abarcar complace viendo converger el pensamiento del romántico Schelling y
que Lvr^!^v^¡v
contlene esta segunda
--2- parte:ót: dos sim!-o-tii,^fl
Y-" ,t^1::?^! ,:"^?:13
y diairé- del uprudente> \ü7allon. El primero magnifica la verticalidad ascendente
dAr, recíprocamente ln(di.ativos de los esquemas ascensionales ,

como la única dirección con significación ..activa, espiritual,r; el segun-


ti.nc pc trordrre hemos ouerido subray"t it pasada la concordancia de 'i
t do formula la hipótesis, que nosotros hemos desarrollado aquí, de que
ólica
quizá la noción de vefticalidad como eje estable de las cosas está en
nte d
relación con la postura erguida del hombre , cuyo aprendizaie tanto le
omo
est
cuesta)>. Sobre representaeión hgJrrn?., Jg-
cuentran enüe los más importantes arquetip bipartició
manifiesto en nuestro estudio i 9l cetlo-bastó FI. gr.ra Stgitllg, .Desoille ha esta-
blecido toda una psíquicá, si no moral, muy
próxima de la que habia presentido e I poet a romántico Jean-Paul en su
2 Cfr. KosrYmFF, op. ctt., P.230-
j Cfr. Dssous , op. ctt., P. tr'
a BacH¡LARD, L'air e t les songes, p - 24' 7 Cfr. M. BoNAnARTE, Psyclt. antltrop, , p. 67.
t Cfr. M. MlNro,tc¡sKA, Dt V;;'Gog/t et Seurat, p. 104, P. 43; cfr. Vor¡Nr, Art 8 Cfr. M. BoN,TPARTE, op. cit,, p.7I.
bsycboPatlt. , P. ,4-
9 B¡,curLARD, L'Air et les songes, p. 18
;i Torot, Alcan,1923; P¡,pus, Le Tarot
iuego del Tarot: MRxwErL, Le
6 Cfr. sob;. r0 B¡,cuELARD, La Tene et les réueries de la uolonté, p. 364; cfr. ScH¡ruNc, Pbilo. de
des Bohénziens, Carré, 1885, y número agosto-septiembre
de 1928 del Voile d'Isis' la Mytologie, ll, p.214, que remite a AnlsróTELES, De Celo, IV, 4;11,2.

1r6 r17
interpretación de los movimientos, que estructuran el espacio postural.
s rélesrr. Esta terapéutica nos hace
Es por tanto natural que estos esquemas axiomáticos de la verticali-
enffe las actitudes morales Y meta-
zaciín sensibilicen y valoricen positivamentg todas las representaciones
la ímaginación. Desoille se niega,
de la verticalidad, de la ascensión a la elevación. Es lo que explica la
ensionil de la idea moral Y de la
gra;n frecuencia mitológica y ritual de las prácticas ascensionales 17: sea
el durobana, la subida diffrcil, de la India védica, sea el c/írnax, escala
iniciática del culto de MitÍa,, o incluso la escalera ceremonial de los Tra-
cios ,, la escala que permite <(ver a los diosesu de que nos habla E/ libro

ensión 12. Koffk?r3, utilizando mé- de /os rnuertos del antiguo Egipto, sea la escala de abedul del cha-
mán siberiano. Todos estos símbolos rituales son medios para alcanzar
reflexólogos Y a los de los Psico-
del esquáma-verticalizante, o lo el cielo. El chamán, escribe Éliade't, al escalar los peldaños del posre ,
analistas, pone de
Ll, nivél que domina en las per- -esto denota el vasto iso-
;;; s; r, hisrno , ada se resiablece cuando una si-
cepclones visuales pocaSlíneas-yllegadoalacima,exclama:..ii.";L:1'tr;:iffi"g
tuación accidental la irnpresión 4S p:tcepción <'in-
inmortal,r, señala bien la preocupación fundamental de esta simboliza-
s de la ventanilla de un tren de
ción verticalízante, ante toda escala levantada contta el tiempo y la
muerte. Esta tradición de la inmortalidad ascensional común al charna-
nismo indonesio, tirtaro, emerindio y egipcio, se encuenffa en la ima-
gen para nosotros más familiar de la escala de Jacob te. Es de notar que
este último está dormido sobre un betltel, un lugar alto, cuando imagi-
cal a la hori zontal, o vicevetsa, Por
de na el famoso sueño. Es la misma escala sobre la quq Mahoma ve alzarse
ny el alma de los justos y que también se encuentra en el Paraíso de Dan-
te , ,,el más verticalizadot de los poe tas)) 20, como en la ascensión mística
O. H. Maurer ra. Estos autores I ólo
de San fuan de la Cruz, LA subida de/ Monte Carme/o. Por lo demás,
a las excitaciones que plten de
ién
- .asobre
, la, planta este tema es muy trivial en la mística cristiana: es el anabat/trnon de
las variaciones bilatii"f.r de resión tictil d.e los
siete grados de que habla Guillaume de Saint-Thieriy2'; luego, Hil-
^ robablemente también las presiones
cinésico y conestésico vie' degarde de Bingen, Honorius Augustodunensis, Adam de Saint-Victor
como Por condicionamien- llaman a la cÍuz de Cristo ,,escala de pecadores)> o udivina escalarr, y
s dos motivaciones, siendo San Bernardo lee a través de las líneas del Cantar de /os cantare,r una
técnica de la elevaic 6n22. Tradición reforzada entre los cristianos por la
re ; la que se subordina la visión, está
pue.den.pto- literatura paulina y neoplatónica, porque todos los dualismos han
consta odapor el hecho de que <líneas'retinales inclinadas opuesto la verticalidad espiritu al a la llane za de la carne o a la caída2r .
¡v^-v
w fenoménicamenre percibidas como tectas cuando la cabeza
ducir llneas Por último, la poisía hereda este <(compleio de facobu. Baudouin2a ob-
est ú psicolo g'ratu ge3ér,ic" li:.". a confitmaf
esr inante que entiaña la verticalidad, cuan'
os), especie de a priori necesarios para le
t

do !

I
I

222 y ss.
ri
los cabe-
mán uti-

t9 Gen., XXVII\,, L2.


spíritu.
Air, p. j3; cfr. Parodiso, XXI-XXII.
>
-fe 20 BacHELARD,
Test du aillage, p ' 210; la verticalidad en
L6r.
;;q,t*"lente dJ la actividad espiritual y de . la pl. XIII, que reproduce una miniatura del
la sepa cala de las virtudes, sobre la cual juegan dialécti-
r
I of Gestalt PsYcb9., P. 2.L9', la caida,,los pecadores que troPiezn en los esca-
L4 D;;;;;";;ít aertical and ltorizontal, en Psvcbol'
"f i;;t*;d lones negros de Ia escala.
23 Cfr. San Pablo, III Cointios,
Reaiew, iulio de 1938, PP. 301-302' XII, 2.
It Kosrvrell, op. cit., P. 103. 24 BauooutN, Z. Hugo, p. L92.
, 16 Cfr. plicrr,'Lo Conitruction du réel cbez l'enfont, pp. 18, 91 y ss'
tLg
118
significan, según G. de Saint-Thierry, <vigilancia y espera de la unión
divina,rrt. Pero la introducción de estos matices no hice sino subrayar
una vez más_ la primacía del gesto dinámico sobre el material que-lo
encatna. Toda piedra sólo es utan iana y fálica si 'está erguid a32 . Ló cual
es evidente en Ia decisión adop tada de vert icalización de las montañas
en 11 pinlrra china. En la cultura china, la pintura, que tiene un senti-
do filosófico profundo y sirve de soporte material e la meditación cos-
mológica, se define como c/tan-cltouei3|, es decir, ((montaña y a.gua>>,
símbolos ambos que_remiten, respectivamente, a los dos principiós se-
xuales constitutivos del universo: el Yang y el ) g. La montaña. en el
P-apel veftical y estrecho del pintor chino o en el kakemono japonés, es
el sursarn Yang, al que se asocian la idea de sol y la de corriente aérea
a los planetas, estando consagrado el último, luminoso y dorado , al (fo"S). Este isomorfismo solar, macho, celeste, que gravita en torno de
sol. Cómo Éliade ha visto perfectamen¡s2(t, <,la escalera, la escala, repte los betilos y de las cimas, es el que descubre Donteñville ra en la tradi-
ción céltica, eo la que las montañas y las rocas esrán consagradas al
' 2 2l

senran plásticamente la ruptura del nivel que hace posible el paso de


un mundo a otro)>. La ascensión constituye , por tanto, el <,viaie en Sl)), Apolo celta, al dios Belén. Los topónimos estelares <Ballan,>, <,Baho)),
el <viaje imaginario más real de todosrr 2t con que sue ña la nostalgia in .Eallon> y que se contraen en <,Balaon' fueron primitivamente <,Bala-
n^ta de la verticalidad pura, del deseo de evasión al lugar hiper, o su dunumrr, es'decir, cueva de Belén. Toda la topoñimia francesa viene a
pra, celeste, y no por azar Desoille ha puesto en la base de su terapéu- reforzar esta tesis: todos los montes Beillard, Bill aard, Bayatd, todas las
iica de los estados depresivos la meditación imagin aria de los símbolos Bellegarde de France. Pero el nombre de dios solar va aasociarse aún más
ascensionales. estrechamente al nombre mismo de la piedr" y del monre. El nombre
Vamos a encontrar el mismo esquema baio el ¡;i del gigante divino y solar del folklore fiancés, <,Garg án o Gargantíta>>,
no imagen ralz garg que signific a gaznate, sino
de , preindoeuropea según-bauzal, Aa, o halit,
gar la pied ra y que Dontenville descubre hasta en
el nombre de la Gorgona petrificante o en el del susriruto cristiano de
Gargantúa, San Gorgón. En bretón, la roca se llama todavía Aaneí y la
-los
tumbas además de sacerdotes-reyes, están consagrados al culto del cie- raiz reap_arece asimismo en la geografía física de Inglaterra con
lo, al culto de Odín 2e. En el estudio de las cratofanías líticas, pueden montes Cormelin y Cormorin, como en el Karkali Dagh de Bitinia, el
introducirse desde luego matices y distinguir cuidadosamente, por famoso-Diebel Carmel, el monte Kalkhani micénico y; por último, €D
ejemplo, los altares elevados: certo, montículo, túmulo céltico, obelis- los múltiples topónimos franceses que indican elevacién Cormeille,
co que sopoftan un fuego encendido o un faro, de las piedras llanas Charmeil, Corbel, Corbeil, Corbaille, el Caramel arriba de' Menthon y
frotadas de sangre: los primeros están consagrados las divinidades el Charamel de la llanura de Thorens, todos ellos lugares sacros dé
uranianas, los segundos las divinidades tertestresl0.^ En la simbólica culto solar señalados por piedras o rocas que el folklore denom ina gra-
cristiana puede distinguirse^ la piedra no tallada, andró gina, la piedra I)ots, excrementos, o <despatafÍamientos> del buen gigante Gargan-
cuadrada, feminoide o, por el contrario, el cono, la piedra ,.alzada, túat6. Pero lo_que sob19 todo interesa a nuesffo propósiiois la doblJpo-
masculina. Esta última se encuentra en la aguia y en el campanario de laridad.qu€ Dontenville detecta en el isomorfiimó que revela la topo-

I la iglesia, obelisco cristiano, realmente solar y en cuya cima está el ga-


llo, el ave de la auÍoÍa. Betilo, piedra elevada, aguja del campanario
2t Cfr. B,ruDourN, op, cit., p. I94.
nimia de los lugares célticos altos. El cristianismo hl rebautizado, en

32
Citado ppr M. D,rw op. cit., p. 13.
i: Cfr. en Eu^ror,Traité) p. l9li,la confusión que reina en una renr ativede síntesis
26 Éuaoe , Irnages et s'ltmboles, p. 63. de las cratofanías líticas.
33 Cfr' W. CoHN, I¿ Peinture cbinoise,
27 B¡,CH1¡,qO, Air et songes, p. 33; cfr. el platonismo subyacente a esta imagina- p. lJ; cfr. Gn^rN¡r, Ciailization c/tinoise,
p. 278; Pe
ción, Fedón, 80c: Fedro, 247c,248a; Rep., VII , r29d. t4 Cfr.
28 B,TcHELARD, Tene et réueries de la uolonté,P.384. ñra oA ., nn
), Cfr. ' PP' 94 Y ss'
29 Cfr. F-unor,, Images et symboler, p. 53; cfr. D-lt',tÉZn, Dieax des Germains, p. t4. 8o Y ss'
I lo Cfr. Plc¡,r{rot, Origin€s, p.9r.
i6 Cfr.
t

ir
r20 r2r
II
efecto, los topónimos estelares cons agrindolos a San Miguel Arcángel, deunShelley,deunBalzacodeunRilkea3.@saniE-alga.
y Ia inflexi6n cor de la ra'tz céltica es ambivalente y remite, bien al beti- do en hrnqfie-i--o- ¿.-la.Í¡nción. Una vez más, no'es al sustantivo ;ló
io, bien al piiaro cuervo. San Miguel, vencedor del demonio rcuitico que nosremit al verbo.
el mar, gran matadtagones, es el sucesor alado del gi- no 4*-pliarc psicólogo
t7
. También se le encuen tÍa" tanto en la célebre penínsu- nbTlnforman taciones de pájaros y de mariposas for-
en la comarca del Tarentais, en diferentes cumbres sa- man un grupo muy diferente de los demás símbolos teriomorfos, salvo
boyanas o incluso en el famoso monte Gargano de Apulia, llamado quizá el caso de las aves nocturnas y del murciélago, simples productos
también Monte San Ángelo. A través de un ukalkasu griego, el arcángel de las tinieblas. Todas las imágenes ornitológicas remiten al deseo di-
sangrado no sería otra cosa que el Apolo pregriego y precéltico 38. Asi- námico de elevación, de sublimación. Bachelard ha sabido mostrar per-
mismo, la na'tz cr, y su inflexi1n cor, que significa piedra, remite a la fectamente , según Michelet, Eichendorff y fules Renard, eue el páiaro
vez al Bel solar y al piiaro solar, el cuervore. Corbel, Corbeil, Corbelin desencarnado típico erala alondrL, páiaro dificil de ver, que vuela muy
<<denen todas las posibilidades de ser, como la Roque Balan, piedras so- alto y T,ry rápido , .pái,aro uraniano por excele.ncia del qu,e Renard dice
lares, y a ese respecto ocurre que los Corbeil, Corbel toman la forma que ((vtve en el cielo>at. La alondra es <(pura tmagen espiritual que no
ao. Nosoffos añadire-
Corb-eau [cuervol sin significar por ello un páiaro)> halla su vida más que en la imaginación aérea como centro de las meti-
mos que, por el contrario, dado lo que se sabe del culto solar del cuer- foras del aire y de la ascensióna6. Vemos diseñarse, bajo la imagen tan
po enffe los celtas y los germánicos, las dos polarizaciones pueden su- poco animal de este puro piiaro, el isomorfismo con la pureza misma y
perponerse semánticamente. El cuervo está sobredeterminado por la con la flech? eue examinatemos dentro de poco. Bachelard esboza una
vinculación al vuelo solar y por la onomatop ey^ de su nombre que lo (pteropsicología> donde convergen el ala, la elevación, la flecha, la pu-
vincula a las piedras del culto solar. Hermoso ejemplo de isomorfismo rez^ y la luzaT .
en el que el fonetismo iuega un papel y nos remite al s-rmbolo tan im- Otras aves, aunque en menor grado, están desanimalizadas:-áWi-
poftante del páiaro l',,!@.burt¡E-*pel-o"g}a48.Desencarnacjónqueexplicalafaci.
Tit[il[Tónftue estos volátiles Jé convierten en emblémas y alegorías y
son utilizados en heráldica. Por eiemplo, el iguila, vinculada al
gds^hregq-aL'a'l'a^{e augural de origen indoeuropeo, €s reservada en Roma a los nobles ^Íte ya
la urat no es más que los patricios, de donde será heredada por los nobles medievles y los
un burdo sucedáneo. Esta extrapolación natutal de la verticalización emperadores, y no debe ser comprendida entre los páiaros de carácter
posrural es la raz6n profunda que motiva la facilidad con que la enso- puramente sexual, como el páiaro carpintero, de los cultos ctónicos de
ñación volante, técnicamente absurda, es aceptada y privilegiada por el la plebe mediterráne El águila roman4 como el cuervo ge.{rnanocél-
deseo de angelismo. El deseo de verticalidad y de su fin supremo acl- tico, €s esencialmente^0",
el mensaiero de la voluntad de allá arriba. Así lo
ffea,la creencia en su realización al mismo tiempo que la extremada.fa- interpreta la intuición poética. En Víctor Hugo existe un fuefte <<com-
cilidad de las iustificaciones y de las raci onalizaciones . La imagin aci6n plejo del iguilar> que viene a reforzaÍ un <(complejo de la frente> que
conrinúa en el ímpetu postural del cuerpo. Bachelard ar lo ha visto con pronto volveremos a encontraÍ. <El iguila del casco Bau-
mucha profundidad siguiendo a los chamanes m'sticos: e.Lpl*Sua-rns.r douin- -escribe
conservd" la incorruptible virtud del padre ideal,>t0. En La Fin
dio+imboties'de".pr,lcifiGación,+aeio'n*1. De ahí resulta paradóiicamente de Satán se asiste a un proceso de ang elización del páiaro: Lucifer será
que ú pá,jas-casi -n¡"¡¡rea €s coRsierado corno-.un.?"gip_al, qiggsglng un redimido por una sola pluma que permanece blanca. Esta pluma se
* ri*ffiLsorreJ-:[ ala: *No se vuela porque se iiené alás, si-ñó Eué hs metamorfosea en ángel victorioso udel viejo monstruo fatalidadr, . La
alas crecen porque 5é ha volado rr42 . Por este motivo, el em plazamiento causa final del ala, como la de la pluma, en la perspectiva de una <pte-
anatómico de las alas nunca se adecúa mitológicamente a la ornitolo-
gia: el ala imaginaúa la llevan en el talón los místicos tibetanos, igual 4t Cfr. op. cit,, pp.71,78,6t.
44 Cfr. BocHNER y H,t.rruN,op.cit., p.62; cfr. DrsorLLE, L'Exploration de I'actiuité,
que nuestro Mercurio occidental, como en la imagin ación de un Keats,
p. 174.
4, Citado por BacHELARD, op. cit., p. 9g.
37 Cfr. DoNtrlwrrlF , op, cit., pp. 67-69. 46 Op. cit,, p. 103.
38 Cfr. op. cit,, pp. 78, 83. 47 BacHnano, op, cit., p. 83.
te Cfr. op, cit., pp . 246, 302. 48 Sobre el cuervo demiurgo, cfr. G. F. Coxrur¡¡n, Siberian And Otlter Folk-Tales,
ao Dout¡NVIrrF, op, cit., p.91. p.77. Cfr. H,tnoING,,op, cit.; p. 60. Cfr. A¡nould or Gn¡urLLy, Le Coq, pp. 23,48,82.
4r Cfr. B¡cHELARD, Air et songes, pp. 29-30, 32. - qe Cfr. PrcANroL, OriS, de
Rome, pp. 10t -107.
42 B¡,cuEr¡,Pc , op, cit., p. 36. to B¡,uoor.JIN, V. Hugo, pp . 31-36.

t22 t23
das culturales del cisne , del pelícano, etc. Pero no es menos cierto gu€,
sopsicologia>, es el angelismo. En cuanto a la paloma, pijuo de Ve-
en general, 9l páiarg es la coronación de la Obra, mientras.qye la ser-
nus, aunque a menudo parece implicada en un contexto sexual, inclu-
piente es su base , y los otros animales son el centro. El ave, bajo su for-
so crónico tr, no deia de ser por ello el páiaro del Espíritu Santo, .rla pa-
ma mítica y etérea, el Fénix, es el resultado trascendente de la Gran
labra de la madre de allá anib4 la Sophiau t2. Aunque juega un papel
Obra . La imagen química es lección de moral: volátil, observa Bache-
sexual en la mitología cristiana, este papel está nítidamente sublimado:
lard, está muy ce rca de puro y asimismo de esencial. Una vez más, es el
sentido figurado el que funda e incluso precede históricamente al sen-
tido propio, eue no es más que un se ntido muerto. Según Bachelard t8
seria est; aspiiación psíquica a la purez?, a lo volátil, a lo <,sutil,> l, q.r.
recono ceria la figura aérea del páiaro; nuestro moderno vocabulario
químico no ha hecho más que desmitificar el símbo-
lo. Este isomorfismo de las alas y de la pure-¡matándolo!-
za es flagrante e n el poe ta
de Donner D uoirto qr'r., al contarnos la experiencia juvenil de la pure-
pasaje del Fedro o la miniatura de
za, escribe: <.No fue más que un aleteo al cielo de mi eternidad.r, Si, en
paloma del Espíritu Santo sobrede
el hinduismo, la multiplicación de brazos y de ojos es signo de poder,
lo, sob recarg do de alas en la cabe la tradición semitocristiana nos muestra que la multiplicación de las
atribuimos nosotros tantas cualida
alas es símbolo de pureza; las alas son los galones de las milicias celes-
tes como atestiguan los serafines de alas séxtuples de la visión de
Isaías('0. La pureza celeste es, por tanto, el carácter moral del vuelo, co-
mo la mancilla moral era el carácter de la caida, el caricter moral del
¡
vuelo, como la mancilla moral era el caráuer de la caida, y se compren-
,( de perfectamente la reversibilidad terapéutica de este principio en De-
al ala artificial del avión o de la cometa. Para la conciencia colectiva, el
soille , paÍa- quien toda representación psíquica de la imagen de vuelo
aviador rmoz o Guynemer- es un ((arcángelu dotado de poderes
-Me es inductora a la vez de una virtud moral y de una elevación espiritual.
ran sobrenaturales como el chamán siberiano. Podría hacerse un inte-
Aunque se puede decir, en última instancia, que el arquetipo profun-
resante estudio sobre la mitologia aeronáutica que se desarrolla en las
do de la ensoñación del vuelo no es el ave animal, sino el ángel, y que
sociedades industrializadas: vuelo a vela, modelos reducidos, paraca;i-
toda elevación es isomorfa de una purificación por ser esencialmente
dismo, parecen expresar sin duda la liberación de un viejo sueño de angélica.
poder y pureza. El tecnólogo t('constata que la importancia de las prác-
Más adelante vetemos por qué coherentes r^zones todo ángel es un
ticas del vuelo imaginario va unida, en todas las culturas del Paclftco, a
poco militar ("; contentémonos con examinar por qué motivos todo án-
las realizaciones técnicas, bien imaginarias, bien puramente estéticas, gel es a menudo sagitario. En muchas ocasiones, la imagen tecnológica
que consisten e n hacer volar o flotar cometas y banderas. La ensoñación
de /a flecba viene a relevar al símbolo natural del ala. Porque la altura
del ala, del vuelo, es experiencia imaginaria de la materia aérea, del suscita más que una ascensión, pero un impulso, y parece que de la es-
aire del éter!-, sustancia celeste por excelencia.
-¡oimaginería
La alquímica, tan ricl e.n repr.esentaciones ornitológicas,
calinata ala flecha, pasando por el ala, h^y una amplificación de esbel-
tez. Mas este impulso es reversible , y ala flecha responde e/ rtyo, el ra-
nos permite situar perfectamente el ala y el vuelo en su voluntad de yo es flecha invertida puesto que en el descenso sabe conserv ar <<rapidez
rrascendencia. En un grabado de la A/cbemia recognitas;, se pueden
y derechurar, 62. La e timol og'ra indoeuropea pone en evidencia la identi-
enumerar múltiples aves: en el centro un cisne, uo fénix, uo pelícano, dad de inspiración entre el antiguo alemán Stra/a, flecha, el ruso Stre/a
abaio un cuervo. Desde luego, en este complejo contexto del microcos-
y el alemán moderno Strab/ que significan rayo6r. Pero, sobre todo,
mos alquímico intervienen otras inte nciones simbólicas: colores, leyen-
t8 B¡,cH¡r¡,RD, Air, p. s3.
tr Cfr. PrcANroL, op. cit., p. 108 19 Citado por B.tcurrnnD, Z'Air et /es p. 191.
t2 JUNG, Libido, p.26. songes,
60 Isaí¿s, Vl, 2.
5t B¡,cnnrano , Air, pp. 28-29 . 6t Cfr. infra, pp.
ta Fedrc, zrlb y ss.; cfr. M. D¡,gv, op. cit., p. 168. 149 y ss.
62 B¡,cH¡r¡,no, (Z'Air et /es songes, pp. 72,92) señala que la flecha la imagen in-
tt Citado por B,TcHELARD, Air, p. 82. ductora de Sérapltita de Belzac.
es
t6 L¡nol-GounuAN, Homme et matiére, pp. S0 y ss.
,7 Reproducido en Gruuor DE Gwv, Musée des.sorciers, p. 393.
63 Cfr.
JuNc,, Libido, p. 278.

r24
r2t
miento el que organizalos símbolos e incluso los signos. El dinamismo ('\
t
por su asimilación al rayo, la flecha une los s'rmbolos de la pur.ez?.a los de de las imágenes, el <<sentido> figurado es lo que importa en primer lu- q
[a luz, la rectitud y la'prontitud van a ir siempre unidas ala ilumina- g r parl el desciframiento, no sólo de los símbolos, sino también de \*J
ción. por ahora, ¿ái"ndo a un lado estas armónicas, atengámonos a la ciertos signos sobrecargados de semantismo y del sentido propio de los a\,
\
dominanre y consraremos en los escritos upanishédicos la correlación de conceptos.
la balistica í ¿. la trascendencia. La Kená se abre qor ll i-.tqe. de lo l
mental ,rlaÁzado' hacia el blanco trascendente, y la Mandaia es aún J
poderosa, mon-
más explícita6a: uCoge el arco del Upanish-ad, ese
^Íma
ta en éi una flecha lguzada por la adoración, tensa el arco con una zam- La meta del arquerg, como la intención del vuelo, es siempre la as-
tr
Uutli¿a menral en .i r.ntimiento de la unid ad y penetra en el Ete rno $

.oáo dispararías a un blanco. . . la sílaba OM es el arco y el arma es la


censión. Es lo que explica que el valor primordial y benéfico por exce-
lencia sea concebido por la mayor pafte de las mitologías como el uAltí-
V\i
flecha y ;l Eterno es el blanco. . . > También ahi, como en el caso de la
escala ih"-"nista, el tiro al arco se convierte en un medio simbólico de
ffascendencia. El héroe tirador emérito viene a sustituir al hombre pá- \
r'1. Se es-
iato: Guillermo Tell ocupa el_puesto de Ícaro o de Guyneme r f
iablece enronces, en el réno dé un pensamiento propenso a la mística,
toda una dialécrica, o más bien un-intercambio entre la flecha media- son giantificadas como lo era la de Cristo en la iconografta bizanrina, o
sobre todo en la celeridad y la igni-
la de Atenea Criselefantina. En nuestro folklore, la supervivencia de gi-
la flecha , la sagitta,
gantes es tenaz, bien en los asientos, marmitas, escudillas garg-antuinas
gnifica upercibir gipi-
que amenizan la toponimia francesa, ya sea que el héroe de las Gran-
do, el sentido propio
des crdnicas se sobreviva en nuestros Gaiants y Reuzes de los dep Lrta-
figurado? La flecha ma¡iP.u-'
-cuya mentgs nórdicos, o bien se cristianice en Auvernia y en la comaica de
lación implica la pun rcria- sería simbolo del saber ?pido, I su doble- Gex bajo el vocablo de San Sansón; bien, por último, eue se convierta
re es, pu;, e I rayb instant áneo qug es e.l relámp ago. En cuanto al signo en el gigante San Cristóbal protector de las rutas terresües ame nazadas
zodiaial del usagitario,r, los ocultistas le atribuyen siempre el.sentido por las aguas, tras haberlo sido del ffayecto solar7o. Esta gigentizaciín
de un rebasamiáto, de una sublimación de la naturaleza animal ex- I

etnológica no deja de hacer pensar en el proceso psicológico de las imá-


presadS por la flecha tanto como por la doble natura
a

genes que acompaña la desrealización esquizofrénica. A menudo,


I

sagttano, <(emerge ncla de lo huma_no .a P.artir de lo an ^ eo sus alucinaciones, a una imaginación de


1l

la esquizofrenia se parece,
lislas asimilan li conste lación del Sagitario o la letra h
f'

la trascendencia caricaturizada. Los enfermos experimentan el senti-


según Fabre d'Olivet('7, Se refiere <<? la luz, al respla
/tt
miento de que un objeto del campo perceptivo crece desmesuradamen-
de"zu. por último, eo el límite exrremo de esta simbolog'ra del arma' te. Tienen conciencia de que ualgo crece)>, y? sea un obieto, ufl perso-
menro del arquero, €o el punto de inflexión de los símbolos de la tras- naje o un recintoTl. Hay en ellos una exageración hiperbílica de las
cendencia hacia los de la iomposición, de los mixtos y de la inmanen- imágenes, una obsesión del engrandecimiento que provoca crisis de an-
cia, cabe destacar el simbolismo del arco iris, signo de la alianza para gustia. Veremos que esta gigantizaci1n mórbida se constela muy exac-
los judíos, puenre lanzado hacia la ttascendencia, símbolo que :9 d.- tamente con las imágenes de la luz y con la nitid ez anormal de las for-
t..t, en Hornero, en las tradicione s populares escandinavas, en el folk-
mas. El esquizofrénico está angustiado porque se siente alienado por
lore hindú y chino 68. este poder gigantesco que transmuta todas sus percepciones.
A traveé de esros avaltares recnológicos u ornitológicos del simbolis- Elevación y-poder son en efecto sinónimos. Esto es lo que se puede
mo ascensional, se evidencia una vez mas que es el esquema del movi- constatan, con Eliade 72, eo los dialectos amerindios: oái en iroqués sig-
nifica alavez potente y elevado; en cuanto al waáan sioux, nombre de
64 Kena upan,, I, l; MandakaUpan., 1, 3. la fuerza supr.-", deb'e relacionarse con el wailen dakota que significa
6, Cfr. GnANET, Pensée c/tinoise, pp . 367 y ss. El jefe es
un arquero, hermoso ejem'
plo de isomorfismo en el seno del priñáipio Yáng o confluyente : lasoberanie,lo alto, la
masculinidad, la victoria, el arco y las flechas. 69
66 Mundaáa Upan., ll, 4-6. 70
67 Citado por Sr¡.raRD, op. cit., p. 318;cfr. p.ir4. 7t pp. 4-6.
68 Cfi. KRlppE, op. cit., pp. fSO-182; cfr. Gp¡,NET, op. cit,, p. t45; cfr. Gen., IX, 72
13-17 , e ll'ada, XYII, ,47 y ss.

t26 r27
fe,<Khanmuymisericordioso>;entrelosainou,<.}efedivino>>8l.
vemos cómo la actitud imaginativa de la elevación, originalmente psi-
cofisiológica, oo solamente inclina hacia la purificación motal , haci a el
aislamiento angélico o monoteísta, sino que incluso está vinculada ala
función sociol1gica de sob erania. El cetro es la encarnación socioló gica
de los procesos de elevaciín Pero este cetro es asimismo verga 82. Por-
que parece evidente que es preciso unir a la elevación monárquica la
noción edípica de Dios Padre, de Dios gran-macho. Sabemos desde
luego que es temerario universalizar.el compleio.de Elipg, perg bioló-
gicamente hablando, incluso entre los trobriandesessr, el macho pro-
creador tiene siempre un papel familiar. Este papel de protector del
grupo familiar viene a sublimarse y a racionalizarse más o menos fuerte-
mente en el arquetipo del monarca paterno y dominador. Y las con-
cepciones del psicoanilisis clásico8a, lejos de ser originariamente causa-
les, no vienen sino inscribirse de camino como sobredeterminación
social y sexual de la ^ftnalidad de los grandes gestos reflexológicos pri-
mrtlvos.
De esta ,asimilación del cielo con el mon derivarían todas las fi-
^rcl
liaciones heroicas de los <hijos del cielou y del sol. Éliadest muesffa so-
bradamentq en las culturas finougrias la estrecha relación que existe en-
ffe el Khan celeste, el Khan terrestre y los atributos paternos. El Kan
terrestre es, eo efecto, como lo serán los emperadores de China, uhijos del
cielon. Esta vinculación entre cielo y paternidad se manifiesta universal-
mente tanto entre los finougrios, los chinos, las tribus del lago Victo-
ria, los indios de Massachusetts como en la tradición semitica y egip-
cia86. Este simbolismo , al dramatizarse, se metamorfoseará en el del
Esposo celeste, paredro fecundador de la diosa madre, y se le veri con-
fundirse poco a poco con los atributos de la paternidad, de la sobe rania
y de la virilidad. Es lo que se produce en Occidente con el cetro que
tiene sobre su autoritaria verticalidad una ((mano de justiciau o una
0
<flor de lisu, atributos netamente fálicos87. Parece que hay deslizamien-
to de la paternidad jur-rdica y social a la paternidad fisiológicay confu-
sión entre la elevación y la erección. Baudouin 88 ha mostrado cómo
Hugo, sin ir hasta la explícita sexualizaciín de los símbolos, reúne en
un notable isomorfismo edípico el ucomplejo de la frenter, s'rmbolo de
la elevaciín ambiciosa, las imágenes ascensionales y montañesas, y por
último las representaciones sociales del padre. Toda la ambivalencia

8r Eu¿,o¡, Traité, p. 63.


68; cfr. ,Plc¡.Nlot , oP ' ctt ' , p. t40; cfr. Mnuss, Année 82 Cfr. LTTNHARDT, Notes d'etltnologie, plancha XIX, 4.
8l Cfr. Lorurrrc, op. cit., pp. 262-263.
61; Kn,rPPE, oP. ctt., P' 69. 8a Fn¡uo, Le
fe et le tu, cap.III, pp . 162 y ss.
pp. t ll,, ,22. 8t Éuror, pp. 63 y ss.
2-r. 86 Cfr. KR,uRr, op. cit., pp. 7L y ss.; cfr. Gn.tl¡rr, Pensée cltinoise, pp . 3t4, 4t8-
47 r.
87 Cfr. infra, pp . 133, l), .
38r. 88 Cfr. BauoourN , V. Hugo, pp. L4-15, 29-30, 33-34.

t2g
r28
edípica se eierce en.el. poeta respecto al
la tripartición funcional, no puede dejar de reconocer en el soberano
irru..tivas d'el principio de la obra poét latino .o germano una nítida propensión L convertirse en guerrero: el
ie irá desarrollando. Esta ambivalencia mensaie mismo de Rómulo es la airtus, el valor guerrero, y no h^y
nunca gran distancia psíquica enffe el cetro y la espada. Existe una am-
bivalencia fundamental psicosocial del ejecutivo. Júpiter y sus rayos,
del poderrr se. Image n símbolos de su poder, es Stator que protege los combates, pero al mis-
, del igutla de mai.s- mo tiempo Latiaris, Arcanus, Anxurus, sacerdotes y adivino en maies-
a vavés de todos estos tade3. El mismo Marte, el guerrero por excelencia, ¿no será invocado
ción monárquica Y Pa- incluso baio el vocablo de Thincsus, (amo de las asambleasrr, soberano
:l EdiPo en las civilizacio' iurista? Porque la espada guerrera es también espada de justicia.El po-
nes de esrrucrura patriarcal; pelo Dumézil')0,
er sus célebres conclusio- der judicial no es más que una agresividad ejecutiva codificada y domi-
nes sobre ü;p;ñi.ion,o.iát de ros indoeurop.eos: -.s quien, eo nues- nada. Y aunque Odín, el gran rey divino de los germanos, combate
rra opinión, meior poner en evrdéncia Ia viriiiztción monárquica del con armas distintas a la espada, pese a la sutil argumentación dumézi-
líana'o h^y que reconocer una colusión guerteÍa entte Odín y las armas,
e todo como real. Es el simbolismo del Rómulo las espadas o las lanzas. En definitiva, todo poder soberano es poder
de jApir.r y de Marte, pottadgt del
litut¿s, YaÍ^ triple: sacerdotal y migico por un lado, iurídico por offo,y por último
, áitiinir í.gendario á. las riquezas feminoi- militar.
tls son lo que separa de las opes. Los sabinos A través de estructuras sociales tan distantes como las de la India
lainopiatablecerunaSe- antigua, el Imperio romano, Germania o Escandinavia, Dumézilet ha
enüe JiPi asociadob mostrado cabalmente la bipartición del soberano en flamen-bra/tnzan
.l,ado'
ulo, bo,
y rón simbolizada por un lado, en rex-rAi por otro. El flamen posee las mismas insignias
q"iii"o. tvoca a lúpittt ,lj"tor ' I e
que el rex; las dos castas rái y brahman son inseparables, y el filólogo
má|ico y poder guerrero se hallan indiferencia- justifica mediante un erudito estudio lingüístico esta dualidad funcio-
lu-
sabino, ,áorrdoies de divinidades agrarias v nal de la sobe rania. Volvemos a encontrarlo en el desdoblamiento ger-
se encuentran entre los vanes y mánico de Odín el mago y de Tir el jurista. Es asimismo el desdobla-
nares . Lamisma ,.prrr.ián simbólica
de la uiada gala de los carnu- miento de Varuna como sacerdote y de Mitra el iurista. Odín, Varuna,
los Ases de los germanos, bien en el seno
te s. Esus, Tarani, y Teutates se
sepalln. el, dos grupos nítidame nte di- Urano son reyes sacerdotes, reyes brujos, reyes chamanes. Y detrás de
fe renciados: los dos primeros ,on
divinidades-real-es y combatientes este vocablo hallamos nuevamente las técnicas ascensionales a las que
relaciorrrri. con el latín erus, <<z'o>>, del sánscrito
a'sura, Éliade ett fi^ consagrado un impoftante libro. Además, Odín pare.e ler
(Esus debe
udios mago)>, v con .l-í* to ahura, udios sup.remo,r)"r opuestos.a T.t- el prototipo del monarca tertestte, es llamado el <Dios del jefe)), es una
áios nocturnó.y feminoide'
tares, el dior'á. t, -ro, áJ i"¿" r"cial, el divinidad aristocrática rese nada a ciertas capas sociológicas rariftcadas y
Este esquema sepa*J;;'se redrrpli., en
cierta forma en el seno mismo comparables a los brahmanes de la India. El monarca es, por tanto , a la
porque el Gran Dios vez mago inspirado, de prerrogativas ascensio ales, soberano jurista y
de la divinidad mayor de la,.ótogir funcional, pronro se volverin
qpe ordenador monárquico del grupo, y nosotros añadiremos que no pue-
mismo ,. ;;;;;";; b^io dos as-pecros matizados
El Gran bio, es Mirm el soberano benévolo, sacerdotal, den deslindarse de estas dos funciones los atributos ejecutivos y guerre-
antitéticos. varuna' el
dueño del fazonamiento claro y ,.gtl?r, ros. Los doblctes Rómulo-Nufr2, Varuna-Mitra, el triplete Odín-Ullin-
guerrero ,..rible , .l uioi.nto' el'hár8e insp iurista' el
el Tyt enmas caÍan en realidad la indisoluble triplicidad funcional de la
io de Fides'
senador, el rey blanco-escoltado de s., flimen de los cele-
monatquía y del poder soberaro, siendo el ejecutivo difícilmente diso-
pero al mismó tiempo es Rómulo-, el uiolento acompañado ciable del judiciario en la conciencia común. Más adelante veremos có-
Stator el ma-
ri, al rapt; á; las Abinas e invocando aJúpiter mo la espada, al tiempo que adquiere prerrogativas simbólicas nuevas,
^rrorándose Dumé271"2, pese a su riguroso cuidado por respetar
go de los combates.
xico, el sol es a la vez Quetzalcoatl, el rey-sacerdote que se sacrifica, y Uitzilopochtli, el
héroe guerrero. Cfr. SousrrrLE op, cit,, p. 24.
9t Cfr. DUMÉztL, Mitra VAruna, p. 60.
89 B¡,uooulN , op. cit., P. 34.
e4 Cfr. DuMEztL, Les Dieux des Germains, p. 27.
eo Cfr. DuruÉzt[.,, Mit*-Vororo, P. 1]0. Cfr.Indo-Europ,, p.206.
et Cfr. DuMEztt,, Germ,, p. 20; Indo-EuroP., pp. 2l-22
er Cfr. DunÉzu, Torpeia, pP. 113 y ss'
e2 Cfr. Dur,,mzn, Indo-Euiopérot, p. 198. Asimismo, en el panteón
del antiguo Mé- 96 Cfr. Éu¡,o¡, Les Cbarnanisrne et /es techniqies arcbaiques de /'extase.

130 131
sigue estando ¡iemprg b.aio la dependencia de los arquetipos monár- ses en América del Norte en el siglo xvlll y los alemanes guardianes del
qulcos, srgue vinculada siempre al cetro del que no es más que una acti- Lager de Buchenwald en el siglo ¡¡t02. A decir verdad, los etnólogos
,ii
vación polémica. disciernen dos rituales distintos según se trate de parientes o de enemi-
gos, pero la veneración del símbolo cabeza es la misma en ambos casos,
se a entre los andamanes, los papúes, los indios de Bolivia que conser-
van piadosamente los huesos craneales de sus parientes en un cesto o
Podemos pregunrarnos si no es jugar con las palabras hacer seguir el entre iíbaros, los dayak de Borneo, los mundurucu del Brasil que prac-
esrudio del arquátipo del soberano mónarca, dellefe político, por el del Ji tican la conservación de las cabezas cortadas del enemigo r0r. Desde lue-
,l go, el objeto craneaoo, venerado en el conjunto como el ujefeu del
su acepción anatóm íca y occipital. No obstante, para el
iuegos de palabras no son nunca completamente gratui- cuerpo, puede cargarse de ace pciones secundarias y parisitas, como lo
uemas verticalizantes ( esembocan en el plano del macro- hace,por ejemplo, la copa craneana, tan frecuente; pero aqui no ten-
cosmos social en los arquetipos monárquicos como desembocan en el dremos en cuenta más que el símbolo general en el que participan to-
macrocosmos natural en la valo rizaciln del cielo y de las cumbres , Yt' dos los elementos craneanos: madíbula inferior,, caia occipital, arcos su-
mos a const atar que en el microcosmos de I cuerpo humano o animal, la perciliares, matunzas de animales cornudos; sentido general que los
vefticalizaci1n induce varias fiiaciones simbólicas de las que no es la bambara han puesto perfectamente de relieve en su cosmol ogia: la ca-
menor la cabeza. Los místicos de la ascensión celeste asimilan natunl' beza es a la vez el signo, el resumen abstracto de la persona, y asimis-
mente la cabeza con la esfera celeste cuyos oios son las luminariaseT, y mo la yema por la que el individuo crece tanto en edad como en sabi-
p^ra.la tradición védica y búdica, la columna veftebral es identificada dura r04. Es éste sentido general el que confirma un gran poeta civili zado
ion el Monre Meru, el ele del mundoes. Como observa Bachelard,h"y para quien la imagen de Ia frente, s-rmbolo de la elevación orgullo-
ee. Finalmente la et- Sx, de la individuación más allá del rebaño de hermanos y frente a la
deslizamiento de la verticalidad a la vertebralidad
nografía ha subrayado la imPort persona divina misma, es tan frecuente que a. su respecto ha podido
espacio, de I culto de los cráneos. hablarse de un auténtico <(complejo de frente>r01.
mente la masacre de los cérvicos, j Una vez que la imaginación se adentra en la vla de la <.microcosmi-
sinántropo de Chu-Kun-Tien, igua zaci6n)> no se para en el camino y , an tómicamente, por un proceso de
Steinheim o de Castillo r00. Los ves ugulliverización> vicariante que estudiaremos más tarde106, va a buscar
preparados cuidadosamente y conservados mediante.putrefacción Pre- suplencias anat1micas al casquete craneano. La simbólica nos muestra
i,ia, ampliación de aguiero occipital, coloracig" y orientación rituales, que el poder microcósmico está indiferentemente representado por la
en suma, de una manera bastante cercana a la practicada en nuesffos cabeza erguida o el pene en erección, a veces ta bién por la mano, co-
'$Ternertr0l
días por las tribus de las Célebes. obs-erva gge .par^ el primi- mo hemos dicho al hablar de la mano de justicia. En efecto, oo sólo en
tivo,-la cabezaes centro y principio de vida, de fuerzafísica y psíquica, el trofeo de caza, la co/a sentido argíúco muy viril subraya el
y asimismo receptáculo del espíritu. El culto de los cráneos sería, Por doctor Pichon- r07, puede-cuyoteemplazar en ciertos casos a la cabeza, sino
ianto , la primera manifestación religiosa del psiquismo humano. No que incluso M. Bonap arte hace la importante observación de que los
sólo esra preeminencia axiológica atribuida al uiefeu se encuenüa en trofeos guerreros de cabezas excluyen los trofeos genitales. Por consi-
nuestros días entre los ..ca zadores de cabezasr> oceánicos o filipinos, eo guiente, h"y transferencia normal y reciprocidad simbólica entre el
los cultos craneanos de Dahomey, de Alaska y de Borneo, sino que miembro viril en etección y la cabeza. La castración guerrera practicada
también el <civilizadou regresa fácilmente a la práctica de coftar la cabe- por los musulmanes del Magreb, así como por los cristianos de Abisi-
llera (sca/p) y de la caza dt cabez^s, como lo hicieron franceses e ingle- nia, equivale por tanto ala c^za. de cabezas y a los scalps de las culturas

r02 Cfr. lü(/¡RvEtr, op, cit,, p. 68; cfr. M. BoNapARTE, Psycb, Antbr., p.7r.
e7 Cfr. Hidelgarde de Birgen y Honorius Augustodunensis, citados por M. DAtry, rol Cfr. \ü(/¡RNET, op, cit., p. 67.
op . cit., pp: L07 - 108.
r04 Cfr. DII¡RLEN op. cü., p. 6r, nota 3; cfr.la importancia atribuida, zla, cabeza du-
e8 Cfr. Eu^rDE, Le Yoga, p. 238.
ee B,rcsELARD, Réu. uolonté, pp. 363-364. ranre las ceremonias iniciáticas enüe los Vaudou, nociones de pot-téte de rnai'téte y
tL, <Le Feu e et osseusei Chou-kou-Tienu (Bull. práctica del ulavado de cabezar, en MrrRAIlx, Le Vaudou baítien, pp. 188-L97.
(Ir culte des granes i l'epoque pa- rot B¡,uoouIN, Z. Hago, pp. 14-15.
soc. , t931, p. I 106 Cfr. infra, pp.202 y ss.
léol G!" Relig Y ss. 107 Citado por M. BoN¡,pARrE op. cit., p. 71, nora
. ctt., p.7l; ó-F¡lcr, Les Rites de cbasse cbez les peuples
sibéienr, pp. 209 y ss. ; 2 13, 218. Rites de cbasse, pp. 17 3 , 205 y ss. , 209 y ss.

r32 r33
amerindias y oceinicas. En la anatomla animal es /a cuerna, imputres- hazaña, de la proeza'. Podrí a rclacionarse el ritual de la caza francesa
cible y cuya forma oblonga es directamente sugestiva, la que va a sim- con el de la corrida de las culturas hispánicas, eo la que e I isomorfismo
bolizat de modo excelente el poder viril, tanto más cuanto que entre del héroe luminoso luchando contr" ei animal tenebioro y la.o"..rión
los animales son los machos los que llevan los cuernos. M. Bonaparte l".oreia al matador victorioso se destaca aún más explicitamenrerrr.
_dS
observa que en heb reo qaeren signific a a la vez cuerno y pode r , fi;erza, No obstante, nos parece que M. Bonapafte r14 se equivóca al reducir el
así como en sánscrito srnga y en latin corna t08. El cuerno no es sólo su- triunfo cinegético al esquéma freudiano de la muérte del padre. Esta
gestivo de poder por su forma, sino que también su función natural es
imagen del arma potente. En este punto preciso es en el que la Omni-
llterpretación es, en efecto, una hipóstasis injustificada del Edipo.
Nosotros constatamos más bien en esüs prácticas cinegéticas o guerre-
potencia viene a unirse a la agresividad: Agni posee cuernos impere- ras un proceso de abstracción violenta, mediante el róbo, el t"!to, el
cederos, armas aceradas, aguzadx por el propio Brahma'oe, y todo desgarramiento o la mutilación, del poder y de sus s-rmboios susiraídos
cuetno termina por significar poder agresivo tanto del bien como del mal: ala feminidad terrible. En efecto, co,'no hehos mosrrado anteriormen-
Yama, lo mismo que su adversario el bodhisatrta Manjusri, tienen te, no es el tabú lo que h^y que hacer depender del tótem, sino lo con-
cuernos; Baal o Ram aan, igual que Moisés, los ríos griegos y el Baco la- trario: es el ta.b1t el que manifiesta una angustia primitiva. El trofeo to-
tino, las divinidades de los dakota y de los hopi; el iefe indio iroqués lo témico o emblemático no es -ál que .l r_esuliado de la captación,
mismo que el rey Alejandro, los chamanes siberianos igual que los sa- siempre peligrosa, del poder del tabú-, es su desfe minización, ,ü desani-
cerdotes de Marte Salio tto. En esta conjunción de los cuernos animales malización, como podrá constatarse en las prácticas bautismales con
con el iefe político o religioso descubrimos un procedimiento de ane- ellas relacionadas ttt. El bautismo, lo más es por circuncisión,
xión del poder por apropiación migica de objetos simbólicos . La.cuer- .t puesta en orden de un mundo y de funciones" -é.t.rdoperturbadas por una
-11
na, el degüello del bóvido o del cérvido es trofeo, es decir, exaltación y cld1qqe e.r? caPtación_de poder. Zeus arrebata li virilidad al Lr.r.p"-
apropiación de la fuerza. El soldado tomano valeroso añade un corui- dor feminoi4.,el ogro Kronos. En la veneración del tóteffi, y especial-
culum a su casco, y mediante esa contaminación simbólica se compren- mente del tótem craneano y del talismán, es lecir, €o el .rfu.tro de
den la función del amuleto o del talismán: <<La representación de cier- captación de una ctatofania, hty una intención de <.descro nizacj1n>
tos animales provistos de armas naturales, como también de partes ca- fundamental. Y más qye una perspectiva freudiana, es un punro de
racterísticas aisladas de éstos, sirven e menudo de medio de defensa vista iungiano el que adoptamoi' ei la feminidad terrible, es la libido
contra la influencia de los demonios...rr, y M. Bonapafte acumula des- destructora, cuyas epifanías hemos estudiado, lo que se exorciza aqui
cripciones. de amuletos cornudos tanto africanos como europeos,- asiáti- mediante la reconquist de los símbolos de la virilidad I 16. El p.nrr-
cos, americanos y australianos, a los que podrían unirse los colgantes miento adopta. un estil heroico y viril a partir del acto g.r.rr.rb o la
grabados de Les Eyzies y de Raumonden rrr. Estos amuletos captan el hazaña cinegética. Por tanto, puede decircé q.r. tótem y tr'lir*án están
poder bienhechor separándolo de la animalidad. De igual modo , la constituidos por la discriminación práctica del símbolo rbrtracro, privi-
posesión del trofeo enemigo, de su cabellera, de su falo, de su mano o legiado y s.eparado de su contexto- temporal. En esre punro pr..iro .,
de su cabeza, confiere al guerrero un incremento de poder. en el que la función simbólica del psiqlisTo humano viene a separar
Se puede reprochar a esta investigación del trofeo y del culto de los los p.odelrgs de la desgracia, y a, apropiaise del poder medianr. .rr,
cráneos o de los talismanes anatómicos el acto mismo de la agresividad y-a diairético exorcizando todo y iedüciendo "iro
impotencia la necesi-
cinegética, especialmente en la caza de rnontería francesa y en el pirs- dad natural simbolizada por la hostilidad y la^i^ animaiidad. Este rimbo-
c/ten de la Europa central, que se practica especialmente en la época lismo del talismán o del iótem, esenciahénte vicariante, €s decir, q.r.
del celorr2. Ya Pascal había hecho una observación profunda sobre el procede- mediante la selección de una parte que vale por el todo, ., ,.rrt
sentido metafltsico de la caza: hay que añadir que no es siquier a la per- medio de acción sobre la necesidad temporal más^adecuado q.r. io,
secución lo primordial en la lie bre que se persigue, sino el sentido de la ",i.r
procedimlentos antifrásicos cuyo paso hémos esbozado I t,
. H^y en ja uti-
lizaciín del talismán o del tótem una mascul inizaciln de poder; ,.t."
r08 Cft. M. Bor.¡araft,rn, op. cit,, p. 62; cite Seligman: en argot italiano el pene se captación de las fuerzas naturales que puede detectarse a távés d. .rn
denomina (cotnor; cfr. op. cit,, pp. ,I-r4; cfr. Job, XVI, lJ; Amós, VI, 13, Salmos,
C)(I,Vil, L4; XCII, 11.
tos Cfr. Rig Veda, VII, 86-6. in, texto oficial traducido por
rro Cfr. M. BoNAnARTE op. cit., p. ,2; cfr. Lor-F^ur, op. cit,, planchas II, VU. de toros, su oigen..,
rlr Cfr. M. BoNep¡,ntr op, cit., p.)6; cfr. J7-60; cfr. Bn¡urL, op. cit,, p.427; \7¡n-
NERT, op, cit., pp. 6t-63.
rr2 Cfr. M. BouepARTE, op, cit., pp.76-79. ialmente p. 128: <La Femme et Ia chasse>.

r34 r3,
ffayecto que va del estado de la ostentación y de la agresividad viril
hasta la utilizaciín de la palabramágicay del verbo racional .Lapalabra
mágica y luego el lenguaje profano son el resultado de un largo proeso il. Los SÍMBoLoS ESPECTACULARES
de magia vicariante cuya práctic a ritual de I trofeo de cab ezas o del ta-
lismán de cuetnos es la manifestación primitiva. La conquista y el Así como el esquema de la ascensión ,l
arrancamiento del trofeo es la prim eÍa manifestación cultural de la abs- sus desarrollo simbólicos, al de la caida, I
tracción. Podría situarse como término medio en este ffayecto que va tenebrosos se oponen los de la luz, y e l
del obietg natural y t"tismánic o al signo ideal , la práctica del gesro ra- Un notable isomorfismo une universalm {
lismán, del que la cuerna o la mano nos proporcionan precisamente gue hace escribir aBachelardt" q.r. .,es la misma operación del espíritu
numerosos ejemplos: rnano comutarrs de los italianos o rnano frca que humano la que nos lleva hacia la luz y hacia la altura>>. Este isomorfis-
coniuran la mala suerte o que sirven para echar un maleficio; amuleto mo se le evidencia al psicólogo tanto en sujetos normales, que descri-
islámico en forma de mano abi erta, o también gesto de la bendición y ben autom iticamente los horizontes luminosos en la práctica de la ele-
del exorcismo judeocristaino, innumerables posturas corporales o sim- vación imagin aria, horizontes .,resplandecienres>> , <<azulados y dora-
plemente manuales de la áscesis tántrica del Yoga, igual que el teatro dosrt2', coTo en psicóticos, donde los procesos de gigantización imagi-
chino o japonésrre. Mediante el proceso de la vicariante, el símbolo se naria van siempre acompañados de <rluz implacable.. . destelleante...
transfotma primero en signo, eo palabra luego, y pierde la semantici- enceg_uecedor a.. . . despia dadar> t23 . <,IJna vez (cuenta la esquizo frénica
" dad en beneficio de la semiol ogia. tratada por. Sécheh aye) "4 me encont raba en la rsidencia I vi súbita-
1 En conclusión, los símboloí "r..nsionales
nos parecen marcados por men-tg que la sala se tornaba inmensa y como ilumin ada por una luz
ila preocupación de la reconquista de un poder perdido, de un rono de- terrible, eléctrica y que no daba auténticas sombras...r> En esre caso pa-
Igradado por la cúda. Esta reconquista puede manifestarse de tres formas tológico tenemos que vérnoslas con una obsesión angustiada de la luz,
/ -ty
J
-trrr
próximas,
n¡Ávi-rto
y unidas por numetosos
rr rtñl)^n.h^t
^tt-o-^^^-
n7^L^l^^
s'rmbolos ambiguos
^-L:-.-^^ ^ interme-
e 2^-^--^
de lo brillante y de lo liso, pero siempre unidos a la ieñalizaci1n de los
diarios: puede set ascensión o erección hacia un más allá del tiempo, objetos, de los seres y de los elementos. <,El Esclarecimienro
hacia un espacio metafísico cuyo símbolo más corriente es la verticali- -con(tala
enferm a- en la percepción de la irrealidad. u El hospital psiquiárrico,
dad de la escala, de los betilos y de la montaña sagrada. Se podría decir lugar de las revelaciones de este irreal, se convierte én ula cala de las
que en este estadio h^y conquista de una seguridad metafisica y olím- gentes iluminadas,r "t, y también: ((yo le llamaba el país de la llumina-
pica. Puede manifestarse ésta, por otra parte, €o imágenes más fulgu- ción , a causa de laluz restallante, deslumbradora y fiia, astral, y del es-
rantes, sostenidas por los símbolos del ala y de la flecha, y la imagina- tado de tensión, extrem a en que se encontraban todas las .osri, inclui-
ión se colorea entonces de un matiz ascétrco que hace del esquema del da yo mismarrt26.
uelo rápido el prototipo de una meditación de la pureza. El ángel es La mayor parte de las religiones reconocen asimismo esre isomorfis-
mo de lo celeste y de lo luminoso: San Agustín o San Bernardo, el mís-
tico anónimo autor de la Queste du Graa/ r27, sub fayan el isomorfirmo
con tanta nitidez como los sujetos analizados por el psicólogo: <En lo
más alto de la ciudad santa se yergue un templo prodigiosol.. ningún
viviente habita esas altas torres tan brillantes que parecen hechas dJra-

t2r B¡,cHnaRD, Air, p. t5.


r22 Cfr. D¡solrrE, Eplorotion; cfr.70-74,29-30; cfr. p.3I: uA medida que se repiten
I las sesiones, las imágenes se vuelven cada vez más brillantes e inmaterialeJ hasta no ser
más que r^n'- impresión 4e luz intensa en la que formas muy simples y armoniosas
tecen como un juego de luz destacándose sobre un fondo deslumbrante de claridad...^p^-
Es-
tas imágenes_ van acompañadas de un estado eufórico notable que el sujeto traduce por
las palabras de serenidad, felicidad.,
ll8 Cfr. M. Bot¡^rpARTE, op. cit., p. 6r. Lzt SÉcH¡H,rvn,
ttp Cfr. asimismo S. or GtN¡v, Una Grapltie soudanaise da doigt du créoteur, Jouma/ d'une scbizopbrdne, pp. 4 , t,, 20, 2L.
en r24 SÉcu¡HnYE op, cit., p. 6.
An Musée Guirnet, t C)OOilV, D.o 1, lgjl,,p. 46. El autor muestra la importancia de 12, Op, cit,,p.3g.
la mano derecha a la que , por ejemplo, le está prohibido tocat el sexo, por que es sagra- 126 Op. cit., p. 2 1 .
d^ y en cierta forma suicaria de Diosu. r27 Citados por M. Daw op. cit., p. 100; cfr. BncHELARD, I^a Formation de l'Esprit
r20 Cfr. Éu¡,o¡, Images et symboles, pp. 97-98.
scientifiqu€, F . 84.
r36 r37
yos de oro del sol.,> En mesopotámico, la palabra dingir, que significa dad sin fenómenor, especie de nirvana visual que los poetas asimilan,
claro y brillante, es también el nombre de la divinidad celeste, lo mis-
mo que en sánscrito la rdtz diu, que significa brillar y dia, da Dyaus,
dios y deiuos o diaus latinor2s. Los Upanis/tads, tan ricos en imágenes
de la flecha y de la ascensión rápida, están realmente llenos de símbo-
los luminosos; dios es llamado en ellos el uBrillante)>, <<Destello y Luz
de todas las luces y lo que brilla no es más que la sombra de su brillan-
tez...rr'2". Por último, para los bambara, que sin embargo son de raza
negra, e I . Dios bie nhe.lrgt y suptemo, Faro, está considerado como
<(perteneciente a la Ía,za blancar)rr0, y su cuerpo es un compuesto de al-
bino y de cobre, metal brillante; su color emblemático es el blanco, y
blancos son los bonetes de purificación de los circuncisos. Por otro lado, tiz dorado r'8. No obstante, téngase cuidado con este simbolismo de lo
el mito de Faro explica perfectamente el isomorfismo de los símbolos dorado que corre el riesgo de hacer bifurcar la imaginación hacia los
que estamos estudiando: Faro ,, al rehace r la creación ffranchada por la sueños alquímicos de la intimidad sustancial. No se trata aqui más que
nefasta Musso-Koroni, se dirige primero hacia el este, ..€l lugar de la del o¡o visual en cierta forma, del oro fenoménico, ese <oro color, del
blancu f?>>, y al comparar esta blancura luminosa con la que la edad que Dielr3e nos declara que es representativo de la espiritualización y
confiere a los cabellos, sólo por esta raz6n le da el nombre de .,viejorr, que tiene.un carácter solar marcado. Hay, en efecto, dos significaciones
puesto que recorriendo el ciclo solar va hacia el Oeste, <<país de las gen- opuestas del oro parala imaginación, según sea reflejo o sustancia pro-
tes del sol caído' rr'. En esta cosmog onia inspirada por la luz, Faro se ducida por la Gran Obrarao, pero estas significaciones se mezclan y dan
consagra a jerarquizar el cielo en siete cielos superpuestos, muy próxi- a menudo slmbolos muy ambiciosos. Tratemos de no tomar en consi-
mos a los imaginados por los chamanes o la tradición dantesca, siendo deración más que el oro como reflejo, y vemos que constela con la luz y
el más bajo el más impuro , aírn manchado por las huellas de Musso- la altura, y que sobredetermina el símbolo solar. En este sentido es en
Koroni, mie ntras que el séptimo cie lo es la moiad a real de Faro, donde el que hay que interpretar las numerosas imágenes de luz dorada que
reside el agua bautism al y purificadora y donde se refugia el sol. Desde abundan én'La Cltanion de Roland y que han-inspirado a G. Cohen ll
luego, Faro es por necesidad geográfica un udios de a.gvar>tl2, pero su título de su libro: Ia grande clarté du Moyen Age, Además del notable
valorización positiva determina una constelación simbólica donde con- isomorfismo del sol, de los cabellos y dc las barbas blancas que no de-
vergen lo luminoso, lo solar, lo puro, lo blanco, lo real, lo vertical, jan de hacernos pensar en los atributos de Faro, no se ffata más que de
atributos y cualidades que en última instancia son los de una divinidad riachuelo de sol, de jóvenes mujeres de cabellos de oro, de iinetes res-
uranlana.
Lo notable es que, e o todos los casos citados, la luz celeste sea inco-
lora o poco ca/oreada, Frecuentemente, eo la práctica del sueño despier-
to, el horizonte se vuelve vaporoso y brillante . El color desapatece L
medida que el sujeto se eleva en el sueño y le hace decir: <.Experimento
entonces una gran impresión de pureza)>rr3. Esta pureza es la del cielo
azul y d.l astro brillante-, y-Bachelard'r{ ha mostrado perfectamente
que este cielo azul, privado del tornasol de los colores, es.,fenomenali-

r28 Cfr. Éunor., Traité, pp . 62, 68.


t2e Mandah,a Upan.,Il,2 (7,9, l0); III, I U); III, I (7-8); III, 2 (1).
tlo Qf¡. DrEnrEnrEN op. cit., p.27.
rlr Op. cit,,p.29. Incluso en la simbólica de los antiguos mexicanos, donde el blan-
co es el color del Oeste, la blancura está asociade, sin embargo, al color ..de las primeras
luces del día> y las víctimas de sacrificios humanos o de los dioses resucitados, como r38 Cfr. L. Roussrau, op.
Thuizcalpantécutli, son representados con ornamentos blancos; cfr. Sousr¡rLE op, cit., cit., pp. L28 y ss., el udoradoo en ranro que color cercano
al amarillo.
pp.72,73,7r. tte cfr. Dm¡, Le symbolisrne
L)z Cfr. GnTAULE, Dieu d'eau, pp. 20 y ss. dans la mytbologie grecqae, p. 176.
t4o Cfr. infra, p. 249. Sobre el simboiis-o Jel lamarillo" solar, cfr. Sousr¡¿E,op.
L)t Drsorlrr op. cit., pp.70-74; cfr. B¡,cH¡rnxo,, Réu. aolonté, p, 399.
134 Cfr. B,IcHELARD, L'air et les songes, p. 194. ctt., p. 70.

138 r39
plandecientes, de trajes y de barbas <,blancos como flores en espi- que el sol significa ante todo luz y luz suprema. En la tradición medie-
nos>r4r. Lo dorado es, por tanto, sinónimo de blancura. Esta sinonimia val, Cristo es comparado constantemente al sol, es llamado <sol
es aún más nítida en el Apocalipsis, donde la imaginación del apóstol salutisrr, <.sol invictus> o también, es una clara alusión a |osué,..sol oc-
visionario une a un a notable constelación los cabellos blancos como la casum nesciensrr, y según San Eusebio de Aleiandria los cristianos, has-
nieve, como la lana, los oios resplandecientes y los pies brillantes del ta el siglo V, adoraban al sol levantertO. El sol naciente es además com-
Hiio del hombre, su faz rrresplandeciente como el sol, y la corona dora- parado frecuentemente con un pájato. En Egipto, el dios Atum se llama
da, la espad^ y las diademasta2. Los dioses uranianos de los buriatos y <el gr^n Fénix que vive en Heliópolisu y tiene a gala haberse <ceñi-
de los alta| tanto del Upanishad como del culto mitriático, poseen do él mismo su cabe z^con la corona de plumas>. Rá, el gran dios solar,
atributos dorador t43. ¿No toma acaso Zeus la apariencia de una lluvia tiene cabeza de gavilin, mientras que para los hindúes el sol es un
dorad a para. engend rar al héroe sauróctono Perseo ? La conquista de las águila, y z veces un cisne ttr. El mazdeísmo asimila el sol a un gallo que
manzanas doradas de la Hespérides es una hazaia solar , realizada por anuncia el alba del d'ta., y nuestras campanas cristianas llevan todav'ta
un héroe solar, y la diosa del ucasco de oro)>, la viril Atenea, es hija de ese páiaro que simboliza la vigilancia del alma a la espera de la venida
la frente de Zeus'aa. Por último, eo la simbólica alquímica se pasa del Espíritu, el nacimiento de la Gran Aurorart2. Es aqui donde está el
constantemente de la me ditación de la sustancia oro a su refleio, el poder benéfico del sol naciente, del sol victorioso de la noche que es
oro, por mediación de su resplandor, que posee ulas virtudes dilatadas magniftcada, porque no h^y que olvidar gye el astro puede tener en sí :
del sol en su cuerpo)>, y el sol que por eso se convierte de modo com- mlsmo un tt, y en este caso sef un <sol
í
pletamente natutal en el signo alquímico del ororat. Gracias a lo dora- negro)> . La sitivamente el sol . E/ Oriente I
do, el oro es <<gota de luzr>'46. .s .rn térm bienhechoras en el lenguaie f
l* El sol, y especialmente e/ so/ ascendente o levante, será, por tanto, del ioyero, que califica con ese nombre el resplandor de la perla, como i
*
f pot las multitudes, sobredeterminaciones de la elevación y de la luz, en la ierminologia cristian^ o masónica. Egipcios, persas y iristianos r.
vuelven hacia el Oriente para fezar porque , según dice San Agustín,
Ii nianos. Apolo sería el dios uhiperbóreo>> tipo, dios de los invasores in-
¿et r^yo y de lo dorado, la hipóstasis por excelencia de los poderes ura-
..el espíritu se mueve y vuelve hacia lo que es más excelente)>. En
doeuropeos , la heliolatria triunfante en la época hallstatiana al mismo Oriente se sitúa e I paraíso terrestre, y es allí donde el salmista sitúa la
tiempo que el culto del fuego y del cieloraT. Bajo el nombre de Apolo ascensión de Cristo, y San Mateo el retorno de Cristorta. Como escribe
(Appellón), Dontenvilletat detecta la idea, si no el fonetismo, del Bel M. Davy al comentar la orientación ad oientem del templo cristiano,
céltico. Bel, Belen o Belinus significaria <brillante, resplandecient€)>, el oriente designa la aurora y posee el sentido de origen, de despertar:
que da el bretón ba/an que denominala retama de flores de oro. Sería <(en el orden místico, Oriente significa iluminaciónr> rtt.
la vieia palabra Belen la que inequívocamente designaÍ1a el sol, mien- La uadición de los antiguos mexicanos confirma esta tradición me-
tras que la raíz sol seria ambi gna,, divinidad femenina (cfr . alemin: die diterránea. El Levante es el país del nacimiento del sol y de Venus, el
Sonne), dea sulis anglosai6n Habriahabido asimilación por mediación país de la resurrección, de la juventud. Es alli,, udel lado de la luz>
de la raiz sl enue la luna (sé/éné) y el replandor solar (sé/as)tae. Esa va- (Tlapcopa), donde el dios Nanauatzin y el Gran Dios Quezalcoatl, r€-
cilación y esa asimilación muestran nítidamente el fenómeno de conta- sucitados después de su sacrificio, re aparecieron el uno en sol, el otto
minación posible de las imágenes, que pondremos de relieve en los ca- bajo el aspecto de planeta Venus. Es allí igualmente donde se sitúa el
pítulos consagrados a la medida del tiempo. Sea como fuere, parece paraíso terresffe (Tlalocan). Mediante este ejemplo del Oriente mexica-
oo, puede mostrarse la diferencia que h^y entre arquetipo y un simple
t4t E. Bnwvn, Étudtt d'es . simbolismo debido a un incidente local: el color arquetípico del Orien-
, III, pp L3, t4.
t4z A/>scal.,l, 12; XIV, 14; 22. Cfr. Marc., IX, 2,3,4. te es en México, cor.no en otras paftes, el tosa o el amarillo de laaurora,
t43 Cfr. Éuno¡, Troité, p. n., II, 25 y ss., y cfr. JuNc, Libido, pero por una raz6n geográftca, la situación del golfo al Este de México
p. 97.
r44 Cfr. DmL op, cit., pp. LO2, 209; Cfr. L. Rouss¡¡,ÍJ, op. cit., p. l3L; Le.lardin des
Hespérides. u0 ef¡. DA'ry, op, cit., pp. 40, 177;Josuá, l, L3; cfr.JuNc, Libido, p.99.
t4, Cfr. 'espdt scientifique, pp. L3r, 143; cfr. HUrrN, ltrJuNG, Libido, p. 82; cfr. KRlrnr, op. cit,, p. 83; cfr. el sol y el iguila entre los
L'Alcbinzie, ,
antiguos mexicanos, SousrEr I F op, cit. , p. 2L .
rao f¡¡ s éaangiler, p. 137. rr2 Cfr. M. Daw op. cit,, pl.XI, p.I4j; cfr.JuNc, op, cit., p.33,0; cfr. Arbould o¡
147 Cfr. GnEuurY, Le Coq, pp. 48 y ss.
148 Cfr. DoNTENVTLTE op, cit., p. 90. rti Cfr. suprd, p. 7l.
Op, cit., p. 94; cfr. JwC, Libido, p. 82. El auror se complace en relacionar rt{ Cfr. Gén, II, 8; Solmos, LXVIII ,34; Mat., XXIV, 27.
_ .t4e rtt M. Dnw, op. cit., p. 142.
<Schwanu, el cisne, pijto sola¡, con <.Sonne>.

t40 út
y las montañas lluviosas al Este de la ciudad de México, el Este es deno- psicológica que Freud llama el <supetyo>>, eS decir, mirada inquisidora
minado también uel.país verder; de este modo, como dice Soustelle tt6 de la conciencia moral. Este desli zamiento de la lu4 de I halo luminoso
..la imagen solar y la imagen acuitica vegetal... vienen coincidir, ala mirada, nos parece muy natural; porque es normal que el ojo,6r-
abarcando esa región del golfo que es a la vez el país del sol^ rojo en su gano de la vista, se asocie al objeto de la visión, es decir, alaluz. No
levante y el del agua verde y azul...)>. En cuanto al sol en el Cenit, td- nos parece útil separar, como hace Desoille, la imagen del oio del sim-
ma el nombre del gran dios guerrero de los aztecas, Uitzilopochtli, que bolismo de la mirada. Según este autor164, la mirada sería el símbolo
aniquiló a la diosa de las tinieblas Coyolxauhqui y las esirellas rt7. Ét del iuicio moral, de la censura del <(superyo)), mienffas que el ojo no se-
mismo fue e ngendrado por la dios a tierra y el alma de un guerrero sa- ria mis que un símbolo debilitado, significativo de una vulgar vigilan-
crificado convertida en colibrí'18. De este modo se encuentran unidos cta. Pero nos parece que una mirada se imagina siempre más o menos
en un emocionante isomorfismo el sol, el Este y el cenit, los colores de de oio cerrado. Sea como fuere¡r^|9;gi1
la autora, el páiaro y el héroe guerrero alzado contra las potencias noc- ,la,uascendencia,, eso es Io que-.óónstata
turnas. tanto la mitologia universal como el psicoanálisis. Un filósofo como Al-
Al simbolismo del sol se une finalmente el de /a corona solar, la co- quié capta bien esta esencia de la trascendencia que subtiende la vi-
rona de rayos, atributo de Mitra-Helios que aparece en las mone das ro- sión: <Todo es visión: ¿quién no comprende que la visión sólo es posi-
manas desde el momento en que César adopta el título de cornes solis ble a distanc ia? La esencia misma de la mirada humana introduce en el
inuicti y culmina en la iconografia francesa del uRey Sol,>rt'). Desde lue- conocimiento visual alguna separación...>>161. Y Baudouin , al analizar
go, la imagen de la corona y de la aureola se anastomosará en la conste- lo que él denomina el <(complejo espectacularr>, muestra que este últi-
lación simbólica del círculo y del Manda/ar(rO s11 numerosas tradiciones. mo reúne (ver> con <<saber>> en el seno de una intensa valorización del
Pero en su origen, la corona, como la aureola cristiana o búdica, parece superyo que no deja de recordar la ..contemplación monárquica> caÍa a
ser solar. De igual modo, la tonsura de los clérigos y la corona de las Bachelardt66. El superyo es ante todo el ojo del Padre, y más tarde el
vírgenes (la. primera existiV Va enge los sacerdotes. egipcios del sol), tie - ojo del rey, el ojo de Dios, en virtud del vínculo profundo q.r. estable-
nen una significación solar '(". Bachelard descubre perfectamente el ce el psicoanálisis entre el Padre , la autoridad política y el imperarivo
auténtico sentido dinámico de la aureola que no es sino ula conquista moral. Así es como la imaginación de Víctor Hu go , a pesar de pol ariza-
del espíritu que toma poco a poco concrencra de su claridad...la aureo- ciones maternas y panteístas poderosas, vuelve sin cesar a una concep-
la reali za vna de las formas de I éxito cont ra la resiste n cia, a la subi dar> 162 . ción teológica paternal de Dios ((testigo)>, contemplador y iuez, simbo-
En conclusión, el isomorfismo de la luz y de la elevación se habria con- lizado por el ojo famoso que persigue al criminal Caln. Y a la recípro-
densado en el simbolismo de la aureola, así como en el de la corona, y ca, el engañador, el malvado, el perjuro debe ser ciego o cegado, como
estos últimos, tanto en la simbólica religiosa como en la simbólica polí- lo atestig de Les Cltáti- ,
tica, serían la cifra manifiesta de la trasce nde ncia. ments|íT . al edípico pa- [
ra asociar los ideales^de
\
la trascen amente fisio- \
lógica como los reflejos de gravitación y el sentido de la vefticalidad i
Durante los experimentos de sueño despierto aparecen muy a me- asocian los factores cinésicos y coenestésicos a los favores visuales tnt. I
nudo. imágenes de la aureola. Los personajes imaginados, durante su Una vez en relación con la gravita- i
inraginaria ascensión, tienen un rostro que se transforma, se transfigura ción, los icional, pueden serv ir a la i
en uhalo de luz intensa, y al mismo tiempo la impresión constante - vez para io y el equilibrio normal. i
mente experimentada por el paciente es la de la mirac/a. Mirada que, Sobre este punto, como sobre tantos otros, las motivaciones edípicas
según Desoills r(r'1, eS representativa justamente de esa trascendencia vtenen a constelar con los e ngramas psicofisiológicos.

rt6 Sousrnr-r.E op. cit., pp; 18 y ss. 164 Op , cit., p. 9 t .

rr7 Op. cit.,p.19. 16, ArqutÉ, Pbilosophie du Sunéalisrne, p. 185; cfr. G. Dunauo, Le Décor rnytlti-
rt8 Op, cit., pp . 2j-24. que.
t'q Cfr. JuNc, Libido, pp. 84 ,97 .
166 Btuooult¡, V, Hago, pp. /+7, 179 cfr. del mismo autor: Psycltanafise de I'Art,
160 Cfr . infra, p. 23t
.
primera patte, capítulo V, y Le Triomp/te du /téros, pp. 42 y ss. ,49,, 101, IzL,150 y ss.;
16r Cfr. M. D¡.ny, op, cit,, p. 181;JuNc, op. cit,, p.84. supra, p. 128.
167 Cfr. BnuDourN, V, Hago, p. 180.
162 B^,rcg¡r¡.RD,I'Air et /es songe¡, pp . 67 -68.
L6t Cfr. D¡sotLLE, F,xplor., p. 90. 168 Cfr. supra, pp. llt y ss.

r42 r43
el isomorfismo del oio, de la vi-
queado por Tur el manco, y Horacio Cocles, el cíclope , el mago que
aruna, dios uraniaoo, es denomi-
lanza con su único ojo terribles miradas, es inseparable de Mucio Scé-
vola el de la mano sacrificada. Dumézilr77 pretende que Odín ha acep-
tado perder uno de sus ojos carnales, materiales, para adquirir el verda-
dero saber., la gran magia,la visión de lo invisible . Ha entregado su oio
,i¡t al brujo Mimir, que cada día le permite beber de la fuente de habili-
$3
$i dad. El sacrificio del ojo,que se encuentra también en las leyendas de
¡"t Dhritaráshtra y Yudhishtika o de Savitri y Bhaga, es el medio de refor-
ginos, los bosquimanos, los sa1n ¿

éstá considerado como el oio de


-\.-
i,
zar /a aisiín y de conseguir la visión migica. Comprobamos que la extre-
mada valorización intelectual y moral del lrgano visual entraña su
de Varuna; entre los Persas, es el \ g.hbg1pg1", dado que el órgano carnal se sublima y que una segunda vis-
gos, Helios es el oio de Zeus; e tA,, arquetipica en el sentido platónico de este término, viene a substi-
Al^t72. l<r^ppe tzr s!5srva muy tuir a la visión común. El sacrificio oblativo del oio, que se encuentra
Á.rrr. del "o¡o que ve los crímenes,, al de quien-venga los crímenes; así en los Euange/ios ti*, es una sobrede terminación de la visión en viden-
como se desl ír^b^ de la altura del Altísimo a la función social de I sobe- cia. Volveremos detalladamen¡s rr() sobre este proceso de inversión de
rano, se pasa de laimagen del clarividente a la función de! i,t.t, y qui- valore s por el sacrificio, Que e stá muy cerca de I procedimiento lingüísti-
zi ala del ;^g". EI Prómeteo de Esquilo llama al disco solar uel que lo ce, de eufernización que se denomina lítote . En el seno de este proceso
u. ,odou, y f?"pp. cita numerosos casos en los que el oio solar .es al de sublimación que sacrifica el soporte material de la metáfora para
mismo tiempo el justiciero. E
conservar únicamente el sentido puro, captamos una especi.
mientras que entre los koriak Y {. plato-
nismo anterio r a Platón, y es e n esta pe rspe ctiva idealista donde la pa-
<vigilanteu, o el testigo de los
isomorfismo del sol uraniano Y
labra y.l lenguaje, herederos del vocabulario simbólico de la vista, van
a sustituir en cierta forma ala visión en tanto que videncia, intuitus su-
intelectuales, cuando no morales: I pre mo y suprema efi cacia. La misma inclinación idealista es la que dota
y r"¡t. io¿o de retitud moral. En óptica, e.l rayo_lumi:gto es directo y a la contemplación iluminada y al discurso de un efectivo poder: en
derecho en toda la acepción de estoi términos. La niti dez, la rapidez,
la rectitud de la luz, ranto como de la soberana rectitud moral. La in-
Platón, la visión mítica es e I contrapunto de la dialéctica verbal; de-
mostrar es sinónimo de mostrar r¡r0.
tuición poética encuenffa este isomorfismo cuando, invocando a <,Me- En los cinco primeros versículos del Euangelio platónico de San
diodía el ¡usto,>, escribe con nitidez:
)uan "' , /a pa/abra e stá explícitame nte asoci ada a la luz <,que luce e n las
tinie bl.as,>, pero el isomorfismo de
.la
palabra y de la luz es mucho más
... admirable iusticia
de la luzlade las armas sin piedad...l7t primitivo y universal que el platonismo de San Juan. Los textos upanis-
hádicos asocian constante me nte la luz,, en ocasiones el fuego, con la
palabra, y en las leyendas egipcias, como entre los antiguos judíos, la
palabra preside la cre ación de I universo. Las primeras palabras de
Atoum, como las de Yaveh, son un ,rfiat luxrr'". ]ung muestra que la
etimol ogi? indoeurgpgl de ulo que luce,, es la misma que la del térmi-

rI no que significa uhablar>: esta similitud se e ncont raria en egipcio.


Iung, relacionando el radical saen con el sánscrito saan que significa
zumbar, concluye incluso que el canto del cisne (Scltwan), pájaro solar,
no es más que la manifestación mítica del isomorfismo etimológico de
rcg Cf¡. Rig Veda, VIil ,34-10, y Étl¡o¡, ,Imagel 1t syrnloles, p- l?!
r70 Cfr. Düru¡zr,'Diea'x des GármAins, Pp. 21,, Zg; cfr. At. Ved., IV, 16.
t77
t7L Salmo, C)q)ilX, 7-8. DuuÉzr,I7/o;Europ., p. 160; cfr.J, fvI. e, IV, p. gI.,y M.V., p. t49.
r78
r72 Cfr. Éu.ron,, Traité, pp. 119-120.
Cfr. Mat. ,Y, 29-30.
t7e Cfr. infra, pp. 2g2-293.
r73 Kn.tpp¡, op. cit., p. gg. r80 cfr. hrmc^¡n, Izs lwylltes de platon, pp.
r74 Cfr. op. cit,, p. 90. l8l Juan, I, 1-18.
il, r44,, 16g- t69.
r7t VAI¡nv, Poésies, p. 147
t76 Cfr. sapro, p. 87.
.
182 Gén, I, 3; cfr. en Hist. Gen. Re/ig., l, anículo de D¡snocH¡s-NosLECouRT,
p. 253; cft. Kena Upan., I, I; I, 7.
r44
Át
lV lyz.I d.. la.palabra r83. Es.que la palaDr^, trantrismo para. el cual la meditación puede apoyarse indiferentemente
_como la luz, es hipóstasis en la contemplación de iconos divinos o en la recitación de los Fnantra,
simbólica de la Omnipotencii. En e[ Kaleaala, es el bardá .t.rtto Ú"i-
namoinen glien Plsee las runas y por ello osrenra el poder, del mismo En última instancia, estos montra pueden ser puras fórmulas mágicas
reducidas ala proporción de un talismán, como en la prácticalamaica
To.do que Odín, el Varuna tuerto-d_e_los germanos, óbr. por la magia
de la mismo de Varuna sería del mir-b origen q.r. de las banderas y de los molinillos de rezote2. Ahí incluso se constata
el vo en finés, nlno significa <<canro épico,i .n t.- una dicotomía de intención intelectualista: porque rnantra y dbarani
tón, hablarr>, y en irlándés, ran significa ((secre- tienen un segundo sentido oculto, y sólo revelan su secreto bap cier-
to>>r8r. Las runas son a la _vez signos y flrmulas que el Ó¡¿.r Dios in- tas condiciones. Eliadete3 compara además este doble sentido con el
doeuropeo habrla obtenido tras una iniciación d¿ tipo chamánico, es lenguaje <<secreto> de los chamanes e incluso con el proceso metafísi-
decir, implicaba prácticas ascensionales y sacrificiales 186. Odín es co de toda poesía, tanto de la palabra evangélica como del ..error> se-
-que mántico grato a Verlaine. Cada divinidad pose e un bíga-mantra, un
llamado a veces..el dios del bien decirrr, y el desdoblamiento del rex,
caro a las tesis dumézilianas, deia aparecer una especializaci1n de una soporte verbal que es su ser mismo y que uno puede conseguir recit an-
mitad del poder real en facultad de decir bien, de^llamar correcamen- do el mantra. Como subraya Éliaderra .r¡ mantra es un símbolo en el
te a las cosas. El flamen latino y su homólogo sánscrito el brabman, do- sentido arcaico del término: es al mismo tiempo la realidad simb oliza-
blete del rex, significa <fórmula sagradrr-íaz. Este isomorfismo á. la d^ y el signo simbolizante . Es, en cierta forma, un condensado semán-
omnipotencia celeste y de la utili zaclln del verbo es manifiesro en cul- tico y ontológico. De abl la omnipotencia del nombre , del vocablo,
turas tan alejadas como la cultura hindú y la de los bambara. En la tra- que llega incluso hasta la utili zaciín del retruécano que se encuentta
dición upanishádica, Brahman se manifiesta primero como nombre sa- en numeiosas culturas y especialmente en el antiguo Egiptotet. Por
g!"d_9; esa palabra eterna sería .spb9ta, .r.rs" real del universo. Según otro lado, este símbolo puede ser indiferentemente visual o fonético:
M..9hoisyt88, Sphota, el Logos hindú, vendria de spltout, que signihca ..Entre el mantra.yána y la iconografia hry una correspondencia perfec-
cruiir, estallar, pariente próxiqo del adjetivo spbonta que q.rieré decir tau re6. Aquí volvemos a enconffar el isomorfismo de la visión y de
abierto, florido, puesto en evidencia, y el sentido de sp'ltota serlafinal- la palabra. Se puede partir, bien del soporte iconográfico, bien del
HiJ[
Choisy'
;i?Hfr
o puede
vehículo, audiofónico que constituye el mantra p^r^ asimilar el jrgo
ontológico contenido en el semantismo.
Sin detenernos en el parentesco del rnantra indio y tibetano con el
eselp .Qabda dbiár musulmán, encontramos una valorización homólogl del isonlor-
producción misma al aire vital , prána, fismo enüe lo visual y el sonido hablado o cantado en las cultüras
/ el dominio de prána que ense - africanas de los dogon y de los bambarateT. Entre los bambara, por
ña el yoga es al mismo tiempo dor inio de Qabda. Aquí uoiu.-o, a,
encont tar el isomorfismo de las imágenes aéreás y neu Áártir s y de los ejemplo, las divisas tienen un poder efectivo, cuando son pronunciadas
atributos del poder, tal como lo hantstudiado |ung y Bach.l"ri roo. De por el jefe. Es el aire ual salir de la boca... el que se transforma en un
ahi la técnica tan. importante de la recitación de loí *ontra, palabras buen n.yanza ffuerza], que penetra el cuerpo del dios ((por las pupilas y
dinámicas, fórmulas mági?s que por el dominio del alienro y^del ver- las orejas>. La divisa y su pronunciación transforman el tere lfuerza
bo domeñan el universo. Esta recilación conduce asimism o i fenóme- unida al cuerpoJ en nyanoa, Con malas palabras, los hechiceros pueden
nos de videncia, encontrando de esta forma la inraginación el isomor- provoc'ar la muerte, mientras que las buenas fórmulas, correctamente
fismo aire-palabra-visión rer. Este isomorfismo es aún más notorio en el pronunciadas, curan las enfermedades. Asimismo, como muy bien dice

punto de vista de la arquetipologie; sp/tn se descompondr-n según la Cibala en s, <ima-


gen del arco),; en p/t, uboca, palabro; en pboa, ualienton.
r92 Cfr. Éu¡,or, Yoga, pp.2L8,2t2, y Cbarnanisme, p.99.
ntes, p. 95. tql Éunon, Yoga, i. zr9.
3. t% [¡¡¡on, op. cit, p. z2o.
cfr. GnaNET, Pensée c/tinoise, p. 32 y ss., re, Por ejemplo, cuando la mitología egipcia hace nacer a los hombres de las lágri-
ma dotada de eficacia real. mas de Ra, no hay más que un juego de palabras enffe remytl (ligrima) y rdrnet (hom-
bre). Cfr. en Hist. Gén, Reli., I, p. 2r3.Cfr. ZtuMER, Mytltes et symboles dans l'art de
r88 M. cHorsv, twétapbysiqae du yoga,'{:í: fi;:;or'iroi}irrrana (rpan,,vr, 28. la ciuilisation de l'Inde, p. 196; sobre el calembour Qiua, Qaaa; cfr. Mat, XVI , I3-L9.
189 Op. cit,, I, p . 2zo. t,||)6 [¡¡¡DE, op, cit,, p. 220.
l?9 Cft J^c, Libid2, pp. 9t -96,y B¡.cHrr¡,nD, Air, pp. t 9-20 y t46. r97 Cfr. anículo de S. o¡ GnNny, cles Devises des DogonsD (Tr. et m. Inst. Etltnog.,
r9r M- ComsY op,.cit,r I,_p. 89, áa una etimología müy
curiorá d. spbotapropuesra xLI, rg42).
por Fabre d'Oliver, etimología que, pese a su fen:erlie üng'ti-rstica, es
-ry r.riá d.-sái.l
t46 r47
G. Gieterlenles, <la institución de la divisa tiene por efecto confirm?Í a ter>?
202.
Esta contaminación del intercambio lingüístico por el comercio
los seres en su estado corporal y social,, . La perennidad del símbolo sexual nos parece, oo obstante, secundaria, y derivativa de los ideales
confirmala perennidad de las cosas. Antes de tomar una acepción mo- de poder, ihcluido el poder sexual, que impiica la constelaci6n espec-
ral de fidelidad , la palabr a dada posee la acepción llgrca más general tacular que acabamos de estudiar.
de identidad. Y, al humilde nivel de la emblemitica de los bambara, Como conclusión de este capítulo, podemos escribir que hemos
se constata con total nitidez que el verbo es constitutivo de un cierto constatado una gran homogeneidad en esta constelaci1n espectacular,
set según un orden de rectitud cuyo arquetipo sigue siendo la luz. Es vinculada a su vez al vefticalismo ascensional. El mismo isomorfismo
demaliado afirmar que las palabras pm".t y lo eicrito queda, puesto semántico los símbolos de la luz y los órganos de la luz, es de-
que uno y otras son los prototipos isomorfos de la constancia y de la cir, los atlas^grvpa
sensoriales que la filogénesis ha orientado hacia el conoci-
identidad. En efecto, hry completa reciprocidad entre la palabra y un miento a distancia del mundo. Mas si los preceptos visuales y audiofó-
signo visual. Una especie de prealfabeto aritmético existe entre los ba- nicos son dobletes vicariantes y mágicos del mundo, hemos const atado
mbara, la primera cifra, .,la cífra del dominio y de la palabrarr, que es- que ripidamente son duplicados a su vez por el potencial de abstrac-
tá asimilada al iefe, a la cabeza, a la conciencia, al Gran Dis Faro ree. ción que vehiculan. La palabra pictográfica o fonética es sublimación
Y tan cierto es, que la semiologia a duras penas puede separarse de la abstracta del precepto. Es este proceso de desdoblamiento, lo que ya
ántica de la que procede. habiamos visto actuando a propósito de los símbolos de la soberania tal
Se ve por tanto que la palabra, homólogo del Poder, es isomorfa en como la concibe Du mézil'ot ,, y lo que una vez más acabamos de consta-
numerosas culturas de laluz y de la soberania de arriba. Este isomorfis- rar con ocasión del fenómeno lingüístico en su conjunto y de la magia
mo se traduce materialmente por las__{_o.-¡- del vícariante de los naantra y de las runas: ese proceso es el que h"y que
Ire$,g-l.a. ose¡itrJf,a,,.0 al menos el emblem , Sl__ examinar ahora. Incluso en el dominio de lo imaginario,la claridad va
ffne tismo por otro . La intelec tualización de los símbolos y la lenta
b---p-
Ánn-
acomp añada, por los procedimientos de la distinción 204 . La espada viene
tráhsfffii6n-dé-losemánticoensemiológicosigueportantoelcami- a acompañar al cetro , y los esqaernas diairéticos uienen a consolidar los
no de la filogénesis evolucionista que privilegia en la especie hum an^ esquernas de la aerticalidad. Toda trascendencia v^ acomp añada de
los 4r"atlas-sensoriales:'"visuát'y-audiofónico 200. No obstante, al lado métodos de distinción y de purificación. Esto es lo que ya nos permitía
de este isomorfismo intelec tualizante del verbo, hemos de señalar una entreve r la ascesis catártica de la ascensión alada y la propensión del pá-
anastómosis posible del lenguaie y de la sexualidad. En efecto, a me- jaro a transmutarse en ángel, es lo que va a, confirmar el estudio de los
nudo el. verbo es asimilado al simbolismo del hijo, por mediación del procedimientos de separación, de los udistingo)> clasificadores y jerar-
si¡¡r.polióma-r.,üá[d€l "ftrego; al dios del fuego -ir-o, Gibil asirio o quizantes, en cuyo esquema radican tanto los rituales de purificación
simplemente diosa masculinizada como Atenea. Esto es lo que legitima como los rudimentos de clasificación gramatical y l6gica.
el acercamiento que Lévi-Sttauss'ot p.rede establecer entre el lenguaje y
la reglamentación de la sexualidad conyugal en la práctica universal de
la exog amia. Aunque este antropólogo no tie ne en cuenta más que el III. LOS SÍuNOIOS DIAIRETICOS
aspecto formal y sintáctico de estos dos medios de comunicación social,
nos parece sin embargo una vez más que el fondo y el semantismo de la denc iarexlfig.e
l, trascende )t :edir1m
)roc nien
imi UTI.
pue de n hacer compre nder la sintaxis. En Nueva Caledo nia, .,.1a mala )nqoue, Ilos guííaeest
otenrrci ón d aln
dai inteen ton
nctol
en(
palabra)> es también el adulterio; numetosas tribus clasifican los abusos asuJS contrari
cont :ios. La, ascicel)I rs ir
3S imz
}nagqin
git rda
inadr
del len guaje entre los crímenes relativos a la infracción sexual; ..lengua- tra laas tiniebl
tinie 2s: B ,4cl'l
Ba helaelat
Iar,It nÍ Jiza
nali: lo) per
zad< rer-
je y exogamia presentan dos soluciones a una misma situación funda- de A tlasr>
:las,, 2ot , con npl,lejo
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e! 1uJemi
mental,r: ¿no cabe , pues, discernirse asimismo una motivación semánti- rsan que'
del Sl^arsanL,
. lv:vaiaco ofr
cor lod
lo de eul1nl sen
en-
ca de e ste isomorfismo, dado que la psicopatología ,, la historia de rqui yqu
rmolnárquica lueedCisn mi
.sm ,tl :lmmutunddooDapa-
las religiones, nos muestran numerosos casos donde la palabra está
pura y simplemente asimil ada al poder sexual y el verbo a la .,simien- 202 Cfr. JuNc, Libido, p. 46, sobre el origen sexual de Pneuma, PP.95-96; cfr. Hist,
g,én. relig,,I, p. 2r1.
203 Cfr. supra, pP. 130 y ss.
re8 G. DI¡TERLEN, op. cit,, pp.77-79. 204 Subrayamos aquí que el cartesianismo, como el platonismo, puede Poseer una co-
re9 Cfr. DTcTERLEN, op. cit., p. 2ll. herencia isomórfica.Para, Descartes y para Platón el Régirnen diurno se ha convertido en
200 Cfr. Pn¡DINES, Traité, II, I, pp. 206-207 . la mentalidad piloto de Occidente ; cfr. infra p. 17l.
20r Levl-SrnAUSS, Struct., parenté, Pp 6ll y ss. 2ot Cfr. BacHELARD, Ráa. aolonté, p. 390.

t48 r4g
)
es símbolo del sentimiento de pode
antesco y l^ ambición de las ensoñaciones ascen- o vergo nzosa ausencia por el homb
o de talei imágenes prueba ficilmente un belico- se unen en una especie de tecnolog
representación . La luz tiene tendencia a hacerse tiagudas y las herramientas aratori
censión a pisot eaf a un adversario vencido. Ya se rética del surco o de la herida femi
ajo los s-rmbolos ascensionales o espectaculares, la del Museo de Floren ciazto y l" etimol ogia misma , el arado de los anti-
figura heroica del lucl ador aftanzándose contra las tinieblas o contra el guos griegos es, como el garrote de los australianos, uo instrumento fá-
abismo. Esta dicotomía polémica se manifiesta frecuentement'e en las lico. En las lenguas austroasiáticas , la misma palabra significa falo y
experiencias del sueño déspierto en las que el paciente inquieto decla- azada, y Przyluski2tt ha sugerido que ese vocablo mismo sería el origen
t^i *yo estoy en la luz, p.ro mi corailn está totalmente negro> 206. del sánscrito lángulá, eue signific a, mango, azada o col L, y de linga, que
Asimismo, las grandes divinidades uranianas están siempre amenaza' simbol iza el falo. Eliade llega a, citar incluso, junto a textos asirios, la
das y .por eso permanecen siempre alerta. Nada es más precario que expresión rabelesiana <<miembro que se denomina labrador de la natu-
una clma. Estas divinidades son por tanto polémicas, y Piganiol
207
ralezar>y la lengua ruda como el patozs de nuestros campos viene a con-
quiere ver en esra divina animosidad el orige n histó.r.ico, p?n? la cuenca firmar esta asimilación recíproca de los instrumentos aratorios con la se-
d'el Me diterráneo, del mito de la victoria del caballero alado sobre el xualidad masculina. Más interesante aún es ese ritual australiano que
monsrruo hembra y ctónico, la victoria de Zeus sobre Cronos. El héroe mafca el isomorfismo del falo, la flecha y la reia. Armados con flechas
'.1 ircnie lunar
solar es siempre un guerrero violeqto y sg opgle en esto que blande n a. la manera de falo, los australianos danzan alrededor de
que, como veremos, es un resignado2os. En el héroe solar, son lashaza' una fosa,. s'rmbolo del órgano femenino , y al final hincan los palos en
das las que cuenran más que su sumisión a la orden de un destino . La tieÍraztz. ¿No se deberia a este isomorfismo del arma y de la herramien-
revuelta^de Prometeo es arquetipo mítico de la libertad de espíritu. El ta arutoria y fecundante las interferencias culturales frecuentes entre ,,la
héroe solar desobedece de buen grado, rompe sus iuramentos, oo pue- fuerza combatiente y la fecundidadr> que Dumézilzr3 subr^y^ refirién-
de limitar su audacia, como Hércules o el Sansón semita. Podria decirse dose a Marte-Quirino? A este respecto, Dumézil da el sabio conseio de
xige este descontento primitivo, este movimie nto distinguir bien enüe el modo de la acción marcial, irrefutablemente
e la aud acia del gesto o la temeridad de la haza- guerrera, y los numerosos puntos de aplicación de esta acción. Dicho
stá por tanto siempre arrnada, y ya hemos encon- en otros términos, explicat por el esquema más que por el compromiso
ndente por excelencia que constituye la flecha, concreto del esquema en tal o cual contexto histórico-simbólico. El se-
o que el cetro de justicia apela ala fulguración de dicente Marte agtario no sería primitivame nte más que un meseguero,
vo de la espada o del hacha. siendo las cosechas un punto de aplicación de la modalidad combatien-
Son las armas cortantes lo que vamos a encontrar unidas primera- te. Pero no es menos cierto que, tanto en el caso de Marte como en el
menre a los arqueripos del Réglmen Diurno de la fantasia. En el nota- de Indra, el armamento en sí mismo, por su simbología sexual, puede
20e, a consecuencia de imágenes in-
bilísimo caso analizado por Désoille prestarse a equívocos y hacer asimila r la espada al arado común o com-
ductoras ascensionales y de imágenes inducidas luminosas, aparece en puesto2ra. H"y uo <<complejo de Cincinnato>> inherente a la espada. Pa-
la conciencia del soñador experimental el arquetipo de la uespada de ra nosotros, es el mismo isomorfismo que une la verticalidad con la
oro)> nimbada de una aureola luminosa, sobre la que está grabada la trascendencia y h virilidad que ahora se manifiesta en el simbolismo de
palabra ujusticiau. El paciente se abisma entonces en la contemplación las arm as alzadas y erguidas, peto que esta vez se colorea de un sentido
mística de esa hoia. El psicólogo subraya muy iustament€ que la acep- polémico y agresivo muy marcado por el símbolo mismo.
ción fálica del aÍma, cira al psicoanálisis, sólo es secundaria, mientras El le--q¡"rrse'-encucnfm provlsqo de[.héro-e,"g$-p-9r tanlQ." a la
que la noción de justicia, el ésquema de la separación taiante entre el vez. ^Íma 'de"p'bder-y*de,'pureza. El combate reviste mitológicamen-
Éi.tr. y el --rl, posee la primacía y colorea sentimentalmente toda la fe un carácter espiritual, cuando no intelectual, porque <.las armas stm-
concrencia del ioñador. Sin embargo nos parece que el simbolismo bolizan la fuerza de espiritualizaciín y de sublimación>ztr. ¡l prototipo
diairético, lejos de excluir la alusión sexual, no hace más qge reforzat-
la. Porque la- sexualidad macho no es <.doce veces impurarr, ?l contrario, zto Citado porJtnvc , Libido, p. 145; cfr. dilroltt : campo, abismo, seno.
ztr por Euaon, Traité,.p. 227 .
-Citado
2r2 EtnDs, Traité, p. 227.
206 p¡5gtLLE, Explor,, p. 70. ztj DuuÉzr, Les Dieax des Gerrnains, pp. L27, 131; cfr. Indo-Europ., p.94, 100.
207 Cfr. PrcANtoL, Oigine, p. 119. 2t4 Cfr. DuMÉztL, Indo-EuroP,, p. 89, y Tarpeia, p. 128.
208 Cft. i4fra, p. 28). 21t DrEr op, cit., pp . 2t, 176.
zoe Drsorrr¡ op. cit., p.76.

1t0
Iil
de todos los héroes, todos ellos más o menos solares, parece ser Apolo prototipos cristianos del buen combate son un arcingel y un prlncipe
attavesando con sus flechas a la serpiente Pitón. Minerva también es mítico: San Miguel y San |orge, eo cuyo nombre serán armados los ca-
una diosa armada. Esta espiritualidad del combate es lo que el psicoa- balleros de la Edad Media. El primero, verdadero apolo cristiano, maia
nálisis pone de relieve en una notable constelación hugoliana216 donde al dragln y reina en Gargano junto al Monte Tombe 222; el segundo,
vrenen a confluir, en torno ala actividad intelectual, la espada, el pa- cual Perseo, libera a una ioven a la que un dragín va devorar y lo
dre, el poder y el emperador. Hugo, eue compensa sus deficiencias atraviesa con su lanza. Estos prototipos se ven repetidos ^en numerosos
físicas con este doblete de la espada que constituye la inteligencia, con- sucedáneos regionales, todos ellos requeridos contra el drag1n y movili-
fiesa explícitamente: <<Yo habrla sentido la necesidad de volverme pode - zados contra las tinieblas: es San Armentaire en Draguignan, San Agri-
roso por la espada como mi padre y Napoleón, si no hubiera descubier- cola en Avignon, San Bertrán en Comminges, San Marcial en Burdeos,
to este admirable ersatz de volverme poderoso por el espíritu como San Donato en Sisteron, San Marce lo en París y San Hilario en Potiers.
Chateaubriand.u No hemos de extrañarnos, por tanto, de ver en la mi- El folklorismo muestra que cada obispado, si no cadaparroquia
tología la espada revestir siempre un sentido apolíneo. El aÍm^ de
-tanto
prestigio y vigor psíquico tie nen e I arque tipo-, re ivindica un santo
^
Pe rse o es el disco solar mismo que mata al rey Acriso, libera de sus ata,- paffono sauróctono, e insiste sobre San Hilario de Poitiers, a quien asi-
duras a Andrómeda, decapita la Medusa, y de esta última haza:ñra, mila con Hércules y que se convierte en el especialista francés de la vic-
desdoblándose en cierta forma ^el arlna misma, nace Crisaor, .,el hom- toria contra el drag6n223. El tema del héroe combatiente se encuentra
bre de la espada de oro)>, símbolo de espiritualizaci1n2tT. Teseo, gÍan por último en los cuentos populares bajo la forma eufeminizada del
especialista vencedor de monsttuos , m ta con una espada migiga a Sci- <Príncipe encantadot)> que aleia y deshace los maleficios, suelta, descu-
rón, Procusto y Peripethes. Y si Heracles utili za a. menudo la clava, usa bre y despie nta. Príncipe encantador que se observa también en la le-
e I arco para abatir a los tene brosos piiaros del lago Estínfalo, y liberar yenda nórdica de Sigur y Brunilda, €n un cuento tirtaro, o en la Bella
asi al sol, y es también con flechas como combate con Nesso, mientra durmiente del bosque: todos ellos ilustran este tema <<tan viejo como
que , para vencer ala Hidra, recurril a la espadt y zla llama purifica- los Argonautasr> 224.
dora. En la tradición germinica e indoeuropea, los héroes matadores No sólo el prestigio del dios combatiente ha contaminado la hagio-
de monstruos son innumerables. Su paladín parece ser claramente el grafia católica, sirio que parece haber inspirado a todas las instituciones
Indra védico, y Thorr su primo hermano, vencedor del gigante Hrung- de caballeÍia, todas las ..sociedades de hombresn o de guerreros. Ya
nir. Igual que el Vritrahan védico , mata al <rgigante terresffe)>, monstruo sean el Komo o el Kwore bambara cuyo jefe es un herrero y cuyos em-
tricéfalo que intenta comer el festín de los dioses2r8. Veremos que esta blemas no deben ser vistos por las mujeres, yr sean los berserÁ,ir germi-
triplicidad de Hrungnir y de Tricirah, sobre la que insiste Dumé zil"e y nicos o los luceres latinos, o sean finalmente las órdenes cristianas de
qye se encuentra tanto en el Azhi Dahaka iranio como en el Gerión caballeÍ1a, todos parecen modelarse por Ia acci1n mitollgica del héroe
griego o en el Mech irlandés de corazón formado por tte s serpientes, no combatiente primordial zr. F;¡l uno de los capítulos de su libro sobre Les
es nadamás que el gran símbolo del tiempo lunar que estudiatemos en Dieux des Germains, Duzémil se ha extendido ampliamente sobre
nuesrro segundo libro 220. Estos dioses combatientes qu9 se relacionan las constituciones de estas .,sociedades de hombres> de las que las armas
con nuestro más familiar Marte latino y sus lanzas Martis- son una sublim ación y una segregación vicariante del poder teriomorfo
-ltastae
son también dioses fulgurantes que utilizan indiferentemente atmas de las garras y los colmillos, ya sea entre los <hombres osos)> u <,hombres
humanas o rayos cósmicos. Innumerables dobletes folklóricos de Thorr lobosu de la cultura nórdica, o bien entre los <.hombres panteras)> de
'Nrica
llenan las leyendas germínicas , m?tadores de monstruos, de osos, de central226. Todos los miembros de estas sociedades son, ante to-
dragones, como Barco o Bjarki y su protegido Hóttr que no dejan de re- do, guerreros, poseen amplios derechos sexuales, practican duras nova-
cordar a Marutah y los compañeros belicosos de Indra 22t . L^ cristiandad tadas iniciáticas que constituyen quizá un doblete litúrgico de las haza-
here da por supuesto de este arquetipo del héroe combatiente . Los dos
I
ñas del héroe primordial. En Occidente, los berserkir se humanizan y
I
se transforman en uikingos, que por sí mismos tenderin a una especie
216 Cfr. BnuooutN, Z. Hugo, p. 34.
2r7 Cfr. DlEr, op, cit., p. 185; cfr. Cnrunr op, cit,, artículos <Chrysaor>, <.Petsée>, 222 Cfr. DoNTEvIITF, op. cit,, pp. L37'138.
uMéduse ,. 223 Cfr. DoNTErwrrrF, op. cit., pp. 138-140 y ss.
2r8 Cfr. Dut'tÉzlr, Indo-Europ., p. 69; Gerrnains, pp. 97, 102. 224 Cfr. LEr¡,, Contes, pp. 79-8L. Cfr. B¡,uoourN, Le Triomplte du ltáros, pP. IL7
zt') Cfr. Dut*lÉzlr, Gerrnains, p. 103; sobre los rres Horarios, cfr. Dut',tÉztr,, Indo- y ss., 130 y ss.
Europ., p. 114. zz, Cfr. DTTER¡EN op. cit., pp. I43,, 146,, t69; cfr. DuuÉzf,L, Indo-Europ,, p. L96;
22o Cfr . infra, pp.
4 y ss. IvL Q,,I, p. 91.
27 l.
22r Cfr. DuuÉztL, Germainr, pp.93, t6J; Indo-Europ., pp.62, 69; Tarpeia, p. LI3. 226 DuMÉzf,L, Gernz., pp.79,88, 90.

T'2 153
de caballeria donde la sexualidad, baio la presión catirtica de esra cons-
telación de ar_quetipgl militares, quedari muy reglamenrada. Las gran- de las benamientas Peru!qg12!€&.--yz sea la percusión pausada del cuchi-
des órdenes de caballeria medievales, y en partiiular la, famosa ordert lloo@cT-pércusiónlanzadadelhachaode|amaza2'2.Es
de los Templarios con su ascetismo militar y homosexual a la vez227 , no
más, son los primeros instrumentos de percusión los que sirven para
sólo nos parecen la secuela de las <,sociedades de hombres> primitivos,
modelar las primeras hojas de sílex. Y porque las armas son clasificadas
coftantes, contundentes o punzantes- por el tecnólogo '3t bajo la,
sino que incluso los círculos de estudiantes de la Alem ania bismarckia- -sean rúbrica de la percusión, nosotros no dudamos en situar, bajo
na con su ritual belicoso y las novatadas practicadas en nuestros días en misma
todo grupo masculino cerrado, heredan en nuestra opinión las costum- el mismo esquema psíquico, la división brutal, la separación de un ob-
jeto de su ganga informe o la penetración por horadamiento. ¿Es ac -
bres lgianas de los berserhir. Por último, se puede ilévar aún más lejos
esta filiaci1n del héroe so.lar y afirmar con Gusdorf que <,la misma no- so, una vez más, el esquema psíquico el que inspira las ténicas de la
yel_a policiaca, que constituye uno de los aspectos más singulares del
folklore contemporáneo, prolong4 bajo las apariencias del duelo enrre
el detective y el criminal,la inspiración de laJnovelas de c pa y espada
gue fue más.antiguamente la de las novelas de caballe rla>>zza. ¡jen Qui-
igr: no pasa de moda, llevado como es por la psique ererna, y Sherl,ock
Holmes se convierte de este modo en él sucesor directo de S* Jorge ,
igual que Maigrer recoge la herencia de San Hilario.
Ahora tenemos que examinar el problema de la natu nleza misrna
de las armas del héroe, naturaleza que a primera visra no aparece ex-
presamente como cortante. Die I 22e establece una nitidís ima distinción
simbólica entre las armas cortantes y las armas conrundentes; las prime-
ra son fastas, y sirven para vencer efrctivamente al monstruo; las s.g.rn-
das son impurag y co¡ren el riesgo de hacer fracasar la empresa ü6era-
dora: Jasón-, utllizando los encrñtor de la bruia Medea,, fracasarien su
taÍea de héroe al negarse a decapitar al monsrruo. Según Diel 2r0, los
encantos mágicos, igual que la maz4 serían los s-rmbolos de la ani-
malidad, y la victoria de Teseo sobre e I Minotauro muerro con una ma-
za de cuero <(no es más que una hazaña perversa>>, una traición alami-
sión heroica. Teseo termina por eso miserablemente clavado a la roca
infernal. No obstante, esta zutil distinción no nos convence apenas y relativo a la dialéctica de las armas divinas y al problema mitológico de
la atadura.2st . Dumézil, acumulando un grandísimo número de obser-
los_ parece que es una pura orde nación de la simból ica para las necesi- vaciones documentales , uata de mostrar que las funciones del atador-
dades de una causa moral, distinción inspirada por un postulado evolu-
cionista que quiere que las armas contundenteJ hayan iido anteriores a mago son irreductibles con las del guerrero-cortador de atadutas. Varu-
las armas cortantes. Todo lo más puede observarse un incidente cultu- na el atador es antítesis de Indra, el manejador de espada. Pero nos pa-
ral que iría e n el sentido de esta distinción: en las culturas de la edad rece que Éliade elimina juiciosamente esta dialéctica considerando que
de hierro persiste la creencia en el origen celeste de este meral 2lr. Esta atadura y desatadura se subordinan a la actividad dominante de un so-
creencia sería debida al origen efectivamente meteórico de los primeros berano atador. Porque primitivamente el símbolo de las ataduras €s,
minerales tratados y podrla haber valo úzado más las técnicas de la ma- como y^ hemos indicado, patrimonio de las divinidades fúnebres y
nefastas2r6. Ahora bien, parece que en la persona de Varuna hubo colu-
za de madera o del hacha manual de sílex. Pero recnológicamente ha-
blando, las dos especies de armas se agrupan fácilmente án la cate goria sión psicoló gica entre el miedo al maleficib de las ataduras y la esperan-

227 Cfr. A. Ourvrrn Les Temp/iers


, . Sobre el ritual masónico, cfr . las obras de 2t2 Cfr. L¡nol-GounHAN, Homme et rnatiire, P. 46.
P. Nnuoo¡1.
228 Cfr. GusoonF, op, cit., p. 241. 2r3 Cfr. op, cit., pp.6L-63.
zz') Cfr. DIEI, op. cit,, pp. 17 6-17 8 2t4 Plc^ruoL, op, cit., p. 188.
,

2)o Drct,-op. cit., p. 187. 23, Duun-il, Germains, pp. 2I-27; J. M, 8.,pp. 79-8t; Mitra Voruna, pp. 33,79
ztl Cf¡. Euaor, Forgerons, p. 27. y siguientes; FltnDr, Imagesbl symboler, P. 120 y ss.
236 Cfr. supra, pp. 9l y ss., 100.

rr4
rt,
za en un soberano remedio cont:nla atadura mortal. Parad1¡icamenre,
Varuna se convierte en el aador supremo, es decir,.r rq.r.íq".-ii.n. aparece nítidamente en Roma y enffe los germanoszal. fi5imismo, en la
plenos poderes para leyenda de Tyr el manco, la mano cortada es asociad a dialécticame nte
bien Varuna parece a la, atadura: es por haber atado la crueldad del lobo Fenrir por lo que
anexa, permanece fun Tyt deja en prenda su brazos en las fauces del lobo 244.
no, de justiciero23T. EI El mismo copromiso se observa en la mitologla francesa y cristiana.
a propósito de la etimol ogia d_e la palabra Yoga, que viene Para vencer al monstruo, el héroe cristiano no siempre utiliza los me -
yng,
qle significa'.<atar-junto> ,-añade paiad ójícamrrít.', invirtie"Jode
poi
dios expeditivos de la espada: Santa Marta ,renlaza, L la Tarasca con
t-frasis simbólica la motivación eiimol oiica. <Aunque, eD su cinto, lo mismo que San Sansón de Dole anuda su cinturón al cuello
^n-
efecio, eri-
mológicamente YoE quiere decir de la serpiente mientras que San Véran ata con una cadena de hie ÍÍo a
.! sin emb;6;rC;ü q". .f la <.culebra> de la fuente de Vaucluse,y según Dontenvillez{t, el Apolo
lazo al que esta acclón debe llevar^taÍ,
presupone como condici¿; prJui" r,
sauróctono del Museo del Vaticano udoma,> al reptil y no lo mata. El
TPlu.ra de los lazos qu9 unen el eipíritü al mundo >>238. Esta reflexión mitólogo indica en este ptog..Simiento de la atadura una bifurcación
del historiador de las religiones subüya une- vez más paranosorros,
importancja de los-proc ' , la muy importante él califica de no cristiana- de la actitud heroi-
frasis en los.pasos dé h
,special-.rr,. de la anti- ca respecto al mal-que
fundamental, a saber: una eufemizaci1n del mal. El
qu; la anitfrasis se consti- monstruo aparece como <(enmendable)> y se abre así de nuevo la vía de
Ity.. desde los .primeros Ii a¡^le.ti.a , y la la antlfrasis ala inveisión de los valores imaginarios, cuyo símbolo mis-
lencia que de ello resulta este caso parala noción de yoga- "-biur_
-en
la secreta inclinación del pensamiento'hr*".ro, que es ante
marca, mo ser-ra la serpiente con ctbeza de carnero de los druidas (q.re no deja de
todo ne- evocar para, nosottos la serpiente emplumada amerindiau): <rLa cabeza de
gar lo existencial y lo
l*ñoral. UnificaÍ; upqngi ulió .i y,rgo)>, supone
ante todo una separación, t,tr.purificación del doÁinio'prñfrrro.'p.ro carnero es prote ctora. . . debe aplicarse a dirigir a la serpiente, a dirigirla
también esta ambivalencia de la atadura es el prin.ipi; inteligentemente , es decir, eo un sentido favorable al hombrerr246. Nos
de un desliza- parece que la misma inflexión ha dado la literatura apocalíptica,
miento de los mitos y. de las imágenes de la tirs...riencia
¿. l"-i"-
t p^ra la cual la destrucción definitiva de los demonios se diferencia cui-
transigencia uraniana hacia los miós y los símb
la tgmqoralidad viene. a integrarse, Juuy"gra, dadosamente de su captura. Esta última, hecha con la ayuda de ligadu-
antifrasis, y que estudiar.-or ras o de cadenas, no es por otra parte más que un castigo tempo ral y ,
-ás adel ^nt{zn.
rrero por excelencia, no le hace ascos a utilizar como dice Langton, <<el encadenamiento de Satán por un período que
la varia según los diferentes textos era un tasgo habitual de las concepcio-
a atadores, y Bergai gnezqo admite
nes demonológicas que florecían entre los judíos de aquella épocar>2a7 .
gue Ind¡a ..vuelve conrra el demon artimañas>>, rriunfa de
los Máyin pgr medio dg los Máyá. Se encuenffa la misma distinción en las concepciones del zoroastrismo.
de manifiesio-rr.,-.ro_ Al final de este período de cautiverio, Satán es <.desencadenado,, para
sos casos en los que Indra es atado
pgr ,:i-p*alismf mitico g.re impurs a a unaf"r;f::,üt""::tf:ffi:;::? servir de auxiliar a la justicia divina , para servir de ejemplo general de
asimilar toda suerte de atributos iiui.tor...rrat. El misrño la destrucción definitiva del mal248. Es asimismo en este sentido de
Dumé zil,óo, compromiso por subordinación como Iung ve en las monturas animales
último, admite que la incompatibilidad enüe .l rrrJoi y .r
-"";l;ár, del héroe el sírnbolo de los instintos sometidos: Agni montado en su
{t. .:P ada no es tan absoluta como afnmaba, que hiy'deslizamiento carnero, \üflotan en Sleipnir, Dioniso en el asno, Mitra en el caballo,
del dios mágico y atador
{ -"-"eiador de arrnas órrt.'á..rt.s y co6an-
tes, gye h?y transformación del'Rex en Dax242. Es Freyr en el iabali, Cristo en su iumento, igual que Yaveh en el serafín
asamblea legislativa es al -er,la órñi;", monsüuoso, son símbolos de un compromiso <(con)>. Pero todos estos
.principio g,r.rr*r, presidida por Marte
Thincsus. Es la sociedad, miiitar compromisos, estos esbozos de ant'rfrasis, estos héroes que desdoran el
É qu; r"n¿a la'socie¿a¿ .'iuil, lo-o
217 Cfr. Atbar, Véd., VI, t2L-4; Rig Ved., VIII, g7_2.
24t Cfr. op, cit., p. lrr.
244 Cfr. Indo-Europ,, p. Mit. Vor., p. p.
l! Éryror, Yoga., pp. 18-19.
Cf! infra, p. 109.
24t Cfr.
DuMÉztL,,
DoNT.NVILLE, Mytb. frore .,
162, 166;
pp
179; TarP,,
. l4I-142; cfr. L. Duuo¡¡r, It
126.
Tarasque,
?t.,
240 pp. 92, t63.
Cfr. B¡ncÁrc¡¡¡, I^a Religion uédique d'aprés les bltmnes du
1883, IIl, p. 115. RiS-Véda, par-s, 246 Un hermoso ejemplo de transformación por ant'rfrasis nos es dado en el pasaje de
24r Éu¡'or, symb., la leyenda de Santa Marta en el ritual de la Tarasca; cfr. L. DuruoNT, op, cit,, pp. 244
!" !, P, 131. Sobre la <pyticipación
su adversario, cfr. B,ruooun, ¿" Tribompbe di i¿r;;;-.-224. fromeopática> del héroe y de y ss.; cfr. infra, p. 3rr.
( 247 Cfr. Lnr.rcToN op. cit.,p.22j; cfr. Isa'as, XXIV, 9l; Apoc., XX, I.
242 DuuÉzr , Gerrn., p. 154. 248 Cfr. Apo6., XX, 7 y ss.

r56
r17
2t4 Cfr. iofra, p. 240.
z 12.
z l'espace, p. 62. Son estas posibilidades de torcimien-
ro y t"rlian loJ resortes de lo imaginario en <estructurasD
más r4' P.
2li Aquí la <forma) no ser más gug. un epíteto de la estructura. Cfr. B'rcH¡-
p..ó.
LARD, Réa, repos., poétique d9 l'esp.ace, p. 210.
p. 148; cfi. I^a
2ts R. CtnNóN, Le Régot dá la qLanñté et'le signe des tempr,. P. 138; cfr. infrL,
z{e cfr.
zto [s¡
xxII, 6. p.216;lobr. 1" op iudadn a la r. en Lamartine, Verhaeren, Se-
[""rí"i,Rousseau, uDoulN, I¿ Héros, pp. 484.y :l' P'.Ru'
25r Cfr. <Athéna>. v¡nhademostrado(L'Utop'ieelcaráctersesquizoide'.dela
212 Cfr' . l4g, sobre el papel protecror del círculo mágico. n.po¡liie de pl",o" como d iquier orra . cfr. MucHnru, op, cit., p.
2rt Cfr.
101, este (untverso contraD-

1t8 r19
dora y de la antitesis de los lazos del cual esta última purifica. Creemos
Al lado de los medios belicosos de separación como la espada, la co- que en ese contexto simbólico es donde deben interpretarse los ritos de
t?za o la muralla, existen procedimientos mágicos que se incorporan a excisión y de circuncisión. Entre los bambara264, por ejemplo, toda la
un ritual. Ya habíamos observado que todos los símbolos que gravitan operación tiene por meta hacer pasar al niño del dominio impuro de
en torn o a la ascensión o a la luz, siempre van acompañados de una in- Musso-Koroni al bienechor poder de Faro. Desde luego el rito, eo esta
tención de purificación. La trascendencia, como la claridad, parece exi- cultura fluvioagraria, se sobrecarga de significaciones secundarias, pero
gir siempre un esfuerzo de distinción. Además, todas las prácticas as- insistamos por ahora en tres elementos muy significativos del conjunto
censionales a las que hemos hecho alusión, bie n sea en el chamán o en isomorfo de los arquetipos que estamos estudiando. Es, ante todo, el
el psicoterapeuta, son técnicas de trascendencia alavez que prácticas de sentido purificador de la hoia, separadora del u)anzo, luego el papel
purific aci6n En estos esquemas que tienen la característica de oponer protector del bonete en tanto que cubrecabezas, y, por último,lavica-
valores utópicos, considerados como positivos, a las negatividades de la riedad El cuchillo
existencia, puede decirse, con Bachelird, que todos lolvalores podrian es llam e desenvaj-
ser simbolizados <<por la pure z?rr'le. El hecho de privilegiar (es decir, de narlo simboliza al purificado abandonando su prepucio. Aunque la
evaluar) es ya purificador . La unicidad clara y distinta de los objetos operación esté vinculada a un simbolismo sexual del fuego, no se puri-
privilegiados e.s la prenda de su pvreza,.p-orgrle ..a-las miradas del in- fica menos mediante el lavado del cuchillo y el pene antes del acto ope-
consciente, la impureza es siempre múltiple, abundanterr'60. La pureza ratorio, y esto con un agva en la que se ha templado el hierro de un
confina con la nitidez de una separación taiante. Todo esfuerzo axioló- hacha2(. El hierro del cuchillo está hecho para, <<atacaÍ>>, <<purificar> del
gico es ante todo una catarsis. u)Anzo, y gracias al cuchillo, en cuya hoja está grabadala imagen del pá-
Por lo tanto, €s naturalmente en los ritos de corte, de sep araci6n, jaro Tatugu-Koroni, la sangre cargada de wanzo impuro vuelve a
en los que la espada minimizada en cuchillo juega todavia un papel Musso-Koroni, la tierra. El acercamiento al lugar de la ceremonia está
discreto, donde e ncontraremos las primeras técnicas de purificación. prohibido por contaminante : se cotre e I riesgo de contrae r el wanzo. La
Eso es lo que nos parecen ante todo las prácticas como la depilación, la purificación se remata mediante seis días de retiro, un lavado e n e I río
ablación de los cabellos, las mutilaciones dentales. Estas últimas, por y un triple salto por encima de una hoguera, a fin de estar seguro de
eiemplo, practicadas por los Bagogo, son hechas explícitamente <<para que se ha quitado uno hasta las parce las más pequeñas de impure 2a266.
no tener los dientes como los de los animalesr>261. Sin lugar a dudas, to- Se ve , pues, eo el acto mismo de la circuncisión, converger en un nota-
das estas prácticas de ablación no son forzosamente ablaciones ble simbolismo purificador la hoja, el fuego y el agua. Pero la cabeza
-que de distinguirse de la animalidad.
sacrificiales- significan una voluntad del paciente es asimismo objeto de cuidados particulares: la cabeza que
Este es también el sentido de la tonsura de los sacerdotes y los monjes se excinde está revestida de un turbante blanco .,color de FaÍor>267 , el
cristianos, de los santos yogis, de los monjes budistas o jainitas: esros circunciso lleva el gorro de circuncisión, tejido de lana blanca,que pro-
últimos practican la depilación completa del cuerpo, de pilación que _no tege al circunciso durante su retiro ritual, que se encue ntra situado de
es slno una tonsura llevada a su límite extremo262. La tonsura y sus de- este modo <(en la luz protectora y purificadora de Faro,r2('8, porque la
rivados son signos de re nuncia a la carne , porque <<€S? práctica signi fica cabeza es la parte ucapital, del individuo, y tiene que recibir cuidados
el desafío, el desdén de la fascinación, del impulso procreador de la especiales. Por último, a este complejo simbólico se une el oído, recep-
Maya con su ciclo vital, . Y Zimmer añade estas observaciones significa- táculo del verbo, cuyos adornos son confe ccionados, para <.mole star a
tivas a propósito de un Lohan chino: <,Es el re trato imagin ario de un los portadores de malas palabrasu, y que sobre. el cadáver de los circun-
hombre que ha cortado todos sus lazos mundanos, haciendo caso omi- crsos son cortados en lugar de I pre pucio ..a guisa de circuncisiónrr 2("'. La
so de la esclavitud de la vida sin fin. . . de un hombre que ha blandido ceremonia de la circuncisión es, por tanto, toda ella, una ceremonia de
la espada cortante del conocimiento discriminador y se ha liberado de diairesis catirtica, una ordenación, mediante la espada, del mundo
todas las cadenas que ligan alahumanidad a los impulsos y a las nece-
sidades del mundo vegetal y animal ...11263. La institución del historia- 264 Dl¡r¡nr¡N op. cit,, pp. L79 y ss.; cfr. Grulur¡, Nouael/es recltercbes
sur la notion
dor de las religiones converge con el isomorfismo de la espada pur ifica- de personne c/tez /es Dogonsn (Joam, psycb. nornt. et patbol., octubre-diciembre
de 1947, p. 428).
26, Cfr. DnTERLEN, op. cit,,pp. l8l-183.
2r9 BACHELARD, Eau, 266 Cfr. op. cit., p. 187.
p. 181.
267 Op . cit., p. 18 I .
260 Op. cit., p. 189.
26t Cfr. Lorurtl, op. cit., p.96. 268 Op. cit., p. 6r.
262 Cft. Ztt¡MER, op. cit., p. L59. 26e op, cit., p. 187.
261 op. cit. , p. r)2.
l6l
160
mprometido y confuso; cada sexo se purifica por la circuncisión o la
cisión de los elementos perturbadores del sexo adverso simbolizados
rr el prepucio y el clítoris. Frente a los psicoanalistas clásicos 2'0, vemos
la circuncisión un acto más urgente que el famoso rescate de la cas-
rción o que la novelesca tesis de Tótern y Tabú2it, pára la cual el ri-
al de circuncisión es la reminiscencia debilit ada de la castración de
;machos jóvenes por los viejos. La circuncisión, como lo prueba el es-
dio antropológico, es ya una filosofía ritual de la purificación por la
;tinción de los contrarios sexuiaparentes: tiene por misión separar lo
rsculino de lo femenino , zanjar literalmente los sexos como zanja
tre la pufeza mascul ina y el wan zo feminoide y corrompido. La cir-
ncisión es, por tanto, uo bautismo por arÍancamiento violento de la
ila sangre, de los elementos de corrupción y de confusión.
El segundo arquetipo en el que van a condensarse las intenciones
rificadoras es la limpidez de/ agaa lustra/, BachelardzT2 señala la re-
gnancia espontineapor el agua sucia y el <.valor inconsciente atribuido
Lguapura>. No es en cuanto sustancia ala interpre-
:ión elemental de Bachelard-, sino en -contrariamente
cuanto limpidez antitética,
mo ciertas aguas juegan un papel purificador. Porque el elemen-
agua es en sí mismo ambivalente, ambivalencia que Bachelard reco-
ce de buena fe cuando denuncia el <<maniqueísmo)> de I agu Ese
¡a lustral tiene de entrada un valor moral: no actú,a por lavado ^273.
cuan-
rtivo, sino que se convierte en la sustancia misma de la pure za y al-
nas gotas de agua bastan para purificar un mundo: para Bachel^rd2i4
la aspersión la operación purificadora primitiva, la gran y arquetípica
agen psicoló gica de la que el lavado no es más que el doblete grose-
y exotérico. Se asiste incluso ahi al paso de un sustanc ia a, una fuerza
radianterr, porque el agua no sólo contiene la purez4 sino que <rirra-
r la puÍezarr275. ¿No es la pureza en quintaesencia tayo, relámpago y
ilumbramiento espont áneo? El segund o carácter que duplica senso-
lmente la limpidez del agua lustral y refuerza su pureza es e/ frescor.
:e frescor juega en oposici 6n a la tibie za cotidiana . La quemadura del
)go es también purificadora, porque lo que se exige de la purifica-
n es que, por sus excesos, rompa tanto con la tibieza carnal como
r la penumbra de la confusión mental. En otra parte hemos mostra-
zz6 qu€
ese agua lustral por excelencia que es la nieve purifica tanto i
C,rs¡N¡w1,, ks Dieux dansent Cibola, p. 98. Cfr. la ceremonia del lavado nupcial en-
r la blancura como por el frío. También Bachelard observa que ante tre los Hopi, en DoNT,u,rvrsvil Soleil Hopi, p. 228 y ss.
lo el de juventud udespierta)> el organismo zti . pl agv lustral es zte gf¡. Éu,roE, Traité, p. I72; cfr. Apoc., XXII , !'2; Ezeq,, ryX-Vll; fuc., XII,- 1;
^gLra cfr. SÉsrLLor, Fotfui.,II, pp. ztí y ss. , 46ó; t cfr. E. LoNc-FttcK, ks rites de cbasse cbez
les peaples sibéiens, PP. 131 Y ss.
270 Cfr. M. BoNAnARTE, Psycb. anihr., it. 183. zt9 Lucas, III, 16.
271 Cfr. Fn¡uo, Totem et Taboa, pp. 60, 68,83 y ss. 280 Cfr. L¡nol-GouRHAN, Homrne et mat, P. 66.
272 B¡,cHnnRD, EAu, p. 182. 28t Cfr. Lsnor-GounHAN, op, cit,, p. 68.
273 BlcnerlnD, op. cit,, p. 191. 282 Cfr. B,TcHELARD, Psyclt. da feu; cfr. infra, p.tlíy ss. Cfr. J. P. BavARD, Le Feu,
especialmente cap. VI: <Purification), P. 50; cap. VII, <[¿ Lumiére>, p. 19; cap. X: cFeu
274 B,tcHnrlRD, op. cit., p. 192.
27' Op. cit., p. lgl .
et eaur, p. 111.
276 Qf¡. Dun¡,No, <Psych. de la neige>, en Mercare de France, egosto de 1953. 283 PtcaNtoL, op. cit,, p. 87.
277 S¡¿HEL^RD, Eaa, p. 198. Sobre la práctica del lavado lusual de los cabellos, cfr. 284 Cfr. op. cit,, p. 96.

162 r63
ción, los sacrificios por cremación y las preocupaciones espiritualistas
que desprecian la geog rafía ctónica han susriruido a los saciifi.ios san- tanto a San Buenaventura como a Dante. El fuego sería ese udios vi-
grantes de las re ligiones agrarias. En Rom a seria incluso el héroe solar viente y pensante)>zrl que, efl las religiones arias de Asia, ha llevado el
Hércules qtrien ma285. Existe por nombre de Agni, de Athar, y entre los cristianos el de Cristo. En el ri-
tanto un ufuego l, y el propio br- tual cristiano el fuego juega además un papel importante : fuego pas-
chelard 286 recono lado de alusiones cual, fuego conservado durante todo el año; y las letras mismas del tí-
eróticas, implica tención de purificación y de luz. El tulo de la crvz signific arian lgne Natura Renoaatur Integraze+. No obs-
f"gqo puede s ntrario, se*.ralmente válorizado, y tante, eo el cristianismo, como en otras religiones, el s-rmbolo del fuego
la historia de I las cons tataciones del psicoanalista está cargado de significaciones ambivalentes: vetemos que el elemento
de los elemenr o un simple doblete de^váyú el pu- fuego, interpretado por un régimen completamente distinto de la ima-
rificador como ostrado perfecramenre- íat ,1rlsi- gen, está.'rntimamente vinculado 7los mitos de la resurrección, bien
duo de un ritual de fecundidad agraria. Asimismo, en el culto de Ves- por su origen xílico entre las tribus que utilizan los encendedores de
tz, un ritual de purificación muy acentuado,, cargándose con un viejo fricción, bien por el papel que juega e n la cocción de numerosas
fondo agrario, hace paradójicamente que la diosá se confunda en nu- alquimias2e'. Reteniendo por ahora solamente de las representaciones
merosos puntos con las divinidades de la fecundidad, rales como Ana- del lrego su simbolismo purificador, oo olvidamos sin embargo gye
hita Sarasvati.y _Armati288. El fuego es llama purificadora, pero también una imagen soldada natural o tecnológicarnente a una constelación
centro genital del hogar patriarcal. No hay que ir a buscar, como hace perfectamente delimitada puede emigrar subrepticiamente, gracias a
Bachelard siguiendg t Frazer2se, el sentido purificador del fuego en la una cualidad secundaria; en el caso que nos interesa aquí, vemos el
cocción culinaria, sino que ..siguiendo la dialéctica del fuego-y de la fuego de origen percutiente anexado por su calidad luminosa a un iso-
luz,, es como se forma la verdadera virtud sublimanre del fuégo, y Ba- morfismo uraniano, igual_que el agua no_s pareció depender,- pot lo
chelard 2'{x) cita la admirable expresión novalisiana de esa intuiclón'de la que a su semantismo se refiere, de sus accidentes: limpidez, rurbiedad,
e sencia catártica del fuego : <<La luz es el genio del fenómeno ígneo. > profundidad, etc. , más que de sus caracte res sustanciales. Una vez más
El fupgo, ¿es acaso, eD el mito de Prometéo, algo más que un simple constatamos que no es mediante una física de los elementos como se
sucedáneo simbólico de la luz-espíritu? Un mitélogo p,réd. escribitzor organi za la imagin aci6n, sino más bien mediante una fisiología que se
qYe el fuego les muy apto p^f^ representar el intel..to... porque per- podría llamar verbal,y por los restos adietivales y pasivos de estos ver-
mite a la simbolizaci1n representar, por un lado , la espiritu il¡r^i¡On bos que expresan esquemas y gestos. Contrariamente a lo que afirman
(por la luz); por orro, la sublimación (por el calor)> los gramáticos2e6, el adjetivo aparece en su génesis psicológica como
Ciertas consideraciones antropológicas vienen a confirmar el simbo- epicatateto, es decir, mentalmente prendido,ante la sustancia. ante el
lismo intelectual del fuego: el empleo del fuego señala, eo efecto, ula sustantivo, por la sencilla razón de que el adjetivo es más general que
etapa más- importante de la intelectualizaciónu del cosmos y ,raleia cada el sustantivo, es decir, está emparenhdo con los grandes esquemas ver-
vez más al hombre de la condición animalu. Por esta razlnespiritualis- bales que constituyen la subjetividad de lo irnaginario. El isomorfismo
t?, el fuego es casi siempre <(regalo de Diosu y se ve siempr. dotado de de la pureza ignea ilustra esta clasificación epicatatética de las cualida-
un poder <apotropeico,>2e2.B"io el aspecto ígneo, la divini¿ad se revela des im ag.inarias. t- , r, -'*.n
en sus manifestaciones utanianas a los apóstoles e I día de Pe ntecostés, y Este isomorfismo se refuerza a(tn debido a que , paÍa numerosas po-i
blaciones, el fuego es isomorfo del pájaro. No sólo la paloma de PenteJ
28t Cfr. op. cit., p. 101. costés, sino también el cuervo ignlfero de los antiguos celtas, de los in-
286 I,¡6HELARD, op. cit., p. 200.
dios y australianos actuales, el halcón o el reyezuelo son páiaros esen-
287 BunNouF, Le aose sacré, p. 115. Cfr. el curioso mito Matako referido por MÉ.
TRAIIx (Histoire du rnonde et de l'bomme. Textes indiens de I'Argentine, N. R. F., cialmente pirógenos2e7. Con frecuencia es la coloración de un pico, de
t2lQ y que evidencia perfectamente esta ambivalencia del fuego, a lá vez sexual y puri-
293 BunNouF, op. cit., p. 119; cfr. DucHrsNE-Guru-EMrN, op. cit., pp. 50 y ss.; cfr.
ficador: antes de que los hombres descubrieran el fuego, no podían separarse de lamujer.
durante el parto. En resumen, entre los matako, el fuego fuega el mismo papel que'el UNo¡nHtt, Mysticisrn, p. 421.
cuchillo de circuncisión enrre los dogon y los bambara. - 294 Cfr. BunNouF, op, cit., pp. 130-131;cfr. CrnvEL, Le Gnosticisl7t€, p.Il2.
2e, Cfr . infra, pp . 315 y ss. Por esta razón un esrudio profundo de I fuego es siempre
288 Cfr. DUMÉzrL, TaP,, p. 107.
zeg Cjado por B¡,cu¡raRD, op. cit,, p.205. plural, el adjetivo cualificativo uluminoso>, <calienter>, udulceo, <vegetal)>, <central>, etc.,
zeo op. cit. , p. 209 .
tiene , una vez más, más importancia fantástica que el sustantivo; cfr. A. J. PEnNry, Dic-
29r DI¡r , op. cit., p. 234. tio n naire my t b o - b e rm é ti g u e, articulo ..Feu n.
292 KR^app¡, op, cit,, p.203. 296 Dnuoun¡T-ÍE, op. cit,,II, 84, p. 4gO. Cfr. G. DunnNo, Les Trois niueaux de /a

forrnation du sy rn bo/isrne,
297 Cfr. Kn,ryen, op, cit., pp. 303-304.
r64
t6,
una cresta, de un plumaie el que decide la elección del páiaro de fue- ción angélica es más signo de trascendencia que de compromiso, es lo
go, y por estas razones probablemente el piconegro con chorrera roia y que deja transparentar nítidamente el panteón egipcio. En efecto, si el
el petirroio están mezclados a las leyendas del fuego. Cuando son peces dios Chou represelta el aliento vital, e:e principio.que permite a.los
los que traen el fuego en lugar del páiaro, sólo cumplen ese oficio por hombres vivir y a los muertos renacet, si puede decirse en cuanto dios
usurpación o rapto, como el lucio del Kaleua/a, Por último ademís, pa- primordial: <hago subsistir (a las criaturas) y las mantengo en la vida
ra comprender el cuadro de este isomorfismo del fuego y de los demás por la acción de mi boca, lavida que se encuentra en su nariz, llevo mi
elementos diaréticos y espectaculares con los que constela, el fuego se aliento a su garganta...)), flo es menos cierto que Chou es el gran (6epa-
asimila frecuentemente a la palabra, como en el Upanisbad, donde el radorr> de la tierra y del cielo, la esencia de la luz "r0t. Evidentemente, la
isomorfismo religa notablemente la cima, el fuego y la palabra: <¿Cuál doctrina del prána se resiente de esta ambivalencia del lazo, y Éliade ,
es la divinidad de Cenit? Y Agni, ¿sobre qué reposa? en una obra capital sobre el Yoga3o6, al hacer hincapié en la kurnb/ta-
la Palabratr>2e8. En -¡Agni!-.
la Bib/ia igualmente , el fuego está relacio- ka, en la restricción respiratoria, consideÍa ante todo el Yoga como una
-¡Sobre
nado con la palabra de Dios, y con la palabra del profeta cuyos labios técnica de involución que se acetca más bien a las prácticas vitalistas del
Tao y de un Régimen Nocturno de la imagen cenuada en meditaciones
de la economia vita,l, del reposo y de la larga vida. Pero al lado de esta
significación ((retensiva> y ((enstáticar>307 del práná.yárna, la acepción po-
pular y tánuica da perfectamente a las prácticas respiratorias el sentido
principal de purificación. El pránáyáma destruye los pecados y purifica
Ios nadi. El aire conserva ese poder lustral en las operaciones de limpie-
za (dlthufl de la vejiga. completadas por inyecciones de agua. El méto-
do de respiración total que es el pránáyánza es al mismo tiempo disci-
elemento aéreo la sustancia misma del esquema ascensional 300. Ya he- plina de purific aci6n total: <El aliento retenido recoge_ todos los restos
mos observado cómo en la tradición india el aire está estrechamente general de todo el sistema, se
asociado a la palabra. Volvamos ahora sobre esa famosa teorla del prá- lo tanto' eo el
nA, Váyú (de ua, que significa moverse, respirar) es el Dios primordial mo ril:Htr;rt"i'
por el que se inaugura toda la mitolog'ra. Dum ézil r0r ha mostrado que una creencia universal que sitúa en
Váyü (reemplazado a veces por su homólogo guerrero Indra) era, en las el aire respiratorio la parte privilegiada y purificadade la persona, el al-
listas teológicas sacrificiales de la India, un Dios inicial. Es el uesclarece- ma. Es inútil insistir sobre el anémo.r griego o sobre la psicbá, cuya eti-
dor>, ..€l impulsor>>. Es también e I purificador : a él corresponde , tras la mología es completamente aérea. Tampoco sobre la doctrina hebraica
victoria de su compañero Indra sobre Urta, dimpiar con su aliento una de la nepltesb, símbolo del alma universal, principio misterioso que el
materia infectarr3D2. Entre los iranios existe asimismo un dios del viento Leaítico asimila al aliento; según Fabre d'Olivet, Moisés se servirla de
que puede situarse también en el panteón guerrero: el viento es la este términ o p^r^ designar e I alm4 uniendo explícitamente esta última
principal de las die z encarnaciones de Vereth ragna. El fano latino des- al alienro y a la palabra3oe. Entre los bambara encontramos una repre-
empeñaria en Occidente el mismo papel de iniciador, y su carácter do- sentación semejante: el alma ni reside en el aliento; la respiración es
ble el de Váyú- hace de él un modelo de dicotomía: puerta llamada ni na Alé, literalmente <<alma que sube y desciende,r, términos
-como
abierta o cerrada, especie de divinidad de las .,corrientes de aire,, 103. que describen el movimiento mismo de la vida 3r0. Entre esa tribu afri-
Váyü es asimilable al movimiento del prána, soplo de vida, es el me- cana. se encuentra incluso una doctrina de localización del aliento en el
diador sutil, ((es por e I aire como por un hilo por lo que este mundo y plexo solar, uoio del pecho>, muy ceÍcano ala fisiologia migica.de.los
el otro mundo y todos los seres están unidos)>r04. Pero que nadie se en- gahra de la India, alas unidas a pricticas respiratorias y a la recitación
gañe una vez mis sobre la ambivalencia del lazo: porque esta medita-

298 CHolsy, op. cit., II, pp . 107, 118, y M,r,srERO,


299 lll,2. r77 , 252 , 3r3 , 430.
300 15, 17,27.
301 66; TarP., 67 . p. t25.
)02 o'Ouv¡T, La l-angue /tábraique restituáe, II, pp.
to3 70-7 r, 98-99.
304 citado por DuuÉztL,; Tarp,, p. t0.

r66 r67
de los mantrarrl. Es notable que estas doctrinas de fisiología pneu miti-
nal de los símbolos diairéticos de que la imaginación dispon e para cor-
c3, en las cuales el aliento está relacionado con un plexó, tienen ten-
taÍ,, salvar, separar y distinguir de las tinieblas el luminoso valor. Sólo
dencia a esquematizar verticalmente los gabra: de siete, tres de estos úl-
la tierra no es iamás inmediatamente pura y sólo se vuelve pura tras
timos se sitúan en la cabeza, en particular el séptimo, qr. incluso no
una lenta operación alquímica o metalúrgica que la instaura en la dig-
tjele yanada de corporal. Este isomorfismo del alienro y d. la vertic4li- nidad del metal o de la sal.
dad se encuentra en la doctrina de ni de los bambua; el ni del hom-
bre se locahza en gran parte e n la cabeza, e o los cabellos incluso, y el
de las plantas en los brores rerminales rr2. ry. <RÉCIIT,IEN DIURNO)> Y ESTRUCTURAS ESQIJIZOMORFAS
licas de purificación por la DE LO IIUNCINARIO
aire subsumen obl igatoria-
rttualización viene a dupli- Llegado al término de estos seis capítulos de nuestro primer libro,
lIOS
de ta;:.T,lH:3: ll,'i?".?i1,1?i
todas las esencias , gúnya de los Ve - 5::
|tt y d.:ltantrismo , ltü-ku?S de.l taoísmo. Los medior á.
furific aci6n y
aI, f de la,lgz. En
las cualidades catárticas de los elementos que acabamos de examinar no
son en efecto más^gue soportes de una esp-ecie de quintaesencia de pu- ,.T:::'.*.ffi;
uno al principio es para tener la facultad de separar mejor, de discernir
_reza que se manifiesta e n e llos por uno de sus caracteres: corte d¿ la
mejor, y de tener las manos libres para las manipulaciones diairéticas y
loit, limpidez. del ag:ra, luz del fueg_o, inmaterialidad, ligereza y ca-
siubicuidad del aire. Una ensoñación áiairética de esros maleriales'Íela- analiticas. En el dominio-de la-eimbóliea,-€o{no cn" s-l-;q[gj"+.,Cplitica,
ciona los grandes esquemas ascensionales para desembocar en un espiri- neióp-¿ l?.-dg..Ja -qqmda, sue-
tualismo que abstrae y separa el esp-ritu áe todas las cualificacionei a esa intención. Y se puede
".-
cidentales. Una vez más ionstatamos que la cualidad adjetiva importa ruii-q.:-"Ai H,i"slagqn té htt'
más a la imaginación diurna que el elemento susrancial,,'y que et aa¡e-
tivo mismo se elimina siempre en el gesto homocéntrico; é" .l ,.ro ql.
traduce el verbo y que lo soporta. es la antítesir, y hemos visto que-s
En un divertido artículo consagr do más que como oposici 6n a los rostros del tiempo: el ala y el -Biiarg-
ida en la
vida moderna poj la. publicidad m se oponen a la teriomgffia temporal, esbozan los sueños- -de-Ia .fapidez,
y deter-
gentes>, Roland Barthes rri ha most de Iá übicuidad y de I vuelo contra la fuga roedora*dSl ,tiernpor.Ia--ve$L
bl rn.o-
llo de un complejo de la purificaci elemen_
cali ulina contradice y dgmin? p"lA n-cgte y !_enqpo-
ue se quiera elogiar un líquido
ral én- Es la, antitesis dg-l^, Galda., mientras que ,la
de la fenomenología mordi- luz á.1 agua triste y de -l9s t_egeb¡esos encegueci-
mientos de los lazos s, por tanto, contta,los tostro$,del^
";.0#;i ;:ti"ll;5:':;1, i; tiempo enfrentados a gn..rnr. hipe¡bél¡.
restablece el Régimen ntq la espada y las
gro que huye a todo correr.>> Así, e {qigo,dg lp.s pensamientos trascendentes. Nosotros hemos seguido en su
sapónidos y los detergenres dialog mateiialidád antropológica el juégo de estas antítesis, y por ahora po-
ver bien que .,Omo> o <,Persilu no de la imagen coTg de
ía con mayor precisi6n a qué es-
!éS!?el
blicitarios del arqueripo
te sobre los negros dem aria en general corresponde el iso-
aire lustral, deterge ntes morfismo de los esquemas, de los símbolos y de los arquetipos estudia-
dos en los capítulos anteriores.

lrr Cfr. Éu,ron, yoga, pp. 237 y ss., 243 y ss.


tL2 Dr¡r¡nuN, op,- cit., pp . í9-eo; .ir.' Ér,ao¡, op. cit., pp. 244, 246; cfr. en
H. G. R, L, p. 303. Parece, efl efecto, que este isomorfismo supera con mucho el cam-
ltt Cfr. BnnrHES, Mytltologies, pp. 3g-39.
po de lo imagin ario, y subrepticiamente se extiende a sectores de la
168 r6g
repfesentación que, en o
minados por Ia loca de I esencial de la meditación filosófica de Occidente se sitúa ahl desde la
rresponde un régimen de difusión del poema parmenídeo. Y, ¿cómo no vet que este régimen de
podría tachar de racionalismo espiritualist a. E la representación va L arrastrar en su profundo surco a todo Platín y a
todo el Platonismo ? No está entre las intenciones de este libro estudiar
ll Spiltemología descubre que, áesde Descartes, esre racionalismo ana-
lítico ha servido en los métódos fisicoquímicos, e incluso se ha introdu- directamente las incidencias de la imaginación s
I
cido, como vamos a mostrar con un eiemplo, .n l"; p;;os científicos losófico, pero, ¿cómo no observar de pasada qu i
la biol og'ta. Toda la insp_iración de un sisiema losófico como
de presenr".iór, estnrctura dos de las principales hl Í
el SámÁ- t
/ry, parece estar orientaba, como la etimo ' saber, la de Platón y la de Descaits5 322' Simo
por el esuferzo de <discriminaciónr>, <.de grado todo un libro circunscribir el régimen dud'stico del pensa-
(tru.sa y l\materia prahriti. si se opra por orra miento, el régimen de^las antítesis en Platón, los gnósticos y los mani-
Garbe y oldenberg r", par'- quienes ért. tér queos r23. No l:,oly más que espigar algunos títulos de capítulos en ese
<(censo por enumeraci1n de los elementos bellísimo libro parr- darse'cuenta de cuán modelado está el perfil histó-
constitutivos)), el esquema in-
ductor de la noción ng deil d. ser el de una separació;, el de rico de nuestro pensamiento occide ntal por esas dos corrientes, una
una dis- oriental, otÍe- helénica, una cargindose durante el trayecto del apofte
tinción . Y a esta obsesión de la distinción, .orno algo más tarde
hará el semítico)'A, siendo la oua la prolongación directa del parmineidismo.
dualismo platónico, €s. a la.qyg se une el gran pto6l.Ár .rpirit,rriirr",
saber: <.1o. que subsiste ¿ét hombre deípuér a. h Los títulos de los capítulos de la obra de S. Pétrement pueden servir in-
lo que
^
constitule el verdadero sí mismo, elem.rrio inmortal-.r.it.,
del ,.i t,r-r-
cluso de t-uulos a las difetentes orientaciones de los contenidos de la re-
no'>trr'. Como añade Éliade, comentando el Neti, presentación, porque este contexto en que se enfrentan <necesidadu o
Neti,.,el camino de ((contrario del bien, y divinidad del uotro lugarn, uel alma y el Cuetpo>,
la libertad conduce necesariarnente a una desolid ariziciór, .or
.l .or-li <.los dos reinosrr, esta dialéctica cuyo arquetipo central es el de la <.barre-
.la vida. profanar>1rr. En toda la filosofía indiase encuenrra el /eit nzo-
y
tiu soteriológico. estrechamente unido a los métodos de discriminación ra>> que separa las tinieblas y la luz32t nos resultan también familiares.

lQslcos: el ánuiLsaáí, ciencia de la conrroversia, es hoÁofugi Parece que nuestra buena comptensión de Platón y de la gnosis procede
u-i/yAirs, ciencia del alma. Vedanta,, Sámkhya y Yogase resumen
iil ii*o de que nosoffos somos platónicos y gnósticos antes de Platón y antes de
como los escritos mandeos. La historia y sus documentos filosóficos vienen a
dialécticas decididas p^r^ separar el Espíriíu, el Símismo,
Éliade denomina <.la éxperiencia psi.o-'en;;trrq. Experiencia que
d; l;;". acostarse en el lecho eterno de las estructurás mentalest26. Y, ¿qué de-
no es cir de los temas de la filo'softa cartesiana? Todo el dualismo caftesiaoo,
nada más que el contenido psíqúico de los avarares,
¿. lor .oioó-,,'i- toda la inspiración del método de claridad y de distinción es en nuestta
imaginación occidental <,la cosa mejor compartida del mundorr. El
losófico de la separa- triunfo del racionalismo es prefigurado siempr
ncuenrra en la historia diairética, y como dice profundamente Gusd
a uavés de las prácti- triunfante desemboca en una filosofía del doble
leatismo parme nídeo, del ser, como el mundo inteligible es el doble
medio camino entre el concepro y las imágen.r,'li irTffi;n1t::XlrÍ do real...)>.
tutivo del Régirnen Diurno á. la represenración; estatismo de la rras- Por último, si nos volvemos haci a la epistem ología, veremos que la
tr marcha cient-fica misma se somete a tal o cual régimen de la represen-
cende ncta opuesto al de nir tempo r-^1, distinción
de la idea frniti y
ísmo or nario ¿il ¿ia y de la noche, de la liz- á. U
$ombra, mitos y alegorías relativas la ascensión soiar rr'. Uní| prr,.
P::.lt:' Tl.nique 322 E. SounIAU no se ha engañado cuando escribe (Pensée aiaante, p. 270, nota 1):

^ cPlatónico el gran siglo de la Edad Media, el xII, el de Abelardo y de Notre Dame de Pa-
l. r's; platónica también la filiación que comienza en Ramus, pasa por Descartes y llega
hasta Montesquieu.>
, cit., p. 360. 32t Cfr. S. PErn¡MsNT, Le Dualisme cbez Platon, les gnostiqaes et les manicltéens;
aalisme, pp. I t7 , 210 y ss.
24.
cfr. pp. 138 y ss.
124 Cfr. op, cit,, pp . 208,, 216.
t25 Op. cit., pp. 39, 48, 160, L64, 170, L75.
320 BREHrcn, tz6 g¡r. op. cit,, p.344; cfr. DucH¡sNr GurrnMrN, op. cit,, pp. 104 y ss.
Hist. Pbilo.,
L,l, p. 63; cfr. DucH¡siv¡-Gu¡1rMrN, ormazd et Abri- ,27 Gusoonr, Mytbe et Métapltysique, p. I79 cfr. p.2rB. En un contemporáneo co-
n Aflt' L'aaenture duoliste dans /'Antiquité, pp. g5 y ss.
32t Cfr. Bn¡HrER op. cit., pp .
eyeS.
mo LÉvl-Srn^tuss el viejo Esquema polémico juega plenamente todavía (cfr. I^a Pensée
saaaage).

170
t7r
de la célula, servía morivaciones culturalistas. Ahora
tación y que los conceptos más puros y las noclones más austeras no queda por saber si darnos precisiones sobre la sinto-
pueden liberarse completamente del sentido figurado original. Bache- Á^tt .rt. régi ación humana.
lard ha escrito todo un libro 328 para mostrar cómo a la ciencia le costa- ^i.
ba liberarse de sus mantillas de imágenes y de sueños. Tomemos un
ejemplo preciso al fisósofo de la biología G. Ganguilhem, quien en un
excelente artkulo muestra que las querellas científicas no son a menu-
do más que el resultado de las diferencias de régimen de la imagen r2e.
El antagonismo tradicional entre citologistas más o menos mecanicistas
e histologistas adeptos de lo continuo no se debe , al parecer, más que a
la valorización positiva o negativa dada ala imagen de una membr^n^
celular. La representación de la célula viva, ambigua como la de la ciu-
dad, de la muralla etc:, €s de aquellas en las que la imaeinación pue-
de iugar, bien sobre el aspecto diairético de un sueño de lo disconti-
nuo, bien sobre el aspecto nuclear, centrípeto de lo infinitamente pe-
queño y adentrarse entonces en una ensoñación de la intimidad. No
consideraremos más que el primer régimen de la imagen celular, el ré-
gimen diairético. Nos dice Canguilhem que Hooke, habiendo practica-
do un fino corte en un trozo de corcho, observa su estructuta comparti-
mentada. Y el epistemólogo insiste sobre la usobredeterminación afec-
tivarr3r0 de al imagen y buscabaio ese tabicamiento, que hace derivar
de la contemplación del pastel de mie l, coordenadas sociológicas: valor
de la cooperación constructiva, de la asociación. Pero nosotros creemos
que hry que insistir sobre todo en el valor tabicante en sí mismo, en el
esquematismo diairético que precede todo sueño de lo tabicado.
Porque este valor señala la selección de ^tod a la representación para un
régimen exclusivo , para.una opción definitiva más allá de las dos pul-
siones imagin arias entre las que ha .,osciladou : ya sea la imagen ..de una
sustancia plástica fundamental , ya sea una composición de parte de
átomos...)> l3r, estancos e individualizados. Dicho en otros términos, ve-
mos aquí triunfar un régimen de representaciones biológicas .,celular,t
que se opone a un régimen protoplásmico y citoblastémico. Canguil- ción de actitud tipológica del enfermo ante las formas arquetípica: d.
|¡srnllz muestra incluso que, a través de los avatares ufibrilares)>, h"y la enfermedad. D^esdJluego, si el rechazo de estas formas, si la volun-
también una estructura celular que sigue apareciendo en la representa-
ción de un Buffon, uo <,atomismo biológico,, calcado sobre la mec ánica
newtoniana, pariente próximo del atomismo psicológico de Hume. De t)) Cfr. infra, pp . 36L y ss.
este modo, la image n del compartimento, el esque ma diairético que la
estructura y constituye con ella el Régimen Diurno, es verdaderamente
axiomático de todo un sector de re presentaciones que reúne pe nsa-
mientos tan variados como los del biólogo, del físico mecanicista, del simetría, la dialéctica simétrica de los plenos
psicólogo o del filósofo. Acabamos de ver rápidamente que cierta pe- s están muy cerca de las cinco estrucnrras
rennidad de este régimen, de la filosofía Sámkhya a la epistem ologia de los s'rmbolos del Régimen Diumo. Cfr.

t28 Cfr. BncH¡r.rRD, La Fornzation de /'espit scientifique, 33, Cfr. JaspERS, Strindberg y Van Gogb, p. 2L8,, y MnrowsKA, De Van Gogb et
32e Qf¡. C.tNculrHEM, Connaissance de /a uie, p. 56. Searat aux dessins d'enfonts, P. 22.
330 Op. cit,, p.56. 3t6 Cfr. SÉcHEH,rvi., ¡oo*al d.'ane scbizopltréne, Pp. 4, L7, 22 y Mnvrotursru, I¿
331 Op, cit., p. 17. Scltizophrénie, p. 203.
)32 Op, cit,, pp.67,69.
173
172
tad de combatir <el pals del esclarecimientorlsT, si los gritos y las gesti- función de lo real>, <autiómo>343. Bleule¡!44 define
co)), <pérdida de la
culaciones concebidas como gestos de defensa están ya en el camino de el autismo como el despego de la realidad, no revistiendo el pensa-
miento y sus intimaciones más que una significación subjetiva. Por
ejemplo, una enferma sitúa.los.puntos cardinales según sus preferen-
el nofte se localiza ante ella. Asimismo, uo enfermo
cias personales:

mo de las constelaciones de imágenes del Régimen Diamo, de poner


en evidencia estructuras esquizomorfas de la representación. Más tarde
veremos que la personalidad puede convertirse de un régimen al otro, duce este audsmo en un s-rndrome descrito por MonnieÍ347: en particu-
y en este caso hay curación, como ha mostrado Séchehaye 318. Pero las lar, uno queda sorprendido por el pequeño número de respuestas tri-
viales, por el cruzamiento inverso de buenas o malas respuestas origina-
les, por la ausencia o la escasez de grandes detalles notmales, por la
auseñcia o la escasez de respuestas forma-color. Según Bohm Me,la pér-
dida de la función del <.-yo-aquí-ahora> se manifestaría por referencias
personales' y^por.asociaciones. espontáneas. De este modo, la estructuta
esquizomorfa primera no sería otra cosa que este poder de autonomía y
de abstracción del medio ambiente, que comienza desde la humilde
autocinesis animal, pero que se refuerza en el bípedo humano por el
hecho de la posición vertical liberadora de manos y de herramientas
que prolongan estas últimas.
La segunda esttuctuta que enconttamos unida precisamente a esta
facultad de absuaer que es la señd del hombre que reflexio na al mar-
gen del mundo, eS la, famosa .ip altang. Esta última no es, como obser-
va Minkowskisae, Zerspaltung, es decir, disgregación. Es la prolonga-
ción representativa y lógica de la actitud general autística. En la Spal-
tung, nosoüos haremos menos hincapié en la actitud catacterológica de
<6epararse> que en el comportamiento representativo de <separar>. El
Rorschach pone en evidencia perfectamente la Spaltung, Así, la plan-
cha III, donde parece completamente natutal ver a camareros, gerites
La primera estructura esquizomorfa que seca a la luz el crccimiento 143 lv[¡¡¡Kos\íKy, Scbizopltrénie, pp. 67, 69; cfr. asimismo, <L'autisme et les attitu-
patológico es una acentuación de ese .retrocesoDtl2 en ¡eleción al dato des schizophréniques>, en.loam, Psycol,, 1927, I, p . 237.
que constituye la actitud reflexiva normal. Este reüoceso se conviertc 344 Citado por MrnKo\ísKr op. cit,, p. 110; cfr. L.,rcnoz¡,, op. cit., p. L2L y ss.
345 Cfr. SÉcHEHAyE, op. cit,, pp . ,4,89.
entonces en <pérdida del contacto con la realidadr, <déficit pragmáti-
3a6 y,*KoNísKr op, cit., p. 42; cfr. E. Soun.bu oP. cit., p, 2r7, que opone muy jur-
ciosamente la frontalidad de una obra estilizada, como el Grifo del Campo Santode Pisa
o los Kheroubim del Louvre a los resúmenes de las formas movientes y barrocas del <Galo
t37 SÉcH¡u¡,yn, op, cit,, pp. 20, 17, 66, 80. matándoseo de la Colección Ludovisi.
3r8 6¡t. infra, p. 245. i¡- Mo.,'NIER, <Test psychologique de Rorschachu, en Encépbale, vol. 29, 1934; cfr.
33e MlNrcorur¡srt, Scbizopbrénie, p. 2o3. Borrr"r, op, cit,, II,p.436. E. Sounvu (op. cit., p.2t8) da cuenta perfectamente de que
túo Op. cit., p. 203; cfr. SÉcHrHayE, op. cit., p.28, p^ra quien el enfermo tiene una la estilización puede volverse exagerada y caer en el autismo; cf¡. en MtmAUX (Voix da
rePresentación ofijado del universo; véase asimismo JauEs,, Pragrnatisrne, p. 27. Silence, pp. L29 y ss.) la noción de uregresión> de un esttlo en signos puramente for-
34t Cfr. RocuES DE Frrnsa< y E. Mlrvrco\rsKr, <Contribution i l'étude de la pensée et males.
de l'attitude autiste>, en Encépbale, L923, y Scbizoplr,, p. 80. t48 Cfr . op . cit. , ll, p . 439
.

t42 Cfr. Arquft, Pbilo. du Sunéalislrz€, p. 182. )ae Qf¡. MNKowsKr, op. cit., pp. 212-213.

174 17,
normales, etc., es interpretada de una forma dividida: el sujero no ve
individuales; ceda objeto, aislado por la Spaltung, es percibido como
más la cabeza, el cuello, los brazos rto. A las descripciones esquizo- un todo recortado, mayor que al natural. El enfetmo tendría, si es que
^gue
morfas vuelven sin cesar términos tales como .,coftado, compartidb, se- puede decirse, una visión natural de los seres y de las cosas comparable
pgado, dividido en dos, fragmentado, mellado, despedazádo, roído, a la visión del artista bizantino aislando sobre el fondo dorado de los
disuelto...)> 3tr que ponen en evidencia incluso la obseslón de ..complejo
esmaltes las figuras gigantes de la Virgen o del Pantocrátor. Ahí se ve
de espadarr. La enferma estudiada por Séchehaye utiliza numerosas ex- cómo el isomorfismo de la üascendencia, de la gigantizaciót y de la se-
presiones características de la Spa/tung35z. Los objetos, los sonidos y los
paraciín se encuentta en el plano de la psicologia patológica. La segun-
seres se <(recortan)>, son <ceparadosrr. De ahí el aspecto artificial que re-
da consecuencia que enuaña la geomevizaci1n mórbida, y que nos
visten los objetos naturales privados de su finalidld mun dana: ..Los ár- revela el sentido profundo de las estructuras esquizomorfas, es la desapa-
boles y los se tos eran de cartón, puestos aquí y allá como accesorios de rición de la noción del tiempo y de las expresiones lingüísticas que sig-
teatro.)) Los personajes no son más que ((estatuzs>), no son más que nifican el tiempo en beneficio de un presente espacializado. Un enfer-
<,marionetas)>, <maniquíes movidos por una mecánicarr, ..robots>>, <ma-
mo declarat'e: <Durante mi enfermedad me ha ocurrido suprimir la
Quet?s>>. No sólo la visión esquizomorfa del universo arrasúa a la enso- impresión del tiempo. El tiempo no cuenta pLrL mí.>> De Lhi, pues, el
ñación del animal-máquina, sino incluso a la ensoñación del cosmos empleo a diestro y siniesffo de los tiempos grama;ticales del verbo, la
mecanizado. Es un furor de análisis lo que se apodera de la representa-
utilización de un lenguaje telegráftco o <jerga de negros> en el que to-
ción de la esquizofrénica: los rosttos están ucortados como si fueran ca:,r- dos los verbos están en infinitivo; por último, cieftas preposiciones de
tón>> )'3,, cada parte del tostro es percibida como separada, independien-
significación cronológica como ..cuando, en el momento en que>, son
te de las de más. El enfermo repite incansablemenle: <.rodo esrá separa- reemplazados por términos de matiz topogriftco como <.dónde>. De
do... dividido, todo es eléctrico, mineralr>)'4. Por último,la Spalnng ahi, asimismo, la preferencia, observada por Minkowski, por las refe-
misma se materializa a los ojos de la imaginación y se convierie en el rencias al mundo de los sólidos, a lo inmutable, a lo racionaly la re-
<(muro de bronce)), efl el ..muro de hierroul)1 qu€ separa al enfermo de
petición de términos tales como <<eje>, udeau, o L comparaciones ^osteo-
.,todo y de todos' y a sus representaciones unas-de otias. lógicas en la visión de los esquizofrénico5 360. La visión osteoló gica no
La terceta estructura esquizomorfa, que deriva de esta preocupación eS, por offa parte, más que una aplicación a un caso particular, el vi-
obsesional de la distinción, es lo que el psiquiatra denomina e[ ((geo- viente humano o animal, de la visión topológica, del geometrismo
metrismo mórbido,, l:6. El g:ometrismo se expresa por unap^rirnaciá de mórbido. El enfetmo de Minkowski 36t analiza peftinentemente esta re-
la sime_Via, del plano, de la lación: <Lo que me inquieta mucho, es que tengo tendencia a no ver
ción como en el Comportami en las cosas más que el esqueleto. Me ocurte que veo a gentes así. Es
se obsesiona con el juego de
como la geog rafía donde los ríos son líneas y puntos. . . yo esquem atizo
de simetría e n su vestimenta, e o su forma de andar por medio de la todo... veo a las personas como puntos, c-trculos...)>
calzada. Para el enfermo, el espacio euclidiano se convierte en un valor
Por último, a esta sed de representaciones geométricas y especial-
supremo que, poÍ ejemplo, le hace negar todo valor ala moneda, por- mente de simetría, h^y que añadir la cuarta estructuta esquizomorfa,
que ésta ocupa demasiado poco espacio, mientras que la estación de que no es nada más que ntítesis. Hemos visto que
Lyott, (en ampliación>, tiene una importancia primorliTlttt. El valor tódo el Régirnen Diumo poi sü fundamento diai-
4td9 al espacio y al emplazamiento geométrico explica, por el contra- rético y polémico, se apoyaba en el juego de figuras y de imágenes an-
rio, la frecu:tle Wlly4Sprtde los objetos en la visión e-rquizomorfa. titéticas. Puede decirse incluso que todo el sentido del Régimen Diur-
Sécheh^yrt" daEná-explicación de esta geomeuizaciln y-de esta gi- no de lo imaginario está pensado <contra> las tinieblas, está pensado
gantización: el enfermo no sitúa ya los objetos de sus relaciones intér- conffa el semantismo de las tinieblas, de la animalidad y de la caida, es
decir, contra Cronos, el tiempo mortal. Ahora bien, el esquizofrénico
lto Cfr. MrNKo\üüsKr, op. cit., p. 2I9. adopta por su cuenta, exagerándola, esta actitud conflictiva entre él
3tt op. cit., p. 206. mismo y el mundo. Natutalmente predispuestos por la lógica, <.impul-
3t2 Cfr. SÉcHEHÁyE, op. cit., pp. 14,2r,24, 51, 77, etc.
3t3 Op. cit., p.22.
sa en cada circunstanciala anritesis yo-y-el-mundo hasta sus l-rmites ex-
t54 Op. cit., pp . 19,,77
.

3tt Op. cit., pp.2t, r0. 359 MlNxow sKr op , cit. p.


)16 MlNrowsKr, op. cit,, p. 89, cfr. BoHM op. cit.,II,p. 438. , , 94. cfr. la visión <radiográfica, del arte de ciertos primiti-
vos;-99^s, L'Art pintif.
3t7 MlNrco'¡r¡sKt, op. cit., p. 90. 360 Cfr. op, cit., pp'.
3rB SÉcH¡HaYE, op, cit., p. 97 94, 241 ,, 246.
. 16t Op. cit., p. z4-.

176 177
tremos)>, y debido a ello, <vive... en una atmósfera de conflicto la que el enfermo se pregunta si el grado más alto de bellezano consis-
cons-
tante con e act tiria en tener el cuerpo en forma de esfera. Esta ensoñación se complica
sobre todo, las entonces con una visión cubista del mundo: <Yo busco la inmovili-
.c
:.1
por pareias ida dad... tiendo al reposo y a Ia inmovilizaci1n. Por eso amo los objetos
¿.i¡ mina la uac inmutables, las cajas y los cerrojos, las cosas que están siempre ahí y no
$ exacerbado, eo la que el individu
4i
cambian jamas.> Esta visión cézanniana del universo se profundiza en
.,.'.t
ideas y se convierte én <.doctrinario meditación de la sustancia del ser: <La piedra es inmóvil , la tierra por
,É:.,
nes y todos los actos son <considera el contrario se mueve, o me inspira ninguna confianza...)) Por último,
-'{::.,
títesis racional del sí o del no, del la meditación petrificante atrae naturalmente la imagen de la monta-
judicial. . . > na. yinkowsk i365 uaza
ña, la dialéctica de la cima y del abismo, y descubre nuevamente técni-
(:, cas purificadoras muy cercanas a las prácticas sabáticas y que permiten
"t_
separar los dos términos antitéticos: <El pasado es el precipicio, el furu-
''
,i_,
tt'
ro es la montaña. Así es como se me ha ocurrido la idea de dejar un
t\

ti
dia-tampón entte el pasado y el futuro. Dutante ese día tÍato de no ha-
:;v.-*. cer nada de nada. Me he quedado así una vez veinticuaffo horas sin
I
orinar
I
Hemos tenido que citar esta larga pigína a fin de sub rayar su para-
\i-1 po, de sus dójica coherencia. Parece que el enfermo, más que nadie, s€ abandona
n, lastrado por completo al dinamismo de las imágenes. Entonces todas sus repre-
\
\-) ético, ilus- sentaciones están sometidas a un régimen único. No obstante, volve-
mos a repetir que este régimen no se confunde con la modificación ca-
structuras esqu izonorfas exasp rcta_ racterial aportada por la enfermedad, porque este régimen no tiene en
dejar al proqio enfermo que resu- sí mismo nada de patológico, sostenido como está por los grandes ges-
en
-general
de sus representación. tos naturales que gravitan en torno a los reflejos posturales dominantes
referido por Minko*J¡¡ rez, vamos y de sus condicionamientos normales. Las estructuras esquizomorfas no
toq, por tallo, l-a esguizofrenia; siguen siendo y subsisten en represen-
taciones calificadas de normales. Por eso veremos que no se confunden
ni con la tipología de un carácter psíquico particular ni con una presión
y de la mon cultural cualquiera. Por ahora, ttas haber mostrado que el Régimen
enfermo-, Diumo, €l régimen de la antítesis, estaba nítidamente caracte rizado
r la simetría por estructuras esquizomorfas que se podían estudiar desmesurada-
no muestfa mente agrandadas por la lupa de la enfermedad, nos queda por mos-
es por lo que yo fabrico la realidad. > .
tralÍ cómo la imaginación puede invertir los valores atribuidos a los tér-
triunfante , el enfermo precisó: ((..: mi estado de esp'uitu consiste
en no minos de la antítesis. Cómo el esp'lritu puede curarse de la exclusiva es-
prestar fe más que a laieoria. No creo en la e*isteri.ia Je-una
cosa más quizofo Íma que es la esquizofren l^xa, cómo puede pasar de un régi-
men al otro y convertir su visión filosóftca, del mundo, es lo que vamos
L estudiar ahora en la constitución de los temas principales del Régi-
nzen nocturwo de lo imaginario . Para concluir esta primera parte, debe-
mos decir que hemos verificado nuestro postulado de paftida, según el
cual el sentido propio, y que se ctee conceptual
a schizophrénie> , en Euot. psyc/tiatr., p. 2g. do figurado. Mediante actirudes de la imaginac
turas más generales de la representación, y es I
it., p. 24. sus coordenadas espectaculares y ascensionales,
tructuras esquizomorfas: a saber, la desconfian

t68 SÉcsru,rvE, op. cit,, pp.22,4r, t2.


178 17g
luntad de distinción y de
simetda I, por últimó, el
.
el Régirnen Diumo de la LIBRO SEGUNDO
presentativo gue va de la prim era y
a en los reflejos posturales-, hasta É EL NNCIMEN NOCTURNO DE LA IMAGEN
a s-rntesis y hasta el <huir de aquí>,

369 P. RlcctJR, op, cit., p.261, cap. IV, <Le Mythe de l'áme exilié et le salut par la
connaissanceD.

180
It
I
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t,

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t:

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L

li'
t:

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I
!

:'

El estudio precedente nos ha hecho ver de cerc a la fundamental di-


l,
ferencia que presenta la exclusiva prosecución de la ffascendencia y la
polémica dualista que de ella se deriva. <Se cansa uno de ser platónicou
Alain-t; o, si uno no se cansa, se aliena. Es que la represen-
-escribe
tación que se confina exclusivamente en el Régirnen Diutrro de las imi-
genes desemboca, bien en una vacuidad absoluta, una total catarcfilia
de tipo nirvánico, es decir, en una tensión polémicay una constante vi-
gilancia de sí mismo que fatiga la atención . La representación no pue-
de permanecer constantemente en su lugar descanso y vigilante, so pe-
na de alienación. El propio Platón sabe de sobra que se debe bajar de
nuevo a la caverna, tomar en consideración el acto mismo de nuesüa
'tiempo. mortal y hacer, hasta donde
condición sea posible, uo buen uso del
Asimismo, el psicotetapeuta 2 recomienda, €o la púctica ascen-
sional del sueño despierto, no <soltar, al soñador en la cumbre de su
ascensión, sino hacede descender progresivamente a su nivel de parti-
da, llevarle suávemente a su altura mental habitual. Por último , la
esquizofrénica3 tratada por Séchehaye está en vías de curación cuando
siente horror por el mundo exclusivo del esclarecimiento y se aferra a
un ritual y a un simbolismo noctutno.
ün-t
deve
n. tali
por último , a la inqluctSbfe dependencia del
r ;,3.ffHffif::T"f;::'d"o¿i.fflTÉ?::,:fl;.j
I AralN ldéey, p. 104. Y añade: <Eso es lo que significa Aristóteles.o
z Drsoltts, Fxplor,, pp. 27, 69.
3 SEcH¡HAyE, Journal d'une scltizopbrdne, pp. 66,74, g4.

183

't/
del tiempo ya no se seguirá buscando al nivel sobrehumano de la tras- de la mujer exor cizada Y sublimi
cendencia y de la pureza de las esencias, sino al de la tranquilizante y lieve un movimiento idéntico en
cálida intimidad de la substancia o en las constantes rítmicas que mo gnóstico>, esPecialmente enüe I
acompasan fenó eroico de la antÍtesis zanil catarismo dualístico de la gn
- va a sucederle e
'ñiénte . La noche, no sola- concebidos como acoplados en la sic
sucede al as tinieblas nefastas.
Ya habíamos señaladoa, cuando estudiábamos los tenebrosos rostros

lo tras símbolo,
-----' añadiendo, com
menst ciónindicativa
por sí eden invertirse
las act
Veamos más de cerca este proces rsión de los va-
interrogarnos sobre la duplicidad de la.pulsión primitiva, sino para ter- lores. Como escribe M. Bonapartee más constantes
minar y encer¡ar en sí mismo el estudio de la valorización negativa de de Eros es arrastrar a su lado t.r hermano Thánatos> . Ya hemos estu-
"
diado .órd p;;; la representación imagin ^fr , este arrastre se llevaba a
las imágenes noctuÍnas. La ambivalencia Eros-Cronos-Tánatos, de la
pulsión y del destino mortal, ma¡ca el l'rmite mismo a partir del cual cabo al sesgo ¿. la imp uÍezl femenina constituida por la sangre mens-
los grandes temas de la simbólica que acabamos de estudiar sólo pue- trual. Pero también es verdad lo rec'
den invenir su valor. Si Eros tiñe de deseo el destino mismo, hay algún lista, aunque
medio de exorcizar de otro modo que por la antltesis polémica e impla- me ntal. Esto
cable el Íostro amenazador del tiempo. Junto al proceso metaflsico que , De Kali, que
mediante los s'rmbolos antitéticos, la huida o la espada, combate los romana
seo; -esc eI
monstruos hiperbólicos engendrados por la angustia temporal, junto a
una actitud diairética y a una ascesis ffascendente, la duplicidad que quia ..'
permite la eufemización de la muerte misma abrc a lo imaginario y a end ra
las conductas que motiva un camino completamente distinto. Esta in- la arquetipolo gia: la venustidad ac
versión de los valores simbólicos, gracias a la ambigüedad del Eros, es a la mtrerie y a la ca'tda del destin
lo que Denis de Rougemont6 ha descubierto en la evolución histórica constelación femenina, después se
de la qrevoluciín> cátata en el siglo xu. Al ascetismo dual'rstico exaceÍ- pre, pot tanto, 4mbivalentg, Y ambr
bado en el que el entusiasmo, el Eros divino, llega al amor del amor, a io porque es ,,r.'ué.ior'fri9o!égigo-coq polos de_rechazo -y d. atracción,
un deso vaclo de objeto que, por odio a la carne se encuentra frente a sinb ,r-bien por una duplicid;d fundimental de estos dos mismos Po-
frente con la muerte , viene a incorporarse poco a poco una doctrina del los. Esta ambigüedad es lo que Ya
amor que eufemizará el contexto carnal e invertirá progresivamente los je del Banquete en que Eros es de
valores ascéticos promulgados por los perfectos, Del <huir de aquír pla- brrr^. Peró hty a(tn otta ambigü
tónico al Eros platónico y finalmenrc a,la cortesía y al culto a la Dama,
el trayecto psíquico es continuo 7. La ortodoxia catílica misma no podrá
permanecet al margen de esta <evolución pslquico inaugurada por la
herejla, y terminará por instaurar el culto de la Vigen-Madre , eldulto des la subray aba Platón Por boca
iento del objeto amado; tal acti-
41

4 Cfr. supra, p. 109. F*


s S. hTREMENT , oP. cit., PP. 160, 2-r, 207 '

t Cfr. M. BoNnpARTE , Eros, Cbronos et Tbanatos, p. G7.


e op. cit., p. 120.
6 D¡Nrs oERoucEMoNT, op, cit., pp. 98 y ss. r0 Bn¡,qr y Iinuv , Dict, étym. langae latine. Cfr. Gnlu,rr , oP. cit., aÍt'tculo <Libiti-
7 ¿Serí quizi este mismo trayecto el que, en la creación literaria ranro como en la ox>, explica su relación con Venus <por el juego de la falsa etimologia libidino
-libitina,,
historia de la literatura, define el nmomento novelesco>? Cfr. nuesffo trabajo sobre I¿ Pe ro para la psicol ogie no hay etimologías falsas.

Décor mytiqae de la Cbartreuse de Parme;conclusión: cle moment romanesqueD.


tf PrnróN, Banquete, 20, b-

r84 18t
tud es la
-qYe -me-tódicamente ha estudiado el Psicoanálisis
12, mientras
gy^e Freud dedicaba a,la segunda dos estudios célebres 13 a cuyo término ra de la pulsión más que su agresividad masculina y su combatividad,
diferen ciaba una libido -puramente edónica de un <.instinto que sazon^ de purificaciones ascéticas y bautismales. Otras veces, por el
de conffario, la libido se adaptari a las dulzuras del tiempo, üasüocando
muerte>' separación n9 radical puesto que en el sadismo es Ia libido
la desde dentro el régimen afectivo de las imágenes de la muerte, de la
q.u.e se apodetat'n de los instinios de m.rerte y los proyectariasobre
el carne y de la noche : entonces es cuando el aspecto femenino y materno
o.bjeto- del deseo, dando así un ti rte macab ro' al pü|.í
mismo. El ins-
tinto de muerte residiría en el deseo que cadar.r uiuo-ii..r. de volv er de la libido se valo rizari, cuando los esquemas imaginarios se inclinen
a
lo inor gánico, a lo indiferenciado. . hacia la regresiQn y cuando bajo este régimen la libido se transfigure en
Contrariamente a Freud, nos un s-rmbolo maternole. Otras, por último, el deseo de eternidad para
de los dos principios libidinales; querer superar la totalidad de la ambigüedad libidinosa y organi za¡ el
la unidad ambigua de la libido devenir ambivalente de la ener gia vital en una lirurgia dramirica que
cos, masoqulstas o mortícolas. Ent totaliza el amor, el devenir y la muefte. Entonces es cuando la imagi-
un impulso fundamental donde se nación organiz^ y mide el tiempo, lo enriquece con los mitos y las le-
ceso temporalal como esa (volunt yendas históricas, y por la periodicidad, llega a consolarse de la huida
Schopenhauer rt; necesid ad tan pror del tiempo'0.
tada y combatida. Si examin"ttbs.ggnJ,rng.t6 la etimol ogiade la Advertimos que por estas dos últimas modalidades en el tér-
pala-
,ilita. y racio naliza el señtido etimoló- mino medio de Eros prestan cierta sontisa a los rostros -que
de Cronos- se
enmentaÍ un violento define un nuevo régimen de la imagen.q..,e agrupa d9r grandes fami-
deseor, . La lias de s-rmbolos; que, una y offa, participan de modo directo en las
esear en general, y de sufrir Ia incli-
imágenes temporales que ellas mismas conforman. El Régimen Noctur-
deseo fundamental al Eros pla-
Príapo y a Kama en ranro que no de la imagen esari constantemente bajo el signo de la conversión y
üedad de esra libido lo q.re le del eufemismo. El primer grupo de s-rmbolos que vamos a estudiar está
las valo rizaciones de la .onducta compuesto por una pura y simple inversión del valor afectivo atr_ibuido
tos. La libido aparece de este modo a loJ rostroJ del tiempo. El proceso de eufe mización esb ozado ya al ni-
ciega y veger ativa que somete el vel de una representación del destino y de la muerte, sin embargo sin
ilusiones, se irá acentuand o para acabar en una verdad en ptáctica de
,
mortal atmacén de energíadel que la antífraszr por inversión radical del sentido afectivo de las imáge nes.
':i:#':i:::::'13?:1ff'"'á":
contra el cual, por el-conirario, se irria. Los dos ntin*)o^
de la ima-
El segundo grupo estará centrado en la búsqueda y el descubrimiento i
g9n son,- p-or tanto, los.4ol aspectos de los símbolós de la libido. de un factor de constancia en el seno mismo de la fluidez temporal y se i
En alli de la trascendencia yv f{
Dor sintetizar las aspiraciones más allá
esforzari .por
esfo.rzará
efecto, el deseo de etenidad unas veces
rbjeti las intuiciones inmanentes del deve rir. En ambos grupos h"y valoriza- ji
sruDos hav
oide, ción del Régimen Noctumo de las i
zaciín es fundamental e invierte
genes: entonces, en el seno de la
busca su luz V !^ caida, se eufe miza
za en copa, nqienfas en el otro
-que
entonces bajo la autoridad de un monarca divino y parernal, cesaria propedéutica del día, prome
y no tole-
vamos a emp ezaÍ nuestro estudio p
Diumo de las representaciones, teservando p"na una segunda parte eli
cl'une bistoire de l'éuolation de análisis de los mitos y de los s-rmbolos constitutivos de una dialéctica
la libido, Intern.
del retorno.
écongmique du masocbis-

06.

-r3t.
re Cfr. op, cit,, pp,404,,406; cfr. BauoourN, Z¿ Tnonzplte du ltéros, pp.228-22g.
20 Cfr. P. Aucrn, <Deux temps, trois mouvements , en Diogéne, julio de Ig57, p. 3.

r86
r87
PRIMERA PARTE

EL DESCENSO Y LA COPA

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El esp'ritu de las profundidades es imperecedero; se le lla-
ma la hembra misteriosa... ,a*.*.i
/r. t'

Tao-Te-King, VI \_i
.:' il' a.

t,
qE*";
La ceniza de las rosas terresffes es la tierra natal de las rosas
celestes... y nuesffa estrella de la tarde, la estrella matutina
, I¡!"

p^r^ las antípodas. . . , _..r1:,

*ovALIS' scbriffien' lll' p' ls9

I. Los siunoros DE LA I'{'ERSIóN,


En los capítulgs- qye vienen a continuación, volveremos a encontrat !
todos los rostros del tiempo, peto como exorcizados de los terrores que i
vehiculaban, transmutados por haber abandonado el régimen de la an- i
títesis. No obstante, el lenguaje no debe engañat: con mucha frecuen- i
cia continuará utilizando el vocabulario de ñs técnicas de purificación, i
pero haciéndole abarctr un contexto imaginario completamente distin- i
to. Por ejemplo, el término <puro> ocukaba para la imaeinación meta- i
f-sica de la ffascendencia s'rmbolos de la ruptura, de la separacióni por I

el contrario , la imagin aci6n ontologista de la inmanencia leerá. en este ',

epíteto los sustantivos simbólicos de la ingenuidad, de la inmemoriali- i


dad, de la inmediatez originaria. La purez4 según Bergson o Rous- :
seau, oo tiene el mismo contenido semántico que en Platón o en Des- i
cartes. Además,la eufemizaciín de los iconos temporales se hace siem- )
pre con prudencia, por etapas, de modo que las imágenes conserven, a
pasar de una fuerte intención de ant'rfrasis, un resto de su origen terro-

I B¡,uooulN utiliza el término de nreversión>; cfr. Le Triornplte du Héros, pp. L24-

189
t
\
\
(
I
r'fico o, por el contrario, se anastomosen curiosamente con las antítess de retorno como aclimatación o consentimiento a
la condición tempo-
las Por la que la
I
una de ruzones
i
f
I
l
imaginadas por la ascesis diairérica. Por ejemplo, la meta que se propo- ralj. Se trntade uborÍLÍel miedorr6. Es
I
I
nen las constelaciones que nosotros vamos a estudiar, oo va a ser ya la
ascensión de la cumbre, sino la penetración de un centro, y a las técni-
cas ascensionales van a suceder las técnicas de excavación; pero ese ca-
mino hacia el centro será a la yez, o alternadvamente, según los casos, la
vla más fácil, la más accesible , que conserva como un acento del entu-
siasmo ascensional, pero también el sendero difícil, lleno de meandros
y laberintos , el dúro/tana que dejan presentir las imágenes angustiosas símbolos de la intimidad. Incluso,
del precipicio, de la garganta y del abismo. Del mismo modo las Gran- descenso, como veremos a ProPósit
des Diosas que, eo estas constelaciones, reemplazarin al Gran Sobera- sobredeterminación de las Protecci se

no macho y único de la inraginación religiosa en la trascendencia, serán n


ala vez benéficas, ptotectoras del hoglrz, dispensadoras de la materni- d
dad; pero llegado el caso conservan una secuela de la feminidad temi- ib
{
1

ble y son al mismo tiempo diosas terribles, belicosas y sanguinarias. a ascensión es una llamad a a la ex-
I

Además, otras veces , al adentrarse por una exploración de las prufndi-


I
dades, la ensoñación de Rágirnen Nocturno conservari de la técnica po-
I
J
lémica la preocupación por Ia coraza, la precaución de la defensa y del
I

I alarde. do el
El proceso de eufemizaciín que habíamos visto en getmen en la be nd
- ambivalencia de la femineidad nefasta, y en esbozo en el dominio y la mi tfe
apropiación de los lazos por los Grandes Dioses uranianos 3, y7 a intensi- da an
ficarse, pues, hasta la ant-rfrasis, pero sin excluir del todo las supervi- descenso de la fulguración de la
vencias del otro régimen de la reptesentación y utilizando la mayor tud, La duración es reintegrada,
parte del tiempo. el proce dimientg de compromiso. No obstante, p€se da gracias a una esPecie de as
a estos compromisos y a estos matices, hemos de subrayaÍ ante todo el redénción del devenir se hace,
notable isomorfismo de los símbolos que vamos a estudiu. Isomorfis- rior, pol la duración concre ta.
mo que Dumézila pone de relieve, pot ejemplo, en los Vedas y en los ma su tiemPor> hasta lindar alg
textos mazdeos y que relacio na la idea de riqu ezaq la noción de plura- A esta lentitud visceral se une '
lidad con las figuras femeninas de la fecundidad, de la profundidad to
acuática o telúrica. Como los Agvins unidos a Púshan, dios de la vida, de
..donador de riquezzs)), <(masa divinar, que se aglutinan en la figura fe- la
menina de Sarasvati, diosa de las aguas madres, donadora de vida y de durmiente no retiene del element
posteridad, portadora del alimento, de la leche, de la semilla y de la calor. En su obra consa grada al fu
miel, asilo a toda prueba, inviolable refugio.

Como escribe Bachelard, todo movimiento explorador de los secre-


tos del devenir comi enza, por una gestión <.involuntariarr, y Desoille, €o
su segunda obra, estudia los sueños de descenro que son tanto sueños
j Cfr. B¡,cHna xo, Réa. repos, p. 5, y DrsoILLE, Le réae éaeillé en psycothérapie,
P 110.
2 Cfr. DuuÉztt,, J. IvL Q., I, p. L44; Tarpeia, pp. ,9, 6l; cfr. Sousr¡rm, op. cit,, 6 B¡.cHSLARD, Réa. uolonté, P. 398.
pp. 31 y ss., sobre la ambigüedad de la diosa Tlazoltéotl. 7 Cfr. D¡sonre, op. cit., pp. 151 ,21L,336'
1 Cfr. supra, pp.116 y ss. 8 Cfr. B¡,cHnraRD, Eoa et réae, P. 146.
a DurrlÉnt,, Tarpeia, p. t6. e B¡,cHrrul iü, i. 84. Cf;.'Rrpor, p. 12. Cfr. J.-P. Bav,rno,, Le Feu, especial-

r90 191
que en esta imaggn de la <cálida intimidad> se conjugan, eo efecto, la
penetración dónico de la caída feliz, libidinosamente sexual y digestiva a la vez. Por
llgd.a y el acariciador reposo del vientre digestivo y del offa parte, puede observarse de pasada que lo digestivo es con frecuen-
vientre sexual . La imaginación del descenso confirma la iniuición ?reu-
d¡1na que hace del tubo digestivo el eje de la libido antes de su fiia- cia eufemización elevada a la segunda potencia: el acto sexual es sim-
ción sexual. Pue de decirse incluso que los arquetipos del descenso van bolizado a su yez por el beso bucal. Atengámonos a la sola imagina-
a seguir bastante fielmente el trayecto genétic-o de-la libido tal como lo ción del descenso visceral, al ucomplejo deJonás,> tan difundido y que
describe el análisis freudiaoo, y será siempre lícito a un psicoanalista se manifiesta tanto en la leyenda del Caballo de Troya como en el com-
ver e_n la aparición de esta imagineria digesliva, bucal o aial, uo s-rnto- portamiento de todos los gigantes comilones de la mitolo gla céltica, eo
ma {.. regresión al estado narcisistar0. ¡t <(complejo de Novalisu, que el ensueño de un Hugo que aloja a su Gavroche en la estatua del Ele-
asimila el descenso del minero a la tierra a una copulación, se uná al fante, igual que en las fabulaciones espontáneas de niños de escuela
<complejo ¿e Jglásr>. Tanto el uno como el otro tiehen por s-rmbolo el primariart.
vientre, Y? sea digestivo o sexual, y por su mediación se iniciatodauna El descenso nos invita a un^ ttansmutación directa de los valores de
fenomenología eufe mizante de las cavidades tt. El vientre es la primera imaginación, y Harding16 cita a los gnósticos para quienes usubir o ba-
jar equivale a lo mismo>>, asociando a esta concepción de la inversi1nla
la higiene como por la die-
r Freud enrre lo sexual y lo doctrina mística de Blake par^ la cual el descenso es también un cami-
no hacia lo absoluto. Pandójicamente, S€ desciende para remontar el
re n ro,q:;;l
j?;ifi'.:,::JT:: tiempo y volver a encontrar la calma prenatal. Detengámonos, pues,
-e este vientre polivalenre p,;éd.
la bo.:l o^ P9r la vaginat2. Desde luego sobre este ptoceso tan importante de inversión y preguntémonos por
engullir fácilmente valores negativc , como ya hembs observadb tr, y qué mecanismo psicológico se constituye el eufemismo que tiende hasta
llegar a .simb olizar el abismo de la aída, e I microcosmos del pe.ráo. la ant-rfrasis misma, puesto que el abismo ttansmutado en cavidad se
Peroquien dice microcosmos, dice ya minimización . La eriqueta epité- conviette en una meta y la caida convettida en descenso se transforma
tica de udulcerr, de utibiorr, nos hace ese pecado tan agradabl-e, .o.riitu- en placer. Podría definirse tal inversión eufemizante como un proceso
ye uq término-medio-tan precioso para laeufeminización de la calda,
de doble negaciín, Proceso cuyos pródomos habíamos encontrado a
Que
esta última se frena, se retarda al descender y, finalmente, convierte ios
propósito de la dialéctica de la ligadu ra y del personaje del autor atado.
valores negativos de angust i^ y de terror en delectación de la intimidad Proceso que revelan numetosas leyendas y fibulas populares en las que
lentamente penetr ada. se ve al robador robado, al engañador engañado, etc.,y que señalan los
Podría decirse que la toma en consideración del cuerpo es el sínto- centones de repetición como, por ejemplo: <rBl cazador cazado...)), <.A
pillo, pillo y medio)>, etc. El procedimiento reside esencialmente en que
Como ha advertido muy mediante lo negativo se restablece lo positivo; por una negación o un
H:i"X:,T;;:t;lÍ: acto negativo se destruye el efecto de una primer a negatividad. Puede
decirse que la fuente del retroceso dialéctico está en este proceso de la
carnal son alejados es cuando el
doble negación vivida en el plano de las imágenes antes de ser codifica-
ra y declara: <.Entonces comencé a
tomar en consideración y a amar mi cuerpo. r> Es notable además que en do por el formalismo gramatical. Este procedimiento constituye una
transmutación de valores: yo ato al atador, yo mato ala muerte, Io uti-
sea a la vez sexual, ginecológica
lizo las armas propias del adversario. Y por eso mismo, simpatizo con el
de las manzanas y de los alimen- todo, o con una parte del compoftamiento del adversario. Este procedi-
as de involución en el cuerpo ma-
miento es por tanto indicativo de toda una mentalidad, es decir, de to-
terno. En las páginas que siguen no considetaremos en esra ócasión
más que la imagen del vientre valorada positivamenre, el símbolo he-
do un arsenal de procesos lógicos y de símbolos que se opone radical-
mente a la actitud diairética, al farise-rsmo y al fatalismo intelecnral y
moral del intransigente Régimen Diuruo de la imagen. Puede decirse
mente capítulo XI, p. I24, qle feu des alchimistes>, y cap. XIV, p. 168, oChaleurs magi- que la doble negación es el criterio de una total inversión de actitud
ques>.
10 Cfr. R¡lK, .DI. eigene und der frernde Gott, en Intern. psychoanal. representatrva.
Vedag,
número 2, p. 234,, Viena, 1923.
rr Cfr. B,TcHELARD, Repos, pp. 129 y ss.; Feu, p. gj. It Cfr. André Bnv, Histoires s enfants;cfr. BacHn.rno , Repos, pági-
12 BacH¡r^ano, Repo.r, p. nas 132, 178; cfr. B^ruoouN, Z¿
t4i; cfr. V¡nnl¡n EuunN, Maison des jeunes..., pp .239 y ss. éroi, pp. lg, 24, 49.
r1 H¡noruc, o!, cit,, p.
Cfr . sapro, p. I 10. 16 r6t uj,,Fxploi, p.74: uEi pioceso psicoanalítico
L4 SÉcu¡H,rvn,
Journ, Scbizoph., pp. 70, 84. corresPol4.. . un descenso>; cfr. M. C¡nnoucE, .¿{.- Bretón et les donnáes fondamentales
du sunéa/isrne, pp. 24 y ss.
rg2
rg3
Un notable ejemplo de esta inversión por sobredeterminación de lo nebres del gigante. Es un s-rmbolo de inversión semántica lo que repre-
negativo nos es dada en el esrudio que M. BonaparterT consagra al senta la ..conversión> del gigante c inoc éfalo. A través de esre lttimó lo
San Cristóbal c,inocéfalo del museo bizantino de Atenas. En este icono, que se pide es la <buena muefte>, porque ante todo, eo la Edad Media
que data de finales del siglo xvII, San Cristóbal está representado con San Cristóbal es invocado contra la..mala muerte>, es decir, la muerte
una cabeza de perro, conforme a ciertas lecciones de la tradición orien- súbita que priva ala víctima del viático de los sacramentos. Existe, por
tal. Como señala 18 la psicoanalisa, convergen dos mitos en la figura tanto, por la intercesión del cristóforo, una ubuena muefte) que no es
del cristóforo: el mito del barquero y el del gigante pagano con cabeza más que paso, ffansición ffanquilizadora. San Cristóbal, como el Jonás
de perro. Ahora bien, se invoca a San Cristóbal cont ra la muerre súbita bíblico, signifrce que la muefte, eue el proceso mismo de la muene
y los. accidentes fatales. El atributo cinocéfalo no sería más que una su- puede ser invertido en cuanto a su valor y a su significado. Podrían sa-
pervivencia y una transposición del atributo principal del Anubis egip- carse de la gesta cristiana y de la hagiog rafle legend aria numerosos
cio; de ahí la alusión, eo la leyenda, a un origen y a uq nombre paga- ejemplos de semejante conversión: sólo recordaremos la anécdota fa-
no de Cristóbal: Reprobatusre, <el réprobor. Numerosos rasgos vie- mosa del ucamino de Damasco> que ransforma al perseguidor Saúl en
nen a confirmar esta filiación: la leyenda pinta il Reprobatu.r bajo los protector de los perseguidos. Toda conversión es siempre , ante rodo,
rasgos de un gigante cruel, devorador de hombres, con dientes de pe- una transfiguración. Y todo el isomorfismo de los s-rmbolos que esra-
rro... Asimismo su papel de barqueto es un papel ctónico-funerario: el mos estudiando en estos capítulos está centrado en esa reduplicación
dios Anubis, como su doble griego Caronte, pasa a los muemos de una eufémica, está constituido esencial ente por la doble negación. Pare-
orilla a otr^ del río infernal. M. Bonaparte 20 cuenta muy bien cómo ese ce que antes de entablu dialécticas sintéticas, la represeniación imagi-
ogro cinocéfalo se uconvirtiór>, y Lsto en .tr contexto legendario y religio- na procesos de ant'rfrasis, y el procedimiento de doble negación aparCce
so explícito. Es Cristo <llevado)> por la muerte, que transfofma e invier- al nivel de la imagen como primera tentativa de domesticación de los
te el sentido de la muefte misma. Cristo acompafia a los mortales en el avatarres temporales y mortales al servicio de la vocación exffatempord
viaje, se obliga al mismo pasaje peligroso, y la imagen del cinocéfalo de la representación. Puede decirse que la antifrasis constituye qna ver-
domado, convertido en cristóforo, invierte su sentido, se vr,relve protec- dadera conversión que transfigura el sentido y la vocación de las co-
tora, talismán contra la violencia de la muefte. Esta inversión queda sas y de los seres, a la vez que conserva el ineluctable destino de las
subrayada simbólicamente por el bastón que lleva el gigante y que en cosas y de los seres.
la leyenda florece milagrosamente tras la conversión del réprobó. Por Por último, sería interesante confrontar este proceso de doble nega-
tanto, eo el mito de San Cristóbal, y especialmente ' en esra curiosa y ción eufemizante con el procedimiento freudiano de la VemeinilfiS,t
explícita figuración del mito del museo de Atenas, es la muerre misma término gue J. Hypp.olite traduce- pol udenegació-n>22. Procedimiento
la que se invoca conua la muefte en una notable doble negación reli- que consiste en que la negación del lenguaje traduce una afirmación
giosa. Como quiere M. Bonaparte 2r no sólo se ffata de una invocación del sentido íntimo: <<Presentar lo que se es mediante el modo de no
eufémica al barquero de los mueftos, del utodavie no> que implora el sedo.> Como observa Hyppolite 23, esta función de denegación esrá
barquero fúnebre, sino, aún mejor de una victoria total dt la ant-rfrasis: muy cetca del Affiebung que funda la dialéctica hegeliana,: <La dene-
la muerte de Cristo resucitado ha vencido, ha sometido los poderes fú- gación es una Aof/ttbung del rechazo, pero no es sin embargo una
acePtación de lo rcchazado.> Añadiremos que la doble negación mani-
fiesta un progreso en la aceptación de lo rechrzado . La denegación no
es más que un tímido esbozo de la negación doble. La denegación es el

objeto ritual,
términomedio psicológico entre la total negación del régimén antitéti-
es sin-
rer e se deduce ranro de co y la doble negación del régimen de la ant'rfrasis. Hyppolite 2a observa
le o¡'¡T' Z¿ Tarasque' con mucha raz6n que la <negación de la negación> era el perfecciona-
pp. 223-22t
20 Op. cit., p. l3g. miento uintelectualn, representativo, de la denegación. No obstante,
2t Op, cit., p. l3g. Un fenómeno s
nos guardaremos bien de dar un''juicio de valor o de antecedencia enrre
A. MÉrn.rux (<Contribution au folklore la Affiebung y la doble negación, observando simplemente de pasada
L934, p. 70) enüe los indios aimara, que a
convencional de Santi ?go . Asimismo, .htr.
con el /oa Ogou-hierro
.22 J. HyppoLITE, <commentaire parlé sur le ',verneinung,, de FreudD, eo I^o psltc/ta-
na 320; cfr. B,rsflo¡, oI nalyse, l9t3-rt, I, p. 29.
XX, t9t6, pp. $-60; 2t Op, cit.,p.3l.
del profera Elías, G. F. 24 Op. cit.,-p. ll.

r94 rg,
que la denegación cara al psicoanalista constituye un esb ozo incomple- ción de la negación es generadora de un proceso indefinido de redupli-
to de la antlfrasis . La antítesis no contenta ya con una censuta que no
se caciín indefinida de imágenes. La reduplicación de la doble negación
deja filtrar más que la expresión y rechazala afección: exige un acuerdo parece extrapolada por la representación y ampliada a todo el conteni-
total entre el significante y el significado. do imaginario. Así es como se llega a los fantasmas tan frecuentes del
uagador ffagado. Esto consiste primero en una simple inversión de pa-
peles, eo la que esta vez es el hombre el que se trag a al animal, como
lo revela la legend aria fauna estomacal donde pululan sapos , lagartos,
inspira toda im peces, serpientes y tanas, fauna que Bachelard rr enumera en Colin de
e Jonis>. El Jon Plancy tanto como en Cardan o Raspail. En un grado más, €s el uaga-

il?::::ff"'iT:
sivo sucáing, como Cristo resucitado transfo rmrba al irrevocable y cruel
:
dor quien es explícitamente tragado. André Bay 12 detecta la formación
espontinea de este mito en el niño: el león uaga al pastor, cae en el
mar, es atrapado en una red,por último una ballena se sorbe el barco
barquero en benéfico protector de un viaje de placer. Bachelard2t, si- y su cergamento. En uno de los capítulos más logrados de su librors,
guiendo el psicoanálisis freudiaoo, distingue con justo motivo el esta- Bachelard se complac€ en buscar este ((complejo de super-Jonásr>, del
dio original de la deglución del estadio secund ario de la masticación: <jonás al cubo>, tanto en las Mámories de A. Dumas como en Barba-
esteúltimo corresponde a una actitud agresiva de la segunda infancia: rin, Louis Pergot o V. Hugo. La iconogra(ta de este tema es asimismo
<rLaBallena de Jonás y el Ogro de Pulgarcito podrían se¡yir de imáge- muy rica: nos limitaremos a evocar la, ilustración que Breughel y el Bos-
nes a esos dos estadios. . . la víctima engullida por la primer imagen es co hicierorr del proverbio flamenco: <El pez grande se come al chico. r>
apenasterror.ficagJandoselacomp^r^conlasegunda...>>26. Veremos en pocas líneas que este tema de la deglución al cubo es fun-
tanto coeficientes ariológicos distintos en las imágenes cuyo contenido damental en el Kaleaala y que su arquetipo es el pez. Por ahora tene-
estático puede pasar superficialmente por semejante . La deglución no mos que insistir todavia en el sentido profundo de esta facultad indefi-
deteriora, incluso, con mucha frecuencia, valoriza o sacraliza: <El tra,ga,- nida de redoblamiento de imágenes.
do no sufre un daño verdadero, oo es necesariamente el juguete de un Dontenville 34, después de haber resaltado en el nombre de Gargan-
suceso miserable. Conserva un valor>27. La deglución conserva al héroe túa la repetición onoptopéyica de gar, nos muestta que el gigante ua.-
tragado, como el <pasaje> del cristóforo salvaguarda a los pasajeros. gador es ffagado a su vez. Asimilado al sol, se hunde en el horizonte
Puede descubrirse esta transmutación de los valores de la deglución en Éi.r, detrás áe hs montañas, bien en el mar, eo el lugar de Occide";¿
dos temas folklóricos, uno negativo y terror'rfico, el otro amable, el del donde los antiguos situaban las Islas Afortunadas. Tiene su tumba, sus
Ogro y el de Gar gantúa28. El ogro de los Cuentos de Marná Oca, como tumbas, ellas lo absorben, lo uaguq lo ingurgitan. El castillo de Ava-
el gigante de las Grandes Crónicas, tienen rasgos comunes, de igual lon, consagrado al dios Gargantúa, es un lugar en el que utllizando el
modo que San Cristóbal conserva el rostro cinoc éfalo de ReprobAtus, El antiguo francés <li soleil avaloit>), es decir, rrbajabaal valleu. Y Donten-
ogro en cuy a casa está Pulgarcito <.tiene un cotdero entero en la parrilla villeit se hace esta reflexión capital: el doble sentido activo-pasivo del
para cenar)>, y Gargantúa es un glotón insaciable. Todas las leyendas
g fgantuélicas referidas por Dontenville insisten en la capacidad de 3t Cfr. repos, p. t43.
üagar del gigante: engulle ríos, carretas, barcos con su tripulación. Mas 32 Cfr. , citado por BncHELARD , Repos, p. 133.
ri Cfr. p. I),
la sem ejanza se detiene ahí porque todas las leyendas insisten por igual 34 Cfr.
.

, pp . I20, 129.
en la afabilidad del buen gigante 2e. G^rgarnttta es un simpático bebedor 3, Op. cit., p. 130; cfr. SousrELLE, La Pensée cosnzol. des a 20.
de ..crecidas, y de tempestades, f , cos a notable por lo que a nosoüos se Hermoso ejemplo de una reduplicación y de una confusión del en
refiere , como el San Cristóforo cristiano, es también <patrón> de nume- la persona del dios Quetzalcoatl quien, después de habersE-sacr de
Nanauatzin, se persigue y se da muerte bajo la forma de Xolotl. Pero sobre todo es
rosos vados cuyo censo está haciendo l0 la toponimia.. L. Dut'toNr quien, en las conclusiones de su obra dedicada a La Tarasque (pp. 223-224)
Pero hry más todavía: esta inversión estructurada por la reduplica- nluestra que en la ambivalencia benéfico-maléfica del ritual de las fiestas dé la Tarasca
vienen a totalizarse el maleficio de la Tarasca legend aria y la beneficiencia de la legenda-
2t Cfr. B.TcHELARD, Tene et repos, p. 116. ria Santa Marta. Estamos ante el proceso inverso de aquél del desdoblamiento diairético
26 op, cit, , p . 157 . quep Husrnry Mauss, Essai
27 op. cit. , p . 157
.
sur /a i, la usa.ia participa en
28 Cfr. DoNTEI.wILLE, op. cit., p. L2o. cierta ión del sentldo y
2e op. cit., pp. tl, 57, 19. del se ".liuo
hay uentre ambos algo
30 op. cit., pp. 61 y ss. más q que se piden a la efigie

196 r97
verbo hace que el objeto s'rmbolo tenga dos aspectos, un monte Gargin la arusat insiste en el tema caÍo a los gnósticos
es absorbente, el dios Gargin es absorbido , y L su vez se convierte en se del punto de vista humano al punto de vis-
un tragador. Asimismo, para la simbólica crisdana, Cristo es alavez el ta de Dios los valotes están invertidos. Nova-
Gran Pescador y el pez. En el doble sentido activo-pasivo del verbo es lis a2 vuelvecon frecuencia sobre esta idea de que ..todo descenso en sí
donde h^y que buscar las huellas del mecanismo semántico que ordena es alm la realidad exteriof>, y Tieck ar pien-
tanto la doble negación como la inversión del valor. De este sincreris- sa que de la apariencia de un universo in-
mo de lo activo y de lo pasivo puede inducirse una vez más que el sen- veftido al romanticismo francés, vemos que
tido del verbo imp orta más a la representación que la atribución de la redoblamiento e inversión son un tema constante en Hugo. Sea de ma-
acción a tal o cual sujeto . La diferenciación gramatical de los dos mo- nera explícita como las imi'
dos, activo y pasivo, constituye una especie de integración gramatical genes del descenso sentidas
de la denegación: soportar una acción es desde luego diferente a reali- por el poeta: <(cosa hty que
zarla, pero en cierto sentido también es participar en ella . ParL lo ima- mirar lo de fuera. ndo del
ginario fascinado por el gesto indicado por el verbo, el sujeto y el com- hombre. Ahí está el claroscuro terrible. . . es más que la imagen, es el
plemento directo pu.-d.. invertit sus papeles. Así es como el tragador simulacro, y en el simulacro hay algo de espectro... Al inclinarnos so-
se convierte en tragado. Dentro de esta conciencia inversora por redu- bre ese pozo... vemos alli, a un distancia abisal, en un c-uculo estte-
plicación, todas las imágenes que por sí mismas se prestan alaredupli- cho, el mundo inmenso>. A esta admirable constelación donde la am-
cación se rán privilegiadas: Bachelard 36 observa en E. Poe inversiones bigüedad se mezcla ala profundidad, al abismo revalorizado, al c-rrculo
constantes a propósito de las metáforas acuáticas: el dobla, desdo- y la inversión, hacen eco los dos vetsos del poema Dieuat.
^gua
bla, reduplica el mundo y los seres. El reflejo es naturalmente factor de
reduplicación, el fondo del lago se convierte en el cielo, los peces son Yo uolaba en la brumo j en el aiento que llora
hocia el abismo de ariba, oscilro como una tumba.
en él los pájaros.Hry en esta perspectiva una revalorizaci1n del espejo
y del doble. Igualmente Bachelard 17 pone de manifiesto en Keyseding O bien, eue el poeta recurra de forma implícitaala reduplicación como
imágenes del ulaberinto reduplicadou: la tierra devorada camina en el en Los Miserables y El Hornbre que ríe. Baudouin a6 ha se ñalado esta
interior del gusano <al mismo tiempo en que el gusano camina po r la reduplicación de situaciones en Gavroche huérfano de los
tlefta)>. -el Jonás
Miserables refugiado en el vientre de piedra del Elefante de !a Basti-
Por eso no h"y que extrañarse de ver a la reduplicación y la inver- lla_ que recoge y sirve de madre a los ttes niños perdidos, de igu"l
sión utilizadas constantemente por la literafirÍa de imaginación, desde modo que el huérfano Gwynplaine adopta a Dea, hallada gn la nieve.
los confidentes y confidentas de la uagedia griega, hasta el golpe tea- Por último, eo su postrer desenlace, el surrealismo, el romanticismo in-
tral de la novela policiaca en el que se invieften los papeles del asesino tensifica a6n su búsqueda de la reduplicación y de la inversión: para
sádico y del ffanquilo y libre de sospechas hombre bueno. Un hermoso convencerse de ello no hay más que releer las piginas del Second Mani-
ejemplo de reduplicación nos lo proporciona la novela faulkn eriana3s
festel'1 en las gue el autor de I Poisson soluble [Pe? sgluble] trata d9.de-
donde la redundancia de nombres de personajes de una misma familia terminar ese famoso punto de retroceso, eu€ es la fuente del esp'lriru:
crea una extraña confusión y una impresión de perennidad y de fatal <(...punto del esp'niu en que la vida y la muerte, lo real y lo imagina-
vuelta a emp ezaf. Pero es sobre todo en la literatura rom ántica donde rio, el pasado y el futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y
inversión y reduplicación ocupan un lugar privilegiado re. Steffens a0 lobajodejandesefPefcibidoscontradictoriamente...>
alude a ese discurso ahogado que dobla <el claro discurso que llamamos literatura se esfuerza pot invertir los valores diurnos instaurados por el
régimen diairético de la representación y por ahí rehabilita al doble y a
ritual no son de natu raleze dif-erente de los que se puede los s'rmbolos de la reduplicación.
conseguir de la sanra prorec-
tora>.
t6 Cfr. B.tcHr
t7 B.acH¡r¡no , pp. 6g y ss. 64.
38 Cfr' \ü7' F't
zZs. . 162.
lo forio; Sartoris; La inaicta; Absalom, Absalonz, et- 23;cft.III,p.t62.
cétera.
, <Post scriptum de ma vie>, p. 236.
, II, 3, p. 164,, y A. B¡curN, Le réae c/tez /es romantiques
AND, ole Décor mythiquer, op. cit., cap. I,
S l, npi)a_ p. t67 ; cfr. igualmente BAUDourN, , Le
,, p. 697 .

lg8 rg9
Esta reduplicación que sugiere todo descenso parece esrar en el ori- interpretarse como perteneciente a. un pequeño drag1n figurado por
gen de todos los fantasmas dé acoplamiento. P. M. Schuhl dedica un cada oreja de la máscara-principal,>. Así el t'Ao t'ie/t nos da un ejemplo
perspicaz estudioas a este ((tema del acoplamiento>, eo el que la dialéc-
muy nítido de gullive rizaciln y de acoplamiento por reduplicación de
tica del contenido y del continente es, en nuesrra opinión, Ir dialéctica un tema.
de base- Aquí captamos en vivo el proceso de invérsión que pasa por El liliputiense y los upulgarcitos,, de nuestras leyendas no son offa
una <.relativización, de los término ; y que llega
tidocomúnyl ^ s incluso a invertir el r..r- cosa que la vulg arización folklórica de un tema eterno que la doctrina
enlop.Ir.nuu. paracelsiana del homúnculo, había difundido ampliamente en los me-
Schuhl ae reúne s de esre acopla_ dios cultivados, homunculus ..encajado> en el licor espermitico y luego
miento: huevos pcr
encajado en el huevo filosófico de los Alquimistasta. Esta gulliveriza-
descritos en El ;:T'?;:frij:: ción parte siempre de una fantas'ta de la deglución. Bachelardtt cita el
muestra, al igual qt. Pascal y Malpighi que el descubrimienro del mi- ejemplo de un enfermo que fabula y construye toda una ensoñación
croscopio,.lgio¡ de destruir esra mitt - enro microscópi- sobre el interior del vientre de una giganta, vientre cuya cavidad tiene
co hasta el infinito, no har á más amenre y servirá más de diez metros de alto. El e nano y la gullive rizaci1n son por tanto
de cataljzador a esre desencadena de ..mi níatuúza_ constitutivos de un complejo de inversión del gigante. Por otro lado,
Laplace, pasando por pensa- esta ensoñación de la deglución reúne los fantasmas de la interioridad
casa> como los de Malebr an- protectora, como aparece en Dalití. El isomorfismo de la gruta, de la
s muestÍa, una vez más la prioridad concha, del huevo y de Pulgarcito se manifiesta en la imaginación del
sus estructuras sobre el llamado niño que juega bajo una mesa cubierta por un paño <<a la grutarr, o a
al o utilitario. De ahí la eflorescen- <Patufet>>, héroe legendario de Cat a,luña, eue era <<t?n pequeño que un
cia de esas teorías- pseudocient-ficas del acoplamiento de gérmenes, de dia, perdido en el campo, fue uagado por un buey que quería prote-
la preformación, del animalculismo, y anre esre desbordaráiento uuérti- gerle,r. Dali insiste en el juego infantil en el que se pone en posición fetal
esperar a L7 19 para que \7olf <(enroscándoser>, posición que adopta de adulto para dormirse bien tT.
Este esquema de la reduplica- Esta <.miniaturización> la detecta Jung en la <,Escena de las madresu del
lleva directamenre a los proce- Fausto de Goethe 58, mientras que Bachelard Ia descubre no sólo en
dimientos donde vamos a ver Swift, sino en H. Michaux y Max Jacob. Son esos <<sueños liliputienses
or la viri- los que nos dan todos los tesoros de la intimidad de las cosas)> t' y que
gulliveri- son inductores de numetosas leyendas de Pulgarcito y Pulgarcita, de
gráficas y Patufet, de El Hada de las Migajas y de Alicia en el País de las Maravi-
t3
Strauss llas. S. Comhaire-Sylvain60 nos ofrece un notable isomorfismo de la de-
Boas, observa que en los ,rrotiuo, glución y de Gulliver en la serie de cuentos afro-americano-indios que
pintura kwakiutl, oo sólo juega la recopila. El personaje compasivo y bienhechor que ciertos cuentos asi-
ún ciertos detalles, conraminádos milan a Dios, a San Juan o a la Virgen, es en la mayoria de los casos el
gicamente)) y redoblan el conjunto hermano o la herm ana pequeños. En el cuento haitian o Donzongage el
a la .vez gue.lo gulliv.erizan. <Así una pata r. .ohuierte en un picó, un hermanito Dianacoué abre la barriga del caballo encantado y <(como era
motivo de ojos es utilizado para señalir una articulación, o lo.orrrrr- muy pe queño, se instaló allí con un pan y una calabazarr. El hermano
Iig.l, Itp.cialmente en un bronce chino reproducido en ese artículo, pequeño es minímizado a veces hasta el límite: está achacoso, es <(sarno-
Lévi-Strauss muestra que las orejas de la másca:a t'ao t'ie/t forman una so)), e intenta ser servicial pese a los bufidos (Islas Mauricio)ut. En otras
segunda máscara gulliverizada, ucada ojo de la segunda máscara puede
e el bomuncu/us
13 y ss., 71 y ss.
; cfr. B,tcu¡taRo, Fornz. esprit scient,, pp. VII: <La minia-
140 y ss.

et repos,p.6l.
c€, p. 142.
, pp.27t yss.: p.276, fig. t9; p. 279,,

200 20t
animali- Es interesante poner también de manifiesto, eo este esrudio de los
a), loro esquemas de la inversión gulliverizante, eu€ los diferentes pulgarcitos
renechor o dáctilos se asocian frecuentemente al s'rmbolo freudiano del sornbre-
ro , del ucubre -cabezasr. Dioscutos y Cabires llevan el gorro puntiagudo
pileas- que se ransmite como un emblema secreto en ciertos
-el
misterios religiosos y se convierte en el tocado de Attis, de Mitra, y des-
Estas figurillas de la imag ue rea lizan ,.ri_ pués de los gnomos, de los duendes y de los siete enanos de la leyen-
da permitiéndonos penerr ar y d
el reverso n es_ da6e. Algunos animalculistas ptetenden incluso haber visto en un es-
observado. rela- permatozoide un /toneunculus tocado <con una especie de capuchón> 70.
e los Dáctil altar Este sombrero sobre los pulgarcitos parece poner en evidencia al mismo
tiempo un esquema muy freudiano de peneüaci1n, y constituir un
proceso de minimización del jefe, es decir, como hemos visto 7r, de la
virilidad. Porque estas formas liliputienses, tanto el Bés egipcio como
los duendes, gnomos, trasgos, gobelinos, duendecillos y hannequets de
la mitologia frances a y gefminica, son seres <por los que Sienten predi-
lección las mujeres divididas enffe el temor y la esperan z^r>72. El folklo-
rma panteísra es un Horus itifálico
re insiste en el papel casero, doméstico de todo este <pequeño mundo>:
n es, por tanto, una minimizaciln
los enanos'legendarios cocinan, cultivan el huerto, atizan el fuego, etc.
Estas ufiguritas reducidas, llenas de gentileza y de delicadeza>, como
dice Schuhl 7r, pese a las valoúzaciones negativas que trata de darles el
cristianismo, perviven en la conciencia popular como pequeñas divini-
dades maliciosas, sí, pero bienhechoras. DontenvilleTa se las ingenia
izaciln es una espe- para descubrir las vinculaciones etimológicas de este peque ño mundo.
denotaría un punto Relaciona a Korrigan con Gargin por medio del bretón karreA, que sig-
el miedo al miem- nifica upiedrau. Korrigan es un Gangantúa invertido, lo mismo que el
se proyecta a veces en el s-rmbolo duende sería un <Netum>>, uo Neptuno minimizado, isomorfo fonéti-
zado, reducido a su puro aspecto camente, con /uiton, nuiton, y las cualidades nocturnas de este voca-
y-a n9 esrá muy lejos de los much blo. Los trasgos, los duendes son hadas, miniaturas feminizadas del
dos los folklores . Tal es el sentido mundo solar, como Auberoo, el <pequeño rey de imagineria>, hermoso
como el sol, eue lleva un cuetno de marfil que cura, alimenta y quita
. Hugo; escenas de buscadores de la sed, lo.que nos remite a los arquetipgsirlirye.nlarjos .y los recipien-
tes cuyo simbolismo vamos a estudiar al final del siguiente ^ capítulo7t.
En cuanto al famoso Gobelino que se aparea en el río con las culebras,
es el Kobold germinico, hermano de los Coboli sfumatas y de los Co-
baloi griegos, pequeños enanos risueños del séquito del dios feminoide
DionisosT6. La galliverización se integna,, pues, eo los arquetipos de la
inversión, sobreentendida como está por el esquema sexual o digestivo
de la deglución y sobredetermi nada por los s'rmbolos de la reduplica-
18.

I, p. i27 . 118.
e, p.lr4. p. 71.
, Up., citad . lJ4, cfr. parábolas evan-
67 Bauoou,*)v;Hago,,fri:t iirr, ¡; >oc<l-,'ll. L7g.
68 Cfr. Fin de Saunj
ir^ C¡bii,
ifiii #''
cfr.
pigina rrg. Bruoounr, op. cit.,
pp. 243 y ss.

202
203
tes; ¿no ha sido él el primer tragado por el agua que le rodea'o y cuyo
simbolismo abisal estudiaremos poco más adelante ? No obstante, la so-
bredeterminación de la deglución puede deslizarse, e n el

Kaleaala- hacia una ritmización cíclica de la deglución-como


y remitirnos a
los arquetipos cíclicos propiamente dichos. Podría encontrarse una hue -
.E!
pt, es el s-rmbolo del continente redoblado, del continenre con- lla de este deslizamiento en la etimol ogia indoeuropea que subraya
tenido. Es el anim al encajado po
Jung80: el sánscrito ual, aa/ati significa a la vez cubrir, envolver, ence-
temenre de relieve hasta qué pu rraÍ, pero también entollarse : aalli es la planta que se e nrolla, de ahí e I
piensa a todas las escalas,-desie uolutus latino, que sugiere tanto la imagen de la serpiente e nrollada
<pez> ballena. Geométricamenre como la que significa membrana, huevo, vulva. Ciertamente, los sím-
aquella que mejor se presra bolos son hábiles, hemos tenido ocasión muchas veces de observarlo,
las similitudes. El pei es la pero nos parece que en el caso de la deglución, la sobredeterminación,
gador tragado. BachelardTT además de un juego de repeticiones que fácilmente po dia dar elemen-
deg]u.ción 4.1 pez pequeño por tos rítmicos, contribuye sobre todo a refor zar las cualidades eufémicas
próxima de la cuiiosidad qr. de Ia deglución, y en particular esta propiedad de conservar indefinida
s objetos más heteróclitos. Las y milagrosamente intacto lo tragado. Por eso la deglución se diferencia
del masticamiento negativo. El simbolismo del pez parece hacer hinca-
insólitos son tan vívidas que las rev pié en el carácter involutivo e intimista de la deglución, mientras que
guen escapar del todo a esta marav la serpiente se presta más al simbolismo del ciclo. El pez es casi siempre
gtafra pone obstáculos a esra confi significativo de una rehabilitación de los instintos primordiales. Esta
batracio quienes roman el relevo 78; la d rehabilitación es la que indican las figuras en que una mitad de pez
ior aún la de la boa, es uno de los grandes momentos del sueño infan- completala mitad de otro animal o de un ser humano. En numerosas
til, y el niño encuentra, como rtmliejo amigo, eo su libro de historia mitologlas, la diosa luna tiene a menudo una cola de pez8t. En la le-
natura yenda sagrada de Isis, el complejo percador-pez tiene un importante
La papel: es el niño que, al asistir a la unión de Isis y del cadiver de Osi-
llidor. ris, cae desvanecido y muere en la barca.sagrada; es también, en la mis-
de pec ma leyenda, el pez oxirrinco que se traga el catorceavo trozo, el falo,
del cuerpo de Osiris82. De nuevo, el vienffe sexual y el vientre digesti-
última vo se encuentran aquí en simbiosis. Un himno medieval, que recuerda
rapada el apelativo gnóstico de Cristo iclttussr, dice de éste que es <,el pececillo
.Asu que la Virgen cogió en la fuente)), uniendo así el tema del pez al de la
fílico, esre cofre es introducido en feminidad matetn a84 . Pero el tema inverso pescador-pez es asimismo
un caldero de cobre qug,.por último, se encuenrra baji la corteza de importante en la tradición ortodoxa, donde los juegos de palabras lo
un abedul. En esta nótablé serie de degluciones se advierte el isomor- anuncian desde el Euangeliost. Una miniatuta del Hortus de/iciarunz86
fismo estricto de los contienentes de toáos los órdener, r". inertes representa a Cristo pescando un monstruo marino con ayuda de una
co-
mo animales. El pez es aquí el s-rmbolo general de lor á.áás continen- caña cuyo anzuelo es una cÍvz. La mitologia,babilónica insiste aún más

4. 79 Cfr. B¡,cHn¡,nD, Terre et repos, p. L36.


JUNG, Libido, p. 236; cfr. uélu indogermánico.
80
8r Cfr. HaRDTNG op. cit., p. 62.
82 Cfr . op , cit, , p. 187 .
83 Citado porJanolNc, op. cit,, p. 62; cfr. JuNc, Libido, p. 413. Este último recuer,
da que el sobrenombre <Ichtus> se le daba a Atis.
34 Cfr.JuNc,, (Libido, p. 241) comparala etimologla griega de delpltis, el delfin y de
del..oltus, el útero, y recuerda que el trípode délfico, delpbinrr, se apoyabaen ffes pies en
forma de delfines.
t au corps rempli de poissonD, en Antltropo_ 8t Mat., IV, 19; cfr. Corán, sura lg.
86 Reproducido pl. XV, en Dnw, op. cit., p. L76.

204 20,
en el caricter primordial del símbolo ictiológico87. Ea u Oannés, terce- madree2. La. fecundación es también cosa del siluro que se <pone en
ra persona de la trinidad babilónig",es el tipo mismo del dios-pez, él forma de bola> en el útero de la madre, siendo comparada la <pesca del
es quien ayuda a IshtaÍ,la gran diosa, también ella sirena con cola de siluro> al acto sexual: el marido emplea de cebo su sexo. El siluro estati
pez, que habita las aguas originales y que bajo esa forma ictiomorfa se asociado, pues, 2 todo ritual de la fecundidad tanto del nacimiento co-
llama Derkéto. Ea-Oannés es el océano primordial, el abismo de donde mo del renacimiento funerario: se viste el muerto con ropas (gorro y
han salido todas las cosas. En Egipto le corresponde el dios Noun, <(se- mordaza) que simbolizan el pez originale3. Asimismo, como en el mito
ñor de los peces,>88, el elemento acuático primordial. Asimismo se asis- indio citado más arribae4, uo curioso isomorfismo une el siluro y la ca-
te a la transformación de Visnú en un pececillo Matsya que salva del bellera a uavés de un contexto melusino: las mujeres Dogon utilizaban
diluvio a Vaivasvata, el Noé védico. Varuna también es representado a antaño las <.clavículaso del siluro como escarpidores y los clavaban en
veces cabalgando un pez. Por último, J.r.g 8e insiste en la figura de Me- sus cabellos: toda mujer era asimilada a un pez, cuyas agallas serían las
lusina, cuya iconog rafia, ictiom orfa se encuentra tanto en la India como orejas adornadas, los ojos las cuentas rojas que adornan las aletas de la
entre los indios de América del Norte . Para el psicoanalista, esta Melu- nariz, las barbillas simbolizadas por el labro fijado al labio inferio ret .
sina sería el símbolo ambivalente del subsconsciente, lo que confirma Soustelle, por su parte , pooe en evidencia, entre los antiguos mexicanos,
un anilisis onírico hecho por Harding oo que considera el revestimiento un isomorfismo muy notable, polarizado en torno del s'rmbolo del pez.
escamoso de los personajes de ciertos sueños como signo de una inva- El pez está en relación con el Oeste, que es a la vez la región de los
sión de la persona por las fuerzas nocturnas del inconsciente. Por el muertos, <puerta del misterio>, y también <Chalchimichuacán>, <el lu-
momento dejemos a un lado las prolongaciones melusinianas, femeni- gar de los peces de piedra preciosar, es decir, el pa's de la fecundidad
nas y acuiticas, del simbolismo ictiomorfo, y no nos fijemos más que en en todas sus formas, ..lado de las mujeres> por excelencia, de las diosas
su extraordinario poder de enc ajamiento. Sin olvidar que este poder de y de las divinidades del maiz. En Michu acin, el pa-ls de los peces, se
redoblamiento es, por la confusión del sentido pasivo y activo que im- encuentraTamoanchán, el jardln regado donde reside Xochiquetzal,la
plica, como la doble negación, poder de inversión del senddo diurno diosa de las flores y del amor.
de las imágenes. Es esta inversión la que vamos a ver en la práctica, me-
tamorfose ando los grandes arquetipos del miedo y transformándolos,
como desde el interior, por integración prudente de los valores bené-
Asistimos ante todo a una inversión de los valotes tenebrosos atri-
' ficos.Antes querríamos buidos ala noche por el Régimen Diumo. Entre los griegos, los escan-
recoger todas las imigenes que forman constela-
ción en torno al simbolismo del pez gracias, pot un lado, 7l estudio dinavos, los australianos, los tupi, los aÍauc nos de América del Sur, la
minuicioso que ha hecho Griaule del papel de un pez senegalés, el si- noche es eufemizada por el epíteto <divinarre6. La Nyx helénica, tal co-
luro C/arias senega/ensis, en los mitos de la fecundidad y de la procrea- mo la Nott escandinava, se convierte en la <.Tranquilo ,la Sti//e Nacbt,
ción y, por otro, al isomorfismo ictiológico que Soustelle pone en evi- la <.Santa>, el lugar del gran reposo. Entre los egipcios, el cielo nocnrr-
dencia en la mitología del antiguo Méxicoer. El africanista hace notar oo, asimilado il cielo de abajo, la Dat o Doaat, manifiesa explícita-
que el pe z, y generalmente e I pc.z de especies pequeñas, es asimilado a mente el proceso de inversión: ese mundo noctutno es la exac ta imagen
la semilla por excelencia, la de la Digitaria. Entre los Dogones, es el si- invertida, como en un espejo,de nuestro mundo: <Las gentes caminan
luro el que se considera como un feto : <rLa meuiz de la mujer es como en él con la cabe za, pura abajo y los pies p^r^ arriba>e7 . Este proceso es
una segunda charca en la que es introducido el pez' y durante los últi- aún más claro entte los Tunguses y los koriaks , pqa quienes la noche es
mos meses del embarazo el niño ..nada' dentro del cuerpo de su ma- el dla mismo del país de los mueftos: en ese reino nocturno todo está
dre. De ahí un ritual de nutrición del feto por los peces comidos por la invertido. <.El mundo de los muertos Lewitzky- e8 es en cier-
to modo la contrapartida del mundo-escribe
de los vivosD, lo que se suprime
en la tierra reaparece en el mundo de los muertos, ((. . . pero el valor de las

e2 Op. cit,, pp . 302-30r.


e3 Op, cit,, p. 308.
94 Cfr. saprl, p. 204, nota 78.
()t
op, cit, , p. 302
.

96 Cfr. KR^rtrE, op, cit,, p. rtg.


e7 H. G, R., I, . 2rL.
P
98 A. LrwrrzKY, ert. en H. G. R., I,p. 118.
206 207
cosas se rnvierte: lo que en la tierca era viejo, estropeado, pobre y tro día es nuesffa noche .> P?Ía el mismo Hugo, tan sensible a los valo-
muerto, alll se vuelve nuevo, sólido, rico, vivo...)). La cadena isomorfa res diairéticos, por una vezrot la co
es por tanto continu y va de la revalorización de la noche a la de la por el conffario, es el insomnio I
muerte y de su imperio . La esperan za de los hombres espera de la eufe- siempre huir como una isla in
<(ver
mización nocturna una especie de retribución temporal de los pecados curos para-sos azules>. En Novalis
y de los méritos. Esta eufemizaciín, este cambio de régimen de la ima- nes nocrurnas está captad,o con ma
ginación es sensible en la evolución de la escatologia egipcia: mienffas ante todo al dia que ella mi
que en las doctrinas heliopolitanas el reino de los muettos es una mota- el prólogo de ella; luego , la
da infernal y temida, poco a poco se ve cómo ese reino se conviefte en sa> porque es la fuente íntima de
la simple réplica invertida de la morada tertestre, Egipto ideal donde c pta bien, corno los psicoanalistas r
reinaba primordialmente Osiris ee. bolo del inconsciente y permite a los recuerdos perdidos <rornar al cora-
En la metáfo ra tan célebre de la unoche oscura> de San Juan de la z6n>>, semejantes a las brumas del atardecer. La^noche introduce
Cruz, se advierte con claridad la fluctuación del valot negativo al valor asimis-
positivo concedido al simbolismo nocturno. Como ha indicado E. Un- rto
ju-
derhill too, la <,noche oscura)> tiene dos sentidos conffadictorios y funda-
mentales en el poeta del Cántico espiritual, A veces no es más que la
muesffa de las tinieblas del coraz1n y de la desesperación del alma
abando nada, tema con el que Santa Teresa rivaliza, diciendo que el al-
ma está entonces sometida a los grillos y que sus ojos están cubiertos de
al tiempo: <El tiem-
conoce el tiempo ni
una nube espesa. Es este aspecto el que San Juan canta en el poema:
Hirnno, la noche
¡Que bien sé yo la fuente que nzana y corre ! . , , , donde explica que
se
((aunque es de noche> el alma sacia su sed en la fuente eucarística r0r. ckhart o
Juan: el reino mismo
San
I Ser. Tal como Novalis la canra en
Otras veces, y este es el sentido principal que da el célebre poema No- el último Hirnno, la noche es el lugar donde esmaltan el r".nó, iit.-
c/te oscl¿ra, la noche se vuelve, por el contrario, el lugar privilegiado de torno al hog^Í muterno, el descensó a la feminidad diviniz ada: <Des-
la incomprensible comunión; es júbilo dionisíaco que deja presentir a cendamos hacia la dulce prome
Novalis y los Himnos a la nocbe. Es además interesante observar de pa- El crepú_sculo desciende para qu
sada hasta qué punto, eo pleno siglo xvl, tanto SanJuan de laCruzcomo tras ataduras y nos lleva al senb
Santa Teresa, son defensores de una mística de la natutaleza que nada en las culturas donde se desarrolla
tiene que envidiar a la del Vicario saboyano o a la, de René, Por otro la- res, como entre los m-sticos
do, los poemas de San Juan son un hermoso ejemplo del isomorfismo telación nictomorfa enrera.
de las imágenes del Régimen nocturno: la noche está vinculada al des-
censo por la escala secreta, al disimulo , a la unión amorosa, a la cabe- Por atmósfe ra la luz, los esquemas del descenso íntimo se colorean con
la densidad nocturna.
llera, a las flores, ala fuente, etc. 102. Mienüas que en el régimen diurno d se redu-
Son, efl efecto, los prerrománticos y los románticos quienes han ex- cen a algunas pocas blancuras azuladas
presado incansablemente esta revalorizaciín de los valores nocturnos. fieren al
Goethe, Hólderlin, Jean Paul observan el bienestar que tÍae la <Santa
tornasol de
\ paleta la clara dialéctica
nocturno se despleg^rá toda la riqueza d
régimen
penumbra,rtor. Jisck encuentra la intuición de la gran inversión noctur- as]En h
cura de realizaci1n simbóti.." y dé terapéutica mediante imásenes anri-
na cuando hace decir a las hadas de La Copa de oro'oa: <,Nuestro reino téticas a que la doctora Séchehaye r'e rbmet. a la joven .rq.riroiieiil^,
se anima y florece cuando la noche se extiende sobre los mortales, vues-
rot V. Huco, Fin de Satan.
99 Cfr. en H. G. R., I, pp. 307 y ss., art. G. Desroches-Noblecourt.
106 cfr. NovArrl ,- Hymnes d la Nuit, trad. A. BÉcurN, pp. 160-17g; y scbiften,I,
loo Cfr. E. UNo pp.54-61;ll, pp. 373 y ss.
,32.
lor Cfr. MlrNEn p. l g j . , II, p. 125.
. r02 Cfr. poema l, 7.", g.", 10."; cfr. M. BorussoNE , Esthé_ la importancia de los colores en todos los
tique_ et _ryystiqae d'apre-s Ste. Tberése d'Auila et St. Jean de la Croix. ica del mundo, es decir, organizada como
ro3 Cfr. BÉcurN, op, cit., II, p . 3j. inos, puebla, azteca¡ mayas, etc.). Cfr. I^a
to4 Cfr. BÉcurN, op. cit., II, p . i3.

208 209
diferente juego de los reg'rmenes de la imagen en ambos pensadores.
la doctora logra que la paciente abandone el terrible <País del Esclareci-
Como Schopenhauer, fiel a la tradición qu-tmica, Goethe considera el
miento, *.ii"nf. una <puesta en verdeu y una inyección de morfina. color como un tinte inscrito en la sustancia, constituvivo del ..cenüo de
El <.verdeu desempeña isomórficarnente un papel terapéutico porque se la m*eria>rr7. El sueño ante la pale ta o ante el tintero es un sueño de
asimila alacalmi, al reposo, ala hondura materna. Terapéutica refor- sustaocia, y Bachelard ttt apunta ensoñaciones en las que las sustancias
zada por el hecho de qúe la arnalista cuida de oscurecet las ventanas de
I r0. comunes, vino, pan, leche, se transforman directamente en colofes. Se
la habitación donde t.pot" la paciente concibe que el anilisis espectral de los colores y su prolongación estéti-
De los clásicos a lós romáñticos , la paleta fantástica se enriquece c?, ula mezcla ópticu cafl a los impresionistas, hayan constituido para,
considerablemenre. Beguin trr señala en jean Paul, el cantor de la no- algunas imaginaciones románticas él escándalo de los escándalos. No
che y del sueño, la extraordin atía sólo el newtonismo y sus derivados estéticos atentaban contra la emi-
de Sueños de un sueño abundan nente dignidad de la luz, sino que atacaban incluso al color local, al
los arcoiris negros o coloreados, el color como absoluto simbólico de la sustancia.
res. El poeta se ve rodeado por <(una
El agua misma, cuyo propósito primordial debe ser lavar, se invier-
ques dé un rojo ardiente l' diá,fanas
te bajo el empuje de las constelaciones nocturnas de la imaginación: se
u.r"t de oro,'detrás ffas los montes de cristal resplandecia una aurota
r12, utodas las vuelve vehículo del tinte por excelencia.Tal es el caso del agua profun-
donde se suspendían las perlas de los arcoirisu. Para Tieck da que Bachelard estudia, siguiendo a M. Bonap^Íte, través de las
y
cosas se funden en el oro y la púrpur a mis suave> se complace en un ^
de movibles metáforas de E. Poe rre. Al mismo tiempo que el agua pierde su limpi-
palacio de fantas'ra ude oro, de piedras preciosas, arco-
(se
dez, concentra>, ofrece a los ojos ..todas las variedades de la púrpu-
iris...rr. Y añade: <Los colores son mágicos... ¡qué cosa tan maravillosa ta, como tornasoles y reflejos de seda cambiante>. Está formada por ve-
sumirse en la contemplación de un color considerado como- simple co- nas de diferentes colores, como un mármol; se materializa hasta tal
lor... !> Las ensoñaciones del descenso noctutno tÍaen naturalmente ala
punto que se puede cortar con la punta de un cuchillo r20. Y los colores
menre le imaginería coloreada de los tintes. El tinte, col1ro ha observado que le gustan son el verde y el violeta, <,colores de abismou, esencia
Bachelard rr3 á propósito de la alquimia, es una cualidad íntima, sus- misma de la noche y de las dnieblas, tan catas a Poe como a Lermontov
tancial . La upieirai está dotada dé un infinito podgr de tintado y toda o a Gogol,acuñación simbólica de la negrura'2'adoptada por la litur-
la alquimia va acompañada por una paleta simbólica qu.e ppa del ne- gia.Este agua densa, coloreada, que obsesiona a la sangre, está unida
tt{. L?
gro bl"nco, del blánco al cetrioo, del cettiqo al rojo triunfante en el poeta americano al recuerdo de la madre desaparecida. E¡te agva,
"i
Fi.dt" filosofal, s-rmbolo de la intinidad de las sustancias, tiene todos
geogriftca; qug sólo s^e concibe en vastas extensiones oceánic6, este
los colores: ..entiéndase: todos los poderes>1rt. La operación de alqui- cuasi orginica de ser densa, a medio camino enüe el ho-
mia no es más que una ffansmutación objetiva, sino subjetivamente, ^gua ^fuenaes el tipo mismo de la sustancia de una ima-
rror y el amot que inspira,
una maravilla que se manifiesta en todo su esplendor. El metcurio está ginaci1n nocturna. Pero ahi también el eufemismo deja transparentar
revestido con ura uhermosa túnicarojarr; los colores son ufondos de sus' la feminidad.
tancia,> que se tienen en cuenta incluso en la manipulación química Resulta bastante sorprendente comprobar este propósito que
más utilii al rojo de la explosión , la pólvora
M. Bonaparte, eo su autoanálisis, no haya deducido^ el arquetipo de la
misma de a paleta alquimica. El rojo del fue-
madre p^rtir de la visión tan tenaz y tan capital udel gran pájaro del
go es posi salitre, del amarillo de ryylre y del ^ arcoiris> que inquieta su infancia de huérfa nlt22. Este pijaro,
color del
áegro- de ica qu.e la farnosa oposición enffe
tan poco volátil, de colores irisados y maravillosos, sólo se asimila ala
GJethe y la óptica procede precisamente del
madre por el rodeo de la enamnesis individual, por medio de un ópalo
rr0 Sobre el carácter (cenrrípeto> del colorverde , cfr. L. RousSEAU, op. cit,, Pp.3Oy regalado en realidad por una amigaala madre de la analista.Tanto que
srgulentes.
lrl Cfr. BÉcurN, op, cit,, II, pp , 46-47. r17 Op, cit,, p. 35; cfr. Gn,ry,, Goetbe tbe Alcbirnist, y A. voN Bnnm,rs, Alcbimie
r12 f¡¡6K, La coupe d'or, citado por BEculN, op. cit., II, p. Lrz' und Heiláunrr, pp . 165 y ss.
I l3 I 18 0p. cit,,
cfr. P. 39.
rr4 nitaio y nrubedou, et r19 BACHELARD, Eaa, p. 82.
Alcbim ione eírnetica, PP ' L56 do r2o Op. cit., p.83.
Basn¡ des teintures des SePt de 12r Ciir. BncHnnno, Tene... aolonté, p. 400; sobre el aioleta, cfr. Roussr¡u,,
E. Savorel. ,,P.cit., p. 171.
llt B,rcHernRD, op. cit., p.44. t22 M. BoNApARTE , Ps.ycb. et Antblo7., p. 90.
It6 Op, cit., pp . 46-47 .

2r0
2tl
no parece ser necesario recurrir a vna incidencia biogriftca: al estar la oriente>Lze. De igual modo, la Fortuna, doblete etrusco de la Gran
muiticoloración directamente unida en las constelaciones nocturnas al Diosa, está revestida con una c pa colorada que plagian los reyes roma-
nos como prenda de prosperidad. Por último, el Kaunakds es pariente
del Zaimpb, el manto milagroso de Tanit, prototipo de todos los velos
milagrosos de la Virgen-Madre r30. En todos estos casos el arquetipo del
color aparece estrechamente asociado a. la tecnología del tejido, cuya
eufemizaciín encontraremos también a propósito de la rueca que valo-
riza positivamente ala hilandera,. Observemos, por ahora, que el color
aparece en su diversidad y su riqueza como la imagen de las riquezas
sustanciales, / €o sus matices infinitos como promesa de inagotables re-
cursos.
El eufemismo que consdtuyen los colores nocturnos en relación con
mo en el de E. Poe, por el el incidente he- las tinieblas, parece constituido la melodia con relación al ruido. Así
mopt'tsico, es un símbolo d eración a la ma- como el color es una especie de noche disuelta y el tinte una sustancia
dre-difunta. El color, como , siempre, a una en solución, puede decirse que la melodia, que la suavidad musical tan
caÍa a los románticos, es el doblete eufemizante de la duración existen-
cial . L^ música melodiosa juega el mismo papel enstático que la noche.
Para el romántico, mucho antes de las experiencias mescalínicas de
Rimbaud, los colores y los sonidos se cortesponden. Y no podemos de-
jar de citar, según Béguin , la traducción de este pasaje de Pltantasien
über die Kunts de Tieck Ltt: <LL música obra el milagro de tocar nuestro
núcleo más secreto, el punto de arraigo de todos los recuerdos y de ha-
cer de él por un instante el centro del mundo maravilloso, comparable
a semillas embrujadas; los sones arraigan en nosoüos con una rapidez
mágica... en un abrir y cerrar de ojos, percibimos el murmullo de un
boscaje sembrado de flores maravillosas...)> En tanto que Novalis preci-
sa el lugar isomorfo entre la música y el retorno sustancial: u... en el fo-
llaje de los árboles, nuestra infancia y un pasado todavía más remoto se
ponen a bailar una danza alegre... Los colores mezclan su centelleo.>
Por último, el poeta alcanza un énstais que no deja de estar emparen-
tado con la intuición mística o bergsoniana,: <... fros sentimos derretir
de placer hasta lo más profundo de nuestro ser, ffansformarnos, disol-
vernos en algo para lo cual no tenemos ni nombre, ni pensamien-
to.. .>>r32. Mienffas que el pensamiento solar nombra, la melodln noc-
turna se contenta con penetrar y disolver; es lo que Tieck no pa"ra de
repetir: <El amot piensa en tiernas sonoridades, porque los pensamien-
r23 Cfr. Sousr¡rrE, op. cit., p.69: <En cuanto al centro, oo tiene un color particu- tos están demasiado lejanos.> Estas ensoñaciones sobre la ufunción me-
lar. Síntesis y encuentro, puede ser multicolor, como se lo representan también los Pue- lódicu que se encuenffan tanto en Jean Paul como en Brentano r33, no
blos...u
r24 Op. cit.,p.96. dejan de estar emparentadas con la uadicional concepción china r34 de
r25 Cfr. H¡RDrNG, op. cit,, p. 193, y H. G. R., I, p. 186. Cfr. Sousr¡HE, op. cit.,
p. 50. Chalchiuhtlicue, que tiene una falda de piedra verdeo, es verde como el bos-
<,la tz') Cfr. PnzyrusKt, op, cit., p. 51 .
que y el agua a la vez, y también verde como la sangre de las víctimas sacrificadas (Chal- r30 Cfr. op, cit,, p. t7; cfr. sobre el tema psicoanalítico del manto en la Odisea, BAU-
chiuatl ). DoutN, Le Triompbe du ltéros, pp. 42-43.
tz6
Juruc, Paracelsica, p. L36 y ss. rll Citado por A. BÉcuw, op. cit., II, p. L37.
r27 Sobre el papel desempeñado por los colores cardinales en las religiones agreries, r12 Citado por BEcurN, op, cit,, II, p. L37.
cfr. H. G. R., I. p. 187. Llt Cfr. BEcurN, op, cit,, I,p. 4g; II,pp. ,0,264.
t28 Cfr. h,zyrusKr, La Grande Déesse, pp. 53-54; cft. r34 Cfr. GnaNEr, op, cit., pp. L26, 400.

2t2 213
deformaciones escitas y célticas de un nombre antiqu'simo de la diosa
la música. Esta última está considerada como unión de los conffarios,
madre aniloga de Tanais . Przyluski une a esta constelación etimolígi-
en particular, del cielo y de la tierra, y sin entrar ahora en consideracio-
ca la leyenda de las Danaides, leyenda a la vez agraria y rcuática, que
neJ aritmológicas y ritmológicas r3t, puede decirse que enffe los anti-
en el seno de la eufemizaciín recuerda el aspecto negativo y temible.de
guos chinos como entre los poetas románticos la sonoridad es sentida
la feminidad acuitica: las Danaides extetrninan a sus esposos y en cier-
éomo fusión, comunión del macrocosmos y del microcosmos. El simbo-
tos aspectos son vecinas de las brujas de las aguas que la imaginación
lismo de la melodía es, por tanto, como el de los colores, el tema de
diurna combate. Por último , ¿habrá que recordar que en numerosas
una regresión hacia las aspiraciones más primitivas de la psique, pero es
mitolo glas el nacimiento está como instaurado por el elemento acuiti-
también el medio de exorciz y de rehabilitar mediante una especie de
^r co ? Mitra nace cerca de un rb, y es en un río donde renace Moisés; en
eufemizaciln constante la sustancia misma del tiempo.
el Jordán es donde renace Cristo, nacido por primer^ vez de la Pégé,
sempiterne fons arnoris. ¿No escribe el profeta de los judíos que uprovie-
nen de la fuente de Jud i>? LAo .
Przyluski t4t reduce los nombres semíticos de la gran diosa, Astarte
Estas fusiones melódicas, estas confusiones coloreadas y estos énsta-
siria, Athar árabe, Ishtar babilonia, Tanit cartaginesa, a una forma,
sis nocrurnos no deben sin embargo hacernos perder de vista el gran es-
<Tana'rs> esüechamente unida a <Nanai>, eue sería un antiguo nombre
quema de tragado, de deglución que los inspira; granesquema que lle-
del agua, y del rb, deformado más tarde en <Nairo parra parecer un
va constantemente los símbolos coloriformes, melódicos y nocntrnos, la/lnarne. Habria, pues, una profunda atracción del lal/narne nono-
hacia un arqueripo de la, feminidad, hacia una radical ant'rfrasis de
rnorna en el nombre propio de la diosa. Leiat42 da una solución ligera-
la mujer faaly fuhesta. Vamos a ver cómo el esquema del uagtdo, de la
mente diferente a. esta asimilación lingüística de la madre y del agua:
regresión nocturna, proyecta en cierta forma la gran imagen matetna
el glifo representativo del agua, llnea ondulada o quebrada, sería uni-
por me diación de la sustancia, de la, rnateria primordial tanto marina versal y la pronunciación (/nD estaría universalmente vinculada este
como telúrica. glifo, de ahlle frecuencia de la onomatopeya <(nana>, <mama>, ^unida
El primordial y supremo tragador €s, por _supuesto, el mar como
al nombre de la Gran Diosa acuática: Mdyá o Máhal es la madre mítica
nos lo deja presentir el encajamiento ictiomorfo. Es el abismo femini-
de Buda, y la diosa egipcia.Marica, <el agu? madreu, uel vienüe de la
zado y matérnal el que , paÍa numerosas culturas, es el ar_quetlpo del
natutaleza>, eternamente virgen y eternamente fecundo, no deja de
descenso y de retorno a las fuentes originales de la felicidad. A los cul-
evocat la Myriam judeocristiana ra3. Llevando a mayor profundidad
tos de las grandes divinidades ictiomorfas que hemos señalado inciden-
a(tn el ^análisis etimológico , Przyluski r44 muestra que los dos tipos de
talmenre tlu, aladamos el culto chileno y peruano de la ballena <Mama- nombre de la Gran Diosa, Aftemis-Ardvi por una parte, y Tanai-Danai
cocharr, €s decir, <.Mama-mar>>, la más poderosa de las divinidades que
por oüa, se resuelven en una realidad común prearia y presemitica,
se encuentran bajo la forma de <<Mama-quilla>, diosa de las muieres ca-
diosa que personifica a la vez la tierra fecunda y las aguas fertilizado-
sadas, entre los antiguos Incas, gtan diosa luna, hermuna y esposa del
ras, <.Tierra madre y Venus marinar, Thetis, omadre de veinticinco ríos
sol que más tardíamente será asimilada a <Pacha-mama>, la tierrl ma-
y de cuarenta océanidasu que se unen etimológicamente a le ra;iz uThe>
drerrT. Entre los bambara,Faro, el gran dios del Níget, tiene a menudo
que significa chupar, mamar. Jungt{' queda igualmente sorprendido
forma femenina, su cuerpo lleva dos aletas en las orejas y acrba en una
por esta presión semántica del gran arquetipo sobre la semiología del
cola de pez trt. En la tradición hindú h.y asimilación frecuente de la
lenguaje: subraya el parentesco latino enffe ncoter y materia, así como
Gran Madre a un rio: el Gangá celeste, depósito de todas las aguas te-
la etimología de la u/é griega que primitivamente significa <madeÍa)),
rresües. En la tradición avéstic a Ardui significa tanto <El Río> como <La
pero que en mayor profundidad remite a la raiz indogermánic a sú, eue
Damarr. En persa, Ardvisúra o Anahita es el .,manantial de agtra de vi-
se encontraria en úo, <.mojar, hacer llover>, (uetos, la lluvia). En iranio,
dau mientras que los Vedas llaman a las aguas rnátritarnab, <las más ma-
sutlt significa ala vez <jugo, fruto y nacimiento, st¿tl¿s, eo latín quiere
ternales>. Estaasimilación reaparece en Occidente , yt que el río Don de-
tre, decir embar^zo. En babilonio, el término pú singifica a la vez fuente
bería su nombre a la diosa Tanais. Don y Danubio son , según Przyluski
r'{o Cfi.
Ltt Cfr. infrc, pp. ll8 y ss. JuNe , Libido, p. 208. Cfr. Isaías, XLVIII, 11.
r4r PnzylusKt,, op. cit., pp. 36-37 y ss.
116 Cfr. supra, p. ?01. t42 Cfr. Let.t, Contes, p. 84.
rt7 Cfr. H, G. R,, I, p. 2ol y Lrt.r, op. cit., P. 84; cfr, DoN T,uav¡svt, op. cit., t4) op, cit., p. 148.
p. 42),la plegaria a la qSeñora del Océano del Ester. t44
Cfr.PnzyLUSKr, op, cit., pp . )9-41.
r38 p¡s¡¡RrEN op. cit.,p.4l. rit
ttg Cfr. PnzyrusKt, Grande Déese, pp. 26-27 . Cfr. JuNc, Libido, pp . 208, 226.

2r4 2I'
de río y vagina, mientras que nagbu, fuente, está emparentado con el revalorizar lo que está devaluado, hacer pasar el mercurio mediante un
hebreo negeba, hembrat46. Por último, si se apela a la etimología de verdadero retroceso, de su aspecto aquáster a su aspecto yliáster. La su-
los nombres occidentales r47 de las diosas madres, enconffamos tanto en blimacióin alqu-rmica, rematando una completa filosofla del ciclo acce-
Melusina como en la <.Mermaid> inglesa o en la <Merewinu de los nibe- de, pues, a una simbólica ascensional que, superando las premisas in-
lungos, que la feminidad y la lingüística del agua no son más que uno volutivas que consideramos en estos capítulos, hace de la alquimia una
en la denominación de la uMarfaye> primordial. Vemos, pues, que simbólica completa, que funciona sobre los dos regímenes de la
cualquíera que sean la filiación I :l sistema etimológico qu.e se escoja, imagen \ta.
siempre se encuenffan los vocablos del agua emparentados con los Volvamos, pues, al aquáster melasino. Como hada de las aguas, es-
nombres de la madre o de sus funciones y con el vocablo de la Gran tá estrechamente emparentada con Morgana, <,nacida de la marrr, con-
Diosa. trapartida occidental de Afrodita, <(quien a su vez e stá en estrecha rela-
En la tradición occidental moderna, que ilustra la doctrina alqu-rmi- ción con la Astarté preasiitica)>ltt. Lo mismo que los César invocaban a
la madre Lousine habitante de las aguas es el nombre propio del
cL,, la Madre venusina, muchas familias francesas pretenden descender de
aquaster de los alquimistas r48. Este último es el principio de la <,materia la madre Lousine, tal como los Sassenage, los Luzignan,los condes de
cruda, confusl, grossa, crassa, densarr. Principio del alma vital que, de Toulouse y los Plantagenét rt6. Este personaje primordial, que el cristia-
todas las concepciones de Paracelso, sería aquella <que más se acerca L nismo medieval vatará, de valorizu negativamente apoyándose en el
la noción de inconscienter> rae. La imagen de la Madre Lousine sería, Régirnen Diurno y los ideales de la üascendencia , teaparece en nume-
pues, una proyección del inconsciente abisal, indiferenciado y original, rosas leyendas minimizado, devaluado o simplemente ridiculizado, con
teñido, eo la doctrina jungiana, por la feminidad propia del inima <(patas de oca)>, Mama Oca o Reina Pedauca, ex-nzatronae convertidas
masculina. Este aquáster melusino no sería en la Gran Obra otra cosa en <(estorninos>. Pero la Iglesia no llegará nunca a desacreditar comple-
que el mercurio de los alquimistas, representado a menudo bajo los tamente a las ubuenas damas' de las fuentes, las hadas. Lourdes y las
rasgos del viejo Hermes, <.unión del arquetipo del inima y del sabio innumerables fuentes consagradas a la Virgen Madre testimonian esta
antiguo>. Según Basile Valentinrio, este mercutio es el uhuevo de lana- resistencia fantástica a las presiones del dogma y de la historia. Los vo-
turaleza>, madre de <todos los seres engendrados por la bruma tene- cablos que la ortodoxia otorga a Maria están, por lo demás, muy cerca
brosa,r. El mercurio tiene el doble significado de plata viva, es decir, de de los que se dispensaron antaño a la Gran Diosa lunar y marina rt7. La
metal, y de alma cósmica. <El uabajo de la alquimia consistía princi- liturgia la llama <.luna espirituxl>, <estrella del mar>, <.reina del océano)>
palmente en.separar laprim,era. Tzaterio, es decir, el caos, eo un princi- y Barrow rt8 nos cuenta la estupefacción de los jesuitas que evangeli-
pio activo, el alma, y un principio pasivo, el cuerpo y luego a volverlos zaÍon China cuando observaron que estos vocablos eran los mismos que
a unir bajo el aspecto de personajes por medio de la conjunción de las los chinos aplicaban a Shing-Moo , la Stella maris china. Otros t;r |¡¿¡
Bodas Químicas... de esta alianza nacla. el Filius sapientiae o pbilosop- subrayado el sorprendente paralelismo que existe entre la esposa real
/toram, es decir, el mercurio ffansmutado>rir. Desde luego, Jung pare- Má,yá', la madre de Buda y la Virgen Madre del catolicismo. Por últi-
ce confundir en el mismo vocablo de Hermes, tanto el viejo s'rmbolo mo, eo nuestro propio folklore, la <.serpiente> Melusina y las Sierpes,
del inconsciente ciegots2 como el ánima feminoide, y el Hermes reali- wiures o aoiares, sus parientes próximos, oo tienen necesariamente un
zado, el Trimegisto, hijo de sabiduría del que volveremos a hablarttl. papel nefasto. Tomando los textos de Jean de Arras y de Couldrette,
Del interesante estudio del arquetipólogo solo nos quedaremos aquí Dontenville 160 ha demostrado la valorizaciín positiva de la Madre Lou-
con el aspecto feminoide del mercurio protoplástico, auténtica agu sine, mujer de Raimondain, casada muy católicamente. Aunque la his-
metálica y primordial. Además, la alquimia tiene por misión esencial toria de esta pareja termina bastante mal, Melusina no deja de ser por
ello un testimonio de prosperidad y de fecundidad. Por offa pafte , h
imistes, p. 42.
198.
95; cfr. arrículo <<Eau>, en Dictionnaire Mytbo- rtí Cfr. J. V. AT.TDREAE , I-cs noces Cbyrniques, pp. 42-64, 89, 120, etc.; cfr. L. Fr-
be cuIER, L'Alcbirnie et les alcltinistes,
rtt JUNG, op, cit,, p. L67 .
I t0 Citado por JuNc , op , cit, , p VRr¡NrÍN, Les Douze clefs de la
rt6 Cfr. Do¡¡rm¡rvrrrE, op, cit,, p. 181.
pltilosopbi1, pp. 22-26, 3i, 49; cfr. r57 Cfr. BnTFFAUT, T/te Motlters, lll, p. I84.
n, pp. 127, 169, 3L4. Sobre Para-
rt8 Citado por HanDrNG , op, cit., p. 107.
celso, cfr. R. AIENDy , PArAce/se, /e
Itl JUNG, op. cit., p. 6i. ttq Cfr. BunNouF., Vase sacré, pp. 1b5 y ss., It7 .
r52 Cfr. suprd, p. 87 . 160 po¡TErwrlrE op. cit,, p. 192; sobre la mujer-pez, prenda de riquezas, cfr.
Itr Cfr . infra, p.288. L¡¡tIHARDT, Do,cuments néo-calédoniens, p. 470.

2r6 217
toponimia nos ha conservado numerosos Lusigny, Lésigné, Lézignen,
la conciencia imaginante , eo la Gran Diosa cíclica del drama ag(rcola,
Lésigney, secuela de un fervor melusino antaño muy extendido. Esta
rehabilitación del eterno femenino entraña naturalmenre una rehabili-
tación de los atributos feminizados secundarios: las Melusinas tienen lar-
ga cabellera, el Faro bambara lleva cabellos lisos y negros <como de crin
de caballout6t, y el culto a Venus no sólo está ligado, bajo el reino de An-
cus Martius, al de la cortesana Larent alia y al flamen de Quirinus, sino
que también se le atribuye la protección de la cabellera de las dam ast62.
No obstante, si se estudia en toda su amplitud el culto de la Gran
Madre y su referencia filosófica a le rnateria p-rirna, se advierte que osci-
la entre un simbolismo acuátic9 y un simbolismo telúrico. Si É Virgen
divina maternidad de la tierra es ciertamente una de las más antiguas;
es Ste/la rnais, también se le llama en un viejo himno 163 del siglolxl
<tetta non arabilis quae fructum parturit>. Piganiol rs observa que si el en cu solidada una de
lasm de parir China,
culto a Venus está vinculado en Rr ma a la gens Cornelia, fiei al rito
de la inhum aci6n, esta valencia telúrica está en continuidad con la va-
en el , eo Afri , eo Pa-
raguay, lo mismo lo hecTen los antiguos griegos y romanos, permite
lencia acuática, puesto que las diosas de la tierra son prorecroras en lta-
lia, de los marinetos: <Foftuna sostiene un gobernalle y Venus, corno
aftrmer la universalidad de la creencia en la maternidad de la tierratT2.
Por otÍa parre , lq pu;eja divina cielo-tierra es un leia rnotia de la rñito.
Afrodita, protege los puertos'r6t. Piganiol dá una explicación histórica
logra universal. Eliade enumera en toda una pigina las leyendas relati-
y tecnol1gica de esta curiosa ambivalencia. Los mediterráneos rechaza-
vas le pueja divina, espigadas desde el Urd a las Montañas Roco-
dos hacia el mar por los indoeuropeos se habrían transformado, de ^
sas r73.
En todos estos mitos la tierra desempeña un papel pasivo, aun-
agricultores que cran al principio, en piratas y marinos. O también,
que sea primordial. En el vientre (materno del que han salido los hom-
puede suponerse que en las riberas italianas los Pelasgos difundieron
bresr, como dicen lso armenios r74. Asimismo, las creencias alqu'rmicas y
cultos ctónicos que se fusionaron con los cultos indígenas de las diosas
rnineralógicas universdes afi
marinas. Resulta ademís curioso que este culto a las diosas agricol¿s y
dras preciosas, el seno dond t
marítimas se encuentte en las costas de España e incluso en el litoral
muestta que esta creenci a la
atlintico de la Galiat66. Para offo historiador de las religiones16T, exris-
nas del Transvaal, así como
úria una diferencia sutil entre la maternidad de las aguas y la de la tie-
rra. Las aguas se hallaban ..al comienzo y al fin de los acontecimientos
mia, por oúa pafte, oo nta
gestación en el Athanor los
cósmicos)), mientras que la tierra estaría <en el origen y el fin de toda '¿
vidau. <Las aguas preceden a toda creación y a toda forma, la tierra pro-
nrños
t
en las en
grutas ^ eo
Ls grutas, las
fuentes. La tierra, corno nte
duce formas vivientes.>> Las aguas serían, pues, madres del mundo,
erle
mientras que la tierra seria madre de los seres vivos y de los hombres.
úri-
Nosotros, sin de tenetnos en las explicaciones históricorecnológicas ni en
iza-
la sutil distinción de Éliade, noslontenraremos con insistir-.n el iso-
ale-
morfismo completo de los símbolos y de la iconografiade la Madre su-
prema donde se confunden virtudes acuáticas y-cualidades terrestres. bras que designan la tierra tienen etimologías que se explican po! la
Pero sólo más tarde la <materiau primitiva, cuyo simbolismo esrá cen-
intuición esp aciel del continente: <Luga r>, <zona>, <provinciar, o por im-
trado en la profundidad ctónica o abisal del rr'1..zo, se transforma, eo 168 Cfr. Érr.ron, Traité, p. 211.
taq Cfr. Éu.ro¡, Forgeróns, p.42. En egipcio bi signifrc alavez útero y galería de
"t D"*-*N op. cit,, p. 41.
162 Cfr' Dumrzi, mlna.
IndolEurcl p. 118; sobre el importanre papel atribuid o a,lacabe- tzo
llera y al peinado en la erótic" á.'Ét nl"ria, [u¡on, Traité, p. 2L7.
cfr. nr-Rh- ErwrN op. cit,, pp .204-205 y r7r Cfr. la imponante obra de DrcrntcH, Mutter Erde, ein Versacb aber Volásre-
320-32t.
t6t Citado por ligion,
Lu Cfr. PrceNr . 226. r72 Cfr. Err^ron, Traité, p. 218.
t0- l I t. r7t Cfr. Eu¡,or, Traité, p. 2I3.
t6J oP. cit., p.
r74
166 Cfr. Ptc¡¡.¡l
3.
ep. ,¡t., p.211.
17, E¡.l,ror, Forgerons,pp.46,48,49; cfr. BRcHnnRD, Formation de l'esprit scienti-
t67 Qf¡. Éu,ror
fique, p. 247 .

2t8 2rg
puede dormitar a salvo en su seno...Dr84. En Brentano, el arquetipo de
la Virgen Madre está curiosamente unido al estanque y a las tinieblas,
así como a la tumba de la heroína Violeta. En una cafta a Softa r8t, el
isomorfismo está reforzado más por el tema de la bienamada desapare-
cribe que la mujer (es la flor nacida cida y por el recuerdo personal de la propia madre del poeta. Brentano
ari
dial
t.::I%j1';;,l',:'nlm:;l*f
con las leyes di Manú y {rt firAo
pone de manifiesto qge el culto de la Virgen €stá migicamente unido a
su propio nombre de Clemens y al recuerdo de su madre.
Pero el isomorfismo nocturno presenta la mayor intensidad y cohe-
para ina son una sola .ot" r7a. Asimis- rencia en Novalis y en Tieck. Desde el principio de Heinriclt aon
mo, rrgo como en Verhaeren esa unidad Ofterdingents6 el poeta sueña con que peneüa en una esffeche gergan-
madre , la tierra y l^ noche. El culto ta que desemboca en una pradera en la vertiente de una montaña en la
nticos no serí a otrl cosa que una que se entteabre una gruta <donde brota un chorro de agr luminoso
a la madre. como el oro fundidor. Las paredes de la gruta están revestivas de ese
l, esta gran materialidad envolven- díquido luminoso>. El poeta moja su mano en el estanque y humedece
alqu'rmir tte y los esbozos de racio- sus labios. De pronto se ve asaltado por un irresistible deseo de bañar-
se, se desnuda y desciende al pilón. Entonces tiene la impresión de es-
tat envuelto en una <.bruma enrojecida por el crepúsculo>, cada onda
udel adorable elemento se ceñía contta él como una garyanta amorosa>.
El raudal parece formado por el cuerpo de <jóvenes encantadoras di-
e recobra espléndidamenre La cbu- sueltas en él>. Ebrio de delicias, el poeta nada voluptuosamente enffe
ga y human itariar> que el abate las estrechas paredes de la caverna y se duerme beat-ficamente. Enton-
la madre de Dios mientras las ces tiene un sueño en el que una misteriosa flo r azul se metamorfosea
Aure /ia. pero nadamejor que .t ;Xll?.tH-"Tr*?lflffi:' ?":X: en mui.r y que acaba con una visión de la madre. Más adelante r87 , la
tuición de la femineidad bienhechora. Todos los escritoris del orro i"- umadre-flor-azul> se convettiti en Matilde, la prometida, encontrada
otra vez en el sueño, €o el fondo del Í'ro, ubajo la bóveda de la corrien-
xx se clasifican, como decía Jean te azulr. Al analizu este pasaje es imposible no advertir el isotopismo
s <.genios femeninos>> r82.
Todoi na- del aguo, de la noclte, del bueco, de los co/ores, de la tibieza y de la
arita. El isomorfismo de casi todos
tos capítulos se encuentra en los ferninidadtss. Todas estas imágenes gravitan en una especie de diná'rni-
ca bastante incestuosa en totno al esquema de la peneffación viviente;
pecialmente en su novela Anton siendo el arquetipo de la onda materna inseparable de los esquemas de
Reiser-, de Frentaoo, de Novalis
dingen í .r el Runrrirrg d. Íie.k" la deglución sexual o digestiva.
dre está unida al acontecimiento de En el Runenbergtar 6ls Tieck se descubre un texto muy parecido a
ese comienzo de la novela novalisiana. También en él el isomorfismo está
constituye el tema del refugio que r
te: <Pe queña isla afortun ada sobre muy acentuado y resume esta constelaci6n que invierte los valores feme-
un mar rormenroso , feliz quien ninos eufemizindolos. Los s'rmbolos de la gruta, de la grieto de la roca, de
los colores, de la cabellera, dele rnúsicaestán unidos al de la muler qae se
176 Cfr. Érrnor, Traité, pp. 2lL, 2L6.
r77 Citad,o por BacHELARD, Repos, p. 207. desnuda. Peto nos vemos obligados a citar el pasaje entero, por lo im-
r78 Cfr. portante que es cada palabra en la constitución del isomorfismo que es-
Euaor, Troité, p. 227.
ttg Cft- Ér,l.to¡,
lorqerons et alcltimistes, p. 218; la alquimia china que recoge ciertas
rudiamos: <... ella se quitó de la cabe za una, tela dorada, y una larga
prác-ticas del Yoga tintrico recomienda oextraér la esencia áe la hembr"
lle de donde el mundo ha sdidoo.
-irt.rioia, el va-
t84
l8o Cfr. C¡tu¡R, I
l8t
r8l En esra luga e de la cabellera femenina; cfr. C¡r- 186
LIER, op. cit., p. 178, béros, p. lg2. Sobre las imágenes 187
de la madre ecuitica en Michelet, Quinet, "17g.
nan, cfr-. B,IcHEIARD, Eaa, p. 188
182 Citado por BÉcurN, op. cit., l, p.
4 l89
r83 Cfr. BÉcurN, op. cit.,l,pp. 2940.

220 22r
cabellera negra desplegó la magnificencia de sus bucles hasta más abaio sunealismo enumera las múltiples metáfons acuáticas que pueblan la
de sus cadeias; luego se desabrochó el corpiño... d fin desnuda emPe- obra de André Breton: fuentes, barquillas, ríos, navíos, lágrimas, espe-
z6 acaminar por la sala; su pesada y oscilante cabellera formaba en tor- jo del Lgra cascadas, toda la, imagineria de las aguas es rehabilitada
no a ella un sombrío mar ondulante... al cabo de un instante sacó, de por el poeta, sometida al arquetipo supremo, al s-rmbolo de la rnulertet.
un arc6n precioso y dorado, una placa toda chispeante de gemas in- Porque la mujer <ocupa en la tabla de valores surrealistas el lugar de
- crustadas:
rubles, diamantes y otras... fulgores tornasolados azules y Dios> y los textos udonde se expresa esa adoración arrebatada son innu-
verdes... en el seno del joven se hab': abierto un abismo de formas y dé merablesuteT, y puede citarse un largo episodio del Paysan de Paris
armonias, de nostalgia y de voluptuosidad, melodías melancólicas y donde Aragín vuelve a descubrir el fervot novalisiano: la mujer es ante
alegres pasaban por su alma, que se conmovia hasta lo más hondo...)>. todo la luz nocturna; en ese fragmento volvemos a encontraÍ tumbién
No puede darse un isomorfismo más completo, y Tieck no nos permite la expresión misma de Novalis a propósito del baño de feminidad:
senrir del todo la ambigtiedad de los valores que ocultan los s-rmbolos <Mujer sin l'rmites, eo la que estoy enteramente bañado...)), pues la in-
feminoides que, pese ala seducción que de ellos se desprende, conser- mensidad femenina va acompañada del normal e isomorfo fenómeno
van siempre su regusto de pecado. No obstante, pese a esta vacilación de gulliverización tan caro a Baudelaire: <<Montañas, oo seréis más que
moral heredada del Régimen Diurrto, todas las imágenes de la tierra y la lejmia de esa muj.r... he aquí que yo no soy más que una gota de
del agua contribuyen a modelar un ambiente de voluptuosidad y de fe- lluvia sobre su piel, el rocio...> Finalmente, la poesía surrealista, ahon-
licidad que consdtuye una rehabilitación de la feminidad. dando el arquetipo hasta el fondo, encuentra el gran esquema de la
Ete¡no feme nino y sentimiento de la natutaleza van unidos en lite- deglución: las fluideces del modern style de un Gaudí o la fascinación
Íatvra. No cuesta ningún uabajo demostrarlo en la obra de E. Poe de Dalí por lo ublandou en oposición a lo uduro>, definen esa ubelleza
donde <el agua superlativaureo, verdadero aquáster poético, nos remite comestiblerr, base de la estética daliniana'e8.
ala obsesión por la madte moribunda. Cierto que, como ya hemos di- Si, para tetminar, entrarnos en el plano de la ftanca psicopatologia,
cho trt, la imaginación de Poe es profundamente mórbida, impresiona- vemos que la constelación maternal coloread" y acuitica, orientada por
da por la muerte de la madre; sin embargo, a üavés de la lúgubre y el esquema del descenso, desempeña el mismo papel lenificante que
moiosa delectación acuitica se adivina el grun tema reconfortante del en la poesía. El esquizofrénico obsesionado por el esclarecimiento entta
agva materna. Tanto que la, analistare2 de la obra del poeta emericano en la vía de la curación al tiempo que se efectúa una realización simbó-
puede insistir, con raz6n, eo la virtud eufemizante de le ensoñación lica del re torno al vientre matetno , y la poesía de la psicosis se une en-
icuática: <El mar es... esa criatura refugio, esa criatura nutricia... el tonces a la del romanticismo novalisiano y del surrealismo en una visión
elemento acunador.> Y esto explica tanto las imágenes novalisianas co- donde se mezclan inextricablemente el vientte matetno, la feminidad,
mo las ubarquillas, lamartinianas. El poeta del Lago escribe en sus el agua y los colores: <...me sentí deslizar en una paz maravillosa. Todo
Confidences: <El agua nos lleva, el agua nos acuna, el agua nos duer- era. verde en mi habitación . Creia estar en una charca, lo que venía
ñe , el agua nos devuelve a nuestra madre a ser para mí como estar dentro del cuerpo de mtmi... me encon-
imagin aci6n acuática llege siempre a exo rcizu sus terrores y a, úLnsfor- uaba como en el Paraíso, €o el seno materno>. Este..descanso en el vet-
mat toda amargtJra heracliteana en cuna y en tePoso. de> está además ligado al gran arquetipo del alimento primordial que
Es enffe los surrealistas, esos románticos exacerbados, donde el estudiatemos más adelante ree.
mundo del agua es también <en muchos aspectos objeto de una espe- En todas las épocas, pues, y en todas las cultutas los hombres han
runza fundamentalu re{. Muy agudamente Alquié observa que ese agua imaginado una Crran Madre, una mujer maternal haciala que regresan
poética no está relacionada con la purificación, <lo está más bien con la los deseos de la humanidad . La Gran Madre es, con toda seguridad, la
fluidez del deseo, y opone al mundo de materia sólida cuyos objetos se entidad religiosa y psicolígica más universal, y Przyluski puede escri-
pueden consffuir en máquinas, uo mundo cetcano a nuestra infancia bir: uAditi es el origen y Ia suma de todos los dioses que están en ella.u
donde no impetan las constrictivas leyes de le raz6n> ret. El filósofo del Astarté, Isis, Dea Syria, Máyá, Marica, Magna Mater, Anaitis, Afrodi-
lro BAcI{EL^RD, fuu, p.64.
r9l Cfr. sapftt, p. 89. 196 Cfr. A. Bn¡roN, Le Poisson soluble, pp.77,83. Breton observa en esas páginas la
Lez M. BoNnpARrE E. Poe, p. 367. intuición fundamental del tao-smo. Cfr. L.to-Tsú, Tao-Tei-King, cep. 8, p. 78; cfr.
193 Lau,rnrrNr, Confidences, p. 11;citado por B,rcHELÁRD, Eaa,p. 178. Sobre el te- CoHN, op. cit,, p. 16.
ma del lago y de la barquilla en Stendhal, cfr. Dun,rNo, Le Décor mytbique, II, 3. re7 ArquÉ, op, cit., p. 117.
re4 ArqurÉ, Pltilo, da sunéalisme, p. L04. qEl surrealismo hijo del frenesí y de la 198 Cfr. S. Dtú, <De la beauté terrifiante et comestible de I'architecture modern'sty-
sombran, escribe An.rc,oN (Le Paysan de Paris, p. 40). le, en Minotaure, n.os 3-4 (1933).
tet ArquÉ, op. cit,, p. 101. tqq Cfr. SÉcruu,ryn,Journal, pp. 82 y ss.; cfr. infra, p. 229.
222 223
t?, Cibeles, Rea, Gea, Demeter, Myriaffi, Chalchiuhtlicue o Shing- sidad de volver a la propia casa>>, escribe Éliade ror, poniendo de esra
Moo son sus nombres innumerables que tan pronto nos remiten a forma de manifiesto profundamente, en el seno del iimbolismo de la
atributos telúricos, como L epítetos acuáticos, pero que son siempre intimidad, el isomorfismo del retorno, de la muerte y de la morada.
símbolos de un tetorno o de una nostalgia. Podemos comprobar, pues, Los Vedas, igual que numerosas inscripciones sepulcrales latinas, con-
para acabar, el perfecto isomorfismo, eo la inversión de los valores diur- olario de estos riruales
nos, de todos los s-rmbolos engendrados por el esquema del descenso. concepción anrifrásica
El masticamiento se eufemiza en deglución , la caida se frena en des- los enfermos. En nu-
censo más o menos voluptuoso, el gigante solar se ve mezquinamente merosas culturas, en Escandinavia, por ejemplo, al enfermo o el mori-
reducido al papel de pulgarcito, el pá jaro y el vuelo son reemplazados bundo se le enterramiento o mediante el simple
por el pez y . La amena za de las tinieblas se transforma paso por el Por último, muchos pueblos enrie-
-.1.a:gpllmiento
en una santdad bienhechora mientras que los colores y tintes sustituyen rran a los m osición fetal, poniend-o de manifies-
ala luz pura, y el ruido, domesticado por Orfeozoo, el héroe nocturno, se to nítidame luntad de vei en la muefte una in-
cambia en melodía y viene a reemplazu por lo indecible la distinción versión del tertor naturalmente experimentado y un símbolo del reposo
del habla y de las palabras. Por último, las sustancias inmateriales y primordial. Esta imagen de un reffoceso de la vida y de la asimila?iOn
bautismales, el éter luminoso, son suplantadas en esta constelación por encuentra no sólo en la expre-
las materias que se excavan. El impulso activo invocado a las cimas, el .
que hemos podido comprobar
descenso magnifica la gravedad y exige la excavación o la zambullida iños de cuaüo a siete años que
en el a,gtJa y la tierra hembra. La mujer o terresüe- noctur- de una edad
na, de adornos multicolores, rehabilita la-acuitica
carne y sus cortejo de cabelle- avanzada los viejos se vuelven nro*rJrtffi:#irtfi"fi,1'lt
ras, de velos y de espejos. Pero la inversión de valores diurnos, qüe de la muerre la que permite el
eran valores del escalonamiento, de la separación, de la partición anal't- iso que se produce por-medio de
tica, entraña como corolario simbólico la valo rizaciín de las imágenes la rte en cuna migica y Uie.rhechora
de la seguridad cerrada, de la intimidad . Ya el acoplamiento ictiológi- porque es el l-ugar del últiTo reposo. El historiador de las religiones 208
co y el apelotonamiento matetno nos hacian presentir esta simbólica de no tiene que hacer gran esfuerzo pafa poner de manifiesto, ranto enüe
la intimidad que vamos a estud iar a continuación. los pueblos más primitivos, australianos, altaicos, como enrre los incas
civilizados , la práctica corriente de acostar al bebé en el suelo mismo.
Ptáctica de la cuna telúrica con la que se relacionan los rituales de
abandono o de exposición de los recién nacidos sobre el elemento pri-
II. LOS SÍMBOLOS DE LA INTIMIDAD
mordial, agua o tierra. Al parecer, :n todos los folklores esre abandóno
sobredetermina a(tm el nacimiento milagroso del héroe o del sanro con-
El complejo de retorno ala madre viene a invertir y a sobredetermi-
cebido por una virg-en- mitica. El abandóno es una especie de reduplica-
nar la valo rizaciín de la muerte mis ma y del sepulcro. Podría dedicarse
ción de la maternidad y una especie de consagraci 6i a la Gran lrtadre
una amplia obra a los ritos de enterranziento y a las ensoñaciones del
elemental. 7eus, Poseidón, Dionisos, Atis haá compartido el destino
reposo y de la intimidad que los estructuran. Incluso pueblos que utili-
de Perseo, de Ión, de Atlante, de Amfión, de Edipó, como el de Ró-
zan la incineración, practican el entierro ritual de los niños. <.Terra
mulo y Remo: el de \Tainamoinen como el de Malsi, el Moisés mao-
clauditur infans> escribe Juvenal zot, y las leyes de Manú prohíben inci-
ri2oe. En cuanto al Moisés judío, la cuna arco, cofre y barca alavez,le
nerar a los niños. Numerosas sociedades asimilan el reino de los muer-
sitúan naturalmente en-ese
tos con aquel del que vienen los niños, como el Chicomoztoc, ..lugar de .encajamiento fantástico donde la reduplica-
las siete grutasu del antiguo México 202 . <rLa vida no es nada más que la ción sólo cede ante la obsesión del reposo que confiere la inmortaüdad.
separación de las entrañas de la tierra, la muerte se reduce a un retorno
al hog ar . .. el deseo frecuente de ser enterrado en el suelo de la pauia 2o3 Eu^to¡, op. cit., p. 222.
no es más que una forma profana del autoctonismo místico, de la nece- ,:1 C\ o1t, cit., p.22L,y Atlt. Ved., XII , r-14; XVIIL,4-48: Rig Veda, X, 18.
20, Cfr. Eunor, Traité, p. 220.
200 z06 ps/i¡i6a, 270, d-e.
Cfr. Gn¡ufl op. cit,, artíc-ulo__QrPbée; cfr. L. C¡ruER, <Le Romantisme et le my-
207 Cfr. ScHUHL, Fobulation platon., p. 98, y Meraeilleux, p.
the d'Orphée>, en Communic. du IX Cong,ris de l'Associotion Internationale-dei Éto G7.
des frangaises,
zoa [s¡op, Traité, p.2I9.
2or Citado por Euaon, Traité, p. 220. zo't Cfr. Éu^rn¡, Traité, p. 219; cfr. B.ruDoutN, Le Triornp/te du /téros, pp. ll, 43.
2o2 Cfr. SousrErrF op. cit,, p.
t1. t2r.

224 22'
Puael analista del reposo y sus sueños2r0, vientre matetno, sepulcro y beración, , de la materialida
sarcófaso, están vivificados por las mismas imágenes: las de la hiberna- reposo. E , practicado en las
ción dá los gérmenes y del sueño de la crisálida. Se tÍata d-. _.tt <Jonás hr y espe editerrinea esrá
de la muemé>, y el acoplamiento de las tumbas responde al de los_gér- cta en una supervivencia larvada, doblemente encerrada en la inmovili-
menes. Edgard Poe, réforzando con tres ataúdes la protección de la dad del cadiver y la paz del sepulcro; por eso se atiende al cadáver, al
momia ya iajada con cintas, oo hace más que acertar con la intuición que se rodea de alimentos y de ofrendas y al que a menudo se inhuma
ritual de los antiguos egipcios que multiplicaban las _garantías de repo- en la casa misma de los vivos 2r7. El isomorfismo de esros s'rmbolos del
so y.de intimidad del despgio mortal: mott?i^, vendas, máscaras mor- reposo y de la intimidad funeraria se concreta por las divinidad es Lares,
tuonas, vasos canopes pará las víscetas, acoplamiento de sarc1fagos_ an' divinidades familiares, encarnación de los Manes, eue habitan en casa
tropoides, de habilaciónes y de habiticulos funerarios. Y: iqgé decir de los vivos y exigen su parte diaria de alimentos y de atenciones.
2tr. Como La
de los chinos que taponan los siete orificios del cadive¡7 Esta eufemizaci1n del sepulcro y la asimilación de los valores mor-
crisálida, h mómia es a, Ia, vez tumba y cuna de promesas de supervi- tuorios con el reposo y la intimidad, se encuentra en el folklore y en la
vencia. Nuestra misma palabra <(celnenterio> nos lo indica con su eti- poesía. En el folklore , la intimidad de las cámaras secretas oculta a las
mología, Aoimétérion, que quiere decir cámara nupcial 2r2.. Al patecer, idas de nuesüos cuentos 2r8. El mo estas
es enla tumba misma donde funciona la inversión eufemizante: el ri- ocultas es nuestra Bella durmiente ver-
rual moftuorio es ant'rfrasis de la muerte. Todas esas imágenes ..insec- nlva de los nivelungos, Brunilda, I es le
toidesu tienen la misma intención que las estructuras, según observa
-
q.ue
4g.I*:, cubierta con una cora;z^, eo el fondo de un castillo solita-
Bachelard : la de sugerir la seguridad de un set encerrado, de un ser rio. Símbolos claustrornorfos donde es fácil reconocer una eufem izaci1n
ublandamente ocultó y fajadorr,, de un ser udevuelto a la profundidad del sepulcro. En cuanto al sueño, no es más que promesa de despertar
de su misterio,> 2r3. H"y una claustrofilia profunda en la ralz de toda vo' que vendrá a realizar en el milagro de la intimidad nupcial, Sigul o el
luntad de conservar el cadáver. Príncipe encantador. El mismo mito se encuenüa en los hermanos
El sepulcro, lugar de la inhumación, está unido a la constelación
ctónico-lünar del Régirnen Noctumo de la imaginación, mienffas que
los rituales uranianoJ y solares recomiendan la incineraci1n2ta. Hay en
las prácticas de la, inhumación, e incluso en las de la doble inhuma-
cióri, una intención de conservar a,l máximo el despojo carnal, cierto
respeto po{ la carne o la. reliquia, o sea, gue no conoce apenas el c.ata-
nsmo uranrano ni el espiritualismo solar, los cuales, como hemos visto,
se conrenran con el trofeo ctaneano. La difere ncia de los ritos funera- Para los poetas, por el contrario, la muerte es valorizada explícitamente
rios implica, como ha mostrado Piganiol 2tt, una profunda diferencia al mismo tiempo que el crepúsculo y la noche, como hemos visto 220.
cultural. Por ejemplo, los cananeos practicaban un rito de inhumación De ahl la delectación mórbida que se encuenffa a menudo en la poe-
ctónica y fueron perseguidos por los israelitas nómadas, iconoclastas de sía, tanto en la leve necrofilia baudelaireana como en el culto lamárti-
fercz monoteísmo uraniano. Asimismo, la estatuaria egipcia , la esta- niano del otoño, en la afición romántica por la uultratumba> y, por úl-
tuaria india o mexicana, están vinculadas con el complejo del naci- timo, eo la atracción que ejercen, la muefte y el suicidio sobre Goethe,
miento y con los ritos de reinvolución fetal, mientras qu9 según Novalis o Nodier22r. En Moritz, a quien cita Béguin, se ve claramente a
Rank zrc l^ esratua ria griega persigue un proyecto de emancipación y de la muerte invertirse, transfotmarse en el dulce despertar del md sueño
restablecimiento de fbrmas significativo de un esfuerzo cultural de li- que sería la vida tertena: <¡Nos resultan tan confusas tantas cosas de
2t0 Cfr. B,rcu¡rnRD, La Tene et les réueries du repos, pp . 179 y ss.
aquí abajo! , es imposible que éste sea el verdadero estado de vigilia...>
2rr Cfr. Gn.rNET op. cit., pp. 375 y ss.; cfr. H. G. H., I, PP. tl2ll6. Ijl claustro, la tumba, ..la tranquilidad de la muerteD aparecen tanro en
2r2 Cfr. JuNc, Lbido, p. 208.
zlt B,rcu¡r,rRD, op. cit., p. 181. 217 Cfr. PlcANroL , op. cit., p. 90.
214 Cfr. PrcANroL, op, cit., y H. G, H.,l, pp. 142, L53. 2rB Cfr. L¡¡a op. cit., pp. 70, 77, 81. El autor vincula intuitivamente el tema de la
zrt Op. cit,, p.91. lx'lla dormida al csimbolismo del agua>, título de uno de sus capítulos.
zrc ¡,¡¡. R,rNk, Traumat, noiss,, pp. L76-178. Es notable que la estatuaria egipcia zte Cfr. Ln,t, op. cit,, p. 78; cfr. B,ruDoutN, op, cit,, I,p.244; cfr. el tema de la be-
produzca la misma impresión en V. Hugoi para el poeta es el emblema del secreto, de la lla <lormida en Stendhal, en k Décor rnytbique, op. cit., II, 3.
hár."t^, del escondrijó, todo ello dotado de cierto sentimiento de horroi rebuscado; cfr. 220 Cfr. suprd,
p. 249.
B¡,uooutN, Z. Hugo, p. 150; cfr. M¡,nnux, Métam, des Dieux, I, p. 9. 22t Cfr. BnuDourN, op. cit., pp.79,88; II , p. 3O7.

226 227
el relato de Anton Reiser corno en el de Hartkngpf". Para G. von del Régirnen Diumo en una antlfrasis verd adera y múltiple del destino
mortal. Extrapolando las conclusiones del hermoso estudio de M. Bona-
<(un ani-
Schube rtz2r la muerre es también un alba y la paz del sepulcro
la y:?^t^1-tT,lo parte , Due/o, necrofi/ia y sadismo2st, podría pensarse que h^y conti-
á"iI"-i.rrro bienhechor,> , Ll estar el es
alma en muerte
joven nuidad entre la manifiesta necrofilia de un Bertrand y de un Ardisson,
*orno en el seno materno>. A Novalis la mue te dramitica de su
la necrofilia inhibida o sublimada de un E. Poe, tal como M. Bonapafte
pffi;riár i"I;. l. reuela el esquema de la inversión: <La ceniza de las la ha estudiado magistralmente 232, y las rehabilitaciones más o menos
rosas terrestr., ., la tierra natal^ de las rosas celestes, y nuestra estrella
explícitas de la muerte, de la noche y del tiempo tal como las expre-
de la tarde la estrella matutina p^ralos antípodasrr"4. Por último,
Bren-
sa toda la poesia romintica. Entre nosotros, pese a algunos estremeci-
rano ,.rrr-. el gran isomorfismb de la mueite y d: la intimidad mater-
mientos de sagrado terror, heredado del Réginaen Diurno, la muerte se
nal cuando describe: <Madre, protege a tu hijo, el mundo es demasia-
eufemiza hasta la antlfrasis a través de las imágenes innumerables de la
do claro y demasiado frio; pohfe dulcemente en tu brazor muY cerca
intimidad.
Jel umbial de ru coraz6n... >>22t. Asimismo podrían descubrirse enüe
los románticos franceses frecuentes isornorfisrnos de la tumba, de la
Á^di, ¿. las dichas de la intimidad. Po{ ejemplo, P^r^ la Antígona
<<La muette es por tanto Estos dos polos psíquicos, estos dos hitos fatales de la representa-
de Ballánche , Ia tumba es la morada nupcial:
--escribe
la suprema iniciación a la vida inmortal Cellier-r Po-r eso la ción que son el sepulcro y el vientre materno, nos invitan a un estudio
*.r.ri. de Antígona es dulce como una ceremonia nupcialr>226. En la sistemático de los continentes. Jung ztt \7 jalonado el trayecto etimoló-
obra de Hugo pitulan las imágenes de sepulcros, de enclaustramie nto, gico que, en las leguas indoeuropeas, y? de la oquedad a la copa.
y de emparé¿"-ienro asociadós d tema de la intimidad: en La Cons' Kustltos gfiego significa la cavidad, el seno, mientras que Aeutbos
L¡iott e l^panteón es refugio, en Les Misérables un convento de clausuta quiere decir el seno de la tierra, mientras que el armenio Kust y el vé-
á. -.rjerés sirve de lu.rr"d. asilo. No obstante, en Hugo el motivo del dico Kostlta se traducen por ubajo-vientrerr. A esta Ía'tz se unen kutos,
p;";;á" ii.rr. una valoración dudosa, deseado a la la bóve da,, la cimbra; Autis, el cofre, y finalmente kuatltos, el cubilete,
yez2zl . A esre complejo ambiguo de Baudouin 228 cl cáliz. Por último, Jung interpreta de un modo audaz h,urios,'el se-
ñor, que habria que entender como el tesoro arrancado al antro . La
",t:,?rtt3r?:
ii- oquedad, como admite fundamentalmente el psicoanálisis, es anre to-
paraseparar piicológicaménte a la Irlanda cat6' do el lrgano femenino234. Toda cavidad está sexualmente determina-
proresrante . Porque la isla es la <.imagen d", e incluso el hueco de la oreja no escapa a esta regla de la represen-
en, de la madrerrz2e.Hugo estaría ontoge- taci6n23t. El psicoanalista tiene perfecta raz6n al mostrar que h^y un
estancia en las islas : la córcega de su in- trayecto continuo del regazo ala copa. Uno de los primeros jalones de
a por último de su exilio donde curiosa- cste trayecto semántico está constituido por el conjunto caaerna-casa,
menre el poera parece residir vbluntariamente. Esta vocación de exilio tanto hibitat como continente, tanto refugio como granero, estrecha-
insular no serí" rtrár que un <<complejo de retiro>, sinónimo del retotno rnente ligado al sepulcro materno, ya se reduzca el sepulcro a un a c -
a lamadre 2r0. De ahí el gran valoi airibuido por el poeta de los Cltáti' vcrna como entre los antiguos judíos o en el Cro-Magnon ,, yz se cons-
nzens a Santa-Ele na, la isla del exilio y de la mt erte. truya en forma de morada, de necrópolis, como en Egipto o en México.
Esta por la muerre, este entusiasmo romántico Por el suici-
dio, pót "fi.iOn
las ruin"r, por el panteg? y l? intimidad del sepulcrg se rela- 23r M. BoNapARTE , Psycban. et antrbop., p. ll3.
cionan con las valo rizacionér positivas de la noche y rem ata la inversión
2-t2 Op. cit., p. tt4. M. Bonaparte ha demostrado que casi todas
las mujeres a las
(lt¡c Poe amó efectivamente estaban enfermas, incluso moribundas. La legítima esposa
,lcl poetaera una niña de trece años, retrasada mental, minada por la hemoptisis.
222 Cfr. op, cit.,l, p. 190. 2rr
JUNG , Libido, pp. 353 y ss.
22t ótr. óp. t94; cfr. ScHus¡nr: Gescbicltte der Seele, p..7.
cit.,l,p. ))4 B¡uooutN (Triornphe du béros, pp. t7, 58, 61) ha demostrado claramente có-
Nov¡us , Scbrifteo,, lli, f . f al. En una cart,- a Schiller, Novalis expresl-Ynp'27'
224 ansia
r¡¡o cn Lucrecio las imágenes del vaso, del consistente, son antagónicas de todo el siste-
por la -r.rr. y i"d.rÉo-poriiién gle Íoz,.n la necrofilia; cfr. Süna... ll/eráe', IV, rrrrr cpicúreo, del Régimen Diurno que constituye el saber materialista. El vaso se desva-
22, Citado por BÉcuIN, oP, cit., I, P' 198' h¡rit¡ en el mito de las Danaides, la avidez oral se condena en la ascesis epicúrea. Este
226 Cfr. CÉrrrER, op. cit., pp. 88-89,90; cfr. el tema central en la obra de Stendhal' . orrtplejo de destete estaría, según el psicoanalista, en el origen de la melancolía del poe -
de <I¿ prison heureus.rr, .. Lá Décor mythique, ll,, c2.p. 2. r:r y dc su suicidio. Cfr. op. cit,, pp. 66 y ss.
227 Cfr. BauDoUrN , V, Hugo, PP. I28 y ss. zt5
JuNG,Libido, p. 145, estudia el casode los héroes..nacidos por la oreja> como
228 $¡gDoutN, op. cit,, pp- 129, 131.
-Ptyth, ( i:rtgantú^ y el Buda mongol. Un viejo himno eMaria la llama uQuam per aurem conce-
22e po, nnsi;m,;; et sociol,, P. 63; cfr. JuNc, Libido, p' 207 '
J9NES, citado ¡)lSl I D.

210 $¡gDourN , op. cit,, p. rr4.


229
228
Desde luego , la conciencia debe hacer al principio:l esfuerzo p^r^ techo, uniéndose asi a la intuición poética tanro de Dumas como de
exorctzar e invertir las tinieblas, el ruido y los maleficios que parecen Poe244.La etnografl.ta viene a confi
ser los atributos primeros de la cavetna. Y cualquier imagen de la ca- choza china, lo mismo que la cu
vetna está lastrada por cierta ambivalencia. En toda <gruta maravillosa> en comunicación directa con el s
subsiste algo de la ((caverna de terrorr> 236. Se necesita una voluntad ro- mismo pasa por ser la hembra d
mántica de inversión parallegar a considerar la gruta como un refugio, chor> 24t. Esta femini zaciln de Ia ca
como el símbolo del paraíso inicial2tT . Esta voluntad de inversión del
sentido usual de la gruta puede deberse a influencias ontogenéticas y
filogenéticas a la vez: el traumatismo del nacimiento impulsarla espon-
táneamente al primitivo a huir del mundo de peligro, temibl. y hostil, ot. El psicoanálisis 246
h^ sido más
pura refugiarse en e.l
.sustituto cavernoso del vientte materno
238. Tanto que
sensiblg orada y al an-
que un artista intuitivo2se puede sentir de modo natural una correla- tromorfismo lacios íemplos
ción entte la caveÍna ((oscuta y húmeda> y el mundo <.intrauterino>. En- y capillas est
tre la gruta y la casa podría existir la misma diferencia de grado que en- iril" ., -.ry - cia es <Nuestra señorr,r1tl".*: lm:
tre la madre marina y la madre telúrica: la gruta sería más cósmica y pre está consagnda, al menos parcialrrente , a Ia Virg.n
más completamente simb 6lica que la casa . La gruta está considerada en
-"ár..
La casa constiruye, Por tanto, entre el micro.osñros del cuerpo hu-
el folklore como mauiz universal y está emparentada con los grandes ndario, uD término medio cuya
símbolos de la maduración y de la intimidad, tales como el huevo, la mismo, muy importante en'el
crisálid a y la tumba 2a0. Siguiendo el ejemplo de los cultos iniciáticos de Se puede pregunrar: <.Dim e la
Attis y Mitra, la iglesia cristiana supo asimilar admirablemente el poder res. r> Y las confidencias sobre el há-
simbólico de la gruta, de la cripn y de la bóveda. El templo cristiano sobre el cuerpo o so-
es a la vez sepulcro-catacumba o simple relicario sepulcral, tabernáculo as, los psicoanalistas,
donde descansan las santas especies, pero también matriz, teg?zo don- Dogon, s€ muesffan
de renace Dios. Muchas iglesias, así como muchos templos de los cultos unánimes en reconocer en el simbolismo de la ."s" .m doblete micro-
con misterios de la antigüedad pagan4 están erigidos cerca o sobre ca- cósmico d.l cYgrpg, tanto del cuerpo_ material como del corpus men-
vernas o grietas: San Clemente en Roma y Lourdes prosiguen la tradi- tal248 . Las habitaciones de la moiada representan órganos,
observa
ción de Delfos, Hierópolis y Kos 2ar. La cave rna es por tanto la cavidad Baudouin'ae, y el niño reconoce
geográfica perfecta, la cavidad arquetipo, ..mundo cerrado donde úa- ojos de la casa y presienre las en
baja la materia misma de los crepúsculos,r242, es decir, lugar mágico Rilke 2to riene la impresión de ava
donde las tinieblas pueden revalorizarse en noche. por las venas> y ya hemos advertid
Sólo h"y un pequeño matiz entre la grut a y la rnorada íntima, Que infierno intestinal y anatlmico. El
no es la mayorla de las veces más que una caverna ffaspuesta. En efec- sadilla, pero la casa es un laberinto
to, toda morada se implanta físicamente en la cueva, en el hueco fun- ro terror que puede producir aún su
damental, incluso aquella que materialmente carece de cimientos2ar.
Claudel ha puesto en evidencia el isomorfismo que relaciona el vientre 2^a.l tv_rrauLrr
Crcados por
pur B¡,cH¡r¡,RD, . 99,105,
pp.gg,
Df.\uHbL^RD, pp
^,: 16l.
l0), 16l.
materno, la tumba, la cavidad en general y la morada cerrada por su H:t! (orientar), p. t27;cfr.
::: XlrrgT:ounsn, 4io,p/ti/o. ÉunDE, Traité, p.324.
247 Cfr. -Mn
BG fi¡gHELARD, Repos, pp. 194-197 , 200,208. cfr. r*o*r*^ y R;sswERK , <Le resr de la
237 BncH¡r¡,xD, op. cit,, p. 2oo, y R. MlNorn Ludwig TiecÉ,,, p. 250. rnaison>, er
238 Cfr. BnsrrDE, Sociol. et psyclt., p. 3i.
,
Goglt et Seu
istus, ;"fi, J. r 941; cfr. MlNKosK.a, D¿ Van
9-7g.
iii, jT;,*97,-!:,:d;.:/*:y'!:::i
2le Salvador Dnú, Vie secréte, pp. 36-37
()nrnur¡, !p.^t6e,, r,76. B¡.crr¡rnno, Repor, pp.et y ss.;
4'g1o,_p. t73. c*. cnraÚrii sw'ioir;r-;r;; ;;;i;"í";;;"i;;ii"!");
240 cfr. SnrNrvvES,, op, cit., pp. 48, 52; BncH¡rnRD,
Repos, p. zo3iJuNc, Libido, Dieu un temp qa
P.366 It, M.E.o., t9r7).,.pp. 33 y ss., dtnde .l isoÁotfú;:;ríí'íí'í7rí"r:í::í;
1''l_ !T",-1, , 14, LútJór rtu\rlI(¡a
24r Cfr.
JuNG,,op. cit., p. y l, ,rng* -*strual
24
352.
2Or.
il.:1.1.^lfjji.'l',:t::::lJ:i.,*"iTo;
lrtrmenre afirmad*
cfr. BnuooutN,
¡Lr¡rL ar'rrra(ra.
urr. De I/'insti,
DAUDOUIN, ne ¿nstznct..,, p. 190.
se encuenrra particu_

24
este pasaje nos remitimos a la importantísima fenomeno- ll't BruDourN, op. cit., p. lgt.
log? contenida en los capítulos I y II f,e I^a. Poétiqae de l'espa- :]l
zrt 9*.do por Bacn¡rano,, Repor, pp..g7.
ce de Cfr. suprd, p. ll2.

230 23r
microcósmico lo que re como el granero habitación, uo hogar. Hay dos orientaciones simbólicas posibles; p^r^
cervical. La disposición piso o de la cho- algunos la casa debe estat construida antes de convertirse aleatoriamen-
za: rincón donde se du a comida, come- te en un hogar; para ottos son éstos los quefios interesan en estos
dor, cuarto de dormir, dormitorio, salón, bodega, frutero, troje, gra-
-y primordialmente
capítulos- la casa representa un hogar. .. éstos no lo
nero, todos estos elementos orgánicos recuerdan equivalentes anatómi- descomponen en factores racionales y en factores sentimentales. . . Ia
cos qás que ensoñaciones arquitectónicas . La casa enteta es, más qye choza está más cerca de ellos que el rascacielos . . .11256. Y es en esta últi-
un <<vivero)>, uo ser vtvo. La casa duplica, sobredetermina la personali- ma clase de imaginación donde la casa reviste su sentido más profun-
dad de quien la habita. Balzac lo sabe bien y comienz^ sus novelas por do: la almendra es aqui más importante que la cáscaÍa.. Asimismo, el
la descripción minuciosa de la casa Grandet, de aquélla ll del Chat qui significado de la casa como <construcción en sí misma>>2)7, eue evoca la
pelote o de la pensión Vauquer. La atmósfera psicológnca ;i sólo está de imagen de la.,piedra a.9gular, y laparí.bola evangélica de las dos casas,
terminada, €o segundo lugar,t pot los senderos del jardin o los horizon no es en nuestra opinión más que un incidente secundario del simbo-
tes del paisaje. Los olores de la
I casa son los
I que constituyen la
I ceneste lismo fundamental de la intimidad.
sia de la intimidad: humos de cocina, aromas de alcoba, tufos de Aquí captamos una vez más el inconveniente de clasificar los s-rm-
corredores, fragancias de benjui o de pachuli de los armarios maternos. bolos en torno a objetos claves antes que en torno atr^yectos psicológi-
La intimidad de este microcosmos se duplicari y se sobredetermina,- cos, es decir, a esquemas y gestos. El mundo de la objetividad es poli-
rá sin saber cómo. Como doblete del cuerpo, resultará isomorfo del ni- valente para la proyección imagin aria, sólo el trayecto psicológico es
cho, de la concha, del vellón y, finalmente, del reglzo materno2'2. Pe- simplificador. Baudouin no alcanza. a describir un simbolismo claro de
ro, sobre todo, se operará la reduplicación del <Jonás>: Necesitamos una la morada'porque en dos piginas pasa subrepticiamente de los arqueti-
casita dentro de la casa grande <para encontrar las primeras seguridades pos de la iñteribridad a los de la ((ascensión moral>, simbolizada por los
de la vida sin problemas>2'3, este es el papel del rinc6n, del reducto os- pisos . Ahora bien , Ia ascensión en todas sus formas, escalas, escaleras,
curo, del Sancto Sanctorurn, asi como de la cámara secreta y última. ascensores, campanarios o ziqqurat pertenece como hemos visto a una
También el oratorio tiene ese papel: chinos e hindúes aconsei^n, para constelación arquetipica completamente distinta a la morada. El cam-
pracric ar la, involución, situarse en un local retirado e n el fondo de la panario está siempre separado psicológicamente de la iglesia, que.se
morada <(oscuro y cerrado como el seno de una madre>>. Las cerraduras y imagina como una nave. Las escaleras de la casa siempr e bajan y subir
las llaves refuerzan aún la intimidad y el secreto de estas moradas su- al pajur o a las habitaciones del primer piso sigue siendo bajar al centro
pedativas. de nuestros cuentos, del misterio, de un misterio, desde luego, distinto al de la cueva, pero
éuya limpi ndidad a la-vez. que igualmente con visos de aislamiento, de regresión, de intimidad: <.En
constituye que defiende celosa- el granero es donde tiene lugar el fastidio absoluto, el fastidio sin tes-
mente el c intimidad profunda. tigos...>>218. Pese a su alrura, el granero es museo de los antepasados y
La casa es siempre, por tanto, la imagen de la intimidad descansa- lugar de tetotno tan enigmitico como la cueva. Por lo tanto, al decir
ude la cueva al graneror>25e se ffata siempre de esquemas del descenso,
del vacío, de la involución y de los arquetipos de la intimidad que do-
minan las imágenes de la casa.Lacasa nunca es, parael sueño, muralla,
fachada o pináculo, menos aún bui/ding, sino morada; sólo para la es-
tética arquitectónica, se pervierte en alineamientos de muros y en torte
de Babel.
La importancia microcósmica que se otorga a la casa indica ya la
primacia dada en la constelación de la intimidad a las imágenes del es-
pacio bienaventurado, del centro paradisíaco, No insistiremos en las fa-
mosas tesis rankianas según las cuales el tema del espacio paradisíaco
estatia preformado por el esquematismo del ufarniente>> intrauterino.

2t2 Cfr. BnuDourN , op. cit., p. I92. 2t6 Mmrowsrc, Scltizopb., p. 249.
2r7 Cfr. BauDourN , Instinct i l'esprit, pp. 192-193.
2fi BnCH¡rnxo,, Repo¡ p. 124; cfr. Poétique de l'espace, pp. 130-t41.
2t4 Cfr. Mund, Upan,, 2rB B¡,cH¡r¡.na, Repos, p. 108.
III, l-6; III , 2-4.
2t9 BacH¡r¡.no, Poétique de /'espace, pp. 23 v ss.
2tt Cfr. BncHELARD, Repos, p. 112

232 233
Señalemos que la historia de las religiones 260 insiste en el dulce enten- ción, rna'¡or que el microcosmo de la morada, del arquetipo de la inti-
dimiento del hombre con su entorno; es más, la genitrix es isomorfa midad feminoide.
'del El Mandalo tántrico, juego de figuras cerradas circulares y cuadra-
lugar santo: <Paisaje natural y estatuilla femenina son dos aspectos
equivalentes de la abund ancia y de la fecundidad >>26t. Por offa parte , el das, eo cuyo interior reina n imágenes de divinidades, parece constituir
hábitat, la morada, se nen positivamente en una dialéctica sintética un resumen del lugar sagrado en los escalones de la semiologia. Es sím-
con el entorno geogriftco. El chalet requiere la montaña, y la terfaza bolo a, espacio sagrado de bolsillo, si se puede lla-
del borde exige el sol tropical. I-a diosa exige un lugar sagrado. Y los maÍ to laberíntico las facilidades de la ubicuidad.
muebles de ese lugar santo primitivo, además de una fuente o una ex- El té ftca c'rrcul . Las traducciones tibetanas mues-
tensión de agua, son el árbol sagrado, el poste o su doble el betilo, el tran bien la intención profunda llamindolo ((centro)>. Esta figura_está
churingo austÍaliano cuya verticalidad presta, por su acento masculino, unida a todo un sirnbolismo floral, laberíntico , y simbolismo de la
^l
casa.,sirve de ureceptáculo> a los dioses, es <palacior> de los diosesu266. Se
fecundidad a las virtudes propiamente pandisíacas. El lugar santo,
microcosmos sagrado y completo, como el Graal, que estudiaremos al fi- asimila al Paraíso, en cuyo centro se asienta el Dios supremo, y en el
nal de este capítulo, se completa con la espada; también él consta de que una inversión ritual ha abolido el tiempo: se üans
s-rmbolos fálicos y masculinos: montaña, árbol enhiesto, menhir, cam- mortal y corruptible en <<tierra de diamanteu incorruptib
panil, etc. De los tres elementos del lugar santo (agua, irbol y piedra así la noción de <<para'so tertenal>>267. Jung y su com
alzada) sólo los dos últimos se prestan a individuacióo, y Przyluski trata Jacobi
268
h^n insistido pafticularmente en la importanci
de mosffar cómo la estatua sagrada deriva de la estela de piedra o del simbolismo del Mandala. Encuenffan figuraciones semejantes a la ima-
poste de maderl262. Sólo tomaremos en consideración aquí-la infraes- la tradición occidental, en Jacob Boehme, por
tructura edénica y rankiana del lugar santo, eue es ante todo refugio, primitivos de la época neolítica, o en los Indios
receptáculo geogrártco. Es un centro que muy bien puede situarse en roducciones gráficas de ciertos enfermos como en
una montaña, pero que, eo su esencia, implica siempre un antro, una el onirismo del psiquismo normal. Los dos psicoanalistas reconocen en
bóveda, una cavetna. El templu?n263, antes de recortarse simbólicamen- esras múltiples ihteipretaciones del Mandala el simbolismo de I centro,
te en el cielo augural, es el rectángulo, el recinto migico que el arado símbolo reforzado también por una frecuente figuración floral. No
üaza y ahonda en e I suelo. Si la noción de ce ntro int egra rápidamente i obstante , pensamos que estos psicólogos extraPolan ligeramente el sím-
elementos machos, es importante subrayar sus infraestructutas obstetri- bolo del i-nculo cerrádo, de la intimidad al interpretarlo igualmente
cias y ginecológicas: el centto es ombligo, ornp/talos, del mundo. E in- como s-rmbolo de la totalidad. Desde luego, la figura circular es tanto
cluso las montañas sagradas tienen derecho, como Gerizin y la bie n lla- la de la rueda como la del recinto cerrado, y no h"y mucha distancia
mada Tabor, al epíteto de.,ombligo de la derrarr. El paraíso de los se- del sentimiento de intimidad, de seguridad, al concepto de totalidad
mitas, como más tarde Jerusalén o el Gólgota, eran también ombligos que Jung cree ver integrarse al Mandala, Aunqu.. h intimidad sea más
místicos del mundo 264. Por estas ÍLzones uterinas lo que sacraliza ante satisiacción de suficiencia que movimiento imperialista de totalización.
todo un lugar es su cierre: islas de simbolismo ammiótico, o tarnbién Nos parece , sin embargo, que la interpretación primera del Mandala
bosque cuyo horizonte se cierra en sí mismo. El bosque es centro de in- debeier más mesura d^=y sighificar sólo la búsqueda de la intimidad en
timidad como puede serlo la casa, la gruta o la catedral. El paisaje ce- un laberinto iniciático; las-concepciones aritmológicas y zodiacales de
rrado de la selva es constitutivo del lugar sagrado. Todo lugar sagrado cuatripartición del universo y las. especulaciones totalízantes sobre la
comien za por el ubosque sagrad 0>261. El lugar sagrado es una cosmiza- cuadritura del c-uculo escapan primitivamente a. la figara mística del
260 Cfr. L¡¡NHrrnD'[, Do Éamo, pp. 6t, 137-I)9; Lrvy-Btuttt.. L¿ nt¿'nt¿/tt¿1 finnt/t- Mandala. El c'uculo mandálico es ante todo centto, cierre místico como
r/€, pp. 232-236; GusDoRF, op. cit., pp. tl, )6; VnN o¡n [¡¡uv/, La religion dans son los ojos cerrados de Buda, isomorfo del reposo suficiente ex lo profun-
essence et ses manifestations, P. 384. do. Ño t. debe al azar que la psicclogia de ulas profundidadesu predi-
26t Pnzvrus Kr, op . cit. , p . 6t
.
cha por la poética rom intica26e y corolario de la ontologia bergsoniana
262 Op, cit.,p.64; cfr. infra, p. 324; cfr. O. VrrNNor, Lc culte de l'arbre...,pp.2,
y ss., 41 y ss.
263 Sobre el templam latino y el téminos griego, cfr. GUsDORF, op, cit,, p. 266 Cfr. ÉrrADE, Trairé, pp. 223, 22r. Sobre la bibliografía del
58.
264 Cfr. Éulon, Traité, p.324, y Mj¡tbe de l'éternel retour, p. 32. Cfr..faeces, IX, Mandali, cfr. F¡aon,, op. cit',, p esco del paisaie sagrado y del <man-
da¡anjaponés, cfr. Yurlo Y¡sHl 'art faponais, pp. 146, ltO, Itl '
37. Sobre la estructura <concéntrica, de ciertos poblados indios e indonesios, cfr. LÉvr-
267 Cfr. op.
Srnauss , Antbrop. structurale, pp. 110 y ss. Cfr. G. PoutET, Les métarnorpboses du cit., p.227.
cerc/e, 268 óft. lu* o,,'P'r1¡r/14;n. und Alcbimie, Pp . L46 y ss.; J. Jacont, Psycbologie de
265 Cfr. B,tsrDE, Sociol. et pslcban., p. 63.BncH¡r.ano, Poétiqae, pp. 170-172. So- C, G..lung,p. 148.
bre.el bosque como paisaje ocerradou, cfr. Le Décor rnytltique, II, cap. 2. zee Cfi. Cita de Tieck, en BÉculN, op, cit., II, P. 138.

234 23'
de la intimidad, y especialmente la psicologla deJung, utilice constan- fericidad es más bien el p
temente la met ifora del círculo. De treinta y cuatro figuras o láminas cenffar el objeto, de vivir
explicativas de la psicolo g1a de Jung 270, veintiuna están dedicadas a fi- es en la que se interesa la
guras circulares donde palpita e I centro misterioso de la intimidad; nes tan diversas como las
nuestro yo, nuestro <(centro propiamente dichorr2zr. Lo cual da la ru6n taine, Michelet o Rilke.
a Bachelard 272 orando escribe que la psicolo gia no sería posible si se le Por último , h^y un caricter que une fuertemente el centro y su
fi prohibiese el empleo de la palabra uprofundor> que combina con todo y simbolismo con la gran constelación del Régimen Diumo: la repeti'
I q.r., udespués de todo sólo corresponde a una pobre image.n>.. AP.qi- ción El espacio sagrado posee ese notable poder de multiplicarse ind_e-
;r
remos lmagen pobre porque está dada inmediatamente po r la intuición finidamenie . La historia de las religiones insiste justamente en esta fa-
lr
,l
cenestésica más primit iva: la <.profundidad> de nuestro cuerpo, como la
de nuestro espíritu, nos es inmediatamente íntima.
ir

Algunos2Tr han afinado sobre este simbolismo del centro, pregun-


tándose qué diferencia semintica existía entre las figuras cerradas circu-
lares y las figuras angulares. Bachelard hace un matiz muy sutil entre el
refugio cuadrado, construido, y el refugio circular que sería imagen del
refugio natural, el vientre femenino. Y aunque muy a menudo, como
en el Manda/a, el cuadrado esté unido inextricablemente al círculo, pa-
rece sin embargo que el matiz observado por pensadores tan diferentes
como Guénon, Jung, Arthus o Bachelard, debe ser tomado en consi-
deració n274. Las figuras cerradas cuadradas o tectangulares hacen hinca-
pié simbólicamente en los temas de la defensa de la integridad inte -
rior. El recinto cuadrado es el de la ciudad, es la fortaleza,la ciudade-
la. El espacio circular es más bien el del jardin, del fruto, del huevo o
del vientre , y desplaza el acento simbólico a las voluptuosidades secre-
tas de la intimidad. Sólo el círculo o la esfera muestran , para el sueño
geométrico, uD centro perfecto. Arthus 27' parece tener completa raz6n
al observar que udesde cada punto de la circunferencia la mirada se obj eciones positivistas .

vuelve hacia adentro. La ignorancia del mundo exterior permite la des- En la doble perspectiva de la intimidad y de la reduplicación, he-
preocupación, el optimismo...> El espacio curvo, cerrado y regular se- mos de abordar ahora la descripción de uno de los símbolos más ricos
ría, pues, por excelencia, signo de .,suavidad, de paz, de seguridad,r, y de la imaginación, s-rmbolo que, pot su
el psicólogo insiste en ese carácter <colérico,> del upensamiento digesti- po. La gruta, como hemos dicho, era ya"
vo)> del nino276. Desde luego h^y que tener mucho cuidado en no con- ensoñaciones, pero más lujuriante en la i
fundir esta esfericidad con la perfección parmenídea. En este caso la es- el agua, la barca, la nave o el arca. Leroi-Gourhan2Te señala la primiti-
vidad y la universalidad de la piragua ahondada en un tronco de árbol.
Además, e n ciertas tradiciones, cavern a y arca son intercambiables; en
270 Cfr.
J. Jacont op. cit., figuras de las pp. L7,18, 19,, 22, 2r, 28, 3r,,42, 44,97,
130, 142,143, l4g, L49,150, 111, Lr2, lr3,162, t63.
la tradición irani el arca se reemplaza por el Vara, especie de gruta sub-
2tL Op, cit., p. 143. Cfi. G. Pourzr,, op. cit. los espec-rmenes de I s
272 BacunRRD, Fornz. espnt scient., p. 98. a Ia vez cuna de los s
271 Cfr. Anrnus, k Village, p.268; R. GuÉr.rox, Relne de la quantité, p. 136; B¡cH¡- barca es un s'rmbolo
LARD, Repos, p. 148;JwG, Psych, und Alch., p. 183.
274 No obstante, de la iconografía paleolitica se deduce que la feminidad está simbo- sino también hecha t

lizada indistintamente por líneas cerradas tectangulares (signos llamados ..escutiformes>) materiales éstos que remiten a otros tantos matices simbólicos28r' la fu-
u ovales, incluso triangulares. Pero hasta en los signos no completamente cerrados, la ten-
dencia senriológica es siempre enrnarcar un elemento con otros dos o tres. Cfr. I¡nol- 277 Cfr. B,TcHELARD, Poétique de I'espace, PP . 208'2L8.
GouRIl¡.N, <Répartiüon et groupement des animaux dans l'art pariétal paléolithique'>, 278 Gusoon¡, Mytbes et métaplt,, p. 58.
op. cit,, p. 120, fig. 2. 279 LERor-GounH AN, Honznze et rnat., P. 1rI, L56.
275 Ann¡us op. cit., p.265; cfr. supra, p. lr9. 280 psyÉztL, Indo-Europ., p.211;cfr. DuuÉzlr,.l. M. Q,,p. L64,,note2.
276 Op. cit., p. 266 28r Cfr. L¡nol-GounHAN, op. cit., p. L56.

236 237
I

siformidad del ingenio puede sugerir igualmente la rueca de las hilan- cierre . La afición por el navío es siempr e alegria de encerrarse perfe cta-
deras o los <<cuernosu de la luna. Por tanto, la sobredeterminación psi- mente... amar los navíos es ante todo amar una casa superlativa, por
cológica act(ra plenamente; labarca de forma sugestivamente lunar será estar cenada sin remisión. . . el navío es un hábitat antes de ser medio
también el primer medio de transporte: Isis y Osiris viajan en una bar- de transporte.>> Y el mitólogo siempre descubre en los navíos del nove-
ca fúnebre, mienüas que Ishtar, Sin, el Noé bíblico, así como el poli- lista, en medio de las peores travesías, la existencia tranquilizante de
nesio, el mono solar del Rarnayona, el Prometeo hindú Matarigvan un ..rincón al amor de la lumbren, que hace, por ejemplo, del Naudlus
(<aquel que crece en el cuerpo de su madren), todos ellos construyen <,la cavetna adorable>, la antitesis misma del barco ebrio287 . Si el navío
un arca tanto para transpo rtar el alma de los muertos como para, con- se convierte en morada, labarca más humildemente se hace cuna. Ta-
servar la vida y a las criaturas ame nazadas por el cataclismo. EL simbo- les son las alegrías que nos revela la <barquillo lamartiniana que
lismo del viaje mortuorio impulsa aBachelard2s2 incluso a preguntarse Bachel ardzse ,.¡rcionaluiciosamente con la beatlfica zambullida novali-
si la muerte no fue arquetípicamente el primet navegante, si el <com- siana. Barca ociosa que, según el poeta, proporciona <.una de las más
plejo de Carón> no está en la raiz de toda aventura m^Íitim4 y si la misteriosas voluptuosidades de la natutalezarr, lugar cerrado, isla e n
muefte, según un verso célebre, será el <viejo capitán> arquejípico-que miniatura donde el tiempo <suspende su vuelo>. Tema cato al romanti-
apasiona toda n^vegación de los vivos. Eso es lo que confirm aria el cismo, desde Balzac a Michelet. Este último recupera el júbilo lamarti-
folklore universal, tanto el céltico como el chino 28r, y el <holandés niano y escribe: <No más lugar, oi tiempo...un océano de sueño sobre
errante> sería la supervivencia tenaz de los valotes mortuorios del bajel. el blando océano de las aguas> 28e. La barca, aunque sea mortuoria, par-
Desde luego, gracias a este incidente fiinebre, toda barce es un poco ticipa por tanto, eo su esencia, del gra;n tema de la canción de cuna
ubajel fantasmu>> y es attalda por los ineluctables valores terror'rficos de materna. La barquilla romántica se une a la íntima seguridad del arca.
la muerte. Podría asimismo demosttarse que esta seguridad acogedora del arca de-
La alegría de navegar se ve siempre amenazada por el miedo a <zo- ne la fecundidad del Abismo que la lleva: es una imagen de la Natura-
zobrar>, peto son los valores de la intimidad los que triunfan )¡ <salvano leza madre regenerada que vomita la oleada de seres vivos sobre la tie-
a Moisés de las vicisitudes del viaje. Es lo que nos permite descuidar, rra devuelta ala virginidad por el diluvio.
por ahora, el caricter dramitico de la embarcación, la peripecia del via- En la conciencia contemporánea informada por el progreso técnico,
je que confunde barca lunar y c no solar, paÍa, no tener en cuenta más la barca se ve reemplazada a menudo por el automíui/ o incluso por el
que el arquetipo ffanquilizador de la cáscara protectora, del bajel cerra- avión. Marie Bonaparte 2eo ha insistido con justicia en el caricter hedó-
do, del habitáculo. Más que hacer derivar la palabra de argba, nico y sexual del paseo en coche. El automóvil es, en tanto.que refu-
^tc^
ucreciente>, arco de c'rrculo, preferimos poner el acento etimológico so- gio,un equivalente, de la barquilla romántica. ¿A quién no le ha con-
bre arca, .,cofreu, de la misma familia lingüística y psíquica que arceo movido el sueño de la roulotte, el vehículo cerrado? Roulotte del Crran
<(yo contengo> , y arcanum, <secreto> 284. Porque la constelación isom orfa h[eaulnes magistralmente vinculada a, lo extraño del dominio perdi-
qqe estudiamos en este caqítu]9 es la del contineltg, y este caricter do- do.. . Habrla mucho que decir de la vinculación muy freudiana del
minante impofta más que la fijeza o la movilidad del utensilio . La tec- hombre del siglo xX con el autorefugio, con el automóvil amorosamen-
nología sólo se sirve de la diferencia entre continentes fijos (cisternas, te acicalado y mantenido. Es que el automóvil también es microcos-
lagos, cubas, etc.) y continentes móviles (cestos, bajeles de toda clase, mos; tal como la morada se anim4 se animaliza, se antromotftzazer.
e tcétera) como un simple artificio taxinómico. En la noción de conti- Como la morada, sobre todo, se feminiza. Los vehículos upesadoso de
nente, según observa el tecnólogozer, vienen a confundirse ües activi- los camioneros llevan, como las barcas de pesca, nombres de mujeres.
dades: transporte, travesla y colección. Hacemos aquí hincapié en esta El ((santo patrón> de los automovilistas, ¿no es acaso el cristóforo, el
última actividad, simple modalidad de la intimidad que consiste en barquero, e I hombre nave que asegura la seguridad del fardo que
agrupar cerrando. Al analizar a Julio Verne, Barthes 286, ha observado transpo rta- y salva de las aguas madrastras ?
perfectamente esta intimidad náutica fundamental: <El barco puede 287 Op, cit.,p.9r.
muy bien ser s'rmbolo de partida, pero es más profundamente cifra del 288 Cfr. B,IcHELARD, EAu, p. 178.
2ae Qi¡¡do por B^rcu¡r¡.RD,, op. cit., p. L78. Sobre la barquilla romintica en SrrNo-
282 Cfr. B,TcHELARD, fuu, p. IO2. Sobre las navegaciones psicopompas en el mundo r{AL, cfr. Le Décor mytltiqae, ll parte, cap. 3
céltico, cfr. BAR, <Les routes de l'autre mondeo, cap. X, S 2, Les nauigations, p. 38. 2e0 M. BoNapARTE, Mytbes de gaene, pp.43,49,,52.
28J Cfr. Cr.ruDEL, Connaisance de l'fut, p. 35. 29r Cfr. aniculo de Glncor"rgrrr, ola Voiture démystifée>, en Art, n." 639,l9r7: <El
284 Cfr. HnRDTNG op. cit., p. l 15. coche... extraño objeto con su propio organismo mecánico que funciona; con sus oios,
285 Cfr. LEnor-GounHAN op. cit., pp. 310, 3Lj. con su boca, con su corazón, con sus intestinos,que come y bebe, ...extraña imitación
286 R. Bnnrnrs, M.ytltologies, p. traspasada de los seres vivos.e
92.

238 239
Se puede decir que San Cristóbal es símbolo en segundo grado del nogtaf'n tan ten az del nacimiento de venus
hace siempre de la concha
simbolismo de la intimidad en el viaje. Es el icono de un s-rmbolo, en un útero marino.
los peldaños de la semiol ogia. Y como ocurre frecuentemente en la El huevo filosófico
transcripción iconográfica de un símbolo, asistimos aqul a vna gullive- halla naturalmente unidoi: It alquimia occidental y exrremooriental ,e8 se
rizaciln. En efecto, e I antepasado mítico de San Cristóbal es nuestro
a.rl. cc nrexro de r^ irriiÁlárd
uterina . La
alquimia es un regresus ad utirunz. El orificiá
Gargantúa2e2. Y el continente, el receptáculo, en las figuraciones po- <herméticamente> cerrado: este último
i.t h;evo debe esrar
pulares de Gargantúa, es su cuéuano, Este simbólico continente gulli- ri--Uoliza el huevo cósmico de
la tradición universal 2ee. De este huevo á.b.
verizado fue, por lo demás, encuadrado por el cristianismo, así como el salir el germen filosofal;
de ahí sus variados nombres qrl rr,flrj^;
tema del cuévano de la abundancia de Papá Noel, eo el personaje de J isomorfirilo
dad: (casa del pollo>, <sepul.tó", ucimíra nupcial, d. la intimi-
San Nicolás. Otro cristiano portador de cuévano es San Cristóbal, que se manrcnia a temperatura suave p^:^
Cih"evo alquímico
aparece por doquier en el siglo en el país celta tras los pasos de la l1s.rüción del homúncülo que
debía formarst, t.gún afirm" pri*Jro ló,-.r
toponi mia gargantuica2e3 . Unos y otros son gigantes buenos, y Cristó- igual al del vientñ del cabalio>. Basile
.' calor <<constanrernenre
bal, el primero de los catorce santos auxiliadores , gatantiza seguridad ialenti¡ ior hace decir a Her-
mes: <<Yo soy el huevo de la naturaleza,
en el viaje. En todos estos casos, e I cuévano del pasador gigante no es que piadosos y modestos^engendran de
Jio conocido de los sabios,
miLl--i.ro.orÁos.>> por último
sino la nave reduci da a dimensiones más pequeñas por la icon ografia y se puede citar tgn
Jqlg .f notable isomomr-á ñ;;
roz
la vII Inicia-
la le yenda popular. En esta minimizaci6n, reconocemos el proceso de gu- ción de las Nocltes cbymiqaes de :bristili-
lliverización que desde la nave al cuévano nos lleva a la contemplación norrnbreuz, une al simbo-
lismo del huevo la .tcúeva'subterránea>
ensoñadora de los pequeños recipientes, cuyos prototipos naturales son ((una tumba triangular. que-contiene
en la que el iniciado descubre
la ciscara, la concha, el grano, la yema floral o el cáliz vegetal2eí, un caldero ¿..áui., y venus dor-
reposa en el-fondo del r.p"icro>. Este
mientras que el cofre ,v sobre todo la copa son los fiadores técnicos. Por lo ltit huevo nido que condene el
unlverso' microcentro de t.tt geomerría,.*grJ;,;il
demás, el paso del macrocosmos al microcosmos es muy ambiguo: los polinesios,ug! antepasado de r8do, los según ciertos
diosEr... que esrán en su con-
bajeles de altura se modelan en las cáscaras de nuez , las cáscaras o los cha, €o me dio de - las tinieblas , desde -I;-
huevos gigantes sirve n de navío, como en ciertos cuadros d. J. Bosco 2et. eternid ad>> 3oj. Este huevo
su calidad de gerTen protegido- .r,a
Las imágenes de Ia cáscara de nuez, tan frecue ntes en nuestros -por
tes a los rituales temforales de la rErou"ciónr ¡igadt
en .asi todas par-
cuentos y en los sueños liliputienses, se relacionan más o me nos con las lla enconrrados en fu tumbas prehistóricas dJrtiíl;;]i.r.uo, de arci-
rusas y suecas; y er ritual
del germen encettado, con el bueao. <<La imaginación Bache- osirio del modelaje de un huevt de bar-ro,
-escribe
lard- 2e6 no solamente nos invita a volver a nuestra concha, sino a des- veneración ritual del esc arab.aio pelotero,
i. hrrina y de arom.. v la
lizarnos en cualquier concha para vivir en ella el verdadero retiro , la f"'biicanre d. toi^ irl..,
ffi
de nido alas larvas3M. Por riltímá, .', t"r,n.rtm
vida arrebu jada, la vida reple gada sobre sí misma, todos los valores del cristian s de la resurrec-
ción, hemos conservado este simbolis;;
reposo. >> A partir de ahí se hace una primera interpre tación simbólica cua' EI huevo ;;ili.¿io del huevo de pas-
de la concha, muy diferente de la que encontratemos a propósito del .alqu-rmico misrno, microór-o, del huevo mítico del
mundo fio es sino un proceso mágico
simbolismo cíclico; se u^ta aquí de la concha escondrijo, refugio que ' d. do-irrio y de aceleración de la
prima las meditaciones en su aspecto helicoidal o en el ritmo periódico
de las apariciones y desapariciones del gasterópodo . La intimidad del pp. 124-126, l jg; cfr. Hunw, Alcbirnie,
recinto de la concha está además reforzada por la forma directamente s.
sexual de numerosos orificios de las conchas . Freud se acer ca a la poesía ones' en África, en ras Indias, en Aus trafia,,
turbia de Vedaine cuando ve en la concha un sexo femenino2eT.La ico-
292 Cfr. DoNTENVTTTF op, cit,, pp. 2L2-21i'. I l; tfr. en Grillot de Giary, Musée
, des Sor-
2ei op, cit., p.2r4. ta Cbymiae, de Barkhauseá.
294 Sobre el simbolismo de la uGran Rosa> en La Diuina Cornedia, cfr.
B¡,uooutN, Le
triornpbe du bércs, pp. 115 y ss.
29' Cfr. capítulos muy importantes sobre los <Ti-
roirs, coffres carapaces>, caps. III, V, VI, pp. 79, 105'
130; cfr. cua le: <Le conceridans I'ceufu.
296 Bncnnrano, Repo.r, p. 18; cfr. Poétiqae de /'espace, p. 105.
297 Cfr. Fn¡uD, Introd. A la psyclt, p. 173; cfr. VEnrArNE Fétes galantes; <<Les coqui- intimidad en el ritual osiriano: osiris e Isis
, de osiris rnuefto es encerrado ;;;
llages>. ;"f1.

240
24t
sagrados roe. Brujos y alquimistas utilizan asimismo calderos, y tembién
tan rico,
gesración de los meralesrot. Pero, inspirando €ste simbolismo es un caldero lo que Rosenkreuz ve aparecer en la visión que ya hemos
liliputiense:
vemos aparecer constarrr.-.rrr. el téttt" de la intimidad citado rr0; eo un vaso de boca esüecha, la calabaza mágica, es donde se
microcosmos u homa".Jo, de gérmenes que el <qu'rmi-
".optamiento agazapa todas las noches el mago chino pana su involución3tt. Un sim-
co)> o el botánico del siglo XVIII se compla¡e.en
soñar, suavemente lncu-
de la ciscara, de bolismo complejo será, pues, el aüibuto de un utensilio tan universal-
por el calor, ,.rg],*J"Jos, deffás de las paredes
bados mente utilizado, tan universalmente valorízado. Esto da a conocet el
la concha o de la mondadura. estudio del Graal: es a la vez plato lleno con los alimentos de una co-
esuna gullive rizaciln natural
mida ritual, vaso de regenetación que da nuevamente vida al Rey Pes-
el uaso es la disminución ne'
cador; por último, Yoni , ciliz feminoide donde se hunde la espada
dedicado al Santo Graal, el
macho y de donde brota sangre lr2. Porque si la espada, o la lanza del
eyenda de I Graal Pod r-ia aPoyarse
ñe . Se hab ria uaducido el céltico legionario que affavesó el costado de Cristo, se asocia frecuentemente al
Graal, oo es por razones lingti'rsticas o históricas, sino, como ha obser-
nombre del temPlo célebre de vado Guénon 3t3, por <complementariedado psicolígica, como son com-
Asimismo el Graal se llama <s plcmentarios el campanil y la cripta, el poste o el betilo y la fuente o el
ción latina de uas es también < lago sagrado. La espada unida a la copa es un tesumen, un microcos-
ras se uata de una nave misteriosa mos de la totdidad del cosmos simbólico. Al fin, es preciso insistir en
un trovero tom 6 aas en el sentido d la tenacidad que se manifiesta por las numerosas lecflrras del relato y la
ubicuidad del objeto sagrado: tan pronto üansportado directamente
por José de Arimatea y Nicodemo a Inglatetra, como encontrado por
Set en el Para'rso terrenal, vuelto a enconffar por el conde de Tolosa en
le, cualqu iera que sea el valor de
-Vercoutre, las cru zadu, caído en manos de los genoveses durante la conquista de
ficas de comProbar la (,esarea, mezclado con la tragedia albigense, y misteriosamente reapa-
o de los homónimos invocados' El rccido, €o L92L, en las excavaciones de Balbecksr4. La persistencia de
scmejante leyenda, la ubicuidad de semejante objeto nos muestra Ia
vector psicológico re al: el templg'. v'¿lorizaciín de este s'rmbolo de la copa , a la vez vaso , grasale, y tradi-
cológicament; sinónimos. Por últi t'ión, libro santo, gradale, es decir, s'rmbolo de la madre primordial,
dom"orfos con el simbolismo ciclo nutricia y protectora 3rr.
mos capítulos dedicados al Divino En efecto, volviendo a este navio en miniatura, podemos ver jug^r
^tto
Graal, sólo por la presencia de I las sobredeterminaciones digestivas y alimentarias, caras al Régimen
la presencia histórica de una estat I)iurno de la imagen, puesto que el continente prototipo es el vientre
Mercurio rornano, que Nerón hiz tligestivo, antes que sexual, experimentado durante la deglución, pola-
r izado por la dominante refleja. Esta valorízación digestiva del vaso lle -

vA a. confundir cualquier recipiente con el estdrnago. En la antigüedad


tensilios culinarios para los ritos sa- se llamaba a este último <rey de las v'sceras> y la alquimia adopta la
remonias de comidás sagradas o de f rrrma estomacal para, construir sus alambiques, mientras que a(tn en

nuestros días, el sentido común, despreciando la fisiolog'ra intestinal,


Irate del estómago el factor de toda digestión3t6. El continente artificial
rOe Cfr. Hanonc op, cit,, pp. tr6, t65; cfr. VmNNor, Le cilte de I'arbre,,,, pp.16,
1/; Dut',t1ztL, Gerrnains, p.79.
la lista de los vasos rro Cfr. slPra, p. 241.
para los guerreros afortunados, hacen inagotable rlI Cfr. Eu^ron, Forgerons, p. L23.
tr2 Cfr. H,TRDING op, cit,, p. Lrr. Sobre la analogía del Graal, del atanor, del Gar-
rot 23. ,l,rl c¡qipcio, de la copa de Hermes y de Salomón..., cfr. J. P. B,ry,rno , op. cit,, p. 136.
306 genése de la légende du Saint Gra¿J, PP: 11, 23; cfr' trr Cfr. René GuENoN, Le roi du Monde, pp. 36-37.
t. V; cfr. E. HucsI-
G. prrn TtopaA;t des Sliences religieuses, II4
Cfr. M.tcNE, I^a clef des c/toses cacbées, p , L24
.

cER, Le Saint Ctrul, 3. vol. rr1 Cfr. GuENoN, op. cit,, p. 39.
307 Cfr. VsncourRE , op. cit., pP. 4't. rr6 Cfr. B.rcH¡r¡,nD, Form, esprit scient,, pp. t7l-I73.
3os 6¡r. f"f,rCó,uroc", Tbe Rátigion of tlte ancient Celts, p. 383.

243
242
gasteromorfo,
termedio que gran naturalmente en este esbozo de ontología y Bachela¡llzr puede
rectarnente de afirmar con gracia: <Le gloton eÍ'La. es una aplicación del principio de
al m retofta identidad,r; digamos mejor que el principio de identidad, de perpenra-
pens vaso e ción de las virtudes sustanciales, recibe su primer impulso de una me-
med ágenes tlitación de la asimilación alimentaria, asimilación provocada por el ca-
líquido nutritivo, del elixir de vida rácter secreto, íntimo, de una operación que se efectúa -rntegramente
bajel sea, en gran cavidad: caldero cn las tinieblas viscerales. Porque la interioridad <6upedativa, es lo que
I t rrnstituye la noción sustancia. <<Para el esp-uiry p-t:cient'rfico la sus-
queña palangana, cuenco' copa-o.cu .de
pi.o se?eslila paulatinamente del c< tancia tiene un interior, o mejor aún, es un interioru"u, y el alquimis-
ionfusional de ientido pasivo y del activo. tir, como el poeta, sólo tiene un deseo: el de penetraÍ amorosamente
cn las intimidades. La consecuencia del esquema psíquico de la inver-
si(rn es que la intimidad es invirtiente. Toda envoltura, todo continen-
tc, dice Bachelard, prrece en efecto, menos preciosó, menos sustancial
(lue la materia envuelta. La, cualidad profunda, el tesoro sustancial no
La noción de continente es, Pue
cs lo que encierra, sino lo encerrado. No es, en resumidas cuentas, la
t írscara lo que cuenta, sino la almendra. No es el frasco lo que importa,
sino la embriaguez. Esta inversión del contenido es lo que descubre la
irlquimia de Boerhave o deJacob Polemann, tan bien como en la Crran-
,/c Encyclopédie el artículo de Zimmermann dedicado a la upiedra>>t2T.
midad estaban en la base de todo El alimento primordial, el arquetipo alimentario es desde luego la
unión alimentaúa son los Prototi- /rc/te: uToda bebida bienaventurada es una leche matetna.>La leche es
ón que hemos estudiado a t'l aprimer sustantivo bucalu. Y Bachelard t2a cita el folklore parl el que
es ú negaci 6n agresiva del nlas aguas que son nuesttas madres... nos distribuyen su leche>, mien-
as no a una destrucción, sino a una I r¿rs que Michel s¡)21 racionaliza doctamente esta imagen del océano de

r ha comprendido Perfectamente' Y lcche y habla del plancton nutritivo como de una uleche que abreva al
también las religiones que utilizan la comunión alimenatia.y sT s'rm- ¡rez>, oo vacilando en pasar de la leche al seno. Esto hace decir a Ba-
r lrclard que la materia ordena la forma; nosoffos añadiremos una vez
üátor. Toda aliráentacién es rransustanciación. Por este motivo Bache-
úrd rzo pu€de afirmar seriamente que <,lo.real es,.en primera instancia, rrtís que es el gesto el que exige la materia. Thetis es hija de la teta-
,f ', |26. Esta quiétud lechosa , giata al poeta de la muefte maternal y
un alimenro>>. Entiéndase por ello que el acto alimentario confirma le
realidad de las susrancias. Porque l-a, <interi orizaciln ayuda- a postular lricnaventuradas'7, la recoge la, psicologia, patológica como terapéutica
una interioridadu . La. afumrcién de la sustancia, de su indestructible rlt' la esquizofrenia. El relato de la esquizofrenia estudiada por Séche-
intimidad que subsiste más alli de los accide ntes, sólo se puede hacer lraye presenta un notable isomorfismo de la madre nufficia y de la co-
debido a esra roma de conciencia de la asimilación digestiva. El rnida: las munzanas, la lech. y la madre terapeuta están estrechamente
ujt'rgou, la <.sal> está en el trayecto rrnidas en un mito antiesquizofrénico. La madre se compara a la gran
-de ¡rttimalidad nutricia: <<Mamá era para. ml como una vaca maravillosa...
sos gullive rización no son más
lo íntimo, del PrinciPio activo qu M i vaca era un ser divino, ante el cual yo me sentía impuls ada a hacer
gullive riza ¡r( tos de aoración> 128. La enferma tesucita, sin sabedo, la religión m-sti-
sas. El atomismo
-esa
parece siempre tarde o telnPrano e i2r Op. cit., p. L77; cfr. el uso <sustancial> de la sangre, de los dientes, de los hue-
ior .rtt teoria de los ..fluidos>, de l r,rs, del corazín y de la lengua entre los cazadores siberianos, Lot-F¡lcKop. cit,, pp.78,
ia eficacia misma de las sustancias. Las necesidades alimentarias se inte- , 3, I9I.
,) I 17
t22 B.rcH¡ranD, op. cit., p. 93.
t2) Citados por B^TcHELARD, op. cit., p. 100.
)17 B¡,cu¡l¡,RD, Eau, p. 146 t¿4 B¡,cH¡r¡,nD, fuu, p. 158.
lr8 Cfr. Lrnol-GounHAN, op. cit,, p.3lr. t2t MrcH¡r¡T, La. lner, pp. 109,124; citado por B^TcHELARD, op. cit., p. 160.
lre Cfr. E. Lor-Fntcr, Les Rites de Cbasse, PP. t9l y ss' t26 Cfr. PnzvLUSKI, op. cit., p. 43.
120 Cfr. BncHELARD, Format. esprit scient., p' 169' t¿7 Cfr. BacHELARD, fuu (sobre E. Poe, y la bebida tibia y opaca),pp. 126, L6t.
t2tr SÉcH¡u,rvn,Joarnal d'une scbizopbréne, pp. 67,84.
244
24t
mos al parecer inducir, con Dumézill3', que los dioses de la <tercera
ce de la del alimento materno coinctde
vaca Hator. Esta experiencia
funciónr>, agraria y nutricia, son en Roma parientes de los <Penates),
con un primer estadio de la curación; por vez primerela enferma ve los
dioses de la udespensa)> (penus), dioses del bienestar económico: por-
objetos bajo su aspecto de realidad maravillosa, despojados de la terri-
que estos Penates están las mamas de la Diosa!- siempre en
ble ilumin aci6n y del distanciamiento abstracto sintomático de la en- -¡como
plural. Porque la abundancia está ligada a la idea de plural como la se-
fermedad: uUna felicidad sin nombre inundaba mi coraz6n... yo goza- guridad temporal lo está ala de reduplicación, es decir, a la libertad de
bar, tze. Y cuando esta euforia alimentaria se ve torPemente interrumpl-
volver a empe z^r que trascie nde el tie mpo.
da por la analista, la paciente queda sumida en una catastrífica crisis
Sólo de pasada observaremos el papel de la rniel con tanta frecuen-
esquizofrénica. La enferma encuenffa, pues, eo los peldaños de la cura- cia asociado ala leche en la poesía y la mística )16. La miel y la leche son
ción, el lenguaje erótico de los místicos, para quien la imagen de la le- los presentes prefe ridos por la <.Bon a Dear>. La diosa madre del Athana
che es el s'rmbolo mismo de la unión sustancial. San Francisco de Sa-
Veda es denominada rrzad/tuáaga, udiosa del látigo de mielr> r37. Esta
lssllo escribe crudamente: <Nuesffo Señor, mostrando el amabilísimo
asociación de la miel y de la leche no debe sorprender: en las civiliza-
seno de su amor al alma devota, la reúne, y, por así decirlo, repliega
ciones de cosecha, la miel no es más que la imitación narural del más
todas las fue Ízas de aquesta en el seno de su dulzura más que matet-
natural de los alimentos que es la leche materna. Y si la leche es la
nal. Estrecha al alma.,la une ,la tprieta conffa sí y pega sobre sus labios
esencia misma de la intimidad maternal, Ia miel en el hueco del irbol,
de suavidad su delicioso pecho, besándola con el sagrado beso de su en el seno de la abeja o de la flor es también, como dice el tJpanisbad,
bocayhaciéndolesaboreafsuSpezonesmejotesqueelvino...> e I símbolo del corazín de las cosas r38. Leche y miel son dulzura, deli-
mas imágenes enconffamos en Santa Teresa 3il, que compara el alma a
cias de la intimidad recobrada
un <niño que aún mama cuando está a los pechos de su madreu y ella lulty pronto, alimento y bebida natural, aunque fuesen originales,
le rega,la <.echándole la leche en la bocau, o habla también de esas al- se decantan físicamente hablando en una bebida o en un alimento pu-
mas que odisfrutan aplicadas al pecho divino>. Estas imágenes lactifor-
ro, que ya no conservan más que sus cualidades psicológicas, arquetípi-
mes se encuenüan en las culturas primitivas de la Gran Diosa 332, espe-
cas o míticas . Tal es el pape I del brebaje sagrad o, soFna o /taonzt, bre-
cialmente en las estatuillas paleolíticas cuyos senos hipertrofiados sugie-
baje que, por otra parte , se produce , bien por ubatido> del sagrado
ren la abundancia alimenaria. La geniuix, por lo demás, hace a menu- océano, bien derivado de la miel tras una fermenta,ci6n)3e. El símbolo
do ademán de mosffar, ofrecer y presionar sus senos, y con frecuencia de la bebida sagrad a, está cargado de significaciones múltiples, puesro
la Gran Madre es polimasta, como la Diana de Efeso. que está unido tanto a los esquemas cíclicos de la renovación, al simbo-
M.ry frecuentemente , esta acentuación del caricter lactlfero y nutri-
cio de la Diosa hace anastomosarse el arquetipo de la Madre con el del
árbol o el de la planta hctifera, como el Ficus Religiosa o el Ficus Ru-
rninolis. En Roma, este último se localizaba en el lugar mismo donde
la loba mítica a los gemelos 33r. Quizá por mediación de esta
imagen compuesta^m^m^ntó
de leche y de vegetación, higuera <nutritiva> por ex-
celenciaal ser portadora de frutos y por sugerir su jugo el líquido nutri- del fruto del árbol lunar. Efectivamente, numerosos brebajes más o
cio primordial, o por otras plantas nutricias como el datilero, la viña, el menos rituales son extraídos de una planta : el soma de los hindúes ac-
trigo o el malz, pueda explicarse la frecuente colusión de los s-rmbolos tuales, que se uiminale, el occt/i mexicano y perua-
alimentarios y de los recipientes culinarios con los arquetipos dramáti- no, el peyot/ e e y, por último, el vino. En esra sim-
cos de la vegetación y del ciclo vegetal que estudiatemos en la segunda
biosis simbólic copa y del árbol, tenemos un intere-
parte de este segundo libro. A tal fin, habria que esbozar el estudio de
sante ejemplo de captación de significado en beneficio de un simbolis-
todos los elementos alimentarios de las diferentes culturas 134, y podría-
3)5 DuuÉzlr , Tarpeia, p. 109.
t2e op, cit,, pp. 67,74.
3)6 Cfr. Cantic, IY -ll.
3r0 SÑFn,rNciscoDES¡¡¡S, Traité de l'amour de Diea, t. VIII, cap. I.
33r S¡,¡n.r T¡nrs,r oE Ávnt , Le Cltemin de perfection, p. 121.
,r2 Cfr. Pnzrrusg, Grande Déesse, pP. 48, 58.
tr3 Cfr. op, cit., p. 81; cfr. O. Vrcuuot, L¿ culte de l'arbre.,., PP.9'L4,22,23,30'
3r, 16, 7t-78, 84, 9L, Lt6.
ttí Sobre el dilete y las patatas fritas como valores nacionales francesesn, cfr. B^rn-
TFIES , op, cit., p. 87 .

247
246
mo diferente: por mediación del brebaje sagrado, el arquetipo de Ia cotidiana de la existencia y permitir la reintegración orgiástica y mlsti-
copa yL a las mitologlas arborícolas. El brebaie se integrade es- ca. Y como señala muy exactamente Dumé211t47, con mucha frecuencia
te modo^unirsé
en la mitolog'ra dramitica y cíclica del vegetal. B¿chelard la fiesta tiene lugar en invierno, <tiempo de la vida encerradar>, que de-
-fi-
,lósofo campañés- sehala gste papel microcósmico y zodizcal del vino,
nota una preocupación de involución, de énstasis, bastante cercanos a
que <<en lo más profundo de las cuevas reanuda la marcha del sol en las los rituales taoístas de acumulación vital. Por último, eo estas costum-
."s"s del cielo>.-El simbolismo alimentario está netamente contamina- bres getminicas de la borrachera., encontramos otto elemento isomorfo:
do por las imágenes cósmicas y cíclicas de origen agrario;-el vino <.flore- el cervecero soberano es Aegir, el dios del agua, el gran disolvente ma-
..u igr.ral que la vina, €s un ser vivo del que es responsable y guar diátn rítimo. Hymir, que custodia el caldero divino, oo es más que un genio
el viñador. No obstante, lo que aquí nos interesa sobre todo es q_ue el del ma¡148.
brebage sugrado es secreto, oiulto, al mismo tiempo que€s.agua de ju- El sueño alimentario, reforzado por las imágenes tomadas a la tec-
u..t.rá. Y;l vino se vincula a esta constelaci6n en la tradición semitica nología de las bebidas fermentadas y alcohólicas, nos lleva al final de la
de Gilgamesh o de Noé. La Diosa madre era llama;da ula madtg c?a digestión, como de lz destilación pgr-excelencia, al oro qpe el alqui-
de vid,I; .rt" diosa Sidhuri, ula mujer del vino)>, se identifica con laCa' mista recoge en el fondo de la copela rae. Desde luego , yL hemos estu-
lipso de la Odisea, diosa q diado una propiedad del oro en cuanto color, eo cuanto apariencia do-
go del mar)ar. El vino es rada. Pero esta vez hemos de interesarnos en el mismo sentido íntimo
triunfante y secreta. Por el de esta sustancia. El semantismo de los reflejos no es siempre el mismo
tecnológica de la sang¡s142. La san que el de las sustancias. Todo lo qu.e lritl1 no es oro . La sustancia del
de una inmensa victoria sobre la h precioso rnetal simboliza todas las intimidades, yL sea en los cuentos
gaélico, el naaie-i-sltebab persa,_el ges-lttin-sumerio, todos estos s-rmbo- donde el tesoro se encuentra guurdado en un cofre metido en la habi-
ior son llamados <agva de vidau, ubebida de juventudu, <árbol de ración más secreta, ya sea en el pensamiento alqu-rmico cuyas secretas
vido 3ar. El arquetipJ de h bebida sagrada y del vino une en los m'rsti- intuiciones tetoca el psicoanálisis de un modo trivial . Para el
cos el isomorfiimolo.t las valorizaciones sexuales y matetnas de la le- uqu-tmicorr, comoparl el analista, el valor del oro no está en su brillo
che. Leche narural y vino artificial se confunden en el juvenil goce de dorado, sino en el peso sustancial que le confiere la natural o artificial
los místicos 3aa. digestión a que es asimilado. La retorta digiere, y el oro es un excre-
De ahí el papel sacramental del consumo de ..vinos)> no solamente mento precioso. La Encyclopédie3to define todavia la palabra bucce/la-
enüe los semiiaJ, los cristianos y, sobre todo, los mandeos, sino tam- tion como una <operación por la que se divide en trozos, como boca-
bién enrre los indios de Américadel Sur y los germanos. Duzémilt4tha- dos, diferentes sustancias para uabajarlas>, y Ia palabra cibation oculta
insistido sobre el papel importante que desempeña enüe estos últimos la extrala práctica qu-rmica que consiste en nutrir de pan y de leche la
el banquete ritual, la borrichera y ]a embria guez colectiva. -Esje. papel retorta donde se prep ara el metal. Si p^ra la <.qu'tmicar> el me tal es ali-
de las bebidas fermentadas es perfectamente comparable al del soma mento, recíptocarnente el alimento y el exctemento serán tesoros para
indoiranio y las bebidas ritualeJ alcohólicas de África y de Américataí. la psicología analitica: convierte el oro en símbolo de codicia, de g^-
La virtud d. estas borracheras €s, al mismo tiempo, creat un vínculo nancia, de avidez posesiva, porque en última instancia es el doblete
místico enrre los participantes y transformar la condición morosa del técnico del excremento natural.
hombre . El bre baje embriagador tiene por misión abolir la condición El oro de que se trata en estas líneas no es, por tanto, el reflejo dora-
do, el chapado de oro de la conciencia diu rna.. sino la, sal ñindamental
t4L Cfr. Éu^ron, Traité, pp. 247-248; que polariza toda la operación alqu-rmica. Según Nicolás de Locques 3tt
J42 Cfr. BrnrHES ,, M.ytbolog., p. 83. es .,lo íntimo de lo íntimo>. En efecto , la sal no es más que un término
nermoso isomorfismo entre la divinidad genérico cuyo caso más pafticular y precioso es el oro. El oro con que
nidades plurales de la embrieguez (cfr. S sueña el alquimista en una sustancia oculta, secteta, oo el vulgar me-
senta mediante sus diversas fases el sueñ tal, Aurarn uulgi, sino el oro filosofal, la pied ra m^Íavillosa , lapis inai-
también en cuanto astro de fertilidad preside las abundantes cosechasn.
343 Éu,ro¡, Traité, p. 24g. Sobre-el simbolismo eucar-tstico del vino, cfr. J. P. B,t-
YARD, op, cit., pp. 10t-106.
'|@l'w/larmaAon,<<tinturaroja>>,<elixirdevida,,,<cuerpode
t¿¿ Cfr. Cñi, I, 6-14; II , 4; cfr. SmJuaN DE r¡. Cnuz, Cántico espiritual, esvofa 17; 14, L20.
348 7'
cfr. Robai, de Omar KH,rY,tu. ,4e
t45 DuuÉzr , Germains, p. 109. .
146 Cfr. P. o¡ FEucr,, Piissons sacrés et iaresse dbine, y M. CntcN, La libation. Etu-
de sur le aocabulaire religieux du uieax scandinaue.
;;l 'ryn?:;:,scient, p 174
Forrn, espit scient. , p . l2O .

248 249
diamente)), uflor de oro)>, corpus subtile, etc .312. Todos estos vocablos gestión sea peyorativo. Bachslard Da, incli
dicen incansablemente que el oro no es nada más qye el principio sus- el <Mito de la,
digestión> observa, de acuerdo con el psicoa ortancia conce-
tancial de las cosas, su esencia tncarnada. La sustancia es siempre causa
prima, y la sal, como el oro, son las sustancias prima, <(grasa del mun-
dida por el pensamiento precient-rfiio al El excremenro
está universalmente considérado como panacea medicamentosa. Bache-
dou, udensidad de las cosas>, como escribe todav'ta un alquimista del si- lard cita una decena de ejemplos precisos en los que el excremenro de-
glo ¡y¡1 3r3. El qro participa lo mismo g.ue la sal, en estos sueños de ne.un papel terapéutico o cosmético que indica-una gtan valoración,
operaciones madres de todo el sustancialismo que separan las nociones mientras que J.t.g refiere el ejemplo célebre de la véneración de las
de <concentrado>, ((comprimidorr, <(extracto), ui.rgou, etc. Un místico materias fetalCs del rey por los sribditos del Gran Mogoltse. Por último,
moderoo, confundiendo el oro aportado por los magos y la sal, hace de en la gPoPgy a gargtti.ri.r, el excremento se valora"pot ser huella dei
ellos los s-rmbolos de la concentración y de la condensació¡ 354. En estas paso d9l dios gigante . Muchos tumuli, lomas, bloques egáticss, asi
operaciones soñadas cuyos sustantivos son la sal y el oro, se unen ínti- como ríos, pantanos o estanques, son llamados excrtmentos de Gar-
mamente los procesos de gulliverizaciín, de penetración cada vez más gantúa360. ¡tt este último ejemplo enconüamos el isomorfismo del con-
hábil, de acumulación, que caracterizan los simbolismos de la intimi- tinente y del contenido, porque frecuentemente es de su cuévano de
dad profunda. Toda qu-rmica es liliputiense, toda química es microcos- donde el gigante h.ace cleÍ rocas, menhires y meteoros diversos, dejan-
mos, f aírn en nuestros días, la imaginación se matavilla al ver cuán gi- do así más de trescientas huellas topon'rmicas tanto en Francia .o*ó .r,
gantescas tealizaciones técnicas se deben, e o su o.rig.en, a la minuciosa y
Suiza.
mezquina manipulación de un sabio, a la mediación secreta, resguar- Es,
dada, de un químico. A este respecto habría mucho que decir sobre la P.r:s, :.omp.letamente natural qu9 e-l oro, susrancia íntima que
resulta de la dig_e_stión qu'rmi.t, sea asimilado a la sustancia primordLl,
significaciln primera, etimollgica, del átomo. Al principio se imaginó al excremento. Y la sustancia, abst acción a partir del oro excrementi-
el átomo como inexpugnable e indivisible intimidad, mucho antes de cio, heredari la avaricia que, psicoanaliticaménte, marca al excremento
que fuera el elemento que el atomista hace intervenir en su puzz/e, La y ?l oro. Todopensamiento sustancialista es avaro o rambién, como es-
alquimia es aún más decididamente sustancialista que la química mo- cribe Bachelard 36r, utodos los realistas son avaros y todos los avaros rea-
derna, totalmente saturada de física matemática. La gullive rizaciín listas>, y las valorizaciones positivas tanto de la sustancia como del
interviene a tope, porque en lo ínfimoes donde reside el poder de la pie- excremento, pueden llam-arse a justo tírulo ((complejo de Harpagón>. Es-
dra y es siempre una ínfima cantidad la que es capa z de provocar trans- ta' valoración cicatera del tesoto ex( rementicio se .r..r.tttri, á ciertas
mutaciones cien mil veces más importantes 3tt. La sal, el oro, son pa.ra neurosis religiosas que Jung 362 u¡tt.ula al tema, tan frecuente en la en-
el <qu'rmico.> la pruep? d. la perennidad de la sustanc ia a través dé las soñación infantil, del nacimiento anal. Para el niño la defecación es el
peripecias de los accidentes. La sal y el oro son los resultados de una
modelo mismo de la producción, y el excremento es valorado por ser el
concentración, son centros. Sigue siendo el Mandalo el que sirve de primer.pro.ducto cre"dg por el ho_mbre. Por otro lado, sabemos que pa-
s-rmbolo elevado a la segunda potencia para toda la operación alquí- ra el niño la sexualidad no está diferenciada y que se sitúa de .rñ" rirr-
mica 3t6.
neta difusa en los 6rgan cu
Por otra parte, sie ndo la sal a la vez asunto culinario, alimentario y
qu'rmico, puede pasar en una química de primera instancia junto al Tuy a menudo con la esc ap
agu4 al vino y a la sangre, por madre de los objetos sensibles. Por otro
do el barro, o el limo, eo l;
to por deuás recu nzanaiento de
lado la sal el e¡s- 317 es inalterable y sirve para la modesta Deucalión,
-como
conserva culinaria. Por tanto, Se encuentra siempre, detrás del simbo-
da de los Dáctilos n
lismo de la sal y del de su doble te noble, el oro, e I esquema de una di-
la ninfa Anquial En la ensoña
el sueño , Jungtuo utilización de
gestión y el arquetipo del apelotonamiento sustancialista. Y y^ que el
<punto de referencia> de un tesoro. Y en la libre expansión de nuesffos
Rég.ir.?en Noctumo de la imagen valoriza positivamente la digestig. g.
su rnrcro, no hay ninguna razón p^ra que el excremento final de la di-
Form. esprit scient,, pp. t69 y ss. , 178; cfr. AsR^lHnu, Capital. et I

352 Cfr. JuNc, Psyclto, und Alcbem., pp. 334, 637.


tt, Citado por B,IcHELARD, Forrnat. esprit scient,, p. l2l. p. 131; Junc, Libido, p. 179.
314 ¡¡*za,DELV¡sto, Cornment. éaang., p. ú7.
ttl Cfr. Érr.ron, Forgerons, p. L37.
tt6 Sobre Yoga y Aiquimia, cfr. Ér.r.tos, op, cit., pp. 131-r32.
)t7 Cfr. B.IcHELARD, Repos, p.49: qPodría decirse que es psíquicamente inalterable.>

210
2'T
Una parte esencial de las tesis de Dumézil}73 está dedicada al estu-
cuentos, aunque todo contenido exctementicio parece suprimido explí- dio de la fusión armónica de estas aspiraciones psicosociales contradic-
citamente, se puede ver sin embargo que las joyas y softijas que ador- torias. En Roma, esta fusión se simboliza por la asimilación histórica de
nan a las priniesas encantadoras son símbolos directos de la sexualidad los sabinos y de los romanos. Lo que oponen los protegidos de Júpiter y
femenin^les. Hugo,u6, gue valora. negativamente el exctemento, lo aso- de Marte a los sabinos es que aquéllos no tienen opes, riquezas, en tan-
cia sin embargo al oro en Les Misérables al decl arar: <Si nuestro oro es to que los sabinos despre cian la inopia de los vagabundos romanos.
estiércol , nueitro estiércol es oro. ,> Pero estas asociaciones son muy fuga- Con el cebo del oro, el jefe sabino Tito Tacio seduce y corrompe a la
ces en el poeta y esc apan muy pronto hacia motivos sádicos que depre- vestal Tarpei 7374 . Y Rómulo , maÍcando esta antinomia entre la espada
cian el tema del oro. Es que esta asociación del oro y d:l excemento no romana y la úqueza sabina, hace su invocación a Júpiter Stator contra
es de recibo para un pensamiento diurno. Una vez más tenemos aquí la corrupción por el oro y las riquezas. Tras la reconciliación legend aria
un hermoso éjemplo de inversión de valores. Porque las defecaciones entte los dos pueblos enemigos, los sabinos llegarín a fundar en Roma
son para el pensamiento diurno, el colmo de lo peyorativo y de la abo- los cultos agrarios, y entre ellos el culto de Quirino al que Dumézil se
mináci 6n catamorfa, mientras que para el Régimen Noctumo el excte- ha dedicado particularmen ¡s375. Los sabinos de la leyenda aportan,
menro se confunde con el patrón metálico de los valores económicos, pues , a la ciudad guerrera, valores nuevos, pafticularmente la revalori-
así como con ciertos valores celestes, aunque nocturnos, como en esas cu- zaciín de la mujer y del oro. De esta fusión mitica resultari el equili-
riosas expresiones germánicas e indias que J,tng saca a flote a propósito brio de esa famosa civilización romana, L la vez guerrera y jurídica,
de las estrellas fugaces 167. pero también agrkola y doméstica. De este modo Roma se convertirá
Es significativ-o que Dumé z,71368 estudie el simbolismo del oro en los p^ra Occidente en el arquetipo político por excelencia. A este respecto,
germanos a propósiio de los <Mitos de la vitalidadu y de. los dioses de habria que emprender un intetesant-rsimo estudio sobre la tenacidad y
Ia fecundidad. Observa que el oro es una sustancia ambivalente tanto la persistencia de la, iconografía simbólica romana. Espadas y cuernos
motivo de riqu ezas como causa de desgracias. El tesoro es propiedad de de abundancia se difunden hasta nuesffos días en todas las monedas y
los Vanes, esiá ligado a la sepultu ra y al enterramiento , pafa garantizar medallas de los países de Europa. Esta fuerza de los emblemas de Mar-
confort y riquezas en el más alli. A menudo este oro oculto está ence- te y de Quirino debe hacernos comprender que la historia legendaria de
rrado en un cofre o un caldero, como el de la Saga del escaldoEgi//xt, la famosa ciudad no es en el fondo más que la proyección mítica de las
oculto en un pantano. Estos accesorios habituales del tesoro legendario esffucturas anffopológicas. Esta primera re^cción de desconfianza de los
refuerzan la polarizacíón del oro en el seno de los símbolos de la inti- guerreros frente a los ricos sabinos repetcute a uavés de toda una tradi-
midad. Por oüa parte, Dumézil370 señala el parentesco lingüístico entte ción indoeruopea para,la que el mal se asimila a <.la muju y al oro>>376.
Gull-ueig, ula fue rza del oro)>, y adarr,- pues la Es la oposición tradicional de las divinidades monoteístas y de los valo-
raiz ueig sisnifica vigor dionisíac ogo de las ci- res excfusivos respecto a las divinidades y los valores upluriles>. Lares y
vilizaciones indoeuropeas 371 manifi oposición ra' Penates están siempre en plural. En la India, la tercera clase de los dio-
dical que existe entre el héroe guerrero y el hombre rico , asi como la ses lleva el nombre de <.Vasur>, apelativo cetcano a un término que sig-
frecueñte valorizaciln negativa del census iners, del oro fata,l tanto p^ra nifica las <riquezas> 377 . La oposicióin entre los dos reg-rmenes de la ima-
el héroe como para, la purificación heroica. Como el <.Oro del Rhin,, o ginaciín vuelve a encontrarse en la leyenda germ inica del combate de
el collar de Armonía de donde provienen las desgracias de Tebas. El los Ases conffa los Vanes , La leyenda de Tarpei a esti muy cerca de la
mismo César había observado en los guerreros germanos esta repulsión bruja maléfica Gullveig, <,embriaguez del oro,>i78. Y toda sociedad
fortísimahacia el oror72. Entre ellos, la edad del oto está presidida por
el dios Fródhi o Frotha, variedad de Freyr, la divinidad feminoide de la t7, Cfr. op. cit., p. I28. Sobre la síntesis de las divinidades chichimecas y guerreras y
fecundidad y de la tierra. Habria, pues, ciclos míticos de civilizaciones de divinidades sedentarias y agrarias, cfr. Sousr¡u¡, op. cit., pp.33,47, r0.
)74 Cfr. op. cit., p. 131; cfr. SoUSTELLE op. cit,, p. 49; la gra;n pirámide de México
alternativamente polarizadas por la conquista guerrera, la espada o, al sostenía dos santua¡ios: el de Uitzilopochtli, la divinidad tribal de los y el de
contrario, por la quietud y la riqueza. Tlaloc, el dios plural de los agricultores preaztecas. ^zteces,
37, Cfr. DuMÉztL,.J. Ivt, Q,,I y II, e Indo-europ., p.226.
t65 Cfr. Ler.r , op. cit., p. 75.
376 Kámini-Káncbano, este tema es un lei-rnotiu de la e nseñan za, de un pensador hin-
366 Cfr. BnuDourN, op. cit,, p. 85.
dú moderno como Ramakrishna; cfr. L'enseignernent de Rarnahrisbna, pp. 58 y ss.
16z
JuNG, op. cit., p. 179. 377 Cfr. Dur'tEztL,Indo-europ., p. 213. Asimismo el dios mexicano Tlaloc se amoneda
168 DuuÉzn, Gernzains, pp. 138 y ss'
)6e Op. cit., p. 140. en una multitud de pequeños dioses enanos y contrahechos: los Tlaloques; cfr. Sousr¡rr¡
t70 Op. cit., p. L)2. op. cit,, pp. 48 y ss.
378 pu"ÉztL, op. cit,, p. 140; cfr. Gernzaiu, p. 40,, r32.
t7t Op. cit,, pp . t$ y ss.
J72 DuuEzlr , Indo-europ,, p. 69.
2t3
252
s, debe poso y a la profundidad, serían lo superficial ,la sequedad, la nitidez,
rinden la pobÍeza, el vértigo, el deslumbramiento y el hambre. No sería diflrcil
Paz. El recoger expresiones filosóficas, religiosas o poéticas de la repulsión ante
objetos la claridad, la distinción, el idealismo etéreo,lt elevación, etc. r82. Sin
:s día de Paz y de descanso , Pax et embargo, por la actitud que promulga los valores de intimidad, por la
quiesiTe. Asimisffio, en Roma, el .r'rlr9 que compitió con el fuego puri- preocupación de las relaciones y de las fusiones infinitas que comporta
la cu-
ficador fue el de Fomuna,la Gran Diosa ctónicá de los sabinos, el paso reduplicado de la conciencia, por la sutileza de los procesos de
Flora, Hera o Juno no difieren más doble negación que integra el movimiento negativo , el Régirnen Noc-
Tito Tacio, corruPtor de TarPeia, tumo de la psique es mucho menos polémico que la preocupación
a diosa de la abundancia. diurna y. solar de la distinción . La quietud y el goce de las riquezas no
ntre los germanos, subsisten las dos es agresivo y sueña más con el bienestar que con las conquistas . La
nstituciones y cultos, con distinción preocupación por el compromiso es la maÍca. de I Régimen Noctumo,
los Reg ímenes Diumo Y \ocluruo Veremos que esta preocupación desemboca en una cosmol ogla sintética
Los esrudios historicosociológicos a y dram itica en la que se fusionan las imágenes del día y las figuras de
que acabamos de a ítesis psicológi- la noche. Por ahora , yL hemos comprobado que los símbolos nocturnos
J, q". hemos pue ores, entre dos no llegan constitucionalmente a desembarazarse de las expresiones
gi"ñá.s regímenes no a lot esqae' diurnas: la valo rizaci1n de la noche se hace a menudo en términos de
ascensiona/es purificadoras y esclarecimiento. El eufemismo y la antlfnsis no apuntan más que a un
rnus -
t,.roi.rr; el orro, por el contrario, se identifica. con los gestos del des' término de la antitesis y no van seguidos por una devalu ación recíproca
,ioro y del ;;*:riadot, concentrándose en lT imágenes-del misterio y del otro término. El eufemismo huye de^la antítesis sólo par;-uolu.r
de la intimiá'ad , .., la búsqueda obstinada del tesoto, de
I de scanso y caet en la antllogia. La poética nocturna tolera las <(oscuras claridadesrr."
psique so.n De sborda de riquezas, y es, por tanto, indulgente. Son los romanos
lcos e lnstr- quienes hacen la guerra a, los sabinos. Sólo la inopia es realmente im-
ambas co- perialista, totalitaria y sectaria.
a reconocer
y a ofic íalizar esta distinción.
III. Lns ESTRUCTURAS MÍSTICAS DE Lo IMAGINARIo

Si por Í^zones de simetría con el título dado al capitulo dedicado a


En los primeros capítulos de esta obra o cómo l'¿
las estructuras del Régimen Diumo, podríamos haber titulado este ca-
conciencia [;;;i;;,- el hégi*t, Diurno de n, rechaza pítulo que despeja y resume las esffucturas nocturnas que hemos estu-
nujer y al o las antino-
diado a través de los símbolos de la inversión y de la intimidad, <es-
rctilud diair ral Y clxa'
tructutas gliscromorfas> o también <,ixomorfas> de la imagin ací6n En
te modo las estructuras esqulzomor- efecto, comprobaremos que, con frecuencia, las estructuras del Régi-
nzen Noctumo lindan con los síntomas y los síndromes de tipos caracte-
rísticos ixótimos e ixoides, e incluso con los síntomas epileptoidesssr.
No obstante, hemos querido señalar desde ahora que las estructuras de
tr¡tli está situada al Sur, en el <país de los espinos>, Uitzlampa; cfr. SousrgrrE,, op. cit,,
que describir entonces un infierno 1t1> . 64-66.
)82 Este infierno parecehaber sido bien visto por DaruTEya sea en la Ptolomea, cel in-
aterror naba a la Paciente del doc- licrno del hielo> que Baudouin relaciona muy justamente con los <estados de vacio>
gativas de este universo hostil al re- l)ucstos en evidencia por P. Janet, o también en los suplicios de los cismáticos que , a su
vt'2., están divididos y rajados de arriba a ebajo; cfr. Inferno, XXVIII, v. 24; cfr. B.ru.
t79 Indo-europ , , p. T35 . Ix )rrfN, Triomplte, p. 99.
]ul Desde la primera edición de esta obra, la observación clínica nos ha convencido
180 Cfr. Prc¡,n¡loL, op.cit., pp. 109-111.
381 Enue los antigubs me*iiinos, los dos infiernos, el de las tinieblas del Norte Y el ,l<' la fragilidad de la categoría gnoseológica <epileptoideo. Mejor sería sustituir esta pala-
de la iluminación deJecadora del Mediodía, coexisten. La morada infernal de Mictlante- I'r,r por la tradición de <melancolía>.

214 215
Por este t'xpresiva. Asimismo pueden encontrarse en los epilépticos ciertos casos
lo imaginario n tffi:.t$: tlc perseverancia en la percepción y en la interpreracién al mismo tiem-
,rroriuo-, hemos l)o. Es lo que Bovet ha llamado la.,viscosidad del tem^r>)8e. Esta viscosi-
<.m'tstico>a los <lad del tema se traduce no por una exacta repetición esteroripada de
se contugan tanto una
misiico "n su sentido rnr una interpretación dada, sino por variaciones temáticas que ponen de
gusro r
v-Y-v- o---
!v cierto por la intimidad secreta.
voluntad de unión como 'dencia
la imaginación ¡nanifiesto el isomorfismo de las interpretaciones. Por éjemplo, una
La primera de las ¡rrimera interpretación de un detalle de la plancha será ucabeia de pe-
la es la que los psicólo-
de los s'rmbolos de ' rro>, y seguirán otras interpretaciones en otras planchas que se manten-
,eioptiraciót mos visto que el proce-
eos llaman tlrírn más o menos en la misma categoÍ1a. del contenido semántico: <<ca-
adoblenegació-n'uo
ilil"i.t"iracióneÍa, ..ino es en el fondo más que l>t'za de caballor>, ,.cabeza de serpienterr, etc. Si luego el sujeto decide
procedimiento d9 ,.p.ri.ión. La intimidad :t lrordar otro tema, floral, geog ráfico, etc. , este tema se recono cerá y
un resultado de las ensoñaciones á. "¡,trt. del Joná,r...E" Jl profundi- rtt:tntendrá durante un buen rato. Pero, ¿quién puede ignorar que esta
hay una especie de fidelidad fundamen-
dad de la ensoñación ovi.scosidad del tema>> y esta perceptiona/ perseueration no son iino las
";.;;na
ral, una resisten cía asalir de las imágene¡ familiar 38t t'sttucturas dgl lgoptrmiento de los continentes isomorfos y la obse-
ta estru.*r, es la que encont taba ya StrÓmgren sitin de la intimidad propia del Réginzen Nocturno de la imagen? Los
ixótimo cuando veia en la perseverancia un rasgo t r1rítulos en que pasábamos tan fácilmente del mar al pez uagador, del
f i"Rorschach, la pe rseve ración de las partes aPre-la plancha del test es lrrrgador al tragado, de la tierra cuna ctónica ala caverna, luego ala ca-
un síntoma central d. i" ixotimia. Una parte áe cámbio de posición s:t y a los recipientes de todo tipo, no eran sino una ilusffación de esra
repetida rres o cuarro u..., e interpr.,"á", pese
al
('structura ge neral de la represe ntación que se manifiesta tanto en la
A men,rJo el ixótimo es deliipo machacón: <Asimismo
de la plancha. l)('rcepción de las planchas del Roschach como en las fabulaciones de lo
."r".terística entte la perseveracióin
se observ a a ra r¡r\'^r*sv
menudo relaciór, irrrrrginario. En todos los casos hry una fidelidad tena;z en su quietud
de ""r
d^ ff"simetria, en estas palabras:.y también, y
en ¡rrirnitiva, ginecológica y digestiva, que la representación parece pre-
po tad'o.. . ) 386. Esta simetría n9 es ya la simetría s('l'vAr.
de la negación, en la
la iáititud. La perseveración
Es, asimismo, esta perseveración la que puede hacernos comprender
que simetfla.en la similitud: se pasa
doble negación, no es offa cosa esa
l¡r confusión costantemente puesta de manifiesto en el curso de estos
((no... no>>. En los ixoides más ca-
insensiblemente del <<así como...r> al r¡ltimos capítulos, entre el continente y el contenido, entre el sentido
387 se enc
racterízados
¡r:rsivo y el sentido activo de los verbos y de los seres. Subyacente en
elementos del test: Por t'lt'cto a la forma activa o pasiva, eS decir, a la clara atribuci1n a tal o
cas, o la esterotiPia ( uul sujeto de una acción cualquiera, persiste más plofy"damente la
francamente ePilePt irrragen gratuita de la acción pura misma. La perennidad sustancial de
En la ePilePsia Pr l¡r rrcción misma hace descuidar las cualificaciones sustantivas o adjeti-
de manifiesto Por el v:rs. Esta estructuta de perseve ración configura todo este juego en e I
veración> que Guid (lr,r('continentes y contenidos se confunden en una especie de integra-
perseaeration Este :l suieto' cuyl t::119en-
r itin hasta el infinito del sentido verbal del ajustado. Materialmente es-
partes qu-e tienen la
ciaestá intacta, eli .est
terente I ¡r t onmove dora vinculación a la patria matern ?,, a la mor ada y al asien-
r", : por ejemplo, un
misma ro*",-ó.- It), sc traduce por la frecuencia de imágenes de la tierra, de la profun-
.r" los islotes de la misma
suieto percibire d. r !, , - a todos los salientes redon- ,lirlrrcl y de la casa. No es casual el que la doctora Minkowska haya
forma, €o tanro que orro será sólo sensible e infidelidad ¡rrrt'sto de relisys3e0 en Van Gogh epiléptico- esta iconogra-
deados. Hay, €o esre fenómeno, p&veración perceptiva -pintordonde los campesinos comen
l¡¡r rlc la fidelidad: interiores de Holanda
lr¡rtrrtas, jardin del presbiterio paterno, habitación de Arles, nidos de
utiliz aLévy-Bruhl, aunque p^r^repudiar¡o; también Przy.lus-
384 ¡r, este sentido lo ,o
ki, aunq.r. p"r" *bordinarto; .irt. írw-g*u"r, La fongtnns mentales dans les sociétés
lgb if^z,453; pnzvrusrct,'La Participation, p-. Ix, 2,30-34' rnr) ('.fr. op, cit,, l, p. I92.
inférieures, pp .2g-3o,pp. 637'
38r Cfr. E. Srnóucn¡N, O-*;;;-lo'tbo*e Psycke, Hopitils tidende, 1936, Pp ' I'xr MlnrowsKA, De Van Gogb et Seurat aux dessins
d'enfants, pp.35 y ss. Hacemos
648; citado por BoHM,, op. cit., ll, P' 398' ,r,lrrr l¿t rllisma restricción que la sugerida por la nota 3S3 de lá pá,gina 2J): Van Gogh fue
186 6¡t. Bontrl , oP. cit,, l, p. 287 . ,r,¡rtci:trlo scguramente de perturbaciones epilépticas, pero estas pemurbaciones pat..e.t
l¡Bl Op. cit,, Ií, ó. 400. Cfi. la noción f'rsica de entrop'u. ',r r urrrl:trirt.s en relaci6n a la <melancolía> que al final eca,b6 con el pintor.
388 Cfr. oP, cit.,l,P.193.
2r7
2t6
de Provenza" en que la derra lo in- vcrbos cuyo significado está explícitamente inspirado por esa estructura
co el cielo, son eio de la gran fide- ¡¡liscromorfa: unir, vincular, soldar, atar, acercat, suspender, pegar, et-
ter . La misma estructura se encuen- t'i'tera, mientras que en la expresión esquizomorfa los sustantivos y los
tÍa, por ranro, eo el plano de unión de imágenes por .rgduplicación, :rdjetivos dominan en relación con los verbos . La expresión esquizomor-
¿oúri negaci ón y ,.p"li.ión, y en el plano de construcción de
percep- f ir. puede ser vaga, porque tiende la abstracción de tip-o alegórico,
rnientras que la gliscromorfia impulsa ^ a la confusión y tiende ala supe-
ciones por Perseveración.
rabundancia del verbo, a la exactitud del detalle 400. También aquí en-
( ontramos una prue ba de la indiferencia de la voz verbal en relación al
('squema motot de la acción expresada. Por otÍa parte ,, la expresión
gliscromorfa utilizará con preferencia las proposiciones ,,sobrerr, ((entre>,
(con> y todas las expresiones iue tÍatan de establecer relaciones con ob-
jctos o figuras lógicamente separadas. Minkowsky observa4ot que esta
firbia de la separación se manifiesta en el Rorschach por la deformación
t'onfusa de las planchas donde los colores y las formas están objetiva-
mente circunscritas de forma más nítida. Así es como en la plan-
nesr> 3e3. Esta viscosidad ixotímica p t'ha VIII el epileptico ve un <.animal que trepa de un punto gris a un
plano social. Kretschmer ha Podi l)unto tojor>, uniendo así los tres elementos claratnente separados: en la
ito*. hipersocial,r r9a d.1 ixótimo ¡rlancha IX, donde se yuxtaponen ffes elementos coloreados sin ningún
tidad de iespuestas .,forma-color'> vínculo aparente de forma o de color, el paciente responderi: ((es una
t"¿beza de cordeto. . . es fuego, fuego que arde sobre una cabeza de cor-
va3n. En Van Gogh se encuentta as
cuasi religiosa tlcro,r. Y como concluye de ello Minskowski, €o estas respuestas vemos
de unirse amistor*..,., de construir una comunidad
nla expresión de esa tendencia a relacionar abusivamente unas con otras
lrrs partes de la plancha sólo porque se tocan, y.^.unidas de este modo
('n un conjunto, y ello en detrimento de la precisión de la forma de es-
t as partes que debería imponerse aisladamente de nosotros)>402. Esta

ncgativa a aislar, a separar,, ¿no se encuentra acaso en el estilo mismo


rlc la pintura de Van Gogh? A menudo4o3 se ha tachado de <cósmicar>
la obra del pintor de los girasoles. Lo que, eo efecto, a primera vista
¡rt'rmite diferenciar la técnica analitica de un Seurat del torbellino pic-
tórico de Van Gogh, €s ante todo la aftnidad de la materia pictórica:
l)Ílrece que la tela entera esté barrida por el mismo movimiento del
los verbos, Y esPecialmente de los ¡rirrccl, sumergida en una onda continua de furiosa y tierna pintura. El
rrrundo plástico y pictórico de Van Gogh si se opone a la concepción
)9r podría señalarse en la obra tanto literaria como pictórica d ¡rnalítica de un esquizoide como Seurat y, con mayor raz6n, al mundo
mística del rlislocado, preciso, formal y duro de la pintura concteta del paranoico
estrellad"ru .tÁerosas ilustraciones de esta estructura
litirr, ñ Théo, é ¿. r.ptiembre de 1888, )'elPecialmente la del
que los mari- l)alí o las abstracciones geométricas de Mondrian, aparece como el
<rengo un lienzo de ."ñ"... r. me ocur rid ia, idea de pintar un cuadro tal rt'ino de^ lo viscosoaoa. Por offa parte, sobre todo a partir de Van Gogh
-a,rau.,
nos, .il'oü;;;1,;;r,;l;;tü:".Ia cabina de ún barco de pescadores de Islandia,
expermenraran un sentimie .rto d. balanceo que les recordar i su propio canto de
|()e MlNrorurrsrcr (op. cit., p. 208) cita la c^rte a Théo de marzo de 1889.
cuna...> 4oo Op, cit,, p. 25r.
t92 ia, gliscroidia. 4or Op, cit.,
lei p. zelr.fr. l. opartic-ipación> estudiada Por Przyluski, op. cit', p.2r9.
pp. 4, L, oP. cit., PP. 1-oo:lo4'
4o2 Op, cit,, p. 2I9.El asociacionismo, a través de las nociones de <parecidoo y de
^ r .1e4 ci;"-,;.'í'-roa. la vida mental de los primitivos está profun' rr ontigüidadn, htbia tenido la intuición de esta estructura aglutinante de las imágenes;
op,
r lt HornolNc, Psyc/tologie, pp. !97, 206, 220-229; cfr. RIBon, Essai sur l'irnogination
damente socializada.,
197 Op. cit., I, P . 286. t n'¿trice, pp . 23-25; Logique des sentirnents, pp. 7-I2.
,lot Mrñrorur¡SKA, op, cit,,p.2I.
39rr y¡* GoCH,^Z ettres i. Tbéo, 10 de m^rzo de 1888. 4o4 MlNrour¿sKA, op. cit,, p.41. Dalí es un paranoico fóbicamente obsesionado por
297 Mnrcov sr't, Scltizop brénie, p ' 209 '
hrs tcrnás líquidos.
398 Cfr. MnrowsKA, oP, cit., PP. 63,,99'
258 2rg
pintura al óleo se utilizari racional>. No iremos tan lejos en la afumación tipológicay diremos sim-
y d. Iosfauue!, sus discípulos, es cuando la Pero 1o que se
translúcidoa't. plemente que las conclusiones de Minskowski se imponen en el estudio
como pasra viscosa y ''i.or"ó vehículo -aglutinanre
todo el estilo
es ante de las estructuras m'lsticas. <El sensorial vive. . . en lo concteto, en lo hi-
debe subrayar es que esra estrucr"o
mismo del eufemismo lt.u"¿o al .*trá-o,
la ant'frasis. Mientras que pe rconcteto incluso, I oo llega a separarse de ello, siente mucho más de
en el primet momento como lo que piensa y se deja guiar en la vida por esta facultad de sentir muy
las estructuras-.rq"iromorfas se definían
de la hipérEole antitética; la voca- de cetca a los seres y L las cosas)>412. Esta forma <.de sentir desde muy
esüucruras de la antir.ri, e in.l.rso
e i, d e n" L l-á ii.'' ('erca)> no es sino la uaptitud intuitiva)> que es, según Bohm4t3, uno de
il' .1?.H r['3',,t:" ff 3 li:*t",::i:
;ió d un i ate
" "' " " los caracteres del talento art'lstico. Esta intuición no Íoza las cosas desde
Iz
is. En el lenguaje místico todo se eufemiza: r:l exterior, no las describe, sino que, rehabilitando la animación penetra
*.ro , la Áirtiéación en deglución, las tinie- cn las cosas, las animá. De ahila abundancia de respuestas cinésicas en
blas se suavizanen no.hl, la materia en madre y las tumbas en moÍa- cl Rorschach: <movimiento que no se reduce a un simple desplazamiento
das bie navenruradas y en .,r."r. Así es como en igr gl?ndes místicos el de los. objetos-en-el espacio, sino que, en su dinamismo elemental, pti-
la salvaéion; es un mismo ffi?, si se puede decir así, el objetgl .y se l-mpone de este modo con fre-
lenguaje de la carne-reviste la semántica de
nción. t'uencia, eo detrimento de la precisi6n y de la formarr4r4. De ahila pre-
;;;B; ét q.t. expresa el pecado y la re de t el rea/ismo sensorial Y cedencia, en todos los protocolos de la estructura, de respuestas cinésicas
de las imágenes. Este y de respuestas colores sobre la respuesta formal geométrica. De ah't
caracterólogos Y a los la riqueza.y,po! así decido, la connatutalidad de esta estructura con la
la terminologia iun- csencia rnisma de la imaginación que es, ante todo, representación del
consid eraÍ de primera intención las dos
prime- csquema dinámico del gesto. Muchos autores4rt observan esta facilidad
tadas de t.ttoi introversivos notorios. En- par- rlc las fantas'tas gliscromorfas para suscitar una representación <(en imá-
y *lüi*i¿"4 0". está_vinculada a ella
h puede in- genes)>, oo en formas sintácticas o <en esquemas> abstractos.Imigenes
ticular, la viscosidad esta ter- (lue no son calcos del objeto, sino dinamismos vividos... en su primiti-
ducirnos a pensar que ta míltica iniroversión. Pero e ntonces es
cera esüucrura que parece .*p"i.rr,"t
la imaginación mística con el va inmediatez. Son más producción que reproducciónar6.
dgJames o con ,t nlo¡liblung- del esteticista \Torrin- ¿ Quién
puede no ver hasta qué punto este cuadro tipológico se
tboug-minded j;l;i"l* o:
t"l 4.il[i;;.;'
08' Por el :rplica al uepiléptico,> Van Gogh? A partir de la época de París, ¿no es
seroo,.or,,i"ái..
momenro, oo queremos insirtir .'., ii- ¿incylt llas de la rrcaso toda su obra una furiosa <<tespuesta colorn, de la que no podrá sa-
ver- que en arquetipol uras mís- lir más que la exasperación cromitica de los faaues? Y la escritura pic-
tipología, pero lodemos
ticas .o.,r,5ñ',1 #-ifrcultad io., lo, caiacte?es g, con el t(rrica, toda de v-rgulas y torbellinos, del pintor de los girasoles, ¿no
( rca en el espectador ese sentimiento de intenso movimiento que ani-
;rp..;; á;;i"r.idrd concre ta, tanto se nsorial
esta
como
estruct nra todo el universo e incluso la natunleza muerta más estática? Basta
faÁtas1a m'rstica. El R' rschach confirma
as un t
manifiesto en todas la ojcar la correspondencia del pintor para darse cuenta de cuán tenaz es
Y ofrecie su visión coloreada: casi en cada página nos deslumbra con una des-
íntima <(extratenstva
res ;puestas colores m-ul-ele- t ripción que exalta los colores de un paisaje o de una escena entrevista,
con una relación de
luestra una ausencla de
vado. Por el contrari y t ambién sorprende con esa <(resonancia íntima)> que revela la sensoria-
lta de s'rntesis abstracta' lirlad del pintor del Café de Nuit, Los colores y su percepción no son
respuesras *forma€ene:
variedad gtand: y lábil de solamente elementos que <localizan)> el objeto, sino que también reve-
En los ixoides, el Rorschach4r' ¡¡sestra una
el quelmpulto- 1Yl"t-
respuestas .olor.r. Es este .on,,*t 1,ip"tógico
l¡ur su significado íntimo, su simbolismo sentimental. En sus célebres
oponer el tipo -.pil.pioiá.-t.""sorialuil tipo
t'esquizoide- r ¿rrtá.s, Van Gogh esboza toda una semántica del coloÍ4t7. Paradljica-
kowskiar
^ procédé de la
4ot La Découaerte de .lean van Eych, et l'éaolution du
cfr. znory, 'tt2 Op, cit., p. 204; LÉw BnuHr (Fonctions mentaler, p. 67) describe la percepción
peinturi d l'huile d1 Moyen \se A n^o1 PP ' 2)t y ss'
,iour¡, ¡¡nística> en las sociedades primrtrvas.
406 Cfr. JuN c, TYPes PsYclt ' , P ' 294 ' 4tl
rü{onruNGER, AbstraAtion und Einfiiltlung, BoHtrl , op, cit.,l, p. 260.
4o7 Cfr.
Jnurs, Pragnzat,, P^p , 30;
i7 'tt4 Mr¡¡xowsKr, op, cit., p. 204.
D.192. 'rrt Cfr. MINKo\)ísKr, op. cit,, p.20); MlurcowsKA,,Op. cit,, p. 2r; BoHt'l , op. cit., ll,
^ 408 Cfr. Jur.rG, op. cit., pp. 294.,J08, 317.
4o9 Cfr. BoHM, op. cit., II, p . 4rl.
f '149.
416 Mr¡.¡rcowsKt, op. cit., p.z}t.
4ro op. cit., II, P 400. 'tt'/ Vnru C'ocH , Lettres, l1 de agosto de 1888 <rLa pintura, tal como es ahora, prome -
4r I MINro,uv srct,-Scltizopbr', Pp
.

' 200-203 '

260 26r
mente el sensualismo exacerbado del color en Van Gogh llega en el
o fepresentarivo restringido
misterio mismo de los setes y las cosas . La pintura de Ván Gogh es el -
a la cosmización inhererrte a'
ejemplo mismo de una pintura que,.por la avidez pictórica, c^ra a los ediante una auténtica ..microcosmi-
impresionistas, alcanza una profunda mGtica comparable a la del
Greco o a la de Rembrandt. El reflejo impresionista, sin volver al ob-
jetivo ucolor local>, se convierte en sustancia. La obra de Van Gogh
no está muy lejos, desde este punto de vista, del proceso de trans-
mutación de la Gran Obra alqu-rmica: vulgares girasoles se convier-
ten, €o las telas del pintor de Arles, eo la sustancia misma del grito pro- inúscula chispa la que da todo su
meteico; así como en ese otro holandés, Vermeer, el color transfi-
n última instancia i ese continen-
gura, eo el pintor maldito esta transfiguración por el color se hace .
la sal o el oro que
en la <.explosiva>ar8 exaltación que caractetiza el polo negativo de la
tales y los elemén-
epilepsia.
que en semejante
Por último,la cuarta estructura, estrechamente ligada a las tres an-
esrén deformadas
teriores, consiste en nuesffa opinión en esa propensión a la uminiaturi- cto>, puesto que a ese nivel místico
zaci6n>, a la gulliuerización, de la representación en el Régimen Noc- sino la matéria, la sustancia. ya
turrro, Los psicólogosntr |¡¿¡ insistido en la <minuciar>, eo la <meticulo- entas, el recipiente, e I continen_
sidadu de los caracteres ixótimos. Las lentitudes intelectuales de este ti- e poseyera la embria gvlcz del con-
po se vinculan al detalle, pierden de vista el conjunto, dan muesrras de
qna pedgteria muy característica que insiste en el detalle, lo pone de
de mánifiesto y lo comenta con mezquindad. En las respuestas al test de
Rorschach azo, el escrúpulo y la rutina del ixótimo se manifiestan de mu-
chas maneras: ant respuestas superiores 7
la media corriente. emer que se le escape al-
gún detalle. La mi ia se manife stari asimis-
mo en la frecuencia de respuestas anatómicas, y en este caso la minu-
ciosidad de la descripción anatómica se une a la esrero
veració n42r. Finalmente, y sobre todo, lo que sorprend 7ala, eS también,.pese aparienclas gue parecen dar la prim acia al
gliscroide , es el número considerable de respuesras tontinente, invertir los Ihábitos
ln
diurnos de pérr", del clasicismo nove-
gran detallerr, deducidas partir de un detalle menor, lc.sco y hacer primar Io inferior, el
^
minúsculo de la figura. Guirdham observ^42z incluso que la persevera- que hasta enronces estaba consider
ción del contenido global de una respuesta se confabula a paitir de un timientos humanos. pero nuevame
'rnfimo detalle con una respuesta dad a, y generalme nte a, partir de un de-
talle anatímico. Esta estructuta tan caracter'stica, representativa y
perceptiva, merece que nos detengamos en ella. Signifita que el pa- predilección por los ..remas pe_
ron los pinrores tzs ffigionadols a
posiciones. Sus naturalezas muer-
lismo, biblia solitaria puesta sobre
trrla mesa, par de zuecos o de zapatos, coles y cebollas,
silia, butacar, r.
't2\ C.fr. supra, p. 204.
op. cit.,II,p.4rl. Cfr. Michel L¡lnls (en <Nore sur I'usage de 'tt'1 BoH¡,1 '(opl.^tit,
es vaudouisants i Haitiu, p. 207,, en Mém. de l'Institat frangois 4 P. 449) insiste so.bre el (.+.o/o.) muy bajo en la epilepsia.
l¡itr:rlrnente en pintura, ..faüves> e'impresionistas, al.F
I9r3) hacia una interesantísima observación sobre lo que él lla- -i"i-ir"r.í diÉuio y la forma re-
antepasados de nuestros mod.r.or utachistas" y ptnroi.rli"i"i^J.r".
"r¡ll:rrr
'ttt
cosas)> en la interpretación vudu-rsta de los cromos católicos: c - oVan Gogh, tipo puro del.inspirado... deja án'rr', obra
si siempte un detalle es el que decide la confusión de tal santo católico con tal o cual el carácter como abando-
n.¡,lo rlt'un fragmento..., mensaje valioso... aunque corto)>,
uloa> vudú. Cfr. op. cit,, II, p . 449. escribe el pintor l"uir,"
I r r ¡ ¡ ¡r r.n e I Traité du paysage, p. 62.

262 263
mensióo y, con mayor modvo, a una gigantizaciÓndel modelo. Hasta po-
despojan de toda la escenificación decorativa tan del gusto del barro-
dria decirse que las estructutas privilegiadas por una cultura se recono-
cen en la materialidad de su iconografta: las culturas de influencia
udiurnau hacen predomina r la figura humana y tienen tenden cia a gi-
g^ntizar a los hérores y :u: proezas, mientras que .lT culturas que.se
forman en torno a un misticismo y al sentimiento del acuerdo cósmico
con el género pictórico Kwaclt
ponesa y de la estética taoísta.
tienden a preferir la iconog raf":ta naturalista ; al menos esto es lo que
mplo sintoísta, es un confirman tanto las poesías místicas de San Juan de la Cruz como la
ra del te
aguada extremo-oriental. La afición por la miniatura es tan constitutiva
caciones sentimentales. No es casual que el expresionismo de Vicente
del oratorio como del Kahérnono. Esto explica que el sentimiento de la
ü"" Gogh se viera consranremenre m.iirdo p.o} .el simbolismo-pictóri- naturaleza y su expresión pict6rica, musical o literaria sean siempre mis-
co del E-"xtremo Oriente. Asimismo, eo el páisaje del pintor de Arles
ticismo : la naturaleza <inmensa)> no se aprehende ni se expresa más que
volvemos a hallar reducción microcósmica no sólo en el semantismo
de los maestros taoístas Y Zen- to- gulliverizada, reducida inducida!- a un elemento alusivo que la
resume, y de este modo -¡o
la concentra, la transfotma en una sustancia
también por la misma voluntad de
elementoJ expresivos como lo hacia íntima.
El arte de la lítote está muy cerca En resumen, podemos decir que en Régimen Nocturwo se distin-
r campo de trigo, uo solo ciPrés, uo guen fácilmente cuatro estructuras místicas de lo imaginario: la prime-
ra es la fidelidad en la perseueración y la reduplicación que ilustran los
macizo del jardín de Daubigny, una canÍeÍa, una roca, algunos ttoncos
símbolos del encajado y su sinta:ris de reduplicación y de doble nega-
de árboles cubiertos de hieJra le b gh para sugerir una
ción . La segunda es la uiscosidad eufemizante que en todo y por do-
.os-ol og'ra, lo mismo que un bambú 9 un pi-
a alusión clara a un quier se adhiere a las cosas y a su imagen reconociendo un .,buen lador>
;; b;d 3i "i."!o, g alguno de las cosas, que es la utilización de la antlfrasis, la negativa a cefcenar,
re ma restringido, la Incisi son ranro en van Gogh como en
a separar y a someter el pensamiento al implacable régimen de la antl-
Sesshü, signó de una imag icrocósmica.
tesis . La tercera estructuta, que no es más que un caso pafticular de la
Pero {.ri, í haya
'n que írrt.gt"t se todo el
tltoo-tbóuei taoístas o segunda, es una vinculación al aspecto concreto coloreado e íntimo de
arte del paisaje.
las cosas, al movimiento vital , al Erlebnis43o de los seres. Esta estructuta
Tchan no es en el fondo más que microcos-
se revela en el trayecto imaginario que desciende a la intimidad de los
mos que concentta par a la meditación , , , unlvetso
'
la flexibilidad de Ia ola. En Occidente, objetos y de los seres. Finalmente,la cu rta, esttuctura,, que es la de la
de la^solidez de la^roca y de
b-"n.ipando po:9 a poco del icono hagiográ'- concentración , la del resarnen li/iputiense, patentiza explícitamente la
ñ"r,. el paisaje se ha ido
gran inversión de valores y de imágenes a que nos ha habituado la des-
fico y aunque cons ?NL del icono su sentido alusivo, su
"n^tropámorfo, na ensoñación o una potencia en un pequeño t'ripción del Régirnen Diutuo de las fantasías.
able. Y un parridario-de las grandes composi- Pero los simbolismos y sus estructuras psicológicas, eue hemos estu-
A. Lothe, Se ve obligado a reconocer esa vo- <liado hasta a,hora en estos últimos capítulos, nos inducen a profundizar
cosmos en un pequeño espacio de dos dimen- rrún más el estudio del Régimen Noctumo, Porque estas imágenes noc-
turnas de acoplamiento, de intimidad, esas sintaxis de inversión y de
sioines Finalmenre, la inclinación de RuisdaéI, de Corot, de Clau-
>>42e.
rcpetición, esas dialécticas de retroceso induce n a li imaginació n a fa-
de Moner o de Cézanne no está demasiado alejada del ikébana que, eo
lrular un relato que integra las fases diversas del retorno . La imagina-
un ramo de pocas flores o en un jardincillo minúsculo, concentra y r ión nocturna es llevada naturalmente de la quietud del descenso y de
resume Ir iotálidad del Universo. Ei paisaje pintado es.sie.mpre micro-
l:r intimidad,. que simbolizaba la copa, l^ dramatizaci1n cíclica en la
cosmos: consritucionalmente no p,.r.á. aspirtr a una similitud de
di- ?
(lue se organtza un mito del retorno, mito siempre amenazado por las
426 Cfr. HnLrER, Les Maítres de l'estampe iaponaise, p- 2t.
Cfr. Comentario de una pintura de Tchan-Fang-Yéou, por R. GnoussET, Art
427 de
'110 Cfr. MINKo\tsKr, o-p, cit., p. 25.Cfr. t¡vr-Srnnuss, op. cit., p. 3r,
_que ve
muy
/'ktrérne Oient, P. 10.
lrit'n que la reducción de la escala es lo inverso del procedimiento analítico <,esquizomor-
428 Cfr. C-oHÑ, Peinture cbinoise, p. lt; cfr. P. C. SWRNN, La peinture chinoise,
pp.
lrr, poreue en el umodelo reducido el conocimiento del todo precede al de las partes>.
I ^ 9,49,63. Nost¡tros añadiremos que en el modelo reducido, siempre <<facs'tmilr, hay homogeneiza-
42e A. IOIUE,op, cit. Cfr. I¡Vl-SfnnUSS, In Pensée saaaage' P' 34: <.Ia inmensa ma-
r r(,n con relación a la heterogeneización funcional del modelo real.
yorlade las obras de arte son mode/os reducidosr.

264 26t
tentaciones de un pensamiento diurno del retorno triunfal y defipitivo.
La reduplicación del continente por el contenido, de la copa por el bre- SEGUNDA PARTE
baje, lleva irresistiblemente a la atención imagin aria a. concentrarse
tanto en la sintzu<is dram itica del fenómeno como en su contenido inti-
mista y m'stico. Así como insensiblemente se pasa del simbolismo m-rs- DEL DENARIO AL BASTÓN
tico de la copa al simbolismo cíclico del denario.

Nuestras fiestas. . . son el movimiento de la eguia que sirve


p^re.unir las partes del techo de paja par" hacer un solo te-
cho, una sola palabra...

M. I¡ENHaRDT, Notes d'et/tnologie néo-calé-


donienn€, p . 178.

I. LoS SÍMBoLoS CÍCLICoS

Acabamos. d9 comprobar qqe la actitud más radical del Régimen


Noctumo de lo imaginario consistia en volver a sqlq$e en_unaiñdrni:

domi gs; de vencer


guras y en un simbolismo es-
atia
tático, sino o
do.el"de.xenif Los arquetipos y los esquemas que se pola rizan enMo
de esta fundamental ambición son tan poderoJos que, e o las mitologías
del progreso, eo los mesianismos y filosofías de la historia,llegan ato-
marse por-realidad objetiva, por moneda vilida del absoluto, y no y^
como residuo concreto de simples estructuras singulares, de simples tia-
yectos de la imaginación.
Mientras que el primer movimiento de la imaginación nocrurna
consistía en la_ conquista de una especie de tercera dimensión del espa-
cio psíquico, de esa interioridad del cosmos y de los seres en la que üno

266 267
desciend. y se hunde por una serie de procedimientos como la deglu- estructural implica-
ción y los fantasmas digestivos o ginecológicos , la gullive rizaciln o el negación es ya un es-
acoplamiento, cuyo s-rmbolo arquetípico es el continente en general, la ial, de los esquemas
copa, determinada ? su vez pof las ensoñaciones del conteni{o y las Manda/a, por ejem-
sustancias alimentarias o qu'rmicas que encierra, ahora abordaremos más que un paso. Los cánones mi-
una constelación de s'rmbolos que gravitan en torno aI imbito del tiem- descansan en la posibilidad de repe-
po mismo. Estos s'rmbolos se agrupan en dos categorías, según se haga tir el tiempo. <Así han hecho los dioses, así hacen los hombresrrr .rt"
hincapié en el poder de repetición infinita de ritmos temporales y de máxima del Taí41iriya Bráltarnanaa podría servir de epígrafe a toda in-
dominio cíclico del devenir, o, por el contrario, que se desplace el inte- tención ritual o litúrgica d-e repetición: se pasa de h réduplicación de la
rés hacia el papel genético y progresista del devenir, hacia esa madura- acción pura en que se confunden lavoz aiúvay lavoz priiur, a una re-
ción que recurre a los s-rmbolos biológicos, eue el tiempo impone a los petición en el tiempo que indica el cambio gramatical-del tiempo ver-
seres a uavés de las peripecias dramáticas de la evolución. Hemos esco- hombres reduplican a los
gido , para simbolizar estos dos matices de lo imaginario que tratan de t-rfrasis, la repe tición cícli-
dominar el tiempo, dos figuras del juego del Tarot que resumen recí- liade en una importanre
procamente el movimiento cíclico del destino y el impulso ascendente <El hombre no hace más
y
idel progreso temporal : el denario o- que repetir el acto de la creación; su calendario religioso conmemora en
tuce enlas,.fumgg"g9!.d,-9-l_qlplg,y.jg o, el espacio de un año todas las fases cosmogónicas qrre tienen lugar ab
aritmologia denaria, duodenaria, t El oVg-ine.l, E-n un-capítulo titulado La régénération du ternps6, el-histo-
-la
riador de las religiones se concentra eñ el problema de repetición
..anudt> de los ritos y de la institución, tan universal que.r
de ella, del año. "rqlretípica
El año señala el punto exacto en que la imaginación domin a la con-
hos donde resplandece la confinzaen el desenlace final de las peripecias pacial . La palabra
ldramiticas del tiempo, polarizadas por el esquema progresista que, co- r el año el tiempo
imo veremos, no es más que un ciclo truncado o mejor una fase cíclica perfectamente las
ominio geométrico del tiempo:
Jfinal que enrcajar. a todot iot demás ciclos como ,rfigiras>> y esbozos del calend aúo tiene una estructura periód ica, és decir, circui at.>> Et insiste
<El
i último proceso Las dos catego tias de estos s-rmbolos que se asoc ian al
"
tiemp o para vencedo tend rin la característica común de ser más o me- sobre la forma ..circular> del ser qr'r. sirvió de arquetipo ontológico a la
nos <historiasrr, ..relatos)> cuya principal realidad es subjetiva y que se astro.biolog.'ra:
lEl.tiempo cíclico y cerrado afirmi en l-o múltiplá h cifra
acostumbra a llamar.,mitosr>2. Todos los símbolos de la medida y del y la-intención de lo uno.,> En última instancia, esre tiempo cítlico pare-
dominio del tiempo tenderinaprogresar según el hilo del tiempo, a ser ce desempeñat gl paPel. d.-..t. <gigantesco principio de identidad apli-
míticos, y estos mitos serán casi siempre mitos sintéticos, que tienden a cado a la teducción de lo diverso de la exisiencia-hum . Desde .r.
momento no h?y ^na>>7
Áe,€_9.+9"{k-1 el terror ante el tiempo .distinción entre el tiempo y el espacio por la sencilla
que hüyé; eranza, en la realización raz6n.dg q.t.- el tiempo está especializado-po; el ciclo,po; el annula$r.
del tiempo , la confian za en una victoria sobre el tiempo. Estos mitos, Este último desempeña un poco el papel qüe Bergson riprochaba al re-
con su fase trigica y su fase triunfante, siempre serán, pues , dramáti- loj : es una proyección espacial del tlempo, una iñfluencia determinista
ternativamente en juego las valo rizaciones ne- y tranqYilizadora sobre las caprichosas iatalidades del devenir. Lo que
I hty de interesante Para nuestro propósito en este ritual del calendario
I es positivas de las imágenes. Los esquemas cí-
J
I
tican, pues, casi siempre, el contenido de un
a Cfr. Éuto¡, Mytlte de l'éternel retour, p. 4r.
I
7 9P, cit., p. 46; cfr. GusDoRF, op.
I Esta dualidad de las esüucturas en la ontología temporal ha sido puesra de mani- 6 Eu.,ro¡,, op. cit,, p. gl.
fiesto perfectamente en la tesis deJ. GurrroN, Le támps eil'étemité cltei Plotin et Saint 7 GusooRF op. cit., pp.7l y ss.; cfr.
Augustin.
8 Soustelle ha puesto de manifiesto ca-
2 Cf!.supra, p. ,6, e infra, pp. 338 y ss. Cfr. P. Rlco¡ut,op. cit,, p. lr3. lcrrdario de los antiguos_mexicanos; cfr. J.
on_
I Cfr. VaN o¡n L¡¡uut, Homme primitif et religion, p. 124; Hus¡ni y Mauss, Mé- t'i¿:ns Mexicain{, p. 8j; cfr. asimismo R. Gn
bre
langes d'Hist. des religions, p. 192; cfr. GusoonF,oi,cit,)p.26. cl calendario hindú, cfr. ZluuEn, op. cit., p

268 269
no es su contenido, es decir,la longitud mayor o menor de las horas, rlt¡ra el <siglo aztecu>>. Se llega entonces a trna cuatripartición <,circularr>
de los meses, de las semanas, sino la facultad de determinación y le rlcl tiernpo, copiada de la cuatripartición de los puntos cardinales: los
vuelta a emp,rr^t de los períodos temporales: <IJna regeneración perió- t irrcuent'¿y dos años del usiglo> se dividen en cuatro series de trece años
dica del tiempo Étiade- e presupone blig una forma más o y cada año está dividido en semanas de trece días... <Así se desarrolla
-escriUe
menos explíciia una creación nueva, ... una repetición del acto cosmo- tlt'una forma continua, a todos los niveles, el juego de los influjos de
gónicou, é, decir , la abolición del destino en tanto que fatalidad ciega. l¡u direccciones espaciales> r3. Este combinatorio de influencias espacia-
Él nuevo es un nuevo comienzo del tiempo, una creación repetida. lcs tiende , por supuesto, a dramatizar el desarrollo del tiempo: <La ley
Una"node las pruebas de esra intención de vuelta a empe zar se manifiesta ,lcl mundo es la altetnancia de cualidades distintas, netamente zanja-
tl¿m que dominan, se desvanecen y reaparecen eternamente> 14. Este
en las ..t.tionias orgiásticas que simbol izan e I caos primitiYo )n que _son
universalmenre respetadas poi las culturas en que el calendario está en tiempo <históricor>, si se puede llamar así, está integrado en un tiempo
f irlruloso ajustado a la vida sucesiva de ..Cuaffo solesu
tr, que a su vez
vigor: entte los babilonios, los ju
t k:pe nden de las cuatro divinidades cardinales que rigen el eqpacio.
fiestas licenciosas y carnavalescas
en que se tolera el caos, Evidentemente , es el fenómeno natutal cuyas fases están más mar-
nios to, el primer acto de urdas y el ciclo suficientemente largo y regular el que se convertiri ante
minación del caos, de Ti todo en el s-rmbolo concreto de la repetición temporal, del caricteÍ c't-
las reglas se ven s t'lit'o del año. La /una apurece, en efecto, como la primera medida del
t icmpo . La etimol ogia de la luna en las lenguas indoeuropeas y semíti-
días del año pu
ción, tantopor s ( as, es una serie de variaciones sobre las raíces lingü'rsticas significativas
que anulan el t rlc la medida.r6. Nuestra <.luna>, que viene del lat-tn antiguo losna y
t ?
(lue sólo se refiere al carácter luminoso del astro reluciente, no es más
dir..t"mente in n de un Régimen Noctumo ffansi-
(lr,rc una excepción y una disminución semántica. No sólo la etimolo-
torio. por ranro, eo el simbolismo de la repetición del tiempo que i.tt-
tituye el año y su liturgia, Se manifiesta una intención de integración ¡¡ía, sino también los sistemas métricos arcaicos prue ban que la luna es
de iontrarios, ie esboza una síntesis en la cual la antitesis nocturna con- cl arquetipo de la medida. Éliade 17 traduce comó prueba las numerosas
tribuye ala armonia dramática del todo. Este caricter sintético sensibi- supervivencias del sistema octaval en las Indias ,, asi como el predominio
lizaen cierto modo las ambivalencias, es lo que hace que el estudio de rlcl número cuatro en las literaturas védicas y brahamánicas. El ritual
estos mitos simbólicos de la repetición sea más delicado que el estu- t¡intrico se basa igualmente en múltiplos de las cuatro fases de la luna.
dio de los símbolos diairéticos ó que los de la intimidad, eo los cuales lrl hombre prehistórico debió contar el tiempo únicamente por lunacio-
la intención monovalente era relativamente fácil de ocultar. Toda s-rn- ncs, como hicieron los celtas, los chinos, los primitivos actuales y los
tesis, como toda dialéctica, es constitucionalmente aryligua. ftrbcs que no conocen máf qye el año lunar18. Nuestro calendariogre-
Nada evidencia mejor este proceso de reducción del tiempo_a un es- ¡¡oriano, con su división duodecimal, su fiesta móvil de Pascua, sigue
pacio cualitativo que eÍ calendario de ngs. Se puede srrjctándose a referencias lunares. Mientras las cifras solares grwitan en
de.ir que en éstoi el proceso del An ado a' todo el Ionro al antiguo siete planetario, las cifras lunares están ordenadas bien
desarrollo te mporal. El año solar no s un recorrido ¡ror tres, si se funde en una sola fase cualitativa la luna menguante y la
Ir¡¡ra c'reciente, o si no se tiene en cuenta la duna negra>; bien por cua-
espacial solar, ii.to que incluso más alli y más aci, todo 9l tlempo está
t2. Más aci,
e integrado-e- partir de los cuatro puntos cardinales n'o si se tiene en cuenta el número exacto de fases del ciclo lunar , yI
-f¿i¿o \('¿r por el producto de cuatro y de tres, es decir, doce.
cada punro .rt?in^l se^atribuye I un día de la semana de cada cuatto, es
decir ] ses.tttt y cinco días en el año religioso, Sin entÍLÍ en consideraciones numerológicas profundas, puede ob-
cuatro está gobe rn ada a Su ve z por un punto c
semanas de las veinte del año - Má'; allá, un año I t Op. cit,, p. 84.
sea, rrece años solares durante e I período de cincuenta y dos años que r'1 Op, cit,, p. 85.
r1 Op. cit., p. lt.
r(r Ofr. Couo¡RC, Calendrier; cfr. supra, p. 110; cfr. BERrH¡ror, Astrobiologie,
e Op. cit., p. 86. l'f , 1ll y ss .L 360.
r0 Cfr. op. cit., p.93; cfr 97.
tt (lfi. Euaon,Traité, pp. 160 y ss.; cfr. Brbad-Aranyaka (Ipan,,1,,5-t4; Cltandogj¡a
rr Op. cit., p.'tiO; sobre de los Indios Zufii, cfr. J. C,tsrNEUVE, Les dieux I tl, , Vl, 7 -I; Rig Veda, I, 164-4t.
Itr (.fr. CouDERc, op. cit., p. 13; cfr. Hus¡nr y Mauss, oÉtudes sommaires de la re-
dansent i Cibola, PP. 125 y s
t2 Cfr. SOusrrrr¡, La Pen des anc. Mexicaiu, PP. 83 y ss. f
rr('\('nt:rtion du temps dans la religion et la magieu, en Mé/anges, pp. l9t y ss.

270 27r
la gran scs, los Vasu, es, eo efecto, según Dumézllz3, teológicamente plural,
la íma' ya se acuda a los de Agvins, o se acuda a, Vigue Deaá/t, <.todos los dio-
seman- s('s)>. Esto puede ser por isomorfismo del radical uig y de los uaigya, la
ica Ia l('rcera casta de los hombres, la de los productores. Desde luego, la ex-
^
Piganiol re sugiere que hubo dos ¡rlicación de este plural de abundancia por referencia a la función de
o ttí.¿iterráneo: uno, decimal, de krs uproductores)>, más numerosos que. los guerreros o los sacerdotes, es
De la combina- nruy lógica. Sin embargo, nos_permitimos señ.alar qye el plural c_o-
Ahora bien, el nucnza en dos. Ahora bien, todos los protagonistas y los s-rmbolos del
e Pasa Por haber rlrama agrolunar son plurales: se computan las peripecias lunares y los
odecimal. Pero también en Roma I it os agrícolas. Puede decirse que en el caso de estas divinidades plura-

ambos sistemas, como entre los se- Ics indoeuropeas h^y una sobredeterminación del plural por la función
a frecuente en numetosos calenda- stx'ial,por el elemento natural que es la luna y por la tecnologiaagrico-
de dos días tl a;fio, de dos fiestas l:r. Asimismo Dumé zil2a explica mediante una motivación lingüística el
y la Pascua lunar. lripccto plural de Quirinus relacionando este vocablo con curia, palabra
b hittoriadores de las religiones (lr,¡c se emparentaria con la noción ambigua de Quirites, equivalente
s. Przyluski insiste en la imPor- l:rtino, sociológico y teológico, del plural indio Vigue Deuált Pero lo
to veintisiete (tres veces tres veces (luc importa sobre todo para nuestto punto de vista es que ese Quiri-
ría de los nzaksltatra, mientras que nus plural sea un dios agrario asimilado al dios umbro Vofonius, dios
las nueve musas Y Dontenville rlcl crecimiento, semejante alLiber latino, dios de la masa, de la plebe,
ima de la confusión isomorfa de l)cro también de la fructificación. Esta divinidad sería, con el nombre
I swastika2o. Desde tlc Mars tranquil/us, la antltesis del Marte guerrefo.
solar, Pero este úl- Lo que nos hace decir que estas divinidades plurdes no patrocinan
mplemente temPo- ritttlrlemente una abundancia indefinida de bienes o de hombres es
a i Las ttes horas de (luc los Quirinus, Penates, Lares, el Tautates galo (¿dios de la multitud
r n las ffes horas del día: aurora, me- lrula?), los Totochtin mexicanos, tienden a condensarse en una díoda
lio y fin de todas las cosas tal como (r cn una tríada perfectamente definid?D, como el Njordhr, Freyr y
:as de Hesíodo Y de Homero son lrrcyja germánico, como los gemelos AEvins (o Násatya) los que se
urr('Pushan, dios de los <.Qúdra>, de los no arios, protector ^ de los ani-
ües
su form ación, PaPel que nt¡tlcs y de las plantas como Ometochtli udos conejosr>, el más impor-
siempre un Proceso de re- t¡urtt' de los Totochtin, como los Dioscuros que flanquean a ambos la-
se há dado un esPacio. tan ,l, rs cl icono de la gran diosa 26. Przyluski ha estudiado minuciosamente
s mltos. r('rit(' problema de las tríadasD27, tríadas universales que se encuentran
a hallar .,lcstlc el mar Mediterráneo hasta la India y más alli... desde el perío-
o a pro- rhr t'gco... e incluso en el arte de la Edad Media>. El autor insiste en el
los dio- r ulftr tcr teriomorfo de estas tríadas, siendo representada a menudo la
rlios:r ('omo.,domadora> o dueña de animales, los cuales pueden con-
re Cfr. plcANrol, op. cit,, pp . 206-208; cfr. el siste me tonalarnatl_que se basa 7n lz
combinación ¿. ri.irrár y ,ri" ririe de zo nú*.ros, en Sousrrrr¡, La
Pensée cosmol. des J I l)utr,tÉzlt- , Indo-Europ., p. 2I5.
."f ( )p. cit. , p. 224.
anciens Mexicoin¡, PP. 80 Y ss. - ,
20 Cfr. PnzvruS]r<l , La Grande Dées€, P. 199; cfr. BovANCÉ, es coez
"i l)uvt.ztL,, Tarpeia, p. 113; cfr. PnzvLUSKr, Grande Déesse, p. 173; cfr. SousrELLE,
R' Gt- lil l't'tttt'(' co.Ílno/ogique des anciens Mexicains, p. 11. Ometecutli y Omecinatl, las udivi-
tu plril^oii), grrrr, p. 221;,.fr. DoNrrÑ LLE, {ttlolog, fran
RARD, Le Popol-Vub, Pp. 16, 2r, 297 y t.; .fr." BauooulN,
ltéros' rr,l,r,lrs rlt' la dualidad,>, alfay omega del calendario mexicano antiguo; el uno asimilado
PP *l ¡'rnr('r signo <cipactlirr, el monstruo mítico que lleva la tierra y el otro al último signo
P.22 .r,,, lrrrlo, la flor; cfr. p. 13, dualidad de Quetzalcoatl, alavez anciano del Oeste y rena-
ie la relación de la luna con los dioses plurales y con la em- I tililf'trt() tlcl Este
.

bri cit., p.27: Los dioses de la embri^gu:? -al simbolizar esta


-.rral- "t'
(,11. SousrELLE op, cit., p.27. DuuÉzrL, op. cit,, pp. 39,45,lLI.
últ , ürrsid.rados como innumeiables: Centzon Totoch'' "' l'nzy¡t,sKI, op, cit,, pp.9L y ss. Sobre la relación enüe <dualismo> y..triadismo>,
dn, ..los 400 conejoso. r lr l,t vr Sr rrnuss, Antbrop. struct., pp. 166 y ss.

272 273
'f'rifirrmir pop-"|?r, y lT Moiras helénicas, parecen conservar en su con-
servar el aspecro terror'rfico que hemos obsevado en los capítulos inicia-
les28. Lat(iada se presenta, por tanto, como una suma dramática de di- tcxto aritmológico vívidas supervivencias lunares. En Notre-Dame de
V ¡l rí' la Trinidad está representada por una cabeza de tres caras muy
ferentes fases, .oñto el esbbzo de un mito tepfánico de la totalidad.
Desde luego, oo vamos a seguk a Przyluski en- su. interpretación evo- ¡rtóxima a las representaciones de la Triformis. Y el folklore confirma
lucionirt" ! tecnológicaque quiere vet en la evolución de la iconogra(ta rstas supervlvencras: antaño el día de la Trinidad los habitantes de Re-
triádic a la sucesión de cwllizáciones de la caza., de la doma y de la ga' rttircmont se dirigian ala ctuz Théot <<para ver en ella salir los tres so-
nadería. En este aspecto el autor mismo reconoce que las interpretacio- lrsrta. En correlación con su hipótesis de la cuatripartición temporal,
nes son fluctuantes. No obstante , es curioso que e n estas representaclo- l)orrtcvillert bosqueja una explicación muy juiciosa de las trinidades y
nes la figura humanade la diosa puede set ree-mplazada por_u_n simPl. rlc l¡rs tetranidades manifiestas en el folklore céltico: la noche es Orcus,
-.o*o en el caduceo o la rl ogro, el sol claro es Apolo-Belén; en cuanto a la tercera persona, es
bastón, [uerta de los leones en Micenas2e. ( i:rrgatrtúa Hijo , <<cura occidental del padreu , Gargant-Gargantúa, asimi-
Desde ahora podemos obse firar que el caduceo es el emblema de Her-
mes, prorotipb a su vez del Hijo,-del hermafrodita. Los elementos de la l;r,kr al sol poniente. Finalmente, el último término sería el doblete gi-
triadicaducéa son universales. No sólo se pueden encontrat en las civi- l{¡urtc Morgan-Hada Morgana, esta última estrechamente emparcntada
r r)n la scrpiente melusianl. Morgan4 Morge, Mourgue, Morrigan testi-
lizaciones mediterráneas, sino también en la tradición búdica donde
los dragones serpientes Nanda y nronian toponímicamente de la importancia de esta última fase divina.
del lago Anavapataso. En la trad A lt raiz lingüística de ésta se vinc ilaria el Morgen alemin y el nzergere
ranos legendarios Fou-Hi, Niu- li¡tirro. Vinculación tentadora si uno se refie fe a la iconografia de Melu-
\nr¡r ccrl.lergiendo> tanto de las olas como de la animalidad. El mismo
cubre los s'rmbolos de la diosa
un dragón macho y una divinidad r ,lios Mercurio podría tenet un parentesco mucho más cierto con esta
t',tt?, merg que con el rnerx mercantil. ¿No se le llama acaso Mercurius
de un Eajorrelieve Han subraya además este parentesco con el caduceo
mediterráneo. ntttlulinus7)6. Dontenville señala finalmente que los ffes últimos ele-
La mayoÍ'La de los autores que están interesados en las teofanías lu- n¡crrtos de la tétrada céltica se encuenffan geogrí'frcamente en los
nares se hin visto sorprendidos por la polivalencia de las representacio- Al¡rcs-Marítimos: el macizo cuyo punto culminante es el Monte Bal tie-
nes de la luna asffo a la vez piopicio y nefasto, cuyo arquetipo es la n(':rl Oeste un Monte Gorion-long, mientras que al Este, por Levante,
combinación triádica de Artemis, Selene y Hécate . La minidad es siem- r'f nra('izo toma el nombre de Morgan 37. En nuestra opinión, pese a la
|r( clrt'ión solar que da Dontenville a la trlade, esta significación es sólo
pre de esencia lunaf32. Las divinidtdgl luna, por eleTPlo_,Sin, se-divi-
rc( undaria: al estar poco marcadas las fases del día terresüe, sólo pue-
i.n la mayoÍ1a de las veces en trinidades Anu, Enlil, Ea, trinidades rlcrr ser deducidas de las fases bien claras del largo día lunar. Los perso-
que son epifánicas de las mitolog_ias dramiticas. Incluso en el mono'
téísmo estiicto, pero que oculta fuertes rasffos lunares, se encuenttan trrrjcs del drama astral no son sino microcosmos míticos del drama epi-
huellas de la figuracióñ trinitaria: Ali, interpretado po_r la religigt po- lAtrit'o de la luna.
pular, riene trei hijas, Al Hat, Al lJzza y Manat, siendo esta última el l,as tétradas y triadas lunares pueden condensatse también en sim-
rirnUoto del tiempo y del destino. Asimismo, eo la religión popular ca- ¡rlcs rlíadas que evidencian más o menos la esttuctura antagínica, dia-
)), una de las cuales es .,la negra> escoltada Itn, tit a, cuya síntesis la constituye el drama lunar. En última instancia,
r unro Przyluski ha mostrado 3t, una sola divinidad asume los diferentes
so el propio Cristo se subdivide por así de-
ladrones acompañan su pasión y son como nr(rrncntos del drama. La iconografia subraya siempre esta ambivalen-
el alfa y el omega cuyo vínculo forma Cristo. La Trinidad cristíana, La, r i¡ rlc las divinidades asimilables ala luna: divinidades medioanimales,
nrr(liohumanas cuyo tipo es la sirena y cuyo bosquejo dramitico esboza
rrt rf onás invertido>. Diosas bicolotes de México, delJapón, de Egipto,
28 Cfr. PnzyLUSKI, op. cit,,p.95; cfr. supra, p. 9'J . rr t¡rrnbién <V'rgenes negras> que en el culto católico acompañan con
2e El eje de simería de unoi leones de piedra enfrentados,
Ss, sggYn PnzvrusKl,
slm' ltrr ut:ttcia, eo un culto cr-rptico, a las <V'rrgenes de luz> o la Virgen Ma-
bolo ueg.til de la diosa; op, cit., p. 98; cfr- interpretación uiídica de la Cruz de Cristo y ll¡r ( uyo nombre repercute en el de Maria la Gitana o en el de Maria
de los ladrones porJuNc, Libido, p. 191.
l0 Cfr. Pnzirusxl, op. cit., p. 100; cfr. O. Vt¡NNor, op, cit., Pp. 148,I52-Lr4, 198; t'r l)oxr'¡uvlrrF, op. cit., p.123.
cfr. ZtuuER, op. cit,, pp. 62 y ss. 11 (',[r. op, cit,, pp. l2t y ss.
)r Cfr. Pnzvrusru, op. cit,, pp. 101-lo2; cfr.Jtlxc, , Libido, PPr 19r,203. rr, l)r ¡n¡'rrlwtr r F, op. cit., pp . L27 -t29.
32 Menos p?r^JuNo que sóló quiere ver nedades, del sol en el drama trinitario; cfr.
I t (',ft
, op. cit,, p. I29.
op, cit,, p.I92. rH (,fi. PnzYLUsKr, op. cit., p. 178.
tt Cfr. H¡nDrNG, op, cit., p.228, y DOx-rrNVrrrF, op. cit,, p. 186.
274 275
rirt tle una civilización ginecocritica a una civilización paffiarcal, la dia-
,lu fl'menina del tipo Deméter-Coré o la pareja mixta Astarté-Adonis
\c transformaria en la dlada masculina Vismi-Brahma. Este sería el ori-
Hcn rlc Jano, masculino de Jana Diana-. El uBifronte> indica el
míticos, entre otros en los mitos que podrían llamarse, según nos dice rlolrlc carácter del tiempo, la doble-ocara del devenir, vuelto ha-
el historiador de las religiones,.,mitos de la polaridadr, es decir, de la ^lavez
r ir el pasado y hacia el futuro. Una vez más es el objeto <<puefta,, el
bi-unidad que se manifiesta bien sea pol 11 consangli"tdad de los hé- rf uc rlcrivaría su nombre de la imagen deJano. La puerta es ambigüe-
roes con su antagonista: Indra y Mamuci, Ormuz y Ahriman, Rafael y ,ll,l fundamental, síntesis ude las llegadas y de las partidas>) como lo
Lucifer, Abel y Caín, etc., o bien por la teofanía de la pareja divina en rrrcstigua Bachelard después de René Char y Alberto el Grande46.
la que se ve la divinidad acoplada a su paredro, como lafamosa pareia llna variante de este doble uso mítico de la divinidad está represen-
inextricablemente enlazada como en el pan- trrl¡r cn la iconografia por el mito del andrdgino. <El androginado divi-
Shiva-Kali
-p areja divina
re ón tántrico-, bien por asociación en una misma divinidad de caÍac- n(,, ('scribe Eliade4T no es más que una fórmula arcaica de la bi-unidad
teres contradictorios, como la bi-unidad de Varuna, que atay desata, o ,livinir)>; mientras que Przyluskias ve en esta combinación de los dos se-
también la personalidad equívoca de la diosa hindú, a la vez <<Shri> es- xos ('n una sola persona la última evolución de las díadas bisexuadas
plendor, y <.Alakshmi> para,los malvados, o incluso Káli ula dulce,r,.,la
-benévolarr, urtcrior a los cultos supremos del dios masculino. Dentro de varias pá-
también Dourgá, la negra, la destructora que lleva un collar ¡r,irr:rs veremos que esttepifanía masculina no es, como cree el histoiia-
de calaveras humanas 40. Esta ..condensación> de las polaridades adver- ,lor cvolucionista, la del Padre trascendente, sino la del Hijo feminoide.
sas en diversas modalidades puede encontrarse en casi todas las tradi- l,¡r nlryor parte de las divinidades de la luna o de: -la vegelación tienen
ciones re ligiosas. La Ishtar babilonia es invocada tan pronto como la un:r,lóble^sexualidád. Artemisa,,ttif,' Aáo"ii, Dionisol, algunas divi-
,.verde,r, la bienhechora, tan pronto temida como la sanguinaria,, la rri.l¡rrlcs indias lo mismo que otras australianas, escandinavas o chi-
destructoraar. El propio Yaveh se considera misericordioso y bueno, y l nils'r'', tienen una sexualidad muy variable. De ahí esas curiosas diosas
la vez ce loso, colérico y terrible. Las grandes fiestas del mes de agosto lr¡rrlrudas como la Cibeles frigia, la Dido-Astarté cartaginesa, la Fortu-
en honor de Hécate y de Diana , y más adelante de la Virgen están he- r¡ir y la Venus barbata romana. De ahí recíprocamente la feminizaciín
chas tanto para implor aÍ la re ina de la lluvia fecundante, como para rlrsólita del héroe o de divinidades primitivamente viriles: Hércules y
^
aplicar la de las tempestadesa2. En el zervanismo, eS Zrván Akarana urs (krbletes semíticos Gilgamesh y Sansónt0. Sin, el dios lunar babiló-
^
quien asume este papel de conciliador de contrarios, como en el budis- nir,r, se ve invocado a la vez como mauiz materna y Padre misericor-
mo lo es Amitábha o Amitáyus, ..edad ilimitadau, dobletes ambos de rliuso)r. Entre los bamabarl, el genio F4ro, eo su androgineidad, es
la Gran Diosa, identificados con el transcurso del tiempoar. Esa sería, ¡rrirrt'ipio de acuerdo y de unión armoniosa; el que asegura Ia reconci-
igualmente, una acepción posible del culto de Mithra, .,mediador, en- lur ión de los sexos, del Pemba fálico y de la Musso-Koroni vaginal. Pe-
tre Ormuz y Arihman, que participa de sus dos naturalezas y represen- i(' ¡r lrr anterioridad teológica del papel de Pemba, se dice que Faro es
ta el papel de la diosa entre los dos Cabires aa. Según Przyluski 4t , al pa- untol(rgicamente más importante, porque es el alma. En estas perspec-
39 Eu¡,or, Traité, pp. 316-357 .
trv¡rs nocturnas, lo primordial es el androginado; el Adín rabínico es
40 Cfr. op. cit., pp. 3t7-359; cfr. hzyrusKr, In Grande Déesse, p. 194; cfr. Zptt"t¡R, urrrlr(rgino y Eva no es más que una parte de é1, una..mitad)>, unafaset2.
op. cit,, pp. 201-202.
4r Esta ambivalencia está claramente señalada en el panteón del antiguo México: Uit- 'lt' (.fr. BacHELARD, Poétique, p. 200: uH"y dos seres en la puerta.>>
zilopochtli, el dios solar en el cenit, es a la vez el dios rojo, y también el dios turquesa; 'tt l:¡.rnos, Traité, p. 359; cfr. GuÉt¡oN, Symbolisrne de /a croix, p. 51; cfr. GRlaut¡,
cfr. SousrELLE, op. cit,, pp. 69-71. .Nr¡r¡vcllcs recherches sur la notion de personne chez les Dogons>,.lourz, de psyclt,
42 Cfr. texto siríaco citado por HanDING op. cit., p. lL7. Soustelle ha puesto perfec- Ht,ntt, rl patbo., octubre-diciembre 1947,pp. 126 y ss. Parece que la gemelidad sea un
tamente de relieve la ambigüedad lunar del Oeste, que para los antiguos mexicanos está rrrr',lr) ('ntre la biunidad divinay el androginado propiamente dicho. Tanto entte los do-
unido a la luna. La alternancia de las fases lunares corresponde al lado positivo (fertili- Hnrrr ( orno entre los bambara, la gemeliparidad es primordial, y el alma humana está
dad, fecundidad) y al lado negativo (lugar del declive,..lugar del terror>>, <.lugar del có- runrl,u('sta de dos partes a imagen de los dos gemelos primordiales. Cfr. GnIAULE, <,[Jne
mou) de la representación del Oeste . Entre los s-rmbolos de la luna figuran la conch^, ma- Myrlr,rlogic soudanaiser> (Ann. Unia. Paris, año XVII, n.o 2,, 1947), Pp. 94 y ss.; cfr.
triz de la mujer, y el cráneo descarnado que representa la muerte)). Cfr. SousrsrLE, La tgrulnr('nte Dortr T¡l¡,yesvl, op. cit., pp. 1 y ss.;capítulo I, <jumeaux fondus en un>.
pensée cosnzo/ogique des anciencs Mexicains, p. 64. lr l)Hzvr-usKr, Grande Dées€, p.L76.
43 Cfr. PnzyLUSKr, op, cit,, p. 189. Cfr. H. o¡ Lu¡^ac, Amida, pp. 118-121. f'¡ (.f r. Éu¡DE, op. cit,, p. 360; cfr. SousrELLE, op. cit., p. 26.
44 La iconografía mitríatica es a menudo triídica como en el bajorrelieve del altar de 1r) ('f r. PRzyrusKr, op. cit,, pp. 160, I74, 18t ,, L87.
Mitra en San Clemente de Roma; cfr. Pnzvrusrct, op. cit,, pp. l9L-I94. Cfr. DUcHESNE- 1r (:fi. HnnolNc, op. cit,, pp. 101. Sobre el Cristo andrógino de la Iglesia de los
Gulrr¡urN, o¿. cit., pp. 1) y ss. I utrlr'lcros en Cháteauroux, cfr. M. Davy, op,cit., p.209.
45 PnzvrusKt, op, cit., p. 176. 1" lrl tcma del androginado primordial es recuperado por el romántico abate Cons-

276 277
En efecto, en este verso célebre se condensa toda la voluntad sincré- nirr y los mitos que de ella se derivan mantienen un optimismo funda-
tica de unificación de contrarios a través del drama mítico de la mueme nrcdtal 68: la catistrofe, la muefte o la mutilación lunar no es nunca de-
y del renacimiento. Pero lo que no hay que perder sobre todo de vista f irritiva. La regresión sólo es un mal momento pasajero, pero que se
en esta ordenación histórica o legendaria del compromiso, es el papel
benéfico de la felix culpa y, por ello, de Satán 6a el tentador de nva.

r¡rlizado en una definición inmutable, sino una vida constantemente


(.n movimiento ..donde es tan esencial declinTr y morir como devenirrr.
l)it'ho de orro modo, tenemos que vérnoslas con un estilo ontológico
olrucsto tanto al estilo en el que
l,i ¡rcrmanencia sólo es y en la re-
¡rt.t ición de las fases.
extremo-
i,r'icntales están más se que las de
l¡r t uenca mediterrinea: lo testimonia el l-cbing, ulibro de los cambios>
Los mitos del diluvio, del renacimiento; las liturgias del nacimiento ; ,lr. los chinos, eo el que la teorlakármica de los hindúes está simboliza'
del crecimiento, los mitos de la decrepitud de la humanidad se inspi- ,l¡r sentará ma-
ran siempre en fases lunares. Éliade püede escribir con raz6n: <Si uitá- yo,r A la vez lu-
llll uestas y pa-
r('( unir todo el
llr.sriario, desde las palomas venusianas a los perros de Hécate. Pero es-
t;r voluntad de asumir las alternativas es lo que hace que el símbolo lu-
n¡rr sc deslice tanfácilmente hasta el mito dramático: <.Lo mismo que el
l¡,rrrrbre, la luna tiene una historia patética>>70. En toda la era medite-
n urco-mesop otámica, el contacto de los sufrimientos del hombre y de
l¡r ,livinidad-se hari mediante la interposición de la imagen lunar. El
irrrtitluísimo mito del sufrimiento, de la muerte y de la resurrección de
't'¡rr¡'¡muz encuentra ecos en el mundo paleo-oriental 7r. Pero en el
r.jr.trrplo del mism el ..ver-
,l('n - vemos que con los
r r ¡ ltos agrarios. La smica e
r\,ntorfa de las flu

intuición del ritmo cíclico tiene, eo efecto, otro apoyo simbólico


l,¿r
,I al
rt I i ¡ r to ico lunar: es el ciclo- natut
,.,r,,, y de I acional. Ciertamént., .tt.
sión dramática del tiempo. El hermafrodita lunar mismo conserva los t(.gulado p pero esta solarización sólo
rasgos distintivos de su doble sexualidad. Ciertamenre, la fantasía lu- llcxión que ha racionalizado de sobra la astronomía. En una represen-
64 Esta rehabilitación de lo satánico es particularmente ,t ( .f 'r. Eunor., Traité, p . L33
clara en Laprade que hace del .

orgullo y de la voluptuosidad las <alas de oio del progreso)>; crf. C¡runn, op. cit.,pp. 206- llnnolNc, ol, tit.,.p. ?2?.. Un esbozo de este udualismo
mitigado, parece encon-
207 . \ crr t'iertos mitos Tchouktchi y lituanos, en los que el Mal es auxiliar del Bien. Cfr.
6, Cfr. Éuaon, Traité, p. 142, Mythe pp . 129-131. (,oxrvELL,op. cit., pp.76,943 y ss.
, I
66 Eu¡,o¡, Traité, p. t4i. f i¡,¡nr>n, op. cit., p. 142.
67 Cfr. Kn,rppE op. cit., p. l l0. [i¡ ¡¡r>8, Mytlte, p. 148, y H^tnoING, op, cit., p. 170.

280 28r
tación ingenuamente imaginativa, el ciclo de las estaciones y la rítmica rla entre las divinidades ctónicas junto a Deméter ¡r C Cibeles 78. <La dt-
agricola están relacionados en primera instancia con la luna. Sólo el¡.1t- vinidad lunar es siempre, al mismo tiempo, divinidad de la vegetación,
tño l.rttar tiene la lentitud utra^nquilizadorau tt propicia p^ra,la inifariti- rlc la tierra, del nacimiento y de los muertos>> 7e. Por eso la diosa luna
ción de una filosofía agrkola. Pbr otro lado, én los prises tropicales y lrra.sileña, igual que Osiris, Sin, Dionisos, Anaitis e Ishtar, es llamada
ecuatoriales el sol es más bien nefasto tanto para la germinación como .nladre de la hierba
para la vegetación. No obstante,_ pese, a ese imperativo climático, la l)cos siembran con luna nueva,. siegan- y recolectan en luna menguante
cre encia en e I poder fert ilizante de la luna no se limita únicamente a rf)ilrz no ir a destiempo del ritmo cósmico rompiendo un organismo
los países cálidos
", lo que implica que el subrayado del isomorfismo se
manifiesta más sobre el esquema rítmico que sobre el utilitarismo agri-
vivo cuando las fue Ízrrs están creciendoust. De ahi la sobredetermina-
r ión femeninl y cuasi menstrual de la agticultura. Ciclos menstruales,
cola. En efecto, el ciclo vegetal que se completa de semilla asemilla o lct undidad lunar, maternidad terrestte, crean una constelación ag(rcola
de flor a flor, puede ser dividido, igual que el ciclo lunar, eo rigurosas r ftlicamente sobredeterminada. En Borneo, I entre los fineses, los jiua-
fases temporales. Incluso en el enterrado del grano. h^y siempre un rr)s o los alemanes, la agricultura está consagrada por las mujeres,
tiempo muerto, una latencia que corresponde semánticamente al tiem- Ir¡icntras que entre los hindúes y en numetosas tribus africanas la este-
po muerto de las lunaciones, a la ulun a. negÍa>>. El isomorfismo de las rilitlad femenina contamina el campo y esterilizala semilla. Las imáge-
dos series cíclicas es tan fuerte que no sólo el vegetal reproduce el ciclo ncs del crecimiento, y del embaruzo, mezclan inextricablemente el
del astro, sino tarnbién el producto vegetal, como subraya Bachelard a ¡ir¡rllolismo vegetal y el calendario lunar82. Creemos que esta sobrede-
propósito del vino 7a. El simbolismo vegetal contamina toda meditación tcnninación explica las tan universalmente admitidas <virtudes de los
de la permanencia y del envejecimiento, y de ello son testimonio los rnnplesu. Toda la farmacopea y la medicina primitiva es herboristería,
poetas de todas las épocas y de todos los países, desde Horaci o a Lamar- y lr:rjo las intenciones terapéuticas se ocultan siempre,__más sencillamen-
tine o aLaforgue, poetas del otoño <(en que la naturalezaexpirarr; como tc, rntencrones regeneradoras. En la India la hierba Kapitt/taÁa es una
del renuevo primaveral testimonia también todo el anirnismo precien- Irilnacea porque curala impotencia sexual y devuelve a Varuna su virili-
t-fico, que con frecuencia es sólo un ((vegetalisffio)), como lo ha demos- rlutl perdida. Oras hierbas tienen el poder directo de engendraÍ, como
trado perfectamentE Bach elardTt . El optimismo soteriológico lo mismo lu firmosa mandrágota8t. Los hebreos y los romanos, ¿no llaman a los
que la melancolía ante la decrepitud y la muerte, arraigarán en la <.m-rs- lrijos (natutales>, <hijos de las hierbas> o <hijos de las flores>?8a. Arte-
tica agraria prehist 6rica>>76 . <Semillas y frutos son una sola y misma cosa r¡risa y Apolo nacen mienüas su madre toca una palmera sagrada, y la
en la vida... los frutos caen, los gérmenes se levantan: ésta es la imagen rcirra Mahá-Má'yA,da a. luz Buda abrazando a un árbol. En muchas
de la vida viviente que rige el universo)>, escribe un poeta romántico 77. ^
¡roblaciones también, el antepasado totémico es vegetalst. Por ultimo,
A este propósito debemos señalar el aspecto realista que en los países el símbolo vegetal se escoge a menudo explícitamente como modelo de
templados adopta, en su representación, la subdivisión cuaternaria del nrcramorfosis. En el folklore o en la mitologia, del muerto sacrificado
año en estaciones astronómicas y egricolas : nada es más fácil de perso- n¡r(c con frecuencia una planta o un árbol; como en el cuento santalí86
nificar que las estaciones; y toda personificación de las estaciones, ya rl lrambú nacido de una joven r".rifil^d^', y con el cual se confe..iot"
sea musical, literaria o iconográftca, está siempre cargada de un signifi- urr instrumento de música que contiene y perpetúa la voz de la vícti-
cado dramático: siempre hay una estación de indigencia y de muerte nr¿r. Esta, llevada pot el impulso revivificador de la planta, toma cuerpo
que viene a lasffar el ciclo con un adagio de colores sombríos. r¡rr rlía para casarse con el músico. Este es también el tema de nuesffos
La historia de las religiones nos demuestra con muchos ejemplos r ucntos europeos La nouia sustituida y El alfiler encantadosT .
esta colusión del ciclo natural y del ciclo vege tal. Es lo que explica la
ttt P¡c;nruto\ Orig., p. 103; cfr. Éu¡,o¡, Troité, p. 148.
tan frecuente confusión, en el vocablo de <.Gran-Madrerr, de la tierra y Allgemeine Mytbologie, pp. 40-4I . Cfr. Sousr¡rr¡, .
de la luna al representar ambas directamente el dominio de los gérme-
tt) EsnrNREIcH, op cit, , pp .

| )(t Ll,
nes y de su cÍecimiento. Tarnbién por este motivo la luna está clasifica- xtt 1'f¡. KR¡,ppr, op. cit., p. 100; cfr. TRrLr¡, Les pygrnées de la forét éqaatoriale,
fr l12.
nr lilrlDr, Traité, p.225.
t1¿ I hnorNc op , cit, pp .
, , 33 , 3r .

xr (.fr. A. M. ScHMIDT, La Mandragore, pp.27 y ss., y EUAD¡, <La Mandragore et les


rrrytl¡cs de la naissance miraculeusen, en klrnoxis, 1940-42, II,pp. 21 y ss.
Sousr¡lLE,, op. cit., p. 27. rr'f Cfr. Eunon, Troité, p.266.
scient., pp. 153, ltt, 160. x1 (l,fr . oi!, cit., pp. 219-260.
r(¡ (,fr. Eu,ton, Traité, p. 263.
cit,,l,P. t69. tlt (,fr. H,TRDING, op, cit,, p. 185.

282 283
Argumento muy cercano de la metamorfosis múltiple es el motivo hindú, tao chino, moira griega son figuras que preparanlanoción pre-
mitológico de la tumba vegetal: el cuerpo de Osiris es encerrado en un cient-rfica de cosrnos y la moderna concepción cient-rfica del Univelso.
cofre de madera, encerrado a su vez en un tronco de brezo que servirá Los famosos principios de la termodinámica no son más que una acu-
para hacer la viga maestra del palacio rcal. Pero siempre nace una plan- ñación racionalizada de esa gran intuición mítica en la que la conserva-
ta de la muerte del héroe y anuncia su resurrección: del cuerpo de Osi- ción de la energíavital o de la plena apariencia astral compensa la de-
ris nace el trigo, de Atis las violetas y de Adonis las rosas88. Este esque- gradación pasajera que representan las latencias estacionales , la luna
je, este retoño, inducen la imaginación a. la, esperanza de la resurrec- negra y l^ muefte. Pero a nivel simplemente mítico, esta compensación
ción. Bachelard 8e se complace poniendo de manifiesto en los poetas unitaria se traducirá, por una síntesis dramática reflejada por todas las
modernos ese anhelo de prolongaciín vegetal y profética de la vida: ci- grandes culturas: el drama agrolunar.
ta a Maurice de Guérin en quien la intuición de la inmortalidad por el El argumento de este drama está integrado esencialmente por la
vegetal aparece fuetemente marc ada: <<En offo tiempo los dioses insta- ejecució. y la resurrección de un personaje mítico ,la mayor parte de las
laron en torno de ciertos sabios una natutaleza vegetal que absorbia en veces divino, hijo y amante a un mismo tiempo de la diosa luna . El
su abrazo... su cuerpo envejecido y sustituía su vida, completamente drarna agrolunar sirve de sopofte arquetípico a una dialéctica que no es
gastada por la mucha edad, por la vida fuerte y muda que reina bajo la ya de separación, ni tampoco de inversión de valores, sino que, por or-
corteza de las encinas. . . >> De esta anastomosis agrolu naÍ ha nacido esa denación en un relato o en una perspectiva imaginaria, hace servir si-
inmensa corriente de pensamientos y de s'rmbolos que se ha llamado tuaciones nefastas y valores negativos al progreso de los valores positi-
.,astrobiología >> y a la que René Berthelot ha dedicado todo un libro e0 vos. Acabamos de mostrar et cómo esta complementariedad de con tra-
demostr"rráo h univerialidad del esquema cíclico y ¿.t uas] rio se advertia en el carácter de fase del devenir lunar , al ser la luna
"rq.r.,ipo ar-
trobiológico>. Por eso no insistiremos más aquí en la universalidad siempre polivalente. Pero se puede comprobar que el tema de la <deso-
quetípica y esquem itica del ciclo agrolu nar que estructura profunda- lación de la diosarre6, L propósito de la catástrofe que ella misma provo-
mente culturas tan dispares como la china, la india, la etrusca, la me- ca, s€ desliza por transferencia a la desolación a propósito de la muerte
xicana, e incluso, como Berthelot ha señalado en tres capítulos erudi- rlel hijo que ella no ha causado. Porque la coincidencia de contrarios
tos, la cultura judeocristianaer. Lo que h^y que subrayar aqtrí es, a la cn un único objeto es insoportable incluso para una mentalidad primi-
vez, cuán fielmente traduce el ..complejo astrobiológico,, la noción pri- tiva,y el drama litúrgico que saca partido de la contrariedad a expensas
mitiva de kamo, <.lo vivienterr, <.lo que escapa absolutamente a la muer- rle varios personajes parece ser, a todas luces, una primera tentutiva de
te)), como ha demostrado Leenhardte2, y a. la vez estructuta unitaria- racionalización. La ambivalencia se hace temporal pata no ser ya pensa-
mente toda la red social e3. tla ual mismo tiempo y con respecto a lo mismo)>, y por ahí se produce
Puede decirse que la astrobiología, tanto en el terreno individual t'l drama cuyo personaje central es el Hijo rz.
como en el social, y en el terreno de la explicación universal se presenta El símbolo del Hijo sería una traducción tardia del androginado
como un amplio sistema explicativo unitario. Este último implica una ¡rrimitivo de Iá-i divinidádes lunates. El Hijo conserva la valenciá mas-
constelación isomorfa entre la aritm olog'ra proporcionada por las técni- t ulina junto a la femineidad de la madre celestial. Al impulso de los
cas incipientes de la astronomía , la meditación aceÍca del movimiento tultos solares,la femineidad de la luna se acentuaf'ra perdiendo el an-
periódico de los astros y, por fin, el flujo y el reflujo vital, especialmen- tlroginado primitivo del cual se conservaria sólo una parte en la filia-
te el ritmo estacional. De estos cuatro factores se provoca aparentemen- t ióne8. Pero las dos mitades, por decirlo así, del andrógino no pierden
te y se forma el ocompl.jo.asffobiológi.ol, I Gusdorf ea ve con raz6n ( on la separación su relación cíclica: la madre da a luz al hijo y éste se

en este sistema simbólico el embrión de la idea de ley y el esbozo de t onvierte en amante de la madte en una especie de ouroboros heterose-

una toma de conciencia de una raz6n legalizante del Universo. Rita xual. El hijo demuestra así un caricter ambiguo, participa en la bise-
xt¡alidad y tendrá siempre el papel de mediador, Ya descienda del cie-
88 Cfr. ÉunDE, op, cit., p. 26I; cfr. p. Gnn',r u,, op.
89 Bacu¡rnRD, I 'Air, p . 23s . ')t Cfr. supra, pp. 274 y ss.
()6
90 R. B¡nrH¡ror, La Pensée de /'Asie et /'astrobiologie. Cfr. H,rRDrNG, op. cit,, p. 116. Cfr. el tema de la desolación de la diosa, idéntico
9r Cfr. B¡nrHELor, op. cit., pp.236 y ss.,277 y ss. Sobre astrobiología y cultura chi- .rr la mitología mexicana, en Sousrnrrn, I-a Pensée cosrno/, des anc. Mex.,p.40, Himno
na, cfr. op. cit., pp.77 y ss., 106 y ss. ,r Xochiquetzal, la Proserpina azteca, diosa de la vegetación floral, del amor y del tejido.
e2 Cfr. L¡¡NHARDT, Do Aamo, pp. 3I,8t, 50, t24.
,)t Cfr. hzyLUSKr, Grande Déesse, p. 23. Sobre el vínculo del Hiio con de la vegeta-
e3 Cfr. op. cit,, pp. t0, 198-L99, y GusooRF, op. cit,, pp. Ll4-111; B¡nrHsror, op. I r()r), cfr. A. M. ScHMIDT, op. cit., p. 48.
()8
cit., p.289. Cfr. HaRDTNG, op. cit., p.103;cfr. SousrELLE, LaPensée cosnzol. des anc. Mexic.,
e4 Cfr. GusDoRF, op. cit,, p. 117. l' ¿6.

284 28t
lo a la tierra o de la tierra a los infiernos para mosffar el camino de la nromento está constiruido por la cosecha a hoz de una gavilla de espi-
salvación, participa de dos naturalezas: macho y hembra, divina y hu- gas maduras; en tercet lugar interviene la ceremonia del entierro de los
mana. Así ap"r.i. Cristo, igual que Osiris o Tammuz .y asi aparece el granosi por último, la resurrección está simbolizada por la germinación
<.Redentor dé la natu ralezal de los prerrománticos y del romanticismo. rlc los granos en vasos llamados ujardines de Osiris> roa.
Entre el hombre esp'ritu y la decadencia del hombre naturaleza se sitúa Pero ha sido Lévi-Strauss rot quien, con un método realmente cientí-
99. Piganiol r00, l'ico, ha conseguido sacar ala luz, en la investigaciín etnológica, el iso-
el mediador, ..el Hómbre-de Deseor, según Saint-Martin
en un estudio muy riguroso, llega precisamente a relacionar. la imagen nrorfismo del mediador, del mesías, del andrógino o de la pareja y de
del umatrimonio diuiñou, de la ieconciliación de los conüarios y el pa- la rriada. Partiendo de una reflexión sobre la frecuencia insólita del
pel del mediador divino, Hércules. Este maffimonio sería la traducción ¡rapel de tricLster mantenido en el folklore americano por el coyote o el
tirnUOtica de la amalgama histórica de las tribus paffiarceles y de las tri- (Lrcrvo, el antropólogo se da cuenta de que estos dos animales tienen
bus matriarcales. El producto de estos matrimonios estaría constituido virlor porque pertenecen a la clase de los carroñeros, intermedia entre
simbólicamente por ?ormas teológicas híbridas, como la de Heracles, Ios herbívoros, símbolos de la agricultura, y los depredadores, símbolos
<comprometido éntre Nuesffa Señora baig la tierrt y ?iol qug.está en .lc la rapiñra guerrera. Luego comprueba que la ra.iz pose, en Tewa, sig-
el cieio>r0r. El Hércules romano, según el historiador de las religiones, rrifica alavez coyote, niebla, cuero cabelludo, etc., es decir, elementos
sería el tipo mismo del mediador y ¿l prototipo romano del Hij_o, fuer- intcrmediarios, mediadores: .,El coyote ... es intermedio entre herbívo-
temenre marizado, eo nuestra opinióñ, por los mitos solares. En efec- ros y carnívoros como la bruma entre el Cielo y la Tierra; como el cuero
to, Hércules tiene una doble propiedad: su culto. sigue siendo ctónico, r rrlrelludo entre la guerra y la agricultuta (la cabellera es una .,cosecha>
culto en que se sacrifican cerdos y tor_os, pan y vino; pero partlclpa en ¡¡rrerrera); como el añublo entre las plantas sdvajes y las plantas culti-
las teologías uranianas en el sentido de que el juramento prestado.por vrr<las (se desenvuelve sobre éstas al modo de aquéllas); corno los vesti-
Hércul.Js. hace a caÍa descub ierta, de que el héroe es un pastor asimi- ,los entre la.,naturaleza, y la <<cultura>... 106. Luego, tras de haber com-
r:trado al tricLster el pesonai. j."4oeurop_eg
lado aIa encarnación deJúpiter, conquistador de Occiente , P^l^ el que f i. Cenicienta y el Asb-boy
¡rn)encano en tanto que ..mediadorn, Lévi-strauss llega a sacar de un
se queman ofrendas. De ésta forma Hércules sería ..mediador entre
Uraño y Gea> r0z. El ejemplo más nítido y más elocuente del papel del nrito Zuñi una serie ordenable de funciones mediatizantesr0T. Mesías,
Hijo nos lo proporciona el drama de Tammuz, rlioscuros, tricLster, andrlgino, par de hermanos , pareja casada, abuela
dei Adonis féniéio y del Osiris egipcio, hijo de I y rrieto, tétraday triada, todos ellos aseguran la mediación entre el Cie-
edad viril se convierte en amante de su madr : Io.y la Tierra, entre el invierno y el veraoo, entre la mue,fte¿ el naci-
muerre y desciende a los infiernos durante el estío tórrido-de Me_sgpo- rrricnto, y constituyen una notable constelación isomorfa. El mismo
ania. Entonces los hombres y la natu raleza se ponen de luto e Ishmr isofbrmismo puede descubrirse en el mito Zuñiro8 de emergencia: los
bajaal país del uno retorno> para buscar a su hiio queridor0r..Los pape- lrij<rs del Sol, los gemelos divinos Kowitumr- y \üTatusi tienen por mi-
lei de éste argumento pueden estar invertidos, como en el contexto tirírr ir a buscar a lós hombres encerrados en la t.rartr mauiz. Los geme-
cristiano o gnéstico en él que es el Hijo, el Salvador, quien realiza le Ios utilizan numerosas formas de mediación, entre ellos el árbol-escala
asunción dJla madre o, como entre los gnósticos va en busca de la Ma- rrrírgico; enseñan a los Zuñi el arte de encender fuego con el encende-
dre , Elena, Sofía o Barbelo, ca'tda en las tinie blas exte riores. Tal es el ,lrrr rotativo y el arte de cocer los alimentos, y los guían finalmente al
( ,t'rrtro del Mundo, especie de tierra prometida de los Indios Zuñi. El
esquema dram itico que inspira la mayor parte de las liturgias agyñas y
qu; con frecuencia ño es más que una proyección antropomórfica de rirrrronismo de las diferentes lecturas del mito zuli parece mostrar
.le-.rtos rituales. Así es como los ritos sectetos del culto osiriano con- rluc, indirectamente, el papel soteriológico de los gemelos hijos del Sol
sisten, ante todo, eo la erección de un ttonco de árbol podado, el zed, ¡,rrt:de set ostentado por el dios de la, guerra Ahayuta desdoblado en
s'rmbolo de la muerte y de La resutrección vegetal; luego, el segundo I lyuyewi y Masailema, o también por Kokokshi, el hijo andrógino de
roe.
l¡r ¡rareja incestuosa
r0'1 Cfr. PnzyLUSKI, Grande Déesse, p. 81. Esta ceremonia agrkola se duplicaba con
9e Cfr. BÉculN, op, cit,, I, pp . 136, Ir9.
loo Cfr. Plc^NroL, OriS., pp. LI9 y ss. lr.r r¡r:ncia mediante el entierro de un cuerpo de hombre , sirviendo el esquema agrkola
r0l Cfr. Plc,rNlot, op, cit., p. L20; cfr. P. Gnl¡rt¡,t, op. cit., artículos <Héraclés>, r.nro garante de la resurrección del hombre.

r0) l¡vl-SInAUSS, (I¿ Structure des mythesn,, en Antltrop, Stract., pp. 248 y ss.
<Hercule>.
ro2 rr)6 Op. cit., p. 249.
op. cit., p. L23.
ro7 Op, cit., p.251.
101 Pnzyrusrcl, Grande Déess€, p. 83; cfr. F,rsnE D'OuvET, Vers dorás de Pytltagore, r0t( Cfr. CIaNEtxE, Les Dieux dansent d Cibola, pp. 70 y ss.
p. i6; cfr. F. Ban, Les routes de l'autre rnonde, cap. IV, q[¿ captivité d'Istha¡r,,Pp. 24
r(r() CAZENEUVE, op, cit., pp . 72,74,76.
y ss.

286 287
A la pasión y ala resurreción del Hijo se vincula el drama alquírni- llcnnes es el hermafrodita descrito por Rosenkreuz: <.Yo soy hermafro-
co con la figura central de Hermes Trimegisto. Según la historia de las
re ligiones, Hermes sería e I dios de los Pelasgos, sustituto de una Gran
Diosa de la generación y de la fecundidad y encab ezaÍ1a.la, triada de los
Cabires rr0. La téuada cabiricohermética parece formada, pues, por la
antigua trlada ?.1^ qu: se añade la Diosa madre bajo la forma de su
sustituto masculino: el Hijo. En muchos espejos etruscos Przyluskilrt
encuentra una significativa iconografía: a los personajes cabíricos .,fases
temporales> se une una intención dra mática. <<Los temas de la muefte y tn, olorma cristiana del Hiéros Gamos de las religiones orientalesrr. En
de la resurrección se añaden p^ra indicar la inestabilidad del presente
que muere y resucita e tername nte . >> Por tanto, e sa trinidad uforma en
bloque una cuarta personar>t'2. El historiador de las religiones observa
un fenómeno semejante tanto en las tétradas cervanistas como en la
teología pehlvie. Es, pues, un solo personaje divino el que asume las
fases sucesivas que simbol izaba la triada. Ese parece ser el carácter de
Hermes Trimegistorri. Para los herméticos, éste es esencialmente el Hi- vn ('nlos qué relacion y Agni el
jo y el Cristo. uTrimegistou, figura central de la alquimia, indica una alquimia
Irrr'¡¡,) r2r. fa n el Lug de
triple naturaleza y una triple acción en el tiempo. Es el principio mis- Justino
lr ¡r ( ,t'lt as; San rcurio célti-
r rr y t't Cristo joánico
I avltaÍ cris-
mo del devenir, es decir, según el hermetismo, de la sublimación del
ser. En un grabado del siglo xvll reproducido en el libro deJungr14, se
ve a Herme s haciendo girar la rue d a zodiacal. La etimología de la pala-
bra e gipcia que significa Hermes, Thot o Toout, tendria por orige n en
el primer caso una raiz que quiere decir mezclar, suavizar por la mez-
cla: en e I segundo, re unir en uno solo, totali zar rtt . Para algunos her-
méticos rró, Hermes estaria relacionado con ernza, la serie , el encadena- l:l objeto supremo de la alquimia sería ((engendrar laluzr>, como di-
(. )¡rracelsor2t, o mejor, como ha observadó agudamente fi1i^¿rne
miento, o también con orrné,.,impetus)>, movimiento, salido a su vez r f

de la r^íz sánscrita. ser que da'rimti;tsqrti: coner, manar. ilr r'l('rlrr la histtria y áominar el tiempo . La alqüimia, cuyo p.rrorr"j.
El Trimegisto es, pues, 'la trinidad\simb6lica de la totalidad, de la r rrlrrrinante sería el Hermes Hijo, resultaria una auténtica cultura artifi-

suma de las fases del devenir. Es hijo de Zeus y de Mai4 Astaroth , la r ml ,lc los metales. Tanto en China como en las Indias, en Annam, eo
gran madre de los cabalistas. La alquimia representa a este hijo, Fi/ius
,lrrrulindia o en el Occidente cristiano, el aquimista afuma:..1o que la
p/ti/osopltorunz, en el huevo, en la conjunción del sol y de la luna. Es Ir;rtr u.lieza sólo llega a perfeccionar en muchísimo tiempo, nosotros po-
el producto del matrimonio químico, el hijo que se convierte en su ,lt'r¡r,rs acabado en muy poco con nuestto arte>>r27. El alquimista es,
propio padre y con frecuencia el rey uagándose a su propio hijorrT. Este ¡rrrt's, cl .,salvador fraternal de la naturalezarr; ayuda a la naturaleza a
rr',rli't'¡r su finalidad, y <.acelerar el crecimiento de los metales por la
rr0 Cfr. PnzylusKt, op. cit,, p. ll7, y Eunor, en Forgerons, uCabires et forgerons)>, nlrr¡r:rlqu'rmica equivaie a salvarlos de la ley del tiempo)>r28. Étiade ve
p. 107; cfr. P. Glrr,rAL, op. cit., artlculo uCabiresu: <En la época romana los Cabires están
considerados con frecuencia como una tríada que abarca las tres divinidades romanas Jú- rrx (,itado porJ. \f ANoREAE, Les Noces cltymiques de C. Rosenáreuz, p. Lzr.
piter, Minerva y Mercurio.u r|r
rrr PnzvlusKt, op. cit., p. 178. 1.f r. JuÑc, Paracelsica, pp. I25 y ss., pp. L32. Cfr. Éuror,, Forgerons, p. 51.
rjrr ( ,fi. BunNouF, Le Vase sacré, pp. 101-106.
tr2 PRzyLUSrl., op. cit,, p. 179. Sobre Mithra ..mediadoru, cfr. DucHesN¡-
r.'r (',Ír. infra, p. 3L4.
Gulu-¡ttt AtN, Ornzadz et A/tinzan, p. 129, nota 1., p. 132. t (,fi. V¡ncourRE , op. cit,, pp. 3, r.
rrl Cfr. Jur.rG, Paracelsica, p. 63; cfr. A. J. FesructÉRE, La Réuélation d'Hermés Tis- ";I op,
r ,'
cit., p. 24.
mégrste, t. I, pp . 47 -)3, 146 y ss. r.''r
tt4 JuNG, Psyclto, und Alc/tem., p. 229. IIn fenómeno semejante de dicotomia y de sincretismo se observa en la efigie de
rrt Mnx Muu-¡n (Science du /angage, p. 66) relaciona por esta etimología ulegein>> y l,r I r.u:rst a; cfr. L. DuuoNT, op. cit., pp. 224 y ss.
l.'i {.1'r Jur.rG, Parace/sica, p. 68.
<logos> en Homero. rjt'¡ (,fi.
I 16 Cfr. SEI.¡ART, Le ZodiaQil€, p . 458 . Er-raon, Forgerons, p. 46.
rr7 Cfr. JuNG,op, cit., p. 103,, grabado de Mutus /iber de Ripellae, Cfr. L. FlculrR,
ttt O¡t. cit,, p.13.
r,'x Op, cit., p. llg.
L'Alcltinzie et les alcbinzistes, pp. 62,, )79-380.

288 289
claramente_ que estos rios, cuya
tual la Gran Obra,,
es manticismo en esa propensión épica y microcósmica, tan c ra a Ballan-
to progresi
nario por el cual la ed t'he como a Lamartine o a Quinet, que consiste en hacer asumir, por
¿.i nñ ¿. medio de la descripción de un destino completamente individual, to-
se aceleran las técnicas y las revoluc¡orr.5rze. Volveremos
portante consideración al úatar del simbolismo del árbol. pero dos los avatares de la humanidad y todo el drama astrobiológico. Por
señale- cjemplo, Lamartine condena en Jocelyn todas sus ambiciones épicas y
mos desde ahora el carácter mesiánico qye acomp aña casi si.rnpre
al clramáticas . ,,Jocelyn Cellier-t1' es la epopeya de la reden-
mito del Hiio tal como se encuentra .n él misteriá ..q"t -escribe totalmente impregnado por el senti-
y.emgs de pas^!^ cuánto deben la \Teltanschauung tecnicist^
/ rlr-úrr-
"i.o" y'lir.iu¡- ción por el sacrificiorr, Joce/yn
lizaciones técnicas al mito cíclico y al ui.jo fondo miento de la naturaleza y sus ritmos, obligado por la presencia de Lau-
"itrobiológi.á
En Ia imagen del Hijo estas intenciones de ven..t-ü -. rence un ..andrógino> muchacho il principio del rel ato y mujer
eseo
t.'-rrrporalidad
enamorada alfinal- y-un de las bodas místicas que acaban el drama. Asi-
uación del lin aje. mismo Cedar, en LA C/tute d'un angett6, es un ángel caído por voca-
sra, ro es hijo del an- ción,por vocación de encarnación si se puede decir así, que asume el
de I rempo más ql. simple mito agrario del héroe lapidado y desgarrado, y se duplica en el perso-
, como ha exp.reito RanÉ rrt, e*iste
iertamente
naje crítico de Adonai, el poseedor del libro de eternidad, el tribuno
en las mitologíp una.reduplicaciln parental: la'del pre;; ierl'p-- el
Pf{re mítico, el uno de origen humilde , el orro diviná f nobl., él ,rro de los oprimidos que aplastari al odioso Asrafiel. De este modo el te-
' ma del Hijo, y? sea simple alusión literaria o divinidad plenamente re-
_padre, solamenr
ufllsgu
,o como conocida, Hermes, Tammuz, Hércules o Cristo, LpaÍece siempre como
señala Baudouin r32
este la de fa_
miliau integrada en un un precipitado dramitico y antropomorfo de la ambivalencia, una tra-
, este tema
pone el psicoanálisis tsr, qye hace de
que su- ducción temporal de la síntesis de contrarios, ptovocada por el proceso
muy contradigoriamen-
te una señal de <.retorno al seno materno)>, o una ulib.rr.iá" d;l; de la génesis vegetal o <,qu-rmica>.
fir"- Son isomorfas de este mito dramitico y cíclico del Hijo todas las ce-
ción materna>, este ..nacimiento reforzadou inicia a rrrr.r,ro modo
de renzonias iniciáticas que son las liturgias, repeticiones del drama tem-
ver un proceso de resurrección; la repetición del nacimienro por Ia
do- poral y sagrado del Tiempo dominado por el ritmo de la repetición.
Itq paternidad o la exposición, .orrio la ,isás, ¡; Rómulo o de
La iniciaicón es más que un bautismo: es un compromiso, un hechizo.
Cristo, inicia una vocación resurreccional: ..,Cos veces)> nacido re-
nacerá de la muerte. Este tema de la redu Piganiol r37 sólo entrevé una parte de la verdad cuando asimila los ritos
in y de la repetición se
encuentra en la liter atura: uno de los resortes de la éomedia .lári." purificadores a los cultos ctónicos: la iniciación es más que una purifi-
o de cación bautismal, es transmutación de un destino. Al estudiar los bau-
lo novelesco es el tema del ((reconocimiento>) del héro.,.rp..i. de re-
nacimiento farniliar del hijo pródigo o del niño perdido Eñ Hernani tismos no hemos considerado más que una fase de la iniciación, la fase
y diairética y negativa en cierto modo r38. Pero la iniciación comporta to-
I hijo va acompañada a
do un ritual de revelaciones sucesivas, se realiza lentamente por etapas
y parece seguir muy de cerca, como en el ritual mitriático, el esquema
agrolunar: sacrificio, muerte , tumba, resurtección. La iniciación com-
sus noverasrra. 3; porta casi siempre una prueba mutilante o sacrificial que simboliza, en
Por último, este esquema de la ftliación dramática y esre arqueripo segundo término, una pasión divina. En Egipto ttt la iniciación era en
del Hijo es tan vigoroso que constantemente se Ie encuentra sffondo una actualizaclln dramitica de la leyenda de Osiris, de su pa-
en el ro- sión, de sus penas y de la alegria de Isis. Los misterios de Isis estaban
tze Op, cit., p. t5. constituidos primero por un bautismo purificador; luego el aspirante
130El ucrecimiento>> de los metales no es diferente para el alquimista
del crecimiento encarnaba a Set, el Mal, disfrazado de asno al que se insultaba y se
de las plantas o de la gestación del feto. Y^r^iqi."Á.nl.,.t
cutER, op. cit., pp. 37g y ss.; cfr. A. M. scHuror, op. -.ál es un vegetal. cfr. Fr
cit., pp. )4 y,r.; ;iiju'^Jí,
cit., pp. 4t, , j. "p 13, Cnrurn op. cit,, p. L46; cfr. p. 138.
r3r Cfr. Ra¡¡K, Traurnat, de /a naissance, 136 op. cit., pp. L52-1r7.
cap. VI.
r32 BnuoourN, Z. Hugo,
p. 167. rt7 Plc.rl¡toL, op. cit,, p. I94; cfr. P. V¡ncER, Notes sur /e culte des Orisa et Vodun,
Cfr. JuN c, Libido,-p. jO6. p. 71; la iniciación se define no como una revelación, sino como la adquisición, por con-
:t:
r34
Cfr. BnuDoulN, ¡licionamiento, de una segunda personalidad. Sobre este (cambion radical que procura la
.P-rychanal. de /'art,; cfr. W. FauLKNER, El Ruido y la Furia; cfr.
BRuooult"¡, Triomplte dtt-/téros, pp. 17, 26,, 72 y ss.; cfr. G. óu^^Ño, ¿ e Décor mytbi- iniciación, cfr. A. METnAUX, Le Vaudou haitien, pp. L72, 177.
Qil€, I, cap. I. rl8 Cfr. supra, pp. t62 y ss.
tl9 Cfr. H¡,nowc , op. cit,, p. 188.
290
29r
malúataba.; lq.gg venía una prueba de ayuno y renración; y después,
rios relativos a los <(arnos del fuego>, los personajes son lisiados, tienen
?t. capital, el iniciado era revestido con la piel'de un animál sacr'ifica-
runa sola pierna, son tuertos, 1l <<tecuerdan probablemente mutilaciones
do,
iniciáticas>147, proezas de herreros brujos. Por ser el dueño del fuego
resu
res,
l¡vez, sujeto de pasión y acciín contrarias, suele estar dotado del poder"
posi tle curat, cicatrizar, reconstruir por medio del fuego y del horno. Nu-
rnerosas leyendas cristianas han conservado este doble aspecto del
nial
símbolo de la mutilación, como las de San Nicolás, San Eloy y San
luna creciente aparece, el dios inaugura su carreÍa,lucha contra el de-
Pcdro taa. ¡5imismo puede unirse a estas leyendas y a estos rituales de la
monio de las tinieblas que ha- devórado a la antigua luna, su padre:
rnutilación la prictica tan frecuente de la flagelación, práctica casi cons-
reina
:ol grande za durante la luna llena; es devorido y vencido por el
animal demonlaco; desciende tres días a los infiernos y, pot último, re-
tÍrnte en los cultos de la Gran Diosatar. l¡ Frigia,, el 24 de marzo se cele -
braba la fiesta <.sanguisu durante la cual los sacerdotes se flagelaban con
sucita triunfante r4r.
ramas de tamariz hasta brotar la sangre. Iguales ritos se practicaban en
Las sevicias que sufre el iniciado suelen ser mutilaciones sexuales:
Irtrnor de la Artemisa arcadia, Artemis pbahelitis, ula diosa de los azo-
castración total o parcial de la que la circuncisión sería, según El-iade t4z,
tcs>>,y yahemos señaladorto que la Aditi de los Vedas es llamada ula del
un sustituto. Erry prácticas derivarían de un rito que ón-emora'el látigo de miel>.
T.dloginado primitivo y que subsist it'ta aún en el cámbio de ropa del Es igualmente isomorfo del deterioro agrolu n^r el ritqal d. los sa-
iniciado, que ttueca el revéstimiento habitual por un hábito. Otias ve-
t rific.io{ tos sacrificios humanos se practican universalmenie en las li-
ces, la mutilación, simbólica o real, es aún máJcompleta: en ciertas ce-
turgias agraúas. Entre los mejor conocidos están los relativos al culto
temonias chamanistas el impetrante es desc uartizadó y enrre los indios
rlel maiz entre los aztecasLtL. La ceremonia sacrificial aparece en este úl-
Pomos el oso grizzli es quien desg arrr- al iniciado 143. El asesinato ritual
timo como una síntesis muy compleja entre la mitología lunar, el ritual
del rey-sacerdote , cuyo prototipo én la cuenca mediterránea es Rómulo,
agrario y la iniciación. Las jóvenes destinadas a los sacrificios eran re-
perten.eggria a la misma constelaci6nL44 . En estos rituales y esras leyen-
das iniciáticas hty una intención rotoria de resaltar una victori" lrartidas en ttes grupos, que correspondían a, las tres fases del creci-
mentánea de los demonios, del mal y de la muerte. Numerobas tradi-
-o- rniento del maiz. Cuando la cosecha está madura la joven que repre-
senta al maiz en cierne es decapitada; al final de la cosecha , la virgen
{o39s reflejan esta imagen de la muerte iniciática por desgarramiento: (lue representa a Toci, la <diosa del maiz recogido>> es ejecutad^y deso-
Osiris desg-arrado por Set en catorce ttozos que correipondeá a los caror-
llada. El sacerdote se envuelve en su piel mientras que otro oficiante se
ce días de la luna menguante t45, coo valoriiación ,rafruia, del trozo fi-
lico perdido. Baco, Orfeo, Rómulo, Mani, Cristo, lós dos ladrones con l)one yna máscara hecha de un trozo d:.p.Ugio.y g9 le trata como a una
t'2-_ es que Toci, una
los miembros destrozados, Marsias, Attis o Jesús ben Pendira, todos lrarturienta. <El sentido de este rito -dice Eliade
vcz muerta, renace en su hijo el maíz seco)>. En otros pueblos america-
sión 146. Puede decirse que existe un rros el cuerpo de la víctima era despedazado y cada tÍozo entertado en
utilación: los seres míticos lunares Ios campos con fines fertilizantes . La misma práctica se encuentra en
lo pie o una sola mano, e incluso Africa y entre los Khond, efectuándose entre eitos últimos la ejecución
os árboles en luna menguante. Asi-
onexión de estos rituales murilado- l)or trituración de los huesos, mutilaciones sucesivas y cocción a fuego
lcnto. En el mundo romano, el sacrificio se vincula asimismo ala cons-
res con los rituales del fuegg.-En efecto, más adelante veremos que el
fuego es también isomorfo del ritmo. En numerosas leyendas y.r..r"- 147 Éu¡,o¡, Forgeronr, p. 108; cfr. SousrELLE, op. cit,, pp. 18 y ss. Tanto el dios Sol
Nanauatzin, como el dios Luna Tecciztecatl, se tiran a un brasero p^rasacrificarse.
r48 Cfr. Eu,rDE, op. cit., p. 111.
r4o t4? Cfr. Pnzyrusxl, Grande Déesse, p. 29. Sobre la flagelación iniciática entre los
Cfr. op . cit, , p . 192
.
t4r llopi, cfr. Dou T,trny¡svt, op. cit,, pp.68-74, fig. 20,p.74.
Qfr. op, cit., pp. 94-99. t)o Qf¡. supra, p. 247.
r42 ELIAo¡, Traité, 158; nosotros no compartrmos este punto de vista, cfr. supra,
P. Itr Cfr. Euror, Traité, pp. 295 y ss. Por otra parte, sacrificio e iniciación se confun-
p. 160.
t4) Cfr. op, cit,, p. l5g. .lcn: el sacrificio de Nanauatzin y de Tecciztecalt no es en el fondo más que la iniciación
t44 Cfr. PlcANroL, o!, cit., pp. .lcl sol y-de la luna regenerados; cfr. SousrEIrF, op, cit,, pp . 19-20.
du rnonde et de l,Horn_ rtz Eu¡.o¡, Traité, p. 196. Sobre Xipe Totec, (nuestro señor el desolladou, dios mexi-
?e, p._tl3) nos refiere el hermoso i en el que la luna, i;;;r- ( ¡rno de la vegetación, cfr. Soubr¡ttp, La Pensée cosrnol, des anc. Mex,, p. 43. Este dios es
forryVla^gn p_ez, es repartida y luego
r45
comida; . cit., pp. 2l y ss. llamado también uel bebedor nocturno>. <Bebe la noche y se despierta al amanecer, co-
Cfr. HnnolNc, op. cit.', p. Isz.
t46 Cfr.JuNc, Libid:o, p. 16l; Éu^roe Traité, rrro la naturaleza; cambia de piel, se viste con la de su víctima, como la tierra se cubre de
, p. I43. vt'getación nueva en primlvera.>

292 293
telación agrolunarrtl. Los primeros romanos ofrecen sacrificios a Satur- tlcl mal. Asimismo en esre conrexto de debilitación de lo trágico sacrl-
no, dios del tiempo nefasto, y los pueblos de la cuenca mediterránea,
crete nses, arcadios, sardos, ligures y sabinos, practic aban el sacrificio
humano por estrangulación o sumersión, o también, como los antiguos
germanos, por hundimiento en la LÍena o enterramiento en vivo de
una víctima. Estos sacrificios van unidos, como ha señalado de modo
excelente Piganiol I t4 al ritual de la piedra sacrificial llana, y no deben
confundirse con las prácticas bautismdes y purificadoras: el sacrificio
señala una intención profunda no de apar:.arse de la condición tempo-
ral me diante una separación ritual, sino de integrarse en el tiempo,
aunque sea destructor, aunque sea Kali-Durga, y punticipar en el ciclo
total de las creaciones y de las destrucciones cósmicas rtt.
En muchos casos el-sacrificio mismo se eufe miza, y sólo se mal tÍata
y se mata a un simulacro. En Alemania lo que se quema es un gigante
de cartón, el Rey de Mayo; en Bohemia, uo personaje real hace el pa-
pel de R.y de Mayo, y se le decapita de una cabeza postiza que lleva srrcrificio.
sobre los hombros. Tales prácticas son corrientes en toda Europa rt6, en Ahora bien, el sentido fundamental del sacrificio, y del sacrificio
el Carnaval: la efigie de Carnaval es quemada, o ahogada, o colgaday
decapi tada. Esta muette de Carnaval, de la Cuaresma o del Invierno
llega a ser, incluso, una doble negación sacrificial: se tnata la mayoÍla
de las veces de una <(muette de la muerte)>, del poder fertilizante de la
muette, de la potencia vital de la muette rt7. Por consiguiente , habrla
en estas prácticas de sustituto sacrificial una especie de traición al senti- to sacrificial. Todo sacrificio es un intercambio y está puesto bajo el sig-
do trágiéo del sacrificio integrado en el ciclo dramático . La filologiarr}
hace a este propósito una observación capital sobre la polisemia inverti-
da de los términos sactificiales latinos, tiabajados desde dentro, al pa-
recer, por la ant-rfrasis. Mactare significa .,enriquecer, amplificar, y en
lugar de decir mactare deos boue, por abreviación s.e dijo rnactare bo-
aern; asimismo ado/ere quiere decir <(aumentar, enriquecer)> y en lugar
de ado/ere aranz ture se tiene ado/ere tus, <(quemar, sacrificar con in-
cienso,r. En esta abreviación, que es a lavez lítote y antlfrasis, se captan
en vivo las intenciones que agitan en secreto el rito del sacrificio eufe-
mizado: es el instante dialéctico en que e I sacrificio se vuelve beneficio, rlq Cfr. Éu¡.p¡, Traité, p.276; cfr. asimismo A. MÉrnaux, <Conüibution au folklore
en que la esperanza de supervivencia se insinúa en la muerte y en su ar,din,r, en Joama/ soc. Anzéic,, t. XXVI, 1934, P. 99; cfr. SOUSTSLI-g, op, cit,, p- 23i
expresión lingüística. De ahl la tendencia de todo este sistema sacrifi-
cial a convertirse en una simple penalización del mal y de la muerte
pot Joble negación jurídica: i" li Edad Media, con ocasión del Carn^'-
val, se quemaba a las brujas, encarnación de las tinieblas infernales y

rtl Cfr. PlcANroL, op. cit., p. 98.


rr4 Cfr . op. cit, , p . gg
.

L5t Cfr. GusDoRF, op. cit., p. 30, y PRzvLUSKT, op. cit., p.31. uEl sacrificio sangrien-
to es la alimentación (tlazcaltiliztli) del solu, SousrnrLE, op. cit., p.2L. Cfr. cultos de la ¡ur la nature et la fonction da sacrifice, PP. 3047 -
fertilidad entre los Otomis actuales, en Sousr¡ltt, La Farnille Otoni-Parne, p. )42. 16I M. BoNapAR'rE, Myt/tes de guere, pp. 11y ss.
156 Cfr. Éu,\DE, Traité, p. 273. 162 op. cit., p. 50.
tt7 Cfr. op, cit,, p.27r. 163 Hustnr v M¡,uss (op, cit., p. 66) señalan claramente la confusión de lo pasivo y
I t8
Cfr. BnÉ tr, op . cit. , pp. 1 t 8 - I59
. .le lo activo etr el acto sacrificial.

294 29t
repetición temporal, signo de dominio sobre el tiempo, y? además rul caos, a las histólisis diluvial. Las prácticas de la iniciación y.del sacrl-
acompañada por un cottejo de elementos reduplicado , tal como apare- ficio se vinculan así, de modo natural, a las prácticas orgiásticAs, Estas
ce en las sustituciones de las víctimas mismas en la leyenda de Ifigenia tiltimas son, €n efecto, una conmemoración ritual del diluvio, del re-
o de Abraham. Si se inaugura siempre el sacrificio con una operación rorno al .aoi de donde debe surgir el ser regeneradot6e. En la orgia hty
sacralizante ,, iniciática o bautismal, es para hacer más ficil el cambio, la 1rí'rdida de formas:
sustitución. El caricter ambiguo del sacrificador o de la víctima, con cxperimenta de nue
frecuencia hermafroditatí', facilita la operación sacrificial, y represen- :rbolición de las nor
ta los términos medios. La muette viene a situarse por vocación mítica t ondición de las simientes que se
en esta ambigüedad sacrific ial y a interpretar la doble negación por la Irrrma para dar nacimiento a una
muerte de la muerte . La psicoanalista refiere una treintena de relatos rnabápra/aya, de una gran disoluc
míticos recientes en los que el tema es siempre el de una muerte anun- t icas agrolunares son fuertemente

ciadora de la muerte deseada de un tirano o de un personaje impoftan- t2, como por ejemPlo nuestro carna
te (Hitler, Mussolini, Chamberlain, Daladier, etc.) que por ello profe- llón de Navidaá dé Noche Vieja, reviste por esto un carácter fácilmen-
tiza el fin de la muefte colectiva por la guerra. Dicho de otro modo, la re orgiásticor72. La festividad y sul licencias sonr Pu.es, una 9i-" engra-
'trobriandés
muerte aceptada, sacrificial, prepara y anuncia la muerte del tirano, Áar¡á psicosocial, los Aula pilú
, potlatclt colombiano,
muerte que será la muerte de la muerte. La psicoanalista relaciona estas neocaledonio tlt, sbalah,o zufii, sigui d<

fabulaciones sacrificiales, donde se vence al destino mortal por el sacri- lizan socialmente una fase capital
ficio, con la ofrenda de Pío XII o de Teresa Neumman que ofrecen su yecciones lúdicas de todo un dram¿
muerte p^ra detene r la guerra o que predicen la muerte de Hitler uni- iiempo el momento negativo en e
da a su propia muerte r6t. pero es también la alegre Prome.sa :

En el poder sacramental de dom inar el tiempo por un carnbio vica- Acabamos de ver .é*o^, en el esquem a ritmico del ciclo, se int egra-
riante y propiciatorio es donde reside, pues, la esencia del sacrificio . La os ritualei del renacer tempo ral, de la reno-
sustitución sacrificial permite, gracias a la repetición, el trueque del pa- r Ia iniciación, el sacrificio y la fies-
sado por el futuro, el sometimiento de Cronos. Es de señalar a este res- onsiderar
pecto que los mitos que acabamos de citar aunan siempre sacrificio y tipo, tant I
predicción. El papel de quien sacrifica está representado en el sueño ificial, el
por un ser mítico que la conciencia popular considera como mago y por eso podríamos titular los dos pirrafos siguientes: el Bestiario de la
profeta: cartomántica, gitana, vaglbundo misterioso, Melqui.sedech, luna y Tecnologio del ciclo,
etcéterar66. Mediante el sacrificio el hombre adquiere derechos sobre el
destino y posee por ello ((una fuerza que obligar á al destino y mod ifica-
rá por tanto, a gusto suyo, el orden del universo>> 167. Los rituales sacrifi- Los símbolos botánicos que
ciales se unen así al gran sueño alquímico del dominio. La doble nega- jo enttañarán un simbolismo
ción se integra en un ritual y en un relato, y lo negativo se convierte cuanto que, como hemos visto,
por su función misma en soporte concreto de lo positivo. Como lo vio fasta y como predestinada a la
tan agudamente Maistre168, la filosofla del sacrificio es la filosofía del ción de la diosa luna con los an
dominio del tiempo y del esclarecimiento de la historia. por las fieras o, Por el contrario,
Por último, la epifanla negativa del ciclo lunar y vegetal está asimi- iazadora escoltaiapor perros, como Hécate , Diana, Artemisa. El irbol
lada también con frecuencia por las teologías, alavuelta, a lo informe
rcg Cfr. Éu¡o¡, Traité, pp. 305 ,, 306.
164 Cfr. M. BoNapARTE, op. cit., p. 17; Hus¡nr y Mauss, o¿. cit., pp.44,48. r7o Op. cit,, p. 307 .

165 Cfr. M. BoN^apARTE, op, cit., pp . 19, 21. Dejamos aparte la interpretación estre- r7t Op, cit., p.309
chamente edípica de la psicoanalista: <<Los hijos movilizados van a gozar todos juntos en r72 Cir. Caiuols, Hornrne et sacré, pp.36, 107, y DuuÉzrr, <.Temps et Mythes>>, en
paz de la patria, esa madre exaltada...u Recbercbes pltilol., V, 193146, P- 243.
166 Sobre Melquisedech, cfr. Gen., XIV, 19-20; Hebreos, VII I-3; cfr. R. GuÉNoN,
, r7t Cfr.'L¡¡Nu¡,RDT,, Notes )'etbnologie, pp. t43 y ss., Y Gens de la Grande Tene,
Le Roi du nzonde, cap. VI, <Melki-Tsedeqo, p. 43. pp. 159 y ss. Cfr. asimismo sobre el sbllah.á. los indios Zuñi, CasEN¡wE, op. cit',
t67 Hu¡¡Rt y Mauss, op, cit,, p. 6L. pp. 125 y ss.
t68
JosEpH DEM¡,rsrn¡, Traité des sacrifices, pp. 24,32 y ss. r74 Cfr. GusDoRF, op. cit., p. 81.

296 297
El caracol es un s'rmbolo lunar privilegiado: no sólo es concba, es
rlct'ir, no sólo presenta el aspecto acuático de la femineidad y quizi po-
\('c cl aspecto femenino de la sexualidadrso, sino que también es con-
r lra.espiral, cuasi esférica. Además, este animal muestt| y oculta alter-
rr¡rtivamente sus ((cuernos)> de modo que, por ese polisimbolismo, está
cn condiciones de integrar una verdadera teofania lunar. El dios mexi-
( ¡rno de la luna se representa encerrado en una concha de caracolr8r.
Asirnismo h"y que advertir la importancia de la espiral en la iconogra-
l'íu de culturas, que precisamente son culturas cuyo paisaje mental está
t cntrado en los mitos del equilibrio de contrarios y de la síntesis . La
cspiral es el let-nzotiu constante en las pinturas faciales de los Cadu-
vco, e n la cerámica de Yang-Chao, y en los bronces arcaicos chinos,
('n la decoración polinesia o en la del antiguo México como lo testi-
r¡ronian las grecas y espirales cuadradas de Mitla, Chichen ltza y Teo-
t ihuacan
r82. Este simbolismo de la concha espiral izada se refuerza
( on especulaciones matemáticas que hacen de ella el signo del equili-

lrrio en el desequilibrio, del orden, del ser en el seno del cambio. La


cspiral, y'especialmente la espiral logaritmica, posee esta notable pro-
¡riedad de crecer de una manera terminal sin modificar la forma de la
f igura total y de ser así permanencia en su forma <(pese al crecimiento

:rsimétricorrts3. f¿5 especulaciones aritmológicas sobre el número áureo,


t ifra de la figura logarítmica espiralizada, vienen a completar natural-
rnente la meditación matemitica del semantismo de la espiral r84. Por
todas estas razones semánticas y su prolongación semiolígica y mate-
mática, la forma helicoidal de la concha del caracol terrestre o marino
( onstituye un glifo universal de la temporalidad, de la permanencia del

ser a través de las fluctuaciones del cambio.


Otros animales cristalizan también el semantismo lunar, y siempre
por los mismos modvos polisimbólicos. Por ejemplo, el oro es asimila-
do a la luna por las poblaciones siberianas y las de Alaska, debido a
que desaparece en invierno y reaparece en primav era desempeña
enüe los celtas y en la leyenda de Adonis, hijo de Afrodita-,
-como
cl papel iniciático de animal devoradorrst. F:lay que advertir asimismo
que en el animal lunar, como en el ritual sacrificial,la confusión de lo

r8o Cfr. sulpra, p. 240.


18r Cfr. Euror, Traité, pp. I44-t$; cfr. Souststr¡, op, cit,, pp. L9, 26,
TecEiztecatl, <el de la concha, de teccizt/i, ula conchan.
r82 Cfr. H. G, R., I, pp. L84, 193,198; h-rHor, Arts de la Cbine, pp. 10, 16, 17,20,
2L; cfr.I. GnotH KtlvtsAtt y F. FrucHT\üíANGER, L'art ancien du Merique; señalemos es-
p. 68; cfr. infra, p. 3tZ. pecialmente el bello cubilete en forma de concha del museo de Villahermosa y el tatuaje
en espiral de la mejilla izquierda de una estatua de Uxmal muy próximo a los dibujos fa-
5, y PnayLUSKr, Grande Déesse, ciales Caduveo; cfr. LÉvl-Srnauss, Tristes Tropiqyes, pp. 130, 184, 186; Antbropoiogie
p. 100_101.
stracturale, pp. 269 y ss., láminas VII, VIII, X y fig. 21.
mboliá, p. 30.
r83 M. GHn<,,r, Le Nombre d'or, p. 200; cfr. p. 178.
yb úfico de I¿ Tarasque rs4 Cfr. op. cit, , pp. 38-40.
ss.) ntal de ta ,rigrí'íiiír^t r8t Cfr. Eu¡,o¡, Traité, p. 156; cfr. H¡,nonc, olt,
ual ,
op, cit., pp. L04, 170 y ss.,202.
298
299
)¡ d. lo activo actúa constantemente: el animal lunar puede ser
pasivo l¡¡s r¡rctamorfosis del batracio están claramente contrastadas y presentan
tanto el monstruo sacrificador co no la víctima sacrificada. Paralos ne- lrscs distintas, desde el renacuajo ápodo al adulto completo con su res-
gros de kfrica y de la luna es una ¡ririrt'ión pulmonar. La rana, como la liebre, habita y frecuenta la luna
liebre, animal héroe debe vincularse y rlcscmpeña el papel de uagadora diluvial asociada con la lluvia y la
al cordero cristiano t ?del mesías lu_ ler t¡ndidad rea. Estas reflexiones que enffañala metamorfosis de los ver-
nar, del Hijg: tclrrrrrlos inferiores nos llevan naturalmente al examen de la teofania
Por oposici 6n al conquistador guerrero y solar. Las som-
bras que se divisan en e I disco solar son llamaáas, rantó .rt Áfric; co-o Iurr¡rr y cíclica rnis célebre: el simbolismo de la serpiente .
e n Asia o en América de I Norte, ..las huellas l.a serpiente es uno de los símbolos más importantes de la imagina-
de la liebre> 186.
Los inse.cto.r y los crustáceos, los batracios y los repti/es, con sus me- r rórr humana. En los climas donde este reptil no existe, es difícil para
tamorfosis bi rf irrt'onsciente encontrar un sustituto tan válido, tan lleno de copiosas
mo símbolos ,l¡r ct ciones simbólicas . La mitología universal hace resalta r la tenacidad
negativo de I y l:r polivalencia del simbolismo ofidiano. En Occidente existen hoy se-
sí misma tod r r¡r'l¿ts del culto al animal lunar: en el recinto de Luco, eo nuestros
ataduras r87. En China, es la cigarra ,li:rs', una uMadone delle Grazie>> juegá coq la serpiente, y en Bolsena,
el símbolo de las fases de la luÁa como lo demuesrran las cigarfas de ja- rl dia de Santa Cristina es la fiesta de las serpientes ret. Parece que la
de 9u9 se ponen en la boca de los muerros r88. La crisál[d; no sólo'es \('rl)ienle, ..sujeto animal del verbo enlazar>> como dice ingeniosamente
simbolo de intimidad y de reposo, sino también promesa de meramor- ll¡rt'hela¡d tr6, es un verdadero nudo de víboras arquetipológico y se des-
fosis, de resurrección: es ese.,iruto animal)>r8e donde se esco"de;;;r- liz:r hacia demasiadas significaciones diferentes, incluso contradictorias.
men, de modo.que la momi-a.que la imita al mismo tiempo, p^r^íO¡i- No obstante, pensamos que esta mitología pletórica se sitúa en ttes
camente, es sedentatia.y está inmovilizada por las vendas,^y vez es r'¡rígrafes perfectamente clasificados en la constelaciín agrglqnar. La
pasajera en el gran viaje reo. En numerosos zodiacos la luna'está ^'I^simbo- rcrlriente es el símbolo triple de la transformación temporal, de la fe-
li.zada por el cangrejo-de río o el de mar, siendo reemplazados esror,lf- r rrndidad y, por último, de la perennidad ancestral.
timos en el zodlaco de.Denderah por el escarabajo qr., como el can- El simbolismo mismo de Ia transformación temporal esú sobrede-
tr,, y es imagen viva de It'rrninado en el reptil. Éste es a lavez animal que muda, que cambia
$rejo, camina hacia atrás cuando empuja su bola
la reversibilidad, del retorno posible de la esfera astial, símbálo vivien- rlt'piel sin dejar de ser él mismo,y por ello se une a los diferentes s-tm-
te de Anubis sepultagdo a Osirisre2. Además, la leyenda egipcia lrolos teriomorfos del bestiario lunar; pero al mismo tiempo la serpien-
maba que el escarabajo se reproducia a sí mismo,y.r interesanre^ir- ob- t(' cs para la conciencia mítica el gran s'rmbolo del ciclo temporal, el
servar que el dios Tum
Ttá representado indistintr-.nre por el escara- ,,uroboros. Para la mayoria de las culturas 1e7 la serpiente es el doblete
6ai.9 o por la serpiente rer. Por último, el escarabajo numeÍosas ¡rrrimal de la luna, porque desaparece y rea;patece al mismo ritmo que
epifanías ctónico-lunares- se solariza, puesto-que -como es un animai q". r'l astro y tendría tantos anillos como días tiene la lunación. Por otra
vuela. En esta misma catego ria de la metamorforir p.r.den situars. io, ¡xrrte , la serpiente es un animal que desaparece con facilidad en las
vertebrados qYe mudan o se transfotman visiblern.tit., como los lagar- ¡qrietas del suelo, que baja a los infiernos y que por la muda se regenera
tos y sobre todo las ranas, no sólo porque esras últimas ((se hinchanño- ¡r sí misma. Bachelard re8 vincula esta facultad de regeneración del uani-
mo lo señalan las fábulas de todos los países y tienen por eso cierro pa- nral metamorfosisr>, esta facultad tan sorprendente de uhacer piel nue-
rentesco con <la hinchaz1nu de la luni llena, sino, ,oLr. todo, porq.r. vÍr)), al esquema del ouroboros, la serpiente enroscada que se come a sí
r¡risma indefinidamente: <<La serpiente que se muerde la cola no es un
186 Cfr. ÉuRo¡, Traitá, p. l5g; HanolNG,,op.cit., p.
3g; cfr. SousrErrF, op, cit,, pp. simple anillo de carne, es la dialéctica material de la vida y de la muer-
19, 27 .
rc, de la muefte que sale de la vida y de la vida que sale de la muerte
no como los conttatios de la lógica platónica, sino como una inversión

te4 Cfr. f¿¡¡DE, op. cit., pp. 150, 158.


ret Cfr. PrcANroL , op. cit., p. 106; cfr. E¡-r^ro¡ , Traité, p. 150;JuNc, Libido,
y ss., 101, 106, 323 y ss., y M. Cuotsy, Satan, p. 443.
te6 $¡6¡1ELARD, Repos, p. 282.
t97 Cfr. Éu,rDE, op. cit., p. 110; cfr. H,rnDrNG, op, cit., p. 60.
re8 B¡,cH¡rano, Repor, pp . 280-28L.

300 301
sin fin de la materia de muefte o de la materia de vida.> Por esro el rfrrr \c f ijc sobre el gorro de los levitas, de los sacerdotes del Monte Si-
psicólogo moderno llega al pensamiento chino tradicional por el cual el trrrl (l.r rnontañra de Sin), o bien acompañe a, la luna en cuarto cteciente
dragón y la serpiente son los s-rmbolos del flu jo y reflujo de la vida lee. rfrrr ¡risa la Virgen Madre206. Por último, la iconografiay la.leyenda de
De ahí las virtudes médicas y farmacéuticas atribuidas al veneno de la llu,lr Mucalindazo7, el Buda protegido por la cape ruza de la cobra pro-
serpiente, que es a un tiempo veneno mortal y elixir de vida y de ju- r li¡ rr r\¡r, cn nuestta opinión simb oliza con particular agudeza el impe-

ventud. Así la serpiente es guardiana, ladrona, o poseedora de la plan- tirrlr\nro rlc la serpiente, que reconcilia los conttarios, y en los siete la-
ta de la vida como en las leyendas semíticas, y el simbolismo ofidio se rr¡ ,lt' su cuerpo gigantesco y negro abraza y cobij a la meditación del
vincula de este modo al simbolismo vegetal de la farmacopea. Como llrrrr;rvcrrturado y en los cuales el iluminado reposa en quietud total,
lugar de reunión cíclica de contrarios , el oaroboro.r puede ser el proto- rln(r yr Visnú descansaba en la serpiente gigante Ananta.208. En su pri-
tipo de la rueda zodiacal primitiva, el animal-madre del zodiaco. El iti- ntrr,r irtcpción simbólica, el ouroboros ofidio aparece, pues, como el
nerario del sol estaba representado primitivamente por una serpiente fftilrr rírrrbolo de la totalización de contrarios, del ritmo perpetuo de las
que llevaba en las escamas de su espalda los signos zodiacales, como lo [tr.r ¿rllcrnativamente negativas y positivas del devenir cósmico.
muestra el Codex uaticanr¿szÚo. Bachelard20l sigue las huellas de esta |,il sc'gunda dirección simbólica que puede tomar la imagen de la
serpiente cósmica y cosmodramitica en el poetaLawtence. En el poeta, rrtlrr('nrc no es más que un des'¿rrollo de los poderes de perennidad y
como en los aztecas, la serpiente se anexa de modo imperialista otros ,lr rc,{('ncración ocultos bajo el esquema del retorno. La serpiente es,
atributos animales, los delpijüo,,los del fénix, y es entonces cuando la Fn clct t{), símbolo de fecundidad. Fecundidad totalizadora e híbrida
imaginación poética uadquiere normalmente la tonalidad de un folklo- lnrr\to t¡ue es, al misrno tiempo, animal femenino por ser lunar,y por-
re>>. La serpiente emplumada, el Gukumatz quiché, el Quetzalcoatl az- rlur' \u lirrma oblonga y su modo de caminar sugieren la virilidad del
teca o el Kukulk"y may4 es un animal astral que periódicamente desa- ¡rrrrr': t'l ¡rsicoanálisis freudiano viene a completar aquí una vez rnás la
parece a la altura de Coatzacoalcos 202. Ser híbrido , a la vez fasro y ne- Irl¡tur iu rlc las religiones . Ya hemos señalado20e la interptetación gine-
fasto, las ondulaciones de su cuetpo simbolizan las aguas cósmicas rrrlrr¡1it:r del s-rmbolo oficii'¿no. Y de la ginecologia se pasa de modo
mientras que las alas son la imagen del aire y de los vie nros. Es de no- rrrr¡tlt'tarnente nafixal al tema de la fertilidad. Para la vadición hin-
tar que estas religione.s amerindias están polarizadas por importantes li- rlrl , hrs Nagas y los Negis son genios serpentiformes, guardianes de la
turgias agrarias y utilizan un calendario minucioso y complejo. R. enrr¡r,í:r vital contenida en las aguas, y su androgineidad se manifiesta
Girard 203 nos parece estar en lo cierto al dar al gran arquetipo de la f n rlu(' son, comoJano, <<guzrdianes de puert?s>> (dvára,pá,la)210. En To-
serpiente-pájaro, a. ese Dragln neuffalizado del folklore religioso indio, f,u (onro cn Guatemala,la serpiente va a buscar a los niños para hacer-
el sentido temporal de una rctalización de las fuerzas cósmicas. Este lu¡ rr¡r(('r en las casas de los hombres, como en las culturas chino-
mismo imperialismo cósmico del símbolo ofidio se encuenrra enrre los ¡rt0ttt¡rs cl Dragón representa las aguas fertilizantes <(cuya armoniosa
semitas, para, quienes la serpiente se anexa al toro en la imagen de la unrlr¡l¡rr it'rn alimenta la vida y hace posible la civilizaci6n))2rr. El dragón
serpiente con cuernos, mienttas que entre los chinos el Dra g6n es tota- Ylrr rcrinc las aguas, dirige las lluvias, es el principio de la humedad
lizaci1n teriomoÍfa2o4. También en Melusina, nuestra mujer-serpiente lrr urrrl:r: por esta raz6n se confunde con el emperador, distribuidor
occidental, el motivo de las alas viene a completar el maleficio de los tnrrf rorrl rle la fertilidad. Se cuenta que un rey de la dinastíaHya, paÍa
ofidios a,gravado por la prop aganda cristiana medieval; la .,serpiente)> se trrgut,rr la prosperidad del reino, comió Dragones. En Annam o en
duplica en la seraine_, ¡a la vez sireno y siren La serpiente cósmica tlr,l,u¡r'sia el rey lleva el título de <rey Dragón> o de (esperma de
^201 bien séa que su piel
se anexará siempre de paso el simbolismo lunar, Nr,prtn "r/. lnnumerables mitos represenan serpientes o Dragones que
escame el vestido de Ishtar, o que monte guardia junto a Cibelei, o lnnnol¡ur las nubes, que habitan los estanques y alimentan el mundo
Gn^r
t')9 Cft.
Eu.ro¡, Traité, p.lg3. Cfr. una bella
imagen deloaro auri at mytii,'rlprod.rcida en M. crr-
ttt(t t ,lr I{nnolNc,, op. cit,, p. 6t.
RoN y s' Hunru,
fin de la Obra
enre que ie *,r.ü. u loir
-áü qr. 'l' t,1,l¡, Zlr"t',tER, op. cit., pp. 69-70; cfr. op. cit., 69-70: cfr. op. cit,, plancha II,
el
200 Citado porJuNc
Itgr l, lrlrurt:ha III, figs. ),7; cfr. O. Vi¡¡wor ,, op. cit., p. 182.
Libido, p. l0l; /ilH lrl r¡lonstruo Cipactli de los antiguos mexicanos lleva sobre su lomo a Tlatecutli,
, cfr. L¡rsEGANG, ole mystere du serpe nr>, Eran,
Jaltrb., t93g, i. tsl. rr I n¡ flor (lr lrr tierran; cfr. Sousr¡rw, op. cit., p.i4.
2ol Bnc . 274 'rr'f
( ,ll, uprd, p. 97.
¡
202 Cfr. gl; cfr. Sousr¡uE, op. cit., pp. 23 y ss., 2g g7.
,
,lrr t lr, T.ltttttlEn , op. cit.,
203 Cfr.
204 Cfr.
il., p. 189; cfr. Sousrrrrr,'il ,ii,,bp.'zp y,r. l,l
. rgb; cfr. GnaNEr , Civilii. ilr¡o,, p. )06.' ' trr ( ;RANI:'r', Pensée cbinoise, p. 135; cfr. Éulog, Traité, p. 152.
20' Cfr. . cit., pp. lgi, lgg. tt: ( lr, (inRNET, op, cit,, p.206, y EuloE, op, cit., p. 184.

302 303
dramas del destino, eo la vertical trascendencia. Pero antes de empren- Ircrtnosas>zl2 es dueña del movimiento circular y de los ritrnos, como la
der el inventario de esta nueva modalidad de la victoria sobre el tiem- ,liosa lunar es señora de la luna y dueña de las fases. Lo que aquí im-
po, nos queda por estudiar los complementos directos que la tecnolo- ¡rot't?, más que el resultado que es hilo,tejido y destino, es el huso,
gía proporciona al simbolismo del ciclo. rf uc con el movimiento circular que sugiere, Se converrhi en talismán
( ontra el destino. Y con motivo se hace resaltar la importancia tempo-

r¡rl (lue adopta en el idioma la terminología tomada del arte del teje-
,l,rr. Las palabras que significan <,inaugurar >>, ((comenzaÍ>>, ordiri, exor-
Los instrumentos y los productos del telido y del lti/ado son univer- ,/iurn, primordia, son términos propios del arte del tejido: ordiri signi-
salmente simbólicos del devenir. H^y, pot otta parte, una constante lir:rba primitivamente disponer los hilos de la urdimbre para iniciar un
contaminación entre el tema de la hilandera y de la tejed oÍa, al reper- tcii<lozr. ¿Quién puede no ver.que este falso sentido propio tiene el pe--
\( ) inraginario de un inmenso depósito de figuras ?
cutir por otÍa parte en los s-rmbolos del vestido, del velo. Tanto en la
mitología japonesa o mexic na como en el Upanisbad22t o en el folklo- Existe asimismo una sobredeterminación benéfica del telido, Cier-
re escandinavo, se encuentra este person aje arnbiguo , a la vez atadora y tlrnente, el tejido, como el hilo, es ante todo un lazo, peto es también
dueña de los lazos226. Przyluskiz2T hace derivar el nombre de la Moira un¡r relación tranquilizadota, es s'rmbolo de continuidad, sobredetermi-
Atropos del radical atro, emparentado de cerca con Atar, nombre asiá- r¡¡rrlo en el inconsciente colectivo por la técnica ucircular> o rítmica de
tico de la gran Diosa. El huso o la rueca con los cuales las hilanderas hi- \u ¡rroducción. El tejido es lo que se opone a la discontinuidad, tanto
lan el destino se vuelve atributo de las grandes Diosas, especialmente ,rl rlcsgarramiento como a la ruptura. La uama es lo que está debajo.
de sus teofonías lunares. Serían estas diosas selénicas las que hubieran ,\c 1>uede considetar incluso una revalorizaci1n completa del vínculo
inventado la profesión de tejedor y son famosas en el arte del tejido. r onro lo que <.reúne > dos partes separadas, lo que <<repata)> un hiato23a.

Como la Keith egipciao Proserpina, Penélope es una tejedora cíclica que lrrr la parcahay un conflicto entre las intenciones del hilo y las de las ti-
cada, noche deshace el trabajo diario al objeto de aplazarr etetnamente fcr¿rs. Se puede valorar, bien sea la continuidad del hilo, como el filo de
el término 228. Las Moiras que hilan el destino son divinidades lunares: l¡rs tijeras. Canguilhem zts l1a observado bien los ejes de esta dialéctica a
una de ellas se llama explícitamente Clotho, .,la hilandera>. Porfirio es- I r ¡rvós de inquietudes tan alejadas en apariencia de la mitología como las

cribe que son ..fuerzas de la luna, y un texto órfico las considera como rlc la biología moderna. El tejido, igual que el tejido orginico,ues la
<partes de la luna>zzr. \[uestras hadas, uhilanderas> y lavanderas, suelen nn¡rgen de una continuidad donde toda interrupción es arbitraria, don-
ir de ffes en tres o al menos de dos en dos hada ubuenarr, otra ,lc cl producto procede de una actividad siempre abierta ala continua-
nefasta-, poniendo de manifiesto con esta -unduplicidad su caricter r ión...> Y el espistemólogo insiste aún en el isomorfismo, €o una nota
lunar 230 . Y sobre todo Kr"pp e23L eviden cia la etimol ogla de un término rclrr¡scada: uEl tejido está compuesto de hilos, es decir, originariamente
quq significa,destino .(en el antiguo alto-alemán , utrtrt; .T .J noruego ,lc f ibras vegetales. Que esta palabra, hilo, lleva en sí imágenes usuales
antiguo, urd/tr; en el anglosajín, uyrd) y se deriva del indoeuropeo ,lc (ontinuidad, deriva de expresiones tales como hilo del agu, hilo
uert que quiere decir girar, y de ahí el antiguo alto- alemán wirt, wirtl, r lc I rl iscurso, . . .))
236
. El isomorfismo del vegetal y del tejido, incluido en
uhusou, <(ruecL>>, y el holandés uoru)e/en, girar. No hry que olvidar que cl cst¡uema de la continuidad, es, pues, flagrante y se opone al separa-
el movimiento circular continuo del huso está engendrado por el movi- rr\n¡o de la célula. Contrariamente a la frigil célula el tejido está hecho
miento alternativo y rítmico producido por un arco o por el pedal del Ir¡u ¡r ser palpado, arrugado y el epistomólogo no puede resistirse a la
torno . La hilandera que utiliza este aparato, ((una de las máquinas más rc,lr¡t'ción de una imagen acuática que viene a(tn a sobredeterminar la
r r)ntinuidad del materialismo del tejido orginico, sugiriendo ala vez el

225 Cfr. Brltad, Upan., lII, 6. nnr¡o bipolar del plegado y del desplegado: <Se pliega, un tejido, s€
226 Cfr. Éu^tor, op. cit,, p. L63. Nadie mejor que Varrny ha sabido exponer esa am-
,lcs¡rlicga, se desenrolla en ondas superpuestas en el mostrador del ven-
bigüedad de la Parca; cfr. I-a feune Parque. ,lr',lorp 2'17. El mostrador del vendedor se imagina sectetamente como
227 PRzvtusxl, Grande Déesse, p. 172; cfr. Soustntt¡, La Pensée cosrn. des anc.
Meric., p. 36,, sobre la diosa Tlazotleotl, divinidad del tejido, que lleva en su frente la
venda de algodón claveteada de husos, en lanariz un adorno en forma de cuarto crecien- "r"I (l,r'Hol-GoURHAN, Hornrne et mat, pp. 101, 103,,262.
'' I .f i. BnÉ ¡r, Sémantique, p. I28.
te. Además esta divinidad se reparte en cuatro divinidades, los oixcuinameu, los cuaffo r'l MrNrowsrl, (oP. cit., p. 249) da un valor afectivo y positivo al (puente)
<hijos> de algodón de los puntos cardinales. "
que
228 Cfr. Ert,tDE, op, cit,, p. 162. rrrr l.¡r ,krs orillas; cfr. L¡rnHaRDT, Notes d'etnol., p. 178.
zzc) Ckado por KRrpps, op, cit,, p.
'ri (,nnr;urLHEM , Connaiss. de Ia uie, p. 76.
122; cfr. Éuto¡, op. cit., p. 163. rr, ( )/t. cit.,
230 Po¡TEtwrrrF op, cit,, p. 1s6.
r p. 77 .
, ' r ,' ( )p. cit., ibidern.
2tr KRIPP¡, op. cit., p. 103.

306 307
una playa a la que van a, azotarr el flujo y el reflujo de las mareas de te- rr¡rrf los jugadores se abstienen de utilizar la cabeza, poÍque la pelota es
jidos. Por e.ste ejemplo epistemológi.o l¡r t'abeza común del dios, el principio unificador de todas las fases
!9 advierte cuán activas son, eo
un pensamiento contemporáneo y cient-fico, las imágenes primordiales rcrnporales del partido de. pelota y <el contacto continuo de dos o de
y cómo vienen a decidir la elección de toda la \Teltanschaung, diairéti- v¡rrios cuerpos con una pelota expresa el principio monoteísta de la di-
c cuando es la imagen de la célula lo que induce a la meditación; virridad formada por sus hipóstasis
sintética y continua, por el contrario, cuando se insiste sobre el tejido. rcl)rcsenta, por tanto, la totalidad temporal y sus fases astronómicas.
Por último, cieftos autores238, llevando al extremo el significado del te- lrstr: ejemplo nos muesffa el poder del arquetipo del ciclo y de su em-
jido, lo vinculan profundamente al simbolismo totalizador por excelen- lrlt'ma circular o esférico, que preexiste absolutamente a la urilización
cia, el simbolismo de la cnrz. Urdimbre y uama, King y ll/ei chino, tt't rrica y utilitaria de la rueda, del rodamiento y del catro. Una vez
sbruti y smriti hindú , cruz?n solidariamente sus intenciones contrarias, rrr:is se encuentra confirmada la tesis de la primacla delas gtandes im6t-
y el taoísmo comp ara el Ying y el Yang al ..vaivén de la lanzadera en el llcncs arquetípicas sobre su concreción técnica o su proyección natural.
telar cósmicor>2)e. La tecnologi?.9e los textiles, tanto por la rueca y. el En su empleo simbólico, esta esfera debe relacionarse con la rueda
huso como por sus productos, hilos y telas, es pues, en su conjunto, in- r,,tliaca/, s-rmbolo universalmente admitido y que se encuentra casi
ductora de pensamientos unitarios, de reflexiones de lo continuo y de r,lóntico en Babilonia, en Egipto, eo Persia, eo las Indias, eo las dos
la necesaria fusión de los contratios cósmicos. Arrrí'ricas y en Escandinaviaz$. Etimol1gicamente , zodiaco significa
Acabamos de ver lo que el simbolismo de la hilandera debe al mo- ¡rr¡t'dr de la vidau. Sólo tardiamente cualquier calendario y co-
vimiento rítmico y al esquema de la circularidad . E/ círcu/o en que apa- -como
rrr,r cl juego de pelot^ muya- hzbria adquirido el zodiaco un significa-
rezc?, será siempre símbolo de la totalidad temporal y de la vuelta a ,lo solar. En un principio el zodiaco era lunar: los antiguos árabes lo
empezar. Tal es el sentido del Qakra2aÚ hindú, <.la rosa de los mil ll;rrrran uel cinturón de IshtaÍ>> y los babilonios <(casas de la lttnarr2aa. Por
rayos)>, que sirve en los países budistas para la adivinación y que se con- ,n r pafte hasta más tarde la rueda no ha adquirido una aceptación so-
verúrá, como rue da de la rueca, e o el emblema de la India nueva de l;u', cu?ndo por Íazones técnicas se ha provistode radios, tal como aún
Gandhi. El sistro de Isis o de Diana hab ria tenido el mismo papel sim- ill)¡rrece..l .l ritual de los lfueggs céltiios,, de Épinal g dq Agenzat. Pe-
bólico y representaría el disco lunar,,.el celeste tesoro de la ruedarr, que r(r ¡rrimitivamente, la rueda zodiacal, como la del calendario, eÍa una
se aparece al rey el día de luna llena2ar. Como vamos a ver dentro de rucrla lunar, de madera maciza, reforzada por un triángulo o un cua-
pocas líneas , la rueda se conjugará con el simbolismo del carro y del ,lr:rtlillo de maderos, lo que le da subdivisiones internas aritmológica-
viaje sideral i por ahora quedémonos sólo con su sentido primordial de nrcrrte significativas. Lo mismo ocurre con Ia swastiáa, que la mayoria
emblema de I devenir cíclico, resume n mágico que permite el dominio ,lc las veces ha evolucionado hacia un simbolismo solar, peto que pri-
del tiempo, es decir, la predicción del futuro.La posesión del ritmo se- rrritivamente lleva en su centro la luna creciente. Goblet d'Alviella
creto del devenir, loo es ya prenda de la posesión del suceso por venir? r rnrrprueba que los espec-tmenes de swastih,a que ha reunido represen-
Es interesante observar, a propósito de la rueda, las diversificaciones f ¡ur la luna y sus fasei'a6. Los hindúes hacen una diferencia ehtre la

culturales y tecnológicas de un arquetipo universal. Mientra e I c'uculo, r ruz gamada a la derecha, que es solar, y h cÍuz gamada a la izquier-
glifo del ciclo, constituye un signo universal y se diversiftca según las ,l¡r, principio hembra, emblema de Kali, la paredra lunar del dios. Pe-
ctvllizaciones e n rueda de carros astrales, en bolillos o en ruecas entre rr lr) qge interesa aqui es la universalidad de la swastifr,a que se encuen-
los p.ueblos que conocen el uso utilitario de la rueda, mientras qge en-' tr¡r ('n Africa, entre los mayas, efl Asia menor, eo las Indias, en China,
tre ciertos amerindios que ignoran la técnica del rodaje no sólo el disco r'n f apón , .asi como en las ruedecillas galas'o'.-Pgt.gtra parte descubri-
no está ausente de la iconog rafia, sino que incluso se ve tecnoló gica- nros cl mismo simbolismo, pero con una subdivisión ternaria, en el
mente reempl azado por la esfera en el juego de pe lota ritual de los Itttfu'/e, figura de ffes brazos o de tres patas, o incluso formada por tres
maya-quichés. La pelota de caucho, vinculada por el juego a los jug^-
dores que simbolizan los <soles solsticialesrr, hace que todo el juego de
,'¡,' R Glnnno , Popo/ Vult, p. 77 . Sobre el juego de la ..pelota celester, cfr.
pelota sea image n de un udios monoc éfalo con diversos cuerpos)), por lo
It Ar¡l'nu , Nature des syrnboles, p. IL2, y L. BEce DE Foueul¡RES, Z¿¡ .leux des anciens,
I' III
'rr r. S¡NART, Le ZodiaQil€, p. 159; cfr. B¡Rrn¡ror, Antrobiologie, pp .
(,f 30,, 360.
238Cfr. GuENoN, Le Symbole de la croix, p. 107. r'f (.fr.
'' HnRDTNG, op. cit., pp . I75, 200.
2JeTao-te-King, xvl, citado por GuÉNoN , op. cit,, p. l l0; cfr. Lie -Tzeu, I e; l ¡) (.fi. Kn,rppE, op. cit,, p. st. DoNI¡NVILLE, op. cit., p. 100.
Tcbouang-Tzeu, tg f. / rrr (,itado por HrrnDrNG, op. cit., p. 231; cfr. GuÉuoN, Le Synzbolisme de /a croix,
240 De
QaA: tener el poder de actuar, y Kra: moverse
. t ll'l
24r Cfr. HaRDTNG, op. cit., pp. 232-233. f
'¡" <.fi. DoNTENVILLT, oP. cit,, p. l2I.

308 309
213,
peces que emanan de un c-rrculo. Símbolo ternario frecuente en Sicilia, ulr('rlccc, €o efecto ?. dos necesidades: servir al diálogo y desempeñar
en los países célticos, emblema oficial de la isla de Man donde antaño un ¡rapel en tanto que objeto de una colección. De ahi la elección de
se adoraba a Ana, la diose luna2a9. Incluso quizá puedan relacionarse rnr t'jc oblicuo que mitigug Ir simetría de las figuras dobles. Esta com-
estos s-rmbolos lunares del cambio cíclico con el c'uculo del tai-gi-tu de lr¡rr:rt i(rn entre representaciones tan dispares a primera vista, y pura-
los chinos en el que los dos principios, el Yang y el Yin, se engendran nr('rrtc cstilística, tiene además un significado sociológico y cosmológico
recíprocamente . Sea como fuere, se ve que las representaciones icono- ¡rl nrismo tiempo cuando se considera el papel social de la bipartición
gráfrcas del calend ario lunar y sus subdivisiones antitéticas y cíclicas se- rlr l¡r aldea Bororo y la jerarquia ternaria del clan: estos mecanismos so-
r rrlilosóficos descansan a un tiempo en la reciprocidad de los contrarios
gún fórmulas aritmológicas ternarias, cuaternarias o duodenarias están
' y ('r r lt, jerarquia de las esencias sociales y cósmicas. El arte cosmético de
vinculados al simbolismo técnico de la rueda .
l, rs ( ,rrduveo no sería más que la uanscripción estética y semiológica de
En este simbolismo circular de la combinación de contrarios nos pa-
rece necesario integrur no sólo lapartición del espacio y el reparro simé- l¡r. irrstituciones y de la filosofía que la sociedad Bororo pone en acción
trico de los puntos cardinales, tal como se manifiestan entre los chinos, rn rrna doble síntesis, binaria y ternaria a la vez2ta. Asimismo es intere-
o entte los quichés z4e , p?Ía quienes el cuadril itero cósmico el signo Kin, r;rnt(' subrayat que la sociologia de la aldea Bororo 251 6e¡firma todo lo
o el doble c'uculo cósmico, simbol izan la totalidad del universo; pero rfu('lrcmos comprobado hasta ahora de la vinculación de contrarios: la
también encontramos que se hallan vinculados a esta constelación de la nrir:rrl de la aldea es la herencia de los dioses y de los héroes creadores;
unión recíproca de los contrarios ciertos temas fundamentales de las l,r otrrr tiene el privilegio de simbolizar las potencias ordenadoras. En la
culruras indias de América del Sur. Lévi-Straus 2t0 relaciona con raz6n el nur:r.l de la aldea reside el bari, el brujo, intermediario entre los pode-
plan sociogeogrifrco de la aldea Bororo, los dibujos corporales de los rcr rnalévolos y los seres vivientes, mientras que el aroettowaraare que
Caduveo y la sime uia de las figuras de nuesffas barajas. La aldea Boro- r.si,lt'en el otro barrio preside las relaciones con las potencias benéfi-
f ,r\. [Jno prevé e invoca a la muerte , el otro cuida y alej^ la muerte;
ro apartece como un amplio c-rrculo orientado en torno a una casilla cen- ^ el pez o el
tral y subdividido en dos grupos de población: <.los débiles,r y los ..fuer- uno sc encaÍna. en el jaguar sanguinario, el otro en el arara,
t_.t,r,_grup9.s en cuyo seno parece dibujatse t,r¡rir, todos ellos animales víctimas"6. Aún más: el <.círculo> sociológi-
."n1 bipartición secundaria r r ) y t'osmológico de los Bororo contiene un significado sobre la impor-
donde se distribuyen clanes a su vez jerarquizados interiormente en su-
perior, medio e inferior. El etnógrafo relaciona esta morfologla espacial t,¡rrt iu primordial a la que volveremos pronto: el intercambio sexual.
y social 2tr con las enigmiticas pinturas corporales de los indios Moayay l,:r lripartición de la aldea es, en efecto, reglamentación de exogamia,
especialmente las de lps Caduveo actuales, pinturas caracte rizadas en urr('¡'cambio sexual, pues cada mitad debe casarse obligatoriamente
-1'
efecto por una asimet ria axial compensada por una simetría puntual, o lr¡u¡r los machos ir a residir- en la otra mitad de la ildea2'7. De este
bien por una especie de equilibrio estético entte los diferentes elemen- nrotlo el ciclo de los contrarios, de la vida y de la muerte, de los sexos
tos repartidos en relación con una recta. Esta decoración no deja de rrrl'rcrrtados, se encuentta cerrado en la cosmologia social de los Bororo,
evocar los decorados precolombinos de las cerámicas de Hopewell o de y cl t'írculo, y sus particiones espaciales, es el emblema directamente le-
la baja Amazonia, ni los elementos decorativos con volutas de Nueva ¡iilrk' de este equilibtig, de esta simetría puntual que hace girar en tor-
Guinea, de las Marquesas, de Nueva Zelanda y ciertos detalles icono- nrr ¡¡ un centro una asimetrla axial. El todo no deja de recordar formal-
gráficos del Asia del Sudestez'z. Este dualismo, asimétrico y al mismo nr('rrte el incstable equilibrio de la swastiáaz'g.
tiempo armonizado, invoca por completo los motivos espirales, que se lls completamente natutal relacionar estas técnicas del ciclo, esta
rf rucsta bajo yugo> de contrarios con e/ cano tirado por caballos. Por
definen, como hemos visto, como un equilibrio dinámico, pero rampo-
co no dejan de evocar nuestras barajas: donde cada figura de la carta
'"r1 lr,vl-SrnAUSS, Tristes tropiqaes, p. 196.
'''r'r (lfr. op cit., p. 203; cfr. l¡vr-srnnuss , Anthrop. stract., pp. 156 y ss. Tal co-
248 Cfr. HnRDTNG, op. cit., p.231; DoNTENVTLLE,, op. cit., p. L22. rrr, l,r ¡rintura entre los Dogon, la cosmética Caduveo sólo sería un residuo estético de
24e Cfr. GnnNm,, Pensée cbin., pp. 161, I77, 186, 200, 2Or, y R. GlRRRo, Popol uf r,r (,,srnt,logía perdida, desprovista de su significación profunda; cfr. Gn.taurE, Masques
Vult, p. 26; cfr. infra, pp. 394 y ss. l),,,t,,tltl, P. 817.
ó0 I¡vl-SrnAUSS, Tnstes tropiques, pp. 221, 229 y ss.; cfr. I5vl-Srn,russ,, Antbro- i i1 (.lrTristes tropiques, p. 2)4.
pol. stracturale, pp. 133 y ss. <Les structures sociales dans le Brésil central et orientalr, y ('.fr. op. cit., pp . 246-247 .
pp. "i('¡
147 y ss.,
-'ztt <Les organisations dualistes ixistent-elles?>.
"i' (.fi op. cit., p. 230; cfr . Antbrop. structurale, pp. 139 y ss.
I¡vr-SrnAUSS, Tristes tropiqaes,p. 190; figuras pp. 184, 186, 189, L93,, t95, 'rrr (lfr. en F¡ucHrwANGER, op, cit,, pl. 8, máscara de arcilla de Tlatlico, mitad cala-
198, 200 , 2-l . rf r,r, r¡ritld cabeza de viva, no deja de evocar el famoso Tao-T'ie chino y las figuras de
252 Cfr. LÉvt-Srnnuss., <Le Dédoublement de la représentation dans les arts de I'Asie
,l,,lrlc scntido y de sirnetría axial tales como el Kirtimukha indojavanés y el Tihi poline-
et de I'Amérique)),, en Antbropol. structura/e, pp. ze9 y ss.; cft. H. G. R., I, pp. 84, ,,r,) ,lr, IL'vt-Srn.A,uss , Antbrop. struct., p. 286, pl. IX.
r42.

311
310
supuesto, es fácil
¡urtc todo engranaje arquetípico esencial en la imaginación humana.
arÍastr^ o el viaje Allí donde aparece su emblema, su)astiáa, trisáele, gaára, juego de pe-
Heracles, e inclu lul¡r, catastto circular de la aldea, espirales cosméticas, etc., se revela
grandes viajeros_. r onro arquetipo fundamental de la victoria cíclica y ordenada, como ley
ja, porque puede
llir¡nf ante sobre la apariencia aberrante y agitada del devenir.
to la- nave. Pero se relaciona sin embargo claramente con las técnicas
.y
del ciclo cuando hace más hincapié mítiá-.nre en el itinerario, en el
v.iaie qy9 en la comodidad íntima del vehículo. Por último, el simbo-
lismo del rito,.d. l_a.lpuesta bajo yugo,> viene a provocar con frecuencia
ll , l)nr ESeUEMA RiTMrco AL MrTo DEL pRocRESo

el símbolo cíclico de la fusión de ios contrarior. ^Ett el Gítá, el <conduc- (.reemos que Éliade está en lo cierto cuando relaciona los mitos de
tor del carro> y $tj-"1?, el pasajero, tepresentan las dos rrirrrrlezas, es- lu vcgctación a las leyendas relativas a la cn¿r, Ciertamente, esta rela-
piritual y animal, del hombre. <Los doi personajes monrados en el .rrro r r(¡n sc practica todavla de un modo muy racional por mediación de las
d9
-4tiuma no forman en realidad más q.r. uro solo,r ¡rllntas que resucitan a los muettos, tanto en la tradición índica como
260.
En la epof ey'
védica, como más tarde en Platón, el cairo es el .,vehículo> de un ál^^ l;uria o china26a. En efecto, sin son estas virtudes las que el folklore
a prueb^ y lleva a ese alma durante una encarn aci6n26t. Los conducto- r tistiano atribuye ala madera de la cruz, como lo hace por ejemplo la
res de carro son los mensajeros, los embajadores simbólicos del mundo Iryt'nda de santa Elena, creemos que esta acepción es sólo secundaria,.
del más allá, <(uoa vuelta del carro simbbhza bien sea la duración de l,¡r t ruz cristiana, eo tanto que madera erguida, en tanto que árbol arti-
una existencia humana, o bien la li, i¡rl, no hace más que.absorber las acepciones simbólicas propias a
ria, o también la duración de un r rrrk¡uier simbolismo vegetal. En efecto, la cÍuz se identifica a veces
cientes remiten asimismo al simb ron un árbol, tanto por la iconogra(ra como por la leyenda; por eso se
dentro de poco, son el emblema de vu('lvc escala de ascensión, porque el árbol, como veremos, está conta-
Por eso, esa parte de luz hace perder sir r¡rirr:rdo por los arquetipos ascensionales. Se inj erta asimismo, en la le-
brosa del animal que úra del vehículo o simplemente vehicula al jine- yrrrda de la cruz, el simbolismo del brebaje de eternidad, del fruto del
te. Es lo que ocurre cuandol P9r ejemplo, el caballo Bayarr se solariza, 0rlxrl o de la rosa que florece en la madera seca. También se podría su-
se transforma en caballo-hada de saltoi prodigiosos, y ,"i. victorioso de lrriryur que la cnrz cristiana es una inversión de valores tal como fre-
las asechanzas del martirio. El caballo sé conv"ierre .rrto.r.es en destrero r u('ntemente la hemos encontrado en el Régimen Noctumo de la ima-
de valientes caballeros, de esos hijos Aymon que, precisamenre, son ,fcn: de emblema romano infamante, se convierte en s'rmbolo sagrado,
cuatro... Baio la presión de la mitolog'ra cíclica,la teiiomorfi a maléftca t/,,'t' unica26t. Pero, sobre todo, a trayés de todas estas pafticularidades
-
se inflexiona, como se inflexionaba él papel de las tinieblas y de It r,rlrrcdeterminantes, h"y que evidenciar que la cÍuz es s'rmbolo de la
muerte. De ahi, finalmente , la ambivalehcia del corcel que tro ólui dará, Iut¡rlizaci1n espacial, como Guénon266 ha mostrado en un libro sobre el
ll"I9l ,, YA que todo símbolo unido al ciclo tiene a la u., r,r.a parte de (f u(' volveremos. El símbolo de la cruz es una unión de contrarios, sig-
tinieblas y orra pame ¿, lrrzet . rrrr tlc totalización que h"y que relacionar con los gunas de la tradición
. 4tí, tanto la técnica 4.1 tejido como la técnica del viaje se cargan
desde su origen con la rica
lrirrrlú, y con el Kuoa (uni6n del Yang y del Yin) tanto de la tradición
mitología del círculo. S. fr.de incluso r l¡ina como de la tétraátyr pitag6rica267. Este simbolismo es pafticular-
adelan!?r que la rueda y todas sus ua-rirntes, como el rncnte sensible en la tradición mítica de los antiguos mexicanos. La
inmovilidad o e I equilibrio en la inestabilidad, anres -oui^iento en la
de ser técnica- ttur, cs símbolo de la totalidad del mundo, de la <rligadura> central de
mente explotada y de degradarse en simple instrumenro utilitario, es los rrños: <.Cuando los antiguos escribas uataban de representar el mun-
tryz_griega g d. :ruz de Malta
,1,r, agrupaban en forma de los cuatto
2t9 Cfr. DoNTENVTLLE, op. cit., p. 9g.
260 LErA, op. cit., p. 44. t's¡racios en torno del centro>268. Es más, la mitología mexicana nos da
26 carro simbolismo estático, un udiscursus)), un
torlir la paleta simbólica que viene a agruparse bajo el signo de la cruzrr:
cs Xiuhtecutli, el dios fuego, eue vive en el <.hogaru del Universo. Co-

'T[i
nis, d
246, 247 -257 .
'Hf
Cfr.
il'é#';;ilr::;:*,tt:lln*;i:
tus de /'auhá moode,. cir. pr¡,róN, Fedro, ¿a't Cfr. Éu,tor, Traité, pp. 2t3-254; cfr.J. P. Bayano, Le Feu, pp. 238 y ss.
)'6t Cfr. M. BoN¡,pARTE, Psycban. et antltropol,, p. 82.
262 LEIA, op, cit., p. 4G.
)Kt R. GuÉNoN, I¿ Symbolisme de la croix,
263 cfr. Dorur¡rvvrllE,, op,
cit., p; 162, r70; cfr. sapra, p. gj; cfr. p¡¡rór.¡, Fedro, )67 Cfr. op, cit,, pp. 69 y ss., p. 54, nota 1.
246 y ss. 2('¡tr Cfr. SousrELLE, op, cit,,p.67.

312 313
lrrramiento, se dic e swasti -¡esrá bienl (su osti): y Lafigura las dos
mo emplazamiento de la síntesis, este centto presenta una cara ambi- del araní
gva: un aspecto nefasto y un aspecto favorablé. Por último, en el Co textos uédi.os aluden a
rct ilrc e I nombre de suastik)rrztz. Los
dex Borgiaz6e sl centro está representado por un árbol multicolor, de
cuya ambigüedad vertical no h^y ninguna duda, rematado por un
r¡r¡rrlres
-araní- '1--
vv',v que J"" vida a esre-<hijo del carpinterou, el fuego,
esencialesJ"ilsi:.1;l;
quetzal, pájaro del Este, nace del cuerpo de una diosa terresffe, s-rmbo-
lo del Oeste . Además, este árbol cósmico está flanqueado, por un lado,
iH f:'
de enlPÍica' en el
,lc I
rrivcl de la filol ogiay de la tecnología ,la mader
por el gran Dios Quetzalcoatl, el dios que se sacrifica en una hoguera bol, la cntz y el
p^ra dar vida al sol y a Venus; por el otro, con Macuilxochitl, dios de la Irrcl¡o, eo un contexto cuyo.rq.r.rña. general es el
frotamiento rítmico.
aurora, de la primavera, y también de los juegos, de la música, de la .oÁprobar que esra asociación, exrraña de primera intención,
V¡rr'rs
danza, del amor. "
;,; l;;";r.riu"áente sóbredeterminada por la. sem iniica de la madera y
Vamos a examinar las raíces tecnológicas y finalmente sexuales de oi dos elemenios sólo adquiefen su significado
-frotamiento
este arquetipo cuasi semiológico de la unión de los contrarios, y ver así en el gfan esquema del rítmico.
cómo la unión del fuego, de la sexualidad y de la cruz de madera for- de la lúna t. üttfunde frecuentemente con el
ma una constelación perfectamente coherente cuyo emblema sobrede- madera, <.de donde se puede extraet por
terminado es el signo de la cruz. Descubriremos de este modo el esque- iÁ^gtn^ a menudo como lpadre del fuegou:
ma del movimiento rítmico y el gesto sexual que subtiende y ordena .I,¡rt¡reles y boi que crepitarrl-r"r*iento que se retuerce
en las llamas'
subjetivamente todo ensueño y toda meditación sobre el ciclo. Siguien- y de ly, aroma arde ya en un estío ar-
rt.si¡ras, ma;rí"r'd. fuego c-uyo
do este método regresivo y culturalista que pafte del medio astrobioló- hogar' también dio-
rlir.. terrrr{.ü;;, la dioía útina del fubgo-I d9l es
gico, pasl luego { lnlorno tecnológico y desemboca finalmente en el prol.dirni..ttol modernos de cale-
\;r ztgrariazlt . ciertame nte, nuesrro, primi-
esquematismo psicofisiológico, habremos mosrado que el estudio del l;rtt.ión y de cocción rro, n"" hecho ierde,r de vista esta relación
trayecto antropológico se cumple indistintamente con la gestión psico- la cónstelación árbol-fuego.permanece
rrva ctel árboi / áa fuego.
"el !.lo
logista que habíamos utili zado en las pa.rtes anteriores de nuestra inves- t(.nazmente tanto en folklore como en la conciencia poética.
tigaciín o con la investigación culturalista que utilizamos en estos capí- filiude276, ,rm haber descrito el procedimiento
que consistg el quemar
tul,rs dedicados a los símbolos y arquetipos cíclicos. de la madera
rirr¡almenre uel árbol de Mayo> iscribe: <<La .otts,rmación
Accidentalmente ya hemos tropezado con el hieroglifo de la cruz rito la regeneración de la vegeta-
i;,; .i r"gst .; i;gbablem.Át. un
de
bajo su forma de swastiha ligado al devenir lunar y astral, doblete , ¡ritt y dellenacimiento del
acuartelado de la rueda. Pero es Burnouf2T0 quien parece haber descu- r lrisica se quemaba un árbo
bierto el componente y la determinación tecnoló gica de la swastiáa y lrcr probado 'came nte
de la cruz en general. El sabio orientalista relaciona ante todo a Altris- ie ha atr
si,,'las r eSDontá _
tos, <ungido>, con el Agni indio y con el Athra persa.Y h^y que obser- ,k' ufallas ras de san Juanu' Estos
var a este respecto que la etim ologia de kltristos <atngidou está cerca de ,lcl fuego son es de ritos sacrificiales
la de Krishna, que quiere decir..esencia, perfume, óleo>; pues ambos nruere ia Cuar lad'
proceden de A/trio, <(yo unjo, yo unto, yo froto...r> Burnouf relaciona ;;r;t ¿e ia ÍamaBadni rbig
ican- que el ritual del
esta práctica de la unción con aceites esenciales, con la técnica de que ¡,,.:iánio y orl"-, -r.n r r^^r- {
se sirven los hindúes y numerosos primitivos para producir fuego. El ¡rr''1, una remrnlr..rr.r" sacrificial, donde -r
el fu es el elemento sacri-
encendedor de la India védica, Araní, eÍa, según Burnouf, de grandes total , al'
lit ial por excelen cia,.ll". confieie al sacrificio destrucción
dimensiones . La pieza inferior, en forma de cruz, estaba fijada al suelo costumbres se inscriben en \-gran
lr:r de totales regenera,ibnes. Estas
Ya sea
por cuatro clavijas, la pieza superior se movía por medio de una cortea r,rsrel ariin drímática de la muerte seguida de la resurrección.
tirada por dos hombres 27r. <.Cuando el fuego aparece en el punto de (.. sais, ¿"r*t. 1", fi.rt", de Isis-Neiih, en Irlanda, o en las iglesias

zee Cfr. op. cit,, pp . 19, 42, 67. 272 Op. cit,, p. ó, Rig Veda, l, 9)-2; III , 29; Y,11, 6; VI, 48' Cfr' Vl¡NNor' op'
270 (-f¡. E. BUnNOUF, Le uase sa.cré, pp. ll9 y ss.; O. VrswNot (Le Culte de l'arbre t tt., pp. 54-5), Y t74-17t.
dans /'Inde ancienne, p.32) subraya que durante la producción ritual del fuego, el ganzi,
-oárbol ¿ii HrnDtNG, op. cit., p. 143
machoo de rnadera dura, se coloca sobre el aguat/ta, la madera blanda, árbol hem- ?.74 Bncg¡l-^rno, Air, p.234; cfr. B.¡.vnno, Le Feu, pP. 28 y ss'
bra. Cfr. Fn.rzrn, Mytbes sur l'origine du fto,pp.233,244,,26r,270-272; cfr.J. P. Ba- 275 Cfr. DuMÉzL, Tarpeia, P. 106.
YARD ,, Le Feu, pp . lr2 y ss. 27(t ¡ii^or, Traité, pp. ZAS:269; cfr. J. P. B.rvARD, op. cit., I)P . 23, y ss'
)77 Cfr. Fnnznx, Rirneau, Ill,, p. 474; B¡,cH¡IARD, Feu, p 6h
27r Cfr. op. cit,, pp. 13 y ss.

)r4 3r,
cristianas, la ceremonia del ufuego nuevo> y de la extinción del fuego Nrhrli ton el .,mazo del pequeño moftero)>. Por úldmo, como en el ml-
antiguo desempeña el papel de un rito de paso, de un rito que permite lrr lurrrlti rclativo al araní, el fuego va unido con el secreto de los aceites
la emergencia de la fase ascendente del ciclo 278. €rr'f rr i¡rlcs. Esta vez es la mujer del héroe la que roba al trasgo la receta
Pero sobre todo, creemos que el arquetipo del fuego y su relación
frrrrr f )r('l)arar la grasa vegetal de Karité28a. La tecnologia y la mitología
con el simbolismo de fecundidad de la madera. esti sobredeterminado, rF uncn en este hecho: el frotamiento rítmico, y? sea oblicuo o sobre
en el arani y en los encendedores en forma de cruz, por el esquema del Irxlu r irtular, es el procedimiento primitivo para hacer el fuego. Leroi-
frotamiento cuyas motivaciones h^y que elucidar ahora . La etnolo giTzt't ( rrurlr¡rn 2trt, pese a sus loables reticencias para emitir un juicio de ante-
confirmala teorla. de Burnouf cuando nos demuesffa que la mayoría de tlulrrlurl histórica, admite que el encendedor por vaivén rítmico es, si no
los encendedores primitivos actúan por fricción de dos piezas de made- Fl frtrxcrlimiento más primitivo al menos sí el procedimiento udel más
t?, frecuentemente en forma de cfuz. Este esquema del frotamiento lrt rrririvo de los pueblos vivientes)),
los melanesios. Los encendedores ro-
primitivo, constitutivo de la sustancia del fuego, como observa Jung 280 trtlvr)s que implican el uso del arco, el principio del berbiquí o de la
a propósito de la etimologia de Promoteo y del Pramatha hindú, des- iltrrrrvclrr, parecen sir más tardíos y derivados de los anteriores. <Los
borda ampliame nte el elemento ígneo: la batidora (mant/tara) creadora tlllrr unimados de un vaivén se han perfeccionado al lograr el movi-
del mundo en la tradición hindú sería un recurso del encendedor pri- nltrnro ('ircular continuo> 286. La tecnología del encendedor nos permite
mitivo. Asimismo, el molino primitivo se ve contaminado por el fuego yllrr ul:rr cl movimiento circular al vaivén primitivo. Ahora bien, este
gracias al esquema del frotamiento rítmico: Vesta no sólo es la diosa Fufrrrnrir del vaivén, tan importante pur^ el porvenir técnico de la hu-
del focus, sino también del pistrinum, el molino p^ra cereales y para nt{tu,l:rrl puesto que es el padre del fuego, ¿no tiene un prototipo en
aceite de la casa romana. Y los asnos de las muelas públicas descansan el rrrir rr)('osmos del cuerpo humano, en el gesto sexual? El fuego, como
en las Vestalias2sr. Asimismo, el frotamiento ign-rfugo puede relacio- Fl út:tui o su emblemala cÍuz, loo es la ilustración directa de este gesto
narse con el pulimento que se opone a la brutalidad de la talla directa ntgílrut r) que es el acto sexual en los mam'rferos?
d. b piedra o de la madeta. Este pulimento se utiliza sobre todo en la \':r .Jung zaz !tr!ía subrayado el notable isomorfismo semántico e in-
confección de adornos, y nos permite entrever un desarrollo estético de r lrrr,r lirrgüístico entre la madera, los rituales agraúos y el acto sexual,
ensueños relativos al frotamiento. Es de señalar que el pulidor- llan cn germano signiftcaria la madera, y ueneti <<él trabaja>>, es decir,
tahdrador, de cuerda o de torno, utilizado para la perforación de las tlrrurrll el suelo por medio de un bastón puntiagudo como lo hacen
perlas por los japoneses y por muchas poblaciones del Pac-fico, es muy lllr los australianos en el juego simbólico del coito. Este término se ha-
semejante al encendedor de arco 282. lllrr ir¡rlicado luego al campo mismo: en gótico uinga, en irlandés uin.
Un mito del Alto Volta relativo zat s.l origen del fuego resulta muy l{¡tu t¡í2. habria dado por último <.Venus>, la diosa de las delicias del
significativo del isomorfismo sexual y nocturno vinculado al nacimiente, lnrru, uenos, Asimismo, eo el ritual de los herretos y de los alquimis-
del fuego: el poseedor del fuego es ante todo un ((pulgarcitorr, €l trasgo f r¡, r's cl fuego de la madera lo que está directamente vinculado al acto
Nekili, que <.mucho antes que el hombre, supo hacer brotar lallama rrurl. El fuego sacrificial del altar védico constituye una heirogarnia:
de la madera haciendo girar rápidamente el encended'orrr. Este Nekili Gl rcno es akar, el pelo el césped, la piel el lagar de soma,..el fuego
tiene por funcióo <<cz.usai la fecundidadu. Por otra parte, eo la búsqu.e- Frtfi crr cl centto de la vulvarr288. El fuego, producto del acto sexual, ha-
da del fuego por el Promoteo L'éla, la sexualidad aparece en m'uchas rF rlc la sexualidad un tabú riguroso para el herrero. Las ceremonias
ocasiones: la mujer del ladrón del fuego huye con el trasgo, y Promo- lnel;rlrirgicas africanas presentan elementos del simbolismo nupcial y el
teo alcanza a este último con una flecha encendida que prende el es- llrvrntor mítico de la metalurgia china Yu-el-Grande procede , por el
croto hipertrofiado del pulgarcito; más adelante el héroe persigue a ftt.¡i,r Yang y por el Yin, Que constituyen la operación del tem-
^gua
¡rlr, ¡r r,rn auténtico matrimonio de los elementos2se. El aspecto general
278
Cfr. H,TRDING, pp. 144-t41; cfr. J. P. B,rv¡,RD, op. cit., pp. 34 y ss. Sobre las de
San 231 _y ss ., 2r2 y ss., cap.: <Les feux de la St. Jean>; cap. XX,
luan, cfr. ibidern, pp. ll
1363 y ss.
<St.-Jean, embléme du feuu, Cfr. P. N^ruooN, Les Loges de St.-Jean. X1
279 Cfr. L¡nol-GounHAN, Hornrne et rnatiére, p.7l;cfr.
figr. 87, 88.
JUNG (Libido, p. 140) insiste sobre el rádical rnatlt- o rnantb (<producir fro-
280
tando>). 1-3; cfr. H.rnDlNG,
28r DuuÉzlr, Tarpeia, p. 108. Hl' 40; cfr. J. P. Ba-
282 Cfr. L¡nol-GounHAN, op. cit., pp. 170, l7l, 174. I AF
283 Cfr. F. J. Nlcor¡,s, <Mythes er étres mythiques des L'éla de la Haute-Voltar pp. 62-63. Cfr. Éu^to¡, Le Mytlte de l'éternel retour,
(Bu//. Inst. frangais d'Afique noire, t. XIV, n.o 4, octubre pp, l35t I
de L952, ss:).
t,t
316 317
de la nupcialidad de la alquimia se explica en última instancia porque
es un arce i:l fuego. Por otra parte, én los simples encendedóres^de r trrhr¡lrrr ronfirma esta intuición: en el hombre primitivo, las técnicas
fuego primitivos, como en los elémentos sexuados de las ubodas quími- rlcl fuego, del pulimento, de la matanza, del barquero o del
tlf lnrr ¡r\
Irr lrl,, son las que van acompañadas de danzas y de cuntos2e6. En'
cas> más evolucionadas, existe la sexualización bien marcada de üs dos
piezas de madera qye sirven para. provocar el frotamiento ign'rfero2eo. lnur l¡.rs lcrrguas semíticas, en sánscrito, en escandinavo y en turco-
Sexualizaciín que afecta a la forma ..macho)> o uhembra> de"las piezas
litt,rto, l:r dignidad de udueño del fuego)> está explícitamente unida a
en presencia, ), huellas ha conservado la jerga moderna dei elec-
h,lr'l otlur:ño de las cancionesrr. Odín y sus sacerdotes son uforjadores
-.tyas
tricista. Pero sobre todo esta sexuali zaciln esra .frrr-enre subray ada rl¡' | ¡urr ior)crs,>2')7. En Occidente existirá una supervivencia de tal rela-
pü las numetosas. leyendas que sitúan el lugar narural del fuego én la ¡ flrrr ('nn(' los cíngaros, a la vez hetreros y músicos2e8. Esta afinidad de
cola de un animal. l¡ nrrrrir ¡r, cspecialmente rltmica, de la danza y de la poesia acompasa-
Por último, Bachelard2et dedica los dos tercios de su Psyc/tana/yse rlÉ,, l, rlt' las artes del fuego que se encuentran en niveles culturales
lnu f , lrf i'rcntes, es aún más explícita e n la constelación música-
ft".a Poner de manifiesto las r_elaciones psicológicas y páeticas áel
,

/n
lt

rr'¡ r r,r I r, l:r.l . Y a habíamos observado el parentesco que existe entre la


lnrtrrr ,r t'specialmente la melodía,
, y
la constelación del Régimen
N,,, tuutt)'t')'). Podemos completar el isomorfismo noctutno que señalá-
lr*lnr\,r ¡rropósito del pez entte los dogonesl00, con un cutiosísimo iso-
lnnrlr,,nro Que Griaule observa entre los tambores o el arpa de los Do-
¡irrr t,r'l f,cz Tetrodón)0t. Por un lado, el instrumento musical, y espe-
i¡,,lnrrnrt; cl tambor, está ligado a la fecundidad y la creación; pot
rrt f rr rrt¡r ligado al pez Tetroddn. En efecto, algtrnas ^semanas antes de
lu u.nrlrr¡r cs cuando los niños tocan el tambor Kounyou, hecho de un
chelard en Bernardin de Saint-Pierre así como en el abate Nojlet, en Itutr,,lc llirobab, huevo del primer mundo cuya existencia se represen-
Von Schubert y sobre .todo en Novalis, y finalmente llama ((compi.jo I i lr f rrr l¡r (orona de espinas del arbusto Mono que fija la piel del tam-
de Novalis> a-esta pulsión <hacia el fuego prouocada por el frota^i."ío lrut l',stt'urbusto, cuyo nombre signiftca <(tecoger, reunirr>, es metatéti-
y la necesidad de un calor comprt¡¡¿ou-zx] ^ -
,
tr rll Nor¡rffio, el genio del agva concretado por el manatí, vicario del
Se ve entonces, a través de la investigación tecnoló gica. psicoanalíti-
i
rlernr,rrfio, Con una pasta negra extraída del fruto de este arbusto se
ca y poética, qué.gigantesco c-omplejo mítico puede .ñg.rdrar esre ges-
$nrlur('r (' cl interior del tambor para simbolizar el caos y las tinieblas
to sexual ritmado zl sobredeteiminar el riimo gináológico d."los,i
|
lutrro¡1lr¡rlcs. La gama de los tambores dogones, cuyo prototipo es el
menstruos y el rit¡no estacional o lunar ds la fecundidad. nli pues, una f ,,r, ny-t)t/, tesume las fases principales de la creación. Así pues, los pali-
obsesión tan universal y.tan profunda del ritmo no tarda apenrr.r r.r.
I
11,,, ,k'l tanrbor Koro golpean tan pronto el borde situado delante del

blimarse: los ritmos derivan unos de otros, se refuerzanunos a offos a tfrr ut.rntt' y que simbolizala tierra, sus cultivos, las cosas ude aquí aba-
partir d_e la titmtca sexual Para desembocar en su sublimaci6n musical. frr., t,ur l)ronto el otro borde, que simboliza el mijo creciente y todas
Como dice púdlcamente Bachelard2\)t, es quizá, en esre <tierno trabajor ftr .,,\¡rs rlc allá arriba>. El tambor Boy gann, en forma de reloj de are-
encender fuego- ..donde el hombré ha aprendido
¡
llÉ, r('l)r('scnta el cuerpo de Nommo, medio hombre, medio pez,
-de cantar>. La
^ llttnrn¡rs quc los dos parches del tambor Boy dounnou/é simbolizan el
zeo Qf¡. L¡nol-GouRHÁN
llrlrr y l:r ticrra y el tambor Barba (de bara, añadir) está adornado con
op. cit.tp.69. Cfr. en M. CrnoN y S. HurrN, op. cit., pp, lllrrtgnr('s dc muietes embarazadas <.que añaden> hombres al país. El
conrunctio ilqiímica, ''"1"á"i de ra aooio'oiü
)):;¿tft*f:Ti:T: ;1"y,:fi7,*:"': Iiltrl',,r cs síntesis creadora, unión de contrarios. Pero al ser símbolo de
t4,56. f¡frrnnr¡o ('s también ictiomorfo. El tambor, lo mismo que el arpa,, se
mismos hemos sometido a alumnos de lal
tn imagina¡se en Ia situación de Robinson t't', t lr
pensaron en reinventa¡ el fuego, el gt lil ¡nt>¡, Traité, pp. 216-286.
.
icción; de ellos, el 97 por 100 cónfesaron
| '¡'t lr l:l Int>u, Forgerons, pp. 101 -102.
,'ln t l¡
f lrt.r;s Blocg,, Les Tziganes, p. 28.
.¡'r¡l t lr tupru, p. 2L).
, Libido, p. 163.
fuego de los alquimisras, cfr. J. p. BnynRD,
trrrr ( ll tuprd, p. 207.
rrrl t lr (iHlnulr,..Le Symbolisme des tambours soudanais,, (Mé/anges d'hist, et
29, BacH¡r¡,RD,, Feu, p. 4g. I+tl, t,uttttt/t:, lgtt), p. 79 y ss. Sobre las prohibiciones sexuales relativas a los ram-
hrrlr,' , lr ( iHtnr nE, Masques dogol2s, p. 705.
318
319
l¡¡ <lanzarr, blande con una mano el pequeño tambor que ritma la ma-
parece al pez Tetrodín, como lo pone en evidencia Griaule . Incluso rrili'stación del universo y con la oua la llama del sacrificio. Danza ro-
cuando el parche.del tambor no es exp{esamente. de piel de Tetrodón, ,lt':rclo por una aureola de llamas (prabbá-mandala). Y desde ese mo-
srno como enffe los Dogón, una piel de Íata, el pez conserva mitica- nr('r)to, podemos completar la hermosa expresión de Zimmerlot, cuan-
mente su rango musical y cósmico: es el tamborilero demiúrgico o el ,lo cscribe que <rla rueda del tiempo es una coreogÍaftarr, añadiendo
arpa-laúd. Tocar el Kounyou o cualquier otro tambor es sustituir al rlu(' toda coreografta rítmica es erótica. Erótica no sólo en el sentido de
creador ictiomorfo Nommo, y en cierta forma orquestar la nueva crea- rf u(' muchas danzas sean directamente una preparaciín o un sustituto
ción. ,lr'f acto del amor106, sino también porque la danza ritual desempeña
Ahora podemos precisar hasta qué punto las implicaciones sexuales \r('rr'¡pre un papel preponderante en las ceremonias solemnes y cíclrcas
estructuran toda la mús ica y subtienden el diálogo musical tanto en el rf uc tienen por meta asegurar la fecundidad y sobre todo la perennidad
terreno de los ritmos, que nuestros tratados de composición clasifican ,lt'l grupo social en el tiempo. Danzas del Sigui entre los dogones, S/ta-
aún de ufemeninor> y <masculino>, como en el terreno de la altura del /tkt de los zuñi así como Pi/ú de los neocaledonio530T, tienen por do-
sonido, donde se atribuye el agudo a las voces de mujer y el grave a las lrlc rnisión instauraÍ la repetición cíclica de la fiesta y por el ritmo de la
voces de hombre; y , por último, como e n los diferentes timbres de la rl:rrr t,a la fruct'rfera continuidad de la unidad de la sociedad. Ritual má-
orquesta. Se puede decir que esle punto de vistala música toda
-dgsde ¡iiro de fecundidad, pero también símbolo erótico de la unidad por el
no es sino una vasta meta er6tica3o2. Es en su grado más alto <<cru;za,- rtnro, así aparece la danza especialmente en esta reflexión de un cana-
miento> ordenado de timbres, de voces, de ritmos, de tonalidades, so- (rr tlonde se observará la alusión al isomorfismo del hilo y del tejido:
bre la tÍa;ma continua del tiempo . La música constituye también un *Nr¡cstras fiestas... son el movimiento'de la aguja que sirve para unir
dominio del tiempo, como ha visto uno de los más perspicaces musicó- f,rs l)artes de la techumbre de paj a para hacer un solo techo, una sola
logos, eue escribe: <Admitiendo que la música organice efectivamente l:rltra. ..r,lo8.
¡r;r
el tiempo, ¿cuil es el caricter especial de esta operación.. . ? El compo- lista gigantesca constelación mítica que une e/ fuego, /a cruz, /a
sitor produce en el tiempo una cosa que en su unidad, e o tanto que It'ttrión, €l giro, /a sexua/idad y /a naúsica nos parece resumirse en una
poseedora de un sentido,-es intemporal>103. Pero entonces se ve que es- rrotu de Granet relativa a un objeto ritual encontrado en las excavacio-
ta, intemporalidad introducida en el tiempo mismo por la memoria rrt's rle Lo-Lang. Este objeto está constituido por una tablilla circular de
musical, tiene su humilde origen en la intemporalidad, cuyo amor so- nr:r(lcra dura dispuesta en una pequeña plancha cuadrada de madera
brecargala rítmica sexual. El drama del Hijo, el ciclo dramitico de las lrl¡rncla. No podemos por menos que citar esta larga notalOe en la que
estaciones y de las lunaciones, no es en resumidas cuentas sino proyec- f,r st¡tileza del sinólogo c"pt" en su totalidad los matices simbólicos del
ción mundana del <,drama)> sexual del que la música, por encima de las r\(unotfismo que acabamos de estudiar: ((me limitaré ? señalar... la
técnicas forjadoras y de las artes del fuego, es el s'rmbolo más rxistcncia de todo un lote de datos míticos que atestiguan la relación
sublimado 30a. Shiva, divinidad cíclica, divinidad hermafrodita o empa- ,lr'f lcnza del fuegsstj y de los temas del giro, de la rueda y del piuote
rejada, es también el supremo danzante. Shiva-Natar[le, el <,dueño de r¡r¡irlos a los temas del ba/ancín, del mástil de cucaña, del gnomo. Se
('n((>ntraráltt la indicación de la relación de algunos de estos temas con
1o2 Cfr. S^tctls, Geist and Werden der Musih,instrumente, pp. 2r4 y ss.; cfr. f,r :rrrcrción de Tao y con las prácticas /tierogánuicas,,, en relación... con
Scun¡rr¡u¡n, Origine des instrurnents de masiqae, pp. 24,238 y ss.; cfr. artículo P. G¡n- un¡r ordenación de números que evocan la swástica,,, el tema de las ho-
MAIN <La Musique et la psychanalyse> (Rea, fr, dt psycltan., 1928, o.o 4), pp . 7rL y ss.;
cfr. asimismo Gn¡,N¡r, Pensée cltin,, p. 211; teorla. de la división de los 12 tubos de la llu('ras avivadas aparece vinculado a todo un conjunto de prácticas y de
música china en seis tubos umachosr, y seis tubos <hembras>. Por otro lado, escribe Gra- rt¡r'tírforas en relación con la idea de bierogamia,) Y Granetrr2 comple-
net, <el mito relativo a los doce tubos alude expresamente a las danzas sexuales...r, cfr.
op. cit., p. 211. Sobre la nauraleza fisiológica del ritmo en oposición a la naturaleza in- r(r) Zl¡utt'lrn, op. cit., p. t49; cfr. papel
del dios mexicano Macuilxochitl, dios del
,rrntf , de la danza y de la música; cfr. SousrnLE, op. cit,, p. 42. Cfr.
, 36. El autor, según J. p. Bnv ARD, op.
, Gand, 1881,p. )), t tl, 1tp. 72,, 17r, 20r, 2L6, 218.
ttth
efine el ritmo, arsis- J. CulslNlrn,, op. cit., pp. 17-30.
t(r/ Cfr. GnTAULE, Masques Dogons, pp.
movimienros cardia- 166, l9g, 204; C.rz¡N¡uvE, Les Dieux dan_
cos, sino por la respiración, el caminar y el uamor (caricia, deseo, movimiento de caderas ,,,,t.:!.!t^(o/a-, pp. 184y ss.;LEENHARDT, Ñoks d'etltnograpbie, pp. 160, r6i, L7L.
t(rr{
que se hacen a veces más excitantes por el empleo de pequeños instrumentos sonoros)u, Citado por LTcNHARDT, op. cit,, p. l lg.
ibid., p. 111. f(r() GnnN¡r, op. cit., p. 200, nota 2.
3o1 B. or Scnro¡z¡n, Introduction ¿1, S, Bacb, p. 31;cfr. G. Bn¡rrr, Le Ternps rnusi- I lo La cursiva es nue stra, G. D.
cal, 1 vol.,pp. 2r9 e 364. trr Cfr. GnnNET, op. cit., p. 319.
304 Gn¡,N¡r (op. cit., p.214) muestra la explícita relación en China del calendario y tr.) (.fr. Gn,¡rNET, op, cit,, pp . 124-209.
de los doce tubos de bambú productores de las doce sonoridades fundamentales.
321
320
ta esta constel aci6n puesta de manifiesto en la nota citada , añadiéndole ns
sus componentes musicales: el utensilio adivinatorio de que acaba de
r
Ílu: instaurarán los mitos, tan eficaces, de I progreso así como los
nrt'sianismos históricos y revolucionarios .
tratarse va siempre unido al tubo acústico que da la nora inicial de la
escala china. La escala pentatónica china reúne , por otra parre, el sim-
bolismo cruc'rfero y cós ico.puesto que sus cinco notas forman ((un cru-
ce. que se conviefte en símbolo del ceJrtro y de las cuatro estaciones- . A primera vista, el árbol parece colocarse junto a los demás s-rmbo-
lrrr vcgetales. Por su floración, su fructifir^ríln, por la más o menos
orientes>; tanto así que, con motivo, <.los antiguos sa-bios consideraban
parece incitar a soñar una vez más
como cuestlones vtnculadas los problemas re lativos a la teorla musical y
a la disposición del calendario...>> 3r3. Vemos, pues, finalmente que ro- ismo cíclico parece reforzado en el
das las ensoñaciones cíclicas relativas a la cosmol ogia, a las estaciones, a calidad del árbol orienra de manera
la producción xílica del fuego y al za en cierta forma acercándolo a la
siste ma musical y rítmico, oo son
más que epifanías de la ritmica sexual. especie humana. Insensiblemente,
de la ensoñación ciclica a la ensoña-
Nos vemos obligados a hacer dos observaciones a propósito de la
nismo subyacenre al simbolismo de
tecnologia ritmica que acabamos de estudiar. Vemos, ante todo, que la
echa brotes o florece es un árbol de
mayor parte de los instrumentos técnicos del primitivo: huso, rorno,
rueda de carro , torno de alfarero, batidora, pulidora y finalme nre araní
te que Bachelard no .duda en clasi-
o encendedor por f¡icción 3ra, han salido del esquerna imaginario de un nntrortaote al <árbol aéreo>> 3rt. Nr
ritmo cíclico y temporal. Toda técnica empieza por una ritmologia,y rlu('c arquerípica d.l?,
especialme nte la de las dos inve nciones más importantes para la huma- , l(.
r r cíclico que se lir
nidad: el fuego y la rueda. De ahi la segunda observación: que esros rrttr¡rl rvar más qu e la fa
modelos técnicos del ritmo circular, estructurados por el engrama del lil todo isomorfo del símbolo agrolunar. Por eso se en-
gesto sexual, van a liberarse poco a poco del esquema del e terno volver I rllla de las mismas asociaciones siSbólic.as q.t."h.mos
a empez ar para alcanzar una significación mesián ica: la de la produc- señalado pio-
¡rrrsil o de lot símbolos ofidios. El árbol ,.' ...uenrra asocia,Co" 1",
ción del Hijo, de quien el fuego es prototipo. Lafiliación vegetal o ani-
mal sobredetermiña la uproduccióñu técnica, y la inclinarihacia una
illf tr:¡s " de
fertilizantes, es árbol de vida . La planta acuática, el rizoma
lolo t'ubierto de flores, s€ vuelve arboreicenre sobre las columnai de
nueva modalidad del dominio del tiempo . La noción primitiva de <.pro-
Itlksor así como en las representaciones lotiformes y gigantes del arre
ducto, vegetal, animal, obstetricio o pirotécnico, suscita los s-rmbolos ( itr¡rta_. En las leyendas semíticas,
de un (progreso>> en el tiempo. Si hemos separado este párrafo dedica-
el árbol de vida ré ritúa en el mar o
cr(:r dc una fuente316. Przyluski
r p
do a las imágenes de la cÍuz y del fuego, del párrafo limitado ala rec- lrrl lr¡c'ncias tecnológicas, desde loi
nología del movimiento cíclico, es porque, con la reproducción del fue- rrrrrlo por los de la flor3t7. Esta evo
g! aparece una nueva dimensión simbólica del dominio de I tiempo. El rl ¡r;rso de las culturas de gran caz
tiempo no es ya vencido por la simple seguridad del retorno y de la re- ll¡rlrr'ía desembocado en la trans
petición, sino porque de la combinación de los contrarios brota un r trlt,r tlc las bebidas fermentadas y
uproducto)> definitivo, n <progreso)> que justifica el devenir mismo, r,¡
4.1 trigo . La dramatizaciÍn sería,
porque la irreversibilidad misma es dominada y se vuelve promesa. Así f .l¡trlto, -át, explícita en el nivel de los cukos agrícolas, eo el de las
t rvrlizirciones del trigo y d.l ma1z,. pgr ejemplo. É..o en nuesrra
como la ensoñación cíclica se ve rota por la aparición del fuego que su- opi-
rrrírrt' rnás que una auténtica evol ición h"i una bifurcación de do,
pera los medios de su propia producción, ahora vamos a ver que la
imaginación del árbol, provocada por los esquemas verticalizantes, oción de evolución progresiva que
rompe a su vez progresivamente la mitolo gia cíclica en la que se ence- o del simbolismo del árbol al iel
rraba la imaginación estacional del vegetal. Puede decirse que tanto ada al arqueripo del árbol. El ciclo
tal parece ran andguo como el del
por la fenomenol ogia del fuego como por la del árbol, se capra el paso
desde arquetipos puramente circulares a arquetipos puramente sintéti- bolismo xílico no sólo es tribura-

tri (,fi. BncHELARD, Air, p.231.


Jrt GnnN¡r , op. cit., pp. 210,, 220. rrt' t,fi. Éunor., Traité, p.^ 241; cfr. Ezeq., 47; Apocap. xxlr ,, r-2.
)t4 A esta lista tecnológica podrían añadirse los instrume nros de múscia <por tr ' (.1i. PRzvrusKr, op, cit,, pp. g0,
fricción>: violas, violines, erc. Cfr. E. \WlrrEMS, op. cit,, p.ll5. 9ó; cfr. o. vñNor. oD. cit,, pp. 26, 27, g4,

322 323
rio de las tecnolog-ras primitivas de la construcción que transforman el ( itcr iu cn kin o en las Indias32a. Casi en todas partes, eo los monu-
árbol en viga o en columna, sino que también es el medio técnico que,
nr('ntos de estas culturas antiguas, se encuentra asociada la columna
metamorfoseando la madera en encendedor , el árbol en crvz, ttansmu-
ta el simbolismo xílico en ritu al creador de I fuego. La continuidad de llrtr rrl datilero o al loto sagrado, o bien a los dos a la vez. En tales
r,('rrr¡rlos se ve con claridad cómo el arquetipo del árbol es frecuentado
la evolución del arquetipo del árbol no se hace en el sentido racional
r un\llntemente por las acepciones ascensionales de los betilos y de las
que el historiador de las religiones quie re darle después, so pretexto de
rrrr l t ¡rs f álicas que hemos estudiado anteriormente r2t. El árbol-
que numerosas civilizaciones parecen haber sido nómadas antes de ha- f
r ulr¡nrna viene a estructurar la totalización cósmica ordinaria de los
berse establecido en costumbres sedentarias y agr^rias, sino en el senti-
¡tnlrolos vegetales por un vector vertícalizante . El pilar de Sarnath reú-
do absolutamente contingente motivado por el descubrimiento del r¡r'('n su verticalidad las figuras animales, y los diversos capiteles loti-
fuego y de
getal, el ár
funrt's de las columnas hipóstilas sintetizan las diversas fases del des-
que en tan rtnr¡llo de la flor: yema, corola abierta, pétalos marchitos. Por tanto, a
1,,,¡rrt'nos invita el árbol-columna es a una totalización cósmica, pero
el árbol se
Irvstit'ndo en la verticalidad progresiva de la cosmogoniat26.
rítmico.
L;r imagen de I árbol se prese nta siempre bajo el doble aspecto de
Sea como fuere, e fl ambos casos, como columna o como llam4 el
t('\unr('r'r cósmico y de cosmos vefticalizado. Así pues, el árbol será el ti-
árbol tiene tendencia a sublimarse, a verticalizar su mensaje simbólico.
rrr r¡risrno del hermafrodita,, a la vez Osiris muefto y la diosa Isis, la
Los lugares sagrados más arcaicos, centros totémicos australianos, tem- f
,|t/,,'t'¿ ¡l mismo tiempo Dios padre y Diosa mad¡s327. El árbol repre-
plos primitivos semíticos y griegos, hindúes o prehindúes de Mohenjo-
rnrtnzi fácilmente el producto del matrimonio, la síntesis de ambos se-
Daro están constituidos por un árbol o un poste de madera asoci ado a
un bedlslta. Se trataria de una uimago-mundirr, de un ierogl-rfico, sím-
rr\ t'l Hijo. El Gargantúa popular, en tanto que hijo, está ligado al
rnrrlrolismo del árbol; los Kyrio/es, ramos silvestres que se agitan en
bolo de la totalidad cósmica en el cual la piedra representa la estabili-
dad, mienffas que el árbol significa el devenir. Con frecuencia, a este lrrntt'tostés en las procesiones, se llaman en nuestros campos <.Gargan-
tu,rn, y son prototipos de todos los <(tarnosu de la cristiandad. La icono-
conjunto se une, como comentario, el glifo de las fases lunareslle.
gt,rlr:r rcpresenta a Gargantúa, o a su doblete cristiano San Cristóbal,
A veces se produce la contracción de dos símbolos en uno sólo: éste se-
urnr() llércules, con un tronco de árbol en la mano, como encina po-
Í1a el significado de los mojones latinos, eue representan a, Término
rlilrl.r ('n el cabo Fréhel o como haya arrancada de la tierra en el
,rarrarigadou, y al que se ofrecen sacrificios sangrientos 120. Entre los se-
Vrl,r1, t'ltt. El simbolismo del árbol recoge, pues, de modo creciente, to-
mitas ,, l^ Gran Diosa se asimila a la Ashéra, la estaca sagrada que en
rlrrr los símbolos de la totalización cósmica. Ya sea el árbol de la tradi-
ciertos casos se reemplaza por una columna de piedra 3zr. ¡ veces sólo el
I fnn rnrlia, el árbol lunar de los mayas o de los Yakutas, el árbol Kiska-
betilo está asociado a un jeroglÍfico lunar, otras veces es la columna de
Irrr lr¡rlrilónico, el Yaggdrasil de la tradición nórdica, el árbol lunar y el
piedra la que se transforma en árbol acompañada del jerogl-fico lunar,
ñllr,rl solar de la tradición alquímica, el árbol es siempre símbolo de la
especialmente en la iconog rafía caldea y xiria322 . Por último, el árbol
o por dos columnas)zr. Iut;rlirllrl del cosmos en su génesis y en su devenir32e. El Kiskana babi-
puede estar flanqueado por dos animales,
lRru( () ('rcpita de simbolismos cósmicos que le adornan: rombos, cápri-
Przyluski ha estudiado muy minuciosamente esta relación frecuente en-
rfrrr, ¡rsttos,pájatos y serpientes. En Mohenjo-Daro, igual que entre los
tre el árbol, la flo r y la columna de piedra tanto en el siglo IX antes de
nuestra Era en el arte siriofenicio como en Babilonia, en Egipto, eo
r''r t,lr, PRzyLUSrcr, op. cit,, pp. 67,69 y ss.; cfr. O. Vl¡NNor, op. cit., pp. 3r,
{I 11

3r8 Cfr. H. G, R., I, pp. 109, 130, L46,, y Éuaor, Traité, p.236; cfr. PnzvrusKt, Par' rrl l',|t. rupra, pp. 122 y ss.
r,'t' rrNt; (Libido, p. 210), relaciona el <,Pal, de madera, símbolo de Ce-
ticipation, p. 4l y./erern.,11,20, XVII , l-3. f
-pa/los- luminoso,, y finalmente con
3re Cfr. H¡,nol¡¡c, op. cit., )3 y ss. Sobre el Yupa (poste artificial), cfr. O. Vr¡NNor, Irr, rlr l,:rtrxra o Priapo, con uphalanx)>, poste, con..phalosrr,
r¡rlrrrlr',,,, l:rlo.
op. cit., pp . 4l-14. ' r/' t,ll'. PnzvlusKr, op. cit,, pp. 81, 82, 86; cfr. O. Vt¡Ntlor,, op. cit., pp. 52, ,3.
3zo ¿¡r. Prc¡,NloL, op. cit., p. 96. Sobre el origen usabino> de Terminus, cfr. GRlt*lat,
op, cit., ert oTerminus>. lrlrlr l¡r lriscxualidad del árbol entre los Canacos (udiro)) y palmeras machos opuestas al
12r Cfr. Pnzyrusrr, Grande Déesse, p. s9; cfr. .lerem., II, 27; cfr. JuNc,,, Libido, rlerrr' y rr l:rs eritrinas hembras), cfr. L¡ENHARDT, Notes d'etbnologie, pp. 21 y ss. Cfr.
p. 210; cfr. GuÉNotl , Syrnb. croix, P. 77. l,f \"
|rr
I, vl ,1,3.
)22 Cfr. H,IRDrNG, op. cit., pp . 126, 130. t lr, DoNTLNVILLE, op. cit., p. 48.
)23 Cfr. HaRDTNG, op, cit., pp. I42,227; cfr. ZIMM¡R, op. cit,, pl. III, fig. 8, p. 32; tr" ( lr. ll.lnoe, Traité, pp. 238-239, 248; cfr. sobre el árbol alquímico, GRILLoT DE
cfr. O. VtEtINor, op, cit., pp.26,27,84. lllt'rr \ , ttft. tit,, pp. 324, 388, 39, (figt. II, III, VI), 400, 404,407,4I4; cfr. HurlN, op.
tll , 1s l(¡
324
32t
Nagakkal dravidianos, bóvidos y serpientes y pijaros se hacinan en tor- ¡rttrltrrrgación de la vida hurnana. El vefticalismo facilita mucho esre
no del árbol cenffalr3o o sobre é1. Entre los Bambara, el árbol Balenza 'r itt't¡itor>3i7 entre el nivel vegetal y el humano, porque su vector viene a
es un tvatar del demiurgo primitivo Pemba. Tal como en la iconogra(ta rrlorz¿tr aún más las imágenes de la resurrección y del triunfo. Y si
paleo-oriental que vincula el árbol ala columna, el Balanza está asocia- I )t'nt rrrtcs co-mpara la totalidad del saber humano con un árbol, Bache-
do al Pernbele, tronco-madero que representa través de concepcio- lllrl ¡rrctendg que- ula imaginación es un árbol>>338. Nada es, pues, más
nes numerológicas ternarias y cuaternarias- a -aPemba el Creador, el ll¡tlcrno y halagador al destino espiritual o temporal del hombr. io-o
Andrógino primordial que se ha <<separado de su parte femenina para, I rrrrll)ltrarse a un árbol secular, contra el que el tiempo nada
puede ,
que sus dos principios puedan unirse como macho y hembÍar33t. El ob- r,,rt t'l que el devenir se hace cómplice de ía majestad de las frondas y
jeto en su conjunto, escribe Dieteden, es la imagen del Universo, y se ,lr' ¡r belleza de las floraciones.
f

llama Ngala, <.Dios>>, porque es la totalidad de todas las potencias l)trr eso no resulta sorprendente comprobar que la imagen del árbol
hereditarias y agrkolas.Yaggdrasil , el árbol de r\ sit'mpre inductota de cierto mesianismo, de iso que pódti"-os lla-
-nyarna- familiares,
las leyendas nórdicas, se presenta con los mismos atributos de cosmici- lll¡tt cl <.complejo deJessé>. Todo progresismo es arbbt.J...t.. El mito
dad, es <el árbol cósmico por excelenciarrs32, cuyas raíces se hunden en rlt'lo.s tres árboles, tal como apareie Jn ciertos evangelios y apocalipsis
el corazín de la tierra, cuyo nmaje resguarda la fuente de juventud, ilf rrrt rifos, Do es más que un doblete del mito de ]as tr.r e¡r¿.r^ir.
cuya cepa está regada por las Nornes, 1l €o el cual anida toda la crea- ( ¡;r r ¡rlo Se th
r

ción, con la víbo n al pie y el águila en la copa . La rivalidad entre la f


,tcr¡,lido por
serpiente y el pijaro viene a dramatizar y a verticalizar esta gran ima- ,lr r¡rr río; la s
gen cósmica. Hay que subrayar, en efecto , la constante yuxtaposición If'l( ('t'11, el áfb
áel simbolismo áel'árbol y áel arquetipo del pijaro, t"áto .ñ cieftos rrr \trs ramas. El ángel da a Seth tres semillas del fruto del árbol fatal
textos upanishádicos como en la paúbola evangélica del <(grano de rfrr('¡,robaron los padres,y de estas tres semillas germinan los tres árbo-
mostaza>, tanto en la tradición china como en el árbol Peridex de la lrr (lt¡c más tarde servirán p^ra, tabricar la cnrz áel suplicio. Este mito
iconografta medieval>>rn. Toda fronda es invitación al vuelo. l('f r('r'(trte, de formalejana en todos los PaisaJes de /oslres árboles, des-
Por su verticalidad, el árbol cósmico se humaniza y se convierte en rlt' t'l bcllo aquafu-erte de Rembrandt alaheimosa aguada de V. Hugo.
s-rmbolo del microcosmos vertical que es el hombre, como lo muestra l,'tlttc se debe advertir es que el árbol se asocia míIicamenre, tr.r?"-
Bachelard apoyindose en el análisis de un poema de ftill¡s til. El ¡r'\ (luc o,
Bagltauad-Gítá asimila igualmente el árbol al destino del hombre, es- l,r l¡isto o-
tando el irbol cósmico, en este último caso, integrado en una técnica , Irr t'vr ll O,
del alejamiento de la vida cósmica, simbolizadapor el consejo de coftat yrl \(':l ll
a-
el árbol desde su raiz. En otro pasaje ttt el árbol es realmente la totali- itrr,r()so árbol de la evolución las especies, graro a los biólogos
de
.
dad psicofisiológica de la individualidad humana: su tronco es la inteli- rvrrlt¡t ionistas3a0. No obstante, no h^y qu; creer á,r. el árbol se üÉre
gencia, sus cavidades interiores los nervios sensitivos, sus ramas las im- ' liln f:u'ilmen ismo se ve
presiones,susfrutosySusfloreslasbuenasylasmalasacciones.Esta urn l)r c se dur
una ciclici_
humanizaci1n del árbol podría estudiarse asimismo en la iconografíar, ,l,r,l (ompara ólam hob-
porque si el árbol se hace columna, a su vez la columna se hace esta- l^',,, :r''l siglo af irremediablemente al reino de
tua, y toda figura humana esculpida en la piedrao en la madera es una l,r* tilricblas, flo presente, cuyo Príncipe es Satán,
metamorfosis al revés . Hab'tamos comprobado 136 que el papel meta- f' ,rrrrr(ltlc yaDamel y Esdrasrarintrtd,r..r, en la meditación del devenir
morfosizador del vegetal es, eo muchos casos, prolongar o sugerir la llrr,r ltota polémica que permite pasar del ciclo caro a todas las astrobio-
-a
1,,¡ir¡ts tlc la antigüedad la verticalidad del árbol, no obstanre, en esre
I I rr )r totcísmo hebraico, inductor tan fácil
130 de concepciones trascendentes
Cfr. PnzyLUSKr, op. cit., p. 80; cfr. Vl¡rlNOT, op. cit., pp.26,94. y,l,' irnágenes diairéticas, tras el mesianismo verrLalizante de la histo-
}ir G. DI¡TERLEN ,, Religion des Bambaras, p. 36.
332 Éunon, Traité, p.i41. Bello ejemplo áe árbol cósmico que une el cielo a la de-
rra, en un mito Matako contado por Métraux y a través del cual se transluce el isomorfis. rr / lit t,,t l; cfr. p. 263.
mo con el fuego. Cfr. M¡rnaux, Histoire du Monde, p. )09. t tr(
llnt. p. 30.
33) Cfr. GuÉNoN, op. cit.,p.83. I r', ( ,ll'. p. T4.
I rtr (
3t4 Cfr. B¡cHELARD, Air, pp. 237, 250; cfr. A. M. ScHr'ltDT, op. cit., pp. 14 y ss. 'l'r' /ution biologiqil€, p. 17, fig. 3, <.árbol genealógico del reino
33t Bagb. Gítá, XV, 1-3. ,l I t I I I I,t I ,, .
t36 Cfr. supra, pp. 2$ y rt
ss. ; cfr. É.lao¡ , Traité, p. 239. l)¿nic/, X, 13; II , EsdrAs, lV, 26; VI, 20, 12; VIII, 1.

326 327
Nagakkal dravidianos, bóvidos y serpientes y pijaros se hacinan en tor- ¡rlrrltrngación de la vida hurnana. El vefticalismo faciljta mucho esre
no del árbol cenffal 330 o sobre é1. Entre los Bambara, el árbol Balenza 'r itttlito,>li7 entre el nivel vegetal y el humano, porque su vector viene a
es un avatar del demiurgo primitivo Pemba. Tal como en la iconografta trlt¡r?,ttr aún más las imágenes de la resurrección del triunfo. y si
i
I )t'¡t rrrtcs co-mpara la totalidad del saber humano con un árbol, Bache-
paleo-oriental que vincula el árbol ala columna, el Balanza está asocia-
do al Pernbele, ttonco-madero que representa lllrl ¡rrctendg que- <la imaginación es un árbelrrrra. Nada es, pues, más
-aPemba eldeCreador,
través concepcio-
nes numerológicas ternarias y cuaternarias- L el lr¡trt'rno y halagador al destino espiritual o remporal del hombr. áorrro
Andrógino primordial que se ha <(sepatado de su parte femenina para I ilrr¡l)itrarse a un átbol secular, contra el que el tiempo
nada puede,
que sus dos principios puedan unirse como macho y hembt^r33t. El ob- r,,r¡ t'l que el devenir se hace cómplice de ía majestad de las frondas y
jeto en su conjunto, escribe Dieteden, es la imagen del Universo, y se ,lr' :r l>elleza de las floraciones.
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llama Ngala, <.Dios>>,porque es la totalidad de todas las potencias l)t¡r eso no resulta sorprendente comprobar que la imagen del árbol
familiares, hereditarias y agrkolas .Yaggdrasil, el árbol de r\ sit'mpre inductota de cierto mesianismo, de iso que pódri"rnos lla-
-nyarna-
las leyendas nórdicas, se presenta con los mismos atributos de cosmici- lll¡tl cl <.complejo deJessé>. Todo progresismo es arbbt.ri..t.. El mito
dad, es <el árbol cósmico por excelenciar>}32, cuyas raíces se hunden en rlt'lo.s tres árboles, tal como aparele en ciertos evangelios y apocalipsis
el corazín de la tierra, cuyo nmaje resguarda la fuente de juventud, rrf r(rt rifos, Do es más que un doblete del mito de ]as tr.r
.ir¿.r^rlr.
cuya cepa está regada por las Nornes, 1l eo el cual anida toda la crea- ( r ¡;r r rtlo Se th
ción, con la víbo ra al pie y el águila e n la copa . La rivalidad entre la f
,tcrr.lido por
serpiente y el pájaro viene a dramatizar y a verticalizar esta gr?n ima- ,lr r¡rr río; la s
gen cósmica. Hay que subrayar, en efecto , la constante yuxtaposición I ('l ( ('t'tr , el áf b
áel simbolismo áel'árbol y áel arquetipo del pijaro, t"áto .ñ cieftos rrr \trs ramas. El ángel da a Seth tres semillas del fruto del árbol fatal
textos upanishádicos como en la parábola evangélica del <(grano de rfrr('¡rrobaron los padres,y de estas tres semillas germinan los tres árbo-
mostaza>>, tanto en la tradición china como en el árbol Peridex de la lrr (ltrc más tarde servirán para {abricar la cÍuz áel suplicio. Este mito
iconografia medieval>>1t3. Toda fronda es invitación al vuelo. l('f )('t'(trte, de formalejana en todos los PaisaJes de /osTres árbo/es, des-
Por su verticalidad, el árbol cósmico se humaniza y se convierte en rlr t'l bcllo aquafu-erte de Rembrandt alaheimosa aguada de V. Éugo.
s-rmbolo del microcosmos vertical que es el hombre, como lo muestra 1,, tltrc se debe advertir es que el árbol se asocia míIicamenre, tr.r?"-
Bachelard apoyándose en el análisis de un poema de ftill¡s til. El il'\ (lue o,
Bagbauad-Gítá asimila igualmente el árbol al destino del hombre, €s- l,r l¡isto o-
tando el árbol cósmico, en este último caso, integrado en una técnica ,l,r cv0l o,
del alejamiento de la vida cósmica, simbolizadapor el consejo de cortar yrl \(':l l)
a-
el árbol desde su raí2. En otto pasaje ttt el árbol es realmente la totali- i.,rrr()s.o árbol de la evolución de.las especies, grato los biólogos
dad psicofisiológica de la individualidad humana: su tronco es la inteli- rvrrlt¡tionistassaO. No obstante, no h^y qu; creer
á,r. el^árbol se üÉre
gencia, sus cavidades interiores los nervios sensitivos, sus ramas las im- l rt l t f:u'ilme n ismo se ve
presiones,susfrutosysusfloreslasbuenasylasmalasacciones.Esta ur sedu
n r
l)r'c una ciclici_
humanizaciín del árbol podría estudiarse asimismo en la iconografíar, ,l,r,l ( ompara 6hm bab_
porque si el árbol se hace columna, a su vez la columna se hace esta- 1.,,,, o('l siglo ar irremediablemente al reino de
tua, y toda figura humana esculpida en la piedra o en la madera es una l,r* tirricblas , ,,lo presente, cuyo Príncipe eS Satán,
metamorfosis al revés . Hablamos compre[¿de ffi que el papel meta- |' ,rrrrr(ltlc yaDanrel y Esdrasrarintrtd,r..r, en la meditación del devenir
morfosizador del vegetal es, eo muchos casos, prolongar o sugerir la lllr,r ltotA polémica que permite pasar del ciclo caro a todas las astrobio-
-a
f ,'¡' ¡¡ts tlc la antigüedad la vefticalidad del árbol, no obstanre, en esre
I I rr )r tot císmo hebraico, inductor tan fácil
33a de concepciones trascendentes
,op.cit, or,,op.cit,,pp.26,g4. y,l,' irnágenes diairéticas, tras el mesianismo vefti;alizante de la histo-
3it Religion 3G.
332 p. 24L. árbol cósmico que une el cielo a la de-
r/
rra, en o contad través del cual se transluce el isomorfis.
r
li¡ lrr 1; cfr. p. 263.
mo con el fuego. Cfr. M¡rnaux,, Histoire du Monde, p. 109. Itl llnt. p. 30.
331 Cfr. GuÉNoN, op. cit., p. 83. rr" (,ll'. p.254.
314 Cfr. BacHELARD, Air, pp.237,250i cfr. A. M. ScHMTDT, op. cit,, pp. rrrr ('li
14 y ss. /ution biologiqt¿€, p. 17, frg. 3, <árbol genealógico del reino
)35 Baglt. Gítá, XV, l-3. *fllllll,tl'..
)36 Cfr. supra, pp. 28i y ss.; cfr. É-lno¡ ,, Traité, p. 2J9. r n l)¿ni¿:/, X, 13; II , Esdras, IV,26; VI, 20, 12; VIII, l.

326 327
---;¡!

ria reaparece la tenaz creencra en el siglo del umilenium >>)42. En las par- irrr:rgcn de la serpiente parecía propiciar más bien el sentido laberíntico
tes más recientes del Libro de Enocb y en los Sa/mos de Salomón <(se y lirnerario del ciclo. El árbol no sacrifica y no implica ninguna
declara que el reino mesiánico sólo tendrá una duración limitadar>) 3. /¡r; cs sacrificado, leña quemada del sacrificio, siempre bienhechora^mena-
in-
Para Esdrás esta duración sería aproximadamente medio siglo , p^ra ,lr¡so cuando sirve p^ra, el suplicio. Y si el árbol, como el ciclo ofidiano
Enoch mil años. Se trata, pot tanto, en este milenio,.,de unitranJfor- o tt>,Jiacal, sigue siendo medida del tiempo, es medida orientada por
mación de la vieja espera judia de un eterno reino mesiánico estableci- l;r vcrticalidad, individualizada hasta propiciar la única fase ascendente
do sobre esta tierra>>344. Añadiremos que esta transformación nos parece rlr'l ticlo. Esta implicación nueva es la que somete el destino del árbol
una tentativa más o menos consciente de inclinación hacia las condicio- ¡rl ,lcl hombre. Lo mismo que el hombre es animal vertical, ioo es el
nes cíclicas de los eones benéficos y maléftcos. La imagen ahiva del ár- írrlrol lo vertical por excelencia? Las encinas más antiguas llevan nom-
bol no puede separarse nunca completamente de su .ott.*to estacional frrcs propios, como los hombres. Por tanto, el arquetipo temporal del
y cíclico, y las mitologias, como las religiones, han buscado desespera- rrl'rl, al tiempo que conserva tanto los atributos de la ciclicidad vege-
damente el árbol que no tenga en sí nada de caduco y escape a los rigo- f ¡r I y de la ritm ologia lunar y técnica como las infraestructuras sexuales

res pasajeros de las fases invernales. ,lr t'ste último, ve cómo el simbolismo del progreso en el tiempo pre-
Por último, la ico nografia imaginaria de I árbol presenta una figura- ,fonrina sobre él gracias a las imágenes teleológicas de la flor, de la ci-
ción muy curiosa que es, además, llamada al simbolismo cíclico en el nr¡r, de ese Hijo por excelencia que es el fuego. Todo irbol y toda ma-
seno de las aspiraciones verticalizantes. Es la imagen del árbo/ inuerti- ,lct¡r, mientras sirva para hacer una rueda o una cruz, sirve en última
do, que corresponde en parte a la inversión que habíamos señalado a nr\t¡rncia para producir el fuego irreversible. Por estos motivos, en la
propósito de la bisexualidad de la serpien ¡s34t , y que nos parece muy un¡rginación todo árbol es irrevocablemente genealógico, indicativo de
característica de la ambivalencia del simbolismo cíclico. El árbol cósmi- un s('ntido único del tiempo y de la historia que será cadavez más difí-
co de los Upanisltads, por ejemplo, hunde sus raíces en el cielo y ex- r rl rlc invertir. Así es como el bastón retoñante del juego del Tarot lin-
tiende s.rs rámas sobre l" tierrl46. Este árbol dialect izado represe ntaria rl;r ron el cetro en el simbolismo universal y se confunde fácilmnete con
la manifestación de Brahma en el cosmos, es decir, la creación imagina- lur ¡rrquetipos ascensionales y con los de la soberania. Y si el símbolo
da como procesión descendente ra7. Esta imagen del árbol invertido ,lr'l rirbol vuelve a guiar al ciclo hacia la trascendencia, podemos com-
puede encontrarse en la tradición sabea, en el esoterismo sefirótico, en f
rtrrlxrr que, a nuestra vez, hemos cerrado en sí mismo el inventario de
el Islam, e o Dante , así como en cie rtos rituales lapone s, australianos e v;rlorizaciones arquetípicas positivas que, derivadas de la insurrección
islandesesras. Este árbol invertido, insólito, que choca con nuestro sen- ¡r,li'rnica contra los aspectos del tiempo, de una revuelta <.esencial> y
tido de la verticalidad ascendente , es signo de la coexistencia, en el ar- rlrslracta, conduce a una ttascendencia encarnada en el tiempo que,
quetipo del árbol, e o el esquema de la reciprocidad cíclica. Es pariente f,;rrricndo de una soberanía estitica sobre el tiempo por la espada y el
próximo del mito mesiánico de los tres árboles e n el que el últim o ár- r¡rt¡lxrlismo geométrico del uhuir de aquí>>, nos lleva a una colaboración
bol invierte el sentido del primero: Ipse lignurn tunc notauit. Darnna rllr¡¡irnica con el devenir que hace de éste el aliado de toda maduración
/igni ut so/ueret,4e, y rehace en sentido inverso la procesión creadora, y,lc todo crecimiento, el tutot vettical y vegetal de todo progreso.
siendo la redención mesiánica el doblete invertido, ascendente, de un
descenso, de una caida cosmogónica.
De este modo, el arquetipo del árbol y su sustancia, la madera que III ESTNUCTURAS SINTÉTICAS DE LO IMAGINARIO
sirve para hacer el poste-columna, y también la crvz de donde brota el Y ESTILOS DE LA HISTORIA
fuego, es, eo nuestra opinión, ejemplo de una ambivalencia en la que
lis muy difícil analizar las estructuras de esta segund a categoría del
se acentúan los valores mesiánicos y resurreccionales, mientras que la
li,',rir'nen Ir{octuruo de la imagen. Éstas son, efectivamente, sintéticas
342 ru r todos los sentidos de la palabra, ante todo porque integran en una
Cfr. LaNGToN, Démonol,, p.227.
)43 LaNcroN, op. cit,, p. 226. ¡r'nc continua todas las demás intenciones de lo imaginario. Más aún
344 LnNcroN op. cit., p. 227. rlu('t'n el estudio de las estructuras místicas, nos hemos visto obligados
345 Cfr. supra, p.305. Sobre uel árbol invertidou y su bibliografía védica, consúltese
O. Vr¡NNor, pp. 32 y ss.
r .rlr¡rndonar en nuestro título la terminologia de la psicologia patológi-
346 Yo¡¡, Upan., VI, I; Maítri. Upan., VI, 7. |,t, y ct) particular, pese al atractivo innegable de estos dos vocablos, los
t47 Cfr. Éu,rDr., Traité, pp. 239-240. rr'nrrinos de ucicloideu y de <.síntonor>110. Porque, mientras la enferme-
348 Cfr. ÉunDE, op. cit., pp. 24I.
J4e Himno,.Crux fidelisr, liturgia católica de la Pasión; cfr. GuÉr.¡oN, Syrnb, de la' t1(r KHI''t'scHMER, Kc)perbau
und Cbarah,ter; cfr. Br¡ur¡R, <.Die Probleme der Schizol-
croix, p. 80. ,lr, rrrrrl Syntonieu (Zeitscbrift die gesanz, Neur. und Psycb,, LXXVIII, 1922).
flir
328 329
dad.y su etiolog'ta parecen insistir en las fases conrrastadas del compor-
tamiento maníaco-depresivo, el estilo de las imágenes q". acabamos S:r t t rc ha captado finalmente este último caricter cuando escribe que
de .,1¡r ,\'éptima sinfonía no está en absoluto en el tiempo>>3l7. Pero aquí
estudiat se ce ntra más bien sobre la coheren.ia áe los áorrtrarios,
sobre ¡osotros querríamos insistir en la conciliación de los contrarios musica-
la <.coincidentia oppositorum)>. No obsranre, debemos señalar r

psicólogos- han encontrado las mismas dificuitades diagnosticas I". io, Ics y su simbolismo sexual, ateniéndonos al ejemplo de la música occi-
cuando ,lcrrtal. Respecto a esta ultima debemos hacer una doble observación.
han tratado de uazar el cuadro coherente de los síndromes de la
ciclo- l,:r lrrimera es la constitución paralela, efl Occidente, de la música ,rclá-
dia o de Ia psicosis maníaco-depresiva. Bohm¡ir observa, en el resr de
Roschach, ',r( ir¡) y sobre todo romántica y de la filosfía de la histo¡ilra. Beethoven
.qYg es casi imposible^obtener un proto.olo gl,oU"f de los sín- r'\ rrn contemporáneo de Hegel. Pero no insistamos por ahora en este
dromes cicloides: los.onirarios que el esradó cicloide
fron. en juego se
anulan reícprocamente y hacen iñfimos los cles ,íos de la norma. por lrr¡nto, y pasemos a la segunda observación: el tiempo de armonia, tal
eso r ( rnro lo entendemos en la noción de estructura armónica, no debe ser
el diagnósticador recomienda hacer dos listas, una pa.¿ los estados de-
preslvos, otra para los síntomas hipomaníacos. Ahora bien, trlr¡l:rdo en el sentido estricto en que lo entiende el arte musical desde el
esta dicoto- rr¡ilo XVIII occidental. Armonía significa aqul simplemente disposición
mia es lo que querríamos evitar ál anahzar las esrrucuras de síntesis,
dicotomía que amenaza precisamente con mataÍ la síntesis. No obstan- ,nvcniente de las diferencias y de los contrarios. Ciertamente, la disci-
te, .el diagnosticado ¡ 312 llega a de tectar un esad,o sui ¡'lirru musical llamada armonía es uno de los aspectos.de la estructura
cosis maniaco-d.epr.esiva en su aspecro global, dialn ,rnrronizante de lo imaginario, pero un aspecto muy localizado en el
por exclusión, desde luego, pero que siñ embargo pe tr('n)po y en el espacio, mucho más familiar al acústico que al músico.
tar qYe- imás se observa el choquá negro o el ch"oqie color en los llr¡ivcrsal es, por el contrario, lo que llamatemos la armonía rítmica, es
esra- ,llr it', a un tiempo acorde mesurado de los tiempos fuertes y débiles,
dos cicloides graves. Ahora bien, es eicelenre comprobar también que
las estructuras sintéticas eliminan cualquier choquá, cualquier ,lr los largos y de los breves ,, y z la par, de modo más amplio , la orga-
rebeli'án ntu ¡rt ión general de los contrastes de un sistema sonotolte. Toda nues-
ante la imagen, aunque sea nefasta y i.rro rlfica; y que, po, el contra-
rio, armonizan en un todo coherénte las contradicciones más fla- u,f rnírsica occidental está explícitamente colocada bajo el esquema de
grantes. l,r ¡rl'rnooía: se podría estudiar el maridaje de las voces en el canon, la
Tal es, en nuestra opinión, la nrv('nt'ión, la fuga o la serie, la unión de los temas en la sonata donde
sintética: una es_ |¡r'¡rlrun el tema femenino y el masculino; la obsesión por la unidad tras
tructura de arrnonizaciín de con go, ya, habíamos
comprobado l,r ,livt'rsidad que revelan el estribillo, el rondó. la variación, el pasaca-
ás dJ tod" im"gi- llc y la chacona. No insistiremos en la evidencia armónica de la música,
nación en el con el ambienle,
que va hasta f
rcro tyuizá haya que dar algunas explicaciones sobre lo que nosottos
sintética, con sus fases contrastadas ('nt('ntlemos por estructura ..musicalu de lo imaginario.
el régimen del acuerdo viviente. S(' sabe , e o efecto, que muchos psicólogos 16o que sigue n a Freud
nr('llrrrr el carácter de imagen al procéro -rlical. Pfro pír^ nosotror It
Ittt¡rit:r es sólo el fin racionalizado de una imagen cargada de afectivi-
,lirrl, y especialmente , yz lo hemos dicho, del gesto sexual . La impor-
ien esta voluntad de armon izaciln
tirrrr i:r psicofisiológica de este gesto explica alavez el pudor iconográftco
el síntono la intuición de la medi-
oquier los ángulos)) y que ula vida
rlr l¡r cxpresión musical y su riqueza afectiva. Como ha dicho per-
qc srnro-no puede compararse a las oráur,r. po{.,8, lrr t¡uncnte André Michel r6t, en los intersticios de la palabra, de la
."-á i;ir"ú*Áo, nn;rll('rt literaria, vie ne a deslizarse, la musicalidad para completarla. Por
"u, r,m las primeras manifert*.io.., d. i; hrgi";;iá"
i

:,?i:Tl9o
sintética,_que $e
da el tono a la estructura armónica, es la i-r[i";;iá" rr'r nr('ta-imagen, la música no es menos sugestiva de aspectos y de em-
musical. Porque la música es esa meta-e rltica cuya nr".iO" esencial f rlrrrrt's de imágenes que le dan siempre una cuasi-espacialidad. La
es a n¡rrrit ¡r llamada pura de toda representación- es un ideal ja-
la vez conciliar contrarios y dominar la fuga éxistencial ¿.i ,-i.^;; -pura
35t
397.
ll,'
L'lnzaginarit, p. 244.
Snn l t<E,
212 I iI (.f r. Le Déclin de l'Occidenl, I, pp.272,279.
SpENGLER,
353 ll'l (;fi. B. oe ScHroez¡R, op. ct't., p. 124. Adoptando la terminologia de Lupasco
354
f
ttlr,lr' ,lt't irsc que aqui hay <(antagonismo, armónico.
315 lt,l t,f r Fnnuo, Psycb, de /a uie quotidienne, p. t5, y Ch. Ool¡n, <,Le probléme rnu-
I

3t6 ¡lr r Ir' ¡rrint de vue de l'originerr, en I^a senz. /it., enero-fe brerc r)24).
t
'tllt,I (
.lr A Mrcu¡1, op, cit., pp . 164, 2I0.
)30 33r
(-reemos que la segunda estructura reside en el caricter dia/éctico o
más alcanzado.por la música tal como existe362, un poco al modo en
tuttlrrt.rtante de la mentalidad sintética. Si la música es ante todo arrno-
que la flrsic ? y la geome tria tienden al álgebra así corio hacia su ideal,
ni¡r, <lcja de ser también contraste dramático t68, valorización igual y re-
sin jamás alcanzar exahustivamente tal fiá, porque, en ese caso, el f-lsi-
r tlrr'()('a de las antítesis en el tiempo. La síntesis no es una unificación
co poseeria la fórmula creadora del mundo.-Perb la música el con- uur¡o la mística, oo apunta ala confusión de los términos, sino a la co-
cepto musical de armonfT- no deja de ser por ello erótica-o abstracra,
como la geometria efa, según hemos visto, polémica abstracta363. Es Ircrcncia que salvaguarda las distinciones, las oposiciones. En cierto
cierto, p9r otro lado, qye. el pensamiento muJical, por su pertenencia \r'ntirlo toda música es beethoveniana, es decir, contrastada. Es la mo-
¡¡r rtr núa la que amenaza a la mala música, y el aÍte del músico consiste
incluso al aspecro del régimeñ de la imagina n do- f ,urto cn lavariación como en la repetición afumada del tema o del es-
minio del tiempo, ab mdonará más fácilñren
ciales a fin de ñsidi, u.r, un espacio nulo lla jiSii nrlrillo. Los temas no se quedan nunca estáticos, sino que se desarro-
ll.rrr t'nfrentándose. La forma de sonata no es más que un drama con-
la música es el l-rmite de la estructura armónica de lo imaginario, .rr"
r r n t r:rdo, y si el contraste se difumina en esta forma por la coherencia
estructura se manifiesta de muchas offas formas , y más concretas, ante
todo por la tendencia a totali zaÍ, organi zándolo, .i conrenido del iaber. ntrrrit'a y a menudo tonal de los temas, el drama reaparece en la yusta-
E/ espíita de sisterna pLrede parecer, en efecto, como un corolario ¡rrsit'rírn de los movimientos vivos y lentos de la sonata misma, herede-
t¡r ('n csto de la música clásica. Porque si la música o la sonata es ante
conceptual de la composición musical. Siempre en el sistema, incluso
rrrrlo maridaje armonioso, no por eso deja de ser diálogo y abarca la
en aquel gue no hace gIPlícitamente alusióh al desarrollo remporal,
rlrl¡rt ión de una red dialéctica, de un proceso dramático. Así pues,
reaparece la noción genética de proceso, de pr rcedimiento. Hemos in-
l,r n¡úsica nunca se libera del drama: drama religioso de la misa o de la
sistido abundantemente en el culso de nuertir exposición sobre esra ar-
r,rntlta, drama profano de la ópera. Y este contraste bethoveniano
moniz aci6n toalizadora universal que constit,ryé. los sistemas asrro-
rr r'f (lue , comprendido exclusivamente, hizo que se tach ara al autor de la
biológico¡, Pt.lt¡storia de todos los sistemar
-oáisras que nos revela la N,,¡,¡'ro Siffinía de incoherencia. Ese poder dramático es el que, des-
historia de la filosofía. R. Berthels¡16r ha visto bien q^.r. esra concep-
lr('s de haber observado a Gluck y r Mozart antes de estallar en Wag-
ción astrobiológica del mundo eÍa <.intermediariar, .tttr. el vitalismo f
n('t, rlomina la hermosa obertura en forma de sonata de Coriolano)6e.
primitivo y el racionalismo precient-rfico y cient-rfico. Ella, pafticular-
V.u¡ irpareciendo los /eit motia que encarnan auditivamente los perso-
mente, es la que plegar á las teologías a la necesidad tempot^"I , incluso
n;r jcs enfrentados: energía indomable, destino feroz de Coriolaoo, es-
histórica, como es el caso del cristiánismo. El principio de la
It('¡rito de disonancias, staccatto imperioso en el tono menor, contras-
ción actuará de lleno en tales sistemas, no sólb .n él plano de ".-orriza-
los con- t,urrlo con el suave legato en tono mayor, súplica y ternura de Virgiliay
trarios estacionales o biológicos, sino también en el paio consrante y re-
,lc Vrrlumnia, ternuta que poco a poco, durante el desarrollo, triunfari
cíproco del macrocosmos al microcosmos humansl;oG, que permit.,'po,
y lxrrará la ferocidad del primer tema. Toda la obra de Beethoven po-
iencias astrológicas: e[ círculo zodiical ,lr¡r (omentarse en términos de drama. Pero lo que debemos establecer
nvierten en ley suprema de los deter- rr\unismo aquí es que el drama musical desborda el microcosmos de los
exrremo de que se ha podido escribir humános y se integra en el contraste de las sonoridades de
una biología de los asrros y una asrro- "('ntirnientos
trrrlo cl drama cósmico. La Sinfonía pastora/ establece el contraste de la
nomía de los organismos vivientes;_ que pafte de la priméra y tiende
r,rlr¡r¿r y de la felicidad agreste y de las amenazas de la tormenta, y todo
hacia Ia.segunda ...1136'. De este modo, la astrobiologii, la asrrono mia y
las teorías médicas y microcósmicas son una aplicaJion de la estrucrura
rl f )ocma sinfónico y la música de ballet moderna, desde La Sinfonía
armonizadora q.ue presJ le la organizaciln de ódo sistema y utilizaple- f,t,tllsttca al Festín de /a ArarTa, seguirá este boceto dramático.
l)uede decirse, por último, que esta forma conttastante que acaba-
namente la analogi^ y las correspondencias perceptivas o simbólicas.
nrrs rle descubrir en la música más o menos pura de Occidente consti-
Irryt' cl esqueleto del drama teaual propiamente dicho: tanto tragedia
362 Cfr. Teola de los _signos expresivos en J. S. B,rcH, en A. plRno, Estbétique de
,l,rsiur, comedia, como drama shakespeareano o romántico, y quizá tn-
.1. S, Baclt, pp. l0- tr, 32-47 y ss.
363 Cfr. supra, pp. 17 6y ss. r('n E. Souriau ha puesto claramente de relieve en el universo
dramático esa <,tensión
364 A. Mlc:nrr,.'ip..cit,,'p.2L5. op
ión de A. Michel nos parece exrremada por-
Esta rrt( rl¡r¡mana>), esa udetención>> que en la armonía de la obra teatral constituye el dina-
que-Ia música apela^sielnPj9 a una morfól rgía espacial, aunque no sea más que pér
h
medi4ay-elritmo; cfr. E.-wruEMS, op, cit,-p. gi, cap. II, ^7, Lo musiqui it t;rip)rr.
ru\rrr,, cspec-fico de la función dramática; cfr. Sounlnu, Les Deax cent rni//e situations
J6t Cfr. B¡nrHEr,or , op, cit., p. ?;-g. S ,fr,¡rrtt/tques, pp.48,49,, r1,94. No hay que confundir esta dialécrica de los antagonis-
366 ¿¡r. op. cit., pp . Ltt, t6j.
t,ri r on la exclusión antitética.
367
rr¡'l) Cfr.
W. R. SpnrDING, Manue/ d'ana/yse nzusicale, p. 179.
op. cit. ,p. 161 .

333
332
cluso todo el arte de la novela y del cine 370. Porque este conttaste que ltrr .lc' la historia en la prolongación de toda ensoñaciór¡ cicloide y rit-
no es dicotomía, sino que intenta ser unidad temporaly que mediante nur ¡r, '['anto los historiadores del progreso como Hegel o Max, y los
las imágenes que se encadenan, pretende dominar el tiempo, flo es lu,,r,rriudores de la decadencia como Spengler pro.eáen de la misma
otra cosa que la peripecia teatral o novelesca. En el sentido amplio en , que consist e a Ia vez en repetir fases te mporales que constituyen
f r rr r r r¡r

que nosotros lo entendemos, todo drama tiene siempre, al menos, dos un r ir lo,y al mismo tiempo en conffastar dialécticamente las fases del
personajes: uno que representa el anhelo de vida y de eternidad; otro r rr l, t onStituido de ese modo. Tanto para Hegel como para, Man< , la
el destino que obstaculiza la búsqueda del primero. Cuando se añaden Irrrt,n i:r. [rtesenta fases bien claras de tesir y q. antítesis; para Spengler
otros personajes, el tercero, por ejemplo, no es más que para motivar (lu(' irrc¡rrscientemente toma su vocabulario clasificador de la astio-
el deseo amoroso- la controversia de los offos de5 37t. I'r, ,1, 44ía- la historia ofrec e a la meditación <<estaciones)> ttt fl, vida y de
Y-mediante
asi como Nietzsche habia presentido que el dram a wagneriano lba a rrrrrr'r'tt', primaveras e inviernos bien caracterizados. Para todos, estos
buscar sus modelos en la tragedia griega, nosotros podemos comprobar r nf rr r ¡t,ste s tienen el poder de repetirse, de cristalizar en verdaderas
que la literatura dramática se inspira siempre en el enfrentamiento rnnst:rntes históricas. El modo del pensamiento historiador es el del
eterno de la esperanza hum Lna y del tiempo mortal, y vuelve a tÍazan rr('nrl)rc posible presente de narración, de la hipotiposis del pasado. La
más o menos las líneas de la primitiva litu rgia y de la mitologia inme- .rurrr¡rrehensiónr> en historia, ¿no procede acaso del hecho de que yo
morial . Curiáceo que brantado en su destino y su amor por el fero z Ho- tr('nrl)re pueda derivar mi reflexión presente y la trama de mi medita-
racio; Rodrigo provocado por Gormaz y sin merecer el amor deJimena r rrur rlcl hilo de las décadas pasadas? La analogia o la homología cam-
hasta después de largos trabajos expiatorios; Romeo yJulieta separados frr;r sirnplemente de nombre y se llama aqtrí método comparativo. En
por el odio de los Capuleto y de los Montesco; Orfeo arrostrando los rl ¡'rt'scnte de narración es donde se reconoce la estructuta historiadora.
infiernos para sacar a Eurídice; Alcestes presa de ridículos marquesitos; Nrr obstante la repetición cíclica de las antítesis por el artificio de la hi-
Fausto enfrentado con Mefistófeles; Don Quijote, Fabricio , Juliin Sorel ¡rrrt i¡rosis no basta para caracterizar esta esttuctura. Lo imaginario nece-
enfrentándose con molinos de viento, bribones y calabozos por una rl;r nrás que un presente de narración y la cornprensión exige que las
Dulcinea cualquiera; todos ellos vuelve n a encarnar con la vestimenta r nntr:rdicciones se mediten al mismo tiempo y desde el mismo aspecto
literaria de su país y de su época al drama litúrgico del Hijo persegui- rn una síntesis. Sobre este factor ha insistido claramente Dumé21lna. El
do, sacrificado, ejecutado y al que salva quizá el amor de la madre- f
rruttrtipo representativo de la gestión historiadora pafte siempre de un
amante . Así pues, la imagen del drama cubre y enmasc ra,con sus peri- crlr¡('rzo sintético pura mantener al mismo tiempo en la conciencia tér-
pecias figuradas y sus esperanzas del drama real de la muerte y del nunos antitéticos. Esta estructura sintética tanto de la historia como de
iiempo . La lirurgia dramitica parece ser la motivación tanto de la mú- lrr lt'ycnda , en el famoso relato de la fundación de Roma y de
sica ballada primitiva como de la tragedia antigua. Podría aplicarse l,r r fcación de ^parece
las instituciones romanas a partir de la guerra sabina: Ro-
las tres, si quisiéramos explicar este exorcismo del tiempo mismo por^ n¡l sc funda en efecto, como síntesis de dos pueblos enemigos, consi-
procedimientos temporales , la vieja teorll catirtica de Aristóteles. El ltu('la existencia histórica por la reconciliación de dos reyes adversarios,
drama temporal representado en imáge nes musicales, tea- l(rrr¡rulo y Tito Tacio, síntesis que se repite y se prolonga en el herma-
trales o novelescas- se vacía Ce-convettido
sus poderes maléficos, porque median- rr.urricnto jurídico de las instituciones forjadas por Rómulo y de las ofre-
te la concien cia y la representación el hombre vive realmente el domi- r r,l¿rs por Numa37t. Esta síntesis histórica se manifiesta también por la
nio del tiempo. tr;rrt'ja antitética, de Tulo Hostilio el guertero y Anco Marcio el funda-
YT, ¿ quién no ve qqe esta_ segunda estructura dramática va a dar
nacimiento a una aplicación exhaustiva a todos los fenómenos huma-
¡frr rlcl culto de Venus, el restaurador de la paz y de la prosperidad.
Y linalmente, la sociología funcional y tripartita, modelo de toda la
nos, y quizá incluso a todos los cosmos, de /a coberencia en e/ contras- ¡rrtirica indoeuropea, no es más que un residuo de la meditación histo-
te ? Tendríamos que vérnoslas entonces con la estructura bistírica de lo rl;rrlora, espontineamente sintética, olvida.da de ciertas verdades en be-
imaginario. Ya hemos señalads372 hasta qué punto se sitúan las filoso- rrclitio de un mitp del tiempo histórico concebido como.,el gran tecon-
r rli:rrlor,, 17r'. El mismo proceso totalizador se encuentta en la historia le-
tt0 Sobre el aspecto sintético de la novela y del <(mornento novelcsco>, cfr. G. Du- .rrrlaria de las divinidades hindúes, en las cuales Indra equilibra aYa-
ff
RAND, Le Décor rnytltiqae, <Conclusión>.
t7t' E. Souriau ha hecho un excelente estudio de esta <combinatoria dtamiticarr; cfr.
E. SountArJ,, op, cit., pp. 94 y ss.: <No habría drama sin emb^rgo si la tendencia no en- I''' \ Sp¡Ncr¡R, op. ci,t., I, pp.63,118.
contrara ningún obstáculo..., lafuerza, de la tendencia sólo es dramítica cuando encuen- r
"1 Cfr. Indo-Europ,, pp. 143 y ss.
DUMÉztL,,
tra resFtencla.D ri \
Cf'r, op. cit., pp. I27 y ss., 147 y ss.
172 Cfr. suprd, p. 267 .
"(r Cfr. op, cit,, pp. Ir4,, lt7-1t8.
334 33t
runa, o también en la Volupsá que nos muestralagénesis de la historia
ri¡r cs una sucesión de edades, de poblamientos suceslvos. Cuando aún
en la reconciliación final de los Vanes y de los Ases r77.
l:r historia no es completamente mesiánica, ya es épica382. Esta intui-
Pero esta síntesis histori adora puede efectuarse de muchas formas
t iírn progresiva del escalonamiento de las edades parece haber consti-
diferentes. Dicho de otro modo, Se advierten <esti/os> de historia que
tr¡ido también la base de la filosofía de los Maya-Quiché. En la cultura
van a injertar las presiones culturales en la savia universal de las estruc-
Maya aparece claramente el personaje del Héroe cultural, del Hijo que,
turas sintéticas. Duméziltta ha mostrado de modo convincente lo que
crr el curso de peripecias y de avatuÍes cíclicos, llegaftnalmente a triun-
diferen ciaba el estilo tomano de la historia del estilo hindú: los roma-
l¡rr de las emboscadas y a instaurar el sol de la <.Cuarta edadr>, en el fi-
nos son empiristas, políticos, nacionalistas en quienes la síntesis adop-
¡r:rl culminante de la civilizaciín Maya383. Por supuesto, el mesianismo
tará siempre cierto aspecto pragm irico, mie ntras que los hindúes son jrrrlío y su prolongaciín cristiana viene a ilustrar aún más claramente
meditativos, dogmáticos que tenderán a llevar la historia hacia la fibu-
cstc estilo de la historia, puede decirse inclusors4 qu€ para la mentali-
la. De un lado, la estructura historiadora está orientada por un progre-
,l:rcl judeocristiana el esti/o mesiánico eclipsa entetamente el estilo ex-
so, por el presente si no por el porvenir; del otro, por un pasado al
lrrrustivo de las formas indoeuropeas de la historia: la tripartición fun-
margen del tiempo a fuerza de ser pasado . La historia oscila entre un
t ronal, residuo sociológico del esfuefzo sintético, se borra en beneficio
estilo del eterno e inmutable retorno del tipo hindú y un estilo de di-
, k' la igualdad ante los designios de la Providencia. uEl pequeño pastor
namización mesiánica según el tipo de la epopeya romana. Dice Du-
mézil, Que en el seno de la corriente indoeuropea estos dos pueblos re- I)avid mata al campeón filisteo en el campo de batalla y pronto se con-
presentaÍ1an uel desvío máximo,, del estilo de las representaciones histó-
vcrtirá en el ungido del Señor...rrr8). Quizi un cierto parentesco entre
cste mesianismo judío y el estilo épico indoeuropeo de los romanos y
ricas. Podría advertirse semejante vacilación en la imaginación historia-
.lc los celtás será lo que explica la rápida difusión del cristianismo en el
dora moderna: las mismas corriente s contradictorias se e ncuentran en el
lrnperio romano y en los pueblos celtas. Podría decirse, por último,
seno de la <epopeya)> romintica, y contrarrestan a Chateaubriand con
(lue la continuidad entre las leyendas progresistas judeoromanas por un
Quinet, Fabre d'Oliver con Michelet y Maistre con el precursor Con- l:rclo y las modernas mitologías de la revolución, ha sido asegurada con
dorcet 37e. Podría descubrirse incluso este equilibrio entre una visión
rlrra constancia por los alquimistas. La alquimia es a la estructura pro-
totalizadora y cíclica de la histo ria y la cree ncia en un ufin revoluciona-
gresista lo que la astrobiologia a la estructura de armonizaciín de los
riou de la historia entre los más modernos discípulos del hegelianismo
manris¡¿]80. Sea como fuere , detrás de la estructura totalizante de la
tontrarios. Como escribe lúcidamente Éliade : <.En su deseo de sustiuir
:r I tiempo, los alquimistas han anticipado lo ese ncial de la ideología de I
imaginación historiadora se perfila oua estructura, progresista y mesiá-
nica, que hemos de definir ahora. El s-rmbolo de la rueda es difícilmen- rrrundo moderoorr186, porque el opus alcltymicum parece ser ante todo
rrn proceso de aceleración del tiempo y de dominio completo de esta
te separable , en la imaginación, de la madera y de sus dos terminales
:rceleración . <rLa alquimia ha legado mucho más al mundo moderno
progresistas: el árbol y el fuego.
(lue una química rudimentaria: le ha transmitido su fe en la transmu-
Mientras que la tercera estructura sintética de la imaginación que-
ración de la Naturaleza y su ambición de dominar el Tiempo,>r87. Sin
daba señalada por la utili zaciín del presente de narración, puede decir-
tlctenetnos más en la alquimia, cuyos resortes imaginarios hemos exa-
se que la cuarta esffuctura se manifiesta por la bipotiposis futura; el fu-
rrrinado en el camino,d.jamos para concluir constancia de que hay un
turo está presentificado, el porvenir está dominado por la imaginación.
r:strecho parentesco progresista entre la exaltación épica , la ambición
Y nadie ha definido mejor que el historiador Michelet este estilo de la
rnesián ica y e I sue ño demiúrgico de los alquimistas.
historia, a la vez hipotiposis y aceleración de un tiempo dominado,
cuando declara, a propósito de la Revolución francesa: <(en ese día todo
En resume n, podemos decir que esta segunda fase del Régirnen
f\,locturno de lo imaginario, que agrupa las imágenes en torno de los
era posible... el futuro estuvo presente..., es decir, sin tiempo; un des-
irrquetipos del udenarior> y del <.bastónr>, nos revela, p€se ala compleji-
tello de eternidadr>181. Una promesa se alza en la ensoñación historia-
dora, y si yala historia ena para los romanos ejemplo y preparaci1n del
futuro, lo mismo ocutre con los celtas para- quienes la historia legenda- 382 Cfr. DUMÉztL, Indo-Europ,p. 172; Sentius,p.65:.1.M.
Q,,Ill, p. 181.
)81 Cfr. R. Glnnno, op. cit., p.31.
377 Cfr. op. cit., pp. l4r-r42; cfr. supra, pp. 236 y ss. )84 Cfr. DuMÉztL, Indo-Europ., p. 240.
j8t Op. cit,, p. 24L; cfr. J. GurrroN, Le Temps et l'Eternité cbez Plotin et saint
378 Cfr. DuMÉztL, Indo-EuroP., p. 170; Sentius, pp. 65-68, 190.
37e Cfr. C¡rLrER, op, cit., pp. 47-rl. Agustin.
186 Cfr. Éunor.,, Forgerons, p. 179.
180 Cfr. M¡nr¡au-PoNTy , Les Aaentures de /a dia/ectique, espe cial m. pp. 81 y ss. y
)87 Op. cit., p.180. La alquimia es, en efecto, el modelo occidental y oriental de un
280.
181 MlcH¡r¡t, Histoire de la Réuolution frangaise, IV, I, p. l)rogreso hacia un fin triunfante del drama químico, la astrobiología sólo es promesa de
un retorno.
336
337
r¡rito propiamente dicho, eS decir, el relato que legitima tal o cual fe
dad inherente a la marcha sintética misma, cuatro estructuras bastane rcligiosa o migica; la leyenda y sus intimaciones explicativas; el cuento
claras : la primera, estructura de arrnonización, cuyo gesto erótico es la
dominante psicofisiológica, organiza las imágenes, bien sea en universo ¡ropular o el relato novelescole0. Por otro lado, flo tenemos que.inquie-
t¡rroos inmediatamente por el puesto del mito en relación al ritualDt.
musical, o bien en Universo a secas , apoyándose e n la grun rítmica de (luerríamos sólo precisar la relación que existe entre el relato mítico y
la astrobi ologia, Ía.íz de todos los sistemas cosmológicos . La segunda, Ios elementos semánticos que vehicula, la relación entre la arquetipolo-
estructura dia/éctica, tiende a conse rvar a cualquier precio los contrarios
Eía y la mitolog'ra. Según todo lo dicho, hemos mostrado que la forma
en el seno de la armonía cósmica. Por eso, gracias aéllael sistema toma
<lc un rito o de un relato mítico, es decir, de un alineamiento diacróni-
la forma de un drañr, cuyo modelo son la pasi6ny las pasiones amoro- (o de acontecimientos simbólicos en el tiempo, oo eÍa, n?da indepen-
sas del Hijo mítico . La tercera constituye la estructura /tistoriadora, es
la música o la cosmolo- rlicnte del fondo semántico de los símbolos. Por eso vamos a. vernos
decir, una estructura que ya no intenta obligados ante todo a completar el método tan sagaz establecido por
g'ta- olvidar el tiempo, sino que por -como el contrario utiliza consciente-
l,óvi-Strauss en cuanto a la investigaci1n mitológica, que nos llevará a
mente la hipotiposis que aniquilak fatalidad de la cronologia. Esta es-
rrucrura historiadora éstá en el meollo de la noción de síntesis, porque ¡rrecisar la noción de estructura: sólo después de esta puntualizaciln
rnetodollgica podremos demostÍ^Í con dos ejemplos concretos lo bien
la síntesis no se piensa sino en relación a un devenir. Por último, al po-
f'undada que está una mitología inspiradapor el semantismo arquetípico.
der revestir la historia diferentes estilos, el estilo revolucionario que po-
ne un punto final ideal ala historia inauguta la estru-ctura progresista e
Ante todo, repetimos, rechazamos la tentación frecue nte e n que
t ae Lévi-Strau5s.3e2 de asimilar el mito a un lenguaj. y sus componentes
instala en la conciencia el <(complejo deJesséu. Tanto la historia épica de
simbólicos a los fonemas. Tentación muy legítima, claro está, en un et-
los celtas y de los romanos como el progresismo heroico de los mayas y
rrólogo que ha dedicado parte de su vida a estudiar las re/aciones de
el mesianismo judío son sólo variantes del mismo estilo, cuyo íntimo
parentesco, lo que nos ha valido el admirable libro sobre Les Structures
secreto nos revela la alquimia: la voluntad de ace lerar la historia y el
í/émentaires de /a parenté. Pero tentación peligrosa cuando se aborda
tiempo a fin de perfeccionarlos y de hacerse dueño de e llos.
un universo como el del mito, universo que no está hecho de relaciones
d iacrónicas o sincrónicas , sino de significaciones comprensivas; universo
carga'do de un semantismo inmediato y que sólo perturba,la mediatiza-
IV. MTTOS Y SEMANTISMO
ción del discurso. Lo que importa en el mito no es exclusivarnente el
Antes de cerrar este segundo libro consagrado al Réginten Nocturwo
hilo del relato, sino también el sentido simbólico de los términos. Por-
que si el mito, al ser discurso, reintegra cierta <linealidad del signifi-
de lo imaginario, es preciso volver sobre un punto de metodologia,,^
cante>>lei, este significante subsiste en cuanto símbolo, no en cuanto
saber, el d? las relaciones entre el semantisrno arquetípico y simbólico y
signo lingr.iístico <arbitris¡fea. Por eso, poco más adelante, Lévi-strauss
el relato mítico. Hemos comprobado, €o efecto, que el Réginzen Noc-
dice muy bien que upodría definirse el mito como esa forma del discur-
turno de lo imaginario inducía al simbolismo a organizarse en un rela-
so donde el valor de la fórmula traduttore, traditore tiende práctica-
to dramitico o histórico. Dicho de otro modo, €o el Régimen Noctur-
mente a ceror>3e1. Nosotros añadiremos: porque un arquetipo no se tÍa.-
no y especialmente en sus estructuras sintéticas, las imágenes arquetípi-
cas o simbólicas no se bastan yaasí mismas en su dinamismo intrínseco., l). Lambert, cfr. [¡rruH¡,RDT, Docurnents néo-ca/édoniens, pp. 60-61; cfr. P. LAI'IB¡RT,
sino que mediante un dinamismo extrínseco se unen unas L otras en Meurs et superstitions des Néo-Calédoniens, p. 301; cfr. KRAppE, op, cit., pp. 328 y ss.
forma de relato. Este relato por los estilos de la historia Contrariamente a lo que piensa el evemerismo, no es el documento histórico el que pro-
-frecuentado
y las estructuras dramáticas- es lo que llamamos <.mito>. Repetisle5 388
voca el mito, sino las estructutas míticas las que captan e informan el documento arqueo-
lógico.
que entendemos el término <,mito> en su sentido más general, metien- ieo Cfr. J. P. B¡y.,rno, Histoire des légendes, p. 10.
do en esra palabra todo lo que está limitado por un lado por el estatis- 39r Cfr. I¡vl-SInAUSS, <,Structure et Dialectique>>, en Antbropologie structurale,
mo de los i'rmbolos, y por el otto por las comprobaciones arqueológi- pp. 257 y ss.; cfr. infra, p. 332.
392 L¡vl-SrnAuss ,, uLe Structure des Mytheso, en Antltrop. struct,, p. 320. Como el
caslse. De este modo el término <.mitor> abarca también p?ra nosotros el mismo autor admite , (<acercar el mito al lenguaje no resuelve nadau.
3')) Reintegración completamente relativa, porque el sincronismo que redunda un
mito anula por poco que sea la linealidad diacrónica.
388 Cfr. supra, pp. 16 y ss. Cfr. P. Rlcogun, op. cít., p. I)3, noción de uSímbolo 3e4 Cfr. sapra, pp.27 y ss.;cfr. I¡vy-Srnnuss, op. cit., pp. 10t y ss., en las que el
pnmaflo>. autor minimizala.ley lingüística de lo arbitrario del signo.
389 Aun1ue sea interesante comprobar cómo un mito stricto sentu anexiona de pa- 39t lEvl-Srn¡uss, op. cit,, p. 232. Cfr. I¿vl-SrnAUSS, La Pensée sauaage, p. 206,
sada los acoñtecimientos históricos importarites, como lo demuestra la comparación de donde admite con Saussure eu€ <lo arbitrario del signo tiene grados>.
un mito caledonio referido por Leenhardt y de su lectura histórica referida por el
339
338
duce, por tanto no puede ser traicionado por ningún lenguaje. Y si el
l)cro si, en última instancia, el mito se reduce o puede reducirse a
mito es lenguaje en toda la casa diacrónica del relato, oo por eso deja
de despegarse del fundamento lingüístico sobre el que ha com enzado unit l)rtra sintaxis formal, entonces puede volverse, justificadamente,
por rodar. r otru¡r Lévi-strauss
4o2
la critica contra aquellos que <(escamotean)> el mi-
Irr rr¡ lrcneficio de una explicación naturalista o psicolígica. En nuestra
Entonces, ¿qué necesidad h"y de apelar ? los ..fonemas' y los
^ de
..morfemas)>, es decir, a todo el apurato lingr.iístico p^ra dar cuenta
ulrr¡ión el Lévi-Strauss teórico escamotea lo mítico en beneficio de la
lfl¡r,r,:r y de la matemática cualitativa cuando declara que un día descu-
los <,mitemas)> que se sitúan en un <nivel más elevad o>>7 Tge . Este nivel
(que la misma l1gica está actuando en el pensamiento mítico y
lrl rrnos
más elevado no es exactamente <<el de la frasen como afuma Lévi-
Strauss. Es , para nosotros, el nivel simbólico mejor, arquetípico- rtl t'l l)cnsamiento cient-rfico)> y que en resumidas cuentas..el Hombre
-o
basado en el isomorfismo de los símbolos dentro de constelaciones es-
rtnnl'rc ha pensado igual de bien>403. Lo que debe interesarnos, por el
ffucturales. Las <.grandes unidadesn que constituye n los <.mitemas>) no nrnlr¡rrio, es que el hombre, aunque siempre haya tenido la cabeza
pueden reducirse, y Lévi-Strauss conviene en ello, a puras ..relaciones> Irfrn organizada, oo siempre la ha tenido igualmente bien llena, y
rfur', lirtalmente, la forma en que la cabeza esti llena influye el modo
sintácticas3e7. Y cuando el etnólogo escribe finalmente: <En efecto,
Frr r¡rrt' cstá hechala cabeza... Lo repetimos: el mito no se traduce, ni
planteamos que las verdaderas unidades constitutivas del mito no son
rir¡ur('r'u cn lógica: todo intento para traducir el mito todo in-
relaciones aisladas, sino paquetes de re/acion€s,..))¡ se nos parece muy -como
cerca de nuestta concepción del isomorfismo semántico, excepto que
lnrtn lx)r pasar de lo semántico a lo semiológico- es un intento de
para nosotros hay <paquetes)>, oo de relaciones, sino de significados3es. Fnrf',rlrrccimiento. Acabamos de escribir todo un libto no par^ reivin-
¡lrr,rr un derecho de igualdad entre lo imaginario y la raz6n, sino un
Esto lo comprueba muy bien Soustelle 3ee cuando a propósito de la ex-
presión del mito en lenguaje nihuatl, declara que este discurso mítico, rln,', lro de integración o por lo menos de antecedencia de lo imagina-
cuya lengua está formada por asociaciones de palabras, está constituido
tln y,lt'sus modos arquetípicos, simbólicos y míticos, sobre el sentido
<.por bloques, o, si se quiere , por enlambres de imágenes cangadas de lrt"f rr() y sus sinta¡<is. Hemos querido demostrar que lo que h"y de uni-
un significado mucho más que intelectual, afectivo)>. En este caso con- vn\¡rl cn lo imaginario no es forma que ha cambiado, sino el fondo. Y
Ft ('n ('ste punto donde hty que volver sobre la noción de estructura
vendría mis hablar incluso de isotopismo que de isonzorfismo. El mito
no se reduce a un lenguaje, ni incluso, como Lévi-strauss quiere hacer- rfur lrcrttos utilizado y que no debe confundirse con una simple forma
lo, a una metáfora, a vna armonía, aunque sea musical4oo. Porque el urrt,r l,í'vi-Strauss404 parece tender a hacer. No es la forma la que explica
mito no es nunca una notación 9Fe se traduce o se descifra, es presen- Fl lut¡tlo y la infraestructura, sino, al contrario, el dinamismo cuali-
cia sem ántica y, formado por símbolos, contiene compre nsivamente su lalrvo tlc la estructura es la que hacs comprender la forma. Las estruc-
propio sentido .
Para expresar esta densidad semántica del mito que lut¡r\ (lr,rc hemos establecido son puramente pragmáticas, y no respon-
desborda por todas partes la linealidad del significante, Soustelle utiliza
llrrr ('n modo alguno a una necesidad l6gica. Porque la estructura
la metáfora del eco, o del palacio de los espejos en el que cadapalabra f nuu¡xrl 6gica sólo tiene con la estructura fonológica un parentesco de
remite en todos los sentidos a significados acumulativos. Ciertamente lturt¡lrtt"tor'por eso setía mejor reservar el término de forma alafonolo-
no se uat^ de negar los imporiantes resultados obtenidos por Leui'- lln y ('l dc estructura a todo sistema que sea también instaurativo. Una
Strauss a01 al comparar las ecuaciones formales inducidas del sincronis-
ttltr¡r tt¡ra es una forma, desde luego, pero una forma que implica sig-
mo mítico que le permiten integrar hechos sociológicos tan dispares co- ñlllr ¡rrlos puramente cualitativos en más cosas de las que se pueden
mo las relaciones de subordinación de las gallinicéas a otros ahimales, fitrrlrr o incluso simplemente resolver en una ecuación formal, porque,
pl t ,r I t ¡r st' trauss , h^y
como <rel intercambio generalizado en los sistemas de parentescor> y co-
l)l I nr nr I lemente ud
mo la dualidad de naturaleza que pertenece a ciertas divinidades.
frrrrr lrn I miticamen
3e6 ¡o¡¡roP,, p.233; cfr. polémica con G. Haudricourt y G. Granai, op. cit., p.95. tf llr \('¡r I r ftantes>> 406.

397 [¡vr-SInAUSS ,, op. cit., p. 233.


398 La misma palabra paquete esti utilizada en un sentido muy próximo al que nos- rrr.' t.lr. op. cit,, p. 229.
otros le damos por l¡nol-C'ounHaN, en ula fonction des signes dans les sanctuaires pdéo-
frrt t)1. e-i¡., p.255. Esa es la tesis desarrollada en La Pensáe saaaage.
sr>, oP . cit. , p. 308.
lithique
399 Cfr. J. Sousrrt¡:E, La Pensée cosrnologique des anciens lVIexicainr, p. 9. rrrr t l¡ la polémica con Gurvitch, en Iivl-Srnnuss, Antbropol, structura/e, p. i,i4;
400 Hsrnos mostrado que el proceso musical es de la misma esencia que el discurso I lt til f ,t,t, ¡r. 48.

mítico. No dependen uno del otro, sino que se clasifican en el mismo grupo de estructu- lr 'l'noun¡rzKot,, Principes de pbonologit,pp.37,48,82.
rrrr t
rrrt'
ll vl-S'¡'ltRuss, <ks Mathématiques de I'hommerr, en Bull. intem. des sciences
ras sintéticas.
4oL LÉvr-STnAUSS , op. cit., p. 2r2. Ir¡r llrrrvo, vol. 6, n.o 4, vuelto a publicar por Esprit, n.o 10, 19t6,pp. 52g-132; cfr.
llt'¡r'ttr tt, ol.e Concept de structure sociale,, (Cabiers intem, de soc., vol . 19,2.o año,
\40
34r
l)cro quizáhaya que dejar de lado estas peleas de palabras y ver que
Gurvitch, con qu gue no- .!ay relación ln rt'¡rlidad, eo las aplicaciones que da de su método mitológico, Lévi-
él
necesaria entre de medida matemi' \n¡russ desborda ampliamente la estrechez formalista que él defiende
no
tica, sino. que o de esttuctura de lo
nr l¡r cxcitación de la polémica. En efecto, en la alineación <sincrónica,>
lmagmarlo, y por rmales de la llgica y
,lr krs temas míticos, que el etnólogo querría que fuese sólo normal,
de ñs matem iticas, y especialmente con la <<cantrdad extensiva)> métrica ,l

utrk'nador de los (paquetes)> de relaciones, se deslizan afortunadamen-


a08, lo
o no métric a4o7 . Cieitamente, como vetemos en e I próximo libro tr r¡rrlicios puramente cualitativos, tópicos y no relacionales: en las dos
imaginario evoluciona e n los marcos formales de la geom etria, pero es' rrltirnas columnas del análisis <,sincrónico,> del mito de Edipoarr figuras
tr géo- etria. como la sintaxis o la retó tica, no le sirve más que de:nar- rtn¡lxrlos y presencias no relacionales que invalidan el formalismo <(es-
col, no de estructura operatoria, ni de modelo dinámico y eftcaz. Dado nrlr tural,r. En la tercera columna, aunque subsiste aún una relación de
que vir r¡nrir a asesrno, oo es menos crerto que la cualidad monstruosa del
máq l)r;r¡¡írn o de la Esfinge , importan tanto si no más que la relación. En
más r u,urto a la cuarta columna, oo insiste más que en el elemento pura-
exist nr('nt(' semántico de la mutilación o de la invalidez: <.cojor>, ((torpe)>,
una estructura, es precisamente que no puede torma,lLzaÍse tot2lmente rf rrc lrinchador. Igualmente, si los mitos Zuni de origen y de emergen-
y despegarse del tráyecto anffopológico concreto que le ha, hecho nacer. r r,rrr'' inducen a ciertas operaciones lógicas, nada permite concluir que
iJ.a éstiuctura no es una formá vaúa está siempre lastra da mis allá de r ,rt('n <(cn la base del pensamiento míticorr4tl. Afortunadamente, como
los signos y las sintaxis por un peso semántico inalienable. Por ahí está' l'rr l¡r'rnos observado4r4, el paciente análisis realizado por Lévi-Strauss
más á.r.r del síntoma ó del síñdrome , eue lleva en sí la enfermedad, ,

rrrrc t'n evidencia el isomorfismo semántico de los dioscuros, del tricí-


que de la función. Y si la función tiene una utilidad cualquiera e n los
f
tlt't,,lcl hermafrodita, de la pareja, de la triada y del mesías. Tanto es
sistemas puramente formales de la lingüística y de fa economía, y .en rnl rlu('nosotros conservaremos en mitología los dos factores de análisis:
general en todos los sistemas de carnbios, esta utilidad se difumina ,lr,r, r'tinico del desarrollo discursivo del relato art
cuando se quiere aplicar a.las matemáticas, aunque sean <(nuevas>), zuo': -y en otra parte he-
f no\ llrostrado cuál es su importancia por lo que se refiere al sentido del
que metafóricameñte se llamen ucualitativas>>, y augque Par^ legitimar nuto ¡nismo- asi como el análisis sincrónico de dos dimensiones: la
* .-pleo haya que apelar curiosamente ala aritmolo-gia4oe, eo uo coo. rlr'l rntcrior del mito con ayuda de la repetición de las secuencias y de
tenido vivido'..rálq.riéra, eo un contenido de uso y del que las relacio' l, ,, ¡, r'r.r pos de relaciones evidenciados ,, y la compa rativa con otros mitos
nes formales sólo són h epidermis más superficial4r0. Hay problemas de u nr('jrrntes. No obstante, aladiremos el análisis de los isotopismos sim-
la biol ogia y de las cienciás humanas que no se pueden de gol.
^rr^ncal lrnlrros / arquetípicos que es el único que puede darnos la clave semán-
pe al uoi.uiantismo,, sin mataÍ defir itivamente su significado. En ou€s. ttr,r rlt'l mito. Más aún: el único que puede dar la ordenación misma y
tra civilizaciln tecnocrática y analitica, el valor de cambto enmascara rl rcrrlido del umitema,, en general, porque la repetición, redoblamien-
mistifica con demas iada frecuencia el valor de uso. Una vez más con Iu, tri¡rlicación o cuadriplicación de las secuencias, oo se reduce a la
renrémonos con clasific ar y comprender los principios de una clasificar rtrr¡rtrcsta fácilr> que desea encontrade Lévi-Strauss: <<La repetición tie-
ción y, en rigor, cambiar terapéuticamente las variables estructurales de trr un¡r función propia, que es poner de manifiesto la estructura del
un régimen semántico, antes que querer actuar sobre los formulario nulr¡o'rrrr. Porque es esta forma redundante lo que hry que comprender
abstraitos de clases . La mitologla, así como una buena parte de la zoo rrr¡ ;ryrrda, piecisamente, de una estructura o-4. un giupo de-ellas, y
logia, s€ refiere a la sistemática terapéutica, oo a la genética o a las rrn l)t('('isamente las estructuras del Régimen Noctumo con la redupli-
peculaciones evolucionistas .
r rrr rrrtr rlc los símbolos y la repetición de las secuencias de fines acróni-
rr', l:rs quc dan cuenta de la r.edundancia mitica. Esta última es de la
mr\nr¡r csencia que la repetición rítmica de la música, pero esta vez no
1915,pp. 14, 11 ., l9); cfr. I¡vl-SInAUSS, <,Les Mathématiques et les sciences socialeso,
Bu//. intern. des sciences soc,, p. 647-
rl I r ;r l:r l)ara nosotros de una ilustración metafó rica del poder que tiene
407 Cfr. Pr,rcEr, Epistém, génétique, l, pp. 77 -80.
408 Cfr. infra, pp. 3rt y ss. rrr l.l vl-S'r'lr,{uss , Structure des nzytbes,
rr ' p. 236.
4os Cfr. I¡vl-Sinnuss, Les Matlt. et les sciences soc., pp.642 y ss. ( )/t. ¿i¡., pp . 24) y ss.
410 fs reconoce muy bien la lingüística nisma que se da cuenta de que es más di rrt ()/t. ¿¡)¡,, p.248.
rr I t l.r rupra,
formalizar e incluso formular las .siru.t.rras sintácticas, y con mayor motivo las semán pp. 269 y ss.
cas, que las de la fonologie. A decir verdad, la palabra estructura no comienza a aplicar
rr ' t li ci. DunaNo, Lu'cien Leuwen
rrt' ll vt-SI'nAUSS, op. cit., p.254. oa /'béroisme d /,enaers.
bien, en lingüísica, más que a nivel del léxico. Cfr. P. GuIRAUD,I-a Sémantique, p.
MnronÉ , Mltltode de Lexicologie, pp. 15, 22, 61, 65. Cfr. SnussuLE, op. cit., p. 183-
343
342
el mito para.,despegarse)> del discurso introduciendo en éste la ritmica jrrsrificar por el contacto la existencia paralelar en Africa y eg Europa o
de un estribillo. El mito tiene la misma estructura que la música. La (.ntre los Indios, de un mismo mito. Más diftcil aún sería dar cuenta,
gomprensión cualitativa del sentido del mito, tal como la han deducido ¡,rrr cl difusionismo, de su presencia en Nueva Caledonia, donde se en-
Eliade o Griaule ar7, da cuenta en última instancia, de la forma uhojal- ,,,.,rrtran dos versiones, una de ellas muy explícita, de este mitoa2z. Pe-
dradau4ts del mito. \(':l esta reserva, tomaremos la compilación de S. Comhaire-Sylvain co-
Porque es el eterno volver a empezar de una cosmogonia y,por tan- n ¡o base de la investi gación mitoló gica. Se tnlt^ de un conjunto de
to, remedio contra e I tie mpo y la muerte; porque contiene en sí <.un ( ucnros y de mitos, particularmente el cuento haitiano Mamá de/ ag4a,
principio de defensa y de conservación que comunica al ritorr, el mito ( uyo diacronismo se resume de la siguiente formaa2s: dos jóvenes, chi-
oculta esta estructura sincrónica. Porque ésta no es otra cosa que lo que (:rs o chicos, uno de los cuales, o bien comete una falta venial, o bien
hemos llamado Régimen I{octurno de la imagen. Lo demuestran los rit.ne un defecto cualquiera cuyo resultado es hacerle huir o expulsarle
grandes mitos de origen Maya-Quiché o del antiguo México 41e: el mito ,lr. la comunidad primitiva. De ello resulta un viaje generalmente pre-
es repetición rítmica, con ligeras variantes, de una creación. Más que . t.tlido por una prueba migica. El viajero encuentfa entonces 7 una an'
contar, como hace la historia, el papel del mito parece consistir en re- t irrna qüe le hace someterse con éxito avarias pruebas: humildad, obe-
petir, como hace la música. En el mito el sincronismo no sólo está vin- ,licncii, uabajos repugnantes, etc. Por fin se le ofrece una recompensa
culado a la simple reduplicación, como se ve cuando existen símbolos r.n forma de riquezas procedentes de la manipulación de objetos mági-
de gulliverización, sino también a la repetición temporal y a las estruc- r t )s o de la simple pronunciación de ciertas palabras. El cue nto prosigue
turas sintéticas. En e I marco pobre y diacrónico de I discurso, el mito ( or) la repericitOn iincrónica, pero invertida, de los mismos aconteci-

añade la dimensión misma del <Gran Tiempo)> por su poder sincrónico r¡ricnros con el segundo protagonista inicial, que sale muy mal de las
recibe un castigo.
de repetición. Quisiéramos demostrar que estas repeticiones de las se- '¡rruebas y que en lugar de fecompensa
cuencias míticas tienen un contenido semántico, es decir, que en el se- Ademái de este último sincronismo realmente estructural de la re-
no del sincronismo la cualidad de los símbolos importa tanto como la .lundancia invertida de toda la peripecia, Se encuentran muchas repe-
relación repetida entre los protagonistas del drama. Porque el sincro- riciones en el interior mismo del cuento. Primero repeticiones de las
¡rruebas: en el cuento haitiano la vieja pide alajoven
nismo del mito es algo más que un simple estribillo: es música, a la ((tascatle la espa-l-
que se añade un se ntido ve rbal, es, en e I fondo, e ncantamiento, susti- ilru, eue está cubierta de cascos cortantes; luego escupe en la mano de
tución del vulgar sentido verbal por el ritmo musical, y por é1, capaci- lrr chiia; después la ordena golpear al gato que v^ a comer a la cocina
dad mágica de .,cambiaru e I mundo 420. Los matices de este semantismo firntástica; pór último impone prohibiciones relativas al regalo de los
es lo que querríamos sacar la luz a través del hermoso uabajo que lruevos má[icos. Éstos se triplican por sí mismos: el primer huevo se
S. Comhaire-Sylvain ha dedicado^ estos mitos en via de desafección rransforma en espejo mágico, el segundo en carroza, y del terceto sale
^
simbólica que son los cuentos. Ya hemos utllizadoa2reste precioso tra- rrn príncipe encantador. El mismo sincronismo de -la¡ pruebas y.de.los
bajo folklórico que tiene la ventaja de presentarnos ,, através de unas 2r0 (irsugos se repite cuando se pasa ala segunda fase del relato dedicadaa
lecciones las variaciones de temas míticos censados en tres continentes. la otla joven-. En el mito de los L'éla, Les deux ieunes bornmes et la
uiei//e,-referido por J. Nicolás4zí, h^y dos series paralelas de pruebas
para, los dos jóvenes, y estas series están en sí mismas constituidas por
irruebas muy semejantes: la primera consiste en escoger entre calabazas
Comencemos por la sinopsis folklórica que constituye el primer vo- nuevas o usadas; la segunda, simple reduplicación de la anterior, en
lumen de la tesis de S. Comhaire-Sylvain. Dejatemos de lado, por su- cscoger entre los frutos ofrecidos no empezados o_empezados; la terce-
puesto, la interpretación difusionista del autor. Si bien se puede expli- rx, en <<vactur el excusadou ; la cuarta en extraer laterita; la quinta en
car , como hace la conclusión de esta tesis, la existencia del mito haitia-
llevar esre polvo... Estas pruebas habían sido precedidas de una larga
no por influe ncias africanas, france sas e incluso indias, resulta difícil scrie de prépruebas, si se pueden llamar asi, durante las cuales ciertos
objetos vegCtales y animales apelaban de forma estereotipada al buen
4r7 Cfr. Éunor, Images et Symbo/e.r, p. 73,y Afutbe de /'éternel retotlr, pp. 83 ss.;
I
cfr. GntnuLE, Masques dogons, p. 774.
4ts I-evr-STnAUSS , op. cit., p. 2r4. 4zz Cfr. L¡TNHARDT, Documents néo-calédoniens, pp. 421-428: <Le Cadet de Mdje-
4te Cfr. R. Glnnno, Le Popol-Vub, op. cit., pp. 32, 38,43 yJ. SousrELLE, Ld Pensée
rro)) yule Cadet de Taourr, cfr. asimismo- p. 466, <.Les Femmes du polygame>'
cosmo/ogique des anciens Mexicains, pp. 14-18. ¿zt Cfr. S. COt*lHnln¡-SyrvAIN, I¿s Contes ltai'tiens, vol. L
420 [¡vr-STnAUSS , op, cit., p. 223. 424 ón
"1.
NrcorÁs, <Myrhes er étres mythiques des L'éla de la Haute-Volta,r,
42t Cfr. supra, p.66.
op. cit., pp. 1370 y ss.

344 j4t
corazln del joven viajero. Si el mito L'éla es un auténtico repertorio
g¡\"D'¡12. En las dos lecturas neocaledonias4ll el héroeprincip4 es quien
I

del sincronismo y de sus redundancias, el mismo tema mítico, incluso


rrrri rquejado por enfermedades: lisiado, o cubierto de micosis y de tu-
reducido a su más simple expresi 6n tel como nos lo refiere Griaule att,
¡tr)tcs, con un aspecto repugnante o descuidado como lo está en cierta
presenta todavia, además del desdoblamiento del mito en dos secuen-
nrcrlitla Cenicie.ir o la Bestiada de nuestro cuento Europeo La Bella y
cias dedicadas a los dos jóvenes protagonistas, una reduplicación de las
peticiones de la vieja: ((peticiones> de fuego y de alimento, y también a
h llt,.rtia, Aquí vemos la confusión tan frecuente en el terreno fantásti-
ru rlcl agenñ y del paciente: unas vecesr Job debe.s.oPortar la prueba
reduplicación de la recompensa: la pueÍta abierta para el buen cazador'
,ft. sr¡ piopia enfermedad, otras, San Julián ha de llevar y calentar al
y cerrada para el mal cabrero; luego, don del tambor de los Andumbu-
Srilor iirfirrado de leproso. Pero el beneficio moral es el mismo: la
lú al buen cazador. Por tanto, tras un diacronismo moralizador hay en
il|,¡rricncia repugnante de la ciscara oculta la almendra preciosa, tal co-
todos estos cuentos míticos un sincronismo de las pruebas y de las re-
,,i,, (.n el viejo mito mexicanof3í Nanauatzin, eo enano leproso y Su-
compensas, así como la redundancia inicial de los..dos jóvenes)>. Pero,
I¡t,r'f e de úlceras, se transforma en el triunfante sol Quezalcoatl tras ha-
¿debe satisfacerse el mitólogo con tan pobre resultado formal? Tanto lrrrsc morrificado con espinas y lanzándose después sin vacilación en la
más cuanto que en toda esta serie mítica, toda alusión a las estructuras
lr,,¡¡r¡cra. Es, pues, ufl eiquem,a de inuersión de aa/ores por la inversión
parentales debe ser desechada: los dos jóvenes son tan pronto herma-
rlc'tos símboios lo que ia presi ir toda la mitología de Mamá del
nos como no lo son, tan pronto chicas como chicos. Tan pronto el <.ve- ^
ill{¡tt, No falra en él iiquiera el arquetipo del descenso acuitico.y ffaga'
te> inicial es pronunciado por una madrastra enfurecida como la
,Í,,r cn las lecciones háitianas, nivernésas o Bambara, de la, leyenda:
versión neocaledonia- por los otros hermanos 426 y otras veces -en es sólo
lrrcn sea que el niño al contemplar en el fondo.del p9z9 el carro de las
una sanción de opinión para <,aquel a quien se ha vejadorra2z. Por eso
IrH,lrrs se arroje al agua y remonte hasta la <rcabeza del aguarr.alt, .bien
tenemos que buscar las estructuras de este conjunto mítico no en el as- '
r¡rrt. cl genio SendolBambara), señor de las aguas,- arrastÍe a, Ia niñra a
pecto de las sintaxis aquí son muy pobres-, sino en el del con- '

-que ¡¡r r(.rno, o bien, incluso, como en la lección neocaledonia, qge el hijo
tenido simbólico que, e n todos los casos referidos, es muy rico y pre-
lrc(p¡cño de Ménégo se vea sepultado p9l la
montaña qye se derrumba
senta notables constantes y una notable coherencia isótopa. El isotopis-
r.nr(.ramente sobrJ é1416. La tránsformación de esta zambullida en sim-
mo queda señalado aquí, una vez más,pot una redundancia semántica. notorio carácter simbólico
Dejaremos de lado el tema de la simetría disocúrica que , sin em- ¡rlr. vi{e por el bosque nos parece - pg.s.e al
bargo, se ha planteado con constancia como el gran eje del diacronismo,
,t.,t vií¡"^^ tierras léjanas-qtt un debltitamiento del semantismo del
llllltl.
de este mito: porque las atribuciones recíprocas de los dos jóvenes son
Volveremos a encontrar todo el isomorfismo de los s-rmbolos tales
contradictorias, y ian pronto la palma es dida al ulabrador,, Ca'tn, como
al upastor)) Abel42s. Pero más significativa es la constante del personaje
¡)¡ro los hemos descrito en la parte de nuestro ttabajo titulada E/ Des-
tt,nto y la Copaats. En primer lugar, el proceso de inversión se acentua-
de la vieja de Marná del agua, vinculado a todo el simbolismo del agua
propicia aunque temida. El contexto haitiano subraya expresamente es- tfi ,.,, i, calidad de las uprueb?s)), ordenadas por la re-pugnante <Mamá
rlr.f agua)>. No nos deteñdremos aquí en el caricter form^l y moral de
ta ambivalencia del hada de las fuentes, tan pronto sinzwi canibal y te- :

r\¡rs ¡lruebas: hunrildad, obedienciá, compasión, etc., sino simplemgn-


riomorfa como bonachona vieja negra encorvada y arcugada por la
edada2e . Éste es, por mnto, el aspecto irrisorio y repugnante: <Virgen
tr .n el semantismo material: se uatl de lavar o de rascar la espalda
rlrt{rvisra de_punras.agudas o hirientes>>, de ser lamido o de recibir los
santa disfrazada de viej arr43o, <vieja medio comida por el ogro Dimo>>; o,
r\( u pfiatos dé la viej lo ambién, como en el mito L'éla de ulimpiar.el
en las escasas lecturas masculinizadas que se parecen a las leyendas occi-
,,x, ,,r^dó,r. Esta aceptación de untt situación negatiua enualará la in'
dentales de SanJulián el hospitalario o de Reprobatus-San Cristóbal 43r'
.,Nuestro señot se presenta con el aspecto de un "viejo cubierto de lla- tr
'r CouHnrnE-SylvnrN, op. cit., p. 11 (Brasil).
¡ 1 t (,fr. Lr¡NHARDT , op . cit. , pp . 421-426 .

It'r Cfr J. Sousr¡LLE, op. cit., p. 19.


It) Op. cit,, pp.24y71.
425 Cfr. GnIAULE, Les Masqucs dogons, p.702. 'l t('¡ LI,ENURRTD
426 f¡¡¡HARDT, op. cit., p. 426, .,Le Cadet de Taour'. , op , cit. , p . 423
.

I / (,fi. F.
1
BAR, Les Routes de /'autre monde. En la colección de cuentos de
427 Cfr.
J. Nrcoras , op. cit,, p. 1376. .

( rrf rrlrrrirc-Sylvain , la zambullida, el sepultamiento se reemplaza la mayor parte de las


428 Cfr. GnTAULE, op. cit., p.703: <,En este asunto el cabrero perdió porque no había
yr r r'\
hecho el bienu; cfr. J. GuraRT, Contes et légendes de la Grande Terre, Pp. 17 y ss. lx)r una alusión explícita a los infiernos: aldeas de los uSin madresr, (versión Bulú,
429 S. C.orr¿HAIRE-SyrvarN , op. cit,, p. 7r. fr ',fl'r); opaís de los espíritus, (versión Benga, p. 47), rrinfiernos acuáticoso (Batlaping,
430.Qp. cit., (Lectura Rep. Dominicana y Batlaping), p. 17. fr ), upaís de los muertos)> (Dschagga, p.tl),menos frecuentemente uviaje hacia
43r Cfr. supra, pp. 183 y ss. I l¡,,,,,. (Nvasalandia, p. tt).
I rn ('.fr . supra, pp. 240 y ss.
346
347
aersión de /a situaciín: la recompe lo que el niño tenia que la-
n¡(, cn la de Cataluña o Chile, son .,callosr>
manifiesta materialmente por rasg v¡u', y esos mismos callos eslo que volverá a encontrar mágicamente.
S. Comhaire-Sulvain43e basa todi lir¡ México y entre los Zuñt, el cuento es muy explícito y nos da un
tres Formas ilunlcnto del simbolismo del continente-contenido alimentario vincula-
-gue nosotros consideramos como isótopas- del castigo: la
Forrna 1 , a las que peftenece la versión haitian r, haie radicar el ca"stigo rhr:rl tema de la reciprocidad entre objeto perdido y objeto buscado, y
en <objetos para rompet>; la Fornza f urnbién al tema de la inversión de la intención con fines morales:
jetos que escapan de"la
bocar; la Forma 3, que nos parece u iento semán^ti.o, hace .llna niña lava el estómago de un ternero muetto. Un pez se lleva ese
radicar la recomp€nsa en una gracia o en cualquier poá.t rrtórnago. Grita y un hombre le pregunta el motivo, eue ella le dice al
mágico. Pero también aquí, mái que esas <.formas>>, es el isoiopirÁo r.- f
rrnto. Entra en esa casa, dice el hombre, y verás un bebé, mátalo y co-
velador de un fondo único lo que nos interesa. Así, por ejemplo, no-es Hr sr¡ estómago... Al ver al bebé ella no tiene el valor de matarlo...)>
tanto el hecho de <<romperr> lo-que importa en las sinciones á. ir For- lrrl¡r f antasía alimenticia vinculada al simbolismo de los continentes se
nza I , sino más bien el hecho ya señalado 440 de que todos los objetos vr¡r'lvc a encontrar bajo formas diversas a través de los temas de la.,co-
mágicos sga.n pequeños objetos y generalmente continentes: huévos, r rr¡r f antástica,r: el arroz de la versión haitiana que se multiplica migi-
rilnr('nte en la marmita; la vieja que pide comer carne como en la ver-
lueces, calabaza, cesto, melón. Es más, los rasgos semánticos isomorfos
del simbolismo del continente liliputiense se encuenrran en casi toda la uor r Dogon aa6. Este tema alimentario no se le ha e scapado a
serie mítica de la Forma I y ante todo e/ a continen_ trcrrhardtaaz que dedica una nota al episodio final del mito en el que
tes, En la versión neocaledonia, se ve que <(Hijo Á.- rr vt' Al mismo tiempo al <Hijo menor de Taurr, encerrado en el preci-
_
nor de Tau >>44t unas nueces de coco migicas de n dós her- ¡rrr ir) con sus mujeres y socorrido por el camarón, amontonar víveres y
Irrr'¡q.) matat al malvado hermano mayor y <ofrecérselo al camar6n para,
TosT mujeres: estas nueces están a su vez conrenidas por la piragua, y ,l,rr r¡rás sabor a las legumbres)>. Este tema alimentario nos parece isóto-
el milagro se real iza cuando la emb arcaciln se encuenrra ((en med"io dei
s6s4"¡
agLta>>; Lrr la rLLLrt,rr
en 14 Hausa 442
lección rrau)a -'- (ICr mito, la Vlera
del IIllIO, vieia Ofdena:
ordena: <(1\bfe
<Abre ese gfan
sran frn.lt'todas las alusiones bucales que implica el conjunto mítico de
puchero e-n mi cuerpo y coge de él tres huevos. >> Inme diatamenre d.r- :. oot,la
lll¿m,í de/ agl¿a, Entre los Temas y los Haussa vieja está <.cubierta
pués añade explíéitamente la clave del mito-: <.Rómpelos rlr' lx)('as)>, mientras q.yg entte los L'éla la primela pyjb-a exigid,a por la
cuando el -dando yrc jl al héroe es urecibir en sus manos su tnctsivorr{4e. Esta oralidad se
ra conminación a
inaertir el la lección hai tja_ rlrr¡rrrolla abundantemente en la Forrna 2 del mito observado por
na qor las semantir^o pro- S (,ornhaire-Sylvain: tanto recompensas como castigos escapan por la
fundo del os informa , -.- lrrrr ¡r, ('omo en el cuento de Perrault Las Hadas, pero mientras que los
nudo de que esta conminación a romper el huevo es simétrica al inci- ullt'tos del castigo son reptiles, sapos o serpientes, o bien excremen-
dente que ha hecho nacer la avenr lu\r1(', la recompensa se manifiesta por un ..vomitadorralt de riquezas:
protagonista ha sido casrigado bien frrru,kr, oro, piedras preciosas, monedas, vestidos y ricas ropas cuya
bara, Jamaica y Bahamas)4a3, bien, Itrrcllrr ha conservado nuestra Cenicienta (qre según la clasificación de
continenre (Haití) al lavarlo en el Irr rrritología peftenecla a le Forrna 3) en la metamorfosis de los po-
vincula aquí una vez más a la redu lr,'. lrarapos en vestidos principescos. Todas estas riquezas salen de la
f rrrr u. trn ciertas lecturas, tales como la de los L'éla o la de los Canacos,

Frtirs riquezas están simbolizadas por dos hermosas mujeres que se ca-
tlrr ron el héroe, mientras que el castigo se expresa por medio de mu-
ferrr lisiadas, que no tienen más que un ojo, ventana en la nariz, una
I tl t',,t , tr n bra zo. . .4'2
ido un conrinenre-alimento que .

A s í pues, tras el esquema diacrónico y las relaciones sincrónicas el


de la República Dominicana, io-
rrr' (,or't-t.uRr-Syrv.uN, op. cit., pp.2-3; Gnraurl, op. cit,, p.702.
rI l,r,t,runnnDT, op, cit., p. 428.
Irrr ( ,r ¡uunrnn-SyLVAIN, op. cit., p. 36.
r|r I Nrcor-As,op. cit., p. 1376.
l''tt lt'lttntR¡-Syrv¡:x , op, cit., pp. 13, 20.
1 ,t
rir t)1, 6i¡.,p.43 (versión Bene-Mukuni).
11" {,1r. . NrcorÁs, op. cit., p. 1382.
f

348 349
conjunto mítico de Mamá del rrgua está la epifanía de todo el isomor- l)cro todo el semantismo de los s-rmbolos de este conjunto mítico es
fismo de los arquetipos, de los esquemas y de los símbolos de la inaer- ln t¡uc vz a, relacionarse con el drama, si no de la pasión de un salva-
sión y de Ia intimidad4st: el tema de la madre y del agua, el esquema rfrrr, al menos de la novela de un salvador aliado con un cierto Bien,
de la zambullida y del tetorno de los valores, los símbolos acoplados y uurtra un cierto Mal monstruoso y teriomorfo. El semantismo es, pues,
la gulliverización de los continentes, la relación de los continentes y de rur f rrimer lugar, antitético . Ya hemos señalado todo el simbolismo aún
los contenidos alimentarios, hacen aparecer este conjunto mítico como lrrt:tnnorfo desplegado para pintar al adversario: ogro , fantasma, duen-
una ilustración de las estructuras místicas4t{ de lo imaginario. Una her- ,l(', llruja, mujer con cola de pez. En las versiones que se acercan a los
mosa constante del isomorfismo pone sobre todo, efl evidencia, el ca- r ucntos haitianos, Culebra, Genil, Cordero o Bazcouis Macaq, el ad-
ricter rnate rial de estas estructuras y la import ancia de I semantismo al ,1

ycts¡lrio es la serpiente, simple culebra o boa, cobra, pitón, etc.4te. Se


lado de las formas sintácticas de I mito. lr((rnoce en ello al monstruo deuorador o simplemente tragador. No
ulrst:rnte , S. Comhaire-Sylvain, en su clasificación, pone de manifiesto
l¡r tcrrdencia eufemizante del simbolismo tal como nosotros la habla-
En torno al segundo grupo de cuentos recogidos por Comhaire- nros observado a propósito del caballo Bayart o del San Cristóbal cino-
r f l¡rloa60. En efecto, ttes Forrnas pueden manifestarse en cuanto a las
Sylvain, y a los que nosottos daremos el nombre genérico del cuento
.intcr'¡cionesr> del monstruo. En primer lugar, el esposo sobrenatutal
haitiano que da su nombre ala primera serie , Domangagq veremos ac-
tuar no tanto e I isotopismo de las estructuras rnísticas como el de las es- ut'nc intención de devorar a su cónyuge, ahí se ptesentan dos casos: o
tructuras sintéticas 4tt y de los semantismos relativos al drama de la cai- lrit'rr que haya que esperar el ataque directo del monstruo, o que el
r t¡rryuge descubra el proyecto y escapea6r. La segunda Forma indica ya
dr y de la redención por un mediador. La clasificación que da el mitó-
logo de estos grupos de cuentos es también significarivade todalaten-, ur¡ rlcbilitamiento de las intenciones nefastas del cónyuge monstruoso:
dencia profunda del semantismo del Régimen Nocturno, a saber, el' no rnanifiesta sus proyectos malvados y huye en el momento en que su
eufemismo. El diacronismo de toda esta serie puede resumirse así: el n¡rtrr raleza, esdescubierta. Por último, €o la tercera Fornza se asiste real-
héroe principal, generalmente del tipo <<novio difícil>at6, se suele unirr nr('nte a una ant'rfrasis semántica, Ll tiempo que se conserva la forma
en matrimonio, con el monstruo disfrazado, y sale de viaje con este últt- ¡irrt¡ictica: el monstruo tenia buenas intenciones, pero huye en el mo-
mo; pero está más o me nos vigilado y protegido, sin él éaberlo, por un' ntcnto en que ciertas prohibiciones quedan rotas. En este proceso eufé-
salvador asistido por un animal mágico. A pesar de los ataques y las nrittr los tabúes y las prohibiciones de la tetceta Forrrzo, eue general-
persecuciones del monstruo, el héroe principal vuelve más o menos sa-, nr('nte giran en totno del complejo espectacular con prohibición de mi-
no y salvo a su país de origen y el monstruo es puesto en fuga y ven-,i rilr, prohibición de pronuncíu el nombre, prohibición de maltratú,
cidoatT. El srncronrsmo del mito pone en evrdencia el tema del sa/ua-, rtr (1tera462, son eufemismos del vigilante auxiliar del monstruo, como
dor, que se repite en la versión haitiana y Malinké , asi como en la de rl girllo y la campana mágicos que vigilan a la esposa en el cuento hai-
los cosacos de Zaporoviaals. Ante todo es el hermano pequeño quien,;, triu¡o Domangoge463. Es muy significativo que en muchas lecruras
(rrrrcve según la nomenclatura de S. Comhaire-Sylvain) el auxiliar mal-
con ayuda del caballo mágico ,, arrebata su hermana al monstruo bur-
lando la vigilancia del gallo maléfico; luego , al llegar al país de los lrct hor sea el leñador que ataca al irbol migico cuyo crecimiento salva
<hombres solos)> es un antiguo <(pretendienterr, barquero en la mayoúi, u I infbrtunado cónyug e464 .
de los casos, quien, tras e I episodio de la vigilancia frustrada de la cam-;
pana mágica, lleva a la hermana al otto lado del agua, mata al mons- '11() Cfr. op, cit., pp.236,239,248.
truo y se casa con la muchacha liberada. Si se compara el cuento Do- '¡60 Cfr. sapra, pp. 74, 83 y ss. , 194 y ss.
'r(,r Invertimos lás dos clases de la Fo za I tal como se encuentran clasificadas en
nzangage con otra versión haitiana, Cordero, se ve que el papel de sal.
I r¡nrhaire-Sylvain. La serie del tipo Cordero, en la que la esposa es devoreda, nos parece
vador es atribuido a .,Corderor> que al final vence a uCuleb Ía>>. As rr(.n(¡s eufémica que la del tipo Dornangage, Clasificaríamos los tipos de cuentos recopi-
pues, se insiste , mediante el sincronismo, €o el caricter soteriológico. l,rrlos por Comhaire-sylvain en el orden siguiente: Culebra (caso extremo en el que la es-
lr'\:r,levorada muete), Dornangage, Mirotá, Cordero, Nueaa culebra, Tres perros, Baz-
t t,un Macaq y Gentil.
Ari Cfr. supra, pp. 224 y ss. 't62 Op, cit., pp. 85, Ll6, L29,201,, 239.8n todas estas lecturas chilenas, africanas
454 Cfr. supra,pp. 239 y ss.
(l.urrba), indias (Arowaq, Choco, Pamné o Tepecano), o incluso provenzales, resulta una
45t Cfr. supra, pp. 308 y ss.
4t6 Cfr. Cor'rHnrnr-SylvArN, op, cit., pp. rL,144. ¡rrrlribición semejante a la de los viejos mitos mediterráneos: Psyque, Eurídice, Pandora;
r lr vcrsión neo-caledonia, <La Mufer Pez>, en LE¡NHARDT, op. cit,, p.470.
4t7 Op, cit,, pp. 209 y ss. 'r('¡1 CouH,rtnn-Syrv¡.1N, op. cit., p. 209.
458 op, cit., p. 217. 'r(,'r Cf r op . cit, , pp . 30 , 67, 178
.

Jt0 3rr
El protagonista del adversario monstruoso es, a decir verdad, más el o 4:ia escap ?r o ver un elemento teratológico como pie de hierro, pie
fhendido,
salvador que el cónyuge . Ya hemos señalado el papel central del her- apetito de ogro; pero en la mayor pafte de los casos es una
mano pequeño salvador, del salvador gulliverizado en los cuentos de la clenuncia (cincuenla y tres casos), o uná confesión (nueve casos)
serie Domangageaít. Ahora hemos de insistir sobre los aliados del sal-
lo que constituye la Pero en casos muy típicos es
Lrna prueba, por eje dado al cónyuge sobrén atural
vador: en muchos casos también es un animal que, o bien sirve de me-
pa'r? ver st su sangre o menor, el descubrimiento fortuito
dio de locomoción al salvador y a su hermana (en once casos es un ca-
ballo)466, o bien sirve de mensajero (.t trece casos se trata de pájaros);
tle una cámara secreta donde están encerradas las antiguas víctimas del
en siete casos el caballo es un eficaz consejero. Por último, en muchas rnonstruo. Y en este episodio, que se manifiesta en nuestro occidental
lecturas africanas es el perro quien sufre la antlfrasis semántica y se con- Barba Azul, la numerología tan frecuente en el mundo cíclico del Ré-
vierte en auxiliar, o incluso en la encarnación del salvador frente a la ,gimen Nocturuo tiene un papel muy importante: siete mujeres de Bar-
horda de los leñadores del diablo a67. No de ja de tener interés observar ba Azul, <<tres hermanas liberadas que huyen> en el caballo mágico de
ttt, Trasgo que duerme siete días y vela siete d-las, sie-
los ..siete colores)>
la relación del tema del perro eufemizado, primitivamente animal
mordedor, y de la agresividad leñadora. Puede seguirse también la te llaves, siete habitaciones, siete muchachas, etc., eD las versiones ma-
eufemizaci1n del esquema dionisí^co del desgarramiento: tan pronto rroquíes y moras474. Y esas <<cámaras secretas)> de simbolismo aritmoló-
es, como en el arquetipo agrario clásico , la víctima inocente la que es gico, con frecuencia ..llenas de osamentas)> o de cadáveres, tienen que
desgarada, luego ((recompuesta)> (Trinidad) como el perro mismo el ver co_n el país de los uhombres solosn, el país de las <mujeres solasu ó el
que es sacrificadoout, o como son los perros los que comen y desgarÍan lraís de los muertos de la versión Domangage. Por último, el esquema
al ser diabólicoaíe. También hay ahl uansmigraciln eufémica de los va- <lel retorno y el de la huida harán nacer todo un enjambre de s-rmbolos
lores devoradores. .significativos de las intenciones escatológicas del conjunto mítico en
Por tanto, se e ncuentran frente a frente el monstruo teriomorfo (uestión. Están ante todo las estratagemas pura, <retardarr> la persecu-
flanqueado por sus auxiliares, y el salvador secundado por animales t'ión del cónyuge sobrenatural: obstáculos y objetos arrojados, alimenro
eufemizados. El escenario del mito será entonces el legendario escena- rlado al gallo-cerbero o incluso directamenre al diablo a7t, pero, sobre
rio del viaje ambivalente, que implica un ir, generalmente un descen- todo, son los temas del refugio, refugio intimista y con freiuencia gu-
so, y un retorno más o menos triunfante en forma de huida. El retroce- lliverizado, lot que.los remiten al grupo mítico de Marrzá de/ agra.
so queda indicado la mtyoria de las veces por la revelación del mal, por llnas veces los fugitivos se disfrazan para escapar a los perseguidos
la revelación de la naturaleza del cónyuge cuya supervivencia en las for- (ocho casos), otras utilizan continentes como veh-rculos: bambú ñue.o,
mas totalmente eufem izadas, es como hemos visto, la infracción del ta- lrarril de az
bú. La prim era fase del viaje no es en la mayoria de los casos más que noa mágíca
un simple viaje de novios, o incluso, como en el cuento haitiano Cor- tarse en el
dero, un vulgar paseo470. Con mucha frecuencia (en treinta y siete ca- (lue salva a
sos) el matrimonio y la partida que resulta de él están motivados por el <le simple a a en gigantesco baobab 477. Encon-
I ramos por tanto en la serie mítica Domangage y sus variantes un nota-
pecado venial del cónyuge humano, del tipo <.novia difícil>, eue sólo
aceptará por esposo a un ser susceptible de aportar alguna riqueza. En lrle isomorfismo semántico que incluye ésá serie en la modalidad
t íclica del Régimen Nocturno de la imagen. Enfrentamiento de dos
los cuentos y mitos de la serie Cordero y Cu/ebra, la secuencia de la de-
glución funesta parece reemplazar al viajeí7t. La revelación del mons- principios, uno encarnado por el animal diabólico, el otro por el niño
truo ocupa un puesto central en la peripe cia; unas veces la natu raleza salvador; tema del matrimonio unido al esquema del via¡e de ida y
del cónyuge monstruoso se tevela durante una metamorfosis o este últi- vuelta; s-rmbolos aritmológicos, s-tmbolo del áibol. Todos loé elemenros
scmánticos de este mito vienen a clasificarse bajo las rúbricas significa-
livas de las estructurls sintéticas, yz sean cíclicas o mesiánicas.
46t Cfr . suprd, p. 201.
466 Cft. supra, p. 81, cfr. op. cit., p.248.
467 Cfr. op. cit., pp.l7I, L72, l7r. 472 op, cit,, p. 221.
468 Op, cit,, p.226, tipo de cuento <Los Tres Perros> en el que los perros son vícti- 473 op. cit., p. 22r.
47J Op. cit,, p.12 (República Dominicana).
mas del mal cónyuge . Son quemados, pero gracias a un hueso conservado en una cajita y
474 Op. cit., p. ,7.
al que se añaden unos granos, una espina y un cabello (gulliverizaci6n), resucitatín.
46e Op, cit., pp . 64,, I73, t77. 47, S. CorrrH¡,n¡-SvrvAIN, op, cit,, p. 154.
il
470 Op. cit., pp.9,209,,217. 476 Op, cit,, pp. tl, 124, Lr9.
1l
471 Op. cit., pp. 5l, 144, 217, 220, 248. 477 Op. cit., pp . 30, L78.
li
1l

3t2 3t3
,i
De esto modo, se pueden ordenar recíprocamente las dos series mí- mito, como del sueño, oo procede sino de la sobredeterminación de
ticas Maná del agaa y Dornangage en las dos subespecies estructurales sus motivos explicativos. La razón del mito es no sólo <hojosar>, sino
del Régimen Noctumo de la imagen: la rzística y la sintética. Esta últi- frondosa. Y la fuerza que los símbolos en ((enjambrei" ár."i^
ma recurre con frecuencia, como su nombre indica, a elementos diur- su formalización. Al ser el"grvpa
mito síntesis, es p r ello ui-p.tialista,r?tt ^y
nos antagínicos. Porque el mito es un ser híbrido que proviene a la vez concentra en sí mismo los mayores significados posibles. Por eso es inú-
del discurso y del s'rmbol 0478. Es la introducción de la linealidad del re- tilquerer <explicar> un mito y convertirlo .. plro lenguaje semiol óSi-
lato en el universo no lineal y pluridimensional del semantismo. Está, co. Cuando,más, se pueden clasificar las estructuras que componen"el
pues, tanto a igual distancia del Epos, depósito de los mitos abandona- mito, ..moldes)> concretos <,donde v^ a aferrarse la fluida multiplicidad
dos por el escrúpulo positivista de la investi gación arqueollgicaaTe ,, y de los casos>482. EI semantismo es, pues, tan imperativo en el ¡¡ito.o-
también del Logos donde se unen linealmente signos arbitrarios, f run= mo en el simple símbolo. Al ser un falso discuiso, el mito resulta un
que pensemos como Lévi-strauss que .,el vocabulario es menos im- enjambre semántico ordenado.por las estructuras cíclicas. Comproba-
portante que la estructuta)>, dado que el mito no se raiciona jamis mos una u?z más. gue el <sentido figuradorr, es decir, el r.-rniismo,
cuando se ffaduce, es decir, eue finalmente no tiene traducción y mi- está lleno de sentido, de sentidos, piopio, no ala inversa. En ninguna
nimiza su soporte lingüístico, oo cteemos que <la forma mitica prime parte mejor.gue en el mito se ve actuár el esfuerzo semiológico y"sin-
el contenido del relato>4r0. Porque, yL hemos dicho, que la forma no es táctico del discurso que viene a que brarse en las redundr.Ji", dll se -
la estructuta, y en un mito, una afinidad cualitativa contribuye a agrtJ- mantismo, dado que en el discurso resiste la inmutabilidad de los ar-
par los <.enjambres> de imágenes y de símbolos. El valor semántico de quetipos y de los s-rmbolos.
un solo término enttaña el sentido de todo el diacronismo y de las rela- Ciertamente el mito, por su diacronismo discursivo, es mucho me-
ciones sincrónicas: un simple acento afectivo ..diurno>> y polémico intro- nos ambivalente que el simple símbolo; da la apariencia de una racio-
ducido en la serie Dornangage, una simple añoranza de las estructuras nalización é.pic.a o lógica. Es lo que yaLévi-Strauss483 habia presentido
diairéticas, y he aquí que la huida se convertirá en necesidad moral y cuando explicaQt.qy. el mito no corresponde, rasgo a rasgo, al simbo-
vital, ante el monsttuo nefastamente hiperbólico, y el descubrimiento lismo concreto del rito, y que h^y un deifase homólógico ár,tr. el ritual
del caricter monstruoso del cónyuge será una revelación bienhechora. y la -mitolog'n -Pero, sobie todo, se nos da un her"moso ejemplo de
Lo que por el cont rario se pone de relieve son las estructuras netarnente ese desfase en el estudio etnogr áfico que Louis Dumont ha 'heciro del
místicas, la uintimidad,r y las cualidades del compañero ictiomorfo. He ritual de la Tarasca y de la leyénda de -SantaMarta. Tras haber analiza-
aquí entonces que la huida del monstruo es nefasta a su vez y que el do el rito 484 de l" Ptocesión de Pentecostés en Tarascón, er la que se
descubrimiento de la condición monsttuosa se concibe como la viola- exhibe una efigie- del monstruo temible y benéfico, Duáonr pasa
a la
ción aciaga de una prohibición . La forma sigue siendo la misma, pero el confrontación de los diferentes relatos míiicos en las leyend"r Á;di.u"-
significado ha cambiado totalmente debido a que el acento estructural les de la Pseudo-Marcela, de Jacques de Voragine, ¿él Pseudo-Raban
ha cambiado. Y si podemos reducir mitos y complejos a algunos <(ti- y de Gervais de Tilbury{s'. Lléga pot fin a hs Jonclusiones de que frry
pos> sencillos, estos tipos no son relaciones funcionales, sino estructuras una distensión discursiva en el" rejato legináario q;; r. encuenrra
semánticas y figurativas. Y esto es tan cierto que no se puede separar e n el emblema ritual de la procesión dJpentecostés. "o-
La Tarasca ritual
una forma cualquiera de la actividad humana de sus estructuras inten- <(concentta en sí el mal y el bienu, mientras que la leyenda udesdoblau
cionaler profundas. el contenido y mientras que diacrónicamenté <rla coátradicción se ex-
El mito aparece, pues, siempre como un esfuerzo por adaptar el presa
Por el enfrentamiento de dos personajes: el animal que conserva
diacronismo del discurso al sincronismo de los acoplamientos simbóli- :ó19 el aspecto maléfico y la santa que represenra el lado Éenéficor> 486.
cos o de las oposiciones diairéticas. Por eso, todo mito tiene fatalmente La leyenda introduce mediante su diacronismo (una relación causal: la
como estructura de base infraestructura- la estructura sintéti-
c^ que intenta organizar-como
en el tiempo del discurso la intemporalidad 481 Cfr. DuMÉztL, Les Dieux des Gerrnains, p. XIII.
de los símbolos. Esto hace que al lado de la linealidad exttemada del
Logos o del Epos, el Mytltos apaÍezca siempre como el terreno que es- 227.
capa paradójicamente a la racionalidad del discurso. Lo absurdo del te el papel del relaro parale-
(en Cabiers intem, de syrn-
478 Cfr. PnzyLUSKI ,I¿ Grande Déesse, P.6r.
47e Cfr. E. Dnnoel, <,La Signification dy mythiqueu, en Diogéne, n.o 7 , 1954.
48o I¡vl-SrnAUSS, op, cit., p. 221.

3t4 3r,
santa llega por causa de los estragos, pata acabu con ellosrasT. Se ve en :

este ejemplo que el mito, eo relación al simbolismo del objeto rirual, r LIBRO TERCERO
está ya en los peldaños de una no quiere decir
que el mito, aun asimilando e Logos o la rela- ELEMENTOS PARA UNA FANTÁSTICA
ción de anterioridad del Epos, nismo <prelógi-
TRASCENDENTAL
co), sino un atreglo de s'rmbolos, y su linealidad sólo sea superficial.
El diacronismo del mito es el aspecto general que lo integra en el
género relato; el sincronismo es un -rndice que señala los temas impor-
tantes, pero el isotopismoass sigue siendo en última instancia el verda-
'dero
s'rntoma del mito y del cuento considerado y permite diagnosticar
su estructura. Si se quiere precisar más aún este método de la mitolo-
gja, h^y que estudiai, como ha hecho Soustel con la mitologta mexica-
na,junto_alasestructurasestablesyarquetípicas,losincidentesgeogri.
ficos e históricos gue pueden degradar el arquetipo en s'tmbolo a8e. Asl
pues, pxrece que haya, que recupeÍar, en varios estadios, el sentido po-
limorfodelmito:enelestadiosemiológicoysintáctico,talcomopre.
tende Lévi-Strauss, se podrá obtener el <sentido> diacrónico del relato ;

en la vía del Logos moralizador de la fibula o explicativo de la leyenda:


el sincronismo nos dau:á y^ una indicación sobre la orientación de los La especulación filosófica perrenece a los fines de las cien-
<.enjambresn de imágenes; por últimoaeo, como pretenden Soustelle o cias del hombre : en ningún momenro podría pasar por un
instrumento de investigación.
Piganiol, las consideraciones geográficas e históricas dilucid u.in los
puntos de inflexión del mito y las aberraciones por relació n a la polari- A. Lnnor-GounH AN, Arcbéologie du Pacifiqae
zaciln arquetipica. Sea como fuere, por su doble cuicter discursivo y Nord, p. t I
redundante, cualquier mito implica estructuras sintéticas; <,Se sabe de
sobra que todo mito es una búsqueda del tiempo perdido)>4er. Búsque- Pero aunque no quedarin sino... máscaras vacías de senti-
da del tiempo perdido, y, sobre todo, esfuerzo comprensivo de reconci- :
do, pinturas incomprendidas y danzas sin objeto, no sería
menos seguro, que en este pueblo, detrás de todas estas for-
liación con un tiempo eufemizado y con la muerte vencida o transmu-
mas y todos estos ritmos, se oculte la voluntad de durar, vo-
tada en aventuta paradisiaca; así se manifiesta el sentido inductor últi-
luntad que le vino en el momento en gue, según dice, tomó
mo de todos los grandes mitos. Y el sentido del mito en particular no conciencia de la descomposición de la muerte .
hace más que remitirnos al significado de lo imaginario en general,
que vamos a examinar en el último libro de esta obra. '11

M. GnnutE, Masqaes dogons, p. 819.

488 p¡sfsrimos decididamente isotopismo a, isornorfrsrno utilizado por Ch. Baudouin,


cuya molesta raíz recuerda demasiado la vacuidad de la forma. Cf¡. BauDouIN, Psycban.
de V. Hago, p. 202; cfr. supra, p.

iii {i;,,?"".YiTff' ",!" J'J;;"H;ruj;u:;. rerreno que ra historia y ra geo srafiadeban


ser solicitadas <primeror; cfr. I.Évl-STnAUSS ,, op. cit., p. 273. Porque el documento fantás-
tico escapa la historia más aún que el documento tecnológico, cfr. l¿nol-CrouRu^,tN,
^
Homme et Matiére, p. 18.
49r LÉvr-Snn,russ, op. cit,, p.22r. Cfr. I^a Pensée saauage, cap. VIII, (fr Temps re-
üouvé>.

3r6
\

I. UNIv¡RSALIDAD DE LOS ARQUETIPOS

En la introducción t de este libro nos proponlamos llevar a cabo una


descripción realmente fenomenológica de los contenidos de la imagina-
ción, recutriendo, sin otra preferencia que una preferencia metodológi-
ca de los imperativos biopsíquicos, a la totdidad del trayecto antropo-
lógico. Al negarnos a separar la conciencia imaginante de las imágenes
concretas que semánticamente las constinryen, optábamos deliberada-
mente po¡ una fenomenologla frente al psicologismo ontológico de ti-
po reflexivo. Esta voluntad descriptiva debla llevarnos a un análisis y
luego a, una clasificaci1n estrucnlral de los diversos contenidos posibles
de lo imaginario. Así pues, hemos mostrado cómo de los ües reflejos
dominantes que nos habían servido de hilo conductor psicológic o para
nuestta investigación, salían tres grandes grupos de esquemas, los es-
quemas diairéticos y verticelizentes por un l1do, simbolizados p.or-los
arquetipos del cetro y de la espada, isótopos de todo un cortejo simbó-
lico; por offo ládo, los esquemas del descenso y de le interiorizaciín
simbolizados por la copa y sus componentes simbólicos y, frnalmente,
los esquemas rítmicos con sus matices clclicos o progresistas, representa-
dos pór la rueda denaria o duodenari^y la aararetóñada, el ár:bol. Ha-
bíamos agrupado esta tripartición en dos reg'rmenes, uno diumo, el de
la antítesis, offo noctumo, el de los eufemismos propiamente dichos.
Luego hemos demostrado cómo estas clases arquet'rpicas determinan
géneros estructurales y hablamos descrito las estracturrrs esquizornorfas,
las estracturas místicas y , por último, las estracturas sintéticas de lo
imaginario . Partiamos así de la hipótesis de la semanticidad de las imá-
genes, y hemos coprobado a lo largo del estudio cuin fruct'rfeÍa eÍa esta

t Cfr. supra, pp. L7, 30, 31.

319
hipótesis: los s-rmbolos y los agrupamientos isótopos que los vinculan se la imaginación. En offas palabras: lejos de ser a priori universal, la fun-
nos han aparecido como directamente reveladotes de estrucnrras. Dicho ción de imaginación estaria motivada por tal o cual tipo psicológico de-
de otro modo, eo un sentido, lo imaginario sólo remite a si mismo, y tinido, y el contenido imaginario por tal o cual situación en la historia
podíamos contentarnos con la clasificación establecida anteriormente 2. y en el tiempo. Éstas son lis dos grandes objeciones hechas alaarqueti-
No obstante, si es posible semejante convergencia de resultados y una pología trascendental por la tipologia y por la historia, y que ahora he-
comprobación total del semantismo de las imágenes, es preciso interro- mos de examinar.
garse sobre el sentido que puede inducirse de una concordancia tan ge-
neral. No h^y Clave de los Sueños, sino que los sueños en su conjunto,
y por sus estructuras coherentes, manifiestan una realidad cuyo sentido
global puede discernirse. Dicho de otro modo, nos queda por estudiar Los tres grandes grupos de estructuras de la fantástica que acabamos
el sentido del semantismo imaginario en gen eral. Y si nos hemos nega- de describir, podrían hacernos creer que se uat" de tipos psicológicos
do a vet en la imagen el signo vulgar de una realidad psicollgica o de de representación mutuame nte exclusivos, y llevarnos a pensar que la ar-
una realidad extrínseca a la. conciencia, ahora tenemos que preguntar- quetipología no es oúa cosa que una tipología. Tanto más cuanto que
nos de qué trámite ontológico puede ser signo el semantismo en gene- numerosos caracteres de diferentes tipos psicológicos coinciden con los
ral. Esto es pasar de la morfologia clasificadora de las estructuras de lo de diferentes regímenes de la imagen. El ..tender minded> tal como lo
imaginario a una fisiologla de la función de imaginación3. Es esbozaÍ describe James t, ¿no encarna ejemplarmente el Régirnen Diumo de la
una filosofía de lo imaginario que podríamos llamar, como sugiere No- imagenT Tal como la imaginación esquizomorfa, €l ..tender mindedu
valis , una fantástica trascendentala. Y esta expresión no sería más que regula sus'representaciones sobre principios absttactos, €s intelectualis-
un simple juego de palabras, si ahora pudiéramos demostrar que esta tA, idealista, fácilmente dogmático. Y sobre todo, Régirnen Diurno y
función de imaginación está motivada, no por las cosas, sino por una Régimen Nocturno, ¿no coinciden acaso recíprocamente con los dos ti-
manera de lastrar universalmente a las cosas con un segundo sentido, pos psico.lógicos célebres, tal 6.
to? /
con un sentido que sería la cosa más universalmente compartida del qn9 señalábamos nosotros mi entre
Diurno de la imagen y las

mundo. Dicho de otro modo, si pudiéramos probar que h^y una reali- esqu
dad idéntica y universal de la imaginación. Ante todo h^y que señalar que las tipologías citadas anteriormente"'
Antes de poder exffaer semejante conclusión filosófica, hemos de no coinciden nunca por completo con los regímenes de la imagen tal
desechar, no obstante, dos objeciones que aún pueden alzarse contra la como nosotros los hemos descrito. Por ejemplo, paraJamess, el racio-
trascendentalidad de la conciencia grifrca, a saber, que los dos regi- nalista sería ante todo ..monista> y <<sentimental >>, caracteres incompari-
menes que estructutan esta conciencia son exclusivos entre sí, y que, eo bles con el alcance diairético y polémico de las estructutas diurnas que
realidad, la función de imaginación oculta dos realidades psíquicas an- polarizan e I arquetipo de la espada y los esquemas antitéticos. En
tagónicas que se oponen, por ejemplo, en los tipos de representación cuanto a la segregación y a la clasificación de las personas en tipos irre-
diferenciados por la psic ologia caracterológica o en las fases simbólicas ductibles entre sí, jamás se ha sostenido realmente. En primer lugar,
diferenciadas por la historia de la iconog rafía y de las bellas letras. Se porque la segregación tipológica llev aÍ1e- a un verdadero racismo carac-
puede intentar objetar que estas realidades antagínicas están concreta- terológico que dividiría a la especie humana en elementos heterogé-
das por motivaciones puramente fenoménicas, oo por motivaciones neos y vedaría toda comunicación de las conciencias. InclusoJung, que
a priori tal como las que rcchazábamos al empglar este estudio, sino sin embargo ((comete el ertor de establecer una frontera demasiado cla-
por motivaciones que pueden inducirse del esnrdio fenomenológico de ra e ntre el mundo exterior y e I mundo interiorrr e, entre e I universo de
la introversión y el de la extroversión, reconocia que..cada tipo... tiene
en sí una tendencia bien marc ada para compensar el caricter unilateral
de su tipo...>.]ung precisa que su propia tipología no es una caractero-

t Cfr. W. Jnues, Pragnzatisrne, p. 27.


6 Cfr.Juttc, Les Types psych., cfr.JuNc, uContrib. i l'étude des rypes psychol.>, co
gaClon. . . )) Arcb. psycbol., o.o )2, diciembre 1913, p. 289.
3 Cfr. Lncnoz¡, La Fonction de /'imagination, pp. l -3, L2,31,. 7 Cfr . supro, p . 17 2.
4 NovRus, Scbriften, II, p. 36j; cfi. Bncn¡rn*o,, Terre, p. 8 Cfr.Jnues, op, cit,,p.29.
t, y voN ScuuseRr, i
Synbo/iL, p. ti . e MtNrowsKr, Scbizopb., p. ZdA.

360 36t
loga, y que las dos funciones introversiva y extroversiva están siempre scntaciones. Habíamos observado
16

presentes, <(una actirud úpica no indica, pues, nunca m6s que un pre- scntación y su contenido imaginario
dominio relativo tir radicalmente el comportamiento
Jung se presta a confusión y mejor sería reemplazarlo por el de factor
1r
ginación de Lautréatnont no corr
q".""¿."ite la competición'y etil.rral en el sáno de uñ mismo fenóme] f)ucass e 17 , y si con Jaspers se ?r¿'*uu yuL La ¡,'L\r*J yu\. Jr¡rr\-
^t ^
á Taaxal¡ -a ^ v e¿¡

no. Incluso en los casos psicológicos más extremos, cuando la enfetme-


dad parece que debe privilegiar, caricaturizindolo, tal o cual rasgo típi-
co, uno se ve obligado a constahr que el cuadro pato grifico no es tan
claro como se suponia. La psiquiatrla misma está obligada a tecurrir a
nociones tales como <psicosis atipicas)> o <psicosis asociadas)): tan com-
plejos son los síndromes y de forma tan aberrante utilizan los síntomas
clasificados bajo rúbricas teóricamente opuestas 12. Con mayor motivo
en los estados psíquicos llamados normales , jrmás se da una separación papel psicosocial. Aquí también,
clara de los reg'rmenes de la imagen. Estructuras esquizomorfas, místi- se puede tener una imaginación
cas y simbólicas son, utilizando una expresión que Krasnuschkine y tan complejo, de la antropología,
Minkowska 1r aplicarn la esquizoidia, la sintonia y la epileptoidia, ((tres zaciones fáciles de la tipologia que
^
direcciones fundamentales según las cuales se desplie ga y se desarrolla de obra de ane que es la imagen, según el comportagliento pragmiti'
la vida humanarr. Estos ..factores>> son en conjunto constitutivos de las co. La múSica de-u J . S. Bach fue escrita por un
raíces de toda conciencia notmal y no tienen otra realidad que la meto- funcionario vividor buena mesa, y las obras mñ1
dológica por la fuerza,L4 de coherencia que introducen, respectivamen- sobrecogedorasde
te, en el campo de la conciencia. Al motivar constelaciones en la con- . i ,- -opintadasenelmomentof
mrsmo en que ya el artista habia vencido la angustia neurasténica. Por
ciencia, oo son determinismos absolutos para la totalidad del compor- último,h"y siempre un orden de preferencia subyacente a toda clasifi-
tamien to: ya hemos visto que la conciencia puede convettirse de un ré- t'
cación tipológica: James opone lo <delicadou a lo bárrbaro I par^Jung
gimen al otro. la introversión parece poseer más valor debido a su mayor riqueza psí-
Los <<caractetes>> psíquicos no son inmutables por sí mismos y los quica. En tal caso, antes de tomar en consideración la tipologia, sería
psicológicos teconocen que pueden variar en el curso de la evolución preciso examinaÍ qué tipo pertenece el tipologista...
ontogenética bap la presión de los traumatismos y de las inevitables cri- ^ diferencial no basta para fundamentar la arquetipo-
Si la psicología
sis. H"y motivaciones externas de <(encogimientorr, o, parl utilizar la log'ra, podemos preguntarnos, dado que los dos grandes regímene.s_ ar-
terminología de Rorschach, de <(coartarniento> r1 o, pot el contrario, de quetípicos parecen gravitar recíprocamente en torno a un modelo ideal
udilatación> tanto del comportamiento como del campo de las imáge- de seiualidad, si las constelaciones simbólicas no corresponderán sim-
nes. Con ottas palabras: el régimen de las imágenes no está determinado plemente a tipos de representación diferenciados según_el sexo. ¿No
estrictamente por la orientación tipológica del caricter, pero parece in- habria un detérminismo de imágenes y una segregación de esquemas a
fluenciado por factores sucesales, históricos y sociales, que desde el ex- partir de la actitud sexual de los componentes de la pareia? El Régirnen \
terior apelan a tal o cual encadenamiento de los arquetipos y suscitan Diumo sería asi la forma corriente de la representación de la conciencia
tal o cual constelación. Por otro lado, el comportamiento caracte rial de masculina, mientras que eI Régirnen Noctumo sería el de la representa-
la personalidad no coincid e foruosamente con el contenido de las repre- ción femenina. Ahora bien, mmbién ahí vamos a encontrarnos ante el
mismo indeterminismo tipológico descubierto a propósito de las rela-
ciones del car icter físico y del contenido de la imaginación. Así como
r0 cit., p. 8; cfr. pp. XX, 6,291,302. las imágenes no coinciden con el papel o el comportamiento psicoso-
JUNG, op,
rr Cfr. MlNKovsKr , op. cit., p. 224.
t2 MlNrcowsKr, op. cit., pp. Ig,30; cfr. el carácter <imperialista> de la imagen rG Cft. saPra,
seña- PP. 161 1, ss-
lada por DuutÉztL, Les Dieux des Gerrnains, p. X[I. L7 Como rampoco C/tants de Ma/doror corÍesponden a las Poésies, unos y otras ac-
ll KRns¡¡uscHKINE y MtNxowsKA, <La Constiturion épileptoide et ses rapporm avec la rúan e n un régimen de lo imaginario totalme nte difere nte ; uno es el antídoto psíquico
structure de l'épilepsie essentieller, en Rec. de traaaux ofrecidos al profesoi Bruchanski. de la orra. Cfr. Bacu¡l-¡,xo, Laatréamont, Cfr. Ch. L¡,to, L'art loin de la aie,
14 Cfr. MlrvKo\ísKI op. cit,, p. 241. En su <.Tesr arquetípico,>, rs Cfr. JuNc, Types psych., p. 436. BnuooutN, Introd. analys. des réae.r, P. 19; cfr.
, Yves Durand utiliza la '

noción de utensión>. Cfr. Le Test arcltétypal ñ 9 élámenls, asimismo voN ScHusent , SynzboliL, pP. I 2, 67 , 69
It Cfr. op. cit., pp. 20t-206; cfr. BocH¡nru, y HnrtERN, op. cit,, pp. ,r,91,10g. .

19 Cfr.
Jauzs, Pragrnatisme, p. 2r.

362 363
,lcl verbo y de la acción: la reprsentación imaginaria es poder general
cial, tampoco confirman el consenso sexual.Un macho no tiene por tlc ponerse en el lugar del otro, y de no retenet más que el sentido ver-
qué tener forzosamente una visión viril del Universo. SegúnJung, ha- bal o fáctico con exclusión de las modalidades pasivas o activas.
bria incluso una inversión completa en la imagen que el individuo se Por último, J,r.g reconoce finalmente que el aspecto de la imagen
hace de su yo en relació n a la de terminación psicoló gica de I sexo 20. Da-
do que , de'ese modo, todo individuo es un andrógino psicofisiológico
rlcl alma
-ya que no su sexo-, mucho más que fisiológicamente de-
tcrminada, está motivada por las costumbres y las presiones sociales.
puede manifestar, tanto en los sueños como en las proyecciones imagi- l)or ejemplo., las culturas patriarcales contribu1uLn a refonar el poder
narias del estado de vigilia, una fantástica sexual sin nada en común tlcl animus y rechazarian el á.nima; asimismo la sociedad occidental,
con su sexualidad fisiológica. Todo macho está poseído por potenciali- (lue tolera una poligamia de hecho por parte del macho, suscita en este
dades representativas feminizantes, ..el inimar>, y toda mujer posee por riltimo un alma unificada, élftca y sacralizada mientras que la mujer
el contrario un <.animus> imaginario2t. Pero aún hry más: detrás de ('uya Persona está obligada a la monogamia, tendrá un animus poli-
esta inversión del <<s€xo del alma)> se oculta en realidad una udiversidad rnorfo2t. La imagen del alma, pues, dependeria más de factores cultu-
inagotableu de manifestaciones22. Porque laimagen del alm4 a su vez, rales que de imperativos fisiológicos. Tal como una tipologia caractero-
puede ser val oriztda positiva o negativamente: <El ánima puede mani- lírgica no pod ria dar cuenta de los regímenes de lo imaginario y de las
festarse igualmente como una dulce virgen que como una diosa, una
l)royecciones incono gráficas, una tipologia de los sexos tampoco puede
bruja, un ingel, uo demonio, una mendiga, una prostituta; como cxplicar la selección de tal o cual constelación de imágenes. Psicológi-
compañera, como amazona.. .>>8. ¿Qué quiere decir esto? Sólo que un (amente hablando, como dejaba adivinar la reflexologia, la imagina-
indeterminismo sexual rige prácticamente la selección de los arqueti- t ión humana parece virge n de toda pre determinación catego rial, y se
pos, y que no hay que vet en las categorías psicosexuales de Jung más hablar, más allá de las intimaciones del carácter o del sexo, de
lruede
que la definición teórica de una norma, de una representación notma- una unrversalidad de lo imaginario que sólo desmiente la excepción pa-
tiva del alma a partir de la cual todas las combinaciones prácticas son rológica en la que laimaginación parece bloqueada en tal o cual estruc-
posibles. ¿Quién no ve,pot ejemplo, que para el macho humano la re- tura exclusiva. Hay que examinar ahora si la trascendentalidad psicoló-
presentación del ánima en la figura espantosa de la bruj z o, por el con- gica de la imagen y la universal potcncialidad de las estructuras de la
trario, con el rostro tranquilizador de una virgen pura o de la madre imagen se borr arian ante las presiones del medio cultural, que emanan
protectora polariza el desarrollo imaginario y mítico de dos regímenes cle la historia. Aunque psicológicamente hablando hay una atipicidad
diametralmente opuestos? La bruja requiete un comportamiento ima-
ginario diairético, mientras la virgen o la madre suscitan constelaciones
psicoló gica de lo imaginario, el isotopismo y
It polariz.ación de las imá-
genes en torno a ciertos arquetipos, ¿no se deberian a los acontecimien-
místicas y los temas de la intimidad y del reposo. Importa menos el t o culturales ?
concepto general del ániffia, que el contenido material y semántico que
se da a esta imagen. En última instancia, animus y ánima sólo aparecen
como términos taxinómicos cómodos, y el régimen de la imagen no es-
tá motivado finalmente por la imagen sexual del alma: tanto la femini- No se tÍata- de volver sobre lo que ya hemos dicho 26 de las relacio-
dad como la virilidad tienen, como hemos visto, su puesto en todos los nes mutuas, eo el seno del trayecto antropológico, del entorno técnico
regímenes. Tanto más cuanto que la psicologia hace intervenir un ter- y de la naturaleza en la génesis de las imágenes, sino más bien de inte-
cer elemento : la <<Persona)> o actividad habitual exterior del individuo, rrogarse sobre el condicionamiento que podrían provocar ciertos mitos
Persona que motiva el comportamiento sexual fisiológico, pero que el e imágenes ya elaboradas y vehiculadas por el consenso social e históri-
individuo puede perder cuando está dominado por la imagen del al- co. En efecto, se puede pensat conJu.g que una tipicidad sociohistóri-
ma; mientras que la Persona masculina se feminiza, la feminidad en ca viene a sustituir a la atipicidad psicológica y a establecer la prepon-
cambio se virilizaza. A nivel de la Persona sexual encontramos la gran derancia de tal o cual régirne n de la imagen. No obstante, hry que
regla semántica de la confusión del sentido activo y del sentido pasivo precisar lo que nosotros e ntendemos por presión histórica: sólo se trata
de la presión sucesal de las ideologías de un momento de una civiliza-
ción , y para significar esta presión preferimos mejor llamarla upedago-
20 Cfr.
JuNc, Psycltologie und Religion, pp. liO y ss. Cfr. BacH¡rrrRD, I^a poétique giar> que historia, porque este último término se presta a confusión en
de la réuerie, pp. 64,70,72.
2L Cfr. Pryclt. de C. G..lung, pp. 126 y ss.
J.J^rconr,
22 Cfr.
Jur.rc, op. cit,, p. 297; cfr. p. I33. 2, Cfr. JuN G , op . cit. , pp . tS4 , 329 .

" J.J,rconr , op, cit., p. I27. 26 Cfr. supra, pp. 36 y ss.


24 Cfr.JuNc, Types, p. 667, yJuNc, op. cit,, pp. 128-L29.
36t
364
la mentalidad de los dos últimos siglos, precisamente con un mito rne. ('n su lugar rechazar'Lan las aspiraciones fantásticas extrañas a su régi-
siánico y progresista. rnen. Así, por ejemplo, al geometrismo abstracto de la iconognfía de
Ante todo h"y que observt cuántos pensadores tan diferentes co- los primitivos sería expresión de una <,inmensa necesidad de paz> por
mo son los historiadores, los filósofos de la historia, o los esteticistas, oposición al lote de creencias, de mitos y de verdades que impone la
han señalado que los reg-rmenes de lo imaginario se localizan muy exac- rlura lucha por la vida.La abstraccion de las imágenes y su geometriza-
tamente en tal o cual fase cultural, y que los arquetipos se extendían ción aparecérian cuando el hombre esté cansado áe los-terrores frente a
como mancha de aceite en una época determinada en la conciencia de la naturaleza y de las consüucciones épicas, existenciales o históricas3a.
un grupo social dado. Así, Ostwald 27 se ve inducido a denominar a los Esta abstracción iconog ráfica, este geometrismo de las figuras reapare-
dos grandes grupos de su tipología de grandes hombres con vocablos ceria naturalmente cada vez que las necesidades vitales se hicieran de-
tomados de la historia cultural: <clásicos y románticos<<, bipartición co- masiado imperiosas: el arte no figurativo contemporáneo, intuido en la
rrespondiente grosso rnodo al privilegio alternativo de los dos reg-rme- naturaleza, muerta cézanniana o cubista, se apartaria a un tiempo del
nes de lo imagin ario. Asimismo los historiadores del pensamiento se cxpresionismo de la figura humana y del realismo que más o menos es-
ven sorprendidos por la alternancia histórica del racionalismo y del em- tá presente en todo paisaje. Vasto movimiento pictórico que a princi-
pirismo, de las mentalidades aseftóricas y apodícticas 28, de los dualis- pios de este siglo vuelve la espalda a lo sensorial y ala percepción palz.
mos de la trascendencia radical o, por el contrario, del monismo y de la desembocar en la estilización y el intelectualismo rt. La dicha eventual
inman encia2e . Esta distinción en eras míticas psicosociales permite a los que estas generaciones artísticas buscan en el arte ((no consistía
estudios de literarura o de historia de la filosofía clasificar histórica- --escribe \üorringer en prolongarse en las cosas del mundo exte-
mente las visiones del mundo r0, y hacer de las concepciones y de la rior, €o saborearse a.-36,
sí mismo en ellas, sino en arÍancar cada objeto
imaginaciín de un autor, una verdadera moda coextensiva a toda una particular externo a su arbitrariedad. . . , en eternizado al relacionarlo
época. Gry Michaud ha estudiado así las oscilaciones de las modas idea- con formas abstractas y en descubrir así un punto de parada en la fugt
listas y realistas en la historia de la literatura, mostrando que la fre- de los fenómenos>>. Según Jung, ése sería, asimismo, el destino de las
cuencia de estas unoches)> y de estos <.díasu de la histo ria y que los pun- culturas ..orientales,> y especialmente del budismo, huir por la introver-
tos dialécticos de inflexión, se situaban aproximadamente de media ge- sión y la Spaltung de la invasión terror-fica del Karrna. La. abstracción
neración en media generaciónrt. También la iconogra{ta sigue modas sería una función en lucha contra la participación mística primitiva>37 .
perfectamente claras: abstracción, realismo de las figuras, impresionis- Si es que esta asimilación del budismo y del induismo a un pensamien-
mo, exptesionismo son fases históricas e iconog ráftcas que permite n ha- ,t to abstracto puede parecer errónea 18, la reflexión de Jung se aplica per-
cer coincidir la clasific aci6n de las obras de arte con las motivaciones fectamente allegalismo iconoclasta de los judíos y de los árabes. Occi-
psicosociales de una época determinada3'. No sólo los sistemas filosófi- dente siempre ha tenido tendencia, al adoptar su modelo cultural de
cos, cient-rficos e iconográficos extarían sometidos a esta presión peda- esos monote'smos semíticos, a ..perder su posibilidad de permanecer
g6gica, sino incluso los casos extremos de tipificacióo,4 saber, las neu- mujer)), según la hermosa frase de Lévi-Strauss 3e. Podría decirse incluso
rosis y las psicosis. Las estructuras patológicas se verí^n gratificadas por que para Occidente , el Rágirnen Diurno de las imágenes ha sido men-
el .,esp-uitu reinante)> en tal o cual época: la histeria y sus fantasmas se-
rian patrimonio del siglo XVIII, mientras que al nuestro le habrla caído
en suerte la esquizofrenia 3r.
)4 Cfr. Jwo,, Tj¡pes, p. 299; \fonnlNGER, op. cit,, p. 18, y Ch. Bnu, futltétique de
La interpretación dada a este fenómeno de presión pedagó gica es /'abstraction, p. L46. E. Souriau relaciona muy juiciosamente la uestilizaciín> de los pri-
generalmenie la de una pedago gia negativa. Formas, mitós e i-mágenes mitivos con la función formalizadora tal como se la encuentra en el platonisrno; cfr. Pen-
sée aiaante, pp. 249 y ss.; cfr. H. ToNGUE, Bashman Paintaings;J. \üf. FErur¡rus, Hopi
27 Cfr. Os¡wALD, Les Gands Hornrnes, pp.27,262; cfr.JuNc, Types, p. 333. Katcinas.
28 BacHELARD, Formation esprit scient., pp. 246. 15 Cfr. Ch. BRU, op. cit., p. 118.
2e Cfr. S. P¡rnrMENT, op. cit., pp. 17 y ss. 36 ¡P'o**rNGER, op. cit., pp. 18-20.
lo Cfr. Gusoonr, op. cit., p. 276. 17 Cfr. JuNG, op. cit,, p. 300.
tL Cfr. G. Mlcu,ruD, Introd. d une )B Cfr. I¡vt-SrnAUSS, Tristes Tropiques, p. 440.
science de la littérature, pp. 255 y ss. Sobre la de- J. Cazeneuve, según Ruth Béne-
limitación de las <generaciones lingü-rsticas>, cfr. G. M^rronÉ, La Métbode en lericologie. <lict, escribe de la cultura de los indios Zuñi que (no es del todo dionísica>, eue es (una
Cfr. P. SonoruN, Social and Cultural Dynarnics. cultura puramente apolínea); todas las producciones artísticas de los Zuñi, y especial-
)2 Cfr. rVonruNGER, Abstrahtton, pp. 30 y ss., y MALMUr, I¿ Métomorpltose des rnente las máscüff, alcanzn en efecto un muy alto grado de abstracción>. Cfr. J. C¡'z¡-
dieax, pp.44 y ss.,126,28t. NEWE, op. cit., p. 240, y R. BENÉorcr, Ecbantillon¡ de ciailisations, pp.27,3r,43 y ss.;
,, Cfr. JaspERS, Strindberg et Von Gogb, p. 272. Cfr. asimismo Psycltopatb. gén,; rfi. H. W. FEwx¡s, Hopi Katcinas.
cfr. M. Fouc¡urr , Histoire de la folie, te Op. cit., p. 443; cfr. nuesrro librito L'irnagination syrnbolique.

366 367
talidad piloto, de la que la diairética platónica y el dualismo cartesiano
son las ilustraciones 40. mítica en una época'dada y el del imperialismo del régimen arquetípi-
Este rcchazo pedagógico desempeñaría el papel frustrante respecto co en todos los terrenos. El proceso conflictivo del rechazo va acompa-
a tal o cual régimen de la imaginación human?t y tanto la conciencia ñado por un proceso inverso de coalescencia de las ciencias, de las aftes,
colectiva, como la conciencia individual, restableceria su integridad en de las preocupaciones utilitarias y técnicas en torno a un tema mítico
el plano imaginario mediante la proyección, que consiste por ejemplo único característico de una época. Por eso se ha puesto de re lieve que el
en promover en plena Aufklerung, los mitos prerrománticos. Luego, <hilo conductor)> del esp-ritu romántico, el arquetipo martinista del ci-
en la generación siguie nte, habria una imitación concreta de estos mi- clo de la ca'tda y de la redención, se hallaba reforzado y como amone-
tos: las imágenes secretamente proyectadas por la ge neración anterior dado en planos muy diferentesa3. Haciendo <.el inventario, del conteni-
se convertirian en los modelos de imaginación de los más jóvenes: do de una <cabeza romintica> teíricaaa, Cellier descubre motivaciones
Goethe escribió ll/ertber en L774, y fueron los jóvenes de 1820 los que 7l renacimiento épico que son otros tantos aspectos traspuestos de ese
se suicidaron . La historia no sería más que una vasta ,<realización sim- renacimiento mismo. En el plano cient'rfico tanto Cuvjert, Geoffroy
bólica> at de las aspiraciones arquetípicas frustradas. Las proyecciones St.-Hilaire, Carnot, Fresnel como Ampére tienen una \Teltaschauung
imaginarias y míticas enffarian poco a poco en imitaciones activas, er cient'rfica unitaria que facilita la puesta en circulación de una noción
formas de vida que se codifican en conceptos socializados, solidificados totalitaria y confusional como la de Universo. La filología, el descifra-
en sistemas pedagógicos que a su vez frustran a los otros regímenes de I
mie nto de escrituras sectetas, favorece el sincretismo místico y viene L
la aspiración arquetipica. Esto explica ria las diástoles y las sístoles de la converger con el interés experimentado por el iluminismo, oponiéndo-
historia de la imasinación tal como Gry Michaud las saca a la luz a tra- se así deliberadamente a la filosofia de las luces de obediencia dualista,
vés de la historia de la liter^tuÍ^francesa{2. Un <día, del devenir imagi- en tanto ciue el sincredsmo es un panteísmo de argumento dramático e
nario serían aproximadamente dos generaciones de treinta y s€is años históric04'. No olvidemos la motivación directa por la historia, del in-
cada una; una diurna, <.idealista>; otfz noctutna, ..realistarr, reconoci- terés mostrado por la epopeya y la historia: la época romántica ve en-
bles por la utili zaci1n más frecuente en uno y oüo caso del utema de la carnarse en algunas generaciones la catásffofe revolucionaria y la epope-
noche' y del <<tema del medio diarr. El mecanismo de la frustración- ya napoleónica. Tanto Maistre, Fabre-d'Olivet, Ballanche, Michelet,
imitación, constitutiva del rechazo, explic aria en última instancia, esta como Quinet, segregan,, Ll contacto de los hechos, una filosofía de la
regularidad de las fases imaginativas e n la historia litera ria: cada media Historia apenas consciente , de tan ardiente y concreta como es, de ser
generación un tema tendría tiempo de pasar del estadio de liberación una filosofíaaí. Así pues, la imaginación romántica se adentra por ente-
de una frustración al estadio de presión pedagó gica debidamente imi- ro por múltiples vías en el Régimen Nocturno.
tada por el grupo social, volviéndose así opresivo a su yez. La dialéctica En toda época dada se imponen dos mecanismos antaglnicos de
de las épocas históricas se reduce , por tanto, al doble movimiento, más motivación: uno opresivo, en el sentido sociológico de la palabra, que
o menos agÍavado por los incidentes sucesa/es, del paso teórico de un contamina todos los sectores de la actividad mental sobredeterminando
régimen de imágenes al otro, y del cambio práctico, medido por la du- al miximo las imágenes y los símbolos vehiculados por la moda; otro,
ración media de la vida humana, de una generación adulta otta; po- por el contrario, eue esboza una revuelta, t)na oposición dialéctica gue ,
^ de una
dria decirse que una pedagogía expulsa a la otra , y la duración en el seno del totalitarismo de un régimen imaginario dado, suscira los
pedagogia sólo está limitada por la duración temporal de la vida del s-rmbolos antagínicosaT. ¿No es esto prueba suficiente de que en su
pedagogo. marcha la imaginación humana escapa un fatalismo tipológico que
Pero si por un lado la emergencia de las constelaciones simbólicas y
^ En efecto, es fácil demos-
estaría impuesto por la historia hipostasiada?
de los regímenes míticos está promovida por el mecanismo psicológico trarÍ que toda gran <<er?> arquetípica de la historia se ve asediada I la
del rechazo y de la liberación debido al conflicto generacional, otto vez por todos los regímenes de la imagen , y cuin cargado está todo cla-
mecanismo, casi conuario al prime ro, es el de la sobredeterminación sicismo ala recíproca- de todo el romanticismo imaginable.
-y
4t Cfr. L. C¡ul¡R, op. cit., p. 269.
40 E. Sounrau (en Pensée aiaante, p. 248) caracteriz?ex ctarnente la actitud espiritual 44 Cfr. op. cit., p. 13.
platónica escribiendo que es <jerogl'rfica>. 45 Op. cit,, pp.4t,44-41.
4t Cfr. SÉcu¡H,tv¡, op. cit., pp. 12, y ss.; cfr. Dn^rcouuDEs, op. cit., p. 16, y 46 Cfr. op. cit., pp.48-51.
rVtrn'r^NN (en Reu.
J. FranEois fraog. psycb,, n.o 2, 1929), qConsidérations psychan. sul 47 Cazeneuve ha puesto de relieve la coexistencia, en la civilización <apolínea>
de los
I'art moderneo. ZuñL elementos riruales .,nocturnos> corno los clowns Koyemshis. <Los Zuñ| precisa-
42 Cfr. Guv MrcsauD, op, cit,, p. 25r. mente porque son un pueblo apolíneo, necesitaban esta válvula de seguridad.> CnzrNEU-
vr, op. cit,, pp.244-245; cfr. R. Cnrllors, Le Mytbe et l'Hontnte, pp.29, 30, 33. Toda
368
369
Hemos mosüado a8 ademis hasta qué punto dependia la estructura (norma de inteligibilidadut6 en la conciencia
histórica de los arquetipos cíclicos y progresistas, y no lo contrario. Por mítica? Lejos de ser el pe-
umbril del racionalismo individualista ,l^ rá'^d de los impe-
destal y el
este motivo, creemos que toda explicación evolucionista o histórica de
rse sociológica de la histori a- no es
los mitos de be set rechazadaae. Pero es tan difícil destronar el mito his-
tórico y volver a situado en la mitolo gía general que vemos a un defen- el momenro socrático sigu e a la
rsa, Atenas a su vez serfcoloni_
sor del pensamiento mítico como Gusdorf to, que tras haber reprochado
a Comte, Brunschvicg y Lévi-Bruhl hacer sacrificios a la hipóstasis del
Progreso, vuelve a una concepción progresista de la imagin aci6n humana
y considera la toma de conciencia de la historicidad como un progreso, t'ronológicamenre por uno de los
siendo <.el hombre precategorial también el hombre prehistórico,>. Gus- <lo haya conocido, vehículo en O
dorf hipostasia de nuevo oponedo al mito, como se oponía en orienrales puestas en sordina por
--pana-
la generación anterior lo lógico a lo prelógico- un mito entre tantos Por últlmo , la razón y la int
otros: el mito histórico. Esta vacilación del pensamiento en Gusdorf mito por un proceso de maduració
deriva, efl nuestra opinión, de la confusión constante de los términos
<histórico> y <existencial>>ir. Ahora bien, si lo histórico es un factor mí-
tico y no positivo, son los ambientes psicosociales los que define n lo
existencial. Expliquémonos: la constitución política dominante parece
énesis. Ahora bie n, esra afirmación
ser por ejemplo donde el desarrollo de la astrobi ologia y su
concordancia con-hasta
la instauración de los grandes imperios permite toria a la a
afumarlo- la motivación sociológica de una visión del mundo distin- t'ular en el
ta al contenido imaginario del clan, de la tribu o de la ciudad. Pero, rizaciín de
¿se puede decir que el pensamiento colectivo del imperio .,las estructu- clucción de
ras míticas han estallado por todas pattes> ? t2 . No todos los imperios pregunrar una vez más si esta refle
realizan una reform a racionalista según el modelo de la intentada por dictada por un contexto mental astr
Amenofis IV, reform^ por lo demás, tan fr6,gil como ripida- Por rantol hay. que ,4op
mente olvidada. Pero sobre^rtifLcial
todo, si tal régimen de imágenes está vin- socioló_
flicg si se quiere juzgar las squema
culado a un régimen social, y si hay quiziprogreso de los uclanes en los clvo'lucionisü, tribit a-rio a su
imperiosr, tr; ese progreso no es más qye un juicio de valor sin positivi- presen-
dad, puesto que vemos que a tantos imperios les sucede el reflujo de menta-
talidad mística... presenre en todo
las arenas y de las tribus nómadas, eue nos prueban de modo patente
que las civilizaciones, incluso las imperiales, son mortales. ¿Qué queda
n 1938 sqs exigencias al espíritu
de Roma y de Bizancio, del Imperio inca o del de Sumer? Ciertamente 910 y lo fonaba a abandonar las
historia para un estudio de las es-
tanto Berthelot, como Gusdorfta, tienen raz6n al subrayar la relación rrucruras. Dicho de otro modo, le
entre la institución política del imperio y la concepción del Universo cs el mito el que vivifica con su c
imaginado como organismo astrobiológicott. Pero, ¿quién no ve que es que estructura los conceptos mi
la presión social y no un determinismo histórico la que introduce una t ?s y_ en todos los incidentes h
grandes regímenes antinómicos de la
la tesis de Piganiol sobre
l-es Origines de Rorne está asimismo inspirada en la coexistencia
de dos mentalidades, sabina y romana, en la ciudad. ,6 Gusoonl op. cit.,
48 Cfr. supra, pp. 33t y ss. p. l lg.
4e Cfr. supra, pp. 33, 3Lt .
57
t-!!::!^-a1:_1,^r: hubiéramos adherido a este credo progresista,
?l; .:: n, o,s. e, il, a.
habríarnos
to GusooRF, op, cit,, p. l8o. :,:T : ::'* j X'""-ff ,'j" :,?:i^'^.r :1 : l o' 11 1 ;
.ü üi;ñ
[;'n' üi,.ril:
t I Gusoont op. cit., pp. 218, 222, 230
, ;]:fr'íl,lf:,;i:l.l:, g^.
,,^1=q;,.n;j": ;;üüñi:',.g"r,";l ,"i:il;,::.:':.fifii::
"

I;;il, : ffi #' J, i ;H :'il'j#XiLtij


t .,'?,r
* *::.d'd;r,1r:'::,.p.
.

t2 Op, cit., p. I 1 1 .
t3 Cfr. MoRET y DAVy, Des Clans oux Empires, pp. lt, 27,89.
1 ll ro : :,piJ.'ñ;;
: 1n
;
qy
^cf¡.
p: 136;?];'
I3I ;-i; ffitdi;",';;#;:")i;
,4 Cfr. GusDoRF, op. cit,, p. ll4.
)',,9r'^B:T:l
mentares, pp. 340-342, 62r.
te Cfr' Gusoonr , op . cit, , p.
,, El imperio napoleónico no es ajeno al universalismo romántico. 247 . Sobre etnología e historia, cfr. I¡vr -Srn,russ
Antrltrop. stract., pp. j y ss. ,

370
37t
ción doble y antagónica: la pedagogla de la imitación, del imperialis-
rno de las imágenes y de los arquetipos tolerados por el ambiente
I

el único que colabora ha demostrado Bastide en una obra deci-'


I
siva- 6o ; h modelación-comode los arquetipos en s-rmbolos y constituye la strcial, y también las fantasías adversas de la revolución debidas al te-
t lrazo de tal o cual régimen de la imagen por el medio y el momento
I

I
derivación pedagógica. Puafr"searido Ia tesis de Bastide, eo nuestrdi
l¡istórico. La pedagog'a de laimagen no sigue, pues, uo sentido históri-
ir
il propia ,.t-in ológía, podría decir que la universalidad de los arqueti'l
los s'rmbglo¡1'y aín. to determinado, y dejando de lado el juego psicosocial del antagonismo
il
.! bor^y de los esquemas no entraña,'ipso facto,_l-a de tlc las generaciones, puesto de relieve por Matoré y Michaud, es imposi-
menos, por supuesto, la de los complejgt. H^y, por. así decirlo, un?;
<tensióni, sociologir creciente que especifica el simbolismo-dgl arquetl'
ble prever cuando el régimen privilegiado por el ambiente social será
social. precisa del concepto rrbismado por el régimen rechazado. En segundo lugar, si hay una pe-
po y del esq.temá universal en-la expresión
-bien
lenglaje Es lo que expli' dagogía social de los artquetipos, esa pedagogia aparec eÍ1a ipso facto
ior'-.dio del signo de un diferenciado.
semiológico- nunca se ('omo secund aria, de bido a la atipicidad esencial de cada representa-
7a al mismo tiempo que un idioma
-terreno t'ión. Afirmar semejante atipicidad y tal universalidad del contenido
traduce completaireni. r otro idioma, y sin embargo siempre es p_osi';
que juegue con el semantismo de los mitemas. Esta imaginario fundamental es, pura y simplemente, reconocer la posibili-
ble una tradücción
parado ja de la traducción résume la ambigüedad psicosocial del s'rmbo: i
rlad de traducir un lenguaje o un modo de expresión human^ a ouo,
io. Damoureme 62 ha mostrado clarametie cómo un idioma como el,
cn otras palabras, es teconocet el vínculo comprensivo de las concien-
r ias más alli de la pedagogia del medio y el incidente del momento.
francés organizaba a su modo el reparto de las sexuiapariencias, prlPe'l 'l'al como la caracterologia y la psicologia tipológica, la motivación his-
ro rech azando el neu"rq".-." f.i".ét queda asimilado al masiulino.'l
t órica y social no da ontológicamente cuenta de la existencia plena de
Toáo el reparto sexuiaparéncial está dirigido por el concepto ac1i1o del'
los resortes axiomáticos de lo imaginario.
masculino y pasiuo delo femenino. En francés, tod-o lo que es diferen-
Las derivaciones históricas y sociales, ni tampoco las derivaciones ca-
ciado, deséxüafizado, todos los pulliapatentes, todo lQuello 1 que se
racteriales o sexuales (aunque pare zcan seguir el resofte estructural de
presta un alm a activa, todo lo _qüe está.fijado en una delimitación pre ';
lo.imaginario en regímenes diferenciados), oo legitiman, con su deter-
iit", meródica y en cierto modó material, es masculino. Por el contra- mrnlsmo espec-fico, esa libertad soberana que manifiesta la imagina-
rio, todo lo que representa una sustancia inmaterial, absffacta., todo lo
ción humana de poder de alternar en el mismo individuo o en la mis-
qu; sufre ,r." actividad exógena, todo lo. que evoca una. fecundi{ad
ma sociedad los regímenes de la imagen y sus estructuras. Las fases de
mecánica es femenino. Es evidente que tal matiz lingüístico no existe'
nunca en una traducción. Pero este Áatiz, lingüisticalrnente bien espe-
la imaginación individual o los modos de expresión de la imaginación
colectiva, las posibilidades de retorno arquetípico, de ((conversión> de
cificado, viene a acruar sobre el fondo universal de_ las representaciones;l
un régimen a otto, pooen en evidenciala universalidad y la atipicidad,
más elementales de la feminidad y le la masculinidad. Dltrás de la de-,i
tanto psíquica como social, de los grandes arquetipos que nosotros he-
rivación social del idioma persisten, pugs, eo su universalidad, los "t',;
mos clasificado en el curso de este estudio. Una vez levantada la hipo-
quetipos y los s-rmbolos más generales sobre los qye.vienen a ensartarse
teca de un determinismo pafticular que reduce lo imaginario a no ser
lbs incidentes sociológicos. Y volveremos a hablar de la tesis del ..trayecto
i

más que un elemento secundario del pensamiento humano en gene-


anrropológico> que ñabíamos planteado metodológicamente al prin.i- ,

ral, y demos uada la trascendentalidad de lo imaginario en relación


pio dé está obra?r. El <ffayecr-o anüopológico,, del sujeto humano en su ' ^
los incidentes catacteriales y sociales, antes de poder emprender el ani-
enrorno crea una generali¿ad .o-pr^.nsila que no puede comprenderi
lisis de esta función trascendental, nos queda por elucidar el alcance
totalmente ninguna explicación, ni siquiera históftca.
psíquico de la función fantástica, es decir, examinar cuál es la com-
Como .or.i-.rsión pbd.-os afirmai, en primer lugar, que la historia
prensión de esta función en la economía de todo el psiquismo.
no explica el conteniáo mental arquetípicó, poj pertenecer la historia
misma al dominio de lo imaginario. Y sobre todo que en cada fase his',
tltica la imaginación se encuentra pfesente por entero, eo una ffiotiva-.,
Reanudaremos el estudio de esta función en el punto mismo en
278 y ss. Cfr. la noción de nderivación> en que Lacroze la dejó en su tesis sobre La Foction de /'imagination6a. Es-
6o Cfr. B,rsnor ,, Sociol. et Psycban., pp.
V. P.rn¡ro, Traité dc sociol, ta tesis tenía el mérito de aceptar sin discusión la universalidad de las
6r Cfr. B,rsrrDE, op, cit., pp . I94 y ss.
62 Dauoun¡rr¡ , op. cit., pp. 10t, 37r, 389, 390.
63 ói.,-iopro, pp 31 y is.; .fr. I¡vr-Srnauss , op. cit., pp. ?7,-28. cEl Pryo de lo 64 Lacnoz¡, La Foction de l'imagihation, París, Boivin,l9?,8.
conscien te ? l; incbnsci.ni. u" acompañado por ,rñ progreso de lo especial hacia lo
general.>
373
372
imágenes, puesto que admitía launiversalidad de la función. No obs-'
mnr¿, al esiar escrita sin referencia antropoló gíca, muestra el defecto de nagilación. Esta amplitud del rerreno ima-
'
ido el esrudio anrropólOgi.o.
la tesis sartriana: sólo generaliza lo singular, a saber, las modalidades' todo que la funcióh fantástjca desborda el
de una imaginación reitringida a aquello que puede vehicular la defi' '
como lo concibe el psicoanálisis clásico. Es
nición introspectiva de la imaginación. Por tanto, oo h"y que sotpren- falso afumu que <sólo se simb olizaF q¡;_;, ,.1h" zad,o;
y sólo lo que
derse al ver, asimismo, L esta función restringida a,l papel bastante es rechazado necesita ser simbol izadorrh. Porque eso
es confundir las
mezquino que le atribuye generalmente el pensamiento filosófico fatalidades del impedimenro, de
francés6t. Pero restringir, ¿no es oblitatoriamente deformar? Ante to. ble contingencia futura. EI s-rmb
do, la tesis de Lacroze limita laimaginación a un solo régimen66: el Rá- a una idea alcanzar la conciencia c
girnen Diumo. El autismo y el comportamiento esquizoide serían uel imposibilidad de la conciencia se
producto ¡'
trl,\rf.¡tjLLv
natural>
I(q,LLaltg,Lra \IV la Lfunción
de Lg Lrr\-rvrr imaginativa.
r¡^¡f.6¡^¡ewa
v É. ¡Peto,
v^Y I (¿quifn
1s_-v--
n-9 ve que
'1- .l pame de felicidad o de
iimit"r la imaginació n a este aspecto diairético es optar filosóficamente i la ineluctable instancia
por la tesis clásica de lo imaginario opuesto a lo real, y,Por ello, subes-'^ es creador, La tesis del
timar el unirv ana>de las faníasías?67.^H.-os visto, pol .i .otttrario, q.t.i
la función fantistica acompaña a los compromisos más concretos, mo- i
dula la acción estética y social del epileptoide y, por conseguiente, oq'
debe ser relegada al al,macén de los accesorios esquizofrénicos. En se-,
gundo lugar, el concepto de la función de imaginación, al ser demasie'l
áo r.rtrirlgido, es fatilmente demasiado vago: es tomar de nuevo, sinl,
añadirles nada, las tesis de Freud, de Godet y de Laforgue, según lasl
cuales la imaginación es pura compensación y tiene un <papel biológi.,
co>6s. La funóiOn de imaginación sería, pues, una vez más, secunduia,'
simple <posición de repliegue en caso de imposibilidad física o de pto-
hibición moral>, y el iimbolo se reduciría un simple fenómeno dc capta lo que podría denorninarse el
^
vergonzosa supletoriedad6e. Pero, ¿quién no ve que esta <evasióq-fejosr
de Ia dura rea]id"d> queda muy vaga- si se le quita la imposibilidadi
70

fundamental, a saber, de la Muerte y de la irrcversibilidad del tiemp-o,;


y si no se resrity¡e.n , copo^ nosotros vapgs a intentar hacerlo, t:t djl:
mensiones ontológicas a lafunción fantástica? En resumidas cuentas,
tesis de Lac Íoze es contradicto ria, porque siendo la imaginación fuen
de aleg ria, tan pronto esta alegrie se ve afumada como resultado de
liberación oprospectivau de tendencias que ya, no están censuradas
que <actuán> librementeTr, como es el resultado mismo del rechazo7z
Én tal caso, estaría un tanto inexplicablemente, mezclada con angustia
con inquietud 7r. En la alegria se manifestaría tan pronto el triunfo dr
la angustia como el producto de la angustia. Nos parece, pues, necesa
rio cómpletar el esiudio de Lacroze, y,, para hacerlo, oo restringi

65 Cfr . supftt, pp . 17 , 30. 74 Lncnoz¡, op. ci!,,


66 LacnozE, op. cit., pp. 130 y ss.
p.g4;cfr. DnrBtEz, op. cit., I, p . l7r.
7, L.rcnoz¡ , op. cit,, p. gl.
67 Op. cit. , p. L32. 76 cfr' Ar'uN'
op' tii', p. 213. <creo bastanre. que el fondo
68 Cfr. op. cit., pp. 98, 139. lo.s terribles, es feliz', y h"stá,l.gr.u;;.;ió, de los sueños, incluso de
6e Op, cit,, p. 98. _y el sueno es una especie de risa aplacad,a,
70 Op. cit., p. 58. lil:1.Hi"';$::Hii::tffi#j misma gracias .,n á.',p.go ,oür y . un, p.,i¿.o i,,-
l '
7t op. cit., p. 117. 77 Cfi. R. Bnnnr¡s, fufutbologies, pp. 224, 2rl.
72 op. cit., p. 109. 78 Op. cit., p.221.
7) Op.cit., pp. 111, 119,L2o. 7e op' cit" Pp ' 222,233. En esta dicotornía enrre el I ngu aje yel mito. Barthes pa-
374
37'
dad del mito está testific ada por la impresión global de compromiso
que produce en nosotros. . . la verdad del mito nos devuelve a la totali-
dad, eo virtud de una función de teconocimiento ontológico.> Una
mentira, ¿sigue siendo mentira cuando puede ser tachada de vital?86.
Si la funció n ftntástica desborda el rechazo y la semiol ogia y si por
cllo no es secundaria en relación a un departamento cualquiera del con-
tenido mental sino que constituye ese .,mundo plenario del que nin-
gún significado está excluido,r87, entonces nada impide verla participar
cn toda la actividad psíquica tanto teórica como príctica. En efecto,
desde el punto de vista teórico, oo hry que contentarse sólo como hace
Auguste Comte, con atribuir un remoto papel explicativo a la imagina-
ción, ni como hace Lacroze con pretender que <(ante el progreso de la
ciencia el pensamiento mítico no sufre ningún retroceso, sino que cam-
bia simplemente de objetivo...> Porque estas dos afumaciones minimi-
zan la función fantástica excluyéndola de la gestión intelectual.Ahora
bien, la invención es imaginación creadora como subrayan brevemente
nuestros modernos manuales de psicologia. Desde Descartes, toda la
ciencia moderna reposa sobre una doble analogía: a saber, eue el ilge-
bra es análóga de la geom etria, y que los determinismos naturales son
análogos a los procesos matemáticos. No insistiremos más en el inmen-
so papel que desempeña la función fantástica en la investigación y el
descubrimiento. Puede añadirse simplemente que toda la investigación
objetiva se hace alrededor y contra la función fantástica: es la imagina-
ción quien da el aliciente , y luego Bachelard ha señalado en
uRa obra capital- es la imaginación-como
la que sirve de cincel antitético al
desciframiento objetivo. La imaginación es, a un tiempo, el correo y la
banderilla de la ciencia. Bachelard, con su perspicacia habitual, advierte
perfectamente de que la gestión cient'fica no puede borrai ni aniquilar
las imágenes pensadas, sino que hace simplemente un esfuerzo para
udecoloÍar>>88 las metáforas inductoras de la investigación. Porque el te-
rreno de la búsqueda objetiva es por excelencia el-terreno del-rechazo.
Lejos de ser producto del rechazo, el mito eS, en cierto modo, su de-
sencadenante ? lo largo del proceso de <.psicoanálisis objetivo>; es el
acuerdo del yo y del mundo en el seno del símbolo lo que necesita ser
disociado, para que la conciencia recoja en lo posible, ún mundo .,ob-
jetivou, es decir, depurado de toda intención asimiladora, de todo hu-
manismo. Pero no es menos cierto que contratiamente a lo que afir-
man Comte y Lacroze, la imagen persiste en la idea objetiva como su
de
rece desmentir la tesis que sostenia en Le Degré zéro ual, la mito-
palabra>
logia personal del estiló, esa <hipofisica de la la escritura.
e
Po"r lo que a nosotros se refiere, nos parece que el mito lenguaie, de
86
la semiólogia. Cfr. B,tnrHES, Le Degré zéro, Pp. 19,22,35'40. Cfr. sobre la noción de (mentira viral,r, L^¡rcnoz¡, op. cit,, p. l1); cfr. PIRGET,
80 Mltltol., p. 222. Symbof, P. I-17_. Nosotros preferiríamos la expresión uverdades doxológicas,, por oposi-
8r Cfr. GusDoRF, op. cit., p. 26). ción a las verdades uepistemológicas>.
82 B¡.nn¡¡s , op. cit,, p. 233, nota 7. 87 B,acu¡r,rtD, op, cit., p.78.
83 Cfr. B¡,cHELARD, Format. eQrit. scient., pP. 38, 119. 88 BacH¡r¡,RD, op, cit,, p. 78. Sobre L'lmagination et /a Science, cfr.
J. BenNls, op.
84 B¡,cu¡r,rRD, op. cit., p. 232. cit., caP. IX,P. 69.Este esfuerzo de udecoloración,> que reúne la uclaridad,r, la udistin-
8t GusoonF, op. cit., p. 249. ción,>, etc., sitúa de entradala gestión cient-fica en el Régimen Diurno de lo imaginario.

376 377
propia juventud. Y el purismo del régimen cient'fico del pensamiento
no es más que el último estrechamiento semiológico del Régimen
Diumo de la imagen. II. ET gspaclo, FORMA (A PRIORI> DE tA FANTASTICA
La función fantástica no sólo participa en la elaboración de la
conciencia teórica, sino que, conttariamente a lo que piensa Lacroz€te, Todos los autores gue han estudiado los caracreres de lo imaginrio
no desempe ña en la pricrica el simple papel de refugio afectivo, sino han quedado sorprendidos por la inm ediatez insólita de la imaÉrnrr.
que es un auxiliar de laacci6n. Quizá, no sea, como cree Groos, porque Nunca el cubo percibido será tan espont ineamenre cubo como el cubo
el juego es iniciación a la acción, sino más profundamente, porque .La imaginación vuela inmedia
rlnaginSdo . y la
toda cultura con su carga de arquetipos estéticos, religiosos y sociales, es flecha imagin ada por Zen6n se perp etúa a exis-
un matco en el que viene a situa¡se la acción. Ahora bien, toda cultura tencial. Esa inmediatez hace la perfección ima-
inculcada por la educación es un conjunto de estructuras fantásticas. ginarios, su <pobreza esencial' es una feliz ausencia de accidente. En el
El mito, escribe Gusdorfe}, ((es el conservatorio de los valores fun- tetteno de la fantástica pura, en el sueño, los observadores se han visto
damentalesrr. La práctica se enseña, ante todo, de forma teorética extre- sjempre sorprendidos por la oposición de la fulguración de los sueños y
ma: en forma de apólogos, de fábulas, de ejemplos, de trozos escogi- del lento pr-oceso temporal de la percep cióne3. Lo mismo que en el
dos en las literaturff, en el museo, eo la atqueologla o en la vida de punto euclidiano carece de espesot y en cierto modo escapa a-l espacio,
hombres ilustres. Y los juegos no son sino un primer ensayo de los mi- la imagen se manifiesta como sin armónicas temporales en la vla del
tos, de las leyendas y de los cuentos. Si los niños europeos occidentales concepto, por la síntesis que presenta, aunque más intemporal que el
juegan a los cow-boys y a los indios, es que toda una literatura de co- c_oncepto, porque éste mediatiza la espontaneidad imaginaria por me-
mics ha vestido al arquetipo de la lucha con el ropaje histórico y cultu- dio de un esfueÍzo selectivo, por un juicio que difiere Ll pensamiento
ral de Búfalo Bill y de Oio de Halcón. Por otro lado, según el estadio huyendo de la precipitación. La imagen, por el contrario, sin preocu-
educativo, la función fantástica desempeña un papel directo en la ac- parse por las contradicciones, engendra locamente en todos los senti-
ción: ¿No h"y acaso <.obras de la imaginación> y toda creación humana, dos, uo lujuriante ueniambre> de imágines. Tanto sobre el pensamien-
incluso la más utilitaria, no está siempre nimbada de cierta fantasla? to que Íazona como sobre el pensamiento que percibe, pesa todavía el
En este <mundo pleno)> que es el mundo humano creado por el hom- camino laborioso de la existencia, mientras que el pensamiento que
bre , lo útil y lo imaginativo están inextricablemente mezclados; por es- imagina tiene conciencia de estat instantáneamente colmad o y arre ba-
te motivo cho zas, palacios y templos no son termiteros o colmenas, y la tado al encadenamiento temporal. En los estados llamados de <baja
imaginaci1n creadon adorna el menor utensilio a fin de que el genio tensión)> no es tanto el sentimiento de lo real lo que se borra, sino ia
del hombre no se alie ne . conciencia sucesional del yo que y? no controla, es decir, que ya no en-
Así pues, el alba de toda creación del esp-ritu humano, tanto teóri- cadena los preceptos ea en un continaurn tempo ral. Desde entonces se
co como práctico, está gobernada por la función fantástica. Esta fun- entiende mál cómo Bergson asimila esta fulguración on'rica o fantistica
ción fantástica no sólo nos parece universal en su extensión a través de a la duración concteta, puesto que el udesinterésr> del sueño aparece ,
la especie hum an4 sino también en su comprensión: está en la raiz de ante todo, cgmo_ un <aplazamiento>)et del tiempo,y puesto que en los
todos los procesos de la concien cia y se revela como la marca originaria sue ños y en los delirios el dato inmediato es la imagen, oo la duración,
del Espíritu. Por eso nada nos parece más próximo a esta función fan- ya que el <<seotido del dempo> esrá <(como disueltor> e6.
tástica como la vieja noción aviceni^na de inte/ecto agente, rectora del
saber de la especie humana entera, principio espec-fico de universali- tos puntos a las conclusiones de nuestro estudio presente, tiene el inmenso mérito de res-
dad y de vocación trascendente er. Desde ese momento podemos pasar ue le habia sido arrebatado por las interpre -
al anilisis filosófico de esta función primordial del Esp-rritu.

89 Lacnozl,, op. cit,, p. t8. Cfr. MucHIELLT, quien en la conclusión de su hermoso li-

bto, Le fuIytlte de la cité idéale (p. lOo), muestra que el mito universal de la ciudad es, a vaflta. ..>
fin de cuenms, ovoluntad, ética de promoción de eie modelo ideal. ei Cfr. Thomas_DE QurNcrv,
90 GusooRF, op. cit., p.278; cft.J. BrnN$, op, cit., cap. III, p.43, ule mythe et le .Tlte Confession of an Englisb Opiarn Eater, pp. 32,,41
Y ss:; BnuorLAIRE, Paradis artifigie!1, pp..23 y ss.; Pnousr, Lt Temps retrouaé) il, p. lZ.
jeun, y pp . 77,81-82, cap. X, cl'imaginatioin er la vie>. e4 cfr. PlncET, Pensée syrnboliqie-cltez
i'enfant, pp . 2r2, 2r5.
9L Cuando escribimos este librc¡ no conocíanros la obra magistral de Heñri CoRslr.¡, 9t AL.,uN, op. cit.
L'Imagination créatrice dans le soufisme d'Ibn'Arabí. Este trabajo, tan próximo en ran- e6 Cfr. M. BorunpARTE, Eros, p.
33; cfr. ArnlN, op. cit., p.212: <Digamos que el es-

378 379
Como es sabido, BergsoneT acusa a Kant de haber *aiado e.nffe
nóumeno y fenómeno y á'. haber. reexpqdido al tiempo al mismo lafo blando, impensable, y lejos de confundirse con el ser psíquico, la tem-
fenoménicb q;. el espacio, consideráñdolo también como un medio poralidad no es sino la nada. <Vivir el tiempo escribe un psico-
-comobergsoniano de la
homogéneo y Bergón concluye su célebre Essai mosffando cómo analistl- es morir en él)> r02. Finalmente el análisis
k"rrr,"igrrorando h áuración, s€ ha vedado la metafisica: uEl.problema duración se vuelve contra sí mismo, puesto que Bergson define la dura-
de la' libertad ha nacido de un malentendido... tiene su- origen 9l la ción como un antidestino; el <tiempo es esa vacilación misma)> r0l que
ilusión por lo cual se confunde sucesión y simultaneidad, duración y permite el bloqueo del fatal determinismo. Pero entonces, ¿se puede
extensió;, cualidad y cantidad.> Desplazando la cesuta ontológi:"' llamar uduración> a lo que precisamente tiene por objeto suspender el
B.rgr;; iái"i. gri el.tó.r-.no a la forma de la duración y separa cuida- vuelo rapaz y ciego del destino? ¿No h^y ynaconfusión entre .,durar> y
((ser)), entre existir en el tiempo y ser más alli del tiempo? ¿No h^y
dosamente el fo y ru duración concteta, realidad_ontológica, de -la re'
po1^itica, completamente orientada hacia la' acción so- confusión entre la inteligencia o las artimañas de Ulises y las peripecias
;Ñ;iación
'br. mundo. Sín embargo, s-i se examina directamente, y no a través ciegas de la Odisea2 Es más, el propio Bergson utili z^ como calificativo
el
de la crítica b.rgro.ríana, i" t.ris kantianarelativa alas formas de la
re- verbal de la vida el término de udiferirn to4 por oposici 6n al inexorable
r."p.rcibe que L'Estltétique trascendenta/e también con- devenir material . La vida tiene por misión udiferir' la caida de ene rgia;
ñi.r."r".ián, <la gracias a este aplazamiento de la muerte, ésta es anuncio de libertad.
iede uha ^opri^^ú^, al menos perceptiva , al tiempo,. 4.:l
condición jriori de todos los^fenóhenos en.ge.neral>e8. -que.hace
Desde luego, Entonces en el seno de la filosofía bergso niana el ser cambia de
el criti.ir*o'ri niega a conceder una realidad al tiempo que se queda campo; lejos de definirse como fluidez, es ineluctablemente el poder
puramente formal,-p.ro no es me nos paradójicamente cierto que.tanto mismo de la detención. La evolución se manifiesta como creadora
en Kant, como .. Bergson, el tiempo_ posee una p.I.":y"lía psicológica cuando se detiene en su evoluc¡6tr to:. La libertad es un reposo, lujo su-
,áUi. .f Lrf".io.-S. ilañra udato inmediátou o ..condición a.Prio71 de la premo que hace fracasar al destino. El valor se sitúa en la explosión del
el espacio en beneficio de devenir. El orden de la voluntad, de lo <.vital> que se opone a la inercia
;;;.;Jd"á á. los fenómenos>>, minimizan
Y una crítica del ontologismo de la y al automatismo, oo es más que el poder de tención, el poder de con-
la intuición de la temporalidad.
duración en Bergsor, también en Kant una crítica del privilegio siderar, €o contrapunto del destino, otros posibles distintos a los enca-
"ürrea
fenomenológico del tiemPo denados autom iticamente por el determinismo material. Este retorno a
Áiq"ie qg"ha
demostr"do-que la dificultad esencial de esta duración lo esencial, más alli de un punto de partida temporal o existencial, s€
orrroiogrr^ b.rlroniana reside en gye,l bien es uimpensable,r, o bien encuentra a través de un pensamiento como el de Gusdod106, que con-
Porque, pgr un lado, si se aban- funde en su lenguaje el ttanscurso del tiempo y la liberad de reversibi-
;;;, ;i;.-1" piEnsa ,y?no es duración.
ontológico, sé convierte en un puzzle in- lidad que otorga la representación. Cuando escribe: <.El tiempo consti-
dona esra Jula.ion'álürismo
;;;pr.*iü1.,- ri" relación con las si¡cesiones cualitativas, o, según le tuye un conjunto de imágenes, de situaciones cuya eficacia se conseraa
r00. Si por otra patte, a/ margen mismo (1" cursiva es nuestra) del acontemiento acrual que
frasá de Burloud, eo una vaga uhidrologia mentalr>
perdersJ.n una tático
r01
((Se I les hace nacer)>, ¿quién no ve que el verbo <conservar)>, igual que en
ye ^"u, motivo
eguntarse con lamr du- Bergson el verbo udiferir,, o incluso udurar)>, debilita el sombrío poder
, ño ha entendido sub
rac ste verbo' de Cronos? Y Gusdorf confunde, como Bergson, la facultad de proyec-
..durar> en la acepción más trivial que le da el en la ex- tar las imágenes y de <(tepresentar> el destino, es decir, de <,durar> al
presión <(con tal de que esto durerr, es to perma- margen del determinismo temporal, con la evanescencia crónica mis-
nezce-, con ,"i d. qü. esto siga. Pero
lo propio ma. Porque cuando escriber0T: <El tiempo del hombre es la posibilidad
de la duración que^es devenir"y pasar? -de
que la de contar su pasado y de premeditar su futuro, como también de nove-
duración U.tgr; iana, dado .i"i dura, ya no
'muerte,
Porque el lar su actualidad...)), ¿quién no ve que h^y abuso y perversión de la
tiempo, y ,rr" aliziaciln .o'rr.r.t", la eS, propiamente ha' temporalidad? ¿Quién no ve que ((contar>>, <Premedit?Í>),,..novelar)> son
".rr., actividades contribuyentes de la función fantástica y que escapan preci-
same nte al deve ni r fatal?
píritu de los sueños... está en la palabra de los grandes hombres... los asuntos ¡Para ma'
ñana!>
97 Cfr. BEncsoN, Essei, p. 171. to2 M. BoNAIARTE, Eros, p. 17.
98 KnNr , Citique de la Raison pare, P. 74- tol B¡ncsor.¡ , Euol, créatr., p. 367; cfr. Pensée et Mouuant, pp. rl7-l lg.
ee Cfr. ArqutÉ, Désir d'étemité, p. 9t. r04 B¡ncsoN Eaol. créatr,, pp. 26r, 267 278.
, ,
roo 6f¡. Bunrouo , Psycho. des tendanc€s, P. 32' rot Cfr. BrncsoN, op. cit., p. 286.
r01 ArqUrE, op. cit., p. 91. 106 Gusoonl op, cit., p. I02.
ro7 Op. cit., p. 103.
380
381
por ranto , la función fant ástica, pot su caricter primero de inme- asegura en las fluctuaciones del destino la supervivenci^ y la perenni-
dad de una sustancia. Lo que hace que la nostalgia esté siempre pene-
diatez y á. pbbt.ra existencial, se' nos aparece como tncompatible .9n trada de cierta dulzura y desemboque antes o después en el remor-
La, r.rpú.rr^ lrr,,rición de la duración, .ótt la meditación
del devenir.
dimiento. Porque la memoria, permitiendo volver sobre el pasado,
Ciertamenre, la resis de Bergson intenta una refutación sutil de esta in- autoriza en parte la reparación de los ultrajes del tiempo . La memoria
."-útibilidad: saber, q".r. lo imaginalio.pertenece. al tetreno del pertenece al terreno de lo fantástico puesto que arcegla estéticamente el
tiempo, puesto que ^ p.tt.n... al terreno de la memoria. Esta tesisr08,
recuerdo. En esto consiste <<el atJra>> estética que nimba la infancia,
q,r. L^iii sucedei al udesinterés>> el contenido de la memoria total, ya, siendo ésta siempre y universalmente recuerdo de infancia y siendo ar-
ü esbozaba en Le Rire, pero es la obra famosa Matiére et Memoire la
que tipo del ser eufémico, ignorante de la muerte, porque cada uno de
q"., de golpe, supri*. i" imagen y el-espíritu en la memoria.y la in- nosotros ha sido niño antes de ser hombre... Incluso la infancia objeti-
,'.ti.io.t ¿? ti duracion. La memoria sería alto de resistencia de la dura- vame nte desg raciada o triste de un Gorki o de un Stendhal no puede
ción L la materia puramenre espacial e intelectual . La m-emo ria.y la sustraerse al encanto eufemízante de la función fantástica . La nostalgia
iÁrg.. áel hdo dé la duracig. i d:l espíritu.se opongn ^ .l^.inteligin- de la experiencia infantil es consustancial a la nostalgia del ser. Mien-
;;"í alamateria del la{o del espacio. Pbr último, eo la célebre exposi- tras que la infancia es objetivamente anestética tt2, pgesjg que no nece-
ciOá de la teoría de la fabulación, Bergsoo, sin preocuparse de la me-
sita recurri r al aÍte para oponerse a un destino mortal del que no tiene
moria alaque ha reducido priqri_tivamente la imaginación, hace i: l" concie ncia, todo recuerdo de infancia, por e I doble poder del prestigio
<ficción> el (conrrapeso)> n"tirt"l de la inteligencia,- el suplente del im-
de la despreocupación primordial por un lado y por otro de la memo-
t;üui,"i y dit iristinto eclipsado por,la.iñtelig.encia;.<<ne^cción de la
ria, es ya de entrad a obra de arte.
naruraleza ioirr^ el poder disolvettie de la intéligencia,>r0e. Esta tesis Pero si la memoria tiene el caricter fundame ntal de lo imaginario,
;;;;;t-g. "poya e.n un doble error: priTeto en eferror que asimila la
de la duráción, luego e n el e.rro.r qu-e parte que es ser eufemismo, es también, por lo mismo, antidestino y se le-
<<mernona) a una mturción
ula inte- vanta contra el tiempo. La famoso regla doble de continuidad y de re-
en dos l" r.frisentación y la conciencia en general I Ti"¡ miza gre sión que el psicoanálisis I I I ha sacado a la luz, oo sólo da cuenta de
iiI.".i"u
() .n^detrimenro de h intuición mnésica o fabuladora.
los mecanismos subalternos del rechazo, sino que también, como pre-
por el contrario, es la memoria la que se reabsorbe en la función
sintió rank, explica íntegtamente la representación entera, y constituye
fantesticay no a la inversa. La memoria,-lejos de ser intuición del tiem- especialmente la memoria. Todos somos atrasados afectivos en un pun-
po, escapa a, este último en el triunfo de un tiempo <reencontrado',, to: el hecho de <<venir al mundou es obli garcriamente una obliteración
I tiempo <reencontradou
f uncion al, y si la pedago gia de la prim era infancia puede tener una in-
fluencia formal sobre los simbolismos de la me ntalidad de base, no es
tnenos cierto que el incidente del nacimiento y el fenómeno de la me-
moria es ineluctable p^r^ el marquesino, el parisiense o el trobrian-
tiene perfecta concienc dés tta. La reflexolog'ra de la memoria viene a confirmar también la tesis
y el f"*oto problema de la existencia de una ((memo rie afectivat> no psicoan alitica y situarse bajo la grandiosa teoría de la
sigrrifi.a más que esa posibilidad de síntesis enüe una repres€ntación Reminiscenciatt'. La^memoria es poder de organizaciln de un todo 7
revivisc."t.lliiopir á.^r., afectividad existencial del oriqen , y \^ afecti' partir de un fragmento vivido, como la pequeña magdalena del Temps
uid"d presenre. Él ,..,,rerdo más nefasto es desactivado de su virulencia perdu. Este poder reflexógeno sería el poder general de la vida; la vida
e*isren^cid-t p,rede enüar en u-n.conjunto original, fruto de una
"rid; estar sometida al tiempg, l" memoria permite una no es devenir ciego, es poder de reacción, de retorno . La organi zaciln
creación. L¿io; que hace que una parte se vuelva ..dominante>> en relación a un todo,
i.á"pri.".iáh ¿. los instantgs, J un desdbblamiento del -presentei d" es la negación del poder de equivalencia irreversible que es el tiempo.
por tanro rr." áensidad inusitada al sombrío y fatalpaso del devenir, y La memotia, como la imagen, es esa magia supletoria por la que un

toa 6f¡. Pn¡,olN¡s, Traité, lI, 2, PP. 14 y ss. r12 Cfr. M,TLRAUX, Les Voix du si/ence, IlI, pp. l 19, L45, l4G, ó0.
r09 BERcsoN, Les Deux SourceJ, P. L27.
ll, rrl Cfr. Au-ENDY, L'Enfance méconnue, p. 60, y BRuooutN ,lntroduction d /'anafise
no Pp. ,4, t8, Y Le TgmPs retrouué, r/es réaes, p. 37.
cap. III lismo de Bergso.to, qft._H. BoNNsT, Ro- tt4 Cfr. M. DurnrruNE, La Personnalité de base,
muy cercana de la de E. Souru,ru,-(cfr. pp. ó1 y ss. Cfr. G. DunAND, Z¿¡
man et 'l'roix Niueaux de
pensée es (concatenacióor, es decir, encadena' forrzation du symbolisrne.
rrt Cfr. KosryLEFF, op. cit., pp. 32,2i2; cfr. GoI-DSTETN, op, cit., p. ll'j: <El reflejo
miento tal '
cs reacción del organismo rotal.>
rrr Cfr. KosryLEFF, Réflexologie, P. 232

383
382
temor>> 12r.
El tema inmediato más que una intuición del rranscurso
fragmento existencial puede resumir y simbolizar la totalidad del tiem- temporal es ((... esa reacción defensiva de la naturaleza conffa un
po recuperado. Y el reflejo muy humilde de la memoria- des-
-esbozollamarian..ley del desplazarrriento aliento. . . esta reacción suscita en el seno de la i"i.fig.".ir misma
procede por lo que los psicoanalistas imá-
genes e ideas que tienen en jaque a la represent"áiór,
simple> r 16 en el que un est-rmulo secundario desencadena la reintegra- I
{
á.pti-."r. o
qYe .la impiden actualizarse)> .riz.'pn esra coirclusión, nlrgro¡
ción y, por ello, ocupa un puesto preponderante en el campo de las muesrra
admirablemente que la <rfabulación> esrá más allá dá un "vulgar;;;hr-
motivaciones. Por eso, no nos equivocábamos al inspirarnos metodoló- : zo: qu9 es salvagu
gicamente en la reflexolog'ra p^ra.establecer un.pla.n clasificador de los , al comienzo-ontológi-
co de la avenrura i d.u.r, ir farrl, ,iro ,,,
arquetipos. El acto reflejo es ontológicamente el esbozo de una negati- negación: a, saber, la base de la cónciencia
va fundamental de la muerte que anuncia el esp-rrituttz. Lejos de abo- I esta ufascinación> q.t,
gar por el tiempo,la memoria, como lo imaginario, se alza, contra los 11' siÁple avenrura mor-
rostros del tiempo y garantiza al ser, contra la disolución del devenir, l"'ii
l
Itl y prohíbe la alienación del esp-uitu.en una^ ".onio¿riio"
;ú.*r.
.religiom, on-uica rrtollgi.i es ú ó;- he-
Esta fascinación estética,
continuidad de la conciencia y la pobilidad de volver, de regresar, más mos visto operar univert-tl y tiascendentalm e en íadacapítuló
allá de las necesidades del destino. Es éste pesar injertado en lo más '
'
J. .r-
ta obra. Ciertamente, éste es un.<(acto negativo> trn- q.r. c^onstituye
profundo y en lo más lejano de nuesffo ser el que motiva todas nues- ; la
tmagen, perg este neg rtivo es poder soberano de la übertad
üas representaciones y aprovecha todas las vacaciones de la temporali- ' de espíri-
tu, no es más q.ue. negación espiritual , rechazt total, de la nada ü*is-
dad pafa hacer crecer en nosotros, con ayuda de las imágenes de nues- tencial qY: es el tiempo y de la alienación de esp erad,a en el <<sentido
tras pequeñas experiencias muertas , la figura misma de nuestra espe- propio> objetivo.
ranza esencial, Desde ese momento , la tesis bergsoniana de la doble El sentido supremo de la función fantástica , alzada contra el desti-
asimilación de la fabulación en la memoria y de este <<pensamiento>' no mortal,_es,por tanto, el eufemismo. Es decir, que n¿¿1 en
el hombre
auténtico en la intuición de la duración concreta, es insostenible. Con- un poder de meioramiento del mundo. Pero esre mejoíamienro no-es
trala nada del tiempo es contra lo que se alza la representación entera, tampoco v?n^. esPeculación 'la
y especialmente la representación en toda su pureza de antidestino: Ia :gbjetiva>, puesto que
emerge a su nivel es la creación,
realidad que
la transformacién del mundo de la
función fantástica de la cual la memoria no es más que un incidenterrs. \ muerte y de las cosas en el de la asimilación a la verdad y a-la ui¿r.
La vocación del esp-rritu es insubordinación a la existencia y a la muer- i
Todos.aquellos g.te se.-han asomado de un modo antropotoiico,
te , y la función fantástica se manifiesta como el patrón de esta re-
., J.-
cir, a la vez con humildad cient-rfic? y amplitud de hoiizonte poético,
belión. al terreno de lo imaginario, están de'acu.ido .r, ^
imagi_
Bergson parece haber advertido este carícter fundamental de le nación, eo todas su manifestaciones, religiosas
as y es-
función fantástica cuando corrige la fórmula inadecuad a: la fabulación ,

téticas el poder realmente metafísico de Jnfren


es una <reacción de la natu raleza contra el poder disolvente de la inteh-
podr.-
dumbre,>r2j de la Muerte y del Destino. Malrau
-
i

genciar, tte, por este complemento que perturba el sentido anti-intelec-


n ^'-'o
^' libro
el arte plástico como un uAnti-Destinorr, y
rualista: (una reacción defensiva de la naturaleza contta la representa- rmagrnano emrgr-a pgcg a poco desde las pro
a
ción, por la inteligencia, de la inevitabilidad de la muerterrt20. Ahora la irradiación de lo-divino-y luego se meram
a
bien, este aditivo echa por tierra, con motivo, toda la doctrina bergso- la venalizaciln profana del rtt. por el afte e instala por último
niana del privilegio ontológico del tiempo: porque al ser la fabulación el gran
también representación, no es la representación en sí la culpable, sino P"f.gimaginario del arte en hoñor del hombre Sobre todo es la .?r,o-
loglat27 l^ que coincide en ver en el trayecro-q,r. u^
desde el mito sa-
el terrible veredicto el que drena la intuición del tiempo. Y el ..tema in-
mediato> de la últimaobra de Bergson no es ya el del primer Essai, da-
do que uel origen primero no es ya el temor, sino un seguro contra el t2t Op . cit., p. I i9; cfr . p . 160.
t22 Op. cit, , p. r59 .
123
116 Cfr. B,ruDoulN, op. cit., p. 33.
Cfr. SanTT,E, Z'Imaginaire, p. 217.
t24 Op. cit,, p. 232.
tr7 Cfr. GoLDSTEIN, op, cit,, p. l3J: <Los reflejos son la expresión de la reacción del
organismo a un aislamiento cualquiera de algunas de sus parres.>
r18 I¡vl-Srn¡uss, op. cit., p.22t: <Se sabe bien que todo mito es una búsqueda
del
tiempo perdidon; cfr. Bnsrlo¡, <Lévi-strauss ou I'ethnographe i la recherche du temps
perduu (Présence africaine, abril-mayo L956).
l19 BERGsoN, Deux Soarces, p. 127.
t2o Op. cit., p. r37.

384
38'
grado al .arte profano, pasando por la másc ra.ritual y migica, el
mis- prendidas y danzas sin objeto, oo sería menos cierto que en ese pue-
mo movrmr.rr^,o del .tpiti,n en oposición a la disolución. profanadora blo, detrás de todas estas formas y todos estos ritmos, s€ oculta una vo-
del devenir tá. U -"éfte. Nadie^mejor qu: Griaule, en las conclusio- luntad de permanecer, voluntad que le llegó en el momento en que se-
nes de su oUn" sobre las mástaras dogont, h? demostrado esta gun dicen, toma conciencia de la descomposición de la muefte. Y la
^agistral el mito al arte menoi sagrado qte 4y ; ((? la
fraternidad q".-;fir;"r" huella que babri dejado el Awa 136 en estas formas y en estos ritmos re -
el miro que uformtla,armaduta de los co- velari eitn que, pot su origen, el arte de los Dogons es una lucha con-
6;i;iñf.rurza. Ante todo, y que se-deg rida-en le.yendas' cu9ntot,y .ffbu- trala podredumbre>217. Lucha conffa la podredumbre , exorcismo de la
nocrmt.rrror religiososr>
la muefte y de la descomposición temporal: eso nos parece en su conjunto
las, invoca el f,ínciorr"-iéttro de .ítt orden del que está excluida
;;.;; y, desde que ap,.r la muerte, el umito ya no la función eufémica de la ima;einación. Antes de pasar revista a las ca-
p9r los hombres par^ tegorlas de esta función eufémica, nos queda por deducir de lo anterior
es más que 1" .*iosi.íón :.
la forma a priori de toda eufemizaci1n.
restablecet el orden en la limitar los efectos de la
muerte. Lleva en sí, p,'.r, üo principio de defensa y de conservación
r2e.
que comunica al rito>
En .f..iá, .l rir.ral, ya sea el de la gran esta cíclica S.¡sry de los
Dogons, o.f ¿. los f.rnliales y d.e fin de-luto, sl como el ritual sacrifi- Si la duración no es ya el dato inmediato de la sustancia ontol1gica,
cial de los arrtiguos mexicanoí, tiene por únic papel r?i".rgar aI
tiem- si el tiempo no es ya Ia condición a priori de todos los fenómenos en
el tiempo, a los individuos como a general que el símbolo se le escapa- no queda más que auí-
l" , " la muene y asegurai eT lltlo -dado como <(sensorium> general de la función fantástica. Esta
buir el espacio
[, ,b.iedad, la pér.nnfd ad y la espe rinza"o . Pero lo mismo ocurre con
ja cosmét ica al teatro pasando por la fabulación, esta fuente inagotable de uideas y de imágenes>, ioo está,
todas las actividade, .rré,i."t de
'
coreog rafía, la escultura de máscaras I I
según confesión misma de Bergsontss, simbolizada por el espacio,
<símbolo de la tendencia fabricadora de la inteligencia humana,r, real-
en la"u".g.rardia de la defensa contrala
mente udesignio del esp-lritu>? Aunque,pot lo que a nosotros se refie-
se convieíten en soportes de la emoción estétic
es donde se sitúa la m re, tomamos esta última expresión en sentido literal: sólo h^y intuición
do: primitivamente la gran máscara es lmrta' de las imágenes, en el seno del espacio, asiento de nuestra imagina-
ble áel antepasado 132. Entonces es cuando La ción. Por este hondo motivo la imaginación hum ana se modela por el
r33 6s¿ndo se mo- desarrollo de la visióo, y después de la audición y del lenguaje, medios
erde su ((carácier oPeracionalu
y la danza representaciones figura- todos ellos de aprehensión y de asimilación ua distancia> tD. f,¡ esta re-
tivas, mientras que el r tura rupestfe éstán ya en el umbral ducción eufémica del distanciamiento es donde están contenidas todas
á.ñig" ona. poi últim< danzas se degradan en plrrt::!*- las cualidades del espacio.
Perg, ¿quién ng ve que este mventa- Pero h^y que estar de acuerdo sobre lo que significa el término es-
sentaclones de <ópera-cómica>r3t.
el gran mito iagrado, hastalaemoción esté- pacio . La fisica contemporánea y los espistemólogos coinciden en reco-
rio de lo imagrn"iio, desde
nocer que Kant no describe, con el nombre de espacio, el espacio al-
tica puram.""r. laica. :srá entéramenre centradg.pol su ¿sp{aciónJun-
damintal que es escapar a la muerte y. a lT vicisitudes del tiePpo? grebrizado de la física sería un hiperespacio riemanniano que se
Por
que Griaule aplica una anexa el tiempo como -queparimetro-, sino un espacio psicológico que no
.* ñJ.-br haceruir,r.str" esta .onól.rsión
^ya en es más que el espacio euclidiano. Ciertamente , la epistemologia, más
modesta tribu del estu¿ o del Níger: <Pero aunqug no quedaran
los acantilados más q máscaral vaclas de sentido, pinturas incom' interesada p.9r la objetividad.que las estructutas asimiladoras del_pensa-
miento, se limita algo a la ligera con restringir el espacio euclidi ano a
una aproximación de primera instancia de los hiperespacios. No obs-
r28 Op . cit., p . 802 . tante, la epistemología contemporánea tiene perfectamente conciencia
rze Op. cit., p. 775 . de la división que existe entre el espacio euclidiano y el de la experien-
r30 Op. cit., pp . 776 y ss.
rrr Op. cit,, p. 789. cia psíquica: y^ Leibniz antes que Einstein- objetaba a Des-
d'une théorie générale -mucho
rt2 Op. ,;t., p.7g4 nora 4; cfr. Hun¡n1y Mauss, <Esquisse
Sociol, VII), p.99; cfr. A. BREtot¡, L'Art magiqae, Pp. 11 y ss., es'
^"fi., dni.
de la
pecialmente, pP. 48 y
r16
' rtj A. BnifoN, ob.ss.cit., p.16, respuesta dc Lévi-Strauss. r)7
rr4 Gru,rUrc, op. cit., p. 806. 138
t73,270.
rJt Op, cit., p. 902. rt9 I, pp . ,3L, t38 , ,40, ,r9.

387
cartes que ninguna experiencia ftsica puede dar objetivamente la ho-
mogeneidad, la similitud y la ausencia de antitipiat{D. Y Kant estaba distancia temporal se borran y <.el
obligado a hacer de este espacio un a piori formal de la experiencia... el centrot46. Y después de haber c
El hiperespacio de la física, es decir, el espacio objetivamente upsico- no es más que una imaginación t
analizadou, oo es ni euclidiano ni kantiano. Pero al no ser el espacio to abstracto, Bachel ard resume
euclidiano ya funcionalmente ..físicorr, es decir, objetivo, se convierte forma de la fantástica cuando es
en un a briori de algo distinto de la experiencia. No es que se le escape tiempo, mienrras que sólo se con
la percepción elemental, sino que la percepción está y^ medio camino cios de la esrabilid;d del Ser, de
de la subjetividad. El espacio se conviefte en la forma ^a priori del po- en el pasado mismo cuando va
der eufémico del pensamiento, es el lugar de las figuraciones puesto En
que es el símbolo operatorio de/ distanciamiento sojuzgado, espa
Todos los que han estudiado el problema de la imagen se han dado tástica no es más que eso, reserva infini-
cuenta de la primacia formal de lo que podría llamarse, si se reserva el tiempo. Es lo que hace éscribir a un psicoana-
nombre de espacio a la pequeña génesis perceptiva, uo superespacio estro amrgo>, <(fluestra atmósfera> espiritual,
subjetivo. Sartre r41 reconoce que el espacio imaginario dene un <(caric- ((consumer, t4t. Así pues la forma priori
, a dei
tet mucho más cualitativo que la extensión de la percepción: toda de- euclidiano ((nuestro amigor>, que tan'fácrlmen-
terminación espacial de un objeto en imagen se presenta como una pro- te se abstrae la prueba p.erceptiva y t.-porrI. Ah'ora renemos que
.de
piedad absoluta...> El espacio entonces se hace superlativo y abandona examinar cuáles son las propieaaáes de'.r. .qpacio fantástico. l
el terreno de la indiferente <.localizaciónr> par^ comprometer la imagen
en <,la peftenenciar> taz. f,5¡a distinción entte un ((espacio pe{ieptivo>> y un
uespacio representativo)> es también la conclusión del estudio muy ceñi-
tq')
do de Piaget tar. ¡l espacio representativo aparece con la función simbó- , Piager ha distinguido un trip
la representación del éspacio: anre
lica. Este espacio estaría vinculado a la acción, porque la <,representa-
ción espacial es una acción interioizadar. Por último, la observación de <agrupamientos' de cosas, lo
Sartre coincide con las conclusiones del examen patogr íftco, cuando elementalesrr; luego seguiría
declara'aa: <Podría adelantarse incluso que este espacio imaginario es
fragmentarios en urelaJiones
mentalesrr, .,proced
rnás euclidiano (la cursiva es nuestra) que el espacio perceptivo, porque
referencia, mie ntra
en caso de delirio, de sueño o de psicosis, el elemento topogrifico y
perspectivo es el que se suprime y reemplaza por una homogeneidad coordenados,r. Por
ilimitada, sin profundidad y sin leyes, sin planes sucesivos según la ter- dichou que hace in
cera dimensión namiento dgl espacio nos parece p
capital; por ahora, quedemos con qye ese superespacio- euclidiano es, del espr:ig fantástico tal .o-o se pu
en cierto modo, un espacio iconog riftco puro, que no alca nza ninguna
tructural: la topologia, las relacioñ.s proyectivas, la similitud
no son si-
deformacióin física, por tanto temporal, y en el que los objetos se des- rceptivos y genéticos de la ocularidad, la profundi
plazan libremente sin sufrir la coacción perspectiva La'. Bachelard ha de- de la imagen.
dicado todo un libro con brillantes variaciones sobre este <espacio que subrayar con Binswanger rr0 la .,ocularidadu de
nuestras representaciones importantes . tñltenes y arquetipoi ti.-
poético> que udestemporeliza,> el tiempo y define, como bien lo había ,más
nen el atlas visual por
visto Ieibniz, uo <.coexistencialismou en el que las precedencias de la .Atlas se nsórial de predilección. Todb o.,rrrl .o-
mo si el objeto nos alcanzara ? través d; una mezcalinizaciiln
naru-

t46 Cfr. B^rcu¡rano, poétique de l,espace, p. 184. Esta facultad reflexógena


xistencia, es decir, de rcduplicación, hace pasar^al ser de coe-
del rerreno de la existencia al de la
esencia.
t47 Op. cit., p. 27 .
148 M. BoN¡,pARTE, Eros, pp. 1r,34.
r{t Cfr. SEcHEHAvE, op. cit., p. L2I. ].nl
1t0 l,l.lr, 9p. cit. , p. tií; cfr. p. ,65
Cfr' L. BlNsur¡,tNó¡R,
.

Grundiorrnen und Erilenntnis menscblicben Dasein, p. 31.


388
389
1t1. Asl como la mezcalina,tranforma el atlas auditivo en atlas visual,
tal que todo espa
h"y en nosoffos una aptitud natural para traducir toda sensación y toda distancia que,
huella perceptiva en temas visuales. <La ocularidado viene a ilustrar con trada, se convi
su luz todas las excitaciones sensoriales y los conceptos. Esto es lo que miento se difumina e
manifiesta la terminologra visual de las artes musicales: alnrra, volu- nes..Al parecer, puede rechazarse el tan céle
men, medida, crescendo no hacen más que expresat, a través de la cons$re el pregunrarse qué sensación nos da I
imaginación musical, el caricter topológico fundamental de toda ima- pjofundidad no es cualiiativamenre distint a d,
-
gen . La simetría, esa virtud de reconocimiento visual, está tanto en la el ojo Íse. deia engañar>. pero es disti"rr,
base de la fug4 de la, armonía como de la música serial. Stravinsky zo y algebraicamenre por el concepro. Gl
confiesa que h"y <un gusto muy vivo por esta especie de topografia nes se dan en el seno de h imagen-. Lo mi
musical> rt2. Es también la raz6n por la que toda expresión iconogrifi- plantea el problema de saber d"e donde-uiene
ca, incluso la más urealista>, desborda siempre por el lado de lo imagi- dimensión, .o debemos pregunrarnos sobre el
nario rt3. El hecho de ver y de dar que ver esti en el desarrollo de una
poética. Lo que da cuenta de las aftes fotográfrcas: uel objetivo> del :i:1ry | l^privilegiado,
ctamiento
espera son loi q".r. transforman esra dimensión
en dist an-
pero, primitivamenre, para, lo i*gi*rill'.o-
apatato fotográrfrco, por ser un punto de vista, oo es jamás objetivo . La ara el polluelo que rompe
contemplación del mundo es ya transformación del objeto. Por tanto, lo se revela de ent :l¿,rda con
la ocularidad es cualidad elemental de la forma a priori de lefantástica. ucionalmente invitación a
El segundo cuicter de la imagen es la famosa uprofundidadrr. Pero e tiende los brazos hacia la I
entendámonos bien acerca de esta palabra, que debe ser tomada en su cta espontáneamente de esta profundidad
en la purrr-" de los brazos, y
sentido más amplio y cuasi moral por ser más psíquica que literalmente nente la luna: es la sus-
geométrica.. Porque la profundidad perspectiva de la geomelti? y de la
ndidad del espacio.
pintura occidental no es más que un caso particular y mate¡ialízado de
seña Ia vida: se ma-
una jerarquía espontinea de las figuras. Nada es más significativo que ntos tipológicos va uni-
el ejemplo 9.. l" pintura: pese- a la banalidad funcional de las dos di- da a ra concepción mis como plurales al acto
mensrones del cuadro, espontáneamente se rectea una tetcera dimen- sintético de todo pensar '
sión no sólo gracias a los procedimientos occidentales del trornpe l'eil, Por último el tercer ;u ubicuidad respecro a
sino también por una simple degrad aci6n de valores o de colores que la extensión perceptiva fif .qprlio euclidiano.
hacen uvolver> una superficie objetivamente lisa y, sobre todo, eo el di- Frecuenremenre hemos
,drJ A.r. ti.rr. la ima-
bujo y la pinnrra del primitivo, del nino, del Egipto antiguo, la imagi- gen de no ser afectada
nación teconstituye espontineamente su profundidad mientras las fi- ¡eográfrca: el lugar del
d
lirrrbolo es plenario.
guras se superponen vefticalmente en el plano del cuadro. Es la rez6n
esencial por la que todas las escuelas de pintura la del
;;;.*i;delmu'Jo
sorprendido por el poder de repetición de Io ..1 ..,ü13"*:9il;J::::;
-salvo quJ él ilama espacio <<el
Renacirniento- desprecian deliberadamente los <artificiosu de la pers- ttascendente" o el uiiempo míticou. Pero subrayemos
bien que este úl-
pectiva geométrica, sabiendo de sobra que la tercera dimensión es un timo término es abusivo.i tep_.tir e-s negar el tiempo, y
se úatamás bien
factor imaginerio que se otorga a toda figura como por añadiduta rr4. Es de un <no tiempo> mítico.^Err. faculíad de repitiéiá",
ción>, este sincrónismo del mito tr7, si bien
á. .,reduplica-
es extraño a un espacio mí-
dad fundamental del espacio euclidi;;, ;r-.1
Itl Cfr. A. Rouul¡n, nla Plante qui fait les yeux émerveillés>, y ReucoulE, <Halluci- aranúza el desplazamienlo intantáneo de las
nations mescaliniques>, en Encépbole, junio de L93,8. Cfr. RucsanD, Jarconsoru y fi-
!íE¡TH, clanguage and Synesthesia>, en lYord, V, n.o 2, L949, pp. 226 y s. El atlas similitud. Es más, así como la homogeneidad
auditivo se libera más difícilmente del utilita¡ismo que la visión. El oído es, durante más la extensión o a la reducción infinita á. u,
tiempo, simple sentido de alarma, simple receptor de señales. La acuidad visual llega guras, así nosotros hemos comprobado muchas ii_
veces esre poá.iil;;-
mucho más lejos que la acuidad auditiva.
Lt2 Sn¡,vnsrv, Poétiqae masicale, p. 28.
rt3 Cfr. S.rnrRE, Z'Imagination, p. t49. Sobre los l'rmites de lo prosaico en literaura,
cfr. <Le Décor Mythique>, oP. cit., parte II , cap. 2.
rt4 Pues la vista es, por esencia, órgano de la leialnllr,, porque la <ocularidad> hace re-
troceder instintivamente el horizonte a través de los *espacios infinitosn.
::: EF'{#,1k,}?'^',Í|r:,il:
tt7 Cfr. supra, pp .
324. 32,
y
343 ir.'

390 39t
lliverización> o de ,rgigantizaci1n> de la imagen . Y la facultad de iden- da la ambivalencia de la representación de la viga y la participación
tificación de mi pensamiento que me permite llamar por su nom- en una sustanci4 sagrada común de objetos dejados en el tiempo o
bre y reconocer, por ejemplo,-la el triángulo isósceles- parece derivada el lugar geográfico. Ahora bien, esta modalidad de la representáción
de ese poder primero de conservar las imágenes de un lugar aI margen es absolutamente extraña a toda la l1gica bivalente del discurso aristo-
del tiempo en qug eltÍ permitida la instantaneidad de lor. desplaza- télico.
mientos, sin que el objeto envejezca ni cambie. Utllizando la tesis de El tiempo, y sólo el tiempo, e: el que transforma el principio de
Reiserrt8, Bachelard ha demostrado que la lógica de la identidad estaba identidad en un <riesgo a corter>, riesgo irremediable de error y de con-
estrechamente vinculada a la teoria euclidianr- del espacio. El principio tradicción . Para un pensamiento atemporal, todo está pensado siempre
de identidad tiene una forma puramente euclidi ana, basada en las par- en los marcos de la simultaneidad y del antagonismo , in illo ternpore,
ticularidades de esa geome tria: el grupo de los desplazamientos y el ual mismo tiempo y bajo el mismo punto de vistar>. Es,el tiempo el que
grupo de las semej aparece como la distensión misma de la identidad de no contradicción.
Séanos ^nzas.
permitido una vez más invertir los términos del poblema: la El espacio es factor de participación y de ambivalencia. Bleulert62, el
homogeneidad del espacio es la que nace en la voluntad ontológica de creador del concepto de ambivalencia y su primer observador meródi-
identidad, en el deseo de trascender el tiempo y de eufe mizar el cam- , co, señala que el estado de conciencia pragmitica, de interés remporal,
bio en un desplazamiento puro que no dura ni afecta. Y Bachelard ha no hace sino disociar solamente la ambivalencia: <El hombre normal
mostrado, frente a Meyerson, eue esta vocación de identidad era mu- ame la rosa apesar delas espinas..., aveces en el esquizofrénico los dos
cho más vocación de sujeto pensante que imperativo dictado por el ob- signos afectivos se manifiestan altemotiaamente (la cursiva es nuestra)
jeto. Nos permiteremos sin embargo criticar un punto esencial de la te- de forma kaleidoscópica...)> Pero en los estados de gran imaginación,
sis de Bachelard y de Raiser rte: cuando estos últimos afirman que el los dos afectos se manifiestan simultáneornente: el enfermo <ama la ro-
principio de exclusión está también vinculado la \Teltanschauung sa en raz6n de su belleza, pero la odia al misrno tiernpo a causa de las
euclidiana. No sólo podemos comprobar que en ^ la geometr'La euclidia- espinas>. Por tanto, es el tiempo y sólo el tiempo el que introduce poco
na las similitudes y las igualdades son ubicuidades formalizadas, sino, ? poco una diferenciación exclusiva en la representación calificada
además, que la tautología de donde se deriva la identidad permite por de <(normal>, siendo la representación pura del dominio de lo si-
el contrario todas las ambigüedades 160. La experiencia de la antitipia, multáneo tanto de la ambivalencia- y el intermediario del do-
qu: ratiftca el principlo aristotélico de exclusión, es extríns ec^ a la ex- minio de -por
lo alternativo. Este análisis bleuleriano es capital. No sólo
periencia imagintia. Pero sobre todo, que esta derivación de la exclu- porque prueba que el espacio es la forma de lo imaginario y expli-
iiOn p^rtir de la homogeneidad euclidiana no permitirla comprender ca la ambivalencia, sino sobre todo, como vamos a verlo dentro de
^
dos caracteres fundamentales de la fantástica, corolarios de la ubicui- unos instantes, porque discierne tres categofias de eufemizaciín: la
dad : la participación y la ambivalencia de las representaciones imagina- del a pesar de o contro, la de la altematiua y, por último , la de la si-
rias. Se ha señalado muchas veces , y Lévy-Bruhl t61 ha dedicado la ma- rnu/taneidad, Vamos a detenernos ahora en este análisis de la fan-
yor parte de su talento a subrayarlo, hasta qué punto la representación tasia.
human a actuaba siempre ..al mismo tiempo y bajo el mismo punto de Antes podemos terminar este capítulo afirmando que es el espacio
visto sobre dos registros; que en cierta form a em. mítica sin por eso ser fantástico y sus ffes cualidades de ocularidad, de profundidad, de ubi-
mistificante, es decir, sin perder el sentido de las necesidades y de las cuidad, del que depende la ambivalencia, eue es la forma a priori de
significaciones temporales . Para el primitivo , la viga central del habi- una función cuya raz6n de ser es el eufemismo.Lafunción fantástica es
táculo es a la vez madero de construcción y santuario de los esp-uius por tanto función de Esperanza. Nos queda por resumir ahora , a la luz
ancesffales, y cadaviga es el santuario. De este modo se comprueba to- del estudio estructurd de los dos primeros libros, las categorías fun-
cionales de este eufemismo, las modalidades mismas de la actividad
rt8 Cfr. BncHELARD, Pbilo, du non, p. 108; cfr. Rationalisme appliqué, P. 84; cfr. fantástica del Esp'ritu.
asimismo KonzyBSKr, Sicience and Sanity, pp. t 2-58, p^Ía quien toda la lígica copulati-
va se resuelve en coincidencias, inclusiones e inuasion¿J espaciales.
rte BncH¡rRno, Pbilosopltie du non, Pp. 116 y ss.
160 Cfr. KoRzyBSKr, op. cit., pp. ,6-18. La noción de intrusión es geométricamente
muy ambigua, dado que las variedades de la intrusión son infinitas.
'r6t Cfrl f¡w-Bnunr Foctions mentales dans les sociétés inférieurer, PP.45J y ss.;cfr.
,
PnzyrusKr, IJ Participation, pp. 156 y ss., 167; cfr. B¡,srlo¡, <Contribution i l'étude de
la participationu (Cabiers intern. sociol., XIV, 1953), pP. 130-140. 162 Brrur¡n, Handbucb der Psycbiatrie, IV, 1, pp. 38, 75 y ss.

392 393

il
les. Pero, eD líne as generales, enconttamos en la repartición de estos
<,orientesu la división esüuctural de nuestro trabajo: al Norte, y a veces
il. ET ESqUEMATISMo TRASCENDENTE DEL EUFEMISMo al Sur , la muerte en la que se integra el ritual de resurrección guer tera
por el sacrificio, constituye los <Rosüos del Tiempor> y la polémica con
Si el espacio patece ser la forma a priori donde se dibuja todo tÍa- el Este, lugar del sol triunfante, mientras que el Oeste es el lugar feme-
yecto imaginario, las categorias de la ftntástica no son entonces más nino del misterio, del <Descenso y la copa> y del Régimen Noctumo
que las estructuras de la imaginación que hemos estudiado y que se in- que es eufemizaciín de las tinieblas; el <.Centror>, lugar de cruces, de
-elévación
t-egran en este espacio, dándole sus dimensiones afectivas: y síntesis, puede entonces asimilarse al simbolismo del <.Denario y del
dicotomia úascendente, inversión y profundid rd íntim? y, por último, Bastón>t67. Direcciones cualitativas del Espacio y esffucturas arquetípi-
poder infinito de repetición. Finalmente, rodo p.o..ó i-"ginario, cas no parecen ser sino uno sólo y constituir las categorías de lo imagi-
aunque se tiña como el mito con las veleidades def discurso, se resume nario. Por eso no insistiremos más e n estos <puntos cardinales> que
en última instancia en una tqpolog-a fantástica cuyos puntos.cardinales constituyen en cierta form a <<1a Analítica,, de la fantástica trascende n tal.
están formados por_ los grandes esquemas y arquetipos constitutivos de Estas categorías topológicas, tanto como estructurales , quizi sean el mo-
las estructuras. Toda mitolo gia, como todo esiudió de h imaginación delo de todas las categorías taronómicas, y el distingo afectivo y espacial
yi.T. aPolatse antes o después en una <geografíar legendarial, escaro- que preside las denominaciones de las regiones del espacio sirve proba-
^ infernal. Si el más alláfantástico pielde h noóión del tiempo,
l6gica-o blemente de modelo a todo el proceso mental de la distinción168. Pero
sobredeterminala del espacio, al que caÍgacon polarizaciones cualitati- hemos podido observ^r, a. laluz del anilisis estructural, gue el trayecto
i
il vas. El estudio que_ acabamos de hacer siguiendo el üayecro reflexolo- imaginario colmaba el hiato que hablan abierto los psicólogos entre los
-han
gía-sociología puede conce birse, asimismo, como lo intentado pensamientos de ucien mil francos> y las imigenes de <(cuatto cuartos>,
li Soustelle y Halbwachs t6s, como si siguieran el trayecro inverso entte el sentido figurado de los símbolos y el sentido propio de los sig-
I
lj sociología-psicología sin contradecir por ello nuestras conclusiones. De nos. Habíamos visto que cada estructura principal de la imaginación
I un modo u otro lo que se describe . es una especie de juego esp acial y dictaba una sintoris y en cierta forma una l6gica: las filosofías dualistas
calificativo a .la v-ez que nos autoriza a titula¡ las gránd-es párt.r d; y las lógicas de la exclusi 6nr6e se modelaban con ocasión de las estruc-
nuestto uabeio adoptando términos de la simbólica dél juego ie Tarot. turas esquizomorfas; mientras que las visiones místicas del mundo per-
.
Bipartitos, t¡ipa¡titos, cuatripartitos o quíntuples, los plrntos cardi- filaban las lógicas de la doble negación o de la denegación con ocasión
nales del espacio abtcan las giandes chsfficaciolnes'sim$óücas de los de las estructutas místicas; así como con ocasión de las esffucturas sinté-
Regírnenes dg !" imagen sus esttucturas. A la subdivisión metodoló- ticas se esbozaban las filosofías de la historia y las lógicas dialécticasr70.
-y
gita- gYg establecíamos al principio de esta obra 164 se superpone una Hemos de volver ahora sobre ese ffayecto, en el que lo semántico se
subdivisión geográfic?y fantásticá que Granet para China ftt Soustelle deshace o se endurece en semiológico, eo el que el pensamiento se fija
i
Para e-l antiguo Méxic , han Puesto perfectamente en evid'encia. Por y se formaliza. Ya habíamos observado r7r el lugar que ocupa el lengua-
ejemploft6, este último muesrra en prlmer o fantás- je en este proceso de formalizaciín: habíamos visto que la sintaxis, en
tico se divide en dos grandes tetrenos antag nre de la el fondo, es inseparable del semantismo de las palabras. Pero ahora es
luz renaciente y victoriosa, opuesto al Oeste, p del de-
,'país cuando podemos aclarar el significado de tal fenómeno: el discurso se
clive. A su vez estos tettenoJ están redupli."¿os por el Norte, del nos apatece, entre la imagen pura y el sistema de coherencia lógico-
frío,q! la guerra,de la muerte, y por el pa-s ttopl.rl, <pa-s dé i"s.rfi- filosófico que promueve, como un término medio que constituye lo
Entre estos cuatro. <juegos>_ espaciales
nas)>.
-a lbs queh"y que anaáir
el Centro- ent Ían en juego todo iipo de relaciones suti-
que podemos llamer
-puesto
tiana- un (esquematismo
que hemos ado¡p.do una filosofta kan-
trascendental >t72. Dicho de otto modo , la
"rq.rltiiicas
La Pensée cosmol, des anciens Mexicains, especialmente capí- 167 Op. cit,, p.67.
oft$; VIII,
oL_.: points cardinaux>; IX, oEspaie er rempso. ch. 168 Cfr. D-TnKHEIM y M,tuss, De quelqaesformes pirnitiaes de classification (Ann, so-
unda Parte. Cfr. H¡rnw¡cHS, La Topograpb'ie lágenTaire dei ciol,, t. II), pp. 480 y ss.
taq Cfr. supra, p. L57.
r7o Cfr. supra, pp.2t1 y ss.,33O y ss.
p..lq4 y s_s.; .fr.
asimismo C.rzrN¡uvl, Les Dieux r7r Cfr. supn, pp.258 y ss.; cfr. L¡w-SrnAUSS, Antbrop, strzct., pp. IO4 y ss.;cfr.
asrmrsmo I¡vt-Smnuss, <Les organisations dualisres P. GunAUD, ü S¿nántiquá, p.116, que marca bien la primacía del nnúcleon sémántico
pp. t48-180. sobre el fluctuante chalo> estil'stico.
ss.,73-7i. t72 Cfr. K,rNr, Rais. pure,I, p. L72. cAhora bien, esta representación de un procedi-

I
iI
394 39!'
I
I

11 lr

il
más sutiles que son la metonimia , la sinécdoque , la antonomasia y la
rerórica es la que garuntiza el paso enüe el semantismo de los s'rmbolos catÍ^cresis: todas son distorsiones de la objetividad, todas consisten en
y el formalismb dé h lógica o et sentido ryopio de los.signos. Peto este llegar más allá, del sentido propio, residuo de la evolución lingr.i'rstica, e
esquemausmo, lejos de-ser, según la deFrnición kantianar't, una u,+e- la vida primitiva del sentido figurad o, t transrnutar sin cesar la letra en
t.t-i.tación a prión del tiempou, es por el conttario una determinación espirin Pero, cuidado: no se v?y^. a decir qyg el sentido propio es
a priori del aniidestino del eufemismo qug teñlirá, eo su conjunto, to- <primero>. Porque los léxicos y los diccionarios lo demues-
dés los pasos de formal izaciln del pensamienlo . La retórica es esa Pre- -todos
tran- nunca h^y sentido propio, objetividad, de un término; sino sen-
f6,9rr , i.rr.rmediaria entre l" i^?ginación y la razón Y ese. pape.l de i tidos según el contexto, el autor, la época...t77. Dicho de otromodo, la
iniermediario enrre el lujo de la imaginaciln y la sequedad sintácticay ' palabra sólo es real por vivida en un contexto expresivo, metida en un
conceptual se manifiesta'en la riquezá de la retórica. Los epistemólogos papel metafórico; lo semiológico no tiene valor sino por referencia ala
.orrr.irrporáneos dispuran constantemente sobre la dependencia mutua estilística primera, y finalmente al semantismo, oo a la inversa r78. Y
de la l1gica y de las matemáticas. Y han llegado a alinear una y offa so- l
esta ..traslación< elemental de toda retórica no es sino la propiedad
.¡. el iri.r.ipio aristotélico de la exclusión. ¡Cómo no se_habían. pre'
bre euclidiana de la traslación, porque la rctírica, como lógica, se expresa y
guntad^o sobie las relaciones de estas dos sintaxis form alizadas con la re- se piensa. en términos de espacio. Como el espacio es la forma de lo
í6rir^! Se habrlan dado cuenra de que la retó rica incluye la lógica aris' imaginario, del antidestino, la me tifora es el proceso de expresión, ese
totélica como un vulgar departamento y que, l.jos d¡ ser paralelas., la pode\ que tiene el esp-ritu, cada vez que piensa, de renovar la termi-
retórica desborda la eltrechéz llgica con una multitud de prgce_dimien- '''
nologfu, de arrar;.caÍIa a su destino etimológico.
tos bastardos de la fantástica. Quiza el interés cade-vez más dedicado al Detengámonos de nuevo en la antítesis y en su corolario retórico, la
hombre que al uobjeto cualquierar, devuelva, como deseamos, la aten- bipérbolg V.su cortejo de pleonasFnos. Ya habíamos mosttado cómo en
ción tilosbfica a la ret6rica,,'a la estilística en general y ? los procedi- el seno de las estructuras esquizomorfas se esbo za esta retórica antitéti-
mientos de la expresi 6nt74 . Por eso vamos a tomar nuevamente estas ca y lalógica diairética de la exclusivatTe. Habíamos visto que la exclu-
ffes modalidades que en las esffucturas señalaban un estilo retórico. siva antitética se instala en la representación por crecimiento
Vamos a deten.rnoi brevemente, tras haber esrudiado a lo largo de es' -hiper-
bolización- de los s-rmbolos figurativos de los Rostros del tiempo. Esta
ta obra el estilo de las figuras de lo imaginario, eo algunas sencillas fi- exclusiva salida de un régimen polémico de la representación, basado
Ir¡r", de estilo. Antes, ,ró, es fácil plantéar en-el plano de la retóric a La
en la Spaltung, es el alma tanto de la argumentación socrática, platóni-
áificultad que Bleuler planteaba eñ el plano.fantástico e incluso ético. cL, aristotélica, como de la cartesiaor t80, y atormenta con su mani-
Eri. hacia áel a pesar dt qnt el esti o nbrmal del pensamiento, y de la que-smo implícito a la mayor pafte del pensamiento de Occidente. Por
ambivalencia o i. la altérnativa, tipos de estilos patológicos. Ahora esta raz6n de costumbre y de autoridad, Bleuler considera el estilo dua-
bien, esra discriminación deja de tenér sentido cuando se coloca uno en lista del a pesor de que como normal en relación a los demás estilos del
plano retórico, e incluso'hemos
el ^los etan las dudas
pensamiento. Pero una vez más r8r vamos a mostrar que el proceso
de psiquiatras e n cuanto a la d ógico; pol otro
eufemizante por antítesis e hipérbole no es paüimonio de la s?na ra-
lado démostratemos con un ejem a pesar de qae
z6n ¿No habíamos comprobad o y^ las inclinaciones patológicas del ra-
puede alcanzar también el colmo de lo patológico. cionalismoT t82 Vamos a ver cómo, al expresarse, el R{irnen Diumo de
Ante todo hemos de se ñ alar esta primera cualidad de la retórica que la imaginación lleva ala, expresión hacia unatetórica de la cual las figu-
es expresar, es decir, transcribir un significado por medio de un proceso
ras clásicas de antítesir y de hipérbole no son más que una especie de
rtg"iii.anre. Ahora bie n, esra tr"ns.iipción no es sino el deterioro del condensado formal. En este ejemplo r83 que muestra el paso <esquemá-
semanrlsmo de los símbolos. Así pues, toda la retórica se apoya en este tico>, en el sentido kantiano del término, entte la espontaneidad ima-
poder metafórico de transposición (traVslgti.o) del sentido. Toda expre- ginaria y los procesos retóricos de expresión, lo imaginario parece pro-
iiO.t añade al sentido propio e I aura, el <,halou del estilorT6, y la retórica
se dirige hacia la poesía, que es errot. Es lo que aparece en los procedi- r77 Cfr. M.rroRÉ, op. cit., pp. 20,27,60,62.
mientós metafóriios que van de la simple comparación esos resortes
t78 Tomando la terminología de Barthes, podríamos decir que la escitura sólo tie ne
valor con referencia a,l estilo,
I mlento general de la imaginación,que sirve parl procurar a un concePto su imagen, lo t7e Cfr. suprd, p. 177.
lrl
lli que yo llamo el esquema de ese concepto.)> r8o Cfr. supra, pp. 171 y ss.
ir t7) Op. cit., p. 176. r8r Cfr. sapftt, p. l7r.
174 Cir. P. GurnnuD, La Styiistiqae, c^P. III, ustylistique de I'expression". r82 Cfr. sapftt, p. 172, in fine.
17t Cfr. supra, p. 160. r 83 Cfr. Vorr,r AT , op , cit, , pp . 202 y ss .
176 GutRnuo
, Semántique, oP' cit., P. 116.
397
396
Los molinos' nos encontraremos en una tierra nueva... El planeta esti ya hecho: es
yecrar emboscadas y obstáculos a fin de vencerlos, meior. sólido, se puede ir a é1.> Se comprueba, pues, a lo largo de este admi-
.ó.u.rtirse.a capricho en remibles gigantes:
de vienro pueden I_l"il"j: ;
rable ejemplo, el papel profundo de la función fantástica, y el clínico
lo imaginario está.de antemano sesuro.{e su
--^ AÁ -tl

;.r;;;áü;¡;;il;;; monsrruos y las dificul- advierte este papel anti existencial cuando escribe r8t: <.Se ve a nuesffo
victoria y p;; profio áir,"-isñro segreg" lo: enfermo abolir su historia personal con todo lo que comporta de an-
tades psicótico acumuli níetódi:atnente los obstáculos:
a.,.rp.r"i. ir gustia y de culpabilidad ffaumatizante, repitiendo de manera delirante
<.Están tos microbios i". traan de tener una forma )r
d: conservafla...
lo elemental es un el acto cosmogónico.r> El proceso antitético de la función fantástica es
;i;;J.á .oras como esas, las sienro... j

aquí flagrante: la imaginación se eufemiza por la hipérbole y la antítesis


microbio de que se nurre de vuesffo organirTo,
grarn tamaño :::-::
lo negativo en ula
i conjugadas, e incluso cuando representa hiperbólicamente las imágenes
hincha...)> y iefu erze- tambien la omnipotencia de
'
del tiempo es sólo para exorcizar el tiempo y la muerte que lleva en é1.
especie de'"i.t"u i.i¡ h6áiu9ri9",
"É1y Ti":!':: todo
]li^:1t::^::t Este mismo estilo es el utllizado en las modas art-rsticas que podrían
\r\r}/\,v¡v
I.
"d -lo
el sistema so'', ol

e.^*ruelven,od;, no solam.ñt. el sistema tierra., sino


-v

denominarse catárticas, parl las cuales reptesentar el destino es ya do-


lat y estelar' rormanqo url uL'(¿L' LL'urP4LUr¡" ":;_^- : ^_ ---;:-:;.-
i;;;;'..l";;?il;J"..""t.odo-comPacto,u,ilf_l.:i::Las'1e*':'T I
minarlo, y, por consiguiente, la hipérbole está permitida, y^ que,
Es más, el I
del cielo son uno de .ll*, la via láciea también es eso...> cuanto más negro sea el destino, más grande será el héroe . Hay ah't
malmicrobianoseinterior'izayseconvierteefiY"g:Í'io,ry[a1|^o*:'n toda una escuela artística del /tonor foti,El ídolo del destino, tanto en
ililH, :ñ:"h; gil;,^;;Éi"'"".n .i "'lo, q. la áue de Lappe- Es la r

la tragedia clásica como en las paredes de la uQuinta del Sordou , agota


chusma.EscomoSlmetieraislasnarices"enelestiércol.Repitenloque con su fuerza expresiva la angustia de la conciencia moral, no sólo perl
Lo que noso'
tenéis en la cabeza. Repiten todos nuesüos pensamientos. mitiendo experimentar un sentimiento o una curiosidad que reprueba
tros decimos es lo que ellos piensan. Roban vu 'D
la censura social, sino también exorcizando la angustia, que revela el
Pero esta tripáiu"le'del mal ño .t T+ qY9.Yn
'
y
devenir al dominar por medio de la obra al devenir mismo. Goethe
i.iOti.o por^l a antitesis, iguamsnF hiperbólica' o-
anticuerpgr if"- proyecta su neurastenia que separa de la existencia en la novela lYert-
bios; los -"ü...,r,84. puí.uo h imaginación segrega her; Ducasse se convierte en Lautréamont para poner en su sitio a Mal-
al hombre, los microbios
libres: usi r. p"¿iera mojar- completátnent. doror que le obsesiona; Goya exorciza el mal de la enfermedad, de la
se hincharían i. se saltarían y se.rían arrastrados...> Y el para.noi-
"g.ra, <Mu-chas personas emPlgln
muerte y de la historia en Los Capric/tos.y en Los Desastres. La angus-
co reinvenra el bautismo y el encantamienro: tia existencial se convierte en una esencia estética técnicamente sojuz-
que lo hacen. To-
ritos antimicrobianos sin'sabedo. Los curas no s.alen gada. Y el paranoico, del que uatibamos más arúba encuentra espon-
do lo que hacen es p^r^ eso... con c labrasf caraibe [caribe]'
táneamente los resortes de la catarsis aristotélica cuando coloca la ima-
he forma'
)i"i¡oíi, ¡.*iu"t¡, [canaco],
ionoqo, gen dibujada entre los exorcismos de la desgracia: <He hecho este
do Raca;rol,-qir las .ontiene I todas'
labras
:ot dibujo t86 el enfermo- para expulsar los testículos y las vergas
cinco rayasy É. puesto encima las dos estrellas. ffoPlezan
que tengo-dice
en la cabeza; porque nada más mirarlo, automáticamente,
^^n l,oo r4¡rr4¡c r-rasrn sohre las oalabras y las es:rellas y esto
les ioroba'
el microbio que tiene la forma de los órganos sexuales se pega al dibujo
o...u Esta meditación de metaf'sico
o que se por lo mismo que es su forma. El papel tira de él ... y se le sojuzga...
mposible fuerza de coger los microbios y de arrojarlos sobre el dibujo, de c^rgarr-^
obios me los y descargados, de hacedos cambiar de sitio, terminan por gastarse
y desapatecer. Y es precisamente por esto por lo que empleo diferentes
se libera de la casta microbiana' No
medios, entre otros el dibujo...> Esta peroración pone en evidencia el
h"y nada que hacer Parl matarme ' proceso <(esquemáticou de la expresión y manifiesta el paso de la pro-
cunado .ontra la muerte...> La Per yección imaginaria, a le expresión estilística . La figura expresiv?, y espe-
mundo en una eufemizaciín catárt cialmente la, figura retórica, es Ia reducción ? simple sintaxis de esta
meditación de filosofía dualista, y inspiración fantástica profunda, eo la que el semantismo se despoja po-
moso texto delirante: <Puedo hace co a poco del contenido vivido que lo anim a para, reducirse progresiva-
sto no tie mente a un puro procedimiento semiológico y, en última instancia,
Esta rnat formal: porque un udibujo> está ya, en el umbral del signo y ya sabe-
ia que ha
chupada r8t Vor-rrrnr, op. cit., p. 211.
186 !91yAT, op. cit., p.204.
r84 Op. cit., p. 308.
399
mos cómo se pasa de la expresión pictogriftca a medios de expresiÓn' invertido en el <maduror, es decir, de lo bastante mayor: maturi centu-
cada vez más formalizados i riorurn, <el más antiguo enffe los centuriones>. Lo que la fantástica
En cuanto a las estrucruras místicas, nos descubren el estilo de tq'j prepara, lo que anunciala evolución semintica de las palabras, lo resu-
o"l'rfr)t¡, á.1 eufemismo propiamente dicho. No volveremos sobre el ;j me el esquematismo retórico y la reduce a una simple figura de estilo
á. i" antifrasis poi el. procedimie nto de la reduplicación de las en el umbral de la semiología formal. El discurso utiliza todos los gra-
;il¿ril r87. En tanto que el estilo de la dos de la ant'rfrasis, desde la antilog-a, esa antítesis condensada, priva-
imásenes v la sintaxis df doblé negación "'
torno, es da de su resorte polémico, que se contenta con presentar al mismo
ant'frasis tiempo y.bajo el mismo enfogue a los dos contrarios, hasta la catacre-
via en la ,
sis, especie de ant'rfrasis cuyo juego de inversión se borra y que se satis-
de la re- face con palabras utilizadas a. conüase ntido, pzsando, por supuesto,
duplicación de las figu 16 ? pa.rtir de-la imaginación del acoplamiento por la lítote re3. Esta última es un compromiso muy formalizado, es de-
á.'t"r imágenesr8e. F.to el estilo de la, antlfiasis conservala huella se' 'l cir, vaciado de todo semantismo, entre las ant'frasis y la hipérbole: an-
mántica del proceso ¿e- ¿oUi. ,r.g.gion y ., .t iti""io eitilístico de la ] t'rfrasis en su forma, quiere ser hipérbole en sus efectos expresivos. Asi-
,rrrbiu"lencia, del doble sentido. ru mismo tiempo.y desde el mismo / mismo enüan en este estilo la mitad de las metonimias y de las sinéc-
uirr" es como las espinas. de la rosa se cohvierten jl -.i:"]_.: doques, todas las que utilizan una <miniaturización> retórica al em-
;;;;. i

plear la parte, el efecto , la especie, por el todo , la causa o el género.


i"t J.r p.J"-e. No es preció insistir en los esbozos patológicos de un
.rrifo se^mejante, que Bieuler admite de entrada como el estilo patoló- Por último ,,yt hemos mostrado cómo las estructuras sintéticas de la
imaginación delimitan el estilo de la bipotiposistea. In, repetición de
vgico por exce lencia.
ya hemos comprobado, en las bellas artes, hasta qué punto estaban las imágenes, y por eso mismo la reversibilidad del tiempo, aniquila el
base de toda una ria concepto mismo del tiempo tet. Y en el espacio fantástico el grupo de
Ia catarsis Pre Para ita las igualdades viene a refor zar el de las similitudes . Y a habíamos visto
el adorno^ o la d
tud perr ral

?:.,1.,ilr'fffiill;
h.asta qué punto ilustraba estéticamente la-expresión rítmica de la mú-
sica esas estructuras sintéticas, por ser la música una totalización rítmica
de conüastes re6. Tarnbién habíamos mostrado que esta estructuta de la
en los que el recuer- fantástica esb ozaba, si no una aritmética debido al proceso de repeti-
tos stendhalianos, el ción básica del númeto , al menos una aritmologiatet . Pero sobre todo
cia tanto en Flaubeft como en Van habíamos comprobado que las estructuras sintéticas de la imaginación
instantáneas del deveni r la esencia reintegraban e Clio al coro de las Musas. Porque toda la historia viene a
ada. Puede también manifesarse definirse como una hipotiposis e incluso, cuando desborda en las filo-
hipérbole en un eufemismo idealizante que suaviza sofías de la historia, como una hipotiposis del futuro res. Por eso no vol-
cuando se tiñe de
los pesares y las de.épciones en algunas. , o ta-mbién veremos ampliamente sobre esta figura de retótica que traduce en sin-
.r.roo tea la muerre en los bastidoñs de I o en las ale' taxis el poder fantástico de la memoria. Digamos simplemente que así
el Fedón la lingüísti- como h"y grados en las variedades de ant'rfrasis, los h"y en las varieda-
;;r; "."dé-icas que adornan . ñ , ,n 1ez
mulsüa que des de hipotiposis, como parecen ser el enallage y el bipérbaton. La hi-
E" ,. esboza nítidamenre el estilo de la anúfrasis. Breal
ontrario de su sentido primitivo. Tal potiposis que presentifica hechos pasados o funrros es el modelo del
cual el enallage no es sino un corolario: este último insiste en el cambio
- cp .

ente signific aba mati-


. l

rar, que aplicado a los del tiempo, eo ese ínfimo matiz antitético que vehicula toda síntesis;
sólo se madura con el en cuanto al hipérbaton, es el proceso de reversibilidad casi completa-
del verbo activo, se ha deslizado mente formalizado, puesto que altera el orden cronológico de los tér-
ado> y finalmente su sentido se ha minos sin perder por ello el sentido. Pero una vez más, repetimos,
re, Cfr. supfd, p. 264.
r87 Cfr. supra, PP. L93 y ss. reí Cfr. sapln, pp. 33t y ss.
r88 Cfr. supra, PP. 256 y ss.
ret Cft . sapra, pp . 267 y ss.
tel Cfr . supra, pp. 197 y ss. re6 Cft. sapra, pp. 330 y ss.
reo Cfr. suprd, p. 263 . re7 Cfr. supro, PP. 270-274 y ss.
rer Cfr. supra, P. 260. re8 Cfr. sapra, p. 336.
rez BnÉnr, Sérnantique, pp. t49'1t0.

400 401
q

aunque estos reg'rmenes de imaginación, estas categorías estructurales CONCLUSIÓN


estos estilos sean contradictorios y entrañen, corno hemos mosffado a lci
largo de este uabajo, el isotopismo de las constalaciones imaginarias g
de los mitos, oo por ello se excluye n unos a offos. ',!

Se puede comprobar ahora que cuanto más se formaliza, cuanto'


más se aleja uno del semantismo originario de los grandes arquetipos';'
fantásticos, menos se respeta el isotopismo de las estructuras y la unici.'
dad de un estilo . Ya una obra de arte utiliza el recurso de todas las es- :

ffucturas. En la uagedia más sombría, en la más cltirtica, es imposible i


excluir las dulzuras de la ant'frasis, es imposible disociar, €o la delicade.'',i
za stendhaliana, la purga de los resentimientos políticos y las ternuras ji
sublimantes respecto a los buenos momentos pasados. Una gran obra i

de arte quizá es sólo totalmente satisfactoria porque se mez cle a ella el i,


acen(o heroico de la antítesis, la nostalgia tierna de la ant'rfrasis y las ,

diástoles y las sístoles de esperanza y desesperanza. Pero en el nivel pu- 'i


ramente esque mático de la retó rica, las oposiciones enffe los diferentes, ,j
regímenes'se esfuman también, y el poder isotópico de las estructuras ,

El hombre... por su actividad en dominarlo coffe el riesgo


se desarticula a la vez que se pierde el semantismo: la sintaxis de la fi- 'i. de enajenarse el mundo; en cada instonte debe, y ésa es la
gura de retórica ya no se toma en su sentido figurado, aunque todos los ti función del anista, reconciliárselo, por las obras de su pereza.
estilos a un lado un ligerísimo predominio estadístico- se ":
utilizan-dejando
en una obra por la expresión del discurso . FnaNcls PoNGn, Ia Marrture, <Table ronder,
n." 43.
Así, por medio de la retórica y sus figuras, vemos deshacerse poco a
pocoelsemantismodelofigurado.Terrenointermediario,|lretórica
es también e I lugar de todas las ambigüedades. Quizá por esta tazón su ;
Ya hemos llegado al término de esta obra. Comenzzdacon una ob-
estudio ha sido descuidado en provecho de las epistemologías que pare. servación sobre la devaluación culnrral de lo imaginario en el pensa-
cian interesarse en los procesos formales depositarios de la exclusiva, en
miento oficial de Occidente, se cierra con una observación sobre la de-
la lógic a y en las matemáticas. Y en el momento mismo en que la ima- valuación de la retórica. Algunos podrán estimar que esto es dedicar un
ginació n cala- en descrédito en el pensamiento occidental, el término de
libro muy grueso a la, qmzestra de errotes y de falsedadesn. Hemos visto
rétor se hacía también peyorativo constantemente que la rehabilitación de lo imaginario entrañtbe una
toma en consideración de la mitolo gie, de la magia, de la alquimia, de
la astrobiología, de la a¡itmologie, de la anelogTe, de la participación,
del pensamiento prelógico y, finalmente, de la retórica. ¿No será, una
vez más, extravia¡ la reflexión hacia <nubes> vanas? Contestamos que
de estas nubes vienen tanto las lluvias fecundantes como las totmentas
devastadoras. Ocultar el sol parece set un poder muy considerable. Pe-
ro hmbién esta respuesta esti cugada de metáfora. Más vale decir que
a lo largo de esta investi gaciín nos ha parecido que (esos errores y fú-
sedades> imaginarios eran rnucho más corrientes, mucho más universa-
les en el pensamiento de los hombres que las <verdades > frigiles y es-
trechamente Localizadas en el tiempo y en el mundo, esas nverdades,
de laboratorio, obra del rechazo racionalista e iconoclasta de la presente
civilizeción r. Por ello, podrá considerarse al menos esta arquetipologla

199 Paradójicamente en la época en que, con buen juicio, se separa el estilo de la nes-
I Cfr. el hermoso estudio de C. LÉvr-Srnauss, cl'efficacité symbolieucr, Antltrop.
critura> retórica y cuando se afirma oel estilo es el hombre> es cuando la filosofía se aPar-
sttact., p.201, en el que el autor no teme poner en paralelo la cura de un psicoanalista y
ra de la retórica, del estilo y por consiguiente del hombre. Cfr. GutnnuD, La Stylistique, la de una chamán Cuna. Cfr. G. Dun¡,Np, <L'Occident iconoclasteD, en Cabiers intetz,
p. 31: qDécadence de la rhétorique>. de symbolisme, n.o 2, 1063.

402 403
general como un catilogo cómodo de los extravíos de la loca de la casa,
como un tmagínario museo de las imágenes, es decir, de los sueños y
de las mentiras de los hombres. Cada uno puede escoger su verdad.
Por nuestra parte, nos negamos a alienar una parte cualquiera de la he-
rencia de la especie 2. Nos ha parecido que las jóvenes verdades estudia-
das por los epistemólogos se gast^n y se combaten: entonces, ¿por qué
descuidar los (errotesu cuando aparecen como la cosa más compartida tupefacientes ,, al jazz, a los <hobbies> extraños, como por las doctrinas i
del mundo? Y, sobre todo, cuando este reparto parece hacerse según irr^acionalistas y l;.*rit".ión de las formas más elevad"t^ ¿.1 En el I
un orden revelador de de terminada verdad. Un humanismo verdadero, seno del pu rita ^rtea.
la <.desmitifica- i
¿no debe tomar a su cargo todo lo que gusta universalmente sin con- ción>, el ioder por una dialéc- ;J

cePto , y a(tn más, todo lo que vale universalmente sin raz6n? Una de tica vengád oÍ^. lismo , la expli- ¡
las convicciones que se desprende de nuestra investi gaciln es que h^y cación determinista, el positivismo, se instalan con las cafacterísticas'
que revisar, cuando se üate de comprehensión anffopológica, nuestras del mito más innegableJ: su imperialismo y su cerrazln a las lecciones i
definiciones sectarias de la verdad. Aquí más que en ninguna otra par- del cambio de las iosas t. La obfetividad se ha rruelto paradljicamente i
te, no podemos tomar nuestto deseo particularista de objetividad civili- culto fanitico y apasionado que rehúsa la confrontación con el objeto. '
zada por la realidad del fenómeno humano. En este terreno las umenti- Pero sobre todó, ó-o cualqüier sistema que explote a un régimen iso- :r
ras vitales> nos parecen más verdaderas y válidas que las verdades morta- morfo exclusivo, el objetivismo semiológico .oniemporáneo que ignora il
les. Y antes qu: generalizar abusivamente sobre verdades. y métodos los pasos de una antropología general, íe cierra o priori rrrr'hurñanis- !t
que no son estrictamente válidos, sino al término de un riguroso psi- mo plenario. Lo que disfraza la seguridad desmitificante " no es, en la ',

coanálisis objetivo inaplicable a un sujeto pensante, y que, una vez ex- mryoria de los casos, más que un colonialismo espirinral, la voluntad
trapoladas, oo son sino inútiles e inseguras, más vale tratar de acercarse de anexión en provecho de una civilización singular, de la esperanzay
por métodos adecuados a este hecho insólito, objetivamente absurdo, del patrimonio de toda la especie humana. Por eso en esta fenomeno-
que manifiesta el eafemisnao fantástico y que aparece como fundamen- logta de lo imaginario nos hemos esforzado en no dej as al margen de \
\
tal del fenómeno humano. Este fenómeno humano no debe ser aliena- nuestro estudio ningún recurso antropológico. Lo que buscábamos son
do por :^l o cual ciencia .$ siquiera la humana- espec_ializada, e estructurru, no una infraesüuctura tota/itaria. Y bajo la convergencia
una estricta verdad, sino ser ilustrado por las convergencias de la antro- de las disciplinas antropológicas, el mito y lo imaginario, lejos de apa-
pología entera, puesto qug. se.ha probado, cada vez que aparece, que recérsenos como un momento superado en la evolución de la especie ,
es superior al objeto en dignidad y en potencia. Esto es lo que con se han manifestado como elementos constitutivos esperamos haber- i
nuestros pequeños. medios hemos tratado de sugerir en este libro que lo
I^ -I -- ^---^ l^
demostrado, l^--^---^-i--^-
instaurativos- l^l
del -y espec-fico
comportamiento
-^-¡^ -2^^-^
^^-^^aC^^ l^l
del I

no tiene más ambición que la de ser una introducció n a, estudios más /torno sapiens, Por eso nos parece que una de las tareas más honestas
precisos. en la investigación de la verdad y de la preocupación por la desmistifi-
Es hora, además, de ponetse de acuerdo sobre la pretensión de al- cación, €s discernir bien la mistificación y el mito. Y no jugar con la
gunos que quieren <desmistificar> el hombre a cualquier precio 3. rdtz de las palabras. Querer ..desmitificar> la conciencia nos parece la
A nuesffa vez, podemos preguntarnos bajo qué régimen mítico se ma- empresa suprema de mistificaciór y constituye la antínomia fundamen-
nifiestá a su üoluntad esa desmistificación. Úno dé los signos de nues- tal: porque sería un esfu eÍzo imaginario para reducir al individuo hu-
tro tiempo es, de acuerco con el régimen de la abstracción semiollgica mano a vna cosa simple, inimaginable, perfectamente determinada, es
u objetiva, la confusión hiperbólica y polémica del mito de Ia mistifica- decir, incapaz de imaginación y alienada a la esperanza. Pero la poes-w
ción. Nuestra época, destripadora de mitos y de mística, se quiere en- corno el mito es inalienable, Lamis humilde de las palabras, la más es-
tregar al régimen de la antltesis y, por e llo, a todas las tentaciones de la uicta comprensión del más estricto de los signos es mensajero, a su pe-
exageración hiperbólica. Pero parece, por muchos indicios, que este mo--
a Cfr. Fnrrou¡,N, Oi aa le trauail bumain?, pp. 150-111, 231 y ss., 343. Cfr. SI¡RN,
2 Cfr . Pnzvlus Kt, La Participation, p. XI: <La crisis moral que arravesamos proviene
La Troisiéme Réaolution, pp. L24 y ss. Cfr. sobre todo la reacción generelizada contra el
e n parte de nuestra impotencia parl concebir la unidad de lo humano en e I tiempo y e n
arte llamado oabstractoD, no por un retorno a lo nfigurativo>, sino por una inclinación ha-
el espacio.,
) Cfr. R. BnnrHEs, op, cit., pp.232,23r,237. P. Rrccun hace una excelenre y sutil cia lo <informal>. Cfr. CEuares de Franz Kline , Mark Tobery, Zo-Vou-Ki, Domoto, en
Catalogue exposition cOlient-Occident>, museo Cernuschi, noviembre de 1918.
diferencia entre udesmitologizar, y odesmitizarr,, en qle Symbole donne i penserrr, Es- t Cfr. el esrudio muy reciente que Jung dedica a la opsicosisu de los <platillos volan-
plit, julio de 1959.
tes). C. G. JuNc, Ein moderner Myt/tus, Von Dingen, die arn Himnzel geselten uerden,
Zurich, Rascher, 1919.
404
40t
sd, de un1 expresión qye nimba siempre el senrido propio objetivo. cación debe tenerse en cuenta tanto para bien como Para mal. Antaño,
los grandes sistemas religiosos hac'tan el papel de conservatorio de los
lejos de irritatnos, este dujo>6 poético, ésta imposibiliáaüde udésmiti-
ficar> la conciencia, se presenia como la posibitidad del esp'lritu, y regímenes simbólicos y de las corrientes míticas. Hoy, las bellas artes I

c-on¡tituye ese uhermoso ries go a cotrer> que Sócrates 7, en un instante pera una élite cultivada, y para las masas la prensa, los folletones ilus-,
decisivo, opone a la nada objetiva de la muerte, afumando a lavez los trados y el cine, vehiculan el inalienable repertorio de toda la fantásti- :
derechos del mito ), vocación de la subjetividad en el Ser y en la li-
V.
c . Por eso hay que desear que una pedagogía venga 7 esclarecer, si no i
bertad .qYe lo manifiesta . Para el hombre- no hay honor ran verdadero a ayudar, esra-irréprimible séd de im7genés y de suéños. Nuestro deber ,"

como el de los poeras. más imperioso es trab ajar en una pedágo gia de la pereza, de la libera- i
Así pues, nosotros que ción y de los ocios. Demasiados hombres en este siglo del ..esclareci-
ción, pedimos modestamen miento> ven cómo se les usurpa su imprescriptible derecho al lujo
junto al débil triunfo de la nocturno de la fantasia. Podría ser que la moral del u¡hola! ¿con qué
, dignidad de la vocación onr cantabas cuando yo andaba al remo?>> y la idolatría del trabajo de la :

espontaneidad espirirual y la expres hormiga sean el colmo de la mistificación


po. de lo. imaginario-. Esa libertad es tolerancia de todos los reg'rmenes Se trat arta, e o primer lugar, de rehabilitar el estudio de la retórica,
término medio indispensable pare- el pleno acceso de lo imagin ario,
4.1 esp-rritu, sabiendo bien que el conjunto de estos reg'rmenes"no está
de sob r^ P^r^ el honor poétiéo del hombre que consistJ e¡ hacer fraca- después de intentar aÍrancar los estudios literarios y artísticos a la mo-
,S2flanadadeltiemp9y.delamuefte.Nospare.e,pues,Queseimpo- nomanía historizante y arqueológica, p^r^ volver a situar la obra de ar-
ne una peda gogi? de la te en su lugar anttopológico conveniente en e I museo de las cultutas,
lmaginación al lado üe la cultura fíiica y la iul- que es el de hormona y de sustento de la experiencia humana rr. Ade-
'tura del razonamiento. Sin saberlo, nuestra imaginación
'-' ha abusado de
u5r réglT. especie en más, la enseñanza de la arquetipología tendría un puesto junto a la
9l sentido uliura una epistemología invasora y de las filosofías: junto a las especulaciones so-

üJi;
conversión

del Rlsirnen Diumo. Quizihayan llegado demasiado tarde. En nues-


:jj':,i,f;
bre el objeto y la objetividad, se situarían las reflexiones sobre la voca-
ción de la subjetividad, la expresión y la comunión de las almas. Por
último, deberían reservarse uabajos prácticos muy amplios a las mani-
ttos días,. gracias a los descubrimientoi de la antrop ologla, ro es sólo festaciones de la imaginación creadora. Gracias a la enseñanza sistemá-
una ola de exotismo o el simple encanto de la evasi^ón i¿. lo extr Lve,- tica de la arquetipologia, la mitologja,la estilística, la ret6rict y las be-
gante los que vienen a balbu*tt los consejos de una terápéutica huma- llas artes, podrían restablecerse los estudios literarios, .y requilibrarse la
pista conciencia del hombre de mañana. Un humanismo planetario no pue-
y plan etaúa autorizl parl- de basarse sobre la exclusiva conquista de la ciencia, sino sobre el con-
permite un invenrario ge- sentimiento y la comunión arquetípica de las almas.
tip o/og'w gen eral. Entonces Así pues , la anffop ologia permite una pedago gta y remite natural-
tética, totalmente humana, como mente un humanismo cuya vocación ontoló gica manifestada por la
qna educación fantástica a escala de todos los fantasmas de la humani- ^
imaginación y sus obras parece ser el coraz6n. Partido, eo efecto, de
una toma en consideración metodológica de los antecedentes de la re-
{td. No l"l"- podemos reeducar la imaeinación en el plano del rrauma- flexolo g1a, este libro lleva a una toma en consideración pedagógica de
{ism9 individual como lo invent a la clalización simbblica,r t; no sólo se
puede corregir individualmenre el déficit los antecedentes de la retórica. Exactamente en el centro de este inter-
gustia, por la psicoterapia que utlliza el valo, eo las puertas de la animalidad así como en el umbral de los pa-
también las técnicas llamadas de <<acción sos objetivos de la raz6n técnica es donde, en el curso de nuesffo estu-
r0
iociod ramáticas esbozan una peda ¡o St dio, hemos situado la imaginación, al ser la retórica la metaftnel de es-
te ffayecto antropológico en cuyo séno se despliega el dominio de lo
6 BanruEs,.op.. cit.t p. imaginario. Entre la asimilación pura del reflejo y la adaptación l'rmite
?33. Al contrario que Barrhes, L. Aragon ha observado bien, de la conciencia a la objetividad, hemos comprobado que lo imaginario
en una perspectiva baudeleriana,q_ue el lujo ei insepa¡able rantoi.l como de la es-
pet^nz^; cfr. An1goN, Apologie du luxe,'prefacio iel "rt.
nMarisse>, Ginebra, Skira, 1,946. constituia la esencia del esp-niru, €s decir, el esfueÍzo del ser para alzar
7 Fedón, lt4d.
8 Cfr. una esperanzavivahacia y contra el mundo objetivo de la muefte. A lo
symboliqae,
e Cfr.
ro Cfr. rr Cfr. nuestro libro Le Dácor mytiqae de la Chartreuse de Parrne.
de la sociométrie.

406 407
largg de este üayecto hemos visto plantearse esquemas, arquetipos y angustia contemporinea busca anárquicamente en las ruinas de los de-
s-rmbolos según reg'rmenes distintos, articulados a su vez en estructuras. terminismos, porque la función fantástica es la que añade ale objetivi-
Tales categorías justifican le isotopía de las imágenes y la formación de dad muerta el interás asimilador de la utilidad, la que añade aLa utili-
constelaciones y de relatos míticos. Por último, nos hemos visto induci- dad la satisfacción de lo egradable, la que añade a lo agrable el lujo de
dos a comprender la atipicalidad tanto cultural como psicoló gica de es- la emoción estética , la que lación suPrema, ;
t_os Jegímenes y categorías de la fantástica, mostrando que los recursos después de haber negado se desdno, instala l.
:J^r r- r^ 'l'
de las diversas modalidades de lo imaginario y de los estilos expresivos el pensamiento en el eufemismo rorar ranro <re ra serenidad como de l" I
de la -imagen están orientados por la sola preocupación de dejar <pa- rebelión filosófica o religiosa 12. Y, sobre todo , la imaginación es el i
sat> el tiempo, por la forma espaci l, desde el terréno dominio del des- contrapunto a:riológico de la acción. Lo que lastra con un peso ontoló- i
tino fatal integralment_e objetivo- , tl de la victoria ontoló gica. gico el vacío semiológico de los fenómenos, lo que vivifica la represen- ,i
kjos de ser-por
el residuo de un déficit pragmático, lo imaginario se nós ha tación y la sed de realizaciín, es lo que siempre ha hecho pensar que lal
aparecido a lo largo de este estudio como la señal de una vocación on- imaginación era la facuhad de lo posible, el poder de contingencia deli
tológica. Lejos de ser epifenómeno pasivo, aniquilación o, también, va- futuro que se¡
na contemplación de un pasado remoto, lo imaginario no sólo se ha vive y no porl
manifestado como actividad que transforma el mundo, como imagina- las cer rique-;
ción creadora, sino como intellectus sonctu.r, sobre todo, como ordena- zN, sino por las opiniones, pot ese lazo imaginario y secreto que une y'i
ción del ser a las órdenes del mejor. Éste es el grarn designio que nos ha enlazael mundo y las cosas en el coraz1n de la conciencia: no solmente::
revelado la función fantástica. se vive y se muere por ideas, sino que la muerte de los hombres es libe-
Y este designio permite evaluar los estados de conciencia y jerarqui- rada por imágenes. Por eso lo imaginario, lejos de ser vanapasión, €s
zar las facultades del alma. Porque si el <yo piensou demuesffa perfec- acción eufémica y transforma el mundo según el Hombre de Deseo:
tamente el ser, h^y pensamientos que degradan esta conciencia de ser
porque la alienan en el objeto y finalmente en la muerte. Y son preci- piloto
La poes'a es an
samente estos pensamientos iconoclastas tan usuales en nuestra civiliza- Orfto acompaña a Jas6n,
ción actual, eue consisten en someterse al mundo del objeto bajo las
ffanquílizadoras modalidades de la <tes extensa>, mientras que el esp'lri- Por eso, no nos ha parecido estéril que el filósofo r3, según el antiguo
tu y el ser que revela sólo tendrían para compartir la nada de una dura- oráculo, s€ incline de nuevo con atención fraternal sobre la inspiración
ción insignificante y portadora de muerte. El ser no ve que se le pro- fantásticay <se ocupe un poco del trabajo de las Musas>. ¿Qué sería de
ponga más que la elección desesp erada de ser parl el mundo o pua la los Argonautas sin la lira de Orfeo? ¿Quién daúa cadencia a los reme-
muerte. Hemos visto que el estudio objetivo de la fintlstica invierte ros? ¿Existiría incluso un Vellocino de Oro?
paradójicamente la apologética del objeto y sus conclusiones filosóficas
falsamente optimistas. Lejos de ser una forma a priori <más bien> de la
alteridad material, el espacio se ha revelado como la forma a piori de
la creatividad espiritualy del dominio del esp'lritu sobre el mundo. La
objetividad es la que jalona y recorta mec inicamente los instanres me-
diadores de nuestra sed; el tiempo, el que distiende nuesüa satisfac-
ción en una laboriosa desesperación; pero es el espacio imaginario el
que, por el contrario, reconstituye libre e inmediatamenre en cada ins-
tante el horizonte y b esperanz? del Ser en su perennidad. Y es lo ima-
ginario lo que aparece como recurso supremo de la conciencia, como el
corazÓn vivo del alma, cuyas s'rstoles y diástoles constituyen la autenti-
cidad del cogito. Lo que susffae el uyo pienso> a la insignificancia del
epifenóm¡no o a la angustia del aniquilamiento no es más que ese <<pa-
ra sí> gufernizante reveladg.por el estudio de lo imaginario, y contra el
que ninguna objetividad alienante y mortal puede prevalecer en fin de
cuentas. tz Sobre las proyecciones míticas de la rebelión, cfr. MucstELLI, Le Mytbe de la cité
idéale.
En esta función fantástica reside (ese suplemenro de almao que la tt Cfr. Fedón, 60 e.

409
ANEJO I

DE LAS CONVERGENCIAS DE NUESTRA


ARQUETIPOLOGÍA Y DEL SISTEMA LÓGICO
DE S. LUPASCO

En el Anejo I de la edición de L963, habíamos indicado la utiliza-


ción posible de la terminologia lupasciun^ en arquetipologTa (De la uti-
lización en arquetipolog'a de la terminolog-a de J. Lupasco), No
obstante e n completo acuerdo esta vez con el propio S. Lupasco-
-y que hacer algunas rectificaciones relativas a las diversas ho-
hemos tenido
mologaciones de la terminologia luptsciana y de nuesffa propia termi-
nología.
Antes creímos que los términos esquizomorfo (o beroico) y rnístico
que nosotros ulizábamos eran homologables punto por punto con lte-
terogeneización y bomogenizaciín utilizados por el eminente f-sico.
Sin embargo, ya observábamos: (A decir verdad todo ocurre como si
todo e I campo de lo Imaginario estuviera pola rizado en sus dos límites
(esquizoformo y místico) por dos fuerzas homogeneizantes: una por
defecto... otra por exceso... O también, utilizando el lenguaje de Pia-
get, nos encontramos frente a dos fuerzas teóricas de homog eneización:
una esquizomorfa- asimiladora pues, que no presenta en última
-la ninguna
instancia aptitud para la adaptación, atrincherada en un autis-
mo agresivo y conquistador; otra mística- adaptadora pura, eue
-la
se pega al ambiente, que participa en el entotno con el máximo de vis-
cosidad. r>
Desde entonces, las muchas observaciones que han podido aportar-
nos los valiosos trabajos de nuestros colaboradores o de investigadores
que se han inspirado en nuestro libro, tanto en psicopatol ogia como en
sociolo g'tl, no hacen sino confirmat esta corrección que nosotros hacla-
mos a una asimilación demasiado simplista de nuestta terminología y
de la de Lupasco r. Son bornogeneizantes las dos estructutas más excesi-
I Sobre el estado de esta cuestión, cfi. nuestro artículo <Irs Structures polarisantes
de la conscience psychique et de la culture>, en Eranos Jabrbucb, Zurich, Rhein Verlag,
1968, tomo )OO(VI.

4tr
tancia, polarizada por ffes principios irreductibles, por caminos muy
la esquizornofa y la rnística. La segunda, como ya nos parecla evi-
v_as, diferentes y poco más o menos en la misma época. En su librito de
dente en 1963, es fundamentalmente homog eneizante por <excesou de L960, Les Trois Matiéres, Lupqsco hace desembocar la reflexión episte-
homog eneización (y defecto inicial de distinci1n heterog eneizartte) en mológica de lo flsico en tres sistemas son a su vez <sistemas de
las estructuraciones rn'tsticas y más especialmente en las eltrucnlraciones -que
sistemruD, puesto que un sistema está definido por el antagonismo de
sapermísticas descubiertas por el psicólogo Yves Durand); las primeras, los sistemas primarios-, estando los dos más exüemos regidos por la
a pesar de una apariencia hetegogen eizante debida a, la distiniión , a la actuali zaci6n, uno del Principio de Homogeneidad, otro del Principio
diairesis (o Spaltang) esquizomorfa, se saturan muy rápidamente y se de heterogeneidad, mientras que el tercet sistema resulta del Lntego-
produce ul fenómeno de inversión del sentido: el exceso de heteroge- nismo de estos dos principios contradictorios, equilibrados por una po-
neización heroica, produce de repente una parcelación, una pulver{za- tencial izaciín respectiva .
ción de las formas y del sentido (Zerspoltung) equivalenre a uha homo- Algunos años antes, por un camino distinto, Roger Bastide descu-
geneización
?of defecto pjrfgctamente reconocible en los protocolos bria en el pensamiento y el comportamiento afrobrasileño, tres princi-
imaginarios de los esquizofrénicos 2. Esta saturaci1n se nos apárece aho-, pios irreductibles: El Principio de Corte muy cercano a lo que nosoüos
ra cetcana de esta regla antropológica general que Bergiton locali- hemos llamado esquizomorfia o diairética , el Principio de Participaciín
-muy
zaba
.ya con el nombre de <doble frenesí> y que- el sociólogo ruso- (o de Relación) mGtica y, por último , el Principio de Conespondenc'ia
americano P. Sorokin t ha confirmado con el'nombre de Priícipio de (o de Analogla).
los /ímites. Ahora se pod ria dar un paso más en la perspectiva dél esta- Estos tres principios, en Bastide y en Lupasco, así como en nosotros
blecimiento de un Principio general de la antropolbgía esrrucrural, es- mismos, subtienden siempre un sistema de pensamiento o de energia,
cribiendo que la inuersiín del sentido (o como diceñ los sociólogos el pero hemos tratado de mosffar en este libro que el semantismo de las
cambio) procede de una safuración, pero de una saturación que prouo- imágenes es sintom itico del privilegio de un principio rector y del esta-
c una potencializaci1n que libera las actividades antaglnica^r hasta do de actualización o de potencialización de las polaridades dialécticas
aquí pote que efectuar i iones, cuestionadas.
especialm en psicopatol en la
dirección rincipio dt sat de las
actuali zaciones simbólicas .
Entre estas dos homog eneizaciones por monop olización estereotipa-
da de una sola estructuración psíquica se sitúa éntonces, como decía-
mos en L963 , la gama de las estructuras realmente he tero geneizantes,
(bipolares o polimorfos según
mos volver in extenso a lo que
structuras Sintéticas> son estructu-
mismo tiempo las potencialidades
de asimilación y de adaptación. Sólo ellas, a deiir verdad, merecerian
la apelación de uheterogenizantes> en el sentido biológico que Lupasco
da a este término, porque sólo ellas hacen intervenir él facior tiehpo.
Habría, pugs, consideraLuna llgica
ica!-
gtc !
-Que -¡o yalheterogeneizici6n,
no ya de dos categorias, homogeáeización
menos una prétO-

sino de tres , hornoggneidad asiniladora, heterogeneidad o equilibrio


antagónico y, por último , _/t.omogeneidad adaptadora. Esra prelógica
estaría, pues, Duy cetca del tradicional Sistema chino del Tao, del
Ying y del Yang.
Es muy notable que Stéphane Lupasco, Roger Bastide y yo mismo,
así como Yves Durand a, hayamos llegado a tal lógica de primera ins-
2
Cfr. Y. Duna¡.¡o, op. cit.
3
Cfr. P. SonortN, Social and cultural dynarnics, Boston, Porter Sargent Publisher, R. BasrIDE, <k Principe de coupure et le comportement afro-brésilien> (Anais do XX)il'
1917. Congr. intem. de Americ¿nistas, Sio Paulo, lgtt).
1 Cfr. Yves DunaNo , op . cit, , S. Lupnsco , Les Trois Matiéres, Julliard, 1960;
413
4t2
AI{EXO II

CLASIFICACIÓN ISoTÓpTc¿, DE LAS ruÁcENES

REcir'r¡r.¡¡s
o Drunuo Nocn¡nNo
PomnioADES

ESQUTZOMORFOS SINTÉNCOJ misncos


(o Heroicos) (o Dramáticos) (o Antifrásicos)

EsrnucruRAs l. Idealización y retroceso aut'stico. 1. Coincidentia oppositorum y sistema- 1. Reduplicación y perseveración.


2. Diairetismo (Spalrung). tiztciín. 2. Viscosidad, adhesiviüad antifrásica.
3. Geometrismo, simetría, gigantismo. 2, Dialéctica de los antagonistas, drama- 3. Realismo seruorial.
4. Antítesis polémica. tización. 4. Minian¡ úzaciín (Gulliver ) .
3. Historización.
A'
A
4. Progresismo parcial (ciclo) o total.

PnrNctpros de Representación objetivamente heteroge- Representación diacrónica que une las Representación objetivamente homoge-
explicación neizante (antítesis) y subjetivamente ho- contradicciones por el factor tiempo. El neizante (perseveración) y subjetivamente
y de justi- mogeneizante (autismo). Los Principios de Principio de CAUSALIDAD bajo todas heterogeneizante (esfuerzo antifrásico).
ficación o EXCLUSION, de CONTRADICCION, de sus formas (espec. FINAI, y EFICIENTE), Los Principios de AI'{ALOGIA y de SIMI-
Locrcos IDENTIFICACION actúan a tope. actúa a tope. LITUD acrúan a tope.

Re nrEJos Do. Dominante POSTURAL con sus deriva- Dominante COPULATIVA con sus de- Dominante DIGESTIVA, con sus adyu-
MINANTES dos menua/es y el adyuvante de las sensa- rivados motores rítmicos y ius adyuvantes vantes coenestésicos, térmicos y sus deri-
ciones a distancia (vista, audifonación). sensoriales (cinésicos, musicales-rítmicos, vados táctiles, olfatiaos, gustatiaos.
etcétera).

Esquruns SEPARAR I MEZCLAR


r!.P$v-{f!$¡

ARQUETIPOS PURo * uaNcur^rpo ALTO # nAIo HACIA H CIA ¡,rr,ÁS PROFI,JNDO, CALMO, CALIENTE, ÍT{flMO, OCT,.ILTO
<EPITETOST CIJIRO # SOUBRIO ^DEITTNTE
FT,,ITI,JRO PASADO

Sin¡aci6n de
las .catego-
r'las del jue-
LA ESPADA* -- (El Cetro¡.- '
I *EL BASTÓN.- *EL DENARIO - '*LA(
go dcl tarot.

Ia Luz Ia, Cme [¿ Motada


Anqumros + I¿s Tinieblas + El Abismo El Cenuo
TSUSTANTIVOST El Aire El Cielo'+ El Infie¡no La Flor
+ El Miasma El Jefc Ia Mujcr
El fuma Heroica + El Inferior El Alimento
# El Lazo El Héroe la Sustancia
El Bautismo # El Monstruo
+ La Mancilla El Ángel
# El Animal
A El Ala
F
\rrl # El Rcptil

De los S'rm- El Sol, El Azul I¿ Escala El Cdend4rio, la Aritmologiz


bolos a los El Ojo del Padre [¿ Escalera IA T{tada, La Téuada, Ia Asuobiologíe
SINTEMAS las Runas El Bctilo
El Mantra El Campanario La Iniciación El Sac¡ificio El Vientre I¿ Tumba
I¿s Armas El Zqqurat El <Dos Veces El Dragón Tragadores y uagados [¿ Cuna
la tapia El Águila {acidor, La Org'lo,, Ia Espiral Kobolds, Dáctilos I¿ Crisáüda
[¿ Circunscisión I¿ Gaviota El Mcslas El Ca¡acol Osi¡is [¿ Isla
I¿ Tonsura, etc. I¿ Paloma, a Piedra Filosofd, El Oso, El Cordero Los Tintes La Caverna
Júpiter, etc. I¿ Música, etc. I¿ Liebre I¿s Gemas El Mandala
[¿ Rueca Melusina, El Velo I¿ Barca
El Encendedor Ia ca;pa Ia Cebaña, El
I¿ Batidora, etc. la copa Huevo, [¿ I¡che,
El Cddero, etc. I¿ Miel, El
Vino, el Oro, etc.
Ulises, 98
INDICE
X
Ullin, l3 I
Upananda,274 Xipe Totec , zgj
Upuahut, 80 Xiuhrecurli, 3I j
Uranos. 69, 128 Xochiquetzal, 207, 28,
Urtra, 10i, 166, l3l, 286
Uvuvewi,287
Y

Yaggdrasil (árbol), 1.2r, 32G


Yama, l0l , 134, I t8
Vajra, 76 Yang, l2l, J08, 310, 317
Valkirias, 70 Yavé, 128 , 144, 145, lt7, 276
Vanes , 252, 2r3, 336 Yin, 81, l2l, j}j,308, il0,
Varuna, l0l, 128, 130, lll, I44, 146, Ysengrin, 79
317

1t6, 206, 276, 293, 3Jr-336 Yudhishrika , t45


Vayu , 163, 166
Venus , L24
(libitina), 18t, 21, , 218, 241 Z
(barbara), 277 , 317 , 335 INllR.ODUCCION
Veran (San), lt7 htetustra, 77
Verethragna, 77 , 166 Zeus, 76, 128, L3t, L40,110, 118; cfr.Jú-
Vesta , 163, 3It, tl6 I-as imágcnes de ctatro caartos
Prrer
Virgen (Santa), 184; cfr. Marie Zolorl, 80, 197
Visnú,81, 202,206,302 imag
7-nttn (Akarana), 276
Vofonius, 27 3 Ia clásic
Vritra, 305 El el sig ez^
17
Vulcano ,163 de la imagen

El símbolo y sas motittociones

\üüainamoinen No linea¡idad del semantismo.-Crítica de las clasificaciones simbólicas.-


, L46, 22'
\üatusi , 287 Naturalis^" a. rt"pp. i ¿. Eliade , materidismo elemental de Bachelard,
tü(/otan
, 157 ;;i"Gú; ái oi"ir?zií y piganiol, evolucionismo dc Przyluski. -Psicotni'
lisis y rechazo.
El t"etiJ--,ropológico. -Rechazo dcl np{co.logismo, y del nculturalis'
mor.-No.il" aí troítctu antrcp ,l1gico.jMotiviciones sociópetas y soció'
27
fugrt

Método de conuergcncia 1¡
psicologismo metodolfigico

ordides. tres refleios dominantes


-Los
minantc postaral, dominante diges'ittA,
dad y rePresentación 37

Intinuciones antrcp ol1gicas, plan I rccobalario

El entorno tecnológico.-El comP e'


mentos directos de los refleios domi P
afoctivos. simbólicas v lo
-Categoúas
del plan: bipartición y tripartició

44,
El vocabulario de la arquetipologia: el esquema, el arquetipo y el s'rmbolo, El uquetipo & la ctrt e.-Vientre digestivo y vienue sorual. El intestino,
el mito, la estructura y el régimen . . 110
símbolos dcl tiempo
113

UBRO PRIIYTERO

SEGI,JNDA PARTE
EL REGIMEN DIIJRNO DE LA IMAGEN

El primer régimen de lo imagina¡io es el de una antltesis materialmente EL CETRO Y LA ESPADA


bien ddinida
el reflejo postural, de
s-rmbolos de la separa-
ast6n 11t
PRIMEM PARTE

Capítulo primero.-Ios sIMBoLos AScENSIoNAIES . \. .

LOS ROSTROS DEt TIEMPO

CapÍnrlo primero.
-tos slMBoros rERroMoRFos

d del Bestia¡io. lingü-s-


. Gítica de las-Categor'ns
tesis psicoandíticas.
o... 63
nóstico de ansicdad (Rorschach). El
hormigueo- Bullicio y caos . El q,Zwanp. El <complejo de Mazepp^> . . 66
El coballo ctúnico e infemal,-.I.es Erinnias. La pesadilla.-El sol negro y
cl cabdlo solar. El caballo acuático. El cabdlo y el trueno. El semantism-o hi-
pomo{o. Ios s'rmbolos bovinos, dobletes pre-arios del s'rmbolo hipomorfo.
Toros dueños del huracíny Tarascas. Bcstididad y animalida.d . .. . . .
El arqaetipo del ogro. mordicante y la imagen de las fauces devorado- L27
ras. El lobo y la fobia de-El
Anubis. El león. Crono, Orco y Ogro. Satanismo
canibálico r32

Capítulo II. slMBolos NrcroMoRFos


-Los
Arquetipo y situaciín de tinieblas.-El <Choque negro> (Rorschach). Ia
depresión hesperiana. El odio del hombre negro. Antisemitismo, anticlerica- t37
lismo.
La ceguera. El rey destronado. EI doble de las tinieblas y el espejo. Tetzcatli- Laz y sol,-lsomorFsmo trivid del cielo y de lo luminoso. Dyaus y Dirnrs.
poca h¡reza cele$te y blancura. Lo dorado y lo azulado.
El sínbolo del agaa triste.-Lastimfalización. El devenir hídrico. El arque- -.
El sol lwanté. I¿s divinidades solares, el Oriente, Tlalociny el isomorfsmo
tipo del Dragón. Las lágrimas y la ofelizasiín. t37
' IA inización del agua. El miteo de Acteón ¡;i
I^a negra, los menstruos y la muerte . [¿ madre te- los
rrible Feminid ad y animalidad. del
Ia,arefa y sul redes. El gusano y la hidra. Los lazos de la muerte. La sangre oro.
'Isomorfismo
menstrual y la feha tempord. El mito de Mousso-Koroni y de Kali. Isomor- de la luz y de la palabra. Las Runas. Verbo y el
fismo nictomorfo dhikr. Las ndivisasn Bambare. . . . r42
Conclusifln,-Isomorfismo de la asceruión, de lo luminoso y de la visión.
Conocimiento a distancia por él verbo y la vista t49
rc4
. El esqucrna de la caída.-Primera epifanía del miedo. La pesadez, el vér-
tigo. Icalo, Tantalo, Faetón, Mictlanteiutli, Tzontémoc. La ciidacomo casri-
go. Feminización de la caida. Sexualización de la calda. El eufemismo de la Las arrnas del ltéroe.-Claridad y exigencia de distinción. Isomorfsmo de
cafne 104 las armas y de los arquetipos ascendentes. La espada coftante y Manc viril. Las

446 447
l8g

Lg6

Capítulo IV.-RÉctMEN DIURNo y ESTRUcTuRAS ESeurzoMoRFAs DE Lo TMAGTNARTo . .

Extensión del Régi-


Samkhya, platonis-
eloshistdlogos ....
'rndrqme de la espa- 207

La primera estructura. El déficit prtgmático. El autismo.


la segunda estructura. cspdtungl y abstracción. El muro de bronce.
La tercera estructura. El geometrismo mórbido .Ia, gigantizaciín.
La cuarta estructura. Le antitcsis. El conflicto con el tiempo. La planifi- Hueco de la tierra y fuentes.
cación mórbida. Inmovilidad y petrificación
Conclusifln y coherencia esquizomorfa 173
-IsomorFrsmo

214
UBRO SEGUNDO

Et REGIMEN NOCTI.JRNO DE LA IMAGEN


( ,r¡rlr ukr ll .
-Los
slMBoros DE LA TNTIMIDAD 224
l¿ tumba y el reposo,-Eufemizaciín de la muefte. Tumbas y cunas. Sar-
tófrgo y crisálida. El rito de inhumación. <Cárnaras secretas y bellas
,l,,rriiidó.r Necrofilia romántica. t¿ madre y la muefte. [¿ claustraéión y la
inrulerid aA. Lt ant'frasis de la muerte 224
181 Ia morada y la copa.-.El isomorFsmo de los continentes. De <Kusthosr a
¡Kurtosr. La caverna. Le cripta y la bóveda. [a casa madre. La morada antro-
¡ronrorfa. La pequeña casa en la grande: el rincón. Universo contta y universo
¡ruro. El lugar de la intimidad.
PRJMERA PARTE l{l centro paradisíaco. El lugar sagrado. El <Templumr. El bosque sagrado.
l{l cManddar tántrico. nMandalary psicologla de las profundidades. El recin-
to r uedrado y el recinto circular. I¿ ubicuidad del centro.
EL DESCENSO Y tA COPA l.l ¡rlve y la barca. Polivalencia simbólica del ba¡co. El navegante ftinebre.
l{l urt'o. El Nautilus y el confort náutico. La barquilla lamartiniana. El auto y
Capítulo primero lr lor¡lotte.
(iulliverizrciín del continente. I¿ cabaña. San Cristóbd y san Nicolás. L¿
Capítulo primero.-ros srMBolrsMos DE LA n{vERSróN lg9 r {¡r nm. El huevo hermético. El huevo cósmico. El vaso. El isomorfismo del
( ir¡r¡¡|, Copas y calderos litúrgicos. El vaso sagrado mic¡ocósmico. El vaso y el

:
crtórnr¡¡o. Delcontinentedcontenido... 229
Alinenlos y sastancias,-El sustancialismo alimenticio. I¿ sustancia como
rrrt i¡r¡itlrd. h almendre y la embriaguez.
t,¡¡ tcehc, alimento arquetlpico. I¿ leche rnaterna. Las tetas m'lsticas. I¿
,ltr¡rr ¡xrlimasta. Culturas y alimentación. La leche y la micl. El brebaicsagra-

448 449
!

.la El Besrioio de la luna.-Eufemizaciún del bestiario. El dragón y el mons-


do. El Soma. El vino cósmico. Las caguas de vidar [aguardientesl fren-
truo, s'rmbolos dc totdización. [.o maravilloso teratológico.
cachela ritud y la comunión por la embriaguez.
El oro alimenticio. El oro contra lo dorado. I¿ sd, el oro y el jugo. Quinta-.
El caracol. Universalidad del simbolismo en espiral. El oso. La liebre y el
cordero. Insectc, crustáceos, batracios y reptiles. I¿ crisálida. Esca¡abaio y
esencias qu'rmicas. El precioso exc¡emento. Ia, avuicia y el realismo. El légamo
rÍrna.
y el barro. El oro del Rhin . Régimen Nocturno del oro y Rágimen diarno de la
. La mud" y el nouroborosr. [¿
espada. La antinomia dumézilian^i sabinos y romanos.
El <nágaD. El dueño de las agu
Esbozo de un infierno invertido. Lt indulgencia nocturna. I¿ noche no es
<Kundalinl>. I¿ bestia ctónica
polémica
297

Capítulo III. EsrRUcrr.JRAs rrlÍsrlc,rs DE Lo TMAGTNARIo 2t,


-I"ts
Elección del término m6tico. Estructuras mGticas y s'rndromes gliscromorfos.
. Ia primera estructura: redoblamiento y- pgrseveración. El Rorscht*
y_-los
tipos ixoides. Perseverancia y nviscosidad del temaD. Fidelidades de Van 306
C-gh.
Lá segunda estructura: la viscosidad de los elementos representativos. El
tema del puente en Van Gogh. Frecuencia de los verbos. Viscoso y cósmico. ( rpftult> II. EserJEM¡, nlrulco Ar MITo DEL pRocRESo 313
La tercera estructura: sensorididad de las representaciones. La aptitud in-
-DrL
tuiriva. [,os datos del Rorschach. I¿ escritura pictórica de Van G.gh como
cfespuesta color>.
[¿ cuarta estructura <minucia y miniaturizaciín. Microcosmización literal.
Van Gogh y los <pequeños sujetosr. El <Kwach6e. El arte del paisajc como
gulliverizeciín. El <Ikébano. El paisaje m'stico de la pinrura de extremo
oriente. Resumen: las cuatro estructuras. De la copa d denario . . 2rt t u¡ciones. El rirno musical y la senralidad. El simbolismo de los tambores
rr¡daneses. Shiva-Natarája. Isomorfisrno mítico del objcto ritual de lo-Lang.
l)el producto ígneo al progresc . 313
I,f .¡entido díl arbol.--Ilbivalencia del árbol. El árbol de la vida. I,a.ma-
rlcra del árbol. VenicalizaciÍn del fubol.
SEGUNDA PARTE
[,e columna. El capitel floral. El árbol hijo y el árbol cósmico. Yaggdrasil
y' tldanza. El árbol antroPomorfo.
t¡ls tres árbolo y el complejo deJcssé. Ciclo y progresismo. El árbol inver-
DEt DENARIO At BASTON t irkr. El mesianismo del árbol . . . 323

Capírulo primero. cfcucos . .


sIMBoLos
-Los (lt¡rfrr¡kr
El dominio del tiempo.-Dominio por tepetición, dominio por progreso. lll.-BrnucruRls srNTÉ,TrcAS DE Lo IMAGINARIo Y ESTILoS DE LA HISToRIA .. 329
El denario y el bastón. Mitos y esquemas cíclicos y progresivos. Dificultades: el análisis destruye la s-rntesis. Sintonia y <coincidentia oPpo-
El ciclo lunar,-Redoblamiento y repetición. El cdendario. El retorno illorumr.
anual. I¿ cuatripartición del cdenda¡io del antiguo México. I¿s fases de la le primera estructrua: a¡monización de contra¡ios. I'a. imeginación rr¡usi-
luna. La a¡itmologja. El tres y el cuatro. Divinidades plurales. Le tr'nde crl, ()rgtnizrciín general de los conuastes. Ia música pura como ideal. I¿
sagrada. Trinidad y Tetranidad. <Coincidentia oppositorum.D I¿ bi-unidad. nrúsice como victoria sobre el tiempo. El esp'nitu de sisteme. La astrobiolog'n
J*no. r onlo filosofía primordial.
El andrógino. Divinidades hermafroditas. Emasculación ritud. La integra- l.r segunda estructura: la dialéctica. Laley del contraste musical. Drama y
ción de Io negativo. Satán, el ángel negro. Visión cíclica del mundo. El rrrf¡sit'e. [a forma sonata. La peripecia teatral y novelesca. El arquetipo de la
cambio '¡ruión del Hijo.
El droma agro-lanar.-Ciclo vegetal y ciclo lunar. Isomorfsmo de la tierra l¡ rcrcera estructura: la historia. Rltmica de la historia. Í,a hipotiposis del
mad¡e y de la luna. La virtud de los simples. I¿ metamorfosis vegetd. Uni- ¡rmrtkr. El presente de narración. La historiacomo s'rntesis. Los estilos de la
versalidad de la astrobiología. l¡i¡toriu: la pra<is y la fábula. La India y Roma.
Ia pasión del Hijo. El Hijo y el andrógino. El Hijo mediador. Isomorfis- l¡ t uarta estructura: el prggrego. Ia hipotiposis del futuro. Romarros, cel-
mo del mediador, del mesías, de la pueja y de letr'nda según Lévi-Strauss. tur, nrrryes y semitas. Mcsianiimo y alquimia. Dominio dei tiempo y acele-
Hermes-Trimegisto. El producto del matrimonio qu-rmico. Mercurio y el ru i(xr tét nica de las historia. Resumen de las cuatro estructuras .
j29
diablo. El mito alqu'rmico. El Dos-veces nacido. Confirmación romántica.
La iniciación. Los misterios de Isis. Le mutilación iniciática. Desgarra-
miento. Castración, flagelación. El Dios lisiado. ( r¡rltulu lV. M¡'¡'os y sEMANTTsMo 338
El Sacrificio. Ritual sacrificial del dios del ma'¿. Eufemizaciones carnava- Rcl¡¡ro mítico y simbolismoarquetíPico. Crftíca del método dg f¡ni-
lescas. LÍtote y ant'rfrasis lingüGtica. La esencia mercantil del sacrificio. El Stlur¡rs. Iil enritemar está más allá del lehguaje. Espesor semántico del mrto.
sacrificio, negación doble de la muerte. Sacrificio y dominio del tiempo. I ¡ crtf u( lura como s'tntoma más que como forma.
La, orgia,. Caos y diluvio. La Fiesta, el isomorfismo lunar

410 4rr
\

cuerdo de infancia. Reminiscencia y dempo reencontrado. El papel eufémico


de la fabulación. Las eftes como fucha iontra la podredumbré y contra la
380

388

I¿ mesc elnización natural.


proyectistas. El falso problema de la tercer'r di-
no-tiempo espacial.
El espacio fantástico
390

396

UBRO TERCERO

ELEMENTOS PARA UNA FANTASTICA TRASCENDENTAT


396

Capítulo primero.-L^r UNTvERSALIDAD DE Los AReuETIpos

Reg'rmenes de lo imaginario, semantismo dc las imágenes. ¿De qué inves- 399


tigación ontológica pueden ser signo este semantismo y sus reg-rmenes? Esta
filosofía de lo imaginario es una nfantástica trascendental>: Objeción tipoló-
gica y objeción histórica . . ttg 402
'Itpos psicolígi ipos ,-No corncldencra
Tipos pstcológtcos ! arqaettpos.-No tipol ogias Ua-
coincidencia de las ttPotogtas (Ja,-
ffi6, Jung) con los reg-rmenes de la imagen. Confusión del término .tipor.
La noción de <atipicalidadr en psico-patologla. Dicotomía de las creaciones
fantásticas y del cuicter biográfico. 403
Tipos sexudes y reg'rmenes arquetípicos. Tesis del and¡oginado: el.animas
femenino y el anima masculina. ,

Ia tipologla catacterológica, como l¡ dc los sexos no da cuenta de Ja selec- CONCLUSION


ción de td o cual régimen de la imagen 362
Arqaetipos y preiiones bistúicas.-[a pedagogla áaínementielle. Iocali- Rehabilitación de la fantástica y de zus dominios. Lo que place universal-
zaciín de los reg'rmenes en la historia. cClásicos y románticos> según Ost- mente sin concepto y lo que vale universalmente sin raz6n. Le verdad
wald. Fases idealistas y fases realistas según G. Michaud. espec'rfica del fenómeno humano. El honor de los poetas.
Explicación de las fases y de los reg'rmenes por el rechazo. El conflicto de Desmistificación y mitos. [¿ exclusiva esquizomorfa de nuestro tiempo. El
las generaciones y el conflicto de los regímenes de imágenes. culto de la objetividad. La antinomia de la desmitificación. [¿ inalienable
Eiplicación por la sobredeterminación y la concordancia de las corientes poesla.
de opinión: el ejemplo del romanticismo. Pua una pedagogja y una ciencia de la fantástica. Rcdización simbólica,
<Persondidades de basen y segregación lingü-stice. La historia, el lugar y terapéutica del sueño despierto. Realizaciún de la retórica y de lc estudios
el momento motivan pero no explican. Universalidad de los arquefipos . . . . 367 literaric.
I^o funcifln fontástica.-Crítica de la tesis de l¿croze: su parcididad, sus
Lo imaginario como marca de nuestta vocación ontológica. El cogito eufé-
contrádicciones. I¿ función fantástica , esborda el rechazo. Crítica de la tesis mico fiente a las alienaciones. Orfeo yJasón ...... 40,
semiológica de Barthes. El mundo plenario de la fantástica, sus relacionqs
con la creación y la invención, su paPel práctico y ariológico 37t 411
414
4t7
Capítulo II. ESpAcro, FoRMA A pRroRJ DE LA FANTÁsrIcA 43r
-EL 439
La inmediatez de lo fantástico. entre la inmediatez y la
-Contradicciones
duración concreta. GÍtica de la primacia de la duración y dcl tiempo enl
Bergson y en Kant..I¿ imp_eruable duración. Dura¡, rgtarda¡, conservar.Ia
memoria contra el tiempo. [¿ memoria departamento de la fantástica. El re-

4t2 413

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