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Estas incluyen:
El trastorno del desarrollo intelectual hace referencia a la discapacidad intelectual y forma parte
de los trastornos del neurodesarrollo. Además, este trastorno puede darse cuando hay un retraso
en la adquisición de las habilidades en una determinada etapa de la vida. Por ejemplo,
un correcto dominio del lenguaje o de las funciones asociadas al mismo. En definitiva, el
trastorno del desarrollo intelectual son un grupo de alteraciones caracterizadas por una notable
limitación de las funciones cognitivas, del aprendizaje y de las habilidades adaptativas.
Generalmente, los niños con trastorno de desarrollo intelectual tienen déficits en el
funcionamiento intelectual general. Además, suelen tener dificultades con destrezas como
razonamiento, planificación, criterio, pensamiento abstracto y tipos múltiples de aprendizaje.
Normalmente, muchos de los síntomas son los que las personas denominan retraso mental. Este
término, se usaba en el anterior DSM hasta que el DSM-V le dio un nuevo nombre al trastorno.
Por ello, los síntomas del trastorno del desarrollo intelectual se dividen en tres categorías
generales: conceptuales, sociales y prácticas.
Hoy en día, su estudio no se ha priorizado desde las perspectivas jurídica, de las ciencias sociales
y de la salud pública. Por ello, escasean las pruebas científicas sobre estos trastornos. Además,
faltan competencias específicas y profesionalización para el cuidado de estas personas. Por
último, es indispensable realizar intervenciones de prevención, rehabilitación, integración e
inclusión laboral.
Síntomas
Las personas con un TEA a menudo tienen problemas con las destrezas sociales, emocionales y
de comunicación. Es posible que repitan determinados comportamientos o que no quieran
cambios en sus actividades diarias. Muchas personas con TEA también tienen distintas maneras
de aprender, prestar atención o reaccionar ante las cosas. Algunos de los signos comienzan
durante la niñez temprana y, por lo general, duran toda la vida.
Los niños o adultos con TEA podrían presentar las siguientes características:
No señalar los objetos para demostrar su interés (por ejemplo, no señalar un avión que
pasa volando).
No mirar los objetos cuando otra persona los señala.
Tener dificultad para relacionarse con los demás o no manifestar ningún interés por otras
personas.
Evitar el contacto visual y querer estar solos.
Tener dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para hablar de
sus propios sentimientos.
Preferir que no se los abrace, o abrazar a otras personas solo cuando ellos quieren.
Parecer no estar conscientes cuando otras personas les hablan pero responder a otros
sonidos.
Estar muy interesados en las personas pero no saber cómo hablar, jugar ni relacionarse
con ellas.
Repetir o imitar palabras o frases que se les dicen, o bien, repetir palabras o frases en
lugar del lenguaje normal.
Tener dificultades para expresar sus necesidades con palabras o movimientos habituales.
No jugar juegos de simulación (por ejemplo, no jugar a “darle de comer” a un muñeco).
Repetir acciones una y otra vez.
Tener dificultades para adaptarse cuando hay un cambio en la rutina.
Tener reacciones poco habituales al olor, el gusto, el aspecto, el tacto o el sonido de las
cosas.
Un niño o un adulto con trastorno del espectro autista puede tener problemas con la interacción
social y las habilidades de comunicación, incluso presentar cualquiera de los siguientes signos:
Un niño o un adulto con trastorno del espectro autista puede tener intereses, actividades o
patrones de comportamiento repetitivos y limitados, e incluso presentar cualquiera de los
siguientes signos:
Realiza movimientos repetitivos, como balancearse, girar o aletear con las manos
Realiza actividades que podrían causarle daño, como morderse o golpearse la cabeza
Desarrolla rutinas o rituales específicos y se altera con el mínimo cambio
Tiene problemas con la coordinación o muestra patrones de movimientos extraños, como
ser torpe o caminar en puntas de pie, y muestra un lenguaje corporal extraño, rígido o
exagerado
Se deslumbra con los detalles de un objeto, como las ruedas que giran en un auto de
juguete, pero no entiende el propósito general o el funcionamiento del objeto
Es más sensible que lo habitual a la luz, el sonido o el contacto físico, pero puede ser
indiferente al dolor o la temperatura
No participa en juegos de imitación o de simulación
Se obsesiona con un objeto o una actividad con una intensidad o concentración anormales
Tiene preferencias específicas con respecto a los alimentos, como comer solamente unos
pocos alimentos o no comer alimentos con una determinada textura
A medida que maduran, algunos niños con trastornos del espectro autista socializan más con
otras personas y muestran menos alteraciones del comportamiento. Algunos, generalmente los
que tienen problemas menos graves, con el tiempo pueden llevar una vida normal o casi normal.
Sin embargo, otros siguen teniendo dificultades con el lenguaje o las habilidades sociales y, en
los años de la adolescencia, sus problemas de comportamiento y emocionales pueden empeorar.
Cada bebé se desarrolla a su propio ritmo, y muchos no siguen la cronología exacta que se
encuentra en algunos libros sobre crianza. Sin embargo, los niños que padecen trastornos del
espectro autista no suelen manifestar signos de retraso en el desarrollo antes de los 2 años. Si te
preocupa el desarrollo de tu hijo o sospechas que puede tener trastornos del espectro autista,
coméntale tus inquietudes al médico. Los síntomas de estos trastornos también pueden estar
vinculados con otros trastornos del desarrollo. Los signos del trastorno del espectro autista
normalmente aparecen en las primeras etapas del desarrollo cuando se observan retrasos
evidentes en las habilidades del lenguaje y las interacciones sociales. El médico podría
recomendar pruebas de desarrollo para determinar un posible retraso en las habilidades
cognitivas, del lenguaje y sociales de tu hijo si:
No responde con una sonrisa o una expresión de felicidad a los 6 meses o antes
No imita sonidos o expresiones faciales a los 9 meses o antes
No balbucea ni hace gorgoritos a los 12 meses o antes
No hace gestos, como señalar o saludar, a los 14 meses o antes
No dice palabras simples a los 16 meses o antes
Causas
Los trastornos del espectro autista no tienen una única causa conocida. Considerando la
complejidad del trastorno y el hecho de que los síntomas y la gravedad varían, probablemente
haya muchas causas. La genética y el medio ambiente pueden influir.
Genética. Varios genes diferentes parecen estar relacionados con los trastornos del
espectro autista. Para algunos niños, los trastornos del espectro autista pueden estar
asociados con un trastorno genético, como el síndrome de Rett o el síndrome del
cromosoma X frágil. Para otros, los cambios genéticos (mutaciones) pueden aumentar el
riesgo de padecer trastorno del espectro autista. Más aún, otros genes pueden afectar el
desarrollo del cerebro o el modo en que se comunican las neuronas cerebrales, o pueden
determinar la gravedad de los síntomas. Algunas mutaciones genéticas parecen ser
hereditarias, mientras que otras suceden de manera espontánea.
Factores ambientales. Actualmente, los investigadores estudian si factores, como las
infecciones virales, los medicamentos, las complicaciones durante el embarazo o los
contaminantes del aire, desempeñan un papel en el desencadenamiento del trastorno del
espectro autista. No existe ningún vínculo entre las vacunas y los trastornos del espectro
autista
Una de las controversias más importantes del trastorno del espectro autista reside en si existe un
vínculo entre este trastorno y algunas vacunas de la niñez. A pesar de la vasta investigación,
ningún estudio confiable ha demostrado que exista dicho vínculo entre el trastorno del espectro
autista y las vacunas. De hecho, el primer estudio que comenzó el debate años atrás fue retirado
debido a un diseño deficiente y métodos de investigación cuestionables. No vacunar a tu hijo en
la niñez puede ponerlo tanto a él como a otros en peligro de contagiarse y transmitir
enfermedades graves, como la tos ferina (pertusis), paperas o sarampión.
Factores de riesgo
La cantidad de niños que reciben un diagnóstico de trastornos del espectro autista está
aumentando. No está claro si esto se debe a una mejor detección e informe, a un aumento real de
la cantidad de casos o a ambos. Los trastornos del espectro autista afectan a los niños de todas las
razas y nacionalidades, pero determinados factores aumentan el riesgo de padecerlos. Estos
pueden ser:
Los problemas con las interacciones sociales, la comunicación y la conducta pueden dar lugar a
lo siguiente:
Un trastorno del aprendizaje se define como una dificultad en un área académica (lectura,
matemáticas o expresión escrita). La capacidad del niño para tener éxito en el área académica
específica está abajo de lo que se espera para la edad, nivel educativo y nivel de inteligencia del
niño. La dificultad experimentada por el niño es suficientemente severa para interferir con el
éxito académico o actividades normales de la vida diaria apropiadas a su edad. Cerca del 8% de
niños en las escuelas están clasificados que tienen discapacidades de aprendizaje específicas y
reciben alguna clase de apoyo educativo.
¿Qué causan los trastornos del aprendizaje?
Se cree que los trastornos del aprendizaje ocurren debido a una anormalidad en el sistema
nervioso, ya sea en la estructura del cerebro o en el funcionamiento de los productos químicos
del cerebro. La diferencia en el sistema nervioso hace que el niño con trastorno del aprendizaje
reciba, procese o comunique información en una forma diferente.
Algunos de los síntomas de los trastornos del aprendizaje son los siguientes:
Los niños con trastornos del aprendizaje pueden sentirse frustrados por no poder dominar un
tema a pesar de su esfuerzo, y pueden comportarse mal, sentirse desamparados o abstraerse. El
trastorno del aprendizaje también puede presentarse con trastornos conductuales o emocionales,
como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o ansiedad. La combinación
de los problemas puede hacer que sea particularmente difícil para un niño tener éxito en la
escuela. El diagnóstico adecuado de cada trastorno es crucial para que el niño pueda recibir la
ayuda correcta para cada uno.
Síntomas
Los niños con este trastorno del desarrollo tienen dificultades al coordinarse. Para verlo
debemos compararlo con niños de su misma edad. Algunos de los síntomas son los
siguientes:
Retrasos en el desarrollo para gatear, caminar o sentarse.
Torpeza.
Problemas para la succión o deglución en el primer año de vida.
Problemas con la coordinación motora fina o visual (usar tijeras, atarse los zapatos…).
Problemas con la coordinación motora gruesa (saltar).
Para evitar posibles complicaciones en el futuro debe tratarse el problema lo antes posible con un
plan individualizado para cada caso. Se debe partir de una evaluación inicial y adaptar el
tratamiento al pequeño. En el tratamiento deben implicarse los profesores, especialistas y padres.
Con una comunicación cuidadosa podemos ganar mucho y ayudará al niño a progresar. Se
trabajarán aspectos de autoestima y de aprendizaje. La implicación de los padres es muy
importante. Deben apoyar el programa educacional propuesto por los psicólogos y reforzar las
conductas positivas del niño sin criticar. Hay actividades tan sencillas como escuchar el niño
leyendo que pueden ser de gran ayuda. Los psicofármacos, las vitaminas o las dietas específicas
no se han demostrado como tratamiento para este trastorno. La terapia trabajará la baja
autoestima, la asertividad, la flexibilidad y la paciencia. Manejar las complicaciones psicológicas
derivadas del trastorno es necesario para poder superar el problema. La familia debe detectar el
problema y aceptarlo, contactar con un psicólogo profesional y aceptar la ayuda para poder
superar el problema con el pequeño.