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SEMINARIO TEOLÓGICO HEBRÓN

LAS RECOMPENSAS DE LOS CREYENTES

Tarea
presentada en cumplimiento de la materia
Romanos a Filemón

Bismarc Bony Tuco Mamani

2018
1

LAS RECOMPENSAS DE LOS CREYENTES

Introducción

El hecho de que un día tendremos que dar cuenta de lo que hicimos en este mundo

para el Señor, es ciertamente una de las enseñanzas más serias de la Escritura. Sin

embargo, raras veces se analiza la naturaleza de la prueba que enfrentaremos y lo que

seguirá después.

Por su gracia, Dios da salvación a quienes ponen su fe en Jesús. No podemos

ganarnos este regalo, ni tampoco lo merecemos. Pero nuestro Padre celestial sí ve

nuestras buenas obras, y promete recompensarnos según lo que hayamos hecho para él.

El servicio que presentamos a Dios, tiene lugar cuando dejamos que el Señor obre

por medio de nosotros, para su gloria y honra; cuando los recursos divinos satisfacen las

necesidades humanas mediante nosotros, como instrumento de su Paz.

Ya sea grande o pequeño, todo servicio hecho en el nombre de Jesús de Nazaret,

será recompensado. Pero debemos asegurarnos de que nuestras acciones sean para la

gloria de Cristo. Si la motivación es nuestra propia gloria, la única recompensa que

recibiremos será la alabanza (si acaso) de quienes nos rodean. Y sabemos que la

aprobación de los hombres no satisface ni es duradera.

Definición

La palabra “Recompensa” definirá la profundidad de lo que con lleva en la vida del

creyente y la situación que gira entorno a esto.

Por su parte Wilton, define de la siguiente manera, recompensa:


2

Lo que se recibe como justo pago por algún acto o servicio positivo (→
GALARDÓN). Su sentido es semejante al de → RETRIBUCIÓN, pero esta
generalmente corresponde solo a un acto negativo. Sin embargo, la recompensa
puede tener un sentido negativo y otro positivo; por ejemplo, en Salmo 91.8; Mateo
6.5, y en 1 Corintios 9.17 y Colosenses 3.24.1

Guillermo Cook, en su trabajo literario, menciona:

Antapodoma (ajntapovdoma, 468), relacionado con antapodidomi,


recompensar (véase B, Nº 1), lit. Un devolver de vuelta (anti, de vuelta; apodidomi,
devolver, dar), retribución, recompensa. Se utiliza: (a) en un sentido favorable (Lc
14.12), traducido verbalmente en RVR: «seas recompensado»; RV traduce: «te sea
hecha compensación» (VM: «recompensa»); RVR77: «[tengas ya tu] recompensa»;
(b) en un sentido desfavorable (Ro 11.9): «retribución» (RVR, VM, RVR77; RV:
«paga»), indicándose que la presente condición de la nación judía es el efecto
retributivo de sus transgresiones, por las cuales aquello mismo que les había sido
señalado como una bendición («su mesa») ha venido a ser un medio de juicio.2

El Diccionario, Biblioteca Mundo Hispano, define de la siguiente manera:

Algo que se da, ya sea por una acción buena o mala (<011501>Génesis 15:1;
<199108>Salmo 91:8; <244005>Jeremías 40:5; <330703>Miqueas 7:3;
<540518>1 Timoteo 5:18; Apo. 22:12).3

Por otra parte, las recompensas tienen una estrecha relación con el Tribunal de

Cristo, en el tema estudiado.

Samuel Pérez Millos, menciona el significado de las palabras griegas tribunal, de la

siguiente manera:

“Kriterion” aparece 3 veces en el N.T., ninguna aplicable al tribunal de


Cristo. Significa el instrumento o medio para probar una cosa. “Bema”, aparece 12
veces en el N.T., dos de las cuales se refiere al tribunal de Cristo, ( Rom. 14:10; 2
Co. 5:10)4

La naturaleza de las recompensas

1
Nelson Wilton, Nuevo diccionario ilustrado de la biblia (1998): 1189.
2
Guillermo Cook, Diccionario expositivo de palabras del Antiguo Testamento: 1465.
3
J.D. Douglas, Merrill C. Tenney, Diccionario Bíblico N-Z (2003): 188.
4
Samuel Pérez Millos, Curso de Exegesis bíblica y bosquejos para predicadores (1994): 49.
3

En el Nuevo Testamento la palabra “santo” siempre se refiere a los creyentes que

han sido apartados para el servicio de Dios. A diferencia de la salvación, que se aplica a

las vidas de los pecadores, las recompensas les serán entregadas a los santos en el tribunal

de Cristo. Estas recompensas sólo están reservadas para los santos. Los no regenerados,

que nunca recibieron al Señor Jesucristo como su salvador, no participarán en este juicio.

El apóstol Pablo Ilustra a los creyentes de corinto para que logren asimilar la

naturaleza de las recompensas, bajo el versículo “¿No sabéis que los que corren en el

estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera

que lo obtengáis” (1 Co. 9:24). En este sentido el menciona lo siguiente:

«Corred de tal manera que ganéis». Pablo usa la metáfora de una carrera para
indicar que todos los creyentes participan en una carrera espiritual. Es obvio que no
quiere decir que de todos los creyentes sólo uno ganará. Pablo exhorta a los
corintios a que tomen su vida espiritual seriamente y que la consideren como si
fuera una competencia en la que deben esforzarse al límite. ¿Cómo encaja esta
ilustración dentro del tema de la libertad apostólica? Pablo demuestra que para él lo
único que tiene importancia es el progreso del evangelio, a lo cual él se entrega con
todo su poder intelectual, espiritual y físico. De la misma forma, los creyentes de
Corinto deben dedicarse a hacer que su vida espiritual progrese, como si corrieran
en una carrera para ganar el premio.5

Pablo increpa comparando la vida cristiana con la carrera de un atleta. El corredor

no puede recibir el premio en la meta final, a menos que primero entre a la pista de

carrera y se disponga a participar en la competencia. Asimismo, una persona no puede

esperar las recompensas de Dios por un servicio mediocre, a menos que entre en el

camino correcto y de hecho viva la vida de un siervo fiel. Dado que sólo Dios por su

gracia es capaz de hacer un atleta de cada uno de nosotros y que no hay premio alguno

para quienes no se encuentran en el sendero verdadero, las recompensas sólo están

5
Simón J. Kistemaker, Comentarios al Nuevo Testamento 1 Corintios (1998): 276-277.
4

reservadas y les serán otorgadas a los santos, a esos lavados y limpios por la sangre del

Cordero, el Señor Jesucristo.

“Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de

sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del

Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en

los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas” (Lc. 6:22-23).

El tiempo del juicio

El juicio ante el tribunal de Cristo, antecederá a la cena de las bodas del Cordero.

La esposa estará adornada con lino blanco, fino y resplandeciente que son las justicias de

los santos. Esto significa que estaremos vestidos con las obras de servicio para el Señor,

que Dios por su gracia nos permita hacer. Es también obvio que este juicio tendrá lugar

después del rapto de la Iglesia, cuando “...el Señor mismo con voz de mando, con voz de

arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo

resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos

arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así

estaremos siempre con el Señor” (1 Ts. 4:16, 17). Con relación a esto El comentario

Bíblico Mundo Hispano, cita lo siguiente:

La descripción de esa gloriosa reunión continúa, el poder vencedor de Dios al


final del siglo es digno de notarse. Pablo usa aquí un verbo arpagesomeza, y así hay
que entenderlo. No se enfatiza tanto en un evento (un “rapto”), sino en la acción, la
manera como el pueblo de Dios va a ser reunido con el Señor: Será arrebatado.
Denota el vigor y el poder irresistible de Dios. Satanás no puede detener la mano de
Dios. Cuando el Señor vuelva por los suyos, nadie lo resistirá.6

6
Editorial Mundo Hispano, Comentario Bíblico Mundo Hispano - tomo 22, 1 y 2 Tesalonicenses 1 y
2 Timoteo y Tito (2009): 55.
5

Respecto al tribunal de Cristo, el autor John Hagee ilustra la analogía de la novia

“Iglesia” y su realidad en el tribunal:

Inmediatamente después del arrebatamiento, los cristianos estaremos ante ese


tribunal (bema) de Cristo. Aunque Jesús llevo todo el peso del juicio de Dios por
nosotros, aun debemos estar ante Dios para una revisión final a nuestra fidelidad.
Mientras las naciones del mundo se levantan y caen debido a su inmoralidad,
nuestras decisiones y acciones personales crean evidencia para el juicio venidero
sobre nosotros. Recibiremos coronas y reconocimientos o reproches y reprimendas.
Nuestros trajes serán diseñados para glorificar a nuestro Novio o aparecerán como
trapos inmundos.7

En este mismo momento, el Señor no está juzgando el servicio de esos que llegan

ante Él al morir. De acuerdo con lo que dice la Escritura, el Señor Jesucristo ahora mismo

ejerce sus funciones de Intercesor, no de Juez: “Por lo cual puede también salvar

perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por

ellos” (He. 7:25). “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los

hombres, Jesucristo hombre” (1 Ti. 2:5). Él no ha entrado todavía a la sala de justicia ni

ha ascendido los escalones del bema. No lo hará hasta que no haya recogido a esos cuyas

obras juzgará.

Más imponente es aún la lista de referencias del Nuevo Testamento que indican que

las recompensas no serán entregadas sino hasta después del retorno del Señor. Se habla

de las recompensas de los santos en asociación con ese día, el cual se refiere al glorioso

día en que seremos recogidos en los brazos de Cristo:

“Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual

aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones;

y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Co. 4:5).

7
John Hagee, De Daniel al día del Juicio – La cuenta regresiva ya comenzó (2000): 114.
6

“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno

según sea su obra” (Ap. 22:12).

Es evidente que las recompensas no son una posesión presente, tampoco son

otorgadas a la muerte del creyente. Sólo serán adjudicadas después que los siervos sean

juzgados, y eso será en el tribunal de Cristo. En los versículos arriba citados, el énfasis es

siempre en el futuro, el día en que vendrá el Señor.

Cuando el Señor Jesucristo venga, entonces seremos juzgados y recompensados.

Ahora mismo decimos que todo valdrá la pena cuando veamos a Cristo, pero en ese día

confirmaremos esto. Ahora, estamos aguardando su venida, tal como una esposa espera

ansiosa la llegada de su futuro esposo. El juicio ocurrirá casi inmediatamente después del

rapto, porque la ceremonia matrimonial tiene lugar poco después de la llegada del esposo.

El esposo estará allí y nosotros nos encontraremos cubiertos con las vestiduras blancas de

servicio que hayan resistido la prueba del fuego.

Lugar donde se llevará a cabo el juicio

Así como el tiempo del juicio ante el tribunal de Cristo, no puede ser otro, más que

el que sigue inmediatamente después del rapto y antes de la cena de las bodas del

Cordero, de la misma manera el lugar del juicio no puede ser otro que el cielo. 1

Tesalonicenses 4:13-18 describe el rapto de la Iglesia e indica que “...seremos

arrebatados... en las nubes para recibir al Señor en el aire...” Además, 2 Corintios 5:1-8

retrata la valentía que debemos tener en la muerte, porque sabemos “...que entre tanto que

estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor”. Y como Pablo, “...quisiéramos estar

ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”.


7

Samuel Pérez Millos menciona lo siguiente:

El lugar del tribunal de Cristo tiene que ser en la esfera Celestial (1 Ts. 4:17).
El mismo apóstol señala la esfera de acontecimientos, para todo creyente fuera de
este mundo. (2 Co. 5:8)8

La muerte para el creyente significa estar en la presencia inmediata de Dios. Así

sea que lleguemos ante él por la muerte o por el rapto, sin duda compareceremos ante su

presencia en el bema, en donde será tanto Juez como Remunerador. Respecto a esto John

MacArthur, menciona:

Sea por muerte o por rapto, cada creyente se presentará un día ante el Amo
celestial para ser evaluado y recompensado. Una vez más, el esclavo obediente no
tiene nada que temer frente al Amo. Como R. C. H. Lenski afirma: «Aquel que
como esclavo de Cristo se somete a su voluntad en todo lo que hace “es bien
agradable ante Dios” y nunca necesitará temer pararse ante su tribunal».9

Por su parte en su comentario exegético, Roberto Jamieson menciona:

Por tanto con una “confianza” tan segura de ser bendecidos, sea que muramos
antes, o estemos vivos a la venida de Cristo. Procuramos lit., “hacemos que sea
nuestra ambición”; la única ambición legítima. O ausentes, o presentes—sea que
nos hallemos presentes en el cuerpo, o ausentes de él cuando él venga. 10.
Parezcamos más bien, “seamos manifestados”, es decir, en nuestro carácter
verdadero. Así en Colosenses 3:4; cf. 1 Corintios 4:5. En todo tiempo, aun ahora,
somos manifestados a Dios; entonces seremos manifestados al universo inteligente
reunido y a nosotros mismos; porque el juicio será no sólo para asignar a cada uno
su porción o destino, sino para vindicar la justicia de Dios, de suerte que ella será
manifestada a todas sus criaturas y aun a la conciencia del pecador mismo. Reciba
su recompensa de gracia proporcionada a “lo hecho en el cuerpo” (cap. 9:6–9; 2
Juan 8). Aunque la salvación es por medio de la gracia solamente, independiente de
las obras, los salvados pueden tener recompensa mayor o menor, según hayan
vivido y trabajado más o menos por Cristo. De modo que hay lugar para la
“ambición” santa (Nota, v. 9; Hebreos 6:10). Este versículo evita que los corintios
supongan que todos participen de la casa “de los cielos” (vv. 1, 2). Habrá un juicio
escrutador que separará a los buenos de los malos, según sus hechos respectivos,
tomándose en cuenta el motivo de los hechos y no el mero acto externo; la fe y el
amor a Dios son los únicos motivos reconocidos por Dios como sanos y buenos
(Mateo 12:36, 37; 25:35–45).10

8
Samuel Pérez Millos, Curso de Exegesis bíblica y bosquejos para predicadores (1994): 49-50.
9
John MacArthur, Esclavo La verdad escondida sobre su identidad en Cristo (2011): 194.
10
Roberto Jamieson, Comentario exegético y explicativo de la biblia tomo II: El Nuevo Testamento
(2002): 465.
8

Es obvio que este evento sucederá en el cielo, porque el juicio sólo puede

celebrarse donde está el Juez y los que serán juzgados. La Biblia indica claramente que

después de nuestro traslado desde la tierra, moraremos en el cielo, así lo afirmó el Señor

Jesucristo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa

de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a

preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os

tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:1-3).

Es un pensamiento impresionante a considerar, el hecho que las recompensas

otorgadas en el tribunal de Cristo determinarán nuestra posesión y situación por la

eternidad. Lo que es aún más increíble, es que el servicio que estamos llevando a cabo

ahora para Dios será la base del juicio en el bema celestial. Esto hace que el trabajo

realizado hoy para el Señor, sea lo más importante en la vida cristiana.

Es importante notar que la evaluación y el juicio ante el tribunal de Cristo es

universal, sólo los creyentes serán juzgados. De tal manera que la evaluación de las obras

en el bema celestial es universal y exclusiva. Es universal para todos los que hayan

experimentado el nuevo nacimiento por el Espíritu de Dios y exclusiva de todas las

demás.

Pablo se refiere a este mismo tema en 2 Corintios 5:9, 10: “Por tanto procuramos

también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros

comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya

hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. Hablándole a los creyentes,

Pablo dice: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de

Cristo”, eso excluye a cualquiera que no le haya recibido como Salvador. Pero nosotros
9

que somos propiedad de Cristo, porque le recibimos como nuestro Señor y salvador,

estaremos allí. Todos los que hayan sido lavados y hechos limpios por la sangre del

Cordero se presentarán ante él como Señor, y rendirán cuentas de su vida de servicio a

Dios.

El juez

Ese Juez sólo puede ser Dios, garantizando así que la entrega de las recompensas

será algo completamente honorable. De igual manera, debe ser un hombre, a fin de sentir

simpatía y comprensión por los problemas de los seres humanos para servir a su Amo.

Esto significa que el Juez perfecto tiene que ser Dios y hombre. Eso es exactamente lo

que es el Señor Jesucristo: Dios y Hombre perfecto. En conformidad con el programa

sublime de Dios, el Juez en el tribunal, será verdaderamente el Señor Jesucristo. El Señor

Jesús, quien es Dios en la carne, ciertamente hará un juicio santo y honesto al otorgar las

recompensas por el servicio, porque su esencia es la honestidad y santidad: “Porque tal

sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y

hecho más sublime que los cielos” (He. 7:26).

Como hombre, Jesús conoce a los seres humanos, tal como así lo ratifica este

versículo: “Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía

necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el

hombre” (Jn. 2:24, 25).

Como humano fue tentado, pero no pecó: “Porque no tenemos un sumo sacerdote

que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo
10

según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He. 4:15). Se compadece y entiende los

problemas que tenemos que enfrentar para vivir una vida que agrade a Dios.

El bema celestial es el tribunal de Cristo, y no hay duda alguna de quién será el

Juez. Hay un buen número de referencias adicionales a Jesús como Juez. Al meditar en el

tiempo de su partida, en 2 Timoteo 4:8 Pablo se refiere a “la corona de justicia, la cual le

dará el Señor, juez justo”. Pedro dice que a Jesús “...Dios lo ha puesto por Juez de vivos y

muertos” (Hch. 10:42). Lucas registró en Hechos 17:31 que Dios “ha establecido un día

en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a

todos con haberle levantado de los muertos”.

El único hombre calificado para ser tal Juez es el Señor Jesucristo. Este versículo

de la Escritura apoya esta conclusión: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el

juicio dio al Hijo” (Jn. 5:22). Por lo tanto, es evidente que en el tribunal de Cristo

seremos tratados con justicia. Debido a la justicia e integridad del Juez en el bema, el

Señor Jesucristo, si nuestras obras son encontradas aceptables se nos otorgarán

recompensas.

Samuel Pérez Millos, menciona respecto al juez:

Cristo ocupa el tribunal. Cristo tiene que ser el juez ya que Dios entrego todo
juicio en sus manos (Jn. 5:22-27). Es un Juez justo (2 Ti. 4:8), un juez que no juzga
por apariencia (Ap. 1:14), sus ojos lo sondean todo, su luz lo ilumina todo (1 Co.
4:5). Un Juez lleno de amor por los que son juzgados (Gá. 2:20; Ef. 5:25b).11

Los enjuiciados en este acontecimiento

El Nuevo Testamento usa el término “Iglesia” para referirse al cuerpo de hombres y

mujeres que reconocieron su condición pecaminosa, se arrepintieron de sus pecados,

11
Samuel Pérez Millos, Curso de Exegesis bíblica y bosquejos para predicadores (1994): 50.
11

reconocieron el sacrificio del Señor Jesucristo en el Calvario como el pago por su maldad

y le recibieron como Señor y Salvador.

La relación entre la Iglesia y Jesucristo es de bienaventuranza. Entre Cristo y su

iglesia existe unidad que es sin paralelo en la historia.

Sin embargo, Cristo nos ama tanto que ahora mismo está preparando un lugar para

nosotros. Su promesa es: “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os

tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Jn. 14:3). Cuando

venga por nosotros, moraremos con él por la eternidad. Este evento, que conocemos

comúnmente como el rapto de la Iglesia, antecederá al juicio ante el tribunal de Cristo.

Primero seremos arrebatados al cielo y luego compareceremos ante el Señor en el bema,

en donde seremos recompensados por nuestro servicio.

Ya que no podemos presentarnos ante el tribunal de Cristo a menos que seamos

siervos de Dios, y dado que no podemos ser siervos de Dios si no hemos sido salvos del

pecado por el Señor, entonces sólo los salvos estarán delante del Juez en el bema

celestial. En estas porciones de la Escritura que tratan con el tribunal de Cristo, se

menciona con gran frecuencia al verbo en la primera persona. Por ejemplo en los

primeros 10 versículos, del capítulo 5 de 2 Corintios, se usa la primera persona en plural,

no menos de 17 veces: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este

tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos,

eterna, en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella

nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque

asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no

quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
12

Más el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.

Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo,

estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más

quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos

también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros

comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya

hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Co. 5:1-10).

Pablo dirige esta carta “...a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los

santos que están en toda Acaya” (2 Co. 1:1). Ambas palabras “iglesia” y “santos” son

términos reservados a esos lavados y limpios en la sangre del Cordero, el Señor Jesús.

Cuando Pablo se refiere a “nosotros” en el capítulo 5, está hablando no del mundo entero,

sino de los cristianos a quienes dirige la carta. Así sea que estuvieren en Corinto en el

primer siglo, o en cualquier pueblo en este siglo, es el cristiano quien un día comparecerá

ante el tribunal de Cristo. El mundo no tendrá participación de ninguna clase, como

tampoco se paraba en el bema en el antiguo Corinto implorando una corona, alguien que

no era atleta.

Pero... ¿Qué con respecto a esos que han rechazado a Cristo? ¿Acaso no serán

juzgados? Sí, pero no comparecerán ante el Juez en este bema celestial. Ellos se

presentarán ante él en la corte judicial del gran trono blanco, retratada proféticamente en

Apocalipsis 20:11-15. Pablo de ninguna manera pudo haber incluido a los no regenerados

en el capítulo 5 de 2 Corintios. De acuerdo con el versículo 1, los no regenerados no

tienen “de Dios un edificio”; tampoco poseen “las arras del Espíritu” de que habla el

versículo 5; no andan “por fe”, como dice el versículo 7; no tienen la esperanza de estar
13

“presentes al Señor” a su muerte, como declara el versículo 8; su labor no es “agradable”

para Dios y subsecuentemente no comparecerán ante el tribunal de Cristo.

Es evidente que quienes serán juzgados en el bema de Cristo son los que por medio

de la gracia inmerecida de Dios han recibido nueva vida en Cristo. Éste será el juicio de

la Iglesia, no de la humanidad en general o del mundo. Sólo esos capacitados podrán

encontrarse allí y la única forma para calificar es mediante la muerte de Jesús en favor

nuestro. Seremos juzgados por las cosas que hicimos en el cuerpo, sean buenas o malas.

No se nos juzgará como pecadores, sino como siervos. En el tribunal de Cristo estaremos

como siervos del Dios vivo.

Las bases para la provisión de las recompensas

La base, el propósito o el medio para acceder a las recompensas en el Tribunal de

Cristo está condicionado a cuan digno o indigno son las obras que se realizó estando

presente en el cuerpo, como lo menciona el Apóstol Pablo. Estas obras determinaran le

grado de desarrollo del cristiano durante su estadía en la tierra, lo cual probará la

fidelidad prestada a este servicio.

Por tanto el Tribunal de Cristo – Bema, será un juicio que valorará las obras de los

que ya fueron salvos y esta evaluación incluye las propias obras, la calidad con las que se

hicieron y la motivación del corazón.

Respecto a esta evaluación Thomas Ice, menciona lo siguiente:

La obras, lo que hacemos por Dios cuenta mucho, Malaquías 3:16 habla de
un libro de memoria, en el que Dios registra todo lo que el creyente hace por Él…
todas las obras que se evalúan como acto de valor o mérito eternos, existe una
recompensa que sirve como promesa y como motivación de tales actos. La calidad,
con que hagamos las obras por Cristo. Pablo escribió que el juicio divino “la obra
de cada uno cual sea, el fuego la probará” (1 Co. 3:13). Ante el tribunal se juzgará
14

si esas obras fueron buenas o malas (griego: agathos o phaulos). Las buenas obras
se puede definir como aquellas que es evidente que “son hechas en Dios” (Jn.
3:21), también se las puede definir como “la obra de vuestra fe” (1 Ts. 1:3), tal y
como lo cataloga Dios, las buenas obras se designan mediante oro, plata y as
piedras preciosas, y son fruto de un creyente que camina en comunión con Dios y a
quien gobierna el Espíritu Santo. Las malas obras se refiere a cosas que , a los ojos
de Dios, carecen de valor, se las podría llamar las obras muertas o las obras de la
carne, estas son las obras que los creyente hacen por pura energía carnal, sin contar
con el poder del Espíritu, también se consideran malas si se hicieron con una
motivación incorrecta. Las motivaciones, será develado en el tribunal de Cristo pro
el que se hicieron las obras. El propósito o motivación del corazón valida o invalida
las acciones de esta vida. Lo que piense Jesús de nuestras obras es más importante
que lo que piensen los demás. Apocalipsis 2:23 nos recuerda que Dios escudriña las
mentes y los corazones para probarnos y concedernos la recompensa justa.12

Este versículo clave (2 Co. 5:10) tenemos una comprensión un poco más profunda

hacia la evaluación real de nuestro trabajo. El versículo dice: “Porque es necesario que

todos nosotros comparezcamos”.

En relación a este pasaje, J. Dwight Pentecost escribe lo siguiente:

La palabra que se tradujo "comparecer" en 2Co_5:10 podría mejor traducirse


ser puesto de manifiesto, de manera que el versículo se lea: "Porque es necesario
que todos nosotros seamos puestos de manifiesto". Esto sugiere que el propósito
del bimá es hacer una manifestación, demostración o revelación pública del
carácter y motivos esenciales del individuo. La observación de Plummer: "No
seremos juzgados en masse, o en clases, sino uno por uno, de acuerdo con el mérito
individual",7 confirma el hecho de que este es un juicio individual de cada creyente
ante el Señor. Las obras del creyente son sometidas a juicio, es decir, "lo que haya
hecho mientras estaba en el cuerpo" (2Co_5:10), para poder determinar si son
buenas o malas. Con respecto a la palabra malo (phaulos), debe observarse que
Pablo no usó la palabra que corrientemente se usa para malo (kakos o ponerás), las
cuales significarían ambas, aquello que es ética o moral-mente malo, sino más bien
usa la palabra que, de acuerdo con Trench, significa: . . . maldad bajo otro aspecto,
ni siquiera el de activa o pasiva malignidad, sino más bien el de la inutilidad, la
imposibilidad de haber obtenido de ello una verdadera ganancia ... Esta noción de
inutilidad es la noción central.13

Hay un vínculo inseparable entre labor para el Señor y la vida en Él. De hecho, el

servicio que prestamos es nuestra vida, las cosas que hicimos en el cuerpo. No sólo se

12
Thomas Ice, La cuenta regresiva al Armagedón (1999): 96-97.
13
J. Dwight Pentecost, Eventos del Porvenir (1989): 171-172.
15

juzgará lo que hicimos para Él, sino también lo que somos. Nos presentaremos para ser

juzgados y recompensados por lo que permitimos que Dios hiciera en nuestras vidas.

Nuestros motivos, capacidad, deseo de servir y servicio en sí, todo estará resumido en un

solo paquete, el cual presentaremos para evaluación. Este paquete es nuestra vida. En el

bema el entero panorama de nuestra existencia cristiana y servicio quedará expuesto.

Grados de recompensas

Cada creyente recibirá un “galardón”, siempre y cuando califiquen para ellas.

Aunque cada uno de estos galardones será diferente. La Biblia habla de galardón grande,

completo, sobremanera grande, etc.

Respecto a esto, Thomas Ice menciona lo siguiente:

Durante el juicio se procederá a la repartición de los premios, estos en ningún


caso se concederán para que la persona satisfaga su ego, sino para alabanza y gloria
de Cristo, que capacito al creyente para desempeñar ese trabajo (Fil. 1:11). Se
prometen recompensas por un servicio fiel. Si alguna obra se considera fruto de
justicia, la alabanza derivada de ella debe dirigirse al que, en su gracia, ofreció la
oportunidad de que la obra de Dios se manifieste (Jn. 3:21).14

Las recompensas, las coronas que la biblia menciona, se detallan a continuación:

1. La corona incorruptible

Respecto a esta corona, Tim LaHaye, menciona:

Esta corona, llamada a menudo la corona del vencedor, es conferida a


aquellos que tratan su cuerpo severamente (lo tienen en sujeción según otras
traducciones). Esto es a aquellos que se han purgado a sí mismos de los atractivos
de los placeres del mundo a fin de dar un servicio provechoso al Señor Jesucristo
para poder merecer esta corona. Muchos hijos de Dios han renunciado a toda una
vida de gozo a fin de poder servir más eficazmente a Cristo.15

14
Thomas Ice, La cuenta regresiva al Armagedón (1999): 99.
15
Tim LaHaye, Vida en el más Allá (1983): 87.
16

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno

solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de

todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una

incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera

peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en

servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser

eliminado” (1 Co. 9:24-27).

Cuando Pablo le envió este mensaje a los corintios, estaba pensando evidentemente

en los eventos deportivos que se celebraban en Roma. El premio sólo era una corona de

laurel la cual pronto se marchitaba y terminaba por secarse. Sin embargo, para ganar ese

premio los atletas se sacrificaban, entrenaban y estaban sujetos a severa disciplina. Como

no deseaba que los cristianos golpearan en el aire a la ventura, el apóstol les recordó a sus

lectores que debían luchar para ganar una corona eterna. Para lograr esto ningún

sacrificio debía ser demasiado grande ni ninguna preparación demasiado tediosa. El

premio será “una corona incorruptible”, “...una herencia incorruptible, incontaminada e

inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros” (1 P. 1:4). Como J. Dwight

Pentecost, menciona: una corona incorruptible para aquellos que obtengan dominio sobre

el viejo hombre.

2. La corona de gozo

Respecto a esta corona, Thomas Ice menciona:

Esta corona es la que obtendrá el ganador de almas. Pablo escribió a los


tesalonicenses “Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me
gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?” (1
Ts. 2:19). Y en otro pasaje, dijo a los filipenses: “Así que hermanos míos amados y
deseados, gozo y corona mía, estad así firmen en el Señor, amados” (Fil. 4:1). La
evangelización a los perdidos es un deseo profundo de Dios, y Él ha prometido
17

recompensar a los que ministren a las almas por amor de su nombre. Este es un
principio que Jesús enseño a fondo en Juan 4.16

“Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo

sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?” (1 Ts. 2:19).

Evidentemente esta recompensa se le entregará a esos que ganan almas. Pablo estaba

esforzándose en hacerle comprender a sus convertidos en Tesalónica que encontrarse con

ellos en la presencia del Señor sobrepasaría cualquier otra felicidad en el cielo.

Probablemente Juan habría estado de acuerdo con él, porque escribió: “No tengo yo

mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad” (3 Jn. 4). Daniel, quien

recibió una visión especial concerniente a los últimos tiempos, escribió: “Y muchos de

los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros

para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor

del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua

eternidad” (Dn. 12:2, 3). Salomón expresó verdadera sabiduría cuando escribió: “...el que

gana almas es sabio” (Pr. 11:30b).

3. La corona de gloria

“Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona

incorruptible de gloria” (1 P. 5:4).

Cuando un atleta llegaba a la meta final, el público que observaba en las graderías

se ponía de pie y aplaudía el logro del corredor o atleta. Incluso hasta César sonreía

cuando colocaba la corona sobre las sienes del ganador victorioso. Conforme Pedro

visualizaba esta escena, sus pensamientos volaron hasta ese día cuando el Rey de reyes y

la multitud de almas redimidas reconocerán el valor de los atletas espirituales de la tierra.

16
Thomas Ice, La cuenta regresiva al Armagedón (1999): 100-101.
18

Cristo colocará coronas sobre las cabezas de los ganadores y quienes las reciban nunca

lamentarán el esfuerzo que hicieron para concluir triunfantes la carrera. Pablo dijo:

“Corred de tal manera que lo obtengáis”.

Thomas cita lo siguiente:

Esta es la corona prometida a todos los que pastorean el rebaño de Dios


teniendo la motivación correcta (1 P. 5:2-4). Los pastores santos, dignos de
recompensas, son aquellos que sirven voluntariamente en lugar de hacerlo por
obligación. En lugar de ordenar a sus ovejas que sean obedientes, ellos mismos dan
ejemplo. Admiten que su cargo es un ministerio que les ha sido confiado, por la que
deben dar cuentas al Pastor Eterno.17

Por su parte, Tim LaHaye menciona:

Esta es la llamada con frecuencia la corona del pastor. Está reservada a


aquellos que han dado sus vidas en la enseñanza de la Palabra de Dios. Esta corona
debería ser un incentivo para los jóvenes que están considerando la vocación o
empresa a que dedicar sus vidas. ¿En que pueden invertir su vida con mayor
recompensa que en la enseñanza de la Palabra de Dios?18

4. La corona de la vida

Thomas Ice, cita:

Esta es la corona que recibirán los que se mantienen fieles a lo largo de las
pruebas (Stg. 1:2, 3, 12; AP. 2:10; 3:11). Dos de los dos requisitos en estos pasajes
incluyen una respuesta de gozo, que se origina en el pensar que es el Señor quien
envía las pruebas, siendo por tanto ocasiones de crecer y alcanzar estabilidad así
como acrecentar el amor por el Señor, quien motiva la conducta fiel.19

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la

prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Stg. 1:12).

Esta será una recompensa especial para las personas que vencen las tentaciones. No

es una recompensa por un servicio victorioso, sino por la dedicación a Cristo, cuando el

mal desafía la integridad. El Señor le dijo a la iglesia en Esmirna: “Yo conozco tus obras,

17
Thomas Ice, La cuenta regresiva al Armagedón (1999): 100.
18
Tim LaHaye, Vida en el más Allá (1983): 89.
19
Thomas Ice, La cuenta regresiva al Armagedón (1999): 100.
19

y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser

judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. No temas en nada lo que vas a padecer. He

aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y

tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la

vida” (Ap. 2:9, 10).

5. La corona de justicia

La declaración de Pablo “Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la

cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los

que aman su venida” (2 Ti. 4:8), es muy significativa ya que no dice «para todos los que

esperan su venida», porque la mayoría de cristianos esperan su venida. Pero decir «yo

espero su venida» no es lo mismo que decir «yo amo su venida». Respecto a esto Thomas

Ice, menciona lo siguiente:

Amar la venida del Señor conlleva manifestar un estilo de vida obediente.


Esta fidelidad nos ofrece un fundamente sobre el que edificar nuestra confianza,
mientras esperamos la pronta venida del Señor. Esta corona está reservada para
todos aquellos que esperan ansiosamente el regreso del Señor.20

El apóstol Pablo, quien había predicado el evangelio a través de todo el mundo

conocido en su día estaba convencido que el Señor recompensaría su esfuerzo. En el

prefacio de su declaración hizo un breve registro de sus logros: “Porque yo ya estoy para

ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he

acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Ti. 4:6, 7).

Él había llegado al fin de su ministerio y estaba listo para encontrarse con el Señor.

Tal vez haya una conexión entre su testimonio y el consejo que le diera a los efesios,

urgiéndoles a que se vistieran “...de toda la armadura de Dios...” (Ef. 6:11), algo que el

20
Thomas Ice, La cuenta regresiva al Armagedón (1999): 100.
20

apóstol usó durante toda su vida. Él, cuyo corazón había estado cubierto por la justicia

era un digno receptor del más alto honor que el cielo puede otorgar.

Conclusión

La variedad de galardones mencionados por los apóstoles representan algunos de

los honores que se les otorgarán a los siervos de Cristo. Debe recordarse que el Señor le

advirtió a la iglesia de la posibilidad de perder la corona: “He aquí, yo vengo pronto;

retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Ap. 3: 11). Cuando hayan

concluido todos los procedimientos ante el tribunal de Cristo, los designados para

posiciones de autoridad en el reino estarán listos y probablemente entrenados para hacer

todo lo que sea necesario cuando Cristo reine en Jerusalén.


21

BIBLIOGRAFÍA

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Guillermo Cook.

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2003.

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TM-Miami: Editorial Caribe, 2000.

Ice, Thomas. La cuenta regresiva al Armagedón. Grand Rapids, Michigan: Editorial


Portavoz, 1999.

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Testamento. El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 2002.

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Michigan: Libros Desafío, 1998.

LaHaye, Tim. Vida en el más Allá. Terrassa, Barcelona: Editorial Clie, 1983.

MacArthur, John. Esclavo La verdad escondida sobre su identidad en Cristo. Nashville,


Tennessee, Estados Unidos de América: Grupo Nelson, 2011.

Mundo Hispano, Editorial. Comentario Bíblico Mundo Hispano - tomo 22, 1 y 2


Tesalonicenses 1 y 2 Timoteo y Tito. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano,
2009.

Pentecost, J. Dwight. Eventos del Porvenir. Estados Unidos de América: Editorial Vida,
1989.

Pérez Millos, Samuel. Curso de Exegesis bíblica y bosquejos para predicadores.


Terrassa, Barcelona: Editorial Clie, 1994.

Wilton, Nelson. Nuevo diccionario ilustrado de la biblia. Editorial El Caribe, 1998.

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