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Lectura 3

Al lector sobre las Hipótesis de esta obra:

Divulgada ya la fama acerca de la novedad de las hipótesis de esta obra, que considera que la
tierra se mueve y que el sol esta inmóvil en el centro del universo, no me extraña que algunos se
hayan ofendido. Pero si quieren ponderar la cuestión con exactitud, encontrarán que el autor de
esta obra no ha cometido nada por lo que se le merezca ser reprendido. Pues es propio del
astrónomo calcular la historia de los movimientos celestes con una labor diligente y diestra. Y
además concebir y configurar las causas de estos movimientos, o sus hipótesis, cuando por medio
de ningún proceso racional puede averiguar las verdaderas causas de ellos. Y con tales supuestos
pueden calcularse correctamente dichos movimientos a partir de los principios de la geometría,
tanto mirando hacia el futuro como hacia el pasado. Ambas cosas ha establecido el autor de modo
muy notable. Y no es necesario que estas hipótesis sean verdaderasm, ni siquiera que sean
verosímiles, sino que basta con que muestren un cálculo coincidente con las observaciones.

Nicolas de Schoenberg, Cardenal de Capua, a Nicolas Copernico. Saludos.

Habiendome hablado hace algunos años de tu capacidad, empecé entonces a tenerte ya en la más
alta estima. Comprendí que no sólo conocías los hallazgos de los antiguos matemáticos, sino que
habías establecido una nueva estructura del mundo, en virtud de la cual enseñas que la tierra se
mueve, que el sol ocupa la base del mundo y por tanto el lugar central, que el octavo cielo
permanece inmóvil y fijo perpetuamente, que la Luna, junto con los elementos de su esfera, situada
entre el cielo de Marte y el de Venus, gira anualmente alrededor del Sol, y que de toda esta
estructura de la astronomía hay comentarios elaborados por ti, y que han sido plasmados en unas
tablas de movimientos de las estrellas errantes. Si no te molesto te ruego una y otra vez, que
comuniques a los estudiosos este hallazgo tuyo y tus pensmientos con respecto a la esfera del
mundo, junto con las tablas.

Al santísimo señor Pablo III, Pontifice Maximo. Prefacio de Nicolas Copernico a los libros
sobre las revoluciones.

Santisimo Padre, puedo estimar suficientemente lo que sucederá en cuanto algunos adviertan, en
estos libros míos, escritos acerca de las revoluciones de las esferas del mundo, que atribuyo al
globo de la tierra algunos movimientos, y clamarán para desaprobarme por tal opinión. Sin
embargo, considero que debe huirse de las opiniones extrañas que se apartan de lo justo. Y así, al
pensar yo conmigo mismo, cuán absurdo estimarían aquellos que, por el juicio de muchos siglos,
conocieran la opinión confirmada de que la tierra inmóvil está colocada en medio del cielo como su
centro.

Considerando así mismo estas cosas, el desprecio que debería temer a causa de la novedad y lo
absurdo de mi opinión, casi me empujaron a interrumpir la obra ya organizada. Pero los amigos me
hicieron cambiar de opinión, a mí que durante tanto tiempo dudaba y me resistia. Entre ellos fue el
primero Nicholas Schonberg, cardenal de Capua, célebre en todo género de saber. Próximo a él
estuvo Tiedemann Giese, obispo de Culm, estudiosísimo de las letras sagradas, así como también
de todo buen saber. A lo mismo me impulsaron muchos otros varones eminentes y doctos,
exhortándome para que no me negara durante más tiempo, a causa del miedo concebido, a
presentar mi obra para la común utilidad de los estudiosos de las matemáticas.
No quiero ocultar a tu santidad, que ninguna otra cosa me ha movido a meditar sobre el
establecimiento de otra relación para deducir los movimientos de las esferas del mundo, sino el
hecho de comprender que los matemáticos no están de acuerdo con las investigaciones. Por lo
cual, me esforcé en investigar si algún filosofo había opinado que los movimientos de las esferas
eran distintos a los que suponen los que enseñan las matemáticas en las escuelas. Y encontré que
Niceto fue el primero en opinar que la tierra se movía. Después, también Plutarco. En
consecuencia empece yo tambien a pensar sobre la movilidad de la tierra, supuesto algún
movimiento de la tierra podrían encontrarse en la revolución de las orbitas celestes demostraciones
más firmes.

Libro primero.

En primer lugar, hemos de señalar que el mundo es esférico, sea porque es la forma más perfecta
de todas, sea porque es la más capaz de todas las figuras, la que más conviene para comprender
todas las cosas y conservarlas.

Tambien la tierra es esférica. Sin embargo, la esfericidad no aparece inmediatamente como


perfecta por la gran elevación de los montes y el descenso de los valles, a pesar de lo cual
modifican muy poco la redondez total de la tierra.

Así pues, el océano que rodea a la tierra extendiendo sus mares por todas partes, llena sus
abismos más profundos. Por tanto convenía que hubiera menos agua que tierra, para que el agua
no absorbiera toda la tierra y con el fin de que quedaran algunas partes de tierra e islas
perceptibles aquí y allá para la salvación los seres vivos.

Después de esto, recordaremos que el movimiento de los cuerpos celestes es circular. Sin
embargo, har varios movimientos a causa de la multitud de orbitas. La más conocida de todas es la
revolución diaria, un espacio de tiempo de un día y una noche. Esta revolución se entiende como la
medida común de todos los movimientos, puesto que medimos el tiempo sobre todo por el número
de días. Despues vemos otras revoluciones como en sentido contrario, esto es, del ocaso al orto,
me refiero a la del Sol, la de la Luna y de las cinco estrellas errantes. Así, el sol nos proporciona el
año, la Luna los meses.

Ya se demostró también que la tierra tiene forma de globo. Pienso, que se debe ver, si el
movimiento es consecuencia de su forma y qué posición ocupa en el universo. Aunque entre los
autores, una mayoría conviene en que la tierra descansa en medio del mundo, de manera que
juzgan inopinable y hasta ridículo lo contrario, si lo consideramos con más atención, esta cuestión
aparecerá no ya solo como resuelta, sino también como nada despreciable. Pues, todo cambio
según la posición que aparece, o es por el movimiento de lo mirado, o del que mira, o
evidentemente por un cambio dispar de uno y otro. Pues no se percibe movimiento entre
movimientos iguales entre sí, me refiero a entre lo visto y el que ve. Y es que desde la tierra, a
partir de donde se contempla el cielo celeste y se representa ante nuestra visión. En consecuencia,
se se le atribuye algún movimiento a la tierra, el mismo aparecerá igual en el universo que le es
exterior, pero como si pasaran por encima en sentido opuesto, tal es en primer lugar la revolución
diaria. Pues este movimiento parece arrastrar a todo el mundo, excepto a la tierra y lo que está a
su alrededor. Y si concedieras que el cielo no tiene nada que ver con este movimiento, y que la
tierra gira del ocaso hacia el orto, si alguien con seriedad estudia cuanto se refiere al orto y ocaso
aparente del Sol, de la Luna y de las estrellas, encontrará que estas cosas suceden así. Y siendo
el cielo el que contiene y abarca todo, el lugar común de todas las cosas, no aparece claro
inmediatamente, por qué no se atribuye el movimiento más al contenido que al continente, a lo
colocado más que a lo que proporciona la localización. Supuesto esto, sigue también otra duda, y
no menor, sobre la posición de la tierra, aunque ahora se acepta y se cree por casi todos que la
tierra está en el centro del mundo. Puesto que, si alguien niega que la tierra conserva el medio o
centro del mundo, no admitiendo que la distancia entre el centro de la tierra y el centro del mundo
es tan grande que fuera comparable a la distancia con la esfera de las estrellas fijas, aunque sea
importante y se pone de manifiesto en relación a las orbitas del Sol y de las demás estrellas, y por
ello estime que el movimiento de estos aparece diversificado, como si fueran regulados por otro
centro distinto al de la tierra.

El hecho de que esta tan gran masa de tierra no sea comparable con la magnitud de los cielos,
puede entenderse por lo siguiente: porque los círculos limitantes cortan en dos toda la esfera del
cielo, esto no podría suceder si la magnitud de la tierra comparada con el cielo, o su distancia
desde el centro del mundo, fuera muy importante. Por este argumento aparece suficientemente
claro que el cielo es inmenso, en comparación con la tierra y que ofrece un aspecto de infinita
magnitu. Por cuanto a estimación de los sentidos, en magnitud la tierra es con respecto al cielo
como un punto con respecto al cuerpo y como lo finito con respecto a lo infinito.

Se cuenta que Filolao el Pitagorico, matemático no vulgar; hasta el punto de que para verle Platon
no dudó en dirigirse a Italia, según transmiten los que escribieron la vida de Platon, opinó que la
tierra giraba, e incluso que se movía con varios movimientos, y que era uno más entre los astros.

El hecho de que esta gran masa de tierra no sea comparable con la magnitud del cielo, puede
entenderse por lo siguiente: porque los círculos limitantes cortan en dos toda la esfera del cielo,
esto no podría suceder si la magnitud de la tierra comparada con el cielo, o su distancia desde el
centro del mundo.

Como nada impide la movilidad de la tierra, pienso que ahora hay que ver si le convienen varios
movimientos de modo que pueda considerarse uno de los astros errantes. Si la tierra realiza otros
movimientos, por ejemplo alrededor del centro, será necesario que éstos sean semejantes a los
que aparecen exteriormente en muchos astros, entre ellos encontramos el circuito anual. Puesto
que si se cambiara el movimiento de solar en terrestre, concedida la inmovilidad de sol, los ortos y
los ocasos de los signos y de las estrellas fijas, por los cuales se convierten en estrellas matutinas
y vespertinas, aparecerían del mismo modo, y también las detenciones, los retroceso y avances de
las errantes, no parecería como propio de retrocesos y avances de las errantes, no parecería como
propio de ellas, sino como un movimiento de la tierra, el cambiar en virtud de sus apariencias.
Finalmente, se pensará que el sol ocupa el centro del mundo.

Lectura 4

SMI: Por gracia, hacedme entender qué opinión tenéis de Copérnico.

TEO: Era el suyo un elaborado genio, hombre que no es inferior a ningún astrónomo que haya
existido antes de él. ¿Quién podrá elogiar plenamente la magnanimidad de este alemán? Este
germano, aunque no tuvo suficientes medios con los cuales derrotar y suprimir la falsedad,
estableció la base al confesar de manera abierta que antes bien este globo se mueva en torno al
universo, a que se posible que la generalidad de tantos cuerpos inumerables deba conocer esto
por medio y a base de sus giros e influjos
El Nolano ha desatado el ánimo humano y el conocimiento, encerrado en a estrechísima cárcel del
aire turbulento, por donde apenas, como por ciertos agujeros, podía contemplar las lejanísimas
estrellas y ver lo que verdaderamente allá arriba se encontrase. De esta forma conocemos tantas
estrellas, tantos astros, tantos númenes como son esas tantas centenas de millares. Conocemos
que no existe más que un cielo, una etérea región inmensa, donde estas magnificas luces
conservan sus propias distancias, para comodidad de la participación en la vida perpetua. Estos
flamantes cuerpos son los embajadores que anuncian la excelencia de la gloria y la majestad de
Dios. Así, estamos llamados a descubrir el infinito efecto de la infinita causa.

Además, quienes poseen esta verdad no deben comunicarla a cualquier clase de personas, si no
quieren, como se dice, vaciar con un cesto el mar. Por tanto, de esos indoctos podemos ser
maestros y de esos ciegos iluminadores. Entre estos últimos, algunos son tan malignos y perversos
que, por cierta indolente envidia, se irritan y ensoberbecen contra él, que pretende enseñarles,
como se creen doctos y doctores, osan mostrar saber lo que no saben. Allí los veréis inflamarse y
rabiar.

FRU: Como acontece con esos doctores bárbaros de quienes hablaremos, uno de los cuales, se
levantó queriendo poner fin al debate con una sarta de refranes de Erasmo.

TEO:Dejamos estos própositos por ahora. Son otros los que, por alguna crédula locura, temen que
por ver se puedan dañar y se empeñan en perseverar en las tinieblas lo que una vez aprendieron
malamente.

PRU: Sea como fuere, no quiero apartarme del parecer de los antiguos, porque, como dice el
sabio, en la antigüedad está la sabiduría.

TEO: Y agrega: en muchos años, la prudencia. Así n ha podido ser tan maduro el juicio de
Eudoxio, que vivió poco después de la reciente astronoía, aunque en él no volvió a florecer, como
el de Calippo, quien vivió treinta años después de la muerte de Alejandro Magno; el cual, como
juntó años y años, podía agregar tambien observaciones y observaciones.

Lectura 5

After God Almighty had created the whole heaven with sun, moon, and all stars, and had adorned
them with manifold prodigious sizes and marvelous motions. Then did he also arrange the four
elements under the heavens so that we might contemplate.

But because we see such things from our youth onwards, and thereby grow accustomed to them,
we give them little thought. And we fail to perceive the Swift course and vastness of the stars.
Mainly becauseour eyes are fixed more on worldly things tan on heavens. Contrary to the custom of
nature. And all mankind holds it to be a great wonder and becomes very eager to know its meaning.
But that is something which the Lord God alone knows, and no man can have right knowledge of.

From the beginning of the world, those stars called comets have been held to be the greatest of all
wonders seen in the heavens. Various oponionshave been expressed by ancient and modern
philosophers concerning comets and their origin, the first of which was held by Pythagoras and his
followers, Democritus and Anaxagoras, that comets are born in the heaven and are special stars
which arise at times nd then come so near the earth that they can be seen by us men. And then are
charmed from us again into the heights, and have their being and place in the heavens. But
Aristotle, who came after them, has refuted and defeated their arguments. For he was of the opinión
that no alteration nor any change occurred in the heavens, and also nothing could not be born
there. They are not born in the heavens, but in the upper part of the air, in the element Fire, below
the sphere of the moon.

The greater part of succeding philosophers have accepted this Aristotelian opinión, and have
considered it quite imposible that comets or anything new could be born in the heavens. Though
some have recently doubted this, on the grounds that it was posible to observe and discover that
the new stars or comets, which appeared four years ago in the constellation Cassiopeia, had no
parallax whatsoever and always remained in one place like the fixed stars, and therefore not only
could not be under the moon in the element of fire or of air, but that it stood in the uppermost sphere
of the fixed stars, among the others, as I have proved sufficiently in my book on that same star.
Various distinguished mathematicians have concurred in their observations that the same star stood
in the heavens with the other fixed stars. This miracle has made it necessary for us to abandon the
opinión of Aristotle and take up another: that something can new can also be born in heaven.

It has been sufficiently demonstrated that the star which appeared four years ago had its place, not
in the elemental regions, but above in the heavens. And I have also discovered that it has its place
and path above the moon, in the heavens, as here after will be shown. Therefore, the opinión of
Aristotle is entirely false when he asserts that comets are drawn upwards from the earth into the air
and that they cannot be generated in the heavens. For he has established this on the basis of his
own good thoughts and not from any observation or demostration. However, it should all the more
be regarded as a miraculous potent that such a new birth comes forth in the heavens. Whether they
are ordained by God and fabricated by superior penate unknown to us, or whether God the
Almighty through his power and will makes such a new light in the heavens without means. In order
to warn us of future punishment, for we humans, with our limited and eartly understanding, really
have no proper grounds or conceptual framework for explaining the material of comets and how
they are generated in a way which would not seem a wonder to us. How many things there are ,
even here on earth, which we see with our eyes and seize with our hands, the nature of which we
can never satisfactorily comprehend.

In the year of Christ birth 1577, on 11 November in the evening son after sunset, this new birth in
the heavens revealed itself. Namely a comet with a very long tail, and the body of the star was
whitish.

In the beginning this comet had a very long and large tail. It gradually grew smaller and shorter, so
that by the end of january it was scarcey visible, and at all time this comet had its tail turned directly
away from the sun, all al other comets have done.

It is posible to determine how far distant the comet is form us in the firmament. This may be
determined only by its parallax, if there be any, and if it have greater parallax or change of aspect
than the moon, which is the next celestial body to us. Then the conclussion would be that it were
nearer still to us than the sphere in which the moon runs. I have taken great care actually to
determine that this comet was so far distant from us that its greatest parallax at the horizon cannot
have been greater than 15 minutes, and was found to be rather less than more than that. This
comet was at least 230 times the earth’s radius above the earth, and inasmuch as the radius of the
earth is reckoned as 860 German miles, it must have been nearly two hundred thousands German
miles above the earth.
This comet was greatest and most powerful at first and then gradually grew smaller as time passed,
desaccelerating in its course at the same time. I have taken its apparent diameter in the beginning,
on 13 november, with an instrument especially designed for that purpose. Geometrical calculations
and demonstration shows that the head was distant by 230 times the earth’s radius, which is two
hundred thousand miles. So, the comet itself must have had a diameter or thickness of 465 German
miles. Thus its diameter was as great as the fourth part of the diameter of the earth. The
circumference of the head or corpus of the comet, derived proportionally from the diameter, was
1460 German mile, from which it follows that it was as great in corpulence as the thirthieth part of
the earth, and almost the same size as the morning star called venus.

Comets always have something to deliver to this lower world. Usually, they have aroused great
dryness and heat in the air, mighty and destructive storms, in certain places overwhelming wáter
courses and in other places terrible earthquakes. Concerning the significance of this comet in
general , it pertains more to all those kingdoms which lie toward the west in Europe within
Christendom.

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