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Pedofilia
parafilia en la que una persona adulta siente atracción sexual por menores de edad

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Los términos paidofilia y pedofilia se usan en las ciencias de la
salud para referirse a una parafilia (en el DSM-V, se clasifica como
trastorno psiquiátrico) que consiste en la excitación o el placer sexual
que obtiene una persona adulta o un adolescente mayor de edad al
llevar a cabo actividades o al tener fantasías sexuales con niños(as)
menores, generalmente de entre 6 y 11 años
(infancia, preadolescentes).[1][2][3] Aunque las niñas suelen comenzar el
proceso de la pubertad a los 10 u 11 años, y los niños a los 11 o 12
años,[4] los criterios para la pedofilia se amplían al punto de corte para la
prepubescencia que vendría rodeando a la edad de 13 años. [2]

pedofilia, paidofilia
Escena de abuso sexual infantil, cuadro de Mihály Zichy.

Clasificación y recursos externos

Especialidad psiquiatría
psicología

Tratamiento psicoterapia

CIE-10 F65.4

CIE-9 302.2

MeSH D010378

 Aviso médico 

[editar datos en Wikidata]

La pedofilia es un rasgo multifactorial en la personalidad de quien la


padece, y se compone de aspectos mentales, institucionales, de
actividad, de educación sexual, de violencia, de control de las pulsiones,
etc. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia: una
primaria o esencial, muy arraigada en el sujeto, y otra secundaria (u
otras), que aparecería motivada por factores circunstanciales.

Las conductas pedófilas son muy heterogéneas, desde casos


inofensivos, hasta aquellos en que alcanzarían niveles que rozan lo
criminal. Se puede decir que la pedofilia es una condición de salud
mental mientras no existe abuso físico de un(a) menor. A la actividad
sexual de una persona adulta con un menor prepubescente o menor de
12 años se la conoce con el nombre de pederastia o abuso sexual
infantil[5] (palabra que, etimológicamente, significa lo mismo
que pedofilia).[6]
En el uso popular, la palabra pedofilia se suele aplicar a cualquier interés
sexual en los niños o el acto de abuso sexual infantil.[7] Este uso
confunde la atracción sexual hacia los niños prepúberes con el acto de
abuso sexual infantil, y no distingue entre la atracción a prepúberes y
púberes o post-púberes menores de edad. Los investigadores
recomiendan que se eviten estos usos imprecisos ya que si bien las
personas que cometen abuso sexual infantil a veces presentan el
trastorno, los abusadores sexuales de niños no son pedófilos a menos
que tengan un interés sexual primario o exclusivo en los niños
prepúberes,[8][9][10] y la literatura indica la existencia de pedófilos que
no abusan de los niños.[11][12]
EtimologíaEditar

Los pedófilos suelen convertirse en agresores sexuales.

Etimológicamente, la palabra deriva del


término griego παιδοφιλια, paidophilia, y éste de παις-παιδος, páis-
paidós, «muchacho» o «niño», y φιλíα filía, «amistad». Paidophilia fue
acuñada por los poetas griegos como un sustituto de «paiderastia»
(pederastia),[13] o viceversa.
Se considera que paidofilia es un término etimológicamente más
correcto que pedofilia, si bien esta segunda forma se usa más.[14] En
relación con la atracción hacia los adolescentes, también suele
emplearse el término «hebefilia» o «efebofilia».
Datos históricosEditar
GreciaEditar
En la antigua Atenas, la relación sexual entre un adulto y un joven púber
se denominaba pederastia, y se consideraba como un elemento más en
la relación entre un docente y su discípulo: el amor entre ambos
favorecía la transmisión del saber y de las leyes ciudadanas. Por el
contrario, el sexo con sujetos prepúberes, denominado pedofilia, era
castigado con condenas que podían llegar a la pena de muerte.
Roma antiguaEditar
En la Roma antigua, por su parte, la pederastia estaba muy difundida,
pero sin las justificaciones de los griegos, y la pedofilia era también
condenada.[15]
Con todo, simultáneamente había puntos de vista de tipo moral-
psicológico que condenaban cualquier tipo de contacto sexual entre
adultos y menores; así, por ejemplo, Platón o Suetonio.[cita  requerida]
R. F. von Krafft-Ebing: El término paedophilia eroticaEditar
El término paedophilia erotica fue acuñado en 1886 por el psiquiatra
vienés Richard von Krafft-Ebing, en su trabajo Psychopathia Sexualis,[16]
en el que lo describió como el interés sexual dirigido sólo hacia jóvenes
prepubescentes, sin incluir a adolescentes, un interés que desaparecería
con la aparición de los primeros signos de vello púbico.
A los adultos que manifestaban esta tendencia, Krafft-Ebing los clasificó
en tres grupos:

 pedófilos;
 de sustitución, esto es, cuando los jóvenes prepubescentes son vistos
como objetos que sustituyen a un objeto adulto que es el preferido pero que no
está disponible;
 sádicos.

Siglos XIX y XXEditar


La pedofilia fue reconocida formalmente por primera vez y nombrada en
el siglo XIX. Una cantidad significativa de investigación en el área ha
tenido lugar desde la década de 1980. Aunque en su mayoría
documentado en hombres, también hay mujeres que presentan el
trastorno,[17][18][19] y los investigadores suponen que las estimaciones
disponibles no representan el verdadero número de pedófilas femeninas.
No hay cura para la pedofilia desarrollada, pero hay tratamientos que
pueden reducir la incidencia de una persona que comete el abuso sexual
infantil. Las causas exactas de la pedofilia no se han establecido de
forma concluyente. Algunos estudios de pedofilia en los delincuentes
sexuales de niños lo han correlacionado con diversas anomalías
neurológicas y patologías psicológicas. En los Estados Unidos, después
de Kansas v. Hendricks, los delincuentes sexuales que son
diagnosticados con ciertos trastornos mentales, especialmente la
pedofilia, pueden estar sujetos a un compromiso civil indefinido.
La pedofilia como parafiliaEditar
Caracterización del pedófiloEditar
La pedofilia emerge antes o durante la pubertad, y es estable en el
tiempo.[20] Es auto-descubierta, no elegida.[7] Por estas razones, la
pedofilia ha sido descrita como un trastorno de la preferencia sexual,
fenomenológicamente similar a una orientación sexual heterosexual u
homosexual.[20] Estas observaciones, sin embargo, no excluyen la
pedofilia del grupo de los trastornos mentales debido a que los actos de
pedofilia causan daño, y los pedófilos, a veces, pueden ser ayudados por
profesionales de salud mental para abstenerse de actuar sobre sus
impulsos, que causan daño a los niños. La psiquiatría considera la
pedofilia como una parafilia.[21][22] Los pedófilos, desde esta perspectiva,
son:
sujetos con una orientación libidinosa dirigida primariamente a niños, sin
apenas interés por los adultos, y con conductas compulsivas no mediatizadas
por situaciones de estrés.[23]

Sin embargo, no hay acuerdo sobre que la pedofilia sea una orientación
sexual. Por ejemplo, la Asociación Americana de Psiquiatría no la
considera una orientación sexual.[24]

La cuarta edición revisada del Manual diagnóstico y estadístico de los


trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (American
Psychiatric Association) describe con tres rasgos un diagnóstico estándar
del pedófilo, basándose en 3022 casos de pedofilia:
 experimentación, durante un periodo de al menos seis meses,
de fantasías sexuales intensas o recurrentes, o de impulsos sexuales, o de
necesidad de actividad sexual, en donde el objeto de atención es uno o varios
niños prepubescentes (generalmente, menores de catorce años);
 o bien dichos impulsos solo repercuten en la esfera sexual del individuo,
o bien le provocan ansiedad o dificultades interpersonales;
 El individuo tiene diecisiete años o más y ha de ser por lo menos seis
años mayor que el niño por el que muestra su atracción.

La materialización de la pedofilia (también llamada pederastia) puede


ser de varias formas; la atracción erótica que algunos [pedófilos] sienten
por los niños no se traduce necesariamente en actos sexuales
completos. El pedófilo puede limitarse a desnudar al niño y a mirarlo, a
exhibirse, a masturbarse en su presencia, a tocarlo con delicadeza y a
acariciarlo. Puede convencer al niño para que a su vez lo toque y así
sucesivamente.[25]
Cognitivamente, el pedófilo se caracteriza por no considerar inapropiada
su tendencia o conducta, por lo que no suele presentar sentimientos de
culpa o vergüenza; en ocasiones, incluso, apelan a la seducción del niño
como causa de la misma o a que su comportamiento se puede entender
como una forma de educación sexual de los niños.

La personalidad del pedófilo es polimorfa. Se pueden distinguir dos


grandes tipos de pedófilos: los primarios y los secundarios o
situacionales:[26]
 Los primarios muestran una inclinación sexual casi exclusiva por los
niños y su conducta compulsiva es independiente de su situación personal. Se
trata, clínicamente, de pedófilos en un sentido estricto del término que
presentan unas distorsiones cognitivas específicas: consideran su conducta
sexual como apropiada (no se sienten culpables ni avergonzados), planifican
sus acciones, pueden llegar a atribuir su conducta a un efecto de la seducción
por parte del menor o pueden justificarla como un modo de educación sexual
para este.

 En cuanto a los secundarios o situacionales, estos se caracterizan


porque su conducta viene inducida por una situación de soledad o estrés (en
estos casos, la experimentación de relaciones sexuales con niños suele ser un
medio de compensar la baja autoestima o de liberarse de cierta hostilidad). No
son estrictamente pedófilos, en tanto que su inclinación natural es hacia los
adultos, con los que mantienen normalmente relaciones problemáticas
(impotencia ocasional, tensión de pareja...); sólo recurren excepcionalmente a
los niños y lo hacen de forma compulsiva, percibiendo su conducta como
anómala y sintiendo posteriormente culpa y vergüenza.

Otra clasificación[27]error en la cita, pp. 89 y 89 distingue tres categorías principales de


pedófilos:
 los ansiosos-resistentes, caracterizados por su escasa autoestima que
les lleva a buscar constantemente la aprobación de los demás; dado que no
consiguen establecer relaciones emocionales con los adultos, se centran en los
niños, con los que aumenta su seguridad. En principio, su relación no es sexual,
pero la dependencia afectiva puede generarla.
 los evitadores-temerosos, caracterizados por su gran deseo de contacto
con los adultos pero a los que el miedo al rechazo los paraliza. Se centran
entonces en los niños y su actitud es poco empática y tienden al uso de la
fuerza.
 los evitadores-desvalorizadores, caracterizados como obsesionados con
la independencia y la autonomía emocional; buscan relaciones fugaces e
impersonales en las que no es infrecuente el comportamiento coercitivo
violento o sádico.
Necesidades emotivas de los pedófilosEditar
La casuística clínica ha evidenciado el tipo de necesidades emotivas que
la práctica pedófila puede satisfacer en los afectados:[28]
 en primer lugar, se trata de casi el único modo de alcanzar para ellos la
excitación sexual;
 en segundo lugar, les permite sentirse poderosos a través del control
ejercido sobre el niño, algo más complicado que si se tratase de adultos;
 en tercer lugar, y como consecuencia de lo anterior, les sirve para
aumentar su autoestima;
 en cuarto lugar, al repetir escenas traumáticas vividas por ellos (en los
casos en los que se hayan dado), el contacto pedófilo les permite superar sus
propios traumas personales y tomarse una especie de revancha al situarse
ahora ellos en la posición dominante;
 en quinto lugar, todo el proceso de su relación con niños consigue para
el pedófilo consolar sus privaciones de competencia social o de cohibición en la
relación con los adultos; se trata, pues, no solo de algo relacionado con su vida
sexual sino con la propia realización como persona. En este sentido, en
determinados casos en que la relación entre el pedófilo y el menor se prolonga
en el tiempo, puede haber por parte del adulto un enamoramiento real con esa
persona a la que él considera como su joven pareja, sobre todo cuando esta se
halla en la edad de paso entre la infancia y la pubertad. [29]

CausasEditar
No existe consenso entre los especialistas respecto del origen de la
pedofilia.

Con todo, según

muchos psicólogos y psiquiatras, los pedófilos tendrían una personalidad


inmadura, problemas de relación o sentimientos de inferioridad que no les
permitirían mantener una relación amorosa adulta e "igualitaria": individuos
con trastornos narcisistas y frágil autoestima se concentran en los niños
porque pueden controlarlos y dominarlos y, con ellos, no tienen sentimientos
de inadecuación.[30]

Algunos especialistas sugieren que

El origen de esta tendencia anómala puede estar relacionado con el


aprendizaje de actitudes extremas negativas hacia la sexualidad o con el abuso
sexual sufrido en la infancia, así como con sentimientos de inferioridad o con la
incapacidad para establecer relaciones sociales y sexuales normales. [31]

Otros autores consideran que la pedofilia deviene de una


experimentación permanente del propio periodo infantil por parte del
individuo, idealizando el cuerpo y la belleza de esa etapa y tratando
además de evocar el tratamiento que en relación con estos aspectos
recibieron de pequeños. En consecuencia,

el erotismo con los niños puede comportar (...) la fantasía inconsciente de


fusión con un objeto ideal, la reestructuración con un ego joven e idealizado. [30]

A todo esto se añade que los pedófilos encuentran también placer en la


intrínseca transgresión que supone su tendencia y actos, y en las
actividades que realizan para llevar a cabo sus contactos con niños:
localización, planificación, seguimiento, aproximaciones, etc.

Igualmente, se aduce la posibilidad de la existencia de trastornos de


personalidad como factores importantes: deficiencias en el control de los
impulsos y en la imagen personal, tanto por una educación sexual
negativa y culpabilizadora como por unos modelos familiares no
adecuados.[32]
Tratamiento del pedófiloEditar
Las terapias dirigidas a los pedófilos son, por lo general, las mismas que se
emplean con los pacientes que presentan parafilias, es decir, tratamientos de
carácter psicológico y farmacológico. Desde el punto de vista psicológico,
algunos estiman útil una aproximación analítica, es decir, la exploración del
inconsciente para comprender por qué se ha creado en la infancia y luego ha
arraigado esta inclinación sexual. Otros, en cambio, prefieren trabajar sobre el
síntoma a través de una terapia conductual, cuyo objeto es inducir un cambio
en los gustos y costumbres. Algunos otros consideran verdaderamente eficaces
sólo las terapias a base de fármacos. [33]

El tratamiento farmacológico[34] tiende bien a intentar reducir el impulso


sexual durante el periodo de administración del mismo, bien a reorientar
este impulso hacia formas aceptables.
Dado que en muchas ocasiones el pedófilo está obsesionado por su
inclinación,[35] en el sentido de pensar y elaborar continuamente
estrategias para conseguir sus contactos con los niños, se piensa que
puede ser productivo para él un periodo largo de calma y reflexión,
esencial, precisamente, para revisar sus costumbres, modos de pensar,
etc.
El principal problema que presenta el tratamiento de los pedófilos es
que estos no suelen colaborar. Son una minoría los que aceptan ser
tratados y muchos de ellos no se consideran a sí mismos ni enfermos ni
anormales, llegando incluso a reivindicar, tanto privada como
públicamente, la legitimidad de sus aproximaciones a niños sobre la
base de que solo pueden considerarse como abusos cuando media la
violencia física o la coacción. Es frecuente, también, el que apelen a que
el niño tiene capacidad suficiente para demostrar si algo le agrada o no,
o a que sus acciones son consecuencia de las actitudes seductoras del
menor. La negación de la problemática es una de las principales
características de estos individuos.
Efebofilia
Hebefilia
Infantofilia
Regulación jurídicaEditar
Artículo principal: Abuso_sexual_infantil#Regulación_jurídica

La mayor parte de los países conservan un derecho penal de acto por lo


que se castiga la violación y por ende, la pederastia, es decir, el acto de
abusar sexualmente de un niño, y no la mera tendencia sexual pedófila.
Por ello, un acto de abuso sexual infantil no es calificado como tal por
las leyes. Sin embargo, en algunos códigos penales sí se contemplan
delitos que castigan dicha conducta.[43]
 189.2. El que para su propio uso posea material pornográfico en cuya
elaboración se hubieran utilizado menores de edad o incapaces, será castigado
con la pena de tres meses a un año de prisión o con multa de seis meses a dos
años.
 189.7. Será castigado con la pena de prisión de tres meses a un año o
multa de seis meses a dos años el que produjere, vendiere, distribuyere,
exhibiere o facilitare por cualquier medio material pornográfico en el que no
habiendo sido utilizados directamente menores o incapaces, se emplee su voz
o imagen alterada o modificada.[44]

Pese a lo anterior, es frecuente que algunos periódicos y otros medios


hagan uso de términos como «acusado de pedofilia» o «pedófilo
convicto» en referencia a individuos acusados o convictos por abuso
sexual infantil e incluso otros términos como «pedófilo en serie». Sin
embargo, pederastia se utiliza de forma preferente en el sentido de
delito, y menos frecuentemente como enfermedad; en la prensa se
habla de «delitos de pederastia», «condenado a 40 años por
pederastia», «acusado de pederastia» y «red de pederastia». Esta
preferencia de emplear pedofilia para referirse a la atracción sexual o la
enfermedad puede deberse al hecho de que este término es
actualmente el más utilizado en psiquiatría para designar el trastorno
mental y, por influencia médica, es la palabra escogida por los
periodistas para hablar en términos psiquiátricos. [45]
El Código penal argentino es conteste con las legislaciones que reprimen
los actos de pederastia y en su artículo 119 describe con precisión la
conducta pederastia:
 Art. 119.- Será reprimido con reclusión o prisión de seis meses a cuatro
años el que abusare sexualmente de persona de uno u otro sexo, cuando ésta
fuera menor de trece años o cuando mediare violencia, amenaza, abuso
coactivo o intimidatorio de una relación de dependencia, de autoridad, o de
poder, o aprovechándose de que la víctima por cualquier causa no haya podido
consentir libremente la acción. [46]

Y continúa:
La pena será de cuatro a diez años de reclusión o prisión cuando el abuso, por
su duración o circunstancias de su realización, hubiere configurado un
sometimiento sexual gravemente ultrajante para la víctima.-
La pena será de seis a quince años de reclusión o prisión cuando mediando las
circunstancias del primer párrafo hubiere acceso carnal por cualquier vía.- En
los supuestos de los dos párrafos anteriores, la pena será de ocho a veinte
años de reclusión o prisión si: a) Resultare un grave daño en la salud física o
mental de la víctima, b) El hecho fuere cometido por ascendiente,
descendiente, afín en línea recta, hermano, tutor, curador, ministro de algún
culto reconocido o no, encargado de la educación o de la guardia, c) El autor
tuviere conocimiento de ser portador de una enfermedad de transmisión
sexual grave, y hubiere existido peligro de contagio, d) El hecho fuere
cometido por dos o más personas, o con armas.- e) El hecho fuere cometido
por personal perteneciente a las fuerzas policiales o de seguridad, en ocasión
de sus funciones.- f) El hecho fuere cometido contra un menor de dieciocho
años, aprovechando la situación de convivencia preexistente con el mismo.-

En el supuesto del primer párrafo, la pena será de tres a diez años de reclusión
o prisión si concurren las circunstancias de los incisos a), b), d), e), ó f).

Pedofilia y activismo
Véase también
Notas
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