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PRINCIPIOS BÍBLICOS SOBRE LA MAYORDOMÍA CRISTIANA

Mayordomía es el arte de administrar aquello que hemos recibido, tener responsabilidad


con los bienes que Dios nos ha dejado, hasta que Él venga a pedirnos de lo que hemos
hecho con ello. Un mayordomo cuida de los asuntos de una casa o hacienda, o administra
las cuentas y la propiedad de otra persona. Somos administradores de lo que tenemos.
La Mayordomía Cristiana es ser responsable, administrando las cosas de Dios. La
mayordomía significa la forma correcta de administrar las posesiones de Dios como
siervos suyos.

La mayordomía es un privilegio que Dios nos concede para ayudarnos a crecer en amor y
obtener la victoria sobre el egoísmo y la codicia. El mayordomo se regocija en las bendiciones
que otros reciben como resultado de su fidelidad. 

Jesús hablo de lo que puede reconocerse como el centro de interés en la vida de los
seguidores de Cristo. “Donde esta vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”
(Mt 6:21). Después de Pentecostés se notó un gran cambio en la actitud de los
creyentes con respecto a sus posesiones. A partir de ese momento hubo una gran
manifestación de amor hacia los pobres y necesitados. Hechos 4: 32-34, “Y la multitud
de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio
nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.  Y con gran poder los
apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era
sobre todos ellos. Así que no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que
poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido”.

Nuestra fuerza, la inteligencia, los talentos y las habilidades personales, así como
nuestra capacidad de adquirir posesiones materiales; todo nos ha sido dado como un
regalo de Dios. Como mayordomos de Dios, ahora tenemos la responsabilidad de
decidir si hemos de desarrollar nuestra vida y nuestros talentos, o si los derrocharemos
con actos imprudentes. Si el Señor nos colmo de todas estas bendiciones es porque
esta seguro de que podremos administrarlas como es debido. 

1. El principio de la propiedad.

El salmista comienza el Salmo 24:1,” Del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella, el mundo
y cuantos lo habitan.”

En el comienzo del Génesis, Dios crea todo y pone a Adán en el jardín para trabajarlo y para
cuidar de él. Está claro que el hombre fue creado para trabajar y que el trabajo es la
administración de toda la creación que Dios le ha dado.

Salmos 50:10-12, “Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los
collados. Conozco a todas las aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos me
pertenece. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su plenitud.

Hageo 2:8, “  Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos”.

Este es el principio fundamental de la mayordomía bíblica. Dios es dueño de todo, somos


simplemente mayordomos o administradores que actúan en su nombre.

Por lo tanto, la administración expresa nuestra obediencia con respecto a la mayordomía de


todo lo que Dios ha puesto bajo nuestro control, y esto lo abarca todo. La administración es el
compromiso de uno mismo y nuestras posesiones al servicio de Dios, reconociendo que no
tenemos el derecho de control sobre nuestra propiedad o sobre nosotros mismos.

Haciendo eco de lo escrito en Deuteronomio 8:17,no podemos decir: “y digas en tu corazón,


mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza.” Sino lo que dice el, 8:18 nos
aconseja a pensar de otro manera:, “Sino acuérdate del Señor tu Dios, porque él te da el
poder para hacer las riquezas”.

2. El principio de responsabilidad.

Génesis 1:28, “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que
se mueven sobre la tierra”.

Aunque Dios nos da “todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos,” nada es
nuestro. En realidad nada nos pertenece. Dios es dueño de todo; somos responsables de cómo
tratamos y lo que hacemos con ello. Mientras nos quejamos de nuestros derechos aquí en la
tierra, la Biblia constantemente pregunta: ¿Qué con tus responsabilidades?. Los propietarios
tienen derechos; los administradores tienen responsabilidades.

Mateo 25:14-15, “Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos,
llamó a sus siervos y les entregó sus bienes.  A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a
otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos”.
Estamos llamados como administradores de Dios a gestionar lo que pertenece a Dios. Mientras
que Dios nos ha confiado amablemente el cuidado, desarrollo y disfrute de todo lo que tiene
como sus mayordomos, somos responsables de administrar bien y explotarlas conforme con
sus deseos y propósitos.

3. El principio de rendición de cuentas.

Un mayordomo es alguien que administra los bienes de otro. Todos somos administradores de
los recursos, las capacidades y las oportunidades que Dios ha confiado a nuestro cuidado, y un
día cada uno de nosotros seremos llamados a dar cuenta de que hemos logrado con lo que el
Maestro nos ha dado.

Mateo 25:16-19, “Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros
cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.  Pero el que había
recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.  Después de mucho
tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos”.
Esta es la máxima enseñada por la parábola de los talentos. Dios ha confiado la autoridad
sobre la creación de nosotros y no se nos permite gobernar como mejor nos parezca. Estamos
llamados a ejercer nuestro dominio de gestión bajo la atenta mirada del Creador y su creación
de acuerdo con los principios que ha establecido.

Al igual que los sirvientes en la parábola de los talentos, seremos llamados a dar cuenta de
cómo hemos administrado todo lo que se nos ha dado, incluyendo nuestro:

Tiempo, Efesios 5:16 “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”.
Dinero, Proverbios 3:9-10: «Honra al Señor con tus bienes y con las
primicias de tus cosechas. Tus graneros se saturarán de trigo, y tus
lagares rebosarán de vino».

Deuteronomio 16:17: «Cada uno presentará su ofrenda, conforme a la


bendición que el Señor tu Dios le haya dado».

habilidades, información, sabiduría, relaciones y autoridad.

Todos vamos a dar cuenta al legítimo propietario de que hemos logrado con las cosas que nos
ha confiado.

4. El principio de recompensa.

En Colosenses 3:23-24 Pablo escribe:

Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;
sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor
servís.

La Biblia nos muestra en las parábolas del Reino que fieles mayordomos que hacen la voluntad
de su Señor con los recursos del maestro, muchas veces pueden esperar ser recompensados
de forma incompleta en esta vida, pero plenamente en la próxima.

todo lo que deberíamos desear es escuchar al maestro decir lo que esta escrito en  Mateo
25:21:

Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor.

Como cristianos del siglo 21, necesitamos abrazar esta visión bíblica mayor sobre la
administración, que va más allá de los presupuestos de la iglesia o los proyectos de
construcción del tempo o la compra del local, si bien son importantes; no nos conectan con
todo lo que Dios está haciendo en el mundo.

Tenemos que ser fieles mayordomos de todo lo que Dios nos ha dado dentro de las
oportunidades que se presentan a través de su providencia para glorificarlo, servir al bien
común y, además, su Reino.

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