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INTRODUCCIÓN
Podrá haber tomado el camino que abre el texto de Freud “La Verneinung” pero
preferimos seguir el ejemplo del juego infantil que nos da en "Más allá del principio del
p1acer”. Esta vía nos ha resultado fructífera ya que nos ha conducido hasta el objeto “a”
lo que no estaba, en principio en nuestra intención.
Las explicaciones que nos da acerca de que con el juego, pasa el niño de ocupar
un lugar de objeto pasivo a sujeto activo, o de que la sustitución de la madre por el
carrete permite satisfacer un impulso vengativo, no le convencen del todo. Más adelante
en el texto, al hablar de la compulsión de repetición, admite para los juegos infantiles
que ésta vaya más allá del p. del placer.
En el Seminario 11, mucho más claro, toma en cuenta lo que dice Freud
del impulso de dominio, el niño tapona el efecto de desaparición de la madre haciéndose
agente de ella, pero ahí no está lo principal. La ausencia de la madre, la hiancia que deja
esta ausencia, es la causa y el juego con el carrete la respuesta a esta abertura que se
presenta en los linderos del dominio del niño. El juego en su conjunto simboliza la
repetición que no es repetición de una necesidad, no clama porque la madre vuelva sino
necesidad de repetición buscando aquello que no está, en tanto que la madre
representada no es la cosa que no puede ser vuelta a encontrar.
3
LA SIMBOLIZACIÓN PRIMORDIAL
Para Freud el juego del niño con el carrete está en conexión con la función más
importante de la cultura, la renuncia a la satisfacción del instinto, al permitir que la
madre se ausente sin resistencia alguna.
Lacan en los textos que van desde "Función y campo" hasta "La dirección de la
cura" toma apoyo en la lingüística y en la estructura mínima, la oposición fonemática,
con la que ésta matematiza la función del lenguaje para designar las fuentes subjetivas
de la función simbólica. En Función y campo:" de esta pareja modulada de la presencia
y de la ausencia (fort-da) nace el universo de sentido de una lengua en el que el universo
de las cosas vendrá a ordenarse”'; y en La dirección de la cura:"la escansión alternativa
de dos fonemas… la distinción fonética... Punto de inseminación de un orden simbólico
que preexiste al sujeto infantil y según el cual le va a ser preciso estructurarse”, viene a
decir lo mismo haciendo mayor hincapié en esta última en la preexistencia del lenguaje
como ya nos había advertido en el Seminario 3, en el que nos previene contra quedarnos
fascinados por el momento genético de aparición del sujeto que nos haría olvidar que lo
simbólico ya estaba allí.
En este seminario Lacan parece dar vuelta a lo anterior. Es un craso error, nos
dice, tomar el Fort-Da como ejemplo de la simbo1ización primordia1, su fuerza
inaugural no proviene de la mera oposición del fort y del da, sino que éstos encarnan los
mecanismos de la a1ienación. “No hay Fort sin Da y sin Dasein. Pero no hay Dasein
con el Fort. O sea, no tenemos elección”. Con esto la idea de dominio que trasmite
Freud y que ya estaba muy mermada en Lacan, termina yéndose por tierra. Lo que la
repetición pone de manifiesto es la vacilación del sujeto. Al mismo tiempo el objeto, el
carrete que había sido insignificante (lo dice en La dirección de la cura) hasta ahora, es
resaltado en su función.
EL OBJETO Y LA CAUSA
articulación entre objeto y causa, de Función y campo: “la función simbólica se presenta
como un doble movimiento en el sujeto: el hombre hace un objeto de su acción, pero
para devolver a ésta en el momento propicio su lugar fundador”, hasta el Seminario 11,
el objeto es resaltado sólo por su transformación en símbolo. En el Seminario 1 nos
dice incluso que mediante el juego el objeto pasa de modo casi natural al plano del
lenguaje.
El niño franquea sus lindes con su objeto, el carrete. A este carrete al que se
aplica en acto el fort-da lo podemos designar como el sujeto, nos dice Lacan, por esto
puede decirse que el hombre piensa con su objeto, no hay ningún sujeto que pueda
captar esa articulación.
SAGRARIO GARCIA
11-3-92
IX JORNADAS DEL CAMPO FREUDIANO DE ESPAÑA