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Raizales: isleños descendientes de europeos y africanos

El pueblo raizal es la población nativa de las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina,
que para evitar confusión con la denominación de “nativos” dada a los indígenas se hacen llamar
“raizales” y son el producto del mestizaje entre indígenas, españoles, franceses, ingleses,
holandeses y africanos, primando la cultura británica que fue la que colonizó de manera más
fuerte las islas del Caribe.

La cultura raizal tiene expresiones culturales propias: la religión bautista, lengua Creole y su
tradición oral, según el Censo DANE 2005 reportó 30.565 personas auto reconocidas como
Raizales, de los cuales el 49,8% son hombres y el 50,2% mujeres.

La población de las islas ha tenido una gran variación a lo largo de su historia de poblamiento,
pasó de ser un grupo de islas deshabitadas a una de las islas con una mayor densidad
poblacional del mundo. Habitada en un primer momento de manera ocasional por los indios
Miskitos de Centroamérica, luego fue colonizada por puritanos ingleses en 1621, donde se
dedicaron a la agricultura por lo cual implantaron la esclavitud en la isla, al traer africanos como
mano de obra, los cuales ante la necesidad de realizar planes y estrategias contra sus amos
crearon el creole, un lenguaje de base inglesa con elementos africanos y del Caribe , de igual
forma era utilizado para mantener la tradición oral de las raíces africanas, con el cual la población
contaba las historias y los cuentos para niños, como el que se hace alusión a Anancy, personaje
héroe que suele encontrarse en países del Caribe y de África occidental, este personaje es una
especie de araña-hombre cuyas historias se caracterizan por dejar una moraleja en torno a que
las apariencias pueden engañarnos, ya que una araña vence a los grandes por medio de la
sabiduría, los puritanos se asentaron durante 20 años hasta que las luchas con los españoles y
piratas, llevaron al abandono de la isla. A partir de ese momento las islas se convirtieron en un
punto militarmente estratégico lo que llevo a sucesivas olas de poblamientos y migraciones, lo que
llevo a que se incrementara la mano de obra esclava, especialmente en la isla de San Andrés, en
esta época las islas viven casi de manera independiente, a pesar de pertenecer al imperio
español, los nuevos pobladores de las islas trajeron consigo la religión bautista, convirtiéndose en
elemento fundamental de las comunidades, fue la iglesia la que educó a la población, la que
resolvió gran parte de los conflictos y la que dictaminó los elementos de moral que debía seguir la
comunidad.
Las relaciones que mantienen los raizales con sus vecinos territoriales son de exclusión laboral,
social, económica cultural y religiosa, expropiación de tierras, son permeados constantemente por
la actividad económica dominante y por los intereses personales que los comerciantes tienen para
sacarle provecho a la isla por su posición geográfica y atractivo turístico. Estas actividades de
impacto comercial, poco control y regulación normativa Estatal, hacen que los raizales queden
relegados a una cultura que se asigna al referente histórico de los primeros pobladores de San
Andrés, mas no a una cultura que sigue vigente, pero ha sido invisibilizada.

Algunos raizales se han organizado en movimientos que tienen objetivos de reivindicación


específicos frente a la etnia, a pesar de que no son compartidos por toda la comunidad. Estos
movimientos con su participación activa han logrado que las organizaciones sociales fijen sus
esfuerzos en la recuperación de la tradición raizal y su reconocimiento que involucran la
reivindicación de la cultura raizal en un país pluriétnico y multicultural, su reconocimiento y
manifestación se ha reflejado sobre todo en el ámbito académico.
Undécima Estrofa del Himno Nacional de Colombia (XI - Estrofa 11)

Del hombre los derechos


Nariño predicando,
El alma de la lucha
Profético enseñó.
Ricaurte en San Mateo
En átomos volando,
«Deber antes que vida»,
Con llamas escribió.

Palabra clave: Profético: Perteneciente o relativo a la profecía o al profeta

Significado:

La última estrofa del himno hace alusión al general Antonio Nariño  precursor de la
independencia colombiana quien fue el encargado de traducir los 17 artículos de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano del documento,
propio de la Revolución Francesa (1789), fue la base del programa
independentista que le costó a Nariño más de diez años de cárcel y de
persecución.

La estrofa también hace alusión a la muerte del joven Antonio Ricaurte, quien se dice que en
1814 sacrificó su vida al prenderle fuego a un polvorín evitando la toma por parte del
ejército realista de las municiones patriotas en la casa de Bolívar de la Hacienda San Mateo
ubicada en Venezuela . Dio su vida por el bien de la Independencia lo cual lo representa
el lema “Deber antes que vida”

LOS DERECHOS HUMANOS: Al término de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad entera decidió defender la
dignidad humana en todos los lugares y en todo momento. En ese espíritu, las Naciones Unidas aprobaron la
Declaración Universal de Derechos Humanos como “ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben
esforzarse”. Son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de raza, sexo,
nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición. Entre los derechos humanos se incluyen el
derecho a la vida y a la libertad; a no estar sometido ni a esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de
expresión; a la educación y al trabajo, entre otros muchos. Estos derechos corresponden a todas las personas, sin
discriminación alguna.

Uno de los grandes logros de las Naciones Unidas es la creación de una normativa integral sobre los derechos
humanos: un código protegido a nivel universal e internacional al que todas las naciones pueden adherirse y al
que toda persona aspira. Las Naciones Unidas han definido un amplio abanico de derechos aceptados
internacionalmente, entre los que se encuentran derechos de carácter civil, cultural, económico, político y social.
También han establecido mecanismos para promover y proteger estos derechos y para ayudar a los Estados a
ejercer sus responsabilidades.

Los cimientos de este cuerpo normativo se encuentran en la Carta de las Naciones Unidas y en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, aprobadas por la Asamblea General en 1945 y 1948, respectivamente.
Desde entonces, las Naciones Unidas han ido ampliando los derechos humanos para incluir normas específicas
relacionadas con las mujeres, los niños, las personas con discapacidad, las minorías y otros grupos vulnerables,
que ahora poseen derechos que los protegen frente a la discriminación que durante mucho tiempo ha sido común
dentro de numerosas sociedades.

La comisión de derechos humanos de la ONU fue integrada por algunas mujeres como:

ELEANOR ROOSEVELT: Primera Dama de los Estados Unidos de América entre


1933 y 1945, fue nombrada delegada ante la Asamblea General de las Naciones Unidas
en 1946 por el Presidente de los Estados Unidos Harry S. Truman. Fue la primera
Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos y desempeñó un papel fundamental en
la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos. En un momento de
crecientes tensiones entre el Este y el Oeste, Eleanor Roosevelt utilizó su enorme
prestigio y credibilidad con las dos superpotencias para encaminar el proceso de
redacción hacia su conclusión satisfactoria. En 1968, se le concedió de manera
póstuma el Premio de las Naciones Unidas en la Esfera de los Derechos Humanos.

HANSA MEHTA: Entre 1947 y 1948, solo había otra mujer delegada ante la
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas: la india Hansa Mehta, una
firme defensora de los derechos de la mujer tanto en la India como en el extranjero. A
ella se le atribuye el mérito de cambiar la frase de “Todos los hombres nacen libres e
iguales” a “Todos los seres humanos nacen libres e iguales” en el artículo 1 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos.

MINERVA BERNARDINO: Minerva Bernardino, diplomática y líder feminista de


la República Dominicana, fue fundamental en las deliberaciones sobre la inclusión de la
“igualdad de derechos de hombres y mujeres” en el preámbulo de la Declaración
Universal de Derechos Humanos. Además, junto con otras latinoamericanas (la
brasileña Bertha Lutz y la uruguaya Isabel de Vidal), desempeñó una función esencial en
la defensa de la inclusión de los derechos de la mujer y la no discriminación sexual en
la Carta de las Naciones Unidas, que en 1945 se convirtió en el primer acuerdo
internacional en el que se reconocía la igualdad de derechos de hombres y mujeres.

BEGUM SHAISTA IKRAMULLAH: Begum Shaista Ikramullah, del Pakistán, en


su calidad de delegada de la Tercera Comisión de la Asamblea General (la Comisión de
Asuntos Sociales, Humanitarios y Culturales), pasó, en 1948, 81 reuniones examinando
el proyecto de la Declaración Universal de Derechos Humanos y defendió poner de
relieve la libertad, la igualdad y la libre elección en la Declaración. Asimismo, promovió
la incorporación del artículo 16, sobre la igualdad de derechos en el matrimonio, pues
consideraba que era una manera de combatir el matrimonio infantil y forzado.

MARIE-HÉLÈNE LEFAUCHEUX: La francesa Marie-Hélène Lefaucheux, en su


calidad de Presidenta de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer en
1948, defendió con éxito la inclusión de una mención a la no discriminación sexual en el
artículo 2. Así, el texto final del artículo en cuestión reza lo siguiente: “Toda persona
tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción
alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”.

LAKSHMI MENON: Lakshmi Menon, delegada de la India ante la Tercera


Comisión de la Asamblea General en 1948, abogó con contundencia por la repetición de
la no discriminación sexual a lo largo de la Declaración Universal de Derechos
Humanos, así como por la mención de “la igualdad de derechos de hombres y mujeres”
en el preámbulo. Además, defendió abiertamente la “universalidad” de los derechos
humanos y se opuso con firmeza al concepto del “relativismo colonial”, con el que se
trataba de negar los derechos humanos a las personas que vivían en países sometidos a
dominación colonial. Sostenía que, si las mujeres y las personas sometidas a
dominación colonial no se mencionasen de manera expresa en la Declaración Universal,
no se considerarían representadas en la expresión “toda persona”.

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