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Cajas de vida: paisajes

que nos narran

Una ecografía, una zapatilla vieja,


un deseo, un temor. Todo cabe en
las cajas de vida que los niños y
niñas llenan y luego comparten con
el grupo para conocerse y
reconocerse mejor. Sus vivencias
personales se mezclan las unas con
las otras y con las indagaciones que
llevan a cabo a partir de los
interrogantes que generan.

MARISOL ANGUITA

Los objetos son como relatos íntimos que comparten unos con otros.

“Los seres humanos somos organismos contadores de historias, organismos


que, individual y socialmente, vivimos vidas relatadas”
(Connelly y Clandinin, 1995, p. 11)

M
MARISOL ANGUITA aria, de 4 años, enseña objetos tros” en un “nosotros” que importa, un
Maestra de Educación Infantil en la Escola nuevos de su caja de vida. Son “nosotros” que nos importa. Porque en
Pública Serralavella, de Ullastrell (Barcelona). sus secretos, y decide compar- esta clase de Educación Infantil de la Es-
Integrante de los grupos “La perspectiva tirlos porque los secretos, dice, “solo se cola Pública Serralavella, de Ullastrell, to-
educativa de los proyectos de trabajo” cuentan a los amigos” y “vosotros sois mis dos los niños y niñas abren, muestran y
y “Cultura matemática de las personas”. amigos”. Maria convierte así ese “voso- comparten su caja de vida. En ella van

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experiencias infantil

recogiendo, a modo de tesoro, huellas de


diferentes momentos vividos que sirven
para darse a conocer y para conocer me-
Otras cajas
jor a los demás.
En esas cajas guardamos zapatos de Las cajas de vida nacen por la influencia de unas compañeras del grupo “La perspectiva
cuando éramos pequeños, nuestro chu-
educativa de los proyectos de trabajo”, de la escuela Isabel de Villena, de Esplugues de Llo-
pete preferido, nuestras ecografías, la pin-
za del ombligo, fotos de nuestra primera bregat (Barcelona), que en unas jornadas explican cómo generan con niños y niñas de
sonrisa, de la primera vez que fuimos al 5 años unas cajas de final de viaje. Esos cofres tienen la intención de despedida; dicen adiós
mar, de nuestros abuelos y abuelas ayu-
a un ciclo de su vida y recogen los momentos más significativos de su mundo, intentando
dándonos a caminar… Aparece también
la historia de nuestro nombre, de por qué dejar huella de su tránsito por los saberes, por las emociones que han teñido su camino en
nos lo pusieron, de nuestro primer bibe- esos tres años. Carme Isalt, una de las maestras que las impulsa, me cuenta que las cajas
rón, de la música que escuchamos antes
son cambiantes, fluidas y diversas, como los deseos de cambio de las personas que las
de ir a dormir o del misterio cambiante
de la barriga que nos guardó durante nue- hemos ido repensando.
ves meses. Por otro lado, Montse Ventura, como asesora en una escola bressol (escuela infantil) llamada
Compartir estas historias de vida nos
Bip, acompaña otra experiencia con cajas, en las que los niños y niñas van relatando sus his-
permite ir tejiendo lazos entre nuestras
subjetividades, nos invita a reconocernos torias de vida recién estrenada, a través de diferentes rastros recopilados. Esta experiencia,
y a involucrarnos en las vidas de los otros. que yo desconozco cuando empiezo a crear en mi aula las cajas de vida, se entrelaza con mis

intenciones, que caminan de la mano en un mismo marco de significado.

Abriendo grietas en el mundo

Hace años que acompaño a grupos de dos tiene que ver con autorizarnos a narrar ferente. Surge la necesidad de buscar ma-
Educación Infantil, desde la posibilidad nuestras propias historias. La perspectiva neras de aproximarnos, de descubrirnos
de regalarnos espacios y tiempos, para educativa de los proyectos de trabajo ve desde nuestras subjetividades, para poder
ser en compañía. Hace años, también, que la aparición de las cajas de vida como una convivir en un nosotros cómplice. Segu-
comparto con otras docentes cómplices de las formas de narrarnos. Desde ese pun- ramente, siento ahora, también emerge
cómo repensar la escuela. Nos dejamos to de vista, compartimos las ganas de tran- el deseo de saber más de mí, de no silen-
sentir, a menudo desde el margen, que sitar por la construcción de una historia, ciar mi voz docente, de hacerla sonar al
otra escuela es posible: una escuela en la como forma de pensamiento y de expre- lado de las de los niños y niñas, generan-
que podamos compartir nuestras vidas sión del mundo, que intente dar cuenta, do nuevas historias entrelazadas.
relatadas. como dice Bruner (1997, p. 112), de cómo Desde el principio imagino las cajas de
En el aula que habito nos pensamos en nos constituimos en relatos: “Es a través vida como contenedoras de nuestros pai-
compañía y nos relatamos como una for- de nuestras propias narraciones como prin- sajes de ser, cambiantes. No desde la idea
ma de proyectarnos al mundo. Vamos cipalmente construimos una versión de de generar una actividad, sino desde el
creando nuestro propio relato, el que nos nosotros mismos y el mundo, y es a través deseo de provocar una situación rica que
representa y habla de nosotros. En ese de sus narraciones como una cultura ofre- nos permita (re)conocernos y, a la vez, ser
deseo de relatarnos, hablo desde una ce modelos de identidad y acción a sus reconocidos.
poisición apasionada, como maestra que miembros” (Bruner, 1997, p.15). No nacen desde el activismo, ya que,
acompaña, que da pistas, que posibilita, Las cajas de vida nacen así, de la volun- desde nuestra perspectiva, hace tiempo
que provoca, que regala mediadores que tad de que ejerzan de mediadoras, nos que intentamos pensar la vida en la es-
nos ayuden a repensar(nos) y a generar ayuden a descubrirnos, a enamorarnos los cuela más allá de los tiempos de actividad
vida real, no tanto para pescar la realidad, unos de los otros y nos permitan relatar- que encorsetan las formas de actuar. In-
sino para crear nuestras propias historias nos, contagiándonos del deseo de mirar- tentamos pensar en hilar procesos, pen-
sobre ella. nos en otras vidas. samos en ir tejiendo una trama de la vida
Las cajas de vida median, con esta forma La idea de utilizar las cajas de vida emer- que permita que aulas complejas se rein-
de habitar nuestros saberes, desde el de- ge hace nueve años al empezar la travesía venten en el vivir.
seo de crear un relato que nos ayude a con un grupo de niños y niñas de 3 años: Desde ahí, no otorgamos a las expe-
comprender el mundo y a comprendernos. la clase de los caballeros que matan mons- riencias que nos regalan las cajas un pro-
Desde hace años formo parte del grupo truos. Yo inicio mi andadura en un centro tagonismo puntual, colocado en el hora-
“La perspectiva educativa de los proyectos que transita por el deseo de cambio e rio, sino que esas experiencias impregnan
de trabajo”, en el que, desde una visión innovación, entonces incipiente: la escue- tiempos y espacios y dejan huellas, rastros
integradora, intentamos reinventar la es- la Serralavella. Empezamos a caminar y el que nos contaminan mirándonos profun-
cuela, reinventándonos, tejiendo redes grupo se manifiesta como especialmente damente. No son una actividad cerrada,
como forma de transitar por la compleji- diverso, con una diversidad rica que a la repetitiva, monótona; nada más lejos de
dad, dejándonos sentir que convertir nues- vez genera desconcierto, dificultad para la idea de estrategia compleja de la que
tras vidas de aula en proyectos comparti- convivir y para descubrir al otro como di- emergen.

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Primero cultivamos el deseo de la crea- cada momento. Compartimos cómo ac- ces, con otros misterios que estamos in-
ción de las cajas. Luego empezamos a tualizarlas con propuestas vinculadas a los dagando, como el de la evolución huma-
montar esos contenedores de nuestros cambios que se dan en nuestras vidas: un na. Se hilan en la conversación nuevas ideas
relatos íntimos. Las decoramos y perso- nacimiento en la familia, una habitación que nos regalan otras situaciones y nuevos
nalizamos juntos, y compartimos qué po- nueva, un viaje o nuevos intereses que interrogantes. Empezamos a relacionar
demos poner dentro que hable de noso- queremos narrar. cómo somos al nacer y cómo vamos cam-
tros y nos sirva de puente para conocernos biando, descubrimos así formas distintas
mejor. Y luego, cuando están listas, los de evolucionar, y otros itinerarios de inves-
niños y niñas las llevan a casa, e invitamos Nos colamos en algunas cajas tigación se enriquecen de esas miradas.
a las familias a influir en su preparación, a Maria encuentra la ecografía de cuando
pensarlas juntos en complicidad, dedican- Leo uno de los secretos que Maria saca Júlia estaba en la barriga de su madre con
do el tiempo que haga falta a compartir de su caja. Dice que querría ser un bebé el número de centímetros que medía en-
qué irá a parar allí y el sentido que tiene. para jugar con Júlia, su hermana que aca- tonces. Se da cuenta de que ahora su her-
Después aterrizan en el aula para irlas re- ba de nacer, para hacer cosas con ella. mana ya debe de ser mucho más alta,
latando, y en verano vuelven a casa para Algunos niños, sorprendidos, le preguntan pues ha nacido hace algunos días. Enton-
repensarlas de nuevo, aunque cualquier por qué quiere ser un bebé, ellos prefieren ces le pedimos que lo investigue y se lle-
momento es bueno para hacerlas crecer. ser mayores. Ella nos cuenta que le gus- va un metro del aula. Esa nueva indagación
Mi caja de vida, por descontado, también taría que su madre la tratase como a un nos invita a compararnos para ir más allá
está entre las del alumnado, puesto que bebé, igual que a Júlia… en nuestros descubrimientos, a repensar
pretendo que mi biografía esté presente Leemos otro secreto de Maria. Dice que esos números que hablan de lo altos que
en el aula, como una más. a Júlia le gustan mucho sus collares y que somos y que son cambiantes como nues-
Cuando las contamos, nos pensamos, lo sabe porque cuando los ve hace “¡Uh, tro crecimiento.
vamos espejándonos en los ojos de otras uh!”. Nos preguntamos por qué lo hace Al cabo de unos días, Maria comparte
personas, repensando así quiénes somos. y Maria lo explica así: “Es como un hom- con nosotros cuánto mide ahora Júlia y
A la vez, vamos construyendo una historia bre primitivo, porque todavía no sabe ha- qué ha hecho para saberlo. A partir de su
polifónica, hecha de nuestras voces y sus blar”. Y Pol añade entusiasmado: “¡Es ver- experiencia, la fiebre por medir personas
ecos, que se reinventan en ese vivir reso- dad, primero nosotros somos como importantes en nuestras vidas se instala
nado. Y las cajas van creciendo a medida hombres primitivos!”. en el aula. Queremos saber cuánto miden
que va creciendo nuestra historia. Maria ha encontrado, narrándose, una nuestros hermanos, primos y nosotros mis-
A lo largo de los tres cursos de Educa- vía para canalizar sus inquietudes, los celos mos, y queremos descubrir otros números
ción Infantil, las vamos revisando, pensa- por el nacimiento de su hermana. Mientras que nos narran, como el de nuestros za-
mos qué nos conmueve y nos moviliza en dialoga, su voz se entreteje con otras vo- patos, nuestra puerta o la edad de nues-
MARISOL ANGUITA

Las cajas contienen secretos y a través de ellos hacen pequeños descubrimientos.

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Mediar con nuestro mundo, regalarnos relatos íntimos

Me gusta decir que buscamos mediadores a modo de ventanas que nos regalen nuevos pai-

sajes en los que confluyan nuestros deseos, nuestros misterios y nuestros intereses. Donde

se aúnen nuestros yoes investigadores, que nos inviten a avanzar de la mano, donde podamos
ser y crecer en esa vida relacional.

Nos regalamos un aula como lugar de encuentro, donde el colectivo de narradores se sienta

en círculo para hablar, para escuchar, para compartir, para tomar decisiones, para ser. Mi in-

tención en este camino es la de ir coreografiando esa vida compartida que se hace y se des-

hace. Doy una parte, de la mano de diversos mediadores, y la otra se opera en la vida, en el

hacer y en el vivir del colectivo.

En esta vida compartida pongo en juego unos mediadores como facilitadores del acceso al

conocimiento; median la comunicación, nos involucran y nos acompañan en nuestros proce-

sos. No me refiero únicamente a las cajas de vida. En nuestra aula conviven otros mediadores

muy reveladores para nuestros acercamientos, como el baúl de las sorpresas, las cajas de

tesoros del verano, las noticias… Pero ese es un cuento que contaremos en otra ocasión.

tros abuelos. Ahí resuena un día Àlex, que en las madres para tener hijos, que, según
me dice, descubriendo la edad de su abue- Aleix, se llaman “espermatohuevos”, o
lo, 70 años, y la mía, 39: “Pero mi abuelo cómo comemos cuando estamos en la
tiene más que tú”, como una competición barriga y otros enigmas... Vamos así te-
de años en la que tener más suena a ex- jiendo nuestras preguntas sobre quiénes
periencia larga y rica. Vamos así descu- somos, nos vamos descubriendo y vincu-
briendo cuáles son los números de decir lándonos a nuestra trama de comprender.
“mucho” y “poco”, que descubrimos
como distintos en función del tema del
que estemos hablando. Trenzando nuestras historias
La cinta métrica entra en nuestro mun- de vida
do narrativo, nos narra y nos ayuda a hacer
nuevas relaciones entre los saberes, a la “Cuando vivimos, las cosas nos pasan;
vez que nos ayuda a ofrecer a Maria una pero cuando contamos, las hacemos pa-
situación de bienestar, de validación de sar; y es precisamente en ese llevar las
su voz, en la que ella encuentra una situa- riendas el propio sujeto donde radica la
ción de intimidad con su madre que la esencia de toda narración”, escribe Car-
lleva a entender algo más a Júlia y, a la men Martín Gaite (1982, p. 22). En los años
vez, a comprenderse y sentirse reconoci- que llevamos tejiendo nuestros paisajes
da ella misma. de vida hemos ido cosiendo historias, hi-
Otra caja de la clase de los ratones de ladas con intensidad, que nos han permi-
la paz nos regala hablar de los misterios tido, desde aquel primer grupo, compar-
del nacer, a través del relato de Biel y Ar- tir nuestras vidas relatadas, intentando
nau, dos mellizos que acaban de llegar al siempre llevar las riendas.
aula de 5 años, y cuyas cajas de vida nos Cuando empieza a caminar un nuevo
permiten conocerlos un poco más. De su grupo aprovechamos las vivencias de otros
relato surge el deseo de saber cómo es- para contagiarnos. Así, ya con 11 años,
taban colocados en la barriga. Montse, su Maria acude conmigo invitada a un aula
madre, viene a contarnos, con ecografías, de 3 años que quiere empezar a crear sus
fotos y otros documentos, cómo empezó propias cajas. Nosotras dos narramos las
todo en la vida de estos hermanos. A la nuestras para que los nuevos viajeros se
vez, nos ayuda a comprender más sobre aventuren a hacer las suyas, como gene-
otras indagaciones de este grupo, como radoras de nuevos relatos. Cuando Maria
lo de esos bichos que los padres ponen revisa qué quiere contar, se encuentra una

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sorpresa; descubre una nota de su herma-
no mayor, Marc, con el que ahora tiene
mucha rivalidad, y que con 5 años le es-
cribió: “Maria, te quiero mucho”.
Cuando Maria tenía 5 años nos dijo que
ella no quería nacer, que quería estar siem-
pre en la barriga de su madre, para estar
muy calentita y tenerla solo para ella. Otras
voces se piensan en ese deseo: Andreua
nos cuenta que ella sí quería nacer. “Si no
hubiera nacido, no habría conocido el
buen corazón que tiene mi padre”. Como
cuando hay puesta de sol y Manel, el pa-
dre, prepara las sillas para toda la familia
y los llama: “¡Familia, puesta de sol!”. En
momentos como esos, Andreua descubre
que sí quería nacer y su eco hace que
Maria también se piense.

JUANJO LÓPEZ
Con el grupo de los leones y leonas de
3 años surge el deseo de conocer a mi
madre y a mi hermana. Al mostrar mi caja
de vida les sorprende mucho descubrir La caja de vida de la maestra también es importante: para hablar de lo que contiene,
que yo también fui pequeña y que tenía deciden invitar a clase a su madre y a su hermana.
un padre y una madre. Hemos comparti-
do una historia bastante mágica de la bre todo, a contarlo. Nuestros temores se otras, nos quedamos unos días indagando
mano de una falda guardada en mi caja. hilan con primor, aireándose. El grupo em- más sobre una historia, otras veces nos re-
Es una falda un tanto especial, heredada pieza a pensar cómo ayudarme a perder galamos espacios de intimidad en que cada
de mi hermana Yolanda, porque le salvó el miedo, y de esa forma se ayuda a mirar uno comparte su cofre con quien más le
la vida cuando se cayó, con 2 años, por los suyos de frente. Isabel, de 5 años, cuen- apetece. Y ahí andamos enhebrando y des-
una claraboya: la falda hizo de paracaídas ta que ha encontrado un tren de la bruja enhebrando, tejiendo y destejiendo nues-
inflándose y ayudándola a descender des- ideal para mí, porque cuando ella se subió tros hilos entrelazados. Nos vamos rega-
de una altura de tres pisos. Después, yo no le dio nada de miedo. Nos organizamos lando, así, formas distintas de mirar nuestros
también llevé la falda milagrosa y, ahora, con las familias y nos vamos al parque de relatos. Tú me devuelves lo que interpretas
descansa en mi caja de vida. Cuando la atracciones del Tibidabo con la excusa de que te estoy contando, repensado. Vamos
muestro al grupo surge el deseo de co- montarnos en ese tren. En esta aventura, así paseando por nuestra memoria, tejien-
nocer a esa niña, y también a mi madre, repensamos nuestros miedos danzantes y do y destejiendo un cuento que es el nues-
por la curiosidad que despierta el hecho compartimos la emoción de influirnos en tro, y que se reinventa en compañía, a
de que yo tenga madre. nuestros cambios, de ser valientes o co- modo de cuento de nunca acabar.
Mi madre y mi hermana vienen de visi- bardes en compañía.
ta al aula y se crea una situación de gran Un día, mientras grabamos algunas de
complicidad. De pronto, asoma una voz las escenas de presentación de cajas de
que le pregunta a Yolanda: “Oye, ¿dónde vida, para recopilar los relatos, Marcel nos
está la niña de la falda?”. “La niña de la enseña una zapatilla vieja que es su pre- para saber más
falda soy yo…”, responde mi hermana ya ferida, y una foto en la que aparece des-
crecidita. nudo, en bicicleta, junto a Manel, el de
Mi madre muestra su rodilla operada, las puestas de sol. El hermano de Andreua X Bruner, Jerome (1997): La educación,
operación que el grupo conoce por los responde a las preguntas de por qué va puerta de la cultura. Madrid: Visor.
días que yo la acompañé en el hospital, y desnudo: “¡Ah! Es que yo soy feliz y li- X Connelly, F. Michael; Clandinin, D. Jean
que siguieron conmigo. Su prótesis nos bre…”. Su deseo de fluidez hace eco en (1995): “Relatos de experiencia e investi-
lleva a hablar del cuerpo por dentro, de cada uno de nosotros. gación narrativa”, en Larrosa, Jorge y otros:
huesos, del esqueleto y sus funciones, y Entre todas estas vidas cosidas con in- Déjame que te cuente: ensayos sobre na-
nos regala nuevas rutas. Dame hilo, toma tensidad nos vamos componiendo desde rrativa y educación. Barcelona: Laertes, pp.
hilo; se mezclan las historias, cosidas con lo que nos toca, lo que nos conmueve y 11-59.
hilos finos. nos resuena a cada uno, vamos dejándo- X Martín Gaite, Carmen (1974): Retahílas.
Otro día les explico que de pequeña era nos sentir: eso también habla de mí. Barcelona: Destino.
una niña muy miedosa. Me daba mucho Hay momentos en que compartimos la X — (1982): La búsqueda de interlocutor y
miedo la oscuridad y subir al tren de la caja de cada persona de manera ritualiza- otras búsquedas. Barcelona: Destino.
bruja, donde alguien acechante te pegaba da, hacemos preguntas y vamos tejiendo X — (2009): El cuento de nunca acabar. Ma-
con una escoba a la que te descuidabas. y relacionando otros relatos. A veces surgen drid: Siruela.
Mi relato los autoriza a tener miedo y, so- preguntas que nos llevan a nuevos parajes,

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