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MARISOL ANGUITA
Los objetos son como relatos íntimos que comparten unos con otros.
M
MARISOL ANGUITA aria, de 4 años, enseña objetos tros” en un “nosotros” que importa, un
Maestra de Educación Infantil en la Escola nuevos de su caja de vida. Son “nosotros” que nos importa. Porque en
Pública Serralavella, de Ullastrell (Barcelona). sus secretos, y decide compar- esta clase de Educación Infantil de la Es-
Integrante de los grupos “La perspectiva tirlos porque los secretos, dice, “solo se cola Pública Serralavella, de Ullastrell, to-
educativa de los proyectos de trabajo” cuentan a los amigos” y “vosotros sois mis dos los niños y niñas abren, muestran y
y “Cultura matemática de las personas”. amigos”. Maria convierte así ese “voso- comparten su caja de vida. En ella van
Hace años que acompaño a grupos de dos tiene que ver con autorizarnos a narrar ferente. Surge la necesidad de buscar ma-
Educación Infantil, desde la posibilidad nuestras propias historias. La perspectiva neras de aproximarnos, de descubrirnos
de regalarnos espacios y tiempos, para educativa de los proyectos de trabajo ve desde nuestras subjetividades, para poder
ser en compañía. Hace años, también, que la aparición de las cajas de vida como una convivir en un nosotros cómplice. Segu-
comparto con otras docentes cómplices de las formas de narrarnos. Desde ese pun- ramente, siento ahora, también emerge
cómo repensar la escuela. Nos dejamos to de vista, compartimos las ganas de tran- el deseo de saber más de mí, de no silen-
sentir, a menudo desde el margen, que sitar por la construcción de una historia, ciar mi voz docente, de hacerla sonar al
otra escuela es posible: una escuela en la como forma de pensamiento y de expre- lado de las de los niños y niñas, generan-
que podamos compartir nuestras vidas sión del mundo, que intente dar cuenta, do nuevas historias entrelazadas.
relatadas. como dice Bruner (1997, p. 112), de cómo Desde el principio imagino las cajas de
En el aula que habito nos pensamos en nos constituimos en relatos: “Es a través vida como contenedoras de nuestros pai-
compañía y nos relatamos como una for- de nuestras propias narraciones como prin- sajes de ser, cambiantes. No desde la idea
ma de proyectarnos al mundo. Vamos cipalmente construimos una versión de de generar una actividad, sino desde el
creando nuestro propio relato, el que nos nosotros mismos y el mundo, y es a través deseo de provocar una situación rica que
representa y habla de nosotros. En ese de sus narraciones como una cultura ofre- nos permita (re)conocernos y, a la vez, ser
deseo de relatarnos, hablo desde una ce modelos de identidad y acción a sus reconocidos.
poisición apasionada, como maestra que miembros” (Bruner, 1997, p.15). No nacen desde el activismo, ya que,
acompaña, que da pistas, que posibilita, Las cajas de vida nacen así, de la volun- desde nuestra perspectiva, hace tiempo
que provoca, que regala mediadores que tad de que ejerzan de mediadoras, nos que intentamos pensar la vida en la es-
nos ayuden a repensar(nos) y a generar ayuden a descubrirnos, a enamorarnos los cuela más allá de los tiempos de actividad
vida real, no tanto para pescar la realidad, unos de los otros y nos permitan relatar- que encorsetan las formas de actuar. In-
sino para crear nuestras propias historias nos, contagiándonos del deseo de mirar- tentamos pensar en hilar procesos, pen-
sobre ella. nos en otras vidas. samos en ir tejiendo una trama de la vida
Las cajas de vida median, con esta forma La idea de utilizar las cajas de vida emer- que permita que aulas complejas se rein-
de habitar nuestros saberes, desde el de- ge hace nueve años al empezar la travesía venten en el vivir.
seo de crear un relato que nos ayude a con un grupo de niños y niñas de 3 años: Desde ahí, no otorgamos a las expe-
comprender el mundo y a comprendernos. la clase de los caballeros que matan mons- riencias que nos regalan las cajas un pro-
Desde hace años formo parte del grupo truos. Yo inicio mi andadura en un centro tagonismo puntual, colocado en el hora-
“La perspectiva educativa de los proyectos que transita por el deseo de cambio e rio, sino que esas experiencias impregnan
de trabajo”, en el que, desde una visión innovación, entonces incipiente: la escue- tiempos y espacios y dejan huellas, rastros
integradora, intentamos reinventar la es- la Serralavella. Empezamos a caminar y el que nos contaminan mirándonos profun-
cuela, reinventándonos, tejiendo redes grupo se manifiesta como especialmente damente. No son una actividad cerrada,
como forma de transitar por la compleji- diverso, con una diversidad rica que a la repetitiva, monótona; nada más lejos de
dad, dejándonos sentir que convertir nues- vez genera desconcierto, dificultad para la idea de estrategia compleja de la que
tras vidas de aula en proyectos comparti- convivir y para descubrir al otro como di- emergen.
Me gusta decir que buscamos mediadores a modo de ventanas que nos regalen nuevos pai-
sajes en los que confluyan nuestros deseos, nuestros misterios y nuestros intereses. Donde
se aúnen nuestros yoes investigadores, que nos inviten a avanzar de la mano, donde podamos
ser y crecer en esa vida relacional.
Nos regalamos un aula como lugar de encuentro, donde el colectivo de narradores se sienta
en círculo para hablar, para escuchar, para compartir, para tomar decisiones, para ser. Mi in-
tención en este camino es la de ir coreografiando esa vida compartida que se hace y se des-
hace. Doy una parte, de la mano de diversos mediadores, y la otra se opera en la vida, en el
En esta vida compartida pongo en juego unos mediadores como facilitadores del acceso al
sos. No me refiero únicamente a las cajas de vida. En nuestra aula conviven otros mediadores
muy reveladores para nuestros acercamientos, como el baúl de las sorpresas, las cajas de
tesoros del verano, las noticias… Pero ese es un cuento que contaremos en otra ocasión.
tros abuelos. Ahí resuena un día Àlex, que en las madres para tener hijos, que, según
me dice, descubriendo la edad de su abue- Aleix, se llaman “espermatohuevos”, o
lo, 70 años, y la mía, 39: “Pero mi abuelo cómo comemos cuando estamos en la
tiene más que tú”, como una competición barriga y otros enigmas... Vamos así te-
de años en la que tener más suena a ex- jiendo nuestras preguntas sobre quiénes
periencia larga y rica. Vamos así descu- somos, nos vamos descubriendo y vincu-
briendo cuáles son los números de decir lándonos a nuestra trama de comprender.
“mucho” y “poco”, que descubrimos
como distintos en función del tema del
que estemos hablando. Trenzando nuestras historias
La cinta métrica entra en nuestro mun- de vida
do narrativo, nos narra y nos ayuda a hacer
nuevas relaciones entre los saberes, a la “Cuando vivimos, las cosas nos pasan;
vez que nos ayuda a ofrecer a Maria una pero cuando contamos, las hacemos pa-
situación de bienestar, de validación de sar; y es precisamente en ese llevar las
su voz, en la que ella encuentra una situa- riendas el propio sujeto donde radica la
ción de intimidad con su madre que la esencia de toda narración”, escribe Car-
lleva a entender algo más a Júlia y, a la men Martín Gaite (1982, p. 22). En los años
vez, a comprenderse y sentirse reconoci- que llevamos tejiendo nuestros paisajes
da ella misma. de vida hemos ido cosiendo historias, hi-
Otra caja de la clase de los ratones de ladas con intensidad, que nos han permi-
la paz nos regala hablar de los misterios tido, desde aquel primer grupo, compar-
del nacer, a través del relato de Biel y Ar- tir nuestras vidas relatadas, intentando
nau, dos mellizos que acaban de llegar al siempre llevar las riendas.
aula de 5 años, y cuyas cajas de vida nos Cuando empieza a caminar un nuevo
permiten conocerlos un poco más. De su grupo aprovechamos las vivencias de otros
relato surge el deseo de saber cómo es- para contagiarnos. Así, ya con 11 años,
taban colocados en la barriga. Montse, su Maria acude conmigo invitada a un aula
madre, viene a contarnos, con ecografías, de 3 años que quiere empezar a crear sus
fotos y otros documentos, cómo empezó propias cajas. Nosotras dos narramos las
todo en la vida de estos hermanos. A la nuestras para que los nuevos viajeros se
vez, nos ayuda a comprender más sobre aventuren a hacer las suyas, como gene-
otras indagaciones de este grupo, como radoras de nuevos relatos. Cuando Maria
lo de esos bichos que los padres ponen revisa qué quiere contar, se encuentra una
JUANJO LÓPEZ
Con el grupo de los leones y leonas de
3 años surge el deseo de conocer a mi
madre y a mi hermana. Al mostrar mi caja
de vida les sorprende mucho descubrir La caja de vida de la maestra también es importante: para hablar de lo que contiene,
que yo también fui pequeña y que tenía deciden invitar a clase a su madre y a su hermana.
un padre y una madre. Hemos comparti-
do una historia bastante mágica de la bre todo, a contarlo. Nuestros temores se otras, nos quedamos unos días indagando
mano de una falda guardada en mi caja. hilan con primor, aireándose. El grupo em- más sobre una historia, otras veces nos re-
Es una falda un tanto especial, heredada pieza a pensar cómo ayudarme a perder galamos espacios de intimidad en que cada
de mi hermana Yolanda, porque le salvó el miedo, y de esa forma se ayuda a mirar uno comparte su cofre con quien más le
la vida cuando se cayó, con 2 años, por los suyos de frente. Isabel, de 5 años, cuen- apetece. Y ahí andamos enhebrando y des-
una claraboya: la falda hizo de paracaídas ta que ha encontrado un tren de la bruja enhebrando, tejiendo y destejiendo nues-
inflándose y ayudándola a descender des- ideal para mí, porque cuando ella se subió tros hilos entrelazados. Nos vamos rega-
de una altura de tres pisos. Después, yo no le dio nada de miedo. Nos organizamos lando, así, formas distintas de mirar nuestros
también llevé la falda milagrosa y, ahora, con las familias y nos vamos al parque de relatos. Tú me devuelves lo que interpretas
descansa en mi caja de vida. Cuando la atracciones del Tibidabo con la excusa de que te estoy contando, repensado. Vamos
muestro al grupo surge el deseo de co- montarnos en ese tren. En esta aventura, así paseando por nuestra memoria, tejien-
nocer a esa niña, y también a mi madre, repensamos nuestros miedos danzantes y do y destejiendo un cuento que es el nues-
por la curiosidad que despierta el hecho compartimos la emoción de influirnos en tro, y que se reinventa en compañía, a
de que yo tenga madre. nuestros cambios, de ser valientes o co- modo de cuento de nunca acabar.
Mi madre y mi hermana vienen de visi- bardes en compañía.
ta al aula y se crea una situación de gran Un día, mientras grabamos algunas de
complicidad. De pronto, asoma una voz las escenas de presentación de cajas de
que le pregunta a Yolanda: “Oye, ¿dónde vida, para recopilar los relatos, Marcel nos
está la niña de la falda?”. “La niña de la enseña una zapatilla vieja que es su pre- para saber más
falda soy yo…”, responde mi hermana ya ferida, y una foto en la que aparece des-
crecidita. nudo, en bicicleta, junto a Manel, el de
Mi madre muestra su rodilla operada, las puestas de sol. El hermano de Andreua X Bruner, Jerome (1997): La educación,
operación que el grupo conoce por los responde a las preguntas de por qué va puerta de la cultura. Madrid: Visor.
días que yo la acompañé en el hospital, y desnudo: “¡Ah! Es que yo soy feliz y li- X Connelly, F. Michael; Clandinin, D. Jean
que siguieron conmigo. Su prótesis nos bre…”. Su deseo de fluidez hace eco en (1995): “Relatos de experiencia e investi-
lleva a hablar del cuerpo por dentro, de cada uno de nosotros. gación narrativa”, en Larrosa, Jorge y otros:
huesos, del esqueleto y sus funciones, y Entre todas estas vidas cosidas con in- Déjame que te cuente: ensayos sobre na-
nos regala nuevas rutas. Dame hilo, toma tensidad nos vamos componiendo desde rrativa y educación. Barcelona: Laertes, pp.
hilo; se mezclan las historias, cosidas con lo que nos toca, lo que nos conmueve y 11-59.
hilos finos. nos resuena a cada uno, vamos dejándo- X Martín Gaite, Carmen (1974): Retahílas.
Otro día les explico que de pequeña era nos sentir: eso también habla de mí. Barcelona: Destino.
una niña muy miedosa. Me daba mucho Hay momentos en que compartimos la X — (1982): La búsqueda de interlocutor y
miedo la oscuridad y subir al tren de la caja de cada persona de manera ritualiza- otras búsquedas. Barcelona: Destino.
bruja, donde alguien acechante te pegaba da, hacemos preguntas y vamos tejiendo X — (2009): El cuento de nunca acabar. Ma-
con una escoba a la que te descuidabas. y relacionando otros relatos. A veces surgen drid: Siruela.
Mi relato los autoriza a tener miedo y, so- preguntas que nos llevan a nuevos parajes,