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LA EDUCACIÓN PRIVADA EN LA MIRA

Un papel asumido como función permanente por el Ministerio de Educación,


es la agobiante imposición de orientaciones, directivas, instructivos, para
toda acción educativa en las aulas y en los colegios del país; soslayando
organismos regionales y locales, la dirección de los colegios y a los mismos
docentes de aula; estrategia, que resulta cada vez más perniciosa para una
labor pedagógica pertinente, pues aborda la realidad educativa nacional
como si tuviera el mismo contexto y características, diseñando para todos los
colegios, cual si fueran tabla rasa, desde cómo organizar el aula, horarios, recesos,
actividades a programar, estrategias pedagógicas, sesiones de aprendizaje, en fin;
cuya implementación es de estricto seguimiento con hojas de verificación
aplicadas, en la mayoría de las veces , por consultores igualmente esquemáticos y
provenientes del órgano central.
Esta situación, está convirtiendo a muchos especialistas de órganos intermedios, a
directores y docentes, en personas acríticas, poco analíticas, menos
investigadoras, sin iniciativa ni independencia de criterio, que sólo cumplen
disposiciones, asimismo, a los colegios públicos, en instituciones que no toman
decisiones y resultan sólo operadores de instrucciones y programas ajenos a su
contexto y sus demandas.
Lo socialmente perjudicial es que este sistema, repercute directamente en la
calidad de la educación y en el perfil del egresado del colegio que, finalmente, es
el potencial que la educación aporta a la sociedad para forjar nuestra nación y su
desarrollo. ¿Cómo formar estudiantes autónomos reflexivos críticos y creativos,
con docentes que no practican ni desarrollan esas capacidades en su labor
pedagógica cotidiana? ¿Cómo formar instituciones que sean ejemplo de
institucionalidad y ciudadanía si sus directivos no pueden tomar decisiones y no
ejercen autoridad? Las excepciones, que las hay, lamentablemente, sólo confirman
la regla

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