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El Papel de las Humanidades y las Artes

en la Educación Superior
17. enero 2014
henry4498 Educación superior, Humanismo Deja un comentario
 
 
 
 
 
 
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La importancia de la educación superior radica en el hecho de que es ésta, justamente, quien va a dar
forma a los pilares sobre los que se construye la sociedad. Si bien, la educación básica nos da las
herramientas para formarnos como seres humanos individuales y pertenecientes a la sociedad; la
educación superior perfila nuestro carácter para no sólo ser parte de la sociedad, sino ayudar en su
desarrollo y mejoramiento. Ahora bien, la pregunta importante aquí es ¿qué tipo de sociedad queremos
construir? Y la cuestión se complica porque nos encontramos en un momento coyuntural en que
muchos de los conceptos que se daban por sentados se están redefiniendo. La globalización, tanto
política, económica y tecnológica hacen que sea imposible ya defender un tipo de sociedad
independiente de las demás. Con esto quiero decir que ya no es suficiente con pensar en nuestros
vecinos físicamente inmediatos, sino que con mayor razón la expansión causalista que se expresa en
teorías como la Teoría del Caos, adquiere manifestaciones sociales que no deben pasar
desapercibidas.

Ahora bien, una sociedad no se construye únicamente basándose en el conocimiento intelectual puro, ni
en el actuar práctico de la inmanencia fáctica, sino que hay una gran cantidad de factores
interconectados que propician la creación de relaciones con las que se entreteje una red compleja que
es la que da forma y concreción a la sociedad. De la diversas cantidad de nodos que forman la red
relacional de la sociedad, me centraré en este escrito en dos: uno de estos nodos es el que podemos
denominar humanista, y el otro el artístico, y teniendo como centro de la discusión presente la dupla
formada por los conceptos anteriores, trataré de mostrar, y argumentar, por qué en la educación
superior no debemos olvidarnos de fortalecer estos conceptos en el ejercicio pedagógico.
La enseñanza de las humanidades y del arte en las universidades es, entonces, algo que debe ser
tenido muy en cuenta debido a su papel importante para el mantenimiento de la estructura social.
Aunque si bien es cierto que como en toda red compleja y distribuida un nodo puede desaparecer sin
que se afecte la estabilidad de la red, por lo que podríamos prescindir del nodo humanista y artístico en
la red social sin que por esto se destruya la sociedad como tal, sí nos encontraríamos con una nueva
organización social que no es para la que estamos hechos. Básicamente lo que quiero decir es que es
posible una sociedad sin valores humanistas y artísticos, pero no es esa nuestra sociedad, por lo tanto,
aunque existe la posibilidad, no es conveniente quedarnos sin encontrar la forma de evitarlo.
Una de las cuestiones importantes cuando comenzamos a hablar del papel de las humanidades en la
educación superior la encontramos en la misma definición del concepto: ¿qué queremos decir cuando
hablamos de una educación basada en principios humanistas? ¿Qué son las humanidades? “No se dice
mucho cuando se le atribuye a las humanidades la idea de que ellas estudian al ser humano o su
esencia; esto daría pie para afirmar ambiguamente que las demás ciencias o disciplinas no están
referidas al hombre o a algún aspecto de lo humano.” (Ruiz, 2002, p. 71), podemos decir mejor que las
Humanidades se encargan de poner al ser humano como centro de la discusión y de entender las
relaciones que se generan a partir, tanto de la interpretación que hacemos del mundo, como de nuestras
expresiones en él. Esto quiere decir que las diversas disciplinas que se enmarcan dentro de lo que se
denominan las Humanidades ayudan a formar una visión de mundo en donde se tienen en cuenta las
diversas maneras en que todos los aspectos de la realidad se conectan entre sí y que ello es lo que
configura la escenografía del diario vivir.

Sin embargo, la tendencia de separar y especializar, que ha venido siendo una constante dentro de la
finalidad de las carreras universitarias, al menos en lo que respecta al caso de Colombia, ha llevado a
pensar que el estudio riguroso de lo humano sea sólo de incumbencia para los profesionales en dichas
áreas. Esto es un fenómeno que se afianza más en la medida en que los mismos humanistas se creen
el papel de ser expertos y por lo tanto un científico, un ingeniero o un técnico no deben inmiscuirse en
su esfera del conocimiento si no tiene muy buenas credenciales que lo hagan partícipe de la discusión.
Esto no viene siendo más que una continuación del problema ya mencionado por Kant en El conflicto de
las facultades. Ya no son las facultades superiores (Derecho, Teología y Medicina en tiempos de Kant)
las que inquieren a los filósofos sobre la utilidad de su conocimiento: “¿cómo habiendo vivido como un
malvado, podría sin embargo procurarme, justo antes de que la puerta se cierre, un boleto de entrada en
el reino de los cielos?; ¿cómo siendo culpable, podría ganar mi juicio?; y ¿cómo habiendo usado y
abusado del goce con toda la fuerza de mi cuerpo, yo podría por tanto conservarme en buena salud y
vivir mucho tiempo?” (KANT, ), sino que muchas veces se ve al humanista cuestionando las
afirmaciones que otros hacen respecto a temas políticos, éticos, filosóficos, etc.
A partir de lo anterior quiero llegar al punto de mostrar que la educación humanista no debe recaer en
un academicismo excluyente, porque como se dice coloquialmente, eso es harina de otro costal. El
papel formador del humanista para con la sociedad en general debe darse en la búsqueda del
fortalecimiento de las relaciones entras las Humanidades y los demás saberes. Esto significa que no se
debe adoctrinar basándose en un modelo político, ético ni filosófico, sino enseñando a pensar y criticar.
De nada sirve enseñar autores y formar profesionales que sepan lo que los académicos han dicho
acerca de la ética, por ejemplo, sino que es necesario dar la guía para un pensar ético, o sea desarrollar
la capacidad para prever las repercusiones del actuar. Ya, si a partir de ello alguien se interesa en
profundizar de forma más rigurosa sobre el tema, ahí si se debe centrar el esfuerzo en procurar un
estudio más académico al respecto. De alguna forma el papel de las Humanidades en las profesiones
que se encuentran fuera de su campo es el de divulgar y mantener presente la complejidad de las
relaciones que forman la sociedad.

Esto es lo mismo que sucede con la educación artística. Lo que se busca es reforzar la experiencia
estética, no que un ingeniero o un científico se conviertan en artistas o críticos de arte, sino que
desarrollen la capacidad para sentir la belleza (en las Humanidades hablaríamos de desarrollar la
capacidad para sentir lo humano) y, volviendo al modelo con que empecé el escrito en el que muestro la
sociedad como construida sobre el entramado relacional que une todos los aspectos de la vida, ese
sentir que menciono significa el ser capaz de reconocer y recorrer los caminos que se forman ante el
reconocimiento de la sociedad como un todo complejo.
Si bien lo anterior es necesario en cualquier época, no puedo dejar pasar la necesidad de señalar el
carácter urgente de una formación humanista y artística en la actualidad ya que nos encontramos en
una época coyuntural, en la cual, como ya mencioné, muchas de las concepciones sobre el mundo se
encuentran en reconfiguración. La sociedad está cambiando política, económica, socialmente, etc. y se
está restructurando a sí misma por lo que es necesario reforzar las bases sobre las que se construye.

El peligro radica justamente en que, por la cantidad de la especialización en las diferentes disciplinas y
por cierta disputa territorial en las áreas del conocimiento, se produjo una gran tendencia al aislamiento
de las soluciones que se ofrecen desde las distintas profesiones a los problemas de la sociedad actual.
No podemos negar que nos encontramos en una era en que el desarrollo tecnológico ha sido muy
acelerado lo cual ha provocado cambios bruscos en todas las actividades del ser humano. Esto ha
llevado a pensar en una preeminencia de la tecnología que se contrapone, para algunos, a los valores
sociales tradicionales, y por lo tanto es algo visto desde una perspectiva fatalista y, muchas veces,
demasiado pesimista. Ahora bien, la confianza plena en el desarrollo tecnológico tampoco es un
extremo deseado. Lo importante, como he dicho antes varias veces, es reforzar las relaciones que unen
los diversos aspectos sobre los cuales se construye la sociedad para que ese mundo nuevo que se está
consolidando en este tiempo mantenga la estructura social. La tecnología debe ir de la mano de todos
los demás nodos que conforman nuestra red base, y eso se logra justamente dándole la importancia
justa a una educación relacional, esto es, una educación que nos abre los ojos para ver más allá de
parcelas separadas del conocimiento.

Una educación de especializaciones aisladas genera en nuestros tiempos, y en el caso de las diferentes
tecnologías, meros tecnócratas que lo único que ven son soluciones prácticas a los problemas
inmediatos pero sin proyecciones a largo plazo y mucho menos teniendo en cuenta factores ajenos a la
tecnología.

Referencias
+ Esquivel, N. (2003). ¿Por qué y para qué la formación humanista en la educación superior?. Ciencia
Ergo Sum, 10, 309-320
+ Fernández, I. (2012). El Arte. Una vía para la formación humanista de los estudiantes de ciencias
técnicas. Arquitectura y Urbanismo,XXXIII,  18-31
+ Gómez, V. (2012). Técnicos y Humanistas. Recuperado el 11 de noviembre de 2013
dehttp://www.ciccp.es/biblio_digital/V_Congreso/congreso/pdf/030516.pdf
+ Posada, M. (1993). La formación humanistam un nuevo rumbo de las humanidades en la
universidad. Pensamiento Humanista,1,9-12
+ Ruiz, M. (2002). Las humanidades como experiencia de comprensión en la formación
universitaria. Revista Educación y Pedagogía, XIV,69-83
+ Vargas, J. (2010). De la formación humanista a la formación integral: reflexiones sobre el
desplazamiento del sentido y fines de la educación superior. Prxis Filosófica, 30, 145-167

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