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Discusión
Benichou
Parecería que usted trata de explicar el descenso de valor que caracteriza
la ópera y a un cierto teatro del siglo XIX, por el hecho de dirigirse estos
géneros a un público burgués, en tanto que otra literatura interesa ante
todo a un público artista. Esto es verdad en parte. En el siglo XVIII sin
embargo, cuando se representaban tragedias u óperas del antiguo género,
también había burgueses entre los espectadores.' ¿Por qué los burgueses
habrían introducido en el arte teatral una caída de valor? El público del
cual habla usted, ¿no estaba compuesto, más que de burgueses, de
tenderos mucho más vulgares de lo que parece proponer su descripción?
¿O es que acaso la burguesía es el objeto de un anatema especial que,
incluso como clase dirigente, le impide comunicar con las elevadas del
arte?
Wangermée
No creo que haya anatema alguno sobre ninguna clase determinada, pero
creo que en el siglo XIX, se registró no una ampliación, sino un cambio
de público. y la ópera, tal y como se concebía, debe satisfacer a un
público amplio porque depende de los ingresos. Se trata de una masa
reducida respecto a la masa de la época contemporánea pero que ya no
era la clase limitada que iba al teatro en el siglo XVIII. El ideal de lo
bello, en el siglo XVIII está determinado por un medio de aristócratas y
de burgueses. En el siglo XIX esto ha dejado de ser así, y es el público
quien determina el nivel estético; y si la calidad estética es inferior es
porque hay que situarla a un. nivel de masas más amplio.
Benichou
En esta época, existía una forma de vida de burgués tendero', que ha sido
caricaturizado con bastante frecuencia y que era bastante miserable
desde el punto de vista cultural. Todos los testimonios indican que ese
era el público del drama; no sé si era también el de las óperas. Pero por
lo que se refiere al drama su presencia explica suficientemente el bajo
nivel de la producción.
Wangermée
La ópera era frecuentada por un público burgués acomodado, pero
también por esa pequeña burguesía. Como es cara, hay necesidad de
dinero y en consecuencia se trata de que lo pague también ese público
que usted acaba de mencionar. Incluso los más modestos tenderos van a
la ópera y condicionan la mediocridad de su nivel. Esa es la razón por la
cual los artistas se niegan a escribir nada para ese género, y se dirigen a
los creadores como ellos y a aquellos otros que realizan el esfuerzo de
asimilar su lenguaje especial.
Umberto Eco, Lucien Goldman, Roger Bastide – Sociología contra Psicoanálisis (Segundo
Coloquio Internacional de Sociología de la Literatura). Planeta-Agostini, Barcelona, 1986.
Traducción de Carlos Ayala. Págs. 68-90.