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INTRODUCION:

Identificado como «la ciencia sobre las víctimas y la victimidad«, en la década de


los años cuarenta, se esboza de forma general, el término de víctima, atribuyéndole
al mismo, todos los supuestos posibles en tal materia.

Con las consecuencias fatídicas que trajo para la humanidad la II Guerra


Mundial, estudiosa del tema comienzan a sentir la necesidad de investigar y con
ello, publicar diversos trabajos relacionados con las víctimas de los delitos.   
Entre otros autores se destaca en perfilar estos conceptos, el padre de este saber, y
autor del libro ¨The criminal and his victims¨, el investigador alemán Hans von
Hentig quien centra sus estudios en las diferentes tipologías victimales partiendo de
los factores biológicos, sociales o psicológicos, que suscitan en las llamadas
víctimas de los delitos.

En nuestro derecho positivo se destacan estudios victimológicos que influyeron en


los intelectuales de la época.  En  tal sentido, resalta el proyecto de Código Penal de
Don Fernando Ortiz, de 1926, donde se destinan diez artículos al resarcimiento de
daños y protección a las víctimas.

La importancia y el enfoque sobre el tema, cobra auge y no es hasta el año 1973 que
se efectúa el I Simposio Internacional sobre Victimología  en Jerusalén, donde, con
una periodicidad de tres años se reúnen sus miembros, fundándose en Alemania el
año 1979, en su sesión  tercera:  la Sociedad Mundial de Victimología, donde
suscitan criterios y reflexiones en cuanto a si esta es una ciencia independiente o
forma parte de la Criminología. La naciente disciplina se emancipa del mero énfasis
penal, y empieza a abogar por los derechos de las victimas desde una perspectiva
constitucional, lo que implica poner mas énfasis en eventos de macrovictimización,
es decir eventos en los cuales se victimiza a grandes colectivos.

Se habla de macrovictimizaciones por abuso del poder, algo que ya Benjamin


Mendelshon había esbozado, y empieza adquirir autonomía disciplinar para dejar de
ser un apéndice del derecho penal y de la criminología, que es donde se queda la
reflexión victimo dogmática y el tema de los derechos de las victimas dentro del
proceso penal.

El presente trabajo pretende de forma general, identificar el concepto de


victimología, su clasificación doctrinal, así como el tratamiento que reciben en la
legislación penal, aquellos sujetos llamados víctimas del delito y cuál ha sido en
materia de prevención, las posturas adoptadas ante el fenómeno victimológico, en
nuestra sociedad.

La victimología en el proceso penal


La victimología es el estudio de las causas por las que determinadas personas
son víctimas de un delito y de cómo el estilo de vida conlleva una mayor o
menor probabilidad de que una determinada persona sea víctima de un
crimen. El campo de la victimología incluye o puede incluir, en función de los
distintos autores, un gran número de disciplinas o materias, tales como:
Antropología, Biología, Psicología, Psiquiatría, Medicina, Derecho Penal, las que
concurren en su método de estudio para estudiar a la víctima, valiéndose de sus
propios métodos y pretensiones, gracias a lo cual se ha ido consolidando un saber
victimológico, resultando con ello la necesidad de una ciencia que integre y
coordine las informaciones procedentes de estas otras ciencias aplicadas al
fenómeno victimal.  Siendo una exigencia del saber científico, los victimólogos
deberán continuar su trabajo para situar este sistema de conocimientos en una
instancia superior, de esa estructura transdiciplinaria.

La Victimología es una ciencia que estudia cientificamente a la victima y su papel


en el hecho delictivo, la que no podemos afirmar que esta sea una ciencia
experimental, debido a que no es ético victimizar para poder experimentar, lo que sí
concierne aplicarse al método de estudio en el campo de la terapéutica y la
prevención victimal, donde el empleo del método empírico para el estudio del
fenómeno criminal conformado por el binomio  víctima-delincuente constituye
esencia fundamental del interés victimológico.

El estudio de las víctimas es multidisciplinar y no se refiere sólo a las víctimas


de un delito, sino también a las que lo son por consecuencia de accidentes
(tráfico), desastres naturales, crímenes de guerra y abuso de poder. Los
profesionales relacionados con la victimología pueden ser científicos,
operadores jurídicos, sociales o políticos.

El estudio de las víctimas puede realizarse desde la perspectiva de una víctima en


particular o desde un punto de vista epistemológico analizando las causas por las
que grupos de individuos son más o menos susceptibles de resultar afectadas.

Luis Rodríguez Manzanera identifica el objeto de estudio de la victimología, a partir


de tres elementos fundamentales:   el nivel individual representado por la víctima, un
nivel conductual relativo a la victimización y un nivel general que sería la
victimidad.

La Victimología, se ha desarrollado sobre todo en la última década. En la actualidad,


cada vez hay una mayor presencia de especialistas cubanos dedicados a temas
victimológicos, aunque aún resulten insuficientes, si comparamos los conocimientos
que se han desarrollado en esta ciencia en el plano internacional y las garantías que
el proceso revolucionario cubano ha creado para darle cada vez una mayor
satisfacción a las necesidades de la población.
Por el proceso de victimización se entendió la cadena de hechos o circunstancias o
actos que producen daño, prejuicio, menoscabo o sufrimiento a la víctima,
estudiándose la victimización primaria, que radica en la experiencia individual
recibida por el delito y la victimización secundaria que se deriva de las relaciones de
la víctima con el sistema penal.

Victimización Primaria

En la victimización primaria no se encontraron diferencias significativas de ninguna


de las variables con el sexo y la edad, ni se identificaron factores de riesgo.

La teoría de «las actividades rutinarias» de Cohen y Felson (1979:589, citado por


Viano, E. 1999:10) puede ayudar en la reflexión sobre lo que pudiera estar
sucediendo. Esta teoría se ha probado en delitos contra la propiedad con resultados
positivos. Estos autores privilegian las situaciones que proporcionan la oportunidad
para cometer delitos más que las características personales de los individuos que los
cometen.

Para comprender bien estas oportunidades, los autores presentan tres conceptos que
deben interactuar en el espacio y el tiempo: los victimarios motivados, los blancos
adecuados y la ausencia de guardianes capaces de actuar contra las infracciones.

El impacto de las limitaciones económicas de la última década en Cuba ha limitado


las opciones de movilidad de la población y esto conduce a estrechar la gama de
actividades cotidianas de la víctima, facilitando al victimario la evaluación de sus
posibles movimientos. La idoneidad de la víctima estaría dada por las circunstancias
de la rutina de sus actividades, la existencia de objetos que sean accesibles para el
delincuente y que éste conozca la situación.

Las consecuencias del delito se apreciaron en dos dimensiones fundamentales: los


efectos psicológicos y los efectos económicos.

Las consecuencias económicas se refieren no sólo a la pérdida de los objetos, sino


también a los gastos, que posterior al delito, deben asumir los miembros de la
familia para restituir lo robado, reparar el daño causado y tomar nuevas medidas de
seguridad para la vivienda.

En lo psicológico, después de la reacción inicial de alarma, los sentimientos sufren


una reorganización y los efectos psicológicos van sufriendo una transformación en
la medida que pasa el tiempo.

El miedo o temor provocado por el hecho delictivo adquiere especial importancia


porque no sólo se presenta al nivel individual o del núcleo familiar, sino que se
extiende hacia la comunidad y se trasforma en una vivencia o estado de ánimo
colectivo, que genera consecuencias de mayor trascendencia; asociado o no a una
previa victimización.

Lahosa Cañellas, J (1992:205) afirma que las encuestas de victimización demuestran


que las personas prefieren proteger sus propiedades, incluso por encima de las
medidas de autoprotección que amparen su propia integridad física.

Victimización Secundaria

El primer contacto que tiene la víctima con el sistema de justicia es cuando ésta va a
realizar la denuncia. El motivo fundamental, la primera razón de las víctimas
estudiadas fue la de recuperar el objeto, motivación razonable, teniendo en cuenta lo
difícil que resulta recuperar bienes u objetos familiares y de recuerdos.

El segundo argumento es dar a conocer el hecho a la policía para que pueda cumplir
su papel de búsqueda y persecución criminal. No de menor importancia son las
razones que persiguen que no se favorezca la impunidad, »es un deber» y »castigar
al culpable.»

En las investigaciones realizadas por Shapland y Cohen, citadas por Beristain, A.


(1999:77) se plantean resultados similares, donde las víctimas en los primeros
contactos con la policía se encuentran satisfechas del comportamiento policial, pero
esta situación se va empeorando a lo largo del tiempo; va encontrando menos
comprensión y sobre todo se quejan por falta de información.

La satisfacción de la víctima en relación con el proceso penal  evaluarse en dos


sentidos: uno está relacionado con su papel como testigo y el otro con su
apreciación del juicio como tal.

En este sentido las víctimas dirigen su preferencia a formar parte del proceso, a
presentar pruebas y a cualquier otro acto derivado de una participación mayor en el
mismo, aunque privilegian la sistemática información que desean recibir sobre su
caso.

Estas interesantes respuestas constituyen la expresión de las limitaciones que sienten


las víctimas en el proceso judicial y ejemplifican el por qué destacados especialistas
al nivel internacional abogan por cambios legislativos a favor de mayores derechos
de las víctimas.

A modo de conclusión se puede señalar que la víctima del delito  sufre no sólo una
pérdida patrimonial, sino efectos económicos, psicológicos y sociales que se
extienden mucho más allá del momento de ocurrencia del delito.
El fracaso de esta gestión comienza con los pocos contactos posteriores con la
policía y la pobre información que recibe de ésta lo cual influye en una expectativa
ambigua acerca de la posible solución de su caso.

El esclarecimiento del delito y la información sobre el caso, aunque ésta no sea del
todo favorable, se tornan los indicadores más importantes y esperados por los
entrevistados, no sólo porque mide la eficiencia de los operadores del sistema sino
porque le permite a la víctima la posible indemnización de los objetos sustraídos y la
plenitud del sentimiento de justicia.

El cumplimiento de este tipo de investigaciones en el país, revela la utilidad de los


estudios de los procesos de victimización que se configuran según la particularidad
de cada delito y cuyos resultados permiten la creación de programas o medidas
específicas que contribuyen a la prevención de los mismos y a la satisfacción de las
víctimas.

Las tareas cuyos objetivos son la prevención del delito y la asistencia a las víctimas
están estrechamente vinculadas y que las acciones que se derivan de ellas, pueden
perfeccionarse a través de la Comisiones de Prevención y Atención Social que
existan a todos los niveles de cada  país, inclusive al nivel comunitario y que se
compongan por las instituciones claves como son los representantes de los
organismos, educación, salud, justicia, trabajo y seguridad social entre otros.

Los especialistas que realizan actualmente las investigaciones victimológicas y


favorecen su desarrollo están convencidos que esto permitiría disminuir el impacto
del suceso delictivo, permitiría elaborar medidas que activen el trabajo asistencial en
la comunidad, facilitaría la capacitación en materia de asistencia victimológica y
viabilizaría la atención a la víctima.

Por todo lo anterior se concluye que a pesar de las numerosas regulaciones


enunciadas a favor de la víctima, nuestras leyes nacionales adolecen de omisiones e
imperfecciones para la misma, en especial cuando ella se ubica dentro del proceso
como mero testigo.

– Una vez denunciado un hecho delictivo, a la víctima le es imposible sustraerse del


proceso penal.

– No es parte en el proceso ni tiene derecho a revisar las actuaciones por


considerarse que sus intereses los representa el Fiscal en representación en del
Estado.

– Cuando se trata de una víctima-testigo de cargos, temerosa de posibles represalias


por parte del acusado, de sus familiares o amigos, carece de protección policial y
legal.
– En su condición de víctima-testigo, no puede presenciar el desenvolvimiento del
juicio oral.

– Está obligada a declarar y a ajustarse a la verdad, o de lo contrario podría cometer


delito de perjurio, corriendo el riesgo de convertirse de víctima en acusado.

– De no concurrir a las citaciones oficiales que le notifiquen los operadores del


sistema judicial sin motivo justificado, podrá ser multada y conducida por la fuerza
pública, y si persiste en su conducta se le podrá enjuiciar por el delito de denegación
de auxilio a la justicia.

– Los ascendientes, descendientes y parientes del acusado hasta el cuarto grado de


consaguinidad no están obligados a declarar en su contra, sin embargo, no existe
excusa igual para el caso de los familiares de las víctimas, que muchas veces
resultan victimizados también por diversas razones.

– En la mayoría de las legislaciones Procesales Penales la víctima solo tiene el


derecho de ejercitar la acción particular en el caso de sobreseimiento libre, luego de
cumplidos los presupuestos exigidos por la Ley.

– Una vez absuelto el acusado o de quedar insatisfecha la víctima con la sanción


impuesta, si el Estado decide no recurrir la sentencia, la víctima carece del derecho
para recurrir por si misma.

Por todo lo anterior, se evidencia que cualquier modificación a la Legislación Penal


a favor de la situación de las víctimas en el proceso será un paso de avance para la
sociedad y sus hombres.

La prevención desde una perspectiva victimológica

Puede definirse la prevención como el conjunto de medidas destinadas a impedir que


un determinado evento se produzca, que vuelva a producirse o bien conseguir que se
reduzca en frecuencia o gravedad. Una de esas medidas es la prevención victimal.

Si partimos de la Teoría de la oportunidad, decíamos que para que el


comportamiento delictivo se produzca han de concurrir tres elementos: un
delincuente predispuesto, una víctima propicia y una ausencia de control.

A efectos de prevención, dada la dificultad que entraña persuadir a quien está


dispuesto a cometer el delito, parece evidente que había que actuar sobre la víctima
o sobre los sistemas de control. Pero ¿cómo actuar?, pues, por ejemplo, con
programas de prevención dirigidos a determinados colectivos especialmente
predispuestos a sufrir la victimización, con campañas de concienciación sobre
medidas de vigilancia y seguridad, instalación de cámaras de seguridad,
incrementando el personal de seguridad, etc.
Algunos autores, como BARBERET, se muestran especialmente críticos con este
tipo de prevención, aduciendo que en cierto modo supone una restricción de
derechos sobre las personas, sobre las posibles víctimas, en tanto que estas
restricciones deberían recaer sobre el delincuente.

A modo de ejemplo, en los delitos sexuales, a fin de evitar agresiones se recomienda


no salir de noche, extremar precauciones, etc, o en los casos de robos en domicilios
los hogares tienden a convertirse en fortalezas, pero todas estas medidas que
suponen una restricción de derechos deberían recaer sobre el delincuente y no
tenerlos que soportar la víctima.

Esta teoría, evidentemente, no se sostiene porque se limita a criticar la prevención


victimal pero no dice cómo debería actuarse sobre el delincuente para evitar la
comisión de delitos.

Hay que tener presente que el principal mecanismo de prevención victimal viene
puesto de manifiesto por las campañas informativas.

Por su parte, FELSON y CLARKE se han referido a los medios de control social
(formales e informales) y a los individuos como los núcleos esenciales de
prevención del delito.

En definitiva, podemos definir la prevención victimal como la aplicación de una


serie de medidas modificativas del entorno y de las condiciones de vida de las
víctimas potenciales con el objetivo de restringir a su mínimo nivel las
oportunidades delictivas.

ORIGEN DE LA VICTIMOLOGIA:

SOCIEDAD Y DELITO:

Sociedad y delito

Sociedad y delito no es una “criminología de escritorio”, como suelen llamar los


anglosajones a las obras basadas en la repetición de teorías y debates abstractos.

Es un análisis de la realidad criminal de nuestro país y de su cotejo con otros, y de la


observación concreta sobre los fenómenos de la violencia y el delito, que son temas
que cotidianamente preocupan a los habitantes.

Mucho se oye sobre el delito y la violencia, pero poco se investiga y se soluciona


aún menos.  La población no confía en las instituciones del sistema penal, y en muy
buena medida le asiste la razón. Impunidad, incapacidad, inacción, ausencia de
estrategias y vetustez de criterios y organizaciones, corrupción… son algunos de los
resultados visibles de un sistema que no funciona y que reclama con urgencia un
plan nacional integral de política criminal.

La población se queja y, a veces, se horroriza con lo que ocurre, es decir, con los
resultados; pero presta poca o ninguna atención a las causas. En este camino, los
hechos se repiten una y otra vez. Si bien con el delito nunca se podrá acabar, si
podría ser reducido a límites que largamente se han superado.

En forma coloquial, muy clara y sencilla, el autor se introduce en todos los temas
que rodean al delito y la violencia, y echa manto tanto a estadísticas reales como a
fenómenos globales que se repiten en nuestro país, como la cultura de la violencia,
la crisis de la familia, la proliferación de armas, las drogas, el narcotráfico y la
destrucción de las redes de contención social. Muchas de estas cuestiones no nos son
ajenas. Están en nuestro entorno. Además, completa la obra describiendo acciones
posibles en materia de prevención, en las cuales asigna un rol preponderante a la
participación comunitaria. Sin dudas, es un texto destinado a todos los interesados
en mejorar la calidad de vida de los habitantes a partir de la reducción de la
criminalidad y de la violencia, a conocer sus causas inmediatas y mediatas, las
falencias concretas del sistema penal, y a formar criterio propio en un campo en el
que, como enseña Naciones unidas, el problema, más que penal, es social.

DEFINICION DE DELINCUENTE:

(Derecho Penal) Autor de una infracción, es decir, de cualquier acto previsto y


castigado por la ley penal y que puede ser objeto de una investigación en este
campo.

En un concepto general, delincuente es la persona que ha cometido un delito.

El estudio del delincuente es emprendido en criminología según distintos criterios,


que dan origen a los grupos y ramas en que se la divide. Siguiendo a ingenieros
podemos citar:

antropología morfología criminal etiología criminal mesología sociología


criminal meteorología clinica criminológica terapéutica del delito la sociología
criminal de Ferri da el resumen de la etiología criminal al decir "que todo delito es
el producto de condiciones individuales, físicas y sociales" y que "el ambiente social
da su
forma al delito, pero su origen es debido a inclinaciones biológicas antisociales
(orgánicas y psíquicas) ".

El representante mas ortodoxo del neo-lombrosianismo es benigno di Tullio, dese el


momento en que crea su "constitución delincuencia", cuyo origen atribuye a
una particular estructura del delincuente en su personalidad y la presencia de
especiales características que llama fisiopsíquicas, "capaces de favorecer el
desenvolvimiento de reacciones criminosas, incluso en ocasiones de circunstancias o
estímulos exteriores insuficientes". Es concepto de di Tullio que el factor social,
ambiental, nunca puede influir sino hasta determinados limite y que siempre el
hecho delito está determinado por una combinación de factores etiologicos que
pueden señalarse como constitucionales o como condicionales. Define la
predisposición al delito como "el conjunto de condiciones orgánicas y psíquicas,
hereditarias, congénitas o adquiridas, que
disminuyen la resistencia individual a los estímulos criminosos y que
favoreciendo el desenvolvimiento de tendencias y actitudes antisociales o
delictuosas, tornan criminosas las causas que por si serían inactivas, esto es,
incapaces de producir eventos delictuosos".
La mesologia criminal es el estudio del ambiente donde se desarrolló el delito y
donde actúa el delincuente.

Newman, freemen y holzinger son tan concluyentes respecto a la trascendencia del


mundo circundante que se puede resumir sus opiniones diciendo que "aquello que
la herencia hace también el ambiente puede hacerlo". Ya romagnosi dividió los
elementos del ambiente según su influencia sobre el delincuente, afirmando la
existencia de cuatro factores fundamentales: 1) falta de medios de subsistencia; 2)
falta de educación; 3) falta de vigilancia; 4) falta de justicia.

La persona que delinque; el sujeto activo de un delito o falta, como


autor, cómplice o encubridor. A estas dos últimas categorías no suele
imponérsele penalidad en las faltas. | El individuo condenado por un delito o una
falta penados. | Delincuente es el que, con intención dolosa, hace lo que la ley
ordinaria prohíbe u omite lo en ella mandado, siempre que tales acción u omisión se
encuentren penadas en la ley.
DEFINICION DE VICTIMA, EVOLUCION DEL CONCEPTO:

El concepto de víctima ha sido largamente estudiado y por consiguiente han sido


muchos los estudiosos del derecho que han tratado de definirlo. En el plano positivo
es conveniente partir de la definición que se señala en la Declaración sobre los
Principios Fundamentales de la Justicia para víctimas del delito y del abuso del
poder proclamada el día 29 de noviembre de 1985 por la Resolución 4034 de la
Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas que establece:
 
“Víctimas de delitos. Se entenderá por "víctimas" las personas que, individual o
colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales,
sufrimiento emocional, pérdida financiera, o menoscabo sustancial de los
derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen
la legislación penal vigente en los Estados miembros, incluida la que proscribe el
abuso de poder.
 
Podrá considerarse "víctima" a una persona con arreglo a la presente
Declaración, independientemente de que se identifique, aprehenda, enjuicie o
condene al perpetrador e independientemente de la relación familiar entre el
perpetrador y la víctima.
 
En la expresión “víctima” se incluye además en su caso, a los familiares o
personas a cargo que tengan relación inmediata con la víctima directa y a las
personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en
peligro, o para prevenir la victimización. 
 
Las disposiciones de la presente Declaración serán aplicables a todas las personas
sin distinción alguna ya sea de raza, color, sexo, edad, idioma, religión,
nacionalidad, opinión política o de otra índole, creencias o prácticas culturales,
situación económica, nacimiento o situación familiar, origen étnico o social o
impedimento físico.”
 
También la Declaración se refiere a las víctimas del abuso de poder.
 
 “Se entenderá por "víctimas" las personas que, individualmente o
colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales,
sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de sus
derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que no
lleguen a constituir violaciones del derecho penal nacional, pero violen normas
internacionalmente reconocidas relativas a los derechos humanos.”
 
De esta definición se concluye que “víctima” es la persona que ha sufrido una
pérdida, lesión o daño en su persona, propiedad o derechos como resultado de una
conducta que constituya una violación a la legislación penal nacional, constituya un
delito bajo el derecho internacional que implique una violación a los principios
sobre derechos humanos reconocidos internacionalmente, que de alguna forma
implique un abuso de poder por parte de personas que ocupen posiciones de
autoridad política o económica. 
 
La “víctima” puede ser un individuo o colectividad, incluyendo grupos, clases o
comunidades de individuos, corporaciones económicas o comerciales y grupos u
organizaciones políticas. 
 
La importancia que comienza a darse al papel de la víctima, en el derecho
internacional, permite que esta figura sea contemplada en los procesos penales como
parte esencial para la integración de las investigaciones y para la apreciación del
esquema total del crimen.
 
En el Estatuto de Roma y para los fines del mismo, por “víctima” se entiende a las
personas naturales que hayan sufrido un daño, como consecuencia de la comisión de
algún crimen de la competencia de la Corte. 
 
Y por “víctimas” también podrán entenderse las organizaciones o instituciones que
hayan sufrido daños directos a alguno de sus bienes que esté dedicado a la religión,
la instrucción, las artes, las ciencias, o la beneficencia y a sus monumentos
históricos, hospitales y otros lugares u objetos que tengan fines humanitarios.
 
Mucho más a fondo y detenidamente el concepto de “víctima” en el derecho
internacional es estudiado en la obra La dimensión internacional a los derechos a la
verdad, a la justicia y a la reparación para las víctimas de violaciones  a los
derechos humanos, escrita por Omar Huertas Díaz, Eduardo Castellanos Rozo,
Hermes Montaña Díaz, Oscar Giovanni Ramírez Zarate, Iván Andrés Flores Acero,
Deyanira del Pilar Ospina Ariza. Una obra publicada por la Universidad Autónoma
de Colombia, la Corporación Juristas Siglo XXI, Consultores Abogados y la
Editorial Ibañez.

LA VICTIMOLOGIA COMO DISCIPLINA CIENTIFICA. RELACIONES


CON LA CRIMINOLOGIA.

La Victimología, como vimos, es una ciencia nueva, que no empezó a consolidarse


hasta la década de los 70, por ello sus limites no están claros, ni su concepto, ni sus
relaciones con otras ciencias. Vamos a ver cómo existen tres grupos de autores que
tratan la problemática del concepto de Victimología y sus relaciones con la
Criminología.

a) Autores que interpretan a la Victimología dentro de la Criminología: estos autores


niegan que la Victimología sea autónoma porque dicen que es una rama de la
Criminología. Ellenberg: la Victimología es una rama de la Criminología que se
ocupa de la víctima directa del crimen y que comprende el conjunto de
conocimientos biológicos, sociológicos y criminológicos concernientes a la víctima.
No toma en consideración ni a las víctimas indirectas como los familiares. Goldstein
define a la Victimología como parte de la Criminología que estudia a la víctima no
como efecto del delito sino como una de sus causas, a veces principal, que influye
en la producción del delito. Nagal afirma que la Criminología actual debe ser
entendida como aquella ciencia que estudia tanto al delincuente como a la víctima y
sus relaciones por lo que no es necesaria una Victimología independiente ya que la
Criminología ha de ser interpretada en sentido amplio sin que se centre
exclusivamente en la figura del delincuente. Neuman afirma que la Victimología
forma parte de la Criminología pero advierte que ello es algo provisional y que
podría cambiar de criterio ya que tanto la Criminología como la Victimología están
en proceso de desarrollo y de auge.

b) Autores que defienden la autonomía de la Victimología (autonomistas).


Consideran que la Victimología es una ciencia autónoma, con un objeto, método y
fin propios. Entre ellos está Mendelsohn, que entendía que la Victimología era una
ciencia paralela a la Criminología. La Victimología era como el reverso, el negativo,
de la Criminología porque ésta se ocupa del delincuente y la primera de la víctima.
Por eso son paralelas y separadas. Este autor dio a la Vicitmología un ámbito muy
amplio abarcándose a todo tipo de víctimas y llegó a distinguir una Victimología
general y una Victimología penal ocupándose sólo esta última de las víctimas del
delito. Separovic distingue también entre una Victimología en sentido amplio que
estudia todas las víctimas y otra en sentido estricto que estudia sólo las víctimas del
delito. Afirma esa autonomía de la Victimología respecto de la Criminología.
Ramírez González y Aniyar también son autonomistas.

c) Autores que niegan a la Victimología. Niegan la existencia de la Victimología


como ciencia.

Entre ellos está Luis Giménez de Asua que niega que se deba hacer una nueva
ciencia independiente de la Criminología y del D Penal.

Kaiser considera también innecesaria la creación de la Victimología.

López Rey rechaza la existencia de la Victimología y el papel de los victimólogos


diciendo que en D. Penal ya está prevista la intervención de las víctimas en el delito.

Por último, las últimas tendencias en esta materia son las siguientes:

- Luis Rodríguez Manzanera habla de un concepto denominado “la síntesis


criminológica”. Para este autor las ciencias criminológicas que forman la
Criminología serían, algunas de ellas: la Antropología Criminológica, la Biología
Criminológica, la Psicología Criminológica, la Sociología Criminológica, la
Penología, la Victimología Criminológica etc… Para él, esa Victimología
Criminológica pasa a formar parte de la llamada síntesis criminológica sin perder su
autonomía. En definitiva supone la integración de todas estas ramas criminológicas
con la Criminología o en la Criminología, lo que supone que la Victimología no sólo
se relaciona con la Criminología sino con el resto también de ciencias
criminológicas.
- Landrove dice que en un pasado quizás sí se necesitaba hablar de una Victimología
independiente pero hoy casi todos los criminólogos estudian la problemática de las
víctimas. Es por eso que ha surgido la llamada Criminología Victimológica que, en
definitiva, es un intento de integrar la Victimología en la Criminología.

Algunos penalistas criminólogoS destacaron el escaso interés que los estadios sobre
la víctima podían tener porque no dejaba de ser un simple enfoque de la
Criminología, incluso algunos indicaban que si ya pensar en criminólogos era difícil,
pensar en victimólogos era casi anecdótico; por ello algunos autores resaltaron que
la Victimología aunque tuviera importancia no dejaba de ser una mera orientación
de la Criminología.

El primero que desde la perspectiva del Derecho Penal destaco la importancia de la


Victimología fue SAINZ CANTERO, hizo que no tuviera porque existir
enfrentamiento entre Criminología y Victimología por ello se empieza a hablar en la
década de los setenta de una "CRIMINOLOGÍA VICTIMOLÓGICA".

En últimos años se ha dado un paso más debido a la influencia de algunos autores


alemanes, entre los que cabe resaltar las aportaciones de HASSEMER, destacando lo
que se ha denominado "Victimodogmática" que plantea la necesidad de ir más allá
en el estudio de la víctima e incorporar los conocimientos y principios
victimológicos a la delimitación y a un mejor perfil de las categorías delictivas;
incluso incorporando esos conocimientos de la víctima para la resolución de
determinados problemas dogmáticos de algunas figuras legales.

Esta idea se consolida en Alemania a finales de los ochenta y se introduce en España


en los años noventa, a mediados de cuya década importantes penalistas españoles
abogan por la necesidad de tener en cuenta el comportamiento de la víctima en
determinadas categorías centrales de la estructura del delito, planteamientos
victimológicos que se reflejan en el articulado del Código Penal Español de 1995.

En la actualidad la Victimología tiene grandes representantes en el entorno europeo,


así en Italia destacan GULOTTA, DE FARRO, PISANI etc....; en
Francia ELLENBERGER, BADINTER, STANCIU etc , en Latinoamérica NEUMAN,
DRAPKIN y en España ANTONIO BERISTAIN (Director del Instituto de
Criminología del País Vasco), ANTONIO GARCÍA-PABLOS, MYRIAN HERRERA,
GERARDO LANDROVE y JAIME PERIS, y el profesor SILVA SÁNCHEZ desde
perspectivas penales.

Objeto de estudio de la Criminología.


Como hemos visto la visión científica autónoma de la victimología es muy relativa,
sí bien surge como rama de la Criminología a mitad del siglo XX respondiendo a
una pluralidad de circunstancias entre las que cabe destacar las siguientes:

1) EL LEGADO DE LOS PIONEROS DE LA NUEVA CIENCIA:

El primero que aborda el estudio de la Victimología es VON HENTING,


criminólogo alemán exiliado a EEUU a finales de la II Guerra Mundial, quien en su
obra más importante " El criminal y su víctima" (1948), propugnando una visión
dinámica e interaccionista de la víctima del delito.

Esta obra tiene cuatro partes y la última se dedica al estudio de la víctima en relación
con el criminal y la aportación de la víctima al origen o génesis del delito, siendo la
primera vez que aparece esa idea de interacción delincuente-víctima, manteniendo
que autor y víctima se comportan como auténticos socios, como una pareja
inseparable la denominada "Pareja Penal".

Resulta interesante la aportación que hace sobre el papel de la víctima como factor a
veces único en la etiología del hecho delictivo lo que se denominó "factor
criminógeno-victimógeno" (el art. 114 del actual Código Penal que acoge este
planteamiento: "Si la víctima hubiere contribuido con su conducta a la producción
del daño o perjuicio sufrido, los Jueces o Tribunales podrán moderar el importe de
su reparación o daño").

MENDELSOHN: Es el primero que utiliza el término "Victimología". Incide en las


aportaciones del anterior autor pero desarrolla una línea de investigación mucho mas
técnica, ocupándose no sólo del estudio de la pareja criminal sino también
completando la idea de la víctima al examinarla desde existencia de una rica
tipología victimaría. Fue el primero que elaboró una tipología de victimas,
clasificándolas, algunos de cuyos términos han sido utilizados posteriormente en
España en el Código Penal actualmente en vigor. Su única crítica es la excesiva
ampliación de la denominación de víctima.

Podemos asimismo mencionar otros autores pioneros que marcan una idea inicial de
este movimiento en la década de los cincuenta: ELLENBERGER y FATTAH.

2) LA PSICOLOGÍA SOCIAL:

A finales de los años sesenta principios de los setenta la Psicología Social aporta
toda una serie de modelos teóricos que resultan adecuados utilizadas para interpretar
y explicar los datos aportados por los estudiosos de la Criminología.

Además en torno a estas fechas determinados episodios, fundamentalmente en


EEUU, de victimización que produjeron una gran impacto o alarma social (Como
ejemplo se menciona el caso célebre del asesinato de Kitty Genovese a la puerta de
su casa en presencia de un gran número de personas, sin que ninguno de los
presentes interviniera para evitarlo durante los treinta minutos que duró la brutal
agresión).

3) ENCUESTAS DE VICTIMIZACIÓN. Lo que sin duda supuso el gran impulso


para el estudio científico de las víctimas fue el perfeccionamiento y credibilidad que
las ENCUESTAS DE VICTIMIZACIÓN empezaron a adquirir en la década de los
setenta. Tales técnicas de estimación de la criminalidad se mostraron muy útiles para
informar sobre la población efectivamente victimizada; por primera vez esas
encuestas ofrecieron una imagen relativamente real de la llamada "CIFRA NEGRA
DE LOS DELITOS" (la diferencia entre criminalidad real y la declarada), pues hasta
entonces las cifras de criminalidad que se barajaban eran las policiales y judiciales,
obteniéndose también mucha información a nivel de prevención delictiva.

4) MOVIMIENTOS A FAVOR DE LAS VICTIMAS. Asimismo tuvo mucha


importancia la aparición de determinados MOVIMIENTOS A FAVOR DE LAS
VICTIMAS y sobre todo los Movimientos Feministas al llamar la atención sobre la
violencia específicamente dirigida contra la mujer (victimización sexual, violencia
física etc...) impulsando numerosas investigaciones teóricas y concretos programas
se asistencia a aquellas y sirvieron de modelo a otros colectivos de alto riesgo de la
victimización.

El fenómeno de la victima fue adquiriendo carta de identidad, se convirtió en un


CAMPO DE INVESTIGACIÓN y a partir de los años setenta trato de establecer su
identidad, su ámbito de estudio, sus limites, creación de una terminología propia, en
definitiva marcar un espacio definido dentro de lo que era el conjunto de estudios
criminológicos.

A finales de esa década se afianza el concepto de Victimología, es cuando la víctima


se convierte en uno de los cuatro objetos de estudio de la Criminología junto con el
delito, el delincuente y el control social y surgen los primeros movimientos a favor
de otorgar a la Victimología su propia autonomía, entre los que cabe destacar los
siguientes:

- En el año 1973 se celebra el I Simposio Internacional de Victimología en


Jerusalén, y desde entonces se celebran cada tres años, del mismo modo que se
celebran los de Criminología.

- En el año 1976 aparece la revista "Victimology", que se sigue editando desde esa
fecha hasta el momento actual.
- En el año 1980 se crea la SOCIEDAD INTERNACIONAL DE VICTIMOLOGÍA
que tiene como objetivos propios los siguientes:

1) Las indemnizaciones económicas a las víctimas de los delitos.

2) La elaboración y ejecución de programas de ayuda y tratamiento a las víctimas.

3) Lograr la mejor compresión del fenómeno criminal en función de la participación


de la víctima, llegando a un examen científico de lo que se denominó la
"Predisposición Victimal".

EL PROBLEMA DE LA CIENTIFICIDAD: OBJETO Y METODO.

La Victimología como ciencia fáctica, que estudia hechos.

La Victimología forma parte, se dice, de las ciencias fácticas, reuniendo los


requisitos de racionalidad y objetividad. La racionalidad es el uso de conceptos que
pueden combinarse de acuerdo con normas lógicas organizados en sistemas de ideas,
en definitiva, en teorías. La objetividad se logra en la aproximación con el objeto y
con la verificación de las teorías con los hechos. Habitualmente se dice que la
Victimología es una ciencia porque reúne también los siguientes requisitos:

- Facticidad: la Victimología parte de los hechos, racionaliza la experiencia, es decir,


va más allá de los datos empíricos, de los hechos, porque no se limita a describirlos.

- Analítica: aborda problemas concretos descomponiéndolos.

- Además los conocimientos obtenidos deben ser claros y precisos de forma que
sean comunicables.

- Verificación: supone probar los conocimientos adquiridos a través de la


experiencia.

- Método: supone la idea de planificación.

- Sistemática: es un sistema conectado lógicamente entre sí, es decir, no es sólo la


suma de informaciones sino que hay conexiones lógicas entre los diferentes
conceptos.

- Falibilidad: reconoce que todo conocimiento científico es superable.

- También se dice que debe llevar a la explicación y a la predicción esto es, debe
explicar los hechos mediante leyes y teorías y además decir cómo será en el futuro el
fenómeno estudiado. Hay que tener en cuenta que la predicción pone a prueba las
hipótesis.

- Utilidad: debe buscar la Victimología la mejor comprensión de las víctimas y la


prevención de las mismas.

B) El objeto de estudio de la Victimología. Este objeto de estudio tiene que ser


analizado desde tres planos diferentes:

- El plano biopsicosocial: en él se incluyen los casos en los que no existe delincuente


y se estudian todos los factores que producen la existencia de esa víctima.

- El plano criminológico: en él se incluyen los casos en que la víctima surge por su


relación con un criminal. En este plano se tienen en cuenta los puntos de vista
terapéuticos y preventivos de las víctimas.

- El plano jurídico: en él se incluye la relación de la víctima con la ley penal o civil.


Incluiría los casos de indemnizaciones de daños y perjuicios. En estos diferentes
planos se engloba tanto a las víctimas delincuentes como no delincuentes, es una
Victimología general no sólo penal.

Además la víctima, el fenómeno víctima se debe estudiar desde tres puntos de vista
diferentes, tres niveles diferentes:

- Nivel individual: hace referencia a la víctima concreta, su personalidad y


características.

- Nivel conductual: se refiere a la victimización, a la relación de la conducta de la


víctima con la del criminal.

- Nivel general: se refiere al concepto de “victimidad”, es la víctima en general, la


suma de todas las víctimas y victimizaciones.

C) Método de la Victimología: el método es el medio del que se vale una ciencia


para adquirir el conocimiento del objeto, es decir, es el camino para conocer el
objeto. Como ciencia fáctica, la Victimología debe seguir el método científico pero
también tiene métodos especiales para resolver sus propios problemas específicos.
El punto de partida es la observación del objeto. Después se pasaría a la descripción
del objeto, se define al objeto. El siguiente paso es la clasificación. En nuestro caso,
una vez observadas y descritas las víctimas, las relaciones victimales, la
victimización, la victimidad, se pasaría a realizar una clasificación de todo ello.
Finalmente, vendría la explicación que supone formular leyes, es decir, relaciones
constantes entre fenómenos. Estas leyes deben verificarse después, constatarse.
Suponen observar otra vez el fenómeno victimal para verificar las leyes o teorías
elaboradas. Este sería el método general científico que se intenta seguir, con sus
limitaciones en el caso de la Victimología.

Existen unos métodos específicos en el caso de la Victimología para poder entender


su objeto. Así por ejemplo tenemos los cuestionarios, que son interrogatorios,
preguntas y con ellas se intenta obtener las características biopsicosociales tanto de
la víctima como del delincuente y las relaciones entre ambas personalidades así
como por ejemplo el papel de la víctima en la comisión del delito.

Esta información se obtiene mediante entrevistas con la víctima, el delincuente,


aunque a veces esto resulta imposible y se interroga a testigos, parientes, conocidos
de la víctima, documentos etc… También existen las encuestas. Surgen porque se
quería conocer qué sucedía con las víctimas desconocidas, es decir, aquellas que por
diversos motivos no denuncian los delitos y quedan fuera del sistema de la
Administración de Justicia. Con estas encuestas se conoce la cifra negra de víctimas,
las que no denuncian. Se hacen a una muestra de población diferentes preguntas en
un cuestionario y sus objetivos son los siguientes:

- Valorar el riesgo de llegar a ser víctima con los factores que confluyen en ese
delito

- Saber la frecuencia de los delitos, cuáles son los que más se cometen y cuándo

- Se evalúa las repercusiones de los delitos sobre las víctimas: daños personales,
económicos

- Se valora el funcionamiento del sistema penal

- Sirven para tener descripciones directas de los criminales

- Sirven también para conocer el modus operandi del criminal (si ha habido armas,
si las alarmas han funcionado, etc…)

- También sirven para conocer si se recurre o no a la Policía por parte de la víctima y


si la Policía es eficaz en su actuación por lo menos desde el punto de vista de la
víctima

- Otro método especial es la investigación en archivos. Los archivos a que se refiere


son estadísticas oficiales sobre la delincuencia. Son menos fiables porque
fundamentalmente se tiene en cuenta a las víctimas conocidas.

Por último se cita también dentro de estos métodos especiales la interdisciplina: la


Victimología debe utilizar un método interdisciplinar para un conocimiento integral
de la víctima. Ello significa que la Victimilogía necesita de los conocimientos de
otras ciencias como por ejemplo la Medicina, Derecho, Psicología, Antropología,
Criminología… Es necesario un estudio integral de la víctima.

CONCLUSION:

Hace sólo algunas décadas se empieza a hablar de victimología. Las perspectivas


criminológicas se amplían a propósito de la llamada criminología crítica, y es
cuando la víctima empieza a revestir importancia en su discurso. Su aceptación, por
ende controvertida, crea polémica en cuanto a su naturaleza; ciencia, disciplina o
una simple rama de la criminología, son las diferentes posturas. Tomar partido por
alguna de ellas, no es, en esta ocasión, nuestra intención; sí por el contrario,
evidenciar cómo es que el discurso sobre la víctima, interesa en gran medida a las
tres grandes, o al menos más importantes, vertientes de la criminología crítica. Estas
suponen, claro está, las perspectivas más recientes de las así entendidas posturas
victimológicas.
Sin embargo, es pertinente hablar primero de cuál ha sido el proceso evolutivo de las
llamadas ideas penales, cuyo eje principal era la víctima. Recordemos cómo en la
etapa de la denominada venganza privada, ésta era la encargada de hacer justicia, lo
que seguramente ocasionó venganzas crueles y despiadadas que en mucho
superaban a las agresiones recibidas. Esto dio paso -con el devenir del tiempo- al
surgimiento de leyes que dieran proporción a las venganzas y se evitaran pleitos
interminables entre familias -y por supuesto entre sus descendencias- una de las
principales, la Ley del Talión, que limitaba las facultades vengativas de la víctima,
"dando proporción a la justicia". El devenir histórico pronto marcó el paso a la
creación de medios de composición por los cuales el agravio cometido era resarcido
a través del pago de una cantidad específica acordada.
Cabe advertir la importancia que se asignaba a la víctima desde la antigüedad hasta
bien entrado el medievo. Era titular, por así decirlo, de la acción y la justicia que
ejercía sin miramientos. Era debidamente compensada por el daño irrogado,
pudiendo al principio fijar su monto. Después quedará sepultada durante mucho
tiempo en el más completo de los olvidos, hasta el advenimiento de la
victimología.1 Estos sistemas funcionaban así, en razón de protección de los
directamente agraviados. Posteriormente, al revestir los pueblos características de
organización teocrática, todos los problemas se proyectan hacia la divinidad, incluso
como eje fundamental de la constitución misma del Estado; la justicia represiva es
manejada generalmente por la clase sacerdotal.
El surgimiento de las nacientes formas de gobierno, trajo consigo, a su vez, diversos
modos de "control" hacia los agresores; formas específicas de infligir castigo con el
firme propósito de expiar la culpa. Lapidaciones, muerte en la hoguera y acciones
similares, ejecutadas por los representantes de la divinidad en la tierra, fueron
característicos durante largo tiempo. Aquí, la víctima ya no jugaba un papel
principal, la lesión a ella no importaba tanto como la transgresión al orden social
dado por la divinidad. A medida que los Estados adquirieron mayor solidez,
comienza a hacerse la distinción entre delitos privados y delitos públicos, según el
hecho de que se lesione de manera directa los intereses de los particulares o el orden
público.
Surgen los tribunales que juzgan en nombre de la colectividad; y para la supuesta
salvaguarda de ésta, se imponen penas cada vez más crueles. Así la represión penal
aspira a mantener, a toda costa, la tranquilidad pública, fin que intenta conseguir
mediante el terror y la intimidación que causa la frecuente ejecución de las penas. La
pena de muerte era común, pero acompañada de formas de agravación
espeluznantes; también lo eran las corporales consistentes en terribles mutilaciones,
las infamantes y las pecuniarias impuestas en forma de confiscación. En éste
-puntualiza Carrancá y Trujillo-, la humanidad agudizó su ingenio para inventar
suplicios, para vengarse con refinado encarnizamiento. Nacieron los calabozos,
donde las víctimas sufrían prisión perpetua en subterráneos; la jaula de hierro o de
madera; la argolla, pesada pieza de madera cerrada al cuello; el "pilori" rollo o
picota en que cabeza y manos quedaban sujetas y la víctima de pie; la horca y los
azotes; la rueda en que se colocaba al reo después de romperle los huesos a golpes;
el descuartizamiento por la acción simultánea de cuatro caballos; la hoguera y la
decapitación por el hacha; la marca infamante por hierro candente; el garrote que
daba la muerte por estrangulación y los trabajos forzados y con cadenas.2
A la excesiva crueldad siguió un movimiento humanizador de las penas, y en
general de los sistemas penales. La iglesia dio el primer paso contra la penalidad
crudelísima de los antiguos tiempos. Sin embargo, entre las influencias que actuaron
con esta finalidad humanitaria, las más cercanas a nuestros días deben buscarse en
las ideas que a finales del siglo XVIII dominaron en el mundo de la inteligencia, a
las que se les ha dado el nombre de iluminismo. Lo preparan los escritos de
Montesquieu, Voltaire, D'Alambert, etcétera, pero la doctrina coincide en señalar
muy especialmente a César Bonnesana Marqués de Beccaria quien en su famoso
libro De los Delitos y de las Penas publicado en 1764, dio luz tímidamente a la
reforma penal. Su obra pronto agotó las 32 ediciones con traducción a 22 idiomas
diferentes. En esta obra se une la crítica demoledora de los sistemas empleados hasta
entonces, a la proposición creadora de nuevos conceptos y nuevas prácticas; se
pugna por la exclusión de suplicios y crueldades innecesarios; se propone la certeza
contra las atrocidades de las penas; se orienta la represión hacia el porvenir,
subrayando la utilidad de las penas sin desconocer su necesaria justificación; se
preconiza la proporcionalidad como punto de mira para la determinación de las
sanciones; y entre otras muchas cosas, se propugna por una legalidad de los delitos y
de las penas.3
Tan grande fue su eco que pronto se creó un ambiente favorable a la humanización
de la legislación criminal, y algunos monarcas, movidos por las influencias de estas
ideas, introdujeron serias reformas en las leyes penales. Una marcada preocupación
por el criminal empezó a surgir, los sistemas de justicia centran su atención en él, y
los estudiosos, encausan sus mejores esfuerzos para entenderlo. La víctima
desaparece así del escenario, es dejada de lado por los procesos penales y por los
mismos estudiosos. Poco pareció importar su papel protagónico en el evento penal.
Así durante décadas, hasta el surgimiento de las ideas victimológicas.
Este problema es palpable si observamos el cuidado y trato que merece el
delincuente en las obras de dogmática penal, como en las de criminología y de
disciplinas que le convergen. Basta con dar un repaso a la temática de los congresos,
jornadas, cursos y simposios, nacionales e internacionales, para advertir con claridad
que la víctima no interesa.
Este inexplicable olvido, tan reiteradamente señalado a últimas décadas, puede
encontrar su explicación en la atracción, que desde siempre, los criminales han
ejercido en todos los ámbitos. Todos nos identificamos con el criminal, pero nadie
quiere ser víctima. Algunos tratadistas señalan que, en cierto aspecto, el criminal es
alguien que se atreve a hacer algo que el no criminal no osaría hacer, pero desearía
hacerlo.4 Quién no conoce a "Jack el Destripador" y su historia, y sin embargo,
quién se acuerda de sus víctimas. Todo mundo sabe quién fue Capone, múltiples
películas y series televisivas se han realizado en torno a este personaje, y era un
delincuente.
Lo importante aquí es señalar la no identificación con la víctima, nadie desea que lo
injurien, lo roben o lo violen. En contraste, el criminal siempre ejerce una extraña
atracción, que es palpable sólo si recordamos el gran éxito de la innumerable
producción de novelas de crimen, sin olvidar las series policiacas de la televisión.
Es precisamente la preocupación por el acercamiento a las víctimas de los delitos,
que el pensamiento victimológico empieza a tomar fuerza. Todos los tratadistas en
la materia hablan de ese inexplicable olvido de la víctima y su apartamiento del
escenario penal; argumentando que la víctima es pieza fundamental y protagonista
indiscutible del fenómeno criminal. Así tenemos cómo Beristáin señala que la
víctima es "un convidado de piedra del proceso penal" ya que no juega ningún papel
en el mismo.5 Puede ser ésta una de las causas del ya mencionado olvido, que ha
propiciado una corriente de pensamiento victimológico, vertido ya en una serie
considerable de publicaciones y simposios, que empiezan a introducir la temática de
forma por demás importante en el saber científico.
Las ideas precursoras de tal disciplina se deben a su vez a Benjamín Mendelshon y
Hans von Hentig, quienes desde la década de los cuarenta realizaban algunos
trabajos con marcada preocupación por las víctimas de los delitos. Sus
clasificaciones victimales acusaban eso precisamente, un marcado interés por el
sujeto pasivo del ilícito penal. En la del primero destaca, y resulta innovadora, la
forma como otorga responsabilidad a las víctimas, según su participación en el
hecho punible; a tal grado, que sostiene que éstas pueden ser las únicas responsables
y el agresor debe ser absuelto. Así, desde su enfoque, quien viole a aquella mujer
con look provocativo que deambula por calles obscuras y poco concurridas, será
absuelto por tener "cero" de responsabilidad, y ella será la única responsable de su
condición. Sui generisresulta la propuesta del israelí, pues evidente es que no se
puede aplicar una sanción a priori de un hecho punible, pues es contrario a las
directrices marcadas por el derecho penal de nuestra tradición jurídica.
Las posturas victimológicas, atienden principalmente a la mayor o menor amplitud
concedida por quienes las estudian. Si en un principio la preocupación principal era
sobre las víctimas de los delitos; una postura más actual y, no tan conservadora,
propondrá una victimología preocupada también por las víctimas colectivas,
familiares y sociales. Partidario de esta postura lo es Elías Neuman, quien en
su Victimología,6 esboza una clasificación innovadora y pretenciosa. Incluye en ella
a los niños maltratados y explotados económicamente, que trabajan o son instigados
para robar; a los agraviados de la violencia intrafamiliar; la comunidad como
víctima de la alta traición, rebelión, sedición, todo tipo de levantamientos y de toda
forma de conspiración para derrocar a un gobierno legítimamente constituido; las
víctimas por terror subversivo, genocidio, etnocidio, de los llamados delitos de
cuello blanco como el fraude bancario o financiero, tráfico internacional de drogas,
falsificación de medicamentos, abuso del poder gubernamental, corrupción; y
determinados grupos comunitarios por medio del sistema penal, por deficiencias en
la impartición de justicia; y señala asimismo, a las víctimas sociales o del sistema
social, dentro de las que engloba a los discapacitados, sumergidos sociales,
enfermos, minorías étnicas, raciales y religiosas.7 Aunque tales percepciones acerca
de la victimología, pueden sucederse cronológicamente por la natural evolución de
las ideas y enfoques específicos, es pertinente puntualizar que las primeras no
resultan precisamente obsoletas, más bien su actualidad obedece a la perspectiva o
corriente de pensamiento desde la cual se observe.
La victimología, como toda disciplina nueva de estudio, no tiene sus límites muy
bien señalados aún, y por lo mismo la discusión sobre su naturaleza y concepción es
muy variada en el mundo científico. Por tanto, las opiniones vertidas por los
tratadistas en cuanto a su naturaleza, son diversas; hay quienes la conciben como
parte de la criminología y otros la consideran como ciencia autónoma.
El grupo de autores que incluye a la victimología como una rama de la criminología,
le niega, por ende, toda autonomía científica. Ellos se refieren en forma exclusiva a
las víctimas del crimen. Partidarios de esta postura son Ellenberger, Abranhamsen, y
Fattah, entre otros, quienes en general la consideran como una parte de la
criminología que estudia a las víctimas de los delitos.
En el primer Simposio de Victimología llevada a cabo en Israel en el año 1973,
Göppinger señala que en la criminología práctica la significación de la victimología
es demasiado pequeña, y en la criminología empírica se estudia al ofensor en todas
sus interdependencias, por lo que la constitución e independencia científica de la
disciplina llamada victimología, no es pertinente. Afirma que "la victimología
representa de hecho un determinado sector del campo total relativamente cerrado de
la criminología empírica y, en particular, del complejo problema: el delincuente en
sus interdependencias sociales".8
Elías Neuman en su Victimología, se une a esta percepción, aunque señala que se
trata de una certidumbre provisional y que el decurso y auge de la criminología por
un lado y de la victimología por el otro, podrán favorecer un cambio de criterio. Y
afirma: "resulta particularmente unamunesco, pero para gran parte de penalistas y
algunos criminólogos, la criminología no es ciencia autónoma, con lo cual se crea un
laberinto infernal: ¿la victimología podría ser ciencia autónoma de otra que no lo
es?".9
El grupo de autores que defiende la autonomía de la victimología, señala que la
extensión de la misma es notable, pues parten de un objeto de estudio
extraordinariamente amplio.
Este grupo lo encabeza Benajamin Mendelshon, cuyo punto de partida señala que
durante siglos, el criminal ha pertenecido únicamente al derecho como una noción
abstracta. Es hasta la segunda mitad del siglo pasado, como consecuencia de una
revolución de pensamiento, que el criminal se convierte en un sujeto de estudio por
una ciencia positiva. En nuestros tiempos la victimología se impone también a
nuestra atención como una rama especial de la ciencia positiva.10
Con esta postura, Mendelshon considera a la victimología como ciencia paralela a la
criminología, "como una suerte de criminología, pero al revés".11 La victimología
se ocupa del criminal, y la victimología tendrá como sujeto de estudio, al factor
opuesto de la pareja penal: la víctima.
Posteriormente definirá a la victimología como "la ciencia sobre víctima y
victimidad" y afirma que deben abarcarse tanto la víctima de factores endógenos
como la de los factores exógenos, y que el concepto de victimidad es mucho más
general que el de criminalidad, utilizando el término de "victimología general".12
Drapkin también se inclina por dar autonomía a la victimología indicando que el
término víctima tiene dos significados, uno religioso y otro común, este último hace
referencia a la persona que sufre, es lesionada, o destruida por la acción de otro, o
como resultado de eventos o circunstancias desfavorables. "Victimología
básicamente hace referencia al estudio de la víctima, y es precisamente esta
definición plural la que crea la posibilidad de estudiar al sujeto desde un gran
número de puntos de vista diferentes, y aun antagonistas".
Notemos que esta forma de concebir a la víctima, amplía consi-derablemente su
campo de estudio. Criterio al que me adhiero por las razones que más adelante
señalaré.
Brevemente haremos referencia a los diversos enfoques sobre lo que es
victimología. Estos enfoques dependen en gran medida de cómo se defina a la
víctima, y a su vez está íntimamente ligado a la orientación ideológica y filosófica
de cada percepción.
Actualmente podemos hablar de tres corrientes ideológicas desenvueltas por un
patrón aceptado por una parte de la comunidad científica. Estos tres paradigmas son:
el positivista de tendencia o ideología conservadora y con una perspectiva de
modelo de sociedad, consensual; el interaccionista, con una tendencia ideológica
liberal y con una percepción pluralista de modelo de sociedad; y por último, el
paradigma crítico, con tendencia ideológica socialista y con una perspectiva de
modelo de sociedad, conflictual. Cada uno de estos modelos constituye un conjunto
de conocimientos que resuelven -o intentan resolver- determinado problema o
conjunto de problemas bajo una determinada perspectiva. Así, cada paradigma tiene
su propia ideología y su modelo para resolver aquellos problemas que el propio
paradigma plantea.
Estos paradigmas generalmente son aplicados a la criminología, sin embargo, es
perfectamente válido aplicarlos a la victimología. Analicemos a continuación cómo
cada paradigma percibe a la victimología.
El enfoque positivista es fundamentalmente conservador y por tanto causalista, la
victimología así, estudia las relaciones víctima-criminal, y es concebida como una
rama de la criminología. Desde esta corriente de pensamiento la sociedad es vista
como una estructura bien integrada, estable y persistente, basada en el consenso de
sus integrantes en cuanto a los valores imperantes. Es un modelo de explicación
consensual de la sociedad. El criminal es pues, diferente a lo no criminal y, desde
luego, a la víctima. La víctima, se identifica como el sujeto pasivo del delito; las
víctimas estudiadas son las víctimas conocidas, las que llegan a las instancias de
administración de justicia, y el interés máximo gira en torno a saber si son o no
culpables o su grado de responsabilidad, o si son "inocentes", debiéndose socorrer a
estas últimas. La autovictimización (drogadictos, alcohólicos, prostitutas y otros
desviados), son tratados en forma similar a los delincuentes. En este último capítulo
de este trabajo, haremos especial referencia a esta situación.13 Esta victimología de
percepción conservadora, es la que con mayor facilidad adoptan los sistemas de
justicia, ya que les permite evadir toda responsabilidad estatal en el fenómeno
victimal. Las víctimas devienen tales por causa de los criminales o por su propia
culpa al provocar o precipitar el crimen.
En la corriente ideológica liberal se sigue un modelo pluralista en la concepción de
la sociedad -como anteriormente señalé-, perspectiva en la que la ley existe no
porque haya consenso social y los individuos estén generalmente de acuerdo con la
definición de lo que es bueno y lo que es malo, sino precisamente porque están en
desacuerdo. La victimología liberal sigue ese modelo pluralista, donde la sociedad
es captada como múltiple y plural, donde conviven grupos con marcadas diferencias
de etnia, religión, status, etcétera y por tanto los valores e intereses son diversos y
contradictorios. Dicho pluralismo lleva a un acuerdo general; aceptan un mecanismo
que pueda resolver pacíficamente los conflictos, estableciéndose el sistema legal,
que es neutral, y que está por encima de las partes y dirime las controversias.
Así, esta victimología de corte liberal ha tomado el paradigma interaccionista, en
que se considera la criminalidad no desde la conducta, sino desde la respuesta que
provoca. La conducta criminal es la etiquetada como tal, y por lo tanto el sujeto
también es etiquetador y etiquetado, de aquí las diferentes etiquetas para conductas o
sujetos similares. El sujeto etiquetado tiende a identificarse con su etiqueta.
El interaccionismo se ha considerado victimológico, básicamente en conceptos
como desviación secundaria donde el desviado es considerado como víctima.14 Las
soluciones que proponen van hacia un mejoramiento progresivo de la sociedad y una
justicia que logre mitigar el sufrimiento humano.
Por su parte, el modelo conflictual de corte socialista reconoce las diferencias
sociales, los diversos grupos y sus conflictos de valores, metas e intereses. Aquí, el
fondo real del conflicto es la lucha por el poder, en que unos tratan de obtenerlo y
otros de mantenerlo. La ley define los intereses de quienes detentan el poder, para
hacerlo, el aparato de justicia no es neutro y por tanto, protege los intereses de la
clase en el poder y no de la colectividad en general.
Esta victimología censura básicamente al Estado capitalista en el que sostiene un
orden social y económico que preserva el poder y sus privilegios, criminalizando
conductas que atentan contra dicho orden. Maneja un paradigma crítico, que
propone un cambio de estructuras sociales definitivo que evite la victimización y
violación de derechos humanos igualitarios. Por tanto, acepta un estándar de justicia
y acepta al Estado y su sistema de justicia como naturalmente victimizador, ya que
atenta contra las clases menos privilegiadas de la sociedad y olvida a las víctimas de
la dominación y la represión. Así, la definición de víctima desde este enfoque es
notablemente amplia.
Hemos analizado un breve recuento de las diversas formas en que la victimología es
percibida. Ahora es importante adoptar una posición particular al respecto.
En cuanto que si la victimología tiene o no autonomía científica, nos adherimos al
punto de vista expresado por Rodríguez Manzanera, quien considera a esta
disciplina de estudio, al mismo tiempo autónomo y dependiente de la criminología;
dice: "aunque pudiere parecer paradoja, nosotros concedemos en toda su amplitud,
autonomía a la victimología, y a la vez aceptamos su pertenencia a la
criminología".15
Nuestro autor comenta que nadie negaría que la biología, la antropología, la
psicología, tengan total autonomía científica, y que su objeto de estudio supera en
mucho al fenómeno antisocial. Nadie niega que estas ciencias vienen a conformar la
síntesis criminológica, creando un conjunto de conocimientos nuevos, diversos de su
objeto original. Algo semejante sucede con la victimología, su objeto de estudio es
más amplio que el fenómeno criminal y la relación criminal-víctima, por lo que
puede manejarse en forma independiente. Por otra parte, concurre con las otras
ciencias criminológicas a conformar la síntesis que es la ciencia de la criminología.
En la dispersión epistemológica de fin de siglo, tres corrientes de la criminología
crítica en los últimos veinte años, han tratado de dar respuesta a la pregunta: ¿qué
debe hacerse? y en estas respuestas enraízan la forma en que cada una de estas
corrientes ha conceptualizado la realidad. Estas tres corrientes abolicionismo,
realismo de izquierda y garantismo penal, representan de forma caricaturesca tres
mundos bien definidos: el de los Países Bajos y Escandinavia por un lado; el
contexto anglo-americano por otro y desarrollos como el de Italia y España en tercer
lugar.
Estas tres perspectivas de la criminología crítica son las posturas más sólidas de los
últimos años sobre el análisis del delito, y en sus posturas se encuentra un enfoque
específico de preocupación por las víctimas y -atendiendo sobre todo a una
concepción amplia de la victimología, en la que engloban, no sólo a las víctimas de
los delitos-.
Julio Maier,16 señala que a la escena del debate penal actual, la víctima ha traído de
la mano varios factores positivos como la victimología y las diferentes escuelas que
procuran cierta despenalización, es decir, la solución de casos penales por medio de
instrumentos culturalmente no penales, y hasta los mismos abolicionistas, quienes
lejos de tratar de ingresar la reparación al derecho penal, pretenden desplazarlo,
reemplazando a la pena por otras soluciones para el conflicto -entre ellas, la
reparación- por mecanismos no penales, distinguiendo por tanto pena de reparación,
no deseando edificar derecho penal alguno sobre esta última opción. Así, los
abolicionistas ven al sistema penal como expresión de poder y de control social del
Estado capitalista. Critican la alineación del conflicto por parte del sistema penal
mediante el mecanismo de "robárselo a las partes", y proponen la solución
particularizada del caso, por composición entre sus protagonistas principales,
víctima y victimario.17
Algunos esperan, o cuando menos vaticinan para un futuro más o menos lejano, una
privatización del derecho penal, donde la reparación tome el lugar de la pena, y
desplace no sólo la reacción, sino en general, la aplicación del derecho penal. Es
decir, volver a la "composición privada". Las propuestas en este sentido son muy
escasas, por un lado los abolicionistas, que como ya vimos, pretenden reemplazar
totalmente el derecho penal como forma de solución de los conflictos sociales, y por
el otro, unos menos radicales y más acordes con nuestro tiempo y de lo posible
culturalmente, colocan cierta clase de delitos o ciertas penas fuera de la acción
penal, cuando se logra la composición entre autor y víctima y sobrevenga la
reparación, hablando así de la despenalización de ciertos comportamientos.
Ambas posturas son criticables, pues se señala que la solución privada deja un plus
de injusto sin remediar, dejándose ver el escaso valor de prevención general de la
solución, pues en cuanto el autor sepa que devolviendo la cosa intacta o reparando el
daño, conseguirá impunidad, está latente el peligro -en estas posturas- de regresar al
imperio de los poderosos, disolviendo el derecho penal en una especie de presiones
privadas.
Es evidente que no hemos llegado tan lejos en nuestra forma de asociación política
actual como para aspirar a la disolución del derecho penal en modos de
administración de justicia privados que dependan fundamentalmente de la
autonomía de la voluntad de las personas asociadas y no del poder político central
que gobierna la asociación.
A fines de la década de 1960 y principios de 1970, surge una corriente de
pensamiento conocida como "nueva", "crítica" o "radical", desafiando los
paradigmas que entonces dominaban la criminología; fue fundamentalmente una
respuesta al dominio positivista en criminología, representó la inversión del
paradigma y significó sin duda un ataque fuerte contra aquellas explicaciones,
nociones y planteamientos tradicionales sobre el delito: el consenso de valores fue
reemplazado por el pluralismo; la determinación del comportamiento humano por la
concepción voluntarista del libre arbitrio; la patología por diferencias de normalidad.
La nueva criminología comienza criticando algunas difusas explicaciones radicales
del delito, como las posiciones relativistas, idealistas y deterministas, lo cual sentó
las bases de lo que se conoce como el enfoque realista de izquierda.
Así, el delito no era una mera etiqueta, sino el producto del individualismo
competitivo, algo determinado; no una actividad de gente viviendo en el ocio, sino
en el mundo del trabajo; no algo sólo mistificado por las estadísticas y la ideología,
sino reflejando necesidades reales, miedos justificados; no una auténtica expresión
de pluralismo, sino un acto que daña intereses más o menos condensados (vida,
propiedad, etcétera), no un ataque contra los poderosos, sino una actividad en gran
medida intra-clase en su objetivo, impacto y distribución.
El delito es realmente un problema, y por tanto, produce víctimas reales, en el seno
mismo de las clases más vulnerables de la sociedad. La realidad del delito puede ser
la realidad del sufrimiento humano y del fracaso personal. El delito está focalizado
tanto geográfica como socialmente. El delito no es una actividad de los "Robin
Hood" modernos, la vasta mayoría de los delitos de la clase trabajadora tienen lugar
dentro de ella. Su esencia es intra y no interclasista. El delito es un símbolo
poderoso de la naturaleza antisocial del capitalismo y es la forma más inmediata en
que la gente experimenta otros problemas, como el desempleo o el individualismo
competitivo. "Es una reacción injusta a una experiencia de injusticia".18 Entonces el
delito no es una forma de rebelión política.
El realismo, en su intento por separar realidad de fantasía, enfrenta a la opinión
popular sobre el delito: las fantasías sólo ocurren donde no existe experiencia
concreta. Ve las causas de la conducta delictiva en la privación relativa: la gente
experimenta un nivel de injusticia en la distribución de los recursos y utiliza medios
individualistas para intentar salir de esa situación; así, el delito involucra política, en
cuanto que es ésta la que determina las condiciones sociales que causan el delito. La
importancia política del delito consiste en que descontrolado divide a la comunidad
trabajadora y funda moral y materialmente las bases de su desorganización.
El papel de los criminólogos es debatir sobre las prioridades en materia de delitos:
no es hacer eco ni inventar los problemas de la gente. El papel del realismo es situar
el problema dentro de su contexto social.
Así, el realismo de izquierda, ofrece un enfoque diferente de análisis de los procesos
a través de los cuales se construye el delito, enfoque que evita un exceso de
idealismo. Así también, a la victimología le da un enfoque radical contrario al
idealista y pietista del que hemos estado hablando durante estas páginas. Según el
realismo, todas las teorías criminológicas anteriores han sido parciales, es decir, sólo
enfocaron una parte del "cuadro del delito",19 ya sea el Estado (teoría del
etiquetamiento), la sociedad (teoría del control), el delincuente (positivismo), o la
víctima (victimología). Uno de sus principales objetivos es brindar un análisis en
todos los niveles y desarrollar una gama de recomendaciones políticas en torno del
mismo. Expresa así un compromiso crítico, intentando desarrollar un análisis
razonado y coherente que reconozca la solución de los problemas con la mejora en
la distribución de los servicios y con el desarrollo de un sistema de justicia criminal
más equitativo, sensible y responsable.
En el garantismo, la definición del delito tiene que ser aquella aportada por el
derecho en el que la Constitución y el Código Penal son las referencias centrales.
El delito es sólo una clasificación jurídica y no moral o antropológica. Estas
cuestiones aparecen antes, y a la hora de definir qué conductas deben criminalizarse.
Las consideraciones morales y políticas forman parte de la legitimación externa del
derecho, pero una vez creada la norma, su aplicación sólo debe responder a la razón
jurídica.
Una definición garantista del delito implica tres niveles de garantías:
a) Las garantías del delincuente ante la arbitrariedad del Estado.
b) Las garantías de las víctimas que deben satisfacerse ante el daño causado por el
delincuente.
c) Las garantías del delincuente frente a la venganza privada de la sociedad en
general y de la víctima en particular.
Un "Estado de derecho" como el nuestro, es un sistema basado en la disciplina legal
y el monopolio de la fuerza, con la pretensión de excluir o al menos minimizar la
violencia en las relaciones interpersonales. Su democracia debiera ser entendida
como una técnica de convivencia que persigue solucionar no violentamente los
conflictos. Todo ello obedeciendo a un principio de legalidad que somete el ejercicio
de la violencia a una serie de requisitos que se corresponden con las garantías
penales y procesales que vigilan la "estricta legalidad" en la actuación de sus
funcionarios.
Desde esta perspectiva y dentro de una amplia concepción de lo que es víctima,
percibiendo al sistema penal como eminentemente victimizador, y a los capturados,
procesados y sentenciados como víctimas de dicho sistema, ésta tendrá que ser
tratada dentro de un marco estricto de legalidad, que le garantice el goce y la
protección de sus derechos fundamenteles, pero sobre todo la reparación en su daño.
En la actualidad la gama de estudios sobre victimología es sumamente amplia, no
tan sólo dogmáticamente, sino que también han surgido diversas legislaciones en
distintos países que regulan programas de asistencia y compensación a las víctimas
de los delitos. Estos programas aparecieron en la década de 1960 en algunos países
anglosajones, concretamente en Inglaterra en 1964, y han sido difundidos por otros
países.
La victimología fue acusada -con o sin razón- de culpar a la víctima, de insistir sobre
su papel y de haber exagerado su contribución en la génesis del crimen. A causa de
esto, probablemente, la victimología actual es muy cuidadosa en reafirmar el
compromiso social e institucional que existe hacia las víctimas del crimen, con la
subsecuente obligación social de repararles el daño sufrido y ofrecerles una ayuda y
asistencia adecuadas.
Hemos querido mostrar un panorama general del desarrollo del pensamiento
victimológico, desde su aparición hace unas cinco décadas, tocando ciertos temas y
puntos que a nuestro juicio resultan de interés, hasta nuestros días. Y consideramos
que las posturas de fin de milenio deben enfocarse primordialmente, al análisis del
funcionamiento de las instituciones encargadas de impartir justicia. Son éstas, en el
desenvolvimiento de su función quienes parecen -porque así lo señalan los
estudiosos- victimizar a quienes entran en su contacto. No pensemos en inflar más
nuestros códigos, parecen ser algunas instituciones las que debieran cambiar y
reestructurarse para mejorar. No puede un sistema penal como el nuestro producir
más víctimas de las que protege. La solución obviamente aún no se encuentra, pero
serán los estudios y las disertaciones sobre el tema, más la implantación de medidas
propositivas, respetuosas de la condición humana, las que tendrán que dar una luz en
el devenir victimológico y, consecuentemente, en una mejor impartición de justicia.
BIBLIOGRAFÍA
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ella, Barcelona, SERTESA, 1980.
BERISTÁIN, Antonio, Nueva criminología desde el derecho penal y la
victimología, Valencia, Tirant lo Blanch, 1994.
CARRANCÁ y TRUJILLO, Raúl, Derecho penal mexicano, 1a. Reimpresión,
México, Cárdenas Distribuidor y Editor, 1955.
CASTELLANOS TENA, Fernando, Lineamientos elementales de derecho penal,
27a. ed. México, Porrúa, 1989.
MAIER, B. J. Julio, "Víctimas y el sistema penal", Jueces para la Democracia,
núm. 12, 1991, pp. 32-52.
MATTHEWS, Roger y Jock YOUNG, "Reflexiones sobre el realismo
criminológico", Delito y Sociedad, Buenos Aires, CINAP, año II, núm. 3, 1992.
NEUMAN, Elías, Victimología, 1a. reimpresión, México, Cárdenas Distribuidor y
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RODRÍGUEZ MANZANERA, Luis, Victimología, 2a. ed., México, Porrúa, 1990.
VILLALOBOS, Ignacio, Derecho penal mexicano, 2a. ed., México, Porrúa, 1960.
ZAITCH, Damián y Ramiro SAGARDUY, "La criminología crítica y la
construcción del delito", en Delito y Sociedad, Buenos Aires, CINAP, año I, núm. 2,
1993.
José ZAMORA GRANT
Notas:
1 Neuman, Elías, Victimología, México, Cárdenas Distribuidor y Editor, 1992, p.
261.
2 Carrancá y Trujillo, Derecho penal mexicano, 4a. ed., México, Porrúa, 1955, t. I,
p. 60.
3 Villalobos, Ignacio, Derecho penal mexicano, 2a. ed., México, Porrúa, 1960, pp.
28 y ss.; y Castellanos Tena, Fernando, Lineamientos elementales de derecho penal,
27a. ed., México, Porrúa, 1989, pp. 35 y ss.
4 Elías Neuman y Rodríguez Manzanera entre otros.
5 Beristáin, Antonio, Nueva criminología desde el derecho penal y la victimología,
Valencia, Edit. Tirat lo Blanch, 1994, p. 230.
6 Neuman, Elías, op. cit., pp. 68 y ss.
7 Es pertinente señalar, que Neuman en su obra, aunque estructura perfectamente su
clasificación, no entra al análisis específico de cada rubro. Para abordar cada uno en
particular, es pertinente consultar obras más específicas, en ese sentido producidas.
8 Göppinger, Hans, Simposium I, Israel, 1973, citado por Rodríguez Manzanera, op.
cit., pp. 15 y ss.
9 Neuman, Elías, op. cit., p. 40.
10 Benjamin Mendelshon, citado por Rodríguez Manzanera, Luis, Victimología, 2a.
ed., México, Porrúa, 1990, pp. 19 y ss.
11 Neuman, Elías, op. cit.
12 Benjamin Mendelshon, citado por Elías Neuman, op. cit.
13 Si se quiere consultar sobre la teoría de los paradigmas véase Kuhn, Thomas, La
estructura de las relaciones científicas, México, FCE, 1983.
14 Lemerte es quien desarrolló la teoría de la desviación secundaria, distinguiéndola
de la desviación primaria que "posee implicaciones marginales para la estructura
psíquica del individuo desde que ella no conduce a la reorganización simbólica de
las actitudes que tiene encuentra el sí mismo y los roles sociales", así, en la
desviación secundaria, "la persona comienza a emplear su conducta desviada o un
rol basado sobre ella, como medio de defensa, ataque o adaptación a consecuencia
de problemas encubiertos o abiertos creados como resultado de la reacción social a
su desviación primaria". (Bergalli, Roberto, La recaída en el delito. Modos de
reaccionar contra ella, Barcelona, SERTESA, 1980, p. 227.
15 Op. cit. pp. 24 y ss.
16 Maier, Julio G. J., "Víctimas y el sistema penal", Jueces para la democracia, núm.
12, 1991, pp. 32 y ss.
17 Gieszen, Hans, citado por Maier, op. cit, p. 32.

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