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byYako1976identi.

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Índice

Portada
Dedicatoria
Agradecimientos
Introducción. La verdadera delgadez: más allá de los tópicos

1. NEUROCIENCIAS Y PÉRDIDA DE PESO


Descubrir las neurociencias
Una amplia red de pasarelas
Las herramientas prácticas de las neurociencias aplicadas
Todo el organismo está «bajo control»
Muchos ámbitos implicados
Investigaciones muy prometedoras
La «meditación médica»: un nuevo espacio terapéutico
Una aventura humana fuera de lo común
Los cinco factores que rigen la vida y… ¡la pérdida de peso!
Un nuevo enfoque de la nutrición

2. PSICO-NEURO-NUTRICIÓN: LA CLAVE DE UNA DELGADEZ SALUDABLE DURADERA


El laborioso camino de un descubrimiento
Una nueva visión de nuestras hormonas
De la neuro-nutrición a la psico-neuro-nutrición
Pensamientos y emociones «celulares»
El impacto del estrés en el metabolismo
Crear nuestro «cerebro socio»
Sufrimiento y compensación: un círculo vicioso
El programa neuro-adelgazante que restablece el orden
Apruebe su nuevo «permiso de conducir»

3. LA NEURO DELGADEZ: MODO DE EMPLEO


Su programa en dos fases

4. ¡MALDITA CELULITIS!:LA RESPUESTA DE LA NEUROCIENCIA


Las diversas caras de la celulitis
¡No hay maldita celulitis sin maldito estrés!
La estrategia anticelulitis: actuar a dos niveles
Su programa neuro-adelganzante «especial celulitis»
Los gestos anticelulitis complementarios

5. SU PROGRAMA DÍA A DÍA


Fase 1: La reprogramación psico-neuro-metabólica
Fase 2: La integración de los consejos alimenticios

Conclusión
Epílogo
Anexos. Para ir más allá
Notas
Créditos
A mi mujer Valérie, mis dos hijos Loïc y Jauffrey; mis amores, mi energía motriz y creativa.
A Alice, mi abuela: la luz y la dulzura de mi infancia, mi amor por la naturaleza. Tú me llevaste a tu universo de
maravillas. Todavía hoy, mi corazón lleva la huella de tu dedicación y de tu bondad.
A los doctores y profesores M. Lallement, H. Castel, C. Jasmin, M. Rosenzweig, A. Leiman, S. Breedlove, C. y S.
Simonton, J. Creighton, B. Siegel, D.T. Jaffe, A. Guyton, J. Kabat-Zinn, L. Schwartz, J.H. Schultz, A. Weil, M.-L.
Schultz, David Servan-Schreiber y Deepak Chopra.
Vuestro saber, vuestros textos o vuestra amistad me recuerdan cada día que el agradecimiento de mis pacientes no
me pertenece; que cuando curo o enseño, no hago más que transmitir vuestra ciencia en consciencia y vuestra
humanidad.
Agradecimientos

A la editorial Albin Michel, a Marc de Smedt, Laure Paoli, Caroline Signol por su interés y su confianza… a lo
largo del tiempo.
A Marie Borrel, por su talento humano y su vida de experiencia y consciencia al servicio de la salud.
A Marylène y Jean-Pierre por su bondadosa fidelidad a mis ideas.
A Pascale, Tiffany y todo mi departamento científico de R y D por su profesionalidad, su motivación y su
amistad.
A todos aquellos y aquellas que son sensibles a esta pequeña frase de Saint-Exupéry : «Lo esencial es
invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón».
Con varios colegas, todos voluntarios, el doctor Yann Rougier ha creado la W-Health Foundation dedicada a la
enseñanza de las neurociencias aplicadas para profesionales y particulares.
En la página web neuro-minceur.org encontrará todos los ejercicios prácticos de este libro, desarrollados y
comentados: archivos de audio, descargables gratuitamente, que permitirán ampliar, un poco más cada día, su
«espacio delgadez» y su «espacio bienestar».
Rediseñando su cuerpo, rediseña su vida.
Una web reservada a personas que sufren patologías crónicas que desarrolla un acompañamiento terapéutico
coordinado con los equipos de cuidados: delta-medecine.org.
Descubrirá las cinco herramientas más importantes de las neurociencias aplicadas, al servicio de la prevención y
de su proceso de salud global, con el leitmotiv clave de este libro: conviértase en actor de su delgadez, conviértase
en actor de su salud.
Introducción
LA VERDADERA DELGADEZ:
MÁS ALLÁ DE LOS TÓPICOS
«La locura es hacer todos los días lo mismo
y esperar un resultado diferente».
ALBERT EINSTEIN

No puede haber mejor introducción a este libro que esta cita llena de sentido común y de sabiduría formulada por
Albert Einstein. ¡Mismas causas, mismos efectos! ¡Misma visión de la delgadez, mismos resultados decepcionantes
sobre la duración, incluso a corto plazo! Como la mayor parte de candidato(a)s al adelgazamiento, usted está sin
duda convencido(a) de que adelgazar es lo mismo que perder peso «en su cuerpo». Esta idea única de la delgadez,
por no decir esta casi obnubilación, ha dominado los medios de comunicación y los ámbitos científicos durante los
tres últimos decenios, hasta el punto de enraizarse profundamente en todas las mentes e incluso en las conciencias.
¡Sin embargo, las conclusiones más recientes de las investigaciones en neurociencias aplicadas demuestran que no
tiene nada que ver! Ya sea el programa X o el método Y el que haya adoptado para adelgazar, su sistema está
abocado al fracaso si se contenta con centrarse en los errores alimenticios que le han conducido a acumular kilos
superfluos. No vea en esta afirmación ningún deseo de desanimarle de antemano (o peor, de culpabilizarle con otro
leitmotiv emblemático: ¡si no se consigue adelgazar es que no hay voluntad de hacerlo!). ¡Todo lo contrario, a la
vista de los nuevos indicios científicos que han aparecido! Modificando radicalmente la visión de las «causas» de su
sobrepeso, podrá modificar los «efectos» sobre su metabolismo. Esta visión totalmente nueva de la delgadez le
permitirá perder por fin todos los kilos superfluos, pero sobre todo no recuperarlos. Y, lo más importante, esta
pérdida de peso se hará desde el respeto a su salud y a su «personalidad metabólica» (su «cordial» forma de asimilar
y de transformar o de acumular sus alimentos).
Entre todas las autoridades sanitarias esta constatación es actualmente inapelable: desde hace más de medio
siglo, innumerables regímenes y métodos de adelgazamiento han invadido y saturado los medios de comunicación, y
sus resultados duraderos (a largo y medio plazo) brillan por su ausencia: régimen hipocalórico o hiperproteico,
régimen disociado o monodietas… (Hay más de 17.000 enlaces de regímenes en Internet, afirmando una cosa y la
contraria. ¡Alucinante!). La experiencia dice que todos estos enfoques acaban siendo a menudo desequilibrantes, a
veces agotadores (física y moralmente) y en buena parte incluso peligrosos. Además, a menudo comportan una
recuperación de peso superior a la pérdida conseguida con tanto esfuerzo: es el tristemente célebre «efecto yo-yo».
¿Por qué estos fracasos sistemáticos? Porque la pérdida de peso duradera no se limita a la modificación
(infinita) de la alimentación, combinada con un poco de ejercicio físico. ¡De ser así haría décadas que los
investigadores en nutrición más importantes del planeta habrían conseguido crear «EL régimen» perfectamente
sistematizado y eficaz al cien por cien!
Así pues, cambiemos un segundo nuestro punto de vista para descubrir que la delgadez no es solamente una
cuestión de sistema digestivo, de metabolismo alimenticio y de opciones nutricionales.
Fundamentalmente, el aumento de peso y por tanto su control, implican también a nuestro sistema nervioso,
nuestra mentalidad y nuestras emociones. Esto es lo que demuestra de manera irrefutable la investigación en
neurociencias, aplicada a la ingesta alimenticia (véase también).
He dedicado más de treinta años de mi vida profesional a la «salud plena» (en la cual incluyo el bienestar de
una delgadez duradera) y, más globalmente, a la «felicidad biológica humana» (un término menos técnico, pero
también menos limitado que «equilibrio metabólico»). He podido participar regularmente en numerosos programas
de investigaciones pluridisciplinares, en colaboración con colegas de diversas especialidades (endocrinólogos,
hematólogos, psicólogos, diabetólogos…) y en distintos países (Estados Unidos, Japón, Canadá, España, China…).
Esta trayectoria profesional me ha llevado a interesarme por todas las teorías científicas válidas en materia de
adelgazamiento. No he seguido esa vía con ideas preconcebidas (y menos aún fijas), sino con la mente abierta y una
curiosidad insaciable, esforzándome siempre por mantener el contacto directo con el «ser humano global»: cuerpo,
mente y emociones. ¡Así he llegado a la convicción de que el verdadero control de peso concierne a la totalidad de
su ser! A lo largo de mi trabajo y de mi experiencia clínica, he podido verificar que su búsqueda de la delgadez no
implica solamente la evolución de su silueta, la fuerza de su deseo o el poder de su voluntad.
En realidad, cada vez que usted se lleva un alimento a la boca, lo hace bajo la influencia de una cascada de
neurotransmisores1 que «se abren paso a codazos» a cada segundo, en los meandros de su cerebro. Ahora bien, esos
mismos neurotransmisores son también «esclavos dóciles» de sus pensamientos y sus emociones. Lo cual explica
por qué sus emociones mal gestionadas y sus pensamientos recurrentes (a menudo debidos al estrés y a diferentes
presiones inevitables que soporta en su vida) interfieren en su comportamiento alimenticio y su metabolismo,
haciendo fracasar la práctica totalidad de regímenes adelgazantes, desde los más clásicos a los más disparatados.
De pronto, adelgazar ya no es solo una cuestión de «régimen» eficaz, de «buen coach» o de «pastilla
milagrosa». ¡Ningún régimen para adelgazar puede dar resultados duraderos mientras la alimentación siga siendo
su principal preocupación!
Me gustaría que dedicara tiempo a releer la frase precedente y a comprender este concepto fundamental:
¡mucho antes de estar en su cuerpo, su sobrepeso está integrado en su cerebro endocrino (el que gestiona el equilibro
de sus neuronas) como estado normal, incluso óptimo! Su peso ideal está así mentalmente desfasado, o más
exactamente desviado. Mientras esta creencia (errónea sin duda) no se corrija, todos sus intentos de perder peso
seguirán condenados al fracaso. Para perder peso de forma duradera debe, en primer lugar, desprogramar estos
esquemas distorsionados de su cerebro, después reequilibrarlos y, finalmente, establecerlos como duraderos. Para
que su cuerpo se despoje de los kilos que ha acumulado, en primer lugar, debe recrear en su consciencia, más que en
su mente, un «espacio adelgazante» que luego será adoptado por todo su metabolismo.
Inmediatamente, todo el concepto de delgadez, eso que parecía hasta entonces muy complejo y muy
laborioso, se simplifica. Visto desde ese ángulo innovador, el aumento de peso se convierte en el «síntoma» banal de
un desequilibrio neuro metabólico global, y es así como hay que abordarlo.
Es ahí donde interviene la clave principal de las neurociencias aplicadas: «los cinco factores del ser vivo»
(presentados y explicados más detalladamente en el capítulo 1). Las últimas síntesis pluridisciplinares manifiestan
que todo aquello «vivo y humano» de nuestra tierra, desde la célula más pequeña al organismo más complejo,

1.respira,
2.se nutre,
3.elimina sus desechos,
4.piensa y
5.experimenta emociones.

Hay un punto esencial, que me dispongo a subrayar inmediatamente: ¡todos estos factores tienen la misma
importancia! Es por tanto sobre esos cinco niveles sobre los que habrá que actuar simultáneamente, para
reequilibrarlos. Eso es lo que al final conducirá a su cuerpo a despojarse naturalmente, sin sufrimiento ni carencia,
de la grasa excedente que se ha visto abocado a almacenar «por error» de programación metabólica. Todo sobrepeso
crónico está siempre ligado a un desequilibrio de estos «cinco factores del ser vivo». Esa es la regla de oro del
sobrepeso humano, descifrada en base a las neurociencias.
Nuestro metabolismo energético, digestivo y adipocitario (el almacenaje de grasas sucede en los adipocitos)2
interactúa de forma permanente con la manera como pensamos, vivimos nuestras emociones, respiramos, nos
nutrimos, y gestionamos nuestros desechos (toxinas, contaminantes…). ¡No tener en cuenta, cada día, cada uno de
estos factores, es conservar y anclar profundamente los desequilibrios que han facilitado acomodo al sobrepeso! ¡Y
eso conduce forzosamente al fracaso, sea cual sea su programa alimenticio, su disciplina, su voluntad e incluso la
fama de su coach adelgazante!
Puedo por tanto anunciar muy claramente esta regla número 1 neuro-adelgazante: la causa fundamental del
sobrepeso crónico no implica directamente nuestra alimentación, sino nuestra manera de nutrirnos; implicando esta
última a su vez a nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestra forma de respirar y de gestionar nuestros
desechos interiores.
Le propongo por tanto descubrir este programa neuro-adelgazante innovador, eficaz y práctico. ¡Gracias a él,
va a entrar de lleno en la medicina nutricional del tercer milenio! Va a descubrir que el control del peso ideal no
puede ser más que la consecuencia directa de un reequilibrio psico-neuro-metabólico global, y no un simple
objetivo de nutrición adelgazante.
Mi programa asocia cinco herramientas de salud metabólica complementarias que funcionan en sinergia, en
un proceso global de «psico-neuro-nutrición». La alimentación tiene un papel determinante, por supuesto, ya que es
imposible adelgazar sin modificar positivamente su forma de nutrirse. ¡Pero no es prioritario, ni mucho menos!
Otros gestos adelgazantes esenciales preceden y complementan el programa alimenticio. El adelgazamiento, y luego
el mantenimiento del peso ideal, se convierten así en las consecuencias lógicas de este reequilibrio metabólico
global (habiendo demostrado las neurociencias aplicadas que lo mental, las emociones y el cuerpo funcionan
siempre en conjunto, sin que sea posible disociar su actividad).
Este primer programa de adelgazamiento neurohormonal asocia a los descubrimientos más recientes en
materia de alimentación (índice glucémico, SLIM-dataTM1,3 equilibrio ácido-básico, crono-dietética…),
herramientas prácticas destinadas a equilibrar y seguidamente a modular, la producción de los neurotransmisores
cerebrales que participan directamente en el aumento de peso. En este libro, pues, aprenderá a gestionar su peso
actuando simultáneamente sobre sus «cinco factores del ser vivo».
Estas son las CINCO HERRAMIENTAS ADELGAZANTES que va a utilizar:

•1. Respirar bien a diario: un protocolo de respiración sistematizada y rítmica, para combatir el estrés y
reequilibrar la producción de determinados neurotransmisores cerebrales y hormonas responsables de las
«falsas hambres» y de los «desfallecimientos».
•2. Eliminar toxinas de su cuerpo: un programa para ayudar a regenerar sus órganos de digestión, de
asimilación y de eliminación, a fin de frenar la sobreacumulación de grasas y favorecer la eliminación de
kilos inútiles.
•3. Armonizar mentalmente su esquema corporal y remodelar las zonas que lo necesiten: un protocolo
de visualización mental, práctico e ilustrado, para influir en el metabolismo lipídico y la plasticidad grasa.
•4. Mejorar su gestión emocional: gracias a un ejercicio lúdico de «espectador en consciencia» de su día a
día; permite salir de los esquemas psicoemocionales negativos que se traducen en el plano corporal en
hambre irrefrenable y en una sobreacumulación global. Para ir más lejos (si fuera necesario) un «protocolo
de intenciones», basado en un trabajo de escritura simple y sistematizado, que permite derribar
determinados «muros adelgazantes» más profundamente enquistados.
•5. Y finalmente, modificar poco a poco su alimentación: una vez que haya preparado su cuerpo, su
cerebro y su sistema nervioso para reconocer, y luego aceptar serenamente, la necesidad de su peso ideal.

Llegados a este punto puedo enunciar la regla de oro neuro-adelgazante: todas las herramientas tienen la
misma importancia metabólica; es la sinergia de estas cinco herramientas adelgazantes la que dará resultados
duraderos (allí donde todos sus antiguos regímenes han fracasado) desarrollando efectos metabólicos óptimos de
almacenaje y de remodelación. Su adelgazamiento se convertirá de este modo en la manifestación infalible de su
bienestar biológico global.
Este libro le propone crear, paso a paso, este espacio adelgazante sólido y estable en el seno de su cerebro,
además de en su sistema nervioso y en su sistema digestivo. Su «delgadez-bienestar garantizada de por vida» está al
final de esta cadena beneficiosa.
¿Está preparado(a)? Pues en marcha hacia el apasionante país de las neurociencias y de lo que estas nos han
permitido descubrir y comprender sobre la delgadez. Yo le llevaré seguidamente a descubrir consejos prácticos y el
programa completo. Pero no nos precipitemos…Usted acaba de cambiar en pocas líneas todos sus «puntos de vista
sobre la delgadez»… ¡Hay que darle tiempo para «digerir» esta nueva visión!
1
NEUROCIENCIAS Y PÉRDIDA DE PESO
«Los kilos de más en tu cuerpo traducen
el peso del estrés excesivo en tu cerebro».
«Mens sana in corpore sano».
JUVENAL

¡Definitivamente, una mente sana necesita un cuerpo sano…, y la recíproca es igualmente importante! El ser
humano no es un individuo dividido en dos, en un lado su cuerpo (corpore) y en el otro su mente (mens),
funcionando cada uno por su lado de forma libre e independiente. Esta visión fragmentada del ser humano ha
prevalecido sin embargo en el mundo occidental durante muchos siglos. Al mismo tiempo, otras civilizaciones (en
China, en India, en Japón, en determinados países de África, del mundo árabe o de América del Sur…) consideraban
al ser humano como un todo, una entidad global nutrida por interacciones constantes entre sus dos vertientes: siendo
una (muy real), el cuerpo; la otra (más virtual) el universo de los pensamientos y de las emociones.
A mediados del siglo pasado, los avances de la psicología y de la neuro física tendieron un primer puente
entre el cuerpo y la mente a través de una disciplina nueva: la psicosomática. Este primer paso llevó a determinados
médicos (escasos todavía en esa época) a admitir que las enfermedades del cuerpo podrían provenir, en parte, de los
desequilibrios de la mente. Hoy en día, la ciencia confirma las intuiciones de los antiguos gracias a una disciplina
nueva: las neurociencias. La evolución pareja de los conocimientos neurobiológicos y de las técnicas de diagnóstico
por la imagen, han permitido a los investigadores del mundo entero objetivar los efectos de nuestros pensamientos y
de nuestras emociones sobre nuestro cuerpo, y, al mismo tiempo, el impacto de aquello que sucede en nuestro
organismo sobre lo que tiene lugar en nuestra preciosa caja craneal y nuestro sistema nervioso.
Más que una evolución, se trata de una verdadera revolución que nos permite tener otra visión de todos los
desequilibrios, pequeños y grandes, que perturban el buen funcionamiento de nuestro organismo. El sobrepeso no es
ajeno a ello. De lo cual se deriva una primera constatación fundamental de la que ya he hablado: ¡la acumulación de
kilos superfluos no está ligada únicamente a aquello que comemos! El fracaso permanente de los incontables
regímenes que ha surgido a lo largo de los últimos cincuenta años lo demuestra perfectamente. El exceso de peso no
es ya imputable únicamente a nuestros desórdenes emocionales. Es un individuo global quien aumenta de peso. Es
ese mismo individuo global a quien hay que tomar en consideración cuando se trata de perderlo. Este es todo el
propósito de este libro. Pero antes de presentarles con detalle las herramientas que le permitirán actuar de forma
coordinada en todos los frentes (cuerpo, mente y emociones) para conseguir una pérdida de peso duradera, le
propongo, brevemente, conocer de manera más amplia el sorprendente universo de las neurociencias, de sus
descubrimientos y de sus aplicaciones prácticas. Al estar más familiarizado con este nuevo espacio diagnóstico y
terapéutico, usted podrá comprender mejor, y por tanto aplicar mejor, cada una de las herramientas adelgazantes
siguientes.

DESCUBRIR LAS NEUROCIENCIAS


El término «neurociencias» apareció en la lengua inglesa a finales de la década de los sesenta, para designar la rama
de la neurología que se dedicaba al estudio del sistema nervioso desde un punto de vista «electrofisiológico». Es
decir: el estudio de las señales eléctricas en relación con las grandes funciones cerebrales, y cuyo
electroencefalograma (EEG) permite la traducción en forma de gráfico (las diversas ondas cerebrales). El término
fue seguidamente perpetuado gracias a los trabajos de dos premios Nobel: David Hubel y Torsten Wiesel.4
Hoy en día, las nuevas herramientas de diagnóstico por la imagen (IRM, PET-Scan, EEG cuantificado…)
cada vez más sofisticadas, permiten objetivar con precisión las diferentes zonas del cerebro activadas por nuestros
estados mentales y emocionales. Es asimismo posible observar con precisión los flujos de neurotransmisores5
poniendo de manifiesto los pensamientos y las emociones que «agitan» nuestro sistema nervioso central. Estos
neurotransmisores son sustancias (algunas segregadas por las células cerebrales, otras mayoritariamente producidas
fuera del cerebro) que aseguran el paso de las diferentes informaciones de una neurona a la otra, o de una neurona a
un órgano. Están presentes en mayor o menor cantidad en función de las situaciones a las cuales nos enfrentamos, y
de la forma en la que reaccionamos.
Midiendo su presencia y visualizando las regiones del cerebro concernidas, los investigadores pueden ver, en
tiempo real, de que forma funcionan nuestros dos hemisferios cerebrales cuando estamos en situación de reflexión,
de memorización, de estrés, cuando sentimos emociones positivas o negativas… Esta auténtica revolución científica,
este «milagro en marcha» es cada vez mejor comprendido, traducido y luego codificado, de forma que genera
soluciones terapéuticas cada vez más eficaces y, lo más fundamental en mi opinión, más y más humanas.
Actualmente, las neurociencias constituyen un «espacio científico» tecnológico y médico perteneciente al
ámbito de la investigación universitaria y hospitalaria. Si han estado fuertemente mediatizadas desde principios de
los años 2000, es porque han permitido describir, con el rigor ético necesario, los estrechos vínculos que unen el
cuerpo físico, los pensamientos y las emociones (especialmente mediante el sistema neuro hormonal). Así, las
neurociencias permiten tender un puente, científico y sistematizado, entre lo virtual de nuestros pensamientos y de
nuestras emociones, y nuestra realidad biológica, metabólica y digestiva.
Nuestros pensamientos y emociones participan muy estrechamente de eso que hace de nosotros seres
humanos. Ya era hora de que ocuparan una posición central en nuestro equilibrio global y nuestra salud. Las
neurociencias han permitido poner de manifiesto su impacto directo, y a veces prioritario, en numerosos ámbitos
(defensas inmunitarias, sistema hormonal, metabolismos degenerativos, alergias diversas…), como el aumento y la
pérdida de peso. Investigaciones más específicas han revelado asimismo el papel considerable y negativo del estrés
crónico en la producción de dos hormonas importantes: la insulina6 y la serotonina7 (lo retomaremos con detalle en
los capítulos siguientes). Las neurociencias aplicadas se derivan de estos descubrimientos. Su finalidad es
restablecer los equilibrios rotos, gracias a simples gestos cotidianos, a herramientas de salud y de adelgazamiento
cuyo impacto sobre la pérdida de peso ha quedado claramente demostrado, y cuya eficacia duradera está reconocida
hoy en día.

UNA AMPLIA RED DE PASARELAS


¡Las neurociencias como tales… no existen! Nadie puede ser «especialista en neurociencia». Las neurociencias son
un «espacio de diálogo». ¡Por eso hablamos de neurociencias (en plural) mientras que nos referimos a la cardiología,
la dermatología o la reumatología (en singular)! Este plural expresa la vocación pluridisciplinar de esta nueva vía de
investigación. Puesto que las neurociencias agrupan el conjunto de especialidades vinculadas con el funcionamiento
del sistema nervioso en su conjunto: el cerebro, la médula espinal, los nervios, los órganos de los sentidos y el
sistema nervioso autónomo (el que gestiona nuestras funciones vitales ajenas a nuestro pensamiento consciente:
respiración, digestión…). Así, pertenecen al ámbito de las neurociencias disciplinas como la neurología, la
neurofisiología, la neuro radiología, la psicobiología o la neuropsiquiatría. Otras especialidades, aunque parezcan
más alejadas, conservan de todos modos un vínculo de parentesco directo con estas investigaciones. Es el caso por
ejemplo de las ciencias cognitivas que agrupan, también, diversas disciplinas cuyo objetivo común es describir,
explicar y aclarar los mecanismos del pensamiento, de la inteligencia, del lenguaje, de las percepciones sensoriales,
de la memoria, de las emociones, e incluso, progresivamente, de la consciencia.
Todas están disciplinas se cruzan, se influyen, se complementan y se enriquecen mutuamente. De este modo
desde hace una veintena de años, han surgido pasarelas que permiten a los científicos comunicarse allí donde, en
otro tiempo, cada uno trabajaba su propio campo sin preocuparse de los descubrimientos de los demás. El cardiólogo
se ocupaba del corazón, el nefrólogo de los riñones, el dermatólogo de la piel, el psiquiatra de los trastornos
mentales… Gracias a las neurociencias y a lo que revelan sobre el funcionamiento global de nuestro organismo, es
posible hoy en día reunificar el «arte médico» en sus diferentes facetas, tanto en lo concerniente a la comprensión de
los trastornos como a su diagnóstico, a su pronóstico y a los medios susceptibles de ser utilizados para mejorar, e
incluso curar.
Estas neurociencias constituyen pues, en sí mismas, un nuevo espacio de diálogo científico y humano que
interpela a las diferentes especialidades médicas vinculadas con el cerebro y el sistema nervioso. Se puede decir que
todo el ámbito médico está implicado. Porque nada, en nuestro organismo, escapa completamente al control del
sistema neurocerebral. Todas nuestras funciones, todos nuestros metabolismos, todos nuestros órganos funcionan
bajo la dirección de nuestro equipamiento nervioso y cerebral. Este también es el caso, sin duda, de nuestro sistema
metabólico que controla el cien por cien de nuestros procesos de control del peso, a través de la combustión, la
acumulación y la pérdida de grasas en el interior de nuestros adipocitos.
LAS HERRAMIENTAS PRÁCTICAS DE LAS NEUROCIENCIAS APLICADAS
Esta nueva vía de investigación ya ha permitido ayudar y aliviar a un importante número de personas, médica,
social, y moralmente de forma simultánea. Si bien las sobre especializaciones médicas8 «fragmentan» al hombre en
unidades funcionales cada vez más y más pequeñas (hasta el punto de que, por debajo de un determinado nivel, ya
no tienen ningún vínculo directo con el ser humano), las neurociencias describen científicamente el esquema
coherente de un «hombre global», en el que el cuerpo, la mente y las emociones están en permanente interacción.
El filósofo griego Platón ya lo había formulado intuitivamente, cuando afirmó que la parte no puede
funcionar bien cuando el todo no funciona. Ese todo, es el ser vivo. En el tema que nos preocupa aquí (la delgadez),
se trata del «ser vivo humano»: un cuerpo, una mente y una moral indisociablemente unidos. Ahora lo
comprenderán: todos sus pensamientos y sus emociones dejan rastros biológicos perceptibles y cuantificables en el
interior de las neuronas (las células cerebrales) y de todos los tejidos orgánicos que estas ponen en movimiento.9 Los
investigadores demostraron en primer lugar el vínculo existente entre el sistema nervioso y el sistema inmunitario,
dando lugar a la neuro inmunología. Seguidamente, nuevos descubrimientos validaron el mismo vínculo estrecho
entre nuestro sistema nervioso y nuestras funciones hormonales y metabólicas.10 Finalmente, los descubrimientos
más recientes en síntesis pluridisciplinar han permitido desarrollar, después de sistematizar, programas dedicados al
control de nuestras ingestas alimenticias y a la forma cómo nuestro metabolismo gestiona la combustión, el
almacenaje y la pérdida de grasas. El espacio de las «neurociencias aplicadas» ha generado de este modo
herramientas prácticas que ponen en contacto nuestro sistema nervioso y nuestros sistemas de control de peso, a fin
de restablecer el equilibrio. Los anglosajones los han llamado HGT (Health Giving Tools, «Herramientas
Promotoras de Salud»).
Estas HGT naturales, fáciles de comprender y por tanto de integrar en su cotidianidad, desarrollarán día tras
día un espacio de equilibrio más y más amplio en el seno de su metabolismo adelgazante. El impacto positivo y
duradero de estas «herramientas promotoras de salud» ha sido claramente demostrado por numerosos estudios
clínicos, en diferentes universidades.

TODO EL ORGANISMO ESTÁ «BAJO CONTROL»


Usted quizás se dice: bien, pero eso no debe concernir la totalidad de nuestras funciones corporales. No se engañe.
El conjunto de nuestro cuerpo está definitivamente implicado. Veamos un ejemplo simple: el exceso de colesterol.
Hace unos años, la mayoría de los médicos generalistas se contentaban con prescribir un medicamento: una
molécula capaz de neutralizar la disfunción metabólica. Posteriormente han adoptado la costumbre de combinar su
receta con consejos alimenticios centrándose en las grasas y después los azúcares. Actualmente sabemos que el
metabolismo del colesterol sobrepasa de largo este marco nutricional y orgánico. El sistema nervioso participa en la
producción de colesterol actuando directamente sobre el hígado, y las situaciones de estrés la modifican
ampliamente (¡a veces puede pasar de simple a doble!). Resultado: frente a un paciente afectado de
hipercolesterolemia, las neurociencias nos enseñan que conviene promover prioritariamente11 consejos alimenticios,
pero también gestos cotidianos antiestrés (ejercicios respiratorios, sesiones de relajación, sofrología, formación en
autohipnosis…).
El ejemplo de la úlcera de estómago también es muy elocuente. Hace unas décadas se recomendaban
protectores gástricos, después, durante los años 1990, «inhibidores de protones» (IPP); medicamentos destinados a
disminuir la producción de sustancias ácidas en el estómago. Pero estos tratamientos no bastaban para calmar el
sufrimiento a veces intenso de los enfermos. En ocasiones se realizaba una intervención quirúrgica para eliminar la
parte de la pared estomacal afectada por la úlcera. Más adelante, se descubrió que había una bacteria implicada:
Helicobacter pylori. Entonces se empezaron a recetar curas antibióticas a los enfermos. Actualmente se sabe que
estas herramientas, por separado, son insuficientes. El estómago está muy inervado y las relaciones entre estómago,
sistema nervioso y cerebro se han demostrado claramente. La composición de nuestra sangre, nuestras enzimas
digestivas y nuestras bacterias intestinales se relaciona casi directamente con nuestras emociones y con el estrés que
soportamos. Para acabar con esta patología, es necesario por tanto combinar estos distintos enfoques. Además de los
medicamentos (antibióticos cuando hay presencia de bacterias; IPP cuando es necesario…), es conveniente
transmitir a los pacientes consejos alimenticios adaptados, y sobre todo proponerles sesiones de relajación y de
respiración para ayudarles a gestionar mejor su estrés de cara a limitar su impacto negativo directo sobre el
estómago: la hiperacidez.
Hasta un problema en apariencia tan física (e incluso mecánica) como la artrosis se beneficia, desde hace
poco, de este nuevo enfoque pluridisciplinar. La dietética juega un papel, ya que determinadas opciones alimenticias
permiten limitar la acidez del interior de nuestro cuerpo. Ahora bien, el exceso de acidez aumenta la inflamación
crónica responsable de los dolores articulares. Por otro lado, el estrés intensifica a la vez la acidez interna y la
percepción de los dolores. La acumulación de desechos metabólicos en las articulaciones intensifica los síntomas.
Un programa anti-artrosis completo sumará por tanto a los tratamientos localizados, consejos alimenticios, hábitos
detox , y prácticas procedentes de las neurociencias destinadas a limitar el estrés, a gestionar mejor los dolores y a
recuperar la armonía del esquema corporal global.
En todos los casos, es la asociación de estos distintos hábitos terapéuticos lo que permitirá conseguir un
resultado duradero; ese que ninguna de esas herramientas habría permitido lograr por sí sola. La hipercolesterolemia
concierne pues al cardiólogo, como la úlcera incumbe al gastroenterólogo y la artrosis al reumatólogo. Pero estos
tres trastornos implican también al nutricionista, y al psicoterapeuta o al relaxólogo (especializado en
entrenamientos autógenos).12 Esta constante se verifica en todas las situaciones que comprometen a nuestro
metabolismo corporal. Cada célula, cada tejido, cada órgano está implicado. Empezando por el sistema que
construye cada día nuestro cuerpo: el sistema digestivo. O más exactamente, el sistema neurodigestivo que gestiona
con mano de hierro la asimilación de los alimentos que ingerimos, controlando de este modo la acumulación y la
pérdida de grasa. Toda la regulación del peso depende de ello (ver las explicaciones en el capítulo siguiente). Este
sistema constituirá por tanto el objetivo prioritario de las herramientas adelgazantes de nuestro programa.

MUCHOS ÁMBITOS IMPLICADOS


Las interacciones entre los estados mentales y emocionales por un lado, y el sistema cardiovascular por otro, ocupan
el centro de numerosas investigaciones. Una de ellas demuestra claramente que el estrés psicosocial es un factor
agravante de las patologías cardíacas. Un estudio norteamericano,13 publicado por The Lancet,14 revela que más del
cuarenta por ciento del riesgo de infarto de miocardio es imputable al estrés y a los desórdenes psicoemocionales
que se derivan de este.
Otro estudio permitió observar a personas afectadas de coronariopatía (vasos cardíacos afectados) en una
situación de estrés mental leve: se les pide que hagan ejercicios aritméticos sencillos mientras se estudian las
variaciones del flujo sanguíneo en sus arterias coronarias. Resultado: este estrés mental, aunque breve y leve, basta
para conllevar un estrechamiento del vaso sanguíneo afectado por la enfermedad.15 ¡Con todas las consecuencias (y
el aumento del riesgo) que se pueden imaginar! Otros estudios permiten constatar que el riesgo de crisis cardíaca es
tanto más elevado cuantos más episodios de cólera o de frustración sufran las personas controladas. Todas estas
publicaciones científicas muestran hasta qué punto nuestro sistema cardiovascular está afectado por lo que pasa «en
nuestra cabeza». Las páginas siguientes le permitirán ver que el impacto diario de nuestros pensamientos, estrés y
emociones mal gestionadas constituye el «eslabón perdido» de todos los conceptos que atañen al control duradero
del peso.
Los conocimientos en materia de medicina están en constante progresión. Ya lo he señalado: en el siglo XVIII,
los médicos trataban intuitivamente de curar a un paciente «en su conjunto», porque sus limitadas herramientas de
investigación no les permitían una aproximación más elaborada. En el siglo XX, los avances técnicos permitieron
comprender mejor lo que pasaba en el cuerpo de los pacientes. Pero, por un efecto perverso, eso llevó a la medicina
a curar a un «hombre fragmentado» utilizando herramientas hiper especializadas. La neuro medicina del siglo XXI
reúne de nuevo los fragmentos de ese hombre atomizado por la hiper tecnicidad. Devuelve a ese hombre su
condición humana, su coherencia orgánica y su armonía celular, sin perder una sola parcela de los conocimientos
adquiridos anteriormente.
Ese es, el «milagro» de las neurociencias aplicadas a las diferentes especialidades médicas: liberan al médico
de los excesos (y a veces de la ceguera) de la hiper especialización y devuelven al paciente un papel central en la
prevención de la enfermedad y el mantenimiento de su salud. Este es uno de los puntos clave de la eficacia
terapéutica a largo plazo de las neurociencias aplicadas.
Esto me permite enunciar la tercera regla de oro de las neurociencias aplicadas: para una delgadez duradera,
el paciente16 debe convertirse en actor de su delgadez o de su curación.

INVESTIGACIONES MUY PROMETEDORAS


Se han realizado experimentos en numerosos ámbitos, desde la psico-neuro-medicina al vasto campo del dolor. ¡En
el centro hospitalario universitario de Lieja, Bélgica, la doctora Marie-Élisabeth Faymonville opera regularmente
pacientes, no bajo anestesia farmacológica intensa, sino bajo hipnosis! Varios miles de pacientes han sido tratados
así, y el recurso de la anestesia clásica durante la intervención solo ha sido necesario en menos de veinte casos.
¿Cómo es posible eso? La observación, en tiempo real, del cerebro de pacientes operados con hipnosis muestra una
activación, o al contrario una inhibición, de determinadas zonas cerebrales implicadas en la percepción del dolor, a
nivel a la vez sensorial y emocional. El simple hecho de cambiar el estado de consciencia y de modificar la
focalización de sus pensamientos (por tanto, modificar la actividad del cerebro) permite de este modo transformar
los mensajes de la sensación dolorosa, hasta el punto de hacerla desaparecer totalmente.
El impacto de nuestros pensamientos, imágenes y esquemas mentales se manifiesta a veces de manera
extremadamente precisa y palpable. En la Clinic Foundation de Cleveland, Ohio, el doctor Guang Yue sometió a
veinticuatro personas a una experiencia asombrosa que duró tres meses, a razón de quince minutos, cinco veces por
semana.17 A las personas se las invitaba a «imaginar» que contraían el músculo abductor de su aurícula. Otra
muestra de participantes no recibía las indicaciones para el ejercicio mental, pero era colocada en las mismas
condiciones (entorno, postura, respiración…). Se observaba el cerebro de todos las personas en tiempo real.
Resultado: las personas que realizaban el ejercicio de imaginación vieron aumentar un treinta y cinco por ciento su
fuerza muscular en el dedo meñique. La observación de su cerebro permitió constatar que el músculo en cuestión
recibía una señal que comprometía todas las zonas habitualmente implicadas en el movimiento: el córtex prefrontal
utilizado por la idea del gesto, después el córtex premotor movilizado por la intención, y finalmente el córtex motor
implicado en su realización. ¡Y esto sin que ellos movieran… el dedo meñique!

LA «MEDITACIÓN MÉDICA»: UN NUEVO ESPACIO TERAPÉUTICO


Nuestros pensamientos y nuestras emociones pueden así, según su contenido (intensidad, persistencia…) perturbar
nuestro buen funcionamiento corporal o, al contrario, favorecerlo. Quedaba por saber cuáles son los pensamientos y
las emociones favorables tanto para nuestra mente como para nuestro cuerpo. Desde hace unos años, la meditación
«de consciencia plena» ha ganado numerosos adeptos en el mundo occidental después de haber sido ampliamente
aceptada en el ámbito médico anglosajón. Hasta el punto de que más de doscientos hospitales la han integrado en
todos sus protocolos terapéuticos. Este modelo fue puesto a punto y popularizado por un investigador
norteamericano, Jon Kabat-Zinn, que se inspiró en determinadas prácticas orientales ancestrales. Las despojó de
todo «folklore» y sistematizó científicamente los principales gestos de cara a organizar una técnica simple y
accesible para todos. Consiste, esquemáticamente, en focalizar su atención en el momento presente concentrándose
en sus percepciones corporales (y prioritariamente en su respiración pautada) para relajar las corrientes de
pensamientos y hacer que baje el nivel de tensión interior. Las bases son fáciles de aprender. Luego basta con
practicarlo regularmente, durante periodos de tiempo bastante cortos (quince minutos aproximadamente)
compatibles con nuestra vida.
«Los términos «meditación» y «medicina» tienen la misma raíz indoeuropea»,18 subraya Jon Kabat-Zinn.
¿Existiría un vínculo inmemorial entre esas dos disciplinas? El caso es que los efectos de esta técnica de «reducción
del estrés» han sido objeto de numerosas investigaciones en neurofisiología y en psicobiología médicas. Así, ha
quedado demostrado que la práctica regular de esta meditación-respiración influye en nuestro cuerpo de múltiples
maneras. La reducción del estrés que conlleva mejora el funcionamiento cardiovascular, regula favorablemente el
metabolismo, disminuye el dolor… Incluso parece que contrarresta la aceleración del envejecimiento celular
frenando el efecto nocivo del estrés en los telómeros.19 Este último término designa segmentos del ADN, situados
en los extremos de los cromosomas. Los telómeros están involucrados en la división celular y en la reparación de las
anomalías genéticas. También contrarrestan todos los procesos de envejecimiento. El estrés favorece una
disminución de estos telómeros, lo cual provoca una aceleración del envejecimiento celular. La práctica regular de la
meditación de consciencia plena ralentiza por el contrario su disminución, protegiendo así a las células con mayor
eficacia que cualquier medicamento antienvejecimiento.
Veamos otro ejemplo significativo: un equipo de investigadores de la universidad de Oxford, en Gran
Bretaña, analizó los resultados de nueve estudios dedicados al impacto de la meditación de consciencia plena sobre
la depresión, comparándolo con los tratamientos tradicionales (incluidos los medicamentos químicos
antidepresivos).20 ¡La mejora de los pacientes se demostró tan importante como con los otros tratamientos, y sobre
todo mucho más duradera, ya que el riesgo de recaída disminuyó en más de un treinta por ciento, y los efectos
secundarios en más de un cien por cien!
De este modo, la evolución tecnológica de las neurociencias ha permitido que sea observable y palpable esta
idea ampliamente difundida por las medicinas tradicionales en todas partes del mundo: es imposible separar,
escindir, las interacciones entre el cuerpo y la mente. Y eso, tanto en relación con las manifestaciones sintomáticas
de las enfermedades como con su tratamiento. La meditación de consciencia plena no es más que una herramienta
entre otras. Lo esencial es conseguir relajar el sistema nervioso para reducir el impacto del exceso de estrés, y para
regular los flujos emocionales, a fin de reprogramar los elementos neuro orgánicos capaces de perturbar nuestra vida
tanto psíquica como corporal.

UNA AVENTURA HUMANA FUERA DE LO COMÚN


Antes de volver al tema central que nos preocupa a todos y todas aquí, la pérdida duradera de peso, querría contarle
una historia muy sorprendente, casi increíble, pero que convertirá en realmente viva y humana esta presentación de
las neurociencias aplicadas. Phakyab Rinpoché es un monje tibetano formado junto a los más grandes sabios, y cerca
del Dalai Lama.21 Pasó varios meses en las cárceles chinas donde sufrió, como muchos otros antes que él, torturas
inimaginables. Tras conseguir salir milagrosamente del Tíbet y llegar al norte de la India, fue enviado a Estados
Unidos para organizar cursos y difundir la enseñanza de la cultura tibetana. Pero cuando logró llegar a tierras
norteamericanas, su estado de salud era muy inquietante. Fue por tanto hospitalizado inmediatamente en Nueva
York, en una unidad especial dedicada a personas que habían sido torturadas. Los médicos le diagnosticaron una
tuberculosis ósea que había afectado la columna vertebral22 y un principio de gangrena en el pie derecho, cuyos
huesos en su mayoría habían sido triturados por las torturas. Después de haber intentado diversos tratamientos
antibióticos sin resultado, llegó el mazazo: todos los médicos estaban de acuerdo en recomendarle la amputación de
la pierna por debajo de la rodilla y la colocación permanente y definitiva de un corsé.
El monje dudó durante mucho tiempo. Los médicos insistían, advirtiéndole de que el mal solo podía
empeorar y que, si esperaba demasiado, habría que amputar a la altura de la cadera. Sin embargo, una vocecita
interior le decía que no aceptara. Entonces pidió opinión al Dalai lama, que le contestó simplemente: «¿Por qué
buscas la curación fuera de ti? Posees en ti la sabiduría que cura y, una vez curado, enseñarás al mundo cómo
curar». Phakyab Rinpoché abandonó el hospital, suspendió los tratamientos y organizó su propio programa de
meditación basado en los conocimientos que había acumulado durante su formación en la India y en el Tíbet.
Durante meses, meditó largamente cada día, siguiendo protocolos muy antiguos y de una gran precisión reservados a
los iniciados. Su estado mejoró muy gradualmente. Su gangrena y su tuberculosis remitieron. La articulación de su
tobillo, totalmente destruida por la necrosis celular, empezó enseguida a «brotar», lo cual es increíble desde el punto
de vista de la medicina occidental. Hoy en día, el monje está totalmente curado y lleva una vida normal. Si bien la
reconstrucción de su tobillo no ha generado una articulación idéntica a la original, puede andar como todo el mundo.
Esta extraordinaria historia no tiene nada de cuento. Los médicos hospitalarios norteamericanos entregaron
informes regulares que certificaban y documentos médicos que apoyaban (radiografías y exámenes biológicos) la
increíble curación de Phakyab Rinpoché. Es verdad que todo el mundo no puede esperar ese tipo de resultados. ¡Y
yo no le propondré que se convierta en un monje tibetano para perder los kilos que le sobran! Pero este caso
demuestra hasta qué punto nuestro cerebro (vía nuestros estados mentales y emocionales) es capaz de actuar
poderosamente sobre nuestro cuerpo, transformarlo y regenerarlo.

LOS CINCO FACTORES QUE RIGEN LA VIDA Y… ¡LA PÉRDIDA DE PESO!


Hasta la fecha las neurociencias han demostrado claramente las constantes interacciones entre nuestro
funcionamiento biológico, nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro. Y eso en todos los ámbitos de nuestro
metabolismo, incluido el aumento y la pérdida de peso. Esta constatación lleva a enunciar la «regla fundamental de
la delgadez», esa que guiará todo este libro y a establecer la base de eficacia de su programa de pérdida de peso:
usted solo puede adelgazar de forma duradera y respetando su salud si colabora con «el espacio metabólico» de su
cerebro, a fin de que este pueda aceptar (a nivel neurobiológico) su pérdida de peso y posteriormente decidir ponerla
en práctica.
Repito: todos los regímenes (desde los más serios a los más descabellados, y desgraciadamente, a los más
peligrosos) que quieren imponer la delgadez a su organismo antes de haberla «inscrito» en el espacio de delgadez
asignado en el cerebro están destinados al fracaso. Y lo que es peor: imponen a su cuerpo y a su mente un «sobre
estrés» de vigilancia permanente, de frustración, además de culpabilidad y de duda cuando usted se «rinde». Este
círculo infernal puede incluso generar, a corto y medio plazo, un estado de fatiga crónica física y psíquica, llegando
a veces a la subdepresión (depresión leve). ¡Comprenderá que el reto es importante! Sobrepasa ampliamente su
deseo de adelgazar. Concierne a su calidad de vida en todo su conjunto.
Recuerde: todo sucede como si un determinado esquema corporal y ponderal estuviera «inscrito» en su
cerebro, como si el «peso ideal» registrado fuera erróneo. Para perder peso de manera eficaz y duradera, primero hay
que «desprogramar» este esquema y reequilibrarlo. Y esto solo se puede hacer si usted actúa, simultáneamente,
sobre diversos factores de su ámbito gracias a herramientas de adelgazamiento útiles perfectamente adaptadas,
escogidas en función de su eficacia y sobre todo de su sinergia. Como decía el filósofo griego Aristóteles: «El todo
es más que la suma de las partes».23 Una forma de aludir al efecto sinérgico mucho antes de que esta idea tuviera un
nombre oficial.
¿De qué herramientas de salud cotidianas se trata? Para entenderlo, hay que volver a esta noción esencial de
las neurociencias aplicadas, mencionada ya al principio de este libro. Recuerden los «cinco factores del ser vivo»:
todo lo que está vivo y es humano en esta tierra, hasta la más pequeña de las células,

1.se nutre,
2.respira,
3.elimina sus desechos y se protege,
4.piensa y
5.experimenta emociones.

Esta «carta de las neurociencias aplicadas» fue desarrollada por mi grupo de colaboradores (Estados Unidos,
Japón, España, Francia). Juntos establecimos que cada célula se alimenta ingiriendo los nutrientes acarreados por la
sangre y proporcionados por la alimentación. Ella respira absorbiendo el oxígeno que le es aportado por la misma
vía. Seguidamente se desprende de sus desechos (gas carbónico, residuos metabólicos…) Hasta ahí, todo muy
comprensible. A estas tres dimensiones, conviene sin embargo añadir otras dos, fundamentales. Las células dialogan
sin cesar entre ellas a través de intercambios nerviosos y hormonales (es el equivalente al pensamiento). En
resumen, reciben el impacto de nuestras emociones, las cuales les influyen por medio de una red muy abundante de
conexiones y de comunicación entre los grupos de neuronas (véanse las explicaciones en el capítulo 2).

byYako1976identi.io
Estos cinco factores esenciales se hallan en todos los niveles de nuestra organización corporal, de los más
simples a los más complejos. Cuando un desequilibrio se instala (por ejemplo, el aumento de peso), afecta
enormemente a la armonía de estos cinco factores. Para acabar con ello (y perder los kilos superfluos de forma
duradera), será necesario por tanto actuar simultáneamente a todos esos niveles, vía la alimentación naturalmente,
pero también la respiración, la eliminación de toxinas, el control de los pensamientos ligados al estrés y la gestión de
las emociones perturbadoras. Es este conjunto de actos reflejos saludables lo que permitirá restablecer el equilibrio
de delgadez roto, ya que todo sobrepeso crónico y duradero está siempre ligado a un desequilibrio más o menos
profundo, más o menos antiguo y más o menos enraizado de los «cinco factores del ser vivo».

UN NUEVO ENFOQUE DE LA NUTRICIÓN


El programa que yo le propongo asocia pues cinco herramientas para la delgadez complementarias y sinérgicas,
dentro de un marco global de psico-neuro-nutrición. La alimentación tiene su papel, sin duda, porque es imposible
adelgazar sin reequilibrar al mismo tiempo la manera de nutrirse (los consejos alimenticios van en primer lugar
dirigidos a una alimentación saludable, y no a un régimen restrictivo fuente de frustración y de sobre estrés). ¡Pero el
programa no se limita a eso, ni mucho menos! Pequeños ejercicios de respiración, de eliminación de toxinas, de
relajación antiestrés, de reprogramación del esquema corporal y de gestión de las turbulencias psíquicas, preceden y
complementan el programa alimenticio. Dado que antes de pensar en comer mejor, primero, necesariamente, hay
que «preparar el cerebro» para la pérdida de peso. De lo contrario todos los esfuerzos alimenticios estarán abocados
al fracaso.
Ha llegado la hora de entrar en el detalle y en la práctica de este nuevo enfoque del sobrepeso y de la
delgadez: la psico-neuro-nutrición al servicio de su nueva silueta, pero también de su nuevo bienestar y de su nueva
vitalidad.

LO QUE HAY QUE RECORDAR

•Es un individuo global (cuerpo, pensamientos y emociones) quien aumenta de peso. Es este mismo individuo global el que hay que
tener en cuenta cuando se quiere adelgazar.
•Las neurociencias se sitúan en la confluencia de numerosas especialidades médicas, que se aúnan en un enfoque global de la
salud.
•Utilizan herramientas de observación muy sofisticadas para visualizar in situ y en tiempo real, el funcionamiento del cerebro y del
sistema nervioso, sobre todo en las situaciones de estrés y de tensión psicológica.
•Han permitido comprender mejor los vínculos cuerpo/mente, y elaborar herramientas prácticas capaces de mejorar el bienestar
psíquico y psicoemocional. La delgadez forma parte de ello.
•Las neurociencias aplicadas invitan a cada uno a convertirse de lleno en «actor de su curación». Y, por tanto, de su salud y de su
pérdida de peso.
•Todo ser vivo y humano, desde la más pequeña célula al organismo más complejo, respira, se nutre, evacúa sus desechos, piensa y
experimenta emociones. Estos son los «cinco factores del ser vivo».
•El aumento de peso implica un desequilibrio de estos cinco factores complementarios y sinérgicos. Para perder kilos superfluos, hay
que actuar sobre estos cinco niveles al mismo tiempo.
•Este nuevo método «neuro-adelgazante» propone cinco herramientas prácticas, que permiten reequilibrar estos cinco factores.
•La alimentación forma parte de ello, pero no constituye más que una quinta parte del enfoque. Recupera un lugar más justo en el
dispositivo de pérdida de peso.
•Las tres reglas de oro de las neurociencias aplicadas a la pérdida de peso: primero, el sobrepeso crónico no concierne directamente
a los desequilibrios de nuestra alimentación, sino a los de nuestras neurohormonas. Segundo, es la sinergia de estas cinco
herramientas adelgazantes lo que dará resultado, allí donde la alimentación sola fracasa desde hace décadas. Finalmente, para
conseguir una delgadez duradera, cada uno debe convertirse de lleno en «actor de su adelgazamiento».
2
PSICO-NEURO-NUTRICIÓN:
LA CLAVE DE UNA DELGADEZ
SALUDABLE DURADERA
«Cuando una emoción es demasiado pesada de digerir, la mente busca la ayuda del cuerpo: ¡esto se llama kilos de más!».
«El sobrepeso no es la consecuencia de un consumo excesivo de alimentos. Este consumo excesivo de alimentos es la consecuencia de la verdadera
causa del sobrepeso: el desequilibrio psico-neuro-metabólico».

Todos aquellos (y aquellas) que han intentado ya perder peso —y son muy numerosos, lo sé— saben hasta qué
punto puede resultar difícil, frustrante, estresante, agotador, física y a menudo moralmente. Hay que hacer esfuerzos
constantes, pasar momentos de depresión y de desánimo que en muchos casos llevan a «rendirse» y saltarse las
estrictas normas que uno se ha impuesto. De ello se deriva con frecuencia una culpabilidad que no arregla en
absoluto las cosas. Uno se fustiga. Se recrimina su falta de voluntad. Trata de recuperar otra vez la motivación y
renueva sus esfuerzos. Oscila así durante un tiempo más o menos largo, a menudo en un estado de estrés latente en
el que se instalan tanto los esfuerzos y las privaciones como las carencias nutricionales: alimentación demasiado
escasa en los regímenes hipocalóricos, falta de fibra y de micronutrientes en los regímenes hiperproteicos, etc.
Y en el momento en el que se consigue por fin el peso deseado (si es que se consigue), ¡plof! Todo se hunde.
Porque los kilos vuelven de forma subrepticia, insidiosa, a veces incluso hasta superar la cantidad que se había
perdido. Es el famoso efecto yoyó, sobre el que ya se ha escrito mucho sin que los nutricionistas hayan conseguido
nunca un consenso, ni siquiera un principio de solución. Es que, hasta la fecha, los programas adelgazantes se
centraban únicamente en la alimentación. Un «precepto delgadez» se impuso desde mediados del siglo XX, hasta el
punto de convertirse en una norma ineludible para todos los programas de pérdida de peso:

•Comer demasiado sin moverse = acumulación de peso.


•Comer menos y hacer deporte = pérdida de peso.

Estas dos ecuaciones simplistas (matemáticamente correctas, pero psico-neuro-biológicamente erróneas) han
puesto de manifiesto sus límites. Todos los «regímenes» han dado pruebas claras de su ineficacia a largo plazo. Hoy
sabemos, gracias a las neurociencias, que la realidad es mucho más compleja e implica la intervención de otros
factores desatendidos durante mucho tiempo, e incluso olvidados. Lo repito: es un ser completo quien acumula peso.
Para perder estos kilos superfluos, habrá que tener en cuenta todas las dimensiones de su personalidad neuro-psico-
metabólica. Por eso le propongo hoy un programa que, no solo no está totalmente centrado en la alimentación, sino
que incluso la coloca en segundo plano. Y, sin embargo, este programa es extremadamente eficaz. Responde a todos
los «bloqueos del adelgazamiento», a todas las «desesperaciones del adelgazamiento» e, incluso, a la «maldita
celulitis».24
Se acabaron las frustraciones, las pulsiones, las «rendiciones», el desánimo, la culpabilidad… Recuerde los
cinco factores del ser vivo: sus células se nutren, respiran, eliminan sus desechos, «piensan», y «experimentan
emociones». Empezará por reequilibrar los factores no alimenticios, sin preocuparse de su forma de comer. Luego
únicamente, cuando haya reprogramado su cerebro, integrará en su cotidianidad algunos consejos nutricionales
sencillos. Y su organismo reaccionará por igual a este ligero ajuste alimenticio, beneficioso para su salud antes
incluso de serlo para su silueta. Pero no vayamos tan rápido…

EL LABORIOSO CAMINO DE UN DESCUBRIMIENTO


Fue durante mi primera estancia en Estados Unidos en la década de 1980, cuando descubrí el territorio vasto y
prometedor de las neurociencias aplicadas. Sobre todo, a través de una primera constatación revolucionaria para la
época: la manera de comer y cómo el cuerpo utiliza los alimentos está estrechamente ligada a nuestro sistema
nervioso. No se puede disociar la nutrición de la neurobiología. Lo cual condujo a algunos investigadores a
establecer las bases de la neuro nutrición.
Todo ello empezó con el (re) descubrimiento de un «segundo cerebro» en nuestro tubo digestivo. Después
del cerebro encefálico (alojado en nuestra cavidad craneal), es en el tubo digestivo donde se sitúa la mayor
concentración de neuronas, parecidas desde todo punto de vista a las que forman nuestro «cerebro de arriba».
Nuestras paredes digestivas (sobre todo intestinales) contienen aproximadamente doscientos millones de neuronas
(¡algunos investigadores hablan de una cifra cercana a los quinientos millones!). Esto es, cinco veces más que
nuestro corazón, que posee, también, su «pequeño cerebro». Tanto como en la cavidad craneal de un animal
doméstico pequeño, perro o gato.
Estas neuronas contribuyen a la secreción de las enzimas digestivas y a la modulación del apetito, ya que
producen neurohormonas que intervienen en el dispositivo de la saciedad: son ellas las que le dicen a nuestro
cerebro que hemos comido suficiente para cubrir nuestras necesidades energéticas. Estas células nerviosas
intervienen también en el desarrollo de la digestión (un proceso muy complejo). También están implicadas en la
asimilación de los nutrientes que el cuerpo ha extraído de los alimentos ingeridos. No es por tanto sorprendente que
el estrés, la tensión nerviosa, la ansiedad y las emociones perturbadoras tengan un impacto directo y muy importante
en el apetito, la digestión y la asimilación de los alimentos (acumulación y pérdida). Y por eso mismo, en todos los
mecanismos de aumento y pérdida de peso.

UNA NUEVA VISIÓN DE NUESTRAS HORMONAS


Este descubrimiento también puso en evidencia el papel central de una sustancia esencial de nuestro dispositivo
nutricional: la insulina. Desde hace mucho tiempo sabemos que esta hormona, producida por el páncreas, es ante
todo la encargada de mantener nuestro nivel de azúcar sanguíneo en una horquilla estable. Este primer punto merece
ya algunos comentarios.
Muchos alimentos contienen glúcidos, tengan o no sabor azucarado: frutas, verduras, cereales, legumbres,
dulces, pasteles… Durante la digestión, estos glúcidos son «quebrados» y transformados para quedar reducidos a
unidades más simples: moléculas de glucosa. Estas pasan seguidamente a la sangre, que las conduce hasta las células
y constituyen su principal carburante. Las células se sirven de eso, y después el excedente (si hay excedente) se
encamina hacia el hígado que almacenará una parte en forma de reserva rápidamente disponible: el glicógeno. Y si
todavía hay, la insulina continua su trabajo estimulando el hígado para que transforme estos azúcares en moléculas
más fáciles de transportar: los triglicéridos (grasas circulantes). Seguidamente, favorece su almacenaje en nuestras
células grasas (los adipocitos).
Es más: la insulina es capaz de «forzar» este almacenaje incluso cuando las células grasas ya están llenas.
Los investigadores hablan de «exceso adipocitario». En resumen, tendrá tendencia a oponerse a la pérdida de grasas,
incluso cuando al organismo le falte energía y tenga necesidad de recurrir a sus reservas. Esta es una de las claves
del primer «obstáculo ante la delgadez» que se tratará de saltar. Además, ella está en el origen de las «falsas
hambres»: cuando la insulina hace bajar el nivel de azúcar en la sangre, generalmente lo hace «un poco demasiado»,
sobre todo si los picoteos intempestivos se repiten. Se produce una «hipoglucemia reactiva»: el cuerpo envía un
mensaje notificándole el orden de comer otra vez para compensar esta falta de azúcar aparente (es el mecanismo de
las «falsas hambres» que volveremos a ver más adelante).
Esta es la razón por la que la insulina es calificada a menudo como «directora de orquesta de los azúcares y
de las grasas». Se trata de una hormona triplemente anabólica:25 hace penetrar la glucosa en las células, favorece el
almacenaje de triglicéridos en los adipocitos, y frena su pérdida. Esta hormona esencial para nuestra supervivencia
está por tanto enormemente implicada en el aumento y la pérdida de peso.
Los investigadores en nutrición y endocrinología conocen desde hace mucho tiempo este papel fundamental
de la insulina. Lo que las neurociencias han permitido actualizar es que nuestras neurohormonas influyen
directamente sobre esta insulina. El estrés, los pensamientos obsesivos, la tensión nerviosa, las emociones mal
gestionadas modulan (y, por eso mismo, pueden perturbar) el impacto de la insulina sobre el organismo vía nuestras
secreciones cerebrales. Por el contrario, la insulina ha demostrado tener un papel moderador entre dos parejas de
neurohormonas esenciales para el equilibrio psicoemocional: por un lado, las de la relajación, del buen ánimo y de la
vida en sociedad (serotonina y dopamina); por otro las del estrés, de la tensión nerviosa y del malestar (adrenalina y
cortisol). Una vez más, la dimensión biológica pura (la gestión de los azúcares y de las grasas) confluye con la
dimensión psicoemocional (la estabilidad de nuestro humor).
Este ir y venir permanente entre lo que pasa en nuestra cabeza y lo que se desarrolla en nuestro cuerpo
(particularmente en nuestro sistema digestivo) juega un papel clave en el aumento y la pérdida de peso. Por eso,
desde hace décadas, los programas de adelgazamiento serios integran cada vez más a menudo ejercicios de gestión
del estrés. Es un primer paso, ya que resulta muy difícil llevar a buen término un régimen, o incluso adoptar un
programa de higiene alimentaria, sin trabajar sobre el propio estrés. Pero eso no bastaba para una delgadez duradera
y respetuosa con su salud. Ahora descubrirá por qué.

DE LA NEURO-NUTRICIÓN A LA PSICO-NEURO-NUTRICIÓN
Estas primeras tomas de consciencia científicas permitieron pasar de la nutrición a la neuro-nutrición. Pero los
investigadores de las neurociencias no se detuvieron ahí. Diversos equipos hospitalarios reunidos en departamentos
(neurobiólogos, neuro psicólogos, psiquiatras, endocrinólogos…), llevados por una motivación común, siguieron
profundizando en su interés por un terreno hasta ese momento totalmente virtual y que parecía demasiado subjetivo
para ser científico: el de los pensamientos y las emociones.
Recuerde: gracias a las herramientas de investigación de las neurociencias, fue posible «visualizarlas» en
directo, observar las distintas zonas del cerebro implicadas en los procesos de pensamiento, las reacciones
emocionales o los ataques de ansiedad…; gracias a los análisis cuantitativos de los flujos de neurohormonas y al
diagnóstico por la imagen, hoy en día podemos «trazar» la forma en que nuestros estados mentales y emocionales se
inscriben en nuestro cerebro, antes de aparecer en la realidad de nuestro cuerpo (recuerde el ejemplo de las úlceras
gástricas o de las enfermedades cardíacas). Pensamientos y emociones no son más que fenómenos que atañen
exclusivamente a lo íntimo. Se han convertido en observables lo mismo que su impacto sobre nuestros equilibrios
corporales, empezando por el peso.
Es así como hemos pasado progresivamente de la neuro-nutrición a la psico-neuro-nutrición, siguiendo el
camino trazado por la «carta de las neurociencias» que identifica los cinco factores del ser vivo (que a estas alturas
ya le resultan familiares).

Estos cincos factores son indisociables. O mejor, deberían serlo, porque cuando olvidamos algunos, los otros
pierden gran parte de su coordinación biológica. Imagine un puente que reposa sobre cinco pilares. Si uno de ellos se
derrumba, el puente sigue aguantando. Pero cada vez que un vehículo se adentra en él, la presión que se ejerce se
desequilibra y lo debilita poco a poco. Si hay dos pilares afectados, el puente se vuelve claramente inestable. Y si
faltan tres, el puente se derrumba. Y los mismo pasa con estos cinco polos. La respiración, la nutrición, la
eliminación de los desechos, la gestión de los pensamientos y el control de las emociones son igualmente
importantes para nuestra salud y, por tanto, para el equilibrio de nuestro peso. Conclusión: para perder los kilos
superfluos, hay que actuar simultáneamente sobre esos cinco factores de cara a restablecer el equilibrio cuya ruptura
ha provocado el aumento de peso. Esto es la psico-neuro-nutrición: un método que devuelve a la alimentación a su
lugar apropiado en los procesos alternos de aumento y pérdida de peso.

PENSAMIENTOS Y EMOCIONES «CELULARES»


Cuando se dice que una célula se nutre, respira y elimina sus desechos, a nadie le cuesta imaginar lo que eso
representa. Es verdad que no tiene boca para ingerir los alimentos, ni nariz para absorber el aire, pero podemos
imaginar fácilmente cómo funciona eso. Nuestras células están inmersas en un entorno llamado «líquido
intersticial». Es allí donde obtienen los nutrientes que han sido enviados por la sangre (azúcar, pero también ácidos
grasos, aminoácidos, vitaminas, oligoelementos…). Este líquido conduce también el oxígeno obtenido por la
respiración, así como sustancias indispensables para la vida celular. El líquido intersticial es una especie de
supermercado donde las células hacen sus compras.
El metabolismo celular genera numerosos desechos: gas carbónico, urea, ácido úrico… que son asimismo
esparcidos por las células en el líquido intersticial. Seguidamente son eliminados ya sea por el sistema sanguíneo, o
por la linfa, un líquido que circula por canales específicos, paralelos al sistema sanguíneo. La linfa circula de abajo
arriba del cuerpo. Cuando llega a la altura de la clavícula, se esparce por la sangre. Seguidamente, los desechos son
transportados por vía sanguínea hacia el hígado que transforma lo que puede. El resto es conducido hasta los riñones
que lo eliminan con la orina. Esta presentación, muy esquemática, permite entender de manera simple cómo nuestras
células se nutren, respiran y eliminan sus desechos, siempre con la colaboración del sistema cardiovascular. Estas
funciones implican directamente el modo en que nos alimentamos, respiramos y también cuidamos de nuestros
órganos de eliminación.
Sin embargo, cuando abordamos la idea según la cual una célula podría «pensar y experimentar emociones»,
la realidad parece más confusa. ¿Cómo una simple célula conseguiría elaborar pensamientos, sentir tristeza o ira?
Para entenderlo, hay que cambiar nuestro punto de vista. Una célula está efectivamente desprovista de cerebro, de
órganos sensoriales, de aptitud para el lenguaje o de memoria emocional, pero está estrechamente conectada con las
células que la rodean, intercambia con ellas mensajes incesantes y modula su actividad en función de estas
informaciones.
Cada una de los cien mil millones de células que constituyen un cuerpo humano está conectada al sistema
neuro cerebral, ya sea directamente por una conexión nerviosa o, indirectamente, a través de la actuación de los
mensajes hormonales. Estos circulan por el sistema sanguíneo, al cual están conectadas todas las células ya que ese
es el líquido vital que les proporciona el oxígeno y los nutrientes que necesitan para vivir. Ellas reciben pues,
inevitablemente, los mensajes de las hormonas producidos por orden del cerebro y del sistema nervioso. Y las
moléculas de esas hormonas constituyen un verdadero alfabeto, que da vida a un lenguaje biológico que las células
comprenden y que modula un número impresionante de estos mensajes. Las células responden ajustando su
funcionamiento a las órdenes que reciben.
Así, todas las células se comunican entre sí y están en contacto con el cerebro. El conjunto forma una especie
de «discusión molecular» que permite a nuestra arquitectura celular comunicarse permanentemente (el pensamiento)
y modular sus innumerables interrelaciones (las emociones). Por otra parte, actualmente se habla cada vez más de
«perfil hormonal» y también de «personalidad inmunitaria».
EL IMPACTO DEL ESTRÉS EN EL METABOLISMO
En el origen de nuestros trastornos nerviosos y psicoemocionales siempre hay un factor del que se habla mucho, a
menudo sin saber lo que el término define: el estrés. ¡Seamos claros, el estrés no es un enemigo total! A menos que
sea demasiado brutal, intenso y frecuente. Gracias a él actuamos, nos inventamos, creamos… Mientras nuestro nivel
de estrés permanezca dentro de los límites de lo razonable, nos incita a manifestar nuestras cualidades y a veces a
dar lo mejor de nosotros mismos, más allá de nuestros bloqueos íntimos. ¡Por desgracia, hoy en día adquiere con
frecuencia tales proporciones que nuestro organismo queda «confundido», desestabilizado, desprogramado! Es el
exceso de estrés crónico lo que conduce a enfermedades del estrés: ¡Agotamiento, depresión… y sobrepeso!
El estrés es una respuesta neuro hormonal del organismo frente a una presión, un miedo, una agresión, una
contrariedad intensa… Es un conjunto de reacciones que permite al cuerpo aumentar su actuación global (de lucha o
de huida). Imagine una persona que está ante un toro que la ataca (¡sobre todo si va vestida de rojo!). Solo tiene dos
soluciones: enfrentarse al animal o huir. Si bien la primera opción no es realista, la segunda puede suponer la
salvación. Pero será necesario que esa persona decida eso en una fracción de segundo y que corra muy aprisa. Podrá
hacerlo gracias a una hormona, segregada tras la emoción brutal que acaba de experimentar: la adrenalina.
Esta hormona aumentará la presión sanguínea en las venas, acelerará el ritmo cardíaco e intensificará los
intercambios respiratorios incrementando la ventilación. Gracias a ella, la sangre fluye por los músculos y el
cerebro. Paralelamente, la adrenalina modifica la actuación de la insulina (que se ocupa de las reservas metabólicas)
provocando una liberación de azúcares a fin de aprovisionar de energía a las células. El problema es que una vez que
nuestro fugitivo esté a salvo, otra hormona, el cortisol, vendrá a «reparar» los efectos nocivos de este esfuerzo
intenso, sobre todo facilitando la reconstitución de las reservas (es el contragolpe: cansancio, calambres en las
piernas…).
Este equipamiento hormono-metabólico y neuromuscular no ha cambiado desde hace decenas de milenios. Si
bien estaba perfectamente adaptado a la vida de nuestros antepasados lejanos, que debían enfrentarse a mamuts que
les perseguían o proteger su cueva contra el ataque de tigres con fauces de sable, ya no está en total consonancia con
nuestra vida actual. Actualmente, apenas tenemos ocasión de encontrarnos con un toro furioso en un prado. La
mayor parte del tiempo, estamos sometidos simplemente a «pequeños estrés» solapados, repetidos, insidiosos, para
los cuales ni la lucha ni la huida son una solución válida para nuestro sistema nervioso. De modo que,
cotidianamente, sufrimos centenares de pequeñas descargas de adrenalina inútiles. Al final del día, nuestro cuerpo ha
producido mucha más adrenalina que si nos hubiéramos enfrentado a un pavor auténtico.
El problema viene del hecho de que esta producción repetida acaba por «irritar» al organismo y,
especialmente, a nuestras glándulas endocrinas: las suprarrenales que fabrican el cortisol, y la médula suprarrenal
que segrega la adrenalina. Su funcionamiento se desarregla progresivamente. Lo mismo pasa con el páncreas, que se
ve obligado a producir ante cada estrés un poco de insulina para estabilizar los aportes de azúcar en la sangre,
provocando como reacción pequeñas hipoglucemias. Ahora bien, respecto al cerebro, estas modificaciones
incesantes del nivel de azúcar sanguíneo suponen un «sufrimiento», sobre todo durante las fases de hipoglucemia.
Este reacciona entonces en modo urgencia (emergency mode): bloquea las hormonas de la satisfacción y del placer
(serotonina y dopamina), y estimula la adrenalina y luego la insulina que genera progresivamente falsas hambres
debidas al estrés. Así, nosotros consumimos de forma incontenible alimentos que nuestro cuerpo no necesita.
Nuestra «codificación cerebral» de ingesta alimenticia está primero alterada y luego distorsionada. Y eso, ningún
régimen puede reprogramarlo.
Hace varias decenas de miles de años, este mecanismo era útil porque el alimento rara vez estaba al alcance
de la mano. Había que ir de caza para satisfacer esa necesidad, y el cazador debía movilizar en cada ocasión todos
sus recursos físicos y mentales. Pero hoy en día, nos basta con ir a la cocina y abrir la puerta de la nevera.
Demostrando, una vez más, que el dispositivo ancestral no está adaptado a nuestra vida actual.
Último efecto perverso del estrés. La repetición de pequeños estreses y la oleada de reacciones
neurobiológicas que estos provocan acaban perturbando el equilibro entre las dos parejas de hormonas principales:
cortisol y adrenalina por un lado (las hormonas de la acción), dopamina y serotonina del otro (las hormonas de la
relajación y el placer). Progresivamente, las primeras prevalecen sobre las segundas, provocando un círculo vicioso
de tensión nerviosa permanente. La serotonina y la dopamina son cada vez menos eficaces. Nos sentimos menos en
forma, el ánimo queda rápidamente afectado, la paciencia disminuye, lo mismo que la atención y la concentración…
Además, serotonina y dopamina están estrechamente implicadas en el control del hambre y de la saciedad. Cuando
pierden su eficacia (regulación de los flujos) en detrimento de la adrenalina y el cortisol, acabamos por no percibir
los mensajes que nos envía nuestro cuerpo y comemos siempre demasiado sin darnos cuenta realmente. Este nuevo
error de codificación aumenta aún más la sensación de falsa hambre. Las pulsiones que nos empujan a comer ya no
son la manifestación de una necesidad real de nuestro cuerpo, sino una reacción errónea del organismo ante un
desequilibrio de nuestra programación hormonal.
De modo que, no acumulamos esos kilos superfluos porque comamos demasiado, sino por nuestras
condiciones de vida estresantes, que nos empujan a ingerir a menudo de forma fraccionada y repetida (las falsas
hambres), y por tanto difícilmente controlable. Esta es la razón por la que hay que ocuparse primero de este estrés
perturbador, de los pensamientos irritantes que provoca y de las emociones negativas que lo acompañan, de cara a
gestionarlo mejor antes de pensar en una regulación alimentaria (o peor aún, en un régimen restrictivo). Ya que
mientras esta dimensión no se haya reequilibrado, todos los esfuerzos que se pueda hacer para supervisar su
alimentación chocan con órdenes contrarias que da el cerebro para hacer frente a esta situación que le perturba, le
agrede y luego le trastorna.

CREAR NUESTRO «CEREBRO SOCIO»


Es necesario que usted integre totalmente este elemento sorprendente pero esencial: ¡si le cuesta adelgazar, es
porque su cerebro está de acuerdo con su sobrepeso! En caso contrario, este «general en jefe», eficaz y reactivo,
pondría en marcha todos los medios de los que dispone para liberarle de los kilos superfluos. Puesto que él sabe,
cuando eso le parece necesario, ordenar una disminución de ingestas alimenticias o un aumento de reservas
energéticas de base, por medio especialmente de las hormonas cuya producción gestiona (sobre todo las hormonas
neuro metabólicas y tiroidinas). Si no lo hace, es porque no siente la necesidad. Peor aún: percibe los esfuerzos que
usted hace para adelgazar como una agresión contra la cual debe defenderse. Y nadie puede ganar esa batalla, puesto
que las opciones vitales son contrarias al instinto de supervivencia. Trate de retener estas nociones fundamentales,
puesto que ellas le permitirán penetrar en un nuevo espacio delgadez donde podrá saltar a la vez los cinco obstáculos
que entorpecen su peso ideal, y su delgadez saludable y duradera.
Comentario: ¡hay que hacer coincidir
los deseos de su cerebro con su deseo de delgadez!

De modo que su sobrepeso está siempre asociado a una «autorización» de un cerebro, que se siente en
equilibrio con esos kilos que usted desearía perder con tanto afán. Por lo tanto, cada vez que empieza un régimen,
choca frontalmente con su cerebro, con sus convicciones distorsionadas y con su instinto de supervivencia. Y ante
cada uno de sus esfuerzos él se resiste. ¡Y en esta pelea encarnizada, siempre acaba ganando él! Es ilusorio iniciar
un conflicto con su cerebro. La única solución es por tanto convertirle en un socio y no en un adversario. Y para
conseguirlo, todos los esfuerzos y todos los trucos alimenticios del mundo nunca bastarán. Usted no podrá conseguir
una victoria duradera mientras siga oponiéndose a las intenciones de su cerebro, limitándose a modificar su
alimentación.
Afortunadamente, existe una solución muy real que permite cambiar las cosas: si bien, en la inmensa mayoría
de los casos, el cerebro se siente en equilibrio con el sobrepeso, nunca lo está con el exceso de estrés, los
pensamientos negativos y las emociones mal gestionadas. Y son estos elementos lo que le han incitado a poner en
marcha los procesos encaminados a la acumulación de peso vía la distorsión de los códigos neurohormonales. Pero
nada está perdido, ya que basta con reprogramar poco a poco estos mecanismos para que el cerebro ponga en
marcha, por sí mismo, la pérdida progresiva de kilos. Convirtiéndose de este modo en el socio en la delgadez que
usted tanto esperaba. Con la ayuda, naturalmente, de un ligero reencuadre alimenticio que no será un régimen
restrictivo en absoluto. Se tratará solo de adoptar una «alimentación saludable», sin prohibir ningún alimento
natural.
Último punto importante: en esta concepción del adelgazamiento, no hay lugar para la culpabilidad debida a
una supuesta falta de voluntad. Cuando vemos el equilibrio cerebro-cuerpo bajo este ángulo, percibimos que las
«caídas» que uno se reprocha amargamente cuando hace un régimen estricto son en realidad un síntoma de «buena
salud» cerebral. El cerebro apoya lo que él considera «adecuado» (por tanto, bien programado) y nos empuja a
infringir las normas alimenticias que nosotros nos hemos impuesto. Lo hace «de buena fe» para mantener a distancia
el peligro que representa para él la pérdida de esos kilos que hasta ese momento ha aceptado. De manera que genera
ansias brutales, pulsiones alimenticias, con el objetivo de preservar su supervivencia, o, al menos, lo que él
considera como tal. Y si bien unas pocas personas consiguen «aguantar», es a costa de esfuerzos que acaban
«rompiendo» las barreras psicológicas, provocando finalmente problemas graves de comportamiento alimenticio
como la ortorexia, e incluso la tristemente famosa pareja anorexia/bulimia. En estos casos extremos, la codificación
neuro psíquica prevalece sobre la codificación alimenticia, y la ingesta de alimentos se convierte en un simple
síntoma de un trastorno neuro psíquico.
SUFRIMIENTO Y COMPENSACIÓN: UN CÍRCULO VICIOSO
Las emociones y los alimentos mantienen relaciones muy estrechas. Desde que llega al mundo, el lactante está
completamente preocupado por su tubo digestivo. Es a través de este como experimenta sus primeros sufrimientos
(el hambre) y sus primeras satisfacciones (la saciedad). Muy rápidamente, todas sus emociones (el miedo de estar
solo, la ausencia de su madre…) se mezclan con la sensación de «estómago vacío». Y el pecho o el biberón calman
a la vez su hambre y su angustia emocional.
Este arraigo muy precoz vincula para siempre la nutrición a la pareja «insatisfacción/placer» de la primera
infancia, la cual se transforma progresivamente en un dúo «castigo/recompensa». En la edad adulta, el estrés, los
pensamientos inadecuados, las emociones perturbadoras siguen teniendo una especial repercusión en la
alimentación. En esos momentos de desequilibrio (de insatisfacción) psicoemocional, el cerebro sigue funcionando
en este modo arcaico, muy profundamente enraizado en nosotros. Así, nos empuja a encontrar una forma de
compensación (placer) en los alimentos.
No hay camino fácil. No existen (o apenas) los ríos largos y tranquilos. Todo recorrido está jalonado de
dificultades, de decepciones, de cicatrices de la infancia, de estrés ambiental y relacional… Cada uno de nosotros
sufre tensiones, incluso si tiene la sensación de superarlas sin problemas. ¿Quién puede presumir de no haber tenido
nunca problemas en el trabajo, con la pareja, con sus padres o sus hijos? Nadie vive en un entorno personal
totalmente exento de problemas psicoemocionales, ya sean dificultades presentes o antiguas heridas más o menos
cicatrizadas.
El problema viene del hecho de que, muy a menudo, no proporcionamos a nuestro cerebro los elementos
clave que necesita para evitar los desequilibrios provocados por estos «zarpazos» de la vida. Las «marcas de
infidelidad» se acumulan. Sin embargo, todos nosotros tenemos un límite de resistencia particular ante este tipo de
problema. Demasiado estrés, emociones negativas repetidas, acaban por destrozar nuestro límite. Nuestro cerebro
reacciona entonces con los medios más accesibles que tiene. El primero sería buscar una compensación en los
alimentos que le han servido de refugio desde el principio de su existencia. Esta es la razón que nos empuja a
«comer demasiado», no porque nuestro metabolismo lo necesite, sino porque busca de este modo recuperar la
armonía, a su manera, de los factores desequilibrados.
Podríamos pensar que es muy complicado sumergirse tan al fondo de uno mismo, en capas tan antiguas de
nuestra psique, para desprogramar estos esquemas de sosiego y de recompensa. ¡En absoluto! No se trata de ir a
remover los motivos profundos de estos desequilibrios, como hace el psicoanálisis o las diferentes psicoterapias
analíticas. Sepa que existen métodos sencillos, increíblemente sencillos, para reequilibrar el cerebro a fin de que
salga de este círculo vicioso.
En lugar de decirse: «Me sobran unos kilos y sufro», los candidatos a perder peso deberían más bien
decirse: «No consigo gestionar mi estrés y sufro», «Mis emociones negativas son demasiado poderosas y mi cuerpo
sufre», «No respiro correctamente y mi cuerpo sufre», «Mi organismo está saturado de desechos y sufre». Es todo
eso lo que el cerebro trata de compensar por medio de aquello que, desde sus primeros días de vida, para él
constituye el «indicador de satisfacción» más evidente: el consumo de alimentos. Haciendo eso, intenta responder a
una serie de desequilibrios con un nuevo desequilibrio que conduce al sobrepeso. Una «ilusión neurológica»
efectivamente, pero también un drama metabólico invisible que prepara el terreno al sobrepeso, la obesidad y al
síndrome metabólico (esencialmente cardiovascular). Una fuente de malestar, jalonado de pistas falsas que han
desembocado en el fracaso de todos los regímenes desde hace medio siglo. Esta es una aportación fundamental de
las neurociencias aplicadas: hacer visibles las raíces virtuales de la epidemia mundial de sobrepeso.

EL PROGRAMA NEURO-ADELGAZANTE QUE RESTABLECE EL ORDEN


No siempre somos conscientes de las tensiones y de las emociones perturbadoras que sufrimos. El ser humano tiene
una sorprendente capacidad de adaptación. Se habitúa de forma espontánea a todo tipo de situaciones, incluso
extravagantes, si se repiten. Resultado: quizás al leer estas páginas usted se dice: «Tengo ganas de perder unos kilos,
pero no me siento ni tensionado, ni estresado, ni emocionalmente desbordado». No obstante, el atajo que ha
escogido su cuerpo para manifestar su desequilibrio demuestra que sufre, aunque usted no tenga consciencia de ello.
Y la culpabilidad que usted siente, cuando no consigue adelgazar de forma duradera con los métodos tradicionales,
no hace más que añadir una tensión y una frustración suplementarias.
El primer objetivo de su programa ahora está muy claro: reequilibrar ante todo los factores no alimenticios,
aquellos que están vinculados a sus pensamientos y a sus emociones, para invertir la tendencia convirtiendo a su
cerebro en el socio consagrado a su adelgazamiento. Para eso, le bastará con disminuir la presión ligada al estrés, a
los pensamientos perturbadores y a las emociones negativas. Unos sencillos ejercicios le permitirán conseguirlo
fácilmente: respiración, relajación, desprogramación emocional… Una vez superada esta primera etapa, las leves
modificaciones nutricionales darán resultados rápidos y duraderos, ya que su cerebro ya no se empeñará en
conservar ese sobrepeso al cual se aferra contra viento y marea. Y cuando usted diga: «Me gustaría perder unos
kilos», su cerebro contestará: «Es verdad, estos kilos son realmente superfluos». Él pondrá entonces en marcha, por
sí mismo, un programa de adelgazamiento, ayudado por ciertos ajustes alimenticios que usted integrará en una
segunda fase.

Solución: la programación neuro-metabólica (PNM)


transforma nuestro cerebro en socio de la delgadez.

Este programa de «psico-neuro-delgadez» empieza por tanto con un primer periodo durante el cual usted no
cambiará nada de su alimentación. Primero se concentrará en los otros factores: la respiración, la gestión de los
pensamientos y las emociones, y un cierto objetivo detox a fin de que sus órganos estén preparados para responder a
las órdenes adelgazantes que su cerebro no tardará en darle. Esta primera fase dura diez días (¡solo diez días!).
Seguidamente, modificará ligeramente su alimentación, no para privar a su organismo (que en realidad no lo
necesita), sino para proporcionarle una nutrición equilibrada, equilibrante, y de calidad. La delgadez tan codiciada se
convierte así en un efecto secundario visible del reequilibrio de sus cinco factores del ser vivo. ¡Y no solo eso!
Puesto que notará los beneficios de esta armonía recuperada en muchos otros terrenos (vitalidad, sueño, sexualidad,
bienestar global…) su salud se verá reforzada, en lugar de minada por las privaciones.

APRUEBE SU NUEVO «PERMISO DE CONDUCIR»


En el capítulo anterior le he hablado de personalidades excepcionales, como esos médicos que acompañan
diariamente, sin desfallecer, a sus pacientes sumidos en profundos sufrimientos emocionales, ¡o esos sabios que,
después de largos años de práctica, son capaces de modificar profundamente el funcionamiento de su cuerpo, hasta
el punto de conseguir sanar sus tejidos e incluso sus órganos dañados! Tranquilícese: si bien esos personajes han
hecho mucho por la evolución de las neurociencias, no es necesario que usted alcance su altura «psicoespiritual»
para ejercer una acción beneficiosa para con su cuerpo.
Me arriesgaré a una comparación osada. A los sabios de todas las religiones, como Phakyab Rinpoché (véase
también), les consideraré «pilotos de Fórmula 1» capaces de conducir máquinas supersofisticadas (su cuerpo) a
velocidades impensables (gracias a los miles de horas de meditación y de prácticas psico corporales). Estos son
ejemplos únicos y admirables, pero muy alejados de nuestra realidad cotidiana. Los médicos que han integrado
profundamente las enseñanzas de las neurociencias, como el doctor Jon Kabat-Zinn o el psiquiatra francés
Christophe André, y el filósofo Matthieu Ricard serán, para seguir con la metáfora, «pilotos de rally» que saben
conducir su coche haga el tiempo que haga, por todos los terrenos, y pueden incluso ayudarle a salir del atolladero
cuando se quede atascado. Cuentan sin duda con toda mi admiración. Pero lo que yo le propongo es mucho más
modesto. Para usted se trata de «aprobar el permiso de conducir su cuerpo». No se convertirá ni en un piloto de
Fórmula 1, ni en un piloto de rally (a menos que esta experiencia le deje con ganas de ir más lejos). Pero aprenderá
a «conducir sus pensamientos y sus emociones» de cara a «dirigir» mejor el vehículo extraordinario que es su
«cuerpo mente». Nuestro organismo humano es un vehículo increíble, dotado de capacidades que habíamos
olvidado porque han estado ocultas por la carrera hacia la tecnicidad médica desarrollada durante la segunda mitad
del siglo XX.
Teniendo en cuenta esta evolución, hoy le propongo por tanto aprobar ese permiso de conducir su cuerpo (y
aún más, su vida), iniciándole sobre esas herramientas de salud que han sido simplificadas para hacerlas accesibles a
cualquiera, sin haber olvidado integrar los conocimientos científicos punteros que tenemos a nuestra disposición.26
Volvamos al permiso de conducir un vehículo de motor. Imagine una persona que ha pasado el examen
práctico (la conducción) sin haber aprendido el código de circulación. ¡Sería un peligro público! Para conducir, hay
que aprender primero la teoría antes de pasar a la práctica. Lo mismo vale para su cuerpo. Por eso le propongo un
programa en dos fases. Primero, se iniciará en la parte más «virtual» del programa, dedicando su energía a
reequilibrar, simplemente y poco a poco, su estrés, sus pensamientos y sus emociones. Luego, pasará a la parte
práctica integrando los consejos alimenticios. Hasta hoy, todos los regímenes de adelgazamiento basados
únicamente en la reforma alimenticia olvidaban la primera parte del programa: convertir a su cerebro en su socio en
la delgadez.
El programa de neuro adelgazamiento que yo le propongo se desarrolla pues en dos tiempos: primero, diez
días de reequilibrio sin preocuparse de su alimentación; después diez días durante los cuales añadirá una
reprogramación nutricional, sin exclusiones ni prohibiciones. Seguidamente, usted podrá continuar, tanto tiempo
como quiera, pilotando su nueva salud y su nuevo impulso vital, siendo plenamente consciente y con una capacidad
y con una mayor disposición a la felicidad.
Actuando de este modo, superará un escollo tan frecuente que simboliza la estabilización ponderal duradera.
En la medida en que haya tratado el problema «de raíz» reequilibrando primero los factores no alimenticios, su
cerebro «nutrirá» más el objetivo de retomar esos kilos que ha perdido en contra de su voluntad. Adiós al fantasma
del yoyó. Basta de esa decepción de ver tantos esfuerzos reducidos a la nada en cuestión de semanas.
¿Está impaciente por conocer mejor las cinco herramientas de este programa? Teniendo en cuenta sus nuevos
conocimientos en psico-neuro-nutrición, esto es lo que le propongo ahora…

LO QUE HAY QUE RECORDAR

•Durante los últimos cincuenta años han surgido numerosos métodos de adelgazamiento, centrados siempre de manera prioritaria en
el control alimenticio. Este sistema ha demostrado su ineficacia (peligrosidad) a medio y largo plazo.
•En este programa de neuro adelgazamiento, le propongo reequilibrar primero los factores no alimenticios (respiración, detox, gestión
de los pensamientos y las emociones) antes de modificar poco a poco su alimentación.
•Las neurociencias han demostrado que la actividad de las hormonas está influida por el cerebro y por el sistema nervioso. Ahora
bien, estas sustancias están estrechamente implicadas en la acumulación y la pérdida de grasas. El estrés y las tensiones
nerviosas favorecen directamente el aumento de peso.
•Si le cuesta adelgazar y mantener su nuevo peso, es que su cerebro ha «aceptado» su sobrepeso como normal, e incluso ideal.
•Para adelgazar, primero hay que equilibrar el cursor del peso correcto. Es necesario que el cerebro «acepte» la pérdida de peso
cambiando su codificación metabólica errónea.
•El cerebro se convierte entonces en un socio de adelgazamiento. No solamente deja de minar los esfuerzos para adelgazar que
usted hace, sino que se vuelve capaz de poner él mismo en práctica estrategias metabólicas que favorecen la pérdida de peso.
•Su programa neuro-adelgazante se desarrolla, pues, en dos tiempos:
– Durante los diez primeros días, usted dejará de lado toda preocupación alimenticia, para reprogramar su cuerpo y su cerebro
gracias a ejercicios de respiración, de relajación antiestrés y poco a poco de gestión de las emociones, unidas a determinados
actos detox.
– Seguidamente, reequilibrará su alimentación (sin restricción ni régimen). Preparados de este modo, su cerebro y su organismo ya
no se opondrán a la pérdida de peso. Al contrario: la facilitarán. Así, imprimirá (en la vida, si lo desea) actos reflejos de delgadez
saludable, la única delgadez duradera.
3
LA NEURO DELGADEZ:
MODO DE EMPLEO
«Más allá de todos los regímenes y de todos los consejos nutricionales, si usted se pregunta con realismo sobre sí mismo y sobre sus vivencias, y se
convierte así en ACTOR de su delgadez… su deseo de perder kilos se transformará día tras día en realidad. ¡La neuro delgadez es la seguridad del
peso ideal, de por vida!».

SU PROGRAMA EN DOS FASES


Antes de presentarle estas cinco herramientas de adelgazamiento con detalle, le propongo un pequeño repaso del
desarrollo de su programa.
En la primera fase, durante un breve periodo de diez días, pondrá en práctica, y dominará fácilmente, las
cuatro primeras herramientas para restablecer la armonía rota (programar su cerebro para la delgadez):

1.la respiración,
2.la gestión de los pensamientos negativos,
3.la de las emociones perturbadoras.
4.Y finalmente la desintoxicación metabólica.

De este modo podrá empezar a «modificar» en el interior de su cerebro, la percepción de su peso actual. Esta
es la fase de reprogramación metabólica. Una vez que su cerebro haya «aceptado» este nuevo código
neurobiológico, se convertirá en el socio consagrado a su búsqueda de la delgadez.
Seguidamente, en una segunda fase, usted integrará algunos consejos alimenticios (que no tienen nada de
régimen restrictivo, le recuerdo). Podrá hacer durar este segundo periodo «completo» tanto tiempo como considere
necesario: hasta que haya conseguido su peso saludable (e incluso ir más allá, puesto que estas herramientas de
delgadez son también herramientas de salud: ¡esto podría convertirse en su modo de vida!).
En el capítulo quinto, encontrará nuestro programa de referencia de tres semanas, detallado día a día, que le
ayudará a organizar sus jornadas integrando progresiva y armoniosamente, todas estas herramientas (véase también).
Pero antes de ponerlas en práctica, le propongo finalmente conocer mejor cada una de ellas.

Herramienta nº 1: la respiración adelgazante


«Primer aliento… último aliento… una vida,
una simple respiración del universo».

En mi búsqueda para conocer los misterios de la respiración, en mi camino apareció un hombre sabio. Yo estaba
muy impaciente por descubrir los secretos de sus enseñanzas (para ayudar a mis pacientes a descubrir su camino
hacia la salud) reutilizando algunos «trucos de yoguis»… Pero durante la primera semana, él diariamente solo me
hizo una pregunta: «Cuando tú respiras, ¿quién respira?».
Mis respuestas fueron imaginativas y variadas: «Mis pulmones, mi mente, mi voluntad de vivir, mi sistema
nervioso autónomo, etc. ¡En resumen, cuando respiro soy yo quien respira!».
Él me contestó al instante: «Entonces ¡deja de respirar inmediatamente y volverás a empezar mañana para
celebrar la salida del sol!».
Ante mi cara de estupefacción me hizo este comentario: «Cuando un ser humano “hace” alguna cosa por sí
mismo, su voluntad es el señor de esa cosa. Yo me ocupo de la casa, la cocina, el jardín; yo construyo un mueble, yo
escribo una carta… me puedo parar en cada instante tanto tiempo como quiera; ¡y luego seguir actuando… o no!
Puedo modular mi respiración a mi voluntad, pero no puedo controlarla totalmente con esa misma voluntad. ¡Luego,
tu respiración no te pertenece! Yo no “hago” mi respiración, la vivo… ¡El acto de respirar pertenece al “ser”; no al
“tener”! Nadie posee su respiración; ¡es la respiración quien nos posee! El hombre no atraviesa la vida; ¡es la vida la
que le atraviesa a él! Cuando tú actúas sobre la respiración, apenas actúas sobre el cuerpo, sino sobre la Consciencia,
fuertemente. Ahí está el secreto. Si comprendes esto puedes ayudar; si no lo comprendes obstaculizas y retrasas»
(Maestro Say).
«¡Respirar es vivir!». Nunca una afirmación tan simple ha contenido una verdad tan incuestionable. Ya que si
bien podemos sobrevivir unas semanas sin comer y unos días sin beber, no podemos aguantar más de 3-4 minutos
sin respirar. Solo algunos con capacidades excepcionales (pienso en determinados sadhus indios o en los campeones
de buceo a pulmón libre) consiguen contener la respiración durante unos diez minutos, incluso un poco más, a costa
de un entrenamiento largo y riguroso. Dejemos eso a los «campeones de Fórmula 1» de las neurociencias, y nosotros
concentrémonos en nuestro «permiso de conducir» nuestra delgadez. Y más allá, nuestra vida…

En las bambalinas de la respiración


Aquí estamos pues obligados a respirar permanentemente, tanto de día como de noche. Un adulto respira entre 12 y
18 veces por minuto, por término medio. Imagine el número de inspiraciones y de espiraciones que producimos a lo
largo de una vida: hasta setecientos millones, incluso mil millones en el caso de los centenarios.
En cada inspiración, el aire penetra en los pulmones y se mete por una red de canales cada vez más y más
finos, hasta el punto de que algunos tienen un diámetro inferior al de un cabello: los bronquios y luego los
bronquiolos. De esta manera se extiende hasta el fondo de los trescientos millones de minúsculos alveolos donde se
producen los intercambios gaseosos. A través de sus paredes extremadamente finas y enormemente vascularizadas,
la sangre se deshace del gas carbónico que acarrea y se provee del oxígeno que distribuirá a las células vía el sistema
sanguíneo. El gas carbónico es seguidamente evacuado cuando usted respira.
Si los extendiéramos en el suelo, estos alveolos cubrirían entre ciento cincuenta y doscientos metros
cuadrados. Una superficie impresionante, indispensable para gestionar bien los millones de intercambios gaseosos
efectuados cada vez que inspiramos y que espiramos. La respiración alimenta así de oxígeno a cada uno de los cien
mil millones de células que forman el cuerpo de un adulto de talla y corpulencia medianas. Todo nuestro
metabolismo celular está por tanto concernido (mejorado o afectado) por nuestra respiración. ¡Imagine su
importancia! Sin embargo, multitud de factores, como el estrés, nos empujan a respirar «mal», demasiado
superficialmente, de forma irregular, con una amplitud demasiado escasa. Así, los intercambios gaseosos son
insuficientes, y el conjunto de nuestro organismo lo sufre.

En la confluencia del consciente y del inconsciente


Nuestra respiración posee la siguiente particularidad: es la única de nuestras funciones vitales que es a la vez
consciente e inconsciente. Nuestro sistema nervioso autónomo gestiona las funciones orgánicas independientes de
nuestra voluntad. Nuestra digestión, la producción de nuestras hormonas, la circulación de nuestra sangre… y
nuestra respiración. Esta está modulada por nuestros estados psíquicos, nerviosos y emocionales. Sin duda se habrá
dado cuenta: cuando un hecho le sorprende o le asusta, su respiración se acelera. Y a la inversa, cuando se encuentra
en una situación agradable (un momento de ternura compartido, por ejemplo), su ritmo respiratorio se calma de
forma natural. Es el sistema nervioso autónomo27 quien regula estas variaciones en función de las condiciones
exteriores.
No obstante, la respiración puede escapar durante una fracción de segundo a este único control inconsciente.
Porque basta que focalicemos nuestra atención en nuestra respiración para que seamos capaces de modularla, de
ralentizarla, de acelerarla, de hacerla más profunda o superficial. Nosotros no podemos modificar voluntariamente
nuestras producciones hormonales o el diámetro de nuestras arterias, pero somos capaces de controlar el ritmo y la
profundidad de nuestra respiración con la mera fuerza de nuestro pensamiento y de nuestra voluntad. La respiración
tiende así un puente entre nuestro pensamiento consciente y nuestros automatismos corporales inconscientes.
Todos lo hemos experimentado: podemos detener nuestra respiración inmediatamente, solo con decidir
bloquearla. En el instante en que lo escogemos (en la medida de nuestra capacidad de contener la respiración),
podemos volver a inspirar y a espirar normalmente. Del mismo modo, cada uno de nosotros puede, a voluntad,
respirar más o menos lentamente, más o menos profundamente. Es sobre esta capacidad, banalizada y sin embargo
fabulosa, sobre la que usted actuará gracias a los ejercicios respiratorios simples y precisos integrados en este nuevo
método neuro-adelgazante.

Más energía, menos desechos…


Como explica el médico norteamericano Andrew Weil,28 «la mayoría de nosotros nunca ha aprendido a respirar
correctamente, ni a utilizar la respiración para armonizar el cuerpo y la mente. Sin embargo, la respiración es quizás
la función clave del organismo, que afecta todas las demás».
De hecho, controlando nuestra respiración, podemos actuar directamente sobre nuestro funcionamiento
biológico. Cuando respiramos más lenta y más profundamente, siguiendo un ritmo regular, aumentamos nuestro
aporte de oxígeno, el gas vital de referencia indispensable para que las mitocondrias (pequeñas «fábricas
metabólicas» situadas en el núcleo de nuestras células) activan su producción de energía.29 Para producir ese valioso
carburante de vida, las mitocondrias necesitan al mismo tiempo oxígeno (proporcionado por la respiración) y
azúcar30 (aportado por la alimentación). El hecho de practicar regularmente ejercicios respiratorios (de tres a cinco
veces al día), mejora el rendimiento de la combustión de azúcares por nuestras células. Un primer beneficio en
materia de adelgazamiento. En consecuencia, los ejercicios respiratorios aumentan la eliminación de los desechos
celulares, empezando por el gas carbónico. Es decir, un organismo que elimina correctamente sus desechos funciona
mejor, sobre todo en lo que concierne a la digestión y a la asimilación de los alimentos (véase también).
Segunda observación importante: el impacto de la respiración antiestrés en el sistema cardiovascular es
inmediato. Pasados unos segundos, el ritmo cardíaco se reduce, la presión arterial disminuye, la circulación de la
sangre por las arterias y las arteriolas se facilita… Todo el sistema cardiovascular se beneficia del mejor control
respiratorio, lo cual mejora globalmente la alimentación de nuestras células y favorece la eliminación de los
desechos metabólicos vía el sistema sanguíneo. Último punto: una mejor oxigenación de los tejidos, unida a una
mejor eliminación del gas carbónico, permite una reprogramación positiva del equilibrio ácido base de nuestra
sangre. Una baza más para su pérdida de peso (véanse las explicaciones detalladas sobre la hiperacidez en la parte
dedicada a la alimentación).

Y el estrés acaba disminuyendo…


Los ejercicios respiratorios presentados aquí harán bajar muy rápidamente su nivel de estrés. En el plano puramente
físico, la relajación cardiovascular y nerviosa contribuye a solucionar las tensiones musculares debidas al estrés
repetido y solapado. Rápidamente, el nivel global de tensión física y emocional hace lo propio.
El simple hecho de focalizar su atención en la respiración cortocircuita el flujo de pensamientos obsesivos
que a menudo no conseguimos reducir cuando estamos en una situación de muchos nervios. La herramienta
adelgazante número 1 permite de este modo recuperar rápidamente el «pilotaje» del cerebro. Este deja de funcionar
de forma «desordenada»,31 como sucede cada vez que estamos desbordados por el estrés. Las emociones
perturbadoras hacen lo propio: se calman rápidamente y dejan de superarnos.
Las neurociencias han mostrado hasta qué punto las perturbaciones mentales y emocionales modifican todo
nuestro funcionamiento corporal. No olvide que la producción de numerosas hormonas y neurohormonas se ve
afectada por ello. Las prácticas respiratorias derivadas de las neurociencias aplicadas permiten, de forma simple e
inmediatamente eficaz, recuperar el orden en estas interacciones incesantes entre la tensión nerviosa, el cerebro y el
funcionamiento metabólico en su conjunto.
Los tres efectos añadidos de la respiración (el impacto cardiovascular, el control de los pensamientos y la
acción sobre las emociones) producen una primera barrera de protección muy eficaz contra el estrés. La primera de
las cinco herramientas de este método neuro-adelgazante permite de este modo devolver al metabolismo celular una
parte de su armonía. Asociados a las otras cuatro herramientas (ver la continuación de este capítulo), los ejercicios
respiratorios tienen una repercusión casi inmediata sobre el control del peso.

Una reeducación permanente


Para ello, es esencial que usted practique regularmente estos ejercicios respiratorios hasta convertirlos en un acto
reflejo saludable, puesto que producen beneficios que superan ampliamente el marco de los ejercicios en sí mismos.
Constituyen una especie de «pedagogía del cuerpo».
Todos tenemos «hábitos respiratorios» integrados desde la infancia. Inspirar es lo primero que hacemos al
llegar al mundo. Es a través de ese grito inicial (el paso del aire a través de nuestras cuerdas vocales completamente
nuevas) como atrapamos nuestra primera bocanada de aire. Nuestros pulmones se abren, nuestros alveolos
pulmonares se alisan, y ya somos capaces de respirar hasta el final de nuestra vida (nuestro «último aliento»).
Los recién nacidos adoptan instintivamente una respiración abdominal profunda: utilizan sus músculos
abdominales para ampliar el espacio de su vientre y permitir que su diafragma baje, lo cual deja más espacio a los
pulmones. Estos pueden entonces llenarse completamente. Los niños pequeños conservan generalmente este tipo de
respiración profunda. Pero a partir de ahí, el modo respiratorio cambia progresivamente, modulado por los
acontecimientos que jalonan la existencia.
En su gran mayoría, los adultos tienen de esa manera una respiración más superficial (torácica y no
abdominal) y a menudo irregular. Han adquirido esta costumbre a lo largo de contrariedades, pruebas, miedos,
rabias… que han sufrido o experimentado, y que han quedado impresas en su cuerpo. ¡De todas las huellas psico
corporales, aquellas que afectan a la respiración son las más frecuentes, las más visibles y… las más fáciles de
eliminar! Aquí es donde interviene la doble faceta de la respiración, a la vez consciente e inconsciente. Usted
aprenderá a recorrer voluntariamente este puente tendido entre su cuerpo y su psique, a fin de reconciliar su cerebro
con su metabolismo celular.
Cada uno posee «su» manera de respirar, que dice tanto sobre él, a quien sabe verlo, como su postura o su
manera de moverse. Todos tenemos la impresión de que nuestra respiración es «normal», bajo el pretexto de que es
la que producimos espontáneamente. Olvidamos que hemos adquirido la costumbre de respirar de esa manera
precisamente a causa de las presiones y de las emociones que han marcado nuestra existencia. Como todas las
costumbres, esta puede eliminarse con la misma facilidad con la que ha enraizado. Cada vez que practica un
ejercicio respiratorio controlando conscientemente su hálito, su ritmo y su amplitud, imprime en usted una pequeña
modificación que se añadirá, de modo infalible, a las siguientes. Poco a poco, su respiración se transformará de
manera profunda, más allá de los ejercicios; y esta «nueva respiración» afectará a toda su vida, corporal y
psicoemocional.
En el marco de las neurociencias aplicadas, los investigadores han definido varias decenas de respiraciones
específicas, que actúan de modo muy diferente sobre el organismo y sobre la psique. He escogido tres que tienen un
efecto directo sobre la neuro delgadez. La primera tiene un efecto saciedad (inhibidor del apetito). Le ayudará a
combatir las falsas hambres y las ansias. La segunda contribuirá a mantener a raya el estrés y a evitar el cansancio.
La última le permitirá conservar un buen estado de ánimo y prevenir eventuales momentos de depresión, fuente de
deseos irreprimibles de comer.

El programa de respiración adelgazante


Cada uno de los tres ejercicios del programa dura entre 1 y 5 minutos. Usted los integrará en su cotidianidad
siguiendo un ritmo preciso (véase también). Practicará todos los días estas respiraciones sentado/a, preferiblemente
en una silla o de noche en el borde de su cama:

•Colóquese sobre el asiento sin apoyarse. Mantenga la espalda y la nuca alineadas, sin esfuerzo, ni
tensión, su cabeza en la prolongación de su columna vertebral, su mentón ligeramente inclinado hacia el
pecho. Como si estuviera atravesado/a por un cable que recorre su columna vertebral y su nuca hasta
emerger en la parte superior de su cráneo.

•Sus pies descansan paralelos sobre el suelo y sus rodillas forman un ángulo (más o menos) recto. Sus
manos posadas sobre sus muslos, cerca de las rodillas o de las caderas.
•Trate de no tensar la nuca, los hombros y los brazos. Su postura debe ser estable y alineada, pero lo más
relajada posible.
•Una vez que ha adoptado esta posición, cierre los ojos y visualice dos «espacios esenciales» de su
cuerpo: su cara y su ombligo. Sobre su cara, dibuje mentalmente una ligera sonrisa y destense la frente.
Relaje los músculos abdominales para adelantar levemente el ombligo.
•Empiece siempre el ejercicio con un suspiro profundo, espirando por la boca.

1. La respiración inhibidora del apetito y anti-ataques


de hambre
Una de mis preferidas, ¡realmente la mejor y la más sencilla! Muy sencilla, muy rápida: ¡menos de un minutito! Una
enorme polivalencia, una eficacia palpable desde los primeros instantes. ¡Un maravilloso acto reflejo «salud
delgadez bienestar»!
Como le he explicado ampliamente, la sensación de hambre no siempre está motivada por una necesidad real
de alimentos. Numerosos factores pueden provocar un despertar del apetito destinado a compensar una carencia de
otra naturaleza. Las secreciones repetidas de insulina vinculadas al picoteo están implicadas (véase también), así
como las perturbaciones de la oxigenación óptima del cerebro. Cuando este órgano no recibe este valioso carburante
(la glucosa), o este valioso gas (el oxígeno) en cantidad suficiente, pasa por una situación de sufrimiento. En ese
momento existe el riesgo de que el cuerpo traduzca los mensajes que envía como una carencia de azúcar. Esta
«hambre compensatoria» nos empuja a comer (preferentemente alimentos azucarados) para que el cerebro recupere
un funcionamiento metabólico armonioso. Como la solución no se corresponde al problema, no se restablece la
armonía y el cerebro no tarda en enviar el mismo mensaje al organismo. De este modo se establece otro círculo
vicioso de falsas hambres, que agranda aquellas de origen hipoglucémico (véase también).
Al mismo tiempo que «rompe» las hambres falsas, esta respiración constituye una primera barrera contra el
estrés y la fatiga, estados que empujan, ellos también, a consumir alimentos en exceso para resistir una situación de
desequilibrio. A partir de mi amplia experiencia, es «la mejor y más simple». Es enormemente eficaz cuando se
desea perder peso, porque todas las hambres falsas son una plaga para los candidatos al adelgazamiento a quienes
empujan a comer más allá de sus necesidades reales. El cerebro queda satisfecho con esta aportación de oxígeno,
que es para él una auténtica «caricia biológica», elimina la sensación de hambre que se ha convertido en inútil para
él. ¡Esta respiración permite ganar hasta un veinte por ciento de oxigenación suplementaria en 1 minuto y 30
segundos solamente!
Como una vez al año no hace daño, usted espirará primero por la boca, con los labios apretados (ver más
adelante). Esto provoca un movimiento determinado del aire que expulsa: una parte «rebota» sobre los dientes,
provocando una turbulencia, antes de volver hacia los pulmones. Este «flujo inverso» permite relajar los alveolos
pulmonares crispados por las diversas tensiones nerviosas, lo cual mejora aún más el efecto anti-ataques de hambre
de esta respiración.
EJERCICIO

•Empiece por sentarse cómoda pero correctamente (véase también). Inspire profundamente y emita un buen suspiro por la boca.
•Seguidamente, con su pulgar izquierdo, tape su narina izquierda32 (el brazo izquierdo muy relajado).
•Inspire por su narina derecha durante 3 segundos (cuente despacio hasta tres, o cuente 1.000, 2.000, 3.000).
•Luego espire muy lentamente por la boca apretando fuerte los labios, como si quisiera enfriar un guiso demasiado caliente. Debe oír
el sonido del chorrito de aire que expulsa lejos hacia delante (mejor hacia abajo).
•La espiración debe durar el doble que la inspiración. Por tanto, debe contar hasta seis mientras espira (o, también, contar 1.000,
2.000, 3.000, 4.000, 5.000, 6.000).33
•Empiece otra vez tres veces: inspiración por la narina derecha, espiración por la boca, labios apretados.
•Al final de la última (tercera) respiración, retire su pulgar izquierdo de su narina izquierda y tape la derecha con su dedo corazón (de
la misma mano).
•Inspire entonces por su narina izquierda (siempre contando despacio hasta tres), luego suelte la narina derecha y tape de nuevo su
narina izquierda con su pulgar, como anteriormente.
•Espire despacio por la narina derecha, contando hasta seis.
•Vuelva a empezar tres veces: inspiración por la narina izquierda, con la derecha tapada por el dedo corazón; después espiración por
la derecha, con la izquierda tapada con el pulgar. La espiración (6 segundos) siempre dura el doble que la inspiración (3 segundos).
•El ciclo entero dura entre 1 minuto y 1 minuto 30 segundos.

De la docena de respiraciones codificadas que yo domino y que enseño en el ámbito de las neurociencias
aplicadas, esta sigue siendo mi preferida. Todavía hoy, me maravillan las modificaciones biológicas, psíquicas y
mentales que genera en tan poco tiempo.

2. La respiración antiestrés y «antibajón»


Esta respiración se desarrolla en dos fases sucesivas, sin pausa. Combina dos efectos beneficiosos: durante la
primera secuencia, ayuda a controlar el estrés cuando uno se siente tenso; durante la segunda, devuelve una energía
nueva cuando uno se siente repentinamente agotado. Estos dos efectos se conjugan porque son complementarios. El
conjunto construye progresivamente una sólida barrera contra las tensiones nerviosas y el cansancio que perturban el
metabolismo, empezando por los procesos de acumulación / pérdida.
Esta respiración permite, en muy poco tiempo, ampliar su espacio interior de relajación y transformar sus
tensiones en energía. Practicándola, usted focalizará su mente sobre su respiración de forma natural y, de este modo,
alejará los pensamientos vinculados al estrés que favorecen su tensión nerviosa. Esta respiración le propone
imágenes codificadas, que han sido escogidas por su eficacia antiestrés.
EJERCICIO
Fase 1

•Empiece por sentarse cómoda pero correctamente (véase también) y emita un profundo suspiro para relajar cara, hombros y
ombligo. Guarde un pañuelo al alcance de la mano, porque esta respiración suele dar ganas de sonarse una vez se ha completado.
•Cierre los ojos (sin forzar) para concentrarse mejor en su respiración. Durante toda esa respiración, trate de escuchar el ruido del
aire que penetra en sus pulmones y luego vuelve a salir (o de visualizarlo en la raíz de sus fosas nasales). Su cara está relajada y
con una leve sonrisa.
•Inspire por la nariz contando lentamente hasta seis. Inspire muy suavemente al principio, luego cada vez con más fuerza, hinchando
primero el vientre y después el tórax.
•Lleve su respiración al máximo, contraiga ligeramente sus abdominales y luego espire de la misma forma, siempre por la nariz y
contando hasta seis. La duración de la inspiración es la misma que la de la espiración. Al principio espire muy suavemente, y
después cada vez más fuerte a fin de vaciar bien sus pulmones.
•La respiración debe hacerse despacio y en relajación. Asegúrese de que no haya ninguna interrupción, ninguna pausa entre su
inspiración y su espiración. Su respiración es como un bucle continuo; como el flujo y reflujo de las olas del océano, poderosas,
purificantes, vivas.
•Para ayudarse, puede imaginar que dibuja ante usted un gran círculo, partiendo del punto más bajo (véase también): inspira cuando
traza la mitad ascendente del círculo, luego llega a la cumbre y espira trazando su mitad descendiente.
•A lo largo de las respiraciones, el círculo se transforma en una esfera luminosa, en un mundo de alegría y de paz por cuya superficie
usted se pasea al ritmo de su respiración. A través del aire que absorbe, nútrase34 de esta luz, de esta alegría, de esta paz.
•A este ritmo, habrá efectuado una respiración completa (inspiración y espiración) en 12 segundos aproximadamente. Lo cual supone
cinco respiraciones completas por minuto.
•Continúe durante 3 minutos (es decir, quince respiraciones completas aproximadamente).

Fase 2
•Sin interrupción, pasará ahora a la segunda fase. Esta es la que impulsará su energía.
•Una vez terminada la última espiración de la fase 1, acelere progresivamente su ritmo respiratorio. Su inspiración y su espiración
mantienen una duración equivalente, pero se realizan primero durante 5 segundos cada una, después 4 segundos, después 3
segundos, después 2 segundos. La última respiración es muy rápida, ya que inspiración y espiración duran un segundo cada una.
•Su ritmo respiratorio se ha vuelto rápido, regular y sonoro. Su sonido recuerda el de las antiguas locomotoras de vapor. Siga así
durante unos 10 segundos como máximo.35
•Esta última fase ha durado, en total, unos 30 segundos.
•Por tanto, para resultados neuromusculares y psicobiológicos duraderos e inmediatamente perceptibles, este ejercicio respiratorio
dura, en total, unos 3 minutos y 30 segundos.

3. La respiración «buen ánimo»


Esto no es un secreto para nadie: es más fácil perder peso cuando se está de buen humor. Las ideas sombrías, incluso
la depresión, frustran los esfuerzos que se hacen no solo para comer de otra manera, sino también para poner en
práctica las diferentes herramientas de este método. Es un hecho claramente establecido: cuanto mejor está nuestro
ánimo, más y mejor aceptamos fácilmente poner en práctica nuevos actos adelgazantes y mejor controlamos nuestro
peso.
Más allá de simples consideraciones vinculadas a la compensación que representa picar cosas dulces en los
momentos de depresión, conservar el buen humor implica el juego de las hormonas y de las neurohormonas en
nuestro cerebro. Le propongo pues una respiración que actúa directamente sobre las dos ramas del sistema nervioso
autónomo (el que gestiona nuestras funciones vitales inconscientes). Esquemáticamente, la rama ortosimpática
tonifica la actividad, mientras que la rama parasimpática estimula la relajación. Un poco como un coche que dispone
de un acelerador y un freno: la rama ortosimpática pisa el acelerador, mientras que la rama parasimpática pisa el
freno.
Esto es válido para nuestras funciones corporales (digestión, secreciones hormonales…), pero también para
nuestra moral. La vida cotidiana, con su dosis de estrés (contrariedades, nervios, enfados…), tiene tendencia a
sobreestimular el sistema nervioso ortosimpático (el acelerador) en detrimento del parasimpático (el freno). Esto
produce reacciones en cascada que contribuyen a mantener el estrés latente y su retahíla de consecuencias nocivas.
Esta respiración «buen ánimo» reequilibra primero las dos ramas del sistema nervioso autónomo, atenuando
la actividad de aquella que ha prevalecido. Además, favorece la producción de serotonina en el cerebro. Se la llama
generalmente «hormona de la relajación y del buen humor». Es la que nos incita a la tranquilidad interior y a la
alegría. Es por tanto indispensable para la eficacia de nuestros escudos antiestrés y para el mantenimiento de nuestro
equilibrio psicoemocional.
Como en la respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre, usted alternará las vías de acceso del
aire en su cavidad craneal. Los estudios en neurociencias han demostrado que el simple hecho de tapar una narina
para respirar únicamente por la otra «llama la atención» del cerebro sobre el proceso respiratorio (más
concretamente del hemisferio cerebral opuesto, que corresponde a la narina libre). Las modificaciones positivas
inducidas por el ejercicio se consiguen pues más rápida y eficazmente.

EJERCICIO

•Empiece sentándose cómoda, pero correctamente (véase también) y emita un suspiro profundo para relajar cara, hombros y
ombligo. Cierre los ojos y concéntrese en su respiración.
•Después inspire normalmente, con sus dos narinas, antes de tapar su narina izquierda con su pulgar izquierdo.36 Espire ahora muy
despacio por la narina derecha, luego inspire por la misma narina.
•Sin cambiar de mano, relaje el pulgar y tapone su narina derecha con su dedo corazón izquierdo. Espire por la narina libre, después
inspire por esa misma narina.
•Empiece de nuevo, alternando así la obturación de sus dos narinas.
•Trate de hacerlo de modo que su respiración sea fluida, sin pausas entre «la inspiración» y «la espiración». El cambio de dedo (y por
tanto de narina libre) se produce siempre en el punto culminante de la inspiración, cuando sus pulmones están llenos.
•Su respiración debe mantenerse profunda y bastante lenta. La inspiración y la espiración tienen una duración equivalente, alrededor
de cinco o seis segundos (el tiempo de contar despacio hasta seis, o de contar 1.000, 2.000, 3.000… hasta 6.000).
•Proceda de este modo durante 5 minutos.

¿Cuándo y a qué ritmo?


La suma de todos estos ejercicios le ocupará unos 20 minutos al día (en tres o cuatro sesiones). No más. Este es el
programa concreto que le aconsejo:
•Por la mañana al levantarse y por la noche al acostarse: practique una respiración «buen ánimo». Para
eso, puede sentarse en el borde de su cama y hacer su ejercicio por la mañana, justo antes de levantarse, y
por la noche, justo antes de acostarse (es decir dos veces 5 minutos).
•Hacia las diez de la mañana y hacia las cuatro de la tarde: haga una respiración antiestrés y antibajón.
Aunque no se sienta ni muy tenso ni cansado, incorpórela regularmente a su programa cotidiano. Eso le
ocupará tres veces 3’30 minutos. Es suficientemente breve como para que pueda integrarlo sea cual sea su
empleo del tiempo y el lugar en el que se encuentre37 (aunque implique ser un poco flexible con los
horarios). Eventualmente puede repetirlo durante el día si siente que lo necesita para superar un episodio
de estrés y/o fatiga.
•A demanda: practique la respiración inhibidora de apetito y anti-ataques de hambre (la más corta, apenas
un minuto treinta) cuando note que se despierta en usted la serpiente tentadora que provoca su atracción
irresistible hacia los alimentos. Practíquela tantas veces como lo considere necesario (hasta diez veces al
día). Una regla de oro más: cuanto más practique esta respiración, más agradable y eficaz será.

LO QUE HAY QUE RECORDAR

•Su programa neuro-adelgazante se desarrollará en dos tiempos: primero, diez días dedicados a la respiración, la relajación, la
gestión de las emociones y la eliminación de toxinas (detox); seguidamente, integrará los consejos alimenticios, sin privaciones ni
carencias.
•La respiración adelgazante actúa a la vez sobre el estrés, la eliminación de los desechos y el exceso de acidez interior. Los ejercicios
tienen un efecto relajante, inhibidor del apetito o «buen humor».
•Esta es la única de nuestras funciones que es a la vez consciente e inconsciente. Eso explica que sea posible modular su respiración
hasta el infinito y que, a su vez, estas respiraciones actúen sobre el equilibrio del ánimo y del sistema nervioso.
•Los ejercicios respiratorios tienen un efecto pedagógico a largo plazo. Permiten cambiar nuestros hábitos respiratorios para adquirir
otros mejores.
•Este programa de respiración adelgazante le propone:
– Una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre, para practicarlo cuando sienta la necesidad.
– Una respiración antiestrés y antibajón, para practicarla a media mañana (hacia las diez) y por la tarde (hacia las cuatro o las
cinco).
– Una respiración «buen ánimo» para practicarla por la mañana al levantarse y por la noche antes de acostarse.

Herramienta nº 2: el detox (eliminación de toxinas) adelgazante


«La polución excepcional de nuestro planeta exige una mayor toma de consciencia: la ecología. Pero yo milito ante todo en favor de una ecología
nutricional, una ecología intelectual y una ecología racional ya que nosotros debemos tener presente en nuestra mente que nuestro cuerpo es nuestro
primer planeta y nuestro cerebro nuestro sol».
«¡Desintoxique… Desintoxique… que algo queda!
Good detox, good destock».
(«A buena desintoxicación, buena delgadez»).

La eliminación de toxinas (detox) «está de moda». Todos los medios hablan de ello, pero a menudo se atribuyen a
estas prácticas, inspiradas en nuestra medicina ancestral,38 virtudes exageradas. Digámoslo desde el principio: la
eliminación de toxinas no tiene nada de mágico. Pero permite al cuerpo funcionar en condiciones óptimas. Esto es
esencial en materia de salud, y lo es también cuando se trata de conseguir y mantener su peso ideal. Ya que, si la
eliminación de toxinas por sí sola no basta para lograr que usted pierda los kilos superfluos, es indispensable para el
equilibrio de los «cinco factores del ser vivo» que rigen toda su vida biológica. Constituye incluso uno de los cinco
pilares fundamentales. De la misma forma que cada una de sus células debe eliminar sus propios desechos, la
extraordinaria organización celular que es su organismo debe conseguir evacuar correctamente el conjunto de
residuos metabólicos que generan los órganos y los tejidos, así como los innombrables contaminantes que
respiramos y absorbemos cada día.
La eliminación de toxinas (detox) no es una idea reciente. Todas las tradiciones del planeta proponen gestos
rituales orientados a la purificación del cuerpo. A menudo se trata de ayunos, como en el caso del ramadán de los
musulmanes o de la cuaresma de los cristianos. Las ceremonias ligadas a los ritos de paso de las sociedades
africanas o amazónicas integran también prácticas a base de plantas que tienen el mismo objetivo; las
espiritualidades orientales preconizan la frugalidad, que convierten en una virtud cardinal… Por citar unos cuantos
ejemplos…
Estas costumbres han perdido progresivamente terreno en Occidente, y es una verdadera lástima. Ya que
nuestro modelo de vida actual genera cantidad de desechos incomparables respecto a la de nuestros antepasados.
Afortunadamente, los gestos detox se imponen de nuevo como actos reflejos de salud indispensables e indisociables
del buen vivir en el siglo XXI. Y algunos de ellos le ayudarán a perder peso más fácilmente, y sobre todo de forma
duradera.

Desechos corporales y contaminaciones industriales


En el marco de su documental sobre la contaminación química de los canadienses,39 la cineasta quebequense Carole
Poliquin hizo analizar su propia sangre. Su chequeo sanguíneo reveló la presencia de más de cien sustancias
químicas como arsénico, BPC, dioxinas, mercurio, pesticidas, plomo… Es verdad que esos desechos tóxicos
aparecen en pequeñas cantidades. Pero la acumulación produce vértigo, pese a que los toxicólogos repiten hasta la
saciedad, como para convencerse a sí mismos, que por debajo de determinados niveles estos contaminantes no son
dañinos. Desde hace diez años, varios grupos de investigación universitarios empiezan a evaluar de forma muy
concienzuda el efecto acumulativo de estas sustancias cuando se detectan en un número considerable en nuestra
sangre (se habla de sinergias moleculares disbiológicas).
Hoy en día es un hecho comprobado: la mayor parte de los habitantes de nuestro bello planeta viven en un
entorno cada vez más contaminado. Respiramos sustancias químicas peligrosas, las absorbemos con el agua que
bebemos. Los alimentos frescos están llenos de pesticidas químicos, de herbicidas, de fertilizantes… En cuanto a los
alimentos industrializados, todos contienen aditivos, conservantes, colorantes, agentes de textura…No hay forma de
evitarlo.
Estos contaminantes se añaden a nuestra producción «normal» de desechos metabólicos. Nuestras células se
nutren absorbiendo los numerosos nutrientes extraídos de los alimentos por la digestión (glúcidos, lípidos, proteínas,
vitaminas, minerales…) y vehiculados por la circulación sanguínea. Estas operaciones generan también desechos.
La asimilación de las proteínas de la carne, por ejemplo, produce ácido úrico, la de los azúcares ácido láctico, la de
las grasas cuerpos cetónicos… Todos son también elementos que el cuerpo debe evacuar. La lista no es en absoluto
exhaustiva, ya que nuestro organismo también debe deshacerse de células muertas, de radicales libres, de desechos
ácidos, de residuos de los medicamentos… Nuestro cuerpo tiene por tanto mucho trabajo a lo largo del tiempo.
Mantengámonos lúcidos y científicamente rigurosos: nosotros disponemos de órganos especializados que se
encargan de esta pesada tarea. Se llaman emuntorios. Los principales: el hígado, los riñones y el intestino. Los
pulmones participan asimismo de esta eliminación evacuando los desechos gaseosos, al igual que la piel dejando
pasar el sudor. Estas «fábricas de tratamiento», infatigables y sofisticadas, son muy eficaces. El problema viene del
hecho de que se ven progresivamente superadas por la magnitud de la tarea (algo que se produce cada vez con más
anterioridad). Nuestra vida moderna genera demasiadas toxinas y tóxicos de todo tipo para que esta eliminación sea
suficiente. Imagine una caldera llena de hollín: cada vez tira peor y produce menos calor, pese a que consume la
misma cantidad de leña. Lo mismo pasa en su cuerpo: los desechos se acumulan en el organismo que acaba
funcionando «al ralentí», provocando mal color de piel, granos, fatiga crónica, problemas para dormir, debilidad
inmunitaria… y sobre todo un aumento de peso por debilidad metabólica.
El estrés también interviene en esta intoxicación crónica ya que aumenta la producción de determinados
desechos. Usted ya lo ha aprendido: los ejercicios respiratorios, la relajación antiestrés y las prácticas de gestión
emocional también tienen un efecto detox (aparte de su habitual efecto sobre la apertura adelgazante del cerrojo).
Pero esto no es suficiente. Para optimizar su funcionamiento metabólico, usted debe asimismo dar un «empujón» a
sus órganos de eliminación. Este es el objetivo de esta herramienta adelgazante nº 2.

Un sistema bien engrasado


Los gestos de desintoxicación adelgazante tienen como objetivo prioritario tres emuntorios: el hígado, el intestino y
los riñones. Estos pequeños actos reflejos de salud permitirán «limpiarlos» en profundidad, ayudarles y facilitar su
tarea. Estos órganos fundamentales, cuando están sobrecargados de trabajo y repletos de residuos, tienen problemas
para funcionar correctamente por sí solos. Hasta el punto de que a menudo, con estos desechos desconocidos para
nuestro metabolismo de transformación y luego de eliminación, nuestro organismo no sabe qué hacer. Se crea un
círculo vicioso: los desechos se acumulan; los emuntorios se ven rápidamente afectados; este «caos de toxinas»
perturba su funcionamiento; la eliminación de desechos se ralentiza… De modo que la intoxicación crónica se
intensifica ineluctablemente.
El hígado, los riñones y el intestino trabajan codo con codo. Cada uno tiene funciones de transformación /
eliminación muy precisas (véase también), cuyas actuaciones repercuten unas sobre otras. Así, nosotros disponemos
de un auténtico «sistema» de eliminación en el cual cada emuntorio juega su papel, con la ayuda del sistema
sanguíneo, respiratorio y linfático. Pequeño recordatorio: nuestras células están en un entorno acuoso, el líquido
intersticial. De él extraen los nutrientes que necesitan, y expulsan sus desechos. Cuando este líquido está lleno, se
concentra para formar la linfa, un líquido blanquecino, viscoso y más o menos espeso según la cantidad de toxinas
que debe vehicular. Esta linfa recorre entonces un conjunto de canales, paralelos a los vasos sanguíneos: los canales
linfáticos. La linfa circula únicamente de la parte inferior a la parte superior del cuerpo. En todo el recorrido, estos
canales linfáticos están rodeados de músculos que se contraen para hacer subir el líquido, y de válvulas que impiden
que descienda. De este modo, la linfa llega, luchando contra la gravedad, al final de su periplo: se incorpora al
circuito sanguíneo vertiéndose en la vena cava, a la altura de las clavículas. Una vez vertidos en la sangre, los
desechos se dirigen hacia el hígado, después a los riñones. Pero cuanto más espesa y más cargada de toxinas sea la
linfa, mayor la cantidad de desechos circulando en la sangre y mayor dificultad tienen esos emuntorios para llevar a
cabo correctamente su trabajo.

Tres órganos esenciales para la delgadez


Aquí tenemos, pues, nuestros desechos, vertidos en la red sanguínea y mezclados con nuestro líquido vital. Para
entender bien el interés fundamental de los actos detox en este programa de neuro delgadez, le propongo en primer
lugar una familiarización rápida con los tres emuntorios principales que se encargarán de gestionarlos y de
eliminarlos:40

•Su hígado. Para encontrarlo, basta con que ponga la mano muy plana, bajo sus costillas, sobre la parte
derecha de su torso. Allí está su hígado, este órgano grande (un kilo y medio aproximadamente, contra los
300 gramos del corazón) compuesto de 300.000 millones de células muy bien organizadas y dedicadas a
múltiples tareas vitales. Su hígado es el director de orquesta de la eliminación de toxinas. Es la pieza
maestra del edificio.
Durante su viaje al interior del cuerpo, la sangre pasa por el hígado al menos una vez por minuto, de día
y de noche (este ritmo puede multiplicarse por cinco en caso de actividad física intensa). Cada vez que
pasa, el hígado recupera un gran número de desechos metabólicos que transforma antes de verterlos de
nuevo a la sangre bajo una forma más fácilmente eliminable. Un ejemplo: la digestión de las proteínas
producto del amoniaco, una sustancia tóxica para el organismo. Es el hígado el que se encarga de
transformarla en urea que será seguidamente evacuada por los riñones. Este órgano se encarga también de
tratar los contaminantes y los residuos de medicamentos, para recuperar lo que todavía puede servir,
reciclar lo que sea posible, y liberar los residuos en la circulación sanguínea a fin de que sean expulsados
por vía renal. Finalmente, determinadas sustancias indeseables se mezclan con la bilis que segrega el
hígado, para ser disueltas, e incluso neutralizadas. Esta es vertida en el tubo digestivo, en la entrada del
intestino delgado. Seguidamente, estas toxinas serán evacuadas por vía intestinal.
•Sus riñones. Estos dos pequeños órganos en forma de judía (miden apenas doce centímetros de largo)
están en la región lumbar, a ambos lados de la columna vertebral. Alojados en una cavidad, protegidos de
los tejidos circundantes. Allí, pueden acoger la sangre en la que el hígado ha expulsado los desechos
inutilizables. De este modo, los riñones reciben cada minuto, alrededor de un cuarto del volumen
sanguíneo, es decir poco más de un litro de sangre. Este pasa por minúsculas unidades de filtrado: las
nefronas (cada riñón contiene cerca de un millón). Allí, los desechos son retenidos y mezclados con agua.
Es la orina primitiva, que seguidamente se concentrará y enviará a la vejiga para ser expulsada fuera del
cuerpo cuando esta bolsa natural esté suficientemente llena. La actividad de los riñones es pues
complementaría a la del hígado.
•Su intestino. Es el último tramo del aparato digestivo, ese «tubo» largo que empieza en la boca y termina
en el ano (su longitud total es de ocho a nueve metros en un adulto). El intestino en sí mismo tiene dos
partes con dos funciones diferentes. La primera, el intestino delgado, es la más larga. Está conectada
directamente al estómago. Es allí donde los nutrientes extraídos de los alimentos pasan a la sangre, a
través de las finas vellosidades que tapizan la pared intestinal. Las bacterias presentes aseguran lo esencial
de su trabajo. La segunda porción se llama «intestino grueso» porque su diámetro es superior. Es la
encargada de la eliminación de los desechos alimenticios. Es allí donde los residuos inutilizables (sobre
todo las fibras insolubles) se almacenan, y luego se expulsan en forma de heces. Estas concentran,
además, células muertas y desechos expulsados por el hígado con la bilis.

Ofrecer a este sistema complejo, estrechamente interconectado, algunos gestos detox simples y prácticos, le
facilitará el trabajo global de eliminación de su organismo. Todos sus órganos, todos sus tejidos se beneficiarán de
ello. El círculo vicioso se convertirá en virtuoso: los emuntorios, bien drenados, desempeñarán su tarea de forma
cada vez más eficaz, y sus órganos de digestión y de asimilación serán más efectivos. Un «plus» indispensable para
perder peso. Ya que digerir mejor es adelgazar mejor. Recuerde: lo que se digiere mal se acumula casi
sistemáticamente.

La eliminación de toxinas (detox) puede facilitar la pérdida de peso


Para adelgazar, es por tanto esencial que los órganos encargados de la transformación de los alimentos funcionen de
la manera más eficaz posible. Un organismo sucio, intoxicado y polucionado almacena una gran parte de lo que
absorbe.
Un ejemplo: en el estómago se desarrolla el principio de la digestión (especialmente de las proteínas). La
acidez allí presente es indispensable para que los alimentos se descompongan correctamente. Pero la acumulación de
toxinas en el tubo digestivo perturba la producción de los jugos ácidos gástricos, lo cual ralentiza la degradación de
los alimentos. Del mismo modo, el hígado produce enzimas digestivas. Cuando está cargado de desechos, las fabrica
en menor cantidad, lo cual dificulta la correcta asimilación del alimento. Al descontaminar los órganos digestivos,
los gestos detox permiten mejorar su eficacia y garantizar el desarrollo correcto del escenario que nuestro organismo
alberga varias veces al día.
Asimismo, numerosas sustancias detox tienen un impacto directo sobre la pérdida de peso. Las fibras, por
ejemplo, cuyo consumo se aconseja para descontaminar el intestino, preservar el equilibrio de la flora intestinal y
favorecer la hidratación de las heces. Estas sustancias influyen también en la asimilación de determinados nutrientes.
Frenan sobre todo la absorción de los azúcares. Ahora bien, se sabe que el aumento de peso siempre está más o
menos vinculado a una producción desordenada de insulina que crea falsas hambres, favorece la acumulación de
grasas y frena la eliminación. Ralentizando el paso del azúcar a la sangre, las fibras permiten reducir este problema.
La eliminación de toxinas (detox) se convierte así en una baza adelgazante indispensable. ¡En este inicio del
siglo XXI, tan rico en poluciones alimenticias, aéreas, químicas, digestivas, mentales y emocionales, el simple hecho
de integrar pequeños gestos detox en su programa de adelgazamiento, basta incluso para transformarlo en un método
de salud global! Nutrición saludable y nutrición adelgazante están definitivamente unidas para proponer a su
organismo global una pareja ganadora.

Los actos detox cotidianos


Nuestra tradición occidental propone herramientas detox muy antiguas, cuyos efectos algunas de ellas han
demostrado ampliamente. En la Grecia antigua, Hipócrates ya recomendaba empíricamente las «curas estacionales»
para cuidar el cuerpo y garantizar su buen funcionamiento. Hoy en día, la ciencia ha demostrado la validez de
numerosas prácticas de este tipo.
La célebre «cura del limón», por ejemplo, la recomiendan la mayoría de los naturópatas. Actúa a diversos
niveles: este fruto es diurético (favorece la eliminación renal); actúa, pese a su sabor, como un antiácido que
combate el exceso de sustancias ácidas en el organismo (véanse las explicaciones sobre la hiperacidez), y finalmente
aporta numerosos minerales. En su versión clásica, esa cura consiste en beber, cada mañana en ayunas, durante dos
o tres semanas, el zumo de medio limón mezclado con agua tibia. La cura puede repetirse en cada cambio de
estación. Hasta ahí, este tipo de gesto solo puede tener efectos beneficiosos. Pero determinados terapeutas han creído
conveniente modificar la receta en favor de multiplicar, día tras día, la cantidad de limón (¡llegando incluso hasta
diez!). No solo este aumento no es necesario, sino que puede tener efectos nocivos, muy contraproducentes, como la
acidificación reactiva del aparato digestivo y el agotamiento de nuestras reservas de sales minerales.
Este ejemplo demuestra perfectamente hasta qué punto, como decía Paracelso,41 «El veneno está en la
dosis». Es decir: en temas de detox, «más es enemigo de bueno». No es necesario multiplicar los gestos y aumentar
las cantidades de productos drenantes. Es, una vez más, la regularidad (poco a poco) lo que cuenta, ante todo. Por
eso le propongo seguidamente un programa detox sencillo, que no le exigirá mucho esfuerzo. La eficacia de estos
gestos detox está científicamente demostrada. Son fáciles de integrar en su cotidianidad porque no exigen ninguna
modificación de sus costumbres. Pero antes de pasar a la práctica, le propongo cuatro actos reflejos detox simples,
que harán tanto bien a su salud como a su delgadez.

•Primero, ¡mastique! Ya que esta sigue siendo la regla de oro: «Masticar bien, es adelgazar mejor». Es en
la boca donde empieza la digestión, gracias a las numerosas enzimas de la saliva que se mezclan con los
alimentos durante la masticación. Además, la mejor fragmentación de los alimentos multiplica por dos o
tres la eficacia de las enzimas digestivas.
El estómago tendrá más facilidad para llevar a cabo este trabajo. Siendo la digestión más eficaz, la
asimilación mejorará también. El aparato digestivo en su conjunto drenará mejor, lo cual aligerará el
trabajo de los emuntorios. Su pérdida de peso se verá favorecida globalmente por este gesto tan sencillo,
que usted integrará sin esfuerzo a su vida cotidiana.
•Beba suficiente agua (o infusiones). Este líquido es indispensable para «diluir» las toxinas que saturan su
organismo, y para favorecer su evacuación. Es inútil centrarse en la cantidad de líquido que usted absorbe
cada día. Limítese a beber un vasito de agua (o una taza de infusión) cada hora. Preferentemente un agua
poco mineralizada (Volvic, Mont-Roucous, agua de manantial...). Beba siempre despacio, pequeños
sorbos, agua a temperatura ambiente. Evite ante todo beber agua muy fría (sobre todo en invierno), porque
la temperatura baja provoca un espasmo del tubo digestivo que dificulta la digestión y la asimilación de
los alimentos. Por la mañana, al despertarse, en ayunas, tome su primer vaso de agua (como mínimo
quince minutos antes del desayuno). Para que tenga una eficacia máxima, debe estar ligeramente tibia y
contener un pellizco de sal. Es un gesto detox elemental, pero muy eficaz para el tubo digestivo y los
órganos emuntorios.
•Integre un poco de actividad física a su vida cotidiana. No hablo de ejercicio deportivo (salvo si practica
ya un deporte). Se trata solamente de hacer que su cuerpo se mueva con regularidad. Caminar de forma
sostenida constituye, como tal, una excelente actividad detox. Trate de caminar con una cadencia regular
(sin deambular y mirar escaparates), balanceando los brazos al ritmo de sus pasos, durante una media
hora, dos veces al día: por la mañana después de desayunar, y por la tarde entre las cuatro y las seis. Los
músculos activados por el paseo «masajean» los principales órganos de digestión y de asimilación, lo cual
favorece su drenaje metabólico natural. Además, caminar relaja el sistema nervioso, lo cual disminuye al
mismo tiempo el impacto del estrés sobre la producción de toxinas y sobre la acumulación de grasas.
•Finalmente, trate de mantener a distancia las poluciones mentales y emocionales inútiles. Los
investigadores en neurociencias han demostrado que un organismo se defiende y por tanto funciona mejor
cuando está libre de la presión del estrés. Así que trate de protegerse, a nivel mental y emocional, contra el
exceso de ruido, la locura publicitaria, el tono dramático de las informaciones cotidianas… Los ejercicios
de respiración y de relajación adelgazante acabarán de dar el último «barrido».

El programa de eliminación de toxinas (detox) adelgazante


La panoplia de plantas y de alimentos que tienen un efecto detox es muy amplia y variada. Para facilitarle el trabajo,
le propongo, aparte de los gestos detox siguientes, añadir solamente tres gestos detox cotidianos (más uno
facultativo): por la mañana, durante el desayuno, a media mañana y a media tarde. Bastarán para mejorar la
eliminación de sus desechos, estimular su metabolismo, y restaurar numerosos equilibrios biológicos internos. Tres
objetivos fundamentales cuando se desea perder peso de forma saludable.

•En el desayuno. Para limpiar su aparato digestivo y favorecer el buen funcionamiento de su eliminación
intestinal, ingiera cada mañana una cucharada de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado
de trigo micronizado, en un yogur o una compota. Seguidamente, un gran vaso de agua a temperatura
ambiente (incluso tibia) y espere entre diez y quince minutos antes del desayuno.
Estos alimentos contienen una gran cantidad de fibras que facilitarán su tránsito intestinal y nutrirán las
«buenas bacterias» intestinales. Por si fuera poco, contribuirán a limitar los «cansancios repentinos» de
última hora de la mañana y las falsas hambres perjudiciales para la pérdida de peso.
•Durante la mañana. Esta es la hora de su tisana «detox – destock» (eliminación de toxinas – pérdida de
grasas). Pida en la farmacia o en la herboristería que le preparen una mezcla a partes iguales de hinojo,
diente de león, salvia y anís estrellado (badián). Vierta medio litro de agua en un cazo, añada media
cucharada sopera de la mezcla. Llévelo a ebullición, déjelo hervir tres minutos (no más), y deje que
infusione tres minutos más antes de colarlo. Bébaselo a pequeños sorbos, sin azúcar.
•Durante la tarde. Es la hora de su tisana «detox-drenaje». Pida en la farmacia o en la herboristería
(siempre la misma) que le preparen una mezcla a partes iguales de hojas de ginkgo, ortiga, llantén,
caléndula y aquilea milenrama. Cada día, a media tarde, vierta media cucharada sopera de esta mezcla en
medio litro de agua de manantial hirviendo. Déjelo infusionar tres minutos, luego cuélelo y bébaselo a
pequeños sorbos, sin azúcar. Esta tisana es ideal para eliminar toxinas y regenerar los órganos encargados
de la digestión y de la asimilación de los alimentos.
•Finalmente, de noche. Si usted es de esos que «reflexionan» sin parar, se «comen la cabeza» y no
consiguen mantener el estrés a distancia, ayúdese con otra tisana que sabrá desintoxicarle mentalmente. Se
trata de una verdadera «tisana de la felicidad», puesto que la desintoxicación mental es como mínimo tan
importante como la desintoxicación física. Su farmacéutico le preparará, esta vez, una mezcla de verónica,
tila y matricaria, siempre a partes iguales. Después de cenar, vierta media cucharada sopera de esta mezcla
en un cuenco de agua hirviendo, y déjela infusionar cinco minutos antes de colarla. Bébasela a pequeños
sorbos antes de meterse en la cama. Añada, eventualmente, una cucharadita de café de miel de tilo o de
lavanda.

LO QUE HAY QUE RECORDAR

•El detox orgánico es una fase útil de nuestro programa adelgazante. Si bien los gestos detox nunca son suficientes para perder peso
(ese no es su objetivo), ayudan al organismo a eliminar mejor los desechos y contaminantes que lo saturan. Lo cual deriva en un
mejor funcionamiento metabólico favorable a la pérdida de peso.
•Cada una de nuestras células genera sus desechos. Nuestro organismo dispone de sofisticados sistemas encargados de evacuarlas.
•Estos sistemas incluyen el sistema linfático y los principales órganos emuntorios: hígado, riñones, intestinos. Cada uno funciona a su
nivel. El hígado se encarga de transformar los desechos recuperables, los riñones de eliminar los desechos irrecuperables, y el
intestino de evacuar los desechos alimenticios.
•Nuestro modo de vida actual ha aumentado considerablemente nuestra producción de desechos, a causa sobre todo de la polución y
de la industrialización de los alimentos.
•Un organismo saturado de desechos metaboliza peor los alimentos, lo cual favorece la sobreacumulación y frena la eliminación.
•Para facilitar la eliminación de toxinas, empiece simplemente por masticar mejor y beber suficiente agua (o infusiones).
•La práctica regular de una actividad física (no necesariamente deportiva) es parte integrante de un programa detox completo y serio.
Contribuye a mejorar la eliminación global de desechos. Camine media hora dos veces al día: ¡este es el rey de los ejercicios detox!
•El programa detox adelgazante le propone:
– En el desayuno, un poco de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.
– Durante la mañana, una infusión «detox-eliminación».
– Durante la tarde, una infusión «detox-drenaje».
Herramienta nº 3: la relajación adelgazante o el poder terapéutico de la IMI (Imaginería
Mental Inducida)
«El individuo agotado, lo mismo que el neurótico, ha perdido en parte la costumbre de relajarse. Ya no sabe qué músculos están contraídos, ni puede
juzgar con precisión y lucidez si está tranquilo; ¡no percibe con claridad que debería relajarse y no sabe cómo!
Estas aptitudes deben cultivarse o recuperarse».
EDMUND JACOBSON

«Cada día, insista mentalmente sobre el hecho de que la realidad es la armonía y que la enfermedad no es más que un sueño pasajero. ¡Dé forma, en
su interior, a la presencia de la salud y a la realidad del ser armonioso hasta que el organismo se corresponda con las condiciones habituales de
salud y de equilibrio!».
MARY BAKER EDDY

Las respiraciones son el núcleo de la herramienta nº 1, y constituyen una primera etapa decisiva en la lucha contra el
estrés. Pero hay otro escollo que sortear para protegerse definitivamente de él. Tal como ya he explicado, las
interacciones son constantes entre nuestro sistema nervioso en su conjunto (incluido nuestro cerebro) y nuestro
funcionamiento hormono–biológico. Pequeño recordatorio: los acontecimientos estresantes a los que nos
enfrentamos movilizan nuestros mecanismos de defensa ancestrales, provocando sobre todo la secreción de las
«hormonas del estrés»: adrenalina y cortisol. Si bien estas son útiles cuando se trata de afrontar, en el momento, una
emoción violenta y brutal (luchando o huyendo), dejan de serlo cuando nos enfrentamos a mil pequeños estreses del
día a día que no se resuelven de esta manera.
Imagine un empleado que discute con su superior: no puede marcharse ni abandonar su puesto, ni darle un
puñetazo a quien él considera su agresor (en ambos casos se arriesga a perder su trabajo). Las hormonas del estrés
no le sirven en este caso. Sin embargo, en su cuerpo se produce el escenario hormonal secular. Lo mismo sucede
cada vez que sufrimos una contrariedad, que nos indignamos, que nos sentimos emocionalmente agredidos, que nos
vemos sometidos a las múltiples presiones de la vida moderna… En otras palabras, actualmente eso nos ocurre
varias veces al día a todos nosotros.

Estrés y aumento de peso: una relación bien conocida


Las investigaciones en neurociencias han demostrado cómo estas pequeñas secreciones de adrenalina y de cortisol
repetidas interfieren en nuestro funcionamiento hormonal global. Los investigadores de la universidad
norteamericana de Ohio han llevado a cabo un estudio 42 con un grupo de cincuenta y ocho mujeres, con un
promedio de edad de cincuenta y tres años, que se desarrolló en dos etapas. En la primera: la víspera de la prueba, el
equipo les proporcionó tres comidas estándar, luego les pidió que ayunaran doce horas antes del día de las pruebas.
Segunda etapa: el día D, los investigadores les sirvieron una comida de novecientas treinta calorías que contenía una
cantidad importante de materias grasas (60 gramos). Seguidamente evaluaron las reacciones metabólicas cada veinte
minutos durante el resto de la jornada, midiendo diversos factores: la glucemia (nivel de azúcar en la sangre), los
triglicéridos (grasas fácilmente acumulables en las células grasas), así como la producción de insulina y de cortisol.
Los resultados son inapelables: las mujeres que habían manifestado diversos factores de estrés durante la
jornada previa a las pruebas quemaron menos calorías (y por tanto acumularon más grasa) que las que habían pasado
una jornada tranquila. Según los cálculos, esta diferencia (el equivalente aproximado a 100 calorías al día) podría
producir, en un año, un aumento de 5 kilos. La directora de este estudio, Janice Kiecolt-Glaser, lo explica de este
modo: a alimentación idéntica, los niveles de cortisol y sobre todo de insulina son más elevados en las personas
estresadas, lo cual contribuye a favorecer la acumulación en las células grasas y a frenar su eliminación.
Otros estudios se han dedicado a dilucidar de forma más precisa el papel del cortisol en el aumento de peso.
Estos han demostrado que esta hormona, cuando se segrega en exceso, envía al cerebro mensajes contundentes que
aumentan el apetito y modifican las preferencias alimenticias, impulsando a consumir más grasas y más azúcar. Bajo
el efecto del cortisol, el hipotálamo43 produce una sustancia, la neuro péptida Y, que interfiere los mensajes de
saciedad e influye en la producción de insulina. Además, el cortisol envía directamente una señal a las células grasas
para incitarlas a preservar al máximo su contenido. Finalmente, esta hormona del estrés interfiere con la serotonina
(el mensajero químico cerebral de la relajación, de la alegría y de la paz interior), lo cual produce estados de
depresión que incitan todavía más a buscar consuelo en los alimentos grasos y azucarados.
Es por tanto toda una red «de impulsos al sobrepeso» que se ponen en marcha bajo el efecto de la tensión
nerviosa, perturbando el equilibrio global del metabolismo, así como el equilibrio de nuestras capacidades de
asimilación alimenticia y de acumulación de grasas.
Nuestro grupo de investigación fue duramente criticado por determinadas publicaciones científicas
(Entrevistas de Bichat 2005 y 2007) donde nosotros afirmábamos que, con la misma cantidad de calorías, era posible
hacer que un grupo de individuos adelgazara mientras otro aumentaba de peso. Nuestras últimas publicaciones sobre
neuro nutrición (2014 y 2015) demuestran de forma incontestable la realidad de esta «paradoja metabólica»,
subrayando así los límites de todos los regímenes adelgazantes y la importancia prioritaria del sistema
neuroemocional.

Pensamientos obsesivos: ¡el camino al sobrepeso!


Llegamos a los efectos físicos. Hoy en día, conocemos bastante bien los mecanismos neurobiológicos, aunque los
investigadores ponen al día nuevos matices continuamente. Pero el papel nocivo del estrés no se limita a eso. Sin
duda se habrá dado cuenta: en los momentos de gran tensión nerviosa, tenemos tendencia a alimentar pensamientos
obsesivos, que dan vueltas en bucle en nuestra cabeza sin que podamos pararlos. Y estas ideas, a menudo teñidas de
decepción y de indignación, de recriminación o de desesperanza (¡«Nunca lo superaré!»), contribuyen a perpetuar el
estrés anímico, incluso cuando el hecho que lo ha provocado forma parte del pasado. Estos pensamientos recurrentes
tienen, también, un impacto directo sobre nuestro metabolismo (especialmente hormonal), igual que el estrés inicial.
Es un hecho científicamente verificado: nuestros pensamientos influyen en nuestro funcionamiento metabólico. En
materia de delgadez, el simple hecho de aprender a controlarlos permite favorecer el buen funcionamiento de los
órganos digestivos y, en consecuencia, la eliminación y el adelgazamiento.
A eso se añade un elemento verificado muchas veces: las personas con sobrepeso tienen a menudo
relaciones conflictivas con este cuerpo que no les satisface. Focalizan su insatisfacción en las zonas afectadas por el
sobrepeso («No soporto mi estómago, mis muslos…»), hasta el punto de que con el tiempo se instala a veces un
desánimo, e incluso una aversión hacia todo su cuerpo. Esto refuerza el estrés latente y la ronda de pensamientos
negativos y perturbadores. La célebre psiquiatra Françoise Dolto recomendaba a sus pacientes «hablar» con sus
órganos, para enviarles un mensaje de amor y de ternura para mejorar su funcionamiento. Esto es especialmente
importante para las personas que desean perder peso desde hace bastantes años, y que a menudo acaban por
alimentar cierto repudio ante ese cuerpo decepcionante.

Cambiar sus pensamientos para modificar su cuerpo


Las interacciones entre lo psíquico y lo físico se manifiestan en los dos sentidos: de la cabeza hacia el cuerpo (es el
amplio territorio de la medicina psicosomática), pero también del cuerpo hacia la cabeza (el de las terapias psico
corporales). Al focalizar su atención en sus sensaciones corporales, usted puede transformarlas progresivamente.
Poco a poco, los nuevos mensajes positivos emitidos por su cuerpo «remontan» hasta su cerebro, que actúa en
consecuencia favoreciendo los equilibrios internos. Lo cual genera un círculo virtuoso: de la cabeza hacia el cuerpo,
luego de vuelta del cuerpo hacia la cabeza. Y así sucesivamente, en ciclos de amplificación del equilibrio.
Este bucle es el origen de numerosas técnicas psico corporales: hipnosis, sofrología, biofeedback, eutonía…
En él se basó el famoso doctor Johannes Schultz44 para poner a punto, en la década de 1920, su célebre método de
«entrenamiento autógeno» que ha servido de base a muchas otras técnicas de relajación. Esta es una de las más
antiguas, de las más copiadas, de las más utilizadas… Y también una de las más estudiadas de manera científica.
El principio de esta relajación: provocar conscientemente sensaciones corporales, a fin de enviar al cerebro
mensajes de relajación y de reposo. Un ejemplo: imaginar que el cuerpo se calienta. No importa qué imagen use para
conseguirlo. El practicante puede por ejemplo visualizar un viento cálido que sopla sobre su cuerpo, puede pensar
que está en un paisaje tropical o desértico, en una sauna… El resultado no se hace esperar: no solamente la persona
siente el calor en su cuerpo, sino que este hace que su temperatura aumente sin duda. El efecto ha sido verificado en
numerosas ocasiones por estudios hospitalarios.45 Seguidamente basta con hacer circular (siempre mentalmente)
esta sensación de calor por todo el cuerpo, en los músculos, en los órganos… Esta provoca una relajación física
rápida que repercute en lo mental, disminuyendo el nivel de estrés. Lo mismo vale para la sensación de frío:
imaginar un viento frío o un paisaje de montaña nevado, y la temperatura corporal baja. El entrenamiento autógeno
de Schultz comporta otras etapas, que implican ejercicios respiratorios. Propone un programa completo y organizado
en cinco fases.
No se trata aquí de hacerle practicar este método de relajación en su conjunto (podrá hacerlo más adelante si
le interesa). Los ejercicios que yo le propongo responden a la misma lógica que la técnica del doctor Schultz. Usted
focalizará sus ejercicios sensoriales de cara a restaurar su armonía metabólica, y a reconciliarse con las zonas de su
cuerpo implicadas en el aumento y la pérdida de peso. El beneficio será doble: mantendrá el estrés a distancia y
enviará a su organismo mensajes que le ayudarán a deshacerse de los kilos superfluos. Estos ejercicios devolverán
una coherencia global a su esquema corporal, lo cual proporcionará a su organismo un «impulso de vuelta al
equilibrio» estimulando todos los procesos implicados en la pérdida de peso.

El programa de relajación adelgazante


Practicará ejercicios alternos por la noche, justo antes de acostarse, después de haber efectuado su respiración «buen
ánimo». No es aconsejable (en un primer momento) practicarlos tumbado en la cama (aunque sea posible) porque se
arriesga a dormirse durante el proceso.46
Pequeño recordatorio de la postura ideal:

•Colóquese sobre el asiento sin apoyarse (véase ilustración). Mantenga la espalda y la nuca alineadas, sin
esfuerzo ni crispación, su cabeza en la prolongación de su columna vertebral, su mentón ligeramente
inclinado hacia el pecho. Como si estuviera atravesado por un cable que recorre su columna vertebral y su
nuca hasta emerger por la parte superior del cráneo.
•Ponga sus pies paralelos sobre el suelo y sus rodillas formando un ángulo (aproximadamente) recto. Sus
manos sobre sus muslos, cerca de las rodillas o de las caderas.
•Trate de no tensionar la nuca, los hombros y los brazos. Su postura debe ser lo más relajada posible.

•Una vez adoptada esta posición, cierre los ojos y visualice dos «espacios esenciales» de su cuerpo: su
cara y su ombligo. Sobre su cara, dibuje mentalmente una ligera sonrisa y relaje la frente. Relaje sus
músculos abdominales de modo que adelante levemente el ombligo.
•Empiece siempre el ejercicio con un suspiro profundo, espirando por la boca.

1. El bodyscan (escáner corporal) rápido


Le propongo primero incorporar este primer ejercicio a su cotidianidad, cinco días de siete. Aprenderá a asociar una
respiración relajada con una visualización de las zonas de su cuerpo implicadas en la digestión y la asimilación del
alimento: el estómago, las caderas… Usted conectará estas regiones corporales con una imagen y una sensación
positivas y beneficiosas, mientras focaliza sus pensamientos en una frase clave muy simple que repetirá al ritmo de
su respiración. Este ejercicio permite al mismo tiempo alejar el estrés, cortocircuitar la rueda de pensamientos
obsesivos y mejorar el funcionamiento de sus órganos de digestión y de asimilación, puesto que estos últimos se
verán rápidamente influidos por el bienestar que usted les devolverá.
Las frases que le propongo repetir le parecerán sin duda, al principio, muy simples incluso simplistas. Pero es
precisamente esta extrema simplicidad, unida a una respiración regular, lo que producirá un importante impacto en
su mente y en su metabolismo al mismo tiempo.47
EJERCICIO

•Está usted sentado y acaba de terminar su respiración «buen ánimo».


•Relaje todo el busto (cabeza, cuello, hombros…) y déjese «caer» hacia delante hasta que sus hombros estén cerca de sus rodillas.
Quédese así el tiempo de varias respiraciones completas (inspirar y espirar), luego vuelva a su posición anterior.
•Inspire pronunciando mentalmente esta frase «Yo inspiro y sé que inspiro» (durante tres segundos aproximadamente, justo el tiempo
de pronunciarla despacio).
•Luego contenga la respiración pronunciando mentalmente: «Yo contengo mi respiración y sé que contengo mi respiración» (3
segundos aproximadamente).
•Finalmente, espire despacio pronunciando despacio, dos veces: «Yo espiro y sé que espiro» (seis segundos aproximadamente, el
tiempo de pronunciar poco a poco la frase dos veces).
•Repita esta secuencia cinco veces (alrededor de un minuto). Esto implantará el ritmo regular de su respiración.
•Luego imagine ante usted una esfera de luz, calor, bienestar (esa que ya imaginó durante su respiración antiestrés y anti-cansancio
repentino). Coloréela con la tonalidad más suave, cálida y agradable para usted (blanca, amarilla, azul, naranja…).
•Continúe respirando al mismo ritmo, modificando poco a poco la frase que pronuncia mentalmente.
•Primero, inspire y diga: «Yo inspiro la luz, y sé que inspiro la luz». Trate de visualizar esta luz tenue que invade su sistema
respiratorio.
•Luego retenga su respiración repitiéndose interiormente: «Yo retengo mi respiración y yo almaceno esta luz» (¡sus pulmones se
vuelven luminosos!).
•Finalmente, espire «enviando» esta luz a sus muslos y pronunciando mentalmente: «Yo espiro y yo envío esta luz a mis muslos».
•Repita esta respiración, siempre al mismo ritmo y con las mismas frases, enviando la luz sucesivamente a su pelvis, su bajo vientre,
su estómago, sus caderas y su cintura.
•Una vez que toda esta zona (la más implicada en los procesos de aumento y de pérdida de peso) se ha llenado de una luz suave y
agradable, continúe de la misma forma concentrando esta por turnos en su hígado, su estómago, su páncreas, su intestino y sus
riñones (la intención es lo que cuenta, no importa si la localización de sus órganos no es totalmente correcta). Cada vez, al mismo
tiempo que la luz, envíe a sus órganos la suavidad y la bondad que lleva asociados.
•Continúe alrededor de un minuto (cinco respiraciones completas), luego realice un último círculo respiratorio, llenando de luz todo su
cuerpo.
•Termine con una respiración profunda.
•La duración total ha sido de unos cinco minutos.
•Antes de levantarse, masajee ligera y suavemente sus brazos, sus hombros y sus muslos.

2. El bodyscan (escáner corporal) completo


Dos veces por semana, cada dos o tres días (le aconsejo el jueves y el domingo), sustituirá este bodyscan rápido por
un bodyscan completo. El principio y el desarrollo del ejercicio son los mismos, pero implicará todo su cuerpo.

EJERCICIO

•El principio de ejercicio es idéntico. Usted está sentado y empieza a estabilizar su ritmo respiratorio repitiéndose mentalmente las
mismas frases: «Yo inspiro y sé que inspiro», «Yo contengo mi respiración y sé que contengo mi respiración», «Yo espiro y sé que
espiro». Y eso, cinco veces.
•Seguidamente imagine la misma esfera luminosa ante usted, suave, agradable y beneficiosa (véase anteriormente). Inspire
repitiendo mentalmente: «Yo inspiro la luz y sé que inspiro la luz».
•Después contenga la respiración diciéndose: «Yo contengo la respiración y almaceno esta luz».
•Finalmente, espire repitiéndose: «Yo espiro y envío esta luz a …».
•Es aquí cuando el ejercicio cambia. Porque empezará por enviarla a sus pies, luego a sus tobillos, sus pantorrillas, sus rodillas, sus
muslos, su pelvis, su abdomen, su tórax, sus hombros. Siempre mientras espira.
•En este momento, la luz ha invadido progresivamente lo esencial de su cuerpo, exceptuando su cabeza y sus brazos.
•Continúe de la misma forma enviando ahora la luz a sus manos, sus muñecas, sus antebrazos, sus codos, sus brazos.
•Al llegar a los hombros, envíe la luz (siempre suave y beneficiosa) a su nuca, su cuello, su cara, toda su cabeza.
•Su cuerpo está ahora totalmente lleno de luz. Está invadido por una sensación de alegría, de confianza y de bienestar.
•Practique varios ciclos respiratorios concentrando la luz en su abdomen (allí donde se desarrolla lo esencial de sus funciones
metabólicas de aumento y pérdida de peso), de cara a formar una esfera muy brillante. Esta zona recoge ahora toda la alegría, la
bondad y la ternura que usted lleva dentro.
•Finalmente, en una última respiración, deje que esta luz interior se difunda de nuevo por todo su organismo y luego al exterior, por
toda la habitación.
•Termine con una respiración profunda.
•La duración total ha sido de unos diez, quince minutos.
•Antes de levantarse, masajee lenta y suavemente sus brazos, sus hombros y sus muslos.

Estos dos ejercicios tienen un poder neuro metabólico y neuro tisular increíble. Reforzarán su armonía
corporal e impondrán poco a poco a todo su cuerpo una vuelta a su peso ideal. Le permitirán evitar centrarse en las
zonas de su cuerpo que no le gustan y que ha abandonado hasta el punto, a veces, de dejar de sentirlas. Pero el
almacenamiento de grasas siempre es más fácil en las zonas que usted ha tratado de olvidar o de ocultar, y que
incluso detesta. ¡Es la dura ley de la acción-reacción que va más allá del ámbito de la delgadez!

¿Cuándo y a qué ritmo?


Este ejercicio se practica cada día, bajo una de sus dos formas, justo después de su respiración «buen ánimo» de la
noche.48 Esta es la planificación que le propongo.

•Durante tres días (por ejemplo, lunes, martes y miércoles), practique el bodyscan rápido (cinco minutos
aproximadamente).
•El cuarto día (el jueves, si seguimos nuestro ejemplo), practique el bodyscan completo (entre quince y
veinte minutos).
•Los dos días siguientes (el viernes y el sábado), vuelva al bodyscan rápido.
•Finalmente, el último día (el domingo), haga de nuevo el bodyscan completo.

LO QUE HAY QUE RECORDAR

•Las situaciones de tensión nerviosa tienen un impacto directo sobre el organismo. El estrés provoca secreciones hormonales
parásitas, que interfieren en el programa hormonal normal (sobre todo las parejas adrenalina-cortisol y dopamina-serotonina, así
que la insulina está estrechamente implicada en el aumento de peso).
•Numerosos estudios demuestran claramente que existe un vínculo directo entre el estrés y el aumento de peso. De ahí la
importancia de practicar con regularidad pausas de relajación adelgazante, además de ejercicios de respiración.

agotadora.
byYako1976identi.io
•El estrés alimenta asimismo pensamientos obsesivos por lo que es difícil interrumpir ese bucle, y fomenta una tensión nerviosa

•Las relajaciones adelgazantes propuestas aquí tienen como objetivo ayudarle a combatir la tensión nerviosa del día a día, para
romper el círculo vicioso del estrés.
•Este programa de relajación adelgazante le propone:
– Un bodyscan rápido cinco veces a la semana, preferiblemente por la noche.
– Un bodyscan completo en el mismo momento, dos veces a la semana.
– Trate de respetar un intervalo de dos días como mínimo entre dos bodyscan completos.

Herramienta nº 4: la gestión adelgazante de las emociones. Liberarse del pasado para (re)crear
su futuro
«El hambre está en mi cabeza; es una carencia que ningún
alimento terrestre puede colmar».
SOPHIE ADRIANSEN

«Perdonar al otro, perdonarse a sí mismo, dominar nuestros miedos íntimos es a menudo un trabajo que supera nuestra fuerza de voluntad; incluso
la de los más voluntariosos; incluso la de los más valientes. Esta constatación no debe generar ninguna desesperación, ninguna culpabilidad,
ninguna frustración, ninguna tentación de depresión, porque todos los corazones humanos albergan el tesoro de la intención. Naturalmente, hay que
poner todo el corazón, pero tener realmente “la intención de…” nos da este pequeño suplemento de alma que sublima fuerza y voluntad para superar
todos nuestros desafíos internos».
Le pouvoir de l’intention, extracto de la conferencia para la Fundación W-Health, mayo de 2015
«Cada persona que sufre lleva en ella a su propio médico. Nosotros (los médicos) damos lo mejor de nosotros mismos cuando permitimos que el
médico que reside en cada uno de nuestros pacientes se ponga a trabajar».
NORMAN COUSINS, citando al Dr. A. Schweitzer

¡Engorda solamente lo que no se digiere (o se digiere mal), ya se trate de alimentos, de pensamientos o… de


emociones! Ahora bien, emociones «mal digeridas», todos las llevamos dentro. Ya sean muy antiguas y se remonten
a la infancia, o más recientes y menos profundamente enraizadas, acompañan nuestra existencia con más o menos
«peso». Recuerde: la manera de vivir nuestras emociones constituye uno de los «cinco factores del viviente»,
indisociable de los otros cuatro. Yo no le propondré, en el marco de este libro, resolver con un toque de varita
mágica todos sus problemas psicológicos (este es un trabajo que usted puede hacer con un psiquiatra o un
psicoterapeuta, e incluso un psicoanalista.) Pero voy a enseñarle a frenar la sobreacumulación de grasa vinculada a
sus «malas digestiones emocionales».

De los pensamientos obsesivos a las emociones perturbadoras


Acabo de hablarle de los pensamientos, de la manera en la que pueden convertirse en un peso, hasta el punto de
mantener al estrés latente. De pasada, he mencionado el miedo o la ira como capaces de impregnar sus pensamientos
y mantener su estrés. Ahora bien, el miedo y la ira son emociones. Lo cual nos lleva a una evidencia: el estrés, los
pensamientos y las emociones están íntimamente ligados. Estas últimas producen a menudo los dos precedentes, y
los tiñen de forma positiva o negativa según pertenezcan al ámbito de la alegría o de la tristeza.
Sin embargo, las emociones también tienen una existencia propia, más allá de los pensamientos que
desencadenan o influyen. Según el Larousse, una emoción es una «reacción afectiva transitoria de intensidad
bastante importante, habitualmente provocada por un estímulo procedente del entorno». Una definición un poco
técnica y un pelín esquemática, pero que identifica el problema. Algunos especialistas del tema añaden que una
emoción incluye, en sí misma, una reacción fisiológica (mi corazón late más deprisa, mi respiración se acelera…),
un comportamiento expresivo (rio cuando estoy alegre, lloro cuando estoy triste…) y una consciencia (sé que estoy
indignado o que tengo miedo, aunque no sepa exactamente por qué o cómo).
El cuerpo y los pensamientos están por tanto implicados en el proceso emocional, pero no son los detonantes.
Es un hecho exterior (un encuentro, una discusión, un olor, una música, una situación determinada…) lo que
desencadena la emoción. Todos nosotros disponemos de una amplia gama de emociones, que varían según la
cultura. Los bosquimanos de Botswana, los aborígenes de Australia o los indios Awà de la Amazonia no tienen los
mismos esquemas de «creación de emociones» que nosotros. No obstante, los investigadores de la psicología
comportamental coinciden en identificar seis emociones básicas, comunes a todas las culturas: la alegría, la
tristeza, el miedo, la ira, la repugnancia y la sorpresa.
Todos los seres humanos sienten pues estas emociones de base. Luego, según las culturas, estas se combinan
y se matizan.49 El psicólogo norteamericano Robert Plutchik50 es uno de los reconocidos especialistas del tema. Él
puso a punto un modelo de combinaciones emocionales incluyendo más de treinta emociones, para reaccionar con
sutileza ante todos los acontecimientos de la vida, sobre todo porque cada uno de nosotros siente esas emociones de
una manera que le es propia y que refleja todo lo que ha vivido desde su tierna infancia. Hay que tener en cuenta
también la intensidad de la respuesta emocional: ligera indignación o explosión violenta; leve miedo o pánico
intenso… la gama es decididamente muy amplia.

Emociones negativas, emociones positivas


Tenemos tendencia a pensar que las emociones positivas son beneficiosas, mientras que las emociones negativas son
perturbadoras. Si bien eso es verdad en lo que se refiere a nuestro estado de ánimo, no lo es necesariamente en lo
referido a su impacto biológico. En todas las escalas de medición del estrés, determinados acontecimientos positivos
(una boda, una promoción profesional, una ganancia en el juego inesperada…) están clasificados entre los estreses
importantes, al mismo nivel que la pérdida del trabajo (ver el anexo 6, la escala de Holmes y Rahe, que es la más
utilizada).
Para entenderlo, hay que volver al modo en que nacen las emociones en nosotros. Nuestro cerebro está
estructurado en tres niveles, que se han desarrollado sucesivamente a lo largo de la evolución de las especies,
envolviendo e integrando cada nueva estructura a la precedente. En el centro, el cerebro reptiliano que compartimos
con todos los vertebrados (incluidos los reptiles y los batracios). Encima, el cerebro límbico (también llamado
cerebro emocional) que compartimos con los mamíferos. Y finalmente, cubriendo los dos anteriores, el córtex. Este
último es la sede de nuestros pensamientos conscientes y racionales.
Si nuestros pensamientos conciernen a nuestro córtex51 y nuestros instintos de supervivencia (comer, beber,
reproducirse…) a nuestro cerebro reptiliano, nuestras emociones implican a nuestro cerebro límbico. Estos tres
«niveles» intercambian información permanentemente. Los estímulos que originan reacciones emocionales son de
orden sensorial: veo una escena que me indigna, oigo palabras que me hieren, siento una caricia que me llena de
alegría, noto un olor que despierta una emoción del pasado, saboreo un plato que me llena de satisfacción… Todos
estos estímulos son acogidos por nuestros órganos sensoriales, que los transforman en señales bioeléctricas. Estas
son enviadas a las diferentes zonas del córtex (área auditiva, visual…) donde son seleccionadas, comparadas con
otras experiencias pasadas, etiquetadas…
Seguidamente, los mensajes emocionales analizados se dirigen al cerebro límbico. Él es quien va a
«gestionar» la emoción enviando al organismo la orden de reaccionar de una forma que él considera adecuada:
reparto exacto del flujo sanguíneo, secreciones hormonales… Así pues, la emoción está en el centro de un proceso
global que implica al mismo tiempo al equilibrio biológico (el cuerpo reacciona) y el funcionamiento mental (los
pensamientos se modifican), sin olvidar el matiz que aporta al conjunto la todavía misteriosa influencia de la
memoria.

¡Las emociones al estómago!


Cuando sentimos una emoción, se produce por tanto en nosotros una cascada de reacciones. En el plano fisiológico,
estas afectan a nuestro sistema cardiovascular, nuestro sistema neuro cerebral, la producción de nuestras hormonas y
de nuestros neurotransmisores… Todas nuestras funciones biológicas, todos nuestros órganos pueden verse
afectados. El metabolismo no se libra. ¿Cómo sorprenderse, entonces, de que las emociones puedan interferir
poderosamente en nuestro aumento y nuestra pérdida de peso?
Las neurociencias han permitido avances fundamentales en la comprensión de la forma en la que las
emociones se traducen en nuestro cerebro, y luego en todo nuestro cuerpo. Hoy en día sabemos, por ejemplo, que las
bacterias que pueblan nuestro aparato digestivo se ven directamente afectadas por las emociones violentas. Nuestro
cuerpo contiene hasta trescientos mil millones de bacterias amigas (¡su peso total oscila entre 1 y 2 kilos!), la
mayoría de las cuales ocupa el aparato digestivo, principalmente el intestino. Ellas garantizan numerosas funciones
esenciales: degradan las fibras digestivas, permiten la digestión del almidón y de la lactosa, sintetizan determinadas
vitaminas (sobre todo las vitaminas B y K)… Hasta el punto de que determinadas cepas bacterianas, cuando están
presentes en una cantidad excesiva, permiten a las personas que las poseen extraer hasta un veinte por ciento de
calorías suplementarias de una misma comida. Además, al interferir con ciertas enzimas y proteínas, facilitan la
acumulación de grasas de todas esas calorías suplementarias.
Investigadores de microbiología han llevado a cabo numerosos estudios que confirman la acción de estas
bacterias sobre el aumento de peso. Por ejemplo, los investigadores inocularon el microbio intestinal de ratones
obesos en ratones delgados, y estos últimos aumentaron de peso. A la inversa, cuando inocularon el microbio
intestinal de ratones delgados en animales obesos, estos adelgazaron. Estas investigaciones están todavía en fase
inicial. Pero han demostrado claramente que las emociones violentas o repetidas acaban por perturbar el equilibrio
de la población intestinal, lo cual conduce a menudo a un aumento de peso.
Este mecanismo se explica también por la existencia indiscutible de nuestro «segundo cerebro». Nuestro
conducto digestivo está «tapizado» de células nerviosas parecidas en todos los aspectos a las que forman nuestro
cerebro (véase también). Estas «neuronas del estómago» contribuyen al buen funcionamiento de nuestro sistema
digestivo y al mecanismo de la saciedad. Pero su papel no se acaba ahí. Son las productoras de dopamina (casi tanto
como el cerebro) y más del noventa por ciento de nuestra serotonina. Recuerde que a estas hormonas se las describe
como las de la calma, la saciedad y la felicidad. Nuestros dos cerebros (cerebral y entérico) colaboran
permanentemente. Las informaciones que uno recibe son rápidamente transmitidas al otro, que actúa en
consecuencia. Es fácil comprender que nuestras emociones puedan afectar a nuestro humor, pero también a nuestra
digestión y a nuestro apetito, así como a nuestros mecanismos de acumulación y pérdida de peso.

¿Cómo educar sus reacciones emocionales?


La forma en que reaccionamos a las emociones se construye lentamente, a lo largo de nuestra existencia. Como
nuestro modo de respirar, es fruto de una construcción lenta, influida en cada etapa por los acontecimientos, felices y
desafortunados, que hemos vivido. Para modificarla poco a poco, hay que mirarse a uno mismo a fin de identificar
los orígenes y «desenredar la madeja». Este tipo de trabajo psicoterapéutico, que a menudo resulta largo y difícil,
solo puede derivar de una decisión personal. No obstante, sin tener que llegar tan hasta el fondo de uno mismo, es
posible modificar el modo de recibir las emociones, integrarlas y reaccionar ante ellas. En materia de pérdida de
peso, eso es más que suficiente. Para conseguirlo, le propongo aprender a utiliza algunos elementos simbólicos
simples.
Un símbolo es una imagen, un sonido, una palabra… que representa por sí sola un conjunto mucho más
amplio y complejo. Así, cuando usted circula por la ciudad y ve una señal redonda y roja con un rectángulo blanco
en medio, sabe lo que significa: no hay que ir por esa vía demasiado estrecha para dos, o incluso arriesgarse a que
otro coche aparezca a toda velocidad en sentido contrario. Esta señal es un símbolo. Vivimos rodeados de símbolos,
algunos muy materiales como las señales de tráfico, otros mucho más sutiles.52 Los símbolos pautan y moldean
nuestra vida. Su impacto es poderoso. Los símbolos son, para nuestro inconsciente, lo que nuestras palabras son para
nuestro pensamiento consciente.
Los símbolos que yo le propongo utilizar aquí son simples y muy accesibles. Tendrán un impacto rápido
sobre su gestión emocional y sobre sus reacciones biológicas. Recuerde: ya le he explicado cómo el simple hecho de
pensar en un gesto basta para estimular, en su cerebro, la misma zona que se habría activado si usted hubiera
efectuado realmente ese movimiento (véase también). Mejor aún: basta que con que vea, ante usted, a una persona
que realiza ese gesto para que la misma región cerebral se active. Este fenómeno se utiliza a menudo en la
reeducación de accidentados que guardan cama, para limitar la pérdida de tono muscular que tiene lugar durante el
periodo en que no se pueden mover. Esto demuestra hasta qué punto una imagen (yo veo el movimiento) o un
pensamiento (yo imagino el gesto) puede tener un impacto directo sobre el funcionamiento cerebral y, por
repercusión, biológico. Esta es la vía por la que los rituales tradicionales de la etnomedicina tienen un impacto
terapéutico real. De esta manera los símbolos simples de los ejercicios siguientes modificarán su reacción emocional
e influirán en su metabolismo. Ya que los actos simbólicos «hablan» a su inconsciente del mismo modo que las
palabras pronunciadas se dirigen a su pensamiento consciente. Constituyen así un lenguaje eficaz, directamente
comprensible para su cuerpo, sin pasar por los filtros del pensamiento consciente y del razonamiento.

El programa adelgazante de gestión de las emociones


La herramienta que le propongo ahora está comprobada desde hace siglos. Todas las tradiciones (china, hindú,
griega, árabe…) proponen prácticas de este tipo cuya eficacia ya no es necesario demostrar. La versión siguiente ha
sido elaborada gracias a los descubrimientos de las neurociencias, que han permitido pulir, simplificar y mejorar el
efecto.
En primer lugar, usted «programará» un sentimiento interior de dicha y, paralelamente, «desprogramará»
sus sensaciones dolorosas, perturbadoras o simplemente desagradables. Y si esto no basta, en una segunda fase,
podrá ir un poco más allá con un último ejercicio.

1. El ejercicio de la sonrisa
Es muy sencillo y requiere muy poco tiempo. Es la fase de «programación» positiva. Lo practicará cada mañana,
después de su respiración «buen ánimo». Permanecerá en la misma posición y encadenará los dos ejercicios sin
interrupción.

EJERCICIO

•Acaba de terminar su respiración «buen ánimo».


•Con los ojos cerrados, dibuje mentalmente una sonrisa en sus labios (puede sonreír realmente si le parece más fácil).
•Después, a lo largo de la respiración, suba esa sonrisa hacia su cerebro. Trate de «sentir» esa sonrisa que baña todo el interior de
su caja craneal, vehiculando un sentimiento de alegría y de bienestar.
•Seguidamente, haga que esa sonrisa mental descienda a sus brazos, su busto, su abdomen y sus piernas. Debe «recorrer» su
cuerpo e inundarlo por entero.
•Espire y abra los ojos. Está preparado (a) para afrontar la jornada con alegría y serenidad.
•En total le habrá dedicado unos veinte segundos.

2. El ejercicio de desprogramación emocional


Después de su respiración y su relajación de la noche, túmbese en la cama para este ejercicio que, por si fuera poco,
le relajará y le preparará para dormir. Ahora se trata de «desprogramar» todo lo que le ha resultado duro a lo largo
de la jornada para deshacerse de ello, y anclar en usted el sentimiento beneficioso de los acontecimientos felices. Al
principio, quizás necesite un poco de tiempo para llegar al final del ejercicio ya que tenderá a desviarse del camino.
Pero unos días de práctica bastarán para completarlo en menos de cinco minutos.

EJERCICIO

•Está tumbado en su cama, sobre la espalda y con la nuca apoyada en la almohada. Busque una posición cómoda para que no le
moleste la tensión ni un dolor postural. Ponga una mano sobre su vientre para «sentir» su respiración (su abdomen sube y baja al
ritmo de su aliento). La otra mano descansa sobre su pecho, a la altura del corazón.
•Seguidamente pase revista a todo lo que ha sucedido durante el día que acaba de pasar, remontando el tiempo al revés: parta del
momento presente (está tumbado en su cama) y vaya hasta el momento en que se despertó.
•Cuando viva un hecho agradable (un regalo, un cumplido que ha recibido, una ocasión favorable…) fije su atención en ello durante
unos segundos, y dígase mentalmente: «Yo experimento este maravilloso sentimiento de felicidad y lo guardo en mí».
•Cuando viva un hecho desagradable (una discusión, un desacuerdo, un susto, una contrariedad, una «pifia» por su parte…) fije su
atención en ello durante unos segundos y repítase mentalmente: «Yo tengo consciencia de lo que ha pasado, y sé que lo haré
mejor la próxima vez».
•En todos los casos, oblíguese a ser espectador de la situación y no vivirla emocionalmente. Durante la primera semana, eso le será
difícil. Tendrá tendencia a «revivir» esas emociones desagradables. Pero lo hará con una ligereza creciente. Y cuanto más
espectador sea de su propia vida (como si viera una película), más emociones negativas resbalarán sobre usted sin «estropear» su
inconsciente.
•Cuando haya terminado vaya al encuentro de su primera «vivencia» de la jornada: su sonrisa matutina (por esto se la «impongo), y
haga que esta sonrisa se filtre por todo su cuerpo, como ya ha hecho esa mañana.

De este modo terminará su película diaria con un afianzamiento neuro emocional positivo, que finalizará la
reprogramación de su vivencia cotidiana, al margen de las dificultades y del estrés. Durante la noche, su «registro
neuro emocional» inconsciente estará suficientemente suavizado como para no debilitar más su sistema nervioso y
su recuperación física. Al final de este ejercicio completo, estará preparado (a) para dormirse tranquilamente.

3. El ejercicio de escritura simbólica


Durante los diez primeros días, conténtese con efectuar los dos ejercicios anteriores cotidianamente. Durante este
periodo, notará quizás que una presión emocional determinada sube regularmente a la superficie y se niega a ceder.
Si siente que sigue alimentando una cólera o un rencor hacia una persona que le ha hecho daño, o si se siente
atenazado por una culpabilidad persistente relacionada con una persona a quien cree haber perjudicado, practique
este tercer ejercicio simbólico.
Rencor y culpabilidad son energías poderosamente negativas y debilitantes, tanto a nivel nervioso como
emocional. El rencor dirige su energía hacia los demás, la culpabilidad lo hace contra uno mismo. Pero
desgraciadamente, en los dos casos, siempre sale perdiendo usted. Es importante precisar que estos dos
«portavoces» de la negatividad y del desgaste moral pertenecen al ámbito sombrío de nuestro sufrimiento interior.
Al rencor, asociaremos la cólera, la difamación, el odio, los celos, la mentira… En cuanto a la culpabilidad,
encontraremos la falta de confianza en uno mismo, los traumas de infancia, las mentiras por omisión, las
dismorfobias… Y, al final, patologías como la depresión leve o la fibromialgia.
Las emociones de este tipo generalmente están muy arraigadas. Siguen «actuando» en el fondo, perturbando
todos sus intentos de perder peso, provocando sobre todo hambres falsas (e incluso hambres caninas) que le alejan
de los objetivos que se ha fijado. Para que su cerebro se convierta realmente en su socio de salud, debe reprogramar
estos bloqueos, estos enquistamientos negativos que crean un «cerrojo» cuyo impacto impide que pierda peso. Esta
toma de consciencia hace aún más irrisorios sus intentos de adelgazar que solo contemplan modificar su
alimentación.
En este momento tiene una visión más global y más clara de su espacio adelgazante interior. Sabe que tendrá
que «remodelarlo» para validar su nueva silueta. La última clave adelgazante, que abre el último cerrojo, está ahora
en sus manos. ¡Deslícela dentro de la cerradura y abra! Esto es lo que le propongo con este ejercicio que transforma
un simple juego de escritura en un acto simbólico enormemente liberador. Se trata de un acto muy real, que realizará
una sola vez. Pero su cerebro inconsciente (su mundo emocional no expresado) comprenderá su mensaje virtual
positivo y atenuará poco a poco algunas de sus heridas íntimas. No se trata aquí de «transformar» sus sentimientos
(eso corresponde a un trabajo interminable que debe efectuarse con un profesional), sino de «desprogramar»
determinados actos reflejos nerviosos negativos asociados, que agotan su energía mental, moral y finalmente física
(acarreando, entre otros, un bloqueo de su esfuerzo adelgazante).
El objetivo principal de esta última herramienta de salud (asimilada aquí a una herramienta adelgazante, pero
que le reserva la sorpresa de ser también una herramienta de bienestar) es crear en usted una «intención de perdón».
Perdón para los demás cuando se trata de desprogramar un rencor, perdón para uno mismo cuando es nuestra
culpabilidad la que está en juego.
Este término da lugar a mucha confusión. Crear una intención de perdón, no es dar la razón a la persona que
le ha herido. Es, por el contrario, deshacerse del rencor que le bloquea a usted. Lo mismo sucede si se trata de una
culpabilidad tenaz: perdonándose a sí mismo, no se absuelve de toda responsabilidad de la situación que le
preocupa, pero le autoriza a superar esta «falta» para avanzar y mejorar su comportamiento futuro.
Atención: perdonar absolutamente es una misión casi imposible para un ser humano «clásico» (¡sin aureola
visible!). Por no hablar de que hay cosas «imperdonables». Muchos de mis pacientes me lo han manifestado, y
comparto sin reservas esa certeza. Por eso hablo, no de perdón, sino más bien de una «intención de perdón» (que
puede no llevar jamás al perdón total). Se trata de reabrir el diálogo entre la vida y la parte de usted que está «muerta
a la vida»; este espacio sin fondo y sin solución mental aceptable.
Yo le propongo pues redescubrir su herida «como espectador» (como ha experimentado al repasar su jornada
en el ejercicio anterior). Pero lo hará como espectador tranquilo, y más lúcido gracias al trabajo de escritura
siguiente; un espectador que podrá seguir acariciando con nostalgia una cicatriz más o menos profunda, pero
finalmente cerrada y «sana». Este es el objetivo final de este programa adelgazante, como el de todos los programas
de las neurociencias aplicadas: ayudarle a encontrar en sí mismo un nuevo impulso hacia la alegría de estar vivo, y
de vivir plenamente de nuevo.
Se trate de un rencor o de una culpabilidad, librará a su cerebro de un freno. De este modo ahorrará una
energía física y moral preciosa que aprovechará para recuperar su peso ideal que, le recuerdo, resulta ante todo de un
equilibrio interior renovado, o al menos tranquilo.
Para este ejercicio, basta con tener un cuaderno y un bolígrafo. Porque va a escribir. Tranquilícese: lo hará
solo, ante sí mismo. Nadie leerá este texto. No se arriesga a que alguien le juzgue. Podrá expresar todo lo que siente,
deshaciéndose de los límites habitualmente impuestos por las normas sociales, la moral, la educación, la religión…
Aproveche para acercarse lo más posible a sus sentimientos profundos.

EJERCICIO

•Primera etapa: identificar a la persona a quien desea dirigirse (ya sea para hacerle reproches o para excusarse). Puede dedicar
varios días a eso.
•Seguidamente, escriba su nombre en la primera página de su cuaderno o, si no le conoce, anote una expresión que le represente
(por ejemplo: «Aquel con cuyo coche choqué tal día, en tal sitio», o «Aquel que me agredió tal día, en tal sitio»). Si es posible,
busque una foto y péguela en la guarda de su cuaderno.
•Después, dese tres días para dejar que la emoción perturbadora aparezca en su interior. Cada día, abra su cuaderno y lea el nombre
o la expresión que designa a la persona a quien se dirige. Luego dedique unos minutos a dejar que el recuerdo, y las sensaciones
que lo acompañan, emerjan tranquilamente, sin freno, pudor, ni miedo a ser juzgado.
•La mañana del cuarto día, empezará a escribir en su cuaderno dirigiéndose a esa persona. El objetivo: decirle lo que usted ha
sentido y lo que siente todavía hoy. Deje salir la corriente de pensamientos sin censurarse. Deje que se exprese la persona que
usted era en el momento del impacto emocional. No dude en repetirse, en ser vehemente o llorón…
•Por la noche, relea el texto que ha escrito por la mañana. Añada los detalles en los que no había pensado todavía.
•Proceda así durante tres días (incluso más si cree tener más cosas que expresar), hasta que empiece a sentirse interiormente
liberado del peso mental (todavía no moral) que soporta.
•Cuando haya «vaciado su saco» relea sus notas y redacte una síntesis no demasiado larga (dos o tres páginas como máximo).
Luego escriba debajo una última frase. Según el caso:
∗«Querido…, hoy yo tengo… años. Como adulto, consciente de mis sentimientos y mis emociones, manifiesto la intención de
perdonarte por lo que me has hecho».
∗O «querido…, hoy tengo… años. Como adulto, soy consciente de lo que te he hecho. Te presento mis excusas y te pido que
accedas a perdonarme».
•Esta frase le permite posicionarse como adulto responsable, frente a un acontecimiento que hoy forma parte del pasado. Expresa la
realidad de su intención (de momento no se exija más a sí mismo).
•Última etapa: implantar este beneficio con un acto simbólico. Leerá este texto en voz alta, dirigiéndose a la persona implicada. Para
ello, aíslese en un sitio tranquilo y, si se nota tenso, realice unas cuantas respiraciones profundas para relajarse antes de empezar.
•Lea todo el texto, lentamente, implicándose en lo que dice, como si esa persona estuviera ante usted. Si es necesario, hágalo una
segunda vez.
•Termine pronunciando muy claramente la frase simbólica que enraizará su distanciamiento emocional (la perspectiva) en su
inconsciente.
•Este ejercicio, simple de realizar, aunque exige un poco de tiempo, es muy eficaz. Practíquelo con seriedad y sentirá rápidamente los
efectos a todos los niveles: físico, nervioso, emocional…
•Si durante el mes siguiente, emergen otras emociones tremendamente perturbadoras, repita el ejercicio de escritura dirigiéndose a
otra persona.

¿Cuándo y a qué ritmo?


Los dos primeros ejercicios deben practicarse de forma regular. El tercero es facultativo, lo realizará si siente
verdadera necesidad de ello. Lo percibirá muy fácilmente después de haber practicado las herramientas precedentes
durante una semana, o quince días incluso.
•Por la mañana, después de su respiración «buen ánimo», practique el ejercicio de la sonrisa. Necesitará
menos de 30 segundos.
•Por la noche, después de su respiración y de su relajación, practique el ejercicio de desprogramación
emocional. Después de unos días de práctica, no necesitará más de cinco minutos.
•Pasados diez días, si una emoción claramente identificada sigue perturbándole, practique el ejercicio de
escritura simbólica. Si pasado un mes, otra emoción le atormenta, repita este ejercicio.

¿Cree que esta herramienta de reprogramación emocional está muy alejada de su objetivo adelgazante?
No se equivoque. Es a menudo una de las más esenciales y de las más eficaces para romper las cadenas del
sobrepeso.

LO QUE HAY QUE RECORDAR

•El estrés, los pensamientos y las emociones están indisociablemente vinculados. Estas últimas suelen estar en el origen de los dos
primeros.
•El cuerpo es el portavoz de nuestros procesos emocionales. Las manifestaciones emocionales «toman cuerpo» en nuestras
reacciones y nuestra apariencia física.
•Incluso las bacterias que pueblan nuestro tubo digestivo se ven afectadas por nuestras emociones violentas o frecuentes.
Investigaciones recientes muestran que están directamente implicadas en el aumento y la pérdida de peso.
•No se trata, aquí, de entrar en un proceso terapéutico profundo (como el psicoanálisis o las psicoterapias) que exige tiempo,
motivación y la participación de un(a) terapeuta especializado(a). Usted va a aprender a modificar, poco a poco, su manera de
reaccionar a los estímulos emocionales negativos, a fin de limitar el impacto nocivo en su organismo.
•Los ejercicios de gestión de las emociones integran la idea de símbolos. Estas imágenes hablan directamente a nuestro inconsciente
que sabe reconocer y traducir el contenido del mensaje.
•El programa de gestión adelgazante de las emociones permite desarrollar un sentimiento interior positivo, íntimamente ligado a una
sensación de felicidad. Al mismo tiempo, desprograma progresivamente sus sensaciones negativas, incluso cuando están
fuertemente enquistadas.
•Este programa de gestión adelgazante de las emociones le propone:
– Un ejercicio «de sonrisa», muy rápido, a practicar por la mañana, después de su respiración y su relajación «buen ánimo».
– Un ejercicio de desprogramación emocional, a practicar por la noche, justo antes de dormirse.
– Un ejercicio más profundo y potente, pero facultativo, de escritura simbólica. A practicar si emociones antiguas siguen
perturbándole durante mucho tiempo.

Herramienta nº 5: la alimentación adelgazante


«Vigilando ligeramente su higiene alimenticia usted “cultiva su jardín interior”. Cuida de sus raíces de vida (el tubo digestivo), desarrolla un terreno
metabólico que ya “no está afectado” por el sobrepeso; un “terreno adelgazante” que ya no tiene nada que ver con el control intelectual o teórico
del peso».
«Las enfermedades planean constantemente sobre nuestras cabezas, sus semillas son transportadas por el viento; pero no enraízan si el terreno no
está preparado para recibirlas».
CLAUDE BERNARD

«No es lo que entra en su boca lo que contamina al hombre; es lo que sale de su boca».
Según diversas tradiciones religiosas

Nosotros tenemos una responsabilidad enorme respecto de lo que «sale de nuestra boca». Nuestras palabras,
dependiendo de su tono, son portadoras de una energía benevolente o crítica; de curación o de destrucción. ¡Aunque
todos los profetas y todas las religiones del mundo están de acuerdo en este punto, fundamental para apreciar la
cualidad profunda de un ser humano, nuestra última herramienta está dedicada al equilibrio (indispensable) de
«aquello que entra en nuestra boca»!
Su (re)programación neuro metabólica está ya casi completa. Esta es pues, su última clave adelgazante: la
alimentación. Esta alimentación que todos los regímenes adelgazantes, en todas las épocas, en todos los países
industrializados, han posicionado como la prioridad de prioridades. Veámosla ahora reducida por fin a su posición
adecuada: la última. No porque sea el factor menos importante, el más insignificante, sino porque todos los patrones
de la «ingesta alimenticia» dependen de los cuatro factores precedentes. Ya que por perfecto, adaptado,
personalizado, equilibrado… que sea su régimen adelgazante, por apetecible y sano que sea su plato, usted obtiene
muy pocos beneficios para su salud o para su delgadez de ello, si su cuerpo y su espíritu están estresados, frustrados
o cansados. Aplicando las cuatro primeras herramientas de este programa adelgazante, usted ha preparado su
organismo, su mente y sus emociones para obtener plenos beneficios de su nuevo equilibrio alimenticio. Va a
ponerlo en práctica en unos días, sin esfuerzos, lentamente…
Durante estos diez primeros días, usted ha preparado pues su cerebro, su sistema nervioso, y bajo su control
todo su cuerpo, para aceptar con tranquilidad la segunda etapa del programa. Puede estar tranquilo: no le propongo
ni privaciones frustrantes, ni prohibiciones estresantes. Simplemente conservará sus costumbres, integrando algunas
normas alimenticias que darán un impulso suplementario a su pérdida de peso.
Esta toma de consciencia es hoy en día colectiva: la evolución de nuestra sociedad nos conduce a consumir
productos enormemente transformados por la agricultura intensiva y la industria agroalimentaria (utilización de
abonos y pesticidas químicos; aditamento de conservantes, potenciadores de sabor, estabilizantes, aditivos…).
¡Nuestros alimentos han sufrido más transformaciones en cincuenta años que en cincuenta siglos! Y el impacto de
estas modificaciones profundas sobre nuestra salud, a medio y largo plazo, todavía está muy mal evaluada.
Sin embargo, una idea, intuitiva y a la vez científica, se ha puesto en marcha desde hace mucho tiempo: la
manera de comer influye en el buen funcionamiento de nuestro organismo, la conservación de nuestra salud y los
contornos de nuestra silueta. Los filósofos epicúreos de la Grecia antigua recomendaban la moderación alimenticia,
tanto por el bien del cuerpo como del alma. El propio Nietzsche escribió a finales del siglo XIX: «Un tema del cual la
salud de la humanidad depende mucho más que de cualquier sutilidad teológica, es el régimen alimenticio».53
Desde principios de los años 2000, numerosos investigadores de nutrición y neurociencias se han sumado a
esta idea ancestral. En 2008 apareció el estudio internacional más amplio publicado hasta la fecha sobre nutrición: el
informe Campbell.54 Los dos investigadores británicos que lo dirigieron, T. Collin Campbell y Thomas Campbell,
explican: «La ciencia lo dice claramente. Modificar su alimentación, es reducir de forma impresionante sus riesgos
de cáncer, de enfermedades cardíacas, de diabetes y de obesidad. Casi la mitad de la población tiene un problema de
salud que requiere la ingesta semanal de medicamentos con receta. No obstante, la mayoría de estos problemas
podrían resumirse en tres cosas: desayuno, comida y cena».

Nutrir cada órgano, cada célula…


Como ya les he demostrado, nuestro metabolismo y nuestros comportamientos alimenticios están en gran parte bajo
control cerebral. Las investigaciones en neurociencias han demostrado claramente que los desequilibrios
metabólicos más corrientes (es decir aquellos que conducen al sobrepeso) están más ligados a desórdenes
psicocerebrales y neurohormonales que a errores alimenticios propiamente dichos. Del mismo modo que estos
últimos (falsas hambres, ansia irreprimible de azúcar, picoteo…), vienen, también, dictados por el lenguaje
hormonal que organiza todas nuestras biológicas. El cerebro sigue siendo, pase lo que pase, el amo absoluto de
nuestra construcción corporal.
No obstante, como todos nuestros órganos, este «controlador jefe» necesita ser correctamente nutrido. Ya
que nosotros no comemos solamente para calmar nuestro apetito y proporcionar carburante a nuestro organismo,
como el que metemos en el depósito de nuestro coche. El papel de la alimentación va mucho más allá de este ámbito
demasiado reducido. ¡En realidad, nosotros comemos para que todo nuestro cuerpo siga vivo! Eso implica que la
alimentación nutre a la menor de nuestras células, algo que necesita para efectuar en buenas condiciones sus
innumerables operaciones metabólicas. Los nutrientes extraídos de los alimentos (glúcidos, lípidos, proteínas,
vitaminas, minerales, oligoelementos, encimas…) permiten también que nuestros tejidos se regeneren a un ritmo
exorbitante: entre cincuenta y setenta mil millones de células al día.
Pero ¿cómo organizar estas comidas saludables, todos los días, teniendo en cuenta las necesidades de cada
uno de nuestros tejidos? En materia de pérdida de peso, ¿cómo satisfacer a la vez a nuestro cerebro, nuestro sistema
nervioso, nuestros órganos de digestión, de asimilación y de eliminación? ¡Esta imagen produce vértigo!
Afortunadamente, algunos actos reflejos sencillos bastan para equilibrar su alimentación cotidiana de forma que
todos sus tejidos estén bien servidos. Empezando por los órganos implicados en la pérdida de peso.

¡No se centre en su alimentación!


Antes de entrar en detalles, le pido que no olvide este consejo esencial: no centre demasiado su atención en lo que
come. En todos los regímenes, las restricciones alimenticias (e incluso las simples modificaciones) producen
rápidamente una obsesión nutricional que genera efectos secundarios extremadamente negativos, ya que esta
focalización crea un estrés permanente. Su cerebro, perturbado por esta tensión solapada, pone en marcha estrategias
contrarias a la disolución de las grasas (los famosos cerrojos) que se oponen a su objetivo adelgazante.
Durante los diez primeros días de este programa, usted ha aprendido a protegerse contra el estrés inútil, los
pensamientos obsesivos y las emociones perturbadoras. Ha adoptado la costumbre de integrar a sus jornadas
sencillos actos reflejos saludables y adelgazantes: entrenamiento respiratorio, breves relajaciones antiestrés… Sería
una verdadera lástima añadir a su programa interior un estrés suplementario que pusiera en peligro los cambios que
ha realizado desde el inicio del programa. De manera que, relaje la presión, no piense en «prohibiciones». Trate por
el contrario de sentir, en su cuerpo, los numerosos beneficios de este nuevo modo alimenticio. Porque más allá de la
pérdida de peso, supondrá para usted un mayor bienestar global muy evidente (menos cansancio, dormir mejor,
menos dolores articulares…).
No olvide tampoco los cinco factores del viviente. Aunque la alimentación que se le propone aparezca al
final de este programa, sigue siendo uno de los pilares esenciales de nuestra vida celular. Merece que se le haga un
sitio, pero eso no debe restar valor a las herramientas adelgazantes asociadas a los otros cuatro factores. Cuando la
focalización alimenticia es central, pesa sobre las otras herramientas adelgazantes. Esta es la razón por la que yo no
le propondré un régimen, sino un simple reajuste alimenticio que aliviará a su cerebro y a su sistema nervioso de un
estrés nocivo.
Sin olvidar esta regla de oro, tantas veces repetida: la nutrición saludable precede siempre, y luego
acompaña, a la nutrición adelgazante. Por eso, usted va a concentrarse en la calidad de los alimentos, la forma de
combinarlos en las comidas, y la mejor hora para consumir los diversos tipos de nutrientes.

Los complementos alimenticios adelgazantes: promesas y límites


Más allá del proceso adelgazante, el mundo del complemento alimenticio se impone desde el inicio de este siglo XXI
como una verdadera «respuesta de época». No obstante, durante estos últimos veinte años ha estado duramente
maltratado. Más allá de polémicas estériles y de entusiasmos irracionales, sus promesas y sus límites han tardado
mucho en hallar un ámbito científico y después legislativo, rigurosos. Hubo que esperar a la década de 1990 para
que su eficacia fuera verificada en el terreno del reequilibrio de determinados metabolismos corporales (fuera de
toda patología conocida). Y eso es gracias a los primeros tímidos impulsos de algunos laboratorios independientes
que se «atrevieron» a realizar estudios clínicos.55 Tuvieron que pasar veinte años56 para conseguir un mercado
saludable, coherente y ético, en Francia y en la comunidad europea.
Hoy en día existen «fórmulas adelgazantes» específicas que ofrecen una apreciable «ayuda al metabolismo»
a las personas que desean perder peso: apoyo digestivo, enzimático, biológico, e incluso psicológico.
En función de su identificación metabólica, vemos cinco grandes clases de ayuda al adelgazamiento:

•Los quemadores-drenadores. Sería mejor hablar de «ayuda al metabolismo lipolítico». Estos productos
generalmente están hechos de cafeína (guaraná, mate, té verde…) y de plantas desinfiltrantes (reina de los
prados, alcachofa, rabillo de cereza, fresno…).
•Los inhibidores naturales del apetito. Estos son o bien moderadores de la glucemia, o bien mucílagos
hidrófilos57 que llenan el estómago. Estos últimos casi siempre están hechos de resina, de fibras, o de
extractos de azafrán. Actúan en sinergia con la pareja cromo-zinc (gran reguladora de la glucemia), la
vitamina B1 y extractos de Gymnema sylvestris.
•Los captadores de grasas. Generalmente están hechos de fibras lipófilas que drenan las grasas
alimenticias. Pero no tienen, por supuesto, ningún efecto directo sobre las grasas corporales.
•Los reconstituyentes de la flora digestiva. Pertenecen a la amplia gama de los prebióticos y probióticos.
Estas raíces naturales, habitualmente asociadas a los fruto-sacáridos, a veces están reforzados por carbón
activo. Esta sinergia es esencial para reequilibrar, y posteriormente reactivar, el metabolismo adelgazante.
•Las ayudas a la digestión. Compuestas esencialmente de extractos enzimáticos que determinan las
diferentes clases de macronutrientes: las proteínas con las proteasas, los glúcidos con las amilasas, los
lípidos con las lipasas.

Hoy en día se encuentran en el mercado (farmacias, parafarmacias, tiendas de productos dietéticos)


especialistas nutricionales asociados al adelgazamiento que ofrecen absoluta garantía de seriedad y de eficacia. Pero
es importante subrayar que una fórmula adelgazante solo puede desarrollar toda su eficacia en el ámbito de un
proceso global de acompañamiento alimenticio, biológico, físico, nervioso y psicológico.
No puedo menos que desaconsejarle que evite los productos comercializados en Internet y procedentes de
países cuya legislación es prácticamente inexistente (India, China…). Estos productos proponen centenares de
plantas y de extractos alimenticios no registrados, así como burdas falsificaciones de productos europeos serios. La
norma que se deriva es simple: compre preferentemente productos de marcas europeas, en webs fiables.
SLIM-data: un índice adelgazante muy valioso
En el transcurso de una vida, absorbemos un promedio de cuarenta toneladas de alimentos. Una gran parte de estos
alimentos pasa hoy en día por las manos de la industria agroalimentaria. Esta tiene un único objetivo: optimizar la
comercialización de los productos haciéndolos biológicamente más estables, y por ello más fáciles de conservar, de
almacenar, de transportar y de «comercializar». Esto es lo que ha conducido a nuestra alimentación moderna, cada
vez más transformada y refinada. Porque cuanto más simple es la estructura bioquímica de un alimento, mejor
resiste el paso del tiempo. Si es necesario, algunos aditivos químicos acaban de estabilizar el producto para que
encuentre tranquilamente su lugar en los estantes del supermercado y pueden quedarse allí hasta que un consumidor
la añade a su carro (sin riesgos sanitarios, pero no sin riesgos para la salud).
Por ejemplo, los aceites vegetales distribuidos al por mayor. Pasan por un conjunto de tratamientos
(desgomado, neutralización, decoloración, desodorización…) destinados ante todo a evitar que se vuelvan rancios.
Estas operaciones conllevan modificaciones de su composición nutricional: algunos ácidos grasos, transformados
por estas manipulaciones, se vuelven biológicamente inactivos; el contenido en vitamina E disminuye… y, lo que es
peor: con la cocción se transforman nuevamente y generan moléculas «trans» que el organismo no sabe metabolizar,
lo cual genera sedimentos arteriales y acumulación excesiva de grasas.
Un último ejemplo entre centenares: los cereales. Los procesos de refinamiento conducen a eliminar la vaina
de los granos. La pérdida es enorme en términos de micronutrientes y de fibras. El riesgo de carencias nutricionales
es importante sobre todo en vitaminas del grupo B (muy presentes en los cereales completos) y en minerales como el
magnesio y el cromo. Además, las fibras participan en el metabolismo de los glúcidos ralentizando el paso a la
sangre de los azúcares extraídos de los cereales. Esto provoca un resultado aterrador: si bien los cereales completos
son una excelente fuente de nutrientes, los cereales refinados están muy empobrecidos y tienen en nuestro
organismo un impacto metabólico mucho más violento durante su digestión. Debido a eso, su índice glucémico es
muy elevado. En los biscotes, por ejemplo, la cocción a temperatura muy alta de una pasta preparada con una harina
muy refinada genera un índice glucémico (IG) más elevado que el del azúcar blanco. No obstante, a menudo se les
considera alimentos «de régimen». ¡Una aberración nutricional!
Volvamos un momento a la importancia del índice glucémico. Esta «tabla» fue elaborada a principio de la
década de 1980 por un equipo de investigadores de la universidad de Toronto, Canadá, dirigido por David J.
Jenkins. Permite medir el impacto de un alimento sobre el metabolismo, teniendo en cuenta la producción de
insulina que provoca durante su digestión. Los alimentos que tienen un IG elevado implican una secreción de
insulina brutal que, a fuerza de repetirse, perturba el equilibrio metabólico e interfiere con las neurohormonas
cerebrales. Resultado: falsas hambres irreprimibles, «bajones» repetidos y una acumulación excesiva de grasas.
Este índice, cuando se publicó, aclaró parte del metabolismo de los azúcares. Fue algo apasionante, pero nos
pareció todavía insuficiente para determinar el impacto de un alimento en nuestro equilibrio metabólico global, y
sobre la acumulación de grasas en particular. Hace diez años aproximadamente, con mi equipo de colaboradores
científicos japoneses y norteamericanos, hemos puesto a punto un nuevo índice de clasificación de los alimentos, en
función no solo de su impacto sobre la glucemia, sino también de su acción metabólica global (sobre todo sobre el
hígado y la vesícula biliar) y su carga genética. El SLIM-data es por tanto un índice que permite conocer el «poder
de almacenaje» de los alimentos. Yo le propongo utilizar este índice para escoger mejor sus alimentos, y sobre todo
para combinarlos mejor entre sí de manera que cada una de sus comidas, consideradas globalmente, respete un
SLIM-data lo bastante bajo como para que su organismo no almacene nada.
Ventaja antiestrés y anti-bajada de ánimo: este índice no excluye ningún alimento. Solo algunos productos
ultraindustrializados, cargados de aditivos químicos y carentes de todo interés nutricional, están muy desaconsejados
porque son nefastos para su salud antes incluso de serlo para su línea (véase también). Todos los alimentos clásicos
pueden formar parte de su alimentación habitual. Están clasificados en tres categorías:

•Los alimentos verdes: puede consumirlos en todas las comidas, sin restricción alguna, incluso sin
combinarlos, porque su poder de almacenaje es débil.
•Los alimentos naranjas: puede consumirlos habitualmente, pero es mejor combinarlos, durante una
misma comida, con una pequeña cantidad de un alimento verde para preservar su poder de almacenaje
neutro.
•Los alimentos azules:58 estos últimos deben combinarse, obligatoriamente, durante una misma comida,
con una misma cantidad de alimentos verdes con el fin de reequilibrar el índice de almacenaje global de la
ingesta alimenticia.

Al final de este libro, encontrará una tabla detallada del índice SLIM-data de todos los alimentos corrientes
(véase anexo 4). Podrá consultarla cada vez que se plantee una pregunta acerca de un alimento concreto. Pero para el
día a día, limítese a seguir los consejos prácticos siguientes, que bastan para organizar sus comidas de forma que
conserven un índice de almacenaje compatible con su objetivo adelgazante.

•Los alimentos que pertenecen a la zona verde: consumirlos sin moderación (pero con sentido común):
–Todas las proteínas animales (carne, pescado, huevos…), excepto los menudillos y la charcutería.
–Todas las hortalizas crudas.
–La mayor parte de hortalizas cocidas, salvo las que son ricas en azúcar (zanahorias, remolacha, patata…).
–Todos los lácteos y los quesos frescos.
–Todos los cítricos consumidos enteros (y no en zumo).
–Todas las especias y los condimentos.
•Los alimentos que pertenecen a la zona naranja: combinarlos lo más a menudo posible con los alimentos
de la zona verde:
–Todos los cereales completos o semicompletos mejores para nuestro estómago y nuestros intestinos
debilitados (pastas completas, pan fermentado, arroz integral, alforfón, quinoa…).
–Las hortalizas ricas en azúcar, cocidas (zanahorias, remolacha, guisantes…), excepto las patatas.
–Los zumos de cítricos frescos.
–Todas las frutas crudas.
•Los alimentos que pertenecen a la zona azul: combinarlos siempre con los alimentos de la zona verde:
–Las frutas crudas.
–Los zumos de frutas industriales.
–Los cereales refinados (pan blanco, arroz blanco…).
–Las patatas.
–La charcutería (sobre todo industrial).
–Los quesos grasos y curados.
–Todos los platos azucarados (cremas, pasteles de arroz, tartas de frutas, chocolate, mermelada…).

Un ejemplo sencillo: una compota de frutas, ingerida sola, generará una hiperglucemia, seguida de una
hipoglucemia reactiva combinada con una «irritación» insulínica. Este proceso metabólico favorecerá una
sobreacumulación de la comida siguiente y de los azúcares. La misma compota, combinada con un simple yogur o
con un pequeño bol de queso blanco natural, tendrá un SLIM-data neutro: no un almacenaje directo ni un
almacenaje excesivo diferido. Lo mismo ocurrirá con un puré de patatas, según lo deguste solo o con un filete de
salmón a la plancha. O con un pedazo de queso curado, dependiendo de si lo acompaña o no con una ensalada verde.
¡Es tan simple como eso!

•Deje los alimentos de los que he hablado más arriba (más bien «no-alimentos»), perjudiciales para su salud
y para su línea. Procure evitarlos o consumirlos en pequeñas cantidades, y no más de una vez por semana.
•Todas las bebidas gaseosas industriales (azucaradas, sin azúcares o edulcorantes).
•Toda la confitería, pastelería y bollería industrial (envuelta en plástico).
•Los cereales muy refinados y elaborados de forma industrial (biscotes, pasteles de arroz inflado, cereales de
desayuno azucarados…).
•Los snacks de aperitivo salados (galletitas, cacahuetes, patatas fritas...) y sobre todo ahumados.

Trate de conservar esta somera lista en la cabeza, le servirá para hacer la compra, cocinar en casa, escoger su
menú en el restaurante…

EN LA PRÁCTICA
Adoptar este nuevo «índice adelgazante» es realmente muy sencillo. Ante todo, debe optar por una alimentación
fresca y de calidad.
Al evitar los alimentos muy procesados (platos preparados, salsas enlatadas, dulces…), elimina de por sí un
tipo de alimento que no aporta ningún beneficio a su salud y bloquea regularmente su pérdida de peso. Cuando no
tenga tiempo para hacer la compra y cocinar, opte sobre todo por alimentos naturales congelados (verduras, potajes,
pescado, carnes…). Se preparan rápidamente y conservan gran parte de su contenido nutricional sin añadir aditivos.
Como puede constatar, las materias grasas no figuran en esta tabla extremadamente simplificada. Eso se debe a que
modifican moderadamente el SLIM-data global de la comida siempre que sean de buena calidad y se utilicen en
cantidades razonables.
Para ello basta con evitar frituras abundantes y la mantequilla cocinada. Cocine mejor con buenos aceites
vegetales y en cantidades pequeñas (mi preferencia, a partir de mi experiencia, es el aceite de oliva de calidad, si es
posible biológico). Este tipo de aceite es igualmente apropiado para el aderezo de crudités (con vinagre o zumo de
limón). En definitiva, puede aliñar sus platos cocinados después de la cocción con la finalidad de mejorar su sabor y
de que tengan una consistencia más agradable en la boca. Sepa además que las cocciones largas, y peor aún, la
mezcla, aumenta el SLIM-data de los alimentos que contienen glúcidos. Así, las zanahorias crudas forman parte de
los alimentos clasificados como verdes, mientras que las zanahorias cocidas (como las zanahorias Vichy, por
ejemplo), pasan a la zona naranja. En cuanto al puré de zanahoria, la propulsa a la zona azul. Del mismo modo, las
manzanas están clasificadas como zona naranja. Pero la compota de manzana entra en la zona azul. Así pues, trate
de potenciar las pastas y el arroz cocidos al dente, y de evitar los purés que contienen verduras ricas en azúcares
(zanahorias, guisantes, patatas…).
Para el resto, depende de usted componer sus comidas teniendo en cuenta el índice de SLIM-data de los
diferentes elementos. Asociarlos se convierte de este modo en un juego de niños.
Veamos algunos ejemplos:

•Un plato de zanahorias ralladas, dos costillas de cordero saltaedas en la sartén, acompañadas de judías
verdes aliñadas con aceite crudo y un yogur. Esta comida asocia solo alimentos que pertenecen, todos
ellos, a la zona verde. El poder de almacenaje es débil, incluso si añade una o dos rebanadas de pan
integral.
•Una endivia gratinada con jamón, un filete de salmón a la parrilla acompañado de arroz con azafrán y una
pieza de fruta. Esta comida implica más alimentos de la zona naranja: el arroz y la fruta. El jamón y el
queso del entrante incluso corresponden a la zona azul. Así pues, su poder de almacenaje es mayor que en
la comida anterior. Para reducirlo, basta con reemplazar la mitad del arroz por una pequeña cantidad de
verduras (calabacines salteados al curry por ejemplo) y la fruta del postre por un yogur.
•Un mixto de jamón y queso casero, un plato de pasta con salsa boloñesa de lata con queso gruyere rallado,
un trozo de queso brie con un cuarto de baguette. Esta vez, en el menú, solo hay alimentos de la zona
naranja y azul, y los de la zona azul se hayan en una proporción excesiva. Pero algunas correcciones serán
suficientes para reconducirlos a un poder de almacenaje débil. Reemplace el mixto de jamón y queso por
una ensalada de pepino con gambas y el brie por una macedonia de frutas de temporada. ¡Le ha dado la
vuelta! Si le apetece, también puede conservar el mixto de jamón y queso y sustituir la pasta por un filete
de pescado acompañado de verduras.

La acidificación: ¡atención, peligro!


Solo hay dos trampas «anti-adelgazantes» en nuestra alimentación moderna: los índices glucémicos y la acidez de
los tejidos. Dentro de nuestro organismo, se establece naturalmente un equilibrio entre dos tipos de sustancias: las
ácidas y las alcalinas (o básicas). Este equilibro se puede medir a través del pH (potencial hidrógeno), un índice que
determina el grado de acidez del medio. Cuando este es ácido, el pH es inferior a 7. Según los órganos y los tejidos,
en nuestro cuerpo reinan grados de acidez diferentes. En nuestro estómago, por ejemplo, durante la digestión, reina
una gran acidez indispensable para la descomposición de los alimentos (particularmente las proteínas). Las paredes
de este órgano, afortunadamente, están equipadas con antiácidos eficaces. Más allá del estómago, el medio es menos
ácido, es decir, alcalino. Sin embargo, si establecemos una media de pH de nuestros diferentes tejidos (en una
persona con buena salud), nos damos cuenta de que la cifra global se acerca mucho al 7.
Desgraciadamente, son muchos los que no se acercan a esta cifra «ideal». Puesto que el estrés mal curado y
una alimentación desequilibrada inducen progresivamente una acidificación perjudicial para la salud y anti-
adelgazante. No son las únicas causas de un exceso de acidez, pero son las principales y, sobre todo, aquellas sobre
las que es más fácil actuar. Los ejercicios respiratorios (véase también), las relajaciones adelgazantes (véase
también) y las prácticas emocionales (véase también) juegan un rol esencial a la hora de favorecer una mejor
resistencia al estrés, lo que disminuye, a su vez, la producción de acidez. Algunos ejercicios respiratorios tienen, por
otro lado, una acción directamente alcalinizante en la sangre. Las actuaciones detox (véase también) contribuyen
también a este importante equilibrio ácido-básico ya que favorecen la eliminación de desechos (normalmente
ácidos). Pero esto no basta para reequilibrar completamente su cuerpo, especialmente en lo que concierne a sus
órganos de digestión y asimilación. Para acompañar ese proceso adelgazante global, debe usted al mismo tiempo,
organizar su alimentación de tal modo que haga prevalecer los alimentos más alcalinizantes. De lo contrario, con el
aumento de su acidez interior corre el riesgo de sufrir consecuencias nocivas: fatiga, aceleración del
envejecimiento…y, sobre todo, el bloqueo del último conducto adelgazante. Es ahí donde interviene la noción de
«inflamación silenciosa». Normalmente, la inflamación forma parte de nuestro arsenal natural de protección. Si un
tejido está dañado, la inflamación participa en su reparación. En sí misma, constituye un signo de un buen
funcionamiento de nuestro sistema de defensas. Pero esta inflamación no es discreta. Se muestra de manera abierta,
provocando rápidamente dolores. La inflamación silenciosa es muy distinta. Es la que está en la causa de la fatiga
crónica, la fibromialgia y, sobre todo, del sobrepeso. Se desarrolla lentamente, sin provocar el menor signo aparente,
hasta el momento en que aparecen los síntomas. Si consultamos las bases internacionales de artículos científicos y
médicos, encontramos más de 46.000 artículos que tratan los vínculos entre la inflamación silenciosa y las
enfermedades crónicas, entre las que se encuentran el sobrepeso y la obesidad. El vínculo entre este tipo particular
de inflamación y los kilos de más no ofrece ninguna duda. Pero ¿de dónde procede dicha inflamación? La respuesta
es simple: es esencialmente el resultado del exceso de acidez de nuestro medio interior.
Dentro de un organismo demasiado ácido, la producción de agentes pro inflamatorios aumenta rápidamente.
En un primer momento, esta inflamación latente se da a nivel celular y se desarrolla invadiendo ciertos tipos de
tejidos en su conjunto, de tal modo que todas las funciones pueden verse afectadas. De este modo, el sistema
inmunitario se torna frágil y el sistema hormonal se desequilibra, provocando una menor resistencia a las
enfermedades.
Una fatiga insidiosa se va instalando de manera progresiva. También pueden verse afectadas las
articulaciones (reumatismos, gota…). De hecho, los ácidos se unen a las proteínas que contienen los tejidos
(especialmente al colágeno). La elasticidad de las paredes celulares se ve afectada, lo que ralentiza el intercambio
celular. Del mismo modo, la microcirculación sanguínea se ve igualmente perturbada, lo que impide a su vez la
correcta nutrición de las células. Para neutralizar estos ácidos el organismo necesita sales minerales naturalmente
alcalinizantes. Puesto que la alimentación no provee suficientes, el organismo se verá obligado a obtenerlas de sus
reservas (principalmente óseas). De este modo, la acidez interior contribuye también a la fragilidad ósea y a la
osteoporosis. Cuando este conjunto de reacciones afecta a los órganos encargados de la digestión y de la asimilación
de nutrientes, todo nuestro equilibrio ponderal se ve rápidamente afectado. Porque, acuérdese: todo lo que se digiere
mal y se asimila mal, se almacena con más facilidad. Es en su plato donde va a intervenir sobre este exceso de
acidez. Una vez más, es la evolución «inhumana» de nuestra alimentación lo que está en el origen de este proceso.
El aumento constante del consumo excesivo de carne, a partir de mediados del siglo XX, es en parte responsable
puesto que la degradación de estas proteínas animales produce una gran cantidad de sustancias ácidas. Los cereales
y los azúcares muy refinados también son acidificantes. Y este efecto se ve aún más aumentado por la presencia de
gran cantidad de materias grasas.
Por el contrario, las frutas y las verduras frescas proveen de sales minerales alcalinizantes, necesarias para
que el cuerpo pueda neutralizar las sustancias ácidas. La ecuación es, por tanto, simple: es necesario aumentar la
proporción de verduras frescas en la alimentación, disminuir la proporción de productos animales (sobre todo la
carne) y de azúcares, y priorizar los cereales integrales o semi-integrales, mucho menos acidificantes que los
refinados. En conclusión, conviene limitar el consumo de materias grasas (sobre todo saturadas), sin por ello tener
que tomar medidas demasiado drásticas. En cuanto a las bebidas, hay que priorizar las aguas débilmente
mineralizadas, que drenan y regeneran el sistema de eliminación de ácidos.

EN LA PRÁCTICA
La idea misma de la alimentación antiácida encierra una trampa: los alimentos que más ayudan a acidificar no son
los que nosotros creemos. El potencial de acidez no tiene nada que ver con el sabor. Tomemos el limón: su sabor
ácido está ligado a la presencia de ácidos orgánicos que se transforman en alcalinizantes durante la digestión. A
pesar de su sabor, que hace rechinar los dientes, el limón, por tanto, forma parte de los alimentos alcalinizantes. Por
el contrario, los dulces industriales conllevan azúcares extremadamente refinados y materias grasas, ¡algo que los
convierte en acidificantes a pesar de su sabor dulce!
¿Un rompecabezas? En absoluto. Porque las reglas a seguir son muy simples:

•Prepare su comida para que no contenga más de 1/3 de alimentos acidificantes por cada 2/3 de alimentos
alcalinizantes.
•Organice sus comidas a partir de las verduras. Cada toma alimentaria debe proveer al menos dos verduras,
o bien una verdura y una fruta. Todo será fresco, evidentemente, cocido o crudo (respetando el SLIM-data
de las verduras con más azúcar).
•Opte por los cereales integrales o semi-integrales, mucho menos acidificantes que los refinados.
•Procure no consumir demasiados azúcares industriales. Absténgase de dulces, bollería y pastelería
industrial. Y para edulcorar sus comidas caseras, opte por azúcares naturales que tienen un índice
glucémico bastante bajo: sirope de agave, azúcar de flor de coco, azúcar de caña completo, miel…
•Limite su consumo de proteínas animales: una vez al día como máximo, alternando la carne de vacuno, la
de ave y los productos del mar.
•Evite combinar las proteínas animales con grandes cantidades de grasas. Es la combinación más perjudicial
para su equilibrio acido-básico, ya que la combinación de proteínas y ácidos grasos dobla el potencial
acidificante de un plato.

Al final de este libro, encontrará (véase anexo 5), un cuadro del potencial acidificante de los diferentes alimentos
(índice PRAL ). Puede utilizarlo como referencia cuando tenga dudas sobre un alimento concreto. El resto del
tiempo, conténtese con seguir estas reglas aquí expuestas. Para ayudarle, aquí tiene una presentación de las
principales clases de alimentos.

•Los alimentos más acidificantes (1/3 de la comida como máximo):


–Las proteínas animales (huevos, carnes y pescados), sobre todo aquellos que son muy grasos.
–Las materias grasas industriales (margarinas, aceites refinados…).
–Los quesos curados.
–La casquería.
–Los productos de charcutería.
–Los cereales refinados y todos aquellos productos que los contengan.
–Los azúcares refinados.
–Las bebidas gaseosas.
–Los dulces, bollería y pastelería industrial.
•Los alimentos neutros (a integrar a su conveniencia):
–Las proteínas ligeras (quesos frescos, yogures, quesos blancos…).
–Los edulcorantes naturales.
–Los cereales integrales o semi-integrales.
–Los aceites vegetales de buena calidad (oliva, girasol, nuez…).
•Los alimentos básicos/alcalinizantes (2/3 de su comida):
–Todas las verduras crudas o cocidas.
–Todas las frutas crudas o cocidas.
–Los zumos de frutas frescas.
–Todos los condimentos, especias y plantas aromáticas.
–Los frutos secos (nueces, avellanas, almendras…).
–El vinagre.
–Las tisanas de plantas (hinojo, albahaca, tomillo, menta, tilo, verbena…).

Comer a buena hora: la cronobiología al servicio del neuro-adelgazante


Última etapa de su programa de neuronutrición: la cronodietética. Lo que comemos, sea cual sea la calidad
nutricional de nuestros menús, no tiene el mismo impacto sobre nuestro organismo según la hora del día en que lo
ingerimos. Para entenderlo, es necesario meterse en profundidad en nuestro organismo y espiar el transcurso de un
día cualquiera. Toda nuestra biología se rige por ciclos que se repiten de manera incansable. Si nos despertamos por
la mañana, es gracias a la producción de cortisol que nos aparta del sueño (generalmente sobre las 6 o las 7 horas) y
nos da la energía para hacer frente a la jornada. Por el contrario, por la noche, es otra hormona, la melatonina, la que
hace bajar nuestra atención para que podamos caer dormidos (sobre las 22 horas). Todas nuestras actividades
internas siguen el ritmo de una «programación» (cotidiana, semanal o estacional). Todo ello depende de la genética
(no todas las especies animales tienen el mismo reloj biológico) y del medio en el que vivimos.
Nuestra temperatura corporal es uno de los signos más fácilmente observable de estos ritmos. Si le apetece,
haga la prueba de tomarse la temperatura a lo largo del día en diversas ocasiones. Constatará que sube por la mañana
y hacia el final de la misma, de tal modo que hacia las 13 horas tendrá un poco de hambre. Seguidamente, remonta
hasta alcanzar un pico hacia las 17-18 horas. Después, vuelve a bajar hasta la hora de acostarse, para estar en el
momento más bajo cuando vaya a dormirse. Estas variaciones son la manifestación visible de aquello que se
desarrolla entre bambalinas en nuestro cuerpo. Nuestra alimentación debe de seguir el mismo movimiento. Ya que el
organismo administra de manera diferente los nutrientes según la hora a la que los comemos. Al principio de la
mañana, por ejemplo, el cuerpo organiza la producción de colesterol y la regeneración de las paredes celulares que
consumen grandes cantidades de ácidos grasos. Por el contrario, por la noche, su organismo comienza a reposar de
cara a la noche. No necesita grandes aportes energéticos. Resultado: las grasas que consume por la mañana, en el
desayuno, serán mejor utilizadas que aquellas que componen su cena. Y estas últimas serán, forzosamente,
almacenadas más fácilmente.
Los investigadores de cronobiología (el estudio de los ritmos biológicos) y de crononutrición, han
establecido así un programa alimentario que cubre prácticamente nuestras necesidades nutricionales cotidianas. Se
trata, esquemáticamente, de comer más grasas y proteínas en el desayuno, de manera más densa y pesada en el
almuerzo, y de manera más ligera por la noche. Si hay necesidad, añadiendo un pequeño tentempié hacia las 17 h
que le abastecerá para aguantar hasta la cena. Un ritmo francamente muy fácil de seguir, que le servirá de marco
para las dos nociones precedentes: SLIM-data y equilibrio ácido-básico (vea los consejos prácticos abajo).

EN LA PRÁCTICA
Vea de qué deben de estar compuestas sus diferentes comidas.

•El desayuno. Todos los estudios muestran que un desayuno que contenga proteínas procura una energía
más duradera que un desayuno con productos dulces. Para evitar el «bajón» de las 11 h y proveer a
nuestro organismo de aquello que necesita, esta comida debe integrar:
–Una bebida caliente (café, té, tisanas…) no azucarada o azucarada con un edulcorante natural.
–Un alimento proteico (huevo pasado por agua, jamón cocido sin grasa, yogur…).
–Un cereal integral (muesli bio no azucarado, pan integral…).
–Materia grasa (mantequilla…).
–Una fruta fresca.
•El almuerzo. Debe de ser denso (incluso puede ser un poco «pesado»). Esto significa que debe proveer a
nuestro organismo suficientemente para aguantar hasta la noche. Es el periodo más largo entre dos
comidas (exceptuando la noche). Para que el almuerzo cumpla con su papel, debe integrar:
–Un alimento proteico (carne de vacuno, ave, pescado graso…).
–Una porción de cereales integrales (pasta, arroz, pan, cuscús…).
–Una o dos porciones de verduras que aporten vitaminas, minerales y fibras.
–Un yogur, una fruta o un postre casero.
•La cena. Por la noche, el cuerpo ralentiza su actividad para prepararse para el sueño. Tiene necesidad de un
aporte ligero de proteínas, materias grasas y de cereales (integrales o semi-integrales). Eso facilitará la
digestión además de favorecer el sueño. Y no correrá el riesgo de almacenar directamente aquello que
come por la noche. Para ello, debe integrar:
–Una porción de proteínas ligeras (asociadas con poca materia grasa), como filetes de ave sin grasa o
pescado blanco.
–Una pequeña porción de cereales integrales o semi-integrales.
–Una o dos porciones de verduras, cocinadas sin demasiadas materias grasas.
–Un yogur o una fruta.
•La merienda. No es indispensable, pero puede tomar un pequeño tentempié sobre las 17-18 h, si siente la
necesidad de un pequeño empujón. Para aportar una respuesta adelgazante a la misma, debe integrar los
siguientes alimentos:
–Una fruta ya que contiene azúcares de los que disponer rápidamente (necesita un extra de energía),
combinada siempre con un yogur o con un bol de queso fresco (para «frenar» los índices glucémicos).
–Frutos secos oleaginosos (almendras, nueces, avellanas…) que le proveerán al mismo tiempo de ácidos
grasos de buena calidad y de minerales útiles.
–Ocasionalmente, algún pedazo de chocolate negro bio (mínimo 70% de cacao), rico en minerales y en
ácidos grasos buenos. Y esto, ¡sin ninguna culpabilidad!

Su programa de neuronutrición
Tres datos nuevos, ¿le parece un poco «demasiado»? Manténgase confiado(a) y sereno(a). Estos tres enfoques se
complementan para formar un todo coherente. Vea aquí la síntesis de los principales consejos de su programa neuro-
adelgazante:

•Mastique, mastique… Es la garantía para una mejor digestión, una asimilación más eficaz y, en
consecuencia, un menor almacenaje de grasas.
•Priorice los productos frescos y de buena calidad. Tendrán menos carga de contaminantes y serán más
ricos en nutrientes esenciales.
•Opte por cereales integrales o semi-integrales (mis preferidos) y por azúcares menos refinados.
Disminuirá el impacto metabólico de sus comidas. Ganará tanto a nivel de acidez como de fuerza de
almacenaje.
•Organice su almuerzo y su cena a partir de productos vegetales, tanto crudos como cocinados, sin
privarse de aquello que más le gusta. Preste atención a los SLIM-data de las verduras más azucaradas,
como las zanahorias, la remolacha, los guisantes o las patatas. No olvide que cuanto más rato estén
cocinándose (o procesándose), mayor será la fuerza de almacenaje.
•Reparta los alimentos proteicos en función de las materias grasas que contienen. Reserve los más
grasos para el desayuno y el almuerzo, y los más ligeros para la cena.
•Cocine con aceites vegetales de buena calidad, en cantidades razonables. Siempre puede añadir un
chorro de aceite crudo en el momento de servir, algo que aportará sabor y esponjosidad en la boca. El
aceite de oliva es mi preferido en todos los ámbitos.
•De postre, escoja una fruta cruda o cocinada (atención con el equilibro del SLIM-data global de la comida
si está cocinada), un yogur o queso blanco (azucarado con un edulcorante natural no refinado). Reserve
los postres caseros (flanes, tartas, dulces…) para ocasiones especiales.
•Si tiene ganas de darse un capricho con una tarta de fresas o unos espaguetis carbonara, ¡hágalo!
Intente, simplemente, no consumirlos en la cena y combinarlos con alimentos que tienen una capacidad de
almacenaje débil. Así, en el almuerzo, puede tomarse un buen plato de pasta a la carbonara si la combina
con una ensalada verde o un yogur. En cuanto a su tarta de fresas, irá bien comerla con un pescado o
verduras al vapor. ¡Tan simple y libre como eso!

¿Hasta cuándo?
Esta nueva «comprensión-organización alimentaria» no le hace correr ningún riesgo de carencias, frustraciones ni
desequilibrio biológico o digestivo. La mayoría de mis pacientes, una vez recuperan su peso ideal, continúan con su
higiene vital cotidiana. Sus nuevas motivaciones son la prevención adelgazante activa y la salud duradera.
No olvide nunca que los efectos nocivos, a medio y largo plazo, de los errores alimenticios (aunque sean
ligeros, pero repetidos a diario) van más allá del simple concepto de adelgazamiento; en realidad, es su salud lo que
está en juego.
Estos ajustes de «nutrición adelgazante-saludable», fáciles de comprender y de integrar en el día a día, se
transformarán progresivamente en una segunda naturaleza, un conjunto de reflejos de salud que no le exigirán
ningún esfuerzo una vez que haya constatado los efectos beneficiosos sobre su cuerpo, su tono y su equilibrio
psicoemocional. ¡Porque no olvide que su sobrepeso no es más que el síntoma visible de un mal funcionamiento
metabólico global!
Definitivamente, ¡la nutrición saludable precede a la nutrición adelgazante, dentro de una sucesión «bio-
lógica»!

LO QUE HAY QUE RECORDAR

•La alimentación adelgazante constituye la última fase del programa. Solo interviene en el décimo día, para que las cuatro
herramientas precedentes tengan tiempo de preparar su cuerpo, pero sobre todo, su cerebro y su sistema nervioso, para una
auténtica pérdida de peso.
•Nuestra alimentación ha cambiado más en los últimos cincuenta años que en cincuenta siglos. Nuestro organismo no ha podido
seguir este ritmo desenfrenado e «inhumano», continua digiriendo y asimilando como lo ha hecho durante decenas de siglos.
•La industria agroalimentaria hoy en día nos provee de alimentos híper-refinados e híper-transformados, que afectan fuertemente
nuestras operaciones metabólicas, para empezar la secreción de insulina.
•No comemos únicamente para «meter gasolina» en nuestro motor corporal. El papel de la alimentación sobrepasa de largo este
concepto tan estrecho. Se trata de aportar a cada una de nuestras células, a cada uno de nuestros tejidos, los nutrientes que
necesitan.
•No focalice demasiado su atención sobre su alimentación. No le propongo un régimen, sino un ajuste alimentario que beneficiará
tanto a su organismo como a su silueta. Todos los regímenes implican un estrés latente muy perjudicial para la pérdida de peso.
Todos los regímenes encierran, a la larga, un sobrepeso.
•«Nutrición adelgazante» debe rimar con «nutrición saludable» y «nutrición feliz». Le invito a seguir tres reglas simples y poco
restrictivas.
•Los complementos alimentarios adelgazantes son una solución de nuestra época. Sea consciente de las promesas reales y también
de los límites de estas especialidades nutricionales.
•Su programa de alimentación adelgazante le propone:
– Primero, respetar el SLIM-data de los alimentos para limitar la fuerza de almacenaje de sus comidas. Un juego de niños con los
códigos de color de los alimentos.
– Seguidamente, adoptar una alimentación alcalinizante, para evitar la inflamación silenciosa que favorece el aumento de peso.
– Por último, integrar los principios de la crononutrición para organizar de manera diferente sus tres comidas diarias (o cuatro si
añade usted la merienda). Proveer a su cuerpo de aquello que necesita en el mejor momento para evitar el almacenaje inútil.
4
¡MALDITA CELULITIS!:
LA RESPUESTA DE LA NEUROCIENCIA
«¡No hay maldita celulitis sin maldito estrés!».
«La celulitis y el exceso de peso suelen ir de la mano. Pero la celulitis no está ligada al exceso de peso de por sí. Así, personas con una situación
ponderal normal o con sobrepeso tienen igualmente celulitis».
STÉPHANE MILLET

«Una vez más, tomar los efectos por la causa es responder a los efectos sin tratar la causa, algo que conduce al fracaso físico, mental y moral».

Ahora mismo tiene en sus manos todas las herramientas que le van a permitir perder peso con total serenidad, de
manera duradera y dulcemente. Sin embargo, este control global del peso, debido al sesgo de la reprogramación
metabólica, no es la solución a todos sus problemas. Algunas personas sufren un tipo particular de sobre almacenaje
de grasas aunque no tengan sobrepeso: ¡la maldita celulitis! Se acumula sobre todo en zonas específicas del cuerpo59
(las caderas, las pistoleras…), y provoca, de ese modo, alteraciones poco agraciadas de la silueta. En realidad, la
celulitis es al cuerpo lo que la depresión al sistema nervioso: ¡la celulitis es un burn-out de grasa! Su metabolismo
de «creación-infiltración» es muy específico e implica procesos neuro-hormono-circulatorios que precisan de nuevas
respuestas más específicas y focalizadas. Por tanto, hay que comprender claramente que la celulitis de por sí no está
en absoluto ligada al exceso de kilos. Pero el «material común» de estos dos grandes problemas (sobrepeso y
celulitis) es el mismo: la grasa. Aunque los procesos metabólicos y biológicos en juego son muy diferentes en cada
caso:

•Ganar peso significa almacenar o sobre almacenar grasa en las células especializadas (los adipocitos). Este
almacenaje tiene lugar bien bajo la piel (grasa subcutánea), o bien de manera menos visible y más nociva
para la salud, alrededor de los órganos-clave: corazón, sistema digestivo, riñones… (grasa visceral). Hasta
aquí, se trata de un tejido graso «normal». Excesivo, sin duda, puesto que tiene usted este libro entre las
manos, pero sin alteraciones biológicas reseñables (tiene un ligero impacto a nivel celular pero no a nivel
de tejido).
•Sin embargo, cuando este tejido graso se ve afectado por fenómenos micro-inflamatorios recurrentes, se
transforma progresivamente en celulitis.60 Por consiguiente, se trata de una grasa «en sufrimiento», que
afecta tanto a personas con sobrepeso como a personas delgadas (en este último caso de manera muy
localizada y, desgraciadamente, mucho más visible por el contraste).

LAS DIVERSAS CARAS DE LA CELULITIS


El hiperfuncionamiento del tejido graso, que es un simple desequilibrio neurometabólico, conduce al sobrepeso.
Pero es la disfunción inflamatoria de este mismo tejido, un desequilibrio complejo de tipo pre patológico, la que
conduce a la celulitis. Esta inflamación crónica no es la única disfunción del tejido graso celulítico, pero resulta
esencial ya que es la causa de todas las formas de celulitis. Asocia un problema de circulación sanguínea y linfática
con una retención de agua y una infiltración tóxica. El conjunto provoca una asfixia progresiva de los tejidos in situ
que da lugar a un desarrollo de una fibrosis. Esta fibrosis compartimenta progresivamente el tejido graso y acaba por
aislarle de su «relación metabólica» con los tejidos que le envuelven y todos los sistemas de control orgánico
(nervioso, hormonal…). Esa es la razón por la que los consejos que comúnmente se dan para perder peso no suelen
tener efecto cuando se trata de deshacer los cúmulos de celulitis de años. Para solventarlo, será necesario asociar a
las reglas generales establecidas en este libro, algunos gestos locales destinados a «eliminar las barreras» del tejido
celulítico de tal modo que se restablezca la comunicación metabólica con el resto de nuestro cuerpo. Volveremos al
tema con todas las herramientas prácticas necesarias.
Al principio, la celulitis se manifiesta por «síntomas estéticos» visibles. Se instala progresivamente, de
manera silenciosa (maliciosa» sería más adecuado decir, ya que soborna y corrompe el metabolismo graso y
linfático normal). Sin embargo, desde el principio, el análisis histopatológico61 de los tejidos muestra una serie de
modificaciones muy específicas: fenómenos inflamatorios localizados alrededor de las células grasas, una
vascularización deficiente, una ralentización de la circulación linfática. A esto se añade un elemento inmediatamente
perceptible al contacto: un cambio de la temperatura cutánea en las zonas afectadas. Este ligero enfriamiento
(localizado a partir de lo que sucede debajo de la piel) es la manifestación directa de modificaciones biológicas
perturbadas todavía subterráneas. Progresivamente, las células grasas y los tejidos de sostén periféricos sufren los
efectos de las alteraciones.
Este conjunto de fenómenos se instala por etapas de desequilibrio creciente, así que hablamos de «tres
estadios de celulitis»:

•Primer estadio: la celulitis acuosa. Se debe a una infiltración tóxica y a la retención de agua. Es poco
visible y se desarrolla al margen del sobrepeso. Esta celulitis se localiza en las caderas, pistoleras, en
ocasiones en el vientre y en la parte inferior de los brazos.
•Segundo estadio: la celulitis adiposa. Está estrechamente ligada a un exceso graso «normal». Nos
encontramos con un problema de inflamación, asociado a un problema de circulación sanguínea y
linfática, pero todavía no estamos ante una inflamación crónica.
•Tercer estadio: la celulitis acuosa y la celulitis adiposa evolucionan a celulitis fibrosa. Es cuando se
instalan, prioritariamente, los fenómenos inflamatorios. El tejido graso sufre una fibrosis paulatina,
«aislándose» del resto del cuerpo. Así que no podemos llegar a él por las vías metabólicas habituales.

Además, el aislamiento y el endurecimiento del tejido modifican la apariencia de la piel en las regiones
celulíticas. Ésta se cubre de una combinación de huecos y bolsas (la piel de naranja) y adquiere un tono más pálido y
ligeramente violáceo. Esa grasa se vuelve dolorosa cuando la pellizcamos y, a veces, con los gestos más banales del
día a día. El simple hecho de sentarse, por ejemplo, puede resultar desagradable cuando la celulitis fibrosa se ha
desarrollado en las nalgas.

¡NO HAY MALDITA CELULITIS SIN MALDITO ESTRÉS!


Bajo esta celulitis fibrosa, generalmente de larga duración y profunda, se esconde una causa a la que no se le ha
prestado atención, también antigua y profunda: el estrés. O, al menos, el exceso de estrés. Es algo que las
neurociencias han sacado a la luz: ¡no hay celulitis fibrosa sin estrés!
El exceso de tensión (y de fatiga) nerviosa tiene dos tipos de consecuencias sobre la celulitis: una global y
otra local. En el plano general, el estrés provoca a la larga una hiperacidez del medio interior que favorece los
estados micro-inflamatorios latentes (véase capítulo precedente). Esta hiperacidez se debe, en un principio, a una
alteración del ritmo y la amplitud de la respiración.
Cuando estamos sometidos a un estrés continuado y repetitivo, respiramos de una manera más superficial y
eliminamos peor el gas carbónico. Este gas es un «ácido débil» que favorece cada día, poco a poco, la acidificación
de los tejidos. Además, la alimentación moderna es más bien pro-inflamatoria, ya que es rica en alimentos
acidificantes durante su digestión (véase capítulo precedente). Algunos ejercicios respiratorios y consejos
alimenticios que hemos desarrollado en este libro tendrán, así, una acción directa sobre la celulitis puesto que esta
será «liberada» y las células volverán a comunicarse con el metabolismo general.
A esto se añade el efecto local del estrés. Este provoca secreciones de adrenalina más o menos fuertes, que
imponen a los vasos sanguíneos contracciones repetitivas. Si las arterias gruesas no aguantan suficientemente el
impacto de este fenómeno (son capaces de contraerse y de relajarse sin consecuencias negativas), los pequeños
vasos y las arteriolas que irrigan el tejido graso aumentan de grosor rápidamente. De manera progresiva, los micro-
músculos que lo envuelven sufren espasmos que terminan por frenar (detener) el paso de la sangre. Las células no
reciben ni el oxígeno ni los nutrientes que necesitan, básicamente los minerales que globalmente tienen una acción
basificante (es decir, anti-acidez). Asistimos así a una serie de efectos acidificantes que se acumulan: las células se
asfixian, se inflaman, se aíslan… A la larga, el tejido graso sufre fibrosis. Para hacer desaparecer esta celulitis
fibrosa, lo primero que hay que hacer es limitar este estrés tóxico. Las herramientas del psico-adelgazamiento
constituyen un paso esencial para la resolución de este problema. Permiten responder inmediatamente y neutralizar
la causa esencial de la celulitis: el estrés tóxico y la cascada de efectos negativos.

LA ESTRATEGIA ANTICELULITIS: ACTUAR A DOS NIVELES


Para vencer a la celulitis, hace falta, por tanto, batirse en dos frentes. En primer lugar, neutralizar la causa, a saber, el
exceso de estrés responsable de la acidificación que produce la base de la inflamación latente. Pero eso no será
suficiente ya que, le recuerdo, la celulitis fibrosa no se comunica de manera suficiente con el metabolismo global
para que este reaccione a la acción global de las herramientas adelgazantes.
El programa anticelulítico proveniente de las neurociencias se desarrolla en dos etapas:

•En una primera etapa, suframos de celulitis acuosa, adiposa o fibrosa, hay que atacar el reequilibrio
global de los cinco factores del ser vivo siguiendo el programa de 21 días (ver capítulo siguiente). La
respiración, los gestos detox, las relajaciones, así como los ejercicios de la gestión de las emociones y los
consejos alimenticios, preparando así el terreno y reduciendo, básicamente, los fenómenos inflamatorios
locales.
•Estas herramientas de base de la reprogramación neurometabólica pueden, por sí solas, acabar con
la celulitis acuosa o adiposa. Pero no serán suficiente para las personas que padecen celulitis fibrosa, o,
al menos, no serán suficientemente rápidas. Para acelerar los procesos de «inversión metabólica», será
necesario, pasadas las tres primeras semanas, modificar ligeramente el programa para mejorar los
intercambios metabólicos locales.

SU PROGRAMA NEURO-ADELGANZANTE «ESPECIAL CELULITIS»


Veamos pues nuestro programa neuro-adelgazante «especial celulitis» tal como lo llevará usted a cabo después de
las primeras tres semanas de reequilibrio adelgazante:

•La respiración: ponga especialmente el acento sobre la respiración antiestrés y la respiración «buen
ánimo». Practique la primera más veces al día (tres, incluso cuatro veces), con el fin de aprovechar
plenamente su efecto positivo para el reequilibrio celular y el exceso de acidez interior.
•La marcha detox: intensifique el efecto de su marcha cotidiana. Adopte un ritmo un poco más rápido y
sincronice sus pasos con su aliento (véase capítulo siguiente). Además de su efecto detox, esta marcha
mejora el retorno venoso y linfático por la compresión muscular. La celulitis fibrosa, habitualmente
instalada en la parte baja del cuerpo, se beneficia rápido de este efecto circulatorio.

Además, si puede, inscríbase en un curso de aquagym. Es la reina de las actividades físicas anticelulíticas,
porque el agua ejerce un auténtico masaje sobre los tejidos, lo que contribuye a relanzar el metabolismo local
bloqueado. Por último, le propongo sustituir la tisana de la mañana por una infusión anticelulitis. Pídale a su
farmacéutico o herborista que le prepare la siguiente mezcla, a partes iguales: hojas de alcachofa, ortiga, ulmaria,
hojas de parra roja, hojas de grosella, abedul y ginkgo biloba. Vierta dos cucharadas soperas rasas de esta
preparación en medio litro de agua hirviendo. Deje que repose cinco minutos y luego fíltrelo. Beba esta tisana a
pequeños sobros durante la mañana.
Cada una de estas plantas posee su propia forma de acción directa pero también funcionan en sinergia:

•La ginkgo biloba es un planta circulatoria cuya acción se concentra sobre todo en los micro vasos
sanguíneos que alimentan los tejidos en profundidad.
•La parra roja es una de las plantas circulatorias más importantes. Además, refuerza las paredes de los
vasos sanguíneos.
•Las hojas de grosella, antiinflamatorias naturales, mejoran y armonizan la circulación sanguínea.
•La alcachofa limpia el hígado. Es también diurética, lo que favorece la eliminación renal de los desechos.
•La ortiga es un depurador sanguíneo y también es diurético.
•La ulmaria es a la vez digestiva y diurética. Tiene también una acción antiinflamatoria.
•El abedul es diurético y depurativo.

Juntas, estas siete plantas conjugan sus efectos para lograr una acción dinámica de gran eficacia contra el
metabolismo perverso de la celulitis.
Además, cada noche, una hora antes de acostarse, tomará la siguiente infusión. Al igual que en la precedente,
pida que le preparen la siguiente mezcla (a partes iguales) a su farmacéutico o herborista: verónica, manzanilla de
Castilla (matricaria) y tilo. Vierta una cucharada sopera de este preparado en un bol de agua hirviendo, y déjelo
reposar tres minutos antes de filtrarlo. Edulcórelo con una cucharita de café de miel de tilo y bébalo a pequeños
sorbos. Estas plantas tienen todas ellas propiedades tranquilizadoras. Juntas, ayudan «diluir» los pensamientos
estresantes. El sueño será más sereno y reparador. Es un elemento más en la lucha contra la celulitis.
•La verónica es a la vez estimulante (en caso de fatiga nerviosa) y calmante (en caso de estrés). También es
diurética. ¡Posee la extraña propiedad de diluir esos pensamientos que dan vueltas en bucle en nuestra
cabeza!
•El tilo actúa como un hipnótico ligero. Como también mejora la digestión, ayuda a tener un sueño sereno,
sin la perturbación digestiva.
•La manzanilla de Castilla es antiespasmódica. Alivia el estrés y atenúa los espasmos musculares que este
provoca.

Siga este programa detox al menos durante un mes después de las tres semanas iniciales del programa base.

•La relajación: va a practicar el bodyscan de un modo ligeramente distinto. En primer lugar, en lo


concerniente al ritmo: alternará una noche bodyscan completo y otra noche bodyscan local. Para el local,
concéntrese en su visualización sobre las zonas afectadas por la celulitis, imaginando un masaje potente,
dinámico, que borra los cúmulos desagradables. Esto producirá una sobrestimulación local de estas zonas,
que activará directamente los mensajes hormonales anticelulíticos. Para el bodyscan completo, termine la
sesión visualizando un fluido que circula por su cuerpo y que arrastra todas las toxinas.
•Los ejercicios de gestión de emociones: no cambie nada, manténgase en la versión light si su equilibrio
emocional no presenta grandes «sufrimientos» o «fijaciones tristes», remordimientos, arrepentimientos…
¡o males de amores todavía activos! En el caso contrario, la herramienta de trabajo de escritura simbólica
será un gran recurso (véase también).
•Los consejos alimenticios: los presentados en el capítulo anterior son muy convenientes para su programa
anticelulítico. Continúe organizando sus comidas a partir de frutas y verduras frescas por su efecto
basificante (véase también) y controlando el SLIM-data global de sus comidas (véase anexo 4). Y no
olvide las plantas aromáticas, que son auténticas plantas medicinales. Por ejemplo:
–El perifollo es a la vez diurético y circulatorio.
–El perejil reafirma la vitamina C y los flavonoides que refuerzan las paredes de los vasos sanguíneos.
–La albahaca es un calmante natural.
–El cilantro es diurético y digestivo.
–La menta es antiespasmódica.
–Y la célebre cúrcuma es un antiinflamatorio natural de primer nivel.

Y solo se trata de algunos ejemplos, así que ¡no se prive! Permiten todas las audacias culinarias. ¡Basta con
unas pocas plantas aromáticas cinceladas para transformar un plato a nivel gustativo, saludable y… adelgazante!

LOS GESTOS ANTICELULITIS COMPLEMENTARIOS


A este programa modificado, debe usted añadir dos gestos indispensables que acelerarán aún más su acción
anticelulitis: un masaje diario y la toma de un complejo de complementos alimenticios reequilibrantes-
regeneradores.

•Su masaje diario. Es una herramienta esencial (INDISOCIABLE e INDISPENSABLE) para «machacar»
la fibrosis y liberar los tejidos celulíticos. Para ello, debe adoptar el gesto «palpar-rodar». Imagine que da
vueltas a una hoja de papel entre sus dedos. Es ese mismo gesto el que debe reproducir sobre su piel. Coja
uno de sus michelines entre los dedos y después hágalo rodar con fuerza entre el pulgar y el índice.

Para facilitarle la tarea, puede hacerse con una ventosa anticelulitis (personalmente, soy un incondicional de
esta herramienta tan simple, de aspecto tan modesto pero «tremendamente eficaz» durante varios días, idóneamente
durante tres semanas). Es una pequeña «herramienta técnica» muy simple y un poco cara. Se presenta como una
ventosa redonda, profunda, que pondrá sobre su piel. Hay que hacer el vacío para que aspire los tejidos.
Seguidamente, lo desplaza por las zonas celulíticas, de manera que las cubra por completo (compre un artículo de
calidad… le costará unos cuantos euros más pero la eficacia ¡puede doblarse!).
En cualquier caso, efectúe un «masaje-rodante-amasante» por la mañana y por la noche, durante una media
de cinco a siete minutos por una zona amplia, utilizando este aceite casero para masaje anticelulítico: en 50 ml de
aceite de sésamo (o aceite de argán si tiene la piel muy seca), vierta 3 gotas de aceite esencial de enebro, 3 gotas de
aceite esencial de ciprés, 3 gotas de aceite esencial de helicriso, 3 gotas de aceite esencial de cedro del Atlas, 3 gotas
de aceite esencial de limón, 3 gotas de aceite esencial de gaultheria procumbens y 3 gotas de aceite esencial de
ylang-ylang. Cada uno de estos aceites tiene su efecto específico sobre los tejidos celulíticos fibrosos:

•El aceite esencial de cedro del Atlas tonifica las paredes de los vasos sanguíneos y mitiga la retención de
agua.
•El aceite esencial de enebro mejora la circulación sanguínea.
•El aceite esencial de ciprés descongestiona y estimula la circulación linfática.
•El aceite esencial de helicriso tonifica las venas y tiene propiedades antiinflamatorias.
•El aceite esencial de limón es calmante y desinfiltrante.
•El aceite esencial de gaultheria procumbens es altamente antiinflamatorio.
•El aceite esencial de ylang-ylang actúa a otro nivel. Tiene un efecto calmante que ayudará a recobrar la
serenidad.

Además de su acción circulatoria, antiinflamatoria y desinfiltrante, esta combinación alisa rápidamente la


superficie de la piel. Pero sus principios activos no penetrarán en la profundidad de los tejidos celulíticos hasta que
estos empiecen a liberarse. Así que insista…Continúe con estos masajes diarios durante al menos tres semanas.

•Su fórmula especial de complementos alimenticios.


Estos productos naturales todavía potenciarán más el efecto del programa anticelulítico:
–En el desayuno (en medio): tome una cucharita de café de lecitina de soja (en gránulos) con una
compota o un yogur, y una pastilla de omega-3. Con esta operación perseguimos recargar y mantener el
sistema nervioso.
–En el almuerzo: tome una pastilla de omega-3 y una pastilla de ácido alfa-lipoico (dosis de 30 o 60
mg.). Esta operación busca la reparación celular.
–En la cena: tome una pastilla de omega-3 y una pastilla de coenzima Q10 (dosis de 30 o 50 mg.). Añada
una cucharilla de café de leticina de soja en gránulos, mezclado con una compota o un yogur. Esta
operación busca el mantenimiento y reequilibrio de las mitocondrias celulares.
–Cuando estime más oportuno (preferiblemente durante la comida): tome un complemento que
combine diferentes formas de magnesio (citrato de magnesio, glicerofosfato de magnesio, magnesio
marino…), así como taurina y vitamina B6 que mejoran la asimilación de este mineral indispensable.
Este complemento os aportará una recarga y una recuperación de la fuerza nerviosa.
–Añada a este conjunto un complejo de todas las vitaminas del grupo B: son las amigas más fieles de
nuestro metabolismo digestivo.

Encontrará fácilmente estos productos en la farmacia o en algunas tiendas de productos dietéticos. Esta
«prescripción» de complementos alimenticios le parecerá un poco complicada y agobiante. Pruebe de todos modos a
tomarla de manera regular durante al menos tres semanas. ¡El resultado merece la pena!

LO QUE HAY QUE RECORDAR

•Las tres claves esenciales para una visión global del «terreno celulitis» y una comprensión lúcida de los «medios para ponerse
manos a la obra»:
– ¡No hay maldita celulitis sin maldito estrés!
– La celulitis no está ligada directamente al sobrepeso.
– No hay que confundir los efectos (grasa enquistada y dolorosa y piel de naranja…) con la causa principal: terreno digestivo ácido
e inflamación celular localizada.
•¡La celulitis es un burn-out de grasa! Su metabolismo de «creación-infiltración» es, por tanto, muy específico e implica procesos
neuro hormono circulatorios que precisan de respuestas novedosas lo más específicas y focalizadas posible. Se trata de una grasa
en sufrimiento que afecta tanto a las personas con sobrepeso como a las personas delgadas.
•La celulitis se desarrolla en tres estadios: acuosa, adiposa y fibrosa (y por tanto, enquistada).
•Cuando la celulitis se halla instalada en el cuerpo después de dos años, normalmente está en el estadio de «fibrosis», algo que aísla
completamente los tejidos grasos de todo el metabolismo celular y nervioso global del cuerpo. La fase, indispensable, de de-fibrosis
(y, por tanto, de re oxigenación de los tejidos) exige técnicas manuales (muy simples) que funcionan ¡infaliblemente después de
una práctica regular durante 21 días!
•Al mismo tiempo, es necesario atacar frontalmente la causa metabólica primordial: la acidificación progresiva de los tejidos. La
respuesta de las neurociencias pasa por dos herramientas clave: respiración antiestrés (y anti-acidez del tejido) y reequilibrio ácido-
básico de la alimentación a través de la neuronutrición.
•Su programa neuro-adelgazante especial celulitis:
– La respiración: ponga el énfasis sobre todo en la respiración antiestrés y «buen ánimo».
– La detox : intensifique el efecto de su marcha diaria aumentando la velocidad y sustituyendo la tisana de la mañana por una
infusión anticelulitis.
– La relajación: va a practicar el bodyscan focalizado y el imaginario mental guiado por la anticelulitis.
– Los ejercicios de gestión de las emociones siguen siendo una herramienta esencial y eficaz al igual que los consejos alimenticios
expuestos en los capítulos precedentes.
– Su masaje diario. Es una herramienta esencial (INDISOCIABLE, INDISPENSABLE) para «machacar» la fibrosis y desenquistar
los tejidos celulíticos. Nuestro aceite desinfiltrante casero le acompañará hasta alcanzar el objetivo esperado.
– Nuestra fórmula esencial de complementos alimenticios reequilibra y regenera el potencial respiratorio y alcalino de sus células.
5
SU PROGRAMA DÍA A DÍA
«Un viaje a mil sitios comienza siempre por un primer paso…».
LAO TSÉ

Ahora mismo tiene en sus manos todas las herramientas que le van a permitir perder peso de manera duradera,
dulcemente y respetando su equilibrio interno gracias a la colaboración de su cerebro (reprogramación adelgazante).
Todavía le falta integrar todos estos gestos en su día a día. Esté seguro de que es muy simple. Solo necesitará unos
días para adquirir estos nuevos hábitos positivos. Una vez los haya integrado, no tendrá que hacer ningún esfuerzo
para continuar su camino que, le recuerdo, constituye una vía tanto hacia la salud como hacia la delgadez.
Para ayudarle, le propongo un programa preciso, día a día, que le llevará de la mano durante las primeras tres
semanas. Es suficientemente amplio para que usted pueda, seguidamente, continuar hasta que alcance el peso
adecuado (y del mismo modo, para prolongar el nuevo bienestar que sentirá claramente a nivel físico y
psicoemocional). Para su comodidad, le propongo comenzar su «reprogramación neurometabólica» un lunes.

FASE 1: LA REPROGRAMACIÓN PSICO-NEURO-METABÓLICA


«Si cada joven estudiante de medicina supiera, al finalizar su primer año de biología, que el cuerpo responde a los datos psicológicos que él mismo
produce, que sobre la circulación de la sangre, el comportamiento cardíaco, así como toda una multitud de procesos orgánicos, se puede influir
voluntariamente, las ideas preconcebidas sobre la salud física y mental cambiarían. Entonces, de manera clara y comprensible se vería que somos
individualmente responsables, hasta cierto punto, de nuestro estado de salud o nuestra enfermedad. Quizás entonces seríamos conscientes de que no
es la vida lo que nos mata, sino más bien nuestra reacción frente a ella y que podemos, hasta un cierto punto nada despreciable, escogerla nosotros
mismos»
ANDRÉ GREEN Y WALTERS

Atención, su pérdida de peso empieza en esta fase, aunque la alimentación no esté todavía bajo control. La
respiración inhibidora del apetito, su paseo diario y una mejor gestión de todo su estrés nervioso y emocional ¡son
mucho más importantes que todo lo que usted hacía llamar «regímenes» en su anterior vida en busca de la delgadez!
Los diez primeros días del programa adelgazante conciernen a las cuatro herramientas expuestas en el capítulo 3.
Las va a ir integrando progresivamente, de modo que vaya adoptando con tranquilidad nuevos hábitos, sin que se
sienta sobrepasado(a), hasta llegar a su velocidad de crucero casi natural.
Con este programa, constatará que algunas acciones están escritas «en cursiva». Se trata de las acciones que
aconsejamos con más insistencia, pero usted puede adaptarlas según sus necesidades y su personalidad a su gusto.
Por ejemplo, puede sustituir la media hora de caminata por la bicicleta, la natación o un poco de gimnasia… En este
primer periodo, sus menús son libres. Le propondría simplemente algunos reflejos adelgazantes que le ayudarán
cuando aborde la segunda fase del programa. No se preocupe todavía por la composición de sus comidas, eso ya
llegará más tarde. Esté sereno(a), confiado(a) y siéntase feliz por su nueva vida «saludable y adelgazante» que
empieza… ¡hoy! Cada etapa del día está precedida por una pequeña viñeta cuadrada en relieve... Cómprese un
hermoso bolígrafo y marque con una cruz cuidadosa y orgullosamente cada «etapa adelgazante» superada. Una
observación específica para las sesiones de paseo: solo hay una sesión obligatoria… la de la tarde es «muy
recomendable», o a la inversa según la distribución de su tiempo. Pero debe realizar al menos una sesión de marcha
al día.

Día 1, lunes
Por la mañana al despertarse

◊ Al salir de la cama, practicar la respiración «buen ánimo» (véase también).


En el desayuno

◊Menú libre.
◊Reflejo adelgazante: procure masticar bien.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora (bastante rápido, en función de sus posibilidades físicas). Solo esta sesión es obligatoria. La de la
tarde es «muy recomendable» (o a la inversa en función de la distribución de su tiempo, pero al menos hay que realizar una
sesión de marcha al día).

A media mañana

◊ Haga una sesión antiestrés y antibajón (véase también).

En el almuerzo

◊ Menú libre.

A media tarde

◊ Haga una respiración antiestrés y antibajón.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora (a su ritmo, acelerando y no aminorando la marcha en los últimos cinco minutos).

En la cena

◊Menú libre.
◊Reflejo adelgazante: opte por las proteínas ligeras por la noche (pescado, pollo…).

Al acostarse

◊ Justo antes de meterse en la cama, practique la respiración «buen ánimo».

Además…

◊No olvide hacer una respiración inhibidora del hambre y anti-ataques de hambre si siente la necesidad (véase también).
◊Beba un vaso de agua (con limón si es posible) cada hora, en pequeños sorbos.

Día 2, martes
Al despertarse

◊ Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».

En el desayuno

◊Menú libre.
◊Reflejo adelgazante: respire una vez profundamente entre dos bocados.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora (bastante rápido, en función de sus posibilidades físicas).

A media mañana

◊Practique una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock» (eliminación de toxinas-pérdida de grasas) (véase también).

En el almuerzo

◊ Menú libre.
A media tarde

◊Practique una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drenaje (véase también) en pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, sincronizando sus pasos con su respiración durante los primeros cinco minutos y los últimos cinco
minutos (inspire durante 3 pasos, retenga el aire un paso, espire durante 5 pasos, retenga el aire un paso…).

En la cena

◊Menú libre.
◊Priorice las proteínas ligeras.

Al acostarse

◊ Justo antes de meterse en la cama, practique la respiración «buen ánimo».

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre cuando tenga necesidad.
◊Beba un vaso de agua (con limón, si es posible) cada hora, en pequeños sorbos.

Día 3, miércoles
Al despertarse

◊ Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».

En el desayuno

◊ Menú libre, integrando una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado
(véase también).

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora (bastante rápido, en función de sus posibilidades físicas).

A media mañana

◊Practique una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, en pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Menú libre.
◊No olvide que masticar bien, es adelgazar bien.

A media tarde

◊Practique una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drenaje, en pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, sincronizando sus pasos con su respiración durante los primeros cinco minutos y los últimos cinco
minutos (inspire durante 3 pasos, retenga el aire un paso, espire durante 5 pasos, retenga el aire un paso…).

En la cena

◊Menú libre.
◊Piense en priorizar las proteínas ligeras.
Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadene con un bodyscan rápido (véase también).

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua (con limón, si es posible) cada hora en pequeños sorbos.

Día 4, jueves
Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa (véase también).
◊Regálese un automasaje rápido, friccionando su cuerpo ligeramente con las dos manos de manera alterna.

En el desayuno

◊ Menú libre, integrando una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora (bastante rápido, en función de sus posibilidades físicas).

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, en pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Comida libre.
◊No olvide masticar bien.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drejane en pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, sincronizando sus pasos con su respiración durante los primeros cinco minutos y los últimos cinco
minutos (inspire durante 3 pasos, retenga el aire un paso, espire durante 5 pasos, retenga el aire un paso…).

En la cena

◊Menú libre.
◊Priorice las proteínas ligeras.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadene con un bodyscan rápido.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua (con limón, si es posible) cada hora en pequeños sorbos.

Día 5, viernes
Al despertarse
◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».
◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.

En el desayuno

◊ Menú libre, integrando una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora (bastante rápido, en función de sus posibilidades físicas).

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, en pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Menú libre.
◊No olvide masticar bien.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drejane en pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, sincronizando sus pasos con su respiración durante los primeros cinco minutos y los últimos cinco
minutos (inspire durante 3 pasos, retenga el aire un paso, espire durante 5 pasos, retenga el aire un paso…).

En la cena

◊ Menú libre, con proteínas ligeras.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadene con un bodyscan rápido.
◊Acabe con el ejercicio de desprogramación emocional (véase también).

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua (con limón, si es posible) cada hora en pequeños sorbos.

Día 6, sábado
Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Regálese un automasaje rápido, friccionando su cuerpo ligeramente con las dos manos de manera alterna.

En el desayuno

◊ Menú libre, integrando una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora (bastante rápido, en función de sus posibilidades físicas).

A media mañana
◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.
◊Tome un bol de tisana detox-destock, en pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Menú libre.
◊No olvide masticar bien.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drejane en pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, sincronizando sus pasos con su respiración durante los primeros cinco minutos y los últimos cinco
minutos (inspire durante 3 pasos, retenga el aire un paso, espire durante 5 pasos, retenga el aire un paso…).

En la cena

◊Comida libre, priorizando las proteínas ligeras.


◊Para empezar a respetar las reglas de la cronobiología alimentaria, trate de cenar al menos dos horas antes de acostarse.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadene con un bodyscan completo (véase también).
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua (con limón, si es posible) cada hora en pequeños sorbos.

Día 7, domingo
Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Regálese un automasaje en el vientre, realizando círculos en el sentido de las agujas del reloj entre 3 y 5 minutos.

En el desayuno

◊ Menú libre, integrando una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora (bastante rápido, en función de sus posibilidades físicas).

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, en pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Comida libre.
◊Debe comenzar a convertirse en un hábito: piense en masticar bien.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drejane en pequeños sorbos.
Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, sincronizando sus pasos con su respiración durante los primeros cinco minutos y los últimos cinco
minutos (inspire durante 3 pasos, retenga el aire un paso, espire durante 5 pasos, retenga el aire un paso…).

En la cena

◊Menú libre, al menos dos horas antes de irse a la cama.


◊Priorice las proteínas ligeras.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración de «buen ánimo».


◊Encadene con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua (con limón, si es posible) cada hora en pequeños sorbos.

Día 8, lunes
Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Beba un vaso de agua tibia con un poquito de sal y media cuchara de café de miel de tilo o de diente de león.

En el desayuno

◊ Comida libre, integrando una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora, sincronizando sus pasos con su respiración durante los primeros cinco minutos y los últimos cinco
minutos (inspire durante 3 pasos, retenga el aire un paso, espire durante 5 pasos, retenga el aire un paso…).

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, en pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Comida libre.
◊Una vez más, no olvide masticar bien.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drejane en pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora respetando la marcha de la «coherencia cardíaca»: inspire durante 4 pasos, retenga el aire dos
pasos, espire durante 4 pasos, retenga durante 2 pasos…Respete este ritmo al menos durante diez minutos.

En la cena

◊Menú libre, priorizando siempre las proteínas ligeras.


◊Cene al menos dos horas antes de irse a la cama.

Al acostarse
◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración de «buen ánimo».
◊Encadene con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional, seguido del ejercicio de la sonrisa.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua (con limón, si es posible) cada hora en pequeños sorbos.
◊Prepárese para el ejercicio simbólico comprando un pequeño cuaderno (véase también).

Día 9, martes
Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.

En el desayuno

◊ Comida libre, integrando una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora, sincronizando sus pasos con su respiración durante los primeros cinco minutos y los últimos cinco
minutos (inspire durante 3 pasos, retenga el aire un paso, espire durante 5 pasos, retenga el aire un paso…).

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, en pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Comida libre.
◊No olvide masticar bien.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drejane en pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora respetando la marcha de la «coherencia cardíaca»: inspire durante 4 pasos, retenga el aire dos
pasos, espire durante 4 pasos, retenga durante 2 pasos…Respete este ritmo al menos durante diez minutos.

En la cena

◊Menú libre.
◊Acuérdese siempre de cenar dos horas antes de irse a la cama, integrando proteínas ligeras.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración de «buen ánimo».


◊Encadene con un bodyscan completo.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional, seguido del ejercicio de la sonrisa.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y antiataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua (con limón, si es posible) cada hora en pequeños sorbos.
◊Siga construyendo su ejercicio simbólico escribiendo en su cuaderno el nombre de la persona a la que desea dirigirse y, si es
posible, pegue una foto.
Día 10, miércoles
Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.

En el desayuno

◊ Menú libre, integrando una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora a su ritmo. Integre una decena de veces, el ejercicio de la sonrisa.

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, en pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊ Menú libre, sin olvidar masticar bien.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drejane en pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora a su ritmo. Integre una decena de veces el ejercicio de la sonrisa.

En la cena

◊Menú libre, dos horas antes de irse a la cama.


◊Priorice siempre las proteínas ligeras.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración de «buen ánimo».


◊Encadene con un bodyscan completo.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional. A partir de esta noche, empezará con la fase activa de la transcripción
emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua (con limón, si es posible) cada hora en pequeños sorbos.
◊Empiece a escribir en su cuaderno si tiene necesidad. No lo olvide: esto es entre usted y «el inconsciente del mundo». Así que no se
ponga límites, tabúes ni juicios restrictivos… La verdad y solo la absoluta verdad de su corazón… por la libertad y la felicidad
recobrada de su consciencia.

FASE 2: LA INTEGRACIÓN DE LOS CONSEJOS ALIMENTICIOS


«Si mi alma está en paz, lo que como no me concierne».
FRANCISCO DE ASÍS

Su programa diario de reprogramación psico-neurometabólica ahora mismo está ya bien asentado. Los ejercicios que
ha ido integrando de manera progresiva han empezado a dar sus frutos. Su sistema nervioso y su «cerebro
hormonal» están finalmente al servicio de su plan adelgazante. Ha llegado la hora por tanto de preocuparse de su
higiene alimenticia. Los menús que yo le propongo son solo indicativos (así que están escritos en cursiva). Puede
seguirlos al pie de la letra o inspirarse para componer sus propios menús en función de los productos de temporada
y, sobre todo, siguiendo los consejos de la psico-neuro-nutrición (véase también).

Día 11, jueves


Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Al mismo tiempo, haga una visualización: represéntese su desayuno y asócielo a una imagen de su salud y de su silueta tal como
usted la imagina al final de este programa.

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té verde o café ligero) sin azúcar.


◊Yogur natural con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.
◊Una pequeña rodaja de pan semi-integral de levadura de trigo.
◊Dos mandarinas.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora respetando la marcha de la «coherencia cardíaca», acelerando ligeramente el ritmo (en función de
sus posibilidades físicas). Siga ese ritmo durante al menos diez minutos.

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, en pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Ensalada de endivias con nueces.


◊Pechuga de pollo a la papillote, acompañada de arroz con verduras.
◊Pera pochada al anís estrellado.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, sincronizando su respiración con sus pasos durante los primeros y últimos cinco minutos (inspire
durante 3 pasos, retenga el aire durante un paso, espire durante 5 pasos, retenga el aire durante un paso…).

En la cena

◊Menestra de verduras (sin patatas).


◊Filete de merluza salteado con judías verdes aliñadas con aceite de avellana.
◊Medio melón.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora en pequeños sorbos.
◊Continúe con su ejercicio de escritura simbólica. Esfuércese en hacerlo de manera placentera y serena (incluso si llora
desconsoladamente o si, por el contrario, no siente nada). ¡Confianza!
Día 12, viernes
Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Beba un vaso de agua tibia con una pizca de sal y media cucharadita de café de miel de diente de león o de tilo.

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té o café ligero) sin azúcar.


◊Huevo pasado por agua con una rebanada de pan integral ligeramente untado de mantequilla.
◊Un pequeño bol de queso blanco con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo
micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora acelerando un poco el ritmo e integrando una decena de veces el ejercicio de la sonrisa.

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Tomates aliñados con aceite de oliva y albahaca, acompañados de dos trozos de mozzarella.
◊Conejo a la mostaza.
◊Patatas al vapor.
◊Una pera.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora modificando un poco el ritmo de su sincronización respiratoria: inspire libremente, después espire
durante 5 pasos y retenga el aire durante 3 pasos antes de respirar libremente. Mantenga este ritmo durante al menos diez
minutos.

En la cena

◊Ensalada de col roja con almendras.


◊Camarones al horno.
◊Pimientos rojos salteados con ajo.
◊Un yogur natural.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora en pequeños sorbos.
◊Continúe su ejercicio de escritura simbólica. Para facilitarlo, pronuncie mentalmente, regularmente, esta frase mnemotécnica:
«Cuanto más escribo, más me libero» (una veintena de veces).

Día 13, sábado


Al despertarse
◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».
◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Repítase una veintena de veces esta frase de reprogramación mental: «Cada día, yo adelgazo un poco más». Cada vez, imagine
que sus kilos extras «resbalan» hacia sus pies y desaparecen a través del suelo. Esfuércese por sentir una alegría profunda al
visualizar su silueta conforme se acerca a su ideal.

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té o café ligero) sin azúcar.


◊Una rebanada de pan integral untada de queso fresco y acompañada de media loncha de jamón cocido sin grasa ni piel.
◊Una compota de manzana acompañada de una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo
micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora: durante 10 minutos a su ritmo, después durante 15 minutos a un ritmo sostenido (según sus
posibilidades) y durante los últimos 5 minutos a un ritmo más lento.

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Zanahorias ralladas al aceite de nuez y limón.


◊Tortilla a las hierbas.
◊Pasta integral aderezada con aceite de oliva y un poco de mozzarella rallada.
◊Macedonia de fruta fresca.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊Camine durante media hora al mismo ritmo que durante la caminata de la mañana.
◊Regálese tres trozos de un buen chocolate negro mientras camina, saboreándolo. ¡No hay ningún riesgo para el aumento de peso!

En la cena

◊Potaje de calabacín al cilantro.


◊Pechugas de pollo salteadas al limón.
◊Puré de brócoli.
◊Un yogur natural.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan completo.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora en pequeños sorbos.
◊Continúe con su ejercicio de escritura simbólica, repitiendo, con serenidad pero con convicción, la frase de inducción de la víspera.

Día 14, domingo


Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Repita su frase de programación mental: «Cada día, yo adelgazo un poco más». Cada vez, imagine que sus kilos extras «resbalan»
hacia sus pies y desaparecen a través del suelo. Esfuércese por sentir una alegría profunda al visualizar su silueta conforme se
acerca a su ideal.

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té o café ligero) no azucarada.


◊Un yogur de frutas con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado
◊Un pequeño bol de muesli bio con un poco de leche de almendras.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora a paso rápido (según sus posibilidades). Repítase conforme camina: «Cuanto más camino, más
adelgazo».

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Medio aguacate aderezado con zumo de limón.


◊Dos costillitas de cordero al horno.
◊Arroz con verduras.
◊Un bol de frutos rojos.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, al mismo ritmo que la caminata de la mañana.

En la cena

◊Seis ostras, con dos rebanadas de pan integral con un poquito de mantequilla.
◊Menestra de verduras variadas.
◊Un pastel de ciruelas «casero» (ligeramente azucarado con azúcar moreno).

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora.
◊Continúe con su ejercicio de escritura simbólica, repitiendo, con serenidad pero con convicción, la frase de inducción de la víspera.

Día 15, lunes


Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Repita su frase de programación mental: «Cada día, yo adelgazo un poco más». Cada vez, imagine que sus kilos extras «resbalan»
hacia sus pies y desaparecen a través del suelo. Esfuércese por sentir una alegría profunda al visualizar su silueta conforme se
acerca a su ideal.

En el desayuno
◊Una bebida caliente (té o café ligero) no azucarada.
◊Un yogur de frutas, con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.
◊Una rebanada de pan integral con un poquito de mantequilla.
◊Un pequeño bol de cerezas.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora a paso rápido (en función de sus posibilidades). Repítase al ritmo de sus pasos: «Cuanto más
camino, más adelgazo».

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Gazpacho, con picatostes de pan integral tostado al ajo.


◊Salteado de pavo con anacardos, acompañado de zanahorias ralladas a la albahaca.
◊Arroz con leche casero (ligeramente azucarado).

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, como por la mañana.

En la cena

◊Ensalada de crudités variadas.


◊Vieiras salteadas, acompañadas de hinojo a la brasa.
◊Macedonia de naranja a la canela.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora, a pequeños sorbos.
◊Termine su ejercicio de escritura simbólica leyendo su texto en voz alta. Sin duda, esta lectura solo puede llevarse a cabo cuando
usted se sienta preparado(a). Esta fecha que damos aquí es solo a título orientativo. El hecho de que usted termine este ejercicio
tres días antes o tres días después no tiene ninguna importancia, siempre que sienta usted interiormente que ya ha «dicho todo», o
más bien ha «escrito todo».

Día 16, martes


Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Modifique la frase de intención que repite: «Mi espíritu y mi cuerpo aceptan mi nueva delgadez».

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té o café ligero) sin azúcar.


◊Un mixto de jamón y queso casero (pan integral, ½ loncha de jamón cocido sin grasa ni piel, queso fresco).
◊Un bol de fresas, con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.
Después del desayuno

◊ Camine durante media hora modificando un poco el ritmo de su sincronización respiratoria: inspire libremente, después retenga
el aire durante 2 pasos y espire durante 5 pasos, antes de inspirar de nuevo (sin pausa). Mantenga este ritmo durante los
primeros cinco minutos de marcha y durante los últimos diez minutos.

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Una ensalada de champiñones de París, con salsa de yogur.


◊Una codorniz acompañada de puré de coliflor al curry.
◊Dos rebanadas de pan integral.
◊Un flan casero con sirope de agave.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.
◊Al final de la tarde.
◊Camine durante media hora, igual que por la mañana.

En la cena

◊Una sopa de pescado, con picatostes de pan integral tostado al ajo.


◊Coliflor gratinada.
◊Un yogur natural.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora, a pequeños sorbos.
◊Retome todavía una vez más su ejercicio de escritura simbólica. Relea su texto, después de haber pronunciado esta frase
mentalmente: «Cuando leo, me libero» (una veintena de veces, al ritmo de su respiración). Tome consciencia plena de su estatus
de adulto y no del de «niño herido». Su vida y sus decisiones le pertenecen plenamente.

Día 17, miércoles


Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Repita la misma frase de intención que la víspera: «Mi espíritu y mi cuerpo aceptan mi nueva delgadez».

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té o café ligero) sin azúcar.


◊Una compota de peras, con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.
◊Una rebanada de pan integral untada de queso fresco.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora, siguiendo este ritmo: inspire durante 5 pasos, retenga su aliento durante otros 5, después espire
durante 5 pasos y retenga de nuevo el aliento durante otros 5 pasos. Si este tempo es demasiado difícil de mantener, empiece
con un ritmo de 3 pasos, seguido de 4… Manténgalo durante los primeros y últimos 5 minutos.
A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Calabacines al vapor rellenos de queso fresco y aceitunas negras.


◊Un plato de paella de pescado.
◊Una fruta de temporada.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.
◊Ocasionalmente, regálese dos o tres trozos de chocolate negro.

Al final de la tarde

◊ Camine media hora, igual que por la mañana.

En la cena

◊Potaje de verdura variada (sin patatas).


◊Ensalada de rúcula con dos huevos pasados por agua, nueces y picatostes de pan integral tostados.
◊Yogur natural.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan completo.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora, a pequeños sorbos.
◊Ya ha terminado su ejercicio de escritura simbólica. Para anclar aún más sus efectos, trate de sentir la plenitud completa de tener un
cuerpo, un espíritu, un aliento y un corazón (en la acepción emocional del término) en perfecta armonía, al servicio de su salud y de
su delgadez. Asocie esta imagen al ejercicio de la sonrisa.

Día 18, jueves


Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Repita la misma frase de intención que la víspera: «Mi espíritu y mi cuerpo aceptan mi nueva delgadez».

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té o café ligero) sin azúcar.


◊Un huevo pasado por agua con una rebanada de pan integral aderezado con queso fresco.
◊Un yogur de frutas, con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora de manera completamente libre. Aprecie esta nueva libertad física, mental, moral y emocional, al
servicio de su delgadez.

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.
En el almuerzo

◊Medio pomelo rosa.


◊Pintada con col.
◊Cuscús al vapor.
◊Mousse de frutas casera.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora a ritmo moderado, repitiéndose esta frase de intención mientras inspira: «La alegría y la delgadez
fluyen en mí».

En la cena

◊Champiñones del bosque salteados con ajo y perejil.


◊Mejillones a la marinera.
◊Espinacas al vapor al aceite de nueces.
◊Frutas de temporada.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora, a pequeños sorbos.
◊En el momento que estime más oportuno, trate de sentir toda la plenitud que le ofrece su aliento, su nueva nutrición, sus
emociones… Deje que esta alegría «arcoíris» fluya a través de usted y, después, concéntrese en su plexo solar.

Día 19, viernes


Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Repita la visualización de plenitud que realizó la víspera por la noche.

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té o café ligero) sin azúcar.


◊Una rebanada de pan integral, ligeramente untada de mantequilla, con ½ loncha de salmón ahumado al zumo de limón.
◊Una compota de albaricoques con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo
micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora a ritmo moderado, repitiéndose esta frase de intención mientras inspira: «La alegría y la delgadez
fluyen en mí».

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.

En la comida

◊Ensalada de hinojo al pimentón con anchoas.


◊Ensalada de corazones de alcachofa.
◊2 rebanadas de pan integral.
◊Pastel de manzana (al horno).

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.
◊Dos o tres trozos de chocolate negro (con placer y sin culpabilidad).

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, igual que por la mañana.

En la cena

◊Puerros a la vinagreta.
◊Muslos de pato a la compota de cebollas rojas.
◊Macedonia de fruta.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora, a pequeños sorbos.
◊Al acostarse, haga una última visualización de plenitud (véase también) antes de dormirse.

Día 20, sábado


Al despertarse

◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.
◊Ya ha terminado con las frases de intención: ahora, fluyen sin esfuerzo. Puede repetirlas cuando lo necesite o le apetezca.

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té o café) sin azúcar.


◊Una rebanada de pan integral, untado de queso fresco, con ½ loncha de jamón cocido sin grasa ni piel.
◊Una compota de manzanas con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora, a su ritmo (de cualquier modo, que sea constante), repitiéndose la frase al inspirar y espirar: «La
salud y la delgadez están en mí».

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Ensalada de col blanca y manzana verde.


◊Pasta gratinada.
◊Un yogur natural.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.

Al final de la tarde

◊ Camine durante media hora, al igual que por la mañana.

En la cena

◊Alcachofa al vapor a la vinagreta.


◊Seis ostras gratinadas a la mejorana.
◊Dos rebanadas de pan integral.
◊Queso blanco al sirope de agave.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan rápido.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora, a pequeños sorbos.
◊Su reprogramación emocional positiva ahora está ya anclada en usted, «recorre» su interior… ¡de por vida!

Día 21, domingo


Al despertarse

◊Esta mañana, antes de levantarse, tómese algunos minutos para meditar sobre esta frase del filósofo Francis Bacon:62 «El futuro no
es lo que está por llegar, sino lo que vamos a hacer». El porvenir de su delgadez le parecía confuso y descorazonador a la vista de
todas sus tentativas infructuosas. Sin embargo, ha triunfado. Se ha convertido en «actor de su adelgazamiento». ¡Es una gran
victoria personal!
◊Al salir de la cama, practique la respiración «buen ánimo».
◊Termine con el ejercicio de la sonrisa.

En el desayuno

◊Una bebida caliente (té o café ligero) no azucarado.


◊Un yogur de frutas aderezado con una cucharadita de café de plantago ovata, de salvado de avena o de salvado de trigo
micronizado.
◊Un pequeño bol de muesli bio con un poco de leche de almendras.

Después del desayuno

◊ Camine durante media hora, con actitud distendida y sonriente. Saboree el placer.

A media mañana

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome un bol de tisana detox-destock, a pequeños sorbos.

En el almuerzo

◊Ensalada de arroz con cangrejo.


◊Verduras variadas rehogadas.
◊Tres lonchas de piña fresca a la menta.

A media tarde

◊Realice una respiración antiestrés y antibajón.


◊Tome una tisana detox-drenaje, a pequeños sorbos.
◊Deguste dos o tres trozos de chocolate negro. Saboréelo, su metabolismo hoy se encuentra reequilibrado y liberado.

Al final de la tarde
◊ Camine durante media hora, a su ritmo, sintiendo su «sonrisa interior», la nueva fuerza de su delgadez.

En la cena

◊Potaje de berros.
◊Sardinas rellenas de queso fresco, cocinadas al horno.
◊Ensalada de lechuga con trocitos de nueces.
◊Dos kiwis.

Al acostarse

◊Justo antes de irse a la cama, practique la respiración «buen ánimo».


◊Encadénelo con un bodyscan completo.
◊Termine con el ejercicio de desprogramación emocional.

Además…

◊No olvide practicar una respiración inhibidora del apetito y anti-ataques de hambre si siente la necesidad.
◊Beba un vaso de agua cada hora, a pequeños sorbos.
◊He sido muy afortunado por avanzar, día a día, en su compañía. Ha sido para mí un placer ofrecerle lo mejor de mi experiencia, ¡un
placer haber sido actor de su delgadez, de su salud y de su vida! Gracias por su confianza. Gracias por su presencia.
Conclusión
«Primeramente, dígase qué es lo que querría ser y, seguidamente, haga lo que tenga que hacer».
EPICTETO

Querido lector, querida lectora, queridos amigos:


¡Gracias por su confianza! Ahora sabe que, sea cual sea su peso, puede usted convertirse en el «amo
benevolente» de su metabolismo global. Puede usted redefinir su peso justo, rediseñar su silueta, reabastecer su
felicidad y su alegría de vivir… Fijándose, antes de cualquier acción, esta simple línea de conducta:
¡«Primeramente, defina claramente lo que querría ser»! Por ello, le ofrezco, antes de dejarle, este corto poema en
prosa. Le dice, una vez más, que ¡TODO ES POSIBLE para aquellos que aceptan convertirse en «actores» de su
delgadez, de su salud… de su vida! Simplemente tomando consciencia de los cinco factores esenciales, que definen,
en cada instante, su «humanidad plena».
No olvides nunca que al nacer, has salido victorioso de la gran batalla por la vida.
No olvides nunca que cada día que la vida te ofrece, es un regalo con los honores propios de un rey, de una
reina.
No olvides que tienes en tu haber el reino más rico, más preciado y más maravillosamente complejo de la
creación: tu cuerpo, guardián de tu espíritu.
No olvides ser protector, respetuoso, justo y bueno con él.
No olvides nunca que si hay partes de tu reino que se rebelan, cayendo en la decadencia o pasándose al
enemigo (sobrepeso, fatiga, enfermedades…), sigues siendo tú, sin embargo, su amo incontestable si tienes la
voluntad de reafirmar tu derecho a la vida, tu derecho a la salud (irresistiblemente ligados a la búsqueda de la
delgadez).
No olvides nunca: sean cuales sean tus preocupaciones, tus errores, tus miedos, tus dramas físicos y humanos,
sigues siendo, hasta tu último aliento, rey o reina de tu cuerpo y del equilibrio celular más íntimo.
Piénsalo a menudo y envejece en consecuencia. Reencuentra en ti el valor, la autoridad y la energía de vida.
Cree y acepta que siempre puedes renacer en la delgadez, la salud de tu cuerpo y la armonía de tu espíritu.
Por mi parte, yo renuevo mi confianza en usted y en su capacidad de entender claramente eso que usted
¡quiere ser, REALMENTE! Este libro que tiene entre sus manos, prueba su motivación. Quiere recuperar su peso
justo, la armonía de su silueta y una irresistible fuerza de vida y de alegría. Las cinco claves de la programación
neurometabólica pueden abrir esos cinco cerrojos adelgazantes sólidamente cerrados por este siglo XXI, tan rico en
progreso pero también tan rico en coerción (física, mental, moral).
Así que ahora, ¡haga lo que tiene que hacer!
¡Buen viaje… y bella vida!
Epílogo

«A fin de cuentas, doctor, ¿qué son las neurociencias?».


Esta pregunta, que me hizo una dama encantadora en los años 2000 después de una de mis conferencias de
dos horas…sobre las neurociencias, esta preguntita tan simple me dejó sin voz, aturdido y pensativo… Solo pude
sonreírle y pedirle que viniera a verme al final de la charla. Por supuesto, me repuse y retomé algunas explicaciones
bien argumentadas de mi conferencia... Después de haber reflexionado y, sobre todo, haber «atendido lo humano» a
menudo, hoy le respondería: «Estimada señora… ¡Las neurociencias no existen! Las neurociencias no son ni una
ciencia en toda regla ni una especialidad médica. ¡Las neurociencias son un espacio de diálogo! Un espacio que
agrupa especialidades de todos los horizontes: neuro-logía, neuro-anatomía, neuro-biología, neuro-psciología; psi-
quiatría, psi-cología, psi-coanálisis; lingüística, ciencias del movimiento, arte-terapia, músico-terapia, análisis
simbólico, informática aplicada… Un espacio fundamentalmente interdisciplinar, rico en conocimiento, en
experiencias y en reflexión; un espacio de consciencia que se nutre de una pasión común: la felicidad del ser
humano. Mujeres y hombres, dialogando en este espacio, piensan que la salud emana, y no a la inversa. La parte
virtual de este ser humano, con sus pensamientos y sus emociones, tiene la misma importancia que la parte real de
su cuerpo constituida por el sistema nervioso. La magia apasionante de las neurociencias es cuando la consciencia
penetra la realidad y aparece ante nuestros ojos, ocupando el hueco de nuestras manos todavía torpes, pudiendo verla
crecer y poderla domesticar. Amar las neurociencias significa respetar y amar aún más todas las hiper-especialidades
médicas; respetar y amar aún más al hombre moderno hiper-fragmentado… Pero es también tener la voluntad
permanente de reunirlas para recrear la poesía de la vida, y la sonrisa radiante de un ser plenamente humano. ¡A fin
de cuentas, las neurociencias existen! No bajo la forma de una ciencia puramente tecnológica y médica, sino bajo
este nacimiento de una nueva visión del Ser Vivo, más vasta y, sobre todo, «más en consciencia» para reencontrar y
ofrecer lo mejor de nosotros mismos… ¡para dar definitivamente la espalda a la «ruina del alma»!
Anexos
PARA IR MÁS ALLÁ
«El saber es, de largo, la parte más importante de la felicidad».
Sófocles

«Comprender es sanar; explicar es curar».


«Cuanto más sé, más comprendo; cuanto más comprendo, más amo; cuanto más amo, más curo».
K. PEYLET en relación al cuerpo enfermo

Ya ha llegado al final de este libro. Pero puede que todavía se haga preguntas. Le dejo aquí algunas pistas que le
permitirán profundizar en las nociones que le he presentado a lo largo de estas páginas.
Así que en esta última parte, encontrará:

1.Cinco consejos de salud que le acompañarán en su vida cotidiana más allá de su pérdida de peso (véase
también).
2.Algunos ejercicios complementarios de relajación neuro-muscular (véase también).
3.Consejos que confío sean valiosos sobre dos grandes epidemias psico-neuro-alimenticias: la bulimia y la
anorexia (véase también).
4.Los índices SLIM-Data de los alimentos (véase también).
5.Su potencial acidificante (véase también).
6.Así como una escala de estrés que le ayudará, si tiene necesidad, a medir su grado de tensión nerviosa en
función de los acontecimientos que han tenido lugar en su vida recientemente (véase también).
7.Una comunicación científica clínica que valida la base del programa de este libro (véase también).

Anexo 1
Cinco reglas para mantener su línea… ¡y su salud!
«¡Los individuos no se preocupan seriamente de su salud hasta el momento en que la pierden! Las múltiples tentaciones propias de una civilización
en la que la economía depende de una producción y de un consumo elevados hacen fracasar a menudo nuestras tímidas tentativas de vivir
sanamente… Creo que la idea de un “derecho” de salud debería ser sustituida (¿completada?) por la obligación moral de cada uno de nosotros de
mantener la salud (ser actor de su salud)… por una forma de deber cívico, si prefieren».
John Knowles

«Hay que mantener una confianza plena en las fantásticas promesas de la medicina moderna, pero ser cada día plenamente consciente y plenamente
“actor de su salud” (de su prevención, su delgadez, su cura), este es un magnífico regalo para la autoestima; en una época en la que es difícil
conservar los puntos de referencia sólidos de una felicidad duradera».

¡Está bien adelgazar! No solo le permitirá mantener una relación serena con su propia imagen, y en relación a los
demás, sino que le ayudará a cuidar de su salud. Los diez consejos que siguen le acompañarán, día tras día, en este
camino para estar mejor y para recobrar la delgadez.

1. Modere su consumo de sal


La sal que consumimos no se limita a aquella que añadimos a una cocción o a nuestro plato. Muchos alimentos
procesados contienen sal. Hoy en día esa cantidad está recogida en los componentes nutricionales que aparecen en la
etiqueta, pero casi nunca prestamos atención. Como resultado, la sal se va acumulando progresivamente. Cuando
pone un poco de sal en su plato para satisfacer a sus papilas gustativas, se añade a aquella que consume sin darse
cuenta. Sin embargo, un exceso de sal favorece la hipertensión arterial, así como la retención de agua (y por tanto de
toxinas) en los tejidos.
Para evitar ese exceso silencioso y nocivo, le aconsejo en primer lugar leer bien las etiquetas de los alimentos
procesados y escoger aquellos que contengan la menor cantidad de sal (la proporción entre productos equivalentes,
puede llegar a triplicarse o cuadruplicarse fácilmente en algunos casos). Seguidamente, adquiera el hábito de no
echar nunca sal a la comida una vez esté en su plato. Por último, existen en el mercado sales mezcladas con plantas
aromáticas. Permiten reducir a un tercio la cantidad de sal que utilizamos para cocinar o para aderezar nuestro plato.
¡Y además, están deliciosas!

2. Huya de los regímenes extremos


En la inmensa mayoría de casos, los regímenes adelgazantes son desequilibrantes. Incluso son «dis-metabólicos».
Entiéndame: se basan en desequilibrios nutricionales voluntarios que perturban profundamente el funcionamiento
metabólico y en última instancia provocan problemas de salud más serios. Solo hace falta entrar en Internet y
realizar una búsqueda de regímenes adelgazantes para convencerse: encontramos más de 500.000 artículos. Pero
ninguno de ellos propone la reeducación neurometabólica que es la única capaz de dar resultados a largo plazo. La
nutrición saludable siempre debe preceder a la nutrición adelgazante (incluso si usted no adopta ni mi método, ni
mis consejos, no olvide nunca esta verdad esencial). Así que no ceda a los cantos de sirena de los regímenes, de los
productos o de curas milagrosas. Hágase cargo de su salud, conviértase en actor (actriz) de su delgadez, es el primer
paso hacia una delgadez recobrada.

3. Haga del tiempo un aliado


La organización de las sociedades occidentales nos incita a seguir las agujas del reloj, en una carrera permanente
contra el tiempo. Una carrera que está perdida de antemano, ya que en estas condiciones, ¡siempre es el tiempo el
que gana! Ya no nos tomamos el tiempo para actuar «en consciencia»: respirar sintiendo el aire que nos nutre;
cocinar saboreando el placer creativo del acto en sí; comer percibiendo las sutilezas de los sabores en la boca;
caminar tratando de identificar todo lo que pasa en nuestro cuerpo mientras hacemos ejercicio… Debemos reintegrar
totalmente en nuestra existencia esta noción esencial de «temporalidad».
El tiempo no es nuestro enemigo. Al contrario: es el amigo íntimo de su salud y de su línea. Esfuércese por
conservar pequeños (muy pequeños) espacios de tiempo para consagrarlos a la sensorialidad del momento. Solo
unos minutos bastan para romper esta carrera infernal y reapropiarse un poco de ese tiempo malgastado en… ¡correr
detrás del tiempo!

4. Visite regularmente al dentista y al osteópata


La mayoría de nosotros va al dentista cuando siente dolor. Sin embargo, la salud bucal va más allá del cuadro de
patologías dolorosas como las caries, los abcesos o la gengivitis… Los empastes de mercurio, por ejemplo, pueden
ir, de manera latente, liberando componentes tóxicos que se infiltran en el organismo y pueden acabar por deteriorar,
incluso destruir, algunos tejidos. Así que visite regularmente a su dentista (dos veces al año) para confirmar la salud
de su boca. Del mismo modo, no dejaré de aconsejarle visitar regularmente a un osteópata (dos veces al año
igualmente), aunque no sienta ningún dolor postural. Las contracturas del tejido conjuntivo que rodea los órganos
(las fascias) perturban la armonía de su funcionamiento. Al igual que la tensión muscular. Así, aunque no haya
dolor, sus órganos de digestión y asimilación pueden sufrir problemas o impedimentos para su buen funcionamiento.
Algunos movimientos osteopáticos bastarán para que recuperen su movilidad y su potencial detox y adelgazante. No
se prive de ellos.

5. Evite, en la medida de lo posible, la contaminación «controlable»


Se lo he dicho ya: nos hallamos en un medio contaminado, y no podemos hacer nada contra ciertas formas de
polución. Razón de más para protegerse de aquellas que podemos fácilmente mantener a distancia.
Los aparatos eléctricos generan una contaminación electromagnética constante, que puede acabar
perturbando nuestra vida celular, sobre todo durante el sueño. Así que evite la acumulación de aparatos eléctricos en
su habitación (radio despertador, móvil, televisión, ordenador…), y, sobre todo, no los deje en hibernación.
Apáguelos completamente antes de irse a dormir. Sea prudente con su teléfono móvil, y utilícelo con auriculares
siempre que se encuentre en un ambiente cerrado (sobre todo en el coche). Evite igualmente todo tipo de productos
para perfumar o limpiar su hábitat si llevan moléculas químicas (perfumes, antipolillas, spray para el WC…).
Incluso los palitos de incienso importados de Asia los contienen a pesar de su apariencia ecológica. Lea bien las
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etiquetas de los productos antes de adquirirlos, y sustitúyalos lo más a menudo posible por aromatizadores de aceites
esenciales naturales (lavanda, tomillo, eucaliptus, limón, naranja…).

Anexo 2
Para mejorar sus ejercicios respiratorios y programar una relajación neuromuscular

Este pequeño ejercicio extra (una vez más, menos de 3 minutos) permite reforzar la eficacia de sus herramientas 1
y 3. Integra unos cuantos movimientos muy simples de la cabeza y del cuello que le ayudarán a liberar las tensiones
acumuladas por el estrés. Para esta fase, es necesario que realice la práctica de pie, o, mejor aún, sentado. No puede
hacer estos ejercicios tumbado. Practíquelos adoptando la postura sentada (véase también), haciendo especial
hincapié en mantenerse recto.

•Sin forzar (es muy importante) gire lentamente su cabeza hacia la derecha y hacia la izquierda como si
quisiera decir «no» (la lentitud en el movimiento es fundamental). Repítalo tres veces (debe durar al
menos 30 segundos).

byYako1976identi.io
•Después, siempre sin forzar y muy lentamente, mueva su cabeza de arriba abajo como si quisiera decir un
gran «sí», tres veces (30 segundos más).

•Seguidamente, siempre con el mismo ritmo (lentamente y sin forzar), mueva su cabeza de derecha a
izquierda, sin girarla, como si quisiera apoyar la oreja en el hombro. Repítalo tres veces (siempre durante
30 segundos), teniendo especial cuidado de no subir el hombro para que llegue a su cabeza (es algo que
haremos al principio, como gesto reflejo). El objetivo no es hacer que su hombro y su oreja se toquen, ya
que es algo que está comprobado que es muy difícil a no ser que se sea especialmente flexible y se esté
entrenado.
•Por último, termine esta pequeña serie de ejercicios con una rotación completa de la cabeza, muy dulce, a
la derecha, y luego a la izquierda. Sobre todo, no fuerce cuando echa la cabeza hacia atrás. Esta rotación le
llevará unos 20 segundos. Insisto, no es necesario nunca forzar ni darse prisa cuando hacemos estos
movimientos. En conjunto, no durará más de 2 minutos, al concluir los ejercicios respiratorios o su
relajación, tal como han sido descritos en los capítulos precedentes. Cuando esté acostumbrado (al cabo de
unas dos semanas), podrá efectuar dos rotaciones completas de la cabeza al acabar los movimientos
preparatorios, después tres (alrededor de un minuto). No más.

Estos movimientos tienen como objetivo «desprogramar» las tensiones neuromusculares que se acumulan en
la zona de la nuca y de los hombros y, también, repercuten en la espalda. Funcionan también como un masaje suave
de las glándulas endocrinas situadas en esta zona del cuerpo (timo, glándula tiroidea…) y relajan todos los nervios
que parten del cerebro en dirección al resto del cuerpo. Es la preparación ideal para la programación
neurometabólica.

Anexo 3
Anorexia y bulimia
¡Cuando los efectos sobrepasan las causas!
Acabar con la esclavitud psico-neuro-metabólica

1. Estado de la cuestión
La temática de este libro es el sobrepeso no patológico. El sobrepeso resituado dentro de un contexto humano
global; con sus orígenes profundos (causas psico-neuro-metabólicas) y sus efectos «visibles» sobre el cuerpo y
nuestras células grasas (adipocitos). No trata, por tanto, de abordar el sobrepeso como «síntoma» de una enfermedad
degenerativa crónica (cáncer, enfermedad autoinmune…), ni el sobrepeso que provoca el consumo de un
medicamento o los casos de perfiles psiquiátricos graves. Pero las personas que se preocupan por su peso, y que
desean comprender el funcionamiento neurometabólico global que permite controlarlo de manera duradera, conocen
a menudo en su entorno personas que tienen problemas más serios en la «gestión de la nutrición». Estos problemas
se dividen en dos vertientes extremas y tristemente famosas: el exceso de consumo nutricional, o bulimia, y la
privación nutricional extrema, la anorexia. Quiero llamar su atención sobre el hecho de que hablamos simplemente
de sobrepeso, de bulimia, de obesidad y de síndrome metabólico sin añadir ningún calificativo, mientras que de
manera espontánea hablamos de anorexia… ¡mental! Es necesario por tanto llegar a la intensidad de este problema
alimenticio para que por fin se reconozca la ligazón directa que existe entre la gestión de los alimentos, el sistema
nervioso, la psique y las emociones. Aprovecho así esta obra que ofrece una perspectiva diferente sobre la ingesta
alimenticia para aportarles algunas pistas de mayor bienestar para ayudar a aquellas y aquellos que son víctimas de
este«desbocamiento» temible de los cinco factores del ser vivo. Puesto que está claro a qué obedece: a un
desequilibrio progresivo del eje psico-neurometabólico del cuerpo. Teniendo claro que en esta ocasión no se trata de
un enfrentamiento entre voluntad y cerebro, con los altos y bajos que conoce usted bien y que caracterizan los
diferentes regímenes: en un momento determinado es su voluntad quien manda y adelgaza… después, es finalmente
el cerebro quien toma el mando y recupera su peso. En el caso de estos problemas serios, el contexto es más grave,
ya que nos enfrentamos a un «cuerpo esclavo», ¡a un sistema neuro-metabólico agotado! Agotado y bloqueado por
la orden de «exceso» en la bulimia y la orden de «privación» en la anorexia.

2. Algunas pistas valiosas


a) Comprender es sanar, explicar es curar
A excepción de los casos de patologías degenerativas orgánicas o cerebrales y de situaciones de urgencia vital, mis
consejos tan focalizados son el fruto de una larga experiencia práctica enriquecida por todos los contactos
pluridisciplinares que me han «nutrido» en los últimos treinta años. Lo primero que hay que hacer es explicar a estas
personas lo que las hace plenamente humanas y plenamente seres vivos; devolverlas a las raíces del bienestar que
(momentáneamente) han perdido. Descríbales, de manera muy simple, nuestra relación de dependencia con los cinco
factores del ser vivo. Explíqueles que el desequilibrio o el desarreglo progresivo de esos factores conducen a una
«ilusión metabólica» en la que imaginamos que nuestro problema central son ¡los malditos kilos de más (o de
menos)! Una ilusión en la que a nuestro cerebro le engaña la transformación industrial exponencial de nuestros
alimentos y el exceso permanente de fuentes de estrés que caracteriza nuestro siglo de progreso. Explíquele,
finalmente, que son ellas quienes han desarrollado (voluntaria o involuntariamente) el desequilibrio de los cinco
factores del ser vivo hasta el extremo del exceso, exceso de nutrientes o exceso de privación de los mismos, y que es
absolutamente necesario que tomen consciencia de que la nutrición no es más que un síntoma de las órdenes de un
cerebro en sufrimiento.

b) Convertirse en actor de su cura es decisivo


Sin duda, usted mismo habrá comprendido que la solución prioritaria para curar estos problemas se basa en un
primer lugar en un reequilibrio psico-nervioso antes de pasar a ser neuro-nutricional. En la práctica, pídales a estas
personas que aprendan, de manera prioritaria, las dos respiraciones antiestrés y de regeneración de energía nerviosa
que encontrará en el capítulo dedicado a la respiración (véase también).
Aconséjeles practicarlas con motivación y convicción (pero con paciencia) durante una semana en sesiones
de 10 minutos, tres o cinco veces al día. Seguidamente, estableciendo con estas personas un espacio de diálogo
donde primen la indulgencia y la paciencia, explíqueles la importancia del impacto emocional sobre la ingesta de
alimentos. Aunque he insistido en múltiples ocasiones a lo largo de este libro sobre el hecho de que cada una de las
cinco herramientas son igualmente importantes y poseen un «peso terapéutico» equivalente, infringiré esta regla en
el caso de la bulimia y la anorexia haciéndole al paciente tomar consciencia de la fuerza psico-metabólica de su
mente en sufrimiento. No se trata de un discurso «psicoanalítico salvaje» o de una sesión psicoterapéutica de tipo
conductual, sino simplemente de crear una toma de consciencia personal que busca conducir al paciente hacia una
decisión motivadora (y a menudo terapéutica) para que se convierta en actor de su curación.
Esta obra le ofrece dos herramientas extremadamente eficaces de reequilibrio neuroemocional progresivo:

•Pídale que lea el capítulo dedicado a la herramienta de recarga nerviosa que consiste en repasar la película
de su día (de atrás hacia adelante) con una neutralidad emocional y sin juzgar (ver la herramienta
completa) y en aplicarlo.
•Háblele después de la herramienta de reequilibrio emocional simbólico (véase también), el trabajo de
escritura que busca dejar sobre el papel las heridas de la infancia o las adversidades vitales que han dejado
cicatrices abiertas en el psiquismo y el corazón de la persona.
Nota: en los casos graves, es decir, en los casos en los que la persona parece estar en un estado de
agotamiento psíquico y nervioso importante, y que su motivación por la curación es muy débil, incluso en aquellos
casos en que haya un auténtico rechazo terapéutico (anorexia ++), piense siempre en la opción de los terapeutas
formados en sofrología e hipnosis y los grupos de reflexión. Existen sesiones muy poderosas de «grupo de silencio»:
los terapeutas se forman en una «presencia atenta e indulgente», y ¡pueden permanecer «a la escucha» muchas horas
sin hablar! Por consiguiente, se crea una especie de complicidad en el silencio y una «verbalización simbólica de lo
no-dicho». Al cabo de una o dos sesiones, los pacientes se expresan de manera espontánea. Esta terapia es muy útil,
frecuentemente, en los casos de anorexia.

c) Algunas herramientas de salud prácticas


•Aquí tiene la receta de una tisana extremadamente eficaz para reducir el apetito de las personas bulímicas y
que, por el contrario, aumenta el apetito de las personas anoréxicas (es el principio de las acciones de
reprogramación y de centrado metabólico):
Esta tisana se compone de las siguientes plantas: hierba de San Juan, verónica, hinojo, ortiga, matricaria,
caléndula, tilo. Ponga una cucharadita de café de cada una de estas plantas en un gran bol de alrededor de
33 cl. Vierta medio litro de agua hirviendo y déjelo reposar durante 3 minutos (nunca más), fíltrelo y beba,
en pequeños sorbos, 1 litro de esta tisana cada día en 3 tomas: al despertarse, a las 10 h y a las 16 h. Sin
embargo, atención, no debe hervir jamás: lo que hay que hacer es verter el agua hirviente sobre las plantas.
•Los excesos de alimentación o la privación de los alimentos tienen a menudo el mismo resultado de
desequilibrio y de carencias. Se trata, por tanto, de «re-nutrir con precisión» el sistema celular del cuerpo.
A propósito de este tema, insisto en la importancia de los oméga-3. Tome una pastilla en cada comida con
vitamina D y K asociadas (una pastilla por la mañana y otra por la noche en medio de cada comida
correspondiente), así como magnesio en sus diferentes formas —glicerofosfato, sales de magnesio y
aminoácidos, para diversificar los refuerzos y favorecer la asimilación máxima— (un comprimido o una
bolsita por la mañana, tarde y noche). Finamente, añada una toma de multivitaminas del grupo B en dosis
fisiológicas (un comprimido en medio de cada comida). Esto permite recargar el sistema nervioso, las
bases celulares del sistema emocional, así como el sistema metabólico que puede a partir de ahí
enriquecerse de nuevo con encimas esenciales con la digestión y con pre y probióticos.
•Me gustaría también insistir en la importancia de los masajes tipo «masaje sueco» que permiten recuperar
un contacto tranquilizador con el propio cuerpo, sea cual sea el tipo de problema que sufra la persona
(bulimia o anorexia). El tacto masajeador dulce del cuerpo favorece poderosamente la recarga
neuroemocional y bloquea el impacto del estrés.
•Es evidentemente esencial pensar en la importancia del entorno humano, irremplazable, que sea un grupo
de soporte formado por terapeutas cualificados o contactos regulares con gente responsable y benévola
(familia y amigos).
•Finalmente, es muy importante construir espacios lúdicos, por ejemplo alrededor de juegos sociales o de
ergoterapia; un vínculo con el arte, a través de la danza, la música o el canto (muy eficaces), sin olvidar la
importancia del cine o de la lectura que favorezcan la secreción de serotonina: comedias absurdas,
comedias románticas, o películas de aventuras sin violencia…

Por experiencia, estos reflejos de salud y de reprogramación psico-neuro-metabólica pueden dar excelentes
resultados o, en los casos graves, permitir a los equipos sanadores especializados, acceder más fácilmente a la raíz
del sufrimiento neuroemocional de estas personas. Espero de todo corazón que estas sean algunas pistas que puedan
guiar y ayudar a las personas que sufren y a su entorno.

Anexo 4
La tabla de SLIM-data de los principales alimentos

¿Tiene alguna duda con respecto a algún alimento? Puede fácilmente comprobar, con esta tabla, si pertenecen a la
zona verde, naranja o azul. Le recuerdo que:

•Los alimentos que pertenecen a la zona verde tienen una fuerza de almacenaje débil. Por consiguiente,
los puede consumir sin restricción alguna, y sin combinarlos.
•Los alimentos que pertenecen a la zona naranja tienen una fuerza de almacenaje neutra. Es mejor
combinarlos con alimentos verdes para que no aumente el SLIM-data global de su comida.
•Los alimentos que pertenecen a la zona azul63 tienen una fuerza de almacenaje alta. Debe por tanto
combinarlos obligatoriamente con alimentos verdes con el fin de limitar su impacto sobre su peso.

ZONA VERDE ZONA NARANJA ZONA AZUL


Acelgas
Alcachofas
Apio
Brócoli
Calabacín
Cebolla cruda
Champiñones
Coles (todas)
Endivia
Ensalada verde Aguacate
Espárragos Cebollas cocidas
VERDURAS Espinacas Calabaza
Col agria (solo la
Zanahorias
Germen de soja col)
cocidas
Hinojo Guisantes
Nabo Remolacha cocida
Pepino
Pimientos
Pimientos verdes
Puerros
Rábanos
Remolacha cruda
Tomates
Zanahorias
crudas

ZONA
ZONA NARANJA ZONA AZUL
VERDE
Anacardos
Ciruela
Frambuesa
Fresa
Granada
Grosella
Grosella negra
Guayaba
Almendras Mango
Arándanos Manzana cruda
FRUTAS Avellanas Maracuyá Albaricoque (fresco y
FRESCAS Y Cerezas Melocotón seco)
FRUTOS Cítricos Melón Cacahuetes
SECOS (todos) Mora Castañas
Kiwi Nectarina Ciruelas pasas
Lichis Níspero Dátiles
Limón Nueces de pacana Higos (frescos y secos)
Nueces Papaya
Pera
Piña
Piñones
Pistachos
Plátano
Ruibarbo
Sandía
Uva (fresca y
seca)
ZONA VERDE ZONA NARANJA ZONA AZUL

Arroz integral (arroz moreno) Arroz blanco


Bulgur Bastoncitos
Centeno Biscotes integrales
Cereales de desayuno sin azúcar ni materia Copos de avena
grasa Cuscús precocinado
Cuscús (solo grano) Hojas de arroz
CEREALES Salvado de avena
Harina (trigo, trigo moreno, espelta…) Miga de pan
Salvado de trigo Muesli
Pan de centeno
Pan de cereales Pan ácimo
Pan de salvado Pan blanco
Pan integral Pasta milhojas
Pastas integrales Tortas de arroz inflado
Sémola de trigo Trigo precocinado

Garbanzos
Habas Guisantes
LEGUMINOSAS Alubias rojas Judías Patatas
Y FÉCULAS Tofu Judías blancas Patatas dulces
Lentejas
Ñames
Leche de cabra
Leche de oveja Leche de vaca entera
Quesos blancos Leche de vaca semidesnatada Quesos fermentados (camembert,
LÁCTEOS Quesos curados azul…)
Quesos frescos
Yogur natural o de Quesos fundidos
frutas
Atún natural Arenques en aceite
Calamares, pulpo, Atún en aceite
PRODUCTOS sepia Caballa al vino blanco Huevas de pescado
DEL MAR Crustáceos (todos) Pescado empanado Pescados ahumados
Moluscos (todos) Sardinas en aceite
Pescados (todos) Tarama

ZONA VERDE ZONA NARANJA ZONA AZUL


Butifarra blanca Cerdo
Aves (todas)
Casquería Huevos fritos
CARNE Y Carnes blancas (excepto
Caza Huevos hervidos o tortilla
HUEVOS cerdo)
Fuagrás de oca o de pato Jamón serrano
Carnes rojas
Huevo duro Patés y terrinas
Conejo
Jamón cocido Salchicha
Huevos pasados por agua
Morcilla Salchichón
Aceitunas verdes
Ajo Caldos en pastillas o en polvo (sin glutamato) Aceitunas negras
CONDIMENTOS Especias Mostaza aromatizada
Mostaza
Y ESPECIAS Plantas aromáticas azucarada
Pepinillos y verduras en vinagre
Salsa de soja natural
Aceite de oca o de pato
MATERIAS Aceites vegetales crudos Aceite de palma
GRASAS Mantequilla fresca Aceites vegetales cocinados
Nata fresca
Agua aromatizada azucarada
Agua aromatizada no Agua mineral gaseosa
Alcohol de grano (whisky,
azucarada Sodas
BEBIDAS vodka…)
Tés y tisanas no azucaradas Tés y tisanas azucaradas y aromatizadas y zumos Chocolate instantáneo
elaborados
Zumos de frutas
Azúcar integral (moreno)
Confituras
DULCES Chocolate con leche
Chocolate negro
Miel
Anexo 5
Tabla del potencial acidificante de los principales alimentos

En esta tabla, le propongo verificar, en caso de duda, el potencial de acidificación de los principales alimentos.
Este índice (que oficialmente tiene el nombre de PRAL) le indicará si cada producto es más bien acidificante o
alcalinizante y en qué proporción.

•Cuando el índice es inferior a cero, el alimento es alcalinizante.


•Cuando el índice es superior a cero, el alimento es acidificante (en ese caso en la tabla aparece en negrita).

En resumen:

•Las proteínas, las grasas, los cereales, los dulces y los azúcares refinados son fuertemente acidificantes.
•Los productos lácteos frescos y los cereales integrales o semi-integrales son casi neutros.
•Las frutas, las verduras y las especias (y condimentos) son fuertemente basificantes/alcalinizantes.
•Las tisanas digestivas son todas basificantes.

Aceites vegetales 0
Ajo –1,7
Albaricoques –4,8
Apio –5,2
Arenque +7
Arroz integral +2,1
Avellanas –2,8
Avena –13,31
Azúcar blanco 0
Azúcar no refinado –1,2
Bacalao +7,1
Berenjena –3,4
Biscotes +5,9
Bogavante +7,3
Brócoli –1,2
Buey +7,8
Cacahuetes salados +5,75
Cacao (con leche) –0,4
Café –1,4
Calabacín –4,6
Camarones +15,5
Cebolla –1,5
Cerdo graso +13,35
Cerdo magro +7,9
Cereales de desayuno
+6 a +10
azucarados
Cerezas –3,6
Champiñones –1,4
Chocolate con leche +2,4
Chocolate negro +0,4
Chucrut (sin embutido) –3
Coca-Cola +0,4
Col –4 (de media)
Conejo +19
Confitura –1,5
Copos de avena +10,7
Eglegino ahumado +6,8
Endivias –2
Ensalada verde –2 à –5
Espárrago –0,4
Especias y plantas aromáticas –5 à –12
Espinacas –14
Fletán +7,8
Foie +14,2
Frambuesas –2,4
Fresas –2,2
Galletas +3,4
Grosella negra –6,5
Guisantes –1,2
Helados de frutas –0,6
Helados de vainilla o chocolate +0,6
Higos secos –18,1
Hinojo –7,9
Huevos +8,2
Jamón cocido +8,3
Jamón crudo ahumado +90,8
Judías –3,1
Judías verdes –3,1
Kiwi –4,1
Leche de soja –0,8
Leche descremada +0,7
Leche entera +1,1
Lenguado +7,4
Lentejas +2,15
Limón –2,6
Maíz dulce (conserva) –0,77
Mango –3,3
Mantequilla +0,5
Manzanas –2,2
Margarina –0,5
Mayonesa +0,6
Mejillones +15,3
Melón –1,9
Miel –0,3
Nabo –5,5
Naranjas –2,7
Nata fresca +1,2
Nueces +6,8
Pan blanco +3,7
Pan de centeno +4
Pan de leche +3,8
Pan integral +1,8
Pastas al huevo +6,4
Pastas blancas +6,5
Pastas integrales +7,3
Patatas –4
Pato +4,1
Pavo +9,9
Pepino –0,8
Peras –2,9
Pescado –2,4
Pimiento –1,4
Piña fresca –2,7
Pistachos +8,5
Plátano –5,5
Pollo +8,7
Pomelo –3,5
Puerro –1,8
Queso blanco +11,1
Queso camembert +13
Queso chedar +15,2
Queso gouda +18,6
Queso parmesano +34,2
Rábano –3,7
Remolacha –3,9
+6 (de
Salchicha
media)
Salmón (conserva) +11,2
Salmón fresco +7,3
Sandía –1,9
Sardinas (conserva) +13,5
Soja (semillas) –3,4
Té –0,3
Ternera +9
Tomate –3,1
Uva –4
Uva blanca +4,6
Uvas pasas –21
Vinagre –1,6
Vino blanco seco –1,2
Vino tinto –2,4
Yogur de frutas +1,5
Yogur natural +1,2
Zanahoria –4,9

Anexo 6
Escala de estrés de Holmes y Rahe
Esta escala fue puesta a punto en 1967 por dos psiquiatras, Thomas H. Holmes y Richard H. Rahe, a partir de un
importante trabajo de investigación sobre el estrés, sus modalidades y sus consecuencias. Se ha ido enriqueciendo de
manera constante y a día de hoy, sigue siendo una escala de referencia. Clasifica los principales acontecimientos
vitales según el estrés que producen, atribuyéndoles puntos (entre 0 y 100). Para evaluar la carga de estrés que usted
ha soportado durante el año precedente, basta con marcar las situaciones que le conciernen y sumar los puntos.
Después, remítase a los consejos de interpretación presentes al final del test.

Muerte de un cónyuge 100


Divorcio 73
Separación del cónyuge 63
Prisión 63
Muerte de alguien cercano 63
Menopausia 60
Herida o enfermedad física 53
Matrimonio (o inicio de una relación) 50
Pérdida de empleo 47
Reconciliación con el/la cónyuge 45
Jubilación 45
Enfermedad de alguien cercano 44
Embarazo 40
Problemas sexuales, problemas laborales 39
Llegada de un nuevo miembro a la familia 39
Cambios en la situación financiera 38
Muerte de un amigo íntimo 37
Cambio de situación 36
Empeoramiento del número de peleas con el cónyuge 35
Deudas 30
Cambio de responsabilidades profesionales 29
Partida de casa de un hijo 29
Problemas relacionados con los suegros 29
Comienzo o finalización del trabajo del cónyuge 26
Comienzo o fin de la escolaridad de los hijos 26
Cambio de condiciones de vida 25
Modificación de los hábitos personales 24
Conflictos con el empleador 23
Traslado 20
Cambio de horarios o de condiciones laborales 20
Cambio de escuela 20
Cambio en el tiempo libre 19
Cambios religiosos 19
Cambios de actividades sociales 18
Cambio en los hábitos de sueño o reposo 15
Cambio del ritmo de reuniones familiares o de hábitos
14
alimenticios
Vacaciones 13
Navidad 12
Multas, sanciones 11

Interpretación de resultados:
•Si ha obtenido un total inferior a 150: su nivel de estrés está en la media. Algunos ejercicios regulares le
ayudarán a limitar más el impacto sobre su organismo y su aumento de peso desaparecerá rápidamente.
•Si ha obtenido un total entre 150 y 300: ha soportado demasiado estrés para poder gestionarlo día a día.
Para atenuar su impacto sobre su aumento de peso, repita regularmente los ejercicios respiratorios y las
relajaciones adelgazantes.
•Si ha obtenido un total superior a 300: su nivel de estrés es demasiado elevado. Es indispensable que
busque ayuda con profesionales especializados para que esta acumulación de tensión no perjudique su
salud.

Anexo 7
Bibliografía científica

Este programa completo psico-neuro-adelgazante, bautizado PNM (Programa Neuro-Metabólico), ha sido creado a
partir de protocolos de investigación en neurociencias aplicadas coordinados por mi equipo de colaboradores
internacionales (Japón, Estados Unidos, España…). A este programa, que es en realidad una síntesis, le han
precedido numerosas publicaciones científicas. Aquí le ofrezco una de las más significativas (de entre un panel de
diez publicaciones principales), publicada en 2011.

Regímenes adelgazantes versus nutrición saludable. El método SLIM-data: un paso global ético y educativo para
gestionar mejor el reto de las transiciones alimentarias del siglo XXI.
Sesión organizada por los laboratorios Forté Pharma
Participantes: Y. Rougier,64 V. Pouysségur65
Coordinadores de la investigación: P. Séité,66 S. Caula,67 V. Pouysségur

Resumen

•Un comienzo de siglo tan rico en sueños tecnológicos y promesas de salud… pero una primera constatación global científica y
humanamente aberrante: 17.000 propuestas en Internet de regímenes adelgazantes; más de 2 millones de «enlaces», más de
3.000 artículos anuales sobre el mismo tema: ¡perder peso!
•Una segunda observación todavía más sorprendente: todo el mundo puede expresarse casi «al mismo nivel» sobre el tema; profesor
agregado, vedette del show-business, famosos mediáticos, periodistas (¡especializados o no!), investigadores… Una mezcla de
géneros y un exceso de información (demasiado frecuentemente generalista y chapucera) que entrañan una desinformación global
(incluso entre profesionales). Se dice cualquier cosa… ¡y la contraria! Información no rima desde luego con «educación» para el
público ni con «formación» para los profesionales de la salud.
•Con un resultado humano, sin duda, a la altura del contexto de la confusión general; al comenzar este siglo XXI, las últimas
informaciones de la OMS constantan este dato increíble: por primera vez en nuestra historia… ¡el número de personas con
sobrepeso es superior al de aquellas que pasan hambre!
•¿Por qué este «suicidio alimentario» de más de mil millones de individuos?
•Porque un postulado científicamente y psicológicamente correcto («¡Has engordado porque has comido demasiado!¡Para adelgazar
basta con que comas menos y hagas un poco de ejercicio!») puede ser humanamente y neurohormonalmente falso. Porque las
verdaderas causas del sobrepeso planetario se deben a múltiples factores… y necesitan respuestas adelgazantes
multidisciplinares.
•Este ensayo propone un análisis claro de los principios de los regímenes adelgazantes, sus promesas y sus límites. Después,
expondremos los comentarios y las respuestas más pertinentes de los investigadores clínicos en nutrición, biofisiología,
endocrinología y psico-neuro-biología. Desarrollaremos la importancia de nociones claves del índice glucémico, del equilibrio ácido-
basal, del índice metabólico, de la crononutrición y de la psiconutrición… Se propondrá una síntesis final a través de un método
global de nutrición-adelgazante priorizando la nutrición saludable: el programa SLIM-data en cinco entrenamientos prácticos.

INTRODUCCIÓN
Trágico. Ese es el único adjetivo para calificar el fracaso de esta «guerra contra el sobrepeso» emprendida hará casi
medio siglo. Trágico el número de personas (¡incluyendo hoy en día la infancia!) enfermas a causa del sobrepeso:
más de mil millones en el umbral de la obesidad. Trágico que aquellos que tienen acceso libre a la nutrición mueran
por comer mal y demasiado; mientras que otros mendigan las migajas para sus hijos y para ellos mismos. Trágica
esta paradoja que abre la puerta de nuestro tercer milenio, tan rico en promesas tecnológicas.
¿Por qué este «suicidio alimentario» planetario de casi mil millones de individuos en 2011? ¿Por qué este
irrefrenable supra consumo, esta «supra comilona», mientras las necesidades energéticas reales decrecen de década
en década (transportes, confort y multiprogreso a nuestro servicio cotidianamente…)?
¿Por qué este fracaso repetitivo de todos los regímenes adelgazantes (que, por añadidura, han contribuido a
crear dos generaciones de adultos obesos y una nueva generación que no protege ¡ni a los niños de cinco años!)?
Todos los consejos nutricionales y las reglas de higiene alimentaria «oficiales» parecen, sin embargo,
perfectamente controladas y codificadas… En teoría, bastaría con seguirlas para estar «delgado y saludable».
¿Será culpa entonces de esos millones de consumidores demasiado indisciplinados o demasiado adoctrinados
por un marketing atractivo y omnipresente? Pero puede que esos mismos consumidores se encuentren totalmente
perdidos frente a centenares de informaciones y de consejos dietéticos demasiado simples (simplistas)
aparentemente, pero muy a menudo contradictorios.
Este artículo quiere dar una posible respuesta a estas paradojas. Pensamos que las raíces del sobrepeso están
fuera; pensamos que todas esas constantes y estadísticas minuciosas esconden un principio «fundamental» de la
industria agroalimentaria de este siglo: «Nuestra alimentación ha cambiado más en cincuenta años que en cincuenta
siglos…». La alimentación del hombre, por tanto, debe ser repensada con reglas nutricionales adaptadas a las
exigencias tecnológicas y bioquímicas pero, sobre todo, psicológicas y médico-sociales de nuestro siglo XXI.
Efectivamente, el postulado calórico, científica y biológicamente correcto («Has engordado porque has comido
demasiado; para adelgazar te basta con comer menos y hacer deporte»), resulta, después de cincuenta años de
repetidos fracasos, ¡humana, fisiológica y, sobre todo, psicológicamente falso!
Porque esta gestión mono-factorial y puramente energética (calórica) y mecánica del sobrepeso resulta muy
incompleta. Porque las verdaderas causas «humanas» de este sobrepeso son altamente poli factoriales… y necesitan
respuestas adelgazantes, consejos adelgazantes (y por tanto, programas adelgazantes) pluridisciplinares (con síntesis
para el gran público coherentes y fácilmente accesibles).
Durante mucho tiempo hemos atribuido (¡equivocadamente!) a André Malraux, la cita : ¡«El siglo XXI será
religioso o no será!». Del mismo modo durante mucho tiempo hemos atribuido (¡equivocadamente!) a los
investigadores y a los médicos clínicos cantidad de regímenes adelgazantes que no les corresponden en absoluto (¡la
casi totalidad, de hecho!) Malraux ha corregido, mientras vivió, este error especificando que muy a menudo
«mezclamos todo: lo religioso, lo espiritual, lo místico…» y que por el contrario, «[él] piensa realmente que la
humanidad del próximo siglo [¡el nuestro!] deberá encontrar un “tipo ejemplar” de hombre». Del mismo modo, en
este arranque del siglo XXI, lo mezclamos todo: las promesas científicas, el marketing y la «charlatanería». Así pues,
tanto los profesionales como el público en general, debemos informarnos de algunas realidades de la nutrición
saludable… para proponer un «tipo ejemplar» de régimen que tome en consideración al hombre global animado por
un sistema bio-metabólico global. Un ser (totalmente) humano con todas sus implicaciones nerviosas, hormonales,
fisiológicas, biológicas, psicológicas, emocionales…
Un ser plenamente humano, en contacto e interacción permanente con todos sus «hermanos-humanos»
(impacto fundamental del contexto psico-social, psico-étnico). Un ser plenamente humano que no podamos reducir a
una «máquina biológica» respondiendo a códigos matemáticos, biológicos o farmacológicos, puramente
tecnológicos.
Esta visión demasiado mecánica del ser humano, desgraciadamente, se ha transmitido al gran público;
¡millones de personas esperan, por tanto, el «medicamente antikilos» para «curarles» de la enfermedad del
sobrepeso!
Estas mismas personas encadenan (a la espera de la pastilla-milagro) regímenes tras regímenes convencidos
que su tejido graso y sus miles de millones de adipocitos no son más que «vulgares» bolsas de grasa que podemos
rellenar o vaciar a ritmo de estrés, de ansia, de bulimias nerviosas seguidas de regímenes adelgazantes más o menos
fantasiosos. Las células de grasa como bolsas de provisiones; un mundo biológico matemáticamente ordenado donde
basta simplemente «decidir y querer» para lograr «el acto adelgazante»: perder peso eficazmente y sobre todo de
manera duradera (¡el desafío más grande, damos fe de ello!).
Hoy en día sabemos que este enfoque se aleja de la delgadez saludable y es la base de la obesidad. También
sabemos que el tejido adiposo no es «inerte», sino que es un verdadero «órgano» con múltiples interacciones
biológicas, hormonales, inmunitarias, vasculares, neurológicas y psicológicas (un factor que ha resultado clave en
estos últimos cinco años).
Tomar este atajo simplista y pseudocientífico: «régimen (con o sin medicamentos) = adelgazamiento
asegurado», nos muestra una paradoja más del «progreso a cualquier precio»; descubrimos entonces que detrás de la
máscara de la sonrisa del marketing (¡pero sonrisa helada!) del hombre biónico, demasiado frecuentemente se
esconde la mueca «del hombre humano». Una mueca del hombre que sufre cada día un poco más a causa de esas
enfermedades crónicas y degenerativas a partir de las cuales las moléculas líderes no «curan» más que los síntomas;
una mueca que se produce al verse, año tras año, generación tras generación cada vez más joven, como «víctima
activa» de su propio sobrepeso.
Sin embargo, descubriremos rápidamente a lo largo de esta presentación que, ciertamente, no hay nada más
«simple» que perder peso; pero el lamento constante de esos mil millones de obesos que apuntan con un dedo
interrogativo a la ciencia y a sus dirigentes, es que hace falta perder peso de manera natural y duradera.
«De manera natural» debe significar dentro del respeto al metabolismo profundo del cuerpo, dentro del
respeto a nuestros límites nerviosos y psicológicos; y dentro de la extrema desconfianza hacia la «delgadez
farmacológica» y dentro del recuerdo (cercano) de los efectos devastadores que tienen las moléculas químicas
(anfetaminas, extractos tiroideos, diuréticos y diversos genéricos…). De estas constantes se desprende una regla
muy simple: la nutrición saludable debe siempre preceder y después acompañar a la nutrición adelgazante. «De
manera duradera» debe significar un peso adaptado a la morfología, y estable en el tiempo: un tiempo superior a tres
años…Un tiempo sin «sufrimiento alimentario moral»: sin ansias, sin bulimia, sin frustración o depresión leve
(como huellas biológicas y psicológicas indelebles de los regímenes repetitivos); sin recuperación del peso
progresivo tipo yoyó; sin desplazamiento hacia la anorexia.
A través de este seminario, le proponemos, por tanto, «redescubrir» (puesto que todos conocemos nuestras
bases) los límites y por consiguiente, la peligrosidad de tres grandes «orientaciones adelgazantes». Ya que, si hoy en
día existen 17.000 «marcos de régimen» y más de 2 millones de enlaces adelgazantes virtuales, en realidad solo
existen estas tres técnicas adelgazantes fundamentales (todas las demás son «derivadas» ¡y no es una broma!):

1.La vía hipocalórica (¡declinada y adaptada al infinito durante cincuenta años!).


2.La vía hiperproteica (iniciada clínicamente por el Dr. Atkins).
3.Las diversas versiones de los «regímenes disociados».

Añadiremos brevemente una cuarta categoría que hemos bautizado como: «La esencia de los milagros
adelgazantes» donde lo peor linda con lo abominable; donde el «da igual» rige con una alegre inconsciencia bastante
«naif» pero, sin embargo, bastante aterradora, ya que influye a millones de consumidores conduciéndoles a riesgos y
peligros (¡numerosos!). En pocas palabras, una personalidad mediática o un «iluminado creativo» (quizás sincero,
¡pero pocas veces competente!) que tiene acceso a los medios y que él mismo ha logrado adelgazar, proyecta su caso
particular sobre millones de «fans». En esta categoría, encontramos todos los regímenes de vedettes del show-
business, de modelos, de líderes de opinión, de políticos, de actores (¡de cine!)… Régimen Miami, Malibú,
celebridad X o Y, régimen sopa de col, de algas, de ortigas, mono-dieta de piñas, de arroz integral, de uvas…
En un segundo apartado, le propondremos un «programa alimenticio global» que no refleja en absoluto el
«pensamiento (o las creencias) de una escuela» sino la síntesis de diferentes visiones de la nutrición saludable
creíbles, codificadas de manera práctica y referenciadas en este arranque de milenio:

•La importancia demostrada del índice glucémico asociado al índice metabólico (incluyendo el trabajo
hepático-pancreático-biliar de la digestión de las grasas).
•La creación reciente de un índice alimenticio dinámico (identificando la fuerza de almacenaje de un
alimento o de un grupo de alimentos): el SLIM-data.
•La atención hacia el equilibrio ácido-básico de las comidas (y después de nuestros tejidos).
•La importancia del respeto a los crono-ritmos digestivos (para no «digerir-asimilar» a contratiempo).
•Por último, el rol esencial de algunas herramientas, nacidas de las neurociencias aplicadas y dedicadas a
una mejor gestión de estrés de causas mayores que las cotidianas y de emociones demasiado
desestabilizantes de nuestras vivencias (¡una atención primordial a la vista de las implicaciones directas en
todos los mecanismos de aumento de peso!).

Para concluir, hablaremos de manera ineludible del aumento de numerosas herramientas virtuales
(información, educación, coaching, acompañamiento…) con sus limitaciones, sus peligros pero también sus
promesas. Proponemos, por tanto, un proceso global que deseamos sea también profundamente ético (sin rivalidades
partidistas); que queremos que sea esencialmente educativo para guiar mejor (o para curar mejor) a nuestros
pacientes. Pacientes, en fin, mejor informados y más lúcidos. Pacientes, por tanto, más críticos frente a los
«regímenes locos» y así mejor protegidos ante sus nefastas consecuencias (a medio y, desde luego, a largo plazo).
Una vía de «convergencias terapéuticas» para gestionar mejor el gran desafío de la alimentación saludable del siglo
XXI.

RECUERDE: NUTRIRSE BIEN, UN SABER ESENCIAL QUE HEMOS IDO PERDIENDO


A lo largo de las últimas décadas, la ciencia ha identificado prácticamente todos los secretos moleculares de los
alimentos y los engranajes profundos de la psicología digestiva. Hoy en día conocemos los nutrientes esenciales: los
macronutrientes (glúcidos, lípidos, proteínas, fibras, aminoácidos, ácidos grasos, encimas…) y los micronutrientes
(vitaminas, sales minerales, oligoelementos). Identificamos su devenir bioenergético en el seno de nuestros
organismos después de haberlos ingerido.
El avance fulgurante de los conocimientos dentro del campo de la dietética y de la micronutrición viene
asociado, paradójicamente, a una pérdida grave: hemos olvidado la parte correspondiente al «modo de empleo» que
permite asociar los alimentos de tal modo que los platos y los menús se preparen con la finalidad de actuar en una
prevención de salud duradera. Los micronutrientes contenidos en los alimentos se parecen a las piezas de Lego® con
las que el organismo construye aquello que necesita: las células, las hormonas, los líquidos vitales…
Del mismo modo que con las piezas de Lego banales se pueden construir todo tipo de objetos diferentes
(coches, aviones, casas, puentes…), su cuerpo elabora una gran cantidad de sustancias y de tejidos esenciales con los
mismos nutrientes de base. Pero para conseguirlo, debe disponer de todos esos nutrientes necesarios en el momento
oportuno, en el sitio adecuado y en las cantidades y asociaciones adecuadas siguiendo ¡un buen modo de empleo!
En todas las civilizaciones, las tradiciones culinarias ancestrales proveen de reglas y de costumbres que
respetan estas necesidades fundamentales de la mejor manera, en función de los alimentos disponibles. Pero la
cadena de transmisión del saber nutricional se ha roto (con la ruptura de los núcleos familiares a partir de los años
cincuenta del siglo XX) y ya no sabemos, de manera empírica e instintiva, construir una alimentación equilibrada sin
tener que recurrir a los datos derivados de la ciencia. Sin embargo, no se trata de sumergirse en la tecnicidad
alimenticia que nos obligaría a transformar nuestra alimentación en una «experiencia bioquímica permanente».
Durante milenios, los humanos se han nutrido de manera instintiva.
Se ha construido un saber empírico que ha llevado a adoptar una alimentación saludable lo más variada
posible: primero la fruta recolectada, la carne que proveía la caza y el pescado que proveía la pesca; después se
añadieron las verduras y los cereales del cultivo y la carne de la ganadería. Este saber se transmitía de generación en
generación a través de las recetas tradicionales, cada vez más sofisticadas pero siempre bien equilibradas y vitales a
nivel de salud (dejando de lado los terribles periodos de guerras y de graves hambrunas). Se trata por tanto de
reencontrar ese famoso «modo de empleo» de la alimentación saludable. ¿Dónde ha ido a parar ese saber
indispensable, ese modo de empleo preventivo reactualizado por cada generación desde hace miles de años? Con la
ruptura del núcleo familiar en los países occidentales, esta transmisión de hábitos culinarios entre generaciones se ha
visto perturbada. A esto se añade que las mujeres, antes encargadas de la alimentación familiar, no tienen suficiente
tiempo para dedicarse a esta tarea puesto que su rol en la sociedad ya no se limita a la gestión y el cuidado del hogar.
Así, con el prêt-à-manger, ¡la industria alimentaria ha sustituido progresivamente a las mujeres! Hoy en día,
la información sobre la alimentación (sobre) abunda y, sin embargo, ¡nuestra educación nutricional es más pobre
que nunca! Comemos como si apilásemos las piezas de Lego alimenticias, aplicadamente pero en un orden aleatorio;
sin llegar nunca a construir un objeto coherente… una coherencia que sería sinónimo de prevención y de salud.
Hay otro elemento que pesa fuertemente en la evolución de nuestros hábitos alimenticios: la búsqueda
(¡neurótica!) de la delgadez. Nuestra sociedad, obnubilada por las apariencias (¡el look!), ha generado
comportamientos nutricionales aberrantes ligados a una voluntad de adelgazamiento obsesiva. Sin duda, el
sobrepeso, y más aún la obesidad, «pesan» sobre el platillo negativo de la balanza de la salud. La pérdida de peso
puede por tanto formar parte de un programa de prevención. Pero el culto a la imagen conduce a los candidatos a la
delgadez a una búsqueda de resultados rápidos a través de regímenes extremadamente restrictivos, desequilibrados,
o, peor, tóxicos, ajenos a las reglas básicas de la nutrición. Estos regímenes no generan solamente desequilibrios y
carencias perjudiciales para la salud a largo plazo, sino que sus resultados son transitorios. La recuperación de peso
está a la vuelta de la esquina en la gran mayoría de casos, muy a menudo acompañada de algunos kilos
suplementarios.

DELGADEZ SALUDABLE VERSUS RÉGIMEN ADELGAZANTE


Hay una constante científica que se impone progresivamente desde hace una década: todos los regímenes
adelgazantes que quieren imponer al cuerpo restricciones (regímenes hipocalóricos…) o dismetabolismos
(regímenes hiperprotéicos, disociados…) van a oponerse frontalmente a nuestros límites digestivos, biológicos,
nerviosos (incluso emocionales) a base de grandes privaciones, frustraciones, cetosis, múltiples dismetabolismos.
Así, toda técnica alimentaria («régimen») que tenga como único objetivo la pérdida de peso, está destinada al
fracaso a corto o medio plazo; y, a largo plazo, acaba por convertirse en la base de una obesidad patológica
(sucesión de fases de régimen y de recuperación del peso progresivo por el sobre almacenaje compensatorio del
«efecto yoyó»).

Los regímenes hipocalóricos


Desde hace medio siglo son los más extendidos. Se fundamentan en el control permanente de la restricción calórica.
Algunos de estos regímenes proponen menús fijos para cada día de la semana. Es el caso del régimen de la Clínica
Mayo o el régimen Scarsdale. No es necesario preguntarse qué se puede comer o no, ya que todo está apuntado en
una hoja que se le entrega. En un primer momento, la restricción alimentaria provoca, evidentemente, una pérdida de
peso. Pero no dura. Esta dictadura alimentaria se vuelve rápidamente insoportable y tenemos ganas de comer de
todo, ¡excepto aquello a lo que tenemos derecho! Al cabo de algunos días, quizás algunas semanas para los más
valientes, la pulsión alimentaria se vuelve demasiado fuerte y uno se lanza a ingestas nutricionales a la altura de las
privaciones infringidas.
Todos estos regímenes hipocalóricos, sean cuales sean, son por tanto respuestas inadaptadas a un
desequilibrio más profundo que no se tiene en cuenta, o se tiene en cuenta de muy mala manera. Se pretende dar
solución al problema del aumento de peso basándose en un axioma mundialmente admitido: la persona con
sobrepeso se encuentra en «desequilibrio ponderal»; es necesario que pierda ese excedente y recupere su peso
normal para recuperar su equilibrio.
Aunque (una vez más) este postulado sea matemáticamente lógico, ¡es falso biológicamente! O, como
mínimo, débil e incompleto. De hecho, la persona con sobrepeso, ¡está en equilibrio con su peso! O al menos, es así
como su cerebro percibe su corpulencia. Sea cual fuere, su peso se ha vuelto «normal» a ojos del ordenador central
que gestiona la ingesta alimentaria en función de sus necesidades (o de «falsas necesidades») del cuerpo. Su cerebro
acepta su sobrepeso como un estado satisfactorio. Si no es así, reaccionará rápidamente y emitirá órdenes biológicas
(nerviosas y hormonales), para reducir el apetito y el almacenaje. Esa es la razón por la que todo este tipo de
regímenes fracasan a medio o largo plazo. Algunos pueden hacer que se pierda peso en un primer momento, pero la
delgadez adquirida es forzosamente transitoria. A las agresiones estresantes de privación y restricción, el cerebro
acaba por responder provocando crisis de hambre desesperada que persiguen recuperar eso que él considera
(¡equivocadamente, claro!) el peso en equilibrio del cuerpo.
Del mismo modo que la observación (y la consecuente formulación) de Newton permite prever la casi
totalidad de los fenómenos físicos de nuestra realidad a escala humana… pero se transforma (sin perder su
genialidad) en insuficiente a escala del átomo o del cosmos, la noción de «caloría», útil para describir los fenómenos
energéticos puramente matemáticos (y por tanto «no-humano») ligados a los alimentos… se convierte en
completamente insuficiente a escala neurológica, vascular y hormonal de los tejidos adiposos. Hemos diseñado una
imagen de este tejido, tan lejano, como el de un simple lejano «saco de grasas» que podemos «vaciar» a nuestro
antojo gracias a los regímenes hipocalóricos.
Cada vez que el cuerpo pierde peso (gracias a un régimen restrictivo), se genera un desequilibrio con esta
nueva delgadez que no tiene otro deseo que recuperar los kilos que él considera que forman parte de su peso justo.
Es así como todos los regímenes hipocalóricos conducen directamente al sobrepeso crónico o a la obesidad
progresiva, como muestran todos los estudios epidemiológicos recientes.

Los regímenes hiperproteicos


Como su nombre indica, los regímenes hiperprotéicos priorizan masivamente el aporte de proteínas. Según el caso,
se aconseja priorizar (o incluso comer exclusivamente) alimentos altamente portadores de proteínas (carne, pescado,
huevos, lácteos…), o bien nutrirse en parte de sobrecitos que contienen proteínas puras (aromatizadas) que deben
diluirse en agua o leche. Hay muchos regímenes que se encuentran en esta categoría. Todos derivan del célebre
régimen Atkins (en el que a menudo se olvidan de limitar las grasas, algo que puede tener un efecto devastador en el
sistema cardiovascular). Estos regímenes funcionan según un principio simple: privado de glúcidos, el organismo
rápidamente «los echa en falta»; el cerebro y los músculos, principalmente, reclaman enseguida «su» azúcar para
funcionar de manera correcta. Si usted persiste en no aportárselo a través de la alimentación, el cuerpo se ve
obligado a aplicar su plan de urgencia: desalmacenar la grasa propia para transformarla en azúcar (la reserva de
azúcar del cuerpo es mínima y no permite aguantar más que unas horas). Así que, ¡adelgazamos! Esta nueva
transformación de grasas en azúcares (neoglucogénesis) entraña necesariamente la producción de cuerpos cetónicos,
que actúan sobre el cerebro como estimulantes (generalmente tóxicos). Adelgazamos conservando la energía física y
psíquica (¡pero de tipo «irritable»!). Los resultados son rápidos. Sin embargo, el cuerpo, sometido a este estado de
desequilibrio metabólico, no puede soportar durante mucho tiempo el estado de emergencia. Al acabar el régimen,
se instala una fatiga de compensación y las pulsiones alimentarias fuertemente reactivas llevan a consumir esa gran
cantidad de glúcidos que habíamos desterrado. ¡Efecto yoyó fulgurante!
Este tipo de régimen ofrece algunas ventajas aparentes, ¡pero esconde grandes inconvenientes! Es cierto que
el adelgazamiento es absolutamente real y se mantiene dinámicamente durante el tiempo que dura el régimen. Pero
basándose en un desequilibrio metabólico permanente, ya que la cetosis que inunda rápidamente el cerebro, aporta
una energía moral «falsa» (más bien sinónimo de agresividad) y una vitalidad «falsa». En realidad, los órganos de
eliminación se encuentran rápidamente sobrecargados, sobre todo los riñones.
Finalmente, el último inconveniente «de peso»: el cerebro conserva en su memoria esta privación de azúcar y
vive la cetosis como un periodo de hambruna. Al acabar el régimen, la falsa energía se desfonda, se hunde, y el
cerebro induce entonces una agresiva bulimia de azúcar. La recuperación del peso es más rápida que la pérdida,
generalmente con un considerable número de kilos extras.

Los regímenes disociados


Su principio es simple: se trata de no «comer juntos» ciertos alimentos. En el régimen disociado estricto, durante
una semana solo se come un tipo de alimento.
El lunes, solo se alimentará de pescado, el martes de verduras, el miércoles de carne, el jueves de fruta, el
viernes de huevos, el sábado de lácteos… ¡Esta versión se basa en una auto-restricción alimentaria inducida por la
monotonía gustativa!
De hecho, como solo podemos comer pescado durante todo el día, comemos más bien poco porque en
seguida nos resulta repugnante. El adelgazamiento va acompañado de una gran frustración que conduce a comer de
todo una vez que la semana ha llegado a su fin. Existe una versión algo más soft del régimen disociado: se trata de
no mezclar en la misma comida los alimentos proteicos (carne, pescado, queso…) y los alimentos glúcidos (cereales,
fruta, pasta, patatas…). En este caso, es el metabolismo de los glúcidos y de las proteínas el que se modifica, ya que
no asimilamos de la misma manera los alimentos si se ingieren juntos o por separado. Aquí también, el «vicio
escondido» es metabólico y traiciona el equilibrio íntimo de nuestra asimilación saludable: para asimilar
correctamente las proteínas, hace falta «asociar» un poco de insulina (por tanto, tiene que haber hidratos de carbono
en la comida); las féculas o cereales disociados de las proteínas se transforman en «azúcares rápidos» (ya que las
proteínas «frenan» los azúcares) aumentando su índice glucémico y su equilibrio desequilibrante en el páncreas…
Así pues la digestión es más rápida, parece más ligera, pero siempre a expensas de la buena asimilación de los
nutrientes esenciales por nuestro organismo.
Todos los regímenes disociados que apuestan por el «dismetabolismo» pretenden obligar y forzar al cuerpo a
compensar los déficits. Todos estos regímenes están destinados al fracaso, aunque consigan resultados prometedores
durante las primeras semanas. Al cabo de dos o tres semanas de régimen, nos «rompemos»; siguen varias semanas
de bulimia dulce, más o menos controlada y se vuelve a varias semanas de régimen…
Estas alternancias de carencia y sobrecarga alimentaria penalizan la salud de los candidatos a la delgadez. A
veces son el origen del sobrepeso crónico, asociado a una fatiga o un estado de depresión leve crónica.
Las monodietas y los regímenes de moda
Las monodietas (como el régimen Hollywood, Malibú, piña, o plátano, uva, sopa de col, remolacha o alcachofa...)
no deberían convertirse nunca en programas de adelgazamiento. El hecho de comer un solo alimento durante varios
días puede tener un efecto drenante que desintoxique el organismo, pero, contrariamente a lo que algunas personas
creen, no es una manera de adelgazar.
Su principio evidentemente es muy simple (¡simplista!): durante cuatro días, suprimimos poco a poco las
diferentes categorías de alimentos, con el fin de conservar solo las verduras (primero suprimimos la carne, después
el pescado, después las materias grasas, después los cereales). Seguidamente, de uno a cinco días máximo, nos
alimentamos únicamente de una fruta o de una verdura con propiedades drenantes (la uva que drena los riñones, las
fresas o las alcachofas que limpian el hígado, los puerros que lavan el intestino y los riñones…). Después,
reintegramos en nuestra alimentación las diferentes categorías de alimentos, en el orden inverso a su supresión
(primero los cereales, después las materias grasas, después el pescado y la carne). Estas monodietas son y
constituyen ¡excelentes técnicas… médicas! Se conocen desde la Antigüedad por lo que realmente pueden aportar
una desintoxicación anual (o bianual) del organismo para personas con buena salud. Durante estas curas, perdemos
algunos kilos colateralmente, pero el adelgazamiento no es, en ningún caso, el objetivo. Estos kilos se recuperan
rápidamente ya que no se apoyan en ningún reequilibrio alimentario o metabólico.
El adelgazamiento, por tanto, no debe ser el objetivo en ningún caso de las monodietas. Ese objetivo las
convierte en peligrosas, ya que obliga a aquellos que las practican a prolongarlas durante algunos días, algo que
sitúa a su organismo en un profundo desequilibrio asociado a graves carencias.

LOS SECRETOS MEJOR GUARDADOS DEL SOBREPESO


La evolución de los hábitos nutricionales
Comemos de media menos que hace algunas generaciones (aunque paradójicamente seamos cada vez más obesos),
comemos más alimentos pobres nutricionalmente que aportan sobre todo calorías y pocas vitaminas, fibras y
minerales esenciales para el equilibrio biológico global. El consumo regular de alimentos procesados
industrialmente, refinados y conservados, el empobrecimiento progresivo de las tierras de cultivo, la administración
de hormonas, de antibióticos o de tranquilizantes a los animales además de centenares de productos químicos a las
verduras, disminuyen la calidad nutritiva y aumentan la contaminación de nuestros alimentos y conducen,
ineluctablemente a la degradación de todo nuestro equilibrio alimenticio interno.
Hace falta, por tanto, (re)encontrar un esquema de construcción alimenticia eficaz, de tal modo que sus
consejos hallen el sentido y la coherencia que ayude a sus pacientes a domesticar sus alimentos para que se
conviertan de nuevo en «amigos» de su organismo y de su salud. Desde hace cincuenta años, nuestro organismo y
los alimentos están «irritados» y mantienen un conflicto permanente; ¡ya es hora de reconciliarse! Esta
reconciliación es particularmente urgente puesto que los estragos de comer mal son silenciosos y subterráneos:
seguimos ingiriendo todo, pero no asimilamos todo, ¡esa es la trampa! Pasan años hasta que los desequilibrios
nutricionales se manifiestan. Para que los síntomas se manifiesten, los errores alimenticios tienen que estar ya en el
«platillo-enfermedad» de la balanza de la vida. Es urgente ayudar al cuerpo a cambiar radicalmente utilizando todos
los medios disponibles para despertar nuestra capacidad de prevención y curación.
Un programa adelgazante de reequilibrio nutricional tiene por tanto como objetivo enfocarse prioritariamente
en el metabolismo y en las grandes funciones de asimilación y de construcción del cuerpo. Todos los efectos
benéficos derivados no son más que «efectos secundarios» de esta rearmonización global. Los resultados se reflejan
en términos de forma, vitalidad, sueño, y para rematar, de kilos de menos si es necesario (o de más, también, en los
casos de delgadez excesiva).

Las grandes transformaciones alimentarias


Después de haber evocado la parte visible de este «auténtico iceberg nutricional», es necesario ahora echar un
vistazo intenso a la parte sumergida. A lo largo de los milenios, el hombre ha modificado progresivamente su forma
de vivir y su organismo se ha ido adaptando. Surge por consiguiente una pregunta: ¿por qué tenemos hoy en día una
relación tan compleja y tan conflictiva con la alimentación? ¿Por qué las sociedades occidentales asisten a este
estallido de un gran número de enfermedades degenerativas ligadas a la alimentación (obesidad, cardiopatía,
diabetes, hipertensión arterial…)?
La respuesta es simple: ¡nuestra alimentación ha cambiado más en cincuenta años de lo que había hecho en
los cinco siglos precedentes! Incluso aunque el ser humano se haya infinitamente adaptado a lo largo de los siglos,
nuestro organismo desorientado no ha tenido tiempo de adaptarse a las transformaciones exponenciales de las
últimas décadas. A esto hay que añadir una constante primordial: por primera vez en la historia de la humanidad,
estos cambios afectan a la estructura de los alimentos. Refinados, desproveídos de sus nutrientes, empobrecidos,
atiborrados de aditivos y de conservantes, muchos alimentos se han convertido en auténticos «extranjeros» para
nuestro metabolismo que apenas puede digerirlos, y menos aún, asimilarlos (o lo logra agotando nuestras reservas
bio-enzimáticas y minerales, generando terrenos de subácidos).
Primer responsable de esta transformación sin precedentes: la globalización. La enorme evolución de los
sistemas de transporte y del comercio internacional permite a día de hoy encontrar cualquier alimento, sea cual sea
la estación, en cualquier lugar del globo. Pero eso implica tratar a los alimentos, modificarlos, transformarlos de
manera que se conserven más fácilmente y que duren más tiempo. Esta realidad comercial, esta necesidad industrial,
ha dado lugar a múltiples formas de transformación: refinado, irradiación, ajuste de sustancias estabilizantes y
conservantes… ¿Cuáles son las consecuencias alimenticias directas?

•El refinado de cereales consiste en quitar las capas adheridas a la semilla central del grano, muy rica en
nutrientes:
–Proteínas: la pérdida proteica es relativamente débil en peso (presencia de la semilla de gluten mezclada
con la de almidón) pero entraña una concentración de almidón.
–Fibras: el enorme empobrecimiento de fibra entraña un índice glucémico más elevado en todos los
cereales refinados.
–Minerales y oligoelementos diversos: sobre todo fósforo, magnesio y calcio.
–Vitaminas: sobre todo del grupo B, importantes para las reacciones metabólicas que sustentan el
equilibrio nervioso y la digestión de los azúcares (el trabajo de la mitocondria: B2 y B3). Por la pérdida
de estos nutrientes esenciales, observamos un aumento del índice glucémico en comparación con los
cereales integrales. Cuanto más elevado es dicho índice, más importante es la secreción de insulina y
más importante es el impacto metabólico sobre el páncreas.
•El refinado de los aceites vegetales para conseguir un aceite estable por la modificación de los ácidos
grasos. Los principales tratamientos aplicados son: eliminación de los mucílagos, neutralización,
decoloración, desodorización y coloración. Todas estas operaciones entrañan una modificación cualitativa
de la composición del aceite en detrimento de nutrientes esenciales, una destrucción de la vitamina E
antioxidante (esencial en la prevención de la oxidación del organismo y sus consecuencias: arterosclerosis,
envejecimiento acelerado), una transformación de la estructura de los ácidos grasos:
–Saturación de una parte de los ácidos grasos insaturados, que se vuelven inactivos a nivel biológico y que
favorecen enfermedades metabólicas de sobrecarga (problemas en el equilibrio de grasa en sangre:
arterosclerosis, enfermedades cardiovasculares y sobrecarga ponderal).
–Los aceites modernos contienen pocos ácidos grasos «trans» pero cuando un usuario calienta este aceite
en una sartén a 200° C, habrá una inversión de la configuración espacial de las moléculas de ácidos
grasos insaturados «cis» en «trans». La configuración «trans» favorece la arterosclerosis con un aumento
de LDL y un aumento de HDL y parece que favorece algunos cánceres (principalmente de pecho, colon
y próstata).
•En resumen: cuanto más refinado es un alimento, más simple es su estructura bioquímica y más estable,
dominable y fácil de conservar. Refinando los alimentos, cumplimos dos objetivos: simplificamos su
composición global y facilitamos su conservación.

Un ejemplo: la harina. La extraída del trigo integral contiene cincuenta y siete componentes diferentes:
glúcidos, vitaminas, minerales, fibras, encimas, levaduras… Después del refinado, la harina que llamamos «blanca»
solo contiene una pequeña parte. Su composición se acerca a la de un hidrato de carbono puro. Evidentemente, el
producto obtenido es mucho más estable, fácil de conservar y de transportar. Pero su impacto sobre el metabolismo
es mucho más «brutal» y desequilibrante que el del alimento de base. Puesto que el refinado no puede aplicarse a
todas las clases de alimentos, la industria agroalimentaria ha inventado otros procesos de conservación. La
irradiación, por ejemplo, consiste en someter algunos alimentos (generalmente fruta y verdura) a radiaciones que
ralentizan la acción de los microorganismos responsables de la degradación ligada al tiempo. Los aditivos
(conservantes, potenciadores de sabor, agentes de sustancia, colorantes, aromatizantes…) permiten conservar más
tiempo los productos procesados: platos preparados, salsas envasadas, dulces y bollería industrial… En definitiva,
las pérdidas nutricionales derivadas del refinamiento se añaden a los efectos de estos tratamientos industriales para
dar a los alimentos una «nueva categoría», que nuestro organismo cada vez reconoce, digiere y metaboliza peor
como nutriente de salud.
P. Grandjean y P. J. Landrigan deploraban en un artículo publicado en The Lancet en diciembre de 2007, la
dificultad que existe para prohibir el uso de algunas sustancias tóxicas para el cerebro y para aplicar el principio de
precaución que impondría que se evitara básicamente que el feto, el niño pequeño, los adolescentes y las mujeres en
edad de procrear se expusieran a las mismas: «El nivel de pruebas requeridas antes de decidir la prohibición de una
sustancia química es tan elevado que en el caso de productos muy utilizados (a los que estamos todos expuestos) o
de productos que actúan pasando por complejas sinergias, a día de hoy es muy difícil prohibirlos».
Además, estas transformaciones industriales provocan «mutaciones» muy importantes, desplazamientos
progresivos de nuestro equilibrio y nuestras funciones de digestión y asimilación. Esa es uno de las principales
fuentes de los innumerables problemas de origen alimentario: intolerancias, alergias múltiples, sobrepeso,
prediabetes, síndrome metabólico. A ellos se unen las modificaciones desequilibrantes a nivel metabólico
(principalmente la sub-acidez).
Estos alimentos transformados tienen un gran éxito en los países occidentales en tanto en cuanto responden
perfectamente a la evolución de los hábitos alimentarios.
A día de hoy, el tiempo dedicado a la preparación de la comida es tres veces menos importante que hace
cincuenta años. El recurso de los platos preparados y los alimentos envasados y precocinados es, por tanto,
inevitable… No podemos dar marcha atrás; corresponde por tanto a los científicos y a los terapeutas la misión de
desarrollar nuevas estrategias alimenticias de salud… ¡y de transmitirlas!

Consecuencias metabólicas: el impacto hormono-digestivo


Una de las principales consecuencias de estas transformaciones alimentarias es el desarreglo de un mecanismo
fundamental: la gestión de nuestra tasa de azúcar y más globalmente, de nuestro metabolismo energético. Nuestra
sangre transporta permanentemente la glucosa que envía a todas las células que la necesitan. Pero su tasa debe
mantenerse lo más estable posible. Esta estabilidad la garantiza mayormente la producción del flujo (y reflujo) de
insulina.
La glucosa la aportan principalmente los alimentos que llamamos «glúcidos». Son los alimentos sin duda con
sabor azucarado (azúcar blanco, fruta, dulces, confituras, bollería…), pero también numerosos alimentos de sabor
salado como las féculas (patatas, judías, lentejas…), los cereales y los productos que los contienen (pan, arroz,
pastas, pizzas, quiches…). Todos estos glúcidos alimentarios no son idénticos. Los primeros tienen una composición
más «simple», cercana a la glucosa pura, y circulan con gran rapidez por la sangre. Los otros tienen una
composición más compleja y deben descomponerse en elementos más simples a lo largo de la digestión antes de
pasar a la circulación sanguínea para ser conducidos hasta las células. Aquí tratamos un punto capital: el
refinamiento que subsiste a la mayor parte de cereales y féculas confiere a sus glúcidos una capacidad de asimilación
por el organismo mucho más rápida. Aunque no sientan su sabor dulce en las papilas, ¡estos alimentos refinados
tienen hoy en día un comportamiento cercano al de la glucosa pura! Y en los últimos cincuenta siglos, el organismo
humano jamás había tenido que gestionar tal dimensión de «impactos azucarados» procedentes de alimentos con
sabor salado. Es una de las principales causas del sobrepeso moderno que no se conoce.
Cuando el almidón se calienta en presencia de agua, sus gránulos pierden de manera irreversible su estructura
cristalina durante el proceso de gelatinización. El almidón se vuelve mucho más apropiado para la digestión
enzimática. A lo largo de la cocción y de otros tratamientos tecnológicos, los gránulos de almidón no se hallan
completamente diluidos pero el grado de gelatinización es suficiente para permitir la digestión rápida de una gran
proporción de almidón. Cuando la transformación es incompleta (por ejemplo, cocción al vapor, la termofabricación
de cereales o la fabricación de galletas) se conserva una gran proporción de almidón que se digiere lentamente. Para
medir el impacto de los glúcidos en el organismo, los científicos utilizan una «herramienta biofisiológica» simple: el
índice glucémico. Este índice se expresa por un número entre el 0 y el 100 (o 120). 0 es la ausencia del impacto y
100 es el impacto máximo, el de la glucosa pura. La transformación industrial que soportan los cereales y sus
derivados eleva considerablemente sus índices glucémicos, llegando a doblarse. Un ejemplo simple: el arroz. El
grano que proviene de esta planta herbácea es muy rico en glúcidos. El arroz integral, sin embargo, tiene un índice
glucémico de 45, lo que lo sitúa en una media metabólica perfecta. El arroz semi-integral (semi refinado) posee un
índice glucémico ligeramente más elevado con un 55. Sigue siendo razonable y, sobre todo, tolerable por nuestro
organismo. Pero el arroz blanco, completamente refinado, ve su índice glucémico subir a 75, y si el arroz está
precocinado, el índice glucémico sube aún más hasta llegar a veces a 90. Todo esto no cambia para nada la densidad
calórica del arroz, pero dobla su «impacto digestivo» en el páncreas.
Vemos así que el refinamiento modifica la naturaleza de los glúcidos y que el envasado juega también un
papel. A esto hay que añadir la forma de cocerlo y de prepararlo: cuanto más tiempo cocinamos un alimento
glucémico, más rápidamente se asimilan por el organismo sus glúcidos y más sube el índice glucémico. Las
zanahorias, por ejemplo, tienen un índice glucémico razonable si se comen crudas (entre 45 y 50). Se eleva cuando
las zanahorias se cuecen (70) y aún más si se convierten en puré (80 a 85). Aquí una vez más, el impacto sobre el
páncreas se dobla. Esto no quiere decir que las zanahorias cocinadas sean peor para la salud que las zanahorias
crudas. Pero unas y otras requieren asociarse de manera diferente para modular su impacto digestivo. Algo que
nuestros ancestros sabían hacer gracias a sus recetas tradicionales y a la composición empírica de las comidas.

El papel clave de la alimentación en los síndromes metabólicos


Repitámoslo: ¡digerimos (todavía) bien aquello que asimilamos (ya) mal! Es una trampa nutricional importante,
debido a la generalización de las transformaciones alimentarias y a su impacto sobre el páncreas. Este órgano
gestiona en gran parte la estabilidad de la tasa de azúcar sanguínea que debe estar más o menos estable, en una
horquilla comprendida entre el 0,75 y 1 gramo por litro de sangre. Por debajo del mínimo, el peligro es la
hipoglucemia que se manifiesta por una intensa fatiga, vértigos, desvanecimientos (y un coma si el nivel de azúcar
llega a un nivel extremadamente bajo). Por encima, corremos el riesgo de desarrollar una diabetes, cuyas
consecuencias patológicas pueden ser muy graves (problemas oculares, vasculares y cerebrales básicamente).
Esta tasa, por tanto, está regulada cuidadosamente por la insulina, que segrega cotidianamente el páncreas.
Cuando tomamos alimentos que tienen un índice glucémico elevado, hay una afluencia de azúcar brutal en la sangre.
Ahora bien, nuestro cuerpo y nuestros órganos detestan todo lo que sea «brutal» y, sobre todo, todo lo que es
«repetitivamente brutal», fuente de debilitamiento o de inflamación del órgano. Los procesamientos industriales han
hecho que el índice glucémico de numerosos alimentos aumente y eso hace que el páncreas sea solicitado cada vez
más y con más fuerza. La brutalidad de estas descargas de glucosa poco habituales progresivamente «irritan» al
páncreas a nivel biológico, y perturban la precisión de sus secreciones. Poco a poco, nuestro flujo de insulina se
desarregla. No solo el páncreas se fatiga, sino que sus secreciones intempestivas dejan tras ellas un «residuo de
insulina», que provoca una pequeña crisis hipoglucémica transitoria después de la ingesta de alimento.
Esta ligera bajada de la tasa de azúcar sanguínea sigue a cada subida excesiva. Este fenómeno entraña a la
larga un desarreglo de la actividad del páncreas, asociado a ataques de fatiga crónica (¡bajones!). El cerebro vive
estas mini crisis de hipoglucemia como una agresión repetitiva. Pero como la glucosa es su principal nutriente junto
con el oxígeno, toda «falta» es vivida como una verdadera amenaza que entraña un «conflicto de supervivencia»
(emergency-mode answer). Estas reacciones pueden, a medio plazo, perturbar la producción de ciertas
neurohormonas cerebrales (principalmente la 5-HT), lo que supone un mal funcionamiento de nuestro centro de
saciedad. Las sensaciones de «falsa hambre» se manifiestan y eso nos lleva a comer aunque el organismo no
necesite nutrirse. Así, las múltiples transformaciones de nuestros hábitos alimenticios y en la naturaleza misma de
los alimentos, están en el origen de esta «comilona inexplicable», de la fatiga crónica, de los problemas de sueño y
de la depresión (depresión leve crónica) que caracterizan nuestro mundo occidental. También son las responsables
del aumento exponencial de enfermedades metabólicas (el número de casos de diabetes se ha duplicado en Francia
entre el año 2000 y el año 2008, las enfermedades cardiovasculares se han triplicado en treinta años).
Ciertamente, la ciencia ha encontrado «respuestas moleculares» (farmacológicas) adaptadas a la inmensa
mayoría (de síntomas) de estos desordenes. Existen tratamientos contra la diabetes, la hipertensión arterial, el exceso
de colesterol… Pero en todas estas enfermedades metabólicas ligadas a los factores alimenticios, la reeducación
nutricional debería ser el primer arma de curación. Debe acompañar imperativamente todos los tratamientos para
que sean plena y, sobre todo, definitivamente eficaces.

El impacto del equilibrio alimenticio en las enfermedades crónicas de la civilización


Todo lo que acabamos de describir concierne a nuestro equilibrio metabólico global. Todos estos desequilibrios
tienen un peso enorme sobre nuestro bienestar y nuestra salud. Además de los problemas de peso, es a partir de la
alimentación como nuestro cuerpo se construye durante la infancia y la adolescencia y, después, se regenera en la
edad adulta. Así pues, el modo en el que nos alimentamos ejerce una influencia importante sobre la vida celular y,
sobre todo, sobre sus desajustes.
Numerosos estudios han demostrado que la alimentación dotada de un fuerte índice glucémico global
favorece el crecimiento de tumores ya que estos necesitan un flujo de glucosa más fuerte para desarrollarse. A esto
se añade que la secreción de insulina destinada a regular la tasa de azúcar en sangre, en caso de afluencia glucémica
brutal, se acompaña (entre otras) de la secreción de IGF: «insulin-like growth factor 1» que estimula el crecimiento
de tejido. Todo tipo de células se benefician y, entre ellas, las células «anormales» que aprovechan esta sustancia
para acelerar su proliferación. Desde inicios del siglo XX, el consumo de azúcar refinado se ha quintuplicado (¡+ 500
por ciento!). Sin contar con el aumento del consumo de sus productos procesados derivados (refrescos, dulces,
bollería…) y el azúcar añadido casi de manera sistemática en la mayor parte de los platos cocinados (salados) a la
cadena. Supervisar el aporte de alimentos glúcidos (cantidad y calidad) es por tanto el primer paso esencial cuando
atendemos una enfermedad degenerativa tumoral.
Las mini-crisis de hipoglucemia residual que siguen a las secreciones anárquicas de insulina provocadas por
la alimentación moderna, interfieren con la producción de ciertas neurohormonas cerebrales, básicamente la
serotonina (5 HT). Es decir, aquellas encargadas de colorear nuestro humor y nuestros estados de ánimo, controlan
también nuestro «centro de saciedad» que nos empuja a dejar de comer cuando nuestro organismo ha recibido
suficientes nutrientes.
Es la verdadera clave (más allá del estrés y la falta de voluntad) de las «falsas hambres», del over-eating, del
picoteo que progresivamente constituye la base de la obesidad y de numerosas enfermedades crónicas degenerativas.

EL PROGRAMA ADELGAZANTE SLIM-DATA: CINCO TRAININGS CLAVE


Training alimenticio
a) El índice SLIM-data: la base de la reeducación metabólica
¿Cómo lograr compensar medio siglo de ruptura de la transmisión del saber empírico ancestral? Sería ilusorio querer
regresar a los alimentos y a las reglas dietéticas de nuestros bisabuelos. Así que hemos puesto a punto un nuevo
índice alimenticio que integra el índice glucémico de todos los alimentos (su impacto sobre el páncreas y la
secreción de insulina), pero también su índice enzimático (la manera en que cada alimento es digerido y asimilado)
y, en una medida mucho menos importante, su índice calórico. Este nuevo índice (también comprendido entre el 0 y
el 100), también recoge el impacto metabólico global y, sobre todo, real, de los alimentos. Hemos bautizado a este
índice como «SLIM-data», un índice «vivo» que refleja el diálogo biológico del alimento con el páncreas, el sistema
digestivo y el adipocito.
El SLIM-data «científico» (Sd) se ha calculado a partir de la fórmula registrada siguiente:

•IG = índice glucémico


–Con IG (120): índice glucémico internacional sobre la escala de [0 a 120]
•IE = índice enzimático
–Con IE (glúcidos mayores) = 1
–IE (proteínas mayores) = 0.9
–IE (lípidos mayores) = 1.9
–IE (glúcidos + proteínas) = 1.3
–IE (glúcidos + lípidos) = 1.6
–IE (proteínas + lípidos) = 1.5
–Sd = [IG (120) x 0.84] x IE x [I Cal / 100 g]
–400
•I Cal = valor calórico por 100 g de alimentos
•[IG (120) x 0.84] para resituar el índice glucémico internacional sobre la escala: 100
•[I Cal / (100 g)] para ponderarlo con el impacto de las calorías: 400

Este índice SLIM-data (por «Slimness with the Lowest Index of Metabolism» = adelgazar por la utilización
de índices metabólicos bajos), combina los tres índices que definen el impacto digestivo de un alimento: índice
insulínico, índice enzimático e índice calórico (que tenemos en cuenta, por supuesto, pero al mínimo, interviene solo
como ponderador del índice global). La fórmula de referencia expuesta permite el cálculo del SLIM-data de todos
los alimentos corrientes. A partir de este nuevo índice, hemos clasificado los alimentos en tres grandes categorías:

•Los alimentos «verdes» en los que el índice SLIM-data es más bajo (entre 0 y 40) y son beneficiosos tanto
para el equilibrio metabólico como para despertar la «memoria adelgazante».
•Los alimentos «naranjas» que tienen un índice SLIM-data mediano (entre 45 y 55) y son neutros a nivel
metabólico.
•Los alimentos «rojos» que tienen un índice SLIM-data elevado y se alejan negativamente de la neutralidad
metabólica. Pero estos alimentos «rojos» no están prohibidos en absoluto, como ocurre en la mayoría de
regímenes adelgazantes; ¡ni hay que evitarlos! Simplemente requieren ser asociados con la misma
cantidad de alimentos «verdes» con el fin de neutralizar su impacto metabólico. Así pues, todos los menús
son posibles para librar al cuerpo mensajes adelgazantes reequilibrantes y todo ello sin el espectro de las
privaciones y sus consecuentes frustraciones, causa mayor del fracaso de todos los regímenes.

A esto se añaden algunos alimentos calificados en la zona «violeta» que son los que tienen o bien un índice
SLIM-data muy elevado, o bien una toxicidad importante para nuestro equilibrio digestivo.
Son, por consiguiente, los «no-alimentos» en el sentido de que aportan muy pocos nutrientes utilizables, pero
muchísimos glúcidos hiper-refinados o sustancias aditivas nefastas. ¡Y a menudo las dos cosas! Se alejan de manera
demasiado brutal y violenta de los alimentos naturales que son la base de su preparación. Un ejemplo: las patatas
fritas industriales con sabor a «salmón ahumado». Tanto las patatas como el salmón son estupendos alimentos. Pero
en estas patatas fritas, ¡no hay más que un «cúmulo molecular» de alimentos y de perfumes de síntesis que
constituyen un insulto a la vez a los alimentos de origen y a su salud!
Estos alimentos clasificados en la zona violeta son poco numerosos y son los únicos que hay que evitar
incluso cuando tenemos una buena salud. Todos los otros (¡hay centenares!) están a disposición del consumidor. La
única obligación: combinar los alimentos de manera que el índice global de la comida se mantenga dentro de los
límites de aquello que el metabolismo puede gestionar, digerir y asimilar: verde durante varias semanas para
intensificar el mensaje reequilibrante, seguido del naranja, a velocidad de crucero.

b) El equilibrio ácido-base: otra clave metabólica


Las transformaciones industriales de la alimentación moderna favorecen una «acidificación» progresiva de nuestro
medio interior. En efecto, el refinado de los cereales aumenta su potencial de acidificación; el aumento del consumo
de azúcar, de grasa y de carne se añade a este fenómeno nocivo.
La otra vertiente acidificante de todos los tejidos orgánicos está directamente ligada a fenómenos hormono-
celulares desencadenados por nuestros diversos estreses cotidianos. Este ligero aumento cotidiano de la acidez del
tejido contribuye, a medio plazo, a la aparición de numerosos desequilibrios de nuestro «terreno biológico» que a su
vez, constituyen la cómoda base de enfermedades degenerativas crónicas.
La acidez producida por un alimento dentro de nuestro cuerpo, no tiene nada que ver con el gusto, picante,
amargo, dulce o azucarado percibido por nuestras papilas gustativas, una sensación que todos conocemos. La
acidificación de los tejidos puede provenir del sobre consumo de alimentos ácidos, de una falta de alimentos
alcalinos y/o de un exceso de alimentación en general. Se ha probado que una alimentación «dominante»
vegetariana (¡omnívora pero facilitando las frutas y las verduras de temporada!) permite reducir de manera notable
la tendencia acidificante que está muchas veces relacionada con una alimentación excesivamente cárnica. En efecto,
la degradación de la digestión de las proteínas, sobre todo de origen animal, produce ácido úrico, fosfórico,
sulfúrico, etc. Todos ellos, después de haber sido neutralizados en parte por los minerales en reserva de nuestro
cuerpo, serán eliminados por los riñones.
A raíz de un sobre consumo de proteínas y de grasas, el cuerpo no llega a poder neutralizar y eliminar los
ácidos y estos se acumulan en el organismo en diversos lugares, tejidos conjuntivos, articulaciones, músculos,
provocando una lenta pero firme obstrucción en nuestro cuerpo. Los problemas van apareciendo poco a poco. Por el
contrario, la degradación de la fruta y la verdura entraña la formación de sales minerales alcalinas que renuevan las
reservas amortiguadoras del organismo. Muchos vegetales (frutas y verduras) son pobres en sal, pero ricos en sales
minerales y particularmente en potasio. Así pues, tienen una acción alcalinizante.
Un ligero desequilibrio ácido-base de nuestro organismo (subácido) favorece:

•Una desregulación del centro de saciedad y un aumento de las falsas-hambres y las ansias por comer.
•Una bajada progresiva del sistema inmunitario y menor resistencia a diversas agresiones.

La alimentación, responsable en gran parte del desequilibrio interno, puede convertirse en su principal aliado
para neutralizarlo. Las reglas de base son muy simples: toda la fruta, la verdura y las especias son globalmente
basificantes, compensando así naturalmente el exceso de acidificación del medio interior (generado por el exceso de
proteínas, grasas y azúcares rápidos, y por la presión del estrés). Para las salsas de las ensaladas, hay que optar por el
vinagre de sidra y el zumo de limón ya que sus ácidos orgánicos se transforman en básicos al contacto con las
secreciones digestivas. Evitar consumir demasiada carne roja y queso graso, ya que la digestión produce numerosas
sustancias acidificantes y remplazarlo por aves o pescado.
Por último, hay que recomendar los cereales semi-integrales y limitar el consumo de azúcar blanco y de
bollería industrial.

c) La crononutrición: el tiempo al servicio de la delgadez


En biología, la noción de «tiempo» es bastante reciente y los científicos han empezado realmente a preocuparse por
ella a partir de 1960. La cronobiología (chronos, el «tiempo que pasa» en griego) se ha convertido en una de las
nuevas ramas de la biología moderna (desembocará rápidamente en la cronofarmacología). Se define como el
estudio de nuestros ritmos biológicos internos, los mecanismos que los controlan (entre los cuales se encuentran
nuestros relojes biológicos) y las modificaciones que pueden presentar. Ha dado también origen a la cronoterapia,
una forma de sanar más eficaz que tiene en cuenta los ritmos esenciales del cuerpo.
Un pequeño recordatorio sobre los cronorritmos: todos los organismos vivos, incluidos los hombres, están
sometidos a variaciones biofisiológicas diarias y estacionales. Estos ritmos biológicos influyen permanentemente
sobre todos nuestros equilibrios y secreciones internas.
En el hombre, el ritmo de base es el ritmo circadiano (circumdie: a lo largo del día, periodo comprendido
entre 20 y 28 horas), junto con, sobre todo en las mujeres, un ritmo circomensual. Estos ritmos se corresponden a la
adaptación de cada especie a su entorno en función de la rotación de la Tierra y del ritmo luz-oscuridad.
El ser humano funciona, para el noventa por ciento de sus ritmos, sobre las 24 horas. Las señales de la
alternancia luz-oscuridad son preponderantes ya que regulan, para la mayoría de nosotros, los imperativos horarios
de nuestra vida social y profesional. El profesor Reinberg, pionero de la cronobiología francesa (y mundial), apunta
que, en realidad, no tenemos «solo un» reloj biológico sino varios que residen en nuestros órganos, como el hígado,
los riñones, la glándula corticosurrenal, el cerebro, etc. Estos relojes están interconectados y jerarquizados,
determinando las actividades rítmicas de nuestras diferentes funciones. Así la crononutrición (perfectamente llevada
a la práctica en su consulta diaria por nuestro colega el doctor Delabos) hace referencia a las secreciones enzimáticas
y hormonales del organismo humano en las que las variaciones o las apariciones son indudablemente regladas por
los estímulos horarios, de actividad, de luz o de noche y de sueño, de frío o de calor, de hambre o de saciedad. A
cada estímulo le corresponde la producción de secreciones enzimáticas en perfecta armonía con las necesidades
energéticas y calóricas del ser humano que, a su vez, corresponden a las necesidades de funcionamiento de nuestro
organismo, según el esquema siguiente:

•La mañana (comienzo de la fase catabólica):


–Fuerte secreción de lipasas con el fin de metabolizar las grasas que han sido utilizadas durante el periodo
de sueño para la fabricación de paredes celulares.
–Secreción de proteasas para metabolizar las proteínas que permiten, durante el sueño, el proceso de
fabricación y regeneración de los contenidos celulares.
–Estas dos secreciones están precedidas por la secreción de insulina que permite, al final del sueño «la
puesta en marcha» de la utilización de azúcares lentos con el fin de asegurar progresivamente el
transporte y, sobre todo, permite a partir del despertar el aporte de energía necesario para que trabajen
todos los órganos activos.
•El mediodía:
–Secreción de proteasas y amilasas.
–Comienzo del proceso de colocación de proteínas celulares.
–Almacenaje de reservas proteicas y de glóbulos blancos.
•La tarde:
–Aparición de un pico de insulina que permite la utilización de los azúcares rápidos y semi-rápidos para
evitar el desaprovisionamiento de las proteínas y compensar el cansancio ligado al funcionamiento de
los órganos.
•La noche (comienzo de la fase anabólica):
–Ya no hay prácticamente más secreciones digestivas, lo que ralentiza considerablemente la asimilación
de alimentos. Por el contrario, el organismo, que comienza su periodo de reestructuración celular, ya no
será capaz de metabolizar los aportes nutricionales demasiado importantes tanto en calidad como en
cantidad. La consecuencia a menudo enojosa es que aquello que no metabolizamos está destinado a ser
almacenado (sobrepeso) o a cansar al organismo (astenia crónica).

Para favorecer nuestros equilibrios alimenticios a lo largo de la jornada, basta con subir los ritmos naturales
del cuerpo. La crononutrición es la aplicación al ser humano moderno de los ritmos de nutrición milenarios que la
civilización ha ido perdiendo progresivamente. Se adapta a la cronobiología del cuerpo.
En síntesis, es posible comer más graso, azucarado y proteico por la mañana, denso al mediodía, azucarado
por la tarde y ligero por la noche.

•El desayuno, con toda razón, debe ser copioso y rico en glúcidos lentos con una proteína obligatoria. La
utilización de pan integral (o semi-integral) es un buen aporte de fibras; una cucharadita de café de
salvado de avena diluido también lo es.
•La comida comprende las proteínas animales u otras asociadas a los glúcidos y fibras (verduras,
cereales…).
•El tentempié de la tarde es discretamente glúcido (¡timing ideal para el chocolate!) pero suficiente para
hacernos aguantar si no hemos comido demasiado al mediodía o por la mañana. Esta merienda no es solo
una manera de cortar el hambre, sino que es relajante y, por si fuera poco, tendrá un efecto de distensión
que nos hará terminar la jornada dulcemente.
•La cena es ligera y comporta pocos alimentos calóricos (proteínas ligeras, pescado, verdura, compotas…).

d) Los complementos alimenticios adelgazantes: una respuesta actual


Son numerosos los pacientes que nos hacen esta pregunta: «Doctor, ¿debo tomar complementos alimenticios?».
Nuestra respuesta, después de bastantes años de perspectiva es ¡sí! Un «sí» comprometido pero moderado: el
complemento alimenticio (más allá de las exageraciones generadas por la publicidad y el marketing) es una
respuesta de nuestra época, adaptada a las exigencias de nuestros ritmos de vida. Estos productos contienen
nutrientes esenciales que compensan las pérdidas nutricionales ligadas a la transformación radical de los alimentos
modernos, el refinamiento de los productos alimentarios que ha desembocado en una pérdida real y demostrada de
vitaminas, oligo-elementos, sales minerales y fibras.
La agricultura intensiva y los múltiples modos de envasado industrial también son en gran parte responsables
de la instalación progresiva de carencias esenciales que agravan la base de la obesidad.
Los complementos alimenticios solo son útiles si son bien escogidos, bien adaptados en función de las
necesidades de cada persona y si su dosis es razonable. Por el contrario, no hay que ceder jamás a la moda de las
«curas salvajes» y de «sobredosis sistemáticas». Los complementos alimenticios en sobredosis o absorbidos en
grandes cantidades pueden provocar efectos paradójicos que se oponen a los beneficios esperados.
En lugar de proteger el organismo y de facilitar su camino hacia la curación, pueden dirigirlo más
rápidamente hacia la pendiente de la enfermedad. Una vez más, ¡es necesario hacer uso del sentido común y de la
curiosidad! En el párrafo siguiente, se da una prescripción práctica.
Por otro lado, existen desde hace una veintena de años «fórmulas adelgazantes» específicas que ofrecen una
«ayuda al régimen» apreciable (como sostén digestivo enzimático, biológico e incluso psicológico).
En función de sus propuestas, encontramos cinco clases de ayudas adelgazantes:

•Los quemadores-drenantes (con un nombre genérico demasiado vago; debería hablarse de «ayuda al
metabolismo»). Suelen crearse en base a la cafeína y a plantas desinfiltrantes.
•Los saciantes (o «inhibidores del apetito» naturales) son moderadores de la glucemia y de los mucílagos
hidrófilos de relleno del estómago. Generalmente están hechos a partir de resina, fibras y extracto de
azafrán.
•Los «captadores de grasas» generalmente a base de fibras lipófilas que drenan las grasas alimenticias
aunque no realizan ninguna acción directa sobre las grasas corporales.
•Los «reconstituyentes de la flora» con la enorme gama de pré y probióticos (raíces naturales y fructo-
oligosacáridos…), así como el «redescubrimiento» de las virtudes depurativas del carbón activo. Una
sinergia esencial para reequilibrar y luego relanzar el metabolismo adelgazante.
•Las «ayudas a la digestión» esencialmente compuestas de extractos enzimáticos que se focalizan en las
diferentes clases de macronutrientes (prótidos, glúcidos, lípidos; proteasas, lipasas y amilasas).

En conclusión, existen hoy en día complementos alimenticios adelgazantes (así como Medical Device y
AMM) que ofrecen perfectas garantías de seriedad y eficacia (dentro de la legislación europea). Pero siempre es
necesario subrayar que una fórmula adelgazante no puede «existir» y desarrollar toda su eficacia al margen de un
programa nutricional y de un seguimiento adaptado. Aquí destacamos la importancia de las páginas de internet de
coaching (de calidad y coordinadas por un profesional de la salud), los consejos prácticos y una educación del
paciente, dentro de un marco de proceso global de acompañamiento biológico, físico y psicológico.
e) Nutrición y «sentido común»
Dos palabras clave: ¡anti-carencia y moderación!

•Importancia de las fibras:

Las fibras frenan los azúcares, «taponan» las grasas, depuran la flora y regulan el tránsito; ¡son más que
esenciales!… Sí a las crudités pero en su justa medida (si no, colitis asegurada). Tomar un suplemento de dos
cucharaditas de café rasas al día de salvado de avena o de salvado de trigo micronizado mezclado y «diluirlo» en un
yogur o una compota de frutas es verdaderamente simple y una dosis ideal. Un suplemento de probióticos (y/o
prebióticos) en curas regulares: tres semanas con cada cambio de estación, representa una ventaja preventiva de
salud largamente empleada y con una eficacia reconocida.
Nota: una vez más, la calidad de la fabricación y de la conservación es esencial para una acción
reequilibrante beneficiosa y duradera. Pida consejo a nuestros colegas farmacéuticos o apasiónese por este tema con
múltiples implicaciones preventivas y curativas.

•Evitar las subcarencias:

Consecuencia del refinado y de los cultivos intensivos que empobrecen nuestros alimentos y nutrientes
esenciales, como en el caso de las fibras, las carencias de vitaminas afectan a nuestra salud a medio plazo. La regla
es muy simple: multivitaminas AJR (tener cuidado con las mega dosis que producen efectos «paradójicos», incluso a
veces hasta llegar al debilitamiento de las defensas del cuerpo).
Tomarlas en medio de la comida como cura durante tres semanas cada tres meses; un mes de cada dos para
las personas de más de 65 años; tres semanas al mes para las personas de más 75 años. Escoger una marca europea y
no fiarse de internet que todavía está mal supervisado y legislado.
Nota: englobados en este consejo, los suplementos de antioxidantes deberán también ser moderados y
prudentes y respetando los mismos consejos que para los suplementos vitamínicos. Combinaremos al AJR,
vitaminas B2, B3, Se, vitamina E, Mn, L-metionina, L-cistina y vitamina C.
Nota: cuidado con los suplementos continuados de vitamina A (acumulación tóxica en el hígado y las grasas)
y de Fer (pro-oxidante) sin los consejos de un profesional.

•Moderar la sal:

Podemos y debemos moderar el aporte de sal con algunas reglas simples:

–no volver a echar sal después de la cocción;


–tomamos tanta menos sal en función de la carne y la charcutería que comamos;
–sin patología manifiesta, el «sin sal» es tan estúpido como el «todo salado»;
–para una transición al dulce, compre «sal de plantas aromáticas»… tres veces menos sal y de igual
calidad… ¡y además sabe muy bien!
•Moderar las grasas saturadas:

¡Freno radical a las grasas saturadas o de mala calidad! Para reequilibrar el aporte de lípidos durante unos
meses, elija aceite de oliva de primera prensada en frío… y opte por recetas con mantequilla fresca (no cocinada)
mejor que con aceite de palma (¡incluso bio!).
Limite la carne roja y los quesos curados o muy grasos a tres veces por semana y la charcutería a una vez por
semana. El pescado (carnívoro) es bienvenido (incluso si están un poco «contaminados», son menos tóxicos que los
excesos de grasas saturadas).

Training detox
Una vez más, hay que conservar la razón: no existe una «fitoterapia adelgazante» directa. Pero existen excelentes
plantas que favorecen el trabajo y la protección de nuestros principales órganos digestivos (y de eliminación):
hígado, páncreas, vesícula biliar, estómago, tubo digestivo y riñones. El hecho de que estas técnicas sean a veces
mediatizadas a ultranza o en ocasiones acompañadas de promesas delirantes, ha hecho reaccionar (con razón) a
algunos responsables de organismos universitarios. Han calificado estos programas como inútiles subrayando que el
organismo tiene todo previsto para desembarazarse de las toxinas sobrantes.
¡Y es verdad! Incluso después de una comida festiva «pantagruélica», al organismo no le hacen falta más de
dos o tres días para eliminar el exceso de toxinas residuales (ácido úrico, sales biliares, grasas saturadas…). Pero se
trata únicamente de nuestros desechos metabólicos directos. Aparte, hay toda una serie de contaminaciones internas
y externas (radicales libres, metales pesados, aditivos químicos alimentarios, moléculas químicas de los
medicamentos…). Estas toxinas, muy numerosas y muy nuevas, no disponen de «vías de salida» biológicamente
programadas. Nuestro organismo, infinitamente adaptable después de milenios, no ha tenido el tiempo necesario
para adaptarse perfectamente. Estos nuevos desechos tóxicos contaminan lentamente (e inexorablemente) nuestros
órganos filtros (riñones, hígado, tubo digestivo…).
Privarse de una cura bianual (primavera, otoño), es prescindir de manera negligente de un aliado adelgazante
valioso. Como le gustaba repetir al doctor Borenstein: «La nutrición no cura nada, pero ayuda a curar». La
fitoterapia, a la vez que un medicamento rey, merece ser una opción terapéutica. Recordaremos así la «triada
mágica» eficaz, fácil de prescribir y fácil de llevar a cabo:

•Rábano negro: zumo en ampollas. Una ampolla por la mañana y por la noche media hora antes de las
comidas. Cura de tres semanas.
•Hinojo en tisana caliente o fría para acompañar las comidas (basificante).
•Salvia (drenante y ligeramente laxante) tibia al acabar las comidas.

Recordaremos también la célebre «fórmula detox» de primavera:

•Ulmaria, alcachofa, ortiga, ginkgo, cola de caballo: infusión de tres minutos (no más). Beber dos tazas dos
veces al día, alejada de las comidas. Cura de tres semanas.

Training respiratorio: antiestrés, anti-ataques de hambre, anti-acidificación crónica


Todos sus pacientes les han señalado ya la estrecha relación que existe entre la respiración y las emociones. Un
miedo brutal así como una gran alegría acelera la respiración, la hacen corta y superficial, e incluso pueden
suspenderla durante algunos segundos, de ahí las expresiones «quedarse sin respiración» o «estar sin aliento». Ahora
bien, las alteraciones emocionales negativas siempre juegan un papel importante en el sobrepeso. La práctica de esta
«respiración controlada» permite atenuar dulcemente estos impactos emocionales negativos, sin presión ni estrés
suplementario. Más adelante veremos cuán fundamental resulta para mantener y dar valor a todas las técnicas
adelgazantes. Una de las grandes ventajas de este ejercicio respiratorio reside en la simplicidad de su ejecución y su
rapidez de acción. Los resultados que se obtienen con la regularidad de la práctica podrían parecer casi «mágicos» si
no conociéramos las formas de acción biofisiológica. El trabajo sobre la respiración forma parte de las técnicas
somatofísicas: actuando sobre una función corporal (la respiración), obtenemos un apaciguamiento físico (las
tensiones musculares) y orgánico (el ritmo cardíaco, la sub-acidez) pero también neuroemocional (el impacto del
estrés y de las emociones); gracias al entrenamiento de una función corporal, podemos luchar contra el exceso de
estrés e influir positivamente sobre nuestras tensiones nerviosas, nuestras emociones y nuestros ataques de hambre.
Conviene cumplir ciertas reglas para respirar en buenas condiciones, principalmente en lo relativo a la postura.
La postura sentado es más simple para un paciente occidental, la más inmediata y la más fácilmente
integrable en el día a día:

•Escoja una silla en la que no corra el riesgo de hundirse, una silla mejor que una butaca.
•Siéntese de manera que sus muslos y sus piernas formen un ángulo recto a nivel de las rodillas, mientras
sus pies se apoyan totalmente en el suelo. Sus pies y sus rodillas se hallan separados por unos treinta
centímetros. También puede cruzar sus pies replegándolos bajo la silla (esta postura muy cómoda se
conoce como «de la secretaria»).
•Mantenga la espalda recta (pero sin forzar) y relaje los hombros.
•Ponga las manos sobre sus muslos, con las palmas hacia arriba muy relajadas. Cierre los ojos.

La postura tumbado es excelente pero menos espontánea. Además, al final de la jornada, provoca antes el
sueño que la relajación. Esta postura sigue siendo para la gran mayoría la postura de referencia más cómoda:

•Estírese boca arriba, sobre una superficie ni demasiado firme (su postura debe de ser cómoda) ni demasiado
blanda (debe sentirse bien apoyado).
•Extienda los brazos a lo largo de su cuerpo, laxos y con la palma de las manos hacia arriba.
•Relájese bien, principalmente en la zona de la nuca y de los hombros. Si lleva un traje apretado,
desabrócheselo para darle amplitud a su tórax y abdomen. En el caso de los hombres, es obligatorio
desabrocharse el cinturón y deshacerse el nudo de la corbata así como desabrochar los primeros botones
de la camisa.
•Deje la cabeza reposar naturalmente, recta, el occipucio apoyado sobre el suelo. En algún caso, puede
colocar un cojincito (fino) bajo su nuca para apoyarla.
•Cierre los ojos y relájese ensayando una pequeña sonrisa (lo que relaja inmediatamente el rostro).

Recuperar el buen ritmo


•Comience por una inspiración muy profunda (la única de todo el ejercicio), seguida de un largo suspiro con
la boca abierta. Que sea un gran suspiro de verdad; ¡no solo está permitido sino que es lo que se aconseja!
•Después inspire lentamente por la nariz, sin forzar, contando hasta tres (con la práctica, podrá alargar la
respiración). Para evitar que cuente de manera demasiado rápida, cuente 1.000, 2.000, 3.000… El hecho
de pronunciar un número entero elevado le da un ritmo más adecuado a su recuento.
•Después espire lentamente por la nariz, forzando ligeramente para contar hasta seis (utilizando el mismo
recuento: 1.000, 2.000, 6.000).
•Inspire y espire siempre por la nariz (a excepción de la primera respiración suspiro).
•Respire así durante cinco minutos, tratando de focalizar su atención en el ritmo que impone a su
respiración. Concéntrese en el aire que entra y sale por la base de su nariz. Una eficacia probada…,
demasiado a menudo olvidada, sobre todo el metabolismo digestivo, las crisis de ataques de hambre y
todas las «falsas hambres».

Training antiestrés
Existen numerosas técnicas en este campo: hipnosis médica, sofrología, relajación de Jacobson…Y sobre todo, el
célebre «training autógeno» del doctor Johannes H. Schultz, que ha inspirado a terapeutas de todo un siglo. Schultz
era médico, neurólogo y psiquiatra. A finales del siglo XIX, fue uno de los primeros en interesarse por las estrechas
relaciones entre cuerpo y espíritu. Estudió principalmente nuestras capacidades naturales de autohipnosis y llegó a
codificarlas (training) de manera que pudiéramos nosotros mismos situarnos (autógeno), en cualquier momento, en
un estado de relajación beneficiosa.
Este ejercicio de training mental-adelgazante que ahora proponemos utiliza los elementos más prácticos del
training autógeno, asociados a los ejercicios respiratorios y a un trabajo dirigido a los pensamientos, que nosotros
hemos codificado y afinado año tras año. El imaginario mental es un elemento importante de numerosas técnicas
psicosomáticas (el doctor Schultz lo utilizaba frecuentemente, junto con sus estudiantes, para hacerles aproximarse a
las relaciones prácticas entre el pensamiento y el cuerpo).

byYako1976identi.io
Training práctico derivado del método de Schultz
•Estírese en un lugar tranquilo o siéntese en la «postura relajada» descrita para la respiración.
•Respire tres veces profundamente (siempre por la nariz), después adopte un ritmo respiratorio regular, sin
forzar: inspire contando hasta tres ( o 1.000, 2.000, 3.000…) después espire lentamente contando hasta
seis (o 1.000, 2.000, 3.000, 4.000…). Repítalo tres veces.
•Centre su atención en sus pies (una parte del cuerpo a menudo «olvidada»), e imagine que se relajan, que
todos sus músculos se distienden, que se vuelven «pesados» (y que se hunden progresivamente en el
suelo).
•Siempre respirando con calma y con el ritmo descrito, haga que su mirada interior recorra sus tobillos, sus
pantorrillas, sus rodillas, sus muslos hasta la pelvis, después hacia el vientre y seguidamente hacia la caja
torácica.
•Así llegará hasta los hombros. Insista en esta zona del cuerpo que a menudo es objeto de tensiones
múltiples (¡llevamos «el peso del mundo sobre nuestros hombros»!), hasta que estén verdaderamente
relajados.
•Después descienda a lo largo de sus brazos hasta los codos, los antebrazos, las muñecas y las manos
(relajadas…, pesadas…).
•Finalmente, relaje mentalmente la cara, la frente… Entreabra ligeramente los labios para dibujar una semi-
sonrisa. Sus ojos están todo el rato cerrados pero tiene los párpados relajados. Su respiración es tranquila y
regular.
•Repita tres veces, suavemente, esta ida y vuelta de profunda relajación y finalmente, conduzca la atención
hacia su ritmo respiratorio durante un minuto antes de abrir los ojos conservando la mímica de la sonrisa.

Si se hace de manera regular esta visualización a los pacientes, constatará que se da una relajación física
global de todos los grupos musculares mayores. Lo que corresponde «neurobiológicamente» a un reequilibrio
«ortoparasimpático». Todos los impactos negativos psicosomáticos y somatofísicos pierden intensidad. Los ataques
de hambre nerviosos pierden terreno, sus pacientes pueden superar así numerosos bloqueos ponderales (una
respuesta práctica a: «¡Yo hago su régimen, pero me estanco, doctor… !»).

Training emocional
a) Breve repaso histórico:
Todo empezó con un premio Nobel que coronaba en 1904 los trabajos del célebre Yvan Pavlov evidenciando los
reflejos condicionados (asociamos la comida de un animal con el sonido de una campana; al cabo de unas semanas,
obtenemos la misma actividad de su sistema digestivo únicamente accionando la campana sin ningún tipo de ingesta
alimenticia). Un descubrimiento trascendente que permitió por primera vez hacer concordar decenas de
observaciones y reagrupar síntomas médicos hasta entonces misteriosos: algunas personas alérgicas a las plantas o a
los animales podían desencadenar una crisis igual de violenta a la vista de una simple fotografía del objeto al que
eran alérgicos (sin la mínima presencia del alérgeno). Demostraba además un puente entre el psiquismo, el sistema
hormonal y el sistema inmunitario. Pero el esquema biológico de este puente siguió siendo un misterio durante otro
medio siglo. Hubo que esperar hasta 1970 para que Nicolas Cohen y Robert Ader desvelaran un esquema
psicobiológico (y por tanto psicosomático) aún más preciso: se alimenta a las ratas con un agua fuertemente
azucarada mezclada con un medicamento inmunodepresor tóxico, mortal al cabo de unas cuantas semanas de ingesta
regular. Pero si, en medio del experimento, suprimimos ese medicamento tóxico del agua azucarada, la rata acaba
finalmente muriendo, incluso en ausencia de la dosis mortal global. Y esto de una manera realmente increíble, como
si el organismo de la rata «creyera» beber veneno aunque beba solamente agua azucarada.
El sistema nervioso y la inmunidad estaban, por tanto, estrechamente ligados. Unos años más tarde, David
Fellen desvelaba las conexiones nerviosas (los «puentes misteriosos») directamente relacionados al tejido linfoide
(inmunitario). El sistema nervioso era por tanto ese «puente» fisiológico entre el psiquismo (el pensamiento, virtual)
y la inmunidad (células específicas del cuerpo, reales). Fue Ader quien propuso el término psico-neuro-inmunología
para nombrar esta iniciativa científica que iba a guiar el nacimiento de esta parte de las neurociencias.
Olvidamos muy a menudo que pensamientos y emociones son dos universos muy diferentes, pero
indisociables y frecuentemente «convergentes». El cansancio emocional, con el impacto que tiene sobre nuestro
organismo (pérdida de peso progresivo, bulimia, anorexia…), puede aparecer por una conmoción afectiva, un duelo,
una ruptura amorosa, una decepción con un amigo, el amor propio herido, una pérdida de confianza en uno mismo,
problemas relacionados con la pareja, los hijos, su educación, sus opciones de vida, etc. Porque las emociones no
revelan únicamente sensación, sentimiento. Dejan sin lugar a dudas una «impronta» en nuestro organismo. Su
«realidad virtual» genera una «realidad biológica» y orgánica que no podemos dejar de constatar y describir a través
de la psico-neurobiología. Todas nuestras emociones tienen un efecto en el cuerpo por la secreción in fine de
hormonas de placer (serotonina, dopamina) o de displacer y de estrés (adrenalina, cortisol), que van a influir en
todos nuestros otros equilibrios (hormonales, digestivos, energéticos…). La paleta casi infinita de nuestros matices
emocionales puede influir sobre todos nuestros sistemas biológicos, todos nuestros órganos, todas las funciones
esenciales de nuestro cuerpo.

b) Practique el método de «la escritura espontánea»


Pídale a sus pacientes que utilicen regularmente (de una vez al día a una vez por semana) un cuaderno «muy
personal» en el que se atrevan a realizar un «balance lúcido» de sus vidas y de sus impactos emocionales. Es algo
que «apacigua» siempre en términos generales, e incluso puede conducirles a una terapia más completa (cuyo «eje»
sea el aumento de peso global sin queja específica).
Esto evita sobre todo el enquistamiento del sufrimiento moral en el inconsciente: una fuente importante de
«terrenos psicasténicos», bulímicos, subdepresivos, bases de la instalación del sobrepeso crónico que conduce
progresivamente a la obesidad. Conducir «al presente» esas energías emocionales prisioneras del pasado permite a
menudo «romper» bloqueos psico-metabólicos y recuperar el camino hacia el peso adecuado.
LA HORA VIRTUAL: LA ERA DEL COACHING ADELGAZANTE
Ya hemos señalado el aumento y el impacto de la información en línea «en la Red». Es un paso de gigante para el
acceso a las «noticias» del mundo entero (¡un paso a veces esencial para el acceso a una mayor libertad y mayor
democracia! ). Pero cuando hablamos de ciencia, de salud o de nutrición la «información múltiple» no rima con
educación. Ya que «demasiada información, mata la información», con todo y su contrario a disposición permanente
de un consumidor supra informado. Un internauta moderno pero sin duda «perdido» e inmovilizado en su capacidad
de decisión (¡o carcomido por la angustia después de haber leído todos los efectos secundarios de un tratamiento
farmacológico, de una quimioterapia, o la lista de todas las enfermedades posibles a partir de un solo síntoma!). Las
promesas y los límites de internet serán la fuente de largas discusiones durante las próximas décadas. Sin embargo,
es una ventaja psicológica incontestablemente positiva: la densidad y la fuerza de las redes sociales y del diálogo
interactivo (coaching).
Miles (¡millones!) de personas aisladas, encerradas en ellas mismas, inválidas, pueden dialogar con una
comunidad de «internautas» o de profesionales de múltiples competencias: música, deporte, lenguas, estudios,
ciencias y ¡nutrición adelgazante! El límite y el peligro a veces de esta excelente dinámica virtual y humana se basa
enteramente en el «valor» (las competencias médicas, técnicas y humanas) de estas comunidades y estos coachs.
Lo «virtual» está todavía mal legislado y los «consejeros nutricionales» pueden tanto ser profesores
universitarios…como «comerciantes sin escrúpulos» (¡que han leído un solo libro sobre nutrición!). Así que los
médicos, los especialistas, los investigadores, los dietistas y los psicólogos puede resultar que estén compitiendo en
su coaching con estafadores científicos e intelectuales disfrazados de gurús (desgraciadamente hay toda una clientela
de consumidores desesperados, más motivados cuanto más irracional o loca es la promesa).
¿Qué consejo dar? Diálogo humano, medio correcto y sentido común; una vez más, el terapeuta tiene el
importante papel del consejo y de la educación. No dude en consultar la «página» escogida por su paciente… Somos
capaces de distinguir rápidamente entre las promesas y los acompañamientos serios versus los simples charlatanes.
Una vez más, la «perfección del coaching» no existe, pero nuestro verdadero deber es proteger a nuestros pacientes
de las páginas tóxicas o directamente peligrosas a nivel físico y psicológico.
El último punto a subrayar no nos corresponde a nosotros: es la necesidad urgente de una legislación
adaptada y eficaz para sancionar (a la misma altura que a los estafadores) a aquellos que «albergan» (o promueven)
páginas fraudulentas.

CONCLUSIÓN
A pesar de los últimos e importantes descubrimientos científicos, casi la mitad de tres mil millones de individuos
que viven en los países industrializados son «enfermos de desequilibrios alimenticios»: obesidad, diabetes,
hipertensión, exceso de colesterol, síndrome metabólico…Una de las claves que permiten resolver estos problemas
se resume en una sola palabra, para todos los terapeutas: ¡educar! Educar infatigablemente a nuestros pacientes es
agotador pero esencial, la medicina (en general y en todas sus especialidades) es el eslabón fuerte en la gran cadena
de la prevención. Ya no conviene comer en cantidades suficientes para mantenerse vivo y con buena salud, sino que
hace falta comer con «calidad suficiente». El doctor Andrew Weil resume perfectamente esta situación: «Pienso que
nuestra higiene de vida juega un papel fundamental en el riesgo de contraer enfermedades y afecta sin duda alguna
nuestro poder reparador interno. De todas las elecciones que hacemos, aquellas que conciernen a la alimentación son
particularmente importantes, porque tenemos los medios para controlar nuestro régimen».
Según el modo en que los escojamos y los juntemos, los alimentos pueden convertirse en verdaderos
promotores de la obesidad y las enfermedades. Pero, por suerte, lo contrario es totalmente cierto: nuestras elecciones
alimenticias pueden jugar un papel esencial en nuestro regreso al bienestar de un peso adecuado y a la salud.
¿Sabremos encontrar dentro de este mundo agotador un «tiempo terapéutico» suficiente para recuperar el
espacio de diálogo humano y poder así apoyar y educar a nuestros pacientes? ¿Podremos iniciar un camino
terapéutico y «ciudadano» para motivar un verdadero impulso «eco-nutricional»?
Superemos el cuadro médico a veces demasiado estrecho para darnos cuenta de que la nutrición es un acto
primordial, altamente simbólico y poderosamente cargado de emociones; un acto que nos da, desde nuestros
primeros «instantes en la Tierra», ¡acceso a la vida! Pero si no hay una toma de consciencia rápida de nuestros
políticos y nuestros expertos médicos, sin un programa educativo práctico (más visible y más fuerte que la
megalomanía agroalimentaria y el marketing) ¡ofreceremos a nuestros hijos una simple «supervivencia» en un
mundo en «prórroga»!
¿Qué Tierra dejaremos a nuestros hijos, se pregunta la ecología? Pero hoy en día se impone otra prioridad:
byYako1976identi.io
¿qué hijos dejaremos a esta Tierra? Sin embargo, tenemos suficiente conocimiento (científico) y suficiente
inteligencia (de espíritu y de corazón) para responder en consciencia a estas dos cuestiones fundamentales. Es
imperativamente necesario mantener diariamente el espíritu de que «no hay nada más valioso que el ser humano»; ni
el lucro, ni el poder, ni la vanagloria, ni siquiera el progreso. Ser plenamente humano para ser plenamente
consciente, es uno de nuestros desafíos. Un desafío con sabor «esencial»… Edgar Morin nos advierte con sagacidad
y convicción: «A base de sacrificar lo esencial por lo urgente… acabamos olvidando la urgencia de lo esencial».
Este seminario quería, ofreciendo una visión amplia de la nutrición moderna, subrayar esta urgencia.
Notas
1 Los neurotransmisores son sustancias bioquímicas que permiten a las informaciones nerviosas circular entre los diversos grupos de células
cerebrales (las neuronas).
2 Esta afirmación concierne, efectivamente, a todos los mamíferos tanto como al homo sapiens sapiens.
3 Este término es un acrónimo de «Slimness with the Lowest Index of Metabolism», expresión que se puede traducir por «Adelgazar gracias a los
índices metabólicos bajos». Por motivos de legibilidad, la referencia TM ha sido suprimida de los casos posteriores.
4 Ambos obtuvieron el premio Nobel de medicina en 1981 por sus descubrimientos sobre el tratamiento de la información en el sistema visual,
premio Nobel compartido con Roger Sperry por sus trabajos sobre el papel de los hemisferios cerebrales.
5 Los científicos conocen actualmente un gran número de neurotransmisores y han sido capaces de identificar su cometido: dopamina,
adrenalina, cortisol, serotonina… Otros serán sin duda descubiertos en los próximos años.
6 La insulina es una hormona producida por el páncreas. Es la encargada de mantener el nivel de azúcar sanguíneo dentro de una horquilla
razonable. Interviene de forma prioritaria en el metabolismo de los glúcidos y los lípidos. Está estrechamente ligada a nuestras sensaciones de vitalidad y
de bienestar.
7 La serotonina es una neurohormona que favorece la relajación y el buen humor. Tiene mucho que ver con nuestros ritmos biológicos y la
sensación de saciedad.
8 Cuya absoluta necesidad validamos, una vez más, en situaciones de urgencia y en enfermedades en fase aguda.
9 Me refiero especialmente a los trabajos de Mark Rosenzweig, Arnold Leiman y Marc Breedlove (Universidad de Berkeley, California).
10 El metabolismo es el conjunto de mecanismos que gestionan la forma por la que producimos la energía a partir del alimento.
11 Al menos siempre que no haya amenaza cardiovascular grave, que impondría prioritariamente un tratamiento basado en los medicamentos,
pero eso corresponde a menos del siete por ciento de los casos.
12 El entrenamiento autógeno es una técnica desarrollada a principios del siglo XX por un médico alemán: Johannes Schultz. Es un método
inspirado en la autohipnosis, que permite un relax inmediato focalizando la atención en las percepciones corporales. Los ejercicios permiten también influir
en el funcionamiento del organismo, el traslado de la atención comporta modificaciones cuantificables (cambios de la temperatura corporal, de la presión
arterial…) por un efecto de biofeedback.
13 Se trata de un estudio epidemiológico que se ocupa del análisis de un amplio cuadro de personas susceptibles de sufrir una crisis cardíaca.
14 El estudio Interheart, «Association of psychosocial risk factors with risk of acute myocardial infarction in 11.119 cases and 13.648 controls
from 52 countries (the INTERHEART study): caso-control study», fue publicado por Annika Rosengren, Salim Yusuf, Steven Hawken, Stephanie Ôunpuu
et al. en 2004 en la revista médica The Lancet, nº 9.438.
15 Este estudio, «Transient coronary occlusion with mental stress», fue llevado a cabo por Vasilios Papademetriou, John S. Gottdiener, Willem J.
Kop et al. Fue publicado en American Heart Journal, nº 6, volumen 132, en 1996.
16 El término «paciente» no se suele adoptar para personas con sobrepeso porque esto no se considera (todavía) una enfermedad, a menos que se
trate de una obesidad mórbida. No obstante, nosotros conservaremos este término porque el objetivo de este método es «curar» realmente el sobrepeso
mórbido.
17 El estudio «From mental power to muscle power, gaining strength by using the mind» fue publicado en la revista Neuropsychologia, nº 42, en
2004.
18 En La mente es su propia medicina, de los profesores Jon Kabat-Zinn y Richard Davidson, publicado en Francia por la editorial J’ai Lu en
2004.
19 Este tema está desarrollado en la ponencia: «Longévité et métabolisme mitochondrial: dialogue au cœur du vivant. Dix points-clés pour votre
consultation», de Entrevistas de Bichat, 2015.
20 Este estudio, «The effect of mindfulness-based cognitive therapy for prevention and relapse in recurrent major depressive disorder: a
systematic review and meta-analysis», sobre un total de 1.258 personas fue publicado en el Clinical Psychology Review y aparece citado en el libro L’esprit
est sa propre medicine, de los profesores Jon Kabat-Zinn y Richard Davidson, de la editorial Les Arènes en 2014.
21 Él cuenta su historia en La méditation m’a sauvé, un libro publicado por ediciones Marabout en 2014.
22 Las imágenes radiológicas mostraban un tejido óseo «apolillado», porque el hueso había sido devorado por la bacteria.
23 Esta frase se atribuye también en ocasiones al filósofo chino Confucio que vivió en el siglo V antes de nuestra era.
24 Descubrirá que el metabolismo de la celulitis es muy específico y está estrechamente ligado al equilibrio nervioso. Los cinco factores del ser
vivo adquirirán así toda su importancia.
25 En nuestro organismo, dos fases metabólicas están en equilibrio permanente: el catabolismo y el anabolismo. El catabolismo concierne a la
degradación de los tejidos demasiado viejos o dañados, así como de los compuestos orgánicos. El anabolismo concierne a la síntesis de nuevos tejidos o
compuestos orgánicos. Durante la infancia, el anabolismo es más importante que el catabolismo, la formación de tejidos nuevos predomina sobre la
degradación de los deteriorados, crecemos. Pasados los cincuenta años, el catabolismo predomina sobre el anabolismo. Determinados tejidos se llevan la
peor parte, especialmente los tejidos articulares, envejecemos. Estos dos extremos, anabolismo y catabolismo, se supone que deben estar equilibrados.
26 Los miembros de nuestra fundación médica se posicionan como «monitores de autoescuela», un oficio modesto en apariencia, pero que abre a
cada alumno un nuevo espacio de vida: la libertad de desplazarse, de ser protagonista de su salud, de su curación y de su delgadez reencontrada.
27 Quizás los conocerá mejor por su denominación pública: sistemas orto y parasimpáticos; antagonistas y complementarios.
28 Andrew Weil es médico y escritor. Diplomado por la Universidad de Harvard en medicina botánica, es un ardiente defensor de las medicinas
globales. Es autor de numerosas obras, algunas publicadas en Francia, de las que destaca Le corps médecin: comment développer son potentiel
d’autoguérison, publicado en 2000 por ediciones Godefroy, y Huit semaines pour retrouver une bonne santé, publicado en 2000 por J’ai Lu.
29 Esta producción tiene lugar en forma de adenosina trifosfato (ATP).
30 El conjunto es seguidamente transportado hasta las células por vía sanguínea.
31 Eso que llamamos «desorden nervioso» es esencialmente un desequilibrio entre nuestros sistemas orto y parasimpáticos.
32 Si le resulta más fácil o agradable, puede invertir el movimiento. Tape su narina izquierda con su dedo corazón derecho y luego su narina
derecha con su pulgar derecho.
33 Estas «grandes cifras» se han escogido para sustituir «1, 2, 3» porque tardan más en pronunciarse y permiten contar los segundos con mayor
precisión.
34 Empleo a propósito este verbo «nutrirse» porque es una idea muy importante. Durante las respiraciones, intente no considerar el aire como un
gas, un simple soplo, sino como un verdadero nutriente de salud que cura su cuerpo y lo refuerza en cada inspiración.
35 Cada semana puede aumentar 10 segundos hasta un máximo de 30. Nunca debe levantarse inmediatamente después, sino esperar siempre al
menos 1 minuto.
36 Si le resulta más fácil o agradable, puede invertir el movimiento. Tape su narina izquierda con su dedo corazón derecho, luego su narina
derecha con su pulgar derecho.
37 Si es necesario, puede refugiarse unos minutos en los lavabos para llevar a cabo su respiración.
38 Las curas purgativas y los ayunos primaverales se recomiendan desde los tiempos de Hipócrates (siglo V antes de nuestra era), y desde hace
casi cinco mil años en las medicinas china e india tradicionales.
39 Homos toxicus, documental aparecido en 2008.
40 La documentación destinada al gran público sobre estos temas es abundante y muy completa.
41 Este médico, filósofo y teólogo vivió en el siglo XVI. Se interesó especialmente por la alquimia con la seriedad suficiente para convertirse en
el precursor de la química moderna. Inició un giro fundamental que marcó el inicio de la medicina moderna.
42 Este estudio, titulado «Daily Stressors, Past Depression and Metabolic Responses to High-Fat Meals: A Novel Path to Obesity», fue publicado
en la revista Biological Psychiatry en 2014.
43 El hipotálamo es una zona nuclear del cerebro que gestiona las relaciones entre el sistema nervioso y el sistema endocrino.
44 Este médico alemán nació en 1894 y murió en 1970. Pulió su método durante casi treinta años, estudiando importantes cantidades de datos
fisiológicos y psicoemocionales.
45 Las herramientas «biofeedback» permiten objetivar estas reacciones en bucle gracias a aparatos que miden la temperatura corporal, el ritmo
cardíaco, la tensión muscular, la conductividad eléctrica cutánea…
46 Por el contrario, si tiene problemas para dormir, puede practicarlos encima de la cama, listo para caer en brazos de Morfeo, y así provocar un
adormecimiento apacible y un sueño reparador.
47 La eficacia del método Coué no es un mito. La fuerza de los mantras hindúes tampoco. Una repetición rítmica positiva y simple puede
cambiar su cuerpo por completo.
48 Puede eventualmente, si le parece más práctico, realizar estos bodyscans por la mañana. No obstante, en el programa detallado en el capítulo 5
se programarán por la noche.
49 En los países occidentales, por ejemplo, se considera que la vergüenza es una emoción secundaria, basada en el miedo y en una cólera dirigida
contra uno mismo.
50 Catedrático de psicología, ha sido profesor emérito del Albert Einstein College of Medicine. Ha publicado numerosas obras que no se han
traducido en España.
51 Esta presentación es esquemática. En realidad, la delimitación de nuestro campo emocional no es tan estricta y precisa. El córtex prefrontal,
sobre todo navega entre dos mundos psico neurológicos. Pero esta simplificación permite tener una idea global.
52 Este es el amplio ámbito de estudio de las neuronas espejo.
53 Esta cita está tomada del libro Ecce homo, 2015, Alianza Editorial.
54 Este estudio ha sido publicado por Ariane Publication et Distribution en 2008.
55 Como los medicamentos, algunos de estos productos han sido testados «contra placebo», a fin de constatar con el máximo rigor su eficacia
real.
56 Los textos legales concluyeron en 2012.
57 Un mucílago es una sustancia vegetal formada de polisacáridos que se hinchan al contacto con el agua. El mucílago pasa a ser viscoso y
pegajoso.
58 Para quienes conocen ya el índice SLIM-data, esta categoría corresponde a la que antiguamente se etiquetaba como «roja». Dado que este
color suele asociarse a la idea de prohibido, nos pareció más correcto evitar su uso en la tabla. De hecho, todos los alimentos de la zona azul están
permitidos si van asociados a los alimentos de la zona verde.
59 Descubriremos que en ciertos casos de fuertes desequilibrios neuro-hormono-metabólicos, la celulitis va a infiltrarse en zonas «sensibles» del
cuerpo: brazos (zona del tríceps), cuello, rodillas…
60 Recordemos que el sufijo «-itis» indica siempre una inflamación. La artritis, por ejemplo, es un fenómeno inflamatorio de las articulaciones.
El término celulitis designa por tanto directamente una «inflamación de las células grasas».
61 La histopatología es una disciplina médica cuya finalidad es establecer diagnósticos a partir del estudio microscópico de los tejidos.
62 Francis Bacon es un filósofo que vivió en Inglaterra a finales del siglo XVI.
63 Para aquellos que ya conocían el índice SLIM-data, la zona azul se corresponde con lo que antes era la zona roja. Puesto que este color está
actualmente asociado con la noción de prohibido, nos ha parecido mejor evitar su utilización en este cuadro. En efecto, todos los alimentos de la zona azul
están permitidos siempre que se combinen con alimentos de la zona verde.
64 Médico especializado en neurobiología, biología de la nutrición, programa Nutrición y Cáncer; miembro fundador del l’IN2A (Instituto de
Neurociencias y Neuronutrición Aplicadas). Director científico de los laboratorios Forté Pharma.
65 Profesor titular universitario (Niza/Sofia-Antipolis).
66 Doctor en Farmacia, responsable R & D de los laboratorios Forté Pharma (Mónaco).
67 Doctor en Farmacia, responsable de la formación y comunicación científicas de los laboratorios Forté Pharma (Mónaco).
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus
titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún
fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
Título original: Programmez votre cerveau minceur, publicado con licencia de Éditions Albin Michel

© Yann Rougier, 2017


© De la traducción: Montse Roca, 2018
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