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1. Todos los convenios de la OIT ratificados por Colombia hacen parte del
ordenamiento jurídico interno y son, por tanto, normas de obligatorio
cumplimiento.
1
Por ejemplo, la sentencia del Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda,
Expediente 2891, Octubre 21 de 1980, CP Aydée Anzola Linares, que, basándose en el artículo 1° de la Ley
7ª de 1944, expresa: “no existe precepto alguno constitucional ni legal que exija, fuera de la ley aprobatoria de
los convenios internacionales, otra que los desarrolle, para que puedan regir dentro de nuestro derecho
interno”.
2
Sobre la fuerza vinculante de la ratio decidendi en las sentencias de la Corte Constitucional, ver entre otras
la C-131/93 y la C-037/96.
Dice la sentencia: “por lo tanto, al resolver ‘el caso controvertido’ – en los términos
del artículo 19 del Código Sustantivo del Trabajo acusado en el presente proceso-, tales
convenios son norma aplicable de manera principal y directa, y han de incidir en la
determinación del alcance de las normas legales que también sean aplicables.
Adicionalmente, los convenios que integran el bloque de constitucionalidad en sentido
estricto han de prevaler en el orden interno (C.P., art. 93, inc. 1), lo cual ha de ser
reconocido y respetado al resolver ‘el caso controvertido”
Sin embargo –agregamos nosotros-, debe aclararse que no siempre las normas
de un convenio de la OIT son directamente aplicables a casos concretos. Para que lo
sean deberán ostentar el carácter de “auto-ejecutivas”, es decir, normas redactadas de
manera clara, incondicional y precisa, de forma tal que creen derechos subjetivos. Hay
otro tipo de normas en los convenios –las llamadas “programáticas o promocionales”-,
que trazan derroteros, guías generales, o remiten a los desarrollos de las legislación
interna. A diferencia de las auto-ejecutivas, estas últimas, a pesar de ser internamente
válidas, no permiten su aplicación a casos concretos y requieren desarrollos legislativos o
administrativos nacionales. Hemos sostenido que, cuando una norma internacional del
trabajo incorporada al bloque de la legalidad laboral, tenga carácter programático, el
gobierno podrá hacerla ejecutable mediante el ejercicio de su potestad reglamentaria, tal y
como debe hacerlo con una ley interna que requiere reglamentación 3
Hasta la sentencia que acá comentamos (es decir, durante unos trece años), la
jurisprudencia de la Corte mostraba una clara tendencia a considerar que todos los
convenios de la OIT formaban parte del llamado bloque de constitucionalidad. No
reconocía que muchos de ellos no podían ostentar tal status, sino el equivalente a leyes
internas. Esta posición de la Corte la criticamos en su momento por no ser consistente
con una interpretación sistemática de la Carta, crítica que no reproduciremos acá por
razones de espacio 4
Y aquí discrepamos con el alto tribunal: hemos sostenido desde hace varios años,
en distintos foros y escritos 5 , que la mayoría de los convenios de OIT se incorporan
automáticamente al que hemos llamado “bloque de la legalidad laboral” (conjunto de la
legislación en materia de trabajo), en tanto que sólo una minoría de ellos se inserta en el
bloque de la constitucionalidad. Es decir, nuestra posición sobre cuáles convenios de la
OIT se incorporan al bloque de la constitucionalidad es más estricta que la que ahora
sostiene la Corte. Hemos argumentado que a dicho bloque en Colombia sólo se
3
Sobre la distinción entre normas auto-ejecutivas y programáticas ver: Carlos Ernesto Molina M. Las normas
internacionales del trabajo y su efectividad en el derecho colombiano”, Editorial Temis, Bogotá, 2005,
primera edición, páginas 230 y siguientes.
4
Al respecto: Ibidem, página 211 y siguientes.
5
Ibidem, páginas 166 y siguientes.
incorporan aquellas normas internacionales del trabajo que reúnan las dos condiciones
sine qua non, exigidas por el artículo 93 CP: i) normas que contengan derechos humanos,
ii) que además prohíban su limitación durante los estados de excepción. A nuestro juicio,
estas dos condiciones sólo las reúnen muy pocos convenios. Concretamente, los
convenios 87 y 98 (libertad sindical), 105 (abolición del trabajo forzoso), 100 (igualdad de
remuneración entre hombre y mujeres por un trabajo de igual valor), 111 (discriminación
en empleo y ocupación), 138 (edad mínima para trabajar) y 182 (peores formas de trabajo
infantil). Prácticamente todos ellos hacen parte de la Declaración de la OIT (1998) sobre
los derechos fundamentales en el trabajo.
El artículo 93 superior señala que, para que una NIT “prevalezca” en el orden
interno debe reunir dos condiciones: a) que verse sobre derechos humanos y b) que
prohiba su limitación durante los estados de excepción (en Colombia tales estados son los
de conmoción interior, emergencia económica o guerra exterior)
X⇒Y
6
Ibidem, página 213 y siguientes.
7
Ulrich Klug. Lógica jurídica. Editorial Temis S.A., segunda reimpresión, Bogotá, 2004, páginas 53 y
siguientes.
En la norma constitucional del artículo 93, el supuesto X incluye dos condiciones
(a y b) para que la consecuencia o disposición (Y) se produzca (es decir, la prevalencia en
el orden interno de la norma internacional que cumple esas dos condiciones). O sea:
[a + b] ⇒ Y
[a + b + c] ⇒ Y
Según su fallo, los convenios de la OIT, ratificados por Colombia, pueden jugar un
doble papel en el ordenamiento jurídico colombiano: i) ser normas exactamente aplicables
al caso controvertido y ii) servir como criterios auxiliares.
El artículo 19 CST enuncia las fuentes del Derecho del Trabajo colombiano. Ellas
son de dos clases: 1) fuentes de aplicación principal y 2) fuentes de aplicación supletoria
o subsidiaria.
8
Guillermo Camacho Henríquez. Derecho del trabajo. Tomo I. Teoría General y Relaciones Individuales.
Editorial Temis, Bogotá, 1961, página 127.
dispone la sentencia C-401/05, a las anteriores fuentes deben agregarse los convenios de
la OIT debidamente ratificados por Colombia.
A su vez, las fuentes auxiliares o supletorias son aquellas aplicables sólo cuando
no exista una norma en la cual pueda subsumirse el caso controvertido de manera
principal o prevalente. Según el artículo 19 CST esas fuentes son “las (normas) que
regulen casos o materias semejantes, los principios que se deriven de este código, la
jurisprudencia, la costumbre o el uso, la doctrina, los convenios y recomendaciones
adoptadas por la organización y las conferencias internacionales del trabajo, en cuanto no
se opongan a las leyes sociales del país, los principios del derecho común que no sean
contrarios a los del derecho del trabajo”
La sentencia que comentamos, indica que la frase “los convenios”, para ser
armónica con el Estatuto Superior, ha de entenderse como “convenios ratificados”, que no
sean exactamente aplicables al caso controvertido. Dijo la Corte: “Pues bien, para llenar el
vacío específico, se puede también acudir a los convenios ratificados por Colombia, no
porque sean normas supletorias, sino porque son fuente principal y directa de derecho
que pueden servir de base para llenar el vacío. En este sentido, su aplicación, no su nivel
normativo ni su fuerza jurídica, se torna, para ese caso, supletoria. En esta eventualidad,
el convenio también debe haber sido ratificado por Colombia (artículo 53 C.P.)”
9
Carlos Alberto Etala. Interpretación y aplicación de las normas laborales. Editorial Astrea. Buenos Aires,
2004, página 115.
10
Francesco Carnelutti. Teoría General del Derecho. Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1955,
páginas 116 y siguientes.
11
Norberto Bobbio. Teoría General del derecho. Editorial Temis S.A., 1997, página 235. Ver también la
sentencia C-083/95, MP Carlos Gaviria Díaz.
[normas de tal ordenamiento] que regulen casos o materias semejantes, los principios que
se deriven de este código (…)”
Dicho de otro modo: en la frase “se aplican las [normas] que regulen casos o
materias semejantes”, ya se incluyen de hecho los convenios de OIT ratificados por
Colombia en los cuales pueda apelarse al razonamiento per analogiam o a simile, de igual
manera como se utilizaría otra norma de origen nacional.
La sentencia que acá comentamos (al igual que otras que versan sobre materias
que despiertan polémica en el seno de la Corte), es una especie de “sentencia de
mínimos”, lo que no significa demeritar los innegables avances jurisprudenciales que
representa. El tema que trata la Corte en esta sentencia es sin duda controversial. No en
cuanto a que los convenios de la OIT son, per se, parte integrante del ordenamiento
jurídico colombiano, sino en cuanto a la definición de cuáles prevalecen en éste, es decir,
cuáles integran el bloque de la constitucionalidad (esto se evidencia en las aclaraciones
de voto de los magistrados Cepeda y Córdoba). Durante trece años, la Corte tendió a
considerar que todos los convenios de la OIT integraban tal bloque. De ahí que sea
ciertamente un avance el que la Corte ahora sostenga que sólo algunos de ellos lo
integran.
a) La frase “los convenios” dentro del artículo 19 del CST debió haber sido
objeto de una interpretación extensiva, para incluir en ella no sólo los
convenios de la OIT, sino otras normas internacionales del trabajo (que
a mediados del siglo pasado no existían o no tenían la fuerza normativa
que actualmente ostentan), como la Declaración Universal de los
DDHH, la Declaración Americana de los derechos del Hombre, los
pactos Internacionales de derechos civiles y políticos y de derechos
económicos, sociales y culturales, el Protocolo de San Salvador, etc. Se
debieron incluir también los tratados bilaterales o multilaterales en
materia laboral y de seguridad social, celebrados por el estado
colombiano con otros estados.
12
Carlos Ernesto Molina M. Las normas internacionales del trabajo y su efectividad…., páginas 181 y
siguientes.
Aparte de las obvias en la función jurisdiccional, el fallo tiene repercusiones
importantes en las prácticas jurídico-laborales colombianas. Con el objetivo general de
romper el paradigma dualista que aún influye inercialmente, de esta sentencia pueden
extraerse pautas para emprender algunas acciones, tales como: