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Los Convenios de la OIT ratificados, son normas de

obligatoria aplicación en Colombia


Análisis de la sentencia C-401/05 y de sus implicaciones en la cultura
jurídico-laboral colombiana

Por: Carlos Ernesto Molina M., especialista en Derecho Laboral y Gestión


Humana Organizacional

A. El contexto histórico y jurídico de la expresión “los convenios”, dentro


del artículo 19 del CST

El artículo 19 del CST, dice:

“Normas de aplicación supletoria. Cuando no haya norma exactamente aplicable al


caso controvertido, se aplican las que regulen casos o materias semejantes, los
principios que se deriven de este código, la jurisprudencia, la costumbre o el uso,
la doctrina, los convenios y recomendaciones adoptadas por la organización y las
conferencias internacionales del trabajo, en cuanto no se opongan a las leyes
sociales del país, los principios del derecho común que no sean contrarios a los
del derecho del trabajo, todo dentro de un espíritu de equidad” (el subrayado no
hace parte del texto)

Al resolver una demanda de inexequibilidad contra la expresión “los convenios” en


este artículo, la Corte Constitucional ha declarado que tal expresión es constitucional
siempre y cuando “(i) no exista convenio aplicable directamente, como fuente principal o
prevalente, al caso controvertido, y (ii) el convenio que se aplique supletoriamente esté
debidamente ratificado por Colombia” (sentencia C-401/05 de abril 14 de 2005, MP
Manuel José Cepeda E.)

Con esta declaratoria de constitucionalidad condicionada, el alto tribunal trata de


armonizar el texto de este artículo con la actual Carta, particularmente con sus artículos
53, inciso 4º, y 93.

Es bueno recordar que el mencionado artículo 19 es una de las normas originarias


del Código Sustantivo del Trabajo, expedido inicialmente bajo régimen de excepción
(decretos 2663 y 3743 de 1950) y adoptado posteriormente como legislación permanente
(ley 141 de 1961). Es decir, tal norma fue generada bajo la vigencia de la anterior
Constitución. Y esa circunstancia tiene implicaciones:

Bajo la Constitución de 1886, la incorporación de los tratados internacionales al


ordenamiento jurídico interno (entre ellos los convenios de OIT), siempre se entendió bajo
la denominada teoría dualista: los contenidos de un instrumento internacional
perfeccionado (es decir, aprobados por el Congreso y ratificados por el Ejecutivo), no se
consideraban normas internas válidas y obligatorias para jueces, operadores jurídicos y
ciudadanos, hasta tanto fueran reproducidos por leyes posteriores a su ratificación y
distintas a la ley aprobatoria del tratado. Mientras dicho transvase no sucediera, las
normas internacionales tenían sólo existencia y validez entre el estado colombiano y los
otros sujetos de Derecho Internacional involucrados, pero en el ámbito interno no tenían
efectos.

No obstante, esporádicamente se dieron arduos debates entre los defensores de


la teoría dualista y los de la teoría monista. Estos últimos defendían la preeminencia
automática de la norma internacional sobre la nacional, cuando la primera fuera ratificada
por Colombia. Con todo, la teoría dualista prevaleció, con algunos excepcionales y
fugaces momentos 1

Evidentemente, el artículo 19 CST se basa en la teoría dualista, imperante para


esa época. Y por eso no podía admitir que un convenio de la OIT, aunque fuera ratificado,
constituyera, por si mismo, “norma exactamente aplicable al caso controvertido”, mientras
no fuera transcrito o desarrollado por una ley posterior a su ratificación. De ahí que sólo
permitiera recurrir al convenio como fuente supletoria.

Pero la Constitución de 1991 relega la concepción dualista y adopta


decididamente la teoría monista (en su versión moderada) del derecho internacional.
Efectivamente, según la actual Constitución, los convenios internacionales del trabajo
debidamente ratificados “hacen parte de la legislación interna” (artículo 53-4), o incluso
pueden prevalecer en el ordenamiento, con jerarquía de normas constitucionales
(artículos 93 y 94), o sea, como integrantes del bloque de la constitucionalidad. Por tanto,
esos convenios y tratados ratificados (y añadimos nosotros, promulgados), constituyen
normas directamente aplicables en Colombia al caso controvertido, y no simples normas
de aplicación supletoria, como quería el artículo 19 CST.

B. Los principales aspectos de la ratio decidendi y del obiter dictum de la


sentencia C-401/05

Al examinar las motivaciones de la sentencia así como su dispositivo, deben


resaltarse las siguientes puntualizaciones de la Corte, que, por tener unidad de sentido,
constituyen cosa juzgada, tanto implícita (ratio decidendi), como explícita, en materia
constitucional, y por tanto son elementos de obligatoria observancia para jueces y otros
operadores jurídicos 2 :

1. Todos los convenios de la OIT ratificados por Colombia hacen parte del
ordenamiento jurídico interno y son, por tanto, normas de obligatorio
cumplimiento.

1
Por ejemplo, la sentencia del Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Segunda,
Expediente 2891, Octubre 21 de 1980, CP Aydée Anzola Linares, que, basándose en el artículo 1° de la Ley
7ª de 1944, expresa: “no existe precepto alguno constitucional ni legal que exija, fuera de la ley aprobatoria de
los convenios internacionales, otra que los desarrolle, para que puedan regir dentro de nuestro derecho
interno”.
2
Sobre la fuerza vinculante de la ratio decidendi en las sentencias de la Corte Constitucional, ver entre otras
la C-131/93 y la C-037/96.
Dice la sentencia: “por lo tanto, al resolver ‘el caso controvertido’ – en los términos
del artículo 19 del Código Sustantivo del Trabajo acusado en el presente proceso-, tales
convenios son norma aplicable de manera principal y directa, y han de incidir en la
determinación del alcance de las normas legales que también sean aplicables.
Adicionalmente, los convenios que integran el bloque de constitucionalidad en sentido
estricto han de prevaler en el orden interno (C.P., art. 93, inc. 1), lo cual ha de ser
reconocido y respetado al resolver ‘el caso controvertido”

Lo anterior significa, ni más ni menos, que un convenio de la OIT ratificado por


Colombia, se convierte en norma interna de naturaleza legal o constitucional, como si
hubiera sido producida internamente. Se sigue de ello que, al momento de buscar la
norma o normas reguladoras de un determinado caso, los jueces, funcionarios, abogados
y demás operadores jurídicos, no deben limitar su indagación a las normas laborales de
origen nacional (por ejemplo, las normas del CST, los actos administrativos pertinentes,
etc.), sino que también deberán tener a la vista los convenios de la OIT que versen sobre
la materia. Deberán aplicar la norma en la que se subsuma el caso, cualquiera sea su
origen, observando los criterios de vigencia en el tiempo (antinomias) y de idoneidad, sin
que sea admisible preferir la de origen nacional por el simple hecho de serlo.

Hay muchos casos en los que no se encuentran normas de origen interno


exactamente aplicables al caso subjudice, mas si se las encuentra en convenios de OIT
ratificados. Algunos ejemplos:

• Convenio 52 (vacaciones anuales pagadas), 1939, artículo 2-3-a):


contabilización de días hábiles para efecto del disfrute de las vacaciones.
• Convenio 29 (trabajo forzoso), artículo 2-2: definición de trabajo forzoso
• Convenio 105 (trabajo forzoso), artículo 1: supresión como medio de coerción
o educación política, o de movilización de mano de obra para fines de
crecimiento económico, etc.
• Convenio 95 (protección del salario), artículo 3-1: prohibición de pagar el
salario con pagarés, vales, cupones, etc.
• Convenio 111 (discriminación en materia de empleo u ocupación): significado
de “discriminación” (artículo 1)
• Convenio 167 de 1988 (seguridad y salud en la construcción), artículos 13 a
34.
• Convenio 174 (prevención de accidentes industriales mayores), artículo 21.

2. Las normas de los convenios de la OIT ratificados por Colombia, son


obligatorias y principales por si mismas, sin necesidad de que una ley
posterior las transcriba o desarrolle

Esta es una puntualización importante, que se deriva claramente de los artículos


53-4 y 93 de la Constitución. Es decir, los jueces y otros operadores jurídicos deberán dar
cumplimiento a los convenios de OIT, sin esperar necesariamente a que se expidan
disposiciones internas (leyes, decretos, etc.) que las transcriban.

Sin embargo –agregamos nosotros-, debe aclararse que no siempre las normas
de un convenio de la OIT son directamente aplicables a casos concretos. Para que lo
sean deberán ostentar el carácter de “auto-ejecutivas”, es decir, normas redactadas de
manera clara, incondicional y precisa, de forma tal que creen derechos subjetivos. Hay
otro tipo de normas en los convenios –las llamadas “programáticas o promocionales”-,
que trazan derroteros, guías generales, o remiten a los desarrollos de las legislación
interna. A diferencia de las auto-ejecutivas, estas últimas, a pesar de ser internamente
válidas, no permiten su aplicación a casos concretos y requieren desarrollos legislativos o
administrativos nacionales. Hemos sostenido que, cuando una norma internacional del
trabajo incorporada al bloque de la legalidad laboral, tenga carácter programático, el
gobierno podrá hacerla ejecutable mediante el ejercicio de su potestad reglamentaria, tal y
como debe hacerlo con una ley interna que requiere reglamentación 3

3. Los convenios de la OIT ratificados son normas internas, pero no todos


hacen parte del bloque de la constitucionalidad

La Corte dedica buena parte de la sentencia al tema de la jerarquía que adquieren


los convenios de la OIT en el derecho colombiano. Podríamos resumir su tesis en pocas
palabras: si bien todos los convenios de la OIT ratificados por Colombia hacen parte de la
legislación interna, sólo algunos se incorporan al bloque de la constitucionalidad (es decir,
como normas de rango constitucional)

Hasta la sentencia que acá comentamos (es decir, durante unos trece años), la
jurisprudencia de la Corte mostraba una clara tendencia a considerar que todos los
convenios de la OIT formaban parte del llamado bloque de constitucionalidad. No
reconocía que muchos de ellos no podían ostentar tal status, sino el equivalente a leyes
internas. Esta posición de la Corte la criticamos en su momento por no ser consistente
con una interpretación sistemática de la Carta, crítica que no reproduciremos acá por
razones de espacio 4

La Corte asevera que la incorporación de un convenio de la OIT al bloque de la


constitucionalidad “no es automática”. Señala que para que un convenio de la OIT se
incorpore al bloque de la constitucionalidad se requiere que la propia Corte lo decida de
manera específica y caso por caso, “tal y como lo ha venido haciendo” en anteriores
sentencias, “o lo señale en el futuro”. Para nosotros esto significa que la Corte ratifica con
este fallo las inserciones específicas a dicho bloque, que ella misma ha decidido en el
pasado, lo que lleva forzosamente a concluir que ella sigue considerando incluido en el
bloque de la constitucionalidad un número significativo de convenios de la OIT.

Y aquí discrepamos con el alto tribunal: hemos sostenido desde hace varios años,
en distintos foros y escritos 5 , que la mayoría de los convenios de OIT se incorporan
automáticamente al que hemos llamado “bloque de la legalidad laboral” (conjunto de la
legislación en materia de trabajo), en tanto que sólo una minoría de ellos se inserta en el
bloque de la constitucionalidad. Es decir, nuestra posición sobre cuáles convenios de la
OIT se incorporan al bloque de la constitucionalidad es más estricta que la que ahora
sostiene la Corte. Hemos argumentado que a dicho bloque en Colombia sólo se

3
Sobre la distinción entre normas auto-ejecutivas y programáticas ver: Carlos Ernesto Molina M. Las normas
internacionales del trabajo y su efectividad en el derecho colombiano”, Editorial Temis, Bogotá, 2005,
primera edición, páginas 230 y siguientes.
4
Al respecto: Ibidem, página 211 y siguientes.
5
Ibidem, páginas 166 y siguientes.
incorporan aquellas normas internacionales del trabajo que reúnan las dos condiciones
sine qua non, exigidas por el artículo 93 CP: i) normas que contengan derechos humanos,
ii) que además prohíban su limitación durante los estados de excepción. A nuestro juicio,
estas dos condiciones sólo las reúnen muy pocos convenios. Concretamente, los
convenios 87 y 98 (libertad sindical), 105 (abolición del trabajo forzoso), 100 (igualdad de
remuneración entre hombre y mujeres por un trabajo de igual valor), 111 (discriminación
en empleo y ocupación), 138 (edad mínima para trabajar) y 182 (peores formas de trabajo
infantil). Prácticamente todos ellos hacen parte de la Declaración de la OIT (1998) sobre
los derechos fundamentales en el trabajo.

4. Para que un convenio de la OIT haga parte del bloque de la


constitucionalidad se requiere que así lo decida expresamente la Corte
Constitucional, caso por caso

Como adelantamos antes, la Corte indica que al bloque de la constitucionalidad


sólo ingresan aquellos convenios de la OIT que ella señale, caso por caso. También
asevera que, cuando ella decida tal inserción, indicará si dicha incorporación se hace al
bloque de la constitucionalidad stricto sensu (normas constitucionales de índole laboral,
que prevalecen en el orden interno por reunir las condiciones señaladas por el artículo 93
CP), o al lato sensu (normas superiores que juegan un rol hermenéutico para determinar
el alcance de una norma). Esto último constituye, a nuestro juicio, un avance
jurisprudencial, toda vez que veníamos criticando el hecho de que la Corte no hacía tal
aclaración 6 .

Sin embargo, no compartimos la tesis de la Corte, cuando dice que la


incorporación de un convenio de la OIT al bloque de la constitucionalidad debe ser
precedida de una decisión expresa y específica de ese organismo.

El artículo 93 superior señala que, para que una NIT “prevalezca” en el orden
interno debe reunir dos condiciones: a) que verse sobre derechos humanos y b) que
prohiba su limitación durante los estados de excepción (en Colombia tales estados son los
de conmoción interior, emergencia económica o guerra exterior)

Es decir, en la norma anotada encontramos un supuesto jurídico (tratado


internacional que reúna las dos condiciones señaladas) y una disposición (prevalencia en
el orden interno), que se presenta cuando sean realidad las dos condiciones sine qua non
de dicho supuesto. En términos de lógica jurídica, la mencionada norma representa un
caso de “implicación intensiva” 7 –predominante en los ámbitos jurídicos-, entendiendo por
tal una estructura normativa donde el cumplimiento de un supuesto (que incluye una o
más condiciones) es necesario para que la consecuencia jurídica o disposición, prevista
por ella, se dé. En las “implicaciones intensivas” se encuentra la relación “sólo cuando X,
entonces Y”. En simbolismo lógico este tipo de implicación se representa así:

X⇒Y

6
Ibidem, página 213 y siguientes.
7
Ulrich Klug. Lógica jurídica. Editorial Temis S.A., segunda reimpresión, Bogotá, 2004, páginas 53 y
siguientes.
En la norma constitucional del artículo 93, el supuesto X incluye dos condiciones
(a y b) para que la consecuencia o disposición (Y) se produzca (es decir, la prevalencia en
el orden interno de la norma internacional que cumple esas dos condiciones). O sea:

[a + b] ⇒ Y

Si embargo, la Corte Constitucional, en la sentencia que acá comentamos,


introduce una nueva condición dentro de la prótasis o supuesto (que aquí
representaremos con “c”): que ese alto tribunal declare expresamente para el caso
concreto, que un determinado convenio de OIT ratificado hace parte del bloque de la
constitucionalidad. Es decir, la estructura lógica del artículo 93 sería, según esta tesis de
la Corte:

[a + b + c] ⇒ Y

Con lo cual la Corte Constitucional, a nuestro juicio, está poniendo en boca de la


Constitución algo que ésta no quiere decir. Según la Constitución, la prevalencia de un
convenio de la OIT en el orden interno se dará cuando dicho convenio reúna las dos
condiciones señaladas por el artículo 93. No señala una tercera condición consistente en
que la Corte Constitucional declare que dicho convenio debe prevalecer. Según el artículo
241 de la Constitución, a la Corte Constitucional se le confía la integridad y supremacía de
la Carta, pero ello no significa que tenga poderes constituyentes que le permitan agregar
contenidos materiales a ese Estatuto. En el caso que comentamos, la Corte está
introduciendo una condición no prevista en la Carta, para que un convenio de la OIT entre
a hacer parte del bloque normativo superior.

5. Al igual que cualquier otra norma del ordenamiento jurídico interno, un


convenio de la OIT puede aplicarse por vía analógica, pero siempre y cuando
esté ratificado

Según su fallo, los convenios de la OIT, ratificados por Colombia, pueden jugar un
doble papel en el ordenamiento jurídico colombiano: i) ser normas exactamente aplicables
al caso controvertido y ii) servir como criterios auxiliares.

¿Qué significa esto?

El artículo 19 CST enuncia las fuentes del Derecho del Trabajo colombiano. Ellas
son de dos clases: 1) fuentes de aplicación principal y 2) fuentes de aplicación supletoria
o subsidiaria.

Las fuentes de aplicación principal son aquellas normas “exactamente aplicables


al caso controvertido”. En la concepción inicial del artículo 19 (en concordancia con el
artículo 43 de la misma codificación), podemos decir que tales fuentes prevalentes son: la
ley laboral (que incluye los actos administrativos que la desarrollan), los laudos arbitrales,
los pactos y convenciones colectivas y los reglamentos internos de trabajo 8 . Según lo

8
Guillermo Camacho Henríquez. Derecho del trabajo. Tomo I. Teoría General y Relaciones Individuales.
Editorial Temis, Bogotá, 1961, página 127.
dispone la sentencia C-401/05, a las anteriores fuentes deben agregarse los convenios de
la OIT debidamente ratificados por Colombia.

A su vez, las fuentes auxiliares o supletorias son aquellas aplicables sólo cuando
no exista una norma en la cual pueda subsumirse el caso controvertido de manera
principal o prevalente. Según el artículo 19 CST esas fuentes son “las (normas) que
regulen casos o materias semejantes, los principios que se deriven de este código, la
jurisprudencia, la costumbre o el uso, la doctrina, los convenios y recomendaciones
adoptadas por la organización y las conferencias internacionales del trabajo, en cuanto no
se opongan a las leyes sociales del país, los principios del derecho común que no sean
contrarios a los del derecho del trabajo”

La sentencia que comentamos, indica que la frase “los convenios”, para ser
armónica con el Estatuto Superior, ha de entenderse como “convenios ratificados”, que no
sean exactamente aplicables al caso controvertido. Dijo la Corte: “Pues bien, para llenar el
vacío específico, se puede también acudir a los convenios ratificados por Colombia, no
porque sean normas supletorias, sino porque son fuente principal y directa de derecho
que pueden servir de base para llenar el vacío. En este sentido, su aplicación, no su nivel
normativo ni su fuerza jurídica, se torna, para ese caso, supletoria. En esta eventualidad,
el convenio también debe haber sido ratificado por Colombia (artículo 53 C.P.)”

No compartimos este último entendimiento de la Corte de la frase “los convenios”,


por las siguientes razones:

En primer lugar, porque esa interpretación no armoniza (pudiendo hacerlo) con la


estructura sistemática y lógica de la norma contenida en el artículo 19. En efecto, esta
norma prescribe las maneras o métodos como el juez y el operador jurídico deben
enfrentar las llamadas “lagunas técnicas o de regulación” dentro del ordenamiento
jurídico, es decir, las omisiones normativas para determinadas situaciones, en que cabría
esperar regulación 9 . Esas maneras o métodos podrían agruparse, siguiendo a
CARNELUTTI 10 , en dos: la auto-integración y la hetero-integración.

La auto-integración consiste en obtener la composición y solución de un caso no


contemplado exactamente en el ordenamiento jurídico positivo, recurriendo al ámbito
mismo de las leyes vigentes, esto es, sin echar mano de otros ordenamientos o fuentes
diferentes. La auto-integración se vale fundamentalmente de dos métodos: la analogía
(solucionar la controversia recurriendo a normas vigentes dentro del propio ordenamiento,
que regulen casos que exhiban semejanzas relevantes –analogía legis-, o extrayendo de
varias normas los criterios necesarios para regular un caso –analogía iuris- 11 ) y los
principios generales del ordenamiento laboral (o sea, deducir la solución desde los
principios inspiradores del ordenamiento positivo laboral). Ambos métodos están
expresamente contemplados en el artículo 19, al afirmar que cuando no haya norma (del
ordenamiento laboral) exactamente aplicable al caso controvertido, “se aplican las

9
Carlos Alberto Etala. Interpretación y aplicación de las normas laborales. Editorial Astrea. Buenos Aires,
2004, página 115.
10
Francesco Carnelutti. Teoría General del Derecho. Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1955,
páginas 116 y siguientes.
11
Norberto Bobbio. Teoría General del derecho. Editorial Temis S.A., 1997, página 235. Ver también la
sentencia C-083/95, MP Carlos Gaviria Díaz.
[normas de tal ordenamiento] que regulen casos o materias semejantes, los principios que
se deriven de este código (…)”

El método analógico recurre a normas vigentes del ordenamiento, que no regulan


exactamente el caso sub-judice, pero si otro u otros semejantes, que ostenten la misma
ratio. O sea, si el intérprete no encuentra una norma dentro del ordenamiento que
resuelva exactamente el caso sometido a su juicio (incluyendo convenios de OIT
ratificados), deberá acudir a otras normas vigentes (entre ellas otros convenios de OIT
ratificados), que disciplinen casos esencialmente semejantes.

Dicho de otro modo: en la frase “se aplican las [normas] que regulen casos o
materias semejantes”, ya se incluyen de hecho los convenios de OIT ratificados por
Colombia en los cuales pueda apelarse al razonamiento per analogiam o a simile, de igual
manera como se utilizaría otra norma de origen nacional.

El otro método contemplado por el artículo 19 es el de la hetero-integración.


Consiste en utilizar ordenamientos diferentes al laboral nacional, o recurrir a otras fuentes
distintas a la dominante (en este caso la ley), pero dentro del mismo ámbito laboral. Esta
última modalidad incluye la jurisprudencia, la costumbre praeter legem, el uso y los
principios “del derecho común que no sean contrarios a los del derecho del trabajo”.

Ahora bien. Visto ya que el método analógico es aplicable a convenios ratificados


por Colombia, que regulen materias semejantes (auto-integración), la frase “los
convenios” debería entenderse bajo el concepto de hetero-integración: normas
internacionales del trabajo, que no ostenten el carácter de normas vigentes en el derecho
interno colombiano. Vale decir, la expresión “los convenios”, a la luz de la Constitución de
1991, debe referirse a convenios de la OIT no ratificados por Colombia y no, como
sostiene la Corte, a convenios ratificados.

En segundo lugar, debe decirse que sólo el entendimiento de la expresión “los


convenios” en el sentido de “convenios no ratificados por Colombia”, permite que la frase
“en cuanto no se opongan a las leyes sociales del país”, que en el artículo 19 condiciona
la validez de esos instrumentos internacionales como fuente supletoria, pueda sostenerse
de manera no solamente lógica dentro de la estructura del artículo, sino también armónica
con la Constitución. En otras palabras, el entendimiento que da la Corte a la expresión
“los convenios”, como referida a “convenios ratificados”, lleva a entronizar una nueva
inconstitucionalidad dentro del artículo 19, ya que éstos sólo serían válidos como fuente
supletoria siempre y cuando “no se opongan a las leyes sociales del país”. Ello significaría
que “las leyes sociales del país” prevalecen sobre los convenios de la OIT ratificados, que
se utilicen como criterio hermenéutico auxiliar, lo que es contrario a los artículos 53-4 y 93
superiores.

C. Lo que no dijo (y quizás debió decir) la sentencia, o que la Corte podría


abordar en futuros pronunciamientos sobre el tema

La sentencia que acá comentamos (al igual que otras que versan sobre materias
que despiertan polémica en el seno de la Corte), es una especie de “sentencia de
mínimos”, lo que no significa demeritar los innegables avances jurisprudenciales que
representa. El tema que trata la Corte en esta sentencia es sin duda controversial. No en
cuanto a que los convenios de la OIT son, per se, parte integrante del ordenamiento
jurídico colombiano, sino en cuanto a la definición de cuáles prevalecen en éste, es decir,
cuáles integran el bloque de la constitucionalidad (esto se evidencia en las aclaraciones
de voto de los magistrados Cepeda y Córdoba). Durante trece años, la Corte tendió a
considerar que todos los convenios de la OIT integraban tal bloque. De ahí que sea
ciertamente un avance el que la Corte ahora sostenga que sólo algunos de ellos lo
integran.

Quizás por esa circunstancia, la sentencia no aprehendió algunos otros temas


propios de esta materia, que no se contemplaron en ella y que quedan como asignaturas
pendientes para el alto tribunal. He aquí algunos:

a) La frase “los convenios” dentro del artículo 19 del CST debió haber sido
objeto de una interpretación extensiva, para incluir en ella no sólo los
convenios de la OIT, sino otras normas internacionales del trabajo (que
a mediados del siglo pasado no existían o no tenían la fuerza normativa
que actualmente ostentan), como la Declaración Universal de los
DDHH, la Declaración Americana de los derechos del Hombre, los
pactos Internacionales de derechos civiles y políticos y de derechos
económicos, sociales y culturales, el Protocolo de San Salvador, etc. Se
debieron incluir también los tratados bilaterales o multilaterales en
materia laboral y de seguridad social, celebrados por el estado
colombiano con otros estados.

b) La puntualización de cuándo un convenio de la OIT se vuelve norma no


solamente válida en el ordenamiento interno, sino obligatoria. Hemos
sostenido 12 que una norma internacional del trabajo es norma
internamente válida en Colombia, cuando es ratificada; pero sólo es
obligatoria cuando es promulgada, según el procedimiento establecido
en la ley 7ª de 1944.

c) La diferenciación entre normas auto-ejecutivas y normas programáticas


o promocionales, dentro de un convenio. Este es un tema de evidente
vinculación con la efectividad de éstos, en el contexto del artículo 19
CST, con el cual la Corte habría podido desplegar una importante labor
de pedagogía.

d) Seguramente por lo polémico, y en el espíritu de lograr el consenso


mínimo en su Sala Plena, la Corte no menciona el tema de la
incorporación al bloque de la constitucionalidad de las recomendaciones
del Comité de Libertad Sindical de la OIT. Como se sabe, a partir de la
sentencia T-568/99, distintas salas de revisión de tutelas han sostenido
esa singular tesis, que hemos criticado. Teóricamente, esta habría sido
la oportunidad para sentar posición desde una sentencia del tipo “C”.

D. Las implicaciones del fallo

12
Carlos Ernesto Molina M. Las normas internacionales del trabajo y su efectividad…., páginas 181 y
siguientes.
Aparte de las obvias en la función jurisdiccional, el fallo tiene repercusiones
importantes en las prácticas jurídico-laborales colombianas. Con el objetivo general de
romper el paradigma dualista que aún influye inercialmente, de esta sentencia pueden
extraerse pautas para emprender algunas acciones, tales como:

a) El Icfes y las facultades de Derecho deberán revisar los programas


de pre-grado, relativos al Derecho Laboral. Hasta hoy el tema del
Derecho Internacional del Trabajo y de los convenios de la OIT
ocupan un lugar nulo o muy marginal en los currículos. La
enseñanza del Derecho Laboral, en lo sucesivo, no deberá
circunscribirse a la legislación de origen nacional que rige el trabajo
en los sectores público y privado, sino a los convenios de la OIT
ratificados por Colombia, por su carácter de normas jurídicas de
aplicación principal.

b) Las facultades de Derecho deberían revisar sus programas de


educación continuada en Derecho Laboral (diplomados y
posgrados), para incorporar el tema.

c) El Consejo Superior de la Judicatura debería incluir el tema en sus


programas de actualización de jueces laborales, mediante el
refrescamiento en materias como el Derecho Internacional Público,
Constitucional e Internacional del Trabajo.

d) Las empresas editoriales privadas y oficiales, que publican


periódicamente las codificaciones jurídicas nacionales en materia
laboral, deberán modificar los contenidos, para dar cabida a los
convenios de la OIT ratificados, no de una manera meramente
enunciativa, sino de una forma orgánica, complementada con
comentarios que faciliten su labor a estudiantes, jueces y demás
operadores jurídicos.

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