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Dimensionamiento

cultural en Bolivia
INTRODUCCIÓN

En Bolivia existen 9 departamentos y 36 diferentes naciones o pueblos indígenas


originarios y campesinos, reconocidos por la Constitución Política del Estado. La
vestimenta, costumbres, tradiciones, ritos, bailes, ritmos, etc. varían de acuerdo a
la zona geográfica del país. En cada región existen culturas vivas de diversos
pueblos o naciones.
De las 36 lenguas reconocidas en Bolivia, español, quechua, aymara y guaraní
son las más habladas. Ocho de ellas, araona, mosetén, movima, sirionó,
yaminahua, yuqui, tapiete y machineri están en riesgo de extinción.

Existe una gran riqueza en tradiciones, vestimentas, bailes y costumbres, mismos


que han sido conservados desde la colonia hasta nuestros días. Las tradiciones
de los pueblos anteriores a la colonia se mezclaron con las de los españoles en
tiempos de la colonia, lográndose el mestizaje de la vestimenta y tradiciones, que
aún son conservadas por la población y revividas en las festividades folklóricas del
país, entre las que destacan: El Carnaval de Oruro, la Entrada del Gran Poder en
la ciudad de La Paz, la Entrada de la Virgen de Urkupiña de la ciudad de
Cochabamba, la festividad de Los Chutillos en Potosí.

En estas festividades se muestran bailes típicos como la Diablada, Morenada, los


Incas, los Pujllay, los Caporales, los Negritos, la Llamerada, los Ahuatiris, la
Tarqueada, los Tinkus, los Suri y muchas otras, en ellas abunda un derroche de
colores y alegría, en una extraña mezcla entre paganismo y catolicismo.
Otro aspecto del folklore boliviano es la característica de sus instrumentos nativos,
tales como el charango, la quena, el violín tarijeño, el erke, el pututu, el tamborcito,
las zampoñas y la matraca entre otros.

El Carnaval de Oruro y el Ichapenkene Pesta fueron inscritas Patrimonio Cultural


de la Humanidad.

DESARROLLO

La cultura de Bolivia es producto de una gran diversidad de expresiones, como


resultado de la variedad de escenarios geográficos que su actual territorio
comprende, así como de la diversidad étnica que la caracteriza.

La primera riqueza de Bolivia es el conjunto de sus tradiciones, que lo mantiene


como un país de raíces muy profundas. Estas tradiciones no son, como en
Europa, folclorizadas ni escleróticas, sino que forman parte del cotidiano de cada
boliviano. Con más fuerza todavía si esta persona viene del campo porque la
ciudad suaviza mucho esta relación a las tradiciones.
Las tradiciones de Bolivia son muy sincréticas: tienen su origen generalmente en
los tiempos incaicos, y poco a poco se han mezclado, mestizado con las
tradiciones importadas por los españoles desde el siglo XV.

En la zona del Altiplano es común ver multicolores vestimentas y tejidos,


confeccionados con lanas de llama, alpaca, vicuña u oveja, que han sido teñidos
utilizando colorantes naturales. Los tejidos con patrones geométricos, zoomorfos y
antropomorfos y barras son conocidos como Aguayos o - en quechua - lliqllas (el
término awayo es voz quechua y significa tejer). Es común la presencia de estos
elementos en comunidades de las y los aymaras, quechuas, urus y chipayas,
huarani, tupihuarani con variaciones en tonos o colores dependiendo de cada
comunidad.

En las ciudades, los descendientes indígenas que migraron han adquirido también
vestimentas características que tuvieron origen en tiempos de la colonia. Las
mujeres son las mejores representantes de esta herencia, pudiéndose diferenciar
claramente el vestuario de mujeres potosinas, orureñas, paceñas, cochabambinas,
chuquisaqueñas y tarijeñas. Incluso en La Paz, las comunidades afrobolivianas
han sabido mantener tradiciones, música y por supuesto vestimentas
características y muy diferenciables del resto, sin significar esto una pérdida de
vistosidad, identidad y belleza.

Las zonas orientales que comprenden los departamentos de Santa Cruz, Beni y
Pando, presentan características diferentes en cuanto al vestuario, debido al
diferente clima que presenta la región oriental, la cual es llana, calurosa y tropical.
Otra vez, son las mujeres quienes muestran más toda la vistosidad del vestuario
típico de esta región.
Los vestidos son de una sola pieza, largos y de mangas cortas con bordes
rematados de encajes o lazos de colores. Los "tipoy", que así se denominan a
estos vestidos, están confeccionados con hilos suaves y coloreados con matices
alegres y diseños floridos. Generalmente las mujeres no llevan sombrero pero
prefieren los arreglos en los cuales una flor está sujeta a los cabellos, a veces
trenzados en una pieza y a veces en dos. Los varones usan sombreros de ala
ancha confeccionado de mimbre o cuero, muy adecuado para el trabajo en el
campo donde la temperatura es agradable, aunque muchas veces demasiado
elevada.

TRADICIONES Y COSTUMBRES DE BOLIVIA

Tradiciones de Bolivia

 Carnaval de Oruro
 La entrada universitaria
 La fiesta de san juan
 La ch’alla
 la k’oa
 Los tejidos andinos
 Todos santos
 Las alasitas y la leyenda del ekeko
 La hoja de coca, una cultura tradicional

CARNAVAL DE ORURO
El Carnaval de Oruro es la máxima representación de los Carnavales en Bolivia
“Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad” (Unesco) A lo
largo del carnaval participan más de 48 conjuntos folklóricos que son distribuidos
en 18 especialidades de danzas que reúnen de distintas partes de Bolivia y que
realizan su peregrinación hacia el Santuario del Socavón cada sábado de carnaval
en la tradicional “Entrada”. Esta celebración por la gran popularidad que alcanzó
en los últimos años; debido a su gran manifestación cultural y atracción turística,
pasó a volverse uno de los Carnavales más importantes conjuntamente con el de
Río de Janeiro Brasil y otros carnavales en el mundo.

LA ENTRADA UNIVERSITARIA

El último sábado del mes de julio de todos los años, se realiza la tradicional
Entrada Folklórica Universitaria, organizada por universitarios de distintas
facultades de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), la misma que recorre
el centro de la ciudad de La Paz.La Entrada Universitaria se instituye a partir del
año 1988.
Los estudiantes participantes se organizan en comparsas y grupos de baile,
bailando sobre todo danzas autóctonas y folklóricas, con el objetivo de defender,
revalorizar y promocionar el patrimonio cultural paceño.

Entre las danzas más representativas se pueden citar a los wititis, moceños, tata
danzante, sicuris, ticca, danza arete, carnaval tupiceño, llamerada, antawaras,
potolos, chapaqueada, chacarera, pujllay, tinkus, los jula julas, tobas, calcheños,
tonadas, etc.

LA FIESTA DE SAN JUAN

La tradicional “fiesta de San Juan”, ahora reducida a una “clandestina” fogata, con
cohetillos, hot dogs y ponches, fue antaño un verdadero acontecimiento lleno de
creencias y supersticiones.

Antiguamente en los pobladoespañoles más importantes las fogatas de San Juan


se las encendía en la noche de la víspera del 24 de junio en la plaza de la iglesia
principal.

Transportada la tradición a nuestra América, en la ciudad de La Paz durante los


primeros años de la República se estilaba quemar un árbol entero, del cual se
colgaba un saco “lleno de gatos” condenados a perecer en las llamas y cuyos
desesperados gritos estaban destinados a espantar a los malos espíritus, esta
costumbre fue posteriormente prohibida por su crueldad.

Antiguamente la fogata no constituía la única manifestación característica de la


fiesta, lo verdaderamente tradicional era la “cruz” que la gente hacía bendecir en
las iglesias en la mañana del 24 de junio. Fabricada con hierbas aromáticas y
medicinales, esta “Cruz de San Juan” era colocada en el dintel de la puerta
principal de las casas.

De España llegó el uso de los cohetillos y petardos, y la fiesta bailable, más


conocida como “Verbena de San Juan”, fue celebrada desde “siempre” por el frío
tan intenso que los “chucutas” sufrimos la noche del 23 de junio, noche conocida
también como “la más fría del año”. Esta tradición tan paceñisima fue adoptada
como costumbre netamente de la ciudad del Illimani.
Los jóvenes de antaño preparaban la Verbena de San Juan con entusiasmo,
conseguían leños, troncos y ramas de árboles secos, muebles usados, cohetillos,
luces de bengala, decoraban las casas con “cadenillas”, “lazos de amor” y
“farolitos”. Era así que la ciudad presentaba un cuadro de colorido y alegría.

Aunque parezca increíble, antiguamente en San Juan se jugaba con agua,


recordando a San Juan Bautista, quien fue el primero que bautizó con ese líquido.
Era una especie de carnaval en las calles, los jóvenes y niños se divertían
mojándose y cantando: “yo te bautizo con agua de chorizo, para que no seas liso”.

Al calor de las fogatas, nunca faltaron los buenos “ponches de guinda con clavo y
canela”, los más refinados hasta tenían nuez moscada, preparados con pisco de
Moquegua, los “ponches” de canela, los deliciosos “sucumbes y los té con tés.

San Juan fue también una “buena noche para el galanteo”, al crepitar de los leños
se intercambiaba miradas y “caramelos de amor”. Estos dulces traían en su
envoltura mensajes amorosos: “Te quiero”, “Dame una respuesta”, “Que no sepa
tu papá”. Otros llevaban inscritos pequeñas estrofas de versos.
Cuentan los abuelos que en Las “noches de San Juan” de La Paz antigua, la que
extrañamos todos, los niños avivaban las fogatas, los jovencitos y gualaychos
saltaban por el fuego y se hacía competencias, no faltaba el baile ni el
canto.Muchos animaban con guitarras y acordeones y en todo el barrio se hacía
una enorme cadena de amistad y armonía. Ya pasadas las horas, al rayar el alba
en ese frío intenso, como en medio de nubes de humo dicen, aparecían los
“llaucheros” con ponchos, chalinas y lluchus con largas orejas. Encima de este
gorro un rodete hecho de tiras de trapos, para sostener sus cajones especiales,
los cuales mantenían brasas ardiendo para mantener calientes las sabrosas
llauchas que todos compraban, no sin antes comprobar la cantidad de queso que
éstas tenían en su caldoso contenido.

Al día siguiente de esta hermosa celebración, el cielo paceño se presentaba


oscuro y opacado por el humo de todas las fogatas, la ciudad tenía un aspecto
tétrico y lúgubre. La luz del sol, eclipsada por una neblina rojiza, hacía que el día
se prepare para augurios, presagios y amuletos.

Efectivamente, el 24 de junio era el día de las suertes, en todas las casas se leía
el “Oráculo de Napoleón” o el “Libro de los Destinos” traducido de un antiguo
manuscrito egipcio perteneciente a Napoleón Bonaparte. Mientras la ciudad se
llenaba de suerteros, yatiris y astrólogos que vaticinaban buenos o malos tiempos,
en los zaguanes y patios de aquellas casonas de antaño se hacía derretir plomo,
el mismo que expuesto al fuego se retorcía formando caprichosas formas, luego
ya endurecido y mirando sus formas se interpretaba la suerte y el futuro.

La fiesta de San Juan es parte de la tradiciónde la ciudad de La Paz, aún se la


celebra con variantes muy peculiares y modernos, sin embargo los recuerdos de
las familias netamente paceñas no dejan que esto forme parte del pasado y
seguramente la recuerdan con nostalgia, transmitiendo en sus conversaciones tan
lindas costumbres de nuestro pasado y así abren el cofre de los recuerdos a fin de
que fiestas tan pintorescas permanezcan en nuestra memoria e historia.

LA CH’ALLA

La challa es una ceremonia de reciprocidad con la Pachamama que se basa en el


acto de regar la tierra u otro bien con alcohol y elementos simbólicos.

La challa en el campo consiste, básicamente, en cubrir la tierra con pétalos de


flores y enterrar una olla de patatas cocidas, cigarros, hojas de coca y alcohol para
alimentar a la Pachamama. Mientras lo hacen, beben y le ofrecen cantos y bailes.
En la ciudad se challa adornando una propiedad (casa, negocio, automóvil, etc.)
con serpentinas de colores y rociando alcohol, granos dorados, pétalos de
margaritas y confites en las esquinas de la misma.

Un elemento muy común en la challa es la mesa o apxata: un colorido altar donde


se realizan ofrendas a la Pachamama. La apxata está cubierta por un aguayo y
lleva frutas, caramelos, especias, cereales, confites, nueces, vino, alcohol, pétalos
de flores, serpentinas, un feto de llama, etc.

Las ofrendas de la mesa deben ser quemadas y ahumadas, con maderas


aromáticas de Koa y palo santo, para luego ser enterradas y entregadas a la
Pachamama.

Tanto en la ciudad como en el campo es habitual que se utilicen petardos, durante


la ceremonia, puesto que según las creencias del lugar el ruido sirve para alejar a
los malos espíritus.

Agosto es el mes de challa en el campo, ya que en este período la tierra necesita


fortalecerse, después del desgaste causado por el invierno y, entonces, “se abre”
para recibir las ofrendas de los creyentes de la Pachamama. En la ciudad se
challa en febrero o marzo, el martes de carnaval.

La comida es un elemento central en la challa, y cada región tiene un plato


asignado para acompañar esta celebración. En Cochabamba se sirve el tradicional
Chajchu, este plato está hecho a base de carne frita de cordero. En la ciudad de
La Paz no puede faltar el popular Puchero del martes de challa, una sopa que
contiene variedad de carnes, acompañas con garbanzos, repollos, choclos, nabos,
patatas, especias y una salsa picante de cebolla. En zonas rurales del altiplano se
acostumbra comer el ancestral Aptapi, que consiste en una merienda común,
donde cada comensal lleva su aporte: patatas, tuntas, chuños, carnes, choclos,
habas, etc.

La challa se caracteriza por ser muy pintoresca, abundante en colores, objetos,


cerveza y comida. Es un acontecimiento donde los asistentes comparten y
derrochan alegría, al son de los ritmos del lugar, al mismo tiempo que veneran,
piden, agradecen y nutren a la Pachamama.

LOS TEJIDOS ANDINOS


El aguayo tradicional es un tejido, hecho a mano, utilizado por las mujeres del
altiplano de Bolivia y Perú. Se lo puede hacer a base de lana de llama, oveja o de
alpaca y se lo tiñe con tintes naturales.

El tejido constituye sin duda la expresión ás compleja y más elaborada de la


estética del mundo andino. Desde hace siglos, cada grupo étnico construye su
estilo, su estética, utilizando formas, materias, diseños, colores y símbolos propios
y/o compartidos. Sus tejidos, a parte de su valor artístico innegable, son llevadores
de significaciones, pudiendo ser interpretados, « leídos » como una visión del
mundo y de la inserción del grupo en este mundo. Las técnicas milenarias se
transmiten de persona a persona, mirando y practicando el trabajo desde muy
chiquito.
TODOS SANTOS

Cada año, al inicio de noviembre, retornan las almas o ajayus de nuestros seres
queridos que ya fallecieron. A ellos se los espera con los altares armados de los
difuntos conocidos como apxatas, que incluyen alimentos, bebidas y sobre todo a
las tantawawas, elementos que tienen un especial significado en la festividad de
Todos Santos en Bolivia. Los amautas o sabios aymaras mencionan una y otra
vez que “venimos de un Wiñay Marka (Pueblo eterno) y volveremos a ese Wiñay
Marka por lo tanto, no existe la muerte sólo volvemos a nuestro pueblo”

El ajayu también se diferencia entre el “jisk’a” (pequeño o menor) y el jach’a


(grande o mayor) ajayu. El menor se describe como la energía que algunos
pierden poco a poco en vida, ante el desequilibrio de sus energías positivas y
negativas. En cambio el mayor, es la energía vital, ésta se pierde con la “muerte”
de un ser, pero la energía es trascendente y permanece en otra dimensión,
menciona el amauta Manuel Alvarado en su reciente obra: Cómo superar el miedo
con el ajayu.El culto a los difuntos en los Andes se remonta a épocas
prehispánicas cuando la muerte era concebida de otra manera para los pueblos y
civilizaciones que desarrollaron el arte y la ciencia como los tiwanacotas y los
incas.

Para los pueblos aymaras la muerte natural no constituye un episodio trágico, sino
un ciclo más de la propia vida. Por eso, cuando alguien fallece, se suele decir que
esa persona “se ha ido” o “ha partido”. Entre las tradiciones que aún se mantienen
se cree que los ajayus vienen para traer fecundidad y fertilidad para todo el año,
porque en noviembre también se inicia la época de la siembra en los campos
agrícolas del altiplano.

LAS ALASITAS Y LA LEYENDA DEL EKEKO


Las “alasitas” son miniaturas de todo tipo de objetos que se venden en mercados y
ferias en varias ciudades de Bolivia al inicio de la época de lluvias, pero
especialmente en La Paz el 24 de enero de cada año. « Alasita » es una palabra
aymará que significa « compráme ».

rindapayne1Es una celebración a Ekeko, dios de la abundancia a quien se regala


miniaturas representando los sueños que uno desea ver concretizados en el
transcurso del año que empieza (una maleta para un viaje, un coche para tener
uno al año, una bolsa de arroz para tener comida todo el año, .). Resultado de una
creencia en la magia imitativa: cuando ya se posee la cosa en miniatura, será más
fácil tenerlo en grande!

LA LEYENDA DEL EKEKO

Mucho antes de la conquista española, vivía en el Altiplano un hombre aymará


llamado Iqiqu. Era bajito, humilde, generoso y alegre. Su bondad era tal que donde
iba, daba armonía a las existencias, cultivaba las buenas relaciones, reunía a los
enamorados. Por otra parte daba consejos avisados y su sola presencia
garantizaba días felices a todos.
Para mejorar todavía sus virtudes, “el Apu Qullana Qullo” (Dios el Padre Divino),
que vivía en las alturas sagradas del « khuno Qullo » (Montana Sagrada), le regaló
unas calidades maravillosas. Así logró realizar grandes hazañas, como mover
piedras enormes, secar ríos enteros, abrir o desplazar montañas. Lo hizo con todo
corazón, con todo su entusiasmo, todo le obedecía, y por esto mismo, la gente lo
seguía sin vacilar.

La felicidad se acabó con la llegada del “Awqa” (el ser maligno) y de su ejército
destructor. Su aspecto de joven bárbaro y su piel blanca se combinaban con su
mente maligna. Tomando nota de los favores que recibía la gente que seguía
Iqiqu, arruinó sus tierras, matando ferozmente a cada cual le resistía. Obtuvo la
aprobación forzada de las mentes más débiles.Para que no lo capturen, Iqiqu fue
a esconderse en otras regiones, cuidando siempre de no involucrar a las
poblaciones de su alrededor, para que no sean las próximas victimas del Awqa.
Un día, entró en un Ayllu (territorio político) donde se había reunido la gente para
desarrollar un sistema de ayuda entre agricultores. Al mismo tiempo, Awqa y su
ejército vinieron a sorprender la reunión. Para evitar la masacra de la gente, Iqiqu
prefirió entregarse al Maligno.
Sin esperar a más, Awqa dio orden para que torturen al prisionero, y unas horas
después, de desmembrarle. La cabeza, los brazos, las piernas, así como las
demás partes de su cuerpo fueron entierradas en lugares diferentes y secretos del
Altiplano para impedir una reunión futura de su cuerpo que daría vida de nuevo al
benefactor.

Algunos ancianos creen que el tiempo de la reunión vendrá. Otros aseguran que
ciertas partes de su cuerpo ya están en camino hasta « Wiñay Marca » (la ciudad
eterna), donde esperan las demás partes del cuerpo de Iqiqu para por fin reunirse,
víspera de la emancipación del pueblo aymará.

LA HOJA DE COCA

En 1961, las Naciones Unidas inscribían la hoja de coca en su lista de los


productos considerados como drogas… Luego en 1971, la OEA (Organización de
los Estados Americanos) prohibía su cultivo, su consumo así como la
comercialización y consecutivamente la exportación de la hoja… Pero la “droga”
de la cual se trata, no es otra en los hechos que la cocaína, producto resultando
de la hoja de coca sólo después de un proceso químico largo y complicado de
transformación… Pequeñita historia de un producto.
Lo que sigue no es más que mi punto de vista sobre el tema y no constituye de
ninguna manera una solución milagrosa al problema de las drogas… Me parece
simplemente que prohibir la hoja de coca, con el pretexto de que sirva para la
elaboración de la cocaína, es una reacción simplista, estéril, y demagoga,
dependiendo una vez más de una política que se niega a reconocer los derechos
ancestrales y la cultura de campesinos descendientes de los Aimaras, Incas y
otros pueblos precolombinos, con el fin de satisfacer las necesidades del
Occidente.

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