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Nazismo

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Adolf Hitler, canciller imperial de Alemania, y Ernst Röhm, cofundador y comandante de las SA,
realizando el saludo fascista (1933).

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El nacionalsocialismo (en alemán, Nationalsozialismus), comúnmente acortado a nazismo,


es la ideología del régimen que gobernó Alemania de 1933 a 1945 con la llegada al poder
del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Adolf Hitler (NSDAP). Hitler instituyó
una dictadura, el autoproclamado Tercer Reich. Al Reich se unió Austria a partir de
la Anschluss, así como la zona de los Sudetes así como Memel y Dánzig. Durante la Segunda
Guerra Mundial, los nazis ocuparon tierras en Francia, Checoslovaquia, Hungría, los Países
Bajos, Dinamarca y Noruega. La Alemania de este periodo se conoce como la «Alemania
nazi».
El nazismo es una forma de fascismo que demostró un rechazo ideológico hacia el marxismo,
la democracia liberal y el sistema parlamentario. También incorporó un
ferviente antisemitismo, el racismo científico y la eugenesia en su credo. Su nacionalismo
extremo provino del pangermanismo y del movimiento Völkisch prominente en
el nacionalismo alemán de la época, y fue fuertemente influenciado por los
grupos paramilitares anticomunistas Freikorps que surgieron después de la derrota de
Alemania en la Primera Guerra Mundial, de la cual surgió "el culto a la violencia" que estaba
"en el corazón del movimiento". 1
Es una ideología alemana de extrema derecha gestada en la década de los años 1920, pero
que no alcanzará importancia hasta los años 30, momento en que las duras condiciones de
paz impuestas en el Tratado de Versalles (1919) se juntan con la grave crisis mundial
del Jueves Negro en 1929 (véase Gran Depresión). En Alemania la situación es más
acuciante aún, ya que a los devastadores efectos económicos se sumaba la obligación de
pagar el tributo de la derrota en la Primera Guerra Mundial, y el descontento popular ante la
injusta situación que hacía que las calles se llenaran de manifestaciones extremistas de toda
índole, tanto de izquierda como de derecha.2
Esta situación culmina con el fuerte descrédito de las democracias liberales, dado que
las dictaduras que surgieron demostraron ser capaces de controlar y resolver las crisis más
efectivamente que las democracias.nota 1 Tanto la Italia de Benito Mussolini —quien fue
elogiado por «hacer que los trenes llegaran a tiempo», es decir, por poner fin a las huelgas y
caos económico que había dominado a ese país— como el Imperio del Japón, países en los
que se impusieron «gobiernos fuertes», no solo resolvieron la crisis a mediados de los 30 sino
que fueron percibidas como restaurando el orden social aún con anterioridad a esa solución a
problemas económicos.nota 2
A esa crisis político-económica hay que agregar una crisis ideológica aún anterior que se
extiende desde 1890 a 1930 y que ha sido caracterizado como una «revolución contra
el positivismo».3 Tanto los valores como las aproximaciones a la sociedad y la política que
formaban la base de la civilización occidental fueron percibidas como superadas reliquias
del racionalismo proveniente de la Ilustración. Específicamente, tanto el fascismo como los
desarrollos intelectuales que lo antecedieron buscaron transcender lo que se percibía como la
decadencia del Occidente4 (véase, por ejemplo, La decadencia de Occidente).
Consecuentemente, el Zeitgeist de esa época puede ser descrito como una amalgama o
mezcla de ideas caracterizado por un rechazo al racionalismo, proceso que es generalmente
percibido como iniciándose con Friedrich Nietzsche, junto a tentativas de incorporar
«explicaciones científicas» a preconcepciones o incluso prejuicios explicativos del mundo, por
ejemplo, un racismo latente, que dieron origen a propuestas tales como las de la eugenesia, y
en lo político, bajo la influencia de pensadores tales como Georges Sorel, Vilfredo Pareto,5nota
3
 Martin Heidegger (supuestamente),nota 4 Gaetano Mosca, y, especialmente, Robert Michels; a
percepciones político elitistas basadas en un culto del héroe y la fuerza que culminan en una
versión del darwinismo social.6 Percepciones que adquieren connotaciones más extremas en
su divulgación y vulgarización.3
Como influencia importante en el desarrollo de ese Zeitgeist se puede mencionar la obra
de Arthur de Gobineau, que propuso que en cada nación hay una diferencia racial entre los
comunes y las clases dirigentes. Estos últimos serían todos miembros de la raza aria, quienes
son no solo la raza dominante sino también la creativa.7 Posteriormente, Houston Stewart
Chamberlain identifica «los arios» con los teutones; en adición a tratar de demostrar que todos
los grandes personajes de la historia —incluidos Jesucristo, Julio César o Voltaire, entre otros
— fueron realmente arios, agrega:
Los teutones son el alma de nuestra civilización. La importancia de cualquier nación, en la medida que
es un poder actual, está en relación directa a la genuina sangre teutona presente en su población
H. S. Chamberlain (1899). Foundations of the Nineteenth Century.

Múltiples autores también resaltan el papel que tuvo la teoría evolucionista, y el darwinismo
social incorporados a la ideología nazi, como factores que propiciaron la posterior generación
de racismo, la creación del nacionalismo, la propagación de la política neoimperialista y parte
diversos pilares ideológicos del nazismo basados en la aplicación política de la idea de la
«supremacía del más fuerte».891011121314
También de importancia fueron percepciones que se pueden ver ejemplificadas en la obra de,
por ejemplo, Benjamin Kidd, quien propuso:
Nuestra civilización ha sido dada a luz como resultado de un proceso de fuerza sin paralelos en la
historia de la raza. Por épocas incontables el combativo macho europeo se ha desbordado a través de
Europa en sucesivas olas de avance y conquista, venciendo, exterminando, aplastando, dominando,
tomando posesión. Los más aptos, que han sobrevivido esas sucesivas olas de conquista, son los más
aptos por el derecho de la fuerza y en virtud de un proceso de selección militar, probablemente el más
largo en la historia, el más duro, probablemente el más elevante al que la raza ha sido sometida.
Benjamin Kidd (1919). The Science of Power, pp. 4-5.
Para Kidd, el combativo hombre europeo es un pagano que rinde homenaje pero no entiende
ni acepta en su corazón la validez de «una religión que es la total negación de la fuerza». Ese
hombre europeo ha introducido el «espíritu de la guerra» en «todas las instituciones que ha
creado» y «la creencia que la fuerza es el principio último del mundo». Ese «hombre de la
civilización occidental ha llegado a ser por la fuerza de las circunstancias el supremo animal
de combate de la creación. La Historia y la Selección Natural lo han hecho lo que es», 15 «por
la fuerza ha conquistado el mundo y por la fuerza lo controla». 15 Otras visiones de influencia
en esa percepción son las de Oswald Spengler, para quien Mussolini era el parangón del
nuevo César, que se levantará del Occidente en ruinas para reinar en la «era de la civilización
avanzada», por analogía a los césares de la Antigüedad.
En Alemania, específicamente esa rebelión contra el racionalismo dio origen, entre otras
cosas, a una variedad de asociaciones que promovían un retorno a visiones romantizadas del
pasado alemán (véase Völkisch), en lo cual Richard Wagner tuvo alguna influencianota 5 y una
sociedad ocultista y semisecreta, la Sociedad Thule —basada en la ariosofía y primeros en
usar la esvástica en el contexto de la época— que patrocinó el Partido Obrero Alemán (DAP),
más tarde transformado por Hitler en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. 16
A lo anterior se ha sugerido que hay que agregar factores específicamente alemanes. A pesar
que Maurice Duverger considera tales consideraciones pocos convincentes a fin de explicar el
desarrollo del nazismo,17 se ha afirmado que no se puede explicar el nazismo sin considerar
su origen18 y que entre los factores que explican ese origen se debe mencionar una tradición
cultural (volkgeist)19 —que se remonta a personajes tales Lorenz von
Stein y Bismarck (véase Estado social)— en la cual el Estado adquiría poderes dictatoriales,
demandando orden, disciplina y control social estricto a fin de garantizar crecimiento y el
bienestar económico de la población. 20
Esa tradición se transforma, bajo la influencia de personajes tales como Ernst Forsthoff,
jurista conservador de gran influencia, quien, a partir del periodo de la República de Weimar,
postula que los individuos están subordinados ya sea al «Estado absoluto» o al Volk, bajo la
dirección de un líder o Führer.21
El nazismo transforma, sin mucha dificultad, ese culto a la fuerza del más fuerte que es el ario
en un antisemitismo puro y simple, utilizando la preexistente leyenda de una conspiración
judía para hacerse con el control mundial (véase Nuevo Orden Mundial (conspiración) y Los
protocolos de los sabios de Sion) para explicar la derrota alemana en la Primera Guerra
Mundial: el ejército de ese país fue traicionado y «apuñalado en la espalda» (véase Leyenda
de la puñalada por la espalda)22 por los bolcheviques y judíos. Esa «traición» se extiende al
gobierno socialdemócrata de la República de Weimar que permite ahora que esos mismos
judíos y otros financieros se beneficien de la inflación, y otros problemas que afectan a los
alemanes23 (véase Hiperinflación en la República de Weimar). Aduciendo además que muchos
de los principales líderes comunistas son también judíos, asimilan ambos conceptos en una
gran «conspiración judeo-marxista».24
El nazismo se concreta como una ideología totalitario de índole fascista en la medida en que
se caracteriza por dar una importancia central y absoluta al Estado —a partir del cual se debe
organizar toda actividad nacional25 (véase Gleichschaltung)— representado o encarnado y
bajo la dirección o liderazgo de un caudillo supremo, en este caso Hitler, y por proponer
un racismo, nacionalismo e imperialismo visceral que debe llevar a conquistar los pueblos que
se consideren inferiores (véase Lebensraum). A partir de 1926, Hitler centralizó
incrementalmente la capacidad de decisiones en el partido. Los dirigentes locales y regionales
y otros cargos no eran electos, sino nombrados, de acuerdo al Führerprinzip (‘principio de
autoridad’) directamente por Hitler, y a él respondían, demandando, a su vez, obediencia
absoluta de sus subordinados. El poder y autoridad emanaba del líder, no de la base. 262728
Índice

 1Término
 2Nazismo y Hitler
 3El ascenso al poder del nazismo
o 3.1De canciller alemán a Führer del Reich de los mil años
o 3.2Persecución y represión
 4Economía política de los nazis
 5Propaganda
o 5.1Uso de la economía como propaganda política
 6Política de higiene racial
o 6.1Eugenesia nazi
o 6.2Antisemitismo nazi
o 6.3El Holocausto
o 6.4Persecución de los homosexuales en la Alemania nazi
 7Política exterior
 8Claves de la ideología nacionalsocialista temprana
 9El nazismo en la actualidad
 10Véase también
 11Notas y referencias
o 11.1Notas
o 11.2Referencias
 12Enlaces externos

Término[editar]
La vigésimo segunda edición del Diccionario de la lengua española define nazismo como el
«movimiento político y social del Tercer Reich alemán, de
carácter pangermanista, fascista y antisemita».29 Etimológicamente, el término nazi proviene
de dos sílabas del nombre oficial del partido: Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei.30
Los miembros del partido se identificaban a sí mismos generalmente
como nationalsozialisten (nacionalsocialistas) y solo raramente como nazis. El origen y uso
de nazi es similar al de sozi, palabra del lenguaje diario para designar a los miembros
del Partido Socialdemócrata de Alemania (Sozialdemokratische Partei Deutschlands).31 En
1933, cuando Hitler asumió poder en el gobierno alemán, el uso del término disminuyó en
Alemania, aunque en Austria sus oponentes lo continuaron usando con una connotación
despectiva.31 A partir de eso, el término ha adquirido una connotación crecientemente
peyorativa.32

Nazismo y Hitler[editar]
Se ha sugerido que Adolf Hitler "es uno de esos pocos individuos de los cuales se puede decir
con absoluta certeza que: sin él, el curso de la historia habría sido diferente", 33 o, que sin él,
las cosas habrían sido muy diferentes.34
Hay poca duda que Hitler poseía un carisma y capacidad de oratoria, pero también una
ambición excepcional. Alguien quien -con una falta de escrúpulos absoluta- estaba dispuesto
a sacrificar lo que fuera o considerara necesario en aras de sus objetivos. Pero tampoco hay
duda que tanto los objetivos como los medios eran avalados por el Zeitgeist, y que Hitler
encapsuló -voluntaria o accidentalmente- lo peor de ese espíritu de su época. 35 Si bien es
posiblemente correcto que sin Hitler el nazismo no habría sido lo que fue, no es menos cierto
que sin ese zeitgeist Hitler no habría sido lo que fue.

Retrato a lápiz de Adolf Hitler, 1923

Hitler conoció ese zeitgeist cuando vivió en Viena, entre 1908 y 1913, tratando de ganarse la
vida como pintor. La Viena que Hitler conoció no solo era la ciudad culta y cosmopolita de la
visión general sino también la que ha sido descrita como un cloaca de antisemitismo, racismo
y políticas corruptas, con un parlamento -que Hitler visitó numerosas veces- paralizado por
disensiones raciales y sectoriales intransigentes. Es ahí -se ha aducido- que Hitler adquirió su
desprecio por la democracia, ahí donde vio por primera vez el saludo "Heil" —entre los
seguidores del pangermanista y antisemita radical Georg von Schönerer— y ahí a donde
aprendió acerca de la propuesta de la eugenesia. 36
Después de la Gran Guerra Hitler permaneció en el ejército donde fue asignado a una unidad
especial, el Departamento de Educación y Propaganda, del Ejército de Baviera, bajo el
comando del capitán Karl Mayr. Una función importante de ese departamento era dar a los
soldados una razón aceptable —desde el punto de vista del ejército— de su derrota en la
guerra. Esa razón se encontró fácilmente, dado el "espíritu de la época" y el del ejército, en "la
traición de los judíos y comunistas".
En julio de 1919, Hitler fue asignado a un "Comando de Inteligencia" y ordenado espiar un
pequeño grupo —autodenominado Partido de los Obreros Alemanes (DAP por sus siglas en
alemán)— bajo sospecha de ser marxista o, por lo menos, socialista. 37- Hitler se impresionó
con la visión nacionalista y de solidaridad entre todos los miembros de la sociedad —pero
anticomunista y antisemita— de Anton Drexler, fundador del grupo, quien a su vez, fue
impresionado por la oratoria de Hitler: cuando uno de los miembros sugirió separar Baviera de
Alemania y unificarla con Austria, Hitler pronunció un discurso oponiéndose y llamando en su
lugar a «engrandecer a Alemania». Consecuentemente Drexler le ofreció al espía que se
hiciera miembro de la organización, lo que Hitler hizo el 12 de diciembre de 1919, 38
convirtiéndose en el 55º individuo a ingresar39 Al mismo tiempo se integró al Comité Ejecutivo
del Partido, como séptimo integrante.40 Años después Hitler proclamó haber sido el séptimo en
unirse al partido, afirmación que se ha demostrado ser falsa. 41
Copia (falsificada) del Carnet de Afiliación al Partido Obrero de Hitler. El número real de su membresía
era el 550 (55, el 500 era agregado para dar la impresión de un grupo más grande) pero con
posterioridad el número de Hitler fue reducido para dar la impresión que Hitler fue uno de los fundadores
del "partido".42

Hitler llegó a ser el protegido de Dietrich Eckart, otro de los fundadores y miembro de
la Sociedad Thule, quien —junto con el resto de esa sociedad— creían en la llegada
inminente de un "Mesías alemán".43 Eckart -con ambiciones de poeta- había escrito acerca del
"El Sin nombre", "El que todos sienten pero ninguno ha visto" y en Hitler creyó encontrarlo, 44 lo
que se vio reforzado por su éxito como orador, pero el resto de los directores "del partido" lo
encontraban prepotente y egoísta. Hitler reaccionó -julio de 1921- ofreciendo dimitir o ser
nombrado jefe del partido (reemplazando a Drexler) con poderes ilimitados. El asunto fue
finalmente puesto a una reunión general. La propuesta de Hitler fue aprobada por 543 votos a
favor y uno en contra. En la reunión siguiente (29 de julio de 1921) del recientemente
renombrado Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, Hitler fue introducido -por primera
vez- como Führer.
Esa posición fue conveniente para Hitler y su personalidad o estilo, librándolo de la obligación
de tener que seguir cualquier programa o compromiso que no fuera conveniente en el
momento, incluyendo las propuestas por él mismo. Pero de nuevo, no vemos la acción de un
genio político, sino el resultado de, por un lado, el de la ilusión de personajes tales
como Eckart y, por el otro, de la propuesta de sectores conservadores y nacionalista -tales
como la de Forsthoff - que fueron utilizadas para producir una situación tal que le permiten
proclamar: "Yo soy el partido".45
Así, los principales ideólogos del partido cuando este llega al poder - Walter Darré, Dietrich
Eckart, Hans Frank, Rudolf Hess, Heinrich Himmler, Robert Ley, Julius Streicher, Alfred
Rosenberg, etc- muestran, entre los elementos que los caracterizan, una fe ciega en un líder,
Hitler, quien es concebido como encarnando todas las calidades y Voluntad de poder o vida
de "la nación" y -como tal, el único que puede determinar qué es y qué no es correcto,
aceptable o incluso ético. En las palabras de un jerarca nazi: "Si el pueblo tiene confianza, y si
la verdadera dirección popular esta presente, el Führer será capaz de hacer lo que desee con
la nación... la gente le obedecerá ciegamente y ciegamente lo seguirán. El Führer siempre
tiene la razón. Cada uno y hasta el último ciudadano debe decirlo (...) Sí, Uds. que nos
llamaban sin dios, hemos encontrado nuestra fe en Adolf Hitler y a través de él hemos
encontrado a Dios una vez más. Esa es la grandeza de nuestro día. Y esa es nuestra buena
fortuna"46
El libro Mein Kampf.

Poseen también un enemigo mortal, responsable de todos los problemas que han afectado a
los arios a través de la historia: las razas inferiores o Untermensch - (tales como los eslavos,
los gitanos, y, especialmente, los judíos, responsables de la Conspiración judeo-masónico-
comunista-internacional). Enemigos no solo mortales pero ineludibles, no solo porque así lo
determina las leyes biológicas mismas, sino porque así lo determina el único que puede
determinar esas cosas: Hitler, el Führer que nunca se equivoca, en su Mein Kampf. Los arios,
como Raza superior es de donde viene el hombre creador, viril y guerrero. De esa raza
proceden todos los triunfos de la especie humana. Sin embargo, también creen, como
Spengler, que las civilizaciones creadas por los arios decaían y morían una vez sus elementos
representativos se mezclaban racialmente con miembros de esas otras razas: "El resultado de
todo cruce racial es, brevemente, siempre el siguiente: (a) descenso de la raza más alta. (b)
regresión física e intelectual y consecuentemente el comienzo de una lenta pero inevitable
enfermedad. Causar tal desarrollo es, entonces, nada pero un pecado contra el creador
eterno. Y como pecado será tratado".- 47
Una de las primeras medidas de Hitler como 'Führer' de los nazis fue organizar un grupo
selecto, las Grupos de Asalto o SA -bajo control de uno de sus incondicionales, el exoficial de
ejército Ernst Röhm - y ordenarles "confrontar" socialistas en las calles. Esto llevó a un
incremento en la popularidad del partido nazi entre sectores más extremos en
los bares y cantinas en los que los nazis organizaban sus reuniones y de ahí, entre los
"nacionalistas extremos" de la población general.48 Entre las figuras que se unieron a los nazis
se puede destacar a Heinrich Himmler; Hermann Göring y Joseph Goebbels. Las SA crecieron
rápidamente, atrayendo miles de reclutas49 al punto que -en 1922- se hizo posible y necesario
crear una división para "novatos" de 14 a 18 años - la Jugendbund o Hermandad de los
jóvenes- que eventualmente se transformó en las Juventudes Hitlerianas.
Tras encabezar un fallido intento de golpe de Estado en 1923, contra la República de
Weimar, Hitler es condenado a prisión y recluido en un castillo. Una condena de 5 años, de la
que finalmente solo cumplió once meses, le permitió escribir el libro semiautobiográfico Mein
Kampf '(Mi lucha)' que pronto se convierte en el elemento que le faltaba al colectivo, un libro
casi sagrado. En él declara firmemente su antisemitismo y su anticomunismo y deja claro que
los arios son una raza superior a todas las demás.
En febrero de 1926 Hitler -en un discurso frente alrededor de sesenta de sus seguidores más
selectos, incluyendo los gauleiteres- repudió las posiciones "socialistas" anteriores del partido,
enfatizando que "el verdadero enemigo son los judíos", y que tanto el socialismo como
la URSS -como creaciones judías- debían ser destruidas y que la propiedad privada debía ser
respetada por los nazis.50 Esto horrorizó a algunos de sus seguidores más cercanos y llevó al
comienzo de una ruptura con la facción de Gregor Strasser, pero posibilitaba un acuerdo con
sectores derechistas en el gobierno. Uno de los resultados inmediatos de ese vuelco a la
derecha fue que en 1927 Wilhelm Keppler -un empresario- se unió al partido nazi. Y a través
de él algunos otros -tales como Hjalmar Schacht (más tarde, ministro de economía de los
nazis), Fritz Thyssen y el banquero Kurt von Schroeder- aceptaron financiar al partido.5152 Esto
se vio facilitado por la llegada de la crisis de 1929, lo que aumentó el caudal electoral nazi,
llegando este a obtener el 37% del voto popular (abril de 1932), con un aumento en la
membresía de 27 000 en 1925 a más de 800 000 en 1931.

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