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Michel Foucault defendía la pornografía infantil y la pedofilia.

Michel Foucault, intelectual francés -quien dedicó


prácticamente toda su obra a escribir sobre las libertades
individuales- argumentaba a favor de la pornografía infantil y
de otra de las mayores perversiones que puede imaginarse el
hombre: la pedofilia.

Todo empezó en Francia, en enero de 1977, cuando el diario


Le Monde dio a conocer una carta abierta en la que se pedía
la liberación de tres hombres acusados de haber mantenido
relaciones sexuales con menores y haberlos fotografiado. El
argumento principal para minimizar el delito era que se
trataba de "un simple caso de moral" y que los niños no
habían sufrido violencia sino que habían consentido las
relaciones y las fotos. "Tres años de prisión por besos y
caricias, eso es suficiente", decía el manifiesto. El texto iba
firmado por los intelectuales más renombrados de Francia en
ese momento: Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Roland
Barthes, Louis Aragon y casi una veintena más. Asimismo, en
mayo de ese mismo año se da a conocer públicamente,
también en Francia, la creación del FLIP (Frente de Liberación
de los Pedófilos), el cual enarbolaba objetivos tan aberrantes
como el de unirse a los grupos que buscaban que la
pederastia existiera libremente, desarrollar una cultura de la
pederastia y manifestar solidaridad con los pedófilos
encarcelados o víctimas de la psiquiatría oficial.

PETICION

En este contexto, tal como señala y bien documenta uno de


los biógrafos de Foucault (James Miller, La pasión de Michel
Foucault, Santiago de Chile, Andrés Bello, 1996), él pidió que
se liberalizaran sustancialmente las leyes que regularizaban
las relaciones sexuales entre adultos y menores.
Efectivamente, también en 1977 firmó junto a otros
intelectuales, como Jacques Derrida y Louis Althusser, una
petición al parlamento francés pidiendo la derogación del
concepto de minoría de edad sexual y la despenalización de
las relaciones sexuales consentidas con menores hasta los
quince años.

Pero su derrotero no concluyó allí. Un año después en una


entrevista radial Foucault declaraba: "es muy difícil establecer
barreras a la edad del consentimiento sexual [...Á, puede
suceder que sea el menor, con su propia sexualidad, el que
desee al adulto". Un tiempo después en otra alocución pública
decía: "En ninguna circunstancia debería someterse la
sexualidad a algún tipo de legislación [...Á. Cuando uno
castiga la violación debería castigar la violencia y nada más. Y
decir que sólo es un acto de agresión: que no hay diferencia,
en principio, entre introducir un dedo en la cara de alguien o
el pene en sus genitales".

No hace falta mucha lucidez para vincular esta teoría con uno
de los fallos más controvertidos del ahora Juez de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, Eugenio Raúl
Zaffaroni, lector asiduo de Foucault. Me refiero al caso del
portero de un edificio, Julio Tiraboschi, quien obligó a una
nena de 8 años a practicarle sexo oral. Zaffaroni como uno de
los miembros de la Cámara Nacional de Apelaciones Criminal
y Correccional, Sala 6», falló claramente a favor del acusado,
sosteniendo que no se violentó la libertad sexual de la menor
pues ella ignoraba lo que sucedía ya que el acto se realizó a
oscuras, que los informes señalan que no hay daño psíquico a
la menor, que la penetración bucal no es dolorosa, que no
existe pérdida de virginidad por parte de la niña, que el
agresor en su accionar se exponía a un riesgo de mutilación y
otras tantas afirmaciones que van a contramano del sentido
común de cualquier persona en su sano juicio y de la justicia.

Lo de Zaffaroni es solo un botón de muestra de la profunda y


vasta influencia que ejerció y sigue ejerciendo el pensamiento
de Foucault en distintos ámbitos, como círculos intelectuales
y académicos y en muchos movimientos sociales que
embanderan los derechos a las libertades sexuales. 

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