AGÜEROS, CONJUROS Y ENSALMOS

El trabajo homónimo que aparece dentro de la compilación Pensamiento y Tradiciones Populares:

estudios de identidad cultural cubana y latinoamericana, compilación de Ana Vera Estrada, presenta los
resultados de una encuesta realizada a 50 personas sobre la presencia de estas expresiones en la provincia
de Pinar del Río. Caridad Santos García realiza un aporte significativo en cuanto a recopilación y
clasificación tentativa de agüeros, conjuros, ensalmos y rezos, que puede tomarse como punto de partida
para futuros estudios. Para conceptualizar estas manifestaciones, la investigadora parte de las definiciones
que ofrece el diccionario, así como de la oportuna colaboración de sus informantes y de una bibliografía
escasa, donde destacan los dos tomos de La rama dorada, de James Frazer.

Como generalidades para cada una de estas manifestaciones podemos destacar la presencia de elementos
narrativos, teatrales y poéticos, características que las incluirían dentro de la expresión literaria oral.
Tienen también la finalidad de variar mediante técnicas de diversa complejidad el curso de determinados
acontecimientos, y constituyen un patrimonio de las clases más humildes de la sociedad, en especial del
campesinado. En nuestro país estas expresiones destinadas a contrarrestar fenómenos naturales o a curar
enfermedades, se acompañan de una amplia gama de presagios o augurios que vaticinan situaciones
felices o desgraciadas. Además estas manifestaciones permanecen en la memoria de personas de edad
avanzada, debido a los mecanismos de tradición oral y la miseria e ignorancia en que vivía la población
hasta la primera mitad del siglo XIX. La mayoría de los agüeros, conjuros y ensalmos son de procedencia
hispánica. Como escribió Salvador Menéndez Villoch, "tratar del origen, clase y número de la
superstición en Cuba, sería tarea imposible, más difícil que la clasificación de la flora y la fauna de un
continente".

Los agüeros eran conocidos en Islas Canarias como aberruntos, y son los de mayor arraigo dentro de la
población cubana, siendo conocidos inclusive por los jóvenes. Aparecen tanto en prosa como en verso,
―en Cuba predomina la prosa―, y en algunos casos adoptan un estilo refranesco, lo que contribuye a su
popularización. Existen dos grandes grupos, los que vaticinan mala suerte y los que auguran prosperidad.
Muchos refieren la presencia de aves, mamíferos e insectos, mobiliario, útiles del hogar, personas y partes
del cuerpo.

El conjuro es una fórmula mágica que se dice, recita o escribe para conseguir algo que se desea. Entran
también dentro de esta clasificación, imprecaciones que se expresan acompañadas de sortilegios o
acciones dirigidas principalmente a intervenir en el proceso de los acontecimientos naturales, a partir de
su exorcización. La mayor incidencia de conjuros en nuestro país responde a fórmulas para contrarrestar
fenómenos atmosféricos, destacándose las dirigidas a eliminar rabos de nubes, tormentas y rayos,
seguidas de las practicadas para propiciar un sueño tranquilo, alejar visitas indeseadas, curar el mal de
ojo, hallar un objeto perdido, entre otras.

Los ensalmos intentan la curación de enfermedades mediante palabras mágicas, con ayuda o no de
medicamentos empíricos. Contienen fórmulas rituales de carácter mágico, algunas de ellas acompañadas
de oraciones. En Cuba se aprecia la incorporación de animales como complemento del ritual, sapos y
gatos negros. Entre las plantas más utilizadas se encuentra la malva de cochino (sida rhomifolia), que
también encontramos relacionada con el desarrollo de algunos conjuros. Estas prácticas han decaído al
perfeccionarse el sistema de salud, la creación de hospitales, policlínicos y médicos de la familia.

La autora plantea que el desarrollo social en las esferas tecnológicas y del conocimiento, redundará en la
desaparición de estas prácticas de nuestra población, pero sin embargo poseen un profundo valor como
manifestaciones de la cultura popular tradicional, de ahí la importancia de su compilación y clasificación.

Moisés Mayán Fernández