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Sobre ética y psicoanálisis: introducción a los nuevos terapeutas.

Nalfer Ballesteros Galeano

Introducción

La psicoterapia se define como un acuerdo voluntario entre dos individuos, en la cual uno de

ellos (consultante) en virtud de sus necesidades psicológicas de ayuda se asocia con otro experto

(el terapeuta) con el fin de recibirla (Fonagy, 2010). En esta relación consultante-terapéutica se

presentan condiciones particulares que resaltan la dimensión ética implícita en cualquier relación

humana y profesional. Se trata de un vínculo por definición asimétrico, en el que uno de los dos

participantes es el “experto” poseedor del poder y el otro se encuentra por lo general en una

situación de vulnerabilidad psicológica, lo que fácilmente puede derivar en circunstancias

problemáticas (Holmes & Adshead, 2009).

A pesar de que en nuestro medio en las diversas escuelas de formación de terapeutas se brinda

educación basada en los principios de la bioética y en los códigos de las diferentes colegiaturas,

esta educación en salud mental ha demostrado ser insuficiente (Castilla García & Castilla San

José, 2001). Es por tanto imperativo mantener un debate y una revisión constante sobre el tema

que le permita a los futuros y actuales terapeutas desenvolverse de una mejor manera en esta que

determina en gran medida el éxito de la psicoterapia.

El psicoanálisis como escuela psicológica particular posee unas características que la hacen

especial, por lo que además de los principios éticos generales aplicables a cualquier psicoterapia,
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requiere condiciones particulares relacionadas con su enfoque especifico. Reconociendo la

complejidad y la amplitud del tema, el análisis profundo de cada uno de los conflictos éticos en

psicoterapia en general e incluso en la psicoanalítica se escapa del alcance de este trabajo, sin

embargo, se presenta el abordaje dos aspectos éticos considerados capitales, enfocados en la

psicoterapia psicoanalítica: la correcta competencia y preparación del terapeuta y los límites de la

relación profesional (G. Guerrero, 2016).

Lo que se necesita para ser psicoanalista

Una de las principales faltas éticas reportadas en psicoterapia es “ejercer en un área en la cual

no se recibió formación” (Treuer, 2008). En el psicoanálisis el estar preparado adecuadamente

adquiere una mayor relevancia pues no cualquier persona puede ser psicoanalista. Se requieren

dos requisitos fundamentales: 1) conocimiento sobre las raíces históricas, los constructos teóricos

y el método psicoanalítico y 2) realizar un proceso de psicoanálisis propio llevado a cabo por un

psicoanalista reconocido por un tiempo adecuado (G. Guerrero, 2016). El ejercicio como

psicoanalista sin el cumplimiento de estos requisitos representan una falta ética grave que

invariablemente derivara en iatrogenia. A continuación, se realizará una breve exposición de los

aspectos más importantes de las dos condiciones anteriormente mencionadas y su relevancia

ética.

Teoría psicoanalítica: el inconsciente como base de trabajo.

La característica fundamental y diferenciadora del psicoanálisis es que es un abordaje causal,

es decir, pretende desvelar el origen primario de los síntomas del paciente, información que por

lo general por su carácter doloroso y conflictivo se encuentra desplazada fuera de la conciencia

(G. Guerrero, 2016). Aunque el cuerpo teórico en el que se basa el psicoanálisis es basto y
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heterogéneo hay que decir que el concepto de inconsciente es nuclear esta escuela y lo ha situado

en un lugar central, ya que es ahí donde se da la génesis de los síntomas mentales y es estudio de

los conflictos que ahí se presentan darían luz sobre la enfermedad del paciente y así mismo sobre

su tratamiento.

Acceder al inconsciente no tarea fácil. Al inicio del psicoanálisis se experimentó con diversas

técnicas que permitieron entrar en contacto con esa parte del aparato mental del paciente, se

trabajó con la la hipnosis, la interpretación de los sueños, los lapsus y hasta con sustancias

psicoactivas, sin embargo, finalmente se descubrió que es la asociación libre (permitir al

paciente que hable sobre lo que primero que se le venga a la mente sin censura) es la mejor forma

de explorarlo, pues permite llevar a la conciencia lo inconsciente para así poder interpretarlo y

resignificarlo . Para desarrollar este método se requiere un terapeuta entrenado en la escucha

activa, alguien que esté en capacidad de interpretar los silencios, el orden de las palabras y las

frases, los gestos, las resistencias y las emociones del consultante (Possi Lazo, 2017).

El inconsciente además da cuenta de una situación de importancia capital en el proceso

psicoanalítico y en el mantenimiento de la relación terapéutica a largo plazo: la transferencia y la

contratransferencia. En este fenómeno los inconscientes del paciente y el terapeuta interactúan

con un flujo cruzado de emociones y sentimientos que de no ser detectadas y manejadas

adecuadamente ponen en peligro el proceso terapéutico y dan cuenta de grandes faltas éticas

(Bascuñán Rodríguez, 2014).

El psicoanálisis del terapeuta: primero conocerse a si mismo

La persona que desea ser psicoanalista debe someterse primero a psicoanálisis. En su video

sobre Orientación para los nuevos psicoterapeutas el doctor Juan G. Guerrero argumenta que
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“no se puede tratar de conocer la personalidad de otra persona si antes no conocemos nuestra

propia personalidad”(G. Guerrero, 2016). Esto es de trascendental importancia pues, aunque se

trate de la forma más objetiva posible interpretar el inconsciente y la personalidad de otro

individuo, es inevitable que nuestro inconsciente y nuestra personalidad se manifieste y el hacer

el proceso psicoanalítico propio faculta al terapeuta para reconocer y manejar las emociones,

sentimientos, prejuicios y otros aspectos propios de su personalidad cuando emergen en la

relación psicoterapéutica.

El proceso de psicoanálisis del terapeuta además debe ir de la mano de la supervisión del

ejercicio por parte de un terapeuta más experimentado por lo menos en las etapas iniciales de la

practica como psicoanalista y de asistencia a actividades formación continua (G. Guerrero, 2016).

El no cumplimiento de estas reglas representa un riesgo para el paciente y el terapeuta pues él no

estar adecuadamente preparados emocionalmente conlleva riesgos en el ejercicio y expone a los

pacientes a iatrogenia violando el principio de “primero no hacer daño”.

Los límites de la relación terapéutica.

La violación de los límites de la relación terapéutica se presenta cuando se desarrolla una

relación entre consultante y terapéutica más allá de relación profesional. Esto ha recibido el

nombre de relación dual y es uno de los conflictos éticos más reportados por consultantes,

terapeutas y tribunales éticos (Bascuñán Rodríguez, 2014). El gran problema de las relaciones

duales es que representan un gran riesgo de explotación del paciente a diversos niveles

(económico, laboral, sexual) y que pueden reforzar actitudes de dependencia y recreación de

relaciones previas a través de mecanismo de transferencia y contratransferencia (Río Sánchez,

Borda Mas, Pérez San Gregorio, Martín Rodríguez, & Torres Pérez, 2003). Es muy importante

entonces establecer límites claros desde el principio. Una de las formas de realizarlo es a través
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de una serie reglas explicitas que se tratan con el consultante al inicio de la relación terapéutica

denominadas encuadre (G. Guerrero, 2016).

Encuadre externo e interno


En la relación terapéutica es muy importante e incluso terapéutico que el paciente y el

terapeuta clarifiquen las condiciones en las que esta se llevara a cabo. Hablar sobre los horarios

de las sesiones, su duración, el cobro de honorarios y el compromiso que se adquiere mutuamente

es fundamental para el desarrollo adecuado de la terapia (G. Guerrero, 2016). Lo anterior recibe

el nombre de encuadre psicoanalítico externo y tiene varias ventajas: por un lado, trasmite el

compromiso del terapeuta para con el consultante que ha dispuesto un espacio y un tiempo solo

para él, y por otro lado le refuerza su autonomía y sentido de responsabilidad, favoreciendo

temporalmente un marco estructural, una especie de yo auxiliar (Bascuñán Rodríguez, 2014).

El encuadre también puede ser interno, y es en este dónde se establecen los objetivos de la

terapia, se clarifican expectativas, roles y la forma como se desarrollarán las sesiones. De un

adecuado encuadre depende en gran medida el establecimiento de límites cuyo respeto es

trascendental importancia para el desarrollo de una relación terapéutica fructífera y exitosa.

Conclusión

La relación psicoterapéutica es un vínculo de características especiales en la cual a través de

recursos psíquicos un par de individuos persiguen un objetivo común: el tratamiento de un

padecimiento psicológico que genera gran sufrimiento. Es una relación que escudriña en lo más

profundo y privado de la subjetividad de una persona enferma y vulnerable, por lo tanto, es por

definición una relación ética, por ende, la persona que pretenda desempeñarse como terapeuta

además de los conocimientos técnicos de la disciplina debe poseer una estructura racional sobre

valores y el correcto actuar.


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El psicoanálisis posee una serie de normas éticas que deben respetarse para poder llevar a

cabo un ejercicio terapéutico exitoso. Estas normas incluyen la adecuada preparación teórica

disciplinar y metodológica del terapeuta, incluyendo el reconocimiento del concepto del

inconsciente con sus repercusiones, aunado al establecimiento a través del encuadre de unos los

límites claros de la relación terapéutica.

Referencias

Bascuñán Rodríguez, M. L. (2014). Desafíos éticos en psicoterapia. perspectiva de formadores,

psicoterapeutas y consultantes. Universidad de Chile.

Castilla García, A., & Castilla San José, M. . L. (2001). El consentimiento informado en

psicoterapia. Revista de La Asociación Española de Neuropsiquiatría, (80).

https://doi.org/10.4321/s0211-57352001000400003

Fonagy, P. (2010). Psychotherapy research: do we know what works for whom? British Journal

of Psychiatry, 197(2), 83–85. https://doi.org/10.1192/bjp.bp.110.079657

G. Guerrero, J. (2016). Orientaciones para los nuevos psicoterapeutas. Retrieved from

https://youtu.be/FJfzIuGjPKI

Holmes, J., & Adshead, G. (2009). Ethical aspects of the psychotherapies. In Psychiatric Ethics

(pp. 366–384). Oxford University Press.

https://doi.org/10.1093/med/9780199234318.003.0019

Possi Lazo, M. A. (2017). El inconsciente aún. Montevideo.

Río Sánchez, C. del, Borda Mas, M., Pérez San Gregorio, M. A., Martín Rodríguez, A., & Torres
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Pérez, I. (2003). Etica de las relaciones duales en psicoterapia. Psicothema.

Treuer, T. (2008). Ethics in Psychotherapy and Counseling: A Practical Guide, 3rd ed. Primary

Care Companion to The Journal of Clinical Psychiatry, 10(1), 79. Retrieved from

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2249822/

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