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Cada uno de estos elementos (y los innumerables factores que los componen),
definen su comportamiento. Y lo sitúan en determinada posición en relación a
otras personas y profesionales que compiten por los mismos objetivos o
resultados.
Este es el decálogo:
2.- ¡El hombre “ganador” por antonomasia no existe!, puesto que nadie
gana siempre. Lo que corresponde es sostener una condición
permanente. Una que pueda conducir con frecuencia a la victoria.
La persona competitiva corre por la vida con una zanahoria atada a la frente.
Nunca la alcanza, pero disfruta de un proceso que en sí mismo es genuina
victoria. Esto es algo que pocos conocen: la realidad del proceso como victoria
y no solo como evento.
La persona competitiva sabe que todo ser humano llega a éste mundo con
dones y cualidades incomparables. ¡No existen dos modelos de hombres
iguales! En esto no hay comparación y no puede haber, por supuesto,
competencia. Cada quién es un ganador desde que nace.
10.- No importa qué tan bueno seas, sino qué tan bien hagas las cosas.
E importa menos lo bien que las hagas en tanto no sean realizadas
mejor que los demás.