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8.

- LA PUBLICIDAD EN LA BELLEZA
En todas las etapas de nuestra vida, el concepto instalado sobre lo belleza y
la fealdad vive rodeando nuestro desarrollo y afectando nuestra
construcción.

Cuando somos niños, nos sentimos muy seguros de nosotros porque no nos
importa tanto nuestra imagen. Será porque nuestros padres siempre nos hacen
sentir que somos la  persona más bella que han visto en su vida, pero a raíz que
vamos creciendo y avanzando en la escala social y educativa vamos tomando
noción de las cosas, incluso podemos observar que en la mayoría de los casos las
chicas o chicos que se adaptan mejor físicamente al estereotipo predominante
tienen mejor vida social, es decir todos quieren ser amigo de la bella e ignorar a la
fea.

Vivimos bombardeados de mensajes e imágenes que resaltan esta cualidad,


incluso las redes sociales promueven una vida superficial, donde la inclusión está
en recesión; puesto que gracias a la Barbie la diversidad étnica queda solo para
las clases de etnografía, en cada etapa de la evolución humana hubo diferentes
estilos de belleza, en la prehistoria lo primero que hizo el hombre fue adornarse a
sí mismo, en la civilización egipcia siempre sobresale la belleza mística de
Cleopatra. El arte clásico cultivó la exaltación de la belleza. En Roma el culto por
la belleza dejó de ser exclusivo de la mujer participando en ella también el
hombre, entre otros ejemplos. Entonces podemos decir que el concepto de belleza
ha sido creado e instalado no para sobresaltar la característica de una cosa que a
través de una experiencia sensorial (percepción) procura una sensación de placer
o un sentimiento de satisfacción. En este sentido, la belleza proviene de
manifestaciones tales como la forma, el aspecto visual, el movimiento y el sonido,
aunque también se la asocia, en menor medida, a los sabores y olores, sino que
se ha establecido como un negocio más, como una forma de comercializar, por
ende, hay muchos que hoy viven de su imagen.

¿Pero cómo afecta la publicidad en nuestra aceptación, en nuestra


construcción de lo feo y de lo bello, según nuestro género u etnia?

El cerebro de los hombres y las mujeres se desarrolla de forma diferente. Esto


hace que respondamos a determinados estímulos de forma distinta, y estas
diferencias, son tomadas en cuenta en la comunicación y publicidad según el
género, la clase social, cultura o subcultura, a la que pertenezcamos, para
manipular nuestro concepto de identidad.

Biológicamente, la mujer desarrolla más algunas áreas del cerebro, lo que resulta
en comportamientos y reacciones específicas, En la corteza prefrontal se
desarrollan varios procesos, entre ellos las emociones.
Las mujeres se enganchan más con contenido emocional. Esto no es nuevo, pero
ahora sabes que tiene un fundamento científico. Esto no necesariamente quiere
decir que toda la comunicación deba tener un tinte cursi o romántico, más bien, la
comunicación hacia las mujeres debe tocar temas que le preocupan a ella como
mujer, como su aceptación personal, donde la constante promoción de la belleza y
la constante exhibición del cuerpo, creando en el inconsciente la idea de cómo
debe ser nuestro cuerpo, estableciendo como medidas perfectas el típico 90-60-
90.

¿Pero qué sucede cuando no logramos encajar en esta construcción social


de la belleza?

Empieza la inseguridad creando en algunos casos dismorfia corporal, (La


dismorfia corporal se caracteriza por una sobredimensión de las preocupaciones
normales por la apariencia física).

Por tanto, labios, nariz, cabello y un cuerpo esbelto son los centros de atención,
las condiciones sociales actuales hacen que la apariencia física sea central para la
construcción de la condición de mujer y la feminidad; y completamente periférica
para la construcción de la condición de hombre y la masculinidad.

De manera similar, se ha reforzado por mucho tiempo la creencia de que el pelo


lacio es un componente de la belleza física. Para las mujeres negras o
afrodescendientes, el tratamiento y peinado del cabello es una actividad que
demanda tiempo, recursos, creatividad, y en cierta medida va unida a parte de la
historia familiar de estas mujeres.

En relación con la producción cinematográfica, la publicidad y los medios de


comunicación, ha remarcado la ausencia de la mujer afrodescendiente real en los
filmes, los comerciales, dándole paso a papeles creados basados en estereotipos
adjudicados a las mujeres negras.

En conclusión la cultura popular, las películas, la televisión, la música, llevan


mensajes sobre cómo funciona la sociedad y de cómo deberían comportarse las
personas y de qué manera el entretenimiento no es carente de valores, tiene un
contenido ideológico que presenta una visión del mundo que influencia a las
personas que miran la programación, e imponen tendencia por ende aumenta
cada vez más el narcisismo  que es la enfermedad de fines del siglo 21.

Al conocer todos estos antecedentes y construir en base de nuestra aceptación


personal, barreras de filtrado donde seleccionemos lo que sea positivo y no atente
contra nuestra esencia natural, podremos convivir en este sistema, aunque al
principio seamos encasillados en algún adjetivo calificativo, como, raro o fuera de
tendencia, marcando de cierta manera una nueva tendencia donde no perdemos
el eje de quiénes somos.

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