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En igual sentido se invoca a menudo la forma como Freud descubrió la importancia de las fantasías
en la etiología de las neurosis: Freud, que en un principio admitió la realidad de las escenas
infantiles patógenas halladas en el curso del análisis, habría abandonado definitivamente esta
primera convicción, denunciando su «error»: la realidad aparentemente material de estas escenas
no era más que «realidad psíquica»
Pero conviene subrayar aquí que la expresión «realidad psíquica» no es simplemente sinónima de
mundo interior, campo psicológico, etc. Tomada por Freud en su sentido más fundamental,
designa un núcleo, heterogéneo en este campo, resistente, el único verdaderamente «real» en
comparación con la mayoría de los fenómenos psíquicos. «¿Es preciso atribuir una realidad a los
deseos inconscientes? No sabría decirlo.
Dentro de una línea de pensamiento distinta, la fantasía aparece en una relación mucho más
íntima con el inconsciente.
La fantasía guarda la más estrecha relación con el deseo. en la medida en que el deseo se articula
así en la fantasía, ésta es también asiento de operaciones defensivas; da lugar a los procesos de
defensa más primitivos, como la vuelta hacia su propia persona, la transformación en lo
contrario*, la negación*, la proyección*; tales defensas, a su vez, se hallan indisolublemente
ligadas a la función primaria de la fantasía (la escenificación del deseo), escenificación en la que lo
prohibido se encuentra siempre presente en la posición misma del deseo.