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Ponerse en éxodo, cruzar el umbral, es ponerse en el camino… es romper amarras, es cruzar puertas
y salir… a dónde…?. Al lugar desconocido… a lo incierto… sin soltarse de la única seguridad…Dios
. En éxodo, buscando la voluntad de Dios, …en éxodo… (repite un eco: en éxodo… en éxodo).
En éxodo hasta encontrar un nido donde hacer realidad los sueños…los sueños de Dios…donde
encarnar a Jesucristo…donde sembrar el evangelio…
En 1887, la realidad de los Pueblos de América Latina se convierte para ella en un reto y sintiéndose
llamada a ser Misionera en estas tierras, al igual que Isaías escucha la voz del Señor que le dice:

COMO UN ECO, DESDE DIFRENTES LUGARES UNA VOZ EXCLAMA:

“¿A quién enviaré?, ¿Quién irá de nuestra parte?

Ella replicó: Heme aquí, envíame a mí..!

PRIMER MOMENTO ¡Está la puerta abierta...!

ANTE LA PUERTA DE LA CASA O LA CAPILLA NOS REUNIMOS Y LLEVAMOS


LA BANDERA DE LA CONGREGACIÓN.
Queridas hermanas al igual que la Madre Bernarda, nosotras marchamos en éxodo…llamadas a
cruzar caminos y puertas, pero esta puerta que vamos a cruzar hoy, no tiene nombre. Es la puerta en
la que cada una de nosotras somos invitadas a abrir nuestra vida para darle paso a una nueva y mejor
versión de la Congregación y de cada una de nosotras.

Cruzar el umbral implica que tengamos ojos que aún contemplan con admiración y asombro y un
corazón capaz de experimentar fascinación por lo que va descubriendo en este caminar de cada día
a día.
Cruzar el umbral es abrirse al perdón y saber conquistar una sonrisa, es acercarse a todo aquel que
vive en la periferia existencial, aún dentro de nuestras fraternidades y llamarlo por su nombre, es cuidar
las fragilidades de los más débiles y sostener las rodillas vacilantes, con la certeza de que lo que
hacemos con el más pequeño de nuestros hermanos al mismo Jesús lo estamos haciendo.
Cruzar el umbral es, en definitiva, es aceptar la novedad de la vida del Resucitado en nuestra propia
existencia para hacerla signo de la vida nueva.
Hermanas, es el momento de abrir puertas: las puertas de la fraternidad y la misericordia, ante un
mundo desgarrado, envuelto en sombras, que ha perdido su rumbo. Necesitamos ser mujeres de
corazón y brazos abiertos para volver a sentirnos hermanos y de nuevo volver a caminar unidas.
Demos un paso hacia adelante, soltémonos, despojémonos de aquello que por muchos años nos ha
tenido atadas, crucemos la puerta, la puerta de la gratitud, con alegría y con amor, felices de seguir
tejiendo ésta nuestra historia Congregacional.

RITO: CRUZAMOS LA PUERTA CANTANDOEL HIMNO CONGREGACIONAL.

RITO DE ENTRADA:

Cada persona llegará hasta la puerta de entrada hacia el salón o capilla y allí encontrará un texto bíblico como
marco “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con
él y él conmigo” (Ap. 3, 20)
Palabras de Bienvenida:
La hospitalidad es un valor fundamental en los seres humanos y más aún en nosotras Franciscanas…
Si en nuestro corazón sabemos cultivar, el sentido de hogar, cada encuentro humano, se transformará en
encuentro fraterno, con sabor a hogar y a familia, en el que intervendrán infinidad de gestos concretos.
RITO:
En la capilla o salón nos expresamos diferentes gestos fraternos de bienvenida a la fiesta.
.
DISCO – CANTO: Está la puerta abierta u otro de la M. Bernarda.
ACTO PENITENCIAL: Entramos con un Cristo roto o desfigurado. ( O partido en pedazos)
¡DE LA RUPTURA AL ENCUENTRO CON EL OTRO!

Hoy, este espacio nos convoca a considerar sagrados aquellos momentos en que somos llamadas a
perdonar o tenemos la necesidad de ser perdonadas.
La habilidad de no permitir que las heridas dominen nuestras vidas, sea cual sea su causa, el pasado
y el presente, perdonar o ser perdonado y buscar la reconciliación viene de nuestro interior. Llegar al
momento donde es posible el perdón y la reconciliación es un acto de libertad interior.
“Su caridad sea sin fingimiento, detesten el mal y adheriense al bien”, nos dice nuestra Madre Bernarda
Te acaba de herir alguien y el deseo de antipatía y venganza quieren clavarse en tu corazón,
apresúrate a decir: Lejos de mi tomar en cuenta la debilidad de mis hermanas. Como ellas necesito
ser perdonada y amada por Dios”. (CMB. No. 77)

SEGUNDO MOMENTO

LITURGIA DE LA PALABRA
SIMBOLO: La Palabra de Dios.
Entran solemnemente con la palabra y una lámpara de luz.

EXCLAMAN EN VOZ ALTA LAS QUE LLEVAN LA


PALABRA:

¡LA PALABRA DE DIOS SE HIZO HUMANIDAD!


LECTURAS:

SALMO: SALMO 14
Quién puede hospedarse en tu tienda,
habitar en tu monte santo,
contemplar tu rostro, gozar de tu hermosura?
¿Quién puede decir: El Señor es el único Dios,
y nadie más me puede salvar?
¿Quién, en su nada y pequeñez,
puede acercarse al Dios Vivo y verdadero?
¿Quién tiene experiencia de Ti, Señor?
El honrado en su proceder, justo en el obrar, leal en la
intención, que bendice en todo momento a su prójimo.
El que se aleja de la corrupción.
El que está atento a lo que los demás precisan para vivir, y es solidario.
El que denuncia las injusticias y corre riesgos aun a costa de su vida.
El que en su corazón sufre con el dolor ajeno.
Quien acoge y escucha al diferente.
Quien disfruta sabiendo que donde se ama está Dios.
Quien se atreve a salir a las afueras, con los de afuera.
Quien tiene buen humor y relativiza cosas y situaciones.
Quien es sencillo y humilde,
lejos de la vanidad y el orgullo.
Quien practica la compasión y la misericordia entrañable

TERCER MOMENTO

OFERTORIO

UNA TAU- FRASE: Soy y debo ser misionera.


UNA VOZ EXCLAMA: “Los caminos y disposiciones de Dios, son siempre paternales, santos y llenos
de amor” (Voz que se va desvaneciendo en un eco…)

“Te escogí a ti y a tus hijas como apóstoles. Asegúrate para que este apostolado no les sea
arrebatado”. ( M.B)

“Soy y debo ser misionera”. “Queremos ser misioneras con alma. Vida y corazón, dispuestas a dar
cumplimiento a cualquier experiencia compaginable con nuestra vocación religiosa”.

IMAGEN DE LA MADRE BERNARDA


Señor Jesús aquí traemos la imagen de nuestra fundadora, esta mujer de corazón y puertas abiertas
que cruzó continentes para anunciar tu buena noticia especialmente entre los más pobres.

UNA PUERTA - HUELLAS


Te ofrecemos Señor nuestra caminar a lo largo de estos años, tu sabes que ha sido un duro bregar
porque hemos tenido que cruzar valles, desiertos, abrir puertas y derrumbar muros, pero te amos
gracias porque a lo largo de nuestra historia, tú has sido nuestro guía y Pastor.

RITO:
Cada participante de la Eucaristía vacía un poco de vino en el cáliz y expresa por qué quiere ofrecer
su vida hoy.

RENOVACIÓN DE LOS VOTOS.


CUARTO MOMENTO

DESPUÉS DE LA COMUNIÓN: Acción de gracias:

¿CÓMO PAGARÉ AL Señor todo el bien que me ha hecho?

La raíz del agradecimiento es tener un corazón humilde que sabe reconocer, como san Pablo: “¿Qué
tienes que no hayas recibido?” (1 Cor 4,7).
Vivir desde la gratitud para descubrir el milagro que supone la oportunidad de vivir. Cada momento
es un regalo dado que contiene dentro de sí otro regalo, la oportunidad de hacer algo con ello. Cada
momento es un kairós, un tiempo de oportunidad.
INVOCACIÓN FINAL: VUELVE MADRE BERNARDA – (TODOS Y TODAS)
Madre Bernarda regresa, deja caer sobre esta pobre tierra la doble caridad de sus sandalias.
Retorna humilde Madre Bernarda que el mundo enloquecido de violencia, sin fe, sin dignidad, sin
ideales, asesinó su propio corazón y hoy busca su única esperanza.
Madre Bernarda dile de nuevo a los hombres y mujeres de este siglo, que El cuidado y la ternura por
nuestro Planeta no se puede aplazar, que nuestra madre tierra lanza gritos desgarradores por poco a
poco la mano del ser humano la está destruyendo y así lentamente nos estamos matando y muriendo,

Diles M. Bernarda que la solidaridad de hermanos no se puede dejar para las horas más amargas y
tardías, que debemos ser solícitos ante tantas asechanzas.

PODEMOS COMPLEMENTARLA…ALGUNAS HERMANAS PUEDE INVITAR A LA M. BERNARDA


PARA QUE VUELVA….

QUINTO MOMENTO

BENDECIR
Cuando Dios creó pronunció sobre toda la realidad, sin exclusión, una palabra de Bendición. Aprender
a bendecir es iniciar una senda espiritual que nos asemeja a Dios. Se trata de poner en nuestra boca,
continuamente, palabras de BENDICIÓN y no de maldición y de juicio.
RITO: NOS BENDECIMOS MUTUAMENTE.

Nos ungimos con aceite. Primero la cabeza, con aceite se unje las manos y se termina en los
pies.

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