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Se alquila habitación para turistas. Letreros semejantes son recurrentes al salir de Mérida camino
al lugar más emblemático de los andes venezolanos para el turismo de todos los paisajes
existentes en la región. Factor que le ha permitido consolidar una infraestructura al borde de la
arteria vial que atraviesa singular ecosistema.
A minutos de iniciar el rumbo aparece de perfil la meseta donde se asienta esta capital y
los primeros indicios de la relevancia que tienen las actividades agropecuarias y su procesamiento
artesanal complementadas con los servicios turísticos habituales durante todo el trayecto,
maleables a las circunstancias de cada viaje ante el alto tráfico y múltiples opciones de transporte.
El río Chama siempre a contracorriente se haya a metros de la vía irrigando los diferentes
pisos térmicos que en horas es posible abarcar en auto, visible al fondo de vertiginosos muros o a
un lado es una compañía fluvial cuyo cauce sale ileso de las dificultades humanas para aclimatarse
al ascenso al sufrir mareos o adormecimiento de alguna extremidad por cambio de temperatura,
pero curiosamente no es así ante su intervención.
Considerada la carretera a mayor nivel del mar en Venezuela está su punto más alto en el
Collado del Cóndor. Ante la magnitud de estas sierras separadas por su sinuoso corredor que
permitieron su construcción en plena dictadura de Juan Vicente Gómez, templadas temperaturas
justifican que cualquiera sucumba a la hospitalidad ofertada consistentemente y disponible en la
marcha, especialmente cuando hay horas acumuladas de camino.
Cada kilómetro es una aproximación gradual a menores temperaturas y mayor altura, las
crestas las más prominentes y la vegetación de menor tamaño ensimismada buscando abrigo y
refugio por el frío. Cada uno de los siguientes lugares es la posibilidad de resguardo, de avocarse a
un recorrido ajustado a presupuestos, disposición física y duración variables.
Es posible cobijarse bajo altos árboles tupidos con barbaviejo que coronan la Plaza Bolívar
de Tabay, franqueada por la iglesia de principios del siglo XX, una tienda de artesanías exhibiendo
las habilidades de sus habitantes y líneas de transporte para emprender desde excursiones cortas
al Parque La Mucuy hasta el ascenso con algo de planificación a los picos más altos del país.
Unos balnearios rústicos aprovechan como terapia las propiedades minerales del agua
subterránea que los arrastra al brotar. Asentamiento nativo de los Tabayes, su fundación es en
1619 y se extiende hasta una meseta ocupada por el pueblo San Rafael de Tabay. Minutos después
se encuentra la entrada al parque sobre la vida de antaño Los Aleros y a unos pasos Cacute.
La calle que enfila negocios, casas, posadas está enmarcada por un arco como gesto de
bienvenida. Posee dos iglesias, la más antigua acondicionada como museo fue construida por el
fundador del pueblo para venerar la imagen de un niño que se encontró en el hollín de una casa
durante la colonia, con el tiempo se le atribuyen milagros y en el 2007 se culmina la más reciente.
Escagüey es un caserío que concentra varios lugares de esparcimiento como el Museo del
Trigo que preserva y muestra con una visita guiada el primer molino industrial traído a Venezuela,
incluye amplios salones donde puede disfrutar un café o comida a la carta. Para darle cabida a la
incredulidad pregunte por La casa embrujada de Juan. Hay ofertas semejantes en los alrededores.
En la región Mucuruba se perfila entre los lugares más antiguos, asentamiento de esta
comunidad indígena y objeto de múltiples fundaciones como pueblo de doctrina: 1586, 1619 y
1774. Cada 8 de diciembre demuestran su devoción a la Virgen de la Inmaculada en una procesión
nocturna donde miles de velas alumbran desde las aceras sustituyendo a los bombillos.
Monumentos en las serranías. La Campaña Admirable (1813) cuando llega a los páramos de La
Culata y Sierra Nevada hacen surgir dos personajes cuyos roles se desdibujan entre las creencias y
los hechos registrados en las narraciones orales, la literatura y libros de historia: el perro Nevado y
la loca Luz Caraballo, mitos encarnados en esculturas enclavados al margen de la trasandina.
Mascota fiel de Simón Bolívar forma parte de una raza mestiza de especímenes traídos de
Europa en la colonia durante siglos para el cuidado de lugares y pastoreo en las cumbres que los
bautizan. Le acreditan una robusta presencia, pelaje abundante y doble espolón en las patas
traseras, el entrenamiento apropiado los hace fieles y mansos ante sus cuidadores.
Mucuchies era el nombre de la comunidad indígena aún presente en los rasgos de sus
habitantes y lugar natural del emblemático can incluso para su cría según refieren desde las
localidades vecinas. Como pueblo de doctrina existe desde 1586, la procesión a San Benito cada 28
de diciembre es ya bicentenario y el alegórico Hotel San Ignacio sigue plantado en una loma.
Sin que los nuevos urbanismos y el tráfico amilanen tradiciones el tránsito de mochileros
mengua ante la frecuencia de los autobuses, andar a pie por estos parajes dejó de ser una
aventura para convertirse en riesgo, abriéndose también al interés de visitantes ocasionales que
disfruten de lugares con personalidad como El Pequeño Museo del Té/Heladeria Los Posicles.
Juan Félix Sánchez es un nombre familiar en San Rafael de Mucuchies llevando su arte a
obras concretas de la cotidianidad, junto a su compañera permanece en la Capilla de Piedra que
separa ambos sentidos de la trasandina y es eje de los servicios turísticos presentes. Detrás está
una casa que habitaron ahora acondicionada como museo y al frente la Biblioteca Epifania Gill.
Muchos visitantes recordaran sus nombres deseando hacer también su casa ahí mientras
retoman su camino luego de verlos en sublimes parajes. Suma del fervor religioso extendido en la
sociedad rural y agrícola, la capilla construida a mano demuestra el aprecio animista, ecológico del
entorno y de donde surgen las concepciones artísticas como aspectos diarios de la vida.
Breves recorridos en moto se suman a los paseos a pie o mula hacia las lagunas de origen
glaciar, pero internarse al Parque Nacional Sierra Nevada durante al menos 7 horas caminando
hasta el complejo arquitectónico El Tisure es una opción para los montañistas seducidos por
tamaño reto e internarse en el proyecto que le tomó décadas a Sánchez.
El Observatorio Astronómico Nacional desde el borde de una verde colina domina la vista
hacia el pueblo atravesado por la trasandina donde dominan las graneadas casas con techos de
teja. Los horarios, condiciones y precios de entrada para las visitas guiadas pueden consultarse en
el sitio web oficial, a esta altura mirar al cielo tiene sus propias peculiaridades.
Un paseo por los alrededores obliga a cruzar terrenos cultivados, quebradas, terrenos
cercados, casas de tapias centenarias o edificaciones actuales. Notable ante el fondo azul pálido
que contrasta con el verde de las montañas circundantes, al reflejar la luz solar láminas de agua
congeladas en la estratosfera aparece un arcoíris coloreándolo, cosas de estar tan cerca del cielo.
El refugio de los cóndores. Sería excepcional avistar la carroñera ave fuera de algunos avisos
puestos en la carretera, postales que pueden adquirir como recuerdos y la escultura sosteniendo
con el pico una placa de Bolívar sobre una columna en la entrada a El Collado del Cóndor, reducto
que lo mantiene en cautiverio ante la rapacidad humana.
Las murallas imponentes de todo el camino parecen laderas abarcables como agotadas de
mantenerse erecta dejando asentarse apaciblemente frailejones, testigos mudos del paso de la
neblina y los cóndores. Desde la Y hasta El Collado es al menos 30 minutos de más serpenteantes
desplazamientos donde abrigarse es necesario si hasta el momento el frío estuvo ausente.
Cuando ocurren las nevadas y desde Mérida se elevan conmovidos los ojos hacia los picos
del Sierra Nevada, en El Collado una cubierta blanca y gélida aglomera sorprendidos a quienes por
allí pasan. Tocar la nieve en un país tropical es una experiencia exclusiva de estos parajes, igual
chocolates, café, tés y calentaos, convenientes en tal contexto se encuentran a unos pasos.
El punzante frío penetra dedos, rostro y lo que se tenga descubierto mientras el sendero
conduce a 1 montículo va diluyendo en la neblina al cóndor petrificado sobre el pedestal. Unos
galpones ocupan una planicie, resguardan semillas para las próximas cosechas en varias partes del
país y los ríos circundantes nacen en estas cimas, las condiciones naturales favorecen la vida.
Permanecer en el punto más alto de la trasandina depende del interés por adentrarse en
el Parque Nacional Sierra La Culata, mientras atardece la temperatura desciende rozando los cero
grados y hospedarse es posible en los pueblos aledaños. Para excursiones y acampar es necesario
contar con guías profesionales. Ni siquiera el vuelo de los cóndores perturba la serenidad del
páramo, que tal vez revele de improviso sus presencia en una próxima oportunidad.