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PROGRAMAR PARA ENSEÑAR MUSICALMENTE

torno) con altos niveles de motivación y compromiso. El desafío para los profesores de Música, -afirman los
autores- es crear estructuras de andamiaje que estén lo suficientemente integradas con el tercer entorno
para proporcionar conocimiento, habilidades e incluso recursos para apoyarlo, aunque permaneciendo a
una distancia suficiente de él.

La base de la programación se halla en las intenciones educativas y musicales: éstas son las guías sobre las
que circulará todo lo que posteriormente se planificará mentalmente o en un documento y acontecerá en el
aula. La programación, cuya finalidad es enseñar musicalmente, debe servir para revisar nuestros
conocimientos y habilidades didácticas y musicales, predisposiciones, prejuicios y competencias docentes,
que empiezan, justamente, por tener los oídos atentos a la música de nuestro alumnado.

Atendiendo a las intenciones educativas, podemos y debemos interpretar el currículo dentro de unos límites
metafóricamente similares a los márgenes que nos permite la interpretación de una pieza de jazz: hay
libertad para la reinterpretación, la creación, la recreación, etc., pero basadas en temas y patrones
esenciales. Un margen de libertad es indispensable porque de lo que está prescrito en el currículo a lo que
acontece realmente en el aula hay una distancia, pero al mismo tiempo, ese margen de libertad debe estar
acotado de forma que todo el alumnado adquiera las competencias y desarrolle las capacidades prescritas,
por razones tan poderosas como la igualdad de oportunidades y el derecho a la educación.

La programación como interpretación del currículo y


como proyecto

Si analizamos distintas propuestas curriculares, podemos observar que existe una jerarquía intrínseca que se
expresa en distintos aspectos: las horas destinadas a cada materia, el orden en que aparecen los objetivos,
los bloques de contenidos, el peso específico que se concede a una propuesta metodológica y no a otra,
etc.

Un análisis rápido del currículo de Música de educación secundaria, por ejemplo en el Real Decreto
1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas correspondientes a la
educación secundaria obligatoria (ESO), nos permite observar ciertas características: en la introducción se
destacan unos aspectos de la educación musical (por ejemplo, la percepción y la expresión como ejes) y no
otros, aparecen unos bloques de contenidos (escucha, interpretación, creación y contextos musicales) y no
otros, etc.

Si comparamos esta propuesta, por ejemplo, con propuestas anteriores podemos observar que existen
diferencias sustanciales. Algunos aspectos que allí se presentaban como ejes y se constituían en
fundamento, como el «lenguaje musical» (entiéndase solfeo) o la «historia de la música» (entiéndase
determinada historia de la música), han quedado disgregados en

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