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Poesía
1
Al romper el día
Es cierto, es ya de día, ¿y a nosotros
qué nos importa? ¿Piensas levantarte
de nuestra cama? ¿Por qué, porque hay luz?
¿Nos acostamos porque anochecía?
Amor, que aquí nos trajo a pesar de la noche,
debiera mantenernos juntos pese al día.
La luz no tiene lengua, es toda ojo;
si hablar pudiera como puede espiar,
lo peor de que podría ser testigo
es de que, estando bien, querría quedarme
y de que tanto amé a mi corazón y honor
que no acepté alejarme de su dueño.
¿Te debe alejar tu trabajo de mí?
Oh, ése es el más cruel mal del amor:
el pobre, el falso, el flojo aceptan
amar con calma, no el hombre ocupado.
Quien tiene trabajo y seduce a una dama perjura
igual que un hombre casado que corteja a otra.
Alquimia de amor
Algunos que más hondo que yo en la mina del amor han excavado
dicen dónde se halla su céntrica felicidad.
Yo he amado, y poseído, y relatado,
mas, aunque hasta la ancianidad amara, poseyera y refiriera,
ese misterio escondido no habría de encontrarlo.
Todo, ¡ay!, es impostura.
Y como ningún alquimista obtuvo aún el elixir,
mas su marmita repleta glorifica
si por casualidad
algo odorífero o medicinal le sobreviene,
así un deleite pleno y prolongado sueñan los enamorados,
para obtener una noche de estío, de apariencia invernal.
2
Amanecer
¡Amanecer, oh dulce, y que no te levantas!
La luz que brilla viene de ojos delgados;
El día no se rompe: es mi corazón,
Porque tú y yo debemos ser parte.
¡Quédate! o bien mis alegrías morirán
y fallecerán en su infancia
Amor negativo
Nunca tanto me abatí como aquellos
que en un ojo, mejilla, labio, hacen presa;
Rara vez hasta aquellos que más no se remontan
que para admirar virtud o mente:
pues sentido e inteligencia pueden
conocer aquello que su fuego aviva.
Mi amor, aunque ignorante, es más audaz.
Fracase yo cuando suspire,
si he de saber qué desearé.
Si es simplemente lo perfecto
lo que expresarse no se puede
sino con negativos, así es mi amor.
Al todo que todos aman digo no.
Canción
Ve y coge una estrella fugaz;
fecunda a la raíz de mandrágora;
dime dónde está el pasado,
o quién hendió la pezuña del diablo;
enséñame a oír cómo canta la sirena,
a apartar el aguijón de la envidia,
y descubre
cual es el viento
que impulsa a una mente honesta.
Si la encuentras, dímelo,
3
¡dulce peregrinación sería!
Pero no, porque no iría,
aunque fuera justo al lado;
aunque fiel, al encontrarla,
y hasta al escribir la carta,
sin embargo,
antes que fuera,
infiel con dos, o tres, fuera.
Constancia de mujer
Un día entero me has amado.
Mañana, al marchar, ¿qué me dirás?
¿Adelantarás la fecha de algún voto recién hecho?
¿O dirás que ya
no somos los mismos que antes éramos?
¿O que de promesas hechas por temor reverente
del amor y su ira, cualquiera puede abjurar?
¿O que, como por la muerte se disuelven matrimonios verdaderos,
así los contratos de amantes, a imagen de los primeros,
atan sólo hasta que el sueño, imagen de la muerte, los desata?
¿O es que para justificar tus propios fines
por haber procurado falsedad y mudanza, tú
no conoces sino falsedad para llegar a la verdad?
Lunática vana, contra estos subterfugios podría yo
argumentar, ganando, si lo hiciera.
Pero me abstengo,
porque mañana puede que yo así también piense.
El corazón roto
Loco de remate está quien dice
haber estado una hora enamorado,
mas no es que amor así de pronto mengüe, sino que
puede a diez en menos plazo devorar.
¿Quién me creerá si juro
haber sufrido un año de esta plaga?
¿Quién no se reiría de mí si yo.dijera
que vi arder todo un día la pólvora de un frasco?
4
por mí más compasión. Pero, ¡ay!, Amor,
de un fuerte golpe lo quebró cual vidrio.
Versión de Aelfwine
El éxtasis
5
En una preñada colina que se ondula
como una almohada sobre un lecho,
para que las violetas reclinen sus cabezas,
nos sentamos tu y yo, cada cual lo mejor del /otro.
Nuestras manos, estrechamente ligadas
por un fuerte bálsamo que de ellas provenía,
y nuestras miradas, entrelazadas,
ensartando nuestros ojos en una doble /cuerda;
Entretejer así nuestras manos era, por el /momento,
el único medio de hacer de ambos, uno,
y nuestra única propagación,
las imágenes de nuestros ojos.
Como en dos ejércitos iguales, el destino
aplaza la incierta victoria,
nuestras almas (que para engrandecer su /condición
salieron del cuerpo), estaban suspendidas /entre ella y yo.
El mensaje
Devuélveme mis ojos largamente descarriados,
pues es ya mucho el tiempo que han estado sobre ti;
mas ya que tales males allí han aprendido,
tales conductas forzadas
y apasionamiento falso,
que por ti
nada bueno
pueden ver, quédatelos para siempre.
El sueño
Amor, debido a nada excepto tú
habría roto este sueño feliz, una imagen
a la razón destinada, en exceso
potente para ser sólo un fantasma,
es sabio de tu parte despertarme,
por tanto, mas mi sueño no interrumpes
sino que sigues: eres tan verdad
que el pensamiento de ti es suficiente
para volver verdad sueños, ficciones, historias;
6
entra a estos brazos, ya que decidiste
que no soñara mi sueño completo, actuemos el resto.
Como un relámpago, o luz de una vela
me despertaron tus ojos, no el ruido que hiciste;
al principio creí
(pues amas la verdad), que eras un ángel,
hasta que vi que veías por dentro
mi corazón y mi mente, mejor que los Ángeles pueden hacerlo,
y que sabías qué estaba soñando, y sabías
en qué momento me despertaría el exceso
de gozo, y viniste, confieso que entonces
habría sido herejía creer
que tú fueras otra que tú.
Venir y quedarte conmigo te reveló tú,
mas levantarnos me hace preguntarme
si tú eres aún tú.
Es débil el amor si enfrenta al miedo,
ya no es espíritu puro, valiente,
si en él se mezclan miedo, vergüenza y honor.
Tal vez como antorcha que debe estar lista
para apagar y encender si hace falta,
así me tratas tú, pues viniste a encenderme,
te vas para venir.
Entonces yo soñaré esa esperanza
Una vez más, o si no moriré.
El testamento
Antes que exhale mi último suspiro, deja, Amor,
que revele mi legado. Es mi voluntad legar
a Argos mis ojos, si mis ojos pueden ver.
Si están ciegos, Amor, a ti te los entrego;
A la Fama doy mi lengua; a embajadores, mis oídos;
a mujeres, o a la mar, mis lágrimas.
Tú, Amor, me has enseñado
al hacerme amar a aquella que a veinte más tenía,
que a nadie debía dar, sino a quien tenía demasiado.
7
A los escolásticos hago entrega de mis dudas;
de mi enfermedad, a los médicos, o al exceso;
a la naturaleza de todo lo que en rima tengo escrito,
y para mi acompañante sea mi ingenio.
Tú, Amor, cuando adorar me hiciste a aquella
que antes este amor en mí engendrara,
a hacer como si diera, me enseñaste, cuando restituyo sólo.
8
Goces, descubrimientos,
Mi libertad alcanzo entre tus lazos;
Lo que toco, mis manos lo han sellado.
La plena desnudez es goce entero:
Para gozar la gloria las almas desencarnan,
Los cuerpos se desvisten.
Las joyas que te cubren
Son como las pelotas de Atalanta:
Brillan, roban la vista de los tontos.
La mujer es secreta:
Apariencia pintada,
Como libro de estampas para indoctos
Que esconde un texto místico, tan sólo
Revelado a los ojos que traspasan
Adornos y atavíos.
Quiero saber quién eres tú: descúbrete,
En el sacramento
El era la palabra que hablaba;
él tomó el pan y lo partio;
y eso que la palabra hizo realizable
lo creo y tomo.
9
Tú no eres suave, clara, esbelta, hermosa
como lo son plumas, estrellas, cedros
y lirios, pero tu mano derecha
y tu mejilla derecha y tu ojo
derecho se asemejan a tu otra
mano y a tu mejilla y a tu ojo;
tal como fue mi Fao por un tiempo
y nunca más, como tú eres, fuiste
y acaso para siempre sigas siendo.
Juran aquí los mejores amantes
que soy así, palidezco de pena,
pero no tanto, no sea que la pena
me vuelva menos hermosa, y por tanto
indigna de tu amor. Cuando tú juegas
con un amable muchacho, algo falta:
que un sentimiento recíproco endulce
su disparejo y espinoso rostro.
Un natural paraíso es tu cuerpo
donde se da todo placer, sin que haga
falta cultivo alguno, o se requiera
perfeccionar alguna cosa, ¿para
qué permitir, por tanto, que algún torpe
y rudo hombre te are, si, como ladrones
que roban cuando hay nieve, por sus huellas
se los atrapa, por lo que ellos dejan
tras sí al pasar se nota su pecado,
mientras que nuestro retozo no deja
más rastro que los peces en el agua
o que los pájaros surcando el aire,
y entre nosotras hay cuanta dulzura
pueda desearse, cuanto proporciona
naturaleza, o cuanto añade el arte?
Mis labios, ojos, caderas, difieren
tan sólo de los tuyos, cuanto ellos
difieren unos de otros, tanta es
la semejanza ¿por qué no tocarse
recíprocos entonces unos a otros?
Mano con mano ajena, labio a labio,
sin nada ya negarse, por qué no
pecho contra otro pecho, muslo a muslo
juntado, tan extraña autoindulgencia
la semejanza genera, que creo,
cuando te toco, tocarme a mí misma.
Beso mis propias manos, y me abrazo
y me agradezco a mí misma por ello.
Me llamo tú a mí misma en el espejo
pero ay, si quiero besarte se nublan
mis ojos, y el espejo. Esta locura
enamorada cura, nuevamente
regrésame a mí misma, te lo pido,
tú mi mitad, mi todo y mi aún más.
Supere el escarlata la rojez
de tus mejillas, venza su blancura
a la de la galaxia, y tu hermosura
impresionante en todas las mujeres
produzca envidia, y amor en los hombres,
y estén de ti la enfermedad y el cambio
tan lejos como están de mí contigo.
10
La aparición
Cuando por tu despecho, ¡oh inmoladora!, esté muerto,
y libre te creas ya
de todos mis asedios,
vendrá entonces mi espectro hasta tu lecho
y a ti, vestal farsante, en peores brazos hallará.
Parpadeará entonces tu enfermiza llama,
y aquel, tu entonces dueño, fatigado ya,
si te mueves, o intentas despertarlo con pellizcos, pensará
que pides más,
y en sueño simulado te rehuirá,
y entonces, álamo tembloroso, menospreciada, abandonada,
te bañarás en gélido sudor de azogue,
espectro más real que el mío propio.
Lo que diré no he de decirlo ahora,
no vaya eso a protegerte. Desvanecido ya mi amor,
antes quisiera verte con dolor arrepentida
que, por mis amenazas, inocente.
La miasma
Cuando esté muerto y no sepan los doctores el porqué
y la curiosidad de mis amigos haga
que me seccionen y estudien cada parte,
cuando en mi corazón encuentren tu retrato,
piensa que un súbito efluvio de amor
discurrirá por todos sus sentidos,
que, como sobre mí, sobre ellos actuará, y así elevará
tu asesinato al nombre de masacre.
Pobres victorias. Pero, si osas ser valiente
y obtienes placer en tu conquista,
mata primero a ese enorme gigante, tu Desdén,
y sea luego asesinado Honor, el encantador,
y, cual vándalo o godo, álzate;
de tus propias artes y triunfos sobre hombres
borra el recuerdo, y las historias,
y, sin esa ventaja, dame entonces muerte.
La prohibición
Guárdate de quererme.
Recuerda, al menos, que te lo prohibí.
No he de ir a reparar mi pródigo derroche
de aliento y sangre en tus llantos y suspiros,
siendo entonces para ti lo que tú has sido para mí.
Pues goce tan intenso consume al punto nuestra vida.
Así, a fin de que tu amor frustrarse no pueda por mi muerte,
si tú me amas, guárdate de quererme.
Guárdate de odiarme,
o de excesivo triunfo en la victoria.
No es que yo a mí mismo haga justicia,
y me resarza del odio con más odio,
pues tú el título perderás de conquistador
si yo, tu conquista, perezco por tu odio.
11
Así, a fin de que mi ser a ti en nada perjudique,
si tú me odias, guárdate de odiarme.
La pulga
Mira esta pulga, y mira cuán pequeño
es el favor que tú, cruel, me rehúsas;
me picó a mí primero; luego, a ti.
Y en esta pulga tu sangre y la mía
se han confundido; ¿puede declararse
que hay en tal hecho pecado, vergüenza,
o pérdida de la virginidad?
Pero este insecto disfruta,
sin matrimonio, y el muy consentido
con nuestras sangres se atiborra. En cambio
tal cosa no se nos es permitida a nosotros.
Detente, no la mates salva nuestras
tres vidas perdonando a este insectillo,
en quien nosotros casi nos casamos:
sirva esta pulga de lecho nupcial, sea templo
de nuestras bodas, por mucho que gruñan
tus padres y tú, ya ha sido consumado
adentro de este insecto nuestra unión.
Por más que matarme, mi amor, acostumbres,
no añadas suicidio a ese crimen,
ni sacrilegio, tres faltas en una.
Cruel, despiadada, ¿has manchado tus manos
con sangre inocente? ¿Qué culpa
puede esta pulga haber tenido, excepto
la gota que sustrajo de tus venas?
Pero sobreviviste al robo, y me señalas
que tú ni yo menos vivos estamos;
ello es verdad: ¿no te parece entonces
que falsos son tus miedos?, si te entregas
a mí tanto honor perderás como vida
con la picada de pulga perdiste.
12
Amor, que nunca cambia, no sabe de estaciones,
de horas, días o meses, los harapos del tiempo.
13
Si poseyeras el arte maléfico
de mutilar retratos,
¿de cuántos medios podrías valerte?
Pero tus dulces lágrimas saladas ya he bebido
y aunque derrames otras, como quiera me iré.
Si se borra mi imagen, también mis aprensiones
de poder ser tocado por tu hechizo.
Y aunque otra imagen mía tú conserves,
estará bien a salvo de malicia
porque es tu corazón el que la alberga.
Muerte
Lenguaje, eres demasiado estrecho
y demasiado débil para consolarnos;
la aflicción extrema no puede hablar.
¡Si pudiéramos suspirar acentos y llorar palabras!
14
la Gracia era el querubín que la custodiaba, y alejaba del pecado;
sólo debía dejar entrar a la Muerte,
pues la destrucción se cosecha siempre del mismo árbol.
Dios la arrebató, para que ningún mortal la amara más que a Él,
y mientras vertíamos lágrimas,
Él vertía su merced al llevársela,
para que nuestras mentes se eleven al firmamento, donde ella ahora descansa.
Versión de Aelfwine
Seducción
Ven a vivir conmigo, y sé mi amor,
y nuevos placeres probaremos
de doradas arenas, y arroyos cristalinos;
con sedales de seda, con anzuelos de plata.
15
¿Por qué la voluntad o la razón, que son parte de mí,
harán que un mismo pecado sea en mí más abyecto?
Y si es fácil la gloria y la piedad para Dios,
¿por qué su cólera severa me querrá amenazar?
Pero, ¿quién soy yo, Dios mío, para discutir
contigo? Haz de tu sangre, la única elevada,
y de mis lágrimas, un celestial Leteo
y ahoga en él la negra memoria de mi culpa.
Otros claman y piden que también los recuerdes.
Yo preferiría la misericordia que supone tu olvido.
Un barco incendiándose
Fuera de un barco incendiado,
que por ninguna manera
sólo ahogándose,
podrían salvarse de la llama,
algunos hombres saltan desesperados,
cada un a como puede.
Cerca están los barcos enemigos,
que con sus tiros los hacen caer;
Todo lo que en el barco se encontraba,
así que se perdió
ellos en el mar fueron incendiado,
y ellos en el barco quemado se ahogaron.
Un mendigo cojo
Si allá un mendigo llora,
soy incapaz,
de pararme,
o moverme;
si él dice verdades,
él miente.
16
Detente, Amor, y os daré una conferencia
sobre la filosofía de la Pasión.
Durante las tres horas de este paseo,
dos sombras, que nosotros mismos producíamos,
custodiaban nuestros pasos.
Pero ahora el sol se alza sobre nuestras cabezas.
Ya pisamos nuestras sombras,
y todas las cosas están bañadas en intrépida luz.
Así, mientras nuestro primer amor crecía,
surgían de nosotros, y de nuestra tribulación;
sombras y disfraces. Pero ya no.
El Amor no ha alcanzado su máximo esplendor
cuando aún debe cuidar de ocultarse.
A menos que nuestros amores permanezcan
en este mediodía, proyectaremos
nuevas sombras hacia el lado opuesto.
Como las primeras, que fueron para cegar a los demás,
estas sombras obrarán sobre nosotros,
y cegarán nuestros ojos.
Si nuestros amores disminuyen,
y declinan hacia el oeste,
fálsamente me ocultarás tus actos,
y yo cobijaré los míos.
Las sombras de la mañana desaparecen,
pero estas se alargan con el día,
y ¡Ay, corto es el Día del Amor, si el amor decae!
El Amor es una luz creciente,
o en plenitud constante;
su primer instante después del mediodía es la Noche.
Versión de Aelfwine
Usura de amor
Por cada hora que ahora me concedas,
te entregaré,
Dios usurero del Amor, a ti, veinte,
cuando a mis cabellos negros los grises sean iguales.
Hasta entonces, Amor, deja que mi cuerpo reine, y deja
que viaje, me quede, aproveche, intrigue, posea, olvide;
la del año anterior retorne, y piense que aún
no nos conocíamos.
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Versión de Purificación Ribes
La canonización
Por Dios, callaos, y dejadme amar; o si queréis, murmurad de mi perlesía, de mi gota, de mis
cinco cabellos grises, y burlaos de mi fortuna perdida; mejorad con riquezas vuestra condición,
con las artes vuestra mente; abrazad un partido, conseguíos un empleo, admirad a Su Honor, o a
Su Gracia, o la realeza del Rey, y contemplad su rostro acuñado; aprobad lo que queráis, pero
dejadme amar.
Ay de mí, ¿a quién daña mi amor? ¿Qué barcos hirvieron naufragar mis suspiros? ¿Quién dice
que mis lágrimas inundaron sus campos? ¿Cuándo mis hielos suspendieron una primavera?
¿Cuándo las fiebres que colman mis venas agregaron un nombre a las listas de la peste? Batallas
encontrarán siempre los soldados, y litigantes en pleito los abogados, aunque ella y yo nos
amemos.
Llamadnos lo que queráis: así nos ha hecho el amor; decid que ella es una mosca, y yo otra:
también somos bujías, y a costa nuestra nos consumimos, y en nosotros hallamos el Águila y la
Paloma. El misterio del Fénix se resuelve con nosotros; puesto que ambos somos uno solo,
somos el Fénix. Agregad ambos sexos a una cosa neutra: morimos y resurgimos inmutables, y
gracias a este amor demostramos ser misteriosos.
Si no podemos vivir de amor, de él podemos morir; si sepulcros y ataúdes rechazan nuestra
leyenda, la poesía la aceptará, y si no servimos para las Crónicas, nos haremos hermosas
moradas con sonetos; tanto acomodan las ornadas urnas a las cenizas máximas, como un
pedazo de tierra; y todos nos aceptarán en esos himnos, canonizados por el Amor.
Y así nos invocarán: "Vosotros, que el reverendo amor convirtió a cada uno en ermita del otro;
vosotros, para quien el amor fue reposo, aunque para los demás es furia; vosotros, que
contrajisteis el alma entera del mundo, y llevasteis en el cristal de los ojos (de tal manera
transformados en espejos y en espías, que todo en vos se compendiaba) países, ciudades, cortes;
rogad que la altura nos conceda otro ejemplo de nuestro amor"
Un himno a Cristo
Cualquiera sea el barco náufrago en que me embarque, ése será mi emblema de Tu arca;
cualquiera sea el mar donde me abisme, ése será para mí el emblema de Tu sangre; aunque
enmascares Tu rostro con nubes de ira, a través de esa máscara reconozco Tus ojos; a veces
desvían su mirada, pero nunca desprecian.
Yo te ofrezco esta Isla, y todos los que en ella he amado, y que en ella me amaron; cuando haya
puesto nuestros mares entre ellos y yo, pon Tu mar entre mis pecados y Tú; como la savia del
árbol que busca en invierno la raíz inferior, yo voy en mi invierno hacia donde a nadie sino Tú,
eterna raíz del verdadero amor, podré encontrar.
Ni Tú ni Tu religión controlan el amor de un alma armoniosa, pero Tú quisieras todo ese amor
para Tí mismo; como eres celoso, Señor, así estaré yo celoso porque no me amas, hasta que no
liberes a mi alma de amar otra cosa; quien da libertad, la quita. ¡Oh, si no te importa a quién
amo, ya no me amas!
Sella entonces este contrato de n¡mi divorcio con todos los que recibieron esos rayos más débiles
de amor; aprópiate esos amores, que la juventud disemina en Famas, Ingenios, Esperanzas
(falsas amantes). Las mejores iglesias para la plegaria son las menos iluminadas; para ver
solamente a Dios, desaparezco; y para evitar los días tormentosos, escojo una eterna noche.
18
se inclina y se afana por él,
y se yergue erecto cuando aquel retorna.
Tal serás tú para mí, que debo
como el otro pie correr oblicuamente;
tu firmeza hace mi círculo exacto,
y me hace terminar donde empecé.
POEMAS DIVINOS
I
Tú me has hecho, ¿y tendrá tu obra que decaer?
Repárame ahora, pues ahora mi fin se apresura.
Corro hacia la muerte y la muerte me encuentra con igual premura,
y todos mis placeres son como el ayer.
No oso mis débiles ojos en dirección alguna mover,
la desesperación detrás y la muerte delante producen
tal terror, y mis débiles carnes se consumen
por el pecado en ellas, que hacia el averno las hace caer.
Sólo Tú estás arriba y cuando hacia Ti
con tu licencia puedo mirar, otra vez puedo levantarme;
pero nuestro sutil enemigo tanto me tienta a mí
que ni una hora puedo sustentarme.
Tu Gracia puede darme alas para evitar su arte
y Tú, cual imán, puedes mi corazón de hierro llevarte.
VII
Si las almas fieles son glorificadas igual que los ángeles, entonces el alma de mi padre ve, y ello
se agrega a su completa felicidad, cuán valientemente cruzo de un salto la ancha puerta del
Hades. Pero si esas almas divisan a nuestros espíritus no inmediatamente sino por sus
circunstancias y a través de signos evidentes en nosotros, ¿cómo probaran la blanca verdad de
mi espíritu? Ellos ven al amante idólatra llorar y lamentarse, y al vil, blasfemo hechicero invocar
el nombre de Jesús, y al fariseo hipócrita fingir devoción. Vuélvete pues, alma meditabunda,
hacia Dios, por que él conoce tu verdadero pesar, puesto que él lo puso en mi pecho.
X
Muerte no seas soberbia porque tú no eres así,
aunque algunos te han llamado temible y poderosa,
puesto que, aquellos a quienes tú piensas has derrocado,
no mueren, pobre muerte, ni siquiera puedes tú matarme.
Del descanso y del sueño, que solo tus imágenes son
—gran placer— entonces de ti, mucho más debe fluir,
y tarde o temprano nuestros mejores hombres van contigo,
los restos de sus huesos, y la salvación de sus almas.
Tú eres esclava del Destino, Azar, reyes y hombres desesperados,
y con veneno, crueldad y enfermedad moras,
y fetiches o encantos también pueden hacernos dormir,
y mejor aun tu caricia; ¿por qué presumes, entonces?
Pasado un corto sueño, despertamos a la eternidad,
y la muerte ya nunca será; muerte, tú morirás.
19
XIV
Golpea mi corazón, Dios de las tres personas; porque tú
Hasta ahora sólo tocas, respiras, iluminas, y tratas de enmendarme;
para que yo pueda levantarme y resistir, derríbame, y dobla
tu fuerza para quebrarme, aventarme, quemarme y hacerme de nuevo.
Yo, cual una ciudad usurpada, a otro debida,
me esfuerzo por admitirte, pero, oh, inútilmente,
la Razón, tu virrey en mí, debería defenderme,
pero está cautiva, y resulta débil o falsa.
Mas yo mucho te amo, y con gozo querría ser amado por ti,
pero estoy prometido a tu enemigo.
Divórciame, desátame, o rompe de nuevo ese nudo,
llévame a tí, encarcélame, porque yo,
a menos que me cautives, nunca seré libre,
ni jamás seré casto, a menos que tú me violes.
XV
¿Amarás a Dios como él te ama? Asimila entonces, alma mía, esta sana meditación: Cómo el
Espíritu, servido por los ángeles en el cielo, hace su templo en tu pecho; el Padre, que ha
engendrado un Hijo, el más bendito, y que aún lo engendra (para que jamás se vaya), se ha
dignado elegirte a ti en adopción, coheredero de su gloria y del descanso infinito del Sabbath; e
igual que un hombre al que han robado, que al buscar descubre que sus bienes fueron vendidos
y debe perderlos o comprarlos de nuevo, el Hijo glorioso descendió hasta nosotros, a quienes
había hacho y Satán robó, y por nosotros fue muerto, para salvarnos. Ya era mucho que el
hombre fuese hecho como Dios en un principio; pero que Dios se haya hecho hombre, mucho
más.
XVI
Padre, tu Hijo me da una parte de su doble interés en tu reino; conserva su nudo en la trabada
Trinidad y me da la victoria de su muerte. Este Cordero, cuya muerte bendijo con vida al mundo,
fue muerto desde el principio del mundo, e hizo dos estamentos, que con la Herencia suya y con
tu reino a tus hijos invisten. Pero son tales las leyes, que los hombre todavía discuten si un
hombre es capaz de cumplirlas. Nadie lo hace, pero la todo-curativa gracia y el espíritu vuelven a
la vida lo que la ley y la letra matan. El resumen de tu ley, tu último mandamiento, es tan sólo
amar. Deja que esta última voluntad perdure.
20
Al romper el día …………………………………………………………………………….. 2
Alquimia de amor ………………………………………………………………………….. 2
Amanecer ……………………………………………………………………………………… 2
Amor negativo ………………………………………………………………………………. 3
Canción ………………………………………………………………………………………… 3
Constancia de mujer ……………………………………………………………………… 4
El corazón roto ……………………………………………………………………………… 4
El Dios del amor ……………………………………………………………………………. 5
El éxtasis ………………………………………………………………………………………. 5
El mensaje …………………………………………………………………………………….. 6
El sueño ………………………………………………………………………………………… 6
El testamento ………………………………………………………………………………… 7
Elegía XIX: antes de acostarse ……………………………………………………….. 8
En el sacramento …………………………………………………………………………… 9
Epístola heroica: Safo a Filenis ………………………………………………………. 9
La aparición ………………………………………………………………………………… 10
La miasma …………………………………………………………………………………… 11
La prohibición ………………………………………………………………………………. 11
La pulga ………………………………………………………………………………………. 12
La salida del sol ……………………………………………………………………………. 12
Los buenos días …………………………………………………………………………….. 13
Mal de ojo por un retrato ………………………………………………………………. 13
Muerte …………………………………………………………………………………………. 14
Por quien doblan las campanas …………………………………………………….. 15
Seducción …………………………………………………………………………………….. 15
Si los venenosos minerales, y si este árbol ………………………………………. 15
Soy un mundo en pequeño… ………………………………………………………….. 16
Un barco incendiándose ……………………………………………………………….. 16
Un mendigo cojo ………………………………………………………………………….. 16
Una Conferencia sobre la Sombra …………………………………………………. 16
Usura de amor …………………………………………………………………………….. 17
La canonización …………………………………………………………………………… 17
Un himno a Cristo ………………………………………………………………………… 18
Una despedida: prohibido el duelo ………………………………………………… 18
POEMAS DIVINOS
I …………………………………………………....................................................... 19
VII ............................................................................................................ 19
X ............................................................................................................... 19
XIV ........................................................................................................... 19
XV ............................................................................................................ 20
XVI .......................................................................................................... 20
21