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LA PRENSA EN EL PORFIRIATO:

PROCESOS POLÍTICOS EN MICHOACÁN,


DIPLOMACIA Y ACTORES SOCIALES EN MÉXICO
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO:
PROCESOS POLÍTICOS EN MICHOACÁN,
DIPLOMACIA Y ACTORES SOCIALES EN MÉXICO

María del Rosario Rodríguez Díaz


Claudia González Gómez
(Coordinadoras)

Encuentros 26

Instituto de Investigaciones Históricas


Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
2016
Este libro fue evaluado por pares académicos entre los meses de agosto y octubre del
2016 a solicitud del Consejo Editorial del Instituto de Investigaciones Históricas de la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, entidad que resguarda los dictámentes
correspondientes.

La prensa en el Porfiriato: procesos políticos en Michoacán,


diplomacia y actores sociales en México.
Rosario Rodríguez Díaz y Claudia González Gómez (Coordinadoras)

Primera edición 2016

© Instituto de Investigaciones Históricas


Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Morelia, Mich., México
cpiih@umich.mx

Diseño editorial: Itzel Álvarez


Formación editorial: Hugo Silva Bedolla
Diseño de portada: Liliana Díaz Lomelí
Imagen de portada: Jacobo Alonso, De la serie Antropometrías, 2016
Cuidado de la edición: Ricardo Aguilar González

ISBN del volumen: 978-607-424-608-7


ISBN de la colección: 978-607-424-524-0

Queda prohibida la reproducción parcial o total del contenido de la presente obra, sin con-
tar previamente con la autorización expresa y por escrito del titular, en términos de la Ley
Federal de Derechos de Autor, y en su caso, de los tratados internacionales aplicables. La
persona que infrinja esta disposición, se hará acreedora a las sanciones legales correspon-
dientes.

Impreso y hecho en México


Printed and made in Mexico
Índice

PRESENTACIÓN ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 9

LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

La oposición y la confrontación de la prensa en el porfiriato:


El País y el gobierno de Michoacán
EDUARDO MIJANGOS DÍAZ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 21
La Libertad: la retórica de la modernidad durante el
mercadismo
Z. ADRIANA PINEDA SOTO ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 39
Del Porfiriato a la Revolución maderista. Una mirada a través
de las páginas de El Faro, 1885-1913
LETICIA MENDOZA GARCÍA ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
63

PRENSA Y DIPLOMACIA

El arbitraje en la Segunda Conferencia Panamericana. Los


debates en El Imparcial, 1901-1902
OLIMPIA REYES PINEDA ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 97
Dos visiones de la doctrina Monroe en México. El Diario del
Hogar y El Imparcial
MARÍA DEL ROSARIO RODRÍGUEZ DÍAZ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 119
La Doctrina Monroe. Prensa y diplomacia. Las posturas
divergentes de Estados Unidos, México y Brasil
MARÍA DEL ROSARIO RODRÍGUEZ DÍAZ
OLIMPIA REYES PINEDA ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 137

INTERPRETACIONES DE LOS ACTORES SOCIALES

El periodista Rafael de Zayas Enríquez y los Apuntes


confidenciales a Porfirio Díaz
EDUARDO N. MIJANGOS DÍAZ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
161
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

Las independencias de Estados Unidos y México en la América


Española, una comparación de Francisco Banegas Galván
CLAUDIA GONZÁLEZ GÓMEZ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ 177

8
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA.
UNA MIRADA A TRAVÉS DE LAS PÁGINAS DE EL FARO, 1885-1913

Leticia Mendoza García


INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS, UMSNH

Introducción

La política religiosa de Porfirio Díaz (1884-1911) y Francisco I. Ma-


dero (1911-1913) se mantuvo dentro de una dinámica de toleran-
cia ambigua y una acomodaticia conciliación con las diversidades
religiosas representadas por las iglesias protestantes. Por lo que
respecta a Díaz, éste les brindó garantías bajo los parámetros le-
galmente constituidos en las Leyes de Reforma, para así fortalecer
las inversiones extranjeras y vigorizar su autoridad. Madero por su
parte trató de mantener esta misma política de cordialidad para
no alterar el status quo. Con base en esta política religiosa, en esta
colaboración queremos abordar la postura de la Iglesia
Presbiteriana en México ante la figura de Porfirio Díaz y de Francis-
co I. Madero a través de su órgano periodístico El Faro. Creemos
que El Faro tomó una actitud acomodaticia y poco crítica ante los
acontecimientos políticos, ya que mientras Porfirio Díaz perduró
en el poder El Faro lo apoyó reprobando los levantamientos arma-
dos. Sin embargo, una vez que Francisco I. Madero llegó a la presi-
dencia, éste fue visto como el “héroe de la patria” que había
terminado con el antiguo “régimen caduco” de Díaz.
Queremos destacar la postura del periódico presbiteriano
El Faro en tres momentos políticos. Primero, abordaremos su acti-
tud ante la política reeleccionista del régimen porfirista. En un se-
gundo apartado hablaremos sobre su postura ante el levantamiento
maderista. Por último, relataremos su actitud ante la presidencia
de Francisco I. Madero.

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LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

El Faro ante la política reeleccionista

La Junta Misionera de la Iglesia Presbiteriana del Norte de los Esta-


dos Unidos, envió a México a sus primeros propagandistas en oc-
tubre de 1872. Dos años más tarde hizo lo mismo su homónima
del sur. Para 1883 estas dos denominaciones se habían dividido el
campo religioso mexicano1 ocupando la primera, la Ciudad de
México, Zacatecas, San Luis Potosí, Morelos, Hidalgo, Puebla, Gue-
rrero, Michoacán, Oaxaca, Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán,
además de Coahuila, Nuevo León, Durango y Aguascalientes. Mien-
tras que los presbiterianos del sur extendían sus trabajos misione-
ros hacia Tamaulipas encargándose además de la frontera con
Texas.2
Como parte de su organización las dos denominaciones protes-
tantes fundaron los primeros presbiterios donde se agruparon a
las congregaciones que iban fundando,3 además de enfocar sus
esfuerzos en implantar una organizada red escolar que incluía des-
de el kindergarten hasta escuelas normales y seminarios. Asimis-
mo, estructuraron un incipiente sistema de salud privado a través
de la construcción de varios hospitales.4 Al igual que otras denomi-
naciones protestantes los presbiterianos delinearon su labor con
la creación de una prensa evangélica para darse a conocer entre la
sociedad mexicana,5 de tal forma que el primer periódico que fun-

1
La categoría de “campo religioso” es desarrollada por Pierre Bourdieu. Ésta constituye el
espacio que permite observar los valores transmitidos por un cierto grupo de individuos que
luchan entre ellos mismos y con el clero católico por la competencia y por el ejercicio del
poder simbólico, espacio que además da margen a cierto tipo de relaciones entre las iglesias
protestantes y el poder político. En él se normalizaron las relaciones sociales de las institu-
ciones en términos de lo sagrado, no es un espacio lineal ya que estuvo condicionado por
tensiones político religiosas que generaron episodios de confrontación donde se vieron
involucradas las iglesias protestantes. BORDIEU, “Génesis y estructura”, pp. 29-83.
2
MARTÍNEZ LÓPEZ, Orígenes del presbiterianismo, pp. 4-6. Sobre el presbiterianismo en Mi-
choacán, MENDOZA GARCÍA, Protestantismo liberal en Michoacán, 2011.
3
El de Zacatecas (1883), el de Tamaulipas (1884), el de la Ciudad de México (1885) y final-
mente el presbiterio del Golfo en Tabasco (1896). MARTÍNEZ LÓPEZ, Orígenes del presbiteria-
nismo, p. 5.
4
Libro conmemorativo, pp. 93-95.
5
Desde 1872 hasta 1903 se habían publicado en México los siguientes periódicos: El Abo-
gado Cristiano, El Amigo de la Verdad, El Atalaya, El Católico Convertido, El Defensor del
Hogar, El Escolar Metodista, El Esforzador Mexicano, El Evangelista Mexicano, El expositor
bíblico, El heraldo, El Heraldo Evangélico, El Intransigente – La Propaganda, El Investigador,

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DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

daron fue La Antorcha Evangélica el cual vio la luz en Villa de Cos,


Zacatecas en 1869 a cargo de Juan Amador y Severo Cosío, a los
que después se unieron como colaboradores los misioneros
Maxwell Phillips y Henry Clifton Thompson quienes sostuvieron la
imprenta hasta 1876, año en que el periódico dejó de circular para
dar paso a El Faro que circuló nueve años después.6
El periódico El Faro único órgano oficial de la Iglesia Presbiteriana
en México para todas las iglesias presbiterianas de la República,
inició su circulación en el año de 1885 por Henry Clifton Thompson
con el propósito -según sus redactores- de ser una “luz” en mate-
ria de religión para los lectores y con la misión de dar a conocer al
público la doctrina presbiteriana así como las particularidades reli-
giosas de las distintas doctrinas protestantes establecidas en Méxi-
co. A pesar de que su intención fue contribuir con el progreso y la
civilización de las sociedades a través de una “discusión razonada
de las cuestiones religiosas”, rechazó y combatió de manera tajan-
te y un tanto intolerante las doctrinas y dogmas católicos de “la
misa, el purgatorio, la confesión auricular, la absolución y las obras
de supererogación, la supremacía papal, el culto tributado a la vir-
gen y el rendido a los santos o a sus imágenes”. 7
En materia político-religiosa El Faro mantuvo una postura fir-
me durante toda su existencia: defender la separación entre el Es-
tado y la Iglesia y culpar a ésta última de los acontecimientos
adversos en asuntos de religión, viéndola como la única responsa-
ble de las violaciones a las Leyes de Reforma en materia de culto
público-. Cuando la sana distancia entre los poderes profanos y
religiosos fueron traspasados, por regla general deslindó al poder
federal de Porfirio Díaz y Francisco I. Madero, y a los representan-
tes de los gobiernos estatales, de ser los responsables del actuar
de la institución católica.8

El Mensajero de la Verdad, El Anciano, El Progreso Cristiano, El Ramo de Olivo, El Sembra-


dor, El Testigo, La Antigua fe, La Bandera Cristiana, La Buena Lid, La Energía Cristiana y La
luz.
6
Publicaciones periódicas mexicanas, pp. 64-68.
7
El Faro, Ciudad de México, 1 de enero de 1885, pp. 1-3.
8
El Faro, Ciudad de México, 1 de enero de 1885, pp. 1-3. La imprenta estaba localizada en
la Ciudad de México, en la Calle Esquina del Paseo Nuevo y 3ra de Revillagigedo núm. 3.

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LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

En un principio el periódico El Faro fue publicado cada primero


de mes a ocho páginas y a cuatro columnas, con una ilustración a
página completa en la portada. Posteriormente, en 1886 la publi-
cación se editó de manera quincenal saliendo a la luz los días pri-
mero y quince de cada mes, aunque conservando el mismo
formato. A partir de 1909 se convirtió en un semanario distribuyén-
dose los días viernes con 16 hojas escritas a dos columnas, forma-
to que conservó hasta 1913. Es interesante mencionar que a la par
de circular en México también se enviaba a Texas, Sevilla, Nueva
York y Bogotá, además de otros países, lo que nos indica el grado
de importancia que alcanzó El Faro.9
Aunque los precios por la suscripción al periódico variaron, los
aumentos fueron casi imperceptibles a lo largo de tres décadas de
existencia. En 1885 por ejemplo, los costos por suscripción anual
en México eran de 1 peso en plata; por un semestre 50 centavos;
por un trimestre 25 centavos, y por un ejemplar 5 centavos. En
1899 la suscripción en la República era de 1 peso en plata; para los
Estados Unidos 75 centavos en oro y para el resto del extranjero 1
peso en oro. Finalmente entre 1908 y 1913 los precios de las
suscripciones se elevaron a 2 pesos plata para la República; 1 peso
oro para Estados Unidos y Cuba y para el resto del extranjero 1
peso 50 centavos en oro, cada número suelto se siguió comerciali-
zando en 5 centavos.
Por lo que respecta a los encargados de la publicación, por lo
regular los editores y redactores en jefe fueron los misioneros es-
tadounidenses auxiliados de redactores mexicanos. En 1886 se
encontraba al frente de El Faro el reverendo J. Milton Grenee. En
1896 el redactor en jefe era Hubert W. Brown apoyado por Plutarco
Arellano, mientras que el director era James Greer Woods. En 1899
el editor y redactor en jefe era Hubert W. Brown, el corrector era
9
Hacia 1900 El Faro se distribuía en Chihuahua, Coahuila, Veracruz, Distrito Federal, Tabasco,
Yucatán, Sonora, Michoacán, San Luis Potosí, Zacatecas, Tamaulipas, Guerrero, Nuevo León,
Oaxaca, Morelos, Hidalgo, Durango, Jalisco, Aguascalientes, Puebla, Tepic y Sinaloa. En los
Estados Unidos abarcaba Texas, Nuevo México, Colorado, California, Nueva York, Nueva Jer-
sey, Arizona, Iowa, Minesota, Pensilvania, Michigan, Massachusetts, Florida, Illinois, Was-
hington, Indiana, y Carolina del Sur. Otros países fueron Guatemala, Cuba, Colombia, Chile,
Salvador, España, Brasil, Argentina, Francia, Ecuador, Alemania, Canadá, Venezuela, Puerto
Rico, Honduras, Nicaragua, Filipinas, Portugal y Perú. El Faro, Ciudad de México, 15 de no-
viembre de 1900, p. 176.

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DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

Emilio Torres y el administrador Plutarco Arellano. En 1901 figura-


ba como redactor en jefe Huber W. Brown apoyado por Arcadio
Morales y como administrador Plutarco Arellano. En 1908 el direc-
tor era el reverendo C. Scott Williams quien contó la colaboración
de Guillermo E. Vanderbilt como editor y administrador, además
de varios redactores de origen mexicano. A partir de marzo de 1912,
el redactor en jefe fue el mexicano Plutarco Arellano apoyado por
varios redactores nacionales y aunque el administrador siguió sien-
do el extranjero Guillermo Vanderbilt, esta situación cambió en
noviembre de este mismo año en que la redacción y la administra-
ción recayeron totalmente en manos de los predicadores mexica-
nos, siendo Plutarco Arellano redactor en jefe y Carlos Petran el
administrador. Esta administración perduró hasta diciembre de
1913 en que dejó de circular la publicación que años más tarde
volvería a ver la luz.10
Los primeros ejemplares de El Faro contenían secciones dedi-
cadas al análisis y estudio de temas religiosos. Algunos de estos
apartados fueron la “sección editorial” donde abordaron aspectos
de la libertad de conciencia en México, sobre educación religiosa
en las escuelas y la labor cívica de la sociedad; los “reflejos litera-
rios” donde abordaban apreciaciones de la vida de los misioneros
y las doctrinas religiosas; los “reflejos bíblicos” con temas religio-
sos y doctrinales; las “refracciones populares” exaltando la sepa-
ración entre la Iglesia y el Estado, la tolerancia de cultos y el respeto
por las leyes constituidas en varios estados, además de temas rela-
cionados con la organización religiosa de la iglesia presbiteriana
donde se daba cuenta del avance de las congregaciones, de la aper-
tura de escuelas y de la cantidad de miembros; “luces varias” en
donde se hablaba de la participación de las mujeres en la vida re-
ligiosa y algunas opiniones sobre temas sociales relacionados a las
Leyes de Reforma en México en donde exaltaron la aplicación de la
legislación en materia de religión, y donde además contrarresta-
ron y confrontaron a las publicaciones periódicas católicas. Otra

10
El Faro, Ciudad de México, 1 de enero de 1886, pp. 1-2. El Faro, Ciudad de México, 7 de
enero de 1910, pp. 7-9. El Faro salió de circulación ante las disposiciones contenidas en el
Plan de Cincinnati de 1914, en que se trató de crear una prensa protestante unida, sin em-
bargo debido al fracaso del plan El Faro se volvió a editar a partir de 1919.

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LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

sección fue “nuestros niños” en que se puso énfasis en la educa-


ción religiosa de los infantes.
Estas secciones no fueron las únicas, a lo largo de los años el
periódico El Faro se renovó agregando algunas otras más como
fueron los “reflejos filosóficos” donde se hablaba de temas como
el origen divino de Jesús o la autenticidad de los escritos cristia-
nos; las “pláticas con los niños” que eran una especie de cuentos y
relatos dirigidos a los infantes a manera de enseñanzas morales;
las “refracciones misionarias” en que se abordaban los trabajos de
los misioneros en varios países; las “refracciones extranjeras” que
daban cuenta de temas internacionales abordando temáticas tan-
to sociales como religiosas. Finalmente, se publicaron los “reflejos
políticos y sociales” donde se daba espacio a temas de política so-
cial en los diversos estados de la República.
Respecto de los temas políticos en México El Faro habló poco,
en especial sobre aquellos relacionados con las reelecciones du-
rante la etapa porfirista. En este sentido el periódico presbiteriano
se cuidó de dar su opinión particular respecto a la forma en que
eran llevados a cabo los comicios en los estados, apoyando a los
gobernadores en turno una vez obtenido el triunfo. Lo anterior a
pesar de que se escuchaba en la prensa liberal voces de descon-
tento hacia los postulantes porfiristas —en especial hacia los jefes
políticos—. El Faro prefirió centrar sus artículos en la manera en
que las Leyes de Reforma eran aplicadas en los distintos estados,
centrando la vista en el clero católico a quien acusaban de violar
las leyes en materia de culto público y de la intolerancia religiosa
hacia las congregaciones protestantes.
Con respecto de la política reeleccionista, El Faro apoyó a Porfirio
Díaz congratulándose por las varias ocasiones en las que resultó
electo como presidente de la República, como sucedió en 1885
cuando la Iglesia Presbiteriana de México felicitó al “C. Presidente
de la República por su elevación a la primera magistratura del país”.
En esa ocasión señalaron ser su deseo que “todos los miembros
presbiterianos… gozarán como nunca de la libertad de cultos que
les otorgan leyes y que tan valientemente supo defender el gene-
ral Díaz durante la Guerra de Reforma… sabiendo que con toda

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DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

energía y con buena fe las hará guardar y hacer guardar”.11 Res-


pecto de las acusaciones que hacía la prensa liberal independiente
de los estados, en lo referente a la manipulación de los comicios,
El Faro pidió no culpar de ello a las autoridades sino a la propia
“apatía e ignorancia” de la sociedad la que poco se interesaba en
los procesos electorales.12
A pesar de que en 1887 El Faro publicó un artículo con el propó-
sito de “aleccionar al pueblo” para que reflexionara sobre la con-
veniencia de las reelecciones en el cual retomó las ideas del
jurisconsulto Francisco S. López, en las que exponía que “la elec-
ción o nombramiento no sean vitalicios sino que los funcionarios
duren un tiempo determinado”, 13 el periódico no adoptó una pos-
tura particular respecto del tema sino que sólo se concretó en pu-
blicar la nota a manera de información. El poco interés de fomentar
en la conciencia de la sociedad mexicana algún cambio democráti-
co se evidenció un año después cuando retrató el proceso electo-
ral como una “situación afortunada” por no haber existido agitación
de la sociedad y mucho menos temores. Posteriormente El Faro
habló con beneplácito de las celebraciones realizadas en todo el
país por la toma de posesión “durante un nuevo cuatrienio por el
general Díaz”, señalando que éstas se habían verificado con “gran
regocijo por parte del pueblo que ha visto en este suceso una nue-
va prenda de paz y seguridad para lo futuro”.14
La actitud poco crítica de El Faro sobre la conveniencia de las
reelecciones en la sociedad mexicana se puede ver de manera pal-
pable, puesto que a pesar de que existían algunas voces que cues-
tionaban la política reeleccionista, hacia el mes de abril de 1892
ante el triunfo de Porfirio Díaz El Faro felicitó a los pocos reaccio-
narios opositores por sobreponer sus miras políticas a los intere-
ses de la Patria, “!Bien por ello! ¡Bien por la Patria! —fueron las
palabras que se dejaron escuchar en una nota publicada el 1 de
diciembre—. Tiempo después la toma de posesión fue relatada en
términos de haber sido una “imponente ceremonia” y El Faro de-

11
El Faro, Ciudad de México, 1 de enero de 1885, p. 6.
12
El Faro, Ciudad de México, 1 de febrero de 1886, p. 22.
13
El Faro, Ciudad de México, 1 junio de 1887, p. 87.
14
El Faro, Ciudad de México, 1 de enero de 1889, pp. 6-7.

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LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

seó “que el nuevo periodo presidencial sea digno y levantado… y


que la paz… cubra a este país”.15
Con motivo de la tercera reelección de Porfirio Díaz en 1897, se
dejaron escuchar una serie de voces disconformes provenientes
de sectores liberales intransigentes y de la prensa independiente,
que intentaron movilizar a los grupos contrarios a la política
reeleccionista. Estos grupos de liberales se reagruparon en torno a
una prensa de oposición que surgió a partir de la segunda reelec-
ción de Díaz y que pedía un retorno a las prácticas democráticas
fundadas en el plan de Tuxtepec —la no reelección, el sufragio li-
bre, la libertad de prensa y la soberanía del Estado sobre la Igle-
sia—. Para la prensa de oposición el Estado era el traidor a los
principios liberales sobre todo en lo concerniente a las relaciones
con la Iglesia católica, puesto que debido a la política de concilia-
ción no aplicaba las leyes en todo su rigor.16 Para El Faro sin embar-
go, la Iglesia católica era quien —a pesar del beneficio que le ofrecía
el Estado—, aprovechaba las muestras de acercamiento para vio-
lar las Leyes de Reforma y atacar al régimen, sobre todo a nivel
local donde se evidenció el acercamiento de algunas autoridades
con el clero católico.
Aunque para este momento la crítica a las reelecciones era dé-
bil y apenas comenzaba a plantearse, la prensa liberal de oposi-
ción se fortaleció con base en dos ideales: fortalecer el sentimiento
anticlerical y evitar las prácticas reeleccionistas de los gobernado-
res bajo una consigna de democracia.17 Esta prensa estuvo repre-
sentada entre otros por Daniel Cabrera de El Hijo del Ahuizote,
Vicente García Torres de El Monitor Republicano y Filomeno Mata
de El Diario del Hogar, quienes trataron de formar en la Ciudad de
México el Grupo Reformista y Constitucional que reagrupó en tor-
no suyo a las voces inconformes e hizo frente al Círculo Nacional
Porfirista que proponía la candidatura de Porfirio Díaz.18 Bajo la

15
El Faro, Ciudad de México, 1 de abril de 1892, pp. 54-55. El Faro, Ciudad de México, 1 de
agosto de 1888, pp. 118-119. El Faro, Ciudad de México, 15 de diciembre de 1892, pp. 188-
189.
16
GUERRA, México: del antiguo régimen, t. 2, p. 14-15.
17
GUERRA, México: del antiguo régimen, t. 2, p. 11.
18
Los puntos esenciales del Grupo reformista fueron: vigilar el cumplimiento estricto de las
Leyes de reforma y denunciar las violaciones de parte del clero católico; proclamar y soste-

70
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

petición del sufragio libre, el grupo propuso en mayo de 1896 una


lista de candidatos para diputaciones independientes entre ellos
Luz Palafox y Gabriel Barranco Pardo, simpatizantes del metodis-
mo en sus lugares de origen (de Puebla el primero e Hidalgo el
segundo). Sin embargo, con el triunfo de Porfirio Díaz el Grupo
Reformista se diluyó de la escena pública.19
No obstante esta actitud de la prensa independiente, El Faro
presbiteriano no adoptó una postura liberal o de inconformidad
hacia la política reeleccionista porfirista. Incluso, en su primera
página del 15 de septiembre de 1897 publicó el retrato del general
Díaz haciendo un extenso recuento de su trayectoria militar, retra-
tándolo como el “batallador incansable y afortunado… al servicio
de los redentores servicios liberales… y uno de los más notables
luchadores”.20 Exaltaron su labor gubernativa señalándolo como
el responsable de “acallar las inveteradas tendencias al pronuncia-
miento, ha quitado la moda de la guerra educando al pueblo en el
trabajo y haciéndolo saborear los beneficios de la paz”.21 Se mos-
tró agradecido además de que hubiera borrado las diferencias de
partido, de que abriera las puertas al capital extranjero y de que
construyera las líneas ferroviarias, exaltando la labor de “tan nota-
ble ciudadano”. Terminaban la nota diciendo reconocer su trabajo
y “como una pequeña muestra de respeto y admiración a nuestro
digno presidente, engalanamos las columnas de nuestro periódico
con su retrato dedicándole un recuerdo de gratitud en estas po-
bres líneas”.22 Un año después felicitaba al presidente con motivo
de su onomástico y de nueva cuenta “engalanando las columnas
de nuestro periódico con el retrato de tan digno ciudadano”.23
La cuarta reelección del presidente Porfirio Díaz (1900-1904) y
las modificaciones hechas a la Constitución Federal para que el si-

ner los principios de la Constitución de 1857 y venerar el recuerdo de los héroes liberales.
CORTÉS CUESTA, “El periodismo como recurso de presión política: el Grupo Reformista y Cons-
titucional de la ciudad de México, 1895-1896”, en http://laconvencionsinaloa.blogspot.mx/
2009/11/el-periodismo-como-recurso-de-presion_08.html.
19
BASTIAN, Los disidentes, pp. 210-211. El Continente Americano, 7 de mayo de 1896, p. 4.
La Voz de México, 7 de mayo de 1896, p. 5.
20
El Faro, Ciudad de México, 15 de septiembre de 1897, pp. 137-138.
21
El Faro, Ciudad de México, 15 de septiembre de 1897, pp. 137-138.
22
El Faro, Ciudad de México, 15 de septiembre de 1897, pp. 137-138.
23
El Faro, Ciudad de México, 15 de septiembre de 1898, p. 138.

71
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

guiente periodo presidencial se extendiera a seis años, fue la caja


de pandora que desató la crítica más severa de los liberales al régi-
men. Además de esto, el progreso que había alcanzado la Iglesia
católica en la sociedad mexicana cobijada por la conciliación
porfirista, provocaron la movilización de los sectores sociales
inconformes que hicieron eco de la “Invitación al partido Liberal”
hecha por Camilo Arriaga el 30 de agosto de 1900, cuyo propósito
fue detener los avances del clero y canalizar ciertas demandas que
pretendían impedir las reelecciones consecutivas de manera inde-
finida.24
Para dar coherencia al llamado, el 13 de septiembre Camilo
Arriaga fundó el Club Ponciano Arriaga a través del cual se convocó
a los clubes liberales que existían en los estados para celebrar un
congreso en la ciudad de San Luis Potosí, en el mes de febrero de
1901.25 Los discursos inflamados de los delegados liberales a San
Luis suscitaron la reacción rápida del régimen porfirista, la cual se
dio en el contexto de un conflicto político social que estaba esca-
lando peldaños peligrosos y en el que se vieron involucradas varias
agrupaciones que estaban resintiendo la parcialidad del régimen
entre ellas los campesinos y los obreros.26
Ante estos acontecimientos El Faro retomó algunas voces que
debatían sobre si apoyar la siguiente reelección de Díaz “para que
acabe de cimentar a la República sobre las bases de la paz y pros-

24
Desde 1880 la prensa de oposición había levantado la voz en contra de la reforma consti-
tucional que permitía las reelecciones consecutivas de manera indefinida. Un año después a
través del Grupo Liberal Reformista apoyaron algunas protestas estudiantiles. CORTÉS CUES-
TA, “El periodismo como recurso de presión política: el Grupo Reformista y Constitucional de
la ciudad de México, 1895-1896”, en http://laconvencionsinaloa.blogspot.mx/2009/11/el-
periodismo-como-recurso-de-presion_08.html.
25
El Congreso de San Luis estuvo marcado por un evidente anticlericalismo de sus miem-
bros quienes atacaron a “la prensa, el pulpito, el inmortal confesionario” y a la “figura de la
mujer católica” educada en los conventos, desde donde “el soplo del fanatismo penetra en
el hogar”. Para contrarrestar la presencia del clero, impedir a toda costa la infracción de las
Leyes de Reforma y dar a conocer sus abusos, se propuso la formación de clubes liberales en
todas las ciudades los cuales debían estar relacionados entre sí. Como segunda tarea, se
pidió a los clubes nombrar delegados al Congreso de San Luis Potosí, en el cuál se discutirían
los medios para lograr la unificación del Partido Liberal, que sería el garante de hacer cum-
plir las Leyes de Reforma y actuaría en contra del clero. GUERRA, México: del antiguo régi-
men, t. 2, p. 17. “Invitación al Partido Liberal”, en línea:ttp://www.antorcha.net/
biblioteca_virtual/historia/programa/3.html.
26
El Faro, Ciudad de México, 1 de octubre de 1901, p. 146.

72
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

peridad” y otros que señalaban que Díaz prefería retirarse “sin fa-
tigas, rodeado del respeto y consideración nacional que justamen-
te merece”. En el contexto político se hablaba —además de algunos
otros— de dos posibles candidatos, uno de ellos era el licenciado
José Yves Limantour, secretario de hacienda, y el segundo era el
general Bernardo Reyes, ministro de guerra. El Faro se mostró tran-
quilo puesto que cualquiera que fuera la situación política y el re-
sultado de ésta, lo cierto era que Porfirio Díaz seguiría influyendo
para que “la paz no se interrumpa”, por lo tanto “no habrá razón
para inquietarnos por el porvenir” puesto que “si como es de es-
perarse el caudillo de la paz vive y goza de buena salud, ninguno se
acordará de otra persona… en las próximas elecciones”.27 Desea-
ron larga vida a Díaz para seguir dirigiendo a la nación mexicana y
“cimentar sobre bases duraderas la magnífica obra que ha llevado
adelante durante tantos años en bien de México”.28
Las elecciones federales dieron el triunfo a Porfirio Díaz, quien
tomó el cargo de presidente de México en la que sería su quinta
reelección para el periodo 1904-1910. En medio de un sentimien-
to de malestar creciente que se dejaba sentir en los sectores me-
dios de la sociedad, quienes se quejaban de los defectos de la
prosperidad y el orden porfirista,29 El Faro emitió un sentido dis-
curso en el cual señaló estar haciendo

...votos fervientes para que nuestro Primer Magistrado no sólo llegue


con felicidad al término de los seis años… sino que esta época sea la
más gloriosa en bien de la patria… por su inteligencia y tacto político
en los dominios del progreso nacional. Ya que… no cesaremos de se-
cundar las nobles miras de nuestro presidente, como cumple a los
buenos ciudadanos… confiando en que seguirá resistiendo las pode-
rosísimas sugestiones del clericalismo.30

Es sumamente interesante que las declaraciones de El Faro con-


trastaran con la situación de descontento que imperaba en la so-
27
El Faro, Ciudad de México, 15 de octubre de 1902, p. 154. El Faro, Ciudad de México, 1 de
octubre de 1902, pp. 148-149.
28
El Faro, Ciudad de México, 1 de febrero de 1903, p. 18. 1 de abril de 1903, p. 50.
29
GONZÁLEZ , “El liberalismo triunfante”, pp. 978-989.
30
El Faro, Ciudad de México, 1 de diciembre de 1904, p. 86.

73
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

ciedad mexicana, ya que para este momento habían sido exiliados


los integrantes de la oposición política entre ellos los hermanos
Flores Magón, Camilo Arriaga, Antonio Díaz Soto y Gama, Juan
Sarabia, Antonio Villareal y Librado Rivera.31 Además resultaba casi
imposible que en el contexto político que vivía el país El Faro no se
hubiera dado cuenta de que la evidente desigualdad social y el bien-
estar económico sólo habían alcanzado a unos pocos, siendo los
sectores de las zonas rurales los más afectados puesto que queda-
ron al margen del progreso. Además de lo anterior, los sectores
medios no fueron tomados en cuenta para ocupar los cargos ad-
ministrativos, situación que fortaleció en ellos una actitud crítica
por las circunstancias políticas. Uno de los principales desconten-
tos siguió siendo el hecho de que las Leyes de Reforma no habían
sido respetadas, permitiendo que la Iglesia católica recuperara su
presencia en la sociedad gracias a la política de conciliación.32
Queremos volver a hacer hincapié en que la actitud de El Faro
ante los acontecimientos no correspondía a la realidad política y
social. Aducimos que se debía a dos posibles situaciones, una que
tiene que ver con que El Faro había adoptado una postura de críti-
ca directa al régimen por no respetar el ejercicio democrático, pero
que al ver los derechos de los ciudadanos violentados por las cons-
tantes reelecciones decidiera no opinar más de la vida política
—postura que adoptan la mayoría de los estudiosos del protestan-
tismo apologético—. La segunda situación está relacionada con el
hecho de que desde un principio la publicación no tomó una pos-
tura crítica hacia un régimen que por otra parte les había otorgado
todas las garantías en materia de culto público, de tal forma que
no podían estar en contra de un sistema político que los había be-
neficiado. Particularmente sostenemos que la segunda postura
estuvo más acorde a la forma en que El Faro se comportó, lo cual

31
La expulsión fue para contener sus discursos “de carácter subversivo”. La actividad perio-
dística incluyó demandas de carácter social con base en ideas apegadas al anarquismo. En
abril de 1903 el grupo lanzó una campaña antireeleccionista a través del periódico El Demófilo,
que les costaría el cierre de los diarios de oposición y la prisión de algunos de los dirigentes
de los clubes de México, además del exilio hacia los Estados Unidos de los líderes más im-
portantes, cerrando así una primera época de oposición al Porfiriato. GUERRA, México, del
antiguo régimen, t. 2, pp. 30-31.
32
GONZÁLEZ, “El liberalismo triunfante”, pp. 970-979.

74
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

se reflejó en una absoluta sumisión a la política porfirista retratada


en sus páginas. Por lo que toca al tema de acercamiento del Esta-
do con la Iglesia católica, El Faro siempre pensó que el problema
era la Iglesia quien aprovechaba las circunstancias para ganar te-
rreno en la sociedad violentando las Leyes de Reforma. Si en algún
momento protestaron en contra de las autoridades porfiristas, lo
hicieron enfocando sus denuncias hacia las autoridades locales que
solapaban al clero, antes que a la figura de Porfirio Díaz.
En el estado de Michoacán por ejemplo, ante los sucesos de
San Luis Potosí el periódico liberal Laurel y Olivo —en el que cola-
boraban los lideres presbiterianos de Zitácuaro— protestó de ma-
nera enérgica por el encarcelamiento de Librado Rivera, Juan
Sarabia y Camilo Arriaga, solicitando para ellos un juicio justo. Sin
embargo, lejos de culpar a Porfirio Díaz por su encarcelamiento
atacaron al clero católico que, aprovechándose de la conciliación
ofrecida por las autoridades de los estados donde se habían lleva-
do a cabo el cierre de clubes y de periódicos, había tenido que ver
de manera directa con los encarcelamientos. Los presbiterianos
rechazaron “la persecución gratuita y sin medida desplegada con-
tra la libertad de palabra, de prensa y de asociación” que estaba
llevado a cabo tanto el partido conservador como el clero católico,
quienes con el pretexto de salvar a la nación no hacían más que
enlodar el pendón tuxtepecano y con ello a uno de sus mejores
hijos —Porfirio Díaz—. Asimismo, en marzo de 1902 el liberal y
anticlerical José Trinidad Pérez culpó al clero y a las autoridades
locales de filiación conservadora de querer involucrar a “uno de
los mejores hijos de la patria” en la persecución de los liberales
potosinos, a los que tachó de “aduladores y lisonjeros”.33
Entre 1904 y 1908 El Faro se refirió a temas políticos sólo para
dar cuenta de los planes de crear la vicepresidencia de la República
y a los posibles candidatos. En 1904 señaló de que el general Ber-
nardo Reyes había desistido de ser un aspirante a la vicepresiden-
cia y la segunda en este mismo año para señalar al Secretario de

33
Laurel y Olivo, Zitácuaro, 8 de diciembre de 1901, p. 10; Laurel y Olivo, Zitácuaro, 16 de
febrero de 1902, p. 9. Laurel y Olivo, Zitácuaro, 23 de marzo de 1902, p. 4; GUERRA, México:
del antiguo régimen, t. 2, pp.13-25. Sobre la actitud de los presbiterianos de Michoacán
durante el Porfiriato véase MENDOZA GARCÍA, Protestantismo liberal en Michoacán, 2011.

75
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

Gobernación Ramón Corral, como el candidato oficial.34 Cuando


en 1909 Reyes hizo públicas sus aspiraciones, El Faro se refirió a su
postulación como un claro ejemplo de que el país hubiera entrado
en una época de intranquilidad. Tiempo después relataba la parti-
da de Reyes hacia Europa en una misión militar, sin dar más deta-
lles al respecto aunque asegurando que México recobraría la
tranquilidad.35
Hasta el año de 1808 El Faro siguió publicando los discursos
oficiales del presidente Porfirio Díaz, e incluso llamó al mes de
septiembre como “el mes de la dicha” por ser el mes de su naci-
miento. Terminó el año señalando que “con sus treinta años de
esfuerzos patrióticos…ha encarrilado a México por un sendero…que
seguirá después de que el Jefe supremo haya bajado a la tumba…
¡Cómo no regocijarnos por el nacimiento de una de las figuras más
conspicuas de nuestra historia nacional!”36

El movimiento maderista

Hacia 1908 la animadversión ante la inminente sexta reelección de


Porfirio Díaz encontró eco en una élite porfirista dividida y en una
clase media más crítica del régimen, que vio la posibilidad de la
sucesión presidencial —según las declaraciones del propio Díaz al
periodista James Creelman en el mes de marzo—. Aunado a lo an-
terior, se dejaba ver una innegable crisis social que se gestaba en el
país ya que desde 1906 se habían agudizado los descontentos so-
ciales provocados por las crisis económicas, que si bien ya existían,
se evidenciaron aún más en el contexto de una sociedad en proce-
so de modernización. En 1907 Estados Unidos había entrado en
una crisis económica que afectó de manera inevitable a México;
los núcleos obreros se rebelaron demandando mejores condicio-
nes laborales y algunos de ellos terminaron en huelgas como la de

34
El Faro, Ciudad de México, 1 de enero de 1904, p. 3. El Faro, Ciudad de México, 1 de julio
de 1904, p. 99.
35
El Faro, Ciudad de México, 1 de octubre de 1909, p. 628. El Faro, Ciudad de México, 5 de
noviembre de 1909, p. 708.
36
El Faro, Ciudad de México,, 15 de abril de 1904, pp. 61-62. El Faro, Ciudad de México, 15
de septiembre de 1907, pp. 140-141. El Faro, Ciudad de México, 15 de enero de 1908, p. 10.

76
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

Cananea que fue reprimida con mano dura. Además de esto, entre
1905 y 1909 se desataron una serie de crisis agrícolas que llevaron
a la consiguiente elevación del precio del maíz y del frijol como
derivación de las malas cosechas; y por si fuera poco, las comuni-
dades indígenas perdieron las tierras comunales que aún poseían
en beneficio de los hacendados. Finalmente vemos cómo debido a
la marginación de ciertos sectores sociales que no alcanzaron la
modernidad porfirista, éstos se unieron a las filas del bandoleris-
mo que resurgió con gran fuerza.37
En este contexto, de manera conveniente el hacendado Fran-
cisco I. Madero —aunque representando a los intereses de las cla-
ses medias— unificó los descontentos sociales existentes bajo la
idea de que el pueblo debería luchar por sus derechos. Cuando en
1908 publicó La Sucesión Presidencial Madero logró agrupar en
torno suyo a los sectores resentidos que ansiaban mejores condi-
ciones de vida y a ciertos grupos con ideales antireeleccionistas,
quienes decidieron apoyar la idea de un cambio por la vía electoral
pacífica. De esta forma un año más tarde nacería el primer orga-
nismo político de oposición al porfirismo con el nombre de Club
Central Antireeleccionista bajo el lema “Sufragio efectivo. No re-
elección” del que Madero fue vicepresidente y del que más tarde
saldría el Partido Nacional Antireeleccionista que lo llevaría a la
presidencia de la República.
A pesar de los acontecimientos políticos y de que la prensa de
México dio amplia difusión a la entrevista de Díaz con el periodista
Creelman, El Faro no abordó el tema y decidió mantenerse a la
expectativa de las circunstancias. Todavía para el mes de septiem-
bre de 1909 el periódico seguía dando cuenta de las fiestas patrió-
ticas llevadas a cabo en sus colegios, en una de estas fiestas
declaraba que los “jóvenes del Colegio Seminario de Coyoacán”
habían celebrado el 15 de septiembre una fiesta patriótica en la
cual habían colgado los retratos de los héroes de la patria, entre
ellos el del “Héroe actual de la Paz Gral. Don Porfirio Díaz”. Pocos
días después publicaron en su portada dos enormes retratos de los
presidentes de México Porfirio Díaz y de Estados Unidos William

37
GUERRA, México: del antiguo régimen, t.1, pp. 235-262.

77
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

Howard Taft exaltando los vínculos de amistad entre las dos nacio-
nes, aunque sin dar más detalles al respecto.38
En víspera de las elecciones, en el mes de abril de 1910 el Parti-
do Nacional Antireeleccionista propuso a Francisco I. Madero como
candidato a la presidencia del país y a Francisco Vázquez Gómez
como vicepresidente, en contra de la formula oficial de Porfirio
Díaz y Ramón Corral. Sin embargo, en una de las giras de propa-
ganda política Madero fue arrestado en Monterrey en junio de 1910
acusado de sedición y trasladado a San Luis de donde quedó en
libertad un mes después. A pesar del aparente buen recibimiento
de la propuesta política de Francisco I. Madero, convenientemen-
te las elecciones de 1910 volvieron a dar el triunfo a Porfirio Díaz
como presidente y a Ramón Corral como vicepresidente, situación
que dio paso a los primeros levantamientos armados. Más tarde
los líderes de estas insurrecciones se reagruparon en torno al Plan
de San Luis pronunciado por Madero el 5 de octubre, en el que
declaró nulas las elecciones llamando a la lucha armada el 20 de
noviembre. Así dio inicio la Revolución maderista que llevaría a la
renuncia de Porfirio Díaz el 25 de mayo de 1911.
Uno de los primeros levantamientos fue el ocurrido en Vallado-
lid, Mérida en junio de 1910, en donde un grupo de mayas
inconformes denunciaron el monopolio económico y político del
clan Olegario Molina y Enrique Muñoz Arístegui. Las causas del le-
vantamiento fueron para protestar por la persecución iniciada en
contra de los opositores políticos del gobernador porfirista Arístegui
—José María Pino Suarez del Partido Antireeleccionista y Delio
Moreno Cantón del Partido Liberal Independiente—, además para
protestar en contra del grupo oligárquico de Olegario Molina que
dominaba la industria henequenera. Es interesante hacer notar que
El Faro vio a dicho levantamiento no como una muestra de la in-
conformidad de la sociedad en contra de la crisis que estaba vi-
viendo, sino como “una situación difícil” que estaba enfrentando
el gobierno mexicano la cual debía ser sofocada a toda costa. Ha-
blaba de la sublevación de los indios mayas como algo “repentino”

38
El Faro, Ciudad de México, 1 de octubre de 1909, p. 631. El Faro, Ciudad de México, 22 de
octubre de 1909, pp. 673-674.

78
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

retratándolos como elementos “hostiles” al gobierno puesto que


ante los hechos se habían dado al pillaje y al asesinato de oficiales
y policías.39
En realidad los comentarios de El Faro eran imprecisos puesto
que la situación que imperaba en Yucatán no era una simple suble-
vación, ya que ésta correspondió a uno de los primeros levanta-
mientos revolucionarios al sur del país propiciados por el
descontento de los indígenas y trabajadores de las haciendas, o
como señala Guerra, “al rencor de los cantonistas decepcionados,
a la situación precaria de los pueblos… a la intransigencia del nue-
vo jefe político”. La situación de Yucatán se debía al profundo des-
contento de la sociedad y de las élites inconformes, que propusieron
reivindicar los “derechos del pueblo” y “evitar que el Estado su-
cumba en manos de un gobierno déspota y tirano”.40 Los hechos
culminaron en esta primera etapa cuando después de más de cien
hombres entre muertos y heridos y centenares de prisioneros, ade-
más de la muerte del jefe político y de algunos policías, el 9 de
junio de 1910 las tropas federales recuperaron la ciudad. 41
Sobre los acontecimientos creemos conveniente reproducir uno
de los pocos artículos de El Faro en donde dejó ver claramente su
postura en torno a Yucatán y en torno a las críticas al régimen en el
que dejó claro que lo acontecido era un “levantamiento exagera-
do”, deseado por una sociedad acostumbrada a las revoluciones y
en contra de un régimen que aunque tuviera funcionarios públicos
poco honrados, no era suficiente pretexto para que merecieran
este tipo de trastornos políticos.

Los recientes sucesos de Yucatán y otros puntos del país, con sus co-
rrespondientes alarmas y comentarios, en su mayoría exagerados hasta
lo risible, han puesto en moda repentinamente la fatídica palabra ¡RE-
VOLUCIÓN! en todos los labios. Dice un viejo refrán que “hay un mun-
do para todo” y nunca como en este caso se ha palpado la verdad del
dicho, pues son los incontables los que se sienten ya el fuego del com-
bate y el frío de la sepultura. Hay viejos que llevando en la sangre el

39
El Faro, Ciudad de México, 17 de junio de 1910, p. 376.
40
Guerra, México: del antiguo régimen, 2003, pp. 262-265.
41
GUERRA, México: del antiguo régimen, 2003, pp. 262-265.

79
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

ardor de las pasadas luchas, ven en el espejo sus canas y dicen suspi-
rando con desaliento: ¡Ya es tarde para mí! ¡Ah! ¡Si los jóvenes quisie-
ran!... ¡pero ni modo los jóvenes de hoy tienen carne de gallina! Las
mujeres con más o menos discreción hacen preparativos teóricos y
prácticos cuando llegue el caso. Los muchachitos juegan a la guerra
por patios, calles y jardines, con gran disgusto de mamás, gendarmes
y propietarios. El caso es que todos se ocupan de la revolución, como
de una fiesta, de un mal necesario o de una enorme desgracia indivi-
dual y social. Se pretende olvidar que hay un gobierno que ha hecho
inmensos sacrificios por conservar la paz y un país que los ha hecho
más grandes todavía que el gobierno; se pretende olvidar que si nues-
tros gobernantes actuales fueran impotentes para evitar un desastre,
hay algo que ahogará en su cuna cualquier trastorno político y ese
algo es el buen sentido del pueblo mexicano, ya que no quiere más
luchas que las del trabajo y el talento. Con esto no se crea que nos
dejaríamos quemar una mano respondiendo de la moralidad de nues-
tra administración, pues aquí lo mismo que en todas partes del mun-
do a pesar de la sabiduría de las leyes y el tacto de los jefes de estado,
no se ha dicho la última palabra en materia de honradez administrati-
va. No hay país en el mundo donde no haya hoy día grandes abusos
de parte de algunos funcionarios públicos, pero el remedio a seme-
jante mal no está en las revueltas y crímenes espantosos, sino en la
educación del pueblo. De conformidad con esta idea los evangélicos
hemos sido los colaboradores más idóneos del pueblo sensato y del
buen gobierno, abriendo centros de educación popular, nosotros en
condiciones muy desventajosas y haciendo grandes esfuerzos hemos
convencido a los patriotas que siempre el mejor ciudadano es el que a
una sana instrucción une la honradez del carácter moral. ¡He aquí la
evolución! ¡Vivan los evolucionarios!42

Poco tiempo después, en su sección “acontecimientos de la


semana” El Faro dio cuenta de que el Congreso Electoral había
declarado a Porfirio Díaz como el legítimo presidente de México
por unanimidad de votos, y que Ramón Corral había sido electo
vicepresidente.43 A partir de este momento el periódico presbite-
42
El Faro, Ciudad de México, 15 de julio de 1910, p. 446.
43
El Faro, Ciudad de México, 7 de octubre de 1910, p. 636.

80
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

riano se enfocó en publicar sólo notas de carácter religioso y


anticlerical, sin hablar de la situación política del país aunque enfo-
cando sus notas en los “lamentables” levantamientos que se esta-
ban produciendo con la bandera maderista concentrándose en
emitir algunas líneas en las secciones internas del periódico sólo
para dar cuenta del estado de las congregaciones a raíz de los gru-
pos de sublevados, pero sin dar detalles sobre el porqué de su ac-
tuar. Los pocos comentarios que se hicieron sobre la política
porfirista y los levantamientos armados no merecieron ya una nota
particular y en la mayoría de las ocasiones se insertaron en una
lista de acontecimientos político-sociales ocurridos en varios paí-
ses. Por ejemplo, con respecto del encarcelamiento de Francisco I.
Madero y sobre el proceso electoral federal el periódico no publi-
có un artículo o una nota y con motivo de la salida de Madero
hacia los Estados Unidos sólo dijo que “El Sr. Francisco I. Madero
cruza la frontera mexicana y se interna en el estado de Texas”, 44
sin dar más detalles sobre las razones que le habían hecho aban-
donar del país.
Respecto de los sucesos de noviembre de 1910, estos fueron
catalogados como «intentonas» y «sublevaciones». La prensa
presbiteriana dijo que uno de los acontecimientos en los “últimos
días” que estaban conmocionado al país era la “intentona de revo-
lución” que había dado lugar personas muertas y encarceladas. Para
El Faro los revolucionarios eran individuos que habían tomado “por
su cuenta la empresa de derrocar al gobierno actual con el cual no
están conformes… y habían procurado ramificar el movimiento por
todo el país”.45 La publicación reiteró —como lo haría en adelante
en repetidas ocasiones— no mezclarse en situaciones de política
escribiendo sólo para informar a los lectores, porque era una “obli-
gación del cristiano de honrar a las autoridades constituidas”, ade-
más se sintió confiada de que se conseguirían soluciones sin utilizar
la violencia.46
Aunque en un principio se refirió a los brotes esporádicos de
violencia maderistas como levantamientos focalizados en

44
El Faro, Ciudad de México, 14 de octubre de 1910, p. 652.
45
El Faro, Ciudad de México, 25 de noviembre de 1910, p. 752.
46
El Faro, Ciudad de México, 25 de noviembre de 1910, p. 752.

81
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

Chihuahua solamente, un mes después la redacción publicó una


carta de Tabasco en la que le comunicaban que las comunidades
presbiterianas estaban recibiendo los embates de los revoluciona-
rios “asqueroso crimen que algunos desnaturalizados fanáticos
quisieron cometer contra nuestro Colegio”. En el artículo se infor-
maba que los desmanes los habían provocado “los pronunciados”
que ocuparon la ciudad y saquearon el colegio y la oficina de co-
rreos. 47 A principios de 1911 volvieron a tocar el tema de los
“insurrectos en Tabasco”, señalando que en el mes de diciembre la
nota sensacional la habían dado “los insurrectos maderistas por
rumbo de la Barra de Santa Anna… los cuales han sido batidos y
dispersos”. Se confiaba en que el intento de revolución en estos
lugares hubiera fracasado y que pronto se extinguiera. Lamentaba
además los males que el movimiento revolucionario había ocasio-
nado al destruir vidas, en desgastar al erario nacional y al perjudi-
car los negocios.48
A pesar de estos artículos a principios de 1911 las páginas del
periódico daban otra imagen de Díaz. En una nota en la que decían
que en España se le había puesto el nombre del general Díaz a una
escuela, El Faro sólo se concretó en copiar al pie de la letra el artí-
culo.49 El que antes era el ciudadano en jefe más distinguido, el
que merecía que se engalanara la primera portada del periódico
con su fotografía con motivo de sus onomásticos o de cualquier
decisión tomada y ser felicitado de manera exacerbada por sus
constantes triunfos políticos, no mereció una palabra por parte de
la publicación presbiteriana.
Finalmente y no obstante que Porfirio Díaz adoptó algunas
medidas políticas como la de modificar su gabinete presidencial
en el mes de marzo y posteriormente tratar de acercarse a los
maderistas aceptando la mayoría de sus reivindicaciones, entre ellas
la no reelección, la forma de elegir a los jefes políticos y el fraccio-
namiento de tierras, las negociaciones no llegaron a buenos térmi-
nos. Los hechos políticos siguientes son de sobra conocidos: el 7
de mayo Díaz anunciaba la posibilidad de retirarse en un futuro

47
El Faro, Ciudad de México, 23 de diciembre de 1910, p. 812. El Faro, Ciudad de México,
20 de enero de 1911, p. 39.
48
El Faro, Ciudad de México, 3 de febrero de 1911, p. 75.
49
El Faro, Ciudad de México, 13 de enero de 1911, p. 27.

82
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

inmediato, no obstante las revueltas constantes hicieron que el 21


de ese mismo mes se firman los acuerdos de Ciudad Juárez para
poner fin al conflicto revolucionario. Finalmente, acosado por las
manifestaciones y motines que exigían su dimisión inmediata de-
cidió renunciar como presidente de México el día 25 de mayo. Ante
estas circunstancias Madero entró triunfante a la Ciudad de Méxi-
co el 6 de junio.
Sólo cuando se supo de la renuncia de Porfirio Díaz, El Faro ha-
bló por vez primera con beneplácito de la candidatura de Francis-
co I. Madero y de la nueva etapa política del país, tomando la misma
postura de complacencia hacia la política maderista y sin adoptar
una posición crítica de los acontecimientos políticos que habían
culminado con la caída de Díaz. De manera evidente suavizó las
críticas hacia los atropellos de los revolucionarios maderistas en
los estados, centrando sus comentarios en aquellos que no habían
aceptado el licenciamiento y se habían convertido en «bandidos».
Asimismo. El Faro publicó una fotografía del presidente interino
Lic. Francisco León de la Barra acompañado de su biografía y sus
logros políticos, sin decir una sola palabra de la salida de Díaz hacia
el extranjero.50 De esta forma, el que por treinta años había mere-
cido el título de “héroe de México” ahora era retratado por El Faro
como “el viejo general” que había abandonado el poder para dar
paso a la “democracia y a la paz en la República”. Además retrató la
euforia de la sociedad como de “regocijo” por el triunfo de la Re-
volución maderista.51
La postura de El Faro con motivo de los acontecimientos revo-
lucionarios la daba él mismo al decir que “es preciso confesar que
nuestro periódico no es el órgano vivo e interesante que nuestra
Iglesia necesita en estos días de excitación e incertidumbre”. Para
noticias de política, pedía a los lectores las buscaran en otras fuen-
tes porque “un periódico religioso” como él mismo se consideraba
“no les daría luces para un gobierno personal”. Reconoció que aque-
llos individuos presbiterianos que estaban involucrados en los tu-
multos “no dejan de ser hombres y mujeres religiosos” por ello la
publicación se había encargado de procurarles un “mensaje con-
50
El Faro, Ciudad de México, 2 de junio de 1911, 339.
51
El Faro, Ciudad de México, 2 de junio de 1911, p. 340.

83
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

solador”, no obstante, dejaba en manos de los individuos “ejercer


por su propia cuenta y responsabilidad sus derechos civiles a la luz
de los hechos de su propia conciencia”.52

¿Quién se atreve a decir…cuáles son nuestros nuevos deberes como


mexicanos y como evangélicos?... El silencio profundo que reina en
nuestras columnas con respecto de la actitud de la Iglesia en la pre-
sente crisis se debe tal vez al temor de los acontecimientos de maña-
na que pueden cambiarse con la rapidez de un relámpago, censuraran
cualquier expresión u opinión que hoy se diera a la luz.53

Aunque las palabras de El Faro dejaban ver una profunda acti-


tud de prudencia ante los acontecimientos políticos que presagia-
ban la caída de Porfirio Díaz y un temor por las represalias que el
próximo gobierno pudiera tener en contra de las iglesias evangéli-
cas, no podemos ignorar la postura condescendiente y de compla-
cencia que adoptaron ante las circunstancias. El Faro dio poco
espacio a los acontecimientos políticos entre los años de 1909-
1910 y una vez concluido el régimen porfirista mostró un total ape-
go y respeto por la figura de Francisco I. Madero enarbolando ahora
los ideales revolucionarios que habían llevado al país a la “demo-
cracia” y que habían terminado con un “régimen autoritario”, como
ahora le llamaban al régimen porfirista.

La llegada de Madero al poder

En el mes de junio de 1911 El Faro publicó la fotografía de Madero


en su portada y a pie de foto lo elogió por ser el “hombre que supo
sufrir y luchar con tesón para derrocar el antiguo régimen de su
país”.54 Asimismo, publicó otro párrafo narrando los acontecimien-

52
El Faro, Ciudad de México, 11 de agosto de 1911, p. 504.
53
El Faro, Ciudad de México, 11 de agosto de 1911, p. 504. Una nota interesante salió
publicada por El Faro de Zimapan, señalaba que las publicaciones evangélicas en ninguna
parte de la república habían tomado parte en la política, por lo tanto no eran periódicos
calumniadores, engañosos, rastreros o aduladores. Argumentaba que no eran parciales a
ningún tipo de política a diferencia de los católicos. “Correspondencia”, El Faro, Ciudad de
México, 1 de septiembre de 1911, p. 550.
54
El Faro, Ciudad de México, 9 de junio de 1911, p. 363.

84
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

tos más notables de su entrada a la capital de la República compa-


rando ese día con las “entradas triunfantes de un Alejandro el Gran-
de y de otros tantos vencedores del pasado”.55
En materia política, el que para entonces era el presidente inte-
rino de México Francisco León de la Barra, se encargó de convocar
a las siguientes elecciones federales y de licenciar a los revolucio-
narios. Por lo que toca a las votaciones federales, éstas se dieron
en un ambiente de división maderista propiciada por quiénes se-
rían los candidatos a la vicepresidencia entre los que se encontra-
ban Vázquez Gómez y José María Pino Suárez. Otro problema se
suscitó cuando Madero decidió desaparecer al Partido Antireelec-
cionista y fundar el Constitucional Progresista a lo que se opusie-
ron los partidarios de Vázquez Gómez. Entre aquellos que apoyaron
a Madero estuvieron el Partido Católico Nacional y El Partido Libe-
ral Nacional cuyos dirigentes fueron los Flores Magón. Entre los
partidos que lanzaron sus propios candidatos estuvieron El Partido
Liberal Radical y el Liberal Evolucionista que apoyaron a León de la
Barra, y el Partido Reyista con Bernardo Reyes.
Con respecto del licenciamiento de los revolucionarios, éste se
llevó a cabo en términos generales de manera pacífica y sin tantos
contratiempos, sin embargo el líder revolucionario Emiliano Zapa-
ta no consintió el licenciamiento hasta no ver cumplido el artículo
3° del Plan de San Luis con respecto a la devolución de las tierras
comunales de Morelos. Después de varias reuniones en las cuales
todo parecía indicar que Zapata entregaría las armas, los planes se
vinieron abajo cuando el militar maderista Victoriano Huerta deci-
dió atacar a sus tropas lo que ocasionó la ruptura de las relaciones
con Francisco I. Madero. Dicho acontecimiento propició que Zapa-
ta se levantara en armas abanderado con el Plan de Ayala el 28 de
noviembre de 1911 —cuyo lema fue “Reforma, libertad, justicia y
ley”— a través del cual desconoció al presidente Francisco I. Ma-
dero bajo la idea firme de que había traicionado la causa campesina.
Poco antes de llevarse a cabo las elecciones federales El Faro
señalaba a sus lectores que el hecho de acudir a las urnas a depo-
sitar el voto sería la única forma de “introducir un espíritu evangé-

55
El Faro, Ciudad de México, 9 de junio de 1911, p. 363.

85
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

lico en las leyes de la nación”.56 Además se dio a la tarea de res-


ponder a las acusaciones que algunos individuos le imputaban por
permanecer callado ante las injusticias que la Revolución había
ocasionado y de mantenerse a la espera de los acontecimientos de
“una política que es dama sin entrañas”.57 La respuesta de El Faro
a sus críticos fue que efectivamente se había mantenido prudente
pero no había sido porque la situación le fuera indiferente sino
porque “tememos que al señalar algunas verdades estas sirvan más
bien para añadir combustible al no apagado fuego”.58 Argumenta-
ron también que

...más de una vez empuñamos nuestra débil pluma más llena de bue-
nos deseos que de aptitudes para dirigirnos a nuestros compatrio-
tas… atrayéndolos al convencimiento de su locura al seguir
desangrando a la patria con el desenfreno de sus pasiones en luchas
fratricidas… y otras tantas las hemos dejado caer desalentados, teme-
rosos de apurar el incendio… (esperando que los individuos) recobren
su buen juicio y depongan las armas.59

El caso era que después de las miles de personas que habían


resultado muertas por causa de la Revolución, en las que se había
“derribado un caduco sistema de gobierno que había conquistado
la reprobación nacional” y de haber recobrado las libertades civi-
les y los derechos de los ciudadanos “¿qué razón tienen los odios
armados listos para destruir vidas y propiedades, para el saqueo,
la violación, el asesinato y el incendio?”60 Para El Faro la actitud de
los revolucionarios que no permitían que el gobierno de Francisco
I. Madero lograra estabilizar al país era “antipatriótica” y “crimi-
nal” sinónimo de una sociedad atrasada e incivilizada, fruto de in-

56
El Faro, Ciudad de México, 29 de septiembre de 1911, p. 617.
57
El Faro, Ciudad de México, 8 de septiembre de 1911, p. 564.
58
El Faro, Ciudad de México, 8 de septiembre de 1911, p. 564.
59
El Faro, Ciudad de México, 8 de septiembre de 1911, p. 564. El Faro se refería a individuos
presbiterianos que de manera particular se habían unido a los revolucionarios en la campa-
ña de Bernardo Reyes para las elecciones de 1910, abrazando la causa revolucionaria en
defensa de sus intereses económicos y del ideal anticlerical. Sobre los protestantes
involucrados en la Revolución nos hablan FUENTES BAZÁN, “Los estudiantes del Instituto
Metodista”, 1999. BASTIAN, “Las sociedades protestantes”, pp. 498-453.
60
El Faro, Ciudad de México, 8 de septiembre de 1911, p. 564.

86
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

dividuos “egoístas” que sólo perseguían “funestas pasiones”. El pe-


riódico deseó que “nuestros compatriotas luchen… para la realiza-
ción de sus ideales… en los mítines, en la prensa, en la tribuna, en
las urnas electorales… dentro de los medios que aconseja el or-
den”.61
Dentro de todos los inconvenientes políticos y las críticas a
El Faro las elecciones federales primarias se llevaron a cabo el pri-
mero de octubre de 1911, en que después de una jornada limpia y
sin grandes contratiempos Francisco I. Madero resultó electo pre-
sidente de la República y José María Pino Suárez resultó ser el nue-
vo vicepresidente. Como era de esperarse El Faro relató las
elecciones como “un día memorable en los anales de nuestro país,
porque en ese día se acercó el pueblo mexicano a las urnas electo-
rales bajo la promesa del sufragio efectivo hecho por la Revolu-
ción”.62
Según sus impresiones sobre la jornada electoral, el periódico
presbiteriano señaló el entusiasmo y la buena voluntad de la so-
ciedad para dar su voto y guardar el orden. Dijo sentirse emocio-
nado de ver a los “ciudadanos pobres y de la clase humilde acercarse
con su boleta despertando a la conciencia de su personalidad de
que poseían un voto que tenía algún valor”.63 Recalcó además el
hecho de que los votantes no supieran el modo de hacer la elec-
ción o el nombre siquiera de los candidatos, justificando la situa-
ción en el contexto de que “era la primera vez que iban a ejercer
este derecho”. 64
Sobra decir que la postura de El Faro fue de apego y respeto
por la figura de Francisco I. Madero, enarbolando los ideales revo-
lucionarios que habían llevado al país a la “democracia”. El 10 de
noviembre publicaba una enorme fotografía del presidente rela-
tando que “el pueblo estudiantil, el alma del pueblo, fue el prime-
ro en apresurarse a ofrecer sus respetos al héroe vencedor… le
ofrecieron las mañanitas en su residencia ubicada entre las calles
de Liverpool y Berlín”65 en que más de doscientos estudiantes ade-
61
El Faro, Ciudad de México, 8 de septiembre de 1911, p. 564.
62
El Faro, Ciudad de México, 6 de octubre de 1911, p. 633.
63
El Faro, Ciudad de México, 6 de octubre de 1911, p. 633.
64
El Faro, Ciudad de México, 6 de octubre de 1911, p. 633.
65
El Faro, Ciudad de México, 10 de noviembre de 1911, p. 709, 711, 717.

87
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

más de otros clubes liberales se reunieron. El Faro se unió al senti-


miento de general “enviando un saludo al digno Primer Magistra-
do de la República… haciendo votos fervorosos por la estabilidad
del nuevo gobierno”.66
El apoyo ofrecido por El Faro presbiteriano a Madero se forta-
leció con motivo de las declaraciones que éste había pronunciado
en el banquete brindado por los miembros del poder legislativo en
Xochimilco, el 23 de septiembre de 1912. En esa ocasión Madero
señaló —respecto de la libertad religiosa— que ésta no podía ser
más satisfactoria, y declaró su respeto total a la libertad de cultos
en el país —tal y como se había estado llevando a cabo con el ex
presidente Porfirio Díaz—, comprometiéndose a que en lo refe-
rente a las Leyes de Reforma todo seguiría igual hasta que fueran
revisadas por el Congreso.67
Sin duda las palabras de Madero fueron recibidas por los presbi-
terianos con alivio, al corroborar que en materia de culto público
no se modificarían las leyes. De esta forma y para corresponder a
sus intenciones, el 8 de enero de 1912 los representantes de la
Iglesia Presbiteriana en México —en compañía de las otras deno-
minaciones protestantes establecidas en la República— se dirigie-
ron al Castillo de Chapultepec para en nombre de la Sociedad Bíblica
Americana de la ciudad de Nueva York entregarle a Madero un
ejemplar de la Biblia. El pastor metodista John W. Butler —admira-
dor y amigo de Porfirio Díaz— fue el encargado de dirigir el emoti-
vo discurso donde señalaba que “los pastores evangélicos con
motivo de vuestra elevación a la Suprema Magistratura de la Re-
pública, ofrecemos un ejemplar de las sagradas escrituras para
felicitaros por el merecido y alto honor que el pueblo mexicano le
ha conferido”.68 En la contestación que dirigió Madero a los misio-
neros, los felicitaba por la buena labor a favor de la moral de los
mexicanos instándolos a coadyuvar con su gobierno en la ilustra-
ción del pueblo.69

66
El Faro, Ciudad de México, 10 de noviembre de 1911, p. 709, 711, 717.
67
Los presidentes de México, discursos políticos, pp. 146-147, 189.
68
El Faro, Ciudad de México, 19 de enero de 1912, pp. 40-41.
69
El Faro, Ciudad de México, 19 de enero de 1912, pp. 40-41, El Bautista, 25 de enero de
1912, p. 54, Central Conference of the Mexican Mission, 1912, p. 25.

88
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

Podría entenderse la actitud de El Faro al decidir brindar su apo-


yo incondicional al presidente Francisco I. Madero como en alguna
ocasión se lo había brindado al general Porfirio Díaz. No obstante
puede resultar un poco incomprensible el hecho de que no sólo se
contentó con apoyar los hechos políticos del nuevo sistema presi-
dencial sino que para legitimar su postura poco ética se refirió al
antiguo régimen que le había dado todas las garantías constitucio-
nales en materia de culto público como una “antigua dictadura que
durante treinta años hizo de México un país de esclavos” contra la
que el presidente de México Madero “tuvo la feliz idea de enfren-
tarse… al frente de las fuerzas libertadoras en la frontera de nues-
tra República”. 70
No obstante los buenos deseos y las aspiraciones de lograr la
paz dentro de un contexto de ansiada democracia, los aconteci-
mientos sociales y políticos de 1912 no presagiaron un buen man-
dato presidencial a Francisco I. Madero. Además del intento de
levantamiento de Bernardo Reyes en noviembre de 1911, resintió
la insurrección de Pascual Orozco en marzo y el desconocimiento
de su mandato por parte del general Félix Díaz en octubre. Asimis-
mo, Madero tuvo que enfrentar la crítica de los periódicos de opo-
sición que arremetieron en su contra por conservar en los cargos a
los antiguos porfiristas, contrario de lo que hizo El Faro quien re-
sultó ser uno de los más activos propagandistas de la política de
Francisco I. Madero. Cuando supo del intento de levantamiento de
Bernardo Reyes a través del llamado “Plan de la Soledad” en no-
viembre de 1911, retrató a los reyistas de “despechados y descon-
tentos” que siguiendo las órdenes del general Reyes habían lanzado
“una nueva revolución con la risueña esperanza de derrocar al ac-
tual presidente de la República”.71 Además estaba convencido de
que el movimiento no iba a ganar adeptos “porque el pueblo era
consciente de las cualidades de la presente administración”.72

70
El Faro, Ciudad de México, 22 de enero de 1912, p. 53.
71
El Faro, Ciudad de México, 1 de diciembre de 1911, p. 756 El Faro, Ciudad de México, 1
de diciembre de 1911, p. 756.
72
El Faro, Ciudad de México, El Faro, 1 de diciembre de 1911, p. 756. El Faro, Ciudad de
México, 1 de diciembre de 1911, p. 756. El Faro, Ciudad de México, 5 de enero de 1912,
p. 12.

89
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

Respecto del levantamiento de Pascual Orozco, El Faro se pro-


nunció a favor de la paz sin tomar partido de la insurrección, quizá
porque se sabía que el general Orozco era protestante afiliado al
metodismo en Chihuahua.73 Y con respecto del levantamiento de
Félix Díaz, lo tildaron de “haber hecho muy mal por comprometer
los intereses del comercio de Veracruz” confiando en que el go-
bierno pondría orden y restablecería la paz.74
Apenas iniciado el año de 1913, el 9 de febrero el gobierno fe-
deral resintió el golpe militar en su contra de parte de las tropas de
artillería de Tacubaya y de la Escuela de Aspirantes. Bajo las órde-
nes del general Manuel Mondragón los golpistas pusieron en liber-
tad a Félix Díaz y Bernardo Reyes —quienes después de atacar
La Ciudadela— decretaron estado de sitio. Al conocer los hechos
Madero salió de la capital rumbo a Cuernavaca de donde regresó
poco después para hacer frente a los sublevados, decidiendo nom-
brar al militar Victoriano Huerta como jefe de la plaza y jefe de las
fuerzas federales. Sin embargo, ante la presión diplomática ejerci-
da por Estados Unidos quince senadores solicitaron la renuncia for-
mal del presidente, quien finalmente traicionado por Victoriano
Huerta fue aprehendido junto con el vicepresidente José María Pino
Suarez el 18 de febrero, para cuatro días después, el 22 de febrero
ser asesinados al parecer por órdenes de Victoriano Huerta quien
asumió la presidencia mediante el golpe de Estado, iniciándose así
la etapa de la Revolución constitucionalista.
El 14 de febrero de 1913 El Faro publicó una nota dirigida a
todos los lectores en la cual relataba la rebelión en contra del go-
bierno de Madero que había culminado con la caída de su gobier-
no. Ante la situación la redacción decidió suprimir la página nacional
y extranjera de periódico, no obstante en su siguiente número vol-
vieron a incorporar las secciones. Esta vez dijeron “aún no desapa-
rece por completo la impresión penosa de los sucesos de la capital,

73
Durante la Revolución mexicana la Iglesia Metodista Episcopal del Sur resaltó la ayuda
que habían recibido del general Pascual Orozco, en el Norte, quien es “un firme amigo, ya
que él es protestante y su esposa es un miembro de nuestra escuela dominical y de la socie-
dad misionera… (además de que) tres de sus hijos están estudiando en nuestra escuela y
otro fue recientemente bautizado…”. Central Conference of the Mexican Mission, 1912, pp.
25-28, 150-151.
74
El Faro, Ciudad de México, 25 de octubre de 1912, p. 670.

90
DEL PORFIRIATO A LA REVOLUCIÓN MADERISTA

producida por los días de bombardeo y después por la muerte trá-


gica de los Sres. Gustavo y Francisco I. Madero y José María Pino
Suárez”. Sobre la administración golpista de Victoriano Huerta,
El Faro sólo dijo que estaba comenzando a funcionar “verificando
todos los cambios que juzga convenientes en la administración
pública”, diciendo además que se tenía noticias de los estados de
Tabasco, Veracruz, Colima, Puebla y Tamaulipas entre otros, ha-
bían reconocido al “nuevo presidente”.75

Conclusiones

A lo largo de su primera etapa de vida, El Faro presbiteriano no


tuvo la capacidad de adoptar una postura crítica ante los aconteci-
mientos políticos del país. A partir de una estrategia que no perju-
dicara su postura dentro de la sociedad mexicana y para no propiciar
alguna confrontación con el gobierno federal, decidió actuar de
manera conveniente ante las circunstancias. El Faro se mantuvo a
la expectativa de los acontecimientos siendo en un principio com-
placiente con la actuación política del presidente Porfirio Díaz y
denostando su administración una vez que Francisco I. Madero lle-
gó a la presidencia de la República. Si bien es cierto que El Faro
trató de mantener informados a sus lectores de los acontecimien-
tos políticos, sólo transmitió de manera puntual las noticias que
no perjudicaban a las autoridades en turno, por ser una máxima
cristiana el no actuar en contra de los gobiernos constituidos.
No obstante, a pesar de que El Faro argumentó que mostraba
una actitud prudente hacia los acontecimientos políticos, propi-
ciada por el temor a las represalias del sistema triunfante, lo cierto
es que sus artículos demostraron un actuar acomodaticio depen-
diendo de las circunstancias. De otra forma no podemos compren-
der el por qué no opinaron favorablemente de las declaraciones
hechas por Díaz al periodista Creelman, cuando dejó ver que la
sociedad mexicana estaba lista para la democracia; y por qué no
vio en los levantamientos armados maderistas la oportunidad de
llevar a cabo dicho cambio. Lo cierto es que a pesar de los proble-
75
El Faro, Ciudad de México, 14 de febrero de 1913, p. 100. El Faro, Ciudad de México, 28
de febrero de 1913, p. 116. El Faro, Ciudad de México, 7 de marzo de 1913, p. 132.

91
LA PRENSA EN EL PORFIRIATO

mas sociales en ningún momento trató de ofrecer una solución a


ellos, centrándose sólo en los sucesos que afectaron directamente
a sus congregaciones. Siendo la prueba de ello el hecho de que no
apoyó abiertamente la insurrección maderista, y esperó hasta ver
concluido el régimen porfirista para declarar su apoyo a Francisco
I. Madero.
De esta forma, El Faro se ajustó a los parámetros que le eran
permitidos de acuerdo a sus principios cristianos, sin ir más allá de
una publicación periódica de carácter religioso. Durante el Porfiriato
evitó traspasar los límites impuestos por el sistema político, por lo
que no fue un periódico de oposición y crítica al régimen. Ya du-
rante la presidencia de Francisco I. Madero mantuvo la misma pos-
tura, sobre todo cuando Madero había declarado que seguiría con
la misma política religiosa del Porfiriato mientras se revisaban las
Leyes de Reforma. Así, la caída del régimen porfirista significó para
El Faro sólo un reajuste y un reacomodo a las nuevas circunstan-
cias, ante las cuales debían adaptarse y sobrevivir.

Fuentes

Hemerografía

El Faro
El Continente Americano
Laurel y Olivo
La Antorcha Evangélica
La Voz de México

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